FALLAS DE LA BIBLIA 6

FALLAS DE LA BIBLIA
por Dennis McKinsey

Número 6
Junio de 1983

COMENTARIO

EL NACIMIENTO VIRGINAL

El nacimiento virginal es uno de los conceptos cruciales para entender apropiadamente el cristianismo, una de las columnas que fundamentan su ideología. Pero, tal como otras columnas, está agrietada con problemas y contradicciones que deben exponerse. Los apologetas sostienen que la naturaleza milagrosa del evento sólo podría asociarse con el nacimiento de un ser divino, Jesucristo. Pero, ¿qué tiene de milagroso un nacimiento virginal? En inglés, el diccionario Webster lo define como un nacimiento en el que la madre conserva la virginidad al no tener contacto alguno con un macho. Pero ése no es un suceso milagroso. Fácilmente podría sacársele un óvulo a una mujer virgen, unirlo con un espermatozoide en un tubo de ensayo y reinsertarlo al útero sin que haya contacto físico. De hecho, quienes resulten ser los padres en esta unión ni siquiera tienen que conocerse. ¿Dónde está el milagro? El diccionario Webster define milagro como “un evento o acción que, al parecer, contradice las leyes científicas conocidas y, por tanto, se considera ocasionado sobrenaturalmente, en especial por obra de Dios”. Pero en este caso no hace falta intervención divina. No se necesita. Tenía razón un apologeta fundamentalista cuando dijo: “El creyente bíblico no debe defender la posibilidad de nacimientos virginales en la raza humana; debe más bien argumentar que los nacimientos virginales no pueden ocurrir natural ni artificialmente, y que la única razón por la cual Cristo tuvo tal nacimiento fue por el milagroso ministerio del Espíritu Santo”. (The Virgin Birth, by Gromacki, p.96.)
La mayoría de las dificultades relacionadas con el nacimiento virginal surgen de la Biblia misma. Para empezar, varias veces aparece dicho que María era virgen en el momento del parto y que José no tuvo contacto con ella sino después (Lucas 1:34-35, Mateo 1:18, 20, 24-25), mientras que otros versos dicen que Jesús era hijo de José (Mateo 13:55, Juan 1:45, 6:42, Lucas 2:27, 41, 3:23, 4:22, Lucas 2:33, 43 en algunas versiones). Incluso María dijo que el padre de Jesús era José (Lucas 2:48), y nadie como ella para saberlo. Varios versos más dicen que Jesús tuvo un nacimiento natural, según la carne (Romanos 1:3, 9:5). Es difícil creer que el nacimiento hubiera sido natural si uno de los padres fue un espíritu santo sobrenatural.
Un segundo gran problema del nacimiento virginal proviene de algunos de los versos mencionados, según los cuales José era el verdadero padre de Jesús. Según las genealogías en el primer capítulo de Mateo (1-16) y tercero de Lucas (23-38), José descendía de David. Por tanto, Jesús descendía de David, uno de los requisitos para el título de Mesías (Jeremías 23:5, 2 Samuel 7:12-13, Salmo 89:3-4, 132:11). Pero el padre de Jesús no podía ser José, y David no podía ser su ancestro (2 Timoteo 2:8, Hechos 13:22-23, Apocalipsis 22:16) “según la carne ” (Romanos 1:3, 9:5), si tuvo un nacimiento virginal. Los cristianos deben abandonar uno de estos dos conceptos: o que Jesús tuvo un nacimiento virginal, o que era el Mesías. Son incompatibles. ¿Cómo podía descender de David “según la carne” si José no era su padre físico? Un nacimiento virginal destruiría la cadena física, el vínculo entre las generaciones.
Los apologetas intentan resolver este dilema diciendo que una de las genealogías (Lucas 3) se refiere a María y no a José. (Ver Tough Questions Skeptics Ask por McDowell & Stewart). Supuestamente, Lucas muestra a María como descendiente física de David, y como Jesús provino de su carne, él también descendía de David y podía reclamar el título de Mesías. Sin embargo, esta explicación presenta varios problemas. Aunque Jesús era de la casa de David (Lucas 1:27, 2:4), María parece haber sido de la casa de Judá, pues su prima Isabel (Lucas 1:36) descendía de Aarón, es decir, era de la casa de Judá (Lucas 1:5). Es más: Lucas 3 nunca menciona el nombre de María, y sólo aparece casualmente en la de Mateo 1. Está claro que ambas genealogías se refieren a José y recorren sus ancestros, no los de María. De hecho, ninguna de las genealogías del Antiguo o Nuevo Testamento muestra el linaje de una mujer. La Biblia nunca les concede a las mujeres la suficiente importancia como para ameritar una genealogía, y no hay evidencia de que Lucas 3 sea una excepción. La superioridad que la Biblia les otorga a los hombres impediría cualquier posibilidad de un trato igual para las mujeres. (En números futuros de Fallas de la Biblia se seguirá tratando este tema.)
Un tercer problema con el nacimiento de Jesús está en que varias veces la Biblia dice que de una mujer no puede provenir nada puro (Job 25:4, 14:4, 15:14), y quien toque a una mujer dentro de los siete días posteriores a su menstruación (Levítico 15:19) es impuro. María tuvo que purificarse (Lucas 2:22-24) conforme a la ley del Antiguo Testamento (Levítico 12:8), y es difícil ver cómo Jesús pudo haber evitado tocarla durante ese período. María estaba sujeta a la maldición del pecado original, como todos nosotros, por lo que no tenía nada más de pura que los demás. Al notar el problema que presentaba una María impura, los católicos trataron de resolver esta dificultad proclamando la Inmaculada Concepción en 1854. Su argumento era que la misma María había sido concebida sin pecado: era pura. Pero eso no resuelve el problema; sólo lo retrocedió un paso. Si fuera cierto, cómo pudieron los padres pecadores de María tener una hija pura? Es más: si María, como Jesús, no pecó jamás, ¿por qué dijo: “Y mi espíritu se alegró en Dios mi Salvador” en Lucas 1:47? Si ella era pura, santa, y la madre de Dios, ¿por qué necesitaba un salvador? De acuerdo con el cristianismo, sólo los pecadores necesitan salvadores.
Un cuarto problema con el nacimiento virginal está en las palabras de Isaías 7:14, que supuestamente profetiza el nacimiento virginal de Jesús. La traducción Reina-Valera dice: “…He aquí que la virgen concebirá, y parirá hijo, y llamará su nombre Emanuel”. Los traductores debaten ardientemente el uso de la palabra “virgen”, que proviene del hebreo “almah”. Los académicos hebraicos dicen que “almah” significa “muchacha”, no virgen. Y agregan que la verdadera palabra hebrea para virgen es “bethulah”. Citan Génesis 24:43 y Éxodo 2:8, que muestran que “almah” se refiere a una muchacha y no a una virgen.  ¿Quiénes conocen mejor el idioma hebreo: los judíos o los cristianos? Y los hebreos sostienen en su texto masorético que “almah” debe traducirse como muchacha, no como virgen. Algunos académicos agregan que “concebirá” debería traducirse como “concibe”, en presente, lo que muestra que la profecía se refiere a una mujer contemporánea de Isaías. Otros críticos sostienen que “concebirá” se tradujo de “harah”, que en realidad significa “ha concebido”. Según ellos, “harah” (concebido) es el tiempo perfecto del hebreo, el cual representa una acción pasada completa en castellano. Otra evidencia de que Isaías 7:14 no tiene relación con Jesús es que en el Nuevo Testamento Jesús nunca es llamado Emanuel, excepto por quienes lo hacen para que se cumpla la profecía, y de acuerdo con Lucas 1:31 su nombre sería Jesús, no Emanuel.
Un quinto problema asociado con el nacimiento virginal es que algunos cristianos sostienen que María siguió siendo virgen luego del nacimiento de Jesús. Pero esto no pudo haber ocurrido a menos que todos los hermanos de Jesús hubieran tenido también nacimientos virginales. Muchos versos muestran que Jesús tenía hermanos (Mateo 13:55-56, Marcos 6:3, Gálatas 1:15, Lucas 8:19, Juan 2:12, 7:3-5, 7:10, Hechos 1:14), que Jesús era sólo el primero de varios hijos (Lucas 2:7), y que José no tuvo contacto con María hasta que hubo dado a luz a su primogénito (Mateo 1:25).
Hay otras dificultades relacionadas con el nacimiento virginal además de estos problemas mayores. Si José era el padre natural de Jesús, como sostienen los versos mencionados, Jesús era un hijo ilegítimo, un bastardo, pues José y María estaban comprometidos pero no casados. Lucas 2:5 lo prueba claramente en varias traducciones. Es más: Jesús no podía reclamar el trono de David. Citando a los fundamentalistas: “… si Jesús hubiera sido hijo de José, no habría podido reclamar el derecho legal al trono de David. De acuerdo con la profecía de Jeremías 22:28-30, no podría haber rey de Israel que descendiera de Jeconías, y Mateo 1:12 narra que José era del linaje de Jeconías. Si Jesús hubiera sido hijo de José, no habría tenido derecho a heredar el trono de David, pues pertenecía a un linaje maldito”. (Answers to Tough Questions, por McDowell, p. 56). Segundo: muchas otras figuras del Antiguo Testamento también tuvieron nacimientos milagrosos. Issac nació de una anciana, Sara, que ya no menstruaba (Génesis 18:10-11), y Samuel nació de Ana, una mujer a quien Dios le había cerrado el vientre (1 Samuel 1:5, 2:21). Tercero: es difícil creer que Jesús hubiera tenido mejores escrúpulos que sus ancestros. ¿De verdad su moral era tan diferente de la de ellos? Abraham se casó con su hermana y sedujo a su sirvienta; Judá cometió incesto con su nuera; David fue polígamo, adúltero, ladrón y asesino; Salomón tenía mil esposas y concubinas; y Roboam, Abías, Joram, Ozías, Jotam, Acaz, Manasés, Amón y Joaquín se nos muestran todos como perpetradores de iniquidades. En el linaje de Jesús se menciona sólo a cuatro mujeres aparte de María, y todas ellas eran moralmente deficientes. Tamar sedujo al padre de su esposo difunto; Rahab era una prostituta común; Rut se acostó con uno de sus primos en vez de casarse con otro; y Betsabé fue adúltera. A pesar de esta letanía, los apologetas le piden al mundo que crea que estos malhechores sin principios engendraron a un ser perfecto y sin pecados, Dios mismo.

EL GRIEGO Y EL HEBREO

Al debatir la validez de la Biblia y el significado de los versos (exégesis), los apologetas suelen decir: “Pero tienes que ir al texto original en griego y hebreo para determinar el significado de las palabras y frases y así ver lo que el autor quiso decir”. Esto, por supuesto, implica que si uno no sabe griego y hebreo no puede entender realmente la Biblia. Sin embargo, en esta táctica hay varias fallas. Para empezar, un apologeta dijo, con mucha razón: “Con las distintas versiones disponibles, con una concordancia analítica, con comentaristas confiables, y con la ayuda de diccionarios del lenguaje bíblico, el lector no necesita saber leer griego ni hebreo para verificar el significado original de un pasaje dado. Tiene en su lengua materna los medios para determinar, en la mayoría de los casos, si la traducción más oscura es correcta o no” (Bible Difficulties, por W. Arndt, p. 20). También Robert Ingersoll hizo una observación apropiada al respecto: “Se ha sostenido por varios años que nadie puede juzgar la veracidad de las escrituras sin entender el hebreo. Esta posición era perfectamente absurda. Ningún hombre necesita ser estudiante de hebreo para saber que la sombra no retrocedió en el reloj de sol…” (Ingersoll’s Works, Vol. 11, p.297-98). Igualmente importante es el hecho de que volver al “texto original” no resuelve el problema, pues a menudo los académicos instruidos en esos idiomas no logran ponerse de acuerdo sobre la traducción de muchas palabras y frases. No sólo no se ponen de acuerdo sobre la mejor traducción de muchos términos, sino que tampoco se deciden sobre cuáles manuscritos son mejor reproducción de los originales inexistentes y, por tanto, en cuáles deben basarse las traducciones. Para empeorar las cosas, no concuerdan en cuanto a la autoría de muchos libros de la Biblia ni cuándo se escribieron. Las disputas al respecto son interminables y a menudo aburridoras. Todo este desacuerdo ha dado origen a las distintas versiones de la Biblia que existen actualmente. ¿Qué versión es mejor? ¿Quién sabe? Todas afirman ser válidas, todas provienen de académicos versados en griego y hebreo, con frecuencia equipos enteros, y no se ponen de acuerdo sobre puntos significativos. Por ejemplo, ¿cuál es la traducción correcta de Isaías 7:14? ¿Debería decir “virgen” o “muchacha”? ¿Cuál es la traducción correcta de Lucas 2:43? ¿Dice “José y su madre” o “sus padres”? La diferencia es crucial, porque la primera traducción implica un nacimiento virginal; la segunda, uno natural. Para más complicación, algunos manuscritos, que según ciertos académicos son reproducciones exactas de los originales, omiten muchos versos que aparecen en las biblias actuales. Por ejemplo, algunos de los manuscritos más importantes y antiguos ni siquiera incluyen los últimos 12 versos de Marcos, que son vitales para los críticos de la validez de la Biblia.
Éstos son sólo algunos de los grandes problemas que uno encuentra si cree que volver a los originales en griego y hebreo resolverá el asunto. Si hubiera unanimidad entre los académicos, este enfoque sería totalmente viable. Pero sólo hay que comparar las distintas versiones para ver que sigue siendo cuestión de escoger a quién quiere creerle uno. Quien cree sinceramente en la Biblia está sólo apostando por la mejor posibilidad cuando se decide por una versión. Los apologetas hacen su mejor esfuerzo por cubrir la situación con un barniz de confiabilidad. Les aseguran a sus fieles que éstos están recibiendo la verdad directamente de la boca de Dios, que no hay nada de qué preocuparse, y que tienen las palabras de Dios tal como se escribieron. “El texto de la Biblia se ha traducido con exactitud. Podemos estar seguros de que la que tenemos hoy es una representación correcta de lo que se entregó originalmente.” (Reasons Skeptics Should Consider Christianity, por McDowell & Stewart, p. 77). “¿Qué hay del Nuevo Testamento? De nuevo, la evidencia nos permite estar convencidos de que existe un texto que no difiere sustancialmente de los libros que salieron originalmente de la mano de los escritores humanos.” (Know Why You Believe, por Paul Little, p. 42). Pero el asunto es precisamente ése, señor Little: ¿cuál texto? Los académicos coinciden en que existe un texto que “no difiere sustancialmente de los originales”, pero no se ponen de acuerdo sobre lo que dice ese texto. “El número de manuscritos del Nuevo Testamento (…) es tan grande que la lectura correcta de cada pasaje dudoso está casi con certeza preservada en alguna u otra de las versiones antiguas.” (Evidence That Demands a Verdict, por McDowell, p. 45). La cuestión no es si la “lectura correcta” se ha preservado, sino cuál es esa “lectura correcta”. Las múltiples versiones actuales muestran que los académicos no logran ponerse de acuerdo. La persona común que entre en una librería para comprar una versión puede sólo apostar y arriesgarse. Quien trate de armonizar las distintas versiones (Reina-Valera, Nácar-Colunga, Biblia de Jerusalén, Traducción del Nuevo Mundo) tiene asegurada una migraña. Antes de discutir con un fundamentalista la validez de la Biblia, debe haber primero un acuerdo sobre la versión que se va a discutir.

RESEÑA

Un profesor de la Biblia y de griego y director del departamento de educación bíblica del Cedarville Bible College intentó resolver algunos de los problemas relacionados con el nacimiento virginal. Por ejemplo, afirmó: “José y María estaban legalmente casados o comprometidos” (Mateo 1:18). Dos veces se le llamó su esposa (Mateo 1:20,24). A él se le llamó su esposo (Mateo 1:19) (The Virgin Birth, por Robert Gromacki, p. 76). Es obvio que a Gromacki no le gusta la idea de creer que su supuesto salvador es un hijo ilegítimo. Por supuesto, lo que ha hecho es optar por la vresión bíblica que se ajusta a sus necesidades, una estrategia común de los apologetas. En la versión King James en inglés, Mateo 1:18 dice que estaban “desposados”, que para Gromacki equivale a “casados”, mientras que la Modern Language, la Living Bible, la New World Translation y la New International dicen “comprometidos”. No hay base sólida para igualar desposados con casados. Incluso la Revised Standard Version y la New American Standard Bible dicen que estaban desposados, es decir, comprometidos. Gromacki dice “casados”. Aunque en la King James Mateo 1:20, 24 da a entender que María es esposa de José, las otras versiones muestran que no lo es. Y, aunque en la King James Mateo 1:19 dice que José es esposo de María, las otras versiones se refieren a él como su prometido. Como se dijo antes, la versión que usen las personas depende de lo que quieran demostrar. Cada cristiano se arriesga y apuesta su dinero a favor de una versión bíblica apoyada por un grupo de académicos. Usted podría ser un experto en griego y hebreo y todavía encontrarse con académicos que tuvieran una opinión muy diferente sobre la forma de traducir los versos.
Al tratar de explicar por qué María hablaba de José como el padre de Jesús, Gromacki dice: “En público, María tenía que referirse a Jesús como hijo de José para no despertar sospechas sobre Su origen.” (Ibid. p. 75). Esta explicación es pura especulación, pues no hay manera de que Gromacki conociera las razones de María, y también la acusa de mentir. Se supone que creamos que la madre de Dios dijo una mentira intencionalmente.
En un artículo de la revista Life, Robert Coughlan tomó una posición algo similar a la de Fallas de la Biblia: “Del otro lado, ambos evangelistas [Mateo y Lucas] nos dan genealogías según las cuales Jesús descendía del rey David por la línea paterna, la de José, una incongruencia que sólo se hace mayor porque las genealogías difieren”. (Life, Dic. 25, 1964, por Robert Coughlan, p. 90). La respuesta del apologeta Gromacki a esto fue: “Si ambas genealogías de verdad registraran el linaje físico de José, Coughlan tendría toda la razón; sin embargo, ningún evangélico reputado se adhiere a esa posición.  Coughlan rechaza la exactitud de las dos genealogías con base en una igualación subjetiva de las dos. En ningún lado ha probado que ambas pertenecieran a José.” (The Virgin Birth, por Gromacki, p.151). Coughlan no necesita “probarlo”. Todo lo que hay que hacer es leer las genealogías de Mateo 1 y Lucas 3 para ver que se refieren a José. Está bastante claro. Es Gromacki quien debe aportar pruebas. Él tiene que demostrar que la genealogía de Lucas 3 es de María, lo cual no es posible a menos que uno haga ciertas suposiciones injustificadas. Su nombre no aparece ni una vez en todo el capítulo tercero de Lucas. Es bien difícil creer que una genealogía se refiera a alguien que ni siquiera se menciona. Otro apologeta dijo: “La razón por la que María no es mencionada en Lucas 3 es que ya se le había nombrado como madre de Jesús en varias situaciones.” (Answers to Tough Questions, por McDowell and Steward, p. 60). ¿Por qué esto habría de tener significado alguno? El asunto no es si María es la madre de Jesús, es si la genealogía de Lucas 3 es de María.

DIÁLOGO Y DEBATE

[cartas que Biblical Errancy recibió durante la época de su distribución original en inglés]

De M. H. en Dayton, Ohio (parte 5)

Usted dice: “Citar de una obra es vano a menos que primero se pruebe que el libro es válido, veraz y confiable”. ¿Ha probado usted que las obras de los ateos e infieles Ingersoll y Paine sean más veraces, válidas y confiables que la Biblia? Si es así, por favor explíquenos a nosotros, pobres ignorantes, de qué ingeniosa manera lo ha logrado.

Respuesta del Editor (parte 5)

Para empezar, M. H., usted no ha leído las obras de Thomas Paine. Él era deísta, no ateo. Lea The Age of Reason y verá claramente que él creía en Dios. Segundo, yo cito textualmente frases escritas por Ingersoll y Paine; no apoyo la totalidad de lo que dijeron. Ellos nunca dijeron tener la perfección que usted dice ver en la Biblia, y yo no les creería si lo hubieran dicho. Tercero, uso las citas de estos hombres para hacer una refutación de la validez de la Biblia, no para sentar una posición. ¿Estamos discutiendo la infalibilidad de la Biblia o la de Ingersoll y Paine? No hace falta que ellos sean perfectos en todo lo que escribieron para probar que la Biblia es imperfecta. No están ellos bajo juicio; la Biblia lo está. Ella afirma ser perfecta; ellos no. Cuarto, M. H., usted es el infiel. Es infiel a la lógica, la evidencia, la ciencia y la razón. La infidelidad depende de la perspectiva que uno tenga. Y, por último, nunca he dado a entender que sus correligionarios sean pobres ignorantes. Los insultos sólo sirven para separar. Sencillamente hay mucha información vital que usted no ha recibido.

CARTAS AL EDITOR

De N.S. en Richmond, Indiana

Apreciado Dennis: ¡ME ENCANTÓ! Recibí el número 4, y ahora quiero los dos primeros. ¡No quiero perderme una palabra! Dejaré que usted haga todo el trabajo y yo tendré los debates con mis amigos cristianos. Éste es exactamente el combustible que necesitaba. Simplemente no tengo la paciencia para leer un libro tan horrible. Gracias de nuevo por un maravilloso trabajo. Bien hecho.

De S.W. en New York

Apreciado Dennis: Sólo quiero decirle cuánto adoro su publicación. Ciertamente usted es una persona sagaz y perceptiva, y lo admiro grandemente por el trabajo que hace para exponer la verdad sobre la Biblia. (…) Siga con su buena labor y recuerde que hay muchas personas aquí apoyándolo.

De E.E. en St. Louis

Soy un pastor jubilado de la United Church of Christ, y durante la mayor parte de mi carrera he tenido que lidiar y a veces tratar de trabajar con los creyentes en la infalibilidad bíblica. Aparte de citar algunos pasajes inaceptables de las epístolas de Pablo (…), he encontrado poca ayuda como la que ofrece usted en Fallas de la Biblia, que vi anunciada en la revista Progressive. Le agradecería mucho recibir un ejemplar para uno de mis comités en la Conferencia de Missouri de la United Church of Christ.

De D.W. en Dayton, Ohio

Aprecio que la suya sea la única publicación nacional enfocada en los errores, contradicciones y falacias de la Biblia que abre un espacio para los apologetas, pero espero que en futuros números establezca un equilibrio entre la sección de comentarios y la de diálogo y debate. Veo que usted se esfuerza demasiado por darles un amplio espacio a los apologetas. Si usted y M. H. desean mantener un extenso diálogo personal, está bien; háganlo por correo personal. Es obvio que él no desea escuchar los hechos y usted no lo cambiará. Mientras tanto, el trabajo que usted hace con la sección de comentarios es excelente y yo no quisiera verlo disminuido. Puedo ir a una librería cristiana y comprar todos los folletos que me interese quemar, pero sólo con usted puedo conseguir comentarios objetivos. Todo lo que le pido es que en números futuros el espacio se distribuya más por mitad y mitad.

Respuesta del Editor

Entiendo su argumento, D.W. El equilibrio es importante. Sin embargo, M. H. nos escribió una carta extensa, repleta de argumentos comunes y apropiados para esta publicación. La idea no es que Fallas de la Biblia sea una publicación antibíblica. Su intención es abrir un foro para dialogar sobre la validez de la Biblia, una plataforma para todos los puntos de vista. El debate, la argumentación y la polémica son parte indispensable de su filosofía. Usted parece bastante inteligente, de modo que es posible que también lo haya descubierto. El número 4 se ocupó excesivamente de la correspondencia con M. H. y ofrezco disculpas. A los observadores externos puede confundirles el asunto de quién le envió a quién cuál publicación. Creo que ése fue el verdadero problema. En adelante enmendaré este error.

NOTA DEL EDITOR

Un gran número de críticos de Fallas de la Biblia parecen pensar que la sección Diálogo y Debate se llama realmente Disparar y Correr. Escriben una carta de críticas y luego se desvanecen en la oscuridad del anonimato. Tal vez tienen miedo; tal vez eso era todo lo que tenían para decir. No sé. Pero sí sé que, si no están dispuestos a involucrarse en una discusión abierta a lo largo de meses, si no están dispuestos a defender su libro “perfecto”, si no tienen valentía en sus convicciones, entonces están tratando de sabotear el propósito por el cual se creó Fallas de la Biblia. Por años he hablado con muchos creyentes y pastores y he visto que ellos también quieren evitar continuar los debates. Pero siguen haciendo afirmaciones absurdas sobre la exactitud del libro. Incluso he tratado de hacer que los mormones y los testigos de Jehová regresen a mi casa. Pero no quieren.