Teoria de la religion

GEORGES BATAILLE,
Teoría de la religión
taurus, Madrid 1981, 111-112 
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La posición que resultaría de la conciencia clara y que excluiría, si no la forma extática de la religión, sí por lo menos su forma mística, difiere profundamente de las tentativas de fusión que preocupan a los espíritus empeñados en remediar la debilidad de las posiciones religiosas dadas en el mundo presente.
Los que se asustan en el mundo religioso de la discordancia de los sentimientos, que buscan la unión de las diferentes disciplinas, y quieren resultamente negar lo que opone el prelado romano al sanyasin, o el pastor kikergaardiano al sufí, acaban de emascular – de una y otra parte – lo que ya procede de un orden íntimo con el de las cosas. El espíritu más alejado de la virilidad necesaria para unir la violencia y la conciencia es el de la “síntesis”. El empeño de hacer la suma de lo que han revelado las posibilidades religiosas separadas y de hacer del contenido  que les es común el principio de una vida humana elevada a la universalidad, parece inatacable a despecho de sus resultados insípidos, pero a quien la vida humana le es una experiencia que debe ser llevada lo más lejos posible, la suma universal es necesariamente la de la sensibilidad religiosa en el tiempo. La síntesis es lo que más netamente revela la necesidad de unir decididamente este mundo a lo que la sensiblidad religiosa es en su suma universal en el tiempo. Esta clara revelación de una decadencia de todo el mundo religioso vivo (acusada en esas formas sintéticas que abandonan la estrechez de una tradición) no estaba dada en la medida en que las manifestaciones arcaicas del sentimiento religioso nos aparecían, independientemente de su significación, como jeroglíficos de los que sólo hubiera sido posible un desciframiento formal; pero si esta significación está dada, si, en particular, la conducta del sacrifcio, la menos clara, pero la más divina y la más común, deja de estarnos cerrada, la totalidad de la experiencia humana se nos entrega. Y si nos elevamos personalmente a los más altos grados de la conciencia clara, ya no está en nosostros la cosa avasallada, sino el soberano cuya presencia en el mundo, de los pies a la cabeza, de la animalidad a la ciencia y del útil arcaico al sinsentido de la poesía, es la de la universal humanidad. Soberanía designa el movimiento de violencia libre e interiormente desgarradora que anima la totalidad, se resuleve en lágrimas, en éxtasis y en estallidos de risa y revela lo imposible en el éxtasis, la risa o las lágrimas . pero lo imposible así revelado no es ya una posición deslizante, es la soberana conciencia de sí que, precisamente, ya no se aparta de sí.