La autoeducación del hombre

De: MINERO16  (Mensaje original)
Enviado: 27/12/2003 10:46

¿Puede ser el hombre su propio educador, y la guía en su propia vida? Si separamos los términos Educación y Auto-educación nos confrontaremos con dos realidades a tener en cuenta: La educación presupone algo que viene de afuera y nos educa donde se distingue un educador y un educando. 

En la auto-educación se presupone la educación que uno mismo puede darse. Aquí el educador es a la vez educando. ¿Cómo es posible dicha paradoja, que yo pueda ser mi propio educador? ¿no es que yo debo salir de mí para encontrar afuera aquello que me educa?

Si miramos al ser humano desde su nacimiento hasta el camino de la dentición, aproximadamente a los 7 años, vemos que la educación nace a partir del impulso de la imitación. Todas las reglas de moralidad y demás instrucciones dadas al niño en estos primeros años se encuentra en aquello que ve y escucha en su entorno.

Ya en el segundo septenio el impulso más significativo de educar al niño es a través de la autoridad amada, personas adultas a las que pueda tener confianza y fe. Allí el maestro juega un papel muy importante, ya que debe con su persona educar con el ejemplo.

La veneración hacia la autoridad crece y se transforma en el amor a la verdad y búsqueda del ideal del próximo septenio, mediante la madurez del criterio y el elevar la mirada a un ideal no personal captado en el alma, es decir un impulso educativo espiritual situado por encima de aquello que el hombre puede ser a esa edad. El ideal se halla suspendido por encima de todos nosotros a modo de una imagen celestial y estamos yendo en su búsqueda con la conciencia de que en realidad nunca podremos alcanzarlo, recién pasada esa etapa (alrededor de los 21 años) se puede comenzar el camino de auto-educación.

Tanto en el primero como en el segundo de los impulsos educativos vemos que lo que se percibe es que ambos se reciben de afuera, de la relación con alguien que se supone más perfecto. El niño eleva su mirada hacia allí.

Calma interior

Ahora bien, nosotros como docentes, podemos educarlo respetando su proceso en el desarrollo anímico-espiritual o sacarlo de dicho camino. En un proceso orgánico todo camino unilateral es ajeno a él. Vemos en nuestra área cómo el alumno que se ejercita fuertemente en un determinado deporte (ejemplo entrenamiento de alto rendimiento), debilita su vida anímica y se vuelve un ser vulnerable, propenso a no saber cómo enfrentar la vida, con sus éxitos y sus fracasos.

Nunca debemos trabajar sobre un solo polo, la vida del pensar, del sentir y del hacer deben ser ejercitadas en forma armónica.

El cuerpo necesita diversidad de experiencias, el alma y el espíritu totalmente lo opuesto. El alma necesita cultura intelectual como el espíritu, es decir concentración. Debe retornar a unas pocas ideas básicas, fundamentales, que dominan todo lo demás, si no lo logra sufrirá un no retorno de su memoria y su sistema nervioso y del modo de cómo insertarse en la vida. El que ha logrado concentración en la vida espiritual, puede ubicarse frente a la vida anímica y frente a la vida exterior con calma, realizando sus actos en forma armónica.

El que no logra esta calma interior se enfrenta a la vida con ausencia de armonía, no pudiendo recordar cosas. Así surge la nerviosidad como producto de la falta de concentración del espíritu.

Aquí contribuye la euritmia como gimnasia del alma y la educación física como gimnasia de la voluntad, de los miembros, concentrando el ser anímico espiritual. ¡Yo soy!

El músculo se ejercita con el exterior, nuestro sistema nervioso con la concentración espiritual.

Lo que actúa de adentro hacia afuera se expresa en el sistema nervioso y se ve fomentado por la memoria.

El hombre puede ser nervioso a causa de una errónea educación de su voluntad, si fue educado con medios interiores que actúan únicamente en la vida representativa.

Recordemos que en la educación del niño se colocan los fundamentos del comportamiento propio y social, debemos colaborar en su desarrollo de manera que esa semilla que ahora colocamos en sus primeros años de vida germinen en frutos, que le permitan en la adultez, tomar las riendas de su vida, moldear su ser anímico espiritual y ser él, quien continúe por sí mismo con su auto-educación.

El gimnasta interno

Volvemos aquí a nuestra paradoja inicial. ¿Puede ser el hombre su propio educador? ¿No estaríamos en este punto frente al dilema, de que al ser su propio guía, en lugar de ampliar su horizonte se limitara, se encontrara con su propia personalidad imperfecta en lugar de abrirse y perfeccionarse?

No es así, ya que en la auto-educación hay un afuera, el mundo y hay un adentro “la voz de mi conciencia”. En el mundo estoy yo, en cada acto que realizo me encuentro a mí mismo, me confronto con la vida y mis vicisitudes, allí debo desarrollar un criterio imparcial para cada situación, ubicarme sin prejuicios frente a la vida. Así como el joven rico que no solo debía despojarse de todo lo material sino también abandonar su sabiduría, sus prejuicios; morir como hombre para renacer en el espíritu a través de la humildad, ya que “a las alturas del espíritu solamente puede elevarse el que ha pasado por el portal de la humildad” (Rudolf Steiner).

Trascendiendo mi propia personalidad, mis limitaciones humanas voy en búsqueda de la verdad y del bien como ideal, ello se encuentra fuera de mí y me auto-educa.

Y si retorno hacia mi propia interioridad y me encuentro con el adentro, sólo con la voz de mi conciencia que es ajena a mis simpatías y antipatías, también salgo, ya que ella es ecuánime y me muestra el camino por el cual debo transitar, solo hay que dejarla que se exprese, no acallar sus palabras. Aquí en este ámbito salgo de mi personalidad, trasciendo mis propios impulsos, apetitos, deseos, simpatías y antipatías, no me pierdo a mismo; recorriendo el sendero que esta voz de mi conciencia me indica, lograré ir de la conciencia ordinaria a una conciencia moral superior.

Arriba y abajo

Yo soy un ser espejado en el afuera en el mundo, lo que me acontece día a día es mi verdadero ser. La voz de la conciencia es el afuera que poseo dentro mío, que me da las pautas del mundo, y que llevo como guía en mi camino a modo de estrella celestial.

El maestro debería ser un “gimnasta”, en lo espiritual desarrollando un sano juicio y madurez de criterio, en lo anímico desarrollando su movilidad interior, salvando obstáculos y en lo físico un ser que sea capaz de moverse con libertad en el mundo, dominando su cuerpo en el espacio, creando con su actuar en el entorno sabiendo vencer en sí mismo la fuerza de gravedad que nos impulsa hacia abajo, nos abate y la fuerza de levitación que nos lleva hacia arriba, nos expande y evapora por el cosmos, encontrando el medio, el equilibrio. ¿Pero cómo se encuentra ese equilibrio sano en nuestro sendero del autoconocimiento?

Adentro y afuera

Ejercitar la voluntad en forma intelectual, lleva al egoísmo, el ejemplo más claro es la gimnasia del súper-atleta, que ignorando las reales necesidades humanas, creada por el pensamiento abstracto o la ambición personal y poniendo en movimiento los miembros sin importarle el sano desarrollo del hombre persigue un fin único, vencer.

La mejor manera en que el hombre se auto-educa es a partir de esas experiencias de vida que no comprende a través de su intelecto. Siempre es más fácil tomar el camino más corto y cómodo, entregarse a recomendaciones mágicas, el más incómodo y difícil, es el que nos propone la ciencia espiritual, ir transformándonos, ampliando nuestra personalidad inmediata, yendo más allá de uno mismo por encima de lo que está encerrado dentro de los límites de la personalidad, sin por ello perderse a sí mismo.

¿Ahora bien, de qué elementos o herramientas dispongo como maestro para educar a los niños en este sentido, colocando en el camino de ellos una semilla que a modo de grano de mostaza se convierta en un frondoso árbol, es decir la semilla que morirá para transformarse en algo nuevo, el deseo de auto-educarse?

Paradójicamente, la sociedad actual materialista desecha un elemento fundamental para la educación del niño: el juego.

En la ciudad de Atlanta de los Estados Unidos se acaba de abolir oficialmente el recreo en las escuelas públicas, es más, algunos establecimientos están construidos sin el clásico espacio para juegos infantiles por encontrarlo inútil. ¿Por qué desperdiciar media hora en lugar de hacer cosas más importantes?

El juego

En el medioevo, mil años atrás “La orden de los templarios”, aquellos monjes que trajeron un importante impulso social al mundo, ya reconocieron el trasfondo oculto que existe en el juego. Esa potencialidad pedagógica no pasó desapercibida para aquellos que deseaban transmitir veladamente determinado tipo de enseñanzas esotéricas.

Algunos ejemplos de esto serían: El juego de la oca, el ajedrez, las damas, los naipes y la rayuela.

Mediante las diversas modalidades de juegos inventados o adaptados por ellos a sus necesidades, determinados grupos o escuelas iniciáticas han permitido transmitir a los eventuales jugadores, ya fueran niños o adultos, conceptos o verdades acerca de la contemplación del universo, trascendiéndolo.

Todos los juegos citados semejan en su mecánica un ritual de iniciación. Hay que superar determinadas pruebas para llegar a un estado superior, “la meta”, que en algunos casos, tiene compensación material y en otros moral, el placer de ser triunfador, de haber sorteado los obstáculos donde otros han caído. Y puesto que en algunos casos el ganar no depende sólo de la habilidad intelectual del jugador, sino también del azar o muerte, es decir, de una fuerza ajena, con ello se pretendía enseñar al jugador o iniciarlo, mostrarle su realidad y al mismo tiempo un instrumento de utilización consciente o inconsciente para acceder a la esfera de la trascendencia.

Vemos así qué enorme grieta se ha producido a través de mil años. Aquellos sabios monjes que instruían al pueblo en las verdades esotéricas y el hombre moderno, que abole el juego por considerarlo absurdo o que demora al niño en la adquisición de conocimientos intelectuales que le brindarán la posibilidad de adaptarse al mundo de hoy.

Esos mismos adultos juegan en su madurez a ser adolescentes y niños en sus comportamientos. La eterna adolescencia que perdura en la adultez. El juego es universal, no hay límites ni fronteras y menos aún límites de edad para jugar.

La gimnasia

Restar importancia al juego es desperdiciar uno de los elementos más importantes en la auto-educación del niño; ya que él a través del juego se confronta con el mundo en situaciones y circunstancias que le dan la posibilidad de experimentarse para la vida. En la resistencia que se nos presenta para lograr algo se percibe la voluntad.

Por las situaciones que se van desarrollando en el juego, el niño se confronta con sus propias limitaciones, conforma una imagen de su propio ser, desea superarse a sí mismo, constantemente se pone a prueba, quiere perfeccionarse, esto no es ni más ni menos que la antecámara del sendero en el autoconocimiento. Preservemos el juego en la niñez, no desaprovechemos este elemento pedagógico tan importante. Además del juego pensemos, como profesores de educación-física, muchos recursos o herramientas para confrontar al joven consigo mismo y con el mundo, el afuera.

Con la gimnasia en aparatos o deportiva le brindamos al alumno la posibilidad de enfrentarse a muchos obstáculos que deberá aprender a sortear, vivencias en el espacio invitando a desprenderse del piso, deberá perder el miedo a la gravedad y vencer su propio peso. Esto es más que un aprendizaje para su futura vida.

En la viga de equilibrio, ejercitamos una postura interna de calma anímica a la vez que logramos equilibrio corporal. Aquí desarrollamos todos los sentidos (inferiores).

Nunca ejercitemos automáticamente, ya que el movimiento logrado de esta manera adormece al niño o joven. Siempre introducirlo desde la fantasía o el juego, desde la imagen a la acción.

Los ejercicios griegos

A través del atletismo, que hemos recibido como legado de los griegos, últimos que reconocieron la esencia espiritual del movimiento, los ejercicios nos dicen lo siguiente: Al correr se halla el equilibrio entre el abajo y el arriba (Mercurio). Correr es recurrir al caminar pero con la plena conciencia. Tengo un cuerpo físico que pesa, dotado de una fuerte vitalidad que me permite moverlo. La planta al crecer vence las leyes físicas de la gravedad, el hombre de igual modo tiene un cuerpo físico (mineral) que lo lleva hacia abajo, la tierra, pero posee un fluir en su cuerpo etéreo que lo hace contrarrestar el peso, le permite erguirse y desplazarse. El saltar se refiere a las fuerzas de ascenso ¿Cuándo salto? Cuando estoy muy contento puedo vivenciar esa fuerza que me permite desprenderme de la tierra y elevarme hacia el cielo. Las rodillas son el punto de encuentro de fuerzas como la alegría, el entusiasmo, el éxtasis, el miedo: “Me tiemblan las rodillas”. “Quiero saltar hasta el techo de alegría”.

Sin embargo el griego saltaba con una pesa en cada pierna, esto es la expresión visible del impulso guiado, dominado y controlado.

El luchador hace frente a los poderes que lo quieren llevar hacia abajo. En esta lucha no hay indicios de violencia. Uno se amarra al otro y trata de hacerle perder el equilibrio. Cuando el otro trastabilla significa que yo he ganado en conciencia; ¡Esa es la victoria! Dos son las fuerzas que debe vencer el luchador, el peso que lo quiere tirar al suelo y el impulso ascendente, o falta de peso que quiere quitarle el suelo debajo de sus pies. El deberá ser al mismo tiempo pesado y liviano. El lanzador de disco encuentra la conexión con el cosmos animado (Apolo). Este gesto nos indica que llegamos a la esfera interior del alma. Región de los sentimientos, el brazo se mueve en la esfera torácica, lanza desde él hacia el mundo, se proyecta con sus sentimientos y luego los trae hacia él. ¡Recibe y da!. El griego sabía que cada movimiento la llevaba a la cercanía de los dioses o de los demonios. Hoy se ha perdido dicha sabiduría y no existe selección alguna de los ejercicios con referencia a su cualidad.

El lanzador de jabalina halla el centro en Zeus, el origen divino. La jabalina lleva en su gesto un impulso desde el pensar. Ella es un instrumento delgado que va a penetrar en la atmósfera como una fuerza radicalmente distinta. Aquí es necesaria la dirección y la puntería. Ella nos habla de la actividad pensante, que tiene que estar colocada en el mundo en forma previa. La jabalina presupone plena concentración al igual que nuestra actividad anímico espiritual.

Frente a esta concepción nuestro actual empeño es más que fragmentario. He aquí una fuente de inspiración para nuestro trabajo.

Y si nos detenemos en otro de los elementos que poseemos para la educación del joven, tenemos la gimnasia Bothmer, con ella podemos llevar al niño desde la percepción “del nosotros” en la ronda, hasta el ¡Yo soy!.

Yo camino por la vida, me yergo, me caigo una y otra vez, reconozco al mundo, luego me reconozco a mí mismo, busco una meta para mi vida en el mundo y luego busco una meta interior y espiritual para mi ser.