FALLAS DE LA BIBLIA 8

FALLAS DE LA BIBLIA
por Dennis McKinsey

Número 8
Agosto de 1983

COMENTARIO

LA ESCLAVITUD

The Indianapolis Star, uno de los periódicos más conservadores de los Estados Unidos, siempre ha impreso una cita de 2 Corintios 3:17 (“Donde hay el Espíritu del Señor, allí hay libertad”) en la portada de cada uno de sus ejemplares. Pero, si la Biblia fuera, como dicen los apologetas, la Palabra de Dios, sería difícil encontrar un comentario más alejado de los hechos. Todos los versos que siguen muestran que el dios bíblico autorizó y, de hecho, instituyó la esclavitud, la ausencia de libertad: “Entonces tomarás una lesna, y horadarás su oreja junto a la puerta, y será tu siervo para siempre: así también harás a tu criada”. (Deuteronomio 15:17) (Para minimizar el apoyo bíblico a la esclavitud, algunas traducciones dicen “sirviente” en vez de “esclavo” en éste y otros versos; algunos traductores usan términos más suaves. Cualquier autoridad versada sabe que aquí se está hablando de esclavos, y varias versiones, como la Traducción del Nuevo Mundo y la Living Bible, son lo bastante honestas como para admitirlo.)
Pero continuemos: “Así tu siervo como tu sierva que tuvieres, serán de las gentes que están en vuestro alrededor: de ellos compraréis siervos y siervas. También compraréis de los hijos de los forasteros que viven entre vosotros, y de los que del linaje de ellos son nacidos en vuestra tierra, que están con vosotros; los cuales tendréis por posesión: Y los poseeréis por juro de heredad para vuestros hijos después de vosotros, como posesión hereditaria; para siempre os serviréis de ellos; empero en vuestros hermanos los hijos de Israel, no os enseñorearéis cada uno sobre su hermano con dureza.” (Levítico 25:44-46) “Y si alguno hiriere a su siervo o a su sierva con palo, y muriere bajo de su mano, será castigado: Mas si durare por un día o dos, no será castigado, porque su dinero es.”  (Éxodo 21:20-21) “Y venderé vuestros hijos y vuestras hijas en la mano de los hijos de Judá, y ellos los venderán a los Sabeos, nación apartada; porque Jehová ha hablado.” (Joel 3:8) (Ver también: Éxodo 21:2-6, Deuteronomio 15:12, 28:68, Jeremías 27:8, 12.)
Los apologetas han tratado de matizar la situación alegando que estos versos provenían del Dios del Antiguo Testamento y sus leyes, mientras que el Dios del Nuevo Testamento se supone lleno de amor, libertad y compasión. Si es así, alguien se olvidó de informarles a Pedro y Pablo. Éste dijo: “Siervos, obedeced a vuestros amos según la carne con temor y temblor, con sencillez de vuestro corazón, como a Cristo; No sirviendo al ojo, como los que agradan a los hombres; sino como siervos de Cristo, haciendo de ánimo la voluntad de Dios; Sirviendo con buena voluntad, como al Señor, y no a los hombres.” (Efesios 6:5-7) “Todos los que están debajo del yugo de servidumbre, tengan a sus señores por dignos de toda honra, por que no sea blasfemado el nombre del Señor y la doctrina.”  (1 Timoteo 6:1) “Siervos, obedeced en todo a vuestros amos carnales, no sirviendo al ojo, como los que agradan a los hombres, sino con sencillez de corazón, temiendo a Dios.” (Colosenses 3:22) “Exhorta a los siervos a que sean sujetos a sus señores, que agraden en todo, no respondones…” (Tito 2:9).” Pablo no sólo autoriza la esclavitud, sino que iguala el servir al amo con el servir a Dios. Servir fielmente al uno es servir fielmente al otro. Pedro coincide con Pablo: “Siervos, sed sujetos con todo temor a vuestros amos; no solamente a los buenos y humanos, sino también a los rigurosos (…) Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que vosotros sigáis sus pisadas.” (1 Pedro 2:18,21) De acuerdo con la Biblia, es claro que el espíritu del Señor tiene poco que ver con la libertad. Si fueran inseparables, Dios no estaría defendiendo a los dueños de esclavos. Los líderes confederados de la guerra civil estadounidense tenían bastante razón al sostener que la Biblia apoyaba la esclavitud: “… Que el caballero busque en Revelación aprender el decreto de Dios; que busque en la Biblia (…) he dicho que en la Biblia la esclavitud se permite, se autoriza, se regula y se reconoce desde Génesis hasta Revelación (…) la esclavitud existía en las épocas más antiguas, y entre el pueblo escogido de Dios; y en Revelación se nos dice que existirá hasta que llegue el fin de los días. Uno la hallará en el Antiguo y Nuevo Testamento, en las profecías, en los salmos, en las epístolas de Pablo; la hallará reconocida, autorizada en todas partes.” (Jefferson Davis by Rowland, Vol. I, p. 316-17) El conocido reverendo Alexander Campbell sostuvo: “no hay ni un verso en la Biblia que prohíba la esclavitud, pero sí muchos que la reglamentan. Concluimos, por tanto, que no es inmoral”. Sin embargo, el apoyo bíblico no justifica nada. La esclavitud no era más correcta en el año 2000 A.C. que en 2000 D.C. La moralidad no ha cambiado tanto, a pesar de las diferencias de cultura y época.

LAS MUJERES

Cualquier discusión sobre la esclavitud y la Biblia estaría incompleta si se omitiera el papel que la Biblia les señala a las mujeres. En el Antiguo y Nuevo Testamento se les asigna a las mujeres una posición no muy diferente de la que tiene la servidumbre doméstica. Su estatus es degradante, debilitante, y totalmente incompatible con el respeto y confianza en uno mismo. A excepción de María, Eva, Rut, Sara, Raquel y algunas figuras menores, pocas mujeres de la Biblia tienen papeles significativos, y menos aún son dignas de imitación. A Eva, por ejemplo, se le culpa por crear el pecado original. La Biblia dice: “Porque Adán fue formado el primero, después Eva; Y Adam no fue engañado, sino la mujer, siendo seducida, vino a ser envuelta en transgresión.” (1 Timoteo 2:13-14) ¿Sorprende acaso que los grupos feministas se opongan a este relato? Con su acostumbrada astucia, Ingersoll anotó una vez: “… casi todas las religiones han explicado la perversión de este mundo con el crimen de una mujer. ¡Vaya galantería! Y si es cierto, yo prefiero vivir con la mujer que amo en un mundo lleno de problemas, en vez de vivir en el cielo rodeado de sólo hombres.” (Ingersoll’s Works, Vol. I, p.358) Uno de los dilemas más tristes y desconcertantes que uno pueda experimentar en la sociedad moderna es el enfrentarse con mujeres que creen y defienden con firmeza un libro que tan claramente les asigna un estatus degradante de servidumbre. ¿Cómo se acerca uno a quienes están defendiendo una filosofía tan completamente opuesta a sus propios intereses? En términos comunes, la Biblia es sexista y está llena de supremacía masculina, como muestran muy bien los siguientes versos: “… y a tu marido será tu deseo, y él se enseñoreará de ti.” (Génesis 3:16) “Mas quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón; y el varón es la cabeza de la mujer…” (1 Corintios 11:3) “Porque tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón.” (1 Corintios 11:9) “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor. Porque el marido es cabeza de la mujer (…) Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.” (Efesios 5:22-24) Quien desee más pruebas, que lea: Deuteronomio 21:10-14, 24:1-4, Jueces 5:30, Ester 1:20-22, Romanos 7:2, Colosenses 3:18, Tito 2:4-5, 1 Pedro 3:1, Levítico 12:2, 5, Génesis 3:20.
Si éstos no son suficientes, hay más. La evidencia es abrumadora. Los apologetas tratan de suavizar todo este asunto, pero los hechos son tercos. No sólo Pablo: toda la Biblia es culpable. No sorprende que la feminista Elizabeth Cady Stanton haya dicho una vez: “La Biblia y la Iglesia han sido las mayores piedras de tropiezo en el camino de la emancipación de las mujeres.” (Free Thought Magazine, Vol. 14, 1896) “No conozco otro libro que enseñe de forma tan completa la sujeción y degradación de las mujeres.” (Eight Years and More, Elizabeth C. Stanton, p. 395) Insuperable, Ingersoll de nuevo mostró su sabiduría al decir: “… [La Biblia] no es amiga de la mujer. Ésta hallará que los escritores de ese libro, en su mayor parte, hablan de la mujer como una pobre bestia de carga, una sierva, una obrera, una especie de mal necesario: como simple propiedad.” (Ingersoll’s Works, Vol. 12, p.43) “Mientras la mujer vea la Biblia como su declaración de derechos, será esclava del hombre. Entre sus páginas no hay más que humillación y vergüenza para ella. Se la considera como propiedad del hombre (…) ella está tan debajo del hombre como él lo está debajo de Cristo.” (Ingersoll’s Works, Vol. I, p. 396).” Tal vez George Foote hizo el comentario más agudo de todos: “La mujer puede enorgullecerse de no haber contribuido jamás una sola línea a la Biblia.”
Para terminar, debe anotarse que la Biblia autoriza el sometimiento de las mujeres mucho más que el de los negros. De hecho, aunque muchos versos aceptan la esclavitud, ninguno prescribe de forma clara el dominio blanco sobre los negros.

AL TRATAR CON LOS APOLOGETAS

Aunque esta publicación rara vez se sale de la Biblia para hacer observaciones, es hora de una excepción ocasional. Por años he notado las diferentes filosofías empleadas por quienes buscan tratar con los defensores de la Biblia. En general, pueden agruparse en nueve categorías amplias, con ciertos traslapos. Vale la pena mencionarlas:
El primer enfoque involucra ridiculizar a los creyentes con burlas y preguntas como: “Ciertamente no cree usted que a Jonás se lo tragó una ballena, que un burro habló, o que una vara se convirtió en serpiente. ¡Cuán infantil!”.
Un segundo enfoque involucra tratar de alterar sus creencias despreciando la Biblia y compadeciendo profundamente a sus defensores. El problema con esta táctica es que los creyentes responden igual.
El “corazón sangrante” es la esencia del tercer enfoque, o al menos es la etiqueta que le aplican los defensores de la Biblia. Con esta táctica se hacen comentarios como: “¿Cómo puede usted apoyar, defender y promover un libro que tiene tanta sangre, muerte e inmoralidad?”. A esto la respuesta más obvia y común es: “Así es la vida, amigo mío. La Biblia habla sobre el mundo real”.
Un cuarto enfoque tampoco es especialmente efectivo. Los críticos de la Biblia dicen, por ejemplo: “¿Cómo puede usted apoyar la pena de muerte, cuando la Biblia ordena: ‘No matarás’?”. O: “¿Cómo puede defender la guerra, cuando la Biblia dice: ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo’?”. La Biblia es especialmente apta para esta clase de críticas. Todos han oído la conocida frase de que con la Biblia puede probarse cualquier cosa. “… la Biblia no decide nada, porque decide en todas las direcciones, y en la dirección en que uno escoja.” (The Age of Reason, Thomas Paine, p. 196) “A menudo se ha dicho que con la Biblia puede probarse cualquier cosa.” (The Age of Reason, Paine, p. 89) Fácilmente uno puede hallar versos que apoyan la pena de muerte y la guerra. El asunto es que es difícil dispararle a la Biblia desde la distancia y esperar dar en el blanco. Cuanto más incoherente es un libro, más capaz es de resistir esta táctica, y para ello ningún libro está mejor calificado que la Biblia. Es realmente única en esto.
La precisión científica es la esencia de la quinta táctica. Los críticos de la Biblia tratan de acumular tantos datos para refutar narraciones como la creación y el diluvio que sus oponentes quedan abrumados. Sin duda alguna, esa información existe, pero los apologetas también tienen sus “científicos”. La Creation Research Society de California, por ejemplo, se enorgullece de tener 100 miembros con diplomas científicos. Más importante aún: cualquier táctica que dependa de evidencia extrabíblica para refutar la Biblia está condenada a fracasar. Un aspecto fundamental de la mentalidad creyente es que no importa qué información les pueda dar uno ni qué pueda mostrar esa información: si contradice al libro, es falso y punto.
El centro del sexto enfoque para enfrentar a los defensores de la Biblia es ofrecerles una alternativa. El humanismo, ateísmo, agnosticismo, escepticismo, etcétera, proporcionan un enfoque muchísimo más racional sobre la Biblia. Pero, ¿por qué aceptarían los creyentes otra visión sobre las escrituras, cuando están convencidos de que ya poseen la verdad? ¿Por qué alguien abandonaría el plan A para tomar el plan B, cuando nunca se le ha mostrado que el plan A está mal?
Un séptimo enfoque implica una filosofía de “vive y deja vivir”, algo así como: “Si no los puedo cambiar, entonces sólo ignoraré sus absurdos”. La falla fatal de este enfoque es que ellos no van a responder igual. Los creyentes, como los del grupo “Mayoría Moral”, dedican constantemente grandes cantidades de tiempo, dinero, esfuerzo y personal para inyectar su filosofía en las escuelas, las leyes, los tribunales, las agencias sociales, etcétera. Puede que uno quiera dejarlos en paz, pero quienes han tenido relación con los asuntos actuales entre Iglesia y Estado saben que sus ataques son interminables. Uno lucha y protege, o pierde y sucumbe. Sin importar lo que hagamos, no nos van a dejar en paz. Su impulso evangélico es incesante. Ingersoll dijo muy bien: “Las iglesias están convirtiéndose en organizaciones políticas (…) Probablemente no pasará mucho tiempo antes de que las iglesias estén divididas sobre los asuntos políticos tan agudamente como lo están sobre las cuestiones teológicas; y cuando llegue ese día, si no hay suficientes liberales para retener el balance de poder, este gobierno será destruido. La libertad del hombre no está segura en las manos de ninguna iglesia. Cuando la Biblia y la espada son compañeras, el hombre es un esclavo.” (Ingersoll’s Works, Vol. 2, p. ) Ingersoll ha probado ser un profeta, pues ese día ya ha llegado.
Un octavo enfoque, aceptado por quienes reconocen la debilidad del séptimo, está en hacer interminables batallas legales en las cortes por medio de decisiones constitucionales y presión popular. Sin duda, si uno no puede cambiar la opinión del adversario o debilitar su determinación, ésta es una alternativa viable.
Una estrategia final es intentar resolver las dificultades de la sexta. Si los defensores de la Biblia no van a aceptar una alternativa hasta que primero descubran que aquélla no es inspirada, es lógico que primero se les deban mostrar sus debilidades. Fallas de la Biblia se creó para llenar esta necesidad, para revelar la verdad cruda sobre los defectos de la Biblia. Rara vez busca evidencias extrabíblicas, no apela a las emociones del corazón, no tira piedras desde la distancia, no propone una alternativa, no se burla de la Biblia ni de sus creyentes, no ignora a los defensores de la Biblia ni actúa como si no fueran una fuerza significativa en la sociedad, no desdeña a sus adversarios con lástima ni rencor y, como no cuenta con recursos, no va a los tribunales. En lugar de todo eso, Fallas de la Biblia se queda en el libro, hace comparaciones y saca conclusiones. Busca conocer la Biblia y trabajar con los apologetas en su propio terreno. Opera sobre el principio de que dentro del libro existen datos más que suficientes para minar sus bases. Sin embargo, el problema irresoluble de este enfoque, o de cualquier estrategia que utilice la razón, es qué hacer con quienes dicen: “Mi decisión ya está tomada; no me confunda mostrándome los hechos”. ¿Qué hace uno con la gente que no quiere entrar en ninguna discusión crítica de la Biblia, que tiene la mente cerrada? Cuando Jesús toma el control, muchos parecen entrar en otra realidad, que no es tanto la dimensión desconocida como una de ignorancia absoluta.

PABLO, EL DISCÍPULO ENGAÑOSO

Ninguna discusión sobre actividades engañosas de los personajes bíblicos estaría completa sin un análisis extenso de Pablo. Si Pablo escribió realmente las Epístolas, entonces nadie, aparte de Jesús, ha tenido una mayor influencia en el desarrollo del cristianismo. Pero su tendencia a operar según conveniencias era insuperable. A menudo mintió, hizo citas erróneas y probó ser indigno de confianza. Los siguientes ejemplos son sólo una fracción de los que hay disponibles. En 1 Corintios 2:8, Pablo dijo: “La que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de gloria”. ¿Qué príncipes crucificaron a Jesús? Lo mataron una turba y varios soldados. En Colosenses 1:23, Pablo dijo: “… la esperanza del evangelio que habéis oído; el cual es predicado a toda criatura que está debajo del cielo; del cual yo Pablo soy hecho ministro”. Por favor, Pablo. Nunca se ha anunciado el evangelio a todas las personas del mundo. De hecho, millones han nacido y muerto sin haber tenido nada que ver con la Biblia. Una de las mayores citas erradas de Pablo se encuentra en Hechos 20:35, donde dice: “… es necesario sobrellevar a los enfermos, y tener presente las palabras del Señor Jesús, el cual dijo: Más bienaventurada cosa es dar que recibir”. Jesús no dijo eso en ninguna parte del Nuevo Testamento. La oratoria de Pablo parece haberlo abandonado.
Como Jesús, Pablo solía ignorar sus propias recomendaciones. Por ejemplo, en Romanos 12:14 dijo: “Bendecid a los que os persiguen: bendecid y no maldigáis”. Pero en Hechos 23:3 atacó a alguien diciéndole: “Dios ha de herirte, pared blanqueada”. En 1 Tesalonicences 2:3, Pablo dijo: “Porque nuestra exhortación no fue de error, ni de inmundicia, ni por engaño”. Pero en 2 Corintios 12:16 dijo: “… como soy astuto, os he tomado por engaño”. En 1 Corintios 6:12 y 10:23 Pablo dijo: “Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen”. Pablo, el supuestamente moral, se ve a sí mismo como su propia ley. Otro problema se encuentra en 1 Corintios 15:5, donde Paul dijo: “… [Y Jesús] apareció a Cefas, y después a los doce”. De ser cierto, significaría que había 13 apóstoles, a menos que Cefas (Pedro) no lo hubiera sido. En 1 Corintios 10:8 Pablo se refirió a una plaga descrita en el libro de Números: “… y cayeron en un día veintitrés mil”. Pero Números 25:9 dice claramente que el número fue 24.000: “Y murieron de aquella mortandad veinticuatro mil”. En el futuro diremos más sobre los defectos de Pablo.

RESEÑA

En The Bible Has the Answer, el apologeta Henry Morris de la Creation Research Society de San Diego, California, trató de justificar el papel que la Biblia les asigna a las mujeres. Sin desperdiciar palabras, fue al grano y encaró el asunto desde el principio: “Algunos llegan al extremo de acusar a la Biblia de perpetuar el sometimiento de las mujeres por sus enseñanzas arcaicas. Esta desafortunada acusación es irónica, pues sólo la Biblia ofrece la verdadera libertad para las mujeres o los hombres. Mientras que las culturas paganas contemporáneas del Israel del Antiguo Testamento trataban a las mujeres como la forma más baja de bienes muebles, la Biblia exalta a las mujeres que hallaron su realización de varias maneras. Por ejemplo, la vida de Ana se centra en su familia (1 Samuel 1-2); Miriam fue una excelente profetisa (Éxodo 15:20); Débora alcanzó la grandeza como jueza, líder militar y poetisa (Jueces 5); Ester guió exitosamente a su pueblo a través de intrigas y conspiraciones políticas (Ester 4-7); y Noemí y Rut vendieron bienes raíces (Rut 4:3-9). Las mujeres ayudaron en la defensa de Tebes: una mujer anónima cambió el curso de la batalla contra el malvado agresor Abimelec (Jueces 9:50-55).” (The Bible has the Answer, Henry Morris, p. 239-240).
La debilidad de la posición de Morris está en que las personas seleccionadas no sólo tienen roles menores en el esquema bíblico de cosas, sino que se han representado de manera inexacta. Las descripciones bíblicas relacionadas con ellas no las exaltan; meramente describen sus acciones. Ana era una sierva. No fue exaltada: simplemente quiso quedar embarazada. Miriam no profetizó nada; sólo tocó la pandereta y cantó. Débora fue jueza, pero en ningún lado dice que haya sido algo fuera de lo ordinario. Tampoco fue líder militar; se limitó a darle un consejo a uno que sí lo era. El papel de Ester se parece más al de una protagonista de telenovela que al de la líder de su pueblo. Noemí no sólo vendió bienes raíces, ¡sino también a Rut! (Aquí Morris escogió un ejemplo excepcionalmente pobre.) Y la mujer anónima simplemente mató al general que atacaba; no cambió el curso de la batalla, como Sansón con su quijada.
La desesperación en los ejemplos de Morris sólo señala la patética representación que la Biblia hace de las mujeres. Dos de las mujeres bíblicas más famosas, Eva y María, no reciben ningún papel protagónico. A Eva se le concede la distinción de haber introducido al pecado en el mundo, difícilmente un modelo a seguir, mientras que María fue poco más que el mecanismo para la llegada de Jesús. Como mostró el Comentario de este número, no hay base alguna para la afirmación de Morris de que “sólo la Biblia ofrece la verdadera libertad para las mujeres”. En realidad, la evidencia prueba claramente lo opuesto. ¿Puede mostrar un solo verso bíblico que exalte la feminidad por sí misma, es decir, sin hacer que el mérito dependa de ejecutar una acción servil?
Morris prosigue: “Es más: no hay distinciones de sexo con respecto a la salvación por fe en Cristo o la posición de uno delante de Dios.” (Ibid. p. 240) Aunque la Biblia no parece hacer distinciones entre hombres y mujeres en cuanto a quién se “salva”, es claro que sí distingue las posiciones de cada sexo delante de Dios. Morris intenta aminorar la fuerza del mandato de Pablo al citar 1 Corintios 11:3 y decir: “Dentro del hogar cristiano, el hombre es cabeza de la mujer”. (Ibid. p. 240) Pero 1 Corintios 11:3 no dice nada sobre un hogar, cristiano o de cualquier tipo. La superioridad masculina no se restringe al hogar; los hombres son superiores, según muestra el verso mismo: “Mas quiero que sepáis, que Cristo es la cabeza de todo varón; y el varón es la cabeza de la mujer; y Dios la cabeza de Cristo”.
Morris prosigue diciendo: “Pero el esposo viola la enseñanza bíblica si trata a su esposa como inferior” (Ibid. p.240) y dice que esto se encuentra en 1 Corintios 11:11-12. En realidad, estos versos sólo dicen que el hombre nace de la mujer; en ninguna parte se le dice que no la trate como inferior. La apologética de Morris continúa de forma reveladora: “La esposa no tiene una posición menos importante ni menos exaltada que la del esposo, pero su posición no es la de cabeza del hogar. En las Escrituras, la sujeción no llega la connotación de inferioridad.” (Ibid. p. 240) ¿Cómo la sujeción podría no significar inferioridad? Para probar su argumento, Morris cita Efesios 5:22-25, ¡que prueba precisamente lo contrario! Las esposas deben someterse a sus esposos: “el marido es cabeza de la mujer”, lo que claramente la pone en una posición inferior. A continuación, Morris mueve su apologética hacia otra defensa con: “Como en el hogar, también es en la iglesia local las mujeres tienen un papel identificable.” (Ibid. p. 240) Ese papel no representa gran cosa, según nos dice 1 Corintios 14:34: “Vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar”. Morris atribuye su marginación a la maldad de Eva: “La prohibición de que las mujeres tomen el liderazgo de la iglesia parece venir como resultado judicial de la complicidad de Eva en el primer pecado en Edén”. (Ibid. p. 241) En otras palabras, se les niegan posiciones de liderazgo a las mujeres hoy por causa de lo que Eva hizo hace años. Se castigan inocentes por los actos remotos de un antepasado.
Cambiando otra vez de tema, Morris afirma: “Algunos hasta han llamado a Pablo un sexista anticuado, y han dado a entender que sus enseñanzas sobre el papel de las mujeres reflejan su propia inseguridad y desinformación sexuales. Obviamente, quienes hacen tales acusaciones tienen una pésima opinión de las Escrituras.” (Ibid. p. 241) Sin importar lo que los críticos puedan opinar de las escrituras, ¿dónde se equivoca su análisis? A menos que Morris tenga evidencia que se oponga, no debe rechazar la cuestión. Podría ser cierta.
Morris concluye su defensa con un comentario que no merece tomarse en serio: “La Biblia no les prohíbe a las mujeres gozar de iguales oportunidades legales, sociales o económicas, ni tampoco les exige a las mujeres cristianas someterse a todos los hombres.” (Ibid. p. 242) A esto sólo se puede contestar: No sea absurdo; por supuesto que lo hace. “… las mujeres deben sentirse perfectamente libres de tomar posiciones de autoridad sobre los hombres en contextos profesionales, empresariales o sociales.” (Ibid.) Antes de decir esto, Morris debería haber leído 1 Timoteo 2:12, que dice: “Porque no permito a la mujer enseñar, ni tomar autoridad sobre el hombre, sino estar en silencio”. Casi todos los puntos de la defensa de Morris se oponen directamente a las enseñanzas bíblicas.