SOSAN Tercer Patriarca Ch’an (Seng Ts’an)

SOSAN

Tercer Patriarca Ch’an

(Seng Ts’an)

(606 d.C.).
Aun cuando no sabemos mucho sobre su vida, una o dos historias han sido transmitidas.
La historia de su ordenación es de particular interés ya que muestra la grandeza de este hombre. (En Buddhismo el corazón y la mente significan lo mismo cuando se emplea el caracter “shin”. Por lo tanto, por favor, leer “mente/corazón” por “mente” en adelante).
Siendo un muchacho, el futuro Seng Tsan tenía una enfermedad grave (lepra).
Un día conoció al Segundo Patriarca, Hui Ke, y le dijo:
“Tengo una enfermedad seria y estoy sufriendo mucho. Por favor, Venerable Maestro, llévese mi mal karma.”
El Segundo Patriarca respondio:
“Traeme tu mal karma y me lo llevare”.
El joven dijo:
“Aun cuando busco ese mal karma, no puedo encontrarlo”.
“Entonces tu mal karma ya ha desparecido. Solo toma refugio en el Buddha, el Dharma y la Sangha”.
“Ahora que te he conocido, se lo que es la Sangha. Qué es el Buddha? Qué es el Dharma?”
El Patriarca respondió:
“Mente es Buddha, Mente es Dharma. El Dharma y el Buddha no son dos. La Sangha es lo mismo, entiendes?”
El muchacho dijo:
“Hoy veo verdaderamente la naturaleza del mal karma que no está en la Mente ni fuera de ella, ni está en el centro. Como Mente, Buddha, Dharma y Sangha son también no dos.”
De esta conversación el Segundo Patriarca vió que el joven era un gran hombre del Dharma. Entonces le afeitó la cabeza, y lo aceptó como discípulo.
El Segundo Patriarca dijo:
“Tu eres mi joya, y eres el ornamento de la Sangha entera. Por lo tanto te nombro Seng Tsan: la joya de la Sangha. Luego de esto Seng Tsan practicó bajo la guía de su maestro durante dos años.
“Confianza en el corazón” es un poema escrito en 584 caracteres chinos. Es una declaración veraz de la doctrina básica del Mahayana y ha ejercido una enorme influencia en China, Corea y Japon.
Aun cuando el lenguaje es simple y conciso, el poema ofrece la esencia de los Sutras en toda su profundidad y riqueza. El sentido de todos los “hwadus” (en japones “koan”) también se encuentra en este poema.
De todo el material Buddhista escrito que ha llegado desde China, este es considerado el mas importante y uno de los más grandes.
El tema central del trabajo es el Camino Medio, el asunto esencial del Primer discurso del Buddha luego de su iluminación.
El Tercer Patriarca describe cuidadosamente un sendero que sortea a través de las dualidades del mundo hacia un estado de no dualidad trascendente que permite al estudiante despertar a la unidad de todas las cosas.

  HSIN-HSIN-MING

(Poema de la Confianza en la Mente Pura, la Naturaleza)

Seng-Ts’an (Tercer Patriarca Chan)

La Gran Vía no es difícil, pero hay que evitar tener preferencias.
La Vía es clara cuando amor y odio no están presentes.

Si haces una mínima distinción, cielo y tierra se separan hasta el infinito.
Estar a favor o en contra es la enfermedad del espíritu.

Si no entiendes el significado profundo de las cosas,
no podrás apaciguar tu espíritu.

La Vía , infinita como el espacio, es perfecta
y nada falta o sobra en ella.

Al desear o rechazar las cosas
no las vemos como son.

No busques el mundo de los fenómenos,
No te apegues a la vacuidad.

Permanece tranquilo y sin esfuerzo en el Uno
y esas ideas desaparecerán por sí solas.

Cuando quieres estar en la quietud,
ésta engendra actividad.

Si estás en un extremo o en otro,
no podrás conocer el Uno.

Si no permaneces en la unidad de la Vía,
La actividad y la quietud llevan al fracaso.

Si consideras sólo la existencia de las cosas, no ves su vacuidad.
Si te asientas en el vacío, no ves la realidad.

Pensar y hablar sobre ello nos aleja de la vía.
Si abandonamos el pensamiento y el habla, no habrá verdad que no se pueda alcanzar.

Retornando al origen encontramos el significado,
pero si vas tras las apariencias te alejas del origen .

Si aunque sólo sea un instante realizamos la mirada interior,
fenómenos y vacío podrán ser transcendidos.

Si nos parece que el mundo cambia incesantemente
es debido a nuestra ignorancia.

No se trata de buscar la verdad,
sólo hay que dejar de tener prejuicios.

No te asientes en la dualidad.
Evita seguir opiniones duales.

Si consideras “correcto” o “incorrecto”,
te deslizas en el mundo de los opuestos y el espíritu caerá en la confusión.

Todo lo dual proviene del Uno,
pero no te apegues al Uno.

Cuando el espíritu se unifica sin apego,
los fenómenos son inofensivos.

Cuando los fenómenos son inofensivos
dejan de existir y con ellos el espíritu.

El sujeto existe porque hay objeto.
El objeto existe porque hay sujeto.

Sujeto y objeto se desvanecen.
En verdad, no son otra cosa que vacío.

En la unidad del vacío,
sujeto y objeto son indistinguibles y contienen el mundo entero.

Si no haces ninguna distinción entre grosero y sutil,
permanecerás alejado de los prejuicios.

La Gran Vía no es fácil, no es difícil,
pero la duda y la prisa son grandes obstáculos.

Apegarnos a la Gran Vía es caer en el error.
Deja que las cosas sigan su propia naturaleza.

Si dejas que las cosas sean a su manera,
no habrá ir ni venir y, libre, estarás tranquilo.

Cuando el pensamiento se enreda en juicios,
no vemos la verdad de las cosas y engendramos sufrimiento.

La confusión y el malestar cansan el espíritu.
¿Para qué desear esto o no querer aquello?

Para ir por el Camino único deja los prejuicios contra el mundo de los sentidos y de las ideas.
Cuando lo aceptes plenamente, alcanzarás la iluminación.

El hombre sabio no se obstaculiza a sí mismo,
pero el ignorante se encadena con el amor y el odio.

Las cosas del mundo no saben de discriminaciones.
Buscar el espíritu con la mente que distingue es el gran error.

Quietud e inquietud son ilusorias,
En la iluminación no hay apego o aversión.

La dualidad surge de nuestras deducciones.
¡Que ganancia y pérdida desaparezcan para siempre!

Si nuestros ojos no duermen, no habrá sueños.
Si el espíritu no se pierde en discriminaciones, la esencia única.

Cuando vemos la esencia única en todas las cosas,
nos liberamos de todas las ataduras.

Al ver todas las cosas con ecuanimidad,
regresamos a nuestra naturaleza original.

En nuestra naturaleza original
nada puede ser comparado.

Movimiento y reposo desaparecen.
La dualidad deja de existir.

Cuando la dualidad desaparece, la misma unidad desaparece.
Nada puede describirlo.

Las dudas se desvanecen y la fe verdadera reaparece.
Sin aferrarnos a nada, libres.

Todo está vacío, claro y luminoso por sí mismo.
Este mundo, en el que las cosas son tal cual son, el intelecto no lo alcanza.

En él no hay yo ni otros.
Para experienciarlo basta con “no dos”.

Todo es idéntico y está contenido en la no dualidad.
Los sabios saben esto.

Ni existente, ni no existente.
En todas partes y siempre delante de nuestros ojos.

Lo infinitamente pequeño y lo infinitamente grande
son lo mismo. Sin límites.

La existencia es la no-existencia.
La no-existencia es existencia.

Uno en todas las cosas.
Todas las cosas Uno.

Si comprendes esto,
no te preocuparás por la imperfección.

La fe es no-dos.
Lo que no es no-dos no es el espíritu de la fe.

Más allá del lenguaje,
Ni pasado, ni presente, ni futuro.

COMENTARIO DE SHAN CHIEN

La fe es ciega, así que la fe de la cual se habla aquí no es ese tipo de fe. Se podría utilizar entonces el concepto de confianza, y decir “confianza en el espíritu”, pero la confianza proviene de la mente manchada. Así pues, no hay una palabra que sugiera la idea de que el espíritu, que es la Mente pura, simplemente produce los procesos naturales. Aquellos que ven la vacuidad de todas las cosas, aceptan el espíritu como es. Éste es el significado pero, paradójicamente, es también el no-significado.

La Gran Vía no es difícil, pero hay que evitar tener preferencias.
La Vía es clara cuando no están presentes el amor y el odio.

Primero, un comentario a estas dos líneas. Recordarás que Buda dijo que el Camino era difícil y profundo. ¿Está diciendo Seng–Ts’an algo diferente en este poema? No, porque está repitiendo lo que dice el Tao: que la Vía del Tao es fácil y es difícil. Es fácil, porque la mente puede entenderla con facilidad; pero es difícil conseguir el estado correcto de la mente que permita cruzar la barrera de la dualidad de la mente.

Cuando dice que la Vía es clara cuando el amor y el odio no están presentes, sería un error que te fijaras en uno u otro. Ni el amor ni el odio existen. Sólo cuando la mente genera el concepto de odio, aparece automáticamente el concepto opuesto de amor. Muchas personas, ante este odio, buscan el amor como un contrapeso. Pero nunca pueden encontrar el amor de esta manera. Sólo cuando dejas completamente el concepto de odio puede surgir el verdadero amor natural, sin nombre, sin conciencia. En ese momento no hay odio, no hay amor. Y la vía es clara, sin conceptos de la mente.

Si haces la más mínima distinción, cielo y tierra se separan hasta el infinito.
Estar a favor o en contra es la enfermedad del espíritu.

Cuando ves o tocas con los sentidos el cielo y la tierra, aparecen distinciones que crean las identidades de cada uno de ellos. El nombramiento de cada uno produce una separación aún más grande entre los dos, ‘el cielo’ y ‘la tierra’. Con cada pensamiento, con cada emoción, con cada sensación hay un incremento de la ilusión de que ambos existen como elementos separados. Pero cuando ves la vacuidad de cada uno, los dos se disuelven en la nada. También es así cuando consideras las condiciones favorables y desfavorables; porque cuando ves que las características de ambas son vacías, también lo favorable y lo desfavorable se disuelve en la nada.

Si no entiendes el significado profundo de las cosas,
no podrás apaciguar tu espíritu.

¿Cuál es el significado profundo de las cosas? El significado es que no hay significado. Es muy fácil entender esto con la mente, pero para aceptar la experiencia directa de la mente del significado-no significado de las cosas, es necesario que esta ilusión de la mente sea flexible y abierta.
¿Qué es este espíritu? No es una cosa efímera. Es la mente que se ha creado a sí misma y todos sus contenidos. Sólo cuando ves el significado–no significado de la mente, los contenidos de la mente pueden disolverse en la nada.

La Vía, infinita como el espacio, es perfecta
y nada falta o sobra en ella.

La mayoría de personas ve la Vía como si fuera un camino. Pero no es así: Un camino parece conducir a un sitio, y no puede existir un camino sin un caminante y sin la acción de caminar. Pero aquí no hay caminante, por lo cual no se puede caminar, y no puede haber un camino. La idea de un camino se genera a partir del concepto de movimiento espiritual de una persona en una dirección. De manera similar, estos tres conceptos son conceptos vacíos. En realidad, el camino (la vía) no tiene dirección, se extiende en todas las direcciones y no hay un objetivo o meta; por lo tanto, es infinito. Cuando la aparente persona aparece en el camino, se empalma con el camino, y por eso, debido a que todos los que están en el camino están en el camino, el camino no es mudable, sigue infinito, sin posibilidad de destrucción, y es perfecto.

Al desear o rechazar las cosas,
no las vemos como son.

Parece bastante claro que si el deseo o rechazo están presentes, no puedes ver ninguna cosa como es. Pero ése no es el sentido de la frase. Cuando creas el concepto de rechazo en tu mente, automáticamente creas el concepto de deseo (o indiferencia). Al hacer esto, abres la puerta de la dualidad en tu mente, y todas las características de lo que ves, oyes, saboreas, hueles o tocas de cualquier manera con la mente, camuflan por completo la vacuidad de las cosas.

No busques en el mundo de los fenómenos,

No te apegues a la vacuidad.

Esto es muy sutil… Porque dice: “no busques en el mundo de los fenómenos”. Y eso está claro, porque si entras en el mundo de los fenómenos, la dualidad está siempre presente. Pero inmediatamente después dice: “no te apegues a la vacuidad”. ¿Por qué dice eso? Porque si te apegas al concepto de vacuidad o al concepto de forma (los fenómenos), has creado otra dualidad. Esa es la razón por la cual es esencial ver que vacuidad es forma y forma es vacuidad. Pero decir esto no es suficiente, porque una mente inteligente conquista estos conceptos fácilmente… Tenemos que encontrar el vacío por experiencia directa, donde la forma también existe aparentemente, pero se reconoce como inseparable del vacío.

Permanece tranquilo y sin esfuerzo en el Uno
y esas ideas desaparecerán por sí solas.

Uno de los grandes problemas es que cuando la unidad, el vacío y la forma se encuentran por experiencia directa, tenemos que andar en este mundo de los fenómenos. Cuando andas después del despertar, es esencial que “la presencia” de la unidad del vacío y la forma estén constantemente contigo. Cuando esto ocurre, todas las ideas y conceptos son transparentes y no hay ninguna posibilidad de que haya deseo ni apego, porque no hay dualidad.

Cuando quieres estar en la quietud,
ésta engendra actividad.

Una vez más, nos encontramos con una situación en la que hay dualidad generada por cualquier concepto de la mente. No hay nada malo ni incorrecto en esta generación de discriminaciones entre actividad y quietud. Pero en el instante en que pierdes la referencia de “la presencia”, automáticamente generas la dualidad.

Si estás en un extremo o en otro,
no podrás conocer el Uno.

Ésta es una afirmación clara… No ser, no vivir dentro de la forma, y tampoco dentro del vacío. Es una de las grandes trampas para cualquier persona que se encuentre en el camino de Chan (o Zen)… Que en el aparente fin de su trayectoria en el Camino (el Despertar), hay un gran peligro de apegarse a la existencia o a la no existencia. Sólo una verdadera comprensión de los conceptos del Mahayana, que es trabajar para el beneficio de todos los seres con compasión, puede prevenir esta gran pareja de apegos. Con estos apegos, uno puede aparecer por un lado como un gran Maestro, con todos los poderes para ofrecer cualquier cosa que uno pueda desear, o por otro lado, como un gran Maestro con todos los conocimientos, que puede vivir en un aislamiento glorioso junto a su vacío incompleto: dentro de su cueva.

Si no permaneces en la unidad de la Vía,
la actividad y la quietud llevan al fracaso.

Ésta es una frase muy importante, pero recuerda que este poema no es una enseñanza, sino una confirmación de la verdad y una guía para aquellos que han despertado.

Así pues, aquí hay una doble referencia.

La unidad de la Vía se entiende realmente por la experiencia directa del Despertar. Así, vacío y forma no son distintos.

En Dzogchen se habla de “la Presencia”. Esta presencia es la comprensión constante de que la forma es vacío y el vacío es forma, en cada instante de la vida. Si no es así, todo es un fracaso. Eso es seguro.

Si consideras sólo la existencia de las cosas, no ves su vacuidad.
Si te asientas en el vacío, no ves la realidad.

Es el mismo tema.

Pensar y hablar sobre ello nos aleja de la vía.
Si abandonamos el pensamiento y el habla, no habrá verdad que no se pueda alcanzar.

Aquí se hace referencia a la gran verdad que debe entenderse más allá de las palabras.

Al retornar al origen encontramos el significado,
pero si vas tras las apariencias te alejas del origen.

Buda dice claramente: “han alcanzado el gran y magnífico Despertar, pero no vale para nada”. Ésa es la razón por la cual es grande y magnífico. Que todos los que buscan el Despertar, tomen buena nota de ello.

Si aunque sólo sea un instante realizamos la mirada interior,
fenómenos y vacío podrán ser trascendidos.

Esto es cierto, pero sin una interiorización no tiene sentido, porque la relación entre fenómenos y vacío no es expresable. Sólo hay una verdad: La no-mente. Y eso sólo se encuentra en la experiencia directa del estado Primordial.

Si nos parece que el mundo cambia incesantemente
es debido a nuestra ignorancia.

No hay cambios en la Sabiduría, pero la manera de ver todos los fenómenos cambia, incluidos los conceptos de tiempo y movimiento.

No se trata de buscar la verdad,
sólo hay que dejar de tener prejuicios.

No es que las percepciones cambien, sino que la verdad anterior ha sido eliminada de manera que no hay verdad ni no-verdad.

No te asientes en la dualidad.
Evita seguir opiniones duales.

De esta manera, cuando la experiencia se interioriza por completo, no hay dualidad en los conceptos e ideas.

Si juzgas como “correcto” o “incorrecto”,
te deslizas en el mundo de los opuestos y tu espíritu caerá en la confusión.

Ésta es la paradoja, porque ni siquiera la Sabiduría puede existir. Entonces ves que lo que ha ocurrido va mucho mas allá de la mente, que matas incluso cualquier concepto Budista, pero a la vez no conviertes lo incorrecto en correcto. En este punto se genera la evolución de ideas y acciones sin escrutinio por parte de la mente. Entonces, en ese momento la mente es una herramienta al servicio de la Naturaleza.

Todo lo dual proviene del Uno,
pero no te apegues al Uno.

Lo dual no puede existir como ilusión, sin la presencia del Uno del que ha sido desligado. Pero si te apegas al Uno de manera mental, se destruye la discriminación natural.

Cuando el espíritu se unifica sin apego,
los fenómenos son inofensivos.

Entonces, sin dualidad y sin no-dualidad, todo es inofensivo y la discriminación es natural.

Cuando los fenómenos son inofensivos
dejan de existir, y con ellos el espíritu.

Con la discriminación natural los fenómenos se disuelven al igual que las cosas transcendentales, porque no existen las mundanas.

El sujeto existe porque hay objeto.
El objeto existe porque hay sujeto.

Es la verdad de la dualidad.

Sujeto y objeto se desvanecen.
En verdad, no son otra cosa que vacío.

Cuando se disuelve la dualidad, no hay más que vacío.

En la unidad del vacío,
sujeto y objeto son indistinguibles y contienen al mundo entero.

En la experiencia del vacío está incluída la comprensión de lo ilimitado, lo eterno, y la unidad de todas las cosas.

Si no haces ninguna distinción entre grosero y sutil,
permanecerás alejado de los prejuicios.

Cuanto más buscas sutilezas en un asunto, más división y más palabras te hacen falta. Como consecuencia, se invita a la dualidad.

La Gran Vía no es fácil, no es difícil,
pero la duda y la prisa son grandes obstáculos.

Es una repetición de la idea del Tao. Es fácil de entender pero difícil de conseguir. Aunque en realidad, una vez has encontrado la vía de la recta atención y recta energía, hay una interiorización de que la dificultad era un oscurecimiento de algo natural y fácil.

Apegarnos a la Gran Vía es caer en el error.
Deja que las cosas sigan su propia naturaleza.

Todos saben que el camino es muy difícil si se entra con apego a los problemas, y es igualmente difícil si se busca el Despertar o la Iluminación, porque la Identidad está siempre presente.
Y es lo mismo si hay apego al Camino. Debes ser consciente de que el Camino es una herramienta y que con el tiempo también se disuelve. Así pues, continúa libre de este apego, porque el Camino mismo es también una ilusión.

Si dejas que las cosas sean a su manera,
no habrá ir ni venir y estarás libre y tranquilo.

La clave es confiar realmente en tu propia Naturaleza. Está claro que es difícil. Eso no significa que puedes hacer lo que quieras. Primero necesitas encontrar esa Naturaleza.

Cuando el pensamiento se enreda en juicios,
no vemos la verdad de las cosas y engendramos sufrimiento.

Es muy difícil ver la diferencia entre las opiniones y la verdad, y cuando pones a la mente como juez hay una Identidad presente. La única manera de encontrar la verdad es permitir que la verdad se anuncie (se revele) a sí misma. Para eso la mente debe estar en segundo plano.

La confusión y el malestar cansan el espíritu.
¿Para qué desear esto o no querer aquello?

En realidad estamos apegados a nuestras enfermedades, porque son estas enfermedades las que demuestran nuestra existencia. Sin identidades, ¿quiénes somos? Sin el Despertar, no somos capaces de aceptar “la Nada y la Totalidad” como respuesta.

Para ir por el Camino único, deja tus prejuicios contra el mundo de los sentidos y de las ideas.
Cuando lo aceptes plenamente, alcanzarás la iluminación.

El problema no son ni los sentimientos e ideas, ni las discriminaciones. Son naturales y correctos. Es la distorsión de la mente la que es la aparente causa de los problemas. Y esta distorsión tiene como aparente causa a las Identidades. Y la aparente causa de las Identidades es la Dualidad. ¿Y la Dualidad?

El hombre sabio no se obstaculiza a sí mismo,
pero el ignorante se encadena con el amor y el odio.

Ésta es la dualidad del afecto cuando hay Dualidad. No existen ni el Amor ni el Odio. Sólo el afecto que es natural, sin dualidad inseparable de la totalidad; es la verdad. Y cuando aparece en este estado, no hay existencia.

Las cosas del mundo no saben de discriminaciones.
Buscar el espíritu con la mente que distingue es el gran error.

La mente no puede encontrar a la mente, pero es necesaria para entrar en la puerta. Pero esta mente sólo funciona si es suave como un susurro. Si es más fuerte que un susurro, la Identidad se hace presente con la Dualidad.

Quietud e inquietud son ilusorias,
En la iluminación no hay apego o aversión.

Siempre es difícil entender el concepto de que, cuando hay dualidad, hay extremos y apego, pero cuando se va la dualidad no hay extremos.

La dualidad surge de nuestras deducciones.

¡Que ganancia y pérdida desaparezcan para siempre!

Si somos capaces de aceptar la discriminación natural, de actuar con confianza en nuestra propia Naturaleza, y usamos la mente como herramienta, las deducciones se hacen superfluas.

Si nuestros ojos no duermen, no habrá sueños.
Si el espíritu no se pierde en discriminaciones, las diez mil cosas son como son, de esencia única.

Nuestra propia Naturaleza se pierde en las discriminaciones cuando hay Dualidad.

Cuando vemos la esencia única en todas las cosas,
nos liberamos de todas las ataduras.

Pero ver esta esencia única con la mente no es una liberación.

Al ver todas las cosas con ecuanimidad
regresamos a nuestra naturaleza original.

La verdadera ecuanimidad es la clave, no la indiferencia intelectual. Con ecuanimidad, las actitudes rectas, intenciones rectas, y acciones rectas se refuerzan. Con ecuanimidad, las actitudes No rectas, las intenciones No rectas y las acciones No rectas, NO SE REFUERZAN.

En nuestra naturaleza original
nada puede ser comparado.

Sin una mente manchada no hay un JUEZ. Pero el proceso de comparaciones naturales se realiza con discriminación natural, sin la presencia de la mente.

Movimiento y reposo desaparecen.
La dualidad deja de existir.

Es una repetición de la idea… Sin Dualidad no hay existencia, pero el proceso continúa. La existencia está en la mente. Confía en la propia Naturaleza.

Cuando la dualidad desaparece, la misma unidad desaparece.
Nada puede describirlo.

Ésta es la verdad que sólo puedes entender después del Despertar. Cualquier descripción de la Vacuidad sólo puede ser generada por la mente. Nadie puede decir en realidad, “He visto el Despertar”, sólo puede decir “he experimentado el Despertar”.
Pero no puedes saber de este Despertar hasta después de haberlo experimentado.

Las dudas se desvanecen y la fe verdadera reaparece.
Sin aferrarnos a nada, somos libres.

La confianza (la fe) natural sin mente no produce aspectos de identidad, por lo cual está libre de apego y deseo.

Todo es vacío, claro y luminoso por sí mismo.
Este mundo, en el que las cosas son tal cual son, no lo alcanza el intelecto.

El intelecto sólo puede examinar, deducir y llegar a conclusiones con palabras y dualidad; por tanto, sólo puede ver la vacuidad de las cosas en presencia de la existencia de la NO vacuidad.
Así pues, la vacuidad no es el vacío… El Vacío es como es.
Nada más, y no está desligado de la Forma.

En él no hay yo ni otros.
Para experimentarlo basta con “no dos”.

Si hay un “Él” generado por la mente, también hay un “Yo” y un “Otro”. Sólo la comprensión de la no-dualidad, “no dos”, puede disolver “Él”,”Yo” y “Otro”.

Todo es idéntico y está contenido en la no-dualidad.
Los sabios lo saben.

Pero lo saben por vía de la experiencia directa, no del intelecto.

Ni existente, ni no-existente.
En todas partes y siempre delante de nuestros ojos.

La discriminación está siempre presente, y las palabras y la herramienta de la dualidad pierden el estado negativo cuando ves al mismo tiempo la no-existencia y la existencia.

Lo infinitamente pequeño y lo infinitamente grande
son lo mismo. Sin límites.

La existencia es la no-existencia.
La no-existencia es existencia.

Sólo la mente genera los límites y los extremos.

Uno en todas las cosas.
Todas las cosas Uno.

Era fácil de ver en la historia de los Tres Mosqueteros, ¿por qué es tan difícil en lo abstracto?

Si comprendes esto,
no te preocuparás por la imperfección.

No hay imperfección ni no-imperfección. Sólo lo natural, que por sí mismo conduce a lo recto, que tampoco existe.

La fe es no-dos.
Lo que no es no-dos no es el espíritu de la fe.

La verdadera confianza sólo es un reflejo de la no-dualidad.
Con la confianza de la mente hay dualidad.

Más allá del lenguaje,

Ni pasado, ni presente, ni futuro.

Todo es. Permite que sea así.