Fragmentos, W.E. Butler, Los peligros -reales- de la Magia

W.E. Butler, El Mago, su entrenamiento y trabajo, Ed Luis Cárcamo, Madrid, 2006.

Nota: W.E. Butler No es un autor Wicca, pero de nuevo sus aportaciones sirven para los que estén interesados en el tema de la magia.

pp. 18-25

Como dice muy verdaderamente un escritor oculto, Israel Regardie, “no hay lugar aquí para exclamar portentosas advertencias sobre el uso y abuso de poderes mágicos y del conocimiento espiritual. Dentro de la psique misma hay un centinela que nunca duerme. Es un guardián de la ley moral cuyo castigo es tan espantoso y devastador que no hay apelación, salvo por la expiación del crimen. De los dictados y juicios de este Ser interno no hay escape, excepto por la admisión y aceptación del abuso, seguidas por la firme determinación de evitar siempre un acto similar.”

Esta advertencia les parecerá insuficiente a algunos lectores, así que será mejor, quizá, que demos nuestro propio punto de vista. En tantos grupos y fraternidades esotéricos se oye de tales portentosas advertencias dadas contra la magia, que sería bueno que tratásemos de discutir el asunto a la luz del día.

¿Hay algún peligro en la práctica de la magia? La respuesta es, “Bueno, sí; por supuesto que lo hay. Cualquier cosa puede ser abusada, y cuanto más poderosa sea la cosa para el bien, mayor será el mal si se usa mal”. (…)

Los peligros del trabajo mágico pueden ser divididos en peligros espirituales, emocionales y físicos. Estudiémoslos brevemente en este orden. ¡Peligro espiritual! ¿Qué queremos decir con esto? Simplemente ese orgullo presuntuoso y satánico por el que, como dice el poeta “cayeron los ángeles”. Este es el vicio característico del seguidor del sendero oculto, y con mucho la gran mayoría de estudiantes siguen este sendero. El alejamiento intelectual y el desprecio frío hacia el “rebaño ignorante” son muy comunes en los círculos ocultos, y puesto que los ritos mágicos exigen una aplicación muy concentrada y continua, el estudiante empieza a sentirse en algún modo superior a los otros de alrededor suyo. Así es, pero eso le debería hacer muy humilde, desde que empezase a tomar conciencia que la única justificación para la práctica del arte mágico es a fin de que pueda estar en mejores condiciones de ayudar a sus compañeros los hombres. “Deseo saber para servir”, dice el neófito de los Misterios, y esa es la única razón por la que deberíamos entrenarnos a lo largo de estas líneas. Uno que desoye este consejo y no se suscribe a este cometido, ha tomado el primer paso en el camino descendiente, y aunque pueda conseguir gran poder y conocimiento, está sin embargo en peligro de convertirse en uno de los Hijos de la Perdición, una Estrella Errante, para la que está reservada la negrura de las tinieblas (…) Pero éste no es sino el destino de unos pocos, pues los Cristos del Mal son tan raros como los Cristos del Bien. No obstante, el “inflado del ego falso o empírico” como lo denominan los psicólogos, significa que en un punto u otro el desastre espiritual le espera a uno que ha intentado aislarse, en orgulloso desprecio, de sus hermanos.

¿Cuáles son los peligros emocionales? Para responder a esta pregunta es necesario recordar que la personalidad se construye durante la vida terrestre por la experiencia con la que se encuentra, y sus reacciones ante ella. Puesto que estas experiencias son muchas y variadas, y puesto que las reacciones de la personalidad son extremadamente complejas, llegamos usualmente a la edad madura con una personalidad que ha sido construida sin un plan definido. Aquí hemos combatido circunstancias, allí nos hemos abandonado a ellas. Aquí hemos encarado circunstancias adversas y aprendido la lección que tenían que enseñar, habiendo obtenido así su poder para nosotros, allí hemos intentado escapar de tales condiciones y de la necesidad de tener que tomar una decisión concerniente a ellas. Y así sucesivamente, de modo que se verá que el templo de nuestra personalidad es usualmente una estructura muy curiosa, construida con materiales mal escogidos, y mostrando muy poca traza de algún plan coherente. Dentro de esta estructura traemos hacia abajo fuerzas y poderes del universo, y no es sorprendente que suceda que esta casa de la personalidad sea derrumbada por el rayo relampagueante de las fuerzas invocadas. En lenguaje simple, la presencia de del poder invocado actúa sobre nuestra “psique”, y los “complejos” reprimidos tanto como la conciencia integrada sienten la presión. Es así que a veces sucede que un estudiante de magia comienza a dar signos de inestabilidad mental. Bajo la supervisión de un instructor sabio, tal condición puede convertirse en lo que se conoce en psicología como una “catharsis” mental de purificación, y el material reprimido; habiendo sido elevado a los niveles conscientes, se integra en la consciencia normal. Los síntomas de desequilibrio desaparecen, y el estudiante ha ganado decididamente con la experiencia. Pero a veces una ocurrencia tal como ésta no puede tener lugar. Los complejos enterrados están cargados con poder, pero no pueden emerger en, y ser integrados con, la conciencia. El resultado es una ruptura más o menos completa de la mente. Pero debe recordarse que ésta es una ocurrencia muy rara (…).
El estudio mágico puede convertir a alguna gente en casos psicopáticos, pero debe tenerse presente que la sicopatología ya estaba ahí antes de que el estudiante comenzara su trabajo mágico. Todo lo que hizo la magia traerla a manifestación activa. El estudio de cosas misteriosas atrae a cierta clase de psicópata, y no importa mucho si la atracción es hacia la magia, el espiritismo o el Adventismo del Séptimo Día. (…) Es una idea común entre el público en general que los médium y los psíquicos sensitivos “oyen” y “ven” cosas que no son visibles a aquellos de alrededor suyo. Pero igual ocurre con ciertos individuos mentalmente desequilibrados, y sucede que esos infortunados, oyendo de las visiones y voces de los psíquicos, gravitarán hacia las organizaciones psíquicas. Si se les reconoce por lo que son, gente mentalmente enferma, entonces todo está bien. Pueden ser mandados afuera de la organización concernida, y puede ser que, a través de una comprensión de su caso, puedan recibir un tratamiento curativo que, aunque no ortodoxo desde el punto de vista médico, puede ser muy efectivo. (…)
Cuando, sin embargo, a esa gente desequilibrada se la permite intentar un trabajo psíquico o mágico, entonces la responsabilidad descansa simple y llanamente sobre los hombros de aquellos que son los líderes de tal trabajo (…).

Llegamos ahora a los peligros psico-físicos de la magia. Hay de nuevo peligros que pueden ser evitados por cualquiera que use el sentido común. Debe recordarse que uno de los resultados directos del trabajo mágico es un incremento tremendo de las energías vitales, y este poder aumentado, como ya hemos dicho, afecta a toda la personalidad. Ahora bien, parte de la personalidad es el cuerpo físico, y sus sistemas y centros nerviosos. Estrechamente asociados con los plexos nerviosos están esos maravillosos laboratorios químicos del cuerpo, las glándulas endocrinas o de secreción interna. Asociados con ellas también están los diversos factores instintivos y emocionales de la mente, y sabemos que las secreciones de las glándulas endocrinas, las “hormonas” o “mensajeros”, transmitidas por el torrente sanguíneo a todas las partes del cuerpo, causan efectos de largo alcance tanto sobre el cuerpo como sobre la mente. Si por las prácticas mágicas incrementamos las energías vitales, y si por una concentración sobre los diversos centros psíquicos (que están situados cerca del plexo nervioso físico) dirigimos hacia ellos una cantidad excesiva de esta energía que nos viene, podemos esperar entonces que la incrementada actividad del centro nervioso y de la glándula concernida resulte en la liberación excesiva de sus hormonas en el torrente sanguíneo. Así como la mente puede afectar de este modo a los procesos del cuerpo, así pueden éstos afectar a la mente. (…)

Otro peligro psicofísico viene cuando se juntan prácticas mágicas, meditaciones místicas y técnicas psíquicas, sin un conocimiento real por parte de los concernidos. Es como si un niño fuera a decir, “aquí hay una sustancia negra que los mayores llaman carbón, aquí hay un polvo amarillo al que llaman azufre, y aquí hay una sal blanca a la que llaman salitre. Los mezclaré y veré que pasa”. Si por casualidad los mezclase en cierta proporción, y prendiera fuego a la mezcla resultante, los resultados podrían muy bien ser desastrosos. Así que una de las primera reglas es “no mezcles las técnicas, salvo que sepas lo que estás haciendo”. Incluso entonces no las mezcles hasta que hayas llevado bajo tu control consciente y positivo a cada técnica en particular.

Hay otro peligro, el grupo o logia pseudomágico. Aquí se viste un pequeño conocimiento con términos grandilocuentes, y se emplean ciertos “trucos” psicológicos o físicos por parte de los líderes del grupo. Por tomar sólo una cosa. El incienso (…) tiene un efecto psíquico muy poderoso sobre la conciencia. Pero hay muchas clases de incienso, y no todos producen un resultado psíquico beneficioso. (…)

(…) Es sabio tener un standard de referencia al que uno pueda volverse en tiempos de duda. El standard de referencia del escritor presente es el Señor Jesús. No es necesario aceptar todos o algunos de los puntos de vista dogmáticos sobre El, pero Su vida y enseñanzas nos dan un standad contra el que podemos situar las enseñanzas o prácticas de aquellos de cuya naturaleza dudamos. Otros pueden preferir otros standards, y “a cada hombre su propio maestro”. Pero debería adoptarse algún standard antes de que el buscador se una a cualquier grupo mágico u oculto.