SOGYAL RIMPOCHÉ

SOGYAL RIMPOCHÉ

Sogyal Rimpoché nació en Kham, región del este del Tíbet, y fue reconocido por Yamyang Khyentse Chökyi Lodrö, uno de los maestros más destacados del siglo XX, como la reencarnación de Lerab Lingpa Tertön Sogyal, uno de los maestros del décimotercer Dalai Lama.
Yamyang Khyentse Chökyi Lodrö supervisó el entrenamiento de Rimpoché y lo educó como a su propio hijo. En 1971 Rimpoché fue a Inglaterra donde estudió Religión Comparada en la Universidad de Cambridge. Continuó sus estudios con muchos otros maestros, provenientes de todas las escuelas del budismo tibetano, haciendo de traductor y ayudante.
Con su notable cualidad para presentar la esencia del budismo tibetano de una manera tanto auténtica como profundamente relevante para la mente moderna, Sogyal Rimpoché es uno de los maestros más destacados de nuestro tiempo. Es también el autor del unánimemente reconocido e impactante libro “El libro tibetano de la vida y de la muerte”.
Se han vendido dos millones de ejemplares de este clásico espiritual y ha sido traducido a 29 idiomas en 56 países.
Ha sido adoptado por institutos, grupos e instituciones médicas y religiosas y es utilizado ampliamente por enfermeras, médicos y otros profesionales médicos.
Rimpoché es también el fundador  y director espiritual de Rigpa, una red internacional con 106 centros budistas y grupos en 23 países alrededor del mundo.
Sogyal Rimpoché ha estado enseñando durante más de 30 años y continúa viajando ampliamente  por Europa, América, Australia y Asia, donde se dirige a miles de personas en sus retiros y giras de enseñanzas.

LAMA SOGYAL RIMPOCHÉ, MAESTRO ESPIRITUAL BUDISTA
“La felicidad es una decisión”

Tengo unos 56 años… Nací en Khan, en el Tíbet oriental. Soy lama tibetano y me dedico a la enseñanza del budismo en Occidente. Soy demócrata, pero ningún sistema garantiza la felicidad. Tu mente crea el mundo: ¡domestícala! El budismo ayuda a buscar la felicidad. Dios está en ti, es la realidad de tu naturaleza última: intenta saborearla

VÍCTOR-M. AMELA – 09/05/2005

-¿Por qué interesa tanto el budismo en Occidente?

-Porque los occidentales no son tontos, claro.

-¿Y qué vemos en el budismo?

-Ustedes han visto ya cuánto sufrimiento mental padecen, y están descubriendo que el budismo puede ayudarles.

-¿Sufrimiento mental?

-Depresión, neurosis, infelicidad… ¿Por qué? ¿Por qué, si disponen de tanta riqueza, avances, tecnología, confort…?

-Quizá porque todavía queremos más.

-Vivirás en el mejor sobreático del mejor edificio sobre Central Park… y te tirarás por la ventana. ¿Por qué? Porque la felicidad sólo está en la mente. Todo está en los pensamientos. ¡Es la mente la que crea el mundo!

-¿Mi felicidad depende de mi mente?

-Sí: sufrimiento y felicidad son creaciones mentales. Por eso la enseñanza principal del budismo es ésta: “¡Domestica tu mente!”.

-¿Y en qué consiste eso?

-En conquistar la mente: el budismo enseña a entrenarla para aplacar emociones negativas, angustia, descontento, infelicidad…

-¿Sufrimiento, en suma?

-Sí. Entrenando la mente, es posible llegar al extremo de que cualquier suceso deje de parecerte adverso… para ser una bendición.

-¿Hasta ese punto? ¿Cómo conseguir eso?

-A mí me ayudó esta frase que leí hace 30 años: “El agua, si no la remueves, se vuelve clara”. Pues bien, la mente es como el agua.

-No hay que removerla.

-La enturbian los pensamientos. Una mente calma es un cielo azul: los pensamientos son las nubes que lo tapan. ¡No te identifiques con esas nubes, y busca ver el cielo!

-Difícil: la vida es complicada y hay que darle tantas vueltas al coco…

-¿Sí? “Todos los problemas del ser humano derivan de su incapacidad de sentarse solo en una habitación”, escribió Pascal…

-Pero consuela tanto estar distraídos…

-Nos distraemos de nosotros mismos con pensamientos: son astucias del ego que nos apartan de nuestra esencia, son falsas visiones a las que nos aferramos, nos apegamos.

-¿Tanto nos autoengañamos?

-Escuche este cuento que narró Buda… Un mercader tenía una bella esposa y un hijo pequeño. La esposa enfermó y falleció, y el mercader cifró toda su felicidad en ese niño. Mientras estaba en un viaje, unos bandidos asolaron la aldea y se llevaron al niño. A su regreso, el mercader vio un cuerpo de niño calcinado y lo tomó por el de su hijo.

-Pobre hombre, cuánta desgracia…

-Practicó una ceremonia de cremación del hijo, y conservó las cenizas en una bolsita de seda. Trabajaba, comía y dormía aferrado a la bolsa y a su desesperación, llorando…

-Comprensible…

-Un día su hijo escapó de los bandidos y llamó a la puerta del padre. Era medianoche y el padre sollozaba junto a las cenizas. “¡Soy yo, papá!”, gritó el hijo. El padre pensó que alguien le gastaba una broma cruel, y no abrió. El hijo llamó cien veces, inútilmente, hasta que se fue. ¡Nunca volvieron a verse!

-Ya veo: nos apegamos a nuestra verdad…

-… y no sabemos dar la bienvenida a la verdad en persona cuando llama a la puerta.

-Pues ayúdeme a estar abierto y alegre.

-Cada vez que vea o hable con otra persona, piense que esa persona es usted.

-Buen ejercicio… Y difícil.

-Entrene su mente en eso. Verá qué bien.

-¿Y si yo me odio? Odiaré a todos, pues.

-Haga este ejercicio: inspire, y a cada inspiración imagine que recoge usted todo el dolor, desgracia, angustia y sufrimiento de los otros; y espire, y a cada espiración difunda hacia los otros bondad, consuelo, amor.

-¡Se supone que el que estaba mal era yo!

-Precisamente: tus males derivan de preocuparte tanto de ti mismo, del yo, yo, yo…

-Pero si estoy sufriendo yo…

-Yo, yo…¡Ábrete al sufrimiento de los otros!: eso es la compasión. Y empieza a meditar: quieto, concéntrate en tu respiración, obsérvala, eso sosegará tu mente. La práctica de la meditación conduce a la paz interna.

-La panacea, lo que todos buscamos…

-Lo que te digo no es cuestión de fe: te bastará con probarlo y saborearlo por ti mismo.

-¿Qué tipo de paz interna es esa?

-La falacia del ego se disuelve, las emociones negativas pasan… Eso es la sabiduría: como la compasión, está también dentro de ti.

-¿Basta con ponerse a meditar?

-Poquito a poco… Pero si lo intentas, te llenará de tanta alegría y fuerza que querrás seguir. Hoy los estudios médicos ya han probado los múltiples beneficios psicosomáticos de la meditación (sabiduría) y del amor (compasión): el ritmo cardiaco se equilibra, el sistema inmunológico se refuerza…

-Entonces el Dalai Lama estará perfecto…

-El Dalai Lama es un hombre bueno, y verle estimula a la humanidad a intentarlo.

-La humanidad insiste en la barbarie, Occidente en especial: ¡no somos tan inteligentes!

-Sí, sí lo sois, pero sucede que aún ponéis la inteligencia al servicio de la ignorancia.

-¿Qué ignoro?

-Que puedes tomar la decisión de ser feliz.

-Pero hay dolor, sufrimientos, heridas…

-Sí, pero no seas ignorante: ¡no te dejes engañar por todo eso, no te identifiques con eso! Ésa es una visión errónea, ignorante.

-No es nada fácil.

-Ya: si hace mucho que no te duchas, al hacerlo saldrá mucha mugre y te asustarás. Si perseveras, el agua saldrá limpia. Persevera.

-Ustedes no le piden nada a Dios, veo…

-A la sabiduría y a la compasión que palpitan dentro de ti podrías llamarlas Dios.

-¿La humanidad será divina un día?

-Un día, dentro de muchos eones…