Las profecías mayas, los mayas galácticos y José Argüelles

Las profecías mayas, los mayas galácticos y José Argüelles

Lo que sigue retoma el tema del calendario maya desde una perspectiva muy distinta a la de José argüelles; radicalmente distinta.

La Cuenta Larga utilizada durante el período clásico por los mayas, puede abarcar, como cualquier sistema de medición de tiempo, grandes épocas; pero si nos ceñimos a los hechos, la fecha más antigua registrada con este calendario (si llevamos la cuenta a partir de la fecha cero que corresponde al 11 de Agosto de 3114 a.C) corresponde al año 292 d.C., y fue registrada en la estela 29 de Tikal. La última fecha de la Cuenta Larga que podemos encontrar (en una estela de Toniná) es el año 909 d.C.

La identificación de la “fecha cero” como 3114 a.C. se conoce como la correlación Goodman-Martínez-Thompson, ya que éstos fueron sus descubridores al postular esta fecha y encontrar suficientes fundamentos.

La Cuenta Larga cayó en desuso mucho antes de la conquista; por supuesto, es imposible corroborar o desmentir el que algunos ancianos mayas hayan conservado en secreto esta Cuenta, como lo han afirmado José Argüelles y sus devotos; es algo que, a diferencia de los académicos mencionados, puedo aceptar como perfectamente posible. Sin embargo, si así fuera, estos ancianos mayas habrían conservado la verdadera Cuenta Larga, no la que ha difundido Argüelles.

Argüelles empata el Tzolkin con el calendario gregoriano de manera totalmente arbitraria. Él mismo reconoce en El factor maya que en la fecha en que un año terminaba, dejó pasar un número arbitrario de días (siguiendo las indicaciones de los mayas galácticos, lo que sumado a una lobotomía, puede hacer que parezca justificado hacerlo) antes de establecer la fecha “oficial” inicio del año solar Maya el día 25 de julio. Esta equiparación es esencial para trabajos como la interpretación de la fecha de nacimiento y su complemento, la numerología Omkin.
Sucede que en ningún momento de nuestra historia llegó a haber un consenso en cuanto a la fecha de inicio del año solar; si bien hubo intentos de llegar a un acuerdo común, como lo muestran los registros de uno de estos casos, en Xochicalco.

Ahora bien, ustedes dirán, ¿cómo iban a necesitar o desear una fecha correspondiente en nuestro calendario? Pues no me refiero a eso; me explico:

Muchos pueblos mesoamericanos utilizaban el calendario lunar o Tzolkin para aspectos como la interpretación del nacimiento, los rituales y los augurios; sin embargo, no había una sincronización con el calendario solar o civil, el Haab. Esto lo podemos comprobar al ver que sus festividades ya no correspondían con las labores agrícolas o pautas estacionales, lo mismo que sucede ahora con nuestro calendario gregoriano.

En regiones donde se ha conservado el calendario Haab y el Tzolkin, basta ir de un pueblo a otra localidad vecina para encontrar que no hay un criterio común para emparejar ambos calendarios. La mayoría de estos pueblos –habitados, cabe decir, por mayas auténticos- elige una fecha de Marzo, o bien de Febrero.

Ahora bien, el 25 de Julio comienza el año maya según Argüelles; contradice los casos corroborables de los propios mayas para dar crédito a supuestos informantes que le revelaron todo desde un planeta de la estrella Arcturus, en las Pléyades, de donde vino la humanidad primigenia según afirma. Cabe mencionar que las Pléyades son estrellas muy jóvenes, mucho más que nuestro Sol, y difícilmente podrían albergar planetas con la edad suficiente para haber sido cuna de alguna forma de vida, incluso primitiva.

Algunos seguidores de Argüelles, fieles al espíritu de la New Age de “no me confundas con hechos”, admiten esta diversidad de fechas, sin embargo lo plantean deb la siguiente forma: Los códices que poseen las claves de interpretación se encuentran en diversos museos a través del mundo, fuera del alcance de los mayas que poseen la capacidad de interpretarlos debidamente; y ha sido a partir de la conquista –aseguran- que las diversas fechas especulativas han sido adoptadas por numerosas tribus. Pero aseguran que expertos de la Universidad de Guatemala, basándose en el Códice de Dresde, ha descifrado la fecha del 26 de Julio como “año nuevo” maya.

Como se ve, los académicos únicamente pueden ser citados como una fuente valiosa y respetable cuando conviene a los fines de los seguidores de Argüelles. El que en la Universidad de Guatemala cualquier historiador se ría o se enfurezca ante las teorías de Argüelles no les apabulla en absoluto.

¿En verdad la Universidad de Guatemala alberga a investigadores que propusieron esta hipótesis? No tengo por qué dudarlo, pero es una hipótesis, no un hecho irrefutable, y basta tener nociones no de hipótesis sino de hechos comprobables que quizá a estos guatemaltecos se les escaparon para dejarlo en claro. De acuerdo con esta versión, la prueba es que el eclipse solar de 1991 se identifica como el comienzo del Sexto Sol, mitología que únicamente Jaime Maussán ha sido capaz de plantear con expresión seria en televisión.

A esto debo acotar dos cosas:

Para empezar, los mayas eran astrónomos destacados, y eso los admiradores de Argüelles no me lo discutirán; ahora bien, sus conocimientos astronómicos eran tales que poseían pleno conocimiento de los eclipses así como simbología concreta para representarlos, y un eclipse solar era algo muy distinto a un nuevo Sol o era cósmica.

Por otra parte, la leyenda de los Soles es muy conocida por todos, aunque más todavía en si vertiente náhuatl. Sucede que para los toltecas y otros pueblos, el cuarto Sol transcurría. Cuando los aztecas crearon su imperio, reescribieron sus mitos y cosmogonía a conveniencia, y añadieron un quinto Sol a la serie, ya que probablemente consideraban que el comienzo de su gran imperio ameritaba ser considerado un evento cósmico; esto lo plantea de manera bastante sólida la monumental obra _México a través de los siglos._ Ahora bien, quizá esta idea sea errada, y los aztecas no hicieron esto; la hipótesis se basa en que los aztecas hablaban de este quinto sol, y otros pueblos –y códices no aztecas- hablaban de cuatro. Sugiero contar los soles mayas y ver con qué eventos se corresponden, o si en efecto lo hacen.

Más de uno se ha atrevido a asegurar que el famoso ovni del eclipse de 1991 en México, DF, es una demostración de que comenzaba el Sexto Sol; nada menos que los mayas galácticos que regresaban de las Pléyades. A esto únicamente puedo añadir que los estudios de los ovnílogos acerca de este caso han encontrado muchos puntos débiles, al margen de lo que diga el fraudulento Maussán.

Los mayas regresarían de las Pléyades ya que se fueron allá a través de portales dimensionales; infinidad de seudoesoteristas New Age aseveran esto, y relacionan a los mayas con tales portales, además de afirmar que éstos abundan en la zona maya. A estas alturas, sin embargo, los únicos que siguen hablando de la “misteriosa desaparición” del pueblo maya son quienes realmente cierran los ojos ante lo obvio. Si les interesara tener siquiera un conocimiento somero de la cultura maya que dicen amar, sabrían que está plenamente evidenciado que los mayas se desplomaron culturalmente en una guerra desgastante de años, que ha sido descrita como un verdadero equivalente prehispánico de una Guerra Mundial, lo que sumado a duros periodos de sequía, dieron fin a su imperio. Y existen registros en bajorrelieves y frescos que narran esto.

Hablando de los cuales, se ha hablado también mucho del “Códice Z” (¿o Y? el alfabeto se me confunde) que fue descubierto en los muros del templo de palenque y que contiene las famosas profecías mayas, dejadas por Pacal Votán, un verdadero Maestro Ascendido pleyadiano.

Para empezar, es pueril referirse a una inscripción en un muro de la pirámide como “Códice”, puesto que esta palabra se aplica únicamente a los documentos en piel o en papel amate. En cuanto a estas profecías, quiero ilustrar mi argumento refiriéndome a una discusión que sostuve al respecto con uno de sus defensores.

Yo le señalé que estas inscripciones contenían registros tanto históricos –acerca de sucesos bélicos y políticos de generaciones previas, hasta llegar a periodos semimíticos- como “actuales” –es decir, de la época en que fueron redactados- y no profecías, a lo que mi amigo repuso que la interpretación de los glifos mayas era algo inexacto y debatible, ya que aún no se conseguían descifrar en su mayoría. Me temo que esta afirmación –que he oído mil veces- es obsoleta desde hace varias décadas; actualmente, más del 90 % de la escritura maya es perfectamente legible para los filólogos y antropólogos.

Al señalar yo esto, él hizo otra observación más válida: el lenguaje puede ser descifrado, pero otra cosa es tener los conocimientos para comprensder el significado esotérico de un texto que fue escrito –presumiblemente- por sacerdotes de una tradición compleja y profunda. Por ejemplo, me dijo; para esos filólogos y antropólogos los escritos del Libro de la Ley del ocultista británico Aleister Crowley parecerían jerigonza sin sentido; en cambio, para un iniciado, su verdadero sentido trascendente se hace evidente.

En verdad, estoy de acuerdo en que pocos antropólogos poseen la comprensión suficiente de la cosmovisión prehispánica para poder comprender un texto esotérico o místico de los mayas. ¿Pero es éste el caso?

Retomemos el ejemplo de mi amigo: El Libro de la Ley de Crowley, escrito en 1904, contiene cosas incomprensibles para cualquier lector profano, por ejemplo lo siguiente:

“¡Had! La manifestación de Nuit.
La revelación de la compañía del cielo.
Todo hombre y toda mujer es una estrella.
Todo número es infinito; no hay diferencia.
¡Ayúdame, o señor guerrero de Tébas, en mi revelación ante los Hijos de los hombres!
Sé tú Hadit, mi centro secreto, mi corazón y mi lengua!”

En efecto, sin conocimientos de Qabala, tradiciones egipcias, y sobre todo de Thelemismo –la corriente mágica urdida por Crowley-, esto resulta incomprensible.
Sin embargo, las inscripciones de palenque se refieren a sucesiones de gobernantes, asuntos políticos, guerras y combates; además, las fechas son concretas y se refieren al pasado. Decir que un registro de sucesos históricos y recientes del año 1200 d.C. contiene profecías para el futuro comprensibles únicamente para el iniciado es lo mismo que asegurar que un registro equivalente realizado en nuestros días contiene profecías para el futuro. Supongamos que dentro de 500 años un Argüelles se presenta y asegura que hay una predicción oculta en un libro de historia de nuestra época: “En 1914 el general Pancho Villa estaba a la cabeza de sus tropas, llevando a cabo frecuentes enfrentamientos al sur de la frontera norteamericana…” Lo lamento, pero ESE, y NO el texto de Crowley, es el equivalente moderno de las inscripciones de Palenque.

Las famosas profecías mayas que anuncian trastornos ecológicos, terremotos, y un cometa que arrasará la tierra, impresionan a muchos. Algunas de estas cosas están sucediendo, en efecto; sin embargo, no hay una pizca de evidencia de que los mayas hayan conocido estas “profecías”. Al preguntarle a una defensora de éstas cuál era la versión maya original –pues incluso ella reconocía que los antiguos mayas no habrían utilizado lenguaje moderno como el de las profecías que anuncian una “elevación de la vibración de la Tierra” o un “cambio genético”-, me dijo sin pensarlo en lo más mínimo (única manera de creerse estas profecías) que seguramente nunca hallaría esta fuente maya original, pues habían corrido oralmente mucho tiempo. Pero, que la prueba de que los antiguos mayas conocían estas profecías estaba en que lo que anunciaron está ocurriendo ahorita. De nuevo, que no la confundan con hechos…

Primero, esas profecías NO son mayas. Son la creación de algún charlatán moderno.

Segundo, ningún cometa gigante llamado Hercolubus se aproxima para arrasarnos, y la afirmación descarada de que ha sido comprobado por los astrónomos es una vil mentira.

– > ADDENDA PARA PAGANOS Y NEOPAGANOS

Ahora bien, varias personas que conozco dentro del ámbito neopagano parecen haberse topado con estas ideas, por lo general gracias a terceras personas de dudoso criterio, por lo que voy a añadir unas observaciones dedicadas a quienes poseen un sistema de creencias próximo al Paganismo, brujería, Neopaganismo, Wicca, o ideologías similares que no necesariamente afines.

Primero que nada, la fe en profecías apocalípticas y en una renovación desastrosa que precede a una “nueva era” proviene de la cosmovisión judeocristiana, y se origina en la idea de que la naturaleza “cayó en desgracia”, que la humanidad “cayó en pecado” y es “prisionera de la materia” debido a un “error”. Este desastre purificador sería la consecuencia de que nos resistimos a evolucionar y superar nuestra condición actual, por lo que el cosmos se ve forzado a tomar medidas drásticas. Para el Paganismo y la brujería, la naturaleza y nuestra existencia en ella no son error sino Destino, y no estamos aquí prisioneros sino cumpliendo con nuestro papel en el orden cósmico. Aceptar la necesidad de semejante purificación drástica sería admitir que la Naturaleza –los Dioses- pueden equivocarse y tienen que rectificar.

Además, muchos defensores de la realidad de los “mayas galácticos” -según me ha explicado uno de ellos, se trata de personas que injertan en la cosmogonía de Argüelles las ideas conspiracionistas de guerra intergaláctica expuestas en un libro titulado Mensajeros del alba, redactado por una mujer que afirma haber canalizado a inteligencias extraterrestres- aseguran también que estos mayas pleyadianos están reparando nuestro código genético, que fue atrofiado por los Anunnaki, unos alienígenas perversos de Sirio que aterrizaron en Mesopotamia hace 4 ó 5 mil años, y que intentaron convertir a la humanidad en unos esclavos perfectos.
Pues sucede que estos Anunnaki son un engaño muy distinto, invención del fraudulento Zecharia Zitchin, autor de El Duodécimo Planeta y muchos otros libros en los que convierte a la mitología babilónica en una novela de ciencia ficción, poniendo extraterrestres donde originalmente había dioses.

Ok, no me crean que Zitchin es un fraude; digamos que es cierto lo que dice. Que los “dioses” babilónicos o Anunnaki son enemigos de la humanidad y de los mayas galácticos. ¿Qué sucede entonces?

Pues que hay una mujer llamada Ishtar o Inanna que es una de estos Anunnaki, y que según Zitchin ella gobernó Mesopotamia, pero un día fue a hacer una visita diplomática a su hermana Ereshkigal, la reina de África, y fue hecha prisionera. Pero los babilonios registraron esto en forma de un mito, que hasta ahora los historiadores habían creído que narraba el descenso de la Diosa Inanna al mundo de los muertos. Descenso en el cual se inspiran los griegos para narrar el descenso de Perséfone al inframundo, la posterior Stregoneria para su Descenso de Diana o Proserpina –el meollo de la mitología brujeril italiana-, y Gerald Gardner para el Descenso de la Diosa que es el único mito central de la Wicca.

Por ende, si aceptamos que los Anunnaki son extraterrestres, ¡estamos NEGANDO la existencia de la Diosa de la Wicca; de Perséfone, Hécate y Proserpina de la Stregoneria; de la Diosa Hija de muchas formas de Brujería; de la propia Diosa Inanna o Ishtar!

Más que eso, los mayas galácticos estarían declarándose enemigos jurados de los Dioses brujeriles, según dicen quienes han estado en contacto con ellos y han oído advertencias en contra de los Anunnaki.

Estas creencias, aunque fueran verosímiles, no pueden complementar al Paganismo; no son compatibles. La New Age acostumbra añadir una cosa tras otra a la mezcla de creencias original sin que nada cambie en consecuencia; por eso, la New Age no es una corriente sólida ni puede serlo. Aunque suene exclusivista, no todo es compatible con todo. Y menos con los fraudes de José Argüelles.

Sé que pocos me habrán seguido hasta aquí; si leíste hasta este párrafo, aunque te enfurezca lo que dije, es que tienes posibilidades de recapacitar. Te invito a investigar, en fuentes independientes de Argüelles y de los seguidores del Omkin, y a sacar tus conclusiones. No hago esto por ofender o por denigrar; por el contrario, lo hago porque encuentro ofensivo el sustituir la realidad de una gran cultura de nuestro pasado por un cúmulo de falsedades, y quizá peligroso intentar contactar a entidades que de existir, si no son mayas y quizá tampoco pleyadianas, pero –retomo las teorías de mi muy respetado Jacques Vallée- si en verdad existen, mienten, lo que no dice nada bueno acerca de su naturaleza. O en el mejor de los casos, son fruto de una imaginación muy mal aplicada.

Cuerno y Fuego,

Luis Abbadie
Wisdom Stone
http://abbadie.livejournal.com

Copyright (c) 2006 Luis G. Abbadie

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