La reencarnacion en tiempos de Jesus.

De: LUNA200620  (Mensaje original) Enviado: 29/06/2006 11:58
La reencarnacion en tiempos de Jesus.

El Talmud, una colección de leyes y costumbres judías compiladas durante dos siglos antes de la época de Cristo, enseñaba que el alma de Abel pasó a Set y de éste a Moisés. Enseñó que Dios creó también un número limitado de almas cuyo destino consistía en reencarnarse, hasta purificarse para el Juicio Final. La idea talmúdica de la “serie de encarnaciones bíblicas” se repite en la Cábala, la cual, aunque fue escrita en su forma actual hacia el año 1000 d. de C., recogía la sabiduría oculta que subyacía tras el Antiguo Testamento, transmitida oral e ininterrumpidamente desde los tiempos de Moisés. El origen del misticismo esotérico del judaísmo es la Cábala, donde se encuentra reflejado el concepto de Reencarnación o qilqul -palabra hebrea que significa ‘circuito” o ‘rotación

“-. El Zohar, un clásico cabalístico que se cree data del siglo I a. de C., afirma: “Las almas deben volver a entrar en donde han emergido, pero para efectuar este fin deben desarrollar todas las perfecciones, el germen de lo que se plantó en ellas, y si no han cumplido esta condición durante una vida, deberán comenzar otra y una tercera y otra más, hasta que hayan adquirido la condición propuesta para su reunión con Dios’.
Los cabalistas, judíos místicos, se ocuparon mucho de la reencarnación. El rabino Isaac Luria (1534-1572) enseñó esta doctrina en su libro Transmigración del alma. Por su parte, el rabino Manasseh Ben Israel (1604-1657) escribió en su Mishmath Hagem: ‘…la doctrina de la transmigración de las almas es un dogma firme e infalible de común acuerdo con toda la asamblea de nuestra Iglesia… Por lo tanto, tenemos el deber de aceptar este dogma con aclamación… puesto que su verdad ha sido incontestablemente demostrada por el Zohar y por todos los libros cabalísticos’.
La reencarnación era aceptada por el historiador y filósofo judío Filón de Alejandría (20 a. de C.-54 d. de C.). También otro historiador judío, Flavio Josefo (37-100), hizo en sus obras profesión de su fe en la reencarnación e informó acerca de una enseñanza según la cual ‘todas las almas son incorruptibles’. Sostuvo igualmente que tanto los esenios (200 a. de C. a 200 d. de C.) como los fariseos (desde 200 a. de C. hasta que sus doctrinas fueron aceptadas por el judaísmo ortodoxo) aceptaron la reencarnación.
El pueblo hebreo mantenía la creencia en la Reencarnación porque le fue predicada su doctrina por los profetas. Éstos sostenían la vuelta a la carne en diversas expresiones comunes. Otra prueba de que los hebreos estaban convencidos de la existencia de la reencarnación es el hecho de que una comisión enviada por el clero judaico del Sanedrín acudiese a preguntarle a Juan el Bautista si él era el Mesías o era Elías (Juan 1: 19-2 l). Esta vuelta a la vida de la carne, esta nueva reencarnación del espíritu de Elías en Juan el Bautista, fue confirmada por el mismo Jesús cuando dijo: “Y si queréis recibirlo, él es aquel Ellas que tenía que venir. El que tenga oídos para oír oiga’ (Mateo 1 1: 14-15). Posteriormente, en el mismo evangelio de Mateo, cuando Jesús bajaba con los tres apóstoles que le acompañaban, éstos le preguntaron: “¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero? Respondiendo, Jesús les dijo: En verdad Ellas viene primero y restaurará todas las cosas. Mas os digo que Ellas ya vino y no le conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos.. Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista’. (Mateo 17:10-13). La confirmación de que la reencarnación es el sentimiento perdido del cristianismo puede localizarse en las páginas del Nuevo Testamento.