EL DOLOR HUMANO

EL DOLOR HUMANO

Desde mi temprana edad he venido viendo cuan difícil es la vida para muchas criaturas que nacen en medio de situaciones verdaderamente lamentables, no me estoy refiriendo sólo a la pobreza, más que todo me refiero a la irresponsabilidad de quienes asumen la dura responsabilidad de traer hijos a la tierra.

Espero querido lector que abras tu entendimiento y tu corazón para que escuches mi relato.

Cualquier día de mi vida quise penetrar al mundo de estos necesitados humanos, anduve por las calles, vi pasar muchas gentes; cada quien hablaba de lo suyo, de sus negocios, de sus necesidades, de sus proyectos, esto lo veía normal, es decir, no se despertaba en mí todavía ningún interés por saber el problema de cada persona en especial; me fui adentrando más hacia ciertos lugares donde se veía desorden por todos lados, basuras, ranchos muy desarreglados, animales hambrientos, es decir, un verdadero caos y yo me decía: “¨Estas gentes por que vivirán así?”, “Será  un castigo de Dios?”, “Será  porque no trabajan?”.

Toda esta serie de interrogantes venían a mi mente mientras yo andaba por estas desordenadas calles.

Comencé a ver niños desnutridos, desnudos, sucios, quise retroceder, irme para no ver esto, pero me dije: “Qué será de mí que no me siento capaz siquiera de observar esto?”, “Cómo serán estas criaturas que lo viven?”.

Me acerqué a una pequeña choza y vi a unos niños tendidos en el piso, desnudos, uno se paró al verme…, tres quedaron en el piso queriendo hacer callar el llanto de uno de apenas pocos meses. Interrogué‚ al que se paró ante mí: “Por que están solos?” y contestó: “Es que no tenemos padre porque el se fue y nos dejó sólos, mi madre sale a trabajar y hasta que no regrese no desayunamos”.

Yo en ese momento me decía: “¨Que podré hacer por estos niños?”, pero me interesaba mucho conocer más a fondo su problema, volví y le hablé diciéndole: “¨Para dónde se fue tu padre?”, y el me contestó: “Consiguió a una mujer que dijo que lo amaba y se fue con ella”, bueno, y le dije: “¨Y en que trabaja su mamá?”, y el niño me contestó: “Ella se va a la calle a buscar hombres que le den trabajo”, y yo le dije: “Sí, a buscar hombres?”, y el contestó sí, “Que tipo de trabajo le dan?” y dijo: “No sé, sólo nos dice que gracias a esos hombres ella se gana unos pocos centavos para darnos una comida en el día, porque aquí llega tarde y se va temprano…”, le dije: “Y quién les ve la ropa y las demas necesidades?”, me dijo: “No tenemos ropa y la que llegamos a tener, no nos la ponen para que no la ensuciemos porque a ella no le queda tiempo de asistirnos…”.

Momentos desgarradores viví en mi corazón viendo esteje: “¨Dónde está  su esposo?”, me dijo: “El trabaja en la calle pero no ha r drama y pense: “Esta debe ser una excepción que hay en este pueblo de una familia tan desgraciada, voy a ir a otro lado donde vea escenas menos desgarradoras”, y salí. No sabía como andaba porque mi dolor era muy grande…

Pasando frente a una humilde choza me acerque a ella y salude, salió una mujer embarazada, sucia y haraposa, tras de ella salieron cinco niños diciendole: “Mama  no salga!, ­no se vaya!”, yo le dije: “Señora, ¨Cómo esta ?”, y ella me contestó: “Bien señor”, y le dije: “Usted vive aquí con estos niños, es que está de paso?” me dijo: “Yo aquí vivo”, y entre sí me decía: “¨Cómo vive una familia en este lugar?, desprovista de todo recurso humano”, Qué dolor!, le diegresado porque ayer a el le pagaron y se fue a la calle a tomar, lo que gana se lo bebe en licor”.

Estábamos en este dialogo cuando se acercó un hombre descompuesto, borracho, lanzando insultos contra esa mujer, maltratando en palabras y en hechos a los niños y diciendoles: “Esta casa es mía y ustedes se irán a la calle porque necesito estar tranquilo y domir en paz”.

Yo me retiré al centro de la calle, miré a mi alrededor y todo lo que pude ver era igual y me dije: “­Dios mío!, será que el infierno es peor que esto?”.

Me fui retirando poco a poco con mi alma desgarrada de ver tanto dolor…

A medida que salía iba viendo que todo cambiaba, casas mejores, gente bien vestida, carros último modelo, es decir: como si fuera saliendo a un mundo diferente donde no había tanto dolor, tanta miseria.

Avancé al centro de la ciudad y este panorama cambió totalmente ante mis ojos y yo me dije: “Si toda esta humanidad que sube y baja por estas calles hiciera un poco de conciencia y todos unidos nos propusieramos ayudar a estos niños huérfanos y a estas madres abandonadas, le cambiaríamos un poco esa cara oculta que esta ciudad tiene” y volvía y pensaba: “­Hasta cuando tendrá que soportar la niñez esta infamia de tanto padre irresponsable que asumen la responsabilidad de un hogar, que se ponen a traer hijos a la tierra sin comprender que esas criaturas necesitan de pan, de abrigo y sobre todo el amor de sus padres y el justo reconocimiento de una sociedad que, aunque estos niños sean pobres e ignorantes, deben ver en ellos hombres y mujeres que son parte de la sociedad y que mañana o pasado seran los hombres y las mujeres que tambien estarán al frente del destino de la Patria!”.

Es necesario ver a los niños de cualquier nivel social como nuestros hermanos, como nuestros hijos, como nuestros amigos y sobre todo como hijos de Dios.

V.M.LAKHSMI