Dimensiones de la mujer

Dimensiones de la mujer. Arauca: 8 de marzo, desde la cárcel…

La dimensión de la mujer, no se mide en los 90, 60, 90 de las incontables lipos, estiramientos, cirugías, partes que se quitan y otras que se ponen por mandato de la vanidad y el derroche de quienes tienen dinero, no importa como lo tienen o como lo obtienen. Solo que prima la vanidad física a la humildad del corazón.

La dimensión de la mujer, no se mide en los 90, 60, 90 de las incontables lipos, estiramientos, cirugías, partes que se quitan y otras que se ponen por mandato de la vanidad y el derroche de quienes tienen dinero, no importa como lo tienen o como lo obtienen. Solo que en un sistema excluyente, mercantilista, prejuicioso, capitalista de la materialidad, prima la vanidad física a la humildad del corazón.

Los mundos en los cuales nos desenvolvemos, son dimensiones tan complejas pero de una realidad ilimitada, como la dimensión de la mujer desdentada por el deterioro que produce la desnutrición, ¿será que la aguadepanela y la pasta hervida, cuando las hay, te nutren lo suficiente para hacer de tu sonrisa un destello de blancura y no un asomo de vergüenza? Ser pobre tiene su significado, pero ser mujer pobre… significa mucho más de lo percibido y no vivido. Los golpes que causan las manos enrojecidas por la sordidez de la ignorancia te despiertan con los ojos morados, no precisamente porque te maquillaste. Mientras, la humedad entra sin pedir permiso, las constantes y seguras gotas de lluvia impregnan tus cabellos, dándoles un característico olor a tierra de pobre; cuando las gotas se tornan en torrenciales incontables, no sólo tus cabellos, sino todo tu cuerpo se impregna de barro y escombros, porque las tablas se rodaron y los plásticos se rompieron; eso parecido a una casa donde te guarecías de la inclemente intemperie, cayó sobre tu existencia transformando tu cuerpo en el hematoma más grande y cruel, huellas que no terminan de cicatrizar.

La dimensión de la mujer, madre y esposa del hogar que hace de la casa su lugar de trabajo, ardua labor que desempeña con honestidad y nobleza, bien sea por costumbre de la sociedad ” la mujercita a la cocina y el hombre a la calle” o porque no se tiene otra opción, no hubo oportunidad de estudiar y aprender a desempeñarse en otro trabajo, tampoco se espera un salario al final del mes, o simplemente porque la misma mujer tomó esa decisión, ser ama de casa.

La mujer del campo, la indígena, la mujer de la tierra, que se levanta al clarear el día a remover los tizones del fogón que hervirán el café y doraran el pan para la boca de sus hijos. Mujer que recorres caminos, ríos y quebradas, sembrando semillas, cultivas sueños e ilusiones en cada espiga de trigo o de maíz, en cada fruto que recoges del huerto cuidado con dedicación y esmero, encuentras la alegría que produce la satisfacción del trabajo realizado. Pero también, mujer de sobresaltos, temores y zozobras cuando la violencia llega al patio de tu casa mostrando sus garras con fiereza arrebatando la vida de los seres que amas.

Mujer obrera, abejitas del panal, en el hospital cuidas a quienes padecen enfermedad, tu vestido blanco te llena de radiancia humanitaria que mezclas con medicinas y grandes dosis de amor y paciencia, el alivio físico de tus pacientes es el mejor pago a tus esfuerzos. En la empresa, ordenas la agenda gerencial, tecleando en la maquina de escribir o en el computador, redactas los anhelos y esperanzas de cada día.

En la fábrica con tu uniforme textilero confeccionas la ropa y los zapatos que visten a las clases sociales. En la escuela y el colegio, la tiza, el tablero, los libros, los conocimientos, las palabras son las armas libertarias que luchan contra el analfabetismo; enseñar a leer y escribir, aprender a dilucidar y derivar en el horizonte, encontrar entre líneas las mentiras engañosas, mirar tras el muro de las falsedades inventadas por los interesados en el poder y con el poder de abrir brechas separan unos de otros, promoviendo enfrentamientos entre familias y pueblos hermanos. La tarea que no haga falta: clarificar el muro igual que la mantequilla cuando se calienta y encontrar el calicanto de las verdades. Mujer profesora tu vida es un apostolado, criar-educando hijos, los propios y los ajenos que con el destello matutino y el claroscuro del ocaso se convierten todos en tus hijos.

La dimensión de la mujer que hace de su vida una lucha diaria del corazón y la razón en la reivindicación del ser humano como ser social, la mujer que vibra con su voz y sus palabras gritándole al viento gris y torpe escondido en los palacios presidenciales, en los cuarteles, brigadas y batallones, que su maldad, odio, repudio menosprecio y prepotencia enseñados en la academia militar a su engendro ” LA BORRASCA” está cumpliendo con su misión de arrasar, masacrar, desterrar y acallar por siempre el alfabeto de quien conoce el significado de las palabras ¡ vivir con dignidad! …y encarceladas… entre las rejas del sistema opresor, hábil y sin escrúpulos, bajo la mirada inquisidora del uniforme servil del poder del régimen, vemos pasar la vida diluida en el tiempo.

Desde esta dimensión donde me tienen obligada, he visto desfilar las mujeres del llanto con las huellas que deja el trabajo, los años y los sentimientos, las hijas de la riqueza económica y las pobres de cuna sin oportunidades sociales, unas y otras todas victimas de las circunstancias y de las políticas del Estado incapaz de alimentar y educar equitativamente a sus hijas, dándoles el valor que merecen las entrañas de la fecundidad y broten de ellas los mejores frutos que se conviertan en hombres y mujeres con un alto sentido de solidaridad humana.

Pero hagamos lo que hagamos, sea cual sea el trabajo, las ocupaciones o el esparcimiento siempre lo haremos con el coraje de ser mujeres porque son muchas nuestras dimensiones: complejas, vanidosas, perfeccionistas, descuidadas, rebeldes, alegres, malgeniadas, aceptadas o rechazadas por las reglas sociales, somos mujeres que caminamos al lado de los hombres como criaturas de la naturaleza; en cada rincón de nuestros pueblos nunca dejara de sentirse la sonrisa cálida e inocente de una niña, la alegría de una quinceañera, la voz de la madurez y la sabiduría de la vejez.

A las valerosas mujeres de las Organizaciones Sociales del Departamento de Arauca de Colombia y el mundo, luchadoras inclaudicables en la búsqueda del bienestar de sus familias y la defensa de los derechos humanos, que, aunque lloremos ante las infamias de la violencia, siempre tendremos fuerzas para continuar hilando y tejiendo el manto social que se extiende defendiendo la vida y el sabor de la leche y la miel fruto de nuestras tierras.

Compañeras mujeres:

Mi fraterno corazón ensortijado por el frío de la cárcel, extiende un saludo a quienes me encuentren.

Con afecto y compromiso.
Raquel.

Presos políticos
Con conciencia digna y libertaria.
Resistencia, Autonomía, Soberanía, Acción.
Rasa.

Enviado por Redher
www.redcolombia.org