Historia de los Elfos

Historia de los Elfos

En el mismo momento en que Varda, la Señora de los Cielos, encendía de nuevo las brillantes estrellas sobre la Tierra Media, los Hijos de Eru despertaron junto a la laguna de Cuiviénen, el «agua del despertar». Este pueblo era el de los quendi, llamados también elfos, y, cuando cobraron vida, lo primero que advirtieron fue la luz de las nuevas estrellas. Por eso, los elfos aman por encima de todo a las estrellas y adoran a Varda, a la que conocen como Elentári, Reina de las Estrellas, por encima de todos los Valar. Y aún más, cuando la nueva luz penetró en los ojos de los elfos en el momento del despertar, permaneció en ellos y desde entonces brilló en sus ojos.

Así Eru el Único, a quien los nacidos en la tierra llaman Ilúvatar, creó la más hermosa y la más sabia de las razas que jamás existieron. Ilúvatar declaró que los elfos tendrían y harían más cosas hermosas que cualquier otra criatura terrenal y que disfrutarían de la máxima felicidad y padecerían los mayores sufrimientos. Serían inmortales y no envejecerían, de manera que vivirían mientras la Tierra viviera. Nunca conocerían la enfermedad o las pestes, pero sus cuerpos serían de la misma sustancia que la Tierra y podrían ser destruidos. Podían hallar la muerte por el fuego o el acero en la guerra, ser asesinados o incluso morir de pena.

Tendrían el mismo tamaño que los hombres, que todavía no habían sido creados, pero los elfos serían más fuertes física y espiritualmente, y no se debilitarían con la edad; sólo se harían más sabios y hermosos.

Aunque eran seres mucho menores en estatura y poder que los divinos Valar, los elfos comparten la naturaleza de esos poderes en mayor medida que la raza de los Segundos Nacidos. Se dice que los elfos siempre andan en medio de una luz que es como el resplandor de la luna cuando está justo debajo del horizonte. Sus cabellos son como hilos de oro o de plata, o de azabache pulido, y la luz de las estrellas brilla a su alrededor, en el pelo, en los ojos, en sus sedosas vestimentas o en sus manos enjoyadas. Siempre hay luz en un rostro élfico, y el sonido de sus voces es variado, hermoso y sutil como el del agua. De todas las artes, son maestros en el habla, la canción y la poesía. Los elfos fueron los primeros que hablaron en la Tierra y nadie antes que ellos cantó. Y por eso se llamaban a sí mismos, muy apropiadamente, los quendi, los «parlantes», porque enseñaron a hablar a todas las razas de la Tierra.

En la Primera Edad de las Estrellas, tras la caída de Utumno y la derrota de Melkor, el Enemigo Oscuro, los Valar llamaron a los elfos para que fueran a las Tierras Imperecederas en el oeste. Esto ocurrió antes de que surgieran el Sol y la Luna, cuando la Tierra Media sólo estaba iluminada por las estrellas y los Valar querían proteger a los elfos de las tinieblas y del mal acechante que Melkor había dejado tras de sí.

Y así, en las Tierras Imperecederas que se encuentran más allá de los mares occidentales, los Valar prepararon un lugar llamado Eldamar, que significa «hogar de los elfos», donde se había predicho que con el tiempo los elfos edificarían ciudades con cúpulas de plata, calles de oro y escaleras de cristal.

De esta manera los elfos se dividieron por primera vez, porque no todos los pueblos élficos querían abandonar la Tierra Media y entrar en la Luz Eterna de las Tierras Imperecederas. Atendiendo a las invitaciones de los Valar, un gran número de elfos marchó al oeste, y éstos fueron los eldar, el «pueblo de las estrellas», pero otros se quedaron por su amor a la luz de las estrellas y se llamaron los avari, los «renuentes». Aunque eran diestros en las vías de la naturaleza y, como toda su raza, inmortales, eran un pueblo menor. Casi todos se quedaron en las regiones orientales donde el poder de Melkor era más intenso, y por eso menguaron. Los eldar fueron llamados también el Pueblo del Gran Viaje porque viajaron hacia el oeste a través de las regiones sin caminos de la Tierra Media, hacia el Gran Mar, durante muchos años. De este pueblo élfico existían tres linajes, gobernados por tres reyes. El primer linaje era el de los vanyar, y su rey era Ingwë; el segundo era el de los noldor, y Finwë era su señor, y el tercero era el de los teleri, quienes eran gobernados por Elwë Singollo. Los vanyar y noldor alcanzaron el Belegaer, el Mar del Oeste, mucho antes que los teleri, y Ulmo, Señor de las Aguas, fue a su encuentro y los colocó sobre una isla que era como una inmensa nave. Llevó entonces a los dos linajes a través del mar a las Tierras Imperecederas, a Eldamar, el lugar que los Valar tenían dispuesto para ellos. El destino de los teleri fue diferente que el de sus parientes y se separaron en varias razas. Debido a que eran los más numerosos, el viaje de los teleri fue el más lento. Muchos se volvieron atrás, y entre ellos se contaron los nandor, los laiquendi, los sindar y los falathrim. Elwë, el Gran Rey, se perdió y permaneció en la Tierra Media. Sin embargo, la mayor parte de los teleri siguió avanzando hacia el oeste, y nombraron rey a Olwë, hermano de Elwë, y llegaron al Gran Mar. Allí los esperaba Ulmo, quien por fin los llevó a Eldamar.

En Eldamar, los vanyar y los noldor construyeron una gran ciudad que se llamó Tirion, sobre la colina de Túna, mientras que, en la costa, los teleri edificaron el Puerto de los Cisnes, que en su idioma era Alqualondë. Estas ciudades de los elfos fueron las más hermosas del mundo.

En la Tierra Media, los sindar (a quienes se llamó elfos grises) se hicieron más poderosos que el resto de los elfos de las tierras mortales, gracias a las enseñanzas y a la luz de Melian la Maia. En el bosque de Doriath se fundó un reino encantado de gran poder. Con la ayuda de los enanos de las Montañas Azules, los sindar edificaron Menegroth, llamada las Mil Cavernas, por estar construida bajo una montaña. Pero era como un bosque lleno de linternas doradas, por cuyos pasillos podía oírse el canto de los pájaros y el fluir del agua en fuentes de plata. Éstas fueron las edades de apogeo de los eldar, tanto en la Tierra Media como en las Tierras Imperecederas. Durante esta época, el príncipe noldo Fëanor creó los Silmarils, tres joyas parecidas a diamantes que brillaban con una llama que era en sí una forma de vida y resplandecían con la Luz viva de los Árboles de los Valar.

Entonces, las mentiras difundidas por Melkor dieron fruto y hubo conflictos y guerra. Con Ungoliant, la Gran Araña, Melkor destruyó los Árboles y su Luz desapareció para siempre de las Tierras Imperecederas. Durante la Larga Noche que vino a continuación, Melkor robó los Silmarils y huyó con Ungoliant atravesando Helcaraxë, el «hielo crujiente», para regresar a la Tierra Media y a los pozos de Angband, su gran arsenal. Fëanor juró venganza y los noldor persiguieron a Melkor hasta la Tierra Media. Al hacerlo se convirtieron en un pueblo maldito, porque capturaron las naves cisnes de los teleri de Alqualondë y mataron a sus hermanos elfos. Aquélla fue la primera matanza entre elfos. Con los barcos de los teleri, los noldor de Fëanor cruzaron el Gran Mar, Belegaer, mientras que los noldor mandados por Fingolfin, en un acto de gran valor, se atrevieron a cruzar Helcaraxë a pie. Tal y como cuenta el «Quenta Silmarillion», así comenzó la Guerra de las Joyas. Los noldor persiguieron a Melkor y lo llamaron Morgoth, el «enemigo oscuro del mundo». La guerra fue amarga y terrible y, de los eldar que estaban en la Tierra Media, fueron pocos los que sobrevivieron. Por fin, acudieron los Valar y muchos eldar de las Tierras Imperecederas, y en la Guerra de la Ira aplastaron para siempre a Morgoth el Enemigo. Pero en dicha guerra Beleriand fue destruida y cubierta por las olas del ancho mar. Los grandes reinos de aquella región desaparecieron para siempre, al igual que las ciudades élficas de Menegroth, Nargothrond y Gondolin. Sólo Lindon, una pequeña parte de Ossiriand, sobrevivió al diluvio. Allí permaneció el último reino eldarin en la Tierra Media durante los primeros años de la Segunda Edad del Sol. La mayoría de los eldar que sobrevivieron a la Guerra de la Ira volvieron a Occidente, embarcaron en las blancas naves de los teleri y navegaron hasta Tol Eressëa, en la bahía de Eldamar, donde se encuentra el puerto de Avallónë. Mientras tanto, los hombres que ayudaron a los eldar contra Morgoth fueron a una isla llamada Númenor. Pero algunos de los eldar permanecieron todavía en las tierras mortales durante algún tiempo. Uno de ellos fue Gil-galad, que fue el último de los grandes reyes de los eldar en la Tierra Media. Su reinado duró hasta la Segunda Edad del Sol, y el reino de Lindon sobrevivió hasta la Cuarta Edad. En los años de la Segunda Edad hubo paz. Algunos señores noldor y sindar se unieron a los elfos silvanos y crearon reinos propios: Thranduil convirtió a Bosqueverde el Grande en su Reino del Bosque, y Celeborn y Galadriel gobernaron en Lothlórien, el Bosque Dorado. En aquella época la principal de las colonias eldarin fue Eregion, que los hombres llamaron Acebeda, donde fueron muchos nobles noldor. Se los llamó Gwaith-i-Mírdain, pero en días posteriores fueron conocidos como los Herreros elfos. Y a ellos acudió disfrazado Sauron el Maia, servidor de Morgoth. Celebrimbor, el más grande Herrero de la Tierra Media, nieto de Fëanor, el creador de los Silmarils, vivía en Acebeda. Por orden suya y merced a sus capacidades se hicieron los Anillos de Poder, y, debido a ellos y al Anillo Único que forjó Sauron, tuvo lugar la Guerra entre los elfos y Sauron, así como muchas otras guerras. Las batallas de la Guerra contra Sauron fueron terribles. Celebrimbor pereció y su país quedó arruinado, y Gil-galad envió a Elrond y a muchos guerreros de Lindon para ayudar al pueblo de Eregion. Los elfos que sobrevivieron a la destrucción de Eregion huyeron a Imladris (que en la Tercera Edad recibió el nombre de Rivendel) y se escondieron del terror, y tomaron como señor a Elrond Medio elfo. Pero, aunque los elfos no tenían suficiente fuerza para acabar con el poder del Señor Oscuro mientras éste tuviera el Anillo Único, sus aliados, los númenóreanos, se habían hecho poderosos en Occidente. Los númenóreanos llegaron en sus naves a Lindon y expulsaron a Sauron de las tierras del oeste. Más adelante, regresaron otra vez, cogieron prisionero al Señor Oscuro y se lo llevaron a su país cargado de cadenas. Allí permaneció Sauron hasta que las tierras de Númenor fueron engullidas por las aguas del mar de Belegaer y sobrevino el Cambio del Mundo, cuando las Tierras Imperecederas fueron apartadas de los Círculos del Mundo. Las tierras mortales se cerraron sobre sí mismas y las Tierras Imperecederas fueron colocadas en un lugar que sólo podían alcanzar las blancas naves élficas.

Pero en esa Segunda Edad del Sol todavía quedaba Sauron, el Señor de los Anillos, que había escapado a la Caída de Númenor y regresado a su reino de Mordor. Por eso se constituyó la Última Alianza de hombres y elfos. Juntos destruyeron Mordor y Barad-dûr, su torre, y le arrebataron el Anillo. Él y sus siervos perecieron y pasaron a las sombras, pero Gil-galad, el último Gran Rey de los elfos en la Tierra Media, también murió, al igual que ocurrió con casi todos los grandes señores númenóreanos.

Quedaron todavía unos pocos eldar para vigilar las tierras que lentamente iba controlando la raza humana. En la Tercera Edad, la presencia de los eldar en la Tierra Media apenas era una sombra de lo que había sido en tiempos pasados. Lindon permaneció pero se mantuvo aislado de las luchas de la Tierra Media, y Círdan, el Señor de los Puertos Grises, era el elfo de más alto rango. Las preocupaciones de los elfos parecían ceñirse a ellos mismos en todo menos en un asunto: el del Señor de los Anillos, quien regresó de nuevo a Mordor y envió a sus siervos, los Nazgûl, en todas direcciones. Entonces los elfos y los descendientes de los númenóreanos lucharon de nuevo en lo que se llamó la Guerra del Anillo, hasta que al fin el Anillo Único fue destruido. Mordor volvió a caer definitivamente, y Sauron desapareció para siempre, al igual que hicieron sus siervos, y su dominio sobre todo el mal del mundo se rompió. En la Cuarta Edad, en la Era del Dominio de los hombres, los últimos eldar zarparon de los Puertos Grises a bordo de las últimas naves blancas que construyó Círdan, para seguir el Camino Recto. Y así desapareció para siempre este Pueblo de las Estrellas, rumbo a aquel lugar fuera del alcance de los mortales, quienes sólo lo conocen por las leyendas y, tal vez, por los sueños.

Eldar:

En la Primera Edad de las Estrellas, cuando Oromë el Cazador, de los Valar, descubrió a los elfos en las regiones orientales de la Tierra Media, los contempló maravillado y les dio el nombre de eldar, pueblo de las estrellas. En aquella época todos los elfos se llamaban eldar, pero más tarde este nombre sólo lo recibieron aquellos que emprendieron el Gran Viaje a las Tierras Imperecederas, respondiendo a la llamada de los Valar. Los que se quedaron se llamaron avari, o «renuentes».

Así los eldar fueron un pueblo escogido, que se dividía en tres linajes: los vanyar, los noldor y los teleri. El viaje fue, sin embargo, largo y peligroso, y fueron muchos los eldar que no llegaron a las Tierras Imperecederas; fueron llamados los úmanyar, «los que no son de Aman». Entre ellos se contaban los nandor, los sindar, los falathrim y los laiquendi. Pero fueron más los que acabaron el viaje y llegaron a las Tierras Imperecederas en los días de los Árboles de los Valar. Allí ocuparon el país llamado Eldamar, que había sido preparado para ellos, y construyeron hermosas ciudades y se convirtieron en un gran pueblo.

Vanyar:

De los tres linajes de elfos que emprendieron el Gran Viaje, las historias que han llegado a los hombres hablan poco del Primer Linaje, cuyo rey Ingwë era Gran Rey de todos los elfos. Esta raza es la de los vanyar, conocidos también como Hermosos elfos. Parecen de oro, porque sus cabellos son los más rubios de las muchas razas que habitan Arda. Son los que más sintonizan con los Valar, que les otorgan su amor. Poco han tenido que ver los vanyar con los hombres. Sólo en una ocasión regresaron a la Tierra Media y fue para luchar contra Morgoth el Enemigo en la Guerra de la Ira, con la que acabó la Primera Edad del Sol. Aunque son el menos numeroso de los tres linajes, los vanyar son los más sabios y valientes. Durante sus primeros días de estancia en las Tierras Imperecederas, edificaron con los noldor la ciudad de Tirion sobre la verde colina de Túna. Era ésta una gran ciudad de blancas murallas y torres, y la más alta torre de todas las construidas por los elfos era Mindon Eldaliéva, la Torre de Ingwë. En lo alto brillaba una lámpara plateada que alumbraba los Mares Sombríos. Pero, transcurrido un tiempo, los vanyar prefirieron la Luz de los Árboles, porque los inspiraba a la hora de hacer poemas y canciones, que es lo que más les gustaba. Así, Ingwë llevó a su pueblo desde Tirion a los pies de Taniquetil, la Montaña de Manwë, el gran señor de los Valar, y allí pidieron quedarse, aunque hacía tiempo que los Árboles habían desaparecido.

Noldor:

Los más poderosos de entre los elfos que habitaron la Tierra Media fueron los noldor, porque fueron los elfos que hicieron las Grandes Joyas llamadas los Silmarils, así como los Anillos de Poder. Los noldor fueron el segundo linaje de los eldar que llegaron a las Tierras Imperecederas. La palabra noldor significa «conocimiento», cosa que, más que los demás elfos, lucharon por poseer. En los años de los Árboles de los Valar su rey fue Finwë, y entonces su alegría fue grande al aprender de sus tutores, los Valar y los Maiar. Su ciudad de Tirion, sobre la verde colina de Túna, que miraba al mar iluminado por las estrellas, era poderosa y bella. Porque la ciudad estaba edificada en el Paso de la Luz, llamado Calacirya, el único paso en las montañas Pelóri, que cerraban las regiones de Eldamar y Valinor. A través de este desfiladero surgía la Luz de los Árboles y caía sobre el lado occidental de la ciudad. Al este, a la sombra de Túna, los elfos miraban las estrellas que brillaban sobre los Mares Sombríos.

Los noldor fueron los primeros en extraer las gemas que encerraban las montañas. Regalaban estas gemas, de modo que todas las mansiones de los elfos y los Valar refulgían con ellas, y las mismas playas y estanques de Eldamar, según se dice, brillaban con la luz de las gemas esparcidas.

El rey de los noldor y su reina, Míriel, tuvieron un hijo al que llamaron Curufinwë, más tarde conocido como Fëanor, que significa «espíritu de fuego», porque fue el primero en crear las gemas mágicas élficas, que eran más brillantes y poderosas que las piedras preciosas de la tierra. Por sí solas eran pálidas, pero a la luz de las estrellas recogían dicha luz y despedían un brillante resplandor azul. Fëanor también creó otros cristales, llamados palantíri, las «piedras videntes» que, muchas edades después, los elfos de Avallónë entregaron a los dúnedain. Pero la mayor de las hazañas de Fëanor fue la creación de tres gemas fabulosas que capturaron en su interior la luz mezclada de los Árboles de los Valar. Eran los Silmarils, las joyas más hermosas que jamás había visto el mundo, porque despedían una luz viva. Sin embargo, la tragedia cayó sobre los noldor cuando Melkor apareció, con la araña Ungoliant, y destruyó los Árboles de los Valar, mató a Finwë y robó los Silmarils. Fëanor juró venganza y salió hacia la Tierra Media en persecución de Melkor, a quien llamó Morgoth, el «Enemigo Oscuro del mundo». Así comenzó la Guerra de las Joyas y las Guerras de Beleriand, que duraron toda la Primera Edad del Sol.

Durante esta edad de guerra, los noldor también trajeron grandes dones a la Tierra Media. Y durante un tiempo surgieron reinos noldorin en Hithlum, Mithrim, Dor-lómin, Nevrast, Dorthonion, Himlad, Thargelion y Beleriand Oriental. Los más hermosos reinos de los noldor fueron los dos reinos ocultos: Gondolin, gobernado por Turgon, y Nargothrond, que era un feudo de Finrod Felagund. Fëanor murió en la Guerra de las Joyas, así como sus siete hijos: Amras, Amrod, Caranthir, Celegorm, Curufin, Maedhros y Maglor. Su hermano Fingolfin y los hijos de éste, Fingon, Turgon y Aredhel, también murieron a manos de Morgoth. Y aunque Finarfin, el otro hermano (y tercer hijo de Finwë), se había quedado en las Tierras Imperecederas donde gobernaba a los noldor que permanecieron en Tirion, todos sus hijos, Aegnor, Angrod, Finrod Felagund y Orodreth, marcharon a la Tierra Media y murieron también. Así que de todos los señores noldor y sus hijos sólo sobrevivió en la Tierra Media Galadriel, la hija de Finarfin.

A lo largo de la Primera Edad, Morgoth y sus siervos destruyeron todos los reinos noldorin. Debido a estas guerras, los dominios de los elfos grises, a los que también se conocía como sindar, fueron destruidos, al igual que los dominios enanos de Nogrod y Belegost y la mayor parte de los reinos de las Tres Casas de los edain.

Pero al fin los Valar y Maiar partieron de las Tierras Imperecederas para luchar contra Morgoth. Así tuvo lugar la Gran Batalla y la Guerra de la Ira. Ante tan poderosa fuerza, Angband cayó y Morgoth fue arrojado al Vacío Infinito para siempre. Pero la conflagración fue tan tremenda que Beleriand quedó destruida y la mayor parte de su territorio fue tragado por las aguas. De las estirpes reales de los noldor pocos sobrevivieron a la Guerra de las Joyas que pudieran decir ser descendientes de los grandes reyes. Así fue que Gil-galad, hijo de Fingon, hijo de Fingolfin, estableció el último gran reino de los noldor en las tierras de los mortales. Fue Lindon, la única zona de Beleriand que quedó después de la Gran Batalla. Con Gil-galad vivía Celebrimbor, hijo de Curufin, el único príncipe de la Casa de Fëanor que quedó en la Segunda Edad. Galadriel, la hija de Finarfin, y Elronc y Elros los Medio elfos también fueron allí, igual que Círdan de los falathrim, los laiquendi y los edain (los hombres que fueron fieles a los elfos durante las guerras). Entonces fueron muchos los elfos que embarcaron en los Puertos Grises y zarparon hacia Tol Eressëa, en la bahía de Eldamar, en las Tierras Imperecederas, para construir allí la ciudad de Avallónë. A los edain se les concedió una hermosa isla en el Mar Occidental, llamada Númenor, y también ellos abandonaron la Tierra Media. Gil-galad gobernó en Lindon y Círdan ocupó los Puertos Grises. Pero, en el año 750 de la Segunda Edad, se cuenta que Celebrimbor salió de Lindon y creó un reino a los pies de las Montañas Nubladas, en el país de Eregion, cerca del reino enano de Khazad-dûm. Estos elfos recibieron el nombre de Gwaith-i-Mírdain, el «pueblo de los orfebres», y el de Herreros elfos en épocas posteriores. Fue aquí donde, siguiendo las sutiles insinuaciones de Sauron, Celebrimbor, nieto de Fëanor, quien había creado los Silmarils, forjó los Anillos de Poder, y así surgió la segunda gran obra de los noldor, que traería consigo otro ciclo de terribles guerras. Porque entonces Sauron hizo el Anillo Único que dominaría a todas las demás obras de los noldor. Los elfos se alzaron iracundos y temerosos, y se libró la Guerra de Sauron y los elfos. Celebrimbor y casi todos los Gwaith-i-Mírdain perecieron. Eregion fue arrasado y aunque Elrond Medio elfo acudió con un ejército, lo único que pudo hacer fue rescatar a los pocos supervivientes y refugiarse en Imladris, que los hombres llamarían Rivendel. Allí se creó el único reducto de los noldor entre las Montañas Nubladas y las Montañas Azules. En esa época el mismo Lindon corrió peligro, pero los númenóreanos, descendientes de los edain, aparecieron con sus enormes flotas y expulsaron a Sauron hacia el este. Más adelante, regresaron y capturaron al Señor Oscuro, pero no acabaron con él. Lo hicieron prisionero y con ello provocaron su propia caída, porque él los puso en contra de los Valar y por su locura fueron tragados por el mar. Así Sauron regresó a la Tierra Media, donde sólo quedaban los reinos noldorin de Lindon y Rivendel, aunque se habían creado los reinos de Bosqueverde el Grande y de Lothlórien con nobles noldorin y sindarin y súbditos silvanos. Pero, al regresar Sauron, volvió la guerra. Se constituyó la Última Alianza de elfos y hombres y en esa guerra, que significó el final de la Segunda Edad, Sauron mató a Gil-galad y al rey de los dúnedain, pero el mismo Sauron fue destruido con todo el reino de Mordor.

A partir de entonces no hubo Gran Rey de los elfos noldorin en la Tierra Media, pero los reinos siguieron en pie. El señorío de Lindon y de los Puertos Grises recayó en Círdan, mientras que Elrond siguió gobernando en Rivendel. Durante la Tercera Edad, el reino más hermoso fue Lothlórien, donde reinaba la reina Galadriel, la noldo de estirpe más noble que quedaba en la Tierra Media.

Cuando al final de la Tercera Edad se destruyó el Anillo Único y Sauron pasó al Reino de las Sombras para siempre, Elrond fue convocado desde Rivendel, y Galadriel abandonó Lothlórien, para embarcar ambos en las blancas naves que los llevarían a las Tierras Imperecederas. Sin la reina, Lothlórien se fue apagando y los reinos noldorin de la Tierra Media decayeron. Se dice que Círdan, el Constructor de Barcos, se llevó a los últimos noldor a las Tierras Imperecederas.

Elfos del Mar:

De todos los elfos, el tercer linaje, el de los teleri, era el que más amaba los mares de Ulmo, el Señor de los Océanos, y el que habitó más tiempo en las costas de Belegaer, el Mar de Occidente. Eran los más sabios en el conocimiento marino y por ello se los llamó elfos del mar. Fueron el primer pueblo que construyó barcos, porque les enseñó Ossë, el Maia de las Olas Turbulentas. La esposa de éste era Uinen, la Señora de las Calmas, y juntos enseñaron a los elfos del mar todo lo referente a la vida marina.

Eglath:

En la historia del Gran Viaje de los elfos en las Edades de las Estrellas, existe la leyenda de cómo el tercer linaje, el de los teleri, perdió a su rey, Elwë Singollo. En el bosque de Nan Elmoth, en las tierras de Beleriand, cayó víctima de un encantamiento. Y, aunque pasaron muchos años buscando al rey, los teleri no pudieron encontrarlo y al final tomaron por rey al hermano de Elwë y volvieron a reemprender el camino al oeste, hacia las Tierras Imperecederas. Pero muchos no quisieron abandonar Nan Elmoth y se quedaron por amor a Elwë Singollo, si bien transcurrieron muchos más años. Al separarse así para siempre de su linaje, recibieron el nombre de eglath, que en élfico significa «los abandonados». Al final, su lealtad tuvo su recompensa, porque su rey regresó. Se llamaba ahora Elu Thingol o rey Mantogrís y había cambiado mucho. Una brillante luz se desprendía de él, y lo acompañaba quien era autora de su encantamiento, su reina, Melian la Maia. Y así se presentó un gran destino para los eglath. A partir de entonces se los llamó sindar, los elfos grises, y en los años de las Estrellas fueron el pueblo más poderoso de la Tierra Media.

Elfos Grises:

De todos los úmanyar, los elfos del Gran Viaje que no llegaron a ver la Luz de los Árboles, los más poderosos fueron los sindar, o elfos grises. Su rey era Elu Thingol, «rey Mantogrís», y su reina era Melian la Maia, y los dos fundaron un reino en el bosque de Doriath y allí edificaron una gran ciudad que se llamó Menegroth.

Falathrim:

Los falathrim, los elfos de las Falas, vivieron en las costas de Beleriand durante los años de las Estrellas y durante la Primera Edad del Sol, gobernados por el Señor Círdan. Pertenecían al linaje de los teleri pero, cuando Ulmo, el Señor del Océano, visitó a los teleri, Círdan y su gente se negaron a realizar el viaje definitivo a las Tierras Imperecederas y por lo tanto se separaron de su pueblo. Los barcos de Círdan eran mágicos y eran capaces de hacer el largo viaje a las Tierras Imperecederas, incluso después del Cambio del Mundo, cuando la Tierra Media y las Tierras Imperecederas quedaron separadas para siempre. Durante un tiempo, después de la partida de los teleri a las Tierras Imperecederas, los falathrim vivieron solos en las costas de Beleriand y edificaron en ellas dos grandes puertos llamados Eglarest y Brithombar. Pronto descubrieron que otra parte de los úmanyar se habían hecho poderosos en el bosque de Doriath, al este de las Falas. Su rey era Elwë Singollo. Círdan y los falathrim se reencontraron con sus parientes, los elfos grises, y se convirtieron en aliados. En los años de conflictos que llegaron con el Nacimiento del Sol, los falathrim lucharon junto a ellos contra Morgoth el Enemigo, quien se alzó en el norte.

En esa Primera Edad del Sol, los falathrim se vieron asediados por los orcos durante un tiempo, y después sus puertos cayeron en manos de Morgoth, pero ellos embarcaron en sus naves y zarparon a la isla de Balar. Allí los falathrim permanecieron a salvo hasta la Guerra de la Ira, cuando Beleriand se hundió en las aguas al ser destruida Angband. De nuevo zarparon las naves de los falathrim y se dirigieron hacia el sur, al golfo de Lune, en la región de Lindon. Aquí edificó Círdan el último puerto de los elfos en la Tierra Media. Se llamó los Puertos Grises y desde allí zarpó la última de las naves élficas de las tierras de los mortales.

Nandor:

Los últimos elfos en emprender el Gran Viaje fueron los teleri. La primera separación que se recoge de aquel viaje ocurrió cuando Lenwë, un noble de los teleri, guió a su pueblo hacia el sur, siguiendo el curso del Gran Río Anduin. Se los llamó nandor, «los que vuelven», y no tenían rival en el conocimiento de los bosques. Durante más de dos Edades de las Estrellas, los nandor vivieron tranquilamente en la cuenca del Anduin. Algunos cruzaron las Montañas Nubladas y pasaron a Eriador. Muchos de ellos murieron a manos de orcos vestidos de hierro, trolls de piedra y lobos hambrientos. Pero Denethor, hijo del rey Lenwë, reunió a su alrededor a muchos nandor y emprendió viaje una vez más hacia el oeste. Buscaba a uno que había sido en otros tiempos rey de todos los teleri: Elwë Singollo, ahora llamado Thingol. Denethor atravesó las Montañas Azules y entró en Beleriand. Allí, los nandor fueron recibidos por los sindar, quienes los protegieron, les enseñaron algo del arte de la guerra y les cedieron Ossiriand, la «tierra de los siete ríos», como reino propio. Ya no se los llamó nandor, sino laiquendi y elfos verdes por su amor a las regiones boscosas y por su costumbre de vestir con telas verdes de manera que podían confundirse con los árboles ante la presencia de enemigos.

Elfos del Este:

En el tiempo del Renacimiento de las Estrellas, todos los elfos vivían en el este de la Tierra Media. Pero, transcurrido un tiempo, el Señor de los Bosques, Oromë el Cazador, de la raza valariana, los invitó a abandonar aquella región. Fueron muchos los que atendieron a la llamada de Oromë y viajaron al oeste, donde se los llamó elfos del oeste y eldar. Los que se quedaron recibieron el nombre de elfos del este o avari, los «renuentes», que temían al Gran Viaje.

Un comentario

  • Crow

    En el momento en que Varda, la Señora de los Cielos, encendía las brillantes estrellas sobre la Tierra Media, los Hijos de Eru, los elfos, despertaron. Cuando cobraron vida, lo primero que advirtieron fue la luz de las nuevas estrellas. Por eso, los elfos aman a las estrellas y adoran a Varda, a la que conocen como Elentári, Reina de las Estrellas. Nació la más hermosa y más sabia de las razas. Los elfos disfrutarían de la máxima felicidad y padecerían los mayores sufrimientos. Serían inmortales y no envejecerían, pero podían ser asesinados o incluso morir de pena. Tendrían el mismo tamaño que los hombres pero serían más fuertes física y espiritualmente. Sus cabellos serían como hilos de oro y plata y la luz de las estrellas brillaría a su alrededor. Serían maestros en el habla y la canción. Se los llamó “los parlantes” porque enseñaron a hablar a todas las razas. En la Primera Edad de las Estrellas, los Valar querían proteger del Mal a los elfos y los llamaron para que partieran hacia las Tierras Imperecederas, más allá de los mares occidentales, a un lugar llamado Eldamar, el hogar de los elfos, donde edificarían las más bellas ciudades. Los elfos se dividieron porque no todos querían abandonar la Tierra Media. Los que emprendieron el Gran Viaje fueron los eldar, el pueblo de las estrellas, y los que se quedaron se llamaron los avari, los renuentes. De los eldar existían tres linajes: los vanyar, los noldor y los teleri. Los vanyar y los noldor fueron hasta Eldamar. El viaje de los teleri fue más lento y muchos volvieron atrás para permanecer en la Tierra Media. Fueron edades de apogeo. El príncipe Fëanor creó los Silmarils, tres poderosas joyas que brillaban con Luz propia. Pero Melkor, el enemigo oscuro, robó los Silmarils y comenzó la Guerra de las Joyas. Acudieron a la Tierra Media los Valar y muchos eldar de las Tierras Imperecederas y, en la Guerra de la Ira, aplastaron para siempre a Melkor. Los eldar que sobrevivieron navegaron hasta Eldamar. Pero algunos permanecieron todavía en las tierras mortales durante algún tiempo. Uno de ellos fue Gil-galad, el último de los grandes reyes de los eldar en la Tierra Media. En los años de la Segunda Edad hubo paz. Se crearon nuevos reinos élficos: Thranduil en su Reino del Bosque, y Celeborn y Galadriel gobernaron en Lothlórien, el Bosque Dorado. En aquella época la principal de las colonias fue Acebeda, donde estaban los Herreros elfos. A ellos acudió disfrazado Sauron el Maia. Celebrimbor, nieto del creador de los Silmarils hizo los Anillos de Poder y Sauron forjó el Anillo Único. Este hecho dio lugar a muchas guerras. Las batallas de la Guerra contra Sauron fueron terribles. Los elfos que sobrevivieron huyeron a Rivendel y tomaron como señor a Elrond Medio elfo. Pero, aunque los elfos no tenían suficiente fuerza para acabar con el poder del Señor Oscuro mientras tuviera el Anillo Único, sus aliados, los hombres númenóreanos, cogieron prisionero a Sauron y se lo llevaron a Númenor. Allí permaneció Sauron hasta que las tierras de Númenor fueron engullidas por las aguas y sobrevino el Cambio del Mundo, las Tierras Imperecederas fueron apartadas de los Círculos del Mundo en un lugar que sólo podían alcanzar las blancas naves élficas, y las Tierras Mortales se cerraron sobre sí mismas. Pero Sauron había escapado a la Caída de Númenor y regresó a su reino de Mordor. Por eso se constituyó la última Alianza de hombres y elfos y le arrebataron el Anillo a Sauron. Él y sus malvados siervos perecieron y pasaron a las sombras. En la Tercera Edad, la presencia de los eldar en la Tierra Media apenas era una sombra de lo que había sido en tiempos pasados. Las preocupaciones de los elfos parecían ceñirse a ellos mismos en casi todo. Menos en un asunto: Sauron, el Señor de los Anillos, había regresado de nuevo a Mordor y envió a sus siervos, los Nazgûl, en busca del Anillo Único. Entonces los elfos lucharon de nuevo en lo que se llamó la Guerra del Anillo…