Sobre castaneda y el titulo de una publicacion de budismo zen

Punto de Encaje

sobre Carlos Castaneda y el nombre de esta publicación

Un alumno de Castaneda me preguntó si el título de esta publicación, Punto de Encaje, había sido elegido para burlarse de Castaneda o con otra intención. Es verdad, ¿por qué utilizar una expresión que pertenece a otra tradición, a otra enseñanza que no es el Zen, para titular nuestro diario? ¿No sería una manera de acechar a los brujos, de seducir a las brujas…?

En la enseñanza de Buda se distinguen dos corrientes: la corriente “Hinayana” -en sánscrito, pequeño vehículo- que favorece el desarrollo personal mediante un comportamiento riguroso y un poco ascético para salvarse uno mismo y realizar el despertar, escapando así de la enfermedad, de la vejez y de la muerte; y la corriente “Mahayana”, que significa gran vehículo, en donde se desea, por el contrario, salvar a todas las existencias, aunque uno deba atravesar último la puerta de la libertad. Sin embargo ¿cómo separar estas dos tendencias, estos dos aspectos, que fueron -ambos- enseñados por el Buda Shakyamuni? Fue lo que me expresó muy claramente uno de mis maestros, Rempo Niwa Zenji, cuando yo critiqué el Budismo Hinayana. “No conoce usted el Budismo Hinayana”, me dijo en esa ocasión.

De todos modos el aspecto “desarrollo personal”, que personalmente conozco muy poco en el Budismo, me parece expresado de una manera sumamente original y atrayente en la obra de Carlos Castaneda, y budista o no, el contenido de sus libros me hizo profundamente feliz y me llenó de afecto por su autor. Por eso elegí “Punto de Encaje” como título de mi diario, pues expresa un poco nuestra enseñanza zen; por simpatía, por amistad y respeto hacia ese viejo maestro Don Juan, que, por su magia, hizo reflexionar y soñar a toda una generación de gringos. Tal fue la razón por la que elegí dicho título.

No sé si este diario va a durar mucho más. De todas maneras, quise que sea un medio de expresión gratis -mágico, ¿no?- que permita comunicar una cultura profunda y seria. Y entonces, ¿cómo no soñar en asociarme con gente valiosa y de gran pureza -si es que existen- para tratar de dar a los hombres una parte de verdadera humanidad y algunas raíces bien profundas e intentar, así, alinearnos en un mismo punto?

Les propongo entonces, si es que les interesa, comparar dos extractos que tratan aproximadamente el mismo tema, en este caso, el punto de encaje. La enseñanza de Don Juan, por un lado, y la del sexto patriarca zen chino, por el otro, que expresan con respecto al silencio interior y a detener el diálogo -o monólogo- interno, algunas similitudes evidentes:

Extracto del libro “Fuego Interior”, de Carlos Castaneda:

“..Insistió muchas veces que es el diálogo interno lo que mantiene fijo el punto de encaje en su posición original.

-“Una vez que se logra el silencio, todo es posible” – dijo.

Castaneda, su alumno, le respondió: “Soy consciente de que, en general, he dejado de hablar conmigo mismo, pero no sé cómo lo logré…”.

El maestro responde: “Explicarlo es la sencillez misma. Lo quisiste, y, en consecuencia instituiste un nuevo intento, un nuevo comando, y, con el tiempo, lo que sólo era tu propio comando se volvió el comando del Águila; mostrándonos como el nudo ha sido hecho, nos enseña también a deshacerlo.” Y Don Juan concluye: “Es uno de los descubrimientos más extraordinarios de los nuevos videntes, el hecho de que nuestro comando pueda volverse el comando del Águila.”

En otros términos, que nuestro comando individual pueda volverse visceral, universal. “El diálogo interior se interrumpe como ha comenzado, por un acto de la voluntad”, dice Don Juan.

Cuando leemos esto parece muy simple. Quisimos anclar la realidad mediante nuestro diálogo interno y alcanza con querer desanclarla mediante el silencio interior. Y ya está. Pero como hablamos de magia, de voluntad, de querer, debemos pensar, antes que nada, en el querer extraordinario y la magia fabulosa que cada uno de nosotros tuvo que desplegar para nacer en este mundo, en la hazaña que cada uno tuvo que realizar para fijarse en la realidad. ¿Qué fue lo que motivó tal proeza? Este querer nacer, este querer vivir, esta necesidad de confort, de la razón , esta necesidad de lo limitado, de la felicidad, del amor, la familia, su cuerpo, el tiempo. Un instante, un solo instante suspendido en la eternidad, de razonable seguridad. ¡Qué fabulosa magia!

Y ahora me dicen que los burgueses de Los Ángeles, pagan doscientos dólares para que les muevan el punto de encaje. ¿Cómo creerlo? No hay un solo ser humano que quiera desmoronar, y menos aún por la voluntad, lo que con tanto talento fijo: la realidad. El problema es que muy a menudo uno se aburre en esta realidad. Entonces, nos gustaría cambiarla, o por lo menos, introducirle algunas correcciones. Por ejemplo, permanecer joven sin cirugía estética, ser una bruja llena de poderes y aterrorizar a los machos, imaginarse un disneyworld para uno solito… y tantos deseos espirituales egoístas, pero ¡tan legítimos! Escapar de la muerte y de la disolución del ego, y perpetuar su conciencia individual durante mucho tiempo. Incluso desdoblarse y poder amar a dos personas al mismo tiempo, volar sin alas delta para asombrar a sus vecinos. O, simplemente, sentir el efecto de las drogas más fabulosas sin sanción penal alguna… El mundo está hambriento de sueños, y es normal.

Entonces, soñemos juntos que el mundo entero se despierta al hecho de que todo esto no es más que un sueño; y vigilemos que este sueño no se transforme en pesadilla. O bien, aprendamos a atravesar la pesadilla. Acabo de encontrar la definición del Zen: aprender a atravesar la pesadilla. Para eso, Zazen es la actitud más fuerte. Entonces la gente me preguntará, porque quieren pruebas, resultados visibles, probables: “Maestro, ¿ ha logrado usted atravesar su pesadilla?” Yo les respondo: cuando lo halla logrado, se van a enterar, porque ustedes mismos son mi pesadilla. Todo este mundo es mi pesadilla, porque yo practico el Mahayana, el gran vehículo: pacificar todas las existencias para que la pesadilla cese, tal es la vía de Buda.

He aquí la enseñanza del sexto patriarca zen chino (Houei Neng, Eno en Japonés; vivió entre los años 638 y 713 de nuestra era), con respecto al punto de encaje y al silencio interior:

“Desde siempre, amigos míos, nuestro método ha hecho del “no-pensar” su principio, del “sin-apariencia” su cuerpo, y del “sin-fijación” su fundamento. El adepto del “sin-apariencias”, estando en el seno mismo de las apariencias, está desapegado de las apariencias. Quien practica el “no-pensamiento” no piensa aunque este pensando. En lo que se refiere a “sin-fijación”, es la esencia propia del hombre. Los pensamientos corren sin parar: uno pasó, otro está pasando, uno llega… se encadenan sin detenerse nunca; pero si, durante un solo instante, esta cadena se corta, vuestro cuerpo absoluto se aleja inmediatamente de vuestro cuerpo de carne, y en la sucesión de instantes ulteriores, ningún pensamiento puede ya fijarse en el más mínimo fenómeno. Pues si uno para su pensamiento durante un solo instante, todos los pensamientos se detienen y somos libres de toda atadura. Así, sin fundarnos en nada, fundamos nuestro método. Amigos míos, “sin-apariencia” consiste en desapegarse de todas las apariencias exteriores.”

La “new age” de Buenos Aires me va a preguntar: “Sí, pero ¿para qué sirve?”

Cuando el maestro Kodo Sawaki respondió a mi propio maestro, Taisen Deshimaru, “no sirve para nada”, éste último sólo tuvo una pasión en su vida y esto hasta su último suspiro: practicar zazen. Y el maestro Keizan dice, a propósito de la experiencia de zazen: “Alto como una montaña, profundo como el océano, sin mostrar los picos ni las profundidades insondables, invisible, brillando, sin pensar. La fuente es clara en su manifestación silenciosa, nuestro cuerpo se manifiesta abarcando cielo y tierra, el agua pura no tiene ni derecho ni revés, el espacio nunca tendrá interior y exterior. ¿Cómo puede existir el objeto o el conocimiento? Esto ha estado siempre con nosotros pero sin tener nombre nunca. Aquellos que realizan este conocimiento y esta visión tienen un arte sutil, apacible e impecable llamado zazen, que es el estado de absorción, la fe de todos los estados de concentración.”

En otros términos, esto significa que zazen se vuelve el Águila misma.

Kosen Thibaut
12 de marzo de 1996 – La Habana, Cuba