El esfuerzo por conocernos realmente.

El esfuerzo por conocernos realmente.

Existen dos Templos: los de ladrillo y cemento que son externos y simbólicos, donde las personas asisten a sus cultos, y existe el Templo interior y verdadero en cada uno de nosotros.

Desafortunadamente nuestro Templo está en tinieblas e invadido por los mercaderes. Los mercaderes son nuestros defectos de tipo psicológico, urge pues la necesidad de conocernos a “sí mismos”.

El hecho mismo de que el trabajo esotérico, el autoconocimiento, comience con la rigurosa observación plena de “sí mismo”, (practicando la maravillosa Clave de Salvación: ¿Qué estoy pensando?, observándonos interior y sicológicamente y sin olvidarnos del cuerpo físico, para conocernos y conocer nuestros defectos y eliminarlos), nos está indicando una multiplicidad de factores psicológicos o “yoes”, que urge la necesidad de erradicar de nuestro interior.

No podemos eliminar errores desconocidos. Debemos observar previamente aquello que queremos separar de nuestra psiquis.
El hecho concreto y definitivo de que el trabajo interior empiece con la atención concentrada, en la observación plena de “sí mismo”, exige un esfuerzo muy particular de cada una de las personas .

En esto del autoconocimiento y de la observación plena de “sí mismo”, ninguna otra persona puede hacer este trabajo por nosotros.
Ahora, aceptar que tenemos defectos y descartar la necesidad de autobservarnos para conocernos y eliminarlos, no es mas que una forma de autoengaño.

Rehuir el trabajo de la autobservación con la clave ¿Qué estoy pensando?, o buscarle evasivas para no realizarlo, es signo inconfundible de degeneración. El prefijo “de” significa no y generación significa nacimiento, creación. Degeneración significa que no se puede crear el hombre nuevo, ni lograr ningún desarrollo espiritual, si no partimos de la observación sicológica.

La severa observación de “sí mismos” con la clave ¿Qué estoy pensando?, nos permite conocer nuestra cruda realidad de ser máquinas inconscientes manejados por fuerzas subjetivas “yoes” o defectos de: orgullo, vana sapiencia, egoísmo, lujuria y codicia.
Estas fuerzas sumadas constituyen el mal del mundo.

Desafortunadamente las diversas teorías pseudoesotéricas nos llevan a un laberinto de confusión donde terminamos llenos de vana sapiencia, opinando y comparando con base en lo que no sabemos o no conocemos.   
   
La sabiduría de la divino tiene dos aspectos: uno externo que es la mera información de la enseñanza a través de libros, símbolos o de estas clases. Su aprehensión constituye el conocimiento y esto es de la mente.

El segundo aspecto es la vivencia, la comprobación y comprensión de las sagradas enseñanzas; está relacionado con el corazón.
El mero conocimiento del cuerpo de la doctrina gnóstica relacionado con la autobservación sicológica sin la práctica para evidenciar y comprobar, no sirve para nada.

Desafortunadamente en estos tiempos del fin en que vivimos, el conocimiento ha ido mas allá de la comprensión porque la humanidad ha desenvuelto exclusivamente el lado del conocimiento, de la simple lectura, etc., olvidándose de la vivencia interior, de la práctica, que es la que nos lleva al Ser y a su comprensión.