30 Aniversario de la ocupación armada de Wounded Knee
30 Aniversario de la ocupación armada de Wounded Knee
La rebelión Lakota en EE.UU
Por Carlos Millahual / 12 de mayo de 2003 / Kolectivo Lientur
“Defenderé a mis hermanos y hermanas. Diré la verdad y por qué fuimos a Wounded Knee. Lucharé por mi pueblo. Viviré por ellos y si para detener las atrocidades que sufren los Lakota de la reserva Pine Ridge tengo que entregar mi vida, estoy listo para morir también”.
Pedro Bissonette, durante los juicios de los dirigentes acusados de Wounded Knee, 27 de junio de 1973. Tres meses más tarde, Bissonette sería asesinado por la policía en un cuartel de la misma reserva Pine Ridge. Hace 30 años, en la primavera de 1973, cientos de indígenas y seguidores del Movimiento Indio Americano (AIM) se reunieron en el pueblo de Wounded Knee en la reserva Pine Ridge del Estado de Dakota del Sur. Su objetivo: realizar una gran manifestación contra los atropellos de la policía y los agentes federales, y exigir al gobierno de los EE.UU el respeto de los antiguos tratados que reconocían a los pueblos indígenas de dicho estado su territorio y autonomía.
Al día siguiente de su llegada, los rodearon 500 efectivos fuertemente armados del FBI, del Buró de Asuntos Indígenas (BIA), mariscales federales, del Departamento de Justicia y la policía estatal y local. Los indígenas montaron sin embargo una férrea e inesperada resistencia armada al asedio policial. El cerco duró más de dos meses y la valentía y militancia de los luchadores de Wounded Knee resonaría por diversos países, generando un poderoso movimiento de simpatía y apoyo por la lucha de los pueblos indígenas oprimidos a nivel mundial.
Guerras y tratados violados
Los Lakota (también llamados Sioux) llevaban muchos años cazando en las praderas norteamericanas antes de la invasión de los europeo-americanos. Los Lakota y sus aliados los Arapaho y los Cheyenne, lucharon desde un comienzo contra los invasores de su territorio de manera valiente y decidida.
Comandados por el Gran Jefe Red Cloud, derrotaron a la Caballería norteamericana en 1868 en la guerra de Boseman Trail,
siendo obligado el gobierno de la época a firmar el histórico Tratado de Fort Laramie. Este establecía -entre otras cosas- que
las tierras que rodeaban los Black Hills (los Cerros Negros, lugar sagrado de los Lakota) y que abarcaban por el este los
actuales estados de Montana y Wyoming, y por el oeste los de Dakota del Norte y del Sur, pertenecerían al Pueblo Lakota
para siempre y serían respetadas por el gobierno de la Unión.
Las autoridades, sin embargo, violarían en poco tiempo dicho tratado de guerra, especialmente cuando exploradores ingleses
descubrieron más tarde ricos yacimientos de oro en las profundidades de los Black Hills. Fue entonces cuando nuevamente la caballería norteamericana (al mando del célebre General George Custer) llegaría a tierras Lakota para proteger a los
aventureros, inmigrantes y buscadores de oro que inundaron la región y que en poco tiempo, además de ocupar aquellas
tierras sagradas, terminarían masacrando sistemáticamente las manadas de búfalos allí existentes y que constituían la base
de la vida cotidiana de dicho pueblo.
Ante la continuidad de los atropellos, en 1876 estalló nuevamente la guerra y, a pesar de la muerte del sanguinario General
Custer y gran parte de sus hombres en la histórica batalla de Little Big Horn, el ejército norteamericano logró a la larga derrotar a los lakota y asesinar a sus dos principales líderes: Crazy Horse (Caballo Loco) y Sitting Bull (Toro Sentado).
En el marco de esta guerra, un 29 de diciembre de 1890 y en un poblado de colonos llamado Wounded Knee, el ejército
norteamericano cometería una de las masacres más sanguinarias de toda su triste historia, asesinando sin piedad a más de
400 lakota, principalmente ancianos, mujeres y niños que huían de las zona de guerra en medio del frío invernal bajo las
órdenes del líder Lakota Big Foot.
Todos ellos, población civil no participante de las hostilidades y a quienes las autoridades militares yanquis habían prometido respetarles la vida, se dirigían hacia ot ras tierras en busca de refugio, mientras los guerreros lakota mantenían la resistencia contra las fuerzas norteamericanas al interior de los campos de batalla.
Tras la matanza de Wounded Knee (“Rodilla Herida”) aquel invierno de 1890, cuenta la leyenda lakota que la sangre derramada por sus ancestros se mantuvo congelada en la nieve por mucho tiempo. Ese mismo año, el ejército norteamericano terminaría por acorralar a los últimos rebeldes lakota en campos de concentración llamados “reservaciones”, los mismos que en Chile tomarían el nombre de “reducciones” para el caso del pueblo mapuche.
Cien años de maltrato
Durante los cien años siguientes, los sucesivos gobiernos de EE.UU trataron de que los descendientes de los guerreros lakota, así como los pertenecientes a otros pueblos indígenas, se dedicaran a la agricultura, abandonaran su idioma y cultura, se consideraran “ciudadanos estadounidenses” y se asimilaran finalmente a la sociedad norteamericana. Para ello, los niños desde temprana edad eran separa dos de sus padres y se les prohibía hablar su propio idioma, así como también participar de ceremonias religiosas tradicionales como la Danza del Sol. Misioneros cristianos cumplían la labor de convertirlos al “evangelio” y “consejos tribales” manejados políticamente eran los encargados de imponer la voluntad del gobierno al interior de las reservaciones.
Las consecuencias de cien años de ocupación y represión armada fueron sin duda devastadoras para los Lakota. Hacia el año 1973, el promedio de vida de sus miembros era de 46 años. El suicidio y el alcoholismo altísimos. En 1973 había 137 iglesias en la Reserva de Pine Ridge: más de una iglesia por cada 100 habitantes. En los años 60 el desempleo en la reserva alcanzaba el 54%, la mayoría de los trabajos eran del gobierno federal o tribal y más de un tercio de la población dependía de la ayuda pública o de pensiones asistencialistas otorgadas por el gobierno.
En los años 70, solo la mitad de la tierra de la r eserva pertenecía a los lakota y el gobierno federal preparaba secretamente una nueva campaña de usurpación debido a que los Black Hills y la Reserva de Pine Ridge contenía enormes depósitos de uranio, elemento que es crucial para la construcción de armas nucleares. Los autores del libro “Agents of Repression” y que denunciaron los planes del gobierno en dicha zona, señalaban: “En general, los planes de industrialización de los Black Hills son asombrosos. El proyecto cuenta con un gigantesco parque industrial de una veintena de plantas de más de 10.000 megavatios operadas con carbón, una docena de reactores nucleares, grandes tuberías de lechado de carbón que usarán millones de galones de agua, y por lo menos 14 grandes minas de uranio”.
Debido a la explotación de algunas de estas minas por parte del gobierno federal, toneladas de desperdicio radiactivo contaminaron el riachuelo Cottonwood y se filtraron a las aguas subterráneas de Pine Ridge, exponiendo a docenas de miles de lakota a la radiación del uranio. Esta situación, sumada a la constante represión policial que los afectaba como reservación por parte de agentes del gobierno, llevaría finalmente a los lakota a organizarse a través de una organización tradicional de corte autonomista y revolucionaria. Su nombre sería American Indian Movement (AIM) y su punto culminante la ocupación armada del Santuario de Wounded Knee en febrero de 1973.
Nace el Movimiento Indio Americano
La reorganización del pueblo Lakota se daría en medio del repunte de lucha contra la guerra de Vietnam, el fortalecimiento de los derechos civiles y la participación en política de poderosos movimientos sociales, tales como el movimiento de liberación negra surgido a fines de los 60′ y liderado por el Partido de los Panteras Negras de Malcom X.
En 1968 e inspirados en la estructura y funcionamiento de los Black Phanters, se formaría en EE.UU el Movimiento Indio Americano (AIM), compuesto en un comienzo mayoritariamente por indígenas de los ghettos urbanos, muchos de ellos ex convictos, y que más tarde echaría raíces al interior de las reservaciones organizando comités de seguridad o de autodefensa para enfrentar el maltrato racista de la policía y los tribunales. Y si bien en el AIM participaban mayoritariamente líderes lakota, su meta era unir a los diferentes pueblos indígenas de EE.UU en un solo gran movimiento emancipador.
Desde su fundación, AIM participaría de numerosas y publicitadas manifestaciones indígenas, tales como la ocupación de la Isla de Alcatraz en la Bahía de San Francisco (que duró 19 meses), la ocupación del monte Rushmore, el “Día de Luto” celebrado en Plymouth Rock el día de Acción de Gracias y en la histórica Caravana de Tratados Violados a Washington, D.C., que terminaría con la toma del edificio del Buró de Asuntos Indígenas (BIA) por alrededor de dos semanas.
La llegada del AIM a la Reserva de Pine Ridge, protagonista más tarde de la ocupación de Wounded Knee, no sería casual. En febrero de 1972 Raymond Yellow Thunder, un lakota de la reservación, sería brutalmente golpeado por dos hombres blancos de la localidad de Gordon, Nebraska, quienes no contento con su accionar lo trasladaron luego hasta un salón de baile de la Legión Americana donde una manada de blancos lo pateó hasta causarle la muerte. Su aporreado cadáver aparecería dos días más tarde y de los culpables nunca más de supo. Tales ataques de racistas blancos y efectivos de la policía eran pan de todos los días en la Reserva de Pine Ridge. AIM organizó entonces una caravana de 200 vehículos a Gordon y obligó a l as autoridades locales a presentar serios cargos contra los asesinos y a destituir al jefe de su cuerpo policial.
Severt Young Bear, miembro de la Reserva y que observó tales acontecimientos, relataría más tarde: “Cuando AIM vino y ayudó a la familia a investigar la muerte de Raymond Yellow Thunder, los más viejos que viven en las reservas, en la zonas rurales, alzaron la cabeza y empezaron a hablar con valentía como nunca antes lo habían hecho. Y hablaron contra el BIA, contra el gobierno tribal, el sistema de orden público en la reserva y los maltratos sufridos por rancheros no indígenas que vivían en la reserva. Ellos recibieron con alegría a los militantes del AIM, los trataban como a guerreros y se alegraban de verlos protegiendo sus tierras y sus familias. Todo esto llevaría más tarde al levantamiento de Wounded Knee”.
Al gobierno norteamericano, por cierto, le preocupaba de sobremanera la creciente influencia de AIM en la zona de Pine Ridge. Es así com o la primavera de 1972 el Buró de Asuntos Indígenas impuso la candidatura de Dick Wilson como jefe tribal de la reservación, pasando por sobre la voluntad de los ancianos y jefes tradicionales. Wilson era un reaccionario, patriota a morir y detestaba a los militantes del AIM. Por ello una de las primeras medidas tomadas bajo su mandato sería precisamente declarar una guerra en contra de ellos y sus simpatizantes. Fue así como él y su grupo de mercenarios pagados con fondos tribales, llamados los “GOONS” (Guardianes de la Nación Oglala), comenzaron a amenazar, maltratar, golpear y tirotear a cientos de personas en la reservación, asesinando a una decena de miembros del AIM y quemando las casas de varios de sus activistas.
Ante esta situación, la Organización de Derechos Civiles de los Siux Oglala (OSCRO), organismo de derechos humanos a la cabeza de los reclamos contra los atropellos de los GOONS, intentaría derrocar a Wilson conforme a los estatutos del cargo que este ostentaba. En respuesta, Wilson prohibió todas las reuniones y protestas públicas, y llamó a la policía del BIA y del FBI para protegerlo y vigilar todo los pasos del AIM y de OSCRO. Con estos antecedentes, en febrero de 1973, fecha de la ocupación de Wounded Knee, una gran confrontación en la reserva era más que inevitable.
El sitio de Wounded Knee
El 27 de febrero de 1973, una caravana de 200 vehículos repletos de indígenas lakota, miembros del AIM y simpatizantes viajaron de noche al Santuario de Wounded Knee. Un líder del AIM explicaría más tarde esta decisión: “Nuestra idea inicial era ir al Buró de Asuntos Indígenas de Pine Ridge y botar el gobierno tribal a la fuerza. Pronto nos dimos cuenta de que eso era imposible, porque lo tenían completamente rodeado de alguaciles federales y agentes del BIA, bolsas de arena, ametralladoras y fortificaciones por todo el pueblo. Para evitar una batalla campal, decidimos venir a Wounded Knee, porque tiene una importancia histórica para nuestro pueblo y porque está ubicado en el corazón de la reserva Pine Ridge. Viniendo aquí, ocupando este lugar, le queríamos decir a la Nación Siux que podía contar con nosotros, que lucharíamos con ellos y los protegeríamos con nuestras armas de ser necesario”.
Al llegar a Wounded Knee, los indígenas movilizados hicieron una declaración de sus demandas: En primer lugar solicitaban una audiencia con el gobierno federal para discutir la vigencia del tratado de Fort Laramie
de 1868. Y en segundo lugar, exigían una investigación judicial por múltiples asesinatos en contra del Buró de Asuntos Indígenas y el gobierno tribal de Pine Ridge dirigido por Dick Wilson.
El gobierno respondió con 500 policías, alguaciles federales y agentes del BIA y el FBI fuertemente
armados que rodearon Wounded Knee y pusieron barricadas por toda la carretera. Nadie podía entrar y
arrestaban a todos los que desde allí salían. Como describe el libro Agents of Repression: “En la primera
operación dentro de las fronteras nacionales desde la guerra de Secesión, el Pentágono invadió a Wounded Knee con 17 transportadores blindados, 130.000 balas de M-16, 41.000 balas de M-1, 24.000 bengalas, 12 lanzadores de granadas M-79, 600 cajas de gas lacrimógeno C-S, 100 rondas de explosivos M-40,
helicópteros, aviones Phantom y personal militar bajo la dirección del General de Ejército Alexander
Haig”.Los manifestantes, por su parte, excavaron también sus propias trincheras, pusieron barricadas e incluso formaron un escuadrón de seguridad dirigido por un lakota veterano de la guerra de Vietnam.
Establecieron además sistema de comunicación con radios de banda corta entres trincheras y su cuartel
general, y se armaron como pudieron con pistolas calibre 22, escopetas, varios rifles de caza, fusiles M-16 e inclusive u n AK-47 que el veterano a cargo de la defensa de la toma se había traído desde la selva de
Vietnam. De la misma forma y para eludir los retenes del gobierno, hacían traer a caballo o a pie raciones
de comida, medicinas y municiones desde el interior de la propia reservación.
Durante los primeros 70 días, los tiroteos con las fuerzas policiales y militares apostadas a escasos 2 kilómetros de la ocupación se hicieron habituales. Los organismo represivos dispararon miles de balas y lanzaron cientos de granadas de gases lacrimógenas para despejar las trincheras. El gobierno, por su parte, rechazaría cada una de las propuestas de solución al conflicto dadas a conocer públicamente por los dirigentes del AIM. La represión sin embargo arreció como en los peores tiempos del General Custer. Sin embargo, esta vez los lakota estaban preparados para resistir.
La Nación Oglala Independiente
El 10 de marzo, las autoridades retiraron sus barricadas con la esper anza de que los indígenas agobiados por el tiroteo incesante en contra de sus posiciones se entregaran. Por el contrario, los miembros del AIM vieron como una victoria la retirada parcial de las fuerzas policiales y aprovecharon la oportunidad para fortalecerse en sus posiciones de combate. Cientos de simpatizantes llegaron entonces a Wounded Knee, trayendo consigo valiosos cargamentos con alimentos y medicinas, pertrechos y también por supuesto algunas armas.
Al día siguiente, los jefes y líderes espirituales de la Nación Oglala y los líderes del AIM declararon el renacimiento de la Nación Oglala Independiente. Ciento ochenta y dos oglalas, 160 indígenas de otras naciones y siete blancos se declararon ciudadanos Oglala en una ceremonia cargada de simbolismo al ser efectuada al interior del Santuario recordatorio de la matanza del año 1890. Exigieron además una discusión del Tratado de Fort Laramie con representantes del gobierno federal y renegaron de su ciudadanía n orteamericana izando al revés la bandera norteamericana como símbolo de su libertad.
Una lakota recordó: “Por primera vez en años, el pueblo Lakota Oglala se podría organizar de acuerdo con los antiguos valores espirituales tradicionales. La vida de los indígenas es su espiritualidad. ¡Eramos libres!. Era la primera vez que teníamos libertad. Organizamos un hospital y una escuela para nuestros hijos, teníamos un comisariato colectivo y nuestra propia fuerza de seguridad para proteger nuestras fronteras. Hombres y mujeres se casaron, y nacieron niños en una tierra libre. Por 71 días el pueblo indígena mandó. Hombres y mujeres trabajaron lado a lado en la cocina, en los búnkers, en las patrullas, en el hospital, y en las escuelas y en las constantes negociaciones con el gobierno”.
La valerosa posición de Wounded Knee inspiró a mill ones en todo el mundo. Otras naciones indígenas cancelaron contratos con las compañías mineras. Simpatizantes de más de 60 naciones indígenas norteamericanas se colaron por las barricadas policiales para unirse a sus hermanos Lakota. Muchos arriesgaron la vida para transportar por avión alimentos al lugar sitiado. Cientos caminaron muchos kilómetros por los cerros para unirse a la lucha o llevar comida y medicinas. Médicos y enfermeros de todo el país fueron a ofrecer sus servicios. Muchos eran veteranos de Vietnam, con entrenamiento militar y vasta experiencia en combates. De todo el mundo llegaron telegramas de apoyo. Miles de personas participaron en manifestaciones de apoyo por todo Estados Unidos y todo el mundo, y este amplio apoyo le impidió al gobierno lanzar un ataque militar de envergadura contra el Santuario como eran sus planes desde un principio.
Las tácticas del gobierno
Ante la imposibilidad de sacarlos por la fuerza de las armas, el gobie rno norteamericano intentó sacarlos por la fuerza del hambre, poniendo más soldados y organizando constantes patrullas alrededor del Santuario a fin de impedir el reaprovisionamiento de los manifestantes. Desde el 11 de marzo muy pocos alimentos y medicinas lograron entrar a Wounded Knee. El 26 de marzo el gobierno cortó las líneas telefónicas y los últimos periodistas se fueron de Wounded Knee amenazados de represalias por parte de agentes del FBI. Esa noche el gobierno lanzaría un gran ataque en contra de la ocupación: ¡más de 20.000 balas en una sola noche!, que lograría derrotar a los manifestantes Lakota. Al día siguiente el gobierno anunciaría una docena de acusaciones en contra de todos los allí reunidos.
Paralelo a estas medidas, también se desataría una ola de represión a nivel nacional contra los simpatizantes de la
ocupación. Du rante las semanas siguientes, la policía allanaría organizaciones como la Cruzada por la Justicia, un grupo de
Chicanos de Denver, Colorado, balearía en confusos incidentes a numerosos indígenas y partidarios del AIM y procedería a
la detención de todo el grupo de apoyo que suministraba alimentos y medicinas a los ocupantes de Wounded Knee.
El 5 de abril de 1973 las negociaciones se rompieron otra vez ante la insistencia del gobierno de pedir la entrega de las
armas de los manifestantes. Clyde Bellecourt de AIM señalaría: “A nuestros compañeros no les gusta nada que lleguen
alguaciles armados a buscarlos y ellos no tengan armas con que defenderse. Ellos tienen muy presente lo que le pasó a Big Foot y su gente el año 1890 en este lugar y desconfían totalmente del gobierno en este momento”.
Ante la negativa de los indígenas, las fuerzas del gobierno comenzaron una gran balacera la noche del 17 de abril. Durante el tiroteo, un balazo le dio al Apache Frank Clear water en la cabeza y lo mató. El 26 de abril, otra bala policial terminaría con la vida de Buddy Lamont, un descendiente Oglala de la Reserva de Pine Ridge. Ante la agudización del conflicto y el inminente desencadenamiento de una nueva masacre en dicho lugar, el 4 de mayo la Casa Blanca acepta en una carta una reunión con los dirigentes de la ocupación para discutir el Tratado de Fort Laramie, a condición de que estos entregaran la totalidad de sus armas y abandonaran la ocupación de manera pacífica. Cuando decidieron hacerlo el 10 de mayo, más de 150 personas de distintos pueblos indígenas norteamericanos se fueron de Wounded Knee durante la noche, llevándose consigo sus armas a sus propias reservaciones.
Como es de suponer, tras finalizada la histórica ocupación el gobierno norteamericano no cumpliría una sola de las demandas planteadas por los Lakota. El día 31 de mayo, día pactado de las reuniones, cientos de indígenas y líderes del AIM esperaban a los representa ntes de la Casa Blanca en Pine Ridge, sin embargo, un auxiliar de Nixon les entregó una carta que declaraba: “Los días de hacer tratados con los indios terminaron en 1871, hace 102 años…”. Además, el gobierno no investigó al BIA como prometió. Tampoco sometió a un juicio criminal a Dick Wilson y su tropa de mercenarios. En cambio, el FBI acusó de conspiración y terrorismo a más de 700 personas en conexión con la ocupación lakota de Wounded Knee.
Durante los siguientes tres años 69 miembros y partidarios de AIM fueron asesinados en Pine Ridge. Hubo más de 300 ataques y balaceras. AIM hizo todo lo posible por defender al pueblo y hacer cumplir sus demandas. En medio de esa lucha, el gobierno acusó falsamente a Leonard Peltier, un dirigente de AIM, de matar a dos agentes del FBI en un incidente al interior de la reserva encarcelándolo de por vida, siendo hoy -junto a Mumia Abu-Jamal del Partido de los Panteras Negras- uno de los más reconocidos prisioneros políticos e xistentes en suelo norteamericano.
“Querían meternos a la cárcel, llevarnos ante sus tribunales, condenarnos a muchos años en sus penales. Querían infundirnos miedo. Pero no nos dejamos asustar por las amenazas del FBI. No nos preocupaban porque ya habíamos estado en sus penales desde mucho tiempo antes. Nos referíamos a sus reservaciones”, relataría Dennis Banks, uno de los líderes del Movimiento Indio Americano respecto de la situación de aquellos años.
Durante cien años, Wounded Knee fue un símbolo de las horribles masacres perpetradas por la caballería norteamericana en contra de los pueblos indígenas de EE.UU. Pero en 1973, Wounded Knee se volvió un símbolo de algo muy distinto. Un símbolo de resistencia y de territorio liberado. Transcurridos treinta años, esta histórica ocupación Lakota sigue siendo un poderoso símbolo de esperanza para la lucha de todos nuestros pueblos por su libertad y territorio.
Fuentes
“Voices From Wounded Knee: The People Are Standing Up” (Voces de Wounded Knee: El pueblo se levanta), publicado por Akwesasne Notes.
“In the Spirit of Crazy Horse” (En el espíritu de Crazy Horse), de Peter Mathiessen.
“Agents of Repression: The FBI’s Secret Wars Against the Black Panther Party and the American Indian Movement” (Agentes de la represión: La guerra secreta del FBI contra el Partido Pantera Negra y el Movimiento Indígena Americano), de Ward Churchill y Jim Vander Wall.