El Arte de Dar
De: LUNA200620 (Mensaje original) Enviado: 16/07/2006 8:51
A muchas personas les gusta y desean dar, especialmente en momentos de necesidad. Sin embargo, no saben cómo dar o piensan que podrían hacerlo equivocadamente debido a su vacilación, nunca siguen sus impulsos internos y de ese modo jamás hacen una donación.
Por otra parte, mucha gente da, pero lo hace erróneamente. Dan las cosas equivocadas a las personas que no las necesitan. O sea, dan de manera inapropiada; y tenemos a quienes dan por un motivo puramente egoísta, lo que hace que la donación no haga el bien que debiera, y la gran bendición que pudiera recibirse por ese acto se pierde literalmente.
Otros dan esperando recibir algo a cambio, a menudo su expectativa es tan grande que, para estar seguros de que se cumpla, lanzan una insinuación a quien recibió su dádiva y, algunas veces, esa insinuación es tan fuerte como una patada de mula. En tal caso no sólo pierden la bendición cósmica que recibirían por lo que dan, sino que desconciertan a quien lo recibe haciendo que las cosas tomen un cariz desagradable.
La primera regla que debe seguirse al dar, no es buscar entre lo que poseemos aquello de lo cual podemos prescindir sin ningún inconveniente, sino pensar en las necesidades de los demás y encontrar cómo y dónde podríamos dar algo a quienes no tienen lo que tanto necesitan.
Unas monedas que se entregan a la persona adecuada, en el momento oportuno y por un motivo justo puede ser, en verdad, una bendición cósmica, en tanto que la misma cantidad entregada de manera indiferente, negligente e inapropiada, sólo es la provebial “bicoca” que no ayuda a quien la recibe ni a quien la da.
Puede ser cierto que, en algunos casos, unas monedas signifique un sacrificio para el dador, por lo que éste debe ser bendecido. Podría representar la mitad de su propia fortuna y, por esa razón, su acto no debe ser considerado insignificante.
Por otra parte, si esas mismas monedas fueran dadas a alguien que las necesita para pagar el largo viaje en tranvía o autobús para visitar a una persona enferma, o para asegurar un empleo, o si se dieran para comprar un poco de alimento para alguien que verdaderamente está al bode de la hambruna, podría ser el más grande regalo del día.
Indudablemente, aquéllos que esperan una recompensa cuando dan algo, se engañan a sí mismos y a nadie más. Un regalo no conlleva una recompensa que regresa automáticamente a casa: si usted envía “con alas” esas monedas como si fuesen una paloma mensajera, con la esperanza de que regresen a su hogar y se posen en su percha, entonces se está engañando.
Si usted regala cierto número de monedas con la esperanza de recibir más, es posible que reciba a cambio esa misma cantidad de monedas, pero no recibirá ninguna bendición cósmica ni ningún interés, y nada ganará al recobrar exactamente lo que regaló. Un regalo que se da con cierta meticulosidad, carece de ese poder emocional del agradecimiento que siempre se manifiesta cuando se da de una manera espontánea, como resultado de un impulso interno.
Por supuesto, saber recibir es también un arte. Si estamos hambrientos y no tenemos dinero y alguien nos regala cierta cantidad para ayudarnos a salir del apuro, debemos tener presente que es necesario que algún día, cuando se nos presente la oportunidad, transmitamos a alguien esta bendición dándole un regalo similar o algo de valor.
Quien recibe el regalo tiene la obligación de ayudar a alguien cuando el momento, las circunstancias y las condiciones se lo permitan. Si no se cumple de este modo la obligación, el Universo se cerrará como canal para cualquiera que asuma esta actitud. El Universo espera que mostremos nuestro agradecimiento no mediante un voluble “gracias” al dador, sino dando Gracias a Dios y después pasando a otros la Bendición que hemos recibido.