la confusion

La confusión, el orden o el desorden comienzan y terminan en uno mismo; y uno mismo es el que tiene que ver ese desorden para poder liberarse de el. El problema surge, cuando nos vemos desordenados, confusos y tratamos de llevar orden a nuestras vidas a través de técnicas, formulas mágicas, etc., sin darnos cuenta de que nosotros mismos, somos los que producimos, experimentamos ese desorden y una vez que lo percibimos, salimos en busca del orden.

Es como si nos estuviéramos dando de cabezazos contra una roca y buscásemos  alguien que nos proporcione la formula, la técnica, el método, el sistema,  para no seguir golpeándonos. No hay formulas mágicas, ni pastillas iluminadoras para evitar seguir golpeándonos. Cuando uno ve, percibe, se da cuenta de que uno mismo es el que se esta golpeando, ese mismo darse cuenta, actuara como liberador, uno simplemente deja de golpearse contra la roca. Pero si no sabemos que nosotros mismos somos quien nos estamos dando de golpes, por muchas técnicas que utilicemos para dejar de golpearnos, continuaremos de por vida practicando, técnicas, métodos y sistemas para dejarnos de golpear.

Observar, estar alerta, atentos a todo el proceso de la mente para que podamos percibir, darnos cuenta por nosotros mismos, de que uno mismo es el que produce, experimenta y busca mas tarde, liberarse de esas experiencias desagradables, buscando las agradables sin percatarnos de que ambas son la cara y cruz de una misma moneda, una no puede ser sin la otra y si queremos librarnos de una, tendremos que eliminar también a la otra. Llegados hasta aquí me gustaría tomar como ejemplo, las llamadas enfermedades el siglo XX, la ansiedad, la depresión, el estrés, etc.

Vivimos en una sociedad en la que todo se mueve a una velocidad vertiginosa, produciendo tensiones y conflictos tanto externos como internos, con nosotros mismos y los que nos rodean, atiborramos nuestro organismo de ansiolíticos, antidepresivos, practicamos esta o aquella técnica que momentáneamente nos ayudara a bajar ese ritmo frenético, pero al día siguiente continuamos con lo mismo, nada ha cambiado

Si pudiésemos darnos cuenta, de que uno mismo es el actor y la acción, el productor y lo producido, el experimentador y la experiencia, todo comenzaría a cambiar. Uno mismo es el que produce y experimenta los diferentes estados de la mente, esta y sus procesos no son algo separado de nosotros mismos. Ese “uno mismo” es el que produce y experimenta la ansiedad, la depresión, el estrés, etc. y uno mismo es quien desea liberarse de ese estado desagradable.

Podemos huir, escapar de la realidad de diferentes formas, pero eso no nos hará libres. Para estar libres de algo, lo primero es darse cuenta de que se es prisionero y nosotros, somos los prisioneros de nuestros propios procesos mentales, no somos los amos sino los esclavos, el miedo, el deseo, el apego etc. están al mando de nuestras vidas.