Un expediente abierto

En la entrada anterior había citado el postulado de Aleister Crowley que establece que los demonios de la Goetia son partes de nuestro cerebro, es decir las partes no integradas que corresponden a lo reprimido, ó no conocido de nuestro ser. Sin embargo está afirmación tomada en forma literal nos lleva a la conclusión de que en realidad los Dioses, Ángeles, Demonios, etc. vendrían siendo la representación animada de nuestras aspiraciones y miedos. A partir de éste punto se desarrollo durante el siglo XX una corriente “sicologizante” de la Magia que veía a los rituales como forma de psicodramas encaminados a la liberación de los conflictos internos.
Crowley no fue el único en configurar esta línea de pensamiento, Dion Fortune psicóloga de profesión estaba interesada en integrar esta disciplina con el esoterismo y más delante Israel Regardie, discípulo de Crowley que después de su rompimiento con el mago inglés fue protegido durante una temporada de Fortune se familiarizó con las corrientes sicoanalíticas clásicas y con la escuela Jungiana, aunque al final de su vida se decantó por las terapias y cuerpo conceptual de Wilhelm Reich. No estoy tratando de decir que estos autores negaran la realidad de un mundo espiritual, sino que a partir de ellos algunos de sus discípulos si lo hicieron.
En realidad esoterismo y sicología nunca estuvieron divorciados, en las escuelas Cabalísticas clásicas se encuentran contenidos los postulados de una suerte de psicoanálisis con una división de las funciones intelectuales e instintivas y una guía para el desarrollo de una personalidad equilibrada y sería interesante determinar hasta que punto Sigmund Freud se vio influenciado por el pensamiento místico judío.
Ahora bien ¿la magia es solo una forma arcaica de terapia? ¿Es por ejemplo el culto a Isis únicamente la sublimación de nuestra necesidad de una madre nutriente de la que nos vemos separados en cierta etapa de la infancia?
Desde el punto de vista Hermético todo el universo es el resultado de una misma corriente que forma y anima cada manifestación de vida y materia y sostiene los distintos planos de realidad. Su comprensión se encuentra más allá de las capacidades humanas, aunque podemos elaborar a partir de un punto acerca de su naturaleza. El caso es que al reflexionar en el orden universal aparecen centros energéticos que actúan de manera más o menos homogénea lo que parece concederles independencia y propósito en relación al resto del conjunto. Estas “fuerzas inteligentes”, por llamarlas de alguna manera son aspectos diferenciados de la primera manifestación que se desdoblan en niveles cada vez más densos desde lo más abstracto ó espiritual hasta llegar a lo denso formando una jerarquía de seres enlazados de acuerdo a su naturaleza y funciones. Esto nos da una jerarquía del tipo, el rey manda a sus generales, que ordenan a sus capitanes, que transmiten a sus soldados que ejecutan la orden y aunque el propósito sea uno, en cada nivel hay cierto grado de adaptación a las circunstancias determinado por los factores del medio y la interacción con otras fuerzas. Así que influir en algún lugar del sistema es para el Mago participar en el resultado final.
Aunque más allá del grado de influencia que como humanos podemos tener en la manifestación de las cosas; la entrada se trata de reflexionar hasta que punto cada nivel de realidad es el resultado del concurso de fuerzas conscientes de sí mismas. Es evidente la existencia de dichas fuerzas, hay elementos creadores, destructores, aglutinadores; fuerzas expansivas, constrictivas y equilibrantes. En otras palabras los antiguos no inventaron los Dioses a capricho, sino que personificaron el concurso de fenómenos que observaban que para ellos se manifestaban como seres con personalidad propia.
De acuerdo a Denning y Phillips autores pertenecientes a la orden Aurum Solis la explicación cabalística sería la siguiente.

Cuando la luz de la emanación del mundo de Atziluth, penetra el mundo de Briah, ilumina la sala celestial de tronos -Merkabah-. Allí residen los arcángeles, dioses y diosas venerados por los hombres, que se reúnen para prestarle forma a la luz y de esa manera darle cuerpo a la manifestación. Hay que recordar que Briah nos habla de un lugar de ideas puras, valores espirituales. Cuando un grupo humano establece contacto con una de éstas formas como un ser diferenciado, se establece el vínculo entre el devoto y su objeto de adoración, a partir de ese momento el Dios/Diosa recibe cada vez más vida por el doble proceso de extraer energía de Atziliut y Assiah.

Es decir la personalidad de un ser espiritual está determinada tanto por la naturaleza a la que responde como por la conceptualización que de él hacen sus devotos. Esto explicaría el hecho de que a pesar de que se pueden establecer comparaciones entre los panteones de Dioses –v.gr. Afrodita tiene la misma naturaleza que el Arcángel Haniel- estos no necesariamente se manifiestan de la misma manera. (Los Dioses egipcios son elegantes, los griegos sensuales, la jerarquía cabalística no tiene elementos oscuros en su naturaleza, etc.).
Ahora bien ¿los seres espirituales existen y son conscientes? Algunos de los miembros de la Goldendawn, quizá para apaciguar el conflicto que les causaba una educación judeo-cristiana, en algún momento recurrieron a una suerte de relativismo alrededor del tema al afirmar que “En las invocaciones que hacemos encontramos que los Dioses se comportan como si en realidad existieran” Una posición en extremo pragmática, que no negaba ni afirmaba la existencia del mundo divino/demoníaco, pero si se valía del aparato conceptual religioso que les heredaba la tradición hermética.
En realidad la cuestión es un expediente abierto y cada uno en su conciencia lo tiene que resolver. Para terminar, y volviendo al postulado de Crowley, efectivamente los demonios de la Goetia son partes de nuestro cerebro y se corresponden con el material del inconsciente. Pero esto no implica que no tengan una realidad externa al operador; hay que recordar lo que decían al respecto los sacerdotes egipcios. “No hay nada en mí que no pertenezca a los Dioses” que entre otras implicaciones nos indica que si podemos traer a nuestra conciencia una realidad es porque ésta ya se encuentra contenida en nosotros.