Bestiario de la tierra media

Los Ents
Durante la Guerra del Anillo, los extraños gigantes de los bosques llamados ents acudieron a combatir contra los orcos y hombres de Isengard. Medio hombres, medio árboles, medían más de cuatro metros de altura, y el más viejo de ellos llevaba vividas en la Tierra Media nueve Edades de las Estrellas y del Sol. El Señor de los ents era Fangorn, a quien en la lengua común llamaban Bárbol. Era enorme y anciano, puesto que pertenecía a la raza más alta y más fuerte nacida en el mundo. El tronco de áspera corteza de Bárbol era como el de un roble o una haya, pero sus brazos como ramas eran suaves y lisos, y poseía unas nudosas manos de siete dedos. La extraña cabeza de Bárbol, casi sin cuello, era alta y tan gruesa como su tronco. Tenía ojos marrones, grandes y llenos de sabiduría, que parecían despedir un resplandor verde, y una enmarañada barba gris como un hato de ramitas y musgo. Estaba hecho de la fibra de los árboles, pero se movía velozmente con unas piernas que no se doblaban y unos pies como raíces vivas, balanceándose y estirándose como un ave zancuda. Las historias de los elfos cuentan que, cuando Varda, la Reina de los Cielos, volvió a alumbrar las estrellas y con ello despertaron los elfos, también despertaron los ents en los grandes bosques de Arda. Procedían de los pensamientos de Yavanna, la Reina de la Tierra, y eran sus Pastores de Árboles. Demostraron ser pastores y guardianes porque, cuando se provocaba su ira, la furia de los ents era terrible y podían aplastar la piedra y el acero con sus manos desnudas. Se los temía con razón, pero también eran amables y sabios. Amaban a los árboles y a todas las olvar, y las protegían del mal. En el momento de su Despertar, los ents no sabían hablar, pero los elfos les enseñaron este arte, que les gustó mucho. Les encantaba aprender muchos idiomas, incluso los breves y cortantes de los humanos. Pero preferían sobre todos el idioma que ellos mismos habían creado, y que sólo los ents podían dominar. Surgía de sus gargantas, profundo y lleno como un lento tronar. Aunque en ocasiones los ents tenían grandes reuniones, llamadas Asambleas de los Ents, en general eran una raza solitaria pues vivían separados los unos de los otros, en aisladas casas en los grandes bosques. A menudo, estas casas eran cavernas montañosas con abundante agua procedente de manantiales, y rodeadas por hermosos árboles. En estos lugares comían, no alimentos sólidos, sino un líquido transparente que guardaban en grandes jarras de piedra. Eran tragos de ent, y el fluido mágico resplandecía con una luz dorada y verdosa. En las casas, también descansaban, y a menudo permanecían de pie durante toda la noche bajo la frescura cristalina de una cascada, para refrescarse. Así los ents vivían sus vidas sabias, casi inmortales, y las muchas razas de la Tierra prosperaron y decayeron a su alrededor sin perturbar su grandeza. Sólo cuando los impuros orcos llegaron armados con armas de acero, los ents se mostraron enfurecidos. Los ents tampoco amaban a los enanos, porque llevaban hachas y cortaban leña. Y se cuenta que, en la Primera Edad del Sol, los guerreros enanos de Nogrod, que habían saqueado la ciudadela de los elfos grises de Menegroth, fueron atrapados por los ents y destruidos por completo. En las Edades de las Estrellas, los ents eran varones y hembras, pero, en las Edades del Sol, las ents mujeres se enamoraron de las tierras abiertas donde podían cuidar de las olvar menores: los árboles frutales, los arbustos, las flores, las hierbas y granos; mientras que los ents varones amaban a los árboles del bosque. Pero, antes de que terminara la Segunda Edad del Sol, los jardines de las ents mujeres fueron destruidos, y con los jardines desaparecieron también aquéllas. Entre ellas se encontraba la esposa de Bárbol, Fimbrethil, a quien llamaban Miembros de Junco, la de los pies ligeros. Ninguna historia habla de su destino. Quizá las ents mujeres se dirigieron hacia el este, o hacia el sur; pero, fuera lo que fuese lo ocurrido, fue ignorado por los ents de los bosques, quienes las buscaron durante muchos años. Aunque los ents no podían morir como los hombres, se convirtieron en una raza en decadencia. Nunca habían sido numerosos, y algunos murieron por obra del fuego o del acero, y no había nuevos ents niños tras la partida de las ents mujeres. Además, los enormes bosques de Eriador, por donde muchos de ellos habían vagado, habían sido talados o quemados al llegar la Tercera Edad, así que sólo quedaban el Bosque Viejo, que lindaba con la Comarca, y el gran Bosque de los Ents de Bárbol. En la época de la Guerra del Anillo, Bárbol era uno de los tres ents más viejos, que habían nacido bajo la luz de las estrellas en el Tiempo del Despertar. Además de Bárbol, estaban Finglas, que significa Zarcillo, y Fladrif, que significa Corteza, pero estos dos últimos se habían desentendido incluso de los asuntos de los otros ents. Los ents eran hostigados por los servidores de Saruman, que habitaban en la vecina Isengard. Por eso entraron en la Guerra del Anillo, y ello constituyó la Gran Marcha de los Ents. Fila tras fila, los ents marcharon contra la fortaleza de Isengard. Con ellos iban los ucornos, los espíritus arbóreos que los obedecían y cuya fuerza era casi tan grande como la de éstos. Las murallas de Isengard fueron destruidas por la ira de los ents y el poder de Saruman fue eliminado. En la Batalla de Cuernavilla, los ucornos avanzaron como un bosque andante, y las legiones de Saruman fueron exterminadas. Después de la Guerra del Anillo, los ents volvieron a vivir pacíficamente en el Bosque de los Ents, pero siguieron menguando, y se cree que la Cuarta Edad fue la última que vieron.

Los Ucornos

Entre los olvar más antiguos que habitaban en Arda se encontraban los árboles de los grandes bosques. Durante muchas edades crecieron tranquilamente, pero en la Tierra Media, al iniciarse las Edades de las Estrellas, aparecieron entre los árboles grandes espíritus, llamados ents, los Pastores de Árboles. Estos protectores aparecieron porque en aquel momento llegaron al mundo muchas otras razas y Yavanna temía que los bosques fueran destruidos. Con el tiempo, algunos ents se convirtieron en algo parecido a árboles, y algunos de los antiguos árboles se hicieron un poco más parecidos a los ents, capaces de ciertos movimientos. Al igual que los ents, aprendieron a hablar. Ya fueran ents o árboles en un principio, al llegar la Tercera Edad existía una raza distinta de estas dos, la de los ucornos. En su mayoría, los ucornos se alzaban como árboles oscuros en lo más profundo de los bosques, retorcidos e inmóviles, pero siempre atentos y vigilantes. Cuando se desataba su ira, se movían rápidamente, como envueltos en sombras, y caían sobre sus enemigos con una fuerza sin compasión. La historia de la Guerra del Anillo cuenta que los ucornos, junto a los ents, marcharon sobre Isengard como un gran bosque y, bajo la dirección de los ents de Fangorn, exterminaron a toda la legión orca en la Batalla de Cuernavilla. Los ucornos eran muy antiguos y muy melancólicos, y algunos tenían el corazón corrupto y estaban podridos. Uno de estos espíritus arbóreos con sentidos habitó en el Bosque Viejo, a orillas del Tornasauce. Era el Hombre-Sauce, a quien algunos llamaban Viejo Hombre-Sauce. El Bosque Viejo no era más que un resto del bosque más antiguo de la Tierra Media, y el Viejo Hombre-Sauce estaba decidido a impedir que se abrieran más caminos en sus dominios. Mantenía todo el Bosque Viejo sometido a un encantamiento mediante el poder de su canto y atraía a todos los viajeros hacia sí, para acabar con ellos gracias a sus raíces y ramas, móviles y ágiles.

Las Aguilas

Las águilas eran las más nobles de todas las criaturas aladas de Arda, porque fueron creadas por dos poderosos Valar: Manwé, Señor del Aire, y Yavanna, Reina de la Tierra. Las águilas se contaban entre las razas más antiguas y sabias. Estas aves siempre fueron mensajeras y siervas de Manwé. Volaban por encima de todo el mundo azul, porque eran los ojos de Manwé, y caían sobre sus enemigos como el rayo.
En la Primera Edad del Sol, habitaba en Beleriand una poderosa rama de esta raza. Se las conocía como Aguilas de las Montañas Circundantes y vivían en elevados nidos en los picos llamados Crissaegrim. Estas águilas alcanzaron gran fama por sus hazañas en la Guerra de las joyas. Su jefe era Thorondor, la más grande y majestuosa de ellas. Thorondor tenía una envergadura de treinta brazas, y su velocidad era mayor que la del viento más veloz.
Thorondor y los suyos adquirieron la mayor gloria en la Guerra de la Ira. El «Quenta Silmarillion» cuenta que las águilas resultaron victoriosas combatiendo al más terrible de los males: los dragones de fuego alados.
En la Tercera Edad del Sol, Gwaihir, el Señor del Viento, gobernaba a las águilas de la Tierra Media. Aunque no alcanzaba las dimensiones de la más pequeña de las águilas de la Primera Edad, para la escala de la Tercera Edad era la más grande de su tiempo. El pueblo de Gwaihir, las águilas de las Montañas Nubladas, era fiero y muy temido por los Poderes de las Tinieblas. En la Guerra del Anillo, Gwaihir, con su hermano Landroval y con Meneldor el Veloz, se lanzó a menudo al combate al frente del ejército de águilas. Ayudaron a derrotar a los orcos en la Batalla de los Cinco Ejércitos. Rescataron al Mago Gandalf y a los hobbits Portadores del Anillo y lucharon en la última batalla de la Guerra del Anillo, ante la Puerta Negra de Mordor

Las Bestias Aladas

Se cuenta que, en la época de la Guerra del Anillo, los espíritus no muertos llamados los Nazgúl eran transportados por Bestias Aladas. Estas criaturas eran más veloces que el viento, poseían pico y garras de ave, cuello de serpiente y alas de murciélago. Se decía que se alimentaban de carne de orco y que alcanzaban un tamaño mayor que el de cualquier otra criatura alada de la Tercera Edad. Eran criaturas vivas, como los dragones, pero aún más antiguas. Habían sido creadas por Melkor en las tinieblas indefinibles durante las Edades de las Lámparas, cuando la serpiente kraken salió de los Pozos de Utumno. Pero, a pesar de su antigüedad, y a pesar de ser fuertes y terribles en su servicio a Sauron en la Guerra del Anillo, su tiempo en la Tierra Media se terminó. Una de las Bestias Aladas halló la muerte a manos del elfo Legolas, y otra a manos de la doncella guerrera Éowyn; las restantes fueron destruidas en el holocausto que consumió a Mordor en los últimos años de la Tercera Edad.

Dragones

El «Quenta Silmarillion» narra cómo, en la Primera Edad de Sol, Morgoth, el Enemigo Oscuro, se escondió en los Pozos de Angband y creó sus obras maestras malignas a partir del fuego y la hechicería. Las tenebrosas joyas del genio de Morgoth fueron los grandes gusanos, llamados dragones. Los hizo de tres clases: grandes serpientes que reptaban, reptiles que andaban y los que volaban con alas como las de un murciélago. De cada clase existían a su vez dos tipos: los dragones del frío, que luchaban con sus garras y colmillos, y los fantásticos urulóki o dragones de fuego, que destruían con su aliento ígneo. Todos eran la personificación de los principales males de los hombres, elfos y enanos, y también fue grande la destrucción que causaron en estas razas.
Los reptiles estaban protegidos por escamas de hierro impenetrables. Sus colmillos y zarpas eran como estoques de jabalinas. Los dragones alados barrían la tierra con vientos huracanados, y los dragones de fuego lanzaban llamaradas escarlatas y verdes que lamían la tierra y destruían todo a su paso. Tenían la vista más aguda que la de un halcón y nada de lo que veían podía escapárseles. Poseían un oído capaz de captar el sonido de la más tenue
respiración del enemigo más silencioso, y un olfato que les permitía identificar a cualquier criatura por el más mínimo olor de su cuerpo. Eran famosos por su inteligencia, pero tenían los defectos de la vanidad, la glotonería, la mentira y la ira. Al haber sido creados principalmente con los elementos de la hechicería y el fuego, los dragones evitaban el
agua y la luz del día. La sangre de los dragones era negra, y un mortífero veneno, y los vapores de su peste de gusano hedían a azufre y cieno ardientes.
El principal de los dragones de fuego, los urulóki, creados por Morgoth en Angband, era Glaurung, el Padre de los dragones. Aunque no pertenecía a la raza de los alados, Glaurung fue el principal terror de su época.
Pero el mayor dragón que jamás vio el mundo fue el llamado Ancalagon el Negro. Ancalagon fue el primero de los dragones alados de fuego, y él y otros de su raza salieron de Angband como poderosas nubes de viento y fuego, cuando se realizó la última defensa del reino de Morgoth. Ancalagon fue derribado y otros dragones de fuego resultaron muertos o huyeron, y hasta la Tercera Edad del Sol las historias de la Tierra Media no vuelven a hablar de ellos. Entonces habitaban los desiertos más allá de las Montañas Grises en el norte. Y se cuenta que su codicia los llevó al tesoro acumulado de los Siete Reyes de los enanos. El más poderoso de los dragones de las Montañas Grises fue el llamado Scatha el Gusano.
En el siglo veintiocho de la Tercera Edad, el mayor dragón de la época atacó el reino de los enanos en Erebor, procedente del norte. Este dragón de fuego alado se llamaba Smaug el Dorado. Smaug arrasó el reino de los enanos y durante dos siglos gobernó Erebor sin que nadie lo desafiara. Pero, en el año 2941, un grupo de aventureros llegó a la montaña: doce enanos y el hobbit Bilbo Bolsón. Cuando Smaug se vio hostigado por ellos, asoló con su fuego la región, pero en Esgaroth, sobre el Lago Largo, resultó muerto por un Hombre del Norte, Bardo el Arquero.
Se rumoreaba que los dragones siguieron viviendo durante muchos siglos en el desierto septentrional, más allá de las Montañas Grises, pero ninguna historia vuelve a referirse a estas malignas aunque magníficas criaturas.

Dragones de Fuego

De todas las criaturas que Morgoth el Enemigo Oscuro crió en todas las edades de su predominio, los malignos reptiles llamados dragones fueron los más temidos. Hubo muchas razas de estos seres, pero la más mortífera fue la que vomitaba llamaradas desde sus insanas entrañas. Se los llamaba dragones de fuego, y entre ellos se contaba uno de los más poderosos dragones, Glaurung. Él fue el primero de los urulóki, o dragones de fuego, y tuvo muchos descendientes.
En los últimos días de la Primera Edad, cuando la mayor parte de la descendencia de Glaurung que caminaba en la tierra había hallado muerte en la Guerra de la Ira, aparecieron en Angband los dragones de fuego alados. Ancalagon el Negro, que pertenecía a esta clase, y cuyo nombre significa «fauces desbocadas», es nombrado como el dragón más poderoso de todos los tiempos.
En edades posteriores, las historias de la Tierra Media se refieren a un último y poderoso dragón alado de fuego, de color dorado rojizo: el dragón de Erebor, que expulsó a los enanos de su reino. Se llamaba Smaug el Dorado, y en el año 2941 de la Tercera Edad recibió muerte por un flechazo de Bardo el Arquero, de Valle.

Dragones del frio

De los dragones que Morgoth creó en Angband durante la Primera Edad del Sol, fueron muchas las razas. Algunos poseían aliento de fuego, otros tenían poderosas alas, pero los más comunes eran los dragones del frío, que no poseían capacidad de vuelo ni de arrojar llamas pero que tenían gran fuerza en sus fauces y garras y una poderosa armadura de escamas de hierro. Los dragones del frío fueron un terror para todas las razas que se les enfrentaron en aquella Primera Edad, y llevaron inconmensurable destrucción a la Tierra Media. Al final de la edad, casi toda la raza de dragones y la mayor parte de los servidores de Morgoth perecieron durante la Gran Batalla, en la Guerra de la Ira.
En la Tercera Edad del Sol volvieron a surgir numerosos dragones del frío en las tierras salvajes del norte, que fueron a las Montañas Grises. Los enanos habían acudido a estas montañas porque eran ricas en oro, y, en el siglo veinte de dicha edad, los dragones del frío fueron tras ellos, en busca de los tesoros de los enanos y preparados para la guerra. Aunque los enanos lucharon valerosamente, fueron vencidos, y los dragones del frío mataron y persiguieron a sus enemigos a placer. Un príncipe de la raza humana de los éothéod llamado Fram, hijo de Frumgar llegó y mató a Scatha el Gusano, el mayor dragón de aquella región, tras lo cual las Montañas Grises estuvieron limpias de dragones durante cinco siglos. Pero los dragones del frío regresaron a las montañas en el año 2570. Uno a uno los señores enanos fueron cayendo ante ellos: el último fue el rey enano llamado Dáin I, del linaje de Durin, cuando él y su hijo Frór recibieron muerte de un dragón del frío dentro de su palacio. Así fue que los últimos enanos huyeron de las Montañas Grises, dejando a regañadientes todo su oro a los dragones como botín.

Olifantes (Mûmakil)
En la Tercera Edad del Sol, en las regiones meridionales de Harad, habitaban animales de gran tamaño que se cree que fueron los antepasados de las criaturas que los hombres llaman ahora elefantes, aunque, al parecer, éstos son mucho más pequeños en tamaño y fuerza que sus antepasados. 

En los años de la Guerra del Anillo, los feroces guerreros de Harad marcharon hacia el norte, a las tierras de Gondor, acudiendo a la llamada de Sauron, y con sus ejércitos llevaron a los grandes mûmakil, que eran usados como animales de guerra. Los mûmakil eran enjaezados con todo el aparato de la guerra: estandartes rojos, bandas y arneses de oro y bronce; sobre sus lomos llevaban grandes torres desde las que luchaban arqueros y lanceros. Poseían un deseo natural de lucha y eran muchos los enemigos que perecían aplastados bajo sus patas. Con sus trompas derribaban a los enemigos y, en el combate, sus colmillos se enrojecían con la sangre de los contrarios.

No podían ser combatidos por jinetes a caballo, porque los caballos no osaban acercarse a ellos; tampoco por la infantería, que podía ser atacada por flechas y lanzas desde los mûmakil o aplastada. En la guerra eran a menudo como torres que no pueden ser expugnadas; los muros de escudos se rompían ante ellos y los ejércitos se dispersaban. Sólo en un punto de su cuerpo, los ojos, podían ser dañados, cegados o incluso muertos, por saetas lanzadas con gran fuerza. Si perdían la visión, el dolor los hacía montar en cólera y destruían amos y enemigos por igual.

Mearas

Todos los caballos de Arda fueron creados a imagen de Nahar, el corcel blanco de Oromë, el Jinete de los Valar. Se creía que los verdaderos descendientes de Nahar eran los mearas, los «príncipes de los caballos» de Rohan, porque eran mágicos y maravillosos. Eran de color blanco o gris plateado, y veloces como el viento, de larga vida, incansables y llenos de sabiduría. Las leyendas de los rohirrim cuentan que los mearas se encontraron primero con los hombres de Rhovanion. En el siglo veintiséis de la Tercera Edad del Sol, el Señor de los éothéod, de nombre Léod, intentó domesticar el caballo más hermoso que su pueblo había visto nunca, pero el caballo era salvaje y orgulloso y derribó a Léod, que murió. Por eso el caballo recibió el nombre de Daño del Hombre. Pero cuando el hijo de Léod, Eorl, se acercó al caballo, éste se entregó al joven señor, como a modo de compensación. Eorl lo rebautizó como Felaróf, Padre de los Caballos, porque de él proceden los mearas, que sólo permitían que los reyes y príncipes del linaje de Eorl los montaran. 

Aunque no podían hablar, entendían el idioma de los humanos, y no necesitaban ni silla ni bridas puesto que obedecían las órdenes que de palabra les daban sus amos, los rohirrim de la casa real. Los mearas eran amados y honrados por sus amos y el estandarte de los rohirrim siempre fue la silueta veloz y blanca de Felaróf galopando sobre un fondo verde. En la Guerra del Anillo, los mearas prestaron grandes servicios. Uno, llamado Crinblanca, llevó a Théoden, el rey de los rohirrim, a las batallas de Cuernavilla y de los Campos del Pelennor, donde ganaron mucha gloria para los rohirrim, aunque al final tanto el caballo como el jinete murieron a manos del rey brujo de Morgul. Hubo otro meara que todavía realizó mayores hazañas. Fue Sombragrís, que, rompiendo la ley que decía que sólo los reyes y príncipes podían montar a los mearas, llevó al Jinete Blanco, el Istari Mithrandir, también llamado Gandalf. Sombragrís tenía el corazón animoso y era fuerte, porque, junto al Jinete Blanco, plantó cara a los Nazgûl y corrió más que las horribles Bestias Aladas. Llevó a Gandalf a tierras de Gondor durante el asedio de la Torre Blanca. Tras la Batalla de los Campos del Pelennor, condujo al mago, junto al ejército de los Capitanes del Oeste, hasta la Puerta Negra de Mordor y participó en la confrontación final con los malignos ejércitos de Sauron.

Lembas de Lothlorien

Ingredientes:
 

6 cucharadas de mantequilla/margarina reblandecida
2 tazas de harina con levadura (en el original self-rising flour, de no encontrar digo q yo q dará igual usar levadura aparte, ¿no?)
1 cucharada de azúcar
1/2 taza de pasas opcional (aunque francamente no me imagino unas lembas con pasas, pero pa gustos…)
1 huevo bien batido
1/2 taza de leche
4 cucharadas de nata espesa
hojas de mallorn :DDDD

Con un tenedor se corta la mantequilla sobre la harina y se mezcla en un bol hasta que parezca pan rallado (esto me parece mejor hacerlo con los dedos, por experiencia propia con este tipo de masas). Hazlo rápido para q la mantequilla no se funda demasiado. Añade el azúcar y si así lo deseas las pasas. Bate el huevo con la leche aparte hasta que estén bien mezclados, guarda una cucharada de esta mezcla para pintar las lembas. Añade la nata y la mezcla de huevo y leche a la harina y mézclala hasta que esté firme pero blando (estos americanos son intraducibles). Amásalo tres o cuatro veces sobre una superficie ligeramente enharinada. Extiéndelo hasta que tenga un grosor de 1 cm (aproximadamente, xq dice de extenderlo 3/4″, pulgadas deben de ser…) y córtalo con un cortapastas ovalado o con forma de hoja. Ponlo en una bandeja de horno ligeramente engrasada dejando al menos centímetro y medio  de espacio entre las lembas, píntalas por encima con la mezcla que habías guardado y mételas al horno unos 12 o 13 minutos, a temperatura (aquí viene el problema) de 400 grados ( deben de ser farenheit xq mi horno solo llega hasta 350 y esa es la temperatura para asar un lechón enterito, digo yo que serán unos 200 grados, temperatura q suelo poner cuando hago galletas)

Para guardarlas envuelve cada lemba individualmente en hojas de mallorn frescas y limpias, si en tu región no crecen mallorns guardalas en una caja que cierre bien. Sale sobre una docena y media de lembas

Gracias a : http://es.geocities.com/cocina_mantecona/Recetas/Postres/Lembas_de_Lothlorien.html

Teorías sobre lo que pasó después de la Guerra del Anillo

    Hay varias versiones de lo que ocurrió después de la Guerra del Anillo, cuando Sauron fue destruido y Aragorn II se hizo con la Corona de Gondor y el Cetro de Arnor. Reinó en paz junto a Arwen Undómiel, como se cuenta en el Sitio de Aragorn, y con ella tuvo un hijo, Eldarion, que siguió reinando en paz sobre Gondor y Arnor a partir del año 120 de la Cuarta Edad del Sol, la Edad de los hombres.

    Pero… ¿qué pasó con los elfos? Como se cuenta en el título “El Retorno del Rey” del Señor de los Anillos, después de que Aragorn se casara con Arwen comenzando la Cuarta Edad del Sol, Elrond (no se especifica cuándo) se dirigió con todos los elfos de la Tierra Media a los Puertos Grises. Se dice que Gandalf recogió a la colonia que fundó Legolas, en Gondor y se dirigió a los reinos de la Dama Galadriel, junto con los hijos de Elrond y todos los elfos del sur de la Tierra Media. Los elfos blancos de Lothlórien se unieron a la comitiva y subieron hasta las tierras de la Cuaderna Sur de la Comarca. Allí se dice que se encontraron con todos los Elfos Grises del Bosque Negro guiados por el grupo errante de elfos que comandaba Gildor, que protegía la comarca en tiempos de Guerra.

    Entonces, como en el Gran Viaje que hicieron los elfos al llegar a la Tierra Media, hasta Aman, todos los elfos que quedaban fueron hasta los Puertos Grises, allí todos los elfos, junto con algunos personajes célebres excepcionales, como Gandalf y Bilbo Bolsón, embarcaron en lujosos buques élficos hacia las Tierras Imperecederas. De esta forma no hubo más elfos en la Tierra Media, con excepción de Arwen.

    Por esto, cuando murió Aragorn II, Arwen decidió ir a vivir a los bosques de Lórien, donde había vivido su madre, y lo encontró vacío, pues todos los elfos del continente habían pasado el océano hacia Aman, las Tierras Imperecederas.

    ¿Qué pasó después? La Tierra Media se quedó sin elfos, y el tiempo siguió pasando. En la Enciclopedia de Tolkien se dice: “(…) Desde entonces, las Tierras Imperecederas se alejan de las esferas de la existencia humana, colocando a dioses y elfos más allá de nuestro alcance y, sin duda, la física del mundo se adapta a nuestro actual sentido del tiempo y el espacio, de manera que la Tierra comienza a girar alrededor del Sol”.

    Se dice en la Enciclopedia de Tolkien por tomos: “Cuando la última embarcación élfica alcanzó por fin las orillas inmortales durante la Cuarta Edad, las Tierras Imperecederas desaparecieron en otra dimensión más allá de la comprensión humana”. Cuenta que a partir de ahí la Tierra tomó la forma que todos conocemos, y empezó a girar alrededor del Sol”.

Por ello, esta es la historia tal y como se podria interpretar:

    “Cuando en la Tierra Media no quedaban más elfos que Arwen Undómiel, hija de Elrond, Ilúvatar pensó en separar elfos y Valar de los hombres y los enanos, separar la magia del “mundo normal”. Entonces en lugar de separar las dos tierras por un océano, las separó en dos dimensiones, por ello, el mundo de los elfos estaría ahora en otra dimensión paralela a la nuestra. La Tierra se deformó, de modo que la Tierra Media correspondería a Asia, Harad a Europa, el Reino Unificado al Norte de Rusia, el Lejano Harad a África y las Tierras Oscuras a Australia. América correspondería a la Tierra del Sol, y las antiguas escrituras no cuentan si fue creada por Ilúvatar a comienzos de la Cuarta Edad, o ya estaba formada al otro lado del Mar de Rhûn. Quizás, tal como yo lo veo, Ilúvatar pensó en llenar el vacío que había quedado la falta de Aman con un continente igual, lleno de bellos bosques e islas, parajes paradisiacos y tropicales, montañas poderosas y nuevos hombres.

    » Entonces, cuando las dos dimensiones estuvieron formadas y preparadas, Ilúvatar alteró el tiempo para nosotros, conectándose en la Edad Media de nuestro tiempo (algunos afirman que la conexión está mucho antes). A los elfos les dio un consejo, y dicen que les dijo así: «Ya contáis con magia y felicidad, y vivís entre los Valar, por ello os pido que no progreséis, que os mantengáis siempre conviviendo entre los bosques que habéis hecho vuestros y entre los animales que os aman. Seguid así y mantendréis la felicidad…». Fue lo contrario que les dijo a los hombres. En la antigua Tierra Media a los hombres les aconsejó que avanzaran, porque sólo con esto un día llegarían a parecerse a los elfos, aunque fueran libres y podrían elegir…

    » Con esto, nuestro mundo sigue girando alrededor del Sol, y los elfos están ahí, tal y como leemos en las historias de Tolkien, pero no podemos alcanzarlos porque no podemos saltar de una dimensión a otra, pero… ¿podrían ellos con su magia…?

Curso de Quenya en 19 lecciones

Curso de Quenya en 19 lecciones

Nancy Martsch (edición original inglesa)
Luis Glez. Baixauli (adaptación castellana)
Finwë, Webmaster de Formenos (recopilación)
Basado en los trabajos de JRR Tolkien

Lección 1: Cómo reconocer el Quenya

En esta primera lección vamos a aprender a distinguir las palabras quenya entre todas las inventadas por Tolkien para los diversos idiomas de la Tierra Media. (Una discusión sobre las distintas lenguas de la Tierra Media se puede encontrar en el apéndice F del SDLA).

JRR Tolkien creó numerosas lenguas para su mundo inventado: lendarin, danian, élfico primitivo, qenya, khuzdul… muchas de ellas a partir de material procedente de las lenguas élficas. ¿Cómo podemos saber entonces si una palabra es quenya o no? Muchos “dialectos”, tales como lendarin, telerin o silvano, sólo están presentes en el vocabulario “básico” por unas pocas palabras, y generalmente se indica su procedencia. Otros, como qenya y gnómico, sólo se usan en La Historia de la Tierra Media, pero nunca en El Señor de los Anillos o El Silmarillion. El élfico primitivo o común se encuentra principalmente en discusiones lingüísticas… En la mayor parte de los casos, dentro de este vocabulario “básico” (el compuesto por SDLA y S), sólo tendremos que distinguir élfico de no élfico, y élfico quenya de élfico sindarin. ¿Cómo podemos identificar el quenya?

Por cómo es llamado:

A lo largo del texto, el quenya es llamado “alto élfico”, “alta lengua”, “lengua antigua”, etc. (mucho material lingüístico se encuentra fuera del texto, en apéndices, índices y notas a pie de texto; asegúrate de leerlas). El sindarin también es llamado “élfico gris”. La antigua lengua élfica es llamada “élfico primitivo” o “élfico común”. Jim Allan en An Introduction to Elvish lo llama *Proto-Eldarin. El quenya hablado en las Aguas del Despertar (Cuiviénen) fue élfico primitivo, no la lengua más tarde conocida como quenya.

Por el contexto:

Aunque no siempre es así, las palabras extrañas a la lengua común suelen estar impresas en cursiva, sobre todo en su primera aparición en el texto. La mayoría de los términos geográficos de la Tierra Media, y algunos nombres personales, tienen un nombre extranjero, generalmente élfico, y otro el lengua común (castellano) que con frecuencia traduce el élfico. Los nombres usados en Rohan son mayoritariamente rohirricos (de procedencia anglosajona), las palabras usadas por los orcos estan normalmente en lengua orca, etc. Los nombres dados por los elfos y los hombres de Gondor son probablemente élficos.

El élfico primitivo se encuentra generalmente en discusiones lingüísticas. Bases y raíces, impresas en mayúsculas o con el signo de raíz cuadrada, son generalmente ep. El élfico silvano se usaba en Lorién y el Bosque Oscuro, y se asocia siempre con estos lugares: ver III y en CI la “Historia de Galadriel y Celeborn”. El sindarin era el élfico hablado normalmente durante la Tercera Edad. Era utilizado en el habla normal; en la mayoría de los nombres propios de la Tercera Edad, en los nombres de los Senescales de Gondor y los Reyes y Capitanes de Arnor (aquellos que comienzan por Ar-), en la nobleza de Numenor, en los héroes y lugares de Beleriand durante la Primera Edad, y en el Himno a Elbereth. El quenya, durante la Tercera Edad, representaba una especie de latín élfico. Se usaba como lenguaje formal, para poesía o juramentos; en los nombres de los Reyes y pretendientes de Gondor; en la realeza y nombres de lugares de Numenor; en los nombres de los Valar y de lugares dentro de Valinor; en el Lamento de Galadriel; y en la última versión del poema “The Last Ark” [M].

Por evidencias internas:

Así como ciertas letras o combinaciones de ellas son usadas en castellano y otras no, lo mismo ocurre con ciertas letras en quenya. La situación de la letra también es importante: una letra o combinación de ellas puede estar permitida en el medio de la palabra, pero no al principio o al final. Así, ng no puede iniciar una palabra en castellano pero si estar en cualquier otra posición, como por ejemplo en canguro. [Nota: alguna de las afirmaciones dadas aquí no son aplicables fuera del vocabulario “básico”].

Son propias del quenya en cualquier posición dentro de la palabra: las letras q, y (como consonante); las combinaciones hl, hr, hy; y los diptongos eu, oi. La letra v es común en quenya pero no en otros lenguajes. Las letras x, z son raras en quenya e inexistentes en sindarin, pero comunes en otras lenguas. No son quenya: la letra y usada como vocal; las combinaciones dh, gh, lh, mh, rh; y los diptongos ae, oe, aw, ew, iw. No son élficas: la letra j; y las combinaciones sh, zh. El circunflejo ^ normalmente no se usa en el quenya.

Al comienzo de palabra, en quenya pueden aparecen las combinaciones hl, hr, hy; pero nunca: mb, b, nd, d, ng, g, kh, io. En quenya la letra b está siempre precedida de m, y siempre en medio de la palabra; la d está siempre precedida de n, l, r, y siempre en medio de la palabra; y la g está siempre precedida de n, y siempre en medio de la palabra. Normalmente las palabras quenya terminan en vocal. Aquellas que no lo hagan deben terminar obligatoriamente en l, n, r, s, t. Otros idiomas suelen acabar en alguna consonante.

El quenya prefiere palabras largas y polisilábicas, mientras que el sindarin prefiere palabras cortas de una o dos sílabas. Adûnaico, khuzdul y lengua negra también usan palabras largas, pero contienen letras, combinaciones o terminaciones que nos permiten diferenciarlos del quenya.

Por la gramática:

Cada lenguaje tiene su propia gramática distintiva. Estudiaremos la gramática quenya en profundidad en las próximas lecciones, pero por el momento sepamos que las terminaciones más comunes para adjetivos en quenya son -ea, plural -ie, y en sindarin -ui, -en, plural -in; y que en quenya el imperativo termina en -a, mientras que en sindarin en -o.

Algunas palabras que no son lo que parecen:

Imrahil es adûnaico [III].
Arnach, Eilenach, Umbar, Rimmon pertenecen a lenguas humanas [III].
Simbelmynë, Halifirien son rohirricas [TC].
Forgoil es dunledina [CI].
Balchoth es mezcla de oestron y sindarin [CI].
Incánus es haradaica o, quizá, quenya [CI].
Boromir es mezcla de sindarin y quenya [III].
Nimrodel, Caras Galad(h)on, Legolas, Amroth son silvanas [CI, III].

Ejercicios:

Identifica las palabras y expresiones que están en quenya: Ainulindale, Dúnedain, Elendil, coire, Bar-en-Danwedh, Vilya, Ar-Gimilzôr, Daeron, Feanor, Finrod, Earendil, Ninquelóte. Amon Dîn, Nen Hithoel, Elentári, hríve, Haudh-en-Ndengen, menel, Elbereth, Cuiviénen, Edoras, Amon Lhaw, Elessar, Eldamar, Thangorodrim, simbelmynë, Morgoth, athelas, yén, Adûnakhor, Eldalie, Quenta Silmarillion, lómelindi, lhûg, Azanulbizar, Carcharoth, Emyn Muil, palantír, Echuir, Narvinye, Narya, lasse-lanta, Galadriel, snaga, Valar, Narvinwe, Ulmo, éored, Ilúvatar, Eldar, Urui, Urime, tengwar, cirith, asea aranion. Cuio i Pheriain annan! Aglar´ni Pheriannath! Daur a Berhael, Conin en Annûn! A laita te, laita te! Andave laituvalmet! Cormacolindor, a laita tárienna!

Ejercicios adicionales:

Trata de identificar las palabras en quenya del apéndice de El Silmarillion

Lección 2: Pronunciación

En esta lección vamos a aprender la pronunciación quenya de todas las letras, así como a acentuar correctamente las palabras de este idioma. [Nota del traductor: lógicamente este capítulo ha tenido que ser bastante adaptado del original inglés.]

Consonantes:

Las consonantes quenya son, en su mayor parte, muy parecidas a las castellanas. En particular, las d, f, l, m, n, p, s, t y x se pronuncian exactamente igual; para las demás consonantes se deben tener en cuenta los siguientes puntos.

B – Corresponde al sonido fuerte de la primera b de “bebé”. Va siempre precedida de m.
C – Representa siempre el sonido de “casa” (ca, que, qui, co, cu). Tolkien usó c y k como variantes ortográficas del mismo sonido. En el SDLA se usa c para crear una analogía visual con el latín; a lo largo de estas lecciones, extenderemos este convenio a todo el vocabulario.
CH – Originalmente correspondía al sonido de la j castellana (chil); pero gradualmente fue perdiendo sonoridad hasta convertirse en una h aspirada en posición central (aha), y más tarde también al principio de palabra (hil-, harma, hwesta). Durante la Tercera Edad el sonido original sólo se conservaba delante de t, como en el alemán “acht”, “echt” aunque la ortografía a veces no lo recoja (p.e. Telumehtar). En oestron es probable que este sonido fuera pronunciado como una sh inglesa (TelumESHtar).
G – Siempre va precedida de n, y equivale al sonido castellano de g en “gato” (ga, gue, gui, go, gu).
H – Sordo. La h delante de l, r, representa una espiración, un sonido sordo (hlókë, hrívë). En la Tercera Edad este sonido ya no se usa (lókë). La h de hw es también corresponde al sonido sordo durante esta edad.
HY – Debe pronunciarse como h más la i inicial de un diptongo (hyarmen).
NG – En posición central corresponde a la ng de “canguro”. A principio de palabra, en quenya antiguo, correspondía al sonido N (la n velar de “anca”) como en Noldor. En esta última posición, durante la Tercera Edad se pronunciaba simplemente n.
QU – En quenya la u también se pronuncia. Representa c más la u inicial de un diptongo.
R – Siempre algo más suave que en la palabra “rata”.
TH – Aproximadamente como el sonido castellano z. Se trataba de un sonido arcaico poco usado.
TY – Pronunciado como t más la i inicial de un diptongo. Los hablantes de oestron solían pronunciarlo como el sonido ch de “chocolate”.
V – Como una v inglesa o francesa. Corresponde a una f sonora, un sonido parecido a la segunda b de “bebe”.
Z – Representa una s sonora como la s de “desde” o la z del francés “zéro”.

Las consonantes escritas dos veces (tt, ll, ss, nn) representan consonantes largas o dobles. Mención especial merece la doble l, que en ningún caso debe pronunciarse como la elle castellana.

Vocales:

Las vocales en quenya son muy similares a las castellanas, aunque algo más breves. Las vocales largas están marcadas mediante un acento, y se pronuncian igual que las cortas pero durante más tiempo. Las únicas excepciones son la e y la o, que cuando son cortas se pronuncian algo más abiertas que sus equivalentes castellanas. La diéresis se usa para indicar que una vocal no debe ser ignorada o pronunciada como parte de un diptongo [Nota del traductor: En realidad casi todas las diéresis que aparecen en las palabras quenyas podrían eliminarse, ya que Tolkien las introduce para recordar a los lectores ingleses las diferencias de pronunciación entre la e inglesa y la quenya. En general, esta advertencia es innecesaria en castellano, por lo que en adelante eliminaré esas diéresis de las palabras quenya. La única diferencia de pronunciación entre la e la castellana y la quenya está en la combinación ie, que en castellano es diptongo y en quenya no. Con esta advertencia se deja al lector el trabajo de pronunciar correctamente, sin tener que añadir un elemento ajeno al idioma como son las diéresis]

En quenya existen seis diptongos: ai, oi, ui, au, eu, iu. Son diptongos ascendentes, es decir, acentuados en la primera vocal. En la Tercera Edad se tiende a hacer de iu un diptongo descendente, acentuado en la u [Nota del traductor: en castellano también consideraríamos como diptongos los marcadas por la grafía w. Esta letra siempre debe pronunciarse como una u aunque estrictamente, al igual que la y, se trata de una semiconsonante.]

Acento:

La situación del acento tónico viene determinada por el número de sílabas de la palabra. Si tiene dos sílabas, prácticamente siempre está acentuado en la primera. Si tiene tres o más sílabas, depende de la penúltima sílaba: si contiene una vocal larga, un diptongo, o una vocal seguida de dos o más consonantes, se acentúa en la penúltima; en caso contrario se acentúa en la antepenúltima sílaba.

elenTÁri penúltima sílaba con vocal larga
angaMAIte penúltima sílaba con diptongo
iSILdur penúltima sílaba con vocal seguida de dos consonantes
Orome penúltima sílaba con vocal corta seguida de una consonate
naMÁrie penúltima sílaba con vocal corta seguida de otra vocal (ie no es diptongo)

En general se cumple que los nombres terminados en -dil, -dur, -ien, -ion, -iel, -ie, -ea siempre se acentúan en la sílaba anterior (iSILdur, eLENdil, naMÁrie, alaTÁriel, LÓmea). Adicionalmente existe un acento poético: la primera sílaba de una palabra, a menos que consista en una sola vocal corta, puede recibir un acento secundario. La vocal final también puede recibir una ligera acentuación, especialmente al final del verso. Puede ser una acentuación fuerte en las exclamaciones.

Ejercicios:

Pronuncia las siguientes palabras y expresiones: Cermie, unque, thúle, Telperion, anga, Aule, áze, Númenor, Númenóre, Varda, Ohtar, Tintalle, círya, Loende, Súlimo, Mahtan, Oiolosse, Turambar, Helcaraxe, leuca, hwesta, palantír, Elessar, falasse, hríve, Alqualónde, Vanyar, noldor, Teleri, Silmaril, Silmarillion, Elendili, Wilwarin, Telumehtar, Sangahyando, Hyarmendacil, Calmacil, Sauron, Feanáro, Anárion, Vaire, Hlóke, Istari, Manelmacar, tyeller, ruinya, Yavanna, Tindómerel, Earnur, nwalme, ungwe. Aiya Earendil Elenion Ancalima! Elen síla lumenn´ omentielvo. Nai hiruvalye Valimar. Namárie.

Ejercicios adicionales:

Lee en voz alta el Lamento de Galadriel [I], el Juramento de Elendil [III], el Juramento de Círion [CI] y los nombres de los reyes de Númenor y Gondor [apéndice A].

Lección 3ª: El nombre y el verbo

En esta lección vamos ver las dos declinaciones existentes en quenya para los nombres, el uso de los artículos, la conjunción “y” y unas primeras nociones acerca de los verbos .

El nombre:

En quenya los nombres se pueden dividir en dos grupos, de acuerdo al método que sigan para formar el plural: plurales en -r y plurales en -i. A partir de ahora los denominaremos primera y segunda declinación respectivamente. Tolkien reconoce estos dos grupos en la carta a Plotz, pero no nos da sus nombres. No hay pruebas de que cada declinación corresponda al género masculino o al femenino, al parecer el quenya no indica el género de esta manera [Nota: los plurales en La Historia de la Tierra Media difieren].

Primera Declinación: Los nombres terminados en -a , -ie, -o, -u forman el plural añadiendo -r. [Nota: un asterisco indica que una palabra está deducida según los patrones lógicos existentes, pero que no ha sido posible encontrarla en ningún texto].
.
cirya, pl. ciryar “barco”  axo, pl. axor “hueso”
Vala, pl. Valar “Poder”  Noldo, pl. Noldor “Sabio”
enquie, pl enquier “semana”  heru, pl. *herur “señor”
Valie, pl. Valier “Poder (fem.)”  Ainu, pl. Ainur “Sagrado”

Segunda Declinación: Los nombres terminados en -e, cambian la -e por -i, los nombres terminados en consonante añaden -i.

lasse, pl. lassi “hoja”    elen, pl. eleni “estrella”
Quende, pl. Quendi “[elfo] hablante”  Atan, pl. Atani “hombre”
isil, pl. *isili “luna”    anar, pl. *anari “sol”
Elendil, pl. Elendili “Amigo de los Elfos” Teler, pl. Teleri “Los últimos llegados”

La palabra Silmaril dobla la l antes de añadir -i: Silmarilli. La razón es probablemente etimológica: -ril proviene de -rillë [LR]. Es probable que existan otras palabras compuestas que también doblen la consonante final por esta misma razón. Existen además algunos “nombres irregulares” que no siguen estas reglas. Quizás sigan reglas que nosotros no conocemos; puede que sean residuos de formas más tempranas; quizás representen dos palabras distintas, una en singular y otra en plural; puede que sean errores… no lo sabemos.

*tyelle, pl. tyeller “grado”
tari, plural desconocido “reina”
urulóke en singular, urulóki en singular y plural “serpiente de fuego, dragón”

El artículo:

El artículo definido “el, la, los, las” es i. Se usa la misma forma tanto para el singular como para el plural. No existe equivalente del artículo indefinido “un, una, unos, unas”, se puede usar también i o bien no poner nada.

i Elda “el elfo”  i Eldar “los elfos”

Conjunción:

La conjunción “y” corresponde a ar.

Eldalie ar Atanatári “el Pueblo de los Elfos y los Padres de los Hombres”.

El verbo:

Al igual que muchos idiomas europeos, el quenya posee un sistema de tiempos verbales. Cada tiempo se forman añadiendo la terminación correspondiente al verbo, (por este motivo los verbos se escriben siempre con un guión). Pero a diferencia de muchos de esos lenguaje, incluyendo al castellano, el quenya no necesita indicar la persona dentro del verbo cuando ya está presente explicitamente en el sujeto de la oración. Existen dos formas de terminaciones verbales: singular y plural. Los nombres en singular usan verbos en singular, y los nombres en plural usan verbos en plural. La terminación de plural es siempre -r.
Para conjugar el tiempo verbal presente se añade al verbo las terminaciones -a en singular y -ar en plural.

lant- “caer”  i lasse lanta “la hoja cae” i lassi lantar “las hojas caen”

En quenya el orden de las palabras es el mismo que en el castellano, primero sujeto y luego el predicado; pero, al igual que en el castellano, el orden se puede alterar para producir efectos dramáticos.Tenemos un ejemplo de ello en: auta i lómë! “¡la noche está pasando!” (lit. “pasá la noche”) [S].

Vocabulario adicional:

n aiwe, “pájaro (pequeño)”
alda, “árbol (que se desplegado)”
aure, “día”
círya, “barco”
Istar, “mago, sabio”
lóte, “flor (grande y simple)”
lómelinde, “ruiseñor” (lit. cantor de la noche)
lumbo, “nube”
Maia, prob. “Bueno”
nén (nen), “agua”
soron, “águila”
Vanya, “Bello”

v cal-, “brillar”
cir-, “navegar” (lit. pasar suavemente a través)
cel- “fluir”
fir-, “morir(se), marchitar(se)”
host-, “reunir(se)”
lind-, “cantar, hacer sonidos musicales”
síl-, “brillar (con luz blanca o plateada)”
tintil-, “centellear, destellar (como una estrella)”
tir-, “vigilar, observar”
tul-, “venir”

Ejercicios:

1) Traduce al quenya: El día viene. El sol brilla. Unos pájaros cantan. ¡Cantan los Elfos y los Hombres! El día pasa. La luna brilla y las estrellas destellan. Canta el ruiseñor.
2) Traduce al castellano: I lóti firar ar i lassi lantar. Lumbor hostar. I soron tira. Nén cela. I círya círa. Lindar i Valar ar i Maiar: i Vanyar ar i Noldor tular.
3) Lleva las expresiones anteriores de singular a plural y viceversa.

Diccionario Élfico de consulta

Diccionario Élfico de consulta

SALUDOS CORTOS
¡Hola! = Aiya!
Salud = Almarë.
Amigo/amigos = Meldo/meldor.
Querido/queridos = Melda/meldë.
Bienvenido/bienvenidos = Máratulda/maratuldë.

SALUDOS TIPO “BUENAS…”
Buenos días = Alasse’ aurë.
Buenas mañanas = Alassë’ arin.
Buenas tardes = Alasse’ undómë.
Buenas noches = Alassëa lómë.

INVITACIONES
Ven = Tula (a-mi-casa = coa-nya-nna; a-nuestra-casa = coa-mma-nna) (casa = coa; mi casa = coanya; nuestra casa = coamma).
Siéntate = Hara (con nosotros = yo emmë) (con = yo).
¿Quieres comer? = Meralyë matië? (¿quieres-tú? = mera-lyë; come-r = mat-ië)
Come = Mata (muchos-manjares = apsa-li) (manjar (comida) = apsa).
Bebe = Suca (un trago (una copa) = yulma).

PREGUNTAS BÁSICAS
¿Quién eres? = Man nályë?
¿Cómo te llamas? = Man ná esselya? (Cuál = Man; es = ná; tu-nombre = esse-lya).
¿De dónde vienes? = Mallo tulalyë? (Respuesta: Vengo de Gondor = Tulan Gondorello).
¿A dónde vas? = Manna lelyalyë? (Respuesta: Voy a Gondor = Lelyan Gondorenna).
¿Qué noticias traes? = Man vinyar colalyë?

SALUDOS AFECTUOSOS
¡Cuánto tiempo! = Haira lúmello!
Dichosos son los ojos que te ven = Alassië nar i hendu i cenantet. (Dichosos =Alassië; son = nar; los ojos = i hendu; que = i; ven-ellos-a ti = cena-nte-t).
Te entrego estas bellas flores = Ten antan sinë vanimë lossi (A ti = ten; entrego-yo = anta-n; esta-s = sin-ë; bella-s = vanim-ë; flore-s = loss-i

VARIOS

Gracias = Hantalë.
De nada = Úman ná (lit. “es nada”).
Sí = Ná (lit. “es”).
¡Oh! = Á!

DESPEDIDAS CORTAS
¡Adiós! = Namárië!
Buen viaje = Mára mesta.
Paz = Serë.
Suerte = Annali len (lit. “dones-abundantes para ti (usted)”).
Bendiciones = Laitalë.

DESPEDIDAS LARGAS
Estoy encantado = Nan alassëa (por haber estado contigo (por-nuestro-encuentro) = omentie-lva-nen; por haber estado con vosotros (por-nuestro-encuentro) = omentie-lma-nen).
Me-marcho = Vanya-n (desea-ndo tu-buena fortuna = mere-la almare-lya).
Anda = Vanta ((con) bien = máravë).
Que Eru te guarde = Nai Eru varyuva len.

DESPEDIDAS EPISTOLARES
Espero (deseo) = Merin; que = sa; reciba (tenga-usted) = harya-lyë; esta carta (estas letras) = sinë tengwali; pronto = rato.
Espero (deseo) la próxima misiva-de usted = Merin hilyalë tengwali-lya.

DESPEDIDAS TIPO “VOLVEREMOS…”
Volveremos-a encontrar-nos (nosotros dos) = En-oment-uva-lvë; (nosotros varios) = Enomentuvalmë.
Volveremos-a hablar-nos (nosotros dos) = En-quent-uva-lvë; (nosotros varios) = Enquentuvalmë.
Volveremos-a escribir-nos (nosotros dos) = En-tenc-uva-lvë; (nosotros varios) = Entencuvalmë.

DESPEDIDAS TIPO “HASTA…”
Hasta pronto = Tenna rato.
Hasta la noche = Tenna i lómë.
Hasta el Sábado = Tenn’ Elenya.
Hasta la vista = Tenn’ encenië.

DESPEDIDAS AFECTUOSAS
Largamente acordare-me-de ti = Andavë enyaluva-nye-t.
Vuelve pronto = Entula rato.
Muchos-besos = Mique-li.
Dulces sueños = Lissi olóri.

DESPEDIDA POCO AFECTUOSA
Vete de aquí = Vanya sínomello.

VARIOS (NEGACIONES)
No (negación, “al contrario”) = La.
No (prohibición, “no lo hagas”) = Ava; Parar, detenerse = Pusta; No pares = Ava pustë.

OFRECER REGALOS
Para ti = Len.
Ábre-lo = Panta sa.
He traído (yo) = Ocólien (traer, portar = col-; he, has, ha… traído = o-cól-ie-; yo he traído = ocólie-n); este pequeño regalo = sina pitya anna; para ti = len.

Variaciones (de sujeto y verbo):

Mi hermana ha traído… = selerinya ocólië… (hermana = seler; mi-hermana = seler-inya)
Mi hermana y yo hemos traído [plural] = selerinya ar inyë ocólie-r.

Cosas para regalar

este humilde obsequio = sina nucuma anna.
vestido = colla.
anillo = corma.

Complementos

… con todo mi amor = ilya melmenyanen (todo = ilya; amor = melmë; mi-amor = melme-nya; con-mi-amor = melmenya-nen).
… de corazón (lit. “desde mi corazón”) = órenyallo (corazón = órë; mi-corazón = óre-nya).
… desde lejos = hairallo (lejos, lejano = haira); desde lejanas tierras = hairë nórellon (lejana/-s = haira/-ë; tierra = nórë; desde tierra-s = nórellon).
… para que me recuerdes (lit. “para recordar-me”) = enyalien ni (recordar = enyal-; recuerdo = enyalië; para recordar, para el recuerdo = enyalie-n; mí, -me = ni).

RECIBIR REGALOS

¡Gracias! = Hantalë!
¡(Qué) bonito! = Vanya!
¿De dónde viene? = Mallo túla?
Siempre te recordaré = Enyaluvan lë oialë (recordaré, recordarás… [futuro] = enyal-uva; yo recordaré = enyaluva-n; te recordaré = enyaluvan lë; siempre = oialë).

ALGUNOS PIROPOS, CONFIDENCIAS Y DEMÁS…
Esto no puede = Sina lá túra; embellecerte más (lit. “hacer-te más bella”) = carië lë yonta vanya; ¡oh! = a; dulce-flor = lissë-lossë.
Ójala (la) luz de tus ojos = Nai cala hendelyato (ojo = hend-; tu ojo = hende-lya; tus dos ojos [dual] = hendelya-t; de-tus-ojos = hendelyato); bendiga los (ojos) míos = laituva i hendenyat.
Ójala el brillo de tu cabello = Nai sílë findelyo (cabello = findë; tu-cabello = finde-lya; de-tu-cabello = findely-o); ilumine mi camino (lit. “ilumine hacia mi camino”) para siempre = caluva tienyanna oialë (mi-camino = tie-nya; hacia-mi-camino = tienya-nna).
¿Quieres casarte conmigo? (lit. “¿Quieres-tú casar-me?”) = Méra-lyë vesta ni?
Tu-secreto estará oculto = Muile-lya yéva muina.

SALUDOS (Enyalië)
¡Saludos! = Almarë!
¡Hola! = Aiya!
¿Me dirás tu nombre? = Quentuvalyë nin esselya?

DESPEDIDAS (Enyalië)
¡Adiós! = Namárië!
¡Hasta siempre! = Tennoio!
¡Buena suerte! = Mára valto!

MISCELANEA
Amigo de los Elfos = Elendil.
Hijo de la Luna = Isilion (Luna = Isil; hijo de = -ion).
¿Dónde estás? = Massë nalyë?
Nada = Únat.
En el sur = Hyarmessë.
Pero = Nan.
Preguntar = Maquetië (partícula interrogativa = ma; decir = quet-).
Así = Sin.
Amigo mío = Meldonya.
Mañana (lit. “(la) siguiente mañana”) = Hilyala arin; será (un) nuevo día = yéva vinya ré

Títulos
Heru X – Señor X              (También Táro)
Heri Y – Señora Y              (También Tári)

Substantivos
alasse – alegría
almare – salud
cala – luz
coa – casa
hen, hende – ojo
íre – deseo
lís – miel
masta – pan
meren, merende – fiesta
nandaro – arpista
nosse – familia
ré – día
sáva – zumo
tultale – invitación
tyuru – queso
vanesse – belleza
yáve – fruta
yulma – copa

Posesivos
-lya – tu                              (hendelya -tu ojo; írelyar -tus deseos)
-rya – su                              (coarya – su casa; merenderya – su fiesta)

Declinaciones
-nna – a, hacia                          (merendenna – a una fiesta)
-sse – en                                  (merendesse – en una fiesta)
-o – del                                    -ion, -ron – de los                        -to – de los dos
lóte – flor                                  Elda – elfo
lóti – flores                                Eldar – elfos
lótion – de las flores                  Eldaron – de los elfos
hendelyato – de tus dos ojos

Adjetivos

alta – grande
ilrahtala – inalcanzable
ilye – todos
sina – esto, este, esta

Verbos
pusta queta! – ¡Silencio!
Orta! – ¡Levanta, levantaos!              ortan, ortanye – Levanto                  ortalye – levantas
¿meralye X? – ¿Quieres X?              Lá, meranye Y – No, quiero Y
sucanye X – Bebo X                          sucuvanye X – Beberé X                  sucuvalye Y – Beberás Y

Repaso general
nan – soy
nar – son
nin – a mí, para mí
len – a ti, para ti
nai – ojalá
oiale – por siempre
hantale – gracias

Oestron – la Lengua Común

NOTA
Se me presentó un problema a la hora de traducir algunas de las palabras Hobbit al castellano. Como ya se sabe, Tolkien anglicanizó los nombres y apellidos hobbits, o bien manteniendo el significado, o bien manteniendo la fonología. Sirvan de ejemplo Merry, que en inglés quiere decir ‘alegre’, y que en realidad se llamaba Kali, con el mismo significado; y Tuk, que en inglés es llamado Took ‘coger’, y en oestron Tûk. Por lo tanto he decidido respetar la traducción de ESdlA, manteniendo los nombres y apellidos de la edición en español.

También llamada Adûni (es un término propio, (*)PM:316), Sôval Phârë (“lengua común” en oestron, y (en sindarin) Annûnaid o Falathern “lengua de la Tierra”.

El idioma realmente hablado en SdlA, y efectivamente el lenguaje en el que el Libro Rojo estaba escrito originalmente es un idioma llamado adûni, que Tolkien tradujo como oestron. Tolkien dice: “La lengua representada en esta historia por el inglés [castellano] era el oestron o la “Lengua Común” hablada en el oeste de la Tierra Media durante la Tercera Edad. En el curso de esa edad se había convertido en la lengua nativa de casi todos los pueblos hablantes (salvo los Elfos) que vivían dentro de los límites de los viejos reinos de Arnor y Gondor; es decir, a lo largo de todas las costas desde Umbar hacia el norte, hasta la bahía de Forochel, y tierra adentro hasta las montañas nubladas y las Ephel Dúath. El oestron se había extendido también hacia el norte, remontando el Anduin, por las tierras al oeste del Río y al este de las montañas hasta los Campos Gladios. En tiempos de la Guerra del Anillo, cuando concluía la edad, tenía aún esos límites como lengua nativa.” (Apéndice F) Mientras que el oestron de Gondor tuvo un uso arcaico, los hobbits hablaban un dialecto rústico de él. Además está comprobado que el oestron fue usado como Lengua Secundaria por todos aquellos que todavía conservaban una lengua propia, como los Drúedain (Woses) y los Rohirrim. Incluso los Orcos usaban una forma alterada del oestron cuando era necesario. En Mordor, Frodo y Sam entendían que los dos orcos los estaban husmeando cuando se dijo: “y por pertenecer a razas diferentes, usaban diferentes dialectos de la Lengua Común” (SdlA3/VI,2). El oestron es la lengua a aprender antes de meterte en la máquina del tiempo y viajar hasta la Tercera Edad. (Aprender quenya es como aprender latín antes de ir a Europa: No habrá mucha gente que te entienda al llegar.)

Al principio, “el oestron era una lengua humana, aunque enriquecida y dulcificada por la influencia élfica. Era en su origen la lengua de los que los Eldar llamaron Atani o Edain, los ‘Padres de los Hombres’, específicamente el pueblo de las Tres Casas de los Amigos de los Elfos que, avanzando hacia el Oeste, entraron en Beleriand durante la Primera Edad”. En la Segunda Edad, el adûnaico de Númenor fue hablado en los fuertes y puertos que los Númenóreanos fundaron a lo largo de la costa de la Tierra Media, “y mezclado con muchas palabras de las lenguas de hombres menores, se convirtió en la Lengua Común que se extendió a lo largo de las costas entre todos los que tenían trato con Oesternesse” (Apéndice F). Este proceso continuó después de la Caida: “La gente de Elendil no era mucha, pues sólo unos pocos grandes navíos habían escapado de la Caída o sobrevivido al tumulto de los Mares. Encontraron, en efecto, varios habitantes en las costas occidentales que provenían de su propia estirpe, totalmente o en parte, siendo descendientes de marineros y de los guardianes de los fuertes y de los puertos que habían sido fundados allí en días ya pasados; sin embargo la totalidad de los Dúnedain era ahora sólo un pequeño pueblo, en el medio de extraños. Usaron, por lo tanto, la lengua oestron en todas sus relaciones con otros hombres, y en el gobierno de los reinos de los cuales eran gobernantes; y esta Lengua Común llegó a ser ampliada, y muy enriquecida con palabras extraídas de la lengua adûnaic de los Dúnedain, y de los Noldorin [léase: sindarin].” ((*)PM:33-34) De acuerdo con (*)PM:315, el oestron provino del adûnaic original parcialmente por descuido: Los supervivientes Fieles de Númenor no tenían gran amor por el adûnaic, siendo este el idioma de los Reyes rebeldes del Oesternesse que intentaron suprimir el resto de las lenguas. Aún así el idioma fue después “suavizado bajo la influencia élfica”. Tolkien describió el oestron como “aproximadamente tan mezclado como en el inglés moderno” ((*)Cartas:425). Los elementos élficos en el oestron pueden probablemente ser comparados a las numerosas palabras francesas que han llegado a ser normativizadas provenientes del inglés.

LA ESTRUCTURA DEL OESTRON

Sabemos muy poco sobre el oestron, por la simple razón de que ¡Tolkien lo ha traducido al inglés en casi todos los sitios! Unas pocas palabras de verdadero oestron son dadas en el Apéndice F de SdlA y (relativamente) muchas más en The Peoples of Middle-earth. Tolkien incluso tradujo los nombres de los Hobbits. Nunca hubo ningún hobbit llamado Frodo, Sam, Pippin o Merry; sus nombres reales eran Maura, Ban, Razar y Kali. La misma palabra hobbit es sólo una traducción de la verdadera palabra de la Tercera Edad kuduk (derivado de la palabra en inglés antiguo holbytla “habitante-de-agujeros” de la misma forma en que kuduk se cree que desciende de la forma arcaica kûd-dûkan con este significado, la forma kûd-dûkan todavía preservada en el idioma de Rohan). Maura (“Frodo”) y sus amigos no habrían conocido la palabra “hobbit” como tal; decían kuduk.

Con respecto a la fonología y estructura del oestron, David Salo observó (conversación privada): “Los sonidos [de consonantes] del adunaic tardío y del oestron son casi los mismos. Tienen en común p, b, t, d, k, g, m, n, ng, r, ph, th, s, z, h, y, l. Se dice del oestron en SdlA que tiene las palatales ch, sh, pero sólo se tiene ejemplos de sh. El oestron también tiene hr-, hl-. La w no está documentada en oestron, pero éste posee v, que el adunaic no tiene. Posiblemente el oestron pudo haber cambiado w > v. Las palabras en oestron no son tan diferentes de las adunaicas: tienen lo que podrían ser lexemas triconsonánticos (gamba ‘gamo’, tapuk ‘conejo’, galab ‘juego’, laban ‘bolsa’, narag ‘enano’, zilib o zilbi ‘mantequilla’, y un gran número de biconsonánticos: rama ‘aldeano’, zara ‘viejo’, bana ‘mitad’, rapha ‘erizo’.”

Las vocales constituyen un clásico sistema de cinco vocales: cortas a, e, i, o, u o largas â, î, ô, û; la ê larga no está documentada en ninguna palabra real, pero su existencia está implícita por una nota al pie en el Apéndice E. (Está comprobado que algunos habladores del oestron usaban ei y ou, “mas o menos como en inglés say no”, en vez de ê, ô – esta pronunciación, aunque “bastante extensa”, fue considerada incorrecta y rústica. Es innecesario decir que esta fue la pronunciación habitual entre los Hobbits.) Según se dice, el oestron también tuvo ciertas reducciones de vocales.

El oestron no posee los sonidos del quenya ty, hy; los habladores de Gondor del alto élfico los sustituían ch (como en hacha) y sh. El oestron nunca tuvo una ch como en el alemán ach [N. del T.: una j española]; ver CI:399-400. Por lo tanto, la palabra en sindarin puro Rochand, Rochan, evoluciona a Rohan en la pronunciación de Gondor.

Un cambio de fonología posterior es mencionado en (*)PM:320: Las consonantes dobles (largas) fueron reducidas a consonantes simples cuando estaban entre vocales, tunnas “guardián” es pronunciado tunas (pero no escrito así normalmente). Las consonantes en ciertas combinaciones fueron alteradas; tunnas mismo se representaba antes tudnas.

Terminaciones

La terminación de agente -a se ve en algunas palabras como pûta, “soplador”, o batta, “hablador”. La terminación -a era también un indicador de masculino ((*)PM:46), al menos en el dialecto Hobbit. Tolkien, cuando tradujo el Libro Rojo, anglicanizó muchos nombres cambiando esta terminación por -o, ej. “Bilbo” del Hobbit genuino Bilba. Las terminaciones -o y -e eran femeninos; Tolkien puede haber sustituido -a por -o.

Las terminaciones de plural parecen ser -in, como en cûbuc “hobbit” pl. cûbugin ((*)PM:49 – cûbuc se transformó en kuduk en la publicación de SdlA). Tolkien consideró algunas terminaciones de plural antes de establecerla en -in, tales como -a, -il, -en. (La idea de que las oclusivas sordas evolucionen a sonoras ante esta terminación de plural, como en cûbuc/cûbugin, fue aparentemente abandonada después.)

Parece que el oestron, como las lenguas escandinavas, emplea una terminación en lugar de un artículo definido independiente: Sûza “Comarca”, Sûzat “La Comarca”.

El arcaico oestron original parece haber tenido terminaciones para los casos, pero hacia el final de la Tercera Edad, las terminaciones se habían perdido. Nargian en Phurunargian “Excavación de los Enanos” es una forma fosilizada del genitivo plural de narag “enano”. David Salo da la siguiente teoría: “Como el adunaic no tiene genitivo real, uno tiene que suponer que a lo largo de la Tercera Edad, el adunaic se fue transformando (por medio de la aglutinación de terminaciones) en un idioma declinado pleno de vocales, y posteriormente perdió sus casos de nuevo. Nargian pudo ser *nargii (una raíz plural incorporando la antigua terminación del adunaico -i) + an, la antigua terminación de genitivo [en adunaic], ahora postpuesto en lugar de ir antes.”

Las palabras raza “extraño”, razan “extranjero” parecen argumentar la existencia de una terminación de adjetivo -n.

El participio pudo tener la terminacón -nin; ver karnin abajo.

No conocemos pronombres en oestron, pero sabemos algo acerca de ellos: “La lengua oestron, en los pronombres de segunda persona (y a veces también en los de la tercera), hacía una distinción, independientemente del número, entre el tratamiento ‘familiar’ y el ‘respetuoso’. Pero una de las peculiaridades del idioma de la Comarca, consistía en que las formas de tratamiento respetuoso habían desaparecido del uso coloquial. Sólo se conservaban entre los aldeanos, especialmente los de la Cuaderna del Oeste, que las utilizaban como tratamiento de afecto. A cosas como esta se refería la gente de Gondor cuando hablaba de la rareza de la lengua Hobbit. Peregrin Tuk, por ejemplo, en los primeros días que pasó en Minas Tirith, utilizaba las formas familiares con la gente de todo rango, incluyendo al Señor Denethor. Esto pudo haber divertido al viejo Senescal, pero los sirvientes seguramente se asombraron. Sin duda esta utilización pródiga de las formas familiares contribuyeron a esparcir el rumor de que Peregrin era persona de alta jerarquía en su país.” (Apéndice F) Resulta imposible representar esta distinción de las distinciones pronominales del oestron adecuadamente en la traducción al inglés del Libro Rojo por Tolkien. [Pero no lo sería en castellano].

Influencia élfica

La fuerte influencia élfica sobre el oestron se ve en nuestro pequeño corpus. Algunas de estas palabras pudieron ser tomadas del avarin por los antepasados de los Edain, pasando al oestron por medio del adûnaic, algunas pudieron ser tomadas del sindarin por los Dúnedain exiliados después de La Caída.

balc “horrible” parece relacionada con la palabra sindarin balch “cruel”, derivada de la primitiva base ÑGWAL “tormento” (CP:436).
batta “hablador” está relacionada indudablemente con la palabra en quenya primitivo KWET, telerin común *PET = “hablar”; cfr. sindarin peth “palabra”, evoluciona a beth.
karnin *”hendido” (sólo aislado de Karningul “Rivendel”) parece estar relacionado con la raíz élfica SKAR “rasgar, desgarrar”; la terminación del participio -nin es también muy similar a la terminación del sindarin -nen (como en dirnen, tirnen “protejido, *observado” de tir- “observar”; cfr. Talath Dirnen “el Valle Vigilado”).
nas “gente”, documentado en (*)PM:320 de ser tomado o bien del sindarin nos o del quenya nossë, “parentesco, familia”. (“La o corta del élfico evoluciona a a en algunas palabras,” evidentemente porque fueron tomados del adûnaico. El adûnaic sólo tuvo ô larga, pero tenía a corta; los préstamos alteraron la calidad de la vocal en lugar de la cantidad.)
nîn “agua” puede estar relacionado con la raíz élfica NEN “agua”, quenya nén, sindarin nen pl. nîn.
ras “cuerno” (musical); cfr. quenya rassë “cuerno”, sindarin -ras como en Caradhras “Cuerno Rojo”
zîr “sagaz” es muy parecido al quenya saira.

Lista de palabras Oestron/Hobbit

(Todas las formas desechadas son excluidas; Tolkien experimentó mucho. En donde las formas de (*)PM no coinciden con las de SdlA, las palabras son normalmente omitidas sin más. La forma de escribirlas de Tolkien es conservada en toda la lista, pero c y k representan el mismo sonido, k tiene preferencia en SdlA, ver Tûk).

adûni “oestron” ((*)PM:316)
ba-, ban(a) “mitad” ((*)PM:51), banakil, “mediano, hobbit” (Apéndice F, notas finales)
balc “horrible” (CI:373)
Ban “Sam”, considerado diminutivo de Bannâtha tal y como Sam es diminutivo de Samuel, pero en el caso de Sam Gamyi su nombre fue diminutivo de Banazîr. ((*)PM:51)
Banazîr “mentecato, simple” (Apéndice F)
bara- “¿rápido?” Aislado de Barabatta “Hablador-rápido” ((*)PM:52)
-bas “-wich” ((*)PM:48, Apéndice F, notas finales)
batta “¿hablador?” Aislado de Barabatta “Hablador-rápido” ((*)PM:52)
Bilba “Bilbo” ((*)PM:50)
Bophîn “Boffin” (se olvidó el significado; el nombre es simplemente anglicanizado) (Apéndice F)
bolg- “bulto” ((*)PM:48)
Bralda-hîm “cerveza impetuosa”, juego de palabras del nombre del Baranduin (o Branda-nîn) río, traducido “Brandivino” (Apéndice F, notas finales)
branda- “borde, orilla”; Brandagamba “Tierra fronteriza”, Branda-nîn “Agua de los bordes”, “Riacho de la frontera” (Apéndice F, notas finales)
Bunga “Bungo”, Bunga Labingi “Bungo Bolsón” ((*)PM:48)
castar una moneda de algún tipo, de la cual una tharni era la cuarta parte ((*)PM:45)
gad- “permanecer”. En Ranugad, v.
galap, galab- “juego” ((*)PM:48/Apéndice F, notas finales)
Galbasi “Gamyi” (Apéndice F, notas finales)
gamba “gamo”, en Brandagamba “Brandigamo” (Apéndice F, notas finales)
gul “¿valle?” (sólo se encuentra aislado de Karningul “Rivendel”) (Apéndice F)
hamanullas pequeña flor azul no identificada, por el momento traducido “lobelia” ((*)PM:47)
hîm(a) “cerveza” ((*)PM:54) En Bralda-hîm, v. (Apéndice F, notas finales.)
hloth(o) “cueva”, morada de dos cuartos ((*)PM:49)
hloth-ram(a) cueva en la ladera de una montaña, “habitante de una cueva” ((*)PM:49). Hlothram “Hombre del coto”, el nombre del abuelo del granjero Coto. (Apéndice F, notas finales)
Hlothran “Coto”; ver Lothran.
kali “alegre”; Kalimac un nombre de significado olvidado pero relacionado inevitablemente con kali; de aquí que Tolkien tradujera Kalimac por Meriadoc y el diminutivo Kali por Merry. [N. del T. En inglés, merry significa alegre] (Apéndice F)
karnin “¿hendido?” (sólo aislado de Karningul “Rivendel”, Apéndice F)
kast “mathom” (del Rohirrim kastu; esta palabra seguramente fue usada sólo en el dialecto Hobbit del oestron)
kuduk “hobbit”, usado sólo en el dialecto hobbit; otros oestron-hablantes usaban el término banakil “mediano” (Apéndice F, notas finales)
laban “bolsa”; Labingi “Bolsón” ((*)PM:48); Laban-neg “Bolsón Cerrado” ((*)PM:83)
Lothram “Hombre del coto” ((*)PM:49)
Lothran “Coto”, el nombre de una villa Hobbit ((*)PM:49). Contiene hlotho + rân, v. Escrito Hlothran en el Apéndice F, notas finales.
luthur, luthran “pelusa” ((*)PM:49)
Maura “Frodo” ((*)PM:50) No hay palabra maur- en el oestron de la época, pero en el rohirrim arcaico significa “experimentado, sagaz”; así que Tolkien lo llamó Maura por una palabra alemana de parecido significado.
narag- “enano” ((*)PM:58), con el antiguo genitivo plural nargian como en Phurunargian “excavación de los enanos”. (Apéndice F)
nas “gente”. En tudnas, v. Tomado del quenya nossë o del sindarin nos, “emparentado, familia”. ((*)PM:320)
neg “Cerrado” (nombre) ((*)PM:83)
nîn “agua”. En Branda-nîn, v.
Ogmandab “Gorhendad” (uno de los Gamo viejo) ((*)PM:83)
phârë “lengua”; sôval phârë “Lengua Común”
phur- “hurgar”; phûru, “hurgador” (arcaico); Phurunargian “excavación de los enanos”.
pûta “soplador” (*pût- “¿soplar?”) En Raspûta, v.
rân “una villa, un pequeño grupo de cuevas en la ladera de una montaña” ((*)PM:49), ran(u) “hogar, villa” (“ham”) Ranugad = “Hamveloz, Permanece-en-Casa” (Apéndice F)
râph(a) “erizo” (nombre) ((*)PM:60). En Zilbirâpha [traducido por Mantecona].
ras- “cuerno”; Raspûta “Soplador del cuerno” ((*)PM:45, 47)
raza “extraño”; razan “extranjero” ((*)PM:51)
Razanur Tûc “Peregrin Tuk” ((*)PM:51); v. Razar.
razar una manzana pequeña y roja; Razar “Pippin”, asociado con la palabra manzana pero actualmente diminutivo de Razanur. ((*)PM:51)
ribadyan “cumplidor de años”, el que celebra un cumpleaños ((*)Cartas:290)
sôval “común”; sôval phârë “Lengua Común” ((*)PM:55) (Realmente no podemos estar absolutamente seguros de que palabra significa “común” y cual significa “lengua”)
sûza división de un terreno; Sûza “Comarca”, Sûzat “La Comarca” ((*)PM:45)
tapuc “conejo” ((*)PM:49)
tarkil “persona de descendencia Numenoreana” (Apéndice F)
tharantîn “cuarto, cuarta parte” ((*)PM:45)
tharni “cuarto, cuarto de moneda” (la cuarta parte de una moneda, pero también usado para las cuadernas de La Comarca) ((*)PM:45)
trah- una raíz hobbit que aparentemente tiene que ver con reptar por un agujero; ver (*)PM:54.
trân “smial” (probablemente únicamente en el dialecto Hobbit; cfr. Rohirrim trahan). (Apéndice F)
TUD “vigilante, guarda” (raíz) ((*)PM:320)
tudnas “guardián” (un cuerpo de hombres actuando como guardas). Mas tarde escrito también tunnas; mas tarde aún pronunciado con una n corta (sencilla), pero normalmente escrita doble: nn; la forma incorrecta tunas se ve en el Libro de Mazarbul original y fue traducido por la igualmente incorrecta forma escrita gard en la reconstrucción de Tolkien de esta página (que no hizo en la publicación de SdlA). Ver (*)PM:320 y TI:545.

Tûk (también escrito en el Apéndice F, Tûc en (*)PM:46) “Tuk” (Concordando con la tradición de los Tuk, tûca “era una vieja palabra que significaba ‘audaz’, pero esto parece ser una suposición enteramente infundada”; así que Tolkien simplemente anglicanizó la escritura).

zara- “viejo”; Zaragamba “Gamoviejo” (Apéndice F, notas finales)
zîr(a) “sagaz”; Banazîr “Medio-sagaz, Samsagaz” (Apéndice F, (*)PM:51)
zilib, zilbi- “mantequilla”; Batti Zilbirâpha “Cebadilla Mantecona” ((*)PM:60, 52)

P.D: En Vinyar Tengwar #32, Carl F. Hostetter y Patrick Wynne argumentaron que la palabra oestron para jardín, debe de empezar por G, como la palabra inglesa. Esto es evidente por las palabras de Galadriel a Sam cuando le dio la caja con una runa de plata en la tapa antes de que la Compañía del Anillo dejara Lórien: “Esto es una G de Galadriel, pero podría referirse a jardín en vuestra lengua” [garden en inglés] Hostetter y Wynne dicen que la palabra oestron para “jardín” está derivada de la raíz élfico primitivo 3AR (CP:416-417), que es notablemente parecida a la raíz Indo-Europea de la que la palabra inglesa puede proceder. “La palabra inglesa de jardín proviene del eldarin.” concluyen. “Podemos sostener que de hecho hay ‘hadas en el fondo de nuestro jardín’

Runas de Moria

Entre Eregion y Moria hubo un creciente y próspero comercio. Gracias a ese comercio los Enanos conocieron las Runas, y las tomaron rápidamente como alfabeto propio y lo variaron según sus necesidades, creando incluso un alfabeto para pluma a partir de ellas.

Los cambios más notables son los siguientes:
1 ) Inclusión del símbolo 37 para representar el sonido ng y del símbolo 40 para el sonido y
2 ) Inversión del símbolo 40 para producir el símbolo 41 que representa el sonido hy
3 ) Creación del símbolo 53 por plena confusión con el 22, ambos representan el sonido n
4 ) Creación de los símbolos 55 y 56, meras variaciones del 46, para representar el sonido e breve

Además también se alteraron los valores de algunas letras, puede parecer complicado a simple vista pero es totalmente simple:
1 ) Los símbolos 14 y 16 (j y zh) desaparecen, esos sonidos pasan a ser representados por los 29 y 30 (anteriormente r y rh), por lo que se pierde la representación del sonido rh, el sonido r representado anteriormente por 29, es representado ahora por 12. El sonido representado por 12, n, pasa a ser representado por 22 [y por 53], el sonido representado anteriomente por 22 (ñ) pasa a ser representado por 36. La z, sonido que representaba 36, es ahora representado por 17, el sonido nj, que representaba 17, pasa a ser escrito con el 38, que pierde el sonido nd, a favor del número 33, cuyo sonido anterior es representado por la nueva letra 37 (ver arriba).
2 ) Los símbolos 34 y 35, que representaban el sonido s, pasan a representar  un sonido claro y glótico (h ligeramente aspirada y h muda). La s pasa a ser representada mediante el símbolo 54, que representaba anteriormente la h aspirada.
Siendo esto así, el alfabeto y sus sonidos correspondientes quedaron así:

Visto esto, estas eran las runas de los Enanos:

fuente http://lambenor.free.fr/runas/runmor.gif

El ejemplo
Tenemos dos ejemplos de esta escritura, uno de ellos está totalmente erosionado y su inscripción no se muestra en ningún lugar, ni siquiera la traducción. Estamos hablando de la Piedra de Durin. Una columna de piedra marcaba el lugar en el que Durin miró por primera vez a la Laguna Espejo. Lo más probable es que las Runas se le añadiesen cuando los Enanos conocieron este método de escritura, pero al paso de la Compañía del Anillo las runas ya estaban gastadas y eran apenas legibles.

La otra inscripción rúnica que tenemos es la lápida de Balin:

http://lambenor.free.fr/runas/moria.gif

fuente : http://lambenor.free.fr/runas/moria.gif

BALIN
FUNDINUL
UZBADKHAZADDUMU
BALINSENOVFUNDINLORDOVMORIA
La última línea es, obviamente, inglés fonético: Balin, son of Fundin, Lord of Moria (Balin, hijo de Fundin, Señor de Moria)

Aunque esta escritura fue hecha por Enanos venidos de Erebor, el modo es el de Moria, seguramente esto implica que los Enanos conservaban las Angerthas Moria como un alfabeto antiguo y culto

Fuente: http://lambenor.free.fr

Una Historia…

Una Historia…

Por: Vanesa Ruiz Toran (Aramintha)

Hacía más de una hora que no pasaban. Era una patrulla de soldados, seguramente de la ciudad de Edoras. Últimamente era lo único que se veía pasando por mi pueblo.

Nather, mi pueblo, era un lugar pequeño que se encontraba en la comarca de Gondor, aunque más bien se decía que nos parecíamos más físicamente a los habitantes de Rohan. La verdad es que era cierto. Era una mezcla de culturas.

Yo me encontraba en el campo, recolectando la cosecha que había sido puesta hacía dos inviernos. Se decía que los habitantes de Gondor no eran gentes de campo, pero mi pueblo era diferente. Olvidado de la mano de Minas Tirith, debía sobrevivir cómo bien podía. No éramos más de cien habitantes y la mayoría de la población era anciana. El problema es que se vivía bastante bien, y la mortalidad era muy baja; al igual que la natalidad, ¡por supuesto!

Los tiempos que corrían nos hacían estar al acecho de cualquier peligro, pero la verdad es que no éramos un pueblo guerrero. Algunos de nuestros jóvenes habían marchado con Faramir, hijo del Senescal y sus soldados; hacía tiempo que no teníamos noticias de ellos, pero eso era buena señal, pues de lo contrario, el Senescal hubiera sido avisado de la muerte de su hijo, y eso quería decir que los nuestros también podían haber perecido.

Miré al cielo y me sequé la frente de sudor. Era un día extremadamente caluroso, todos lo habíamos comentado a la hora del almuerzo. Mi pequeño Yáner vino corriendo hacia mí. Sonreí cuando lo vi venir, pues era un regalo que Eru en toda su bondad me había dado.

– ¡Madre, madre! ¿Has visto pasar ese grupo de soldados?, ¿dónde irán, madre, hacia Minas Tirith?- dijo lleno de asombro. – Me encantaría poder ir alguna vez allí, madre. ¿Tú crees que podremos ir algún día?

– No lo sé, Yáner. Eso el tiempo lo dirá. Por el momento no. Sabes que en las tierras de Mordor se está preparando algo peligroso por parte del señor Oscuro, y aunque Isengard haya caído… Ahora es peligroso visitar Minas Tirith, pero te prometo que en cuanto acabe todo esto podrás ver la Ciudad Blanca con tus propios ojos… – El niño me miró entusiasmado. Él quería ver la ciudad donde había nacido su padre, donde había pasado toda su infancia, hasta que marchó a conocer otros lugares.

En su viaje había hecho una parada en Nather, y aquí me había conocido a mí. Siempre decía que se enamoró de mí en cuanto me vio por primera vez… era todo tan perfecto. Pero entonces pasó aquel accidente. El caballo con el que viajaba se encabritó y él cayó, destrozándole la columna. De eso hacía ya ocho años. Para ese entonces yo sabía que estaba esperando un hijo… sólo esperaba el momento apropiado para decírselo… nunca llegó.

(…)

Los días pasaban y nos llegaban noticias de un Mediano que había llegado a Minas Tirith. Se rumoreaba que era un príncipe en su pueblo. Nosotros no sabíamos nada de esta raza, pero según nos contó Iarán, un comerciante que nos visitaba cada primavera, era una especie de enano, pero no tenía el rostro lleno de pelo, dijo que más bien era como… un humano en su infancia. Decía también que era una gente muy amable, que él había tenido la cortesía de escucharlo narrar sus aventuras, y que para ser tan pequeño, era muy valiente, pues había tenido una vida llena de peligros. Maese Peregrin, creo que lo nombró Iarán.

Pero lo que más nos preocupaba era la presencia en Minas Tirith del mago Mithrandir. Era un mago del que se decía que sólo traía malas noticias y malos presagios; aunque después de la batalla que se acababa de librar en el Abismo de Helm, tierras del rey Théoden de Rohan, era normal que la próxima ciudad del sur que fuera atacada por el Mal, fuera Gondor. Su cercanía a las tierras de Mordor hacía más fácil el ataque.

(…)

Me recosté en el camastro. El día había sido duro. Había que recoger toda la cosecha que pudiéramos antes de que la guerra estallara en Gondor y lo destruyera todo.

Gondor no podía caer, o eso pensábamos todos lo habitantes de allí. Teníamos esperanzas en nuestros propios guerreros, y además llegaban soldados de otros sitios de la Tierra Media para ayudarnos. Nos habíamos enterado de que en Rohan la ayuda de los elfos había sido indispensable.

(…)

Un grito me despertó.

Habían pasado varios días desde que la cosecha había sido recogida. Ya pocos hombres quedaban en el pueblo, y los pocos que había eran ancianos o niños. Mi hijo era uno de esos. Él se quejaba por ello, porque lo que más ilusión le hacía era poder ir a Minas Tirith, y combatir contra las tropas del Señor Oscuro. Esto último lo había dicho dándose mucha importancia, como si realmente supiera de lo que hablaba. Al oírlo no pude evitar una sonrisa en mi rostro; a lo que él se dio cuenta y salió enfadado del cuarto.

No me habló en un par de días. Y realmente yo nunca llegué a comprender esa pasión que el niño sentía por esa ciudad, la ciudad de su padre. Digo no llegué a comprender, porque cuando lo hice ya era demasiado tarde… para los dos.

Ese grito provenía de Hared. Me sobresalté en mi camastro. No sabía si era el mismo sueño de todas las noches, o era la realidad. Aunque al oír murmullos fuera, y más voces, comprendí que no era un sueño… estaba pasando.

Me puse una bata y salí fuera, sin ni siquiera entrar al cuarto de mi hijo para ver si estaba. Encontré a medio poblado, todos ellos alrededor de una misma persona: Hared. Ella era una mujer de mi edad. Su esposo, al contrario que el mío, estaba vivo; pero como bien decía ella, por poco tiempo, pues había partido hacia la inevitable guerra. Tenían un hijo también, dos años mayor que Yáner. Los miré desde la puerta de mi casa, extrañada y contrariada; no llegaba a comprender que podía haber pasado por la mente de Hared para armar tanto alboroto y poner a todo el pueblo sobre aviso.

El anillo

El Anillo

Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?

El maestro sin mirarlo, le dijo: Cuanto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizá después…

Y haciendo una pausa agregó: si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este problema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.

– E…encantado, maestro – titubeó el joven, pero sintió que otra vez no era valorado, y sus necesidades postergadas.

– Bien. – asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño y dándoselo al muchacho, agregó

– Toma el caballo que está allí afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Ve y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas. El joven tomó el anillo y partió.

Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo.

Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un anciano fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. En afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazó la oferta. Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado, más de cien personas, abatido por su fracaso montó su caballo y regresó.

¡Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro! Podría entonces habérsela entregado él mismo al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda. Entró en la habitación.

-Maestro- dijo- lo siento, no se puede conseguir lo que me pediste. Quizá pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.

-Qué importante es lo que dices, joven amigo- contestó sonriente el maestro-. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Coge el caballo y vete al joyero. ¿Quién mejor que él para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuánto te da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.

El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a la luz del candil con su lupa, lo pesó y luego le dijo:

-Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender YA, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo

– ¡¡¡58 MONEDAS!!! Exclamó el joven.

– Sí, replicó el joyero- yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé…si la venta es urgente…

El joven corrió emocionado a la casa del maestro a contarle lo sucedido.

-Siéntate- dijo el maestro después de escucharlo- Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede revaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor? Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño.

Todos somos como esta joya, valiosos y únicos, y andamos por los mercados de la vida pretendiendo que gente inexperta nos valore.

Dedicado especialmente a ti, que te esfuerzas día a día por pulir la joya que eres y así descubrir tu verdadero valor.

Un abrazo.

La Caída de Gil-galad

Escrito Por Blas Malo Poyatos
Publicado Por Legolas Tharanduil

Amanece. Es invierno del 3441 S.E. Un invierno largo y duro se avecina para las tropas reunidas y acantonadas en torno a Barad-dûr. Han pasado ya siete años desde la victoria del Ejército de la Alianza en la Puerta Negra sobre las tropas del Señor Oscuro. Siete años desde su huida y refugio en la Torre Oscura. Siete años de espera sin esperanza. Siete años de fracasos en lograr quebrantar las defensas de la Torre y en poner fin a la larga guerra, una guerra que traerá la luz a los Pueblos Libres o someterá al mundo bajo el poder del Oscuro, del Aborrecible, Sauron el Señor de los Anillos.

En el campamento aliado, los hombres y elfos vuelven su mirada hacia el cielo. Negras nubes anuncian truenos y relámpagos, mientras que el Orodruin al Oeste retumba una vez más, tiñendo de sangre las nubes inferiores. Al Este Barad-dûr, la inconmensurable torre-prisión-horno, piedra sobre piedra, muralla sobre muralla, se hunde indemne en las alturas entre amenazas de tormenta.

Empieza a llover. Día sin luz, una vez más. Delante de las Puertas de la Torre cuatro líneas sucesivas vigilan noche y día, esperando el asalto final. Nada debe romper el cerco. El agua cae, estéril, debilitando en poco más la voluntad de los sitiadores.

“¿Podremos entrar alguna vez?”, piensan algunos. Está el Abismo, profundo, ígneo y mortal. En su fondo hierve el fuego procedente del Orodruin por profundos canales. Sólo puede ser cruzado por los Puentes. El principal, el Puente de Adamante, está férreamente vigilado desde niveles superiores de la Torre. Y por último están las Puertas de Barad-dûr. Ningún enemigo del Oscuro logró jamás aproximarse a ellas. El último asalto fue hace casi un año, cuando Anárion y su Guardia lograron cruzar tras rechazar un intento por romper el sitio. Muchos orcos murieron aquel día pero apenas Anárion rozó las Puertas pereció aplastado por bloques arrojados desde un nivel superior. Él y su Guardia, lo mejor de Gondor, cayeron al Abismo del Horror. Los fuegos del Orodruin rugieron alto aquel día.

El agua arrecia. Los hombres y elfos se envuelven más en sus capas. El frío seco ha dejado lugar a un viento glacial, húmedo y mortal. “¿Cuándo terminará la guerra?”, piensan mientras miran hacia el cuerpo principal del campamento, hacia la Tienda de Mando. Allí, Gil-galad y Elendil, y los grandes capitanes de la Alianza, llevan reunidos desde el amanecer.

Los sufridos soldados no lo saben, pero ya está en marcha el asalto final. Los Altos Reyes han decidido arriesgar a una baza desesperada, y la última: emplear los Anillos del Poder. Sólo ellos pueden tentar al Señor Oscuro a salir de la Torre. En ellos está la última esperanza de victoria, y un gran peligro, porque es lo que ha estado aguardando el Señor Oscuro durante tanto tiempo. Hace dos días al amanecer, al mando de Isildur y Celeborn, un nuevo ejército, reunido en secreto y con grandes sacrificios, inició el asalto sobre Minas Ithil, donde Cinco de los Nueve Nazgûl preparaban atacar Osgiliath una vez más. A mediodía, con la victoria pendiendo del delgado hilo del Destino, Galadriel empleó el Anillo del Agua, Nenya, obligando a los Nazgûl a permanecer retenidos en la Torre de la Ciudadela. Ahora, el nuevo ejército, a marchas forzadas, ha llegado al Campamento de la Alianza.

“- Con estos nuevos refuerzos”, dice Isildur a todos los presentes, “todo está preparado para realizar un nuevo intento para tomar Barad-dûr; y el último. Pues no hay más refuerzos en todo Gondor: tras esta batalla no habrá más lucha, si es ganada Sauron será destruido al fin, pero si es perdida no habrá lugar en la Tierra Media donde sobrevivir a la Oscuridad que se abatirá sobre toda Arda.”

Un trueno ensordecedor retumba en la tienda, a la vez que un fuerte golpe de viento abre la entrada, haciendo vacilar la hoguera central y las antorchas. Los guardias se apresuran a cerrar y asegurar la entrada. Isildur se sienta. La lluvia golpea las paredes con más fuerza.

Alrededor del fuego central, sentados en la mesa circular, todos los presentes, los grandes capitanes, guardan silencio sopesando las palabras:

Del lado de los Hombres, Euwavia, capitán de los Hombres de Rhovanion y representante de los Señores de los Caballos; Reijabar, por los Nórdicos allá en los lejanos pasos de las Montañas Nubladas; Isildur, Heredero de los Reinos en el Exilio, y su hijo Elendur, Príncipe de Ithilien.

Por los Enanos, Dárin del Pueblo de Durin, capitán curtido y tenaz.

Por los Eldar Thranduil del Bosqueverde, hijo de Oropher y nuevo Rey de los Elfos Silvanos; Inglorion y Glorfindel, capitanes del reducto de Imladris; Elrond, el Alto Capitán de Imladris, grande entre Hombres y Eldar; y Círdan, el Constructor de Barcos, Alto Capitán de los Elfos Grises en los lejanos Puertos al Oeste de Eriador.

Y por último, presidiendo el Consejo, el Heredero de los Señores de Andúnië en la hundida Númenor, Elendil El Alto, Rey de Arnor y Gondor, y, brillante la cota de malla, deslumbrante la lanza, con la fuerza y vigor de los Eldar, el más grande de las Tres Razas, Gil-galad, Alto Rey de los Noldor.
“- Que nadie se lleve a engaño”, dice Gil-galad, lentamente, “las palabras de Isildur son, ay, demasiado ciertas. Y sin embargo, aún ahora, todavía hay esperanzas de victoria, pues de momento todo marcha según lo planeado”.
“- Y sin embargo, no se nos ha dicho nada apenas de dichos planes”, habla con voz ronca Dárin. “¿Asalto definitivo? ¡Siete años!. Hasta mis enanos, robustos y tenaces, empiezan a estar abrumados”. Y con brillo malicioso en los ojos añadió escrutando al Alto Rey ,”me pregunto si en esos planes los Guardianes de los Tres no jugarán algún papel importante”.

Un relámpago. La brillante mirada del Rey Noldo se clava en el rostro severo y curtido del enano, mientras todos notan la tensión en el aire. Se oye el silbar del viento a través de la entrada, y el crepitar del fuego, pero es el enano el que aparta antes la mirada.
“- Aunque así fuera”, dice el Alto Rey, “los nombres de los Tres Guardianes no deben ser revelados. Aún con esperanza, la guerra no está ganada todavía”. Y mirando a Elendil y fijando la vista en Isildur añade “Quién sabe qué puede ocurrir en la última batalla”.
“- Pero una cosa es cierta”, y habla por fin Elendil, el Alto Rey. El más alto de entre los Hombres, de porte noble, pelo negro como ala de cuervo y ojos grises profundos como el Mar, y fríos como el acero, se levanta y se dirige al mapa del infame país de Mordor clavado en un panel vertical. Su coraza con damasquinados de plata relumbra bajo el manto plateado.
“Ya hemos hecho nuestro primer movimiento. Pronto Minas Ithil estará en nuestras manos. Pero, mucho antes, el Enemigo realizará su jugada aquí”, y señala Barad-dûr, “debemos reforzar las cuatro líneas de contención, los hombres traídos por Isildur mi hijo se distribuirán inmediatamente entre ellas, especialmente en la primera de ellas. Aquí y aquí se dispondrán nuevos muros defensivos; de esto los enanos han sido siempre los maestros”.

“- Se hará lo que se pueda”, dice Dárin, “aunque mis enanos preferirían manejar hachas y martillos que picos y palas de nuevo”.
“- La caballería se dispondrá a lo largo de estos dos frentes, aquí y aquí; si hay algún intento de romper el cerco quiero que actúen como un martillo contra un yunque”, dice Elendil. “¿Comprendido, Euwavia?”.
“- Comprendido, Señor. Ojalá me quedaran más hombres, y más caballos. Pero nos tendremos que contentar con los que nos quedan, a mí y a Reijabar, y los que ha traído Isildur”.
“- Espero que basten”, suspira Reijabar, “son demasiado pocos. Lo único que ha aumentado desde que se inició el sitio han sido las bajas”.

“- Pues deberán bastar”, replica Isildur con el ceño fruncido, “porque no hay más disponibles en todo Gondor. Si esos malditos del Valle de Erech no nos hubieran traicionado tendríamos más.”

“- Aunque tuviéramos diez mil, no tenemos tantos jinetes”, comenta Inglorion, “y con este maldito tiempo que todo lo embarra serían más un estorbo que una ayuda.”

“- Por último” , prosigue Elendil, ” nuestros arqueros los quiero concentrados aquí y aquí , sobre todo en la retaguardia de la tercera línea. Inglorion, te ocuparás de asignar su sitio a los arqueros que han llegado con Isildur”.
“- Como desees.”, dice Inglorion. “¿No hay noticias nuevas, Thranduil?”.

Thranduil el Rey Silvano vuelve su cabeza hacia Inglorion, con los ojos grises envueltos en preocupación. “- No, no se sabe nada todavía. Envié mensajeros a reunir todos los arqueros de los que todavía pudiera prescindir en el Bosque, pero con las bandas orcas acechando cerca de Amon Lanc no sé cuánto podrán tardar”. Y dirigiéndose a Elendil dice: “Me temo que llegarán demasiado tarde”.

Elendil mira a Gil-galad y luego a los demás presentes. “- Bien, ya sabéis que hacer. Empezad los preparativos en cuanto salgáis de la tienda, porque el Enemigo puede mover sus piezas en cualquier momento”. Y añade: “Estos días serán los más duros, y los últimos. No os rindáis ahora y mantened la esperanza. Eso es todo. La Reunión ha terminado”.

Todos se levantan y empiezan a salir cuando Elendil exclama “Isildur, aguarda”, y Gil-galad dice “Elrond y Círdan, quedáos un momento. Guardias, que nadie entre en la tienda, bajo ningún pretexto, hasta que se os indique”. Los demás se paran un momento y por fin salen fuera. Los últimos en salir son Elendur, Inglorion y Glorfindel.

“- Ven, Elendur”, dice Glorfindel, “veamos qué hombres nos ha traído tu padre”, y arrebujándose en las capas por fin quedan fuera. Los soldados cierran la entrada y se apostan en ella.

Lentamente, Círdan y Elrond se sientan junto a Gil-galad, Isildur junto a Elendil.

“- El enano tiene una vista penetrante”, dice Gil-galad. “Se acerca el momento largamente temido, y no nos quedan más opciones”. Y añade dirigiéndose a Elendil e Isildur: “Círdan ha confirmado nuestras sospechas”.

Elendil, ahora severo, crispa las manos y reprime un gesto de rabia. Isildur lo mira, sorprendido. “-¿Qué ocurre, atarinya? ¿Hay algo que no se ha revelado en la reunión?”, dice dirigiéndose hacia Círdan.
“- Así es, Isildur”, dice Círdan.”Apenas horas antes de tu llegada, nuestros exploradores han confirmado que hay una gran actividad en los Puertos de Umbar”.
“-¡Esos renegados!”, exclama furioso Elendil, levántandose de pronto encendido de ira, y derribando con su ímpetu la silla. “Mientras tú, sonya, juntabas nuevas fuerzas en Gondor, han preparado una poderosa flota aquí en Umbar y en el Profundo Adrilot”, señalando en el mapa con energía.
“- Ya sabíamos que corríamos ese riesgo, atarinya, antes de enviarme a reclutar este nuevo ejército que te he traído. ¿Tan poderosa es esa flota?”, pregunta dirigiéndose a Gil-galad.
“- Así es”, dice Gil-galad.
“- Más de cincuenta grandes barcos de guerra han contado nuestros espías, sólo en los Puertos de Umbar”, dice Círdan, “y al menos otras cincuenta naves menores en las pequeñas bahías a lo largo de los Acantilados Rojos de Haradwaith, hasta Harondor.”
“- Entonces no podemos demorarnos más”, dice Elrond. “¿Con cuántos días contamos, Círdan?¿Está esa flota preparada para hacerse a la mar?”.
“- Sí, lo está. Contamos con diez días, quizás menos”.
“- Diez días”, repite Elendil mientras recoge la silla y se sienta de nuevo,” eso nos deja poco margen. Si se consideran cinco, quizás seis días para organizar el ejército y llegar desde Mordor a los feudos del sur, debemos realizar nuestro siguiente movimiento a lo sumo en un par de días”.
“- En Linhir y Pelargir y en los Puertos del Harlond hay barcos suficientes, atarinya”, dice Isildur, “pero no hombres. Nuestra preocupación debe estar en llegar a ellos a tiempo”.
“- Ojalá hubiera podido traer más barcos grises”, suspira Círdan, “pero el invierno azota con fuerza, y la ruta desde los Puertos ya no es segura”.

“- No es hora de lamentarse, sino de actuar”, dice Gil-galad. Un relámpago y luego un trueno ensordecedor agitan el aire. Todos miran cómo se lleva la mano a una fina cadena de mithril colgada al cuello, y en ella un anillo con un zafiro: Vilya, el Anillo del Aire. “Está cambiando”, continúa, “desde hace dos días lo noto más pesado, y tentador. Sauron ya sabe que Nenya ha sido empleado en Minas Ithil, aunque aún desconoce por quién. No puede disponer de los Nueve, pero Galadriel no podrá resistir por mucho más tiempo. Y mientras, los Númenóreanos de Umbar se disponen a llevar la ruina a todo Gondor, siguiendo sin duda las instrucciones de sus Señor y Maestro, Sauron de Mordor. Nos obliga a actuar ya. Esperar ahora será nuestra derrota. Debemos estar preparados para antes de dos días. Y entonces, usaré a Vilya, desafiaré a Sauron y cumpliré mi Destino.”

“- Y yo te acompañaré”, dice Círdan, llevando la mano a una cadena de oro colgada al cuello de donde pende un anillo y en él un rubí: Narya, el Anillo del Fuego, “y Sauron saldrá, pues no podrá resistirse a conseguir dos de los Grandes Anillos del Poder. Y así cumpliré yo también mi Destino”.

“- Y yo os seguiré”, exclama Elendil, “y le miraré cara a cara, y pagará por todo mal y ruina que ha traído a los Dúnedain, y así la sangre de Anárion será vengada”.

Un trueno, furioso, desgarra al aire, azotando las antorchas y apagando varias de ellas.

“- Está decidido entonces”, dice Gil-galad mientras Círdan y él ocultan de nuevo los Anillos. Y dirigiéndose a Isildur, Elrond y Círdan añade: “Id y organizad los preparativos. La hora final se acerca.”

Los tres salen fuera. El agua cae, embarrando el suelo y haciendo vacilar los fuegos. El negro y espeso palio de nubes apenas deja pasar una luz opaca y mortecina. El viento hace ondear con fuerza allá en lo alto de la tienda los emblemas de Gil-galad por los Eldar, y de Elendil por los Hombres.

“-Este frío no es normal. Afecta tanto a Hombres como a Elfos”, dice Elrond mientras se ciñe la capa y la capucha con fuerza.
“-Con frío o sin él, hemos de apresurarnos”, dice Círdan. “En marcha”.

Y despidiéndose de Isildur se dirigen a sus campamentos, al Norte. Isildur, tras ajustarse bien la capa y ceñirse la capucha se dirige hacia los guardias. Estos le traen su caballo, monta en él y se encamina a su campamento, al sur de Barad-dûr. El Orodruin retumba inquieto una vez más.

A lo largo del camino la lluvia no cesa. Los robustos enanos, insensibles a la lluvia, ya están empezando a montar los nuevos paramentos defensivos, mientras que compañías de hombres se afanan por llevarles bloques de piedra tallados a toda prisa. Miríadas de antorchas son visibles junto a las tiendas a lo largo de todo el campamento aliado. Los hombres de Euwavia y Reijabar se dirigen a situarse a sus nuevas posiciones, formando filas ordenadas.

Al fin llega a su destino. El nuevo ejército ya está levantando sus tiendas para guarecerse del agua que cae, inclemente. Cientos de carros se afanan por salir de la trampa del barro en que se ha convertido la tierra negra de Gorgoroth. En el centro, en su tienda, Elendur le sale al encuentro. Isildur detiene al caballo.

“-Atarinya, hemos empezado a colocar a los nuevos hombres. Inglorion y Glorfindel han dispuesto ya qué compañías se unirán a las primeras líneas”.
“- Muy bien, Elendur. Que dos compañías más se unan a los hombres de Euwavia. reúne a cincuenta hombres que sepan luchar a caballo y envíaselos a Reijabar. Voy a inspeccionar el resto del campamento.”
“-Muy bien, atarinya”.

Y espoleando al caballo, Isildur sigue avanzando. Las tiendas y establos se suceden a su paso. Todos los centinelas están en su sitio. Ya Barad-dûr, ominosa, se sitúa casi a su espalda. “Apenas treinta mil soldados”, se dice para sí Isildur, mientras frunce el ceño.”¡Malditos del Valle de Erech!. Que los Valar nos ayuden como fracasemos en nuestros planes.”

Al fin se detiene. Ha llegado al pabellón de los heridos. Dos guardias custodian la entrada. Gritos de dolor mortifican aún más la sombría mañana. Isildur, impávido ante la lluvia, descabalga. Los guardias le saludan y le permiten la entrada. Otro relámpago.

El olor a sangre y a desinfectantes golpea al que entra al pabellón. Numerosos camastros se encuentran dispuestos en filas; en un extremo las sanadoras preparan sin cesar nuevas recetas y ungüentos en unas marmitas al fuego. Un enorme armario herbolario se encuentra a un lado, casi vacío. En el otro extremo, separados del resto del pabellón por unos cortinajes, se escucha a los sanadores “no hay solución, hay que amputar”, unos gritos de desesperación, unas sombras, luego nada, y el siniestro cantar del serrucho una vez más. Hay pocos dúnedáin en el pabellón. la mayoría son hombres corrientes del Lamedón y de Belfalas de Gondor, de los lejanos valles del Norte y de Rhovanion. Muchos regresarán tullidos; otros ya no volverán.

Los enfermos, resignados, observan a Isildur cuando pasa junto a ellos. Un Sanador, de sangre dúnedáin, de rostro curtido y pelo ya encanecido, y profundos ojos grises, le ve acerarse; termina de atender a su paciente y se dirige hacia él. Su delantal está manchado de sangre.

“-Señor”, empieza el Sanador, “me alegro de teneros de vuelta sano y salvo”. Su sonrisa es breve, los ojos grises se apagan pronto.
“- Yo también me alegro de verte aún con vida, Curunir.¿Cuántos enfermos tienes a tu cargo?”.
“- En este pabellón, casi a cien”, dice Curunir, “pero hay más pabellones. No han dejado de aumentar desde que partísteis. Nuestros herbolarios están casi exhaustos y la primavera aún queda lejos”.
“-Necesito saber con cuántos hombres de los que hay aquí puedo contar en dos días”.

Curunir lo mira, estupefacto.
“-Con ninguno, mi señor. Casi todos tienen neumonía, muchos otros están tullidos o apenas pueden moverse. Nos faltan sanadores y ya casi no tenemos plantas medicinales. Muchos no sobrevivirán al invierno”.

En ese momento se oyen carretas avanzar y gritos y alaridos humanos de terror que la lluvia no logra acallar. Uno de los guardias entra precipitadamente, “¡Mi señor sanador, venid pronto!”, exclama horrorizado.

Curunir y otros sanadores y sanadoras corren a la entrada. Isildur les sigue.
“-¿Lo véis, mi señor?¡Cada día, más!¡Ioreth!¡Preparad aquellas camas del rincón, rápido!”

Afuera, el espectáculo es dantesco: sobre dos carretas, una veintena de heridos, todos hombres. Casi todos con neumonía, tiritando. Casi todos. Entre ellos, cinco destacan desoladoramente sobre los demás, que los observan horrorizados, y con profunda pena y dolor.

Porque encogidos en grotescas posturas en uno de los carros, perdido todo rastro de humanidad en los ojos, no cesan de gesticular y gritar a algún enemigo que no alcanzan a ver, más allá de toda curación.

“-Los ojos”, acierta a decir uno de los guardias, “miradles los ojos…”

Un trueno y un relámpago. El tiempo parece haberse detenido.

Porque no es la primera vez que Isildur contempla tal tragedia. Porque hace siete años ese mismo mal asoló a gran parte del ejercito. Porque también lo ha conocido en Minas Ithil.

El Soplo Negro, el Mal de los Nazgûl.

“-¡Hacía mucho tiempo que no tratábamos con este mal de nuevo, mi señor!”, dice Curunir mientras él y otros sanadores se afanan por inmovilizar a los desgraciados para poder meterlos en el pabellón. “¡Ioreth, trae más cuerdas!”

“-¡Guardias, rápido!¿Dónde los habéis recogido?”, pregunta Isildur.
“- Cerca del Puente Este, mi señor, formaban parte de la segunda línea”
“-Sentimos una horrible presencia, mi señor”, dice uno de los enfermos, “que nos miraba. Parecía que alguien se reía o burlaba, con una risa cruel que helaba hasta el alma. Estos no resistieron”.
“-¡Mala señal!¡Mi caballo, rápido!”, exige Isildur; otro de los guardias se lo trae apresuradamente.”¡Y no serán los últimos, Curunir!”, y espoleando al caballo marcha hacia el Oeste.

La lluvia empieza a debilitarse. Nuevas brumas surgen del Orodruin ocultando definitivamente la presencia del Sol. Los bramidos del Monte del Destino, largos y profundos, perturban todo Gorgoroth.
“-¡Los Espectros del Anillo van a actuar una vez más!¡He de avisar a mi padre y a Gil-galad!”, piensa Isildur mientras cabalga, con la mirada fija en el Orodruin.

Porque los minutos caen ahora inexorables. Apenas llueve ya. El aire, frío y denso, está enrarecido con un halo de muerte y oscuridad. El cono volcánico se alza a lo lejos como un monstruoso ser de las entrañas de la tierra. Los fuegos del Orodruin se vislumbran como un faro hacia la destrucción, tiñendo de rojo carmesí el nuevo palio de sombras que se alza sobre el volcán.

Dicen los Sabios que en el Orodruin está la clave del poder de Sauron. Creación remanente del Enemigo Negro, algunos eruditos piensan que conecta directamente con el interior de Endor, donde sospechan se oculta la impía Llama de Ûdun, poder de Morgoth y sostén del infame Señor de los Anillos.

Una brusca sacudida sísmica despierta a Isildur de sus cavilaciones. El caballo, aterrorizado, cae al suelo y con él su jinete. Rápidamente consigue ponerse en pie y sujetar las riendas.

Los temblores siguen y de repente una explosión. Isildur mira el Orodruin. De las profundidades de Endor, con una incontenible fuerza destructora, indómita, terrorífica en su poder, se alza hasta alcanzar el palio de nubes una columna flamígera de lava incandescente al fuego blanco, derribando parte del flanco sur del cono y acompañada de una fuerte sacudida sísmica.

Y entonces, mientras se protegía los ojos con la mano, con el caballo encabritado sujeto férreamente por las riendas, la verdad le fue revelada.

Las Puertas se habían abierto. Las Puertas se habían abierto, y Sauron había salido.

“¡El Enemigo ha salido!”, exclama por fin Gil-galad. Se levanta del suelo. El temblor ha derribado el mobiliario de la tienda de mando. Elendil se levanta lentamente. Los guardias entran apresuradamente.

-” ¡Mi señor, el enemigo ha salido!”, exclaman entrecortadamente.
-” ¡Lo sabemos!”, dice Elendil. Su mirada ahora es fría como el acero. “¡Que todo el mundo se dirija a sus posiciones! ¡Que las trompetas llamen a combate!¡El día final ha llegado!”.Y acto seguido desenvaina su espada, Narsil, que brilla con un azul encegador. “Ya no volverás a la vaina, hasta que el día acabe o yo muera”.

Los guardias marchan apresurados a cumplir órdenes. Elendil y Gil-galad salen afuera, y ven acercándose a caballo a Elrond, con un bulto bajo el brazo y una lanza enuelta en terciopelo azul.
-“¡Aquí viene mi heraldo, con mis armas!”, exclama Gil-galad.

Elrond baja del caballo. Desenvuelve el terciopelo, y entrega la lanza Aiglos, resplandeciente, a Gil-galad. Muestra el bulto, es un cofre de acero con guarniciones de mithril.Lo abre. De él saca Gil-galad una corona de hojas de laurel, de mithril con esmeraldas engarzadas: la Corona de los Puertos de Lindon. En cuanto se la coloca en la cabeza sobre los largos y rubios cabellos un halo de luz y esperanza parece irradiar del rey noldo.
-“¡Vuelve al Campamento Norte y espera nuestra llamada!¡Contened al enemigo!”
-“¡Que los Valar nos ayuden, mi rey!”, exclama Elrond, y desenvainando una espada larga de hoja brillante se aleja al galope hacia el fragor del combate.

-“¡Vamos!”, dice Elendil a Gil-galad mientras se coloca su yelmo alado de mithril, símbolo de la majestad de los Reyes del Oeste, “¡Lucharemos juntos y ya no nos separaremos más!”.
-“¡Trompetas!”, exclama Gil-galad, “¡A combate!”.

Y tras montar en sus caballos, suenan las trompetas. Todos los hombres les siguen hacia el fragor de la batalla, que ya se cierne ya sobre ellos como una mano asfixiante y mortal.

Todas las Puertas de Barad-dûr se habían abierto. De ellas un caudal incontenible de enemigos se había esparcido por todo el campamento aliado. A duras penas las defensas gondorianas habían resistido el primer embate cuando el Señor Oscuro apareció por la Puerta Oeste. Precedido por sus más fieles sirvientes los Nazgûl, avanzó incontenible como la Muerte a través de las cuatro líneas hacia el Orodruin sin encontrar resistencia.

A su paso sólo queda la desolación. Los poderosos muros enanos habían literalmente saltado por los aires. La mayor parte de los defensores cayeron muertos de terror. Los supervivientes perecieron bajo las cimitarras de la Guardia Negra de Barad-dûr. Miembros desgarrados, escudos y armaduras fundidos por su furia, cuerpos destrozados, sangre, caos y muerte.

Mientras prosigue su avance, los Nazgûl, dirigiendo los ataques a los flancos y a la retaguardia, se disponen a someter a una dura prueba a las fuerzas sitiadoras. Al sonido de las trompetas, elfos, enanos y hombres se apresuran a presentar batalla.

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