La llave de la realización del ser

La llave de la realización del ser

LA VERDADERA FELICIDAD

    En este mundo, toda criatura viva, humana o animal, se esfuerza en encontrar la felicidad, pero esto no es más que un remedio a la miseria y al sufrimiento, y aunque el hombre sea la única criatura capaz de discriminar el bien del mal, ignora lo que es la verdadera felicidad.

            El ciervo que, víctima de un espejismo, ha corrido todo el día para encontrar agua, se siente infeliz cuando se pone el sol. De igual forma, el hombre lucha toda su vida por conseguir una felicidad ilusoria antes de morir con sufrimiento. Todos los seres humanos creen poder alcanzar la felicidad gracias a personas o a objetos exteriores, pero es en vano. Un perro, por ejemplo, puede obstinarse con un hueso, hasta el punto de hacerse sangre en las encías, pero, por lo menos, quedará satisfecho del gusto de su propia sangre. Es totalmente imposible alcanzar la felicidad por medio de personas o de objetos exteriores, y el mismo hecho de buscarla en el exterior, nos demuestra claramente que no es la verdadera felicidad.

            ¿ Por qué buscar en el exterior lo que está en nosotros? “La felicidad se encuentra en el interior de sí mismo”, yo lo he comprendido gracias a mi maestro Sri Siddharameshwar Maharaj, el más gran sabio, poco conocido, de nuestro tiempo. El siempre deseó que los hombres fueran felices, pero él no enseñó más que a los que se consagraban a él, pues nunca buscó la celebridad. La presencia del Ser es la única felicidad y alegría auténtica que brota del interior.

            Me inclinaré ante mi maestro mientras viva y por su gracia, me permito decir que mostraré el camino a todos los que deseen alcanzar este conocimiento.

Ranjit Maharaj

PREFACIO

SHri Samartha Siddharameshwar Maharaj nació en agosto del 1888 en Pathri, un pueblecito del distrito de Sholapur, en la India. Seis días antes de su nacimiento, el sabio Siddheshwar visitó en sueños a su abuela, a la que le anunció que el niño era su reencarnación. Le pidió que llamara al niño Siddheshwar y le declaró que un día este niño llegaría a ser un gran sabio. Así pues fue llamado “Sidharamappa”, conocido más tarde bajo el nombre de “Siddharameshwar Maharaj”.

Desde su infancia, fue un niño de espíritu muy vivo y dotado de una gran capacidad de comprensión. Abandona muy pronto los pupitres de la escuela para hacerse contable, a pesar de su juventud (16 años), de una empresa de Bijapur, que pertenecía a la comunidad de los Marwadi. Su trabajo honesto y su sentido de la responsabilidad le hicieron ganar una buena reputación. Se instaló en Bijapur donde encuentra a su maestro, Shrî Bhausaheb Maharaj, el cual había comenzado en 1885 la construcción de un monasterio en el pueblo de Inchgiri (estado de Karnataka).

De acuerdo con el estilo de vida y las capacidades de comprensión de sus contemporáneos, Shrî Bhausaheb Maharaj no enseñaba a sus discípulos más que un solo método para alcanzar la Realidad última: la meditación. En la filosofía hindú, la meditación se llama “pilipika marg” o “camino de la hormiga”, ya que es un largo camino que conduce a la Realidad suprema.

Después de la muerte de Shrî Bhausaheb Maharaj en 1914, Shrî Siddharameshwar Maharaj meditó sobre la enseñanza de su maestro. En 1918 renunció al mundo y se une a cuatro condiscípulos para transmitirlas enseñanzas de su maestro. En 1920 siente que se podía superar la fase de la meditación, ya que esta no era más que un primer paso en el camino de la Realidad. Sus condiscípulos le mostraron su desacuerdo, afirmando que Shrî Bhausaheb Maharaj no les había enseñado eso. “Es verdad”, les dijo “pero ¿no podemos ir nosotros más lejos?” Decidió, pues, emprender solo ese difícil camino y volvió a su casa de Bijapur. Se instaló en una terraza y, sentado en un viejo cañón, meditó sin interrupción durante nueve meses. No tenía otra alternativa para alcanzar su meta, su maestro no le había enseñado más que la meditación. Por la gracia de su maestro, sus esfuerzos no fueron en vano y enseguida comenzó a enseñar que se puede alcanzar la meta suprema por medio del “vihangam marg” o “camino del pájaro”, que quiere decir por medio de la reflexión mental. Es a través del mental que la ignorancia nos es transmitida de generación en generación, por tanto no es sino escuchando y practicando las enseñanzas del maestro y por medio de la reflexión profunda cómo se alcanza la Realidad suprema, y cómo un pájaro que vuela de árbol en árbol, el buscador alcanzará rápidamente su meta. Es el camino más corto hacia el despertar.

Sea cual sea el método (meditación o conocimiento), el grado a alcanzar es el de “laya”, es decir la disolución en el Ser. La ignorancia se produce por medio de los pensamientos, pero si los pensamientos se concentran en la Realidad, se puede alcanzar la Realidad última. Siddharameshwar Maharaj se esforzó sin tregua en alcanzar la Realidad. “Alcanzaré la meta incluso al precio de mi vida” decía, y por la gracia de su maestro, llegó a la realización del ser.

Luego enseñó “el camino del pájaro” a sus discípulos, es decir el camino del pensamiento. Este método consiste, en primer lugar, en exponer el conocimiento de la Realidad. Luego se pide al discípulo que renuncie al mundo, después que renuncie a la renunciación. A continuación, el conocimiento supremo (vignyana) le es desvelado.

Siddharameshwar Maharaj enseñaba con un lenguaje muy sencillo, sirviéndose de ejemplos de la vida cotidiana, pues para él, “parmatha” o la comprensión de la Realidad debía de ser explicada con sencillez, utilizando un vocabulario accesible a todos. Enseñó desde 1925 hasta 1936 y murió el 9 de noviembre del 1936 en Bombay después de haber dado la plena comprensión a sus discípulos.

Así pues, este libro es “La llave de la realización del ser”. El no explica más que uno de los caminos que conducen a la Realidad final que implica, en primer lugar, que comprendamos que somos los diferentes cuerpos o velos, y después que el orgullo engendrado por el conocimiento debe de ser disuelto en la Realidad (“laya” o absorción).

Shrî Dattatray Dharmayya Poredi ha desarrollado uno de los discursos de Shrî Siddharameshwar Maharaj, titulado “La llave de la realización del ser”. Discípulo de Siddharameshwar Maharaj, vivió en Sholapur (estado de Maharastra) y escribió numerosos poemas sobre el conocimiento enseñado por su maestro.

Escrito en Marathi, “La llave de la realización del ser” ha sido traducido al inglés por el doctor  Damayanti Dungaji, discípulo de Nisargadatta Maharaj, cuyo maestro era, igualmente, Siddharameshwar Maharaj.

Las enseñanza de Siddharameshwar Maharaj, expuestas de una manera sencilla y progresiva, han sido publicadas en marathi bajo el título de “Amrut Laya” (Absorción del néctar). La traducción inglesa de este libro está en camino y pronto será publicado.

Capítulo I

LA IMPORTANCIA DEL CONOCIMIENTO DEL SI[1]

Saludamos, primero, a Shrî Ganesh, luego a Shrî Sarasvati y por último al Maestro(Sadguru). ¿Por qué razón? ¿Acaso un cambio en el orden del saludo reverencial sería una fuente de confusión? Así es, esto produciría confusión, pues Shrî Ganesh es la divinidad de la meditación y de la contemplación, Shrî Sarasvati es la divinidad de la palabra. Con la ayuda de estas dos divinidades, la divinidad que crece en el corazón del discípulo no es otra que el Sadguru bajo la forma de la luz del Si. El estudio de los textos nos revela el sujeto y no es más que cuando él es bien comprendido que la gracia del Si nos es concedida. Sin embargo, el discípulo no puede alcanzar su meta solo estudiando los textos, también debe de venerar a la vez a Shrî Ganesh y a Shrî Sarasvati.

Habiendo realizado el secreto del principio enunciado por los sabios, que dice: “En primer lugar ver la manifestación, luego alabar el Vedanta, después la voz debe de cantar la mantra (el nombre sutil) para que su sentido se imprima en el interior”, el Maestro explica primero el sujeto, luego indica sus características que después son examinadas detalladamente.
En nuestros días, en la mayor parte de las escuelas, para enseñar algo a los niños, se les pone en las manos  el objeto y luego se les dice: “Este es el objeto”. Es lo que se llama el método kindergarten[2], es decir, el aprendizaje directo. De igual forma, el método del  Maestro consiste primero en dar al discípulo, de forma verbal la idea de la Realidad (mantra), antes de darle las enseñanzas necesarias para que su espíritu se impregne de su significación. El discípulo alcanzará resultados con este método de la tradición del Maestro.

Cuando el Maestro expone la verdad (el sujeto tratado), un discípulo de inteligencia ordinaria comprende la esencia de sus palabras y de su enseñanza. Pero la dificultad principal consiste en realizar lo que ha comprendido intelectualmente. El discípulo comprende lo que es el Atman, pero la duda puede persistir en su espíritu: “¿Cómo puedo ser yo el Alma o el Si?” Y mientras que el mental permanezca en la duda y el escepticismo, se puede decir que existe comprensión intelectual pero no realización. La solución está en la práctica y el estudio asiduo de la mantra, pues no puede haber impregnación más que si el estudio es constante.

Los cuadernos de caligrafía proponen unos modelos de letras muy bonitas, pero no podemos reproducirlas de la misma manera. No obstante, si nos ejercitamos con constancia, pronto podremos hacer letras muy bonitas sin esfuerzo. Se puede uno preguntar durante cuánto tiempo se debe practicar para que esto de fruto. El estudio y la práctica deben de perseguirse asiduamente, en función de la capacidad de cada uno, hasta la plena comprensión.

Se puede decir, que en general, un hombre de inteligencia ordinaria puede comprender una cosa después de dos o tres explicaciones. Si la repite diez o veinte veces se vuelve algo familiar, después de cien veces, es una costumbre y después de mil veces, esta se vuelve inherente a su naturaleza. Las fibras del yute, por ejemplo, son tan delicadas y tan finas que se dispersan en todos los sentidos al menor golpe de viento, pero si están trenzadas, forman una cuerda tan sólida que puede servir para atar un elefante a una piqueta. El estudio y la práctica juntos, son iguales de poderosos.

Es verdad, en efecto, que Parabrahman[3] es omnipresente y siempre libre, pero a causa de las prácticas y estudios erróneos en nuestras sucesivas vidas, el mental se ha hecho tan fuerte en nosotros, que ha hecho prisionero al eternamente libre Brahman dentro del pensamiento de identificación del cuerpo. Es el resultado sorprendente de una práctica sostenida. “Todo lo que no es realizable, se vuelve realizable por medio de la virtud del estudio, de la repetición, de la práctica”. Reconociendo esta importancia, el discípulo debe de venerar a Ganesh y a Sarasvati, esto quiere decir que él debe de realizarse a través de la meditación y el estudio profundo de la Verdad que se le ha enseñado.

Antes de iniciar este estudio, el discípulo tendrá interés en conocer varios puntos que tienen relación con este sujeto. ¿Por qué ha aparecido en el hombre la ilusión “yo soy el cuerpo”?   ¿Cuál es el estado del hombre al nacer? ¿Cómo ha desarrollado la idea de “yo y mío”?  ¿Ha nacido libre de cualquier miedo? ¿Si no, cómo y por quién puede liberarse de él? Es importante que el discípulo conozca las respuestas a todas estas cuestiones.

Antes de nacer, el ser humano estaba completamente acurrucado y aislado en el vientre de su madre, luego se encuentra proyectado en un mundo ilimitado. Abre los ojos y mira a su alrededor. A la vista de esta luz cegadora y de este espacio inmenso, parpadea aturdido. “¿Dónde he llegado yo solo? ¿Quién me protegerá? ¿Qué me va a pasar?” Estos son los temores que surgen en él y en cuanto nace, su primer golpe, él llora. Para reconfortarlo se le da un poco de miel o de leche, entonces piensa que todo va bien, ya que hay alguien que lo cuida. Pero este primer miedo queda tan aferrado en su siquismo, que se estremece al menor ruido, luego se calma de nuevo cuando mama del pecho de su madre. La vida de este ser humano depende enteramente del cuidado que recibe de sus padres.

Cuando crece, sus padres y profesores le enseñan las cosas del mundo. En la escuela aprende: la ciencia física, la geografía, la geometría y la geología, pero todos estos conocimientos no tienen un valor real. Después viene la fase de la juventud. Mira de nuevo a su alrededor buscando algo que lo reconforte y, tal y cómo está preestablecido en el mundo, lo busca en el matrimonio y el dinero. Está convencido que son las únicas cosas que sostienen su vida, pero pierde el tiempo, dejándose acaparar cada vez más por el deseo de renombre, de erudición, de poder y de autoridad.

Su mujer, sus riquezas, su estatuto social, la juventud y la belleza son sus principales posesiones y todo su soporte. Está tan orgulloso de sí mismo, que deja de lado el conocimiento de su naturaleza real. Cuando todas estas posesiones desaparecen una a una, según la ley de la naturaleza, el recuerdo del primer golpe surge a la superficie y totalmente quebrantado se siente frustrado. Entonces le invade la angustia: ¿Qué haré ahora? ¿He perdido todo lo que me sostenía, que me va a pasar?

Este ignorante no comprende que todas estas posesiones no tenían más que una base sólida, que es su Sí, su hecho de ser. No es más que a causa de eso, que el dinero tenía su valor, la mujer sus atractivos, el honor su mérito y la autoridad su poder. “¡Hombre, tú existes antes que todas estas riquezas de las que acabamos de hablar! ¿No es una paradoja el sentir que son ellas quienes te sostienen?” Si, además, la suerte le es desfavorable, ¿con qué riman los actos de este hombre? Un poeta, observando el comportamiento absurdo del ser humano, comparó las travesuras del mental a: “Un mono que se emborracha y termina dejándose picar por un escorpión”. Este poeta pudo estar tentado incluso a abandonar la escritura…

El acto de devoción del ateo consiste en alimentar su cuerpo y su única liberación es la muerte del cuerpo. Aquél cuya única meta, en esta vida, es la de alimentar su cuerpo, no podrá superar el cuerpo. ¡No hay nada extraño en eso! Si, por mala suerte, este hombre pierde toda su fortuna, pedirá dinero para continuar bebiendo y comiendo, y se declarará insolvente para alejar a sus acreedores. Al final, cuando la muerte le golpea, muere como ha venido. ¿Puede haber una tragedia peor? La mujer que complace a su marido porque quiere ponerse un pendiente de oro en la nariz, no piensa en el Señor que le ha dado una nariz para que ponga en ella un aro. De la misma manera, ¿cómo podrían los seres humanos, que únicamente viven en el plano animal y no ven más que el cuerpo como meta y fin, ver a Dios?

¡Aquél, cuyo poder ha dado vida al sol, a la luna y a los dioses, ese Todo Poderoso que es el soporte de todo, que está presente en el corazón de todos los seres, este se ha vuelto invisible para el hombre!

El hombre cuyos ojos son atraídos por el exterior, no ve más que el exterior. Existe un sinónimo para “ojo” en marathi: aksha. “A” es la primera letra del alfabeto, “ksha” es la antepenúltima. Eso quiere decir que, lo que el ojo ve es lo que hay en el espacio entre estas dos letras. No le informará más que de los objetos exteriores. Los objetos “groseros” serán visualizados por el ojo grosero y lo sutil será captado por los sentidos que, igualmente, son “groseros”. La letra que viene después de “ksha” es “gnya” que significa “conocimiento”  (gnyana). Este conocimiento no puede ser “visto” ni por el ojo grosero (exterior), ni por el ojo sutil del intelecto. Así pues se denomina al ojo por el sinónimo “aksha”.

Como el ojo, los otros órganos de los sentidos (oído, olfato, tacto étc) están dirigidos al exterior y existen debido a la fuerza de los objetos exteriores.  El rey del Conocimiento, “Yo soy”, impregna los sentidos y parece concederles un valor divino. Es a causa de esta exteriorización por lo que la evidencia de la anterioridad de “Yo soy” sobre los sentidos, no llama la atención de nadie. Durante numerosas vidas, el mental y el intelecto han adquirido la costumbre de no ver más que el exterior y así se ha hecho difícil el volverse hacia el interior. Este camino que se llama “el camino de vuelta”, o “dirección inversa”, es el camino que siguen los sabios. Ellos se vuelven en dirección opuesta y, observando el mental, abandonan todo apego a la visión exterior. Cuando el hombre ordinario duerme, los sabios están despiertos y cuando está despierto, los sabios se adormecen.

Todos los seres son extremadamente atentos a los objetos exteriores y se han vuelto muy hábiles en el campo de esta conciencia. Los sabios, al contrario, dan la espalda a las cosas exteriores y concentran toda su atención en el Si, al cual el hombre ordinario es indiferente.

El que gana un millón de rupias se pregunta cómo doblar la suma al día siguiente. Está obsesionado con la idea de adquirir cada vez más, mientras que los sabios le aconsejan: “¡No sigas, hombre, no sigas! Caerás dentro de un torbellino y esta ilusión (Maya) es un maremoto que se te llevará”. El modernismo, que arrastra a este mundo dentro de su cortejo de novedades incesante, forma el ciclón de la gran ilusión (maha Maya). Podéis estar seguros de que caeréis prisioneros de él y nadie sabe a dónde puede ir a parar el hombre atrapado por este ciclón. Cuando el sabio ve a este ser, cuya atención está cogida por el movimiento de la modernidad, corriendo de aquí para allá, luchando sin descanso, hace todo lo que puede por despertar el conocimiento del Si en él. ¡Bendito sea el día en que el mundo salga de su torpeza!

Un día, Ramdas y Toukaram se encontraron en riberas opuestas de un río. Ramdas hizo primero un gesto a Toukaram preguntándole cuantos seres había conducido al despertar en este mundo. Toukaran le respondió, igualmente, haciendo un gesto, con el puño cerrado se tocó los labios, indicaba así que no había encontrado a nadie interesado en el conocimiento del Si. Después él planteó la misma pregunta a Ramdas, que le respondió de la misma forma. Luego cada uno siguió su camino. A pesar de esto, los santos, por compasión, siempre han continuado su tarea. “¿Cómo puedo describir la dicha de los santos? Sin descansar, ellos me arrancan del sueño.” Dijo Toukaram.

Los dos han abandonado su cuerpo, pero nos han dejado su mensaje en los “ Abhangas” y el “Dasbodh”. Todas sus riquezas nos las han legado en estos libros, y si alguien se declara su heredero se le darán esas riquezas, pero antes deberá abandonar el nefasto deseo de riquezas mundanas. Para estar preparado para avanzar por el camino interior, deberá, igualmente, renunciar a todo lo que él cree que ha acabado o realizado, a todo lo que sea querido en su corazón. Es la condición sine qua non de esta empresa. El hombre está totalmente sumergido en el orgullo de cuerpo, de la posición social, de la familia, del pertenecer a una comunidad, un país y todo lo que constituye su naturaleza. Este orgullo mora en él, y hasta que no se libere de él, ¿cómo podrá considerarse un heredero de este tesoro que los santos han dejado? Este tesoro pertenece a aquél en cuyo corazón existe un arrepentimiento sincero. Aquél que se pregunta si podrá deshacerse de todo este orgullo acumulado nacimiento tras nacimiento y que así ha llegado a ser su segunda naturaleza, no debería inquietarse por si su arrepentimiento es sincero, pues el esclavo, que toma consciencia de su estado, busca instantáneamente la vía de la liberación. El esclavo satisfecho de su estado y que actúa para perpetuarlo, ni siquiera puede pensar que exista la vía de la liberación.

Un hombre puede tener la suerte de comprender que la ambición de superar al otro le hace retroceder. A partir de ese día entrevé el otro camino indicado por los sabios y, sea cual sea su ritmo, avanza por esta vía. Puede que el orgullo no lo deje de golpe, pero está determinado a liberarse de él, el Señor infinitamente bueno no dejará de tenderle una mano compasiva.

Aquél que se enorgullece de sus actos perversos puede poner fin a esta tendencia cultivando la altivez que dan los actos justos. Así, por medio de la práctica, pueden suprimirse todos los defectos. Se debe animar las cualidades, pero no se deben apegarse a ellas, pues el orgullo que suscitan es pernicioso y también debe de ser abandonado. Aquí puede surgir una duda: ¿cómo es que también debe uno desapegarse de las cualidades? ¿Después de todo, las cualidades no son siempre buenas? “Querido discípulo, aunque sea preferible tener cualidades antes que vicios o defectos, cuando se quiere alcanzar el conocimiento del Sí, el hecho de tener cualidades apreciadas por el hombre es cien veces peor.” Merecen ser rechazadas. “Mira como el hombre, aconsejado por los sabios, se esfuerza en suprimir sus defectos a causa del sentimiento de vergüenza que crean en la sociedad o en el espíritu de cada uno, pero aquél que posee cualidades siempre es alabado en este mundo, esto le produce tanto orgullo que le es muy difícil deshacerse de él.”

Mientras que es relativamente fácil abandonar toda arrogancia en lo que concierne a los defectos, es diferente cuando se trata de cualidades. A nadie le gusta admitir que ha cometido una falta, pero aquél que ha alimentado a miles de personas, que ha visitado los lugares santos, creado albergues para los peregrinos o rezado a Dios un millón de veces, está lleno de un orgullo tan profundo, que le es casi imposible renunciar a él. Por medio del arrepentimiento, el pecador pronto encuentra a su Maestro, mientras que aquél que ha realizado actos meritorios es cubierto de tantos elogios que, por ellos, pierde el camino hacia el Maestro.

Cuando se comprende esto, podemos sacar la conclusión de que el orgullo concerniente a los defectos es tolerable, mientras que el que es producido por las cualidades, se debe absolutamente evitar. Los dos son espinas en el camino del conocimiento del Sí, y si nos sacamos una espina con la ayuda de la otra que guardamos (el orgullo de las buenas acciones) en el bolsillo de nuestra camisa, ¿no terminaremos clavándonosla en el pecho? Un ladrón puede estar atado con cadenas de hierro y un rey con cadenas de oro, pero ¿significa eso que el rey no es un prisionero? El hombre que tiene cadenas de hierro estará    agradecido a quién le libere, mientras que el hombre que tiene cadenas de oro saltará a la garganta de aquél que intente desatarlo, hará todo lo posible por conservar sus cadenas de oro. ¿Por qué razón? ¿Cuál es este enemigo que vuelve al hombre feliz en su servidumbre? Es el orgullo del bien, de los actos meritorios, quien ahoga al hombre, es su enemigo por excelencia, es él quien pone los obstáculos en su camino espiritual. Es necesario renunciar a este orgullo, incluso si eso nos exige un considerable esfuerzo, pues sin esta renuncia no podemos pretender alcanzar el tesoro del conocimiento.

Es admitido que las riquezas de un hombre, descritas antes (dinero, bonita esposa, posición social étc), son el resultado de acciones meritorias efectuadas en vidas precedentes. Pero como son obstáculos en el camino del conocimiento último (Parmatha), podemos decir que son los resultados de malas acciones. Aquél que se glorifica de sus posesiones, también es él mismo poseído y entonces le es imposible alcanzar el camino del conocimiento.

Al contrario, tomemos un hombre que no tiene un duro en su bolsillo, ni mujer, ni posición social y es tan pobre que mendiga para alimentarse. No tiene ningún lazo con su comunidad, su familia, ni sus amigos. Desprovisto de todo y considerado por todos como un pecador, este hombre puede ser más digno de recibir el Conocimiento del Si, ya que ignora lo que es el orgullo. En efecto, está mucho más dispuesto a escuchar al Maestro que aquél que se preocupa mucho más de las adulaciones y no tiene tiempo de escuchar los consejos del Maestro.

Todos los seres humanos están encadenados desde su nacimiento, además se han creado cadenas artificiales bajo la forma del bienestar material debido al progreso. Para vivir en sociedad deben de doblegarse a las tradiciones, a las convecciones sociales y a las reglas del país. Numerosos son los que creen que cada vez tienen más libertad, mientras que no hacen más que seguir modas. Quien no bebe té o no se afeita todos los días es considerado como un palurdo. El hombre que se hunde en la servidumbre de la sociedad, aceptando ciegamente sus prejuicios, no hace sino alienarse más y acrecentar su orgullo por las cosas sin interés. Si quiere liberarse de las ataduras, deberá rechazar completamente este orgullo, a riesgo de ser tratado como un loco por los bien-pensantes.

La única meta del buscador es la de aniquilar su orgullo y su identificación con el cuerpo. Si esta tarea le parece demasiado ardua o si no está preparado a renunciar a su vida en el mundo, puede comenzar por la renuncia interior, lo que significa la renunciación gracias a la reflexión. Cuando esta se establece, la renunciación exterior se vuelve posible poco a poco. Por ejemplo, le cuesta poco a quién tiene la costumbre de herir a los demás con palabras, el no decir más que cosas amables y aquél que miente inútilmente, debería reservar sus mentiras únicamente para los casos en que estas permitieran evitar catástrofes. El hombre tampoco debería envidiar la prosperidad de su vecino. ¿Tan difícil es tomar esta decisión? Cuando se renuncia a las malas inclinaciones, se adquiere la fuerza de renunciar también a las cosas exteriores.

El mundo es como un sueño y en este mundo de sueños, el bien o el mal, la piedad (dharma)[4] o la impiedad (adharma), mérito o desmérito no tienen importancia para despertar al Si. Por tanto es necesario renunciar a lo que es bueno como a lo que es malo para alcanzar el conocimiento del Si. Sin embargo, aunque lo que acabamos de decir sea cierto, los hombres siempre tienen dificultades para deshacerse del dominio del orgullo. Poco importa cuantas veces se les repita el precepto “¡Renuncia, renuncia!”, el orgullo no disminuirá por ello, pero si se descubre la causa de este orgullo y si esta puede ser suprimida, la renuncia se conseguirá automáticamente.

La principal causa por la que se enorgullece de alguna cosa es porque considera esta cosa como que es verdad. Si se está convencido intelectualmente de la inutilidad de un objeto o si se comprende que es un señuelo, la realidad del objeto desaparece y entonces se vuelve posible desapegar su corazón de este objeto. Una imitación del tamarindo no da el verdadero fruto del tamarindo, no es más que un objeto del bosque, pero mientras que el hombre no ejercite su espíritu de discriminación, la vista del tamarindo silvestre le hará salivar pues está convencido que tiene el fruto verdadero. ¡Sin embargo, cuando sabe que es un tamarindo silvestre, aprecia el aspecto estético sin salivar! Esta actitud se llama desapego.

Todo esto, nos conduce a la conclusión de que la razón del desapego hacia una cosa es el resultado de la comprensión de la verdadera naturaleza de esa cosa. Hasta que la futilidad de este mundo no esté impresa en el mental del hombre de forma definitiva, es difícil alcanzar el Conocimiento del Si. Mientras no se dé cuenta de la falsa naturaleza de una cosa, no aspirará a algo verdadero. No se puede renunciar a lo que es falso, mientras el intelecto lo considere absolutamente verdadero.

El día en que el conocimiento deformado del mundo es aniquilado por la gracia del Maestro, el hombre comprende que todo no es más que apariencia. Después de esta transformación, podrá ver y apreciar el mundo como si fuera un film o una fuente de diversión, pero el desapego que ha alcanzado permanecerá. El desapego sin el conocimiento del Si es una experiencia estéril. Sin conocimiento del Si, no puede haber verdadera renuncia y sin renuncia, no puede haber conocimiento del Si, es una paradoja. Los Sabios nos han propuesto varios métodos para salir de esta espiral: el camino de la devoción al Maestro, a Dios, los salmos, los peregrinajes, la caridad. También han sugerido a la humanidad un gran número de obligaciones.

La naturaleza humana es de tal manera que, si el hombre es desposeído de alguna cosa, sufre intensamente, y hará todo lo posible por recuperar lo que ha perdido, pero si escoge libremente separarse de esta cosa, su sacrificio le otorga un inmenso gozo. El hombre que bajo coacción rechaza gastarse un céntimo, se gastará miles para alimentar las multitudes en Pandharpur (lugar santo de Maharashtra), si así lo ha decidido. Aquél cuyo orgullo impide doblegarse ante la voluntad de los demás, puede someterse totalmente a un ser más humilde, después de haber estado en compañía de santos o de haber entonado cantos devocionales. Olvida el orgullo de su casta o de su posición social. Un Rao Saheb (grado honorífico del estado), que tenía vergüenza de ponerse pasta de sándalo en su frente (ritual religioso), ahora se deja embadurnar toda la cara de Buka (un polvo negro), que simboliza el abandono de su máscara, así ensombrece el rostro del orgullo. Este mismo, para quien cantar y bailar eran obscenos, se olvida totalmente y gira de gozo como un torbellino aclamando el nombre de Dios. Sabiendo que es así como el hombre sacrifica su orgullo, los santos han instaurado la práctica cotidiana de Bhajans (cantos de devoción) y de Pujas (rituales). Y de esta manera han indicado un camino progresivo hacia el Conocimiento del Sí, que muestra al hombre hasta que punto es fácil renunciar y cómo el mental puede ser purificado de todo orgullo.

El Conocimiento del Si significa el conocimiento de uno mismo, y cuando hemos comprendido quienes somos, la discriminación entre lo permanente y lo transitorio se hace automáticamente. La renuncia a lo transitorio y la aceptación de lo que es permanente resulta natural. El miedo a la decepción es inevitable debido a la naturaleza transitoria de las cosas. El hombre dominado por el miedo a la muerte se esfuerza continuamente en conservar lo que tiene, hace todo lo posible por guardar su dinero, por conservar la juventud y la belleza de su mujer y lucha por mantener su posición social, pero nada ocurre según sus deseos, pues todo muere. Nadie puede escapar a su destino y cada uno, un día u otro, será triturado por él, incluso los Dioses como Brahma[5] no están liberados del miedo a la muerte.

Si se le diera todo al hombre atormentado por la muerte, ¿suprimiría eso su miedo? Él debe de encontrar lo que le libere definitivamente del miedo, el tesoro del “no-temor”. Este mendigo ha perdido el tesoro de su Si y canta continuamente: “yo soy el cuerpo, yo soy el cuerpo”; nunca satisfecho repite: “yo quiero esto, yo quiero aquello”, anda errante de aquí para allá, siempre buscando alguna cosa. Dominado por el miedo, no piensa más que una sola cosa: “¿Qué me va a suceder? ¿Qué le ocurrirá a mi mujer, a mis hijos, a mi dinero y a todo lo que me pertenece?”. Nunca está en paz. Solo el Maestro podrá concederle el más noble de todo los dones, el “no-temor”, ni los reyes ni los Dioses pueden darle eso pues, aunque todas las riquezas del mundo estén a sus pies, el emperador vive con el temor al enemigo. El mismo Señor Indra está atormentado día y noche por la idea de que su posición podría ser trastornada por los Sabios que siguen la vía de la austeridad y de la penitencia.

Meditar esto profundamente: ¿Cómo podrían liberar a los demás aquellos que no están liberados del miedo? Solo los sabios que, centrados en el Si, han desarraigado el miedo de las profundidades de su ser, destruyendo así la identificación con el cuerpo, son capaces de transmitir esta cualidad de “no-temor”, de quietud. Todos los demás, ya sean dioses, demonios u hombres, no so más que pobres mendigos. Ellos nunca tendrán este don de la quietud hasta que no se refugien en el Maestro espiritual. Los Dioses mantienen el orgullo de su riqueza divina y los demonios el de su riqueza perversa, el ser humano es aplastado por su propio tormento. Los Dioses como los coolis (porteadores), llevan el fardo de los tormentos de los demás sobre sus cabezas. ¿Qué se puede decir del ser humano? Solo el Maestro tiende la mano para liberar al hombre de su fardo y concederle la joya de la quietud, el estado de no-temor.

De todos los conocimientos, el conocimiento del Sí es el más noble; de todos los dharmas[6], leyes del mundo, el swadharma (ley del Ser) es la más noble. Los Sabios difunden el conocimiento del Si entre los hombres y enseñan el sentido de swadharma.

En este mundo podemos estudiar toda clase de ciencias y de artes, pero estos conocimientos son vanos, los sabios rehusan conocerlos y  se consagran a enseñar el conocimiento del Si, que es el único verdadero conocimiento.

Muchos misioneros rivalizan unos con otros y declaran que su religión es la más noble y que las otras conducen al hombre a la perdición. No contentos con dar consejos, piensan cumplir con su deber sagrado de convertir a los hombres, utilizando, si es necesario, la corrupción o las amenazas de los peores males. Es lo que aún hoy se puede observar. Esta estafa religiosa, coactiva y tiránica, no tiene por meta el bienestar de los hombres.

El Santo Ramdas decía: “Si existe una religión en el mundo, que sea verdaderamente noble, es la del swadharma, es decir la ley de nuestra propia naturaleza”. Swadharma significa residir en su propia naturaleza sea cual sea la condición del hombre, su casta, su religión o su país. Para comprender el swadharma, es necesario darse cuenta de que esta naturaleza del Si es inherente a todas las formas de vida, ya se trate de una hormiga o de un hombre.

Solo esto es swadharma, y los otros cultos que se presentan como religiones son paradharma, es decir, religiones de lo que no es “el Si”. Estas religiones han establecido reglas y métodos que son extraños a nuestra naturaleza real. De esta forma es como definimos swadharma y paradharma. Pero si admitimos el sentido corriente de swadharma puede producir absurdos. Tomemos, por ejemplo, el caso de una prostituta que cree seguir su propia naturaleza ejerciendo su oficio. Ella enseñará la misma vía a su hija, que tendrá la misma convicción de seguir su propia naturaleza. ¿Quién sabe si, un día, alguien amante de las mujeres no incluirá la vida de esta mujer en un libro sobre la vida de los santos?

El Señor nos ha aconsejado en la Bhagavad Gita: “es preferible morir dentro de swadharma antes de seguir la vía extraña al Si, llena de peligros”. La erradicación de la identificación al cuerpo es el signo del conocimiento del Sí y los Sabios experimentan esta clase de muerte mientras que aún están en vida. Es esta muerte la que se debe de buscar. “He visto mi propia muerte, ¿cómo puedo describir este suceso que es único?” dice Toukaram. ¿Cómo podrá el tibio, que vive en paradharma y que para él todo acaba con la muerte del cuerpo, comprender este proceso de muerte, mientras que aun se está en vida? El desdichado piensa en la muerte solo en términos de pira, bambúes o sarcófagos, según los ritos que correspondan a su religión. Estos dharmas, sólidamente fundados en la identificación con el cuerpo, contienen el deseo de paraíso y el miedo al infierno, las nociones de mérito y de pecado, de esclavitud y de liberación.

Todo ser humano tiene derecho a seguir el swadharma, su propia naturaleza, donde no existe ni la atracción por los placeres divinos ni el miedo al dolor del purgatorio, y donde la alienación y la liberación no tiene ningún sentido. Estas pseudo religiones resplandecen y se extienden gracias a la novedad, pero la dolorosa máxima sigue estando ahí: “Todo lo que nace debe de morir”. ¡Estas pseudo religiones desaparecerán en su momento y solo la gloria y la victoria de swadharma brillarán!

El Señor Krishna dio este consejo a Arjuna: “Abandona toda religión y toma refugio en mí. Las religiones son un obstáculo en el camino que lleva a mí, toma refugio en Paramatma, la vía del Si, que es el verdadero Conocimiento. Tendrás plenitud cuando me hayas alcanzado, y ya nada quedará por hacer. Todo el karma[7], ¡oh hijo de Prutha! se disolverá en el conocimiento del Si”. Con el pretexto de guiar a Arjuna, el Señor Krishna ha enseñado esto a todos los hombres, y aceptando sus palabras, ellas se cumplirán.

Nada en el mundo es más importante que el conocimiento del Sí, ninguna otra actividad ni ninguna otra tarea tiene sentido. Eso no quiere decir que las otras clases de conocimientos o actividades, fuera del conocimiento del Sí, sean inútiles, ineficaces y sin valor, simplemente ellas no son ninguna ayuda para la realización del Si. Realizando sacrificios es posible obtener resultados, ganar el paraíso o tener un hijo, por ejemplo; igualmente se puede apaciguar a las divinidades venerándolas. El estudio de las Escrituras sagradas también permite adquirir competencias. Todas estas acciones son consideradas como meritorias en este mundo práctico, pero ellas no dejan de ser obstáculos por eso, hasta que el Si no se abra en el hombre y difunda Su Gracia. Las cualidades, consideradas como las mejores en este mundo, se muestran como impedimentos y los remedios como trabas. Los Sabios son muy conscientes de eso y no les conceden ninguna atención, aunque ellos puedan conquistar los tres mundos[8]. Para ellos, la posición del Señor Indra, dominado por la codicia, no vale mucho más, que el excremento de un cuervo.

4 comentarios

  • Crow

    Los Sabios no alimentan en su corazón más que un solo deseo, el de realizar la unidad con Brahman. Sin embargo su estado es el de “no-deseo”.  Estos seres afortunados son uno con el Brahman, cuando su conciencia se separa del cuerpo. Cuando un hombre ordinario muere su cuerpo es considerado como un cadáver, pero cuando se trata de un Sabio, su cuerpo es digno de recibir la adoración de los hombres. Numerosos son los templos levantados sobre sus tumbas. Se vuelven inmortales en la memoria de los hombres siendo el objeto de devoción y de veneración del mundo entero.

        Ram, Krishna, Siddharta, Hanuman, Malhari, Jagadamba, también eran Maestros y durante su vida se consagraron a difundir el conocimiento. Llegaron a ser dioses cuando dejaron su cuerpo. Todos los templos de la tierra pertenecen a estos dioses que escuchan los anhelos de los adeptos pues los elevan a su nivel y los conducen a la realización. Numerosos son los que piensan encontrar al Dios que veneran cuando tienen una visión, y creen que por esta visión, El les conduce a la realización. Pero Dios no está limitado a un solo punto, a un solo lugar como imaginan los discípulos. Mora en el corazón del discípulo, como en todos los corazones y les inspira el camino. Sería falso creer que después de dejar su cuerpo, el Sabio sale de su santuario, se endosa su envoltura corporal y realiza el trabajo de su discípulo. Cuando queremos enviar diez rupias a alguien que vive en Puna, debemos dar un billete de diez rupias en correos de Sholapur y algunos días más tarde, tenemos la confirmación de que nuestro destinatario ha recibido esa suma. ¿Os preocuparíais por saber si la persona ha recibido el mismo billete que habíais dado en correos? Esta pregunta no os la planteáis porque lo que os preocupa es el valor del billete y no su número. Simplemente queréis que la persona reciba su dinero. De la misma manera, estos Sabios, que se han vuelto dioses, inspiran al discípulo a través de los que están en vida y tienen la misma radiación. Es así como conceden los anhelos a sus discípulos.

    Existe en el mundo, una multitud de artes y de ciencias y numerosos eruditos y celebridades, que durante su vida son admirados por sus descubrimientos y sus aventuras respectivas. Son honrados y cubiertos de elogios, y los hombres manifiestan su admiración por ellos poniéndolos por las nubes, pero aquél que ha sido objeto de la adoración del pueblo pronto se vuelve objeto de censura. Los que han sido honrados como héroes no tardan en verse rechazados, hasta condenados. Está claro que la grandeza de estos hombres es artificial y pasajera porque se fundamenta en un conocimiento transitorio y no sobre la paz sagrada, eterna que acompaña al conocimiento del Sí. Ella reposa sobre conocimientos pragmáticos, políticos o científicos. En política los colores cambian, en las ciencias físicas los conocimientos evolucionan al ritmo de los descubrimientos, y aquél a quién se admiraba antes, hoy es ignorado, cuando otro ya brilla en el horizonte.

    Una obra realizada por cualquier otra enseñanza diferente al conocimiento del Si es efímera y toma pronto una dirección contraria, llevando a los hombres experiencias dulces y amargas, honor y deshonor. No es extraño que nadie piense más en estos grandes hombres después de su muerte.

    De todos los conocimientos(Vidyas), el conocimiento del Sí(Atmâ Vidya) es el único que da la paz verdadera. Un santo dijo un día: “¿De qué sirven estas enseñanzas si no traen la paz al espíritu?”. Hoy en día existen numerosos tipos de enseñanzas en el mundo. ¿Por qué esta proliferación?  Porque nadie ha encontrado aún la paz del espíritu. La lucha no se detiene nunca, el mental se agita sin descanso. Todas estas artes y todas estas ciencias se basan en la ignorancia y su única utilidad es la de hacer crecer la agitación mental. No existe ninguna relación de causa y efecto entre el estudio y la serenidad. El gemólogo que evalúa las piedras preciosas, el científico o el artista que examina el mundo, han perdido el gozo de la paz del espíritu, porque ellos no pueden examinarse a sí mismos.

    ¿Por qué aquél que no ha buscado en su propia morada busca en otro lado lo que ha perdido en su casa? El hombre que afirma de manera perentoria:  “Fulano es esto, mengano es aquello”, él mismo no sabe quién es él, y la angustia es su lote cotidiano.  ¿De que sirve ver al otro si no se ve a sí mismo?

    Capítulo II

    EL ESTUDIO DE LOS CUATRO CUERPOS A LA BUSQUEDA DEL “YO”

    ¿Quién es este “Yo”?

    Había una vez un hombre, llamado Gomaji Ganesh, que vivía en el pueblo de Andheri (obscuridad). Aunque era de condición modesta, estableció una ley en la corte de justicia estipulando que ninguna orden o documento sería legal si no llevaba el sello de “la Puerta de Cobre”. Los agentes administrativos de la ciudad solo aceptaban los documentos que llevaban el sello de Gomaji Ganesh. Estableciéndose su uso totalmente, el procedimiento se aplicó en Andheri durante años sin que nadie se preguntara quién era ese Gomaji Ganesh.

    Pero un día, un documento importante, que no llevaba el sello, fue citado como prueba en un asunto de la Corte y aunque era legal en los demás requisitos, se rechazó de considerarlo como prueba porque no tenía el sello de Gomaji Ganesh, “la Puerta de Cobre”. Uno de los demandantes tuvo el coraje de defender ante el juez la validez del documento ya que llevaba las firmas de administradores importantes del gobierno del lugar. Este preguntó: “¿Por qué se rechaza este documento, si por otro lado es perfectamente legal? ¿Es necesario, además, que lleve el sello de Gomaji Ganesh?” Puso así en cuestión, incluso, la legalidad del sello, que entonces se volvió un objeto de contestación. Hasta ese día, nadie se había atrevido a plantear ese problema. Se decidió, pues, esclarecer este punto.

    Curioso de saber cual era el origen del sello, el juez se ocupó de las investigaciones. Ellas revelaron, que un simple ciudadano había aprovechado la mala administración del gobierno, para imponer su propio sello y que después todos los administradores del gobierno habían continuado usándolo ciegamente. De hecho, Gomaji Ganesh era un hombre sin importancia, sin ningún cargo de responsabilidad.

    No es necesario decir hasta que punto fue ridiculizado el sello desde el día en que la Corte decidió suprimirlo.

    De la misma manera deberemos averiguar quién es ese “yo” y cómo ejerce su dominio sobre todo con el “yo” y el “mío”, igual que el Gomaji de la historia.

    En general, cuando dos personas se pelean, una tercera se aprovecha o si dos elementos se asocian, esto produce un tercer elemento. Si tomamos, por ejemplo, una guirnalda hecha de hilo y de flores, solo vemos la guirnalda y olvidamos de lo que está compuesta: el hilo y las flores desaparecen. Si mezclamos la tierra y el agua, estos dos elementos desaparecen y aparece el barro como el “yo”. El albañil utiliza piedras y tierra para construir un muro, pero ya no vemos estos elementos cuando miramos el muro. Estos ejemplos nos ayudan a comprender cómo el contacto entre la consciencia y la ignorancia hace aparecer esta cosa tan extraña llamada “intelecto” y cómo de este contacto surge el mundo.

    El contacto entre el orfebre y el oro produce la joya y nosotros no vemos más que la joya, el oro y el orfebre son olvidados. Quien quisiera ver si hay una joya en el oro, no vería más que oro. Si se le pidiese a alguien que trajese una joya de oro sin tocar el oro, ¿qué podría traer? El objeto llamado joya desaparece simplemente sin dejar rastro.

    De la misma manera, el encuentro entre Brahman y Maya (ilusión cósmica) da nacimiento a este usurpador “yo” que repite orgullosamente “yo, yo” y elimina el Brahman y Maya. Este hijo de mujer estéril (Maya o ilusión) no tiene una existencia real, pero intenta establecer constantemente su soberanía en el mundo entero, y si observamos a sus “padres”, está claro que les es imposible el tener tal descendencia: la madre del niño es Maya (que es nada), ella no existe. Este “yo” nacido en el seno de Maya es, según dicen, producido por el espíritu, ¡pero este espíritu, de género neutro, no reivindica la facultad de actuar! El lector puede imaginarse, pues, la pretensión de este “yo”.

    Como acabamos de ver, la existencia del “yo” se queda en la mera palabra y por tanto al ejemplo de Gomaji Ganesh, grita su nombre por todos lados y proclama “yo soy sabio”, “yo soy grande” o “yo soy pequeño”, y mientras hace esto, aquél que habla se ha olvidado de donde viene. Se glorifica como “yo”, y aunque esta gloria sea merecida, se parece a un gato que bebe leche con los ojos cerrados, sin darse cuenta que alguien está a punto de darle un bastonazo en el lomo, pues desde que acepta una opción o un privilegio, también debe de aceptar la responsabilidad implícita. Cuando declaro que he realizado cierto acto, debo asumir el resultado de este.

    En realidad, el “yo” no existe. El acto de hacer(o sea la fuerza de impulsión que subentiende el “yo”) está contenido en Brahma(el Creador), pero Braman(el principio unitario de todo ser) es tan astuto que en el momento que se da cuenta que, delante de él, hay un jactancioso que se enorgullece de sus actos, Él rechaza toda responsabilidad sobre este “yo”, permaneciendo desapegado, y este pobre “yo”  queda sometido al ciclo de nacimiento y de muerte.

    En el ejemplo precedente de la guirnalda, después de olvidar los nombres “flores” e “hilo”, si la guirnalda se marchita, no se dicen que las flores se marchitan, sino que la guirnalda se marchita y si se rompe el hilo, es la guirnalda la que se rompe. Una tercera cosa se crea a partir de los objetos de origen y esta tercera cosa asume toda la responsabilidad. De la misma manera una serie de desgracias golpea a este “yo” inexistente y si queremos liberarnos de este sufrimiento, es necesario abandonar este “yo”.

    Busquemos primero dónde se encuentra exactamente y una vez que lo hayamos encontrado, entonces podremos ver cómo lo abandonamos. Cada uno debe comenzar su búsqueda en sí mismo, pues este “yo” no puede encontrarse en nuestro exterior. Este ego, este sentido de posesión, está presente en todo ser humano y toda acción en el mundo está movida por esta fuerza. Esto es aceptado por todos, mientras que cualquier acción puede ser realizada sin que ni siquiera exista el sentido del ego o del “mío”. ¿Cómo es posible esto? Eso lo veremos después, por ahora estamos estudiando el sentido del “yo” y del “mío”. Con el fin de cercar este “yo”, vamos a estudiar primero este cuerpo físico al cual queremos tanto.

    ¿Qué es un cuerpo? Es un conjunto de elementos como las manos, los pies, la boca, la nariz, las orejas, los ojos étc. Es al conjunto de todos estos elementos a lo que llamamos cuerpo. ¿El “yo” está en uno de estos elementos? Si, por ejemplo, decimos: “el yo, es la mano”, si nos cortan la mano, nadie dirá “yo he sido cortado o yo he sido lanzado”, sino más bien: “me he cortado la mano”. No obstante hablamos de todas estas partes como que son “mías” y el cuerpo mismo, que está constituido por todos estos elementos, también declaramos que es “mío”. De esto deducimos que aquél, que dice poseer estos miembros y este cuerpo, es verdaderamente el dueño y que, en realidad, es diferente de este cuerpo que afirma que es suyo. El “Yo” no es ningún elemento del cuerpo físico, sino que es todos los “míos”.

    Ahora si seguimos el razonamiento, podemos decir que, si el “yo” no existe, no hay nada que pueda ser llamado “mío”, este cuerpo y estos miembros, por tanto, no pueden pertenecerme. Así pues, ya que no podemos encontrar el “yo” en ninguna parte en el cuerpo, ¿cómo podremos decir que los miembros de este cuerpo y sus tendencias nos pertenecen? Pero si persistís en decir que es vuestro cuerpo, pensad en los resultados de esta apropiación o ¿de qué os sirve pensar tan cortito? Todos los días vemos la condición de los hombres que se identifican con su cuerpo y actúan en consecuencia.

    El hombre ha olvidado su origen y no ha comprendido quién era. Por esto renace en toda clase de especies: a veces en la forma de una lombriz expulsada en las heces, a veces en la de un buey que trabaja bajo un yugo haciendo girar una máquina de hacer aceite, a veces en la de un asno sometido a penosas tareas, chapoteando en el lodo. Casi es imposible describir todas las desgracias que ha tenido que soportar. Solo después de haber nacido en todas las otras especies, se nace, por fin, ser humano. Este nacimiento está orientado hacia el intelecto para que el hombre conozca a Dios, el Ser Ultimo. Pero observamos este ser humano, es igual que un personaje de carnaval llamado “Shimga”:  su cara ha sido embadurnada con pintura negra, el cuerpo vestido de harapos, su cuello adornado con un collar de zapatos. Alguien sostiene sobre su cabeza un paraguas, y este personaje avanza a lomo de un asno en medio de una ruidosa procesión por la calle. Orgulloso de ser el centro de atracción de un espectáculo tan denigrante, esta divinidad saluda a la gente en la calle.

    El cuerpo físico del hombre es, igualmente, un extraño elemento de este espectáculo efímero. Toda la belleza de la cara se concentra, según dicen, en la nariz y los ojos. Una bonita nariz, unos bonitos ojos conforman la belleza de un hombre o una mujer. Sin embargo, la nariz no es otra cosa que un tubo de desagüe nasal, la boca es una escupidera de saliva y de mocos y el estómago es parecido a las cloacas municipales. El cuerpo recibe toda clase de nombres respetables, mientras que no es más que una mezcla de huesos, de carne y de sangre.

    La meta divina (Paramatman) es la de despertar al ser humano sirviéndose de su cuerpo para disminuir su orgullo, y luego suscita en él un fuerte deseo de conseguir la felicidad. A pesar de eso, el hombre considera el cuerpo como un regalo maravilloso y utiliza un florido lenguaje para elogiarlo. La nariz, ese tubo de mocos, es comparada a la flor de Champaka, los ojos, esos depósitos de secreción, son llamados ojos de loto. La cara, donde la boca sirve de escupidera, es llamada cara de luna; ¡los brazos y las piernas, torcidos como ramas de árboles, son comparados con flores de loto! El ser humano considera esta actitud como una gran victoria y se exhibe sin ningún pudor.

    A pesar de todo, el Gran Señor ha dotado a este personaje, a este “Shimga” con una cosa maravillosa que se llama intelecto, que ninguna otra especie tiene. La finalidad de este regalo es la de hacerle comprender la Verdad Última, el Si, y poner fin a este espectáculo envilecedor. Pero el hombre no sabe utilizar su intelecto, confunde el arroyo con el Ganges y el cuerpo con Dios. Su cuerpo es el objeto de todas sus atenciones, pues lo considera como su “yo”. Cuando encuentra a una mujer, no duda en declararse propietario y deposita en ella todo el sentido de propiedad. Numerosos son los niños que nacen de ese contacto entre “yo” y “mío”, toda una familia viene al mundo, pero un día el hogar se rompe y el pobre hombre es aniquilado. Shrî Samartha Ramdas escribió su historia en el libro “Dasbodh”, se recomienda vivamente su lectura.

    El “yo” no ha podido ser descubierto en ninguna parte del cuerpo. Es, pues, evidente que el cuerpo no es el “yo”, ¿entonces a quién pertenece? ¿Quién es su propietario? Los cinco elementos (Pancha): la tierra, el agua, el fuego, el aire y el espacio, tienen derecho de propiedad sobre este cuerpo. Cuando el cuerpo se desintegra, cada uno de los cinco elementos toma su parte. El cuerpo está compuesto por los cinco elementos y las materias que constituyen esta envoltura han sido recuperadas por sus respectivos propietarios. Cuando ha sido absorbido por los cinco principios de estos elementos, ya no queda nada que pueda llamarse cuerpo.

    Así pues, “yo” no estoy en el cuerpo y el cuerpo no me pertenece. Este cuerpo no puede mantener la altivez del “yo” o del “ego” ni, por otro lado, de lo que le pueda afectar, nacimiento, muerte o pasiones. Todo esto no puede ser considerado como “mío”. El cuerpo puede ser el de un niño, el de un joven o el de un viejo, puede ser negro, blanco, bonito o feo. Puede caer enfermo, puede vagar sin meta o peregrinar a los lugares santos. Puede que se mantenga inmóvil en Samadhi. Todas estas actitudes, propiedades o modificaciones pertenecen al cuerpo, pero el “yo” está completamente separado de ellas. El análisis del cuerpo nos ha llevado a esta conclusión. El lindo bebé de otro no es nada para nosotros, comparado con nuestro rechoncho bebé de piel oscura, cara marcada y nariz sucia. Cuando muere el hijo de otro, tenemos menos pena que si perdemos nuestras viejas zapatillas. Es porque no compartimos el mismo sentido de propiedad respecto al otro. Cuando comprendemos que esta cosa particular no es “mía”, sino que pertenece a “otro”, poco a poco nos volvemos indiferentes a este “otro” y renunciamos a esa cosa. Este cuerpo no es mío, pertenece a los cinco elementos, se trata, pues, de una propiedad de otro. Si comprendemos eso, sea cual sea el estado del cuerpo no estaremos afectados por él.

    Ahora dejemos este cuerpo y continuemos. Renunciar al cuerpo no significa que debamos tirarlo a un pozo o colgarlo de una cuerda, significa conocer lo que es en realidad. Cuando lo reconocemos por lo que es, el interés que sentíamos por él desaparece y la renunciación surge automáticamente. Si lo destruimos intencionadamente, el cuerpo nace y renace. La renunciación total al cuerpo se consigue únicamente a través de la discriminación. Esta renunciación, en lugar de ser una razón para renacer, libera al ser humano de todo renacimiento.

    Hay cinco clases de disolución:

    (1)    Disolución cotidiana.

    (2)    Disolución por la muerte.

    (3)    Disolución de Brahma.

    (4)    Disolución del fin del mundo al final de un  “Kalpa” (periodo cósmico).

    (5)    Disolución a través del pensamiento o de la discriminación.

    Entre todas ellas, todos conocemos la disolución cotidiana que es el sueño profundo (sueño sin sueños). En el sueño profundo, el mundo entero, incluyendo nuestro cuerpo, se disuelve, pero al despertar el cuerpo y el mundo vuelven a estar presentes como antes y todas las acciones vuelven a comenzar.

    La disolución después de la muerte es idéntica. Después de la muerte, al no tener conocimiento del Si, se debe de tomar un cuerpo según su Karma. En el nuevo cuerpo, las acciones como comer, dormir, tener miedo y emparejarse ocurren según las impresiones recibidas en las vidas precedentes.

    Brahma Pralaya (disolución de Brahma) significa la disolución al final de la vida del Creador, el mismo Brahma, es decir, el fin de un mundo. Kalpa Pralaya es la disolución que tiene lugar después de un periodo cósmico en el que numerosos mundos han aparecido y desaparecido. Aquí, también, comienza un nuevo Kalpa y la creación, que durante un tiempo estaba latente, vuelve a comenzar con renovado vigor y todo se despliega de nuevo.

    De esta forma la rueda continúa girando, acarreando nacimiento y muerte en momentos precisos. Las formas, por tanto, no pueden fundirse completamente en estas cuatro primeras disoluciones. La disolución a través del pensamiento discriminador es muy poderosa y por completo única. En este tipo de disolución, no solo el cuerpo se disuelve mientras que vive, sino que después de la muerte y de la disolución final no vuelve a renacer.

    Supongamos que hay una serpiente de caucho tirada por el suelo. Mientras que ignoremos que se trata de un objeto de caucho, el miedo a la serpiente continuará aunque cerremos los ojos o sea encerrada en un cesto. Si intentamos hacer desaparecer la serpiente y es de nuevo lanzada bajo nuestros ojos, aún estaremos llenos de temor. Para intentar que la serpiente desaparezca de su vista, el hombre duerme con un sueño profundo, pero cuando se despierta, la serpiente aparece. Puede emborracharse o perder la consciencia bajo el efecto de un narcótico, pero la serpiente vuelve a tomar vida en cuanto el efecto del alcohol o del narcótico desaparece.

    El ejemplo muestra que todas estas tentativas de suprimir el miedo a la serpiente no tienen más que un efecto temporal. ¿Cómo puede el hombre liberarse definitivamente de este miedo? Solo hay una manera: saber de una vez por todas que la serpiente es de caucho. Cuando sabemos eso, ya nunca más tendremos miedo, aunque veamos la serpiente o alguien la utilice para asustarnos. De igual manera, cuando el ser humano sabe lo que realmente es su cuerpo, la arrogancia y el sentido de posesión, que le apegaba a él, desaparecen y la renunciación se logra automáticamente. Es lo que se llama la disolución a través de la discriminación. El que muere sabiendo esto se libera del ciclo de nacimiento y muerte, pero es evidente, que quien muere sin haberlo reflexionado, muere para renacer de nuevo.

    Así, gracias a la disolución a través de la discriminación, el objeto es percibido como algo insignificante, ya esté presente o ausente, mientras que en los otros tipos de disolución, el objeto se percibe siempre como existente, incluso cuando no es visto. Samartha Ramdas afirma de esta forma, que solo la discriminación permite al hombre realizarse.

    Todavía no hemos encontrado el rastro del “yo”, aunque hayamos utilizado un método discriminador para estudiar el cuerpo. Ahora utilizaremos el mismo método para intentar encontrarlo dentro del cuerpo sutil y ver así, si este usurpador llamado “yo” se encuentra en él.

    Primero veamos lo que es el cuerpo sutil. Este cuerpo contiene un alto comité compuesto por diecisiete miembros, los cinco sentidos utilizados para la acción, los cinco utilizados para adquirir conocimiento, los cinco soplos vitales (Pranas), el mental y el intelecto. Todas las ordenes de este comité son ejecutadas por los obreros del comité de trabajo, que constituye el cuerpo físico. El cuerpo sutil dirige de esta forma un dominio muy amplio y es posible que podamos detectar el “yo” en este cuerpo, pues está ávido de poder. Cuando comenzamos nuestra búsqueda, constatamos que, también aquí, este “yo” ha puesto su sello “mío”. Todo lo que encontramos en él, también es llamado “mis” sentidos, “mis” Pranas, “mi” intelecto. Sin embargo, no escuchamos en él “yo soy  el intelecto”. Aquí también el “yo” se pavonea de ser el propietario, pero él permanece invisible.

    Así, según el principio: “no puede haber nada que llame mío allí donde “yo” no estoy presente”. El cuerpo sutil o sus miembros: los sentidos, los Pranas, el mental o el intelecto, no pueden ser “yo”. Sin embargo, hay una objeción a este principio: “allí donde yo no estoy, no hay nada que llame mío”. Por ejemplo, el rey Georges V no está presente en Sholapur, pero ¿quiere decir eso que Sholapur no le pertenece? Existe, en efecto, un hombre llamado Georges V y sus propiedades pueden situarse en diferentes lugares donde él no vive. Sin embargo, este “yo” es una no-entidad y por tanto, igual que Gomaji Ganesh del pueblo de Andheri, imperio de la ignorancia, pretende ser él quien manda aquí. El “yo” que no existe no puede encontrarse allá, entonces ¿cómo permanecerá el sentido de posesión en el cuerpo sutil?

    El cuerpo sutil es como una envoltura fina y sedosa de cinco principios. Aunque sea difícil deshacer un nudo de seda a través del pensamiento, debemos esforzarnos en deshacerlo. Cuando se han deshecho los lazos, la renuncia a este cuerpo se efectúa automáticamente. El cuerpo sutil, que de la naturaleza del deseo, es la semilla del nacimiento y de la muerte, pero si esta semilla es pasada por el fuego del conocimiento, aunque parezca intacta, ya no podrá germinar.

    En este grado puede surgir una duda: si se renuncia al cuerpo sutil y al cuerpo físico, y si el sentido del “yo” y del “mío” desaparecen también, podríamos volvernos inactivos o faltarnos eficacia en la acción. Podemos disipar esta duda. Supongamos que alguien encierra con llave un objeto pensando que es de oro, el día que se da cuenta que es de cobre, puede decidir, indiferentemente, dejarlo en el cofre o sacarlo de él, pues el apego al objeto ha desaparecido. No perderemos nada si el apego al cuerpo desaparece. El discípulo que alcanza este nivel de convicción y conoce el éxtasis de Brahmananda (el gozo divino) no se preocupa por su cuerpo. Un día el santo Kabir fue mordido en la pantorrilla por un perro, él simplemente dijo: ¡o el perro sabe, o la carne sabe, todo es posible! ¿Qué podían pensar la gente al escuchar eso? El discípulo puede imaginarse qué grado de renuncia ha podido alcanzar el santo Kabir. Aunque esto sucedió a Kabir o a Toukaram (cuando perdió todos los suyos), la experiencia de tal éxtasis, quizás, no os sea otorgada y si la gracia divina os la concede, puede que digáis: “¿Qué vale el mundo después de todo?” Y nunca haréis preguntas inútiles del género: “¿Será mantenida mi casa como debe de ser mantenida?”. Más bien diréis con indiferencia: “Lo que debe de suceder sucede”.

    Sin embargo, el discípulo que no tiene más que una comprensión intelectual (lo cual es más fácil que tener la experiencia del Sí), puede preguntarse: “¿Se pueden realizar los deberes del mundo cuando se ha alcanzado el conocimiento de sí mismo y cuando se ha abandonado el sentido de posesión del cuerpo y del mental?”. Para tranquilizarlo, el Maestro le responde: “Querido discípulo, después de haber percibido la futilidad del cuerpo y del mental, se puede tener un hogar e hijos sin introducir en ellos el ego. Podemos ocuparnos muy bien del hogar y realizar con diligencia todas las tareas necesarias que efectuábamos antes”.

    Por ejemplo, mirad como se comporta la nodriza de un pequeño huérfano. Ella lo alimenta, lo pasea, lo consuela cuando llora y lo cura cuando está enfermo, exactamente igual que si fuera su madre. Si ella ama al niño, lo abraza incluso con amor. Ella hace su trabajo sin ni siquiera tener la impresión de que el niño no es el suyo. Pero si el tutor del niño, a pesar de todo lo que ella hace por este, la despacha, ella hace sus maletas enseguida y abandona la casa. En el momento de marcharse, poco le importa si el niño engorda o muere de una enfermedad cualquiera, pues ella no tiene ningún sentido de propiedad sobre él, pero tampoco se puede decir que ella no haya hecho bien su faena.

    Pongamos otro ejemplo: el de un administrador que controla la propiedad de una persona menor. Su sentido del “yo” o del “mío” no interviene en su gestión, no obstante, esta es eficaz. Poco le importa que la justicia decida que la propiedad ya no pertenece al menor, sino a otro, pues el único deber del administrador es la de regir la propiedad mientras que esté bajo su responsabilidad.

    Por tanto, para realizar debidamente las tareas, no es necesario que quién las efectúa haga intervenir el sentido de la posesión. Y en esto está incluido el cuerpo físico y el cuerpo sutil. Ellos constituyen una envoltura que pertenece a los cinco elementos y que es confiada al ser humano para que se cuide de ella. Igual que un administrador, debéis de cuidar de vuestra envoltura corporal lo mejor posible. Si no cumplís con vuestra responsabilidad, sufriréis las consecuencias y la salud de vuestro cuerpo y de vuestro espíritu se resentirá. El administrador y la nodriza abandonan sus tareas respectivas cuando deben de hacerlo y son pagados después, y si vosotros os cuidáis de vuestro cuerpo y vuestro espíritu, obtendréis el gozo de igual forma. Un cuerpo sano es útil en el camino espiritual, pero esta atención debe de efectuarse, sin embargo, sin el sentimiento de posesión. Que el cuerpo sea gordo o delgado, que viva o que muera, no aporta ni gozo ni pena a aquél que adopta esta actitud.

    Si el administrador de la propiedad del menor quiere apropiarse de esos bienes, que no le pertenecen, estafando al dueño, acabará por ser descubierto y deberá ir a prisión si no se suicida. En este caso, la identificación con el cuerpo quiere decir olvido del Si o ahogo del Si. La esperanza de la liberación se aleja si nos apegamos a la idea de que el cuerpo es el Si.

    Sin duda, que a través de la exposición que hemos hecho, habéis comprendido que las obligaciones y las acciones corrientes del cuerpo y del mental deben de ser realizadas debidamente y que no es necesario apropiarse del uno o del otro. El administrador, como la nodriza, cumplen con sus obligaciones de una forma completamente normal sin tener el sentido de posesión. De la misma manera, los deberes de un ser humano pueden ser efectuados sin mantener un sentimiento de posesión.

    El cuerpo causal
    Supongamos que perdemos el sentido de posesión del cuerpo físico y del cuerpo síquico y admitimos que la envoltura pertenece a un extraño, pero aún no conocemos la respuesta a la cuestión “¿Quién soy yo?” o “¿Dónde estoy?”. Prosigamos, pues, nuestra búsqueda analizando el cuerpo causal.

    ¿Qué ocurre? En el momento que penetramos en él nos encontramos en la obscuridad más completa. ¿Es posible que ese “yo” resida en este vacío? Parece claro que este sea su cuartel general y hay una cierta esperanza de encontrarlo aquí. ¡Vamos a intentarlo!

    El “yo” parece haber renunciado a su sentido de posesión, ya que no hay nada que pueda llamar “mío” en este lugar. Reina la más total tranquilidad. El “yo” que gritaba ruidosamente: “Yo, yo” en los otros dos cuerpos aparece aquí totalmente silencioso. Se diría que juega al escondite para no dejarse sorprender por quién lo busca. Parece que se atrinchera en la obscuridad dispuesto a desanimar al buscador para forzarlo a abandonar su búsqueda.

    “Queridos discípulos, no temáis. El Maestro está allí  dispuesto a guiaros con paso seguro en la obscuridad”. Numerosos son los eruditos que han dado media vuelta en este punto, abandonando así su búsqueda, pero vosotros no debéis de temer nada, pues vuestro guía es un “Samartha Sadguru”, es decir un Maestro todo poderoso, digno de confianza.

    Después de permanecer cierto tiempo en la obscuridad, ahora os habéis estabilizado en ese estado. De repente, escucháis  una voz que surge dulcemente: “Yo soy el testigo de este vacío”, entonces, vuestro ánimo crece instantáneamente, igual que la esperanza de atrapar al ladrón que está aquí, en alguna parte. El está aquí, más cerca o más lejos, pero está aquí, testigo del vacío. La búsqueda consiste ahora en observar con vigilancia y veremos como conseguirlo en nuestra próxima etapa.

    El “yo” observa desde el Mahakarana o cuerpo supra-causal, mucho más allá del cuerpo causal. ¡Eso es comprendido instantáneamente y el “yo” es tan feliz de encontrarse a sí mismo! ¿Quién puede describir esta alegría? Es en esta felicidad donde el “yo” clama “Pradnyananam Brahma”, “Aham Brahmasmi”, yo soy el Brahman, la esencia de todo.

    El Brahman
    Aquél que dice “yo” es el “Brahman omnipresente” cuya naturaleza es la consciencia “yo soy”, y es desbordante de felicidad. Cuándo se establece esta certidumbre, afluyen ondas de gozo y cuando esta felicidad disminuye, ¡mirad el milagro que se produce! Después de una madura reflexión, comprendo que yo no soy ni siquiera de la naturaleza de la consciencia/conocimiento y, igual que me envuelve la ignorancia y la consciencia me recubre, yo no he nacido con la ignorancia o la consciencia. Ellas han llegado cuando el “yo” se ha vuelto “yo” y este orden sucesivo parece mostrar que es el “yo” quién las ha creado. Esta consciencia es, pues, mi hija y “yo” soy su padre y como tal soy otro que esta consciencia.

    Después de estas reflexiones, “Aham Brahmasmi” del cuerpo supra-causal comienza, también, a disminuir y acaba incluso por desaparecer. Estaba absolutamente desnudo, eso es seguro. No podemos describir quién este “yo”, ni como es él. Si queréis una descripción del “yo” que se encuentra aquí, podéis pronunciar cualquier palabra del diccionario y yo diría “No es esto, no es eso”, sino que es lo que ilumina esto y eso. Si no comprendéis, olvidad las palabras y abismaros en el silencio profundo con el fin de encontrar quién es “yo soy”.

    Capítulo III

    INVESTIGACION DETALLADA DE LOS CUATRO CUERPOS

    Durante la búsqueda del “yo”, hemos examinado los cuatro cuerpos, pero no hemos podido encontrar ni rastro de él. En efecto, el “yo”, silenciosamente, ha desaparecido más allá de los “cuatro cuerpos”, allí en donde ni siquiera existe la noción de “yo” o de “tú”. Sin embargo, no será sumergiéndonos en el silencio cómo obtendremos resultados.

      En la exposición que hemos hecho hasta aquí, los cuatro cuerpos (físico, sutil, causal y supra-causal) han sido descritos de forma superficial, y ahora, es necesario estudiar detalladamente todos sus aspectos. Mientras que el discípulo no haya comprendido bien y no haya integrado esta comprensión, no podrá alcanzar el silencio profundo. Recordemos bien que estos cuatro cuerpos son etapas que hay que franquear para alcanzar la quinta, “Nihshabda” (Silencio, donde la palabra se vuelve silencio).

    Quién avanza paso a paso, puede alcanzar la meta del viaje, pero si se salta un peldaño y pasa al siguiente, corre el riesgo de perder el equilibrio y caer hacia atrás. Así pues, solo cuando el primer cuerpo haya sido totalmente comprendido, es cuando el discípulo podrá ver lo que es el siguiente, ya que si sube los peldaños muy deprisa, caerá en la confusión. Siendo el mismo estado en el sueño profundo y el samadhi[9], o en la ignorancia y el conocimiento, la verdadera diferencia no será percibida en medio de todo este caos y el discípulo podría confundir el sueño profundo con el samadhi y la ignorancia con el conocimiento. Hay una similitud entre un trompo en reposo y un trompo que parece inmóvil debido a la velocidad, igual que entre la obscuridad total y el efecto cegador causado por una luz intensa. A pesar de la similitud de su apariencia, hay una gran diferencia entre estos dos estados, por eso es necesario ir paso a paso, para evitar toda confusión.

    Ahora, sería prudente llamar la atención del discípulo sobre otro punto. Se trata de quitar las dudas, que las aparentes contradicciones del método de exposición adoptado por las Escrituras, podrían suscitar en su espíritu.

    Primero examinemos el método adoptado por las Escrituras. Para explicar un punto al discípulo, se le describe insistiendo sobre su importancia, luego se le dice que si él lo comprende bien, recogerá el fruto. Antes de pasar al punto siguiente, se le remarca la futilidad del punto que había comprendido. Entonces se le explica la gran importancia del siguiente punto. La lógica de este método reside en el principio de que no se experimenta ninguna atracción sobre algo, si primero no se señala su importancia y si no se entrevé la tentación de una recompensa. Una vez asimilado el punto, se expone su futilidad de la misma forma y el discípulo renuncia a él automáticamente, deseoso de conocer la siguiente etapa.

    La Shruti[10] (Vedas) tiene en consideración la sicología del discípulo y primero lo incita a trabajar por su subsistencia, diciéndole que esta es “Brahman”. Le da tiempo de cuidar de su cuerpo, insistiendo en el hecho de que el mismo cuerpo físico es “Brahman”. Ella precisa después, que sea cual sea el gozo que atraviesa al cuerpo físico, de hecho es el cuerpo sutil quien lo saborea. Este cuerpo grosero no es más que un cadáver, y un cadáver no puede gozar de nada si no contiene el cuerpo sutil. Así se demuestra la futilidad del cuerpo físico.

    Luego la Shruti da importancia al cuerpo sutil: la mente, el intelecto, la energía vital son Brahman. Después viene el cuerpo causal, más denso y más grande, que absorbe al mismo cuerpo sutil. El cuerpo causal es glorificado en tanto que Brahman, y la Shruti dice al discípulo: “Tú mismo te has vuelto el cuerpo causal”. Siendo el cuerpo causal la ignorancia original, la oscuridad total, el discípulo es forzado a continuar hacia el cuerpo supra-causal, al conocimiento del Si (Âtman), de donde emana la voz que dice: “Yo soy el testigo”.

    Después de haber desechado cada cuerpo, la Shruti afirma que todo es Brahman, pero para explicar al inalterable Brahman, Ella finge ignorancia y repite esta frase: “Ni esto, ni eso”. Lo que no es la ignorancia, es Brahman, lo que no es el conocimiento, es Brahman. Procediendo negativamente, la Shruti describe a Brahman como “Eso”, que está más allá de los cuatros cuerpos.

    Su principio es, pues, el siguiente: cuando se dice que el uno es más grande que el otro, eso no significa que es “el” más grande. Por ejemplo, si comparamos una aguja de coser sacos de Yute con una aguja ordinaria, podemos decir que es más grande, pero no puede ser más grande que una barrena utilizada para sondear el suelo… Las cualidades como “grande” o “pequeño” no son inherentes a la cosa, pues les son impuestas al compararlas con otras cosas. La misma regla se aplica aquí. Después de haber descrito cada estado como siendo Brahman, teniendo el siguiente más importancia que el precedente, el principio consiste en decir que ninguno de ellos puede ser “el” Brahman, y que Parabrahman[11] es absolutamente único.

    Guardando este razonamiento en el espíritu, debemos comprender claramente lo que se puede describir como siendo “Brahman”, por qué se le puede describir así y hasta dónde se le puede describir. Y por fin, por qué se puede afirmar que el Brahman es esto, para negarlo después.

    Por ejemplo, a aquél que quiere cocinar arroz, se le dice que primero encienda el fuego debajo del recipiente que lo contiene, y luego que lo apague después de un cierto tiempo. El debutante puede asombrarse con esta contradicción, pero el maestro le explica que el fuego es necesario hasta que el arroz está cocido, pero que después hay que apagarlo si no se quiere que se vuelva carbón. Por esta razón es por lo que se practica un método solo hasta que el resultado es alcanzado, bajo pena de agotarse y no alcanzar nada. Así cuando el cuerpo sutil es llamado Brahman, comprendemos dónde reside la importancia de este cuerpo, luego pierde su valor en tanto que Brahman y la búsqueda de la siguiente etapa se muestra, entonces, necesaria. El precio que hay que pagar para obtener resultados no esta ligado forzosamente con el valor exacto de la cosa.

    El ser humano está enfrentado al sufrimiento, porque ha olvidado su verdadera naturaleza. Debe de liberarse de esta calamidad. Prisionero de un cocodrilo, puede escaparse adulándolo, diciéndole, por ejemplo, que su espalda es dulce, etc., pero ¿quiere decir eso que su espalda es realmente dulce? De igual manera, es solo para liberarse del dominio de los cuatro cuerpos, por lo que son llamados Brahman durante cierto tiempo. Guardando este razonamiento en el espíritu, vamos a describir los cuatro cuerpos.

    La naturaleza del cuerpo físico o grosero es bien conocida. Es una masa de carne y de sangre que se puede tocar. Todo el mundo lo conoce y lo utiliza. El cuerpo físico es “yo”, las pasiones y los deseos que atraviesan este cuerpo son “míos”. El color de este cuerpo, las etapas de la infancia, de la juventud y de la vejez “me” pertenecen. Lo que rodea a este cuerpo, la casta, la religión, la casa, los bienes y las riquezas también son “mías”. Cada ser humano ha aprendido esta lección en el curso de numerosas vidas y se la conoce de memoria. De hecho, esto está tan anclado en él, que incluso en sueños os diría que es fulano o mengano. Por tanto no es necesario repetírselo, pues está profundamente anclado en él. Todo ser humano está sólidamente arraigado en el plano del cuerpo físico. El estado de este cuerpo es el de “vigilia”, compartido entre olvido y memoria. La cualidad “rajas guna[12]” predomina en este cuerpo. Esta explicación debe de ser suficiente para la comprensión del cuerpo físico.

    Pasemos ahora a la etapa siguiente, es decir al cuerpo sutil. Es un conjunto compuesto por los sentidos, la mente, el intelecto, el soplo vital(Prana) y el ego o Antahkarana, el cual crea un falso mundo mental cuando el mundo desaparece al cerrar los ojos. Profundizando en el tema, nos damos cuenta hasta qué punto el cuerpo sutil es algo extraño. Todos los movimientos del cuerpo físico son comandados por el cuerpo sutil que produce toda clase de informaciones contradictorias. Oscila sin parar entre la determinación(sankalpa) y la duda(vikalpa), su estado es el del sueño. La memoria continua es el signo del cuerpo sutil y la cualidad “sattva guna[13]” predomina en este cuerpo.

  • Crow

    Después de haber sido introducido en este nivel, el discípulo se identifica con el cuerpo sutil. Cuando un pie se ha apoyado en un escalón, el otro pie puede dejar el anterior, así el cuerpo físico es abandonado y el discípulo debe desapegarse de él. Cuando salimos de los límites de un país, franqueamos la frontera de otro país y nos movemos por este nuevo país dejando detrás el otro. De igual manera, para comprender esta nueva etapa del cuerpo sutil, es imprescindible dejar atrás el cuerpo físico o grosero.

    Esta tarea no es tan fácil como parece, ya que para franquear todas estas etapas, el ser humano solo dispone de dos soportes. El primero es el del aprendizaje y el segundo, la puesta en práctica de lo que ha aprendido. Pasar del cuerpo físico al cuerpo sutil significa “transcender” el cuerpo físico. Cuando se abandona la identificación al pequeño cuerpo físico, se toma posesión del cuerpo sutil, y es, solo entonces, cuando el cuerpo sutil es aceptado como “yo”. Este “yo” ya no mantiene una relación con el cuerpo físico y las variantes que afectan a este último ya no son “mías”. Ninguna cualidad del cuerpo físico me pertenece, pues yo soy el cuerpo sutil.

    “Yo” soy la mente y el intelecto. Si el discípulo profundiza en esto, se establece firmemente en la segunda etapa y pierde todo sentimiento de propiedad hacia su cuerpo físico, entonces se vuelve indiferente al estado de este cuerpo y de sus condicionantes.

    La tercera etapa es el cuerpo causal o ignorancia, es un estado de puro olvido, su cualidad es “tamas[14]”. En este estado no existe el pensamiento de bienestar, ni siquiera el del cuerpo físico ni del sutil, no hay conocimiento de ninguna cosa. Así es el cuerpo causal, es un estado parecido al sueño profundo(sin sueños) pero que no es el sueño profundo. Es importante comprender este estado. Los que han experimentado el principio “cero” del cuerpo causal (donde no existe nada, que es puro vacío) regresan después de haber alcanzado este punto diciendo: “Más lejos de esto no existe nada”. Desde el punto de vista de los filósofos occidentales, se trata del estado de “lo incognoscible”. Este estado sin pensamientos, ni deseos, libre de toda duda es el “samadhi[15]” y “Nirvikalpa[16] Brahman” (el Brahman sin atributos), pero cuando este vacío es alcanzado, existe el riesgo de ilusionarse y decir: “Hoy he comprendido a Brahman”.

    El estado de vacío o de puro olvido es ese intervalo entre dos pensamientos, justo antes de que un nuevo pensamiento aparezca, o ese intersticio entre el estado de vigilia y de sueño profundo. Este estado de “estar totalmente en blanco, sin recuerdo” es llamado “Anandamayakosha[17]” por la Escrituras. En el estado del cuerpo causal, la lucha, la confusión y el flujo incesante de los pensamientos han desaparecido. Comparando este cuerpo con los otros dos, la paz predomina en él y el discípulo se sumerge en el gozo, pero no debe de olvidar que no es la paz última, la plenitud real. El cuerpo causal es el estado natural de los dioses, de los demonios y de los seres humanos y su característica principal es el vacío, el olvido total. El sueño profundo sin sueños solo se da cuando hay “olvido”, y si decimos: “He dormido, pero puedo recordar algo”, eso es lo mismo que decir: “No he dormido”, pues estar en sueño profundo significa no recordar nada. “Dormir” estando en estado de vigilia, quiere decir entrar dentro del cuerpo causal, que es el estado natural del hombre. No “saber” nada es este estado.

    Ni los mismísimos grandes eruditos comprenden la naturaleza humana y aun menos la naturaleza divina. Para explicar este estado vamos a estudiar este intervalo o pausa. Si existe alguna cosa difícil, es el establecerse bien en este estado de “vacío”, “de olvido total”; el discípulo deberá hacer un gran esfuerzo para llegar a él. En el intervalo entre dos estados, no hay otra cosa más que la “consciencia pura”. En el estado de “Mouni” (hombre silencioso) la palabra no aparece, y si surge es sin su significación; no hace más que insinuarse. Cuando la palabra aparece y se le autoriza a imprimir su sentido en el corazón, nace el mundo. Si se la deja pasar sin permitirle que imprima su sentido en la mente, significa la supresión del mundo. Cuando la mente ya no es alimentada por la palabra, no queda más que la pura energía de la consciencia y la experiencia continua de este estado es lo que se llama “el estado de silencio”.

    El discípulo que ha puesto el pie en el peldaño de la tercera etapa, después de haber franqueado la primera y la segunda, siempre tiene la impresión de que es un estado de puro vacío, aunque se le haya dicho que es el estado de la pura consciencia. Tomando este “vacío” por el Brahman, es incapaz de ser el testigo de este vacío, pero se dirige hacia la cuarta etapa y si se vuelve para ver la tercera, no verá nada. Se preguntará cómo su Maestro ha podido guiarle hacia una etapa que no existe. De hecho cuando la pura consciencia es conocida, no puede existir señal de lo que se llama ignorancia. No se puede comprender lo que es el estado del olvido total, pues en él, no aparece ninguna modificación en el mental, salvo el de la pura consciencia.

    La consciencia o conocimiento se presenta al discípulo de dos maneras. La primera ocurre cuando un objeto se presenta en la consciencia, es la consciencia objetiva. En el segundo caso, no se presenta ningún objeto en la consciencia, entonces se trata de la “pura consciencia”. Estas son las dos modificaciones mentales que se presentan al discípulo y de su punto de vista, la palabra “ignorancia” o “vacío” no tiene sentido. El olvido total no puede existir para él, ya que todo lo que es, es consciencia, que puede ser con o sin objeto. Presentar el estado del cuerpo causal como siendo ignorancia, vacío, estado de olvido total en donde nada puede captarse, es el hecho de la pura consciencia.

    Para explicar a sus alumnos, que un punto no tiene ni longitud ni espesor, el profesor pinta con una tiza en la pizarra un punto, que tiene longitud y espesor. Y esto aquí es igual, y si no se procede de esta forma, la próxima etapa no puede ser explicada. ¿Se puede proceder de otra forma? El discípulo debe de tener una gran fe en su Maestro y aceptar totalmente que existe un estado de puro olvido, debe proseguir sin descanso su práctica y aprender a olvidar todas las cosas. El cuerpo causal es la causa de los dos primeros.

    En un escenario de teatro, hay un telón sobre un costado por donde los actores aparecen y desaparecen. El estado natural del hombre es parecido a este bastidor, es el estado de olvido total, de ignorancia. La memoria surge de detrás del telón y luego desaparece. Cuando decimos que habíamos olvidado una cosa justo antes de recordarla, significa que esa cosa estaba en el estado de olvido total, y luego emerge de este mismo estado. Inversamente, cuando decimos que hemos olvidado alguna cosa, eso quiere decir que la cosa que estaba en la memoria ha desaparecido en el bastidor del olvido. La aparición y desaparición de todas las ideas está en la matriz de este puro olvido que es uno. Es el campo común a todos los seres humanos. Todos se llaman ignorantes a causa de este estado de olvido, también se esfuerzan por sacar algunos conocimientos. Pero la mayoría de estos infortunados se dirigen hacia los conocimientos “mundanos”, y pasan de esta forma por alto el conocimiento de su verdadera naturaleza.

    Es por esta razón por lo que el Maestro dice a su discípulo: “Querido discípulo, tú no eres ni el cuerpo físico, ni el cuerpo sutil, identifícate al cuerpo causal”. El discípulo debe de sumergirse en este estado de olvido. Esto significa: “Yo no soy el cuerpo físico, ni siquiera el cuerpo sutil, por tanto todos estos sueños y estas dudas, que nacen con su contacto, no residen en mí, yo soy puro olvido, desnudo de todo concepto. El nacimiento y la muerte del cuerpo, la miseria y la tentación, el placer y la dulzura, e incluso el hambre y la sed, que brotan de la fuerza vital, nada de eso me puede alcanzar. Las nociones de honor y deshonor pertenecen al mental, el color de la piel al cuerpo, yo soy no-apegado. Nada puede apegarse a mí, yo soy puro Olvido”. Cuando esto está firmemente establecido en el corazón, el estado de puro olvido, libre de todo concepto y apego, se vuelve nuestra propia naturaleza despojada de todas las cualidades de los cuerpos físico y sutil. Por medio de esta práctica mental, el discípulo franquea la tercera etapa y entonces puede pisar el siguiente escalón que es el Mahakarana[18], o cuerpo supra-causal.

    Antes de ir más lejos, debemos precisar, que a pesar de su parecido con el sueño profundo, el cuerpo causal difiere de este. En el sueño profundo, todos los sentidos están en reposo, con la consecuente ausencia de los objetos. Todo ser disfruta de la felicidad de su propia naturaleza en este estado, pero no conoce su verdadera naturaleza. Al despertar, resume su experiencia en esta frase: “He dormido tranquilamente, no tenía consciencia de nada”. Así expresa la felicidad de su propia naturaleza, pero también su ignorancia por el tema. Solamente revela el conocimiento de su ignorancia, pues el hecho de haber tenido la experiencia de su propia naturaleza, no quiere decir que la conozca.

    Un pobre, que ignora haber heredado un tesoro, continúa mendigando su subsistencia, pues para él ese tesoro no existe. De la misma forma, cada ser humano sale y entra en su propia naturaleza, penetra en ella profundamente y tiene la experiencia de la felicidad, pero continúa ignorándola. Por esta razón el sueño profundo no puede ser un medio de conocimiento del Si. En sueño profundo el discípulo no tiene posibilidad de estudiar este estado, mientras que puede hacerlo en el estado del cuerpo causal.

    Estudiar el puro olvido significa disfrutar del estado de sueño profundo estando en vigilia. El Maestro enseña cómo llegar a esto. No es más que naciendo dentro de su especie que se puede comprender cómo el pez puede dormir en el agua, o por qué no le molesta el agua que entra en sus ojos. De igual manera, ¿cómo se puede disfrutar del estado de sueño profundo estando despierto? Esto solo es comprendido cuando uno se vuelve un verdadero “Guru Pitra” o hijo del Maestro.

    El cuerpo causal no es otra cosa que el sueño profundo. Pero lo que hemos descrito es el silencio interior, creado conscientemente durante el estado de vigilia. No es el sueño profundo que viene inconscientemente, pues en este último nada puede ser conocido. En el estado de puro olvido que es cultivado conscientemente, la naturaleza del Si es conocida. Esta es la diferencia entre el sueño profundo y el Samadhi.

    Aunque se sepa que el puro olvido no es más que el puro olvido y que nada puede ser conocido en este estado, el hecho de que el conocimiento (la consciencia) permanezca después que todo sea olvidado, no puede ser comprendido más que después del estudio de este “puro olvido”. Este estado es absolutamente real. El sueño profundo y el puro olvido son los dos el resultado de Tamas Guna (olvido, tinieblas, ignorancia).

    El análisis del carbón y del diamante revela que los dos están compuestos por carbono. Aunque eso sea cierto, no es necesario decir que existe una gran diferencia entre su valor respectivo. Si están hechos de la misma materia, ¿por qué el diamante brilla, mientras que el carbón no tiene brillo y es negro? Eso se debe a las diferentes proporciones del mismo componente: el carbono. De la misma manera, entre el sueño profundo y el estado de puro olvido, es la proporción de ignorancia la que marca la diferencia, densa en el sueño profundo y débil en el estado de puro olvido. En el momento que la profundidad del sueño profundo disminuye, se produce el despertar a la vigilia, pero el hombre, que sale del sueño profundo, aun se encuentra dentro de las brumas del sueño profundo. Este estado es el resultado del sueño profundo que se vuelve cada vez más superficial mientras que el despertar a la vigilia emerge. El sueño profundo es como una espesa cortina negra que recubre la luz del Si, mientras que el cuerpo causal o estado de puro olvido que examinamos, es un ligero velo transparente. La beatitud es la misma en el sueño profundo y en el cuerpo causal (estado de puro olvido), pero desde el punto de vista del conocimiento de su naturaleza, el sueño profundo es tan inútil como una relación sexual con una mujer estéril. El estudio de Anandamayakosha, o envoltura de beatitud, bajo la forma del estado de puro olvido, procura un gozo intenso, siendo esto un signo que anuncia el conocimiento de su propia naturaleza.

    Vamos a estudiar el Mahakarana o cuerpo supra-causal que viene después del estudio del puro olvido, pero antes se muestra necesaria una precisión para los discípulos que siguen la vía trazada por Bhausaheb Maharaj[19]. En este grado puede surgir en ellos una duda, pues si el estudio del cuerpo causal significa el olvido de todas las cosas, ¿quiere decir eso que hay que olvidar también la Mantra dada por el Maestro? ¿E igualmente abandonar las formas y los colores visualizados por el Maestro? En efecto, incluso esto debe de olvidarse, pues el discípulo deberá de asegurarse, de ahora en adelante, que toda agitación mental ha cesado completamente. Concentrándose sobre la punta de la nariz, los ojos semicerrados, nada debe de aparecer a parte de la encantación, de los colores y las formas visualizadas en la meditación. Una vez establecido completamente en este estado, es verdad que incluso esto debe de ser olvidado. Cuando la casa ha sido limpiada, no continuáis con la escoba en la mano, también debéis dejarla. Es como disciplina que el Maestro da una Mantra al discípulo. Le da un útil bajo la forma de mantra, para limpiar la suciedad, que son la duda y la inquietud, los sueños y los conceptos acumulados en el cuerpo y la mente, vida tras vida. Así vemos hasta dónde se debe de conservar el útil y cuando es preciso abandonarlo.

    Veamos ahora qué es el cuerpo Mahakarana o cuerpo supra-causal, el padre de los otros tres cuerpos.

    El rey Janaka[20] (creador, productor) era Videhi, que quiere decir sin cuerpo. Tenía una hija llamada Janaki (conocimiento). En nuestra mitología, el rey Janaka representa el cuerpo supra-causal, que es un estado de consciencia sin el cuerpo, a pesar del hecho que el cuerpo todavía existe. Es el estado de consciencia del cuerpo Mahakarana. Este es el rey Janaka. Janaki, la facultad de conocer, es creada. Aunque sea llamado cuerpo Mahakarana, si se lo compara con los otros tres cuerpos, se trata de un estado sin cuerpo, pues no tiene atributos y es no condicionado. El cuerpo supra-causal es el conocimiento o consciencia, pero eso no quiere decir que esté ausente en los otros tres cuerpos.

    La consciencia es la misma, esté perturbada o serena, siempre es pura, sea cual sea su condición, incluso cuando está totalmente sumergida en la zona pantanosa de la consciencia objetiva. La consciencia es “una”, sea cual sea su estado o condición, pero dentro de los tres cuerpos, es considerada como algo alterado o como consciencia objetiva condicionada. El cuerpo supra-causal es el estado de equilibrio referente a las cualidades (gunas), es la experiencia de la pura consciencia.

    La consciencia es una, en la ecuanimidad o en la confusión, pero un ser inexperimentado, que se identifica a los condicionamientos, verá diferencias y separaciones dentro de la misma consciencia. La dulzura de un laddú, de un jilebi o de un basundi (diferentes dulces hindús) no es debida más que al azúcar, pero a causa de su forma diferente decimos, “el laddú es dulce”, “el jibeli es dulce” y “el basundi es dulce”. Si el azúcar no es mezclado a ningún ingrediente deberemos decir sin embargo “el azúcar es dulce”. Pero si damos a alguien un laddú para hacerle descubrir lo que es el azúcar, no podrá conocer la verdadera naturaleza del azúcar. Solo la podrá conocer si prueba el azúcar puro.

    En todos los otros estados, la consciencia siempre está condicionada, no puede ser experimentada en su estado original, mientras que la consciencia del cuerpo supra-causal brilla en su pura naturaleza. Por esta razón el discípulo debe de ser conducido hasta el cuerpo supra-causal. Una vez conocida la pura consciencia, aunque esté mezclada con otros tipos de consciencias objetivas, el discípulo sabrá discernir y no le vendrá a la mente que existe una entidad llamada mundo separada de la consciencia del Si.

    Mientras que cada estado aparece y desaparece, el testigo de este estado nunca ha aparecido y nunca desaparece. El testigo de la infancia, de la juventud y de la vejez del cuerpo físico ha sido quien ha examinado todos los sueños y dudas del cuerpo sutil. El mismo testigo también ha visto el cuerpo causal, donde no existen sueños ni dudas. Aquél que ha sido testigo de todos estos cuerpos (o envolturas), está despierto siempre.

    Una mujer tenía la extraña particularidad de dar a luz hijos que morían siempre antes de haber podido conocer a su madre. Nunca veían la cara de un hermano o de una hermana, pues ya estaban muertos. Ella tuvo varios hijos que morían todos de la misma manera. La mujer era siempre la misma después de haber enterrado a sus hijos. Ni uno solo de ellos había podido ver la cara de otro, pero la madre había visto la cara de todos y se recordaba de cada uno de ellos. Los cuatro cuerpos han nacido del cuerpo supra-causal, bajo la forma de Mahamaya (o la gran ilusión) y ellos nunca ven la cara de los otros cuerpos ni la de su madre.

    Incluso cuando un estado penetra en otro, la consciencia, que viaja por todos, nunca es alterada. El cuerpo supra-causal es el hilo que mantiene todas las perlas del collar unidas, y aunque las perlas no se penetran unas a otra, el cuerpo supra-causal penetra todos los otros estados (vigilia, sueño y sueño profundo). En el cuerpo supra-causal el estado de consciencia es la llama del Si, la cual se descubre después de procurar que la misma ignorancia sea olvidada.

    Cuando la naturaleza de la consciencia testigo es conocida, el estado de ignorancia se desvanece completamente. Pero eso no quiere decir que la apariencia de lo que es visto, manifestado, desaparezca igualmente, solo cambia la actitud del discípulo. Gracias a su intensa búsqueda, experimenta todo lo que ve y todo lo que aparece en tanto que consciencia. En el momento en que comprendemos que la joya solo es oro, el objeto en si mismo no es destruido. De la misma forma, una vez que el Señor del universo es conocido, el universo no desaparece. A la luz de una lámpara la oscuridad se disipa, sin embargo no hace desaparecer los objetos ahora iluminados. La naturaleza de los objetos se revela con la luz. Mientras que nosotros percibimos y sentimos el mundo a ciegas en la oscuridad de la ignorancia, el Maestro ilumina nuestra visión y, cuando brota la llama del conocimiento en nuestro corazón, extiende su luz alrededor de ella y la oscuridad desaparece. El mundo permanece tal cual es, mientras que su verdadera naturaleza es desvelada. Después de haber adquirido el verdadero conocimiento, nuestro punto de vista sobre el mundo cambia.

    La percepción de un espejismo es diferente según el punto de vista de un hombre o de un ciervo. Cuando una roca es calentada por los rayos del sol, las ondulaciones del vapor que se elevan, parecen, para quien las observa, un arroyo de agua. Esta ilusión se llama espejismo. En Marathi el espejismo se llama mrugjala (el agua del ciervo). El ciervo, ilusionado por el espejismo del agua, se precipita para saciar su sed, creyendo que es verdaderamente agua. Cuando se da cuenta que no hay agua, queda decepcionado. Esta es la actitud del ciervo que toma como agua la apariencia de agua. Mientras que el hombre, comprendiendo que se trata de una espejismo, no le hace caso y por tanto no es decepcionado. Esto se debe al intelecto humano. Desde el punto de vista del sol el espejismo no existe. Entonces, ¿de dónde viene esta apariencia del espejismo?

    La actitud del hombre ordinario, la del aspirante y la del Siddha[21], u hombre liberado, son diferentes. El hombre ordinario no se entrega más que a las tareas prácticas, pues considera que el mundo es real. El aspirante, que realiza el conocimiento del Sí, ve el mundo como una ilusión, una apariencia, mientras que el hombre realizado, aquél que es uno con el Si y el Todo, no ve, en absoluto, el mundo[22].

    En la primera parte de la exposición, hemos estudiado los cuatro cuerpos, desde el cuerpo físico o grosero al cuerpo supra-causal. Entrando dentro del cuerpo supra-causal, el aspirante no puede ser llamado Siddha, aunque haya obtenido el conocimiento del Si, pues aun no es más que un sadhaka[23], solo un aspirante. El ser liberado reside más allá del cuerpo Mahakarana o supra-causal, dentro del campo de Vidjnana (Conocimiento de la Realidad). Este tema no lo vamos a tratar ahora, mejor vamos a estudiar el Mahakarana o cuerpo supra-causal de forma detallada.

    Hemos dicho que el cuerpo supra-causal es la supresión del estado de ignorancia, pero la ignorancia o el estado de puro olvido no existe más que en relación con el cuerpo físico y el cuerpo sutil, y por tanto, no tiene existencia propia. Su existencia relativa debe anularse por la adquisición del conocimiento, aunque sea ridículo decir que “lo que no existe” debe de ser destruido. Rama tiene un aro, Govinda no lo tiene, ¿acaso la ausencia de un aro denota la existencia de alguna cosa llamada aro? No. Exactamente de la misma manera, el estado de puro olvido, que no existe, solo ha aparecido en relación con el cuerpo físico y sutil, es, pues, un estado imaginado. Samartha Ramdas, en su obra monumental, “Dasbodh”, ha demostrado que “este estado de ignorancia bajo la forma de puro olvido es un estado en el que lo que no era se vuelve no-existente”.  ¿Existe verdaderamente el estado de conocimiento del Si? El testigo de la ausencia de los sueños y de las dudas, como en el estado de puro olvido y el que sabe que estos no existen, es Dnyanadeva, el Señor del conocimiento, el testigo de la disolución de las modificaciones de la consciencia. El preside el cuerpo supra-causal. Este conocimiento o consciencia observadora, no obstante, es un parásito de la pura naturaleza del Si, que no es más que un remedio para la ignorancia del cuerpo causal.

    En el momento que la consciencia observadora abandona el cuerpo y el estado causal, comienza a mirarse a si misma. La observación de su propio Si, no puede llamarse estado de testigo, ya que solamente cuando olvida su Si y ve alguna cosa diferente de él, que el observador puede ser llamado “testigo”. Cuando comienza a verse a él mismo, permanece en esta consciencia. Esta consciencia es de la naturaleza del Absoluto.

    En esta soledad, hay un gusto por repetirse “Aham Brahmasmi, Yo soy Brahman”, pero incluso esta consciencia con esta voz, que se eleva del interior, se encuentra presa y apegada al cuerpo supra-causal. Este “Aum” (Om) es la gran ilusión, Mahamaya, que pertenece a los tres gunas (los tres constituyentes de la naturaleza original) y para desembarazarse definitivamente de la gran ilusión, este murmullo debe de desaparecer también. “Yo soy Brahman”, esta clase de “Yo” sobrepuesto a la naturaleza del Sí (Yo o Âtman), realmente es la ausencia de ego o de un si separado, pues este “yo” sutil es parecido a una partícula de sal dentro de la leche y por tanto debe de ser suprimido.

    Tomar lo falso por lo verdadero es una actitud malsana, mientras que discernir lo verdadero de lo falso es la actitud justa. El cuerpo físico es “yo”, el cuerpo sutil es “yo”, y el cuerpo causal es también “yo”. Mientras que el hombre mantenga su ego en estos tres cuerpos, se trata de un orgullo malsano, pero cuando este conocimiento que considera “yo” es tenido como Brahman, puede ser llamado “sin ego”, porque este sentimiento de ser está dentro de la verdad. Esto es exacto, pero si la verdad canturrea sin cesar: soy verdad, soy verdad, entonces se eleva la duda sobre lo que él llama verdad. Si un brahmán[24] repite a alguien que le escucha: “¡Yo soy un brahmán, yo soy un brahmán!”. Aquél que lo escucha, pensará: “Si este hombre es un brahmán, ¿por qué lo repite tanto? Seguro que debe de ser de una casta inferior”.

    De la misma manera, la repetición de la fórmula “Yo soy Brahman”, parece demostrar, que esta consciencia del cuerpo supra-causal  no está liberada de la duda en cuanto a su propia naturaleza. Desde este punto de vista, incluso la memoria de “Yo soy Brahman”, que recuerda al hombre su Si, debe de ser borrada. La consciencia del cuerpo supra-causal, de esta manera, se estabilizará en un estado que no es ni la memoria ni el olvido. Entonces el aspirante estará en la naturaleza de la Pura Consciencia y de la pura felicidad.

    Si se la considera nuestra experiencia física cotidiana, estamos en un estado natural sin recuerdo ni olvido. Se puede hacer esta experiencia: “¿Me he olvidado de mí mismo?” o ¿me recuerdo de mí mismo? ¿Alguien ha intentado probar de esta forma su existencia? Nosotros no nos olvidamos de nosotros mismos nunca y tampoco es necesario acordarse de uno mismo. Estamos en este estado natural que está más allá de los estados de recuerdo y de olvido. Es nuestra verdadera naturaleza real. El recuerdo y el olvido siempre conciernen a algo que no es nosotros mismos. A partir de esta verdad, podemos decir que todo lo que es olvidado o recordado no es “yo”.

    Deberéis estar firmemente convencidos de que, lo que se puede recordar o lo que se puede olvidar, en absoluto sois vosotros mismos. Cuando no hay memoria ni olvido de uno mismo, sino solamente el hecho de ser Uno mismo, es lo que se llama “Iluminación de Si mismo”. No sois el cuerpo físico, tampoco el cuerpo sutil, ni el cuerpo causal, sois de la naturaleza de la consciencia del cuerpo supra-causal (el conocimiento “Yo soy”).

    Por el método de eliminación, que acabamos de ver, el aspirante ha adquirido la convicción de que su verdadera naturaleza es la pura consciencia “Yo soy”. Las Escrituras (Shruti) considerando los cuatro cuerpos, proceden ahora por deducción. Hasta aquí ha sido demostrado que no sois los tres cuerpos, y volviendo atrás, las Escrituras declaran que todo esto no eres tú y que toda apariencia visible, es decir el mundo, es el juego de tu consciencia.

    La demostración es la siguiente: una cosa producida es parecida a la cosa de donde proviene. Por ejemplo, el hielo siempre es agua, pero para aquél que mira superficialmente, el agua es líquida y el hielo es sólido. El agua no tiene forma, pero el hielo sí, sin embargo son una sola y misma cosa. El mundo y su Señor (Dios) son uno, es el mensaje de los Vedas. La tierra, el agua, el fuego (la luz), el aire, el cielo, parecen diferentes desde el punto de vista físico, pero eso es debido a sus diferentes combinaciones. Igual que el hielo al fundirse se vuelve agua, la tierra se disuelve en el agua, el agua se evapora con el calor o la luz, el calor(fuego) reside en el aire y se funde en el cielo hasta desaparecer en él. Debido a que el Si es la matriz de los cinco elementos, todos desaparecen en el Si. Si todos estos principios fueran diferentes, no se disolverían nunca el uno en el otro, pero ya que pueden ser disueltos sin que quede ningún residuo, los cinco elementos, el cuerpo físico y el cuerpo sutil, únicamente son el Si. El Si se manifiesta en una gran variedad de especies y de caracteres. Cuando un pintor pinta diferentes elementos como: un árbol, una vaca, un río, el cielo, Dios, los demonios y los seres humanos, todo está pintado con una sola y única cosa llamada pintura. De igual manera el espectro del mundo con su infinidad de variadas formas, no es otra cosa que la pura consciencia (el Si). Es la conclusión convincente del método deductivo.

    Aquí es preciso decir, que no es importante que se adopte el método de eliminación, el de la deducción o cualquier otro método que podría parecer contradictorio, pues la finalidad es la de dispensar el conocimiento del Si. Cuando los estudiantes resuelven un problema de matemáticas con métodos diferentes, solamente importa que la respuesta sea buena. Solo cuenta el resultado, el método es secundario. Las Escrituras (Shruti) han aceptado cualquier método que podría explicar al aspirante la naturaleza de su Si verdadero.

    Sin embargo, una dificultad aparece cuando se quiere probar la naturaleza idéntica del agua y del hielo, del mundo y de Dios, del oro y de la joya. A través del método de la deducción, aunque el oro y la joya tienen la misma naturaleza, hasta que el joyero no trabaje el oro, la joya no puede aparecer. El agua solo puede transformarse en hielo si hace frío. Aunque el mundo y Dios no son más que uno, el razonamiento presupone que ha habido una transformación de Dios y que se ha solidificado en tierra o que se ha fundido en agua, y que luego se ha vuelto fuego, étc. Esto supone que al principio Dios se ha vuelto los cinco elementos y que así se ha formado el mundo. Es el defecto del método deductivo y podemos levantar una crítica sobre este punto, pero Samartha Ramdas lo ha recusado con esta frase: “¡Oh hombre! ¿Por qué te interrogas sobre algo que no existe? El mundo no ha llegado a existir, mientras que solo el Absoluto (Parabrahman) existe”.

    Olvidarse de su Si es el nacimiento de Maya (Ma: no es, ya: que), “lo que no es” es algo que no existe. ¿Cómo describir esta mujer (Maya es de género femenino) que no existe? ¿El hijo de una mujer estéril es blanco o negro? ¿Qué edad tiene? ¿Cuál es su altura, su casta? Étc. ¿Cómo responder a estas preguntas?

    Para que un niño deje de llorar, se le dice: “Va a venir el coco”. Y se calma gracias al coco que no existe. Después le pregunta a su padre: “¿Cómo es el coco? ¿Tiene el hocico muy largo y los dientes muy grandes?”, étc. Entonces, él se ve forzado a explicar que su hocico es enorme y que sus pies llegan hasta las comarcas lejanas, étc. Se inventa todo lo que se le pasa por la cabeza, haciendo un retrato terrorífico del coco y diciendo al final: “¡Así más o menos es el coco, así que pórtate bien!” Esta clase de descripción es ideal para Maya, la ilusión. Maya, no-existente, existe y crea el mundo. Los Vedas han intentado explicar a los buscadores de verdad, según su capacidad de comprensión, cómo fue creado el mundo y de qué clase de ilusión se trata. En cierta manera las Escrituras han encontrado el origen de la ilusión y del mundo: “Esto se produce espontáneamente”.

    El razonamiento de deducción puede contradecir otra teoría. Pero en lugar de acusar a los Vedas de engaño, de decir una cosa a uno y otra cosa al otro, es más justo considerar que los Vedas han dispensado el conocimiento del Si a todos. Aspirantes y buscadores,  al utilizar el intelecto a través de sus propios filtros, se equivocan al tratar de la naturaleza real de este mundo, y los Vedas han barrido esta ilusión.

    Una madre dará gachas a uno de sus hijos, mientras que a otro, que sufre indigestión, le dará una torta hecha con otra clase de cereales. ¿Diremos que esta madre es injusta? Ella sabe el alimento que conviene a cada uno de sus hijos. Podemos decir la misma cosa de los métodos utilizados por los Vedas: métodos diferentes para aspirantes diferentes. Las diferencias son de orden intelectual, pero todos sufren de la idea de lo creado, de la manifestación (Sansara[25]), y de la idea de que el mundo ha sido creado. Para curar esta enfermedad, los Vedas han tenido que aplicar diferentes métodos, en función de la capacidad de comprensión de los aspirantes.

    La fiebre es un único y mismo síntoma, pero el médico con experiencia dará diferente tratamiento en función del estado físico del enfermo, buscando siempre la misma meta, que es el curar al enfermo. La meta es la misma, pero los medios para llegar a ella son diferentes. Un medicamento puede ser conveniente para un enfermo, pero no para otro que tenga una condición física diferente. De la misma manera, el conocimiento dispensado a un aspirante que tenga cierta cultura, no tendrá utilidad para otro que tenga una cultura más amplia o más pobre. No hay, pues ninguna falta en los métodos adoptados por las Escrituras, la falta se encuentra más bien en el mental del aspirante. La meta de la Madre Shruti es que todos sus hijos comprendan lo que es el conocimiento del Si. El aspirante debe, pues, abandonar su actitud crítica y realizarse a través del conocimiento del Si.

    Capítulo IV

    EXPLICACION DEL CUERPO SUPRA-CAUSAL (YO SOY) BAJO TODOS SUS ASPECTOS

    Hasta aquí hemos descrito los cuatro cuerpos y ahora vamos a ver como la consciencia los ilumina.

    Para captar un objeto desde el cuerpo físico (la vista), es necesario que los cuatros cuerpos estén presentes. Por ejemplo, si vemos un mango y sabemos que es un mango, el ojo físico, por si solo, no puede tener conocimiento de él. Detrás del ojo físico está el ojo sutil del intelecto que conoce el mango, pero este tampoco es suficiente, pues estos dos cuerpos deben de tener el soporte del cuerpo causal. Este cuerpo es el vacío, el espacio, la distancia étc, y para funcionar el intelecto tiene necesidad del espacio (vacío). Así pues, están el ojo, el intelecto y el cuerpo causal bajo la forma de espacio, pero si no está el “testigo” del cuerpo supra-causal para conectar todos estos estados, no puede haber conocimiento de nada.

    Así pues, para conocer los objetos, deben de estar presentes los cuatro cuerpos. Sin embargo no es necesario el cuerpo físico para conocer las modificaciones del cuerpo sutil (tales como la atracción o la repulsión), pues este conocimiento tiene necesidad del soporte del cuerpo causal y del supra-causal. El cuerpo físico y sutil tampoco son indispensables para que el conocimiento emerja del cuerpo causal, pues el soporte del cuerpo supra-causal le es indispensable. En efecto, el cuerpo sutil, es decir el mental, el intelecto, los sentidos y el soplo vital (Prana), no es de ninguna utilidad para el conocimiento del cuerpo causal, pues el campo del cuerpo causal es totalmente diferente y “nadie” puede entrar en él. Entonces, ¿cómo sería posible penetrar en el cuerpo supra-causal? El mental y el intelecto no pueden captar el cuerpo causal ni el cuerpo supra-causal, ya que están limitados al cuerpo sutil. El conocimiento del cuerpo supra-causal (Mahakarana) es autosuficiente y no espera ninguna ayuda de los otros cuerpos, este conocimiento es auto-luminoso.

    El ojo puede ver un objeto, pero el objeto no puede ver al ojo. Para ver el sol, no es necesaria una lámpara, de igual forma nadie puede ver al rey de la Consciencia-Conocimiento, que es el ojo del ojo. Prueba su existencia por su propia luz. Y aunque el ojo no puede verse a si mismo, el que tiene ojos no pone en duda que los tiene: en él hay la convicción de que ve porque tiene ojos. De la misma manera este conocimiento de si mismo debería subsistir en él, cuando observa todo lo que es otra cosa que él mismo. Si queremos ver nuestro ojo, necesitamos un espejo para que se refleje en él este ojo, pero este conocimiento del ojo no es más que el conocimiento de su reflejo. De hecho esta consciencia prueba su existencia siendo el testigo de todo lo que es diferente de ella. Ella no necesita ninguna otra prueba frente a esta evidencia.

    ¡Esta Consciencia-Conocimiento penetra todo y sin embargo permanece invisible para el ignorante para quien el cuerpo físico es lo más importante a sus ojos! Sin embargo, este cuerpo no es más que un granito en el océano, comparado con el cuerpo supra-causal. ¡Los caminos del mundo son tan extraños! Nos hemos acostumbrado, cuando miramos una cosa pequeña, a olvidarnos de la más grande, y hemos abandonado lo que se afirma por si mismo, para glorificar un artificio.

    Alabamos la luz eléctrica, pero no al sol. Cuando miramos una imagen olvidamos el muro en la que está puesta y si observamos el muro, olvidamos la casa. ¡Cuándo descubrimos objetos a plena luz, olvidamos la luz y cuando leemos las palabras sobre una hoja de papel, ya no somos conscientes del papel!

    Esto es lo que ocurre en este proceso: a pesar del hecho de que lo “Omnipenetrante” es infinitamente más grande, lo olvidamos cuando nuestra atención se focaliza en el objeto penetrado. El físico es penetrado por lo sutil y este es penetrado por el causal. El causal a su vez es penetrado por el supra-causal. El supra causal no puede ser “visto”, y por esto cada uno concentra su atención sobre el cuerpo físico. ¡Pero aquél, cuyo punto de vista se ensancha y se vuelve el “Omnipenetrante”, tiene entonces la revelación de esta verdad, de este conocimiento que se escucha en el conjunto del espacio y que incluso engloba a este!

    El conocimiento que prevalece en el cuerpo supra-causal, aunque aniquila la ignorancia del cuerpo causal, no puede destruir los cuerpos físico y sutil. El conocimiento superficial, adquirido por los cuerpos físico y sutil, no puede destruir la ignorancia. Solo el extraordinario y único Conocimiento del cuerpo supra-causal destruye la ignorancia. Por ejemplo, la madera contiene fuego(en potencia), pero este fuego no destruye la madera. La ignorancia es alimentada, incluso, por el conocimiento ordinario, y es solamente después de haber accedido a este conocimiento verdadero, cuando la ignorancia desaparece, pero las funciones del cuerpo físico y sutil no se detienen por eso. Como el ignorante, el ser realizado(Jnani) continúa recibiendo los impulsos del cuerpo físico y sutil. El objeto invisible en la oscuridad se vuelve visible a la luz de una lámpara, la luz destruye la oscuridad, pero no el objeto. Solo la oscuridad desaparece.

    La ignorancia es totalmente disipada a la luz del conocimiento de uno mismo, pero el cuerpo físico y sutil continúan recibiendo impulsos. ¿Los percibe el cuerpo causal? Reflexionemos. La ignorancia tiene varios aspectos: el error, el vacío, el espacio, la distancia, etc. como consecuencia del conocimiento de uno mismo, la ignorancia es aniquilada, pero como a este nivel de consciencia, los impulsos, deseos sutiles o físicos, se manifiestan en un espacio, no podrían existir  sin que un espacio fuese creado.

    Para alcanzar el conocimiento de uno mismo, hemos progresado etapa por etapa, la una destruyendo a la otra. Ahora miremos atrás y observemos: primero está la consciencia del Si (Yo soy), luego el cuerpo causal (bajo la forma de espacio), luego el cuerpo sutil y después el cuerpo físico. Cada cuerpo surge fácilmente y coge forma. Incluso antes que los impulsos del cuerpo sutil y físico aparezcan, la ignorancia del cuerpo causal ha sido destruida, sin embargo este ha sido obligado a crear un espacio, un intervalo, entre el cuerpo sutil y el cuerpo supra-causal.

    La aparición del mundo

    Cuando la consciencia se desapega de si misma, permitiendo así que se exprese un impulso que no es ella misma, se crea el cuerpo supra-causal bajo la forma de chidakash (expansión o movimiento de la consciencia). Luego aparecen por este orden: el cuerpo sutil y el cuerpo físico.

    Hemos explorado sucesivamente los cuatro cuerpos en el siguiente orden: el cuerpo físico, sutil, causal y luego el supra-causal. Ahora el orden de esta secuencia debe de ser inverso, o sea: 1 – supra-causal, 2 – causal, 3 – sutil, 4 – físico.

    En vez de permanecer en paz en si misma, la consciencia comienza a agitarse[26], pero antes que los cuerpos sutil y físico aparezcan, el uno después del otro, el cuerpo causal, bajo la forma de chidakash (movimiento de la consciencia[27]) debe de ser franqueado. Las dos últimas etapas aparecen después, y es solamente a este nivel que se puede sentir la existencia del mundo.

    La consciencia de la existencia del mundo no ha podido suprimir enteramente la ignorancia, de igual forma que la luz aniquila la obscuridad, pero nos revela también los objetos, hasta entonces disimulados por la obscuridad. El mundo solo aparece porque es soportado por este cuerpo causal bajo la forma de espacio y hasta que no se siente la aparición del mundo, no se puede conocer los cuerpos sutil y físico, ya se trate de un ser despierto o de un ignorante. Así vemos que esta ignorancia o desconocimiento persiste de una forma u otra, pero para el ser despierto no aparece de la misma manera.

    A menos que la consciencia/conocimiento no muera, la ignorancia no morirá[28]. Conocimiento e ignorancia son dos gemelos nacidos de Maya, la ilusión. Nacen y mueren juntos. Si el uno está ahí, el otro también está, si el uno desaparece, el otro desaparece igualmente.

    Veamos ahora cómo el conocimiento morirá. Antes que la consciencia del cuerpo supra-causal desaparezca, deben de morir los otros tres cuerpos en este orden: 1 – el cuerpo físico, 2 – el cuerpo sutil,  3 – el cuerpo causal. Cuándo miramos a un hombre morir, ¡no morimos con él! De la misma forma podemos mirar tranquilamente, cómo estos cuatro cuerpos mueren en nuestro interior.

    Un principio que concierne a la muerte, es este: “Cuando el crecimiento se detiene, comienza la disolución”. El sentido de esta afirmación es que cuando algo deja de crecer, comienza a desintegrarse y toma el camino de la muerte. No hay que hacer ninguna cosa en particular, para que el proceso de la muerte comience, pues la destrucción es inherente al crecimiento. En el nacimiento está la muerte y en la muerte está el nacimiento, es su naturaleza. Una cosa que nace, muere por su propia muerte, aunque parezca que esta tenga otras causas, la raíz de la muerte no es otra que el nacimiento. Estos cuatro cuerpos se han sobrepuesto a la pura naturaleza, por tanto ellos deben morir. ¿Cómo mueren? Eso es lo que vamos a ver.

    Partiendo del principio de que “todo lo que nace muere”, la muerte del cuerpo físico es inevitable. Si no es hoy, esto ocurrirá más tarde de aquí a cien años. El cuerpo crece hasta la edad de veinticinco años, luego comienza a declinar para avanzar por el camino de la muerte. Un día muere. Como el cuerpo grosero no es más que la forma física del cuerpo sutil, no hay una existencia independiente o separada. Un árbol, en su forma física, no es más que una prolongación de su semilla, que es el cuerpo sutil y este árbol acabará secándose. El cuerpo sutil es la semilla del nacimiento y de la muerte, pero la semilla no se destruye tan fácilmente como el árbol. Su propio crecimiento es enorme y esta no es destruida por el esfuerzo consciente del hombre, continuará proliferando eternamente. Este crecimiento se vuelve la causa de un número infinito de formas físicas, proyectando de esta forma al ser dentro del torbellino de los 84 millones de vidas[29]. Mientras que el crecimiento del cuerpo físico se detiene automáticamente, el cuerpo sutil continúa creciendo, y es ahí cuando sentimos la necesidad de la ayuda de un Maestro para comprender como detenerlo.

    Para detener el crecimiento del cuerpo sutil y su séquito de sueños, voluntades y dudas, debemos renunciar al deseo. Los deseos, los sueños y los miedos son producidos por el mental y es, igualmente, por medio del mental cómo podremos desarraigarlos. Lo que es creado por el mental, no puede ser destruido por la mano y, al revés, lo que es creado por la mano, no puede ser destruido por el mental. Cuando intentamos suprimir estos sueños y estos deseos por la fuerza, parece que se multiplican, el mental es tan difícil de coger, que cuando se intenta dominarlo, se agita de lo lindo. El Maestro da la solución para detener su expansión: “Si intentáis apaciguaros interiormente, poco a poco la voluntad (sankalpa) y la duda (vikalpa) se disolverán”. 

    Comprendemos, sin esfuerzo, lo que es la quietud, cuando observamos los ojos de un niño adormecido y con qué facilidad se desliza en el sueño profundo, ¡olvidándose de él mismo! Para nosotros es una buena lección de abandono y por el simple hecho de observarla, nos dejamos deslizar a un estado de olvido, sin sueños, sin deseos, ni inquietudes. Para quitar una espina utilizamos otra espina, de igual forma el mental no puede ser quebrado más que por el mental. La aparición y la desaparición, el nacimiento y la muerte son dos caras opuestas de un mismo estado de consciencia, cuando una cara aparece, la otra desaparece y viceversa. La muerte se produce en ella misma.

    Cuando las construcciones mentales son aniquiladas, el cuerpo causal se revela bajo la forma del puro olvido y el aspirante tiene conocimiento de este estado. Una duda puede subsistir aquí, pues aunque el mental haya sido quebrado y el estado de puro olvido alcanzado, ¿no puede éste volver a surgir? En efecto, el mental no muere, entonces la solución reside en la práctica asidua del Mantra dado por el Maestro.  Una vez comenzada la empresa de detener la expansión del mental, éste tomará, inexorablemente, el camino hacia la muerte, hasta la extinción total, pero es necesario perseverar en el estudio como en la práctica del Mantra. Cuando un árbol comienza a secarse, todos los esfuerzos, que puedan hacerse por mantenerlo verde, serán vanos y un día acabará por desraizarse y caerá. El mental acabará agotándose si se frena constantemente su crecimiento, y se apagará automáticamente, pero el aspirante no debe dejar de practicar.

    El cuerpo causal se desvela después de la muerte del cuerpo sutil, pero veamos ahora cómo el cuerpo sutil se apaga él mismo. Cuando un estado aparece de forma imprevista, lo experimentamos, pero cuando desaparece guardamos su recuerdo. Cuando se produce esto, este estado es poderoso y se extiende, pero cuando su flujo disminuye su recuerdo se esfuma. Cuándo un hombre agotado por el calor del sol se refugia bajo la sombra de un árbol, inundado de repente por un apacible frescor, suelta un “¡ah!”, que revela que un flujo de paz lo inunda y lo sumerge. Sin embargo, un instante después, este “¡ah!” se olvida y el hombre descansa tranquilamente sin prestar atención a lo que le rodea.

    Así cuando lo más sutil del cuerpo sutil, con su agitación y sus luchas, se reabsorbe, el cuerpo causal, bajo la forma de olvido y de vida apacible, se desvanece automáticamente. Cuando se reniega de este estado negativo, de ello no resulta más que negación, y para destruirlo tampoco se necesita la espada del estado positivo: “yo soy”. Samartha Ramdas ha aclarado este punto con la afirmación: “lo negativo es negado por su propia negación”. Cuando el estado de olvido (vacío) se disuelve, el estado de conocimiento o Turiyavasta[30], cuarto estado en el que el alma se une a Brahman; se desvela.

    Pero este estado de conocimiento viene a la existencia al alimentarse de la ignorancia y, aunque desarrolla un gran poder, igualmente deberá desaparecer. Una vez alcanzado, el conocimiento debe de desaparecer, pues todo lo que aparece debe de desaparecer e igual que la ignorancia, el conocimiento ha aparecido. A la muerte del cuerpo supra-causal, “Eso”, que es inherente a los cuatro cuerpos, se desvela, es Parabrahman, el no-nacido, que nunca morirá. Aquel que ve la muerte de los cuatro cuerpos, permanece. Eso es nuestra naturaleza verdadera.

    El ser humano y las castas

    El Señor Krishna ha dicho en la Bhagavad guita: “Yo he creado cuatro clases de castas”. Todo ser humano puede experimentarlas en él mismo. “Mi creación está dividida en cuatro partes, en función de las cualidades (atributos) y de los karmas: Brahman, Kshatriya, Vaishya y Sudra[31]”. Los cuatro cuerpos se reparten sobre la misma base: el cuerpo supra-causal se agrupa en el rango de los Brahmanes, el cuerpo causal al de los Kshatriyas, el cuerpo sutil al de los Vaishyas y el cuerpo físico al de los Sudras. Es de esta manera cómo el Supremo se ha dividido Él mismo.

    El cuerpo físico es pesado, es un instrumento de trabajo y de servicio, su rango es, pues, el de “Sudra”.

    Se llama “Vaishya” a aquél que, sentado confortablemente sobre cojines, tiene una balanza en la mano y dirige los asuntos del mundo. Su intelecto compara las cosas, una es juzgada buena, la otra mala, la una grande, la otra pequeña. Este mercader emplea al Sudra (el cuerpo físico) como servidor y desea que las cosas sean hechas según su voluntad, ya que él es el amo.

    ¡Ahora observemos el coraje del cuerpo causal! Establece su soberanía engullendo el mundo entero y sus riquezas, acumuladas por la fuerza de los deseos, de los sueños y de las dudas. ¡Avala incluso a los servidores que son el cuerpo físico y sutil! Su lógica es la de la destrucción total y es también la de un Kshatriya, así el estado causal corresponde a los “Kshatriyas”.

    En el cuerpo supra-causal, los otros tres son completamente ignorados: “Yo no tengo nada que ver con el cuerpo físico que sufre tanto trabajando y que es mortal” tampoco estoy concernido por este Vaishya, el intelecto, que comercia con los sueños y los pensamientos, desplegando el gran espectáculo del mundo. Tampoco tengo nada que ver con este Kshatriya del cuerpo causal, que se sienta tranquilamente como si nada hubiera pasado, después de destruir los cuerpos físico y sutil. Ellos pueden actuar, muy bien, como ellos entiendan, el cuerpo físico bajo el yugo del trabajo y el cuerpo sutil agitándose en el mundo, el cuerpo causal también puede declararles la guerra, pero ¿qué tengo yo de común con ellos?”

    “Dejar al mundo luchar y no pensar más que en Ram (Dios)”. Teniendo este conocimiento, el cuerpo supra-causal declama las palabras védicas: “Yo soy Brahman”, luego se instala tranquilamente en su propia morada. El cuerpo supra-causal ha alcanzado el estado de lo divino (Brahman). Este Brahmán es muy ortodoxo y no tolera que lo toquen, no puede soportar el contacto con los otros cuerpos, pero estos le tienen gran estima y se cubren el rostro con el polvo de sus pies.

    Desde el punto de vista del verdadero conocimiento (vignyana[32]) el cuerpo supra-causal es el más sagrado y aunque sea mancillado por el contacto con los otros cuerpos, permanece como el más grande de los tres mundos.

  • Crow

    Los tres mundo: Swarga, Mrityu y Patala lokas.

    (el paraíso terrestre, el mundo de los mortales y el mundo del olvido)

    El cuerpo físico es el  Swarga loka(mundo paradisiaco), el cuerpo sutil es el Mrityu loka(el mundo de la creación perpetua) y el cuerpo causal es el Patala loka(mundo del olvido). El cuerpo supra-causal es el reino de Brahma. Todos estos cuerpos son divididos según sus cualidades y son la herencia de estos mundos respectivos.

    El cuerpo físico es el mundo de Swarga, está encima de los otros mundos. Los maravillosos jardines y los bellos bosques han sido creados para este mundo y los hombres disfrutan de toda clase de placeres. La deidad que lo preside es Brahma Deva, cuya cualidad principal es Rajas(cualidad dinámica).

    El mundo que hay debajo es Mrityu loka. Es la gran fábrica de nacimientos y de muertes. Este proceso continuo de nacimiento y de muerte, no es otra cosa que la aparición de una modificación mental que es “nacimiento” y su declinar que es “muerte”. Cada uno debería examinar sus propios nacimientos y renacimientos, pues en un mismo día nacemos y morimos numerosas veces. Todo concepto produce una apariencia visible y cuando este se apaga, la apariencia visible también se desvanece, nosotros lo experimentamos continuamente en el cuerpo sutil. Cuando los conceptos se apagan, es el fin de una era o un kalpanta. Las Escrituras han aceptado los principios de creación y de apariencia, aquí se trata de la afirmación del mismo principio. En cuanto aparece una idea, aparece el mundo y cuando desaparece, el mundo desaparece. Hasta que el cuerpo sutil, bajo la forma de Mrityu loka, no sea totalmente aniquilado, una multitud de eras aparecerán y desaparecerán. Por tanto, sería necesario morir de tal forma que la necesidad de un renacimiento sea abolida, y luego residir en nuestra propia naturaleza, donde miedo y muerte no pueden existir. Lo que debe de suceder, sucederá… Pero podemos decir que, hasta ese momento, el Mrityu loka mantiene la boca muy abierta para absorber todo lo que pasa. La morada del cuerpo sutil es el sentido interno o mental (Antahkarana). La deidad que preside el Mrityu loka es Vishnu, el que alimenta al mundo.

    El mundo que está debajo es el Patala loka, el cuerpo causal bajo la forma de olvido total, de vacío. Este reino es el de la oscuridad y de la ignorancia, está regido por Mahesh[33], el destructor. La cualidad de esta deidad es Tamas.

    Más allá de estos tres mundos se encuentra el cuerpo supra-causal, que es el más grande de todos. La deidad que lo preside es la pura consciencia. Es el dios de todos los dioses quien gobierna aquí y todos los mundos son su creación. Se le llama el Señor de los tres mundos “trailokyanatha”, Brahma, el Maestro de todas las castas. Este Brahmán no deja aproximarse a la ignorancia ni a su sombra, además rechaza ser mancillado por el mental y el intelecto tanto que no imaginamos que pueda acoger el cadáver  del cuerpo físico. Este Brahmán ortodoxo, bajo la forma de la pura consciencia cósmica universal, no autoriza a ningún intruso que penetre en el cuerpo supra-causal, ya sea Kshatriya, Vaishya o Sudra, no pueden entrar en su morada. Sin embargo, ellos dependen del Brahmán y nada pueden hacer sin él, sin este conocimiento original “yo soy”. Todas sus acciones buenas o malas tienen su fundamento en este Brahmán. Él abandona su morada para realizar el trabajo de estas castas y luego se purifica antes de volver a su fuente.

    Comprensión del Conocimiento del Si (Vedo-Narayana-Atma Deva)

    Este Brahmán es rico en conocimiento, por eso se le llama Vedo (Conocimiento) Narayana, o Dios del Conocimiento. Conoce el tiempo(pasado, presente y futuro), es el punto de unión entre dos estados o dos pensamientos (sandhya), es decir la Pura Consciencia en la ausencia del mental y de sus proyecciones. Adulado por todos es llamado Bhudeva. Sean cual sean las nacionalidades, castas o creencias, hindús o musulmanes, jainistas, parsis o budistas, todos Lo veneran. Cuando este Dios tiene hambre o sed, se le hacen ofrendas, cojines y camas se preparan para su reposo, si quiere viajar, coches, aviones, palanquines están a su disposición. Los árboles y las plantas florecen abundantemente para abastecerle con guirnaldas perfumadas. Todos los servidores están dispuestos a obedecerle, hogar y palacio están ahí para su placer, pues ellos también son su morada. Dios reside en el corazón de cada ser y recibe todas las atenciones de las que es objeto. A pesar de esto, persistimos en tomar el cuerpo por Dios y lo servimos exclusivamente. Toda nuestra comprensión se funda en este malentendido, y esta idea errónea nos separa de Dios. ¿Podemos extrañarnos de esto?

    Nuestras acciones, sean las que sean, no tienen otra finalidad que honrarlo. Este Mahadeva (el Dios Supremo) goza constantemente con los objetos de los sentidos (el sonido, la forma, el tacto, el gusto y el olfato),  con los cinco sentidos de la acción y del conocimiento. Bienaventurado el discípulo que ha comprendido el secreto de Mahadeva, de forma natural le dedica hasta la más ínfima de sus acciones.

    Los pájaros, las abejas y hasta las hormigas honran a este Dios, pero no pueden comprenderlo pues no tienen intelecto, no se les puede censurar por eso. Pero, ¡qué reprobable es que un ser humano, dotado de inteligencia, no comprenda que hasta el más ínfimo de sus actos es hecho únicamente por este Dios! ¡ Qué triste que es, en verdad! Este Dios es el rey del Conocimiento (Consciencia), que gusta y saborea el alimento que avala, que distingue el perfume del mal olor y juzga que sonido es agradable al oído y cual no lo es, y también es Él quien distingue lo bonito de lo feo, lo suave de lo áspero. Es Omnipresente y reina en el corazón de todo ser humano. ¡Qué terrible malentendido nos hace adorar a otros dioses en vez de a Él!

    Reflexionemos a qué Dios, los cristianos se dirigen cuando veneran al Cristo, los hindús a Vishnu o a Shiva, los parsis a Zoroastro y los budistas a Buda. ¿Veneran cadáveres? Si les pedimos que nos describan su Dios, dirán: “Mi Dios es consciente, es todo Luz, omnisciente y omnipresente, tiene todos los poderes, da la vida a todo y todo le pertenece, que no nace ni muere” ¿Habrá alguno que diga que su Dios es una piedra, tierra o metal, que es vacío y sin consciencia, débil, ciego o sordo?

    Es claro que la naturaleza de Dios es plena consciencia, ya se trate de Cristo, de Vishnu, de Buda o de Zoroastro, Dios es Consciencia y tiene las cualidades de Dios. Si alguien posee todas estas cualidades es el signo de que es el Absoluto (Paramatman), Vasudeva en tanto que consciencia/conocimiento presente en el corazón de todos. Este Dios que reside dentro de Mohammed también está en el corazón del Cristo. Las cualidades de Vishnu, en tanto que protector, son sostenidas por este mismo Dios y no por “otro” Dios. Cualquiera que sea el Dios adorado por los fieles, es a este Ser interior único a quien veneran. La devoción a todos los otros dioses(exteriores a sí mismo), de hecho solo está destinada a este solo Dios, la Verdad Suprema, y sus formas múltiples no son más que los templos de este Dios único, Atmadeva. Todos los nombres son sus templos, pues Él está presente en lo más profundo de todas las formas de ser y reside en ellas. Él recibe la veneración que todos le testimonian.

    Las acciones del cuerpo físico y las ideas, sueños o deseos que atraviesan el mental se producen por amor de este Dios, por su placer. El autor de todas nuestras acciones, aquél que las aprecia y que goza de ellas no es otro que Dios y si reconoces este hecho en cada movimiento, tu tarea ha acabado. Todo acto, benéfico o no, es de esta forma dedicado a Brahman, el aspirante, en cuanto a él (al acto), queda absolutamente libre, esto es lo que significa “Dnyana-yadnya” o el sacrificio por el conocimiento. Mientras que vayas o vengas, hables o comas, des o tomes, estés sentado o de pie, o que hagas el amor, cualquiera que sea tu actividad, rechaza todo sentimiento de culpabilidad y piensa en Dios.

    Hemos visto que todo es el juego de la única consciencia y contemplar esto significa contemplar a Dios. La consciencia del cuerpo debe de ser transformada en consciencia del Ser y la liberación es comprender que el Ser es el único actuante. Es la vía aconsejada por Samartha Ramdas y Toukaram, que suplicaba a Dios que le concediese este favor: “¡Haz que no te olvide nunca!”. Nosotros no debemos olvidar nunca al Ser, la liberación está entonces a nuestro alcance.

    El mental, igual que una cuerda finamente tejida, está tejido en la única dirección de la consciencia del cuerpo, es necesario destejerlo en dirección opuesta, la de la consciencia del Sí. Una vez destejida la cuerda, sus hilos se dispersaran con el viento y ya no existirá como tal. Una inscripción atornillada en un muro, no puede retirarse si no es destornillada, es decir vuelta en sentido opuesto. Si el mental, guiado por el intelecto, es orientado en dirección opuesta a la consciencia del cuerpo, es decir hacia el Ser, será absorbido en el mismo Ser, igual que el mental concentrado en Rama es absorbido en Rama. El mismo mental se vuelve Rama y ya nada subsiste en tanto que mental, él es uno con Rama rupa (forma sutil de Rama). El aspirante puede experimentarlo.

    Maya y Brahman

    Con el fin de comprender mejor el juego de la sola y pura Consciencia, hagamos una experiencia, salgamos, por ejemplo, de nuestra casa para ver la luna. ¡Con qué rapidez la pura consciencia se precipita sobre la luna! ¡En una fracción de segundo, ella abraza todo el cielo! ¿Tiene el mental esta rapidez? ¿Cómo va a tenerla, si es gracias a esta consciencia  por lo que él se mueve? Allí donde va el mental, está primero presente la consciencia. Así que no podemos extrañarnos que el movimiento del mental sea bloqueado en el seno de esta consciencia. ¡Solo necesitamos abrir los ojos y la Consciencia/Conocimiento abraza todo el cielo, el brillo de las estrellas y la esfera de la luna!

    Mejor que decir que la consciencia abraza todo, es decir que el todo ya ha sido abrazado, pero que se experimenta después. Cuando la consciencia va del ojo a la luna, se trata del conocimiento/consciencia objetivo. En este ejemplo, la luna es el objeto y la consciencia toma esta forma en el momento que la reconoce como luna. Si una nube pasa delante de la luna, la consciencia toma la forma de nube y el objeto visualizado es la nube, así ella abraza la nube y la reconoce como objeto.

    Intentemos ahora ver la consciencia sin objeto, la pura consciencia sin reconocerla en un objeto cualquiera. No nos hemos dado cuenta de esa nada o ese vacío que se extiende desde el ojo hasta la luna, y sin embargo está ahí, residiendo en su propia naturaleza. Es la forma pura de la consciencia, pero si no detenemos en ella nuestra atención, este vacío se vuelve objeto de percepción en tanto que espacio. Lo que puede percibirse es Maya (ilusión), mientras que lo que no puede ser visto es Brahman.

    Mientras que mirábamos la luna, no hemos hecho un objeto de observación del espacio, por tanto es la consciencia sin objeto. Si este espacio vacío, se separa y se vuelve un objeto de percepción, esta pura consciencia se transforma en vacío (cero). La diferencia entre el espacio y la pura consciencia es la siguiente: percibir su propia naturaleza como algo separado es el espacio, mientras que abandonar la percepción (la observación) es el signo de la consciencia pura.

    Una vez conocida la pura consciencia, se la podrá distinguir incluso si está asociada a los objetos. Por ejemplo, el agua líquida se solidifica al contacto con el frío y se vuelve hielo. A pesar de esta densidad, se la reconoce siempre como siendo agua. Igualmente es fácil reconocer que la humedad del barro es agua. Una vez reconocida la pura consciencia, su permanencia en este mundo cambiante bajo la forma de Sat-Chit-Ânanda (Ser-Consciencia y Beatitud) también es conocida.

    El agua pura no tiene ni color, ni forma, ni gusto, ni olor, y si se comprende bien esto, siempre se podrá reconocer incluso cuando ella esté asociada a otra substancia o cuando su forma sea modificada. Ya esté en forma sólida en el hielo, ya adquiera un gusto picante, al mezclarse con una composición picante, un gusto azucarado en la caña de azúcar o se transforme en perfume en la rosa, fácilmente se puede reconocer el agua pura si hacemos abstracción de la forma, del gusto y del olor.

    La pura Consciencia puede reconocerse por este método de eliminación, incluso si está condicionada. Este condicionamiento se descubre al discernir los elementos dentro de la forma, entonces se comprende cómo la pura Consciencia penetra toda forma. Pero algunos, antes de alcanzar la pura Consciencia por el método de eliminación, comienzan a cotorrear sobre Dios, y adoptando el método de la enumeración repiten machacando: “Él abraza a todos los seres y todas las formas”, “Solo Rama existe”. “El mundo y su creador no son más que uno”, étc. Todo este bla-bla no tiene ningún interés  y los que se contentan con repetir fórmulas profundas como: “Yo soy Brahman, los sentidos hacen su trabajo, yo no soy el autor, no existe en mi ni pecado ni virtud”, no realizan el Sí, sino que se ilusionan sobre ellos mismos. Estos autodidactas de la búsqueda del Sí pierden el gozo por este mundo y por el otro. Kabir decía de tal hombre: “Se ha ido como ha venido”. Estos hombres mueren en el mismo estado de consciencia en el que han nacido, no han avanzado ni un paso.

    Estos eruditos mundanos toman el sonido de la palabra por el verdadero conocimiento del Ser, pero ¿puede la verdad penetrar en el espíritu del ignorante? “Los sentidos hacen el trabajo de los sentidos, yo no soy los sentidos”. “Las cualidades del mental dependen del mental”, las cualidades del cuerpo, del cuerpo ¿En qué me conciernen? Yo no soy ellas”. No hay nada falso en estas afirmaciones, pero ¿quién comprende la verdad? ¿Quién experimenta la verdad? Solo aquél que verdaderamente sabe quien es, pero ¿cómo puede eso ayudar a los otros, si ellos mismos no lo experimentan?

    Cada uno debe experimentar su propia felicidad, y sobre esto Toukaram decía: “Cada uno por sí mismo”. Si se le enseña a un loro a repetir las palabras: “Brahman es la verdad, el mundo no es mas que apariencia”, él las repetirá, pero ¿podremos decir que ha comprendido a Brahman y lo que son la apariencia y la verdad? Sin la comprensión no se puede recibir la felicidad del conocimiento. El discípulo debe, pues, desconfiar de los que hablan bien y persistir en su búsqueda con el fin de alcanzar por medio del método de la eliminación, la comprensión de la pura Consciencia.

    El que busca no debe de seguir al predicador hipócrita. Primero debe saber, estudiando de manera continua, por medio del método de la eliminación, lo que es el conocimiento puro.

    Hay diferentes tipos de conocimiento: general, particular, objetivo, el de los fantasmas y las dudas, y el conocimiento sin pensamiento. Los conocimientos particulares, objetivos, oníricos o dubitativos son contradictorios con relación al conocimiento puro. Cuando a través de los ojos la pura Consciencia absorbe en ella un objeto exterior, ella toma la forma de ese objeto y se vuelve consciencia individual o particular. Si el objeto es físico, es una consciencia objetiva, si se trata de un pensamiento (lo que es sutil), es la consciencia conceptual o savikalpa. De esta manera la pura Consciencia toma la forma del objeto o de la idea y se puede colocar dentro de la categoría del conocimiento o consciencia particular.

    La consciencia individual o particular, al ser artificial, es por fuerza de naturaleza inestable y debe, esta es la regla, volver a la consciencia universal, la conciencia “Yo soy”. Caminamos, por ejemplo, con una cadencia normal, común a todos. De repente aceleramos el ritmo y comenzamos a correr, esta cadencia se vuelve entonces particular, pero sin embargo ¿cuánto tiempo podemos correr? Muy pronto volveremos a la velocidad natural. De la misma forma, interiormente todos somos amorosos, el amor del Ser es universal, común a todos. Pero cuando el amor se dirige hacia un hijo, un amigo o una casa, es un amor no natural, que desaparecerá como ha venido. El amor que “llega” es un amor particular, individual, es transitorio y perecedero. El placer que se obtiene de los objetos exteriores es, igualmente, un placer particular, que es temporal.

    Una cosa pequeña provoca la experiencia individual, mientras que lo que abraza Todo no puede ser experimentado, ya que él es infinito. Y nosotros somos ese Brahman omnipenetrante. Lo individual o particular es ilusión (maya) mientras que lo universal es Brahman, y nosotros somos Eso. No podemos, pues, experimentar el amor de nuestro propio Si y no gozamos de la dicha y de la felicidad de nosotros mismos.

    Ahora observamos lo que llamamos “la Consciencia universal” sin objeto ni concepto. Entre el objeto físico exterior y el ojo, u entre el intelecto y el pensamiento hay un pequeño espacio, un intervalo. Este vacío, aunque lo sentimos, realmente no es percibido, no tenemos consciencia de él. ¡Este vacío, esta grieta no percibida, siendo la misma consciencia, no puede ser el objeto de su propia consciencia! ¿Cómo podría el azúcar saborear su propio gusto azucarado? De la misma manera la consciencia no puede experimentarse a sí misma como objeto. De forma natural ella se extiende entre el ojo y el objeto y entre el intelecto y el pensamiento y si estamos vigilantes podremos remarcar de qué manera esta pura consciencia, común, universal, nos impregna espontáneamente antes de objetivizarse. Pero esta vigilancia no es la que consiste en decirse frente un objeto: “Yo soy quien percibe(el observador) o quien piensa una idea”, pues eso, realmente no puede ser visto mas que cuando el pensamiento “Yo soy el observador”, y la observación misma, son las dos abandonadas.

    El instrumento de la visión es el ojo y el del pensamiento, el intelecto. Si dejamos a un lado estos dos instrumentos, no se ve más que la pura consciencia. El ojo y el intelecto acaban por atrofiarse cuando son ignorados, entonces solo la consciencia permanece. Intentar conocer la pura consciencia por medio de la visión y el intelecto significa, de hecho, olvidar la pura consciencia (Yo soy), y dar acceso al intelecto.

    “Conocer significa no conocer, sabiendo esto, el aspirante se vuelve la pura consciencia”, nos dice Samartha Ramdas. Al intentar conocer la pura consciencia, nos separamos de ella, mientras que si no nos esforzamos en reconocerla, no existe separación. Este enigma es difícil de resolver y numerosos son los hombres avanzados, yoguis y ermitaños que han fracasado es esta prueba. Han interpretado mal lo observado y el observador, pues no se cansan de discurrir sobre la Consciencia universal (Paramatma):  “Ella es así, como aquello, es parecida a la luz de un millón de soles, es resplandeciente” etc. Ellos han dicho todo lo que se les pasaba por la cabeza, perdiendo de vista la Consciencia de ese que afirmaba: “Ella es así, ella es asá”. ¡Tan ocupados en discurrir sobre el Despertar, han olvidado quién habla! El mismo observador es olvidado.

    El hombre con coraje marcha a la búsqueda de Brahman, pero lo observado (lo que es percibido) es el obstáculo que encuentra en su camino. La mayor parte de los buscadores topan con esta dificultad.

    “Entre la multitud del peregrinaje he perdido mi propio Si, e incluso buscando en mí, no he podido encontrarlo. Entonces me he dirigido a la comisaría para denunciar la pérdida de mí mismo. Un policía aproximándose a mí, me abofetea tan violentamente que mi mejilla se puso totalmente roja, él me pregunta: “¿Y quién es este tipo?”. Al instante tome consciencia de mí mismo y estaba muy contento de volverme a encontrar”. Esta es la situación del que siendo el mismo Brahman, está buscando a Brahman. ¿Dónde o cómo puedo encontrar a aquel que todo el mundo conoce, pero que no es conocido por nadie? Aquél que lo busca no conoce su propia naturaleza, que es pura consciencia, y anda errante por la jungla…¡Si que es raro! Más que desear el conocimiento, hay que centrarse en sí mismo, sin esto no se puede conocer a Brahman.

    Un idiota quería saber lo que era el sueño profundo. Cada vez que se adormecía le venía este pensamiento: ¡ah, ahora voy captar el sueño profundo! Y se frotaba las manos. Eso tenía como consecuencia el despertarlo completamente y después de múltiples tentativas, el pobre hombre, totalmente agotado, abandonó todo esfuerzo para captar el sueño. El proceso es el mismo en la tentativa de captar el Brahman, cuando se abandona todo esfuerzo para conocerlo nos volvemos el mismo Brahman.

    Rechazar el cuerpo físico y el cuerpo sutil provoca la desintegración del mental y del intelecto. El aspirante alcanza, entonces, el estado del cuerpo causal, que es un estado de puro olvido, de ignorancia, de vacío. Para aniquilar esta ignorancia es necesario adquirir el conocimiento del Brahman, con la ayuda del intelecto sutil y de esta parte de la consciencia que es puro conocimiento que el aspirante intentará conocerlo. Shankara[34] ha calificado de loco a tal hombre, pues aquél que intenta conocer a Brahman con el intelecto sutil no hace más que acrecentar el campo del cuerpo sutil. Después de haber transcendido el cuerpo sutil, penetra en el cuerpo causal, pero si en este punto intenta aun conocer a Brahman con el intelecto, no se establecerá sólidamente en el cuerpo causal y corre el riesgo de volver a caer fracasado al nivel del cuerpo sutil con su cortejo de conceptos, de sueños y de dudas.

    Si el aspirante imagina que puede utilizar las palabras allí donde el mental y el discurso nunca pudieron penetrar, no progresará nunca y volverá a caer más bien a un nivel inferior. El buscador no debe de permanecer como buscador, sino que debe volverse un ser Despierto (Siddha) y para eso deberá franquear todas las etapas de los cuatro cuerpos. La práctica le permite penetrar sucesivamente en los cuatro cuerpos y purificarlos, solo entonces, “La Verdad del Sí” (Satya Narayana) será solícito y se establecerá en él. Hecho esto, es seguro que el aspirante se ha vuelto un ser Despierto.

    Hemos procedido al estudio de los cuatro cuerpos y los aspirantes deben de haber seguido este razonamiento. Para que algo brille por si mismo, es necesario afinarlo y pulirlo durante cierto tiempo, igualmente antes de volverse un ser realizado, el buscador deberá pulir sin descanso la consciencia del cuerpo supra-causal con el fin de que esté completamente pura.

    Sabemos que la Pura Consciencia es omnipenetrante, pero después de haberlo comprendido intelectualmente es preciso impregnarse de ella y una de las prácticas que favorecen esta asimilación es esforzarse por hacer felices a los que están a tu alrededor. Con este método el Si abraza a todas las cosas y a todos los seres, el mundo entero ya no es más que consciencia, el conocimiento del Sí se establece entonces firmemente. La tesis de los Vedas es de esta forma probada y verificada. Es la vía de la devoción saguna (con cualidades), es decir la devoción del Supremo (Paramatman) en Su Manifestación. Toda forma de vida (insecto, cerdo o perro) es amor del Sí (Brahmananda), pues el Si está presente en todo. Paramatman, el No Manifestado, el sin Forma y sin cualidad, se manifiesta con cualidades bajo la forma del universo. Ciertamente está presente en lo inanimado, pero puede experimentarse claramente en los seres animados, por eso es preferible venerar un Dios vivo antes que a un ídolo de piedra o de metal sin vida. El Dios vivo habla y camina, experimenta claramente las cualidades de la consciencia, él es saguna. ¿Dónde están estas cualidades en un ídolo de piedra? ¿Podemos encontrar en él una de las tres cualidades (sattva rajas, tamas)? En los seres animados, por el contrario, encontramos  estas cualidades.  Todos los seres son formas de Dios.

    ¡El sabio que posee el conocimiento (Sattvaguna) colma nuestros anhelos, si se lo pedimos sinceramente, pero si censuramos su manifestación física (tamas guna), solo recibiremos una experiencia negativa que nos llamará al orden! “Venerad el Dios que habla y camina, pues la piedra no es de ninguna utilidad”, Kabir nos lo ha aconsejado claramente.

    Desde que la palabra “devoción” es murmurada, las flores, el incienso y el kumkum[35] nos viene al espíritu, pero la verdadera devoción consiste más bien en honrar a todos los seres y a hacerlos felices.

    Shankara ama las hojas de betel, el Dios Matuti ama el sindur y Vishnu las hojas de tulsi… Cada deidad debe de ser venerada con lo que le conviene, pues honrarlo con otra cosa sería pura malicia y no-devoción. Aunque Paramatma (el supremo) sea uno, los fieles veneran a Dios de diferentes maneras en función del condicionamiento al que este Dios está unido. Dios reside, igualmente, en un asno, pero sería una broma pesada a la mirada del Supremo el rezarle con las manos juntas delante de un asno. ¿Estaría contento si le rezases así? Para honrar realmente a Dios que se manifiesta en el asno, es preferible darle agua y yerba muy verde. Satisfacer el Dios que ha tomado forma humana alimentándole es también veneración por el Supremo, pero si hay un error en la ofrenda y el alimento del hombre es dado al asno y viceversa, eso es igual que dar el toro de Shankara a Maruti y el Sindur a Shankara. Para estar plenamente satisfecho, cada uno debe recibir lo que desea.

    La serpiente y el escorpión son igualmente dios, pero honrarlos consiste en mantenerlos a distancia. Eso significa debéis de dejarlos vivir tranquilamente su vida, pues si intentáis abrazarlos con devoción, este Dios serpiente os morderá, ¡probandoos de esta forma que abrazarla no es honrarla! Alguno se puede preguntar que por qué dejarlos escapar significa honrarlos, pues: “estas criaturas son peligrosas y se las debe de matar”. La respuesta es que una serpiente o un escorpión solo muerden cuando se les toca o están en peligro, pero el hombre siempre está dispuesto a matarlos aunque estén lejos. ¿No es la naturaleza del hombre la que es dañina y no la de la serpiente o el escorpión? En efecto, ya que vosotros tenéis el deseo de matarlas. Dejaros penetrar por el sentimiento de que “Serpientes y escorpiones son mi propia naturaleza”, y se producirá un milagro. El Si de la serpiente o del escorpión no es una piedra. Cuando vuestro Si se establezca en él, se volverá uno con vuestro propio Si y ya no tendrá ningún deseo de morderos, pero mientras que le consideréis como a una serpiente, ella os considerará también como su enemigo.

    En un espejo veis la misma expresión que tiene vuestro rostro, ¿acaso es culpa del espejo si la expresión es amarga? Si sonreís delante de un espejo, no tenéis ninguna necesidad de ordenar al reflejo que sonría. ¿Por qué os roban los ladrones? Porque constantemente tenéis el deseo de robar a los otros para llenar vuestra casa.  Cuando desarrollamos el sentimiento de renunciación, se difunde en el exterior y, aunque no pidamos nada, la gente está predispuesta a dar todo lo que ellos tienen, mientras que aquél que mendiga no recibirá nada.

    Todo esto puede sembrar la turbación en el aspirante y puede decir: “Maharaj, vuestra manera de pensar parece justa, pero en el momento en que vemos una serpiente o a alguien que nos pone la mano en el bolsillo para robarnos la cartera, es difícil de considerarlos Dios y no actuar”. “Querido aspirante, te comprendo bien, eso te parece imposible a causa de la costumbre  alimentada vida tras vida”. En efecto no se llega a esto de golpe, pero, por ejemplo, es posible comenzar la experiencia por los insectos de la casa antes que con las serpientes y los escorpiones. Se puede estudiar la unidad del Sí en todas las cosas y en todas las criaturas, a través de esta pequeñita acción que es no matar los insectos. La experiencia de la unidad de todos los seres, incluso los más molestos, se produce entonces, naturalmente y poco a poco, la confianza en uno mismo se desarrolla.

  • Crow

    “No hay que matar a los insectos, hay que dejarlos tranquilos”. Tampoco es este el pensamiento que se deberá tener, sino este: “Ellos provienen de mi propia naturaleza y de sus formas, su felicidad es la mía”. Una madre tiene un gran gozo al satisfacer el deseo de su hijo de alimentarse de su seno. Deberíamos experimentar este mismo gozo al dejar que los insectos succionaran nuestra propia sangre. Es un comienzo en el camino que conduce al sentimiento de unidad de todos los seres y persistiendo en esta práctica, la tierra entera pronto no tendrá ni un solo enemigo. Entonces estaremos libres de todo miedo. La temeridad será nuestra compañera.

    Liberado de la duda, el aspirante alcanza el conocimiento del Sí, pero aun no puede experimentar el gozo de la verdadera liberación. La riqueza es una cosa, pero el sentimiento de gozo que se saca de ella es otra cosa. Su conocimiento no se acrecentará más que si el sentimiento de unidad con todas las cosas nace en él o, al igual que el hombre rico pero avaro, no saboreará la felicidad que emana de la liberación durante su vida. La plenitud de la felicidad es el estado sin miedo pero, aquél que tiene el conocimiento del Sí sin experimentar el sentimiento de unidad, no está liberado del miedo. El miedo es el compañero de la dualidad, es el gran obstáculo que sobreviene en el camino de la felicidad que brota de la liberación. El aspirante deberá venerar al Supremo después de haber realizado el conocimiento del Si, el conocimiento en bruto será así moldeado por la devoción. Un jalebi (dulce hindú) frito en mantequilla se vuelve blando una vez remojado en un jarabe de azúcar. De la misma forma, el ser realizado saborea plenamente la vida a través de la devoción que brota del conocimiento.

    En un juego llamado “sufarti”, el jugador debe de ir de una casa a la otra, de la más pequeña a la más grande, y cada vez debe de llevarse a la suya, lo que encuentra en cada casa. Entonces el juego termina. De la misma forma, primero se debe de transferir la consciencia del cuerpo físico al cuerpo supra-causal y luego volver a su propia casa (el cuerpo físico) con el tesoro de la pura Consciencia. La experiencia de que “el mundo no es más que consciencia” es en sí misma consciencia (conocimiento) que se vuelve la Realidad Final (vignyana[36]). Pero a causa del sentimiento que existe alguien más que “yo”, nos afanamos día y noche por proteger a nuestra mujer, nuestra riqueza  todas nuestras posesiones de la influencia de ese “otro”. Nos transformamos en centinelas vigilantes reivindicando una propiedad. Pero aquél que se deja penetrar por el sentimiento de unidad con todos: “Yo soy omnipresente y abrazo todas las cosas”, de “gasti” o guardian, se transforma en “Agasti”, el Sabio que avala el océano de los cinco elementos de un solo trago. Así es como el aspirante se libera del miedo en este mismo cuerpo y saborea plenamente el fruto de lo que se llama “liberación”

    Realización de la verdadera naturaleza del hombre.

    Hasta el momento hemos estudiado las diferentes etapas del conocimiento del Sí, después la devoción que sigue al conocimiento. Hemos alcanzado la etapa en que el discípulo se vuelve un Gnyani, consciente de él mismo. El fin de todo conocimiento del cuerpo supra-causal desemboca en el hecho de considerar al mundo como uno mismo.

    Aunque esto sea cierto, sin embargo Samartha Ramdas ha denominado a esta consciencia del cuerpo supra-causal el “Brahman inconstante” en relación con Parabrahman (más allá de Brahman) que es inmutable. Parabrahman es diferente del Brahman manifestado y no manifestado de cuatro cuerpos, por tanto Él es no- consciencia. La Escrituras dicen: “no es ni esto ni aquello” (neti, neti), eso quiere decir que no es ni la consciencia/conocimiento, ni la ignorancia. Lo Inmutable, que no cambia, Parabrahman o Paramatman es la única verdad, la esencia y la raíz de todo lo que es transitorio, Él es la substancia. Esta es la conclusión de Samartha Ramdas (capítulo II del “Dasbodh”).

    ¿Por qué es inestable esta consciencia? Porque tiene muchos nombres, masculinos, femeninos o neutros: Satchitananda (la naturaleza divina en su primera expresión: Ser, Consciencia, Beatitud, Ahamkara (ego), Narayana (uno de los nombres de Vishnu), Shiva (el Ser primordial) etc, son de género masculino. Sakthi (Energía), Prakriti (naturaleza original), Shruti (pulsación original “Yo soy”) etc, son de genero femenino. Nija rupam  (nuestra propia naturaleza), Mahakarana (cuerpo supra-causal), la pura Consciencia, Brahman etc, son de género neutro, como todos los nombres dados al conocimiento del Si. Lo que no entra en ninguna de estas categorías es el Eterno, el Inmutable, Parabrahman.

    La cualidad de consciencia del cuerpo supra-causal es ciertamente superior a la del cuerpo físico. Esta consciencia se puede alcanzar con el método de la eliminación, luego con el trabajo deductivo, se mezcla de nuevo con el cuerpo físico. Sin embargo, no se puede decir que este doble movimiento de consciencia sea el signo de que el  aspirante haya alcanzado la última Realidad, Parabrahman. Parabrahman es el punto sin retorno.

    La consciencia es llamada “consciencia”, pero Brahman no tiene nombre en realidad. En la consciencia (yo soy) hay una asociación a la forma del mundo, la inteligencia (Chitta) sufre la modificación, el movimiento, y la consciencia también. La modificación o el cambio es un estado y Parabrahman está más allá de todo cambio. Hay, pues, la misma diferencia entre el conocimiento (gnyana), la consciencia “yo soy”, y el Absoluto como entre la oscuridad y la luz.

    “Cuando hay contacto entre lo Inmutable y lo cambiante, el intelecto se turba” nos dice Samartha Ramdas, y es así como se desliza el último malentendido. Antes de que aparezca el conocimiento “Yo soy”, el puro olvido se cree, equivocadamente, que es conocimiento. De la misma manera, si este conocimiento (gnyana), no es desarrollado suficientemente, igualmente será mal interpretado y confundido con el supremo Conocimiento (Vignyana) o Parabrahman, que es la ausencia total de modificación, y el aspirante se estancará en ese nivel.

    Samartha Ramdas ha comparado al sabio (gnyani) que no ha alcanzado el objetivo final, a un hombre despierto dentro de un sueño, que piensa que realmente está despierto, mientras que continúa roncando. ¡ “Pensáis que se trata del Despertar, pero aun estáis dentro de la ilusión!”. Este es el aviso que Samartha Ramdas ha dado a los sabios que se ilusionan de su realización.

    El cuerpo físico y sutil son como un sueño para el cuerpo supra-causal, pero él mismo es también un sueño dentro de la Realidad Suprema (vignyana). En la ignorancia hay esclavitud y en el conocimiento la Liberación, pero cuando las dos desaparecen, cómo podrá subsistir la idea de la esclavitud y de la Liberación.

    Las Escrituras no van más allá del cuerpo supra-causal, y hasta allí, todo es teoría. Pero dentro del campo del conocimiento, más allá del cuerpo supra-causal, la conclusión se impone por si misma y es aquí donde todo lo que anteriormente ha sido desarrollado, ahora es borrado. Cuando se aniquila el orden fenomenal, lo que queda es vuestra verdadera naturaleza. Es imposible describirlo con palabras, ya que el conocimiento verbal es en si mismo ignorancia, el que la consciencia se vuelve no-consciencia, y que los remedios prescritos por las Escrituras no son más que obstáculos. Solo por vosotros mismos podéis ver cómo alcanzar la cima.

    El Maestro os conduce hasta el umbral y os empuja al interior, pero no puede mostraros la belleza del espectáculo interior. ¡Debéis encontrar el tesoro vosotros mismos! Desde ahora ya nada más puede ser transmitido por las palabras, y lo que ellas no han podido alcanzar os ha sido confiado. ¡Podemos incitaros a volveros buscador pero solo vosotros podéis volveros un ser Despierto!

    Este libro se termina y las palabras ahora son superfluas, el canto del Maestro es límpido:  “Hari Om Tat Sat” (Tú eres Eso).

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    [1] Preferimos hablar del “Si” cuando nos referimos al término sánscrito “Atman”, el supremo Absoluto, la identidad de todo, traducido al inglés por “Self”. Pensamos que su significado es más apropiado que la de “Ser” ya que la identidad de todos está por encima del ser y del no-ser y de todos los contrarios.

    [2] Método de la escuela Montessori.

    [3] Parabrahman es el Absoluto, sin cualidades ni atributos, fuera de todo concepto. Ultima Realidad de todo.

    [4] Dharma es el orden o la ley natural. Deber moral, social i espiritual. Conducta armoniosa. Adharma es lo contrario.

    [5] Brahma primer Dios de la Trimurthi hindú, es el Dios personal creador del universo, que contiene todas virtudes y cualidades y es el motor Salvador del mundo. No hay que confundir con Brahman o Parabrahman, el supremo Absoluto sin forma también llamado Nirguna Brahman(sin atributos). Brahma es llamado Saguna Brahman (con atributos).

    [6] Dharma, ley u orden natural, deber moral, social y espiritual que armoniza al individuo con el todo.

    [7] Karma es la Ley de justicia divina. Es la ley de causa y efecto, de compensación de toda acción. Toda acción deja una huella en el siquismo con la profundidad de la intención del acto, esta huella atraerá una acción que experimentará el individuo equivalente a la acción que ha producido dicha huella.

    [8] Los tres mundos: mundo físico, mundo síquico y mundo celeste.

    [9] Samadhi o absorción en el Si, en el Âtman, con o sin suspensión de las facultades humanas.

    [10] Shruti es la revelación escrita.

    [11] Para: más allá. Brahman: la esencia de todo.

    [12] Raja guna: una de las tres cualidades(guna) de la materia primordial(Prakriti). Rajas, color rojo, es la guna de la actividad, del dinamismo y la pasión.

    [13] Sattva: blanco, es la cualidad o guna de la pureza y el equilibrio.

    [14] Tamas: negro, es la cualidad o guna de la ignorancia, la inercia, la pereza.

    [15] Samadhi es el estado de unidad o reabsorción en el Sí o Âtman. No es una forma de éxtasis, ya que ex tasis indica salir de uno mismo, mientras que samadhi es precisamente reabsorberse en su identidad real, el Si.

    [16] Nirvikalpa samadhi  es el  más alto estado de reabsorción, en él desaparecen las percepciones sensoriales y mentales a diferencia de otras clases de samadhi. No existe dualidad con el Si universal o el Braman sin atributos, pero es un estado temporal del que se vuelve de nuevo a la conciencia individual o a la dualidad.

    [17] Anandamayakosha o envoltura de Beatitud, es la primera envoltura del Jitvâtman o persona espiritual de las cinco que describen las Escrituras, si comenzamos desde el interior al exterior.

    [18] Mahakarana: Gran (Maha) principio causal (karana)

    [19] Bhausaheb Maharaj era el Maestro de Siddharameshwar Maharaj.

    [20] Janaka, rey hindú cuya vida y Realización se describen en el Ashtavakra Gîta.

    [21] Siddha: ser liberado que posee poderes síquicos (Siddhis). Hay que puntualizar que un ser liberado o Jnâni no es sinónimo de poder síquico. El poder síquico o Siddhis es algo que se sitúa a un nivel muy inferior, mientras que un ser liberado transciende todos los cuerpos y envolturas y sus condicionamientos.

    [22] Para el Ser realizado el mundo deja de ser un “concepto” real (como lo es para el hombre ordinario) o irreal (como lo es para el aspirante). En un estado sin conceptos donde el que ve, el hecho de ver y lo visto son uno,  el mundo es un conjunto de percepciones en el interior de la Consciencia.

    [23] Sadhaka: aspirante espiritual. Buscador que sigue un método de disciplina espiritual.

    [24] Un brahmán o miembro de la casta sacerdotal hindú.

    [25] Samsâra: La existencia fenoménica y la transmigración en el tiempo.

    [26] Hay que entender que la consciencia en si no se agita. Esta agitación ocurre en el espacio que se produce dentro de la consciencia.

    [27] Aunque comúnmente se hable de movimientos de la consciencia, en realidad es un movimiento de la atención en el espacio del cuerpo causal.

    [28] El estado de dualidad no desaparece mientras existan los contrarios. La No dualidad está más allá del Conocimiento y de la ignorancia.

    [29] La filosofía hindú admite que el cuerpo sutil del ser pasa por todas las formas de nacimientos posibles antes de obtener la encarnación humana, o sea unos 84 millones de vidas.

    [30] Turiya es el cuarto estado de conciencia. Conciencia no dual, realidad absoluta. Presente en los otros tres estados vigilia, sueño y sueño profundo

    [31] Estas son las cuatro castas tradicionales hindús. (Sacerdotes, guerreros, comerciantes y obreros).

    [32] Vignyana o bien Vijnana: Conocimiento; discriminación entre lo real y lo irreal.

    [33] Uno de los nombres del Señor Shiva, que subraya su aspecto destructor.

    [34] Sankara, se le llama Sankaracharya. Maestro espiritual reformador del hinduismo que vivió en el siglo VIII, restaura la esencia perdida en ritualismos del hinduismo y es el máximo exponente del Advaita Vedanta, la No-Dualidad.

    [35] Polvo rojo que en los ritos se aplica en la frente en el sitio del tercer ojo.

    [36] Vignyana o Conocimiento. Discriminación entre lo real y lo irreal