El sol y el viento

El Sol y el Viento

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El Sol y el Viento discutían sobre cual de los dos era más fuerte y el Viento dijo: “Le mostraré que soy más furrte. ¿Ve aquél viejo que viene allá abajo con un mantón? Le juego como puedo hacer con que él se quite el mantón más rápido que usted.”

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Entonces el Sol se recogió detrás de una nube y el Viento sopló hasta casi tornarse un huracán, pero cuanto más soplaba, más el viejo agarraba el mantón junto a si.
Finalmente el Viento se calmó y desistió de soplar; entonces el Sol salió de tras de la nube y sonrió bonachón para el viejo. Inmediatamente este se fregó el rostro y quitó su mantón.
El Sol entonces dijo al viento que la gentileza y la amistad son siempre más fuertes que la furia y la fuerza.

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Fábula de Esopo, contada por Dale Garnegie, en “Como desfrutar sua vida e seu trabalho”, Editora Nacional, SP, 1987 (pág.152-153)

El gato

El Gato

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Todas las noches, cuando el guru se sentaba para las oraciones, el gato del ashram entraba y perturbaba los presentes. Por eso, el guru pidió que el gato fuera atado durante el servicio de la noche.
Después de la muerte del guru, el gato continuó siendo atado durante el servicio de la noche.
Y, cuando murió el gato, se trajo un otro gato al ashram, para que pudiera ser propiamente atado durante el servicio de la noche.
Mucho siglos después, tratados eruditos fueran escritos por los alumnos del guru sobre el significado litúrgico de atarse gato durante la realización del servicio religioso.

Miradas de dragon

Miradas de Dragón

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Algo extraño me impulsa ahora a escribir, quizás y más probablemente el buscar consuelo, si, el consuelo que siempre me han traído las palabras expresadas en letras, el silencio y la meditación que ahora me dan las cosas simples y sencillas. He salido al contacto con la ligera llovizna, como si con mi cuerpo pudiera ser por un leve y breve instante un pañuelo que pudiera limpiar y secar las lágrimas de ella, de Mi Ángel, todo esto mientras veo pasar cadenciosamente las figuras de los humanos.

Si, humano a final de cuentas; ahora que los veo mejor y que ya no llenan mi alma de tanto odio como en el pasado, quizás los he mirado mejor, con sus miradas en el camino que transitan, perdidos egoístamente en sus pensamientos tantas veces abstractos; esos pensamientos que quizás nunca compartirán con nadie, esas preocupaciones que les sujetan a su pequeño mundo real y que jamás  saldrán de sus mentes y corazones. Sin confianza, encontrando una tan obscena cercanía a otros como ellos, pero la forma sigue siendo igual que siempre a aquellos por los que tienen un sentimiento tanto interesado como desinteresado.

Un hombre se ha acercado a mi junto con su pequeña hija en una carreola, la trata de proteger con una pequeña sombrilla de colores. Me pregunta por mi madre, al parecer ese hombre nos conoce y sabía de las enfermedades de mi madre; me hace unas recomendaciones sencillas y cruzamos algunas frases triviales. Nos despedimos con un apretón de manos y lo veo alejarse bajo la leve llovizna.

Pienso por un instante que quizás las cosas no han sido tan malas, después de todo, habíamos conseguido amigos en esta tierra, pero solo es un pensamiento fugaz, reacciono ante la cruda verdad, pues ese hombre no puedo llamarle realmente amigo, después de todo, a pesar de haberme parecido un rostro familiar, como el de tantos otros, ¿qué tanto podía yo saber de él, si ni siquiera había sido capaz de reconocerlo y lo único que había yo hecho era responder a la breve charla y fingir una estúpida sonrisa de compromiso.

Me cuestioné entonces, ¿realmente a cuantos podía llamar como mis amigos?, quizás Slash, Lean, Janus, pensé un instante en tantos otros y mi mente centró a Yiza, pero, ¿en verdad podía pensar en ella como una amiga? Es cierto que en ella había encontrado muchas coincidencias a mi persona, pero, ¿no era en realidad solo una mera ilusión de encontrar a alguien como yo y eliminar el terrible dolor y vacío que genera sentirse solo sin nadie como yo?

Seguí mirando el interminable ir y venir de personas indiferentes caminando por la calle, los automóviles con el sonido de sus motores, tan diferentes unos de otros, desde un moderno y lujoso Camaro verde, hasta un modesto Caribe modelo 80, quizás 81, severamente maltratado, con su sucia carrocería pintada de un rojo chillón y opaco. Pero mi vista se centraba en las jóvenes y preciosas chicas, algunas casi niñas, con sus cuerpos apenas desarrollándose, todas con ropas llamativas, desde Jeans de un azul despintado, fieramente apretados a la carne de sus piernas, y tan provocativamente ajustados a sus nalgas, para dar una sensación de desnudez, como si toda su ropa fuera solo pintura. Otras, quizás las más jóvenes usando minifaldas que apenas les cubren medio muslo, con largas botas negras, quizás para dar una apariencia más madura siendo apenas seres atrapados en cuerpos que ya no son de niña, pero todavía no son de mujer. No puedo evitar la atracción que generan esos cuerpos, son dulces caramelos a la vista y a las miradas tantas veces morbosas de los insensatos. Y me pregunto, ¿antes tuve yo esas asquerosas miradas? Ahora para no son más que el arte de estatuas desnudas como la Venus de Milo o la Fuente de la Diana Cazadora, inalcanzables, sensuales, casi eróticas, pero dándose a respetar a pesar de su desnudez, incapaces ya de generar un pensamiento de lujuria para mi.

Los brillos de cristales esparcidos en el arrollo gris, dan la falsa visión de estrellas corruptas, como si la nada fuera mejor que ser lo que ahora son, pisoteadas y cada vez más desechas por los autos que pasan sobre de ellas, pero no siempre fueron las astillas a las que fueron reducidas, antes pertenecieron a algo, eran algo, contenedores de agua, llevarían el vital líquido a los humanos, servirían para que esa agua llegara a las bocas sedientas de hombres y mujeres, y un hombre humilde, sudoroso, pero trabajador, les haría llegar a su destino a bordo de un triciclo amarillo, pero, un chirrido de llantas frenando, metal crujiendo y el sonido del vidrio cuando se rompe había interrumpido el viaje de los cilindros de agua, a causa del oficial al volante de la patrulla GAM 4061 de la colonia Pradera. El hombre recibió como pago papel con el número “Quinientos” grabado en el, mientras que el agua era evaporada y los vidrios eran cada vez convertidos en trozos más pequeños por los indiferentes motores que pasaban sobre ellos. Ya no cumplirían con su destino.

Y así solo reflexiono, ¿qué soy yo? Un ser de apariencia humana con sueños de estar en los brazos de su Ángel, que lucha y no se rinde, mientras intenta como un Quijote cubrirse en una vestimenta negra y azul tratando de emular el singular estilo de la edad media, todo con la luz y la oscuridad del símbolo del Dragón en la frente de su alma.

Ryu Dragón Azul de Ild

Señor y Protector del Valle de Ild

dar el corazon a la vida

DAR EL CORAZÓN A LA VIDA

La polución propagandística no favorece la paz soñada, que brota, como fruto maduro, de los caminos auténticos de la vida. Nuestro mundo actual rebosa de estímulos engañosos, que golpean dolorosamente a los incautos y engañan hasta a los bien intencionados. Seduce a las personas con el espejismo de quimeras inconsistentes y de dudoso contenido. Las desvía del centro dinámico de su interioridad y las sacia con bocados azucarados de escaso valor alimenticio. Y la persona, lejos de encontrarse con los anhelos profundos de su mundo más verdadero, se pierde en las arenas movedizas y atormentadas de su propio yo.
Allí, ávidamente, goza de los dividendos fáciles de conquistas deslumbrantes, pero acaba arrastrándose y haciéndose sorda a las llamadas más íntimas que le vienen de su mundo más hondo. En vez de responder a ellas y de vivir lo que es, se contenta con la careta que le hace tan sólo parecer que es. Vive pendiente de la última moda, vagabundeando, sin una orientación personalizada, sin un compromiso engrandecedor, esclavizada por las propagandas consumistas que sólo la satisfacen por el momento, sin darle un rumbo claro y seguro.
Pero nosotros somos realmente más, mucho más que esas lentejuelas con que el mundo nos reviste. Deseamos más, mucho más que esta posición social a que nos aferramos y que se nos reconoce. Somos un reino infinitamente rico y divinamente fascinante, que todavía está por conquistar. Para ello es preciso armarse de coraje y atreverse a ser grande, enfrentándose con las mentiras tentadoras que impiden el acceso a la intimidad del corazón.
Y, principalmente, es preciso darle el corazón a la vida, en vez de pretender el corazón de ella. Fuimos hechos y existimos, no para aprisionar corazones, sino para liberar el nuestro.
Bernard Shaw dijo, en cierta ocasión, que todos somos reyes, con la desgracia de que vivimos fuera de nuestro reino. Porque no somos dueños de nuestro corazón, no podemos dárselo a nadie. Y ésta es la más trágica de las pobrezas y la más lamentable de las desgracias.
Neylor J. Tonin
autor de “Historias de Sabiduría y Sabiduría de la A a la Z”

Confucio el sabio

CONFUCIO EL SABIO

En cierta ocasión le decía Pu Shang a Confucio: «¿Qué clase de sabio eres tú, que te atreves a decir que Yen Hui te supera en honradez; que Tuan Mu Tsu es superior a ti a la hora de explicar las cosas; que Chung Yu es más valeroso que tú; y que Chuan Sun es más elegante que tú?».
En su ansia por obtener respuesta, Pu Shang casi se cae de la tarima en la que estaban sentados. «Si todo eso es cierto», añadió, «entonces, ¿por qué los cuatro son discípulos tuyos?». Confucio respondió: «Quédate donde estás y te lo diré. Yen Hui sabe cómo ser honrado, pero no sabe cómo ser flexible. Tuan Mu Tsu sabe cómo explicar las cosas, pero no sabe dar un simple ‘sí’ o un ‘no’ por respuesta. Chung Yu sabe cómo ser valeroso, pero no sabe ser prudente. Chuan Sun Shih sabe cómo ser elegante, pero no sabe ser modesto. Por eso los cuatro están contentos de estudiar conmigo».

El musulmán Jalal ud-Din Rumi dice: «Una mano que está siempre abierta o siempre cerrada es una mano paralizada. Un pájaro que no puede abrir y cerrar sus alas, jamás volará».

la esclava

LA ESCLAVA

Un rey musulmán se enamoró locamente de una joven esclava y ordenó que la trasladaran a palacio. Había proyectado desposarla y hacerla su mujer favorita. Pero, de un modo misterioso, la joven cayó gravemente enferma el mismo día en que puso sus pies en el palacio.
Su estado fue empeorando progresivamente. Se le aplicaron todos los remedios conocidos, pero sin ningún éxito. Y la pobre muchacha se debatía ahora entre la vida y la muerte.
Desesperado, el rey ofreció la mitad de su reino a quien fuera capaz de curarla. Pero nadie intentaba curar una enfermedad a la que no habían encontrado remedio los mejores médicos del reino.
Por fin se presentó un ‘hakim’ que pidió le dejaran ver a la joven a. solas. Después de hablar con ella durante una hora, se presentó ante el rey que aguardaba ansioso su dictamen. «Majestad», dijo el ‘hakim’, «la verdad es que tengo un remedio infalible para la muchacha. Y tan seguro estoy de su eficacia que, si no tuviera éxito, estaría dispuesto a ser decapitado. Ahora bien, el remedio que propongo se ha de ver que es sumamente doloroso…, pero no para la muchacha, sino para vos, Majestad».
«Di qué remedio es ése», gritó el rey, «y le será aplicado, cueste lo que cueste». El ‘hakim’ miró compasivamente al rey y le dijo: «La muchacha está enamorada de uno de vuestros criados. Dadle vuestro permiso para casarse con él y sanará inmediatamente».
¡Pobre rey…! Deseaba demasiado a la muchacha para dejarla marchar. Pero la amaba demasiado para dejarla morir.

¡Cuidado con el amor! Si te aventuras en él, él será para ti la muerte.

Cuento hindu

Un buscador espiritual viajó a la India en su afán por encontrar y entrevistar a un verdadero iluminado, a un jivanmukta o liberado-viviente.

Viajó durante meses por el país. Se trasladó de los Himalayas al cabo de la Virgen, del estado de Maharahstra al de Bengala. Recorrió montañas, dunas, desiertos, ciudades y pueblos.

Recabó mucha información y, por fin, halló, según todos los testimonios, un verdadero hombre realizado. Por fin, podría llevar a cabo su ansiado encuentro.

  El graznido de los cuervos quebraba el silencio de una tarde apacible y dorada. El hombre realizado se hallaba bajo un frondoso rododendro, en actitud meditativa. El visitante lo saludó cortésmente, se sentó a su lado y preguntó:

  –Antes de que usted hallase la realización, ¿se deprimía?

  –Sí, claro, a veces -repuso tranquilamente el jivanmukta

  El buscador hizo una segunda pregunta:

  –Dígame, y ahora, después de su iluminación, ¿se deprime a veces?

  Una leve y hermosa sonrisa se dibujó en los labios del jivanmukta. Penetró con sus límpidos ojos los de su interlocutor y contestó:

  –Sí, claro, a veces, pero ya ni me importa ni me incumbe

*El Maestro dice: Cuando cesa la identificación con tus procesos psicomentales, ya nada puede encadenarte ni implicarte. Eres como un bambú vacío por el que libremente circula la energía universal.

Irrascible

Un estudiante del Zen acudió a Bankéi y le planteó su problema: -Maestro, tengo una irascibilidad ingobernable. ¿Cómo puedo curármela?

            Tienes una cosa muy extraña -respondió Bankéi-. Quisiera verla.

            -Ahora mismo no puedo mostrársela- repuso el otro.

            -¿Y cuándo me la puedes mostrar? -preguntó Bankéi.

            -Me viene de improviso- explicó el estudiante.

            -Entonces -concluyó Bankéi- no ha de ser de tu propia y verdadera naturaleza. si lo fuera, podrías mostrármela en cualquier momento. Cuando naciste, no la tenías; y tus padres no te la dieron. Piénsalo bien.

Amor y miedo

“¿Que es el amor?”

            “La ausencia total de miedo”, dijo el maestro.

            “¿Y qué es a lo que tenemos miedo?”

            “Al amor”, respondió el maestro.

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