Taoísmo: su origen, desarrollo y práctica

Taoísmo: su origen, desarrollo y práctica

El Taoísmo constituye una de las tres religiones de China (Sanjiao)1, que tradicionalmente se enseñaron  al pueblo chino. Junto a él figuraron el Confucianismo y el Budismo. Estas tres enseñanzas se influenciaron mutuamente generando un sincretismo popular que se practica hasta nuestros días. Sin embargo, el Taoísmo, en su forma pura y original se desarrolló en forma paralela y relativamente independiente de la religiosidad popular. Todo comenzó, según cuentan las leyendas, con el mítico Emperador semihumano Fu Xi. Hace miles de años este rey tribal, mago y chamán descubrió en el lomo de un caballo surgido del río Lo un diagrama mágico conocido como el Ho-Tou2. De este se derivó la secuencia de los Ocho Trigramas del Cielo Anterior del I-Ching, el famoso Libro de las Mutaciones. Con este diagrama mágico y con los ancestrales conocimientos de los Sabios de la Alta Antigüedad del Asia Central (hace ya más de 7000 años) se inició la Cultura Tradicional China, un concepto antropológico que es inseparable de lo que habría de llamarse posteriormente “Taoísmo”. No es sencillo revisar un universo de conocimientos y prácticas tan vasto como el del fenómeno religioso y mágico de la Cultura China. Inevitablemente en este breve artículo deberemos omitir un montón de datos importantes, detalles, historias y elementos que no pueden ser incluidos por una cuestión de tiempo y espacio. Dejamos al lector la tarea de indagar con paciencia a partir de los esbozos que aquí, a modo de resumen y guía, podamos entregarle.

Lo que conocemos por Taoísmo Chino, se denomina Daojiao en su tierra de origen. Dao quiere decir (en este contexto) Camino, Sendero, Vía Trascendente. Jiao a su vez es el vocablo chino para decir Religión. ¿Es que el Taoísmo es una religión? Sí, absolutamente. En nuestras librerías circulan enormes cantidades de libros que hablan supuestamente sobre Taoísmo y que en nada guardan relación con lo que éste realmente es. Muchos remiten los orígenes del Taoísmo al Gran Sabio Lao Zi3. Si bien esto no es tan equivocado, la verdad es que los Taoístas hacen remontar sus enseñanzas mucho más atrás que el período de la Dinastía Chou (La época de Lao Zi y de Confucio) Para muchos, la raíz del Taoísmo se encuentra en las prácticas y conocimientos de otro Gran Sabio que vivió hace unos cinco mil años: el Emperador Amarillo, Huang Ti. Este antiguo gobernante es considerado como el Padre de la nación China. Fue él quien comenzó el largo proceso de recolección de textos y enseñanzas de los chamanes y maestros de las arcaicas tribus nómadas del Asia Central. Así, los taoístas son los herederos de estas tradiciones recopiladas por Huang Ti. Durante los varios miles de años posteriores al Emperador Amarillo, las artes de longevidad, adivinación, curación e inmortalidad experimentaron grandes progresos. Para la época de la Dinastía Chou Oriental, ya había todo un complejo mundo de experiencias acumuladas. Fue así como, en una época de gran decadencia moral, aparecieron dos personajes contemporáneos que representaron dos visiones opuestas de la sociedad de su tiempo: Lao Zi y Kong Zi. El primero, más conocido con la grafía de Lao-Tse, fue uno de los más grandes representantes del pensamiento místico taoísta, mientras que el otro, conocido por su nombre latinizado de Confucio, fue el gran representante de la filosofía ética del Confucianismo. Como es sabido, Lao Zi, el Anciano Maestro, fue el autor del clásico Tao Te King, obra fundamental de todas las corrientes taoístas. Este pensamiento trascendente fue posteriormente elaborado (y llevado al extremo) en un estilo literario distinto, en otros textos de maestros tales como Zhuang Zi (o Chuang-Tse), Lie Zi (o Lie-Tse) y Huai Nan Zi, todos los cuales originaron clásicos homónimos. Textos como estos cuatro ya citados, mas otros que se han perdido o han llegado solo parcialmente hasta nosotros (como el “Yin Zi”) fraguaron el espíritu rebelde y subversivo, incluso anarquista, del Taoísmo. Ya en la época del Zhuang Zi existía una clase de hombres muy especiales, denominados como los Fang Shi, los Maestros de las Fórmulas. Estos Sabios eran los Magos y Chamanes de aquel período, expertos en las artes de la adivinación, la medicina, el exorcismo y las técnicas psicofísicas4 para el logro de la Inmortalidad. El famoso Clásico de Huainan Zi es un libro en el que se recogen los consejos y enseñanzas que estos Maestros le dieron al príncipe de Huainan. En ellos es posible ver la primera amalgama de conocimientos propiamente Taoístas, algo muy cercano a lo que corresponde hoy en día al mundo del Daojiao Chino. La filosofía de Lao Zi, la alquimia y la magia se fusionaron y complementaron mutuamente para configurar los primeros atisbos de la religión Taoísta. Fue precisamente uno de estos “Maestros de las Fórmulas” el que daría inicio, algo menos de cuatro siglos más tarde, al primer movimiento organizado de Taoístas. Este genio se llamó Zhang Daoling, creador de la famosa escuela de los Maestros Celestiales, hoy día conocida como Zhengyi Mengwei Tianshi Pai, quien vivió durante la Dinastía Han Oriental (25 – 219 d.C.) alcanzando los 123 años de edad. El Maestro Zhang tuvo una revelación de manos del mismísimo Lao Zi en las montañas de la provincia de Sichuan, en el año 142  d.C. Fue su nieto, el tercer Maestro Celestial, llamado Zhang Lu, quien logró afianzar la escuela alcanzando el poder político sobre un pequeño estado independiente de carácter teocrático (algo similar a lo que ocurría en el Tíbet con la institución de los sucesivos Dalai-Lamas)5 ubicado en la región central de China y que fue reconocido oficialmente por el estado de Wei.  Este estado teocrático subsistió hasta hace poco tiempo, en las cumbres de los montes Long-Hu6, pero fue aplastado por las tropas comunistas del Ejército Rojo durante la época de las revueltas políticas de la década del ’60. El entonces 53º Maestro Celestial tuvo que exiliarse en la isla de Taiwán, la única “provincia” china que se mantuvo aislada del dominio del Partido Comunista, bajo el gobierno rebelde del Partido Republicano7. 

Desde aquella época de la institución de los Maestros Celestiales, se fueron formando cientos de sectas y escuelas con diversas orientaciones, pero todas ellas siempre han compartido el mismo trasfondo común. Al mismo tiempo que la escuela de Zhang Daoling, surgió el movimiento de los Turbantes Amarillos o Taiping Dao, la Vía de la Gran Paz. Sin embargo, este movimiento de características mesiánicas y milenaristas no tuvo tanta suerte como el de los Maestros Celestiales. Se rebeló contra la Casa Imperial de entonces, la Dinastía de los Han, llegando a alzarse en armas en el 184 de nuestra era, movimiento que fue aplastado por el ejército Imperial. No obstante, los anuncios proféticos de los Turbantes Amarillos respecto del fin de dicha dinastía se hicieron realidad de manera abrupta y trágica, con el advenimiento de la Época de los Tres Reinos (Wei, Shu y Wu) en el año 220.

A partir de entonces surgen una serie de agrupaciones. En un primer instante, la tendencia se centra en el empleo de la Magia Talismánica8 para la protección de las familias, la curación de enfermedades y la expulsión de malos espíritus. Por ello el énfasis de estas escuelas antiguas (de la corriente Zhengyi) estuvo puesto sobre el ceremonial mágico y los ritos cíclicos, marcados por diferentes períodos astrológicos, de acuerdo con el calendario lunar Chino.  Durante el siglo VII d.C. se sumó a lo anterior la corriente alquímica taoísta. La experimentación alquímica en China data desde muy antiguo. En un principio se centró en la búsqueda externa de un elixir que permitiese lograr la Inmortalidad. La constante búsqueda llevó al descubrimiento de sustancias que empleamos hasta el día de hoy, tales como la pólvora o la anestesia. Sin embargo, la síntesis de un elixir de inmortalidad resultó infructuosa para la inmensa mayoría. Es más, muchos incautos y falsos practicantes (entre ellos varios Emperadores) fallecieron envenenados a causa de la ingestión de sustancias venenosas y metales pesados, en la forma de diversos preparados a partir de sustancias típicas de la alquimia China como el cinabrio, oro, mercurio, arsénico, mica o plomo. Esta experimentación  incluyó en algunos casos el empleo de sustancias provenientes del reino vegetal. Así mismo, hubo quienes buscaron durante décadas el famoso “Hongo” de la Inmortalidad, prodigiosa seta mítica cuya sola ingestión conduciría a la detención de la rueda del tiempo. Todo ello constituye la llamada práctica del Weidan, la Alquimia Externa. Puede parecer demasiado fabuloso o fantástico, pero la leyenda nos cuenta que hubo algunos pocos adeptos afortunados que, gracias a sus profundos conocimientos de la Naturaleza y la elección propicia de los materiales, el lugar y los tiempos de ejecución dentro de los ciclos cósmicos, lograron obtener la Gran Panacea. Entre estos figura el famoso Wei Poyang de la dinastía Han Oriental, quien ascendió al Cielo a plena luz del día junto con su fiel perro y un discípulo, tras haber ingerido los tres la píldora de la inmortalidad, elaborada en su mismo laboratorio al interior de una caverna sobre las montañas. Al mismo tiempo que la práctica de la Alquimia Externa, los sabios primitivos de la dinastía Han complementaron la ingestión de hierbas y minerales con la calistenia, la meditación y el yoga sexual. Fue posteriormente, durante la dinastía Tang (618 a 960 d.C.) que la Alquimia Exterior se diferenció con claridad y se separó definitivamente del Neidan, la Alquimia Interior. Esta última constituye el fundamento de la mística taoísta. La nomenclatura mineral pasó a ser simbólica y a designar procesos internos que se desarrollaban dentro del propio cuerpo. Sin embargo, dependiendo de la escuela y secta de que se trate, el énfasis está puesto sobre una interpretación y práctica más fisiológica o bien más psicológica de la alquimia interna. El proceso alquímico se entiende, en el Taoísmo, como una obra en la que operando conscientemente los principios cósmicos que rigen el mundo y que están presentes en nuestro interior a modo de microcosmos, el adepto logra manipular y fundir las tres esencias sutiles del organismo, sublimándolas progresivamente hasta la conformación de un “embrión” inmortal formado por la energía inmaculada del Tao Primordial, cuerpo espiritual indestructible que le permitirá al practicante ascender a los más altos Cielos tras el proceso de separación del cadáver (la muerte). Ahora bien, existen diversos niveles de Inmortalidad en el desarrollo espiritual taoísta. El nivel antes descrito corresponde al logro más comúnmente observado en la mayoría de los buenos practicantes, no obstante, existen grados mayores que llegan hasta el grado de la Inmortalidad física9. Previo al nivel de Inmortalidad, están los logros menores de Longevidad y Salud, todos ellos más fácilmente accesibles a través de prácticas más conocidas por Occidente, como el Chi Kung o el popular Tai Chi Cuan. Como una parte integral de las prácticas salutíferas se desarrolló así mismo en gran medida la ciencia de la Medicina Tradicional China, cuyos logros terapéuticos son indiscutibles10, y la dietética taoísta o Chang Ming. Durante el siglo XII el Taoísmo se fusiona con el Budismo, y especialmente con la escuela Chan o Zen y adopta los preceptos confucianos en algunos casos para dar origen a las diversas corrientes eclécticas del Quanzhen Dao, en las que se hará especial hincapié en las prácticas de meditación y de Alquimia Interna. Pero aún falta por mencionar el aspecto más complicado de aceptar por parte del mundo Occidental, esto es, el ámbito netamente religioso. Desde los inicios de la escuela de los Maestros Celestiales, surge el culto ritual, las ofrendas y la creencia en un numeroso y vasto panteón de Dioses. Muchos de ellos ya existían en la alta antigüedad china, otros se fueron incorporando con el tiempo. Estas entidades divinas representan los diversos aspectos en los que se manifiesta el Tao dentro del mundo fenoménico y no implican una forma de positivismo frente a la filosofía ‘negativa’ de Lao Zi. Muy por el contrario, las Deidades e Inmortales encarnan dentro de sí al Origen Misterioso que no tiene nombre ni forma, sustancia ni existencia fenomenal. Son la expresión pura en el mundo energético de lo Informe y lo Sublime. Constituyen una forma de paso, un puente entre nuestra mente formal y el Absoluto Incognoscible. No son por lo tanto, imágenes supersticiosas ni figuras de un culto idólatra. Es más, en el Taoísmo no existe la idea, tan común a la mentalidad Judeocristiana, de adoración. Los Dioses Taoístas son aspectos manifiestos de lo que no es manifiesto, enlaces con lo Celeste para el reino humano. Por ende, no constituyen motivos de adoración o idolatría alguna, sino más bien de veneración y respeto por lo que ellos representan. En última instancia es el Tao Supremo lo que siempre importa al taoísta.  Pero para que dicha conexión sea real y no un mero juego intelectual, el adepto emplea el sendero de las Deidades como arquetipos cósmicos. Así, para acceder al dominio de lo Sin-Forma, se realiza el dominio de la Forma Pura, Ser y No-Ser en conjunción y cópula. Pero ¿por qué los occidentales parecen no poder aceptar este simple hecho? En el Taoísmo existe lo que se denomina el linaje Koujue, que corresponde a la transmisión oral de las enseñanzas y las explicaciones de los textos que realiza un Maestro Taoísta para su discípulo. Al mismo tiempo, esta transmisión oral de las enseñanzas de una escuela es complementada por el altamente secreto grupo de textos y escrituras Mijue, un compendio de explicaciones sobre los libros sagrados y las instrucciones propias del linaje que usualmente aparecen codificadas de maneras crípticas y simbólicas para evitar la usurpación por parte de los profanos no iniciados. Y para ser iniciado un Maestro debe hacerse cargo personalmente de un discípulo tras haberlo observado durante algún tiempo y poner a prueba su idoneidad para el trabajo espiritual. Los comentadores occidentales de los textos no han tenido acceso alguno a ninguna de estas dos herramientas indispensables para la interpretación de las enseñanzas, por lo que a muchos les parece que el Daojiao es solo un conjunto de numerosas fórmulas supersticiosas y de creencias inverosímiles. Además, mucha gente no está dispuesta a abandonar esa visión romántica e idealizada que tienen de la filosofía Taoísta, que más que sentar un precedente en sus vidas para aprender algo nuevo, les ha servido para encajarlo sobre sus prejuicios ya establecidos y justificar un paradigma agnóstico y relativista que solo ha surgido desde sus propias ideas y no desde el Taoísmo genuino.

Luego de la desastrosa Revolución Cultural China impulsada por Mao Zedong durante la década de los sesenta y setenta, el Taoísmo, así como el Budismo Chino y el Confucianismo, sufrieron grandes persecuciones y pérdidas. Nada con sabor a religión podía seguir existiendo en la nueva República Popular China11, lo que llevó a que los pocos monjes y Maestros que sobrevivieron a las matanzas y encarcelamientos huyeran al exilio. En aquella turbulenta época el Taoísmo agonizaba. Lo poco y nada que quedó se dispersó en el este y sureste, entre Taiwán, Singapur, Hong-Kong12, Malasia, etcétera. Afortunadamente, hoy en día la política del Gobierno Chino se ha abierto a la religión y está admitiendo lentamente la restauración y construcción de templos dentro de su territorio y la práctica privada de la religiosidad. Es así como muchos monjes y sacerdotes ya ancianos han podido regresar a sus quehaceres y se está conformando una nueva generación de estudiantes y discípulos taoístas por toda China. 

El Gran Camino Que No Tiene Nombre ha sido la fascinación de miles de grandes hombres y mujeres que en una incansable búsqueda por lo eterno e indestructible han desarrollado a lo largo de miles de años, un sendero hacia lo divino, hacia el Origen al que finalmente todo retorna. La belleza inconmensurable de esta visión del hombre y la naturaleza sigue siendo tan actual como hace dos mil años. Y su mensaje esperanzador, la superación de la vejez, la enfermedad y la muerte siguen esparciéndose lenta pero continuamente por el mundo, incluso mucho más allá de los límites de China. Ojalá que este pequeño ensayo pueda servir de bocado para todos los buscadores sinceros de la Inmortalidad y para aquellos que disfrutan el sabor único e indiferenciado del gran Tao.

¡Larga vida y felicidad a todos los diez mil seres!

1 Vocablo compuesto, en el que San significa Tres y Jiao, Religiones.
2 El Ho-Tou es un “Cuadrado Mágico” que describe el mundo primigenio antes de la separación del Cielo y la Tierra. 
3 Lao Zi (Viejo Maestro) se llamaba Li Er, era un funcionario menor de la Dinastía Chou Oriental que se encargaba de la Biblioteca Real. Cansado de la decadencia del Imperio, tomó rumbo al Oeste sobre el lomo de un buey, dejando para siempre la China, sin que se halla vuelto a saber de él.
4 Entre estas técnicas podemos citar algunas aún en boga, como los múltiples estilos de Qi Gong (Maestría del Aliento) o las prácticas de Dao Yin (estiramientos y contracciones similares a las del Yoga Hindú).
5 De hecho, en el Tíbet Oriental se desarrolló la escuela Budista de los Shakyapas, quienes detentaron el poder político durante un breve período de la historia tibetana. Sus patriarcas son nombrados a través de una sucesión sanguínea dentro de la familia Khon, lo que guarda curiosa similitud con el estilo más antiguo de los Maestros Celestiales.
6 Montaña del Dragón y el Tigre ubicada en la provincia de Sichuan.
7 Esta es la razón de las constantes disputas entre China continental y el gobierno de Taiwán, problema político que subsiste hasta nuestros días.
8 En la mayoría de los Templos Taoístas es posible conseguir estos talismanes de protección, fabricados en el contexto de un complejo ritual, a partir de tinta roja sobre papel amarillo dispuesta en diagramas y caracteres especiales.
9 No debe interpretarse erróneamente el raro fenómeno de la Inmortalidad física. Siendo un logro muy escaso y difícil, no constituye una violación de las leyes naturales por todos conocidas, en las que la muerte es un suceso inevitable. Esto es así puesto que el complejo desarrollo de semejante logro implica una transmutación elevadísima de la materia corporal en energía pura de acuerdo a los principios rectores de la madre Naturaleza. Recuérdese el llamado “Cuerpo de Gloria” que Cristo adoptó luego de su resurrección.
10 La Organización Mundial de la Salud ha reconocido desde hace varios años la utilidad demostrada de la acupuntura como efectivo anestésico y analgésico natural, lo mismo que la utilidad de la farmacopea fitoterapéutica china. 
11 Este es el nombre con el que el Partido Comunista de China bautizó a la nueva y “reformada” nación.
12 Hong-Kong fue una colonia británica fuera del poder del partido rojo hasta hace muy poco tiempo. Solo en el año 2001 esta isla se reintegró al territorio Chino.

Este artículo fue redactado en Marzo del 2003 por Pablo Ianiszewski F