Los Egrégores

De: Alias de MSNMINERO16  (Mensaje original) Enviado: 02/01/2004 10:45

Se denomina egrégor a una imagen telesmática, es decir, creada a través de Thelesma o Espíritu, a la cual una persona o grupo de personas la dota de nombre, forma y atributos.

¿Por qué nos adentramos en este tema? Porque es a partir de esta definición que las difererentes tradiciones esotéricas se han planteado y se plantean la existencia de dos tipos de Ángeles:
Unos provenientes de afuera y que son Emanaciones de la Divina Presencia y a los que verdaderamente podemos denominar Ángeles.

Los otros provenientes del interior del hombre creados en el Plano Espiritual a través de emanaciones del Plano Mental, a los que se han llamado comúnmente Dioses, Ángeles de la Guarda, Guardianes Personal, Genios o Demonios. Estos son los denominados Egrégores y con los que intentaremos establecer diferencia de los verdaderos Ángeles.

Es muy común hallar hoy en día, dada la cantidad de textos que se adentran en el tema de los Ángeles y no siempre con una visión acertada y fundamentada del tema, la confusión de los conceptos de Ángel, Genio y Demonio, sobre todo cuando se enseñan técnicas mediante las cuales se puede “ordenar” a los Ángeles a efectuar tales o cuales tareas.

Entienda bien aquel que quiere adentrarse en la comunicación con las fuerzas angélicas que al Verdadero Ángel no puede ordenársele dado que, por se una emanación de la presencia de Dios, le estaríamos ordenando al mismo Dios.

A quien se puede ordenar cumplir con un cometido determinado es al egrégor o entidad creada por la mente del ser humano a través de repetidas visualizaciones y afirmaciones en las que, como hemos explicado, creamos una imagen a la cual damos nombre, forma y atributos.

Ahora bien, ¿puede un Egrégor manifestarse ante nosotros con tal nitidez que nuestros ojos puedan verlo? ¿puede llegar a mover objetos? ¿podemos sentir su toque? ¿puede llevar a cabo tareas que se le encomienden? A todas las respuestas, la tradición esotérica, que basa sus raíces en la doctrina hermética y cuya primera ley enuncia que “El Universo es mente”, da un rotundo SI. No sólo pueden hacerlo cuando se le ordene sino que, de no conocer los medios para mantener a esta manifestación bajo control, será ella la que termine controlando a quien o quienes la han generado y su entorno.
Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que el poder y grado de independencia del Egrégor se haya dado por la forma de la creación del mismo.

Esto quiere decir que si su creación es obra de una persona o grupo de personas y es destruida cuando ha cumplido su cometido su poder será limitado, pero si esta imagen es creada a través de una cultura y mantenida a través de siglos a través de ofrendas, visualizaciones, invocaciones, etc… no nos hallaremos ya ante una forma transitoria sino ante un verdadero Dios tan creador y destructor, influenciable por ofrendas y oraciones, bondadoso e iracundo como los atributos de que ha sido dotado por quienes le crearon.

El ser humano es Dios cuando piensa y al igual que Él, de quienes somos imagen y semejanza, creamos cada uno de nosotros un universo mental, con la única limitación de que creamos según nuestro grado de conocimiento, conciencia y moral.
Cuando generamos en nuestra mente la imagen de un ser, ya sea bello, luminoso y con vaporosas alas emplumadas o a uno grotesco y oscuro; a quien damos un nombre y dotamos de atributos tales como amor u odio, bondad o malevolencia, poder de sanar o de enfermar, poder de materialización o de destrucción, estamos dando vida a una forma real que se alimentará de nuestro pensamiento y nuestra devoción, con un ciclo de vida tan corto o largo como se le permita y tan poderoso sobre nuestras vidas como nuestra voluntad así lo desee.

Entonces para concluir con este punto, diremos a aquella persona que desea adentrarse en el trato con los Ángeles que:
Cuando se desea tratar con un Ángel el cuerpo, la mente y el espíritu deben mantenerse (polarizase) en forma negativa (receptiva), porque estaremos intentando ser receptores de una Emanación de la Presencia.

Ningún elemento hace falta para tal contacto a excepción de las palabras correctas para invocar la presencia del Ángel, es decir, que no deberán usarse imágenes, velas de colores, perfumes ni objeto ritual alguno.
Y sobre todas las cosas recordemos siempre que al Ángel no se le ordena, se le peticiona.

Cuando se desea de tratar con una imagen creada por el ser humano, entonces el cuerpo, la mente y el espíritu deben polarizarse en forma positiva (emisora) porque para que tal contacto se produzca debemos suministrarle energía a la forma creada por nuestro pensamiento. Para este caso, a menos que querramos correr el riesgo de ser “vaciados” de nuestra energía personal, deben utilizarse objetos rituales que generen energía tales como velas, perfumes, ofrendas, etc…

También en este último caso es conveniente el uso de alguna imagen o icono que fije en nuestro pensamiento las características de la forma. Recordemos que de no ser así, cada nuevo atributo que imprimamos en ella la estará dotando de mayor poder y personalidad con el consecuente riesgo de que un día se “independice” de nosotros.

A este tipo de entidad no sólo se le ordena sino que debe indicársele muy bien qué hacer y ante qué detenerse, porque debemos recordar que no tiene conciencia ni moral propia.

Era nuestra intención al iniciar el tratamiento de este punto el establecer la diferencia entre un Ángel de Dios y uno creado por nosotros. Pero valga también como advertencia a todos aquellos que se hacen eco de ciertas técnicas “modernas” de comunicación con los Ángeles que han aparecido debido al florecimiento que registra la angeología en los últimos años, porque así como pueden estar creando un Ángel también pueden estar creando Demonios.