Un mar de curación

De: Alias de MSNLUNA200620  (Mensaje original) Enviado: 25/05/2006 12:43

Un mar de curación

Son muchas las historias de amor de los Maestros que he conocido, pero ahora quiero compartir la anécdota de un viejito de 80 años que estaba enfermo y vivía solo en un pueblo, cerca del mar.

Este anciano sentía que había tenido una vida muy simple y no podía creer que eso fuera todo para lo que había nacido, así que de alguna forma esta pidió ayuda a Dios porque no quería morir aún…

Entonces se hizo el contacto por medio de sus ángeles y un Maestro de Sabiduría llegó hacia él, sin que él se enterara de su verdadera identidad.

“Es que usted está medio raro”, le comentaba el viejito al Maestro, “me gusta como para que sea un médico o algo así”.

Esto le daba mucha risa al Maestro, quien le comentaba que no era así, que sólo andaba de paso y que le gustaba mucho platicar con él.

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Danzas de amor

Uno de esos días el Maestro le preguntó al anciano que si le gustaba el mar, si se sentía muy ligado a él, viendo que tenía su casa cerca de éste.

“Sí, claro, toda mi vida desde chiquito, y si me va a llegar la muerte, pues hasta quiero que me tiren al mar”, dijo el viejito.

“Bueno, si se siente tan ligado, entonces, ¿por qué no va con el mar y le pide que le ayude?, porque si tiene tanta comunicación y amistad con él, seguramente lo escuchará”, le sugirió el Maestro.

El viejito le respondió que le haría caso porque sentía que algo había ahí. Al llegar al agua pensó “cómo no le pregunté al ‘raro’ que me dijera qué hacer”.

Así que tuvo qué sacar de su interior qué era lo que debía pedir y cómo. Empezó por decirle al mar lo que sentía, en el tono en que se le habla a un amigo.

Entonces de repente empezaron a acercársele varios peces, luego algunos leones marinos y delfines. El viejito estaba tan sorprendido que no podía creer lo que pasaba y más se asombró cuando vio la energía de colores de todos los animalitos del mar que lo rodeaban.

“Yo sé que ustedes conocen al ‘raro’ que me dijo que ustedes me podían curar. Les pido que me curen porque quiero saber a qué vine a esta vida, no puede ser que haya vivido 80 años y todavía no lo sepa”.

Todos los animales empezaron a hacer danzas y movimientos rituales que pusieron al viejito muy feliz, tan emocionado que lloró como nunca antes lo había hecho.

Después los animalitos se despidieron de él y se fueron. Entonces el viejito salió del mar pensando:

“Yo sé que y me curé y si no es así, al menos sé que éste fue el motivo por el que yo nací, ahora sí supe que vine a este mundo para ver este espectáculo tan bonito. Ahora sí no me importa ver más”.

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Milagros universales

Así pasó una semana y el viejito tuvo que ir a su cita con el médico. Iba ya preparado para morir, sin imaginar el milagro que se había dado: ya estaba curado.

Desde entonces todos los días y todas las noches repetía antes de dormir, mientras se asomaba a la ventana que daba hacia el mar:

“Ándale ‘rarito’, ven para acá para darte las gracias. Ya sabía que eras como un santo o algo así”, pero el Maestro ya no podía acercarse, aunque quisiera, porque el viejito ya había descubierto parte de su verdadera identidad.

Flora Rocha

Fundación Sabiduría del Corazón