MAGIA Y CHAMANISMO (Frazer)

MAGIA Y CHAMANISMO

El autor presenta una revisión del significado de la magia y las leyes que la rigen, expuestas por FRAZER: Ley homeopática o de semejanza y Ley de contacto o contaminante, Ley de simpatía. Estas leyes no escritas, están en el fondo del pensamiento del hombre primitivo conformando todas sus acciones con preceptos positivos y negativos (tabús). Con la magia, pretende el hombre primitivo controlar las fuerzas de la Naturaleza por medios coercitivos, intento que le lleva a la especialización, surgiendo el chamán, el mago, el hechicero, que utilizará los poderes de que se le ha investido o atribuído, sea de forma congénita, por el aprendizaje vocacional, posesión por un espíritu u otras formas de reclutamiento, unas veces para hacer el bien (magia blanca), otras para hacer daño a algún enemigo (magia negra).

Revisa el autor el concepto de chamán que concentra en sí todos los poderes, sean curativos, predictorios, adivinatorios, religioso-sacerdotales, ritualísticos, siendo el depositario de las tradiciones de la tribu y el intermediario entre las fuerzas sobrenaturales y el hombre.

Revisa también las variantes del chamanismo como forma de religión primitiva, en diversas culturas: cunas, chocóes y guaimíes del Istmo de Panamá con quienes convivió durante 18 años y de algunas culturas del Norte y Centro de Asia que ha tenido la oportunidad de estudiar muy de cerca. Y termina con su Teoría y Práctica del que ha llamado “Pacto Médico-hechicero” que fué la base de su trabajo como médico de Salud Pública entre grupos primitivos, enseñando a los chamanes técnicas modernas de curar, proporcionándoles medicinas para curar las enfermedades que les aquejaban, especialmente en lugares remotos donde no podían disponer de los auxilios de la Terapéutica moderna. Como compensación, siempre encontró la amistad y la confianza de aquellas gentes, sobre todo de los chamanes que le mostraron muchos de los secretos usos de las plantas de la selva así como el conocimiento de sus tradiciones milenarias que sirvieron al autor para poder escribir numerosas obras sobre su vida y costumbres.

CHAMANISMO

Para poder comprender el chamanismo es preciso antes entender lo que es la magia y lo que ésta significa en las culturas primitivas o tradicionales que han llegado hasta nuestros días como auténticos fósiles humanos vivientes.

Son clásicos los estudios de James Frazer sobre la magia (1890), a la que considera basada en dos principios fundamentales: 1º Lo semejante produce lo semejante y 2º las cosas que estuvieron en contacto actúan recíprocamente a distancia una sobre otra, aun después de haber sido cortado todo contacto físico.

Podemos sintetizarlas así:

1. Ley de semejanza (magia imitativa u homeopática).

2. Ley de contacto o contagio (magia contaminante o contagiosa).

La magia, dice Frazer, es para el primitivo un arte, no una ciencia. Le sirve para razonar a su manera lógicamente, pero igual que digiere sus alimentos, es decir ignorando por completo los procesos fisiológicos y mentales esenciales para una u otra operación. La lógica se basa en una simple o a veces complicada asociación de ideas, sea por semejanza, sea por contigüidad. Frazer comprende ambas formas de magia bajo la denominación general de magia simpática (Ley de simpatía).

La Ley de simpatía que rige la magia, se compone de preceptos positivos y negativos. Los primeros son los encantamientos, los segundos son los tabús, las prohibiciones. “Haz esto para que acontezca esto otro”, o bien, “No hagas esto para que no suceda esto otro”. Son dos ideas contrapuestas: producir el acontecimiento que se desea o evitar el suceso que se teme.

Es increíble la cantidad de prohibiciones a que puede llegar un individuo que forme parte de una tribu primitiva donde rige el principio de la magia negativa (tabús) y la cantidad de cosas que en todas las situaciones de su vida realiza, aplicando el principio positivo de la magia que tiene siempre, constantemente, presente. Nada de lo que hace o de lo que no hace, ningún acontecimiento de su vida diaria, hasta los más elementales, están exentos de esas reglas positivas o negativas de la magia.

La magia, entendida así por el primitivo, tiene un contenido esencial y determinante: el control de las fuerzas de la Naturaleza por medios coercitivos. El hombre en general y el hechicero, el chamán en particular, tiene con la magia la sensación de que puede poner a su disposición todas las fuerzas de la Naturaleza. Es una técnica de control de esas fuerzas, sean dioses, sean diablos, sean las fuerzas del bien o los poderes del mal.

A través de la magia, por otra parte, el hombre es dueño del bien y del mal, pudiendo hacer uno u otro según convenga, y puede hacerlo eliminando factores como el tiempo y la distancia. Con el pensamiento mágico, con las acciones mágicas, puede acabar con un enemigo que esté lejos de aquel lugar donde se encuentra. Bastará que actúe por procuración sobre una imagen o una substancia que le represente, sea un muñeco de barro o madera, sean restos o excreciones del enemigo como uñas, cabellos, vestidos o algo que le haya pertenecido o estado en contacto con él.

Los intentos de hacer daño por el camino de las leyes de la magia se conocen como magia negra, mientras los intentos de conseguir el bien, la curación de una enfermedad o algo grato para la persona o el grupo, en suma su felicidad, se conoce como magia blanca.

El hombre primitivo, gracias al pensamiento mágico aleja sus temores y se siente todopoderoso. Solamente puede temer que su enemigo disponga también de una fuerza mágica, superior a la suya, y el equilibrio se rompa.

Siempre en la tribu o grupo habrá quien posea más fuerza mágica. Este será el hechicero o chamán en cualquiera de sus formas y siempre habrá una fuerza mágica congénita y otra adquirida por diversos mecanismos. Pero en todo lo cotidiano, el primitivo actúa a través de asociaciones de ideas que consideramos como parte de la magia que rige la vida y las acciones del hombre.

Por eso no es de extrañar que Frazer exclamase que no hay hombre menos libre que el hombre primitivo. “Es un esclavo, decía, y no de un amo visible, sino del pasado, de los espíritus, de sus antecesores muertos que rondan sus pasos desde que nace hasta que muere y le gobiernan con cetro de hierro”.

Sus leyes no están escritas pero son implacables.

Frazer consideraba a la magia, hermana bastarda de la ciencia. Usa la analogía, la asociación de ideas, pero por un camino erróneo, partiendo de un principio falso, equivocado. La asociación de ideas será indispensable para hallar el camino de la razón, del razonamiento, de la autocrítica, del experimento, de todo lo que conduce a la ciencia. Reconoce, sin embargo, que la magia tuvo que ser la primera y fué necesaria, siendo la que llevó a ciertos hombres de selección al poder supremo y aún a divinizarlos, a crear gobiernos teocráticos y despóticos que exigían una servil obediencia al rey-dios. Y paradójicamente este camino acabó con el pensamiento mágico, abriendo paso a la libertad, despejando el camino a la ciencia. La magia fué hija del error y madre de la libertad y la verdad.

Si la magia es lo opuesto a la ciencia, la magia es en otro orden de ideas, lo opuesto, la antítesis de la religión. Con el instrumento de poder que es la magia, el hombre controla, domina las fuerzas de la naturaleza, las fuerzas sobrenaturales, pone bajo su poder a la divinidad, a las fuerzas del bien y del mal. La religión, en cambio, comprendiendo su impotencia ante esas fuerzas sobrenaturales y esa divinidad, trata de propiciarla por medio del ruego, la plegaria, la oración y el sacrificio. Y la religión apareció en el momento en que el hombre comprendió el error del pensamiento mágico. Cuando su fe en la magia desaparece, surge la idea religiosa, el pensamiento verdaderamente religioso. Como en otro orden de ideas, al perder su fe en la magia y comenzar a pensar “racionalmente”, se pone en el camino de la ciencia, del experimento, del pensamiento científico.

No obstante, esto que parece llevarnos a principios generales, no sucede de la misma forma en todos los seres humanos. Por un lado, el aislamiento y múltiples razones de orden ambiental, han permitido la gran disparidad de culturas cronológicas existentes en nuestro mundo actual, que hacen posible la coexistencia de hombres que viven en medio de culturas y ambientes neolíticos y otros que viven en pleno desarrollo industrial, de hombres que viven en sus malocas, chozas o palafitos como hace 50.000 años y otros que dueños de una tecnología superdesarrollada, giran en torno a la Luna, a la Tierra o llegan a planetas alejados de nuestro mundo solar para explorarlos con instrumentos complejísimos, saliendo al espacio exterior de nuestro planeta en complicados vehículos, pasando por quienes viven en zonas urbanas, suburbanas y rurales en muy diversas fases de evolución de su pensamiento y formación.

La enorme heterogeneidad de esa evolución, de la captación o adquisición de elementos culturales, permite la coexistencia en el espacio y en el tiempo de un cirujano especializado en transplantes de órganos y de una curandera que aún utiliza todos los recursos del pensamiento mágico con una mezcla de elementos racionales en cualquiera de nuestras grandes ciudades o pueblos del interior de cualquier país o nación supercivilizada. Y aún en lugares totalmente aislados, como en el centro de Matto Grosso, existirán tribus con chamanes que jamás tuvieron contacto con la civilización y el mundo exterior, que seguirán las mismas técnicas de hace 50.000 años sin mezcla alguna con el pensamiento o la tecnología moderna.

El hechicero-chamán primitivo que reúne en su persona el poder curativo (medicina primitiva), el poder de predicción y adivinación, el poder de ser el intermediario entre el hombre y las fuerzas sobrenaturales (sacerdote), va desintegrándose, va haciendo dejación de esa omnipotencia y se le escapan de la mano, no sin resistencia por su parte, estos poderes. Y se disocia, apareciendo el sacerdote en las religiones reveladas y evolucionadas, el médico y el científico en las culturas evolucionadas y desarrolladas. Y mientras, allá en lo más profundo de la selva, el chamán continúa sosteniendo los restos de un imperio: el de la magia, que dominó al hombre durante milenios, durante la mayor parte de su historia y su prehistoria y del que no ha podido aún desprenderse totalmente, pues aún en las culturas más desarrolladas, podemos detectar restos de esta contaminación mágica.

Antes que Frazer sintetizara en una forma clara las leyes de la magia, otros le habían precedido en el estudio de la misma. Tylor, Lyell, Jevons, Lang, Oldenberg, con sus ideas, fueron los predecesores de Frazer.

Marcel Mauss (1902) revisa las ideas de Frazer, analizándolas detenidamente. La magia, tal como la entendía Frazer, a la que considera “la expresión más clara de toda una tradición anterior” sería entendida como “la forma primera del pensamiento humano”. En tiempos remotos existió en estado puro y el hombre sólo pudo pensar, en sus orígenes, en términos mágicos, si es que se acepta la teoría de Frazer (Mauss, 1902). Como prueba, aporta los pueblos de Australia Central cuyos ritos totémicos serían puramente mágicos, químicamente puros. “La magia, según las ideas de Frazer, sería o constituiría toda la vida mística y científica del primitivo”, dice Mauss. Sería una pre o proto-religión y una proto-ciencia. La religión según esto, surgió de los errores de la magia.

Mauss no estaba de acuerdo y creía que a pesar de la claridad de los conceptos y definiciones de Frazer, no aclaraba muchos hechos. No puede creer en un pensamiento mágico químicamente puro y termina sus comentarios afirmando “Nadie nos ha dado hasta ahora, una noción clara, completa y satisfactoria de la magia”, y en su trabajo “Esquisse d’une théorie générale de la magie”, trata de encontrar esa noción que falta en los demás investigadores.

Comienza con la idea de que es preciso estudiar paralelamente las magias de sociedades muy primitivas y la magia de sociedades muy diferenciadas. En las primeras se hallarán los hechos elementales, los hechos-origen de los que derivan los otros. En las segundas, con su organización e instituciones más completas y complicadas, encontraremos hechos más inteligibles que nos permitirán comprender las primeras.

Para ello, comienza por estudiar la magia en algunas tribus australianas (aruntas, pitta-pitta, kurmai), melanésicas, iroquesas, cherokees y hurones, así como los ojibways entre los grupos algonquinos. Por otra parte, estudia la magia en el antiguo Méjico, los malayos modernos y la magia en la India, las magias griegas y latinas, la magia de la Edad Media y el folklore francés, germánico, celta y finés.

Según el análisis que Mauss hizo de la magia, hay que distinguir en ella: los agentes, los actos y las representaciones. El mago (chamán) es el que realiza los actos mágicos; las representaciones mágicas son las ideas y ceencias que corresponden a los actos mágicos y los actos mismos son los ritos mágicos.

Es preciso señalar que a Mauss las palabras chamanismo y chamán le parecían muy mal elegidas. Quizás tenga razón, pero como tantas veces sucede en la Historia del pensamiento humano, las costumbres se hacen leyes y hoy la palabra que menos connotaciones peyorativas tiene en Antropología es chamanismo, elegida de la lengua tungús de Asia Central y que en aquellos grupos se utiliza para designar al hechicero.

Rito y magia son tradiciones. Los actos que no se repiten, no son actos mágicos. Los actos en la eficacia de los cuales no cree el grupo, no son mágicos. La forma de los ritos es eminentemente transmisible y sancionada por la opinión, de donde se sigue que los actos estrictamente individuales, como las prácticas supersticiosas individuales, por ejemplo las de los jugadores, no pueden llamarse mágicas.

Los actos rituales son capaces de producir, de crear, de ser eficaces, de “hacer”. De ahí las palabras, los términos que se les aplica: karman (acto), en la India; el envoûtement es el factum, krtyâ por excelencia; es el Zauber alemán de igual sentido etimológico. La raíz hacer está en todos los términos que designan al chamán, fetizeiro, fetiche, fetichismo, hechizo, hechicero, de fazer, faire, hacer.

Las técnicas y los ritos se confunden con frecuencia. Las artes están impregnadas de magia, por ejemplo, la medicina, la alquimia. El acto médico, hasta nuestros días, ha quedado rodeado de prescripciones religiosas y mágicas, así como las drogas y las dietas, los actos quirúrgicos, todos contienen un simbolismo, una red de simbolismos, simpatías, homeopatías, antipatías. Mauss pensaba que son concebidos como hechos mágicos. Los gestos del artesano están tan uniformemente reglados como los del mago, aunque por la diferencia de método, se distinguen unos de otros.

Los ritos simpáticos de que habla Frazer, pueden ser tanto mágicos como religiosos. En los ritos mágicos, por otra parte, no hay siempre una acción directa, ya que hay espíritus y dioses inclusive, que no obedecen siempre fatalmente a las órdenes del mago, que entonces acaba por rogar y humillarse. Yo diría que también trata de engañar a los poderes maléficos o sobrenaturales. De hecho así ocurre con el jaybaná o chamán de las tribus chocóes en su convocatoria del demonio como se verá más adelante. Así usará de la violencia, la coacción, el ruego y el engaño, según vea que uno u otro son necesarios para obtener sus fines.

Grimm consideraba la magia como “una especie de religión hecha para las necesidades inferiores de la vida doméstica”. Los ritos mágicos se distinguen de los religiosos. Los mágicos huyen del día, de la luz, del público, mientras que los religiosos buscan la luz del día y la asamblea de los fieles creyentes. No siempre hay un límite preciso entre el acto mágico y el acto religioso. Aunque la magia sea lícita para el primitivo, se esconde como el maleficio. El gesto del mago, del hechicero, del chamán, es furtivo, se aisla de la tribu, se esconde, quiere ser temido y si habla ante los demás o canta, lo hace en un lenguaje esotérico, ininteligible para los demás. Se reserva. El secreto es un signo característico de la magia. El acto y el actor se envuelven en el misterio. Todo ello parece expresar la irreligiosidad del acto mágico que es anti-religioso. La magia es la anti-religión como es la anti-ciencia.

La práctica religiosa, por el contrario, está prevista, prescrita, predeterminada, es oficial, forma parte de un culto reglamentado. Los ritos médicos, por útiles y lícitos que sean, no comportan la solemnidad de un sacrificio expiatorio o de un voto hecho a una divinidad curativa.

El mago, el chamán, es el agente de los ritos mágicos. Puede ser o no un profesional. Ritos de caza y pesca están al alcance de todo el mundo, las prácticas de campo son rudimentarias y responden a necesidades comunes. La magia popular va acompañada de pequeños actores, jefes de familia o amas de casa. En las sociedades primitivas, las prácticas mágicas sistemáticas son realizadas por especialistas, magos o chamanes.

La superstición medieval atribuyó al hechicero determinadas características que han señalado todos los autores que se han dedicado a este tema como la existencia de zonas de anestesia en el cuerpo, el histerismo, la mirada “fuerte”, la posibilidad de aojar u ojear (producir mal de ojo), el poseer imagen inversa, o bien que la pupila se coma al iris, la facilidad de entrar en trance cataléptico o en éxtasis, los ataques epilépticos, etc. Todos son caracteres que aislan al hechicero del común de las gentes, le hacen temible y le obligan a formar una clase social especial.

Respecto a las mujeres aparecen los poderes mágicos en las edades críticas de la vida sexual (menarquia, reglas, después de la gestación y especialmente durante la menopausia). Muchas mujeres viejas, en la Edad Media, se refugiaban en la hechicería. Histeria y crisis nerviosas eran parte de ellas.

La magia parece más relacionada con ciertas profesiones: médicos, herreros, barberos, pastores. Todos eran virtualmente magos, como los verdugos a los que se adjudicó el poder mágico de encontrar a los ladrones y atrapar a los vampiros.

Pero éstos son los hechiceros de nuestra sociedad occidental con sus características culturales específicas que los hacen distintos en muchos aspectos a los chamanes de las sociedades primitivas.

El mago, el chamán, se desdobla, puede separar su cuerpo de su doble espiritual, puede vencer las leyes de la gravedad, puede elevarse en el aire, puede transportarse a distancia, vencer las leyes naturales del espacio y del tiempo. Puede metamorfosearse, transformarse, sea en un animal, sea en otra persona. La hechicera se convierte en gato, la striga (la antigua strix, hechicera o pájaro) se convierte en lobo, en liebre, etc. Los hechiceros están en relación con animales totémicos, con súcubos o íncubos, con los que mantienen extrañas relaciones sexuales. La striga era concebida como una extraña mujer lasciva, una cortesana, que tiene concubitus daemonum. Por eso lleva el signum diavoli. Esto es lo mismo entre las sociedades occidentales que entre las primitivas. Los hechiceros australianos tienen la lengua agujereada por los espíritus o por una serpiente verde y sus entrañas han sido substituídas, renovadas. El mago es un poseso, siente dentro de sí otra personalidad extraña a él mismo que habla por su boca, incluso con un tono de voz diferente.

Los actos del mago, del chamán, los ritos, no son tan simples como han querido explicar muchos etnólogos. El ritual del envoûtement hindú, por ejemplo, es muy complejo. Exige una variedad de materiales de madera, hierbas cortadas de muy diversas formas, aceites y fuego siniestro, un lugar especial, posición a la inversa, una terminología especial, etc. Además el momento de la ceremonia ha de ser señalado con precisión, en relación con las fases lunares, asociando la astrología y la astronomía con la magia.

La magia tiene a veces verdaderos santuarios como la religión. Los cementerios, las encrucijadas, los bosques, las lagunas y pantanos, las fosas y enfín todos aquellos lugares donde prefieren estar los demonios. El círculo mágico es símbolo del templo, de lugar de trabajo y aislamiento, fortaleza donde nadie puede penetrar, defendida por sus poderes.

Las substancias preferidas son los restos de otras personas, partes que le pertenecieron como ya dijimos (uñas, pelos, ropas). Otras substancias como cera, miel, leche, plantas, animales o partes de ellos, substancias excrementicias, piedras, agua, yeso. Utensilios mágicos, bastones, la brújula adivinatoria china, anillos, piedras preciosas, piedras de colores, cuchillos, plantas mágicas, llaves, cajas, muñecos, espejos, el saco de medicinas del brujo, la caja de nuchus de los indios cunas, las piedras del nele (akualelegana), los muñecos iroqueses, sioux o chocóes (mojó-huanga), las plumas de guacamaya o de otras aves, los gorros, los vestidos, las pieles de animales, los adornos cefálicos, cornamentas de animales, animales disecados, huesos, collares de huesos o dientes, calaveras, sonajeros, arcos y flechas, enfin una multitud de instrumentos, que con el gato, la lechuza, la escoba, el caldero con extrañas mezclas hirvientes o los ungüentos o infusiones alucinógenas tanto de los chamanes del mundo entero como de nuestros brujos occidentales, formarán parte del ritual psicopompo, así como la indumentaria del mago, de la bruja, del hechicero o del chamán.

Por otra parte hay un sinfín de prescripciones en relación con el acto mágico: tabús, ayunos, abstinencia sexual, purificaciones, abluciones, unturas, pinturas, abstención de ciertos alimentos o de la contemplación de ciertas cosas, animales, personas, máscaras, coronas, etc.

A todo ello pueden y de hecho suelen acompañar, actos preparatorios, bebidas estupefacientes o alucinógenas, ampliadoras de la conciencia, telepáticas, metagnósicas, humo, quemadura de substancias, inhalación de humo de tabaco u otras plantas tóxicas, frotaciones con ciertos ungüentos mágicos, de efectos psicotropos, danzas, música de instrumentos mágicos (ritmo de tambor, flauta u otros), fumigaciones, sahumerios, cantos mágicos, gesticulación.

A todo ello se une el sacrificio. La magia conlleva la elaboración de substancias que constituyen una verdadera industria, talla de imágenes, fabricación de pastas, preparación de arcillas, cera y miel, fabricación de objetos de metal, papel, papiros o pergaminos, arena, madera o piedra. Señalaba Mauss que la magia esculpe, modela o pinta, dibuja, borda, cose, teje, hace joyas o un sinfín de cosas. Hace, hace, hace… Elabora figuras de dioses o diablos, espíritus protectores, muñecos de envoûtement, símbolos o bastones mágicos, máscaras, gris-gris, escapularios, talismanes, amuletos, figas, main-de-gloire, objetos infinitos que contituyen ritos permanentes.

Por otra parte la magia se alimenta de ritos orales, encantamientos, fórmulas mágicas, orales o escritas, juramentos, votos, imprecaciones, deseos, ruegos, himnos, fórmulas.

Hoy día todo pensamiento mágico ya está contaminado por préstamos culturas, con pensamientos e ideas religiosas como todas las ideas reliogiosas están en una u otra forma contaminadas por pensamientos mágicos y supersticiosos.

Todo rito es una especie de lenguaje, es un símbolo, traduce una idea. Todo acto mágico parece proceder de un razonamiento silogístico.

El hombre primitivo consideró siempre que todas las cosas estaban poseídas de una fuerza, mana en Melanesia, orenda de los iroqueses, mabrit de los airios, el brahman de la India antigua, purba de los cunas, que es algo como un doble de la cosa, el animal o la persona. Es el doppel-genger. Las cosas, las personas, los árboles, producen sombra. Esta sombra es otra parte del árbol, de la persona o de la cosa, por lo tanto cada ser o cosa es doble. Este animismo ha estado íntimamente unido al pensamiento mágico con sus leyes de contigüidad, similaridad y de contraste.

La magia supone una forma de fe para el primitivo, pero también un razonamiento, por raro que pueda parecer. Es lógico, lógico a su manera. La india cuna que toma durante el embarazo infusiones de una flor que tiene un gran parecido con los genitales femeninos, con la idea de que así tendrá una niña y esto tiene implicaciones económicas para la familia (la mujer que se casa se queda en el hogar paterno y el esposo viene de casa de sus padres para rendir su trabajo para el suegro), está mostrando, primero una fe en el sistema, en quien le da la medicina y la busca para ella, que es el chamán, y en la medicina misma y la forma de usarla y en segundo lugar una lógica aplastante, un razonamiento lógico que la lleva a pensar: “Si tengo una niña, cuando sea mayor no se irá de casa. Se casará y su marido vendrá a trabajar para nosotros. Vivirá en casa y trabajará para nosotros cuando seamos viejos. Será el sostén de nuestra vejez”. Fe y razonamiento lógicos se unen en este pensamiento mágico: “Lo semejante hará lo semejante y me ayudará a sobrevivir, a vivir mejor, asegurará mi vejez”.

Hay muchas ocasiones en que quien estudia una tribu primitiva, no puede llegar a comprender la razón del porqué hacen muchas cosas. Cuando se les va conociendo mejor, podemos llegar a comprender que el indio, el primitivo, no hace nada alocadamente, sin meditarlo bien antes. Todo se hace con algún sentido, por alguna razón especial, siguiendo las directrices del pensamiento, del razonamiento “mágico”, según las formulaciones de las leyes que hemos visto.