Notas sobre la Desinformación

Notas sobre la Desinformación

(…) La desinformación es veneno, presentado de diferentes formas en el camino del que busca.

Como nadie nace aprendido, es tarea de la persona aprender a localizar, distinguir, neutralizar ( y llegar a ser capaz de combatir efectivamente)estas trampas.

Si tiene suerte, contará con la experiencia de los que dejaron huellas antes que él, sino, tendrá que bastarle con la suya propia, (…y caer rodando y volver a empezar muchas veces).

En cualquier caso, con suerte o sin ella, creo que nadie se libra de meter la pata en una de esas zanjas alguna que otra vez, aunque sólo sea por la importancia de la lección que esto conlleva.

El veneno de la desinformación se elabora de diferentes modos, a veces por descuido, y otras con toda la intención.

Por ejemplo, en algunas publicaciones poco rigurosas,  mezclan elementos pre-cristianos con creencias, o prácticas, posteriores.

(Es admirable que lo hicieran los románticos del s.XIX, que empezaban con la investigación de las tradiciones populares; pero que se haga en la actualidad resulta lamentable, y engañoso).

Otro problema es la tendencia a la “estandarización”. Incluso la mitología greco-romana es mucho más compleja de lo que la mayoría de obras al respecto dejan entrever. Lo que aparece en los libros suele ser un intento de sintetizar en fórmulas simples un sistema con múltiples variaciones a lo largo del tiempo y el espacio. Algo así sólo puede servir como esquema básico a con el que orientarse en el momento de profundizar sobre la materia. Y en realidad, cuando no existe algo así, uno puede ahogarse en el caos. De hecho, sólo se convierte en problema cuando se confunde el medio con el fin.

Y la solución para orientarse está en comprender que sobre un mismo tema existen múltiples variaciones espacio-temporales del mito o creencia “x” que sólo pueden considerarse “completas” dentro de el contexto que les corresponde; teniendo en cuenta desde que perspectiva estamos analizando ( si nos interesa la rama, el árbol, el bosque, la montaña o la cordillera).

Evidentemente, no es un tema que movilice a las masas, y la información se “traspapela” de una a otra época y de uno a otro lugar, a menudo por negligencia, pero aún más a menudo por indolencia del público que recibe esta información.

Otra forma de distorsionar la información es cuando se manipula para agradar al público (por ejemplo cuando se endulzan en exceso las cosas, o se esconde del pasado lo que en nuestra sociedad se consideraría moralmente incorrecto),  cuando se proyectan elementos del presente en el pasado ( pasa en todas las películas “de época”) y, por supuesto, cuando se manipula el pasado para presentarlo como un apoyo o crítica a elementos propios del presente.

Por eso es importante estar atento y exigir información veraz; pues un desinformador no puede llegar más allá de lo que su público le permite. Como buscador, o aprendiz, uno debe asumir un papel activo. Cuando uno inicia el camino, adquiere ciertas responsabilidades en su primer paso; la pregunta adecuada desarma a menudo a los farsantes. 😀

Personalmente me he tragado muchísimos engaños y confusiones en lo que a información histórica se refiere (muchos venían de los libros, algunos de los educadores, y otros incluso de personas en las que confiaba).

Este tipo de engaños se llevan encima como una carga de parásitos; simplemente la diferencia la hace la persona al elegir si prefiera andar descuidado a pesar del peligro de contagiar a los demás, o, por el contrario, tratar de sacárselos de encima buscando ayuda, o por sus propios medios.

Nadie es completamente infalible; pero mantenerte en el camino, a pesar de todo, y buscar el mayor respeto respecto al objeto de tu búsqueda, te ayuda a discernir entre lo que es correcto y lo que, sencillamente, no lo es.

Hay una responsabilidad implícita en todo lo que concierne la información, en el momento de recibirla, seleccionarla, guardarla y transmitirla. Es un trabajo que debemos hacer seriamente, y lo mejor posible. Es el legado que recibimos, y es lo que dejaremos al partir.

No todo vale.

A veces nos damos cuenta que hemos creído en algo que era una mentira, y entonces se pone a prueba nuestra capacidad de resistencia y la sinceridad de nuestro anhelo por conocer…

No rendirse, y volver a empezar de cero si fuera necesario, aprender a diferenciar y evitar que se perpetúen los errores de este tipo es un deber que adquirimos con nosotros mismos y la comunidad.

Vaelia Bjalfi, Julio 2006