El culto de los aymaras del norte de Chile

Por Bernardo Guerrero

Durante enero y febrero, en el altiplano del norte grande de Chile, se realizan dos festividades religiosas que provienen de la tradición andina prehispánica: el día del compadre y el floreo de los llamos. La primera se realiza en la falda de los cerros y el segundo en el corral de los animales. Uno es en honor a los Mallkus y el otro a la Pachamama, respectivamente. Es el llamado culto autóctono.

Este culto se articula en torno a tres divinidades claves, sobre las cuales es posible construir la imagen de una mesa apoyada en sus tres patas. Una de ellas es el Mallku (espíritu de las montañas que circundan sus pueblos); la otra es la Pachamama (madre tierra, cuyo culto se realiza en la zona altiplánica) y la tercera, Amaru (la serpiente que se liga a la economía de las aguas de los ríos y canales en la zona agrícola). Estas tres divinidades simbolizan lo que se denomina Acapacha o mundo de acá.

Cada pueblo del altiplano tiene sus cerros a los que adjudican cualidades, tanto de protección como de castigo. Los aymaras hablan respetuosamente del Mallkus; y no sólo eso, también dialogan con él. Representa la fuente de la vida, pues por sus blancas cumbres, en épocas de deshielo, cae el agua que lentamente va regando la vida. El Mallku halla su mejor representación en el cóndor, animal majestuoso y respetado. En una fecha movible, en el mes de enero, se realiza su culto en la falda del cerro. En el lenguaje ritual, esta celebración se conoce con el nombre de Día del Compadre. En orden de importancia del culto aymara, el Mallku representa la cumbre, no sólo geográfica, sino también jerárquica.

Más abajo, no ya en las frías cumbres sino en el altiplano propiamente tal, se enseñorea con su bondad y también con su indiferencia o castigo, según sea el caso, la Pachamama. En enero o febrero, en el corral de los animales se lleva a cabo la fiesta del Floreo de los Llamos. El puma, el lagarto o el sapo son los animales que indistintamente la simbolizan. Los motivos principales de demanda para esta divinidad se relacionan con la abundancia de la vida, agua, etc. y con la fertilidad y prosperidad del ganado.

Amaru, por su parte, tiene que ver con el agua que corre por los ríos y vertientes que hacen posible el sueño de que la semilla se transforme en hortalizas. Se relaciona con la precordillera, zona apta para la agricultura. El pez y la serpiente son los animales que lo simbolizan y su fiesta, en el mes de agosto, es la limpieza de los canales que se lleva a cabo en los campos regados.