Vislumbres de una infancia dorada (libro) (3)

Sesión 13

    De acuerdo, quítame la toalla. Lo siento, Ashu, pero tengo que empezar mi tarea y comprenderás que es complicado llevar dos camisas sobre el mismo pecho, especialmente para el pobre corazón que está escondido dentro del pecho. El corazón no se puede comportar de una forma política o diplomática. No es diplomático; es sencillo e infantil.
No me olvido de Jesús. Me acuerdo de él mucho más que los cristianos que hay en el mundo. Jesús dice: «Bienaventurados los que son como niños, pues de ellos es el reino de Dios.» Lo más importante para recordar aquí es la palabra «pues». En todas las frases de Jesús que empiezan por: «Bienaventurados aquellos…» y acaban por «…el reino de Dios» ésta es la única afirmación que es diferente, porque las demás dicen: «Bienaventurados los humildes porque heredarán el reino de Dios.» Son declaraciones lógicas y son promesas para el futuro, el futuro que no existe. Ésta es la única donde se dice: «…pues de ellos es el reino de Dios.» Sin futuro, sin racionalidad, sin razón, sin promesa de beneficio; simplemente, la pura afirmación de un hecho, o mejor dicho, la simple afirmación de un hecho.
Esta afirmación siempre me impresiona, siempre me asombra. No entiendo cómo alguien se puede asombrar cada vez que escucha la misma afirmación desde hace treinta años… Sí; desde hace treinta años esta afirmación ha estado conmigo, y mi corazón siempre tiembla de alegría: «Pues de ellos es el reino de Dios»…, tan ilógico y tan cierto a la vez.
    Ashu, te he tenido que decir que me quitaras la toalla, porque no se puede hacer dos cosas a la vez, especialmente en un solo corazón. Y, desde que te conozco, me has tratado siempre tan bien que si intento recordar cuándo empezó me parece que te conozco desde siempre. No bromeo. Efectivamente, cuando pienso en Ashu no recuerdo cuándo entró en el mundo de mis allegados. Parece que siempre ha estado aquí, sentada a mi lado, ya sea como ayudante del dentista o no. Se ha convertido en la editora asociada de Devaraj, se trata de un gran ascenso. Ahora puedes tener dos médicos a tu disposición. ¿No es fantástico? ¡Puedes hacer que luchen entre ellos y divertirte!
Ahora seguiré con mi historia… Antes de empezar, es bueno hacer una pequeña introducción, lo más irracional posible, porque es exactamente la mejor introducción al hombre que soy. A veces me río de mí mismo sin ningún motivo, porque si hay un motivo se acaba la risa.
Uno se puede reír solamente sin motivo. La risa no tiene ninguna relación con la racionalidad, así que, de vez en cuando, me aparto de la racionalidad y también de la irracionalidad; tened en cuenta que son dos caras de lo mismo, y entonces de verdad me río espontáneamente.
Naturalmente, no me puede oír nadie. No es físico, si no, Devaraj y Devageet ya lo habrían detectado con sus instrumentos. No lo pueden detectar. Trasciende toda la instrumentalidad. Fijaos qué palabra más bonita me acabo de inventar: instrumentalidad. Escríbelo exactamente así: instru-mental-idad. Así entenderéis de qué estoy hablando, al menos las palabras, y quizá algún día también entendáis la ausencia de palabras. Ésa es mi esperanza, mi sueño para todos vosotros.
Debéis estar preocupados porque hoy, realmente, estoy tardando mucho en empezar. Vosotros me conocéis, yo os conozco. Iré tan lento como pueda. Eso os ayudará a vaciaros. En eso consiste mi trabajo, en vaciar: se podría llamar «Vaciado Ilimitado».
El otro día os conté que la muerte de mi abuelo fue mi primer encuentro con la muerte. Sí, fue un encuentro y algo más; no sólo fue un encuentro, si no, me habría perdido el verdadero sentido. Vi la muerte y también vi algo más que no se estaba muriendo, que flotaba más alto, escapándose del cuerpo…, de los elementos. Ese encuentro determinó el rumbo de mi vida. Me dio una dirección, mejor dicho, una dimensión desconocida hasta entonces.
Había oído hablar de las muertes de otras personas, pero sólo de oídas. Nunca había presenciado ninguna, y aun cuando lo hubiese visto, no significaban nada para mí.
Sólo te puedes encontrar de verdad con la muerte cuando amas a alguien y se muere. Resalta esto:
Solamente puedes encontrarte con La muerte
en La muerte del ser querido.
Cuando estás rodeado de amor y de muerte ocurre una transformación, una inmensa mutación, como si naciera un nuevo ser. No vuelves a ser el mismo. Pero las personas no pueden experimentar la muerte como la experimenté yo porque no aman. Si no hay amor la muerte no te puede dar las llaves de la existencia. Cuando hay amor te entrega las llaves de todo lo que es.
Mi primera experiencia de muerte no fue un simple encuentro. Fue complejo en muchos sentidos. El hombre que había amado se estaba muriendo. Era como un padre para mí. Me crió con una libertad total, sin inhibiciones, represiones ni mandamientos. Jamás me dijo «no hagas esto» o «haz eso». Tan sólo ahora puedo ver la belleza de ese hombre. A un anciano le resulta muy difícil no decirle a un niño «no hagas esto, haz aquello» o «siéntate aquí y no hagas nada» o «¿por qué no haces algo en lugar de estar ahí sentado sin hacer nada?». Pero nunca lo hizo. No puedo recordar ni una sola vez que intentase interferir en mi vida. Simplemente, se apartaba. Cuando pensaba que lo que estaba haciendo no estaba bien se apartaba y cerraba los ojos.
En una ocasión le pregunté:
-¿Nana, por qué cierras los ojos a veces, cuando me siento a tu lado?
-Ahora no lo vas a entender -respondió-, pero quizá algún día lo entiendas. Cierro los ojos para no impedirte hacer lo que estés haciendo, esté bien o mal. No es mi deber impedírtelo. Te he separado de tu padre y de tu madre. Si ni siquiera te puedo dar libertad, ¿qué sentido tiene el separarte de tus padres? Te separé de ellos solamente para que no pudieran interferir en tu vida. ¿Cómo voy a interferir yo? Pero sabes -prosiguió-, a veces me dan tentaciones. Tú eres una tentación muy grande. Si lo llego a saber, no me habría arriesgado. Por alguna razón tienes un talento especial para hacer todo lo que está mal. Una de dos, o yo estoy completamente loco o tú lo estás.
-Nana -le consolé-, no tienes que preocuparte. Si alguien está loco, entonces soy yo.
Y desde ese día le he dicho a la gente:
-No me hagáis caso, estoy loco.
Se lo dije para consolarle y se lo sigo diciendo a la gente, que está realmente loca, para consolada. Pero cuando estás en un manicomio y eres el único que no está loco, qué otra cosa puedes hacer sino decirle a la gente:
-Relajaros, soy un loco, no me toméis en seno.
Eso es lo que he estado haciendo toda mi vida.
Solía cerrar los ojos, pero, a veces, la tentación era demasiado grande… Por ejemplo, una vez estaba montado a caballo encima de Bhoora, nuestro criado. Le había mandado comportarse como si fuese un caballo. Al principio me miró confundido, pero mi abuela le dijo:
-¿Qué hay de malo en eso? ¿No puedes fingir un poco? Bhoora, compórtate como un caballo.
Empezó a hacer todo lo que haría un caballo, y yo estaba montado encima.
Eso fue demasiado para mi abuelo. Cerró los ojos y empezó a cantar su mantra: «Namo arihantanam namo… namo siddhanam namo.»
Por supuesto, me detuve, porque cuando empezaba a cantar su mantra quería decir que era demasiado para él. Era tiempo de dejarlo. Le sacudí y le dije:
-Nana, vuelve, no hace falta que cantes tu mantra. He dejado de jugar. ¿No ves que sólo era un juego?
Me miró a los ojos y yo le miré a los ojos. Durante un momento sólo hubo silencio. Esperó a que yo dijera algo pero se tuvo que rendir y dijo:
-De acuerdo, hablaré yo primero.
-Está bien -dije-, porque si te hubieses
quedado callado, yo me habría quedado en silencio el resto de mi vida. Menos mal que has hablado, así te puedo contestar. ¿Qué quieres preguntar?
-Siempre te he querido preguntar por qué eres tan travieso -dijo.
-Deberías reservar esa pregunta para hacérsela a Dios. Cuando te lo encuentres, pregúntale: «¿Por qué has hecho a este niño tan travieso?» -le contesté-. No me puedes hacer esa pregunta, es como preguntarme: «¿Quién eres?» Cómo se puede dar una respuesta a eso.
    En lo que a mí respecta, no me preocupa en lo más mínimo. Sólo quiero ser yo mismo. ¿Se puede o no se puede en esta casa?
    Estábamos sentados fuera, en el jardín. Me volvió a mirar y me dijo: -¿Qué quieres decir?
-Entiendes perfectamente lo que te estoy diciendo -le respondí -. Si no puedo ser yo mismo, entonces no volveré a entrar en esta casa. Por eso te pido que seas claro conmigo: o entro en la casa con licencia para ser yo mismo, o me olvido de esta casa y me convierto en un peregrino, en un vagabundo. Dímelo claramente y sin dudar, ¡venga!
Se rió y dijo:
-Puedes entrar en esta casa. Es tu hogar. Si no puedo resistir interferir en tus asuntos, entonces, me iré yo de la casa. Tú no te tienes que Ir.
Es exactamente lo que hizo. Dos meses después de esta conversación ya no estaba en este mundo. No se fue sólo de esta casa, se fue de todas las casas, incluido su cuerpo, que era su verdadera casa.
Quería a este hombre porque él amaba mi libertad. Sólo puedo amar cuando se respeta mi libertad. Si tengo que negociar y conseguir amor a costa de mi libertad, entonces ese amor no es para mí. Es para mortales inferiores, no es para aquellos que saben.
En este mundo casi todo el mundo cree que ama, pero si echas un vistazo a los amantes, son prisioneros el uno del otro. ¡Qué extraño amor es éste que te tiene cautivo! ¿Es posible que el amor se convierta en una atadura? Pero en el noventa y nueve coma nueve por ciento de los casos esto es lo que ocurre, porque para empezar no hubo amor.
Es una realidad que la gente corrientemente sólo cree que ama. Pero no aman, porque cuando llega el amor, ¿dónde están el «yo» y el «tú»? Cuando llega el amor trae instantáneamente consigo una enorme sensación de libertad, de no posesividad. Pero ese amor sucede, por desgracia, en raras ocasiones.
Si tienes amor con libertad eres un rey o una reina. Ése es el auténtico reino de Dios, amor con libertad. El amor te da raíces en la tierra y la libertad te da alas.
Mi abuelo me dio ambos. Me dio su amor, más del que jamás le dio a mi madre o a mi abuela; y me dio libertad, que es el regalo más grande. Al morirse me regaló su anillo y me dijo con lágrimas en los ojos: -No tengo nada más para darte. -Nana -le dije-, ya me has dado el regalo más preciado. -¿Cuál es? -me preguntó abriendo los ojos. Yo me reí y le dije: -¿Te has olvidado? Me has dado tu amor y me has dado libertad. No creo que ningún otro niño haya tenido la libertad que tú me puedes dar? Te estoy agradecido. Puedes morir en paz.
Desde entonces he visto morir a mucha gente, pero morirse en paz es muy difícil. Sólo he visto a cinco personas morirse en paz: la primera fue mi abuelo; la segunda mi criado Bhoora; la tercera mi Nani; la cuarta mi padre, y la quinta fue Vimalkirti.
Bhoora se murió porque no concebía vivir en el mundo sin su amo. Simplemente, se murió. Se relajó en la muerte. Vino con nosotros al pueblo de mi padre porque tenía que conducir la carreta. Cuando, durante unos instantes no oyó nada, ninguna voz desde el interior del carro cubierto, preguntó: -Beta -significa hijo-, ¿va todo bien? Una y otra vez Bhoora preguntó: -¿A qué se debe este silencio? ¿Por qué no habla nadie?
Pero era la clase de persona que no se atrevía a mirar a través de la cortina que le separaba de nosotros. Menos aún estando allí mi abuela. Ése era el problema, que no podía mirar. Pero seguía preguntando: -¿Qué ocurre? ¿Por qué estáis callados? -No pasa nada -le dije-, estamos disfrutando del silencio. Nana quiere que estemos en silencio.
Eso era mentira, porque Nana estaba muerto; pero en cierto modo era verdad. Él estaba en silencio; eso era un mensaje para que nosotros estuviéramos en silencio. -Bhoora -dije finalmente-, va todo bien; solamente que Nana se ha muerto. No podía creérselo. -Entonces, ¿cómo puede estar todo bien? -preguntó-. Yo no puedo vivir sin él, y en menos de veinticuatro horas se murió. Como si se hubiera cerrado una flor… negándose a quedarse abierta bajo el sol y la luna, espontáneamente. Intentamos hacer de todo para salvarle, porque ahora estábamos en un pueblo más grande, el pueblo de mi padre.
El pueblo de mi padre era un pueblo pequeño, para India, claro. La población era sólo de veinte mil habitantes. Había un hospital y un colegio. Hicimos todo lo posible por salvar a Bhoora. El médico del hospital estaba asombrado, no podía creer que este hombre fuese hindú porque parecía un europeo. Debe haber sido un capricho de la biología, no lo sé. Algo debe haber ido bien. Igual que dicen: «Algo debe haber ido mal!», yo he acuñado la frase: «Algo debe haber ido bien»; ¿por qué siempre mal?
Bhoora estaba conmocionado por la muerte de su amo. Le tuvimos que mentir hasta llegar al pueblo. Sólo cuando llegamos al pueblo y sacamos el cadáver de la carreta, Bhoora se dio cuenta de lo que había sucedido. Cerró los ojos y no los volvió a abrir nunca más.
-No puedo ver a mi amo muerto –dijo, y sólo se trataba de una relación amo-sirviente. Pero había surgido entre ellos una cierta amistad, una proximidad indescriptible. No volvió a abrir los ojos, eso lo puedo atestiguar. Sólo vivió unas horas más, y entró en coma antes de morir.
Antes de morir, mi abuelo le dijo a mi abuela: -Cuida de Bhoora. Ya sé que vas a cuidar a Raja; eso no necesito decírtelo, pero cuida de Bhoora. Me ha servido como nadie lo hubiera hecho.
Le dije al doctor: -¿Entiendes, eres capaz de entender la lealtad que debe haber habido entre estos dos hombres? -¿Era europeo? -me preguntó el doctor. -Lo parecía -le contesté.
-No seas mentiroso -dijo el doctor-, eres un niño, sólo tienes siete u ocho años, pero eres muy mentiroso. Cuando te he preguntado si tu abuelo estaba muerto, dijiste que no, y eso no era verdad.
-No; es verdad -dije-, no está muerto. Un hombre con un amor así no puede estar muerto. Si el amor se puede morir, entonces no hay esperanza para este mundo. No puedo creer que un hombre que ha respetado mi libertad, la libertad de un niño pequeño, esté muerto sólo porque no puede respirar. No puedo considerar lo mismo, el no respirar y la muerte.
El médico europeo me miró con desconfianza y le dijo a mi tío: -Este chico será un filósofo o se volverá loco.
Estaba equivocado: soy ambas cosas. No es cuestión de esto o lo otro. No soy Soren Kierkegaard; no es una cuestión de esto o lo otro. Pero me pregunté por qué él no me podía creer…, algo tan sencillo.
Las cosas sencillas son las más difíciles de creer; las más complicadas son las más fáciles de creer. ¿Por qué tienes que creer? Tu mente dice: «Es muy sencillo. No tiene ninguna complejidad. No hay motivo para creerlo.» A no ser que seas un Tertuliano, cuya afirmación es una de mis favoritas…
Si tuviera que escoger una sola afirmación de toda la literatura en cualquier idioma del mundo, lo siento, no elegiría nada de Jesucristo; y lo siento, tampoco elegiría a Gautama el Buda; lo siento, no elegiría nada de Moisés o Mahoma, ni siquiera de Lao Tzu o de Chuang Tzu.
Elegiría a este extraño individuo del que no se sabe demasiado: Tertuliano. No sé cómo se pronuncia su nombre exactamente, de modo que será mejor que lo deletree: T-e-r-t-u-l-i-a-n-o. Entre todas las citas habría escogido ésta: «Credo qua absurdum», sólo tres palabras, «Creo porque es absurdo».
    Parece ser que alguien le preguntó en qué creía y por qué, y Tertuliano respondió: «Credo qua absurdum, es absurdo, por eso lo creo.» La razón para creer que Tertuliano da es absurdum: «Porque es absurdo.»
Olvidad de momento a Tertuliano. Bajad el telón. Fijaos en las rosas. ¿Por qué os gustan? ¿No es absurdo? No hay un motivo para que os gusten. Si alguien se empeña en preguntaros por qué os gustan las rosas, finalmente tendréis que encogeros de hombros. Eso es «Credo qua absurdum», ese encogerse. Éste es todo el sentido de la filosofía tertuliana.
No podía entender por qué el médico no creía que mi abuelo no estaba muerto. Yo sabía, y él también, que en lo relativo al cuerpo se había terminado; estábamos de acuerdo en esto. Pero hay algo más que el cuerpo, dentro del cuerpo pero sin ser del cuerpo. El amor lo revela, la libertad le da alas para surcar el cielo. ¿Tenemos más tiempo?
-Sí, Osho.
¿Cuánto más? Estamos yendo muy despacio, igual que en el entierro de un pobre. Sed extremistas. No de esta manera, no vayáis despacio; no es mi estilo. O te quemas o no te quemas. O quemas los dos extremos a la vez o permites que la oscuridad tenga su propia belleza.

Sesión 14

¡Fijaos que soy un auténtico caballero inglés! No he intervenido, aunque lo quería hacer. Había abierto la boca para hablar pero me he detenido. Esto es lo que se llama autocontrol. Incluso yo me río. Me gusta cuando murmuráis. Aunque sé que no estáis murmurando bobadas, suena bien, a pesar de que sea técnico, y que lo que estéis diciendo sea absolutamente científico. Pero de vosotros dos, sabéis, el granuja es el que está en la silla.
Todavía no he dicho de acuerdo. Primero, lleguemos al punto donde pueda decir de acuerdo. Cuando el «de acuerdo» está alejado de mí, es que significa algo. ¡Un de acuerdo mío es simplemente fantástico…, soy un pirado! No conozco a nadie que esté tan volado. Bueno, a trabajar…
Tvadiyam vastu Govinda, tubhyam eva samarpayet. «Señor mío, la vida que me has dado te la devuelvo con gratitud.» Ésas fueron las últimas palabras de mi abuelo, a pesar de que no creyó nunca en Dios ni era hinduista. Esta frase, este sutra, es un sutra hindú; pero en India está todo mezclado, especialmente las cosas buenas. Antes de morir, entre otras cosas, repetía una y otra vez:
-¡Detén la rueda!
En aquella época no lo podía entender. Si deteníamos la rueda de la carreta, y ésa era la única rueda que había, ¿cómo íbamos a llegar hasta el hospital? Cuando siguió repitiendo:-Detén la rueda, el chakra -le pregunté a mi abuela-: ¿Se ha vuelto loco? Ella se rió. Esto es lo que me gustaba de ella. Aunque supiese, como lo sabía yo, que la muerte estaba tan próxima…, sí, incluso yo lo sabía, ¿cómo es posible que no lo supiera ella? Era tan obvio que en cualquier momento dejaría de respirar, y, sin embargo, seguía insistiendo en detener la rueda. A pesar de todo, ella se reía. Todavía la puedo ver riéndose.
No tenía más de cincuenta años. Pero siempre he observado una cosa en las mujeres: las impostoras, las que se las dan de bellas, a los cuarenta y cinco años son las más feas. Puedes dar la vuelta al mundo y comprobar lo que estoy diciendo. Con los labios pintados, y el maquillaje, y las cejas postizas y qué sé yo… ¡Dios mío!
Ni siquiera a Dios se le ocurrieron todas estas cosas cuando creó el mundo. Por lo menos, en la Biblia no se menciona que el quinto día creara el lápiz de labios, el sexto día creara las cejas postizas, etcétera. Si una mujer es realmente bella, a los cuarenta y cinco años llega a la cúspide. Mi observación es que: el hombre llega a la cima a los treinta y cinco años, y la mujer a los cuarenta y cinco. Es capaz de vivir diez años más que el hombre; y esto no es injusto. Sufre tanto al dar a luz, que es totalmente lógico que tenga un poco de vida extra, sólo para compensar.
Mi Nani tenía cincuenta años, y seguía estando en la cima de su belleza y juventud. Nunca me he olvidado de ese momento, ¡qué momento! Mi abuelo se estaba muriendo, y nos pedía que detuviésemos la rueda. ¡Qué disparate! ¿Cómo iba a parar la rueda? Teníamos que llegar al hospital, y sin rueda nos perderíamos en el bosque. Y mi abuela se estaba riendo tanto, que hasta Bhoora, el criado, nuestro cochero, preguntó, por supuesto desde el exterior:-¿Qué ocurre? ¿Por que te estás riendo?
Como yo solía llamarla Nani, Bhoora, por respeto hacia mí, también la llamaba Nani. Entonces dijo: -Nani, mi amo está enfermo y tú te estás riendo tanto; ¿qué ocurre? ¿Y Raja, por qué está tan callado?
La muerte y la risa de mi abuela, ambas cosas hicieron que me quedase totalmente callado, porque quería entender lo que estaba sucediendo. Estaba ocurriendo algo que no había conocido nunca antes y no me iba a distraer ni un solo instante.
Mi abuelo me pidió:
-Para la rueda. ¿Raja, me puedes oír? Si estás oyendo la risa de tu abuela puedes oírme a mÍ. Ya sé que es una mujer rara; yo nunca he sido capaz de entenderla.
-Nana -le respondí-, a mí me consta que es la mujer más sencilla que he visto jamás, a pesar de que no he visto muchas todavía.
Pero a vosotros os puedo decir que no creo que exista otro hombre en la tierra, vivo o muerto, que haya visto tantas mujeres como yo. Pero para consolar a mi abuelo agonizante le dije:
-No te preocupes por su risa, yo la conozco. No se está riendo de lo que dices, es algo entre nosotros, un chiste que le he contado.
-De acuerdo -dijo-. Si le has contado un chiste es normal que se ría. ¿Pero qué hay del chakra, de la rueda?
Ahora ya lo sé, pero en aquella época no conocía esta terminología. La rueda representa toda la obsesión hindú con la rueda de la vida y la muerte. Durante miles de años ha habido millones de personas haciendo una sola cosa: intentar detener la rueda. Él no estaba hablando de la rueda de la carreta, ésa es fácil de detener; de hecho, lo difícil era mantenerla en movimiento.
En aquellos tiempos no había carreteras; ¡tampoco las hay ahora! El año pasado vino a visitarme al ashram un primo lejano y me dijo: -Quería poner mi vida entera a tus pies, pero la verdadera dificultad está en la carretera.
-¿Todavía? -le pregunté.
Han pasado cerca de cincuenta años, pero India es un país especial, donde el tiempo se ha detenido. ¿Quién sabe cuándo se detuvo el reloj? Pero se paró exactamente a las doce, las dos manecillas del reloj juntas. Eso es hermoso: el reloj ha decidido la hora correcta. Cuando quiera que ocurriese -y debe haber sido hace miles de años, cuando quiera que fuera-, ya sea por casualidad o por inteligencia computerizada, el reloj se detuvo a las doce, con las dos manecillas juntas. No parecen dos, se ven como si sólo fuese una. Tal vez fueran las doce de la noche… porque el país es tan oscuro, y la oscuridad tan densa.
-Dios mío -dijo el hombre-, no he podido traer al resto de la familia debido al mal estado de las carreteras.
Tal vez no me puedan ver nunca por culpa de las carreteras. Entonces no había carreteras, y aún hoy no hay ninguna línea de tren que pase por ese pueblo. Es un pueblo muy pobre, y cuando yo era un niño aún más.
No comprendí la insistencia de mi Nana en ese momento. Quizá el carro -como no había carretera- estuviese haciendo mucho ruido. Traqueteaba por todas partes, y él estaba agonizando; por eso, naturalmente, quería parar la rueda. Pero mi abuela se reía, ahora entiendo por qué. Él estaba hablando de la obsesión hindú por la vida y la muerte; simbólicamente se llama la rueda de la vida y la muerte -la rueda, en pocas palabras- que gira sin cesar.
En el mundo occidental, solamente Friedrich Nietzsche ha tenido el valor y el atrevimiento necesario de proponer la idea del eterno retorno. Lo ha tomado prestado de la obsesión oriental. Hay dos libros que le causaron una profunda impresión. Uno fue el Manu Smriti; se llama: “La colección de los versos de Manu” y es el texto hindú más importante. ¡Lo odio! Esto os dará idea de su importancia, porque no odio las cosas ordinarias. Es extra-ordinariamente repulsivo. Manu es una de esas personas, que, si me lo llegara a cruzar, me olvidaría por completo de la no-violencia; ¡simplemente le daría un tiro! Se lo merece.
“Manu Samhita”, “Manu Smrit”i, ¿por qué digo que es el libro más repulsivo del mundo? Porque separa a los hombres y las mujeres, y no sólo a hombres y mujeres, divide a la humanidad en cuatro clases, y nadie puede pasar de una clase a otra. Esto es el origen de la jerarquía.
A vosotros os sorprenderá saber que Adolf Hitler siempre tenía sobre su mesa una copia del “Manu Samhita”, junto a su cama. Veneraba ese libro más que la Biblia. Ahora entenderéis por qué lo odio. Ni siquiera tengo una copia del “Manu Samhita” en mi biblioteca, aunque me han regalado al menos una docena de copias, pero las he quemado todas. Es lo mejor que podía hacer con ellas. Con mucho respeto, por supuesto, pero las quemé.
Nietzsche adoraba dos libros de los que ha tomado muchas cosas. El primero es “Manu Samhita” y el otro es el “Mahabharata”. Probablemente, éste sea el más grande en cuanto a volumen; ¡es enorme! No creo que se pueda comparar con la Biblia, el Corán, el Dhammapada o el Tao Te Ching, al menos en cuanto a volumen. Sólo me podéis entender si lo ponéis junto a la “Enciclopedia Británica”. Comparada con el “Mahabharata” la “Enciclopedia Británica” es un librito. Sin duda es un gran trabajo, pero feo. Los científicos saben muy bien que, en el pasado, hubo muchos animales gigantescos sobre la tierra. Inmensos pero horribles. El Mahabharata pertenece a ese grupo. No es que no puedas encontrar algo hermoso en él; es tan grande, seguro que si buscas encontrarás en esa montaña algún que otro ratón.
Estos dos libros han influenciado enormemente a Nietzsche. Probablemente, nadie es tan responsable del trabajo de Friedrich Nietzsche como estos dos libros. El autor del primero es Manu, y el Mahabharata fue escrito por Vyasa. Debo reconocer que ambos han hecho una enorme cantidad de trabajo, ¡trabajo sucio! Habría sido mejor que estos dos libros no se hubiesen escrito.
Friedrich Nietzsche tiene tanto respeto por estos libros que os asombrará, porque éste es el hombre que se llamaba a sí mismo el «anticristo». Pero no debéis asombraras. Los dos libros son anticristo; de hecho, son anti cualquier cosa que sea bonita: a mi-verdad, anti-amor. Nietzsche no se enamoró de ellos por casualidad. A pesar de que nunca le gustaron Lao Tzu o Buda, sin embargo le gustaban Manu y Krishna, ¿por qué?
Esta pregunta es muy significativa. Le gustaba Manu porque le encantaba la idea de la jerarquía. Él estaba contra la democracia, la libertad, la igualdad, en pocas palabras, estaba contra los verdaderos valores. También le gustaba el libro de Vyasa, el Mahabharata, porque implica el concepto de que sólo la guerra es
hermosa. En una ocasión, le escribió una carta a su hermana: «En este preciso momento me rodea una gran belleza. Jamás he visto una belleza tal.» Uno pensaría que acababa de entrar en el Jardín del Edén, pero no es así, estaba presenciando un desfile militar. El sol brillaba en las espadas desnudas, y el sonido que él llama «el sonido más bello que jamás he oído» no era Beethoven o Mozart, ni siquiera era Wagner, sino el sonido de las botas de los soldados alemanes desfilando.
Wagner fue amigo de Nietzsche, y no sólo eso, sino algo más: Nietzsche se había enamorado de la mujer de su amigo. Al menos podía haber pensado en su pobre amigo…; pero no, él pensaba que ni Beethoven ni Mozart ni Wagner se podían comparar con el sonido de las botas de los soldados alemanes cuando desfilaban. Para él las espadas al sol y el sonido del ejército al desfilar eran el paradigma de la belleza.
¡Qué estética! Tened en cuenta que no estoy en contra de Friedrich Nietzsche como tal. Le aprecio siempre que se acerca a la verdad, porque mi valor y mi criterio es la verdad. «El sol sobre las espadas» y «el sonido de las botas desfilando»; si alguien se aleja de la verdad, no importa quién sea, le daré en la cabeza con la espada desnuda. Qué espectáculo más bonito: la espada desnuda, y el sonido de la cabeza de Friedrich Nietzsche al ser cortada, y hermosa sangre todo alrededor… Esto es lo que hizo su discípulo, Adolf Hitler.

Hitler se apropió de las ideas de Manu a través de Nietzsche. Hitler no era el tipo de persona que conociese a Manu por sí mismo, era un pigmeo.
Sin duda Nietzsche era un genio, pero un genio descarriado. Era el tipo de hombre que se podía haber convertido en un buda; pero, ¡qué lástima!, murió loco.
Os estaba hablando de la obsesión hindú, y al mencionarla me he acordado de Nietzsche. Fue el primero en admitir la idea del «eterno retorno» en Occidente. Pero no fue honesto, no dijo que la idea fuera prestada. Pretendía ser original. Es tan fácil pretender ser original, muy fácil; no se precisa de mucha inteligencia, y no obstante, era un hombre de talento. Nunca utilizó su talento para descubrir algo; lo usó para tomar prestado de muchas fuentes, que normalmente no eran conocidas al mundo en general. ¿Quién conoce el Samhita de Manu? ¿Y a quién le interesa? Manu lo escribió hace cinco mil años. ¿A quién le importa el “Mahabharata”? Es un libro tan grande, que uno no lo leería a menos que se quisiera volver totalmente loco.
Pero hay gente que lee incluso la “Enciclopedia Británica”. Conozco a una persona así; es un amigo mío. En este momento me tendría que acordar, por lo menos, de su nombre. Probablemente, todavía esté vivo; ése es mi único temor, pero en ese caso, no hay motivo para tener miedo sólo porque lea la “Enciclopedia
Británica”. Nunca va a leer lo que estoy diciendo, nunca; no tiene tiempo. No sólo lee la Enciclopedia Británica, sino que se la aprende de memoria, y ésa es su locura. Aparte de esto, parece una persona normal. En cuanto mencionas algo de la Enciclopedia, inmediatamente se vuelve anormal, y empieza a citar páginas y más páginas. No le preocupa, en lo más mínimo, si le quieres escuchar o no.
Sólo ese tipo de gente lee el Mahabharata. Es la enciclopedia hindú; digamos que es la «Enciclopedia Indiana». Naturalmente, es inevitable que sea más grande que la Enciclopedia Británica. Gran Bretaña sólo es Gran Bretaña, no es más grande que uno de los estados pequeños de India. India tiene al menos tres docenas de estados de ese tamaño; y no hablo de toda India, porque la mitad de India ahora es Pakistán. Para tener realmente una perspectiva total de India, entonces habría que seguir sumando.
Antes, Birmania formaba parte de India. Sólo se separó de India a principios de este siglo. Afganistán formaba parte de India; es casi un continente. Por eso el “Mahabharata”, la «Enciclopedia Indiana», tiene que ser mil veces más grande que la Enciclopedia Británica, que solamente tiene treinta y dos volúmenes. Eso no es nada. Si recopilaseis todo lo que yo he dicho ocuparía más que eso.
Hay alguien que lo ha calculado. No lo sé con seguridad, porque no me dedico a hacer esas tonterías, pero han calculado que he escrito trescientos treinta y tres libros hasta ahora. ¡Increíble! No por los libros, sino por el señor que los ha contado. Debería esperar, porque todavía hay muchos en manuscritos, y otros muchos que todavía no han sido traducidos del original en hindi. Cuando se recopile todo esto realmente va a ser una «Enciclopedia Rajneeshica». Pero el Mahabharata es más grande, y seguirá siendo el libro más grande del mundo; me refiero a volumen y peso.
Lo he mencionado porque estaba hablando de la obsesión hindú. El Mahabharata no es más que la obsesión hindú extensamente escrita, voluminosa, contando que el hombre nace una y otra vez, eternamente.
Por eso, mi abuelo decía: «Detened la rueda.» Si la hubiese podido detener lo habría hecho, no sólo por él, sino por el resto del mundo. No sólo la habría detenido, sino que la habría destruido para siempre, de modo que nadie la pudiese hacer girar de nuevo. Pero no está en mis manos el hacerla.
¿Por qué esta obsesión?
En el momento de su muerte me di cuenta de muchas cosas. Hablaré de todas las cosas que me hice consciente en aquel momento porque éstas han determinado el resto de mi vida.

Sesión 15

    Me encanta esta historia que cuentan de Henry Ford. Había construido su coche más bello y se lo estaba enseñando a un cliente prometedor y muy próspero. Era su último modelo, y fue a dar una vuelta con el cliente. A los cincuenta kilómetros, el coche se detuvo inesperadamente. El cliente exclamó: -Pero ¡cómo! ¿Un coche nuevo que se para a los cincuenta kilómetros? -Perdóneme, señor -dijo Ford, – me había olvidado de echarle petróleo.
Entonces, incluso en América se llamaba petróleo, y no gasolina. El cliente, estupefacto, le dijo: -¿Qué me quiere decir? ¿Está diciendo que el coche ha estado andando cincuenta kilómetros sin petróleo? Ford le respondió:
-Sí, señor. Hasta los cincuenta o los sesenta kilómetros basta con mi nombre; no necesita petróleo.
En cuanto arranco me basto conmigo mismo, no necesito nada más. No he podido dormir en toda la noche. Esto no me ha causado ningún problema; en cierto modo, ha sido una noche preciosa. La luna brillaba mucho…, quizá la belleza de la luna y su brillo no me han dejado dormir. Pero ésa no puede ser la razón. Creo que el motivo es que he sido demasiado duro con Devageet. Sí, puedo ser muy cruel. No soy duro, pero puedo serlo, sobre todo en determinados momentos, cuando veo la posibilidad de que haya en ti una apertura. ¡Entonces es cuando realmente golpeo! Y no con un martillo pequeño, sino con el mazo. Cuando uno tiene que asestar un golpe, ¿por qué elegir un martillo pequeño? ¡Acaba de un solo golpe! A veces soy muy duro, por eso tengo que ser muy suave otras veces, para compensar, para que haya un equilibrio.
Cuando me fui de la habitación, aunque sonrieses, había tristeza. No me he podido olvidar. Me resulta muy fácil olvidarme de todo; pero cuando he sido cruel, no es fácil. Soy capaz de perdonar a cualquiera menos a mí mismo. Quizá no haya podido dormir por ese motivo. De todas formas, tengo el sueño muy superficial. En el fondo, siempre estoy despierto. Esta superficie tan fina se puede alterar fácilmente, pero sólo lo puedo hacer yo, nadie más.
En cuanto dejé la habitación me di cuenta de que estabas un poco triste…, seguramente habrá muchas razones, no sólo que te haya dado un golpe. Pero, sean cuales sean los motivos de tu tristeza, he intensificado, de algún modo, la oscuridad en ti. Estoy aquí para iluminaros, no para oscureceros; si se puede decir así. En realidad, deberíamos acuñar un nuevo sentido para la palabra «oscurecer», porque hay mucha gente oscureciéndose los unos a los otros. Es curioso que no exista este significado, porque esta realidad existe. La iluminación sucede en contadas ocasiones; sin embargo, tenemos una palabra para decirlo. Todavía no hay ninguna palabra para lo que está más allá de la iluminación, pero probablemente haya límites para todo. Siempre habrá algo que esté más allá, distante, no limitado a las palabras, sino trascendental.
Pero «oscurecer» debería convertirse en una palabra corriente. Todo el mundo está oscureciendo a los demás. El marido oscurece a la mujer; si no, ¿por qué se esconde? Sólo para oscurecer a su mujer. ¿Y la mujer qué hace? El marido es idiota si cree que sólo él está oscureciendo a su mujer. En la oscuridad, ella le oscurece más de lo que él pueda lograr hacerla. De cualquier forma él usa gafas, y ella todavía no las necesita. Sólo es un pobre dependiente, por eso tiene que usar gafas. ¿Ella qué es? Solamente una madre, una esposa. No necesita gafas.
En la oscuridad, cuidado con la mujer a la que amas, especialmente en la oscuridad. Seguramente, los hombres usan la luz por eso. A los hombres les gusta que haya luz cuando aman; hacen el amor con los ojos abiertos. Las mujeres cierran los ojos. No pueden mirar sin que se les escape una risa, porque todo lo que sucede es repugnante: un mandril sentado encima de ellas, y todo ese… etcétera, etcétera, etcétera.
Sentí un poco de pena. Digo un poco, porque para mí un poco ya es mucho. Una lágrima mía es suficiente. No necesito llorar durante horas, arrancarme el pelo…, que ya no tengo. Nunca se ha hablado de arrancarse la barba. En ningún idioma, ni siquiera en hebreo, existe una expresión como «arrancarse la barba». Y ya conocéis a los judíos y a sus profetas bíblicos, todos tenían barba. Es una ley natural: si tienes barba te quedarás calvo, porque la naturaleza siempre mantiene el equilibrio.
Ahora me acuerdo de mi abuela…Aunque era pequeño, me solía decir: -Oye, Raja, no te dejes nunca barba.
-¿Por qué lo dices? -le preguntaba-.
Sólo tengo diez años, todavía no me ha empezado a salir barba. ¿Por qué lo dices?
-Hay que hacer el pozo antes de que se queme la casa -contestó.
¡Dios mío! Efectivamente, estaba haciendo el pozo antes de que se quemara la casa. Era una mujer realmente hermosa. No comprendí la respuesta, pero le dije:
-De acuerdo, continúa, di lo que quieres decir.
-Nunca, nunca te dejes barba… aunque sé que lo harás -dijo.
-¡Qué extraño! -observé-. Si ya lo sabes, ¿por qué intentas evitado?
-Lo hago lo mejor que puedo, pero sé que te vas a dejar barba -dijo-. La gente como tú siempre se deja barba. Te conozco desde hace once años; seguro que hay una razón, y empezó a reflexionar sobre esto.
No hay ningún motivo; simplemente que no te apetece perder el tiempo todos los días delante del espejo, como un idiota, afeitándote la barba. Imagínate en una mujer con barba, delante del espejo, ¿qué aspecto tendría? Un hombre sin barba tiene exactamente el mismo aspecto. Es así de sencillo: te ahorra tiempo, y el verte como un idiota, por lo menos delante de tu propio espejo.
Pero esto está comprobado: en cuanto te dejas barba te empiezas a quedar calvo. La naturaleza siempre se acuerda de mantener el equilibrio. Sólo te da un número de pelos determinado. Si te empiezas a dejar la barba, entonces, por supuesto, hay que recortar el presupuesto por algún lado. Es mera economía, pregúntale a cualquier contable.
Estaba un poco preocupado por Devageet, sentía como si le hubiese herido. Quizá lo hice…, seguramente era necesario. Por tanto, no os debéis preocupar por mi descanso. Estoy dispuesto a perder la vida en cualquier momento, si hace falta; no por una causa nacional, por un estado o por una raza, sino por un individuo, por cualquiera que le siga latiendo el corazón, que siga sintiendo, y que sea capaz de hacer cosas infantiles. Tened en cuenta que he dicho «cosas infantiles», me refiero a alguien que todavía es un niño. Estoy dispuesto a dar mi vida para que crezca, madure y se integre. Cuando uso la palabra «integración» quiero decir inteligencia más amor; que es igual a integración.
Bueno, esto ha sido una introducción muy larga. Si han podido perdonar a George Bernard Shaw, y no sólo perdonade, sino dadle un Premio Nobel, entonces me podréis perdonar a mí. Y no pido un Premio Nobel; aunque me lo diesen, lo rechazaría, No es para mí, está demasiado lleno de sangre.
El dinero que entregan con el Premio Nobel está empapado de sangre, porque ese hombre, Nobel, era un fabricante de bombas. Ganó una cantidad de dinero inconmensurable durante la I Guerra Mundial, vendiendo armas a ambos bandos. No quisiera tener que tocar su dinero. De hecho, hace muchos años que no toco dinero, porque no necesito hacerlo. Siempre, hay alguien que se ocupa del dinero por mí; y el dinero siempre está sucio, no sólo el del Premio Nobel.
El hombre que fundó el Premio Nobel se sentía realmente culpable, y para desembarazarse de la culpa fundó el Premio Nobel. Fue un bonito gesto, pero fue como matar a un hombre y decirle después: «Lo siento señor, perdóneme, por favor.» Yo no podría aceptar ese dinero sangriento.
A George Bernard Shaw no sólo le veneraban, sino que le dieron el Premio Nobel; la introducción de sus libritos es tan larga, que te preguntas si escribe el libro para la introducción o la introducción para el libro. En mi opinión, el libro ha sido escrito para la introducción, y lo agradezco.
Igualmente, esta introducción ha sido muy larga, No te preocupes por mi sueño, pero recuerda que no te debes sentir molesto si soy duro. Aunque sepas, y todos lo sepan, que nada me puede cambiar, indudablemente hay muchas cosas que pueden cambiar en mi cuerpo e incluso en mi mente. Por supuesto, no soy ni mi cuerpo ni mi mente, pero tengo que funcionar por medio de ellos.
En este momento tengo los labios secos. Esto puede ser por cualquier causa externa. Estoy hablando, pero me molestan los labios. Me las arreglaré, aunque es un estorbo. Devageet, tú me puedes ayudar con una de tus artimañas. Será una buena pausa para esta nota introductoria y después puedo empezar. Gracias…
Después de esto, empiezo con la historia.
La muerte no es el fin, al contrario, es la culminación de toda una vida, el clímax. Tú no te acabas, sino que eres transportado a otro cuerpo. Esto es lo que los orientales denominan «la rueda». Continúa dando vueltas y vueltas. Puede ser detenida, sí, pero el modo de detenerla no es cuando te estás muriendo.
Es una de las enseñanzas, la más grande que adquirí con la muerte de mi abuelo. Él lloraba, con lágrimas en los ojos nos pedía que detuviésemos la rueda. No sabíamos cómo hacerlo: ¿cómo detener la rueda?
Su rueda era su rueda; nosotros, ni siquiera éramos capaces de verla. Era su propia conciencia, sólo él podía hacerla. Puesto que nos pedía que la detuviésemos, era obvio que él no podía hacerlo; de ahí las lágrimas y su constante insistencia, pidiéndolo una y otra vez, como si estuviésemos sordos. -Te hemos oído, Nana -le dijimos-, y te comprendemos. Por favor, guarda silencio.
En ese momento ocurrió algo grandioso. No se lo he contado nunca a nadie; quizá no haya sido el momento hasta ahora. Le dije: -Aquiétate, por favor.
El carro de bueyes traqueteaba sobre el abrupto y desagradable camino, ni siquiera era un camino, era un sendero, y él seguía insistiendo:
-Detén la rueda, Raja, ¿me escuchas? Para la rueda. Yo le repetía: -Sí, te oigo. Sé lo que quieres, pero sé que sólo tú puedes parar la rueda, por eso te digo que estés callado. Intentaré ayudarte.
Mi abuela estaba sorprendida. Me miró con los ojos llenos de asombro: ¿qué estaba diciendo? ¿Cómo iba a ayudarle?
-Sí, no me mires con tanto asombro -le dije-. De repente he recordado una de mis vidas pasadas. Al ver esta muerte, he recordado una de mis propias muertes. Esa vida y esa muerte ocurrieron en Tíbet. Es el único país que sabe cómo detener la rueda de forma científica precisa -entonces comencé a cantar.
Nadie me podía entender, ni mi abuela ni mi abuelo agonizante ni mi criado Bhoora, que escuchaba atentamente desde el exterior. Y aún es más, ni siquiera yo entendía ni una sola palabra de lo que estaba cantando. Sólo después de doce o trece años llegué a entender lo que era. Me ha costado todo este tiempo averiguarlo. Era el Bhardo Thodal, un ritual tibetano.
Cuando muere un hombre en Tíbet repiten un mantra determinado. Ese mantra se llama bardo. El mantra le dice: «Relájate, guarda silencio. Ve a tu centro, quédate ahí; no abandones tu centro pase lo que le pase a tu cuerpo. Sé un testigo. Deja que suceda, no interfieras. Recuerda, recuerda, recuerda que sólo eres el testigo; ésta es tu verdadera naturaleza. Si eres capaz de morir recordándolo, la rueda se detendrá.»
Repetí el Bhardo Thodal para mi abuelo agonizante, sin saber siquiera lo que estaba haciendo. Es curioso, no sólo que yo lo repitiese, sino que al escuchado él se quedara totalmente callado. Tal vez porque era muy raro escuchar el tibetano. Probablemente, debía ser la primera vez que escuchaba algo en tibetano, quizá ni siquiera sabía que existía un país llamado Tíbet. Estaba muy atento y muy callado cuando se estaba muriendo. El bardo funcionó aunque él no lo pudiera entender. A veces funcionan las cosas que no entiendes, funcionan precisamente porque no las entiendes.
Un gran cirujano no puede operar a su hijo. ¿Por qué? Ningún gran cirujano puede operar a su ser querido. No me refiero a su esposa, cualquiera podría operar a su esposa; me refiero a su ser amado, que sin duda no es su esposa y nunca lo será. Reducir al ser amado a tu esposa es un crimen. Por supuesto, la ley no lo castiga, pero la propia naturaleza lo hace, de modo que no es necesaria ninguna ley.
No se puede dejar al amante reducido a marido. Es tan feo tener un marido. La misma palabra es fea. Viene de la misma raíz que «agricultura» ; el marido es el que usa a la mujer como si fuese un campo, una tierra donde sembrar sus semillas. La palabra marido se debe erradicar de todos los idiomas del mundo. Es inhumano. Un amante es comprensible, ¡pero no un marido!
Yo repetía el bardo aunque no entendía el significado, ni sabía de dónde venía, porque todavía no lo había leído. Pero mi abuelo guardó silencio por el impacto del raro sonido de esas palabras. Murió en ese silencio.
Vivir en silencio es hermoso, pero morir en silencio es mucho más hermoso, porque la muerte es como el Everest, el pico más alto de los Himalayas. Aunque nadie me enseñó, aprendí mucho durante ese silencio. Me vi a mí mismo repitiendo algo realmente raro. Me impulsó a un nuevo plano del ser, y me empujó a una nueva dimensión. Comencé una nueva búsqueda, una peregrinación.
En esta peregrinación me he encontrado con muchos más hombres notables que los que menciona Gurdjieff en su libro “Encuentros con hombres notables”. Hablaré de ellos poco a poco, cuando vaya surgiendo. Hoy vaya hablar sobre uno de esos hombres notables.
No se conoce su verdadero nombre ni su verdadera edad, pero le llamaban «Magga Baba». Magga quiere decir «taza grande». Solía llevar su magga, su taza, en la mano. La usaba para todo: para el té, la leche, la comida, el dinero que le daba la gente o lo que fuese necesario en cada momento. Su magga era lo único que poseía, por eso se le conocía como Magga Baba. Baba es un término respetuoso. Significa abuelo, el padre de tu padre. En hindi el padre de tu madre se llama nana, y el padre de tu padre, baba.
Magga Baba fue, sin duda, uno de los hombres más notables que ha habido en este planeta. Era realmente uno de los escogidos. Se le puede considerar como a Jesús, a Buda o a Lao Tzu. No conozco su infancia ni sé nada de sus padres. Nadie sabe de dónde vino, pero apareció de repente en el pueblo.
No hablaba. La gente insistía en hacerle preguntas de todo tipo. Él se quedaba en silencio y, si le molestaban demasiado, empezaba a farfullar disparates, sonidos sin ningún sentido. La pobre gente pensaba que estaba hablando un idioma que no podían entender. No era, en absoluto, un idioma, sino que sólo hacía sonidos. Por ejemplo:-Higgalal hoo hoo guloo higga hee hee. Entonces esperaba y volvía a preguntar: – Hee, hee, hee? Parecía que estaba diciendo: -¿Habéis entendido? y la pobre gente decía: -Sí, baba, sí.
    Después enseñaba su magga y hacía un gesto. Este gesto en India significa dinero. Viene de los viejos tiempos cuando las monedas eran de plata o de oro. Para comprobar que eran auténticas, la gente las tiraba al suelo y escuchaba el sonido que hacían. El oro auténtico tiene un sonido propio que no se puede imitar. De modo que Magga Baba enseñaba su magga con una mano y con otra hacía la señal de dinero queriendo decir: – Si me habéis entendido dadme algo. Y la gente le solía dar.
    Yo lloraba de la risa porque no había pronunciado ni una palabra. Pero no tenía codicia por el dinero. Una persona le daba dinero y él se lo entregaba a otra. Su magga siempre estaba vacío. De vez en cuando, podías ver que había algo, pero excepcionalmente. Se trataba de una transición: el dinero iba y venía, la comida iba y venía, pero siempre se quedaba vacío. Siempre lo estaba limpiando. Le he visto limpiarlo por la mañana, por las tardes y por las noches.
    Os quiero confesar a vosotros – con vosotros me refiero al mundo entero-, que sólo hablaba conmigo en privado, cuando no había nadie presente. Me acercaba hacia él a mitad de la noche, quizá hacia las dos de la mañana, porque era la mejor hora para estar a solas con él. Solía estar abrazado a su vieja manta, al lado de la hoguera, en las noches de invierno. Me sentaba a su lado un rato, pero nunca le molestaba, por eso me quería. A veces se giraba hacia un lado, abría los ojos y me veía ahí sentado; entonces empezaba a hablar por su propia cuenta.
    El hindi no era su lengua materna, por eso la gente creía que era difícil comunicarse con él, pero no era verdad. Desde luego, no le habían educado en hindi; sin embargo, no conocía solamente el hindi, sino muchos más idiomas. Por su puesto, el idioma que mejor conocía era el silencio casi toda su vida. Durante el día no hablaba con nadie, pero por la noche hablaba conmigo, sólo si no había nadie más. Era una felicidad poder oír sus pocas palabras.
    Magga Baba nunca mencionó nada de su propia vida, pero dijo muchas cosas sobre la vida. Fue la primera persona que me dijo: – La vida es más de lo que aparenta ser. No juzgues por las apariencias, sumérgete a fondo en los valles donde están las raíces de la vida.
    De repente hablaba, y de nuevo de volvía a quedar callado. Ésa era su forma de ser. No había forma de convencerle para que hablase: o bien hablaba o no lo hacía. No respondía a las preguntas, y nuestras conversaciones eran absolutamente secretas. No lo sabía nadie. Ahora lo estoy contando por primera vez.
    He oído hablar a muchos oradores, y él no era más que un hombre pobre, aunque sus palabras eran pura miel, tan dulces y sustanciosas, tan cargadas de significado.
– Pero hasta que yo me muera, no debes decirle a nadie que has estado hablando conmigo – me dijo -, porque hay mucha gente que cree que estoy sordo. Para mí es mejor que lo crean. Muchos piensan que estoy loco, y en lo que a mí respecta, es eso todavía mejor. Los más intelectuales intentan adivinar lo que estoy diciendo, pero sólo son disparates. Cuando oigo el significado que han inferido me pregunto: «¡Dios mío! Si esos son los intelectuales, los profesores, los sabios y los eruditos, ¿cómo será el pueblo?» No había dicho nada y, sin embargo, han creado todo eso de la nada, como pompas de jabón.
Por alguna razón, o tal vez no hubiese ninguna razón, me quería.
He tenido la suerte de ser querido por mucha gente extraña. Magga Baba fue el primero de la lista.
Estaba rodeado de gente todo el día. Era un hombre libre; sin embargo, no se podía mover ni un centímetro porque la gente le estaba sujetando. Le montaban en un rickshaw y se lo llevaban a donde quisieran. Por supuesto, nunca decía que no porque se hacía el sordo, el mudo o el loco. Y jamás pronunció una palabra que estuviese en el diccionario. Obviamente no podía decir ni sí ni no; simplemente se iba.
En una o dos ocasiones se lo llevaron. Desapareció durante unos meses, porque unas personas de otro pueblo se lo habían llevado. Cuando le encontró la policía y le preguntaron si quería volver volvió a hacer de las suyas. Dijo alguna tontería como:- Yuddle fuddle shuddle…La policía dijo: -Este hombre está loco. ¿Cómo vamos a escribir en nuestros informes: « Yuddle fuddle shuddle»? ¿Qué quiere decir? ¿Hay alguien que lo entienda?
De modo que se quedó allí hasta que vino a buscarlo un grupo de gente del primer pueblo. Ése era el pueblo donde me había ido a vivir tras la muerte de mi abuelo.
Todas las noches sin falta me iba a visitarle debajo de su árbol de neem, donde solía vivir y dormir. Aunque estuviese enfermo y mi abuela no me dejase salir, mientras ella dormía, me escapaba por la noche para visitarle. Tenía que hacerlo; tenía que ver a Magga Baba por lo menos una vez al día. Era como un alimento espiritual.
Me ayudó enormemente, aunque no me dio ninguna instrucción aparte de su propio ser. Su propia presencia desató fuerzas desconocidas en mí, desconocidas para mí. Estoy muy agradecido a este hombre, Magga Baba; y la mayor bendición fue que, siendo yo un niño, era la única persona con la que él solía hablar. Esos momentos de intimidad, sabiendo que no hablaba con nadie más en el mundo, fueron tremendamente fortificantes, vivificantes.
Alguna de las veces que le fui a ver había otra persona presente; entonces, él hacia algo tan aterrador que la persona salía corriendo. Tiraba cosas, por ejemplo, o saltaba o bailaba como un loco en mitad de la noche. Inevitablemente se asustaban pues, al fin y al cabo, tenían una mujer, unos hijos y un trabajo, y este hombre no parecía estar en su sano juicio, era capaz de cualquier cosa. Después, cuando se había ido la otra persona, los dos nos echábamos a reír.
Nunca me he reído tanto con nadie, y no creo que me vuelva a ocurrir en esta vida…, y ya no tengo otra vida. La rueda se ha detenido. Sí, sigue girando un poco, pero es por inercia; no está siendo impulsada por ninguna energía nueva.
Magga Baba era tan hermoso que no he encontrado a ningún otro hombre que se le pueda comparar. Era como una estatua romana, sencillamente perfecto; incluso más perfecto de lo que pueda llegar a ser ninguna estatua, porque estaba vivo, quiero decir, lleno de vida. No creo que me vuelva a encontrar a un hombre como Magga Baba; tampoco quiero, porque es suficiente con un Magga Baba, más que suficiente. Me dio mucha satisfacción, ¿y a quién le interesa la repetición? Sé muy bien que no se puede llegar más alto.
Yo mismo he llegado al punto donde no se puede ir más alto. Aunque quieras ir más alto, sigues a la misma altura. En otras palabras, llega un momento, en el crecimiento espiritual, que no puede ser trascendido. Este momento, paradójicamente, se llama trascendental.
La primera vez que me llamó fue el día que se iba a los Himalayas. Por la noche vino alguien a casa y llamó a la puerta. Mi padre abrió y una persona le dijo que Magga Baba quería que fuera a ver/e.
–¡Magga Baba! -dijo mi padre-. ¿Qué tiene que ver con mi hijo? Además, ¿cómo le puede llamar si no habla nunca?
El hombre dijo:
-Lo demás no me concierne. Esto es lo que le tenía que transmitir. Por favor, dígaselo a la persona interesada. Si, casualmente, resulta que es su hijo, no es asunto mío -y el hombre desapareció. Mi padre me despertó en mitad de la noche y me dijo: -Escucha, es importante: Magga Baba te quiere ver. Pero si ni siquiera habla…
Me reí porque sabía que hablaba conmigo, pero no se lo conté a mi padre. -Te quiere ver ahora mismo -prosiguió-, en mitad de la noche. ¿Qué vas a hacer? ¿Quieres ir a ver a ese loco? -Me tengo que ir -le respondí. -A veces pienso que tú también estás un poco loco -dijo mi padre-. De acuerdo, vete, y cierra la puerta desde fuera para que no me vuelvas a molestar para entrar.
Me precipité, salí corriendo. Era la primera vez que me llamaba. Cuando llegué a donde estaba le pregunté: -¿Qué sucede? -Es mi última noche aquí -dijo-. Me voy, quizá para siempre. Eres el único con el que he hablado. Perdóname, tuve que hablar con la persona que fue a tu casa, pero no sabe nada. No sabe que soy un místico. Es un desconocido y le he sobornado dándole una rupia para que te transmitiera este mensaje.
En aquella época, una rupia de oro era mucho dinero. Hace cuarenta años en India se podía vivir cómodamente durante un mes con una rupia de oro. ¿Sabéis que la palabra inglesa «rupia» viene del hindi rupaiya que quiere decir «dorado»? En realidad, el billete no se debería llamar rupia porque no es dorado. Esos tontos al menos lo podían haber pintado de colores dorados, pero ni siquiera eso. Una rupia de aquellos tiempos equivale casi a setecientas de las de ahora. Han cambiado muchas cosas en cuarenta años. Las cosas se han vuelto setecientas veces más caras.
-Sólo le di una rupia y le dije que entregara el mensaje -dijo-. Estaba tan fascinado con la rupia que ni siquiera me miró. Era un desconocido, no le había visto antes.
-Yo también puedo decir lo mismo -respondí-. Tampoco le había visto nunca en este pueblo; probablemente, estaba de paso. Pero no tienes por qué preocuparte. ¿Por qué me has mandado llamar? Magga Baba dijo: -Me marcho y no me puedo despedir de nadie. Tú eres el único. Me abrazó, me besó en la frente, me dijo adiós y se fue, simplemente así.
Magga Baba había desaparecido muchas veces en su vida, la gente lo encontraba y lo volvía a traer; por eso nadie se preocupó demasiado la última vez que desapareció. Solamente al cabo de unos meses se percataron de que realmente había desaparecido, porque hacía muchos meses que no volvía. Empezaron a buscar por los sitios donde había estado antes, pero nadie le había visto. Esa noche, antes de desaparecer, me dijo: -Probablemente, no te vea florecer, pero te doy mis bendiciones. Quizá no pueda volver. Voy a los Himalayas. No le cuentes a nadie mi paradero. .
Estaba feliz al decirme esto, dichoso de irse a los Himalayas. Los Himalayas siempre han sido el hogar de los que han buscado y encontrado.
Yo no sabía a dónde se había ido; los Himalayas son la cadena montañosa más grande del mundo, pero en una ocasión, viajando por los Himalayas, llegué hasta un lugar que parecía su sepultura. Es extraño, pero estaba al lado de la de Moisés y Jesús. Esas dos personas también están enterradas en un lugar remoto de los Himalayas. Había ido hasta allí para ver la tumba de Jesús; y por coincidencia, encontré allí la tumba de Moisés y la de Magga Baba. Fue una sorpresa, claro. Nunca había imaginado que Magga Baba tuviera algo que ver con Moisés o con Jesús, pero al ver su tumba allí entendí inmediatamente por qué su rostro era tan hermoso; por qué se parecía a Moisés más que ningún otro hindú. Quizá perteneciese a la tribu perdida. Moisés perdió una tribu cuando iba de camino hacia Israel. Esa tribu se asentó en Cachemira, en los Himalayas. Y digo con conocimiento que esa tribu tuvo más suerte que Moisés cuando encontró Israel. En Israel, Moisés encontró un desierto totalmente inservible. En Cachemira, ellos encontraron el auténtico jardín de Dios.
Moisés fue hasta allí buscando a la tribu perdida. Jesús también fue allí después de la supuesta crucifixión. Digo supuesta, porque realmente no ocurrió, no murió. Después de estar seis horas en la cruz, Jesús todavía no se había muerto. Los judíos tenían una manera tan cruel de crucificar a la gente, que tardaban casi treinta y seis horas en morir.
Un discípulo muy rico de Jesús dispuso que la crucifixión fuese un viernes. Fue un acuerdo…, los judíos no pueden trabajar los sábados porque es su día festivo. Tuvieron que bajar a Jesús de la cruz temporalmente, y ponerlo en una cueva hasta el lunes siguiente. Entretanto, fue sustraído de la cueva.
Ésta es la historia que cuentan los cristianos. Lo cierto es que mientras estaba en la cueva por la noche, después de haber bajado de la cruz, se lo llevaron de Israel. Estaba vivo aunque había perdido mucha sangre. Necesitó algunos días para curarse, pero se curó y vivió hasta los ciento doce años en un pueblecito llamado Pahalgam, en los Himalayas de CachemIra.
Escogió ese lugar, Pahalgam, porque encontró el sepulcro de Moisés. Moisés había ido antes buscando a su tribu perdida. La encontró, pero también se dio cuenta que Israel no se podía comparar con Cachemira. Vivió y murió allí, me refiero a Moisés. Cuando Jesús fue a Cachemira con su amado discípulo Tomás, le mandó a India para que impartiese sus enseñanzas. Él se quedó en Cachemira el resto de su vida, cerca de la tumba de Moisés.
Magga Baba también está enterrado en el pequeño pueblo de Pahalgam. Cuando estuve en Pahalgam descubrí la extraña relación que va desde Moisés, pasando por Jesús y por Magga Baba hasta mí.
Antes de marcharse del pueblo, Magga Baba me dio su manta diciendo: – Es lo único que poseo y eres la única persona a quien se la quiero dar. -De acuerdo -dije-, pero mi padre no me va a dejar que me lleve la manta a casa.
Él se rió, yo me reí…, los dos nos divertíamos. Él sabía perfectamente que mi padre no iba a permitir que entrara en su casa una manta tan sucia. Pero estaba triste y apenado porque no podía conservarla. No era gran cosa, era un trapo viejo, pero pertenecía a un hombre de la categoría de Buda o de Jesús. No podía llevarla a casa porque mi padre, comerciante de ropa, era muy puntilloso con la ropa. Sabía perfectamente que no me lo iba a permitir. Tampoco podía llevada a casa de mi abuela, ella tampoco querría porque era escrupulosa con la limpieza.
He heredado la manía de la limpieza de ella. Es culpa suya, no soy responsable en absoluto, No soporto las cosas usadas o sucias, imposible. Solía decirle, en broma, claro: -Me estás malcriando. Es verdad. Me ha malcriado para siempre, pero le estoy agradecido. Me ha malcriado a favor de la pureza, la limpieza y la belleza.
Magga Baba era importante para mí, pero si tuviera que elegir entre mi Nani y él, seguiría escogiendo a mi Nani. Aunque ella no estaba iluminada entonces, y él sí lo estaba, a veces una persona que no está iluminada es tan hermosa que la escogerías, aunque tengas como alternativa a una persona iluminada.
Si pudiera escogerlos a los dos, lo haría. O si pudiera escoger a dos personas entre millones, los escogería a ellos dos. Magga Baba en el exterior…, no entraría en casa de mi abuela, se quedaría fuera, debajo de su árbol de neem. Mi abuela, por supuesto, no se sentaría al lado de Magga Baba: –¡Ese tipo! -solía llamarle-. ¡Ese tipo! Déjalo y no te acerques a él. Date una ducha siempre que pases a su lado.
Tenía miedo de que tuviese piojos porque nunca le habían visto darse un baño. Probablemente tenía razón: desde que yo le conocía, no se había dado un baño. No podían estar en el mismo sitio, eso también es verdad. En este caso no era posible la coexistencia, pero siempre podíamos llegar a algún arreglo. Magga Baba podría estar debajo del árbol de neem, en el patio, y Nani sería la reina de la casa. Y yo podía tener el amor de ambos, sin tener que escoger esto o aquello. Odio el «o bien esto o bien lo otro».
¿Qué hora es?
-Las diez y dieciséis minutos, Osho.
Dadme cinco minutos. Sed buenos con este pobre hombre, y cuando hayan pasado los cinco minutos nos podemos ir.

Sesión 16

    En el mundo hay seis religiones importantes. Se pueden dividir en dos categorías: una está formada por el judaísmo, el cristianismo y el islamismo. Creen en una sola vida. Estás entre la vida y la muerte, no hay nada más allá de la vida y la muerte, la vida es todo lo que hay. Aunque creen en el cielo, en el infierno y en Dios, son el resultado de una vida, de una sola vida. La otra categoría está formada por el hinduismo, el jainismo y el budismo. Creen en la teoría de la reencarnación. Vuelves a nacer una y otra vez, eternamente; a menos que uno se ilumine; en ese caso, se detiene la rueda.
    Esto es lo que preguntaba mi abuelo cuando se estaba muriendo, pero yo no era consciente del significado…, aunque repetí el bardo como si fuese una máquina, sin entender lo que estaba diciendo o haciendo. Ahora comprendo la preocupación del pobre hombre. Puedes llamarlo «la última preocupación». Cuando se convierte en una epidemia, como en Oriente, entonces es una obsesión y lo desapruebo. En ese caso es una enfermedad; no es algo que haya que alabar sino reprobar.
La obsesión es la manera psicológica de desaprobar algo; por eso he usado esta palabra. En lo que respecta a las masas de Oriente, esto ha sido una enfermedad durante miles de años. Les ha impedido ser ricos, prósperos y opulentos, porque su única preocupación ha sido cómo detener la rueda. Entonces, ¿quién la va a engrasar y se va a ocupar de que gire suavemente?
Por supuesto, yo necesito a mis sannyasins para que las ruedas de mi Rolls sigan rodando. Basta con un ruidito para que haya un contratiempo…, incluso un suave sonido. Durante un par de días, uno de los Rolls Royces estaba haciendo un ruidito, sólo de vez en cuando, muy suave, como un pajarito cantando entre los árboles. No debería ocurrir; un Rolls no es un pájaro. ¿De dónde viene ese ruido? Del volante. No lo puedo soportar. Como sabéis, no soy intolerante, pero ¿un Rolls Royce nuevo que empieza a cantar, y además en e! volante?
En realidad, no sé qué hay debajo del capó. Nunca he mirado ni pienso hacerlo. No es mi especialidad. Debo decir que era un ruido suave, como el de un pajarito diminuto silbando. Pero hay que repararlo. Un Rolls Royce no silba, ni siquiera suavemente. ¿Y qué hacen estos tipos? Toda su ocupación -y su meditación también- consiste en mantener los Rolls Royces en perfecto estado. Si esos dos tipos, Rolls y Royce, nacieran otra

Vislumbres de una infancia dorada (libro) (2)

Sesión 6

    De acuerdo, estoy un poco triste porque Ashu está triste, y este Arca de Noé tiene tan pocos miembros, que si está triste una persona cambia toda la atmósfera. Es porque se ha ido su novio y quizá no vuelva. Os acordáis que hace unos días le pregunté: -¿Dónde está tu novio, Ashu? y ella me contestó alegremente: -Volverá pronto.
Probablemente, ella no sabía por qué se lo estaba preguntando en ese momento. Nunca pregunto nada sin alguna intención. Quizá no sea tan evidente en el momento que hago la pregunta, pero siempre está ahí. Hay una explicación para todos mis actos absurdos. En toda mi locura hay una nota de absoluta cordura.
Se lo pregunté porque sabía que dentro de poco estaría triste. Alégrate, no te preocupes. Conozco a tu novio mejor que tú.
Lo conseguirá. Yo me ocuparé. Pero no estés triste en esta pequeña Arca de Noé. ¡Ah! Te estás riendo; menos mal. Siempre es bueno separarse un poco del amante; esto hace que tu deseo sea mayor. Hace que te olvides de todas las estupideces que ocurrían, de los conflictos. De repente, sólo te acuerdas de la belleza. Las separaciones cortas traen consigo nuevas lunas de miel. Así que espera a la luna de miel. Mis discípulos siempre encuentran un camino hacia mí, una manera de estar a mi lado. Buscan un camino. Él encontrará un camino hacia mí.
Pero, desgraciadamente, la palabra «triste» me recuerda de nuevo a ese alemán, Achim Seid. Dios mío, no pensaba volver a mencionarle en mi vida, y por culpa de tu tristeza está aquí otra vez… ¡Mira lo que has hecho! De modo que no estés triste; de lo contrario, aparecen personajes como éste.
Estaba intentando encontrar en su libro qué es lo que él cree que está mal en mí, para decir que no estoy iluminado. No quiero decir que lo esté; sólo quiero saber por qué siente que no estoy iluminado sino solamente encendido. Quise saber, por curiosidad, qué le había llevado a esa conclusión. Y descubrí algo realmente divertido. Dice que estoy encendido porque lo que digo es de gran importancia para la humanidad: ain embargo, no estoy iluminado por «la forma de decirlo».
Eso sí que me hizo gracia, me río pocas veces y siempre cuando estoy en el cuarto de baño. Sólo lo sabe mi espejo. La belleza del espejo es que no carga con memorias. Me hace gracia porque parece que este hombre ha conocido a muchos iluminados, y encuentra que mi forma de decir las cosas no es igual que la de los demás. Me gustaría usar una expresión americana: ese hijo de puta tiene estreñimiento intelectual. Tiene que empezar a vaciarse; quiero decir que ¡tiene que comer ciruelas!
Lo digo con autoridad -con mi propia autoridad, por supuesto- : si Bodhidharma hubiese conocido esta expresión, le habría dicho al emperador Wu de China: «¡Hijo de puta! ¡Vete al diablo y déjame en paz!» Pero en aquellos tiempos todavía no existía esta expresión americana. No porque no existiese América; esto, una vez más, es un mito europeo. ¿Colón descubrió América? ¡Bobadas! Ya la habían descubierto muchas veces pero siempre se ocultó.
Os recuerdo que México viene del término sánscrito makshika, y en México se pueden encontrar miles de pruebas de que existió el hinduismo mucho antes que Jesucristo, ¡para qué vamos a hablar de Colón! En realidad, América y sobre todo Suramérica, formaba parte de un gran continente en el que se encontraba también África. India estaba exactamente en el medio, África abajo y América arriba. Sólo estaban separados por un mar muy poco profundo; ¡se podía cruzar andando! Se hace referencia en algunas escrituras hindúes antiguas; dicen que la gente podía pasar andando de Asia a América. Incluso se casaban. Arjuna, el famoso guerrero de la epopeya hindú Mahabharata, y famoso discípulo de Krisna, estaba casado con una muchacha mexicana. Por supuesto, llamaban Makshika a México, pero la descripción es exactamente la de México.
En México hay estatuas de Ganesh, el dios elefante hindú. ¡Sería imposible encontrar una estatua del dios elefante en Inglaterra! Sería imposible encontrarla en ningún lugar, a menos que ese país hubiese entrado en contacto con el hinduismo. En Bali sí, o en Sumatra o en México; pero en ningún otro lugar, a menos que haya estado allí el hinduismo. Más aún, en algunos templos mexicanos hay inscripciones en sánscrito antiguo. Os lo cuento de paso…, pero si queréis saber más os tendréis que informar en el trabajo del monje Bhikkhu Chamanlal, en su libro La América hindú. Me parece extraño que nadie preste atención a su trabajo. Los cristianos, por supuesto, no le pueden prestar atención, pero los eruditos deberían ser imparciales.
El hombre alemán y su colega, el psicólogo holandés, que escribieron que estaba encendido pero no iluminado, tendrían que reunirse para discutir este asunto y llegar a una conclusión, y después me deberían informar; porque no soy ninguna de las dos cosas. Están muy preocupados con las palabras: ¿«iluminado» o «encendido»? Además, los dos utilizan las mismas razones para llegar a conclusiones diametralmente opuestas. El holandés escribió el libro un poco antes que el alemán, que parece que le ha robado el tema al holandés. Pero así es como se comportan los catedráticos; se roban los argumentos unos a otros, exactamente los mismos argumentos…, que no hablo como un hombre iluminado o como un hombre encendido.
¿Quiénes son ellos para decidir cómo debe hablar un hombre iluminado o encendido? ¿Han conocido a Bodhidharma? ¿Han visto su foto? Llegarían inmediatamente a la conclusión que un iluminado o encendido no puede tener ese aspecto. ¡Tiene un aspecto feroz! Sus ojos son como los de un león en la selva y te mira de tal manera que parece que va a saltar de la foto y te va a matar instantáneamente. ¡Él era así! Pero olvídate de Bodhidharma, porque ya han pasado catorce siglos…
Yo conocí a Bodhidharma personalmente. Viajé con él durante tres meses, por lo menos. Me quería como le quería yo a él. Tendréis curiosidad de saber por qué me amaba. Porque no le hacía ninguna pregunta. Una vez me comentó:
-Es la primera vez que me encuentro a alguien que no me hace preguntas; las preguntas me aburren. Eres el único que no me aburre.
-Hay una razón -le dije.
-¿Cuál? -preguntó.
-Yo sólo contesto, nunca pregunto -respondí. Si tienes alguna pregunta me la puedes hacer. Si no tienes preguntas, cierra la boca.
Los dos nos reímos porque pertenecemos a la misma categoría de locos. Me pidió que siguiera el viaje con él, pero le dije:
-Lo siento, pero tengo que seguir mi propio camino, y en este punto se separa del tuyo.
Él no daba crédito. Era la primera vez que invitaba a alguien. Este hombre había rechazado incluso al emperador Wu como si fuese un mendigo; y era el mayor emperador de su época, tenía el imperio más grande. Bodhidharma no podía creer lo que estaba viendo, que yo rechazara su oferta.
-Ahora sabes qué es sentirse rechazado -le dije-. Quería que lo experimentases. -pero eso fue hace catorce siglos.
Le podría recordar al alemán otras versiones posteriores… como Gurdjieff, que estaba vivo hace tan sólo unos años. Tenía que haber visto a Gurdjieff para saber cómo se comporta y habla una persona que está iluminada o encendida. No hay ni una sola palabra que no haya usado Gurdjieff; y por supuesto, son palabras que no se escriben en sus libros; si no, no los habría querido publicar nadie.
Lo único que le interesa es la iluminación hindú, que parece ser la nota dominante en estos idiotas…; no sé qué tendrá que ver India con todo esto. La iluminación ha sucedido en todas partes. Si sólo le interesa la iluminación hindú, en ese caso, Ramakrishna sería el más cercano. Sus palabras no han sido transcritas correctamente, porque era un campesino y hablaba como tal. Se han eliminado todas las palabras que la gente piensa que no debe usar un iluminado. He recorrido Bengala preguntándole a la gente que aún vive cómo solía hablar Ramakrishna. Todos me contestaron que hablaba fatal. Solía hablar como hablan los hombres: fuerte, sin miedo, sin ninguna sofisticación.
Siempre he hablado de la manera que a mí me gusta. No soy esclavo de nadie y no me importa lo que piensen de mí esos idiotas. Allá ellos: pueden pensar que estoy iluminado; pueden pensar que estoy encendido; pueden pensar que soy un ignorante. Que piensen lo que quieran; es su mente. Pueden escribir; hay papel y tinta. ¿Por qué he de preocuparme?
Ashu, por cierto, como estabas triste has hecho aparecer al idiota este. No vuelvas a estar triste porque si lo estás, tendré que sacar a relucir al idiota, y ya sabes que puedo traer lo que sea de donde sea, incluso de ninguna parte.
Bueno, hemos terminado con la tristeza alemana, ¿verdad? Ríete un poco, por lo menos…, ¡bien! Sí; lo entiendes. Si te ríes cuando estás triste tiene otro color, pero es natural. Mis sannyasins deben aprender a estar un poco por encima de la naturaleza. Tienen que aprender cosas que no le importan a nadie en el mundo corriente. La separación tiene su propia belleza, como la tiene el encuentro. No creo que haya nada malo en separarse. La separación tiene su propia poesía; sólo hay que aprender su lenguaje, hay que vivirla en toda su profundidad. De la misma tristeza surgirá más tarde un nuevo tipo de alegría…, parece casi imposible, pero sucede. Yo la he conocido. Esta mañana he estado hablando de eso. He hablado de la muerte de mi Nana.
Fue una separación total. No nos volveremos a ver pero había algo hermoso en ello, y se volvió más hermoso al repetir el mantra. Fue como una oración…, tenía un sabor dulce. Él era viejo y se estaba muriendo, probablemente de un fuerte ataque al corazón. No lo sabíamos porque en el pueblo no había médico, ni farmacéutico ni medicinas. Por eso no pudimos saber cuál fue la causa de su muerte, aunque creo que fue un grave ataque al corazón.
Le pregunté al oído:
-¿Nana, hay algo que me quieras decir antes de irte? ¿Las últimas palabras? ¿Me quieres dar algo para que te recuerde para siempre?
Se quitó el anillo y me lo puso en la mano. Actualmente, lo tiene algún sannyasin; se lo regalé a alguien. Pero ese anillo siempre ha sido un misterio. Durante toda la vida no le permitió ver a nadie lo que había en su interior, pero él solía mirar de vez en cuando. El anillo tenía cristal a ambos lados, de modo que se podía mirar a través. En la parte superior había un diamante, y a cada lado había una ventanita de cristal.
Nunca le dejó saber a nadie lo que veía a través del cristal. En su interior había una estatua de Mahavira, el tirthankara jainista; una figura muy hermosa y muy pequeña. Probablemente, se trataba de un pequeño retrato de Mahavira, y los dos cristales actuaban como lupas Lo ampliaban y parecía enorme. De poco me sirvió, siento decirlo, porque aunque lo he intentado, nunca he conseguido amar a Mahavira tanto como a Buda, aunque fuesen contemporáneos.
Mahavira carece de algo y, a falta de eso, mi corazón no puede latir por él. Parece una estatua de piedra. Buda parece más vivo, aunque no llega a mi modelo de vivacidad, por eso también quiero que se convierta en un Zorba. Si nos encontramos en el otro mundo tendremos problemas. Me gritará: -¡Querías que me convirtiera en un Zorba!
Pero ya sabéis que yo grito más fuerte. No me podrá callar; me saldré con la mía. Si no quiere convertirse en un Zorba es asunto suyo, pero entonces se acabará su mundo; no tendrá futuro. Si quiere tener futuro me tendrá que escuchar. Tiene que convertirse en un Zorba. Zorba no puede existir solo -acabaría en Hiroshima-, y Buda tampoco. En el futuro no hay posibilidad de que existan por separado.
La psicología futura del hombre deberá ser un puente entre el materialismo y la espiritualidad; entre Oriente y Occidente. Algún día, el mundo agradecerá que mi mensaje haya llegado a Occidente; hasta ahora, los buscadores tenían que viajar al Oriente. Esta vez, el mensaje de un buda viviente ha venido a Occidente.
Occidente no sabe reconocer a un buda. No ha conocido nunca a un buda. Ha conocido budas parciales -Jesús, Pitágoras, Diógenes-, pero nunca ha conocido a un buda total. Por eso no me sorprende que estén discutiendo acerca de mí.
¿Sabéis lo que están publicando los periódicos hindúes? Cuentan una mentira: que tengo enemigos que me podrían secuestrar y que mi vida corre peligro. Estoy aquí ahora mismo y a ellos no les interesa en lo más mínimo. India es un país corrupto. Es corrupto desde hace casi dos mil años, ¡y apesta! No hay nada que huela tan mal como la espiritualidad hindú. Es un cadáver, un cadáver muy viejo, ¡de dos mil años!
¡Qué historias inventa la gente! Podría ser «secuestrado por mis enemigos y ahora mi vida está en peligro». En realidad, mi vida ha estado en peligro constante durante los últimos veinticinco años. Es un milagro que haya sobrevivido. ¡Y ahora me quieren proteger! Hay gente extraña en todo el mundo; pero el futuro del hombre no está en manos de esta gente, sino de un tipo de personas completamente nuevo, y a ese nuevo tipo de personas le he puesto como nombre Zorba el Buda.
Os contaba que mi abuelo, antes de morirse, me dio su objeto más querido: una estatua de Mahavira escondida detrás del diamante de un anillo. Con lágrimas en los ojos, me dijo:
-No tengo otra cosa para darte, porque te quitarán todo lo que tengo, igual que me lo quitaron a mi. Sólo puedo darte mi amor para aquel que se ha conocido a sí mismo.
Aunque no me quedé con el anillo, he cumplido su deseo. Lo he conocido, y lo he conocido dentro de mí mismo. El anillo, ¿qué más da? Pero el pobre viejo amaba a su maestro, Mahavira, y me dio su amor. Respeto el amor a su maestro y a mí. Las últimas palabras que dijo fueron:
-No os preocupéis porque no me estoy muriendo.
Nos quedamos esperando para ver si decía algo más, pero eso fue todo. Cerró los ojos y dejó de existir.
Todavía recuerdo el silencio. El carro de bueyes estaba cruzando el lecho de un río. Me acuerdo exactamente de todos los detalles. No dije nada porque no quería molestar a mi abuela. Ella no dijo nada. Pasaron algunos instantes, me empecé a preocupar por ella y dije:
-Di algo; no estés tan callada, no lo puedo soportar.
No lo creeréis, ¡se puso a cantar una canción! De ese modo aprendí que hay que celebrar la muerte. Cantó la misma canción que había cantado cuando se enamoró de mi abuelo la primera vez. También conviene tener en cuenta esto: tuvo el valor de enamorarse hace noventa años en India. No se casó hasta los veinticuatro años. Eso era poco corriente. Una vez le pregunté por qué había tardado tanto en casarse. Era una mujer muy bella… Le dije en broma que se habría enamorado de ella hasta el rey de Chhatarpur, el estado donde se encuentra Khajuraho. Ella respondió:
-Qué raro que lo menciones, porque ocurrió. Pero yo le rechacé, y no sólo a él, sino a muchos otros también.
En aquella época en India, las niñas se casaban a los siete años, a los nueve como mucho. Sólo por miedo al amor…, si hubiesen sido más mayores tal vez se habrían enamorado. Pero el padre de mi abuela era un poeta; todavía cantan sus canciones en Khajuraho y en los pueblos cercanos. Él insistió en que no la casaría con nadie si ella no estaba de acuerdo. Y por arte del azar, se enamoró de mi abuelo. -Eso es más extraño -le dije-. ¿Rechazaste al rey de Chhatarpur y, sin embargo, te enamoraste de ese pobre hombre? ¿Por qué? Desde luego no es un hombre muy apuesto, ni extraordinario en ningún otro sentido; ¿por qué te enamoraste de él?
-Estás haciendo la pregunta equivocada -respondió-. Enamorarse no tiene un «por qué». Le vi y eso es todo. Vi sus ojos y surgió en mí una confianza que no ha flaqueado nunca.
También le pregunté a mi abuelo:
-Nani dice que se enamoró de ti. Por su parte está bien, pero ¿por qué has permitido que se celebre la boda?
-No soy un poeta ni un pensador -contestó-, pero reconozco la belleza cuando la veo.
Nunca he visto una mujer tan hermosa como mi abuela. Yo también estaba enamorado de ella y la amé durante toda la vida. Cuando murió, a los ochenta años, corrí hasta la casa y la encontré ahí, echada, muerta. Me estaban esperando, porque ella había dicho que no pusieran su cuerpo en la pira funeraria hasta que yo llegase. Insistió en que yo tenía que prender la pira funeraria, de modo que me estaban esperando. Entré, le descubrí la cara… iY seguía estando hermosa! En realidad, más bella que nunca, porque todo estaba quieto; incluso el alboroto de la respiración, el alboroto de la vida, ya no estaban allí. Ella sólo era una presencia.
    Prender fuego a su cuerpo ha sido la tarea más difícil de mi vida. Es como si estuviese quemando uno de los cuadros más hermosos de Leonardo o de Vincent Van Gogh. Por supuesto que para mí ella tenía más valor que la Mona Lisa y era más bella que Cleopatra. No estoy exagerando.
Todo lo hermoso que hay en mi visión viene a través de ella. Me ayudó totalmente a ser lo que soy. Sin ella habría sido un tendero, o quizá un doctor o un ingeniero, porque mi padre era tan pobre cuando aprobé el examen de ingreso, que para él era muy difícil mandarme a la universidad. Pero estaba dispuesto a pedir dinero. Me insistió mucho para que fuese a la universidad. Yo deseaba hacerlo, pero no quería hacer la carrera de medicina ni la de ingeniería. Rechacé de plano ser médico o ingeniero.
-Si quieres saber la verdad -le dije-, quiero ser un sannyasin, un vagabundo.
-¡Qué! -respondió-. ¿Un vagabundo?
-Sí -afirmé-. Quiero ir a la universidad y estudiar filosofía para ser un vagabundo filosófico.
Él se negó diciendo:
-En ese caso, no pienso pedir dinero ni tomarme todo ese trabajo.
Mi abuela dijo:
-No te preocupes, hijo; irás y harás lo que quieras. Estoy viva y venderé todo lo que tengo para ayudarte a ser tú mismo. No te voy a preguntar dónde vas a ir ni qué quieres estudiar.
Nunca me pidió nada y me mandaba dinero continuamente, incluso cuando ya era profesor. Le tuve que decir que ahora ya ganaba dinero y que prefería mandárselo a ella.
-No te preocupes -me contestó-. No necesito este dinero y seguro que le estás dando buen uso.
La gente se preguntaba de dónde sacaba tanto dinero para comprar libros, porque tenía miles de libros. Tenía miles de libros en casa, incluso cuando estaba en la escuela superior. Mi casa estaba llena de libros y todos se preguntaban de dónde sacaba el dinero. Mi abuela me había dicho:
-No le cuentes a nadie que te doy dinero porque, si se enteran tus padres, me empezarán a pedir dinero y me costará mucho negarme.
Siguió dándome dinero. Os sorprenderá saber que, incluso el mes que se murió, me había mandado el dinero habitual. Firmó el cheque la misma mañana del día en que se murió. Igualmente os asombrará saber que era el último dinero que le quedaba en el banco. Tal vez supiese que no iba a haber un mañana.
Soy afortunado en muchos sentidos, pero la mayor fortuna ha sido tener a mis abuelos maternos… y esos primeros años dorados.

Sesión 7

    Devageet, algunas veces, cuando le dices a Ashu «de acuerdo» no te entiendo: creo que me lo estás diciendo a mí. Por eso ella se ríe. Pero en lo más profundo de mi ser sé que sólo hay risa. Me puedes anestesiar todo el cuerpo pero a mí no. Eso no está a tu alcance.
Lo mismo te pasa a ti. Tu esencia más profunda es superior a las sustancias químicas o farmacéuticas. Ahora puedo oír a Devageet echarse una risilla. Me gusta oír la risilla de un hombre. Los hombres no se echan risillas casi nunca. Se ha vuelto dominio exclusivo de las mujeres. Los hombres se pueden reír o no, pero no se echan risillas. La risilla está justo en el medio. Es el justo medio. Es el Tao. La risa puede ser violenta; no reírse es estúpido. Pero la risilla está bien.
    Veis, puedo decir algo significativo incluso sobre las risillas: «La risilla es buena.» No os preocupéis de si digo algo correcto o no, no es más que una vieja costumbre. Hablo incluso en sueños; por tanto, no pasa nada porque hable así.
Gudia sabe que hablo en sueños pero no sabe con quién. Sólo yo lo sé. ¡Pobre Gudia! Hablo con ella; ella piensa y se preocupa de por qué estoy hablando, y con quién. ¡Ay! No se da cuenta de que hablo con ella de esa manera. El sueño es una anestesia natural. La vida es tan dura que todas las noches nos tenemos que anestesiar unas cuantas horas. Ella se pregunta si estoy dormido o no. Comprendo su duda.
Hace más de un cuarto de siglo que no duermo. Devaraj, no te preocupes. Hablando de sueño normaL.., duermo más que nadie en el mundo: tres horas durante el día, y siete, ocho o nueve horas por la noche; todo lo que me pueda permitir. En conjunto, en total, duermo doce horas cada día, aunque, en realidad, estoy despierto. Me veo mientras duermo y a veces la noche es tan solitaria que me pongo a hablar con Gudia. Pero a ella le cuesta mucho trabajo. Primero, porque cuando hablo en sueños lo hago en hindi. Cuando duermo no hablo inglés. Nunca lo haré, aunque si quisiese lo podría hacer. Lo he intentado alguna vez y lo he conseguido, pero perdía el encanto.
Os habréis percatado que todos los días escucho una canción de Noorjahan, la famosa cantante Urdu. Todos los días, antes de venir, la escucho una y otra vez. Os podría volver locos. ¿Sabéis algo de taladrar? Yo sé lo que es taladrar. Todos los días le taladro el cerebro a Gudia con esa canción. Tiene que escuchada, no hay forma de evitarlo. Cuando he acabado mi trabajo vuelvo a poner la canción. Adoro mi idioma… no porque sea mi idioma, pero es tan hermoso que si no fuera el mío lo habría aprendido.
La canción que escucha todos los días, y que tendrá que seguir escuchando, dice: «Lo recuerdes o no, una vez hubo confianza entre nosotros. Solías decirme: ‘Eres la mujer más hermosa de la tierra.’ Ahora ya no sé si me reconocerías. Quizá no te acuerdes, pero yo sÍ. No puedo olvidar la confianza y las palabras que me susurrabas. Decías que tu amor era inmaculado. ¿Todavía te acuerdas? Tal vez no, pero yo sí; no en su totalidad, por supuesto. El tiempo ha hecho mucho daño.
»Soy un palacio dilapidado pero si te fijas cuidadosamente, sigo siendo la misma. Todavía me acuerdo de la confianza y de tus palabras. La confianza que una vez hubo entre nosotros ¿sigue estando en tu memoria o no? No sé nada de ti pero todavía me acuerdo.»
¿Por qué sigo poniendo la canción de Noorjahan? Es una especie de taladro. No le estoy taladrando los dientes (aunque si sigo taladrando más tiempo seguro que llego a los dientes), sino taladrando en su interior la belleza de un idioma. Sé que no le va a resultar fácil entenderlo o apreciarlo.
Cuando hablo con Gudia en sueños, hablo en hindi porque sé que su inconsciente todavía no es inglés. Sólo estuvo unos años en Inglaterra. Anteriormente, había estado en India y ahora vuelve a estar en India. He intentado borrar todo lo que hay entre los dos espacios de tiempo. Pero hablaré de esto más tarde, cuando llegue el momento…
Hoy pensaba decir algo sobre el jainismo. ¡Fíjate en la locura de este hombre! Sí; puedo saltar de un pico a otro sin que haya ningún puente en medio. Pero tenéis que aceptar a un loco. Os habéis enamorado: es responsabilidad vuestra, yo no soy responsable de eso.
El jainismo es la religión más ascética del mundo o en otras palabras, la más masoquista y sádica. Los monjes jainistas se torturan hasta tal punto que uno llega a pensar que están locos. No lo están. Son comerciantes, y los seguidores de los monjes jainistas también lo son. Es raro, toda la comunidad jainista está formada por comerciantes, aunque no es raro exactamente, porque la misma religión se basa en un beneficio en el más allá. Los jainistas se torturan a fin de obtener algún provecho en el más allá, porque saben que no pueden obtenerlo en este mundo.
Debía tener alrededor de cuatro o cinco años cuando vi cómo mi abuela invitaba al primer monje jainista desnudo a su casa. No me pude aguantar la risa. Mi abuelo me dijo:
-¡Cállate! Eres un pesado. Te perdono cuando eres un estorbo para los vecinos, pero no te puedo perdonar si intentas ser travieso con mi gurú. Es mi maestro; me inició en los secretos internos de la religión.
-No me interesan los secretos internos -le respondí-, lo que me preocupa son los secretos externos que está mostrando tan manifiestamente. ¿Por qué está desnudo? ¡Al menos se podría poner unos pantalones cortos!
Hasta mi abuelo se rió.
-Tú no entiendes -me dijo.
-De acuerdo -le contesté-, se lo preguntaré yo mismo -después le pregunté a mi abuela-: ¿Le puedo hacer unas preguntas a este hombre totalmente perturbado que se presenta desnudo delante de damas y caballeros? Mi abuela se rió y dijo:
-Adelante, no hagas caso de lo que dice tu abuelo. Te doy mi permiso. Si te dice algo, simplemente me haces una señal y yo le pondré en su lugar.
Era una mujer realmente hermosa, valiente, dispuesta a dar libertad sin límites. Ni siquiera quiso saber qué le iba a preguntar. Sólo dijo:
-Adelante…
Todos los vecinos se habían reunido para el darshan del monje jainista. Me levanté en mitad del llamado sermón. Eso ocurrió hace cuarenta años, más o menos, y desde entonces he luchado constantemente contra esos idiotas. Ese día comenzó una guerra que no terminará hasta que yo ya no esté. Probablemente tampoco termine entonces; tal vez la continúe mi gente.
Le hice unas preguntas muy sencillas pero él no las supo contestar. Yo estaba perplejo. Mi abuelo estaba avergonzado. Mi abuela, dándome palmaditas en la espalda, me dijo:
-¡Estupendo! Lo has conseguido. Sabía que serías capaz.
¿Qué le pregunté? Sólo le hice preguntas sencillas. Le dije:
-¿Por qué no quieres nacer de nuevo? -es una pregunta muy fácil para los jainistas, porque todo el esfuerzo del jainismo se basa en no volver a nacer. Es la ciencia de evitar la reencarnación. De modo que le hice una pregunta básica:
-¿No quieres nacer de nuevo? Él me contestó:
-No; nunca más.
Entonces le pregunté:
-¿Por qué no te suicidas? ¿Por qué sigues respirando? ¿Para qué comer? ¿Por qué beber agua? Desaparece sin más. Suicídate. ¿Para qué armar tanto lío por una cosa tan simple? -él no sobrepasaba los cuarenta años. Si sigues así -dije-, quizá tengas que seguir otros cuarenta años o tal vez más.
Es un hecho científico que la gente que come menos vive más. Sin lugar a dudas, Devaraj está de acuerdo conmigo. Se ha demostrado repetidas veces que las especies que son alimentadas más de lo necesario, engordan y por supuesto se vuelven más cómodas, y más hermosas, claro, pero se mueren antes. Si les das la mitad del alimento necesario, es curioso: no tienen tan buen aspecto ni se sienten tan cómodas, pero viven casi el doble que la media. La mitad de alimento y el doble de tiempo, el doble de alimento y la mitad de tiempo.
Así que le dije al monje (en aquel momento todavía no conocía estos datos):
-Si no quieres nacer de nuevo, entonces ¿por qué estás viviendo? ¿Sólo para morirte? En tal caso, ¿por qué no te suicidas? -no creo que le hubieran hecho una pregunta así antes. En la sociedad cortés nadie hace preguntas de verdad, y la pregunta del suicidio es la más auténtica de todas.
Marcel dice: «El suicidio es la única cuestión verdaderamente filosófica.» No conocía a Marcel entonces. Quizá, en aquella época, ni siquiera existía Marcel ni había escrito aún su libro. Pero eso es lo que le dije al monje jainista:
-Si no quieres volver a nacer, que como dices es tu deseo, entonces ¿por qué sigues vivo? ¿Para qué? ¡Suicídate! Yo te puedo enseñar una manera. Aunque no conozco bien cómo marcha el mundo, en lo que se refiere al suicidio te puedo dar un consejo. Puedes tirarte desde la colina que hay al Iado del pueblo, o puedes saltar al río.
El río estaba a cinco kilómetros del pueblo y era tan hondo y tan ancho, que era un placer cruzarlo. A menudo, cuando lo cruzaba a nado, pensaba que era el final y que no llegaría hasta la otra orilla. Era muy ancho y, especialmente en la época de lluvias, tenía varios kilómetros de anchura. Casi parecía un océano. En la época de lluvias no se llegaba a ver la otra orilla. Solía zambullirme cuando estaba más crecido, bien para morir o bien para llegar a la otra orilla. La probabilidad más grande era que nunca llegase hasta la otra orilla.
Se lo conté al monje jainista:
-Si quieres, puedes saltar al río conmigo en la época de las lluvias. Podemos hacemos compañía durante un rato y después te puedes morir, mientras yo llego hasta la otra orilla. Sé nadar bastante bien.
Me miró tan enfurecido, tan lleno de rabia, que tuve que decide: -Tenía en cuenta, tendrás que nacer de nuevo porque todavía estás lleno de rabia. Ésta no es la forma de librarte de un mundo de preocupaciones. ¿Por qué me miras con tanta cólera? Contéstame de manera pacífica y silenciosa. ¡Contéstame con alegría! Si no puedes contestar, di simplemente: «No lo sé.» Pero no te enfades. El hombre dijo:
-El suicidio es pecado. No puedo cometer el pecado de suicidarme. Pero no quiero volver a nacer. Alcanzaré ese estado renunciando, paso a paso, a todo lo que poseo.
-Por favor -le pedí-, muéstrame lo que posees; por lo que veo estás desnudo y no posees nada. ¿Qué posesiones tienes?
Mi abuelo intentó detenerme. Señalé en dirección a mi abuela y después le dije:
-Recuerda, le he pedido permiso a Nani, y nadie me lo va a impedir, ni siquiera tú. Le pregunté a la abuela porque tenía miedo de que te enfadases conmigo si interrumpía a tu gurú y su supuesto sermón de pacotilla. Ella me ha dicho: «Hazme una señal, eso es todo. No te preocupes: con una sola mirada mía se quedará callado.»
Es curioso… ¡era verdad! Se quedó callado sin necesidad de que mi Nani le mirara.
Más tarde mi Nani y yo nos reíamos.
-Ni siquiera te ha mirado -le dije. -No podía -contestó-, seguro que tenía miedo de que le dijese «iCállate! No interfieras con el niño». Por eso me rehuyó. La única manera de rehuirme era no interferir contigo.
En realidad cerró los ojos como si estuviese meditando.
-¡Fantástico, Nana! -le dije-. Estás enfadado, hirviendo, hay fuego en tu interior y, sin embargo, te sientas con los ojos cerrados como si estuvieses meditando. Tu gurú está enfadado porque mis preguntas le están fastidiando. Tú estás enfadado porque tu gurú no es capaz de contestarme. Pero yo digo que este hombre que nos está sermoneando no es más que un imbécil.
Yo apenas tenía cuatro o cinco años.
Desde ese día en adelante, mi lenguaje no ha cambiado. Reconozco a un idiota inmediatamente, esté donde esté, sea quien sea. Nadie se puede escapar de los rayos X de mis ojos. En seguida puedo distinguir un retraso mental o cualquier otra cosa.
El otro día le regalé a uno de mis sannyasins la pluma con la que escribí su nombre, simplemente para que recordara que era la que había utilizado para empezar su nueva vida, su sannyas. Pero estaba ahí su mujer. Yo había invitado a su mujer a hacerse sannyasin. Ella lo estaba deseando y todo lo contrario; ya sabéis cómo son las mujeres: de esta manera y de la otra; nunca sabes exactamente. Incluso cuando sacan la mano derecha en el coche, nunca sabes si realmente quieren girar a la derecha. Podrían estar sintiendo el viento, o quién sabe; podrían estar haciendo cualquier cosa. Esa mujer era, quiero y no quiero, ni fu ni fa…, en ese sentido era una mujer perfecta. Quería decir que sí pero no podía: ese tipo de mujer. Ten en cuenta que el noventa y nueve por ciento de las mujeres del mundo son así, con excepción del uno por ciento. Aparte de eso, era una mujer muy representativa.
A pesar de todo, intenté seducirla; ¡al sannyas, me refiero! Estaba embaucándola un poquito y ella estaba a punto de decir que sí, cuando me detuve. Yo no soy tan simple como pueda parecer. No quiero decir que sea complicado, quiero decir que veo las cosas tan claras, que a veces tengo que renunciar a la sencillez y la invitación.
Cuando estaba a punto de decir que sí, apretó la mano de su marido, que ahora es sannyasin. Yo le miré y pude ver que quería deshacerse de esta mujer. Ya le había torturado bastante. En realidad, él tenía la esperanza de que si se hacía sannyasin la mujer tendría piedad y decidiría dejarle. Pude ver su asombro, cuando intenté convencer a su mujer para que se hiciera sannyasin. Su corazón estaba diciendo:
-Dios mío. Si se hace sannyasin no podré estar tranquilo ni en Rajneeshpuram.
Quiere formar parte de esta comuna. Es un hombre rico y posee un negocio multimillonario que quiere donar íntegramente a la comuna. Tenía miedo… me percaté de lo que ocurría entre este sannyasin y su mujer.
No había un puente que les uniera, y nunca lo había habido. Eran una pareja inglesa, ya sabéis… Dios sabe por qué se casaron; y Dios no existe. ¡Lo vuelvo a repetir porque siempre me parece que tal vez creáis que Dios realmente lo sabe! Dios no lo sabe porque no existe.
Dios es una palabra como «Jesús». No quiere decir nada, sólo es una exclamación. Ésta es la historia de cómo le pusieron el nombre a Jesús…
José y María volvían de Belén con su hijo. María estaba sentada en el burro con el niño. José iba andando delante y sujetaba la cuerda, llevando al burro. De repente, se tropezó dándose un golpe con una piedra en el dedo gordo. -¡Jesús! -gritó. Y ya sabéis cómo son las mujeres…
María dijo:
-¡José! Estaba pensando qué nombre ponerle a nuestro hijo y tú acabas de pronunciar el nombre acertado: Jesús!
Así es como le dieron ese nombre al pobre niño. No es casualidad que siempre que te das con un martillo en la mano exclames: «¡Jesús!» No pienses que es porque te acuerdas de Jesús; acuérdate del pobre José golpeándose el dedo gordo del pie con una piedra.
Cuando deje de respirar, Devaraj sabrá lo que tiene que hacer. Aunque es medio judío… pero, a pesar de todo, se puede confiar en él. Yo sé que él no cree que tiene una parte judía. Cree que parte de su familia podría haber sido judía ¡pero él no! Así son todos los judíos, incluso aunque no sean totalmente judíos. Se cree perfecto. A decir verdad, un judío es siempre un perfecto judío. Una sola gota de judaísmo es suficiente para hacerte un judío perfecto.
Pero adoro a los judíos y confío en ellos. Fijaos en esta Arca de Noé: hay dos judíos y medio. Yo soy judío, sin lugar a dudas. Devageet no es un judío perfecto, es sólo un judío. Devaraj es medio judío y hace cualquier esfuerzo por esconderlo; pero eso sólo le hace más judío. No puedes esconder tu judaísmo. ¿Cómo vas a esconder la nariz? Es la única parte del cuerpo que no se puede esconder. Puedes esconderlo todo excepto la nariz, porque tienes que respirar.
Decía que Jesús, incluso Jesús, no es un nombre sino la exclamación de José cuando se golpeó el dedo con una piedra. Dios es lo mismo. Cuando alguien dice: «¡Dios mío!», no quiere decir que cree en Dios. Sencillamente se está quejando, si es que hay alguien que le pueda escuchar en el cielo. Cuando alguien dice «¡Dios!» está diciendo lo mismo que está escrito en muchos papeles oficiales: «A quien pueda interesar.» «¡Dios mío!» quiere decir simplemente «A quien pueda interesar» y en caso de que no haya nadie, entonces, «Perdón, no le interesa a nadie pero sólo era una exclamación y no pude resistirlo».
¿Qué hora es? …porque llevo media hora de más y no quiero que os retraséis. De vez en cuando, también puedo ser amable. Sólo para recordároslo… Esto ha sido lo mejor hasta la fecha. Muy bien. Sé decir «suficiente»… incluso cuando está muy bien. Esto es tremendamente bello… Muy hermoso. Fin.

Sesión 8

Os estaba contando un incidente que es absolutamente importante para poder entender mi vida y su funcionamiento…, y todavía está vivo para mí.
Por cierto, decía que todavía me acuerdo, pero la palabra «acordarse» no es correcta. Incluso puedo ver cómo ocurrió este incidente. Naturalmente, sólo era un niño, pero eso no quiere decir que no haya que tomarlo en serio. En realidad, es la única cosa seria sobre la que jamás he hablado: el suicidio.
A un occidental puede parecerle un poco descortés hacerle a un monje -que es casi como el papa de los jainistas- la siguiente pregunta:
-¿Por qué no te suicidas?
Pero sed benévolos conmigo. Dejadme que os lo explique antes de llegar a una conclusión o, si no, podéis dejar de escucharme.
El jainismo es la única religión del mundo que respeta el suicidio. Ahora os toca sorprenderos a vosotros. Por supuesto, no lo llaman suicidio; le dan un hermoso nombre metafísico, santhara. Estoy en contra, especialmente de la forma que se lleva a cabo. Es muy violento y cruel. Es curioso que una religión que cree en la no-violencia predique elsanthara, el suicidio. Podéis llamarlo suicidio metafísico, pero, al fin y al cabo, el suicidio es el suicidio; no importa qué nombre tenga. Lo que importa es que la persona ya no está viva.
¿Por qué estoy en contra? No estoy en contra del derecho del hombre a suicidarse. No; debería ser uno de los derechos fundamentales del hombre. Si no quiero vivir, ¿quién tiene derecho a obligarme? Si quiero desaparecer, los demás me lo tendrían que facilitar en todo lo posible. Toma nota: algún día me gustaría desaparecer. No puedo vivir para siempre.
Precisamente el otro día alguien me enseñó una pegatina para el coche que decía: «Estoy orgulloso de ser americano.» La miré y más tarde me eché a llorar. No soy americano y estoy orgulloso de no serlo. Tampoco soy hindú. ¿Entonces quién soy? Estoy orgulloso de no ser nadie. Mi viaje me ha traído hasta aquí: a no ser nadie, a no tener casa, a la nada. He renunciado incluso a la iluminación, a la que no había renunciado nadie antes que yo. También renuncio a estar encendido, ¡en honor a ese alemán idiota! No tengo religión, ni país ni casa. Todo el mundo es mío. Soy el primer ciudadano del universo. Ya sabéis que estoy loco. Podría empezar a emitir pasaportes para la ciudadanía universal. Lo he estado pensando. Se trataría de una tarjeta anaranjada que entregaría a mis sannyasins a modo de pasaporte, para una hermandad universal opuesta a las naciones, las razas y las religiones.
No me opongo a la actitud jainista hacia el suicidio, pero el método…, su método es dejar de alimentarse. El pobre hombre tarda noventa días en morirse. Es una tortura. No se te podría ocurrir nada mejor. Ni siquiera a Adolf Hitler se le habría ocurrido una idea parecida. Para conocimiento de Devageet, a Adolf Hitler se le ocurrió perforarle los dientes a las personas, sin anestesia, por supuesto. Todavía hay muchos judíos en el mundo a los que les perforaron los dientes sin más motivo que el de acongojarles. Pero, probablemente, Adolf Hitler no haya oído hablar de los monjes jainistas y de sus prácticas masoquistas. ¡Son soberbias! No se cortan el pelo, sino que se lo arrancan con las manos. ¡Fíjate qué excelente idea!
Todos los años, los monjes jainistas se arrancan el pelo, la barba y el bigote, y todo el resto del cabello del cuerpo. ¡Sólo usan las manos! Están en contra de la tecnología; dicen que es lógica, llevando la lógica al extremo. Y usar una cuchilla de afeitar es tecnología; ¿lo sabías? ¿Alguna vez has considerado que una cuchilla de afeitar fuese un objeto tecnológico? Hasta los supuestos ecologistas se afeitan la barba, sin saber que están cometiendo un crimen contra la naturaleza.
Los monjes jainistas se arrancan el pelo; y no en privado, porque no tienen privacidad. Parte de su masoquismo consiste en no tener privacidad, en ser completamente públicos. Se arrancan el pelo mientras están desnudos en el mercado. La muchedumbre, por supuesto, les anima y aplaude. Y los jainistas, aunque sienten mucha conmiseración -incluso los puedes ver con los ojos llenos de lágrimas-, inconscientemente también disfrutan de ello, y sin tener que comprar una entrada. Les aborrezco. Soy contrario a estas prácticas.
La idea de cometer santhara o suicidio, dejando de comer y de beber, no es otra cosa sino un proceso muy largo de autotortur;a. No puedo defenderlo. Pero defiendo, absolutamente, la idea de la libertad de morir. Considero que es un derecho de nacimiento, y antes o después todas las constituciones del mundo lo incluirán, lo tendrán que aceptar como el derecho de nacimiento más básico: el derecho al morir. No es un crimen.
Pero torturar a alguien, incluyéndote a ti mismo, es un crimen. Con esto entenderéis que no estaba siendo descortés, sino que estaba haciendo una pregunta muy oportuna. Ese día comenzó mi lucha contra todas las estupideces, tonterías y supersticiones; en pocas palabras, toda la basura religiosa. Basura es luna palabra muy hermosa. Expresa mucho en pocas palabras.
Aquel día empezó mi vida de rebelde, y seguiré siendo un rebelde hasta que me quede el último aliento; incluso después, quién sabe. Aunque no tenga un cuerpo, tendré los cuerpos de miles de mis amantes. Puedo provocarles; sabéis que soy un seductor, y puedo meterles ideas en la cabeza para los siglos venideros. Es exactamente lo que vaya hacer. Mi rebelión no morirá con la muerte de este cuerpo. Mi revolución va a continuar más intensamente, porque entonces tendrá muchos más cuerpos, muchas más voces, muchas más manos para continuarla.
Aquel día marcó un hito. Un hito histórico. Siempre que me acuerdo de ese día, lo asocio con el día que Jesús discutió con los rabinos en el templo. Era un poco más mayor que yo, quizá ocho o nueve años mayor. La forma en que debatió con ellos determinó el resto de su vida.
No recuerdo el nombre del monje jainista; podría ser Shanti Sagar, que significa «océano de dicha». Aunque decididamente él no era así. Por eso me he olvidado de su nombre. No era más que un charco sucio, en vez de un océano de dicha, de paz o de silencio. Y, ciertamente, no era un hombre de silencio, porque se enfadó mucho.
Shanti puede querer decir muchas cosas. Puede ser paz, puede ser silencio; éstos son los dos significados principales. Él carecía de ambos. No era pacífico ni silencioso en absoluto. Tampoco puedo decir que su interior estuviese exento de agitación, porque se enfadó tanto que me gritó y me dijo que me sentara.
-Nadie me puede mandar sentar en mi propia casa -le contesté-. Yo te puedo decir que te vayas, pero tú no me puedes mandar que me siente. No te vaya echar porque todavía tengo algunas preguntas. No te enfades, por favor. Acuérdate de tu nombre: Shanti Sagar, océano de paz y de silencio. Podrías ser, al menos, una pequeña balsa. No dejes que te irrite un niño pequeño.
Sin preocuparme de si estaba callado o no, le pregunté a mi abuela, que ahora ya estaba muerta de risa: -¿Tú qué dices, Nani? ¿Le debería hacer alguna otra pregunta o debería decirle que se vaya de nuestra casa?
No se lo pregunté a mi abuelo, por supuesto, porque era su gurú. Mi Nani dijo:
-Pregúntale lo que quieras, y si no te contesta se puede marchar, la puerta está abierta.
Ésta es la mujer que yo amé. Es la mujer que me hizo un rebelde. Hasta mi abuelo se sorprendió de que me apoyara de esa manera. El así llamado Shanti Sagar se quedó callado en cuanto vio que mi abuela me apoyaba. No sólo ella, los lugareños también se pusieron de mi parte inmediatamente. El pobre monje jainista se quedó absolutamente solo.
Le hice alguna otra pregunta:
-Tú has dicho: «No te creas nada antes de haberlo experimentado tú mismo» -le recordé-. Puedo ver la verdad que hay en eso, por eso te hice la pregunta…
Los jainistas creen que hay siete infiernos. Hasta el sexto infierno existe la posibilidad de volver, pero el séptimo es eterno. Probablemente sea el infierno de los cristianos porque cuando entras en ése te quedas ahí para SIempre.
-Te has referido a los siete infiernos –continué diciendo-, y se me ocurre una pregunta: ¿has visitado el séptimo? En ese caso, no estarías aquí. Y si no has estado, ¿con qué autoridad puedes decir que existe? Deberías decir que sólo hay seis infiernos, no siete. Por favor, habla con propiedad: di que sólo hay seis infiernos, o si insistes en que hay siete, demuéstrame que por lo menos un hombre, Shanti Sagar, ha regresado del séptimo.
Se quedó sin habla. No podía creer que un niño le hiciera una pregunta así. ¡Ahora yo tampoco puedo creerlo! ¿Cómo se me ocurrió esa pregunta? La única respuesta es que no había sido educado y era totalmente inculto. La cultura te hace muy astuto. Yo no era astuto. Hice la pregunta que habría hecho cualquier niño inculto. La cultura es el mayor crimen que el hombre ha cometido contra los pobres niños. Puede ser que la última liberación del mundo sea la de los niños.
Yo era inocente, totalmente inculto. No sabía leer ni escribir, ni sabía contar más que los dedos de la mano. Incluso ahora, cuando tengo que contar, empiezo con las manos y si me salto un dedo me equivoco.
No pudo contestarme. Mi abuela se levantó y le dijo:
-Tienes que contestar a su pregunta. No pienses que sólo la hace el niño; yo también te lo estoy preguntando, y soy tu anfitriona.
De nuevo tengo que hacer mención de una
costumbre jainista. Cuando un monje jainista va a una casa para recibir comida, después de comer da un sermón para bendecir a la familia. Este sermón va dirigido a la anfitriona. Mi abuela dijo:
-Hoy soy tu anfitriona y te hago la misma pregunta. ¿Has estado en el séptimo infierno? Si la respuesta es que no, dilo sinceramente, pero entonces no puedes decir que hay siete infiernos. .
El monje estaba tan perplejo y confundido porque una hermosa mujer le estaba haciendo frente, que decidió marcharse. Mi abuela le gritó:
-¡Detente! ¡No te vayas! ¿Quién le va a dar una respuesta al niño? Y todavía tiene que preguntarte algunas cosas. ¿Qué clase de hombre eres, escapándote de las preguntas de un niño? Es hombre se detuvo. Yo le dije:
-Retiro la segunda pregunta porque el monje no ha sabido contestar. Tampoco ha respondido a la primera, de modo que le haré la tercera; tal vez la sepa contestar. Me miró y le dije: -Si me quieres mirar, mírame a los ojos. Se hizo un silencio, como el que hay aquí ahora. Nadie pronunció ni una palabra. El monje agachó la mirada y entonces dije:
-En ese caso, no te voy a preguntar. No has respondido a las dos primeras preguntas y no quiero hacerte la tercera, porque no quiero que un huésped de esta casa se sienta avergonzado. La retiro -en realidad, me retiré de la reunión y me alegré mucho de que mi abuela me siguiera.
Mi abuelo se despidió del monje y en cuanto se había ido entró apresuradamente en la casa y le dijo a mi abuela:
-¿Estás loca? Primero apoyas a este niño, que es un provocador de nacimiento, y después te marchas con él, sin ni siquiera despedirte de mi maestro. Mi abuela respondió: -No es mi maestro, de modo que no me importa. Además, lo que tú consideras un provocador de nacimiento es la semilla. Nadie sabe cómo va a germinar.
Ahora ya sé cómo germina. No puedes convertirte en un buda, a menos que seas un provocador de nacimiento. Yo no soy un buda como Gautama el Buda; eso es demasiado tradicional. Yo soy Zorba el Buda. Soy la confluencia entre Oriente y Occidente. En realidad, no hago divisiones entre Oriente y Occidente, lo superior y lo inferior, el hombre y la mujer, lo bueno y lo malo, entre Dios y el diablo. ¡No! ¡Mil veces no! No divido. Uno todo lo que ha sido dividido hasta ahora. Ése es mi trabajo.
Ese día es enormemente importante para entender lo que me ha sucedido el resto de mi vida; porque si no entiendes la semilla, no acertarás a ver el árbol y el florecimiento, y tampoco la luna a través de las ramas.
Desde ese mismo momento he estado en contra de todo lo que sea masoquismo. Naturalmente, tuve conocimiento de esta palabra mucho más tarde, pero la palabra no tiene importancia. Siempre he estado en contra del ascetismo; tampoco conocía esa palabra antes, pero no me olía bien. Sabéis que soy alérgico a todos los tipos de autoagresión. Quiero que los seres humanos vivan plenamente; lo mínimo no es mi estilo. Vive al máximo, y si puedes sobrepasarlo, ¡fantástico! ¡Hazlo! ¡No esperes! Y no pierdas el tiempo esperando a Godoy.
Por esta razón siempre le digo a Ashu: – ¡Venga, adelante, vuélvele loco a Devageet!
Por supuesto, yo no puedo volver loca a Ashu; no se puede volver loca a una mujer, es imposible. Es ella la que vuelve locos a los hombres. Es su habilidad y es muy eficiente. Aunque se siente en el asiento de atrás, conducirá al conductor. Ya conoces a los conductores de la parte de atrás: ¡Son los peores! ¡Que libertad cuando no hay nadie que conduzca al conductor! NO se puede volver locas a las mujeres; ni siquiera yo las puedo volver locas.
De modo que es difícil. Aunque no dejo de decir: “Adelante, adelante”, pero ella no escucha. Las mujeres son sordas de nacimiento; siguen haciendo lo que se les antoja. Pero Devageet sí oye, no le estoy diciendo nada a él, pero sigue oyendo y le da un ataque de nervios. Ese es el método del cobarde. Yo digo que el límite de velocidad es el camino de lo mínimo. Si lo superas te ponen una multa.
Lo mínimo es el método del cobarde. Si yo tuviera que decidir lo que para ellos es el límite más alto, para mí sería el límite mínimo; a los que fuesen por debajo del límite les pondría inmediatamente una multa. Estamos intentando alcanzar las estrellas, y ellos se quedan pegados a los carros de bueyes. Intentamos – y ése es el único propósito de la física – alcanzar finalmente la velocidad de la luz. A menos que la alcancemos, estaremos condenados. Si alcanzamos la velocidad de la luz podemos escaparnos de una tierra y un planeta agonizante. La tierra, los planetas, las estrellas se morirán algún día. ¿Cómo te vas a escapar? Vas a necesitar una tecnología muy veloz. La tierra se morirá en apenas cuatro mil años. Hagas lo que hagas, nada podrá salvarla. Cada día está más cerca de su muerte…¡Y tú tratas de moverte a 50 kilómetros por hora! Inténtalo a 300.000 km/segundo. Es la velocidad de la luz.
El místico los alcanza y de repente en su ser interno todo se vuelve luz y no hay nada más. Eso es el despertar. Yo estoy a lo máximo. Vive al máximo en todos los sentidos. Aunque te estés muriendo, hazlo a toda velocidad, no te mueras como un cobarde, salta a lo desconocido.
No estoy en contra con la idea de acabar con la vida. Si alguien decide hacerlo tiene, naturalmente, todo el derecho. Pero estoy en contra, sin lugar a dudas, de convertirlo en una larga tortura. Shanti Sagar llevaba ciento diez días sin comer cuando se murió. Un hombre que tenga una salud normal es capaz de resistir sin comer 90 día. Si tiene una salud extraordinaria podría sobrevivir más tiempo.
Por tanto, recordad que no fui grosero con este hombre. Mi pregunta era absolutamente correcta en ese contexto, y tal vez más porque no pudo contestarla. Aunque parezca raro ése no fue solo el principio de mi cuestionar sino también el principio de que la gente no me contestara. Nadie ha contestado a mis preguntas en los últimos cuarenta y cinco años. He conocido a tantas personas, de las que llamamos espirituales, y ninguna de ellas ha contestado jamás a mis preguntas. De alguna forma ese día determinó mi estilo, el resto de mi vida.
Shanti Sagar se fue muy irritado, pero yo estaba enormemente feliz y no tenía por qué ocultárselo a mi abuelo.
-Nana -le dije-, seguramente se ha ido totalmente enfadado, pero yo siento que tengo razón. Tu gurú sólo era un mediocre. Deberías escoger a alguien que merezca un poco más la pena.
Hasta él se rió y dijo:
-Tal vez tengas razón, pero cambiar de gurú a mi edad no me parece muy práctico. ¿Tú qué piensas? -le pregunt6 a mi Nani. Mi Nani, siempre fiel a su espíritu, dijo: -Nunca es demasiado tarde para cambiar. Si te das cuenta que lo que has escogido no está bien, cámbialo. De hecho, es mejor que lo hagas pronto, porque te estás haciendo mayor. No digas: «Soy viejo, así que no puedo cambiar.» Un hombre joven se puede permitir cambiar, pero un viejo no, y tú ya eres bastante viejo.
Pocos años más tarde se murió, pero no tuvo valor de cambiar de gurú. Siguió con el modelo de siempre. Mi abuela solía picarle diciendo:
-¿Cuándo vas a cambiar de gurú y de métodos?
-Sí, lo haré, lo haré -contestaba él.
Un día mi abuela le dijo:
-¡Déjate de bobadas! Nadie cambia a no ser que lo haga de golpe. No digas «lo haré, lo haré». O cambias o no cambias, pero debes ser claro.
Aquella mujer se podía haber convertido en una fuerza poderosísima. Su destino no era ser una simple ama de casa. Su destino no era vivir en aquel pueblecito. Todo el mundo debería haber oído hablar de ella. Probablemente, yo sea su vehículo; quizá se haya expresado por medio de mí. Me quería tanto que nunca consideré a mi verdadera madre como mi madre. Siempre he considerado a mi Nani como si fuese mi verdadera madre.
Cuando tenía que confesar algo, alguna maldad que le había hecho a alguien, sólo se lo podía confesar a ella, a nadie más. Era mi persona de confianza. Le podía confiar todo, porque me he dado cuenta de una cosa: que ella podía ser comprensiva. Debo haber hecho todas las cosas de las que es capaz una persona, y se lo contaba por las noches. Esto ocurría mientras vivía con ella, antes de ir a la universidad.
No dormía nunca en casa de mi madre. Aunque al morirse mi abuelo, mi abuela se trasladó al mismo pueblo que el resto de la familia, yo me iba a dormir con ella porque le podía contar todas las travesuras que había hecho ese día.
-¡Bien hecho! ¡Fantástico! -me dijo riéndose-. ¡Muy bien! Se lo tenía merecido. ¿Es cierto que se cayó en el pozo como me acabas de decir?
-Sí, pero no se ha muerto -le contesté. -No importa -dijo ella-, ¿pero has logrado que se cayera al pozo?
Había un pozo en nuestro barrio que no tenía muro de protección. Por la noche era fácil caerse dentro. Yo desviaba a la gente hacia allí, y el que se había caído no era otro sino el hombre de las golosinas. Mi madre, quiero decir, mi abuela…; siempre me equivoco porque la considero como mi madre. Prefiero llamarla Nani, así no hay confusión.
-Hoy he conseguido que se cayera al pozo el hombre de las golosinas -le dije a mi Nani.
Todavía me acuerdo de su risa. Se le saltaban las lágrimas.
-Es fabuloso -dijo ella-, ¿pero está vivo o no?
-Está perfectamente -respondí.
-Entonces, no pasa nada. No te preocupes; se lo merecía. Echaba tantas porquerías en las golosinas, que había que hacer algo -dijo ella.
Más tarde le avisó:
-Te advierto que como no cambies de costumbres te volverás a caer al pozo.
Pero a mí nunca me riñó por esto.
-¿No me vas a decir nada? -le pregunté. -No -contestó-, porque te llevo observando desde que eras pequeño. Aunque hagas algo malo, lo haces con tanta razón y justo en el momento preciso, que incluso lo malo se convierte en bueno.
Fue ella quien me dijo por primera vez que lo bueno en manos de un hombre malo se convierte en malo, y lo malo en manos de un hombre bueno se convierte en bueno.
De modo que no os preocupéis de lo que hacéis; tened en cuenta solamente una cosa: lo que estáis siendo. Ésta es la gran cuestión, hacer o ser. Todas las religiones se ocupan del ser. Si tu ser es correcto, y por correcto entiendo dichoso, silencioso, tranquilo y amoroso, entonces, todo lo que hagas será lo correcto. Desde ese momento, para ti ya no existirán los mandamientos, sólo habrá uno: sé y nada más. Sé con tanta totalidad que en esa misma totalidad no haya posibilidad de sombras. Entonces no podrás hacer nada mal. El mundo entero puede decirte que está mal pero eso no importa; lo que Importa es tu ser.
No me preocupa que crucificaran a Cristo porque sé que se sentía completamente a gusto consigo mismo incluso en la cruz. Estaba tan tranquilo que podía rezar: «Padre», ésa es la palabra que usaba para decir Dios. Para ser más exactos ni siquiera decía «Padre», sino «Abba», que es una palabra mucho más hermosa. «Abba, perdona a esta gente porque no saben lo que hacen». Recalca la palabra «hacer» -«lo que hacen»-. ¡Ay! No eran capaces de ver el ser del hombre que estaba en la cruz. El ser es lo que importa, lo único que importa.
No creo que estuviese haciendo nada malo en ese momento de mi vida, cuando le hacía preguntas extrañas, molestas y enojosas, al monje jainista. Seguramente le ayudé. Quizá algún día sea capaz de entenderlo. Si hubiese tenido valor lo habría entendido ese mismo día, pero era un cobarde y se escapó. Desde entonces, mi experiencia ha sido ésta: todos los presuntos mahatmas y santos son unos cobardes. No he conocido ni un solo mahatma -hindú, musulmán, cristiano o budista- que podamos decir que es un verdadero espíritu rebelde. Si no eres rebelde, no eres religioso. La rebelión es la base de la religión.

Sesión 9

El tiempo no puede volver atrás, pero la mente sí. ¡Qué desperdicio! Darle una mente que no se olvida de nada a un hombre, que no sólo se ha convertido en no mente, sino que incluso aconseja a los demás que renuncien a la mente. En lo que respecta a mi mente (recuerda, a mi mente, no a mí), se trata igualmente de un aparato como el que se está usando aquí. Mi «mente» no es más que la máquina, pero ¡una máquina perfecta que le ha sido dada a un hombre que la va a desaprovechar! Por eso digo que es un desperdicio.
Pero conozco cuál es el motivo: si no tienes una mente perfecta, no podrás tener la inteligencia para descartarla. La vida está llena de contradicciones. No hay nada malo en eso; le da más sabor. No hay ninguna razón por la que hombre y mujer sean dos; podían haber sido como una ameba. Preguntadle a Devaraj: la ameba no es masculina ni femenina, sólo hay una. Es igual que Muktananda, y todos los idiotanandas; la ameba es célibe, aunque tiene su propia forma de reproducirse. ¡La cantidad de problemas que esto le causa a todos los médicos del mundo! Lo Único que hace es comer, engorda cada vez más hasta que, de pronto, se divide en dos. Así es como se reproduce. Es realmente brahmacharya, célibe.
El hombre y la mujer podrían haber sido uno, como las amebas, pero entonces no habría poesía, sólo reproducción. Por supuesto, tampoco habría conflictos, ni reproches, ni peleas; pero la poesía que ha surgido es tan valiosa, que todos los conflictos, los reproches y las riñas valen la pena.
Precisamente ahora estaba escuchando otra vez a Noorjahan… «La confianza que había entre nosotros, tal vez lo hayas olvidado, pero yo no. Todavía me acuerdo, al menos, un poco. Las palabras que me decías, quizá ya no te acuerdes de nada, pero su recuerdo es suficiente para mantener mi esperanza. El amor que había entre nosotros…»
Wo karar, “ese amor” …karar es mucho más intenso de lo que pueda traducir la palabra “amar”; mucho más apasionado. Sería mejor traducirlo por «esa pasión» o «ese amor apasionado». Y wo rah mujh mein our tujh mein thee: «y el espacio que había entre tú y yo…»
«El espacio…» Sólo de vez en cuando, cuando los corazones están abiertos, existe un espacio; por lo demás, la gente se comunica, pero no comulga. Hablan, pero no se escuchan. Hacen negocios, pero sólo existe un vacío entre ellos, no hay una alegría desbordante. Wo rah –«ese espacio»- y wo karar -«ese amor apasionado».
«Quizá te hayas olvidado, pero yo me acuerdo. No puedo olvidar que me dijiste una vez: ‘Eres la reina del mundo, la mujer más bella.’ Probablemente, ya no me puedas reconocer.. . »
Las cosas cambian, el amor cambia, los cuerpos cambian; la naturaleza de la existencia es el cambio, estar en un flujo. Escucho esa canción justo antes de entrar en vuestro remolque, porque siempre la he adorado; desde mi niñez. Creo que seguramente me trae memorias…, sin duda lo hace.
Ayer os estaba contando el incidente con el monje jainista. No he terminado de contaros la historia, porque al día siguiente tuvo que volver a casa de mi abuelo para mendigar comida.
Os costará entender por qué tenía que volver si se había ido tan enfadado. Os tengo que explicar el contexto. Los monjes jainistas no pueden aceptar comida de nadie, excepto de otro jainista, y desafortunadamente para él, éramos la Única familia jainista de ese pueblecito. No podía mendigar comida en ningún otro sitio, aunque le habría gustado, porque iba contra su disciplina. Por tanto, tuvo que volver, muy a su pesar.
Mi Nani y yo estábamos esperando en el piso de arriba, mirando por la ventana porque sabíamos que volvería. Mi Nani me dijo:
-Mira, ahí viene. Bueno, ¿qué pregunta le vas a hacer hoy?
-No lo sé -le dije-. Primero le dejaremos comer, y después, por cortesía, tendrá que dirigirse a la familia y a los que se hayan congregado allí.
Después de la comida, los monjes jainistas pronuncian un sermón de agradecimiento.
-No te preocupes -le dije-, ya encontraré algo que preguntarle. Primero déjale que hable.
Habló con mucha cautela y brevedad, lo cual era poco habitual. Pero hables o no, si alguien te quiere hacer una pregunta, lo puede hacer. Puede cuestionar tu silencio. El monje estaba hablando de la belleza de la existencia, creyendo, probablemente, que eso no daría lugar a ninguna discusión; pero sí lo hizo.
Me puse de pie. Mi Nani se reía desde el fondo de la habitación; todavía me acuerdo de su risa:
-¿Quién ha creado este bello universo? -le pregunté al monje.
Los jainistas no creen en Dios. Para la mente occidental de los cristianos es difícil comprender que una religión no crea en Dios. El jainismo es muy superior al cristianismo; por lo menos no cree en Dios, ni en el Espíritu Santo ni en las demás tonterías. El jainismo, lo creáis o no, es una religión atea; ser ateo y, no obstante, religioso, parece entrar en contradicción, es ilógico. El jainismo es ética pura, moralidad pura, sin ningún Dios. De modo que cuando le pregunté al monje jainista:
-¿Quién ha creado esta belleza? Obviamente respondió lo que yo suponía: -Nadie.
Ésa es la respuesta que estaba esperando y le dije:
-¿Es posible que una belleza semejante no haya sido creada por nadie?
-Por favor, no me malinterpretes… -acertó a responder. Esta vez se había preparado; parecía más seguro. -Por favor, no me entiendas mal -dijo-,no estoy diciendo que nadie sea alguien. ¿Os acordáis de la historia de Alicia a través del espejo? La reina le pregunta a Alicia: -¿Cuando venías de camino te has encontrado con alguien que viniera a verme? Alicia le contesta: -Con nadie. La reina le miró confundida y dijo: -Qué extraño, entonces nadie debería haber llegado antes que tú, y todavía no está aquí. Alicia se sonrió como una típica señora inglesa pero, por supuesto, sólo espiritualmente.
Manteniendo seria la expresión, dijo: -Señora, nadie es nadie. -Claro -contestó la reina-, ya sé que nadie tiene que ser nadie, pero ¿por qué tarda tanto? Parece que nadie anda más despacio que tú. Alicia se olvidó por un momento y dijo:-Nadie anda más rápido que yo. -Esto sí que es extraño -exclamó la reina-. Si nadie anda más rápido que tú, ¿como es que todavía no ha llegado?
En ese momento Alicia entendió la confusión, pero ya era demasiado tarde. Le volvió a repetir: -Señora, por favor, recuerde que nadie es nadie.
-Ya sé que nadie es nadie -dijo la reina-. Pero la pregunta es: ¿por qué no ha llegado todavía? Yo le dije al monje jainista: -Ya sé que nadie es nadie pero, hablas con tanta belleza, con tantas alabanzas de la existencia, que me sorprende, porque se supone que los jainistas no deben hacerlo. Da la impresión que, debido a la experiencia de ayer, has cambiado de táctica. Puedes cambiar de táctica pero no me puedes cambiar a mí. Sigo preguntando: ¿si nadie ha creado el universo, cómo ha llegado a existir?
Él miró en todas las direcciones; todo el mundo estaba callado excepto mi Nani, que se estaba riendo estrepitosamente. El monje me preguntó:-¿Y tú sabes como ha llegado a existir? -Siempre ha estado ahí -le respondí-, no ha sido necesario que apareciera.
Después de cuarenta y cinco años puedo confirmar esa frase, después de la iluminación y la no iluminación, después de haber leído mucho y haberlo olvidado todo, después de conocer lo que es y -ponedlo en mayúsculas- IGNORARLO. Puedo seguir diciendo lo mismo que dije de niño: el universo siempre ha estado ahí, no ha necesitado ser creado ni venir de ningún lugar, simplemente es.
El tercer día, el monje jainista no se presentó. Huyó de nuestro pueblo hasta el si

Vislumbres de una infancia dorada (libro)

OSHO

Vislumbres
de una
infancia dorada

La autobiografía de un rebelde  iluminado

            Empecé a leer las primeras sesiones de este libro en una librería que te permite hojear los ejemplares durante mucho tiempo sin necesidad de comprarlos. Así que me senté y me puse a leer los primeros capítulos y me di cuenta que no podía continuar mi lectura con normalidad, porque se me empezaban a llenar los ojos de lágrimas delante de muchas personas.

Y es que es una autobiografía emotiva, sincera, divertida, profunda. Sin pensarlo realiza una técnica que en narrativa se denomina cajas chinas. Esta característica del libro obedece a su hablar, que  es de entradas y salidas y carece de linealidad. Una idea, conecta a otra idea, como “Las mil y una noches”. Así que dentro de una historia te encuentras con otra historia, que te recuerda a otra y se vuelve un juego consecutivo. Es un recurso cautivante que te seduce a  no interrumpir tu lectura y te invita a continuar buscando el fin de alguna de ellas. Algunas historias promete terminarlas en los siguientes capítulos. A veces cumple, otras no. El libro en ningún momento dejó de sorprenderme. Espero que el mismo efecto cause en ti

Ma deva Yatri
Sesión 1

    Es una hermosa mañana. El sol sigue saliendo una y otra vez pero siempre es nuevo. No envejece nunca. Los científicos dicen que tiene millones de años. ¡Bobadas! Lo veo todos los días. Siempre es nuevo. Nada envejece. Pero los científicos son enterradores, por eso digo que tienen ese aspecto tan grave, tan serio. Esta mañana se vuelve a repetir el milagro de la existencia. Está sucediendo en cada momento, aunque sólo lo descubren unos pocos, muy, muy pocos.
La palabra «descubrir» es muy hermosa. Descubrir el momento tal como es, verlo tal como es, sin añadir nada, sin suprimir nada, sin ningún trabajo de edición; verlo tal como es, como un espejo… Gracias a Dios, el espejo no edita; si no, no habría ni una sola cara en el mundo que se ajustase a sus requisitos, ni siquiera la de Cleopatra. No habría ninguna cara adecuada para el espejo, por el simple hecho de que si te empieza a recortar, a editar y a añadir te empezará a destruir. Pero los espejos no son destructivos. Hasta el espejo más feo es hermoso en su indestructibilidad. Simplemente refleja.
Antes de entrar en vuestra Arca de Noé estaba de pie mirando el amanecer…, tan hermoso, al menos hoy, ¿y a quién le importa el mañana…? El mañana nunca llega. Jesús dice: «No pienses en el mañana…»
Hoy hace un día tan espléndido que por un momento me acordé de la formidable belleza del amanecer en los Himalayas. Allí, cuando estás rodeado de nieve y los árboles parecen novias, como si hubiesen florecido con flores blancas de nieve, a uno le dejan de interesar los llamados peces gordos, los primeros ministros, los presidentes mundiales y los reyes y reinas. De hecho, los reyes y las reinas acabarán existiendo solamente en las barajas, que es donde les corresponde estar. Y los presidentes y primeros ministros ocuparán el lugar de los comodines. No se merecen nada mejor.
Esos árboles de las montañas con sus flores blancas de nieve…, y siempre que veía caer la nieve de sus hojas me venía a la memoria un árbol de mi infancia. Ese tipo de árbol sólo crece en India; se llama madhumalti; madhu significa dulce, malti significa reina. Jamás he conocido una fragancia más maravillosa y más penetrante; ya sabéis que soy alérgico al perfume, por eso lo distingo inmediatamente. Soy muy sensible al perfume.
El madhumalti es el árbol más bello que os podáis imaginar. Dios lo debió crear el séptimo día. Liberado de todas las preocupaciones y las prisas del mundo, habiendo acabado con todo, incluso con hombres y mujeres, debe haber creado el madhumalti en su día libre, en un día de fiesta, un domingo…, por esa vieja costumbre de crear. Es difícil librarse de los viejos hábitos.
El madhumalti florece con miles de flores al mismo tiempo. No sólo una flor aquí y otra allá, no; ése no es el estilo del madhumalti, ni el mío tampoco. El madhumalti florece con riqueza, con lujo, con abundancia; miles de flores, tantas que no puedes ver las hojas. El árbol se cubre completamente de flores blancas.

Los árboles cubiertos de nieve siempre me han recordado al madhumalti. Claro, que no tienen perfume, para mí es una suerte que la nieve no tenga perfume. Es una lástima no poder volver a tener las flores del madhumalti en mis manos. La fragancia es tan fuerte que se esparce a lo largo de kilómetros, y recuerda que no estoy exagerando. Basta un solo madhumalti para llenar todo el barrio con su inmenso perfume.
Adoro los Himalayas. Me hubiera gustado morir allí. Es el lugar más bello para morir; para vivir también, por supuesto, pero en lo que se refiere a morir es el sitio por excelencia. Allí es donde murió Lao Tzu. En los valles de los Himalayas murió Buda, murió Jesús, murió Moisés. No hay ninguna otra montaña que se pueda atribuir a Moisés, a Jesús, a Lao Tzu, a Buda, a Bodhidharma, a Milarepa, a Marpa, a Tilopa, a Naropa y a miles de personas más.
Suiza es hermosa pero no se puede comparar con los Himalayas. Es muy cómodo estar en Suiza con todos sus adelantos modernos. Es muy incómodo estar en los Himalayas. Todavía no ha llegado ningún tipo de tecnología; ni carreteras, ni electricidad, ni aviones, ni ferrocarril, nada de nada. Pero entonces es cuando surge la inocencia. Uno es transportado a otro tiempo, a otro ser, a otro espacio.
Me hubiese gustado morir allí; y esta mañana, de pie, contemplando el amanecer, me sentí aliviado al saber que no pasa nada si me muero aquí, especialmente en un día tan hermoso como hoy. Y elegiré morirme un día en el que me sienta parte de los Himalayas. Para mí la muerte no es sólo un final, un punto final. No; para mí la muerte es una celebración.
El recuerdo de la nieve cayendo de los árboles, como flores cayendo del madhumalti, me ha inspirado un haiku…..

Los gansos salvajes
No pretenden reflejarse.
El agua no tiene mente
Para recibir sus imágenes.

¡Ah! qué hermoso. Los gansos salvajes no pretenden reflejarse, y el agua tampoco tiene intención de recibir el reflejo y, sin embargo, el reflejo está ahí. Ésa es la belleza. Nadie se lo ha propuesto pero está ahí; Esto es lo que yo llamo comunión. Siempre he odiado la comunicación. La comunicación es repugnante para mí. Puedes ver cómo sucede entre marido y mujer, entre jefe y criado, y así sucesivamente. En realidad, no sucede nunca. Mi palabra es comunión.
Veo el Buda Hall con toda mi gente…, sólo un instante, como un destello, tantos momentos de comunión. No es solamente una reunión; no es una iglesia. La gente no viene aquí como un trámite. La gente viene a mí, no al sitio. Siempre que hay un maestro y un discípulo (aunque sólo fuese un maestro y un discípulo, eso no importa) se produce una comunión. Está sucediendo ahora mismo aunque sólo estéis vosotros cuatro. Probablemente, ni siquiera sea capaz de contar con los ojos cerrados, menos mal; sólo así se puede permanecer en el mundo de lo incontable…, y además, ¡libre de impuestos! Cuando aprendes a contar aparecen los impuestos. Soy incontable, nadie me ha aplicado ningún impuesto.
Yo era profesor en la universidad. Cuando me quisieron aumentar el salario les dije que no. El rector no daba crédito.
-¿Por qué no? -me preguntó.
-Si cobrase más de lo que cobro ahora -le respondí- tendría que pagar impuestos, y odio los impuestos. Prefiero seguir con el mismo sueldo a cobrar más y que me molesten los inspectores de Hacienda.
Nunca rebasé el límite permitido para no tener que pagar Impuestos.
Jamás he pagado el impuesto sobre la renta; de hecho no tengo ingresos. He estado dando al mundo, no he tomado nada del mundo. Se trata de un desembolso, no de un ingreso. He entregado mi corazón y mi ser.
¡Menos mal que las flores están libres de impuestos, si no, dejarían de florecer; menos mal que la nieve está libre de impuestos, si no, no nevaría, creedme!
Debo deciros que tras la revolución rusa algo ocurrió con los genios rusos. Todos desaparecieron: León Tolstói, Fedor Dostoievski, Turgénev, Máximo Gorki. Sin embargo, en la Rusia actual, los escritores, los novelistas y los artistas son las personas mejor remuneradas y más respetadas. ¿Qué ha ocurrido? ¿Entonces, por qué ya no se escriben libros como Los hermanos Karamazov, Anna Karenina, Padres e hijos, La madre o Apuntes desde la tumba? ¿Por qué? Miles de veces me he preguntado: ¿por qué? ¿Qué le ha sucedido a los geniales novelistas rusos?
No creo que ningún otro país pueda competir con Rusia. Si seleccionas las diez mejores novelas del mundo, necesariamente tendrás que incluir cinco novelas rusas, dejando las otras cinco para el resto del mundo. ¿Qué ha sido de esa fabulosa genialidad? ¡Ha muerto! No se puede dar órdenes a las flores, para ellas no existen los diez mandamientos. Las flores florecen, no les puedes ordenar que florezcan. La nieve cae, no puedes decretar un mandamiento, no puedes fijar una fecha. Eso es imposible y lo mismo sucede con los Budas. Dicen lo que quieren decir, cuando lo quieren decir. Son capaces de decir, incluso a una sola persona, lo que todo el mundo habría querido escuchar.
Ahora estáis ahí, seguramente sólo cuatro personas. Digo «seguramente» porque no se me dan bien las matemáticas, y con los ojos cerrados…, os podéis imaginar…, y con lágrimas en los ojos, no porque estéis aquí presentes sólo cuatro personas, sino por esta mañana tan hermosa, por el amanecer.
Gracias a Dios. Él piensa en mí; aunque no exista, piensa en mí. Yo lo niego y, sin embargo, sigue pensando en mí. El gran Dios. La existencia parece ocuparse. Pero no conoces los caminos de la existencia; son impredecibles. Siempre he amado lo impredecible.
    Mis lágrimas son por el amanecer. La existencia me ha cuidado. Yo no se lo había pedido. Tampoco me respondió. Aun así ha habido un cuidado. Los gansos salvajes no pretenden proyectar su reflejo. El agua no se propone reflejar sus imágenes…
Así es como estoy hablando. No sé cuál va a ser la frase siguiente, o si va a haberla. La incertidumbre es hermosa.
Recuerdo otra vez la aldea donde nací. Para empezar, es incomprensible por qué la existencia eligió ese pueblecito. Es como tenía que ser. El pueblo era precioso. He viajado a lo ancho y a lo largo, pero nunca he visto una belleza equiparable. Uno nunca vuelve a lo mismo. Las cosas vienen y van, pero nunca es lo mismo.
Puedo verlo todavía, un pequeño pueblo. Unas cuantas cabañas cerca de un estanque y los altos árboles donde solía jugar. En el pueblo no había escuela. Esto tiene mucha relevancia porque, durante casi nueve años, no recibí educación, y esos son los años más importantes. Después, aunque lo intenten, ya no te pueden educar. En cierto sentido, todavía sigo sin educar, aunque tenga muchos títulos. Cualquier persona carente de educación los podría conseguir. Y no cualquier título, sino un título de maestro de primera categoría; eso también lo puede hacer cualquier tonto. Todos los años lo hacen tantos tontos que no tiene importancia. Lo importante es que durante los primeros años no recibí educación. No había colegio, ni carretera, ni ferrocarril, ni oficina de correos. ¡Qué bendición! Ese pequeño pueblo era todo un mundo. Incluso en mis épocas alejado de aquel pueblo seguía en ese mundo, sin educar.
He leído el famoso libro de Ruskin Unto this Last, y mientras lo leía estaba pensando en el pueblo. Unto this Last…, ese pueblo permanece inalterable. No hay carreteras que lo comuniquen ni ferrocarril que lo cruce, ni siquiera ahora, después de cincuenta años; no hay oficina de correos, ni comisaría, ni médico; de hecho, nadie se pone enfermo en ese pueblo porque es muy puro y no hay contaminación. He conocido a gente del pueblo que nunca ha visto un tren, que se pregunta cómo será, que ni siquiera ha visto un autobús o un coche. No han salido nunca del pueblo. Viven felices y tranquilos.
El lugar donde nací, Kuchwada, era un pueblo donde no había ferrocarril ni oficina de correos. Había unas colinas, mejor dicho, unos montículos, pero también había un lago precioso y algunas cabañas, cabañas de paja. La única casa de ladrillos que había es donde yo nací, y tampoco era una gran casa. No era más que una casita.
Me acuerdo de ella y puedo describir cada detalle…, pero más que de la casa o del pueblo, me acuerdo de la gente. Aunque me he topado con millones de personas, las de ese pueblo eran más inocentes que ninguna, porque eran muy primitivas. No sabían nada del mundo. En el pueblo no había entrado ni un periódico. Ahora podéis entender por qué no había escuela, ni siquiera una escuela primaria… ¡Qué bendición! Los niños modernos no se lo pueden permitir.
Durante esos años no recibí educación, y fueron los más hermosos.
Sí; debo confesar que tuve un profesor particular. Ese primer maestro también era analfabeto. No me instruía, sino que intentaba aprender mientras me enseñaba. Puede ser que conociera el famoso dicho «la mejor manera de aprender es enseñar», pero era un buen hombre, amable, no era el típico profesor antipático. Para ser profesor hay que ser antipático. Es parte de la profesión. Él era agradable; muy delicado, como la mantequilla. Os tengo que confesar que le solía pegar; pero no me lo devolvía, simplemente se reía y decía:
-Eres un niño y me puedes pegar. Yo soy un anciano, y no te lo puedo devolver. Cuando seas mayor lo entenderás.
Eso es lo que me dijo, y es verdad, lo entiendo…
Era un aldeano simpático y tenía una gran intuición. A veces la gente de pueblo tiene una intuición de la que carecen las personas civilizadas. Yeso me recuerda…
Va una mujer bonita a la playa. Viendo que no hay nadie alrededor, se desnuda. Justo antes de entrar en el agua un viejo le para y le dice: -Señora, soy el policía del pueblo. Está prohibido bañarse en esta playa. La mujer le mira sorprendida y pregunta: -Entonces, ¿por qué no me ha impedido que me desnudara? El viejo no puede parar de reírse, y le dice con lágrimas en los ojos: -¡Porque no está prohibido desnudarse, por eso he esperado detrás de un árbol!
Un aldeano increíble…, ése es el tipo de gente que vivía en el pueblo, gente sencilla. El pueblo estaba rodeado de pequeñas colinas y había un estanque. Sólo Basho puede describir ese estanque. Y tampoco lo describe, simplemente dice:

El viejo estanque Salta la rana ¡Plop!

¿Es esto una descripción? Sólo se menciona el estanque y la rana. No hay descripción del estanque o de la rana…, ¡Y plop!

En el pueblo había un viejo estanque, muy antiguo y rodeado de viejos árboles, tal vez tuviesen cientos de años, y hermosas rocas alrededor…, y, naturalmente, saltaban las ranas. Día tras día podías oír el «plop» una y otra vez. El sonido de las ranas al saltar contribuía realmente al silencio reinante. Ese sonido enriquecía el silencio, lo hacía más elocuente.
Esa es la belleza de Basho: podía describir algo sin tener que describirlo. Podía decir algo sin pronunciar ni una sola palabra. «iPlop!» Pero, ¿es eso una palabra? No hay ninguna palabra que pueda hacer justicia al sonido de una rana saltando al viejo estanque, pero Basho le hizo justicia.
Yo no soy Basho, y el pueblo necesitaba un Basho. Probablemente, él hubiera hecho unos bocetos preciosos, unos cuadros y unos haikus… Yo no he hecho nada sobre ese pueblo; os preguntaréis por qué no he vuelto ni siquiera de visita. Me basta con una vez. Nunca voy dos veces a los sitios. Para mí no existe el número dos. He dejado muchos pueblos, muchas ciudades, para no volver nunca más. Lo que se ha ido, se ha ido para siempre, ésa es mi forma de ser; así que nunca he vuelto al pueblo. La gente de allí me ha mandado mensajes para que volviese al menos una vez. Les contesté por medio de un mensajero: Ya estuve allí una vez y no tengo la costumbre de ir dos veces. Pero el silencio del viejo estanque permanece conmigo. De nuevo, me acuerdo de los Himalayas; la nieve…, tan hermosa, tan pura, tan inocente. Sólo se puede ver con los ojos de un Bodidharma, de un Jesús o de un Basho. No hay otra manera de describir la nieve; sólo la reflejan los ojos de los budas. Los idiotas la pueden pisotear, pueden hacer bolas de nieve con ella, pero sólo los ojos de los budas pueden reflejarla. Aunque…

Los gansos salvajes
No pretenden reflejarse.
El agua no tiene mente
Para recibir sus imágenes…
Y, sin embargo, el reflejo está ahí. Los budas no quieren reflejar la belleza del mundo, ni pretende el mundo, de ninguna manera, ser reflejado por los budas, pero es reflejado. Nadie quiere, pero sucede, y cuando sucede es hermoso. Cuando se hace, es ordinario; cuando lo haces, eres un técnico. Cuando sucede eres un maestro.
La comunicación forma parte del mundo del técnico; la comunión es la fragancia del mundo del maestro. Esto es comunión. No estoy hablando de nada en particular… Los gansos salvajes y el agua…
Sesión 2

Acabo de tener una experiencia dorada al sentir cómo un discípulo trabajaba tan amorosamente sobre el cuerpo de su maestro. Por eso estoy todavía sin respiración. Y esto me recuerda mi infancia dorada.
Todo el mundo habla de su infancia dorada pero pocas, muy pocas veces, es cierto. En general es mentira. Aunque hay tanta gente que cuenta la misma mentira que ya nadie la detecta. Incluso los poetas se pasan la vida cantando canciones de su infancia dorada. Por ejemplo, Wordsworth ” aunque no sea un tipo nada despreciable; pero una infancia dorada es algo extremadamente raro, por una sencilla razón: ¿dónde la puedes encontrar?
    En primer lugar, tienes que elegir tu nacimiento. Eso es casi imposible. No puedes elegir tu nacimiento a menos que hayas muerto en estado de meditación; sólo puede acceder a esta elección el meditador. Él muere conscientemente, por eso obtiene el derecho a nacer conscientemente.
Yo morí conscientemente. En realidad no es que me muriera, sino que me mataron. Me tendría que haber muerto tres días más tarde, pero no pudieron esperar ni siquiera tres días. La gente tiene tanta prisa. Os sorprenderá saber que el hombre que me mató es, actualmente, mi sannyasin. No vino para tomar sannyas, sino para matarme de nuevo… pero si persiste en su juego, yo persisto en el mío. Él mismo me lo confesó más tarde, después de ser sannyasin durante siete años.
-Amado maestro -dijo-, ahora te lo puedo confesar sin miedo; fui a Ahmedabad para matarte. -¡Dios mío, otra vez! -exclamé. -¿Que quieres decir con «otra vez»? –me preguntó. Eso es otra cuestión, continúa… -le respondí. -Hace siete años, en Arnhedabad -dijo-, fui a tu encuentro con un revólver. La sala estaba tan abarrotada que los organizadores permitieron que la gente se sentase en el estrado.
Pues a este hombre, armado con un revólver para matarme, se le permitió sentarse a mi lado. ¡Qué oportunidad!
-¿Por qué dejaste pasar la ocasión? -le pregunté.
-No te había oído hablar nunca -respondió-, sólo había oído hablar de ti. Cuando te oí hablar pensé que preferiría suicidarme antes que matarte. Por eso me he hecho sannyasin, ése ha sido mi suicidio.
Hace setecientos años este hombre me mató de verdad; me envenenó. En aquella época también era mi discípulo…, pero sin un Judas es muy difícil que haya un Jesús. Yo morí conscientemente, por eso tuve la gran oportunidad de nacer conscientemente. Elegí a mi padre y a mi madre.
Miles de idiotas están haciendo el amor en todo el mundo, a todas horas. Millones de almas nonatas están listas para entrar en un vientre cualquiera. Esperé setecientos años hasta el momento preciso, y doy gracias a la existencia por haberlo encontrado. Setecientos años no es nada comparado con los millones y millones de años que quedan por delante. Sólo setecientos años -sí, digo sólo- y elegí una pareja muy pobre pero muy entrañable.
Creo que mi padre nunca miró a otra mujer con el mismo amor que sentía por mi madre. Y es imposible imaginar -hasta para mí, que me puedo imaginar toda clase de cosas- que mi madre tuviese otro hombre, ni en sueños… ¡imposible! Los he conocido a los dos, eran tan íntimos, tan amigos, estaban muy satisfechos aunque fuesen muy pobres…, pobres pero ricos. Eran ricos en su pobreza gracias a su intimidad, ricos por el amor que sentían el uno por el otro
Afortunadamente, nunca les he visto pelearse. Digo «afortunadamente» porque es muy difícil encontrar un marido y una esposa que no se estén peleando. Sólo Dios sabe cuándo encuentran tiempo para el amor, y probablemente tampoco lo sepa. Al fin y al cabo, se tiene que ocupar de su propia mujer…, especialmente el Dios hindú. Al menos, el Dios cristiano está en una situación más favorable: no tiene esposas, no tiene mujeres, ¡por no mencionar a la esposa! Porque una mujer es más peligrosa que una esposa. Puedes soportar a una esposa, pero a una mujer… ¡estás haciendo el tonto otra vez! No puedes soportar a una mujer, ella te «atrae»; una esposa te «distrae».
¡Fíjate en mi inglés! Ponlo entre comillas para que no haya malentendidos, aunque, hagas lo que hagas, todos me van a interpretar mal. Pero inténtalo, ponlo entre comillas: la esposa «distrae», la mujer «atrae».
Nunca he visto pelear a mi padre y a mi madre, ni siquiera regañar. La gente habla de milagros; yo he visto un milagro: mi madre no le hacia reproches a mi padre. Es un milagro porque durante siglos la mujer ha estado tan dominada por el hombre que ha aprendido técnicas solapadas: los reproches. Los reproches son violencia disfrazada, violencia enmascarada. Nunca he visto a mi padre y a mi madre en una situación de pelea.
Cuando se murió mi padre estaba preocupado por mi madre. No la creía capaz de sobrevivir. Se habían querido tanto que casi se habían hecho uno. Ella sobrevivió solamente porque también me quería a mí.
Me he preocupado por ella constantemente. Quería que estuviese cerca de mí para que pudiera morir completamente realizada. Ahora lo sé. La he visto, he visto dentro de ella, y os puedo decir -y a través de vosotros lo sabrá, algún día, el resto del mundo- que se ha iluminado. Yo era su último apego. Ahora no le queda nada a lo que apegarse. Es una mujer iluminada, analfabeta, sencilla, sin ni siquiera saber qué es la iluminación. ¡Ésa es la belleza! Se puede ser un iluminado sin saber qué es la iluminación, y viceversa: puedes saber todo sobre la iluminación y no iluminarte.
    Elegí a esta pareja, sólo eran unos pueblerinos. Podría haber elegido que fuesen reyes y reinas. Estaba en mis manos. Hay todo tipo de vientres disponibles, pero yo soy un hombre de gustos sencillos: siempre me conformo con lo mejor. Era una pareja pobre, muy pobre. No seríais capaces de entender que mi padre sólo tenía setecientas rupias; eso son treinta dólares. Es todo lo que poseía y, sin embargo, le escogí para ser mi padre. Tenía una riqueza que los ojos no pueden ver, una realeza que es invisible.
Muchos de vosotros le habéis visto y habéis sentido su belleza. Era un hombre sencillo, muy sencillo, incluso podríais decir que era pueblerino, pero era incalculablemente rico, no en el sentido mundano sino en el sentido espiritual, si existe…
Treinta dólares, ése era todo su capital. Yo no lo sabía. Sólo me enteré más tarde, cuando su negocio estaba en bancarrota… iY era muy feliz!
-Dada -le pregunté; le solía llamar así, dada quiere decir padre-, Dada, pronto estarás en bancarrota, y a pesar de todo eres feliz. ¿Qué ocurre? ¿Son falsos los rumores?
-No; los rumores son totalmente ciertos -respondió-. La quiebra es inevitable, pero me siento feliz porque he ahorrado setecientas rupias. Con eso empecé. Y te voy a enseñar el Sitio… Entonces me enseñó dónde había escondido las setecientas rupias y me dijo: No te preocupes. Sólo empecé con setecientas rupias. El resto no nos pertenece, que se vaya al infierno. Lo que nos pertenece está escondido en este lugar, y te lo he enseñado. TÚ eres mi hijo mayor, recuerda este lugar.
Sé dónde está…, no se lo he contado a nadie ni lo vaya hacer, porque aunque fue generoso al contarme su secreto, yo no soy su hijo ni él es mi padre. Él es él mismo, y yo soy yo mismo. «Padre e hijo» son sólo formalidades. Esas setecientas rupias siguen enterradas en algún lugar, y seguirán ahí a no ser que alguien las encuentre por casualidad.
Aunque me has enseñado el sitio -le dije-, yo no lo he visto.
-¿Qué quieres decir? -me preguntó.
-Muy sencillo -respondí-. No lo veo y no lo quiero ver. No pertenezco a ningún patrimonio, pequeño o grande, rico o pobre.
Él, por su parte, era un padre cariñoso, aunque por mi parte yo no pueda decir lo mismo; lo siento.
Era un padre cariñoso. Fue el único que se preocupó cuando dejé mi empleo en la universidad, nadie más. Ninguno de mis amigos estaba preocupado. ¿A quién le importaba? En realidad, muchos de mis amigos se alegraron de que dejara la plaza vacante; así la podrían tener ellos. Se abalanzaron. Sólo se preocupó mi padre.
-No tienes por qué preocuparte -le tranquilicé.
Pero no fue de gran ayuda el decírselo. Sin contarme nada, compró un gran terreno, porque sabía que si me lo contaba le habría dado un coscorrón. Construyó una casita preciosa para mí, exactamente como a mí me habría gustado que fuera. Os vais a sorprender: tenía hasta aire acondicionado, todos los adelantos modernos.
Estaba cerca del pueblo, tenía un jardín que daba a la orilla del río y había unas escaleras que conducían hasta allí para que me pudiera bañar…, tenía viejos árboles, antiguos, y alrededor reinaba un silencio absoluto, no había nadie más en kilómetros a la redonda. Pero nunca me lo dijo.
Menos mal que mi pobre padre está muerto; si no, le habría dado muchos disgustos. Pero me quería mucho y tenía mucha compasión por su hijo vagabundo.
Soy un vagabundo. Nunca he hecho nada por mi familia. No me deben absolutamente nada. Ellos han hecho por mí todo lo que hiciese falta. Tenía buenas razones para elegir a esa pareja…, su amor, su intimidad, su casi unidad. Así es como, después de setecientos años, he vuelto a entrar en un cuerpo.
Mi infancia fue de oro. Insisto que no estoy usando un cliché. Todo el mundo dice que su infancia fue dorada, pero no es así. La gente cree que su infancia ha sido dorada porque su juventud está podrida; y más aun su vejez. Naturalmente, la infancia se vuelve de oro. Mi infancia no ha sido dorada en ese sentido. Mi juventud ha sido un diamante, y si llego a ser un anciano seré de platino. Desde luego, mi infancia fue dorada, no sólo simbólicamente, sino absolutamente dotada; no poéticamente, sino literalmente, objetivamente.
Durante la mayor parte de mis primeros años viví con los padres de mi madre. Esos años son inolvidables. Aunque alcance el paraíso de Dante, seguiré recordando esos años. Un pueblecito, gente humilde, pero mi abuelo -me refiero al padre de mi madre- era un hombre generoso. Era pobre, pero rico en su generosidad. Repartía lo que tuviese entre todos y cada uno. De él aprendí el arte de dar; tengo que reconocerlo. Nunca le vi negar algo a ningún mendigo ni a nadie.
Yo llamaba al padre de mi madre «Nana»; así es como se llama en India al padre de la madre. A la madre de mi madre le dicen «Nani». Le solía preguntar a mi abuelo:
-Nana, ¿dónde has encontrado una mujer tan hermosa?
Mi abuela parecía más griega que hindú. Cuando veo reír a Mukta, me acuerdo de ella.
Tal vez por eso tengo debilidad por Mukta. No le puedo decir que no. Aunque no esté bien lo que me pide, siempre le digo «de acuerdo». En cuanto la veo me acuerdo automáticamente de mi Nani. Probablemente tuviese algo de sangre griega. Ninguna raza se puede declarar pura. Los indios, particularmente, no deberían atribuirse pureza de sangre; los hunos, los mongoles, los griegos y muchos otros han atacado, conquistado y reinado sobre India. Se han mezclado con la sangre india, y esto era muy evidente en mi abuela. Sus facciones no eran indias, parecía griega, y era una mujer fuerte, muy fuerte. Cuando mi Nana murió no tendría más de cincuenta años. Mi abuela vivió hasta los ochenta y estaba llena de salud. Incluso entonces, nadie pensó que se iba a morir. Le prometí una cosa, que yo volvería cuando se muriese, y que ésta sería mi última visita a la familia. Ella murió en 1970. Tenía que cumplir mi promesa.
Durante los primeros años mi abuela fue para mí mi madre; esos son los años de crecimiento. Este círculo es para mi abuela. Mi madre vino después; yo ya había crecido, ya estaba hecho de una cierta manera. Y mi abuela me ayudó inmensamente. Mi abuelo me amaba, aunque eso no fuera de gran ayuda. Era muy cariñoso, pero para ayudar hace falta algo más: un cierto tipo de fuerza. Él siempre tenía miedo de mi abuela. De alguna forma, era un calzonazos. A la hora de decir la verdad, yo siempre soy sincero. Me quería, me ayudaba… ¿pero qué le voy a hacer si era un calzonazos? El noventa y nueve coma nueve por ciento de los maridos los son, así que no pasa nada.
Recuerdo un incidente que no he contado nunca. Era una noche oscura; llovía, y un ladrón entró en nuestra casa. Naturalmente, mi abuelo estaba asustado. Todo el mundo se dio cuenta que estaba asustado, aunque lo intentó disimular lo mejor que pudo. El ladrón estaba escondido detrás de unos sacos de azúcar, en una de las esquinas de nuestra pequeña casita,
Mi abuelo era un mascador incansable de pan. El pan es una hoja de betel. Él era un mascador de pan empedernido, como los fumadores empedernidos. Siempre estaba preparando pan, y se pasaba todo el día mascando. Empezó a mascar pan y a escupírselo al pobre ladrón que estaba escondido en la esquina. Yo observaba esta desagradable escena y le dije a mi abuela, con quien solía dormir: -Esto no está bien. Aunque se trate de un ladrón, deberíamos comportamos con educación. ¿Escupir? ¡Que pelee o que deje de escupir! Mi abuela preguntó:
-¿Tú que harías?
-Le daría una bofetada -dije- y le echaría de la casa.
Yo tenía nueve años como mucho. Mi abuela se rió y dijo:
-De acuerdo, iré contigo. Tal vez necesites ayuda.
Ella era una mujer alta. Mi madre no se le parece en nada, ni en belleza física, ni en su osadía espiritual. Mi madre es sencilla; mi abuela era una aventurera. Vino conmigo.
¡Estaba espantado! No podía creer lo que estaba viendo: el ladrón era el hombre que solía venir a darme clases, ¡era mi profesor! Le golpeé con fuerza, más aún porque se trataba de mi profesor.
-Si sólo fueras un ladrón te perdonaría -le dije-, pero me has estado enseñando cosas importantes, iY por la noche haces estas cosas! Ahora, sal corriendo tan rápido como puedas antes de que te coja mi abuela, si no, te va a moler.
Era una mujer grande, alta, fuerte y hermosa. Mi abuelo era pequeño y no muy agraciado, pero se llevaban bien. Nunca discutía con ella, no podía, así que no había ningún problema.
Recuerdo a aquel profesor, el erudito del pueblo, que solía venir a darme clases algunas veces. También era sacerdote del templo del pueblo.
-¿Qué va a pasar ahora con mi ropa? -me dijo-. Tu abuelo me ha cubierto de escupitajos. Me ha estropeado la ropa.
Mi abuela se rió y le contestó: -Vuelve mañana, te daré ropa nueva.
Y, en efecto, le dio ropa nueva. No vino, no se atrevió, pero ella se acercó a la casa del ladrón, me llevó con ella y le dio la ropa nueva, diciéndole:
-Sí; mi marido ha sido muy malo al estropearte la ropa. Eso no está bien. Puedes volver cada vez que necesites ropa.
Ese profesor nunca volvió a darme clases… no porque le dijeran que no, sino porque no se atrevía. No sólo dejó de venir a darme clases, sino que dejó de venir a la calle donde vivíamos; dejó de pasar por ahí. Pero yo no me olvidaba de visitarle todos los días y escupir delante de su casa para recordárselo. Le solía gritar:
-¿Te has olvidado de esa noche? Tú que solías decirme que fuese leal, sincero, honesto y toda esa mierda.
Todavía le puedo ver con los ojos gachos, incapaz de contestarme. Mi abuelo quería que me hiciesen la carta astral los mejores astrólogos de India. Estaba dispuesto a pagar lo que fuese por la carta astral aunque no era muy rico -ni siquiera era rico y mucho menos muy rico-, pero era la persona más rica del pueblo. Hizo un largo viaje hasta Benarés y vio a los astrólogos más famosos. Fijándose en las notas y fechas que mi abuelo había traído, el astrólogo más importante dijo:
-Lo siento, pero no puedo hacer esta carta natal hasta que pasen siete años. Si el niño sobrevive le haré la carta gratis, pero dudo que sobreviva. Si lo hace será un milagro, pues entonces tendrá la posibilidad de ser un buda.
Mi abuelo volvió llorando. Nunca le había visto con lágrimas en los ojos. Le pregunté:
-¿Qué ha ocurrido?
-Tengo que esperar hasta que cumplas siete años -dijo-. Quién sabe si vaya vivir hasta entonces. Quién sabe si el mismo astrólogo estará vivo, ya es muy mayor. Y estoy un poco preocupado por ti.
-¿Qué te preocupa? -le pregunté. -No me preocupa que te vayas a morir -contestó-, lo que me preocupa es que te conviertas en un buda.
Me reí y en medio de las lágrimas se empezó a reír él también. Entonces dijo:
-Qué extraño que estuviera preocupado.
Sí, ¿pues que tiene de malo ser un buda?
Cuando mi padre oyó lo que le habían dicho los astrólogos a mi abuelo me llevó hasta Benarés; pero hablaré de esto más tarde.
Cuando cumplí siete años vino a buscarme un astrólogo al pueblo de mi abuelo. Se detuvo un hermoso caballo delante de nuestra casa y salimos todos rápidamente. El caballo era majestuoso y el jinete era nada menos que uno de los famosos astrólogos que había conocido.
-¿Así que todavía estás vivo? -me preguntó-. He hecho tu carta astral; estaba preocupado, porque la gente como tú no suele vivir mucho tiempo.
Mi abuelo vendió todos los adornos de la casa y dio una fiesta para los pueblos vecinos celebrando que yo iba a ser un buda, y, sin embargo, ni siquiera creo que entendiese el significado de la palabra «buda».
Él era jainista y probablemente no había oído nunca esa palabra. Pero estaba feliz, inmensamente feliz…, estaba bailando porque yo iba a ser un «buda». Cuando todos se habían ido le pregunté:
-¿Qué quiere decir «buda»?
-No lo sé -dijo-, pero suena bien. Además, yo soy jainista. Ya nos enteraremos por algún budista.
En ese pueblecito no había budistas, pero dijo:
-Algún día, cuando pase un bikkhu budista por aquí, sabremos el significado.
Estaba contentísimo porque el astrólogo le había dicho que yo me iba a convertir en un buda. Entonces dijo:
-Supongo que «buda» quiere decir alguien que es muy inteligente -en hindi buddhi significa inteligencia, por eso pensó que «buda»significaba aquel que es inteligente.
Se aproximó mucho, casi acierta. Menos mal que no está vivo, si no, habría visto lo que significa ser un buda; no me refiero al significado del diccionario, sino a encontrarse con un ser despierto vivo. Y le puedo ver bailando, al ver que su nieto se ha convertido en un buda. ¡Eso habría sido suficiente para que se iluminara él! Pero se murió. Su muerte fue una de las experiencias más significativas para mí. Sobre esto hablaré más adelante.
¿Queda tiempo todavía?
-Son las ocho y media, Osho.
Bien, me quedan cinco minutos para mí… Es el momento de detenerse, pero ha sido muy hermoso y estoy agradecido. Gracias.

Cuento osho

¡Oye Tu!
Podrás tener todo lo que quieras.
Pero si no te tienes a ti…

Podrás conocer todo lo que esta a tu alrededor.
Pero si no conoces lo que está dentro de ti…

Todo tu conocimiento, toda tu riqueza, todo tu poder, será fútil.

Más tarde o más temprano serás ahogado por tu conocimiento, por tu riqueza y por tu poder.

Te destruirán porque seguirán creciendo, haciéndose más y más grandes, y tú te encogerás haciéndote más y más insignificante.

La espiritualidad es un regalo, les sucede a los que se conocen, a los que confían, a los que aman.

Estás aquí para aprender el camino de la confianza y una profunda aceptación de ti, el amor sigue a esto en corolario.

Si la riqueza no enturbia el conocimiento de ti…
Si el poder no corrompe tu calidad de amar,…
Si los espejos no lastiman tu autoestima…
Entonces podrás usar lo que quieras…
Sin ser dueño de nada…

Porque habrás entendido que el poseedor es lo poseído.

que es lo que hago

Osho nos cuenta qué es lo que que está haciendo :
1.-No estoy aquí para convencerte de nada. No estoy aquí para darte dogma alguno, ni un credo con el que vivir. Estoy aquí para arrebatarte todos los credos porque solamente entonces podrá la vida suceder en ti. No te voy a dar nada sobre lo que puedas vivir. Simplemente te estoy quitando todos los apoyos, todas las muletas.
2.- Todo mi esfuerzo se centra en empujarte hacia la muerte, en empujarte hacia el abismo de los desconocido, a empujarte hacia la experiencia cero. En la India lo llamamos Samadhi.

3.- No estoy aquí para interpretar el rol del sacerdote; no estoy aquí para interpretar el rol del profeta. De hecho el profeta no es más que el político disfrazado.

4.-A mi gente le digo: primero sé egoísta, completamente egoísta: florece. Logra el florecimiento y la fragancia y luego espárcelos. Entonces compártelos con esa gente desafortunada, que tiene el mismo potencial que tú, pero a quienes la vida no ha dado la oportunidad de ir hacia dentro, para saborear su propia divinidad

5.- Te enseño a ser natural. Y te enseño a aceptar tu naturalidad. Hay algo que sé con seguridad : cuando hayas florecido, compartirás. No hay forma de evitarlo. Cuando la flor se abre no hay modo para ella de retener su fragancia y mantenerla aprisionada. La fragancia escapa. Se extiende en todas las direcciones.

Así que, primero tienes que estar satisfecho, contento. Primero, sé. Después, desde tu ser surgirá una fragancia que se extenderá a muchos. Y no será un servicio, será pura alegría de compartir. Y no hay mayor felicidad que la de compartir tu felicidad.

6.-El hombre madura en el momento en que empieza a amar en vez de necesitar, en que empieza a desbordarse, a compartir, en que empieza a dar. El énfasis es totalmente diferente. Con el amor, el énfasis está en cómo dar, cómo dar más y cómo dar incondicionalmente. Esto es crecimiento, la madurez llegando a ti.

7.- Yo soy, yo soy. Haya discípulos o no, eso carece de importancia. No dependo de ti. Y todo mi esfuerzo aquí es conseguir que también tú no seas dependiente de mí. Estoy aquí para darte libertad. No quiero, de ninguna forma, anularte. Sólo quiero que seas tú mismo. Y el día en que esto suceda, cuando seas independiente de mí, serás capaz de amarme realmente. No antes.

8.- Yo te puedo enseñar meditación y desde ella surgirá una cualidad diferente de amor . Entonces no será tontear. Entonces será sabiduría, no tontería. Entonces no “caes enamorado” (*); te elevas en el amor. Entonces el amor es una cualidad tuya.

9.- Tengo que contar chistes porque estoy asustado; todos sois personas religiosas. Tenéis tendencia a ser serios. Tengo que haceros cosquillas para que algunas veces olvidéis vuestra “religiosidad”, olvidéis todas vuestras filosofías, vuestras teorías y sistemas y pongáis los pies en la tierra. Tengo que devolveros a la tierra una y otra vez; de otro modo tenderéis a ser serios, más y más serios. Y la seriedad es un tumor canceroso.

10.- No es por casualidad que los sacerdotes estén contra mí, que los políticos estén contra mí, que todo lo establecido esté en mi contra. No es por casualidad. Puedo entender su lógica. Estoy tratando de deshacer lo que ellos han ello. Estoy saboteando todo el modelo de esta sociedad de esclavos.

wai3
11.- No te estoy enseñando filosofía. Estoy compartiendo mi Verdad contigo. No me preguntes por definiciones. Si tienes valor, entonces lánzate a la experiencia que se te presenta aquí : lánzate a la meditación, y entonces sabrás.
wai4
12.- Solamente me preocupan los que están dispuestos a cambiar el curso de la conciencia humana. A los demás les ofenderé, les desconcertaré, les irritaré, les daré celos. Eso forma parte de mis métodos. Les estoy haciendo que se muestren tal como son. Si tienen algo de inteligencia, lo comprenderán.
wai5
13.- La gente me pregunta porqué la sociedad está contra mí. La sociedad no está en mi contra: Yo soy anti-social. Pero eso no sirve de nada; yo he de seguir con lo mío. He de compartir lo que me ha sucedido y este mismo compartir es ir contra la sociedad.
wai6
14.- Por lo que a mí concierne, nunca he planeado nada; simplemente he vivido, preguntándome qué es lo que pasará en el momento siguiente.
wai7
15.-No soy una persona muy religiosa, no soy un santo, no tengo nada que ver con la espiritualidad. Todas esas categorias son irrelevantes para mí. No puedes clasificarme, no me puedes encasillar. pero se puede decir una cosa , que todo mi esfuerzo se centra en ayudarte a que liberes esa energía denominada amor-inteligencia. Si liberas el amor-inteligencia, estás curado.
wai8

16.- No tengo trabajo. No hago nada : todos los deseos han desaparecido, todo hacer ha desaparecido. Sólo existo para ti. Si amas, me recibiras dándome una gran bienvenida y serás tremendamente beneficiado. Si odias, me perderás y la responsabilidad será tuya. Ahora depende de ti el elegir. Pero yo no hago nada.

wai14

15.- Por favor, no trates de entenderme desde el intelecto. No soy un intelectual, de hecho soy anti-intelectual. No soy un filósofo, soy muy anti-filosófico. Trata de comprenderme. Escucha en silencio sin charla interior, sin el parloteo interno, sin evaluar. No te estoy diciendo que creas lo que te estoy diciendo. te estoy diciendo que no hay porqué apresusarse en aceptar o rechazar. primeo, al menos, escucha, ¿por qué tanta prisa? Cuando ves una rosa, ¿la acptas o la rechazas? Cuando ves una hermosa puesta de sol, ¿la aceptas o la rechazas? Simplemente la ves, y el mismo ver es un encuentro.

Si lo que estoy diciendo contiene algo de Verdad en esí, será comprendido por tu corazón. pero la mente ha de apartarse. Y entonces, no tendrás necesidad de cambiar tu vida para adecuarte a eso; cambiará por sí misma.

wai15

16.- No estoy aquí para proporcionar respuestas. Estoy aquí para provocar en ti los interrogantes, los interrogantes supremos.

wai17

17.- No estoy aquí para perpetuar el pasado, por eso estoy contra toda erudición. Estoy en favor del aprender, pero aprender quiere decir inocencia, aprender quiere decir apertura, aprender quiere decir receptividad. Aprender quiere decir un enfoque no egoístico hacia la realidad. Aprender sgnifica : “No sé y estoy dispuesto, dispuesto a saber.” La erudición significa : “Ya sé”. La erudición es el mayor engaño que la sociedad crea en las mentes de la gente.

wai18

18.- No estoy haciendo un trabajo serio. No estoy en absoluto trabajando; este es mi gozo de compartir contigo. Lo que hagas con ello es tu problema, no el mío.

wai19

19.- No estoy aquí para ayudarte con tus prejuicios, no estoy aquí para ayudarte con tus tradiciones, con tus condicionamientos. Mi trabajo consiste en demolerte por completo porque solamente cuando hayas sido completamente demolido, nacerá lo nuevo.

wai21

20.- Estoy absolutamente a favor de toda mente escéptica. No creas en nada a menos que lo hayas experimentado. No creas en nada , sigue planteando interrogantes, te lleven el timepo que te lleven

wai22

21.- La gente me ha preguntado, “¿Por qué está el mundo en tu contra?” El mundo no está en mí contra. Yo estoy en contra del mundo porque he elegido la Verdad. Y solamente expresaré aquello que haya sido absolutamente mi experiencia. No aceptaré compromiso alguno, sea cual sea la razón.

wai23

22.- ¿Por qué me contradigo a mí mismo? Aquí no estoy enseñando filosofía. El filósofo ha de ser muy consistente, sin fallos, lógico, racional, sempre dispuesto a discutir y demostrar lo que dice. No soy un filósofo. No te voy a proporcionar ningún dogma consistente del que te puedas colgar. Todo mi esfuerzo se centra en darte una no-mente.

wai25

23.- Soy deliberadamente inconsistente, contradictorio para que tú no puedas convertirme en un cuerpo de doctrina. por eso, si un día empiezas a acumular algo, al día siguiente te lo quito. No te permitiré que acumules nada. Antes o después tendrás que despertar al hecho de que es algo distinto lo que aquí está transpirando.No es que te esté dando un digma para que creas en él, una filosofía para ser vivida. No, para nada. Soy totalmente destructivo, te lo estoy quitando todo

wai26.

24.- No importa las tonterías que lleves en la cabeza cuando llegas aquí. Cortaré tu cabeza sin distinciones. Lo que contiene tu cabeza no importa. Lo que me preocupa es el cortar. Soy solamente un leñador.

wai27

25.- No estoy aquí para sustentar tu creencia : he de arrebatarte todas las creencias. No estoy aquí para inspirarte, porque toda inspiración crea esclavitud. Si te inspiras en mí, te convertirás en mi esclavo, te volverás dependiente de mí. No te sirvo de inspiración; simplemente continuo destrozándote, machacándote.

wai28

26.- Mi obra no es como la obra de un pintor. No es que pueda completar el cuadro; es una largo cuadro. Y estaré dando retoques al cuadro hasta mi último aliento. aún así, el cuadro quedará incompleto

wai30

27.- Estoy aquí para seducirte a amar la Vida, para ayudarte a volverte un poco más poético, a ayudarte a morir para lo mundano y lo corriente de modo que lo extraordinario explote en tu vida.

wai31

28.- No soy un profesor y éste no e sun lugar en el que el conocimiento sea importante. Soy solamente una presencia para inspirar en ti eso que tienes dormido, para permitir que te reconozcas a ti mismo.

wai32

29.- No estoy aquí para ayudarte. Puede que tú estés aquí para que te ayuden, pero yo no. Sólo estoy disfrutando con lo mío. estoy haciendo lo mío.

wai33

30.- No estoy aquí para imponerte ninguna religión. Estoy aquí para quirate todo peso, para quitarte toda religión, toda ideología, Solamente quedando un profundo silencio, una serenidad, una profundidad, una altura que alcanza las estrellas.

wai34

31.- No te estoy enseñando un camino, por eso no puedes proclamar que mi camino e sel mejor camino. No es en absoluto un camino. No puedes decir que éste es el único camino porque estoy diciendo que no existe ningún camino. Simplemente estoy tratando de alertarte de eso que sí está aquí. está latiendo en tu corazón, es Dios latiendo en tu corazón. está latiendo en tu ser. cada fivra de tu cuerpo, de tu ser, está viva. Este estar vivo, es Dios.

wai35

32.- No estoy interesado en convertir a nadie a mi ideología. No tengo ninguna. En segundo lugar, creo que el esfuerzo mismo por convertir a alguien es violencia, es interferir en su individualidad, en su singularidad, en su libertad.

wai37

33.- No soy un mesías y no soy un misionero. No estoy aquí para establecer una iglesia o para dar una doctrina al mundo, una nueva religión. No. Mi esfuerzo es totalmente diferente : una nueva consciencia, no una nueva religión; una nueva consciencia, no una nueva doctrina. ¡Ya está bien de doctrinas y ya está bien de religiones! El hombre necesita una nueva consciencia. Y la única forma de aportar consciencia es seguir golpeando desde todos los lados de forma que , lenta, lentamente , trozos de tu mente acaben por desprenderse. La estatua de Buda está escondida en ti. Ahora mismo eres una roca. Si sigo golpeándote, arrancando pedazos de ti, poco a poco, el buda emergerá.

wai41

ser maestro

Tú has dicho que en los corazones de los sannyasins suena la misma melodía que en tú corazón está sonando. ¿Puedes decirnos más sobre este fenómeno? ¿Cómo llevas a un discípulo de la cabeza al corazón? ¿Es que a veces un discípulo está conectado contigo y a veces no? ¿Y, en ese caso, que es lo que hace que un discípulo se aleje de ti, y que es lo que ayuda a que un discípulo regrese?

Es un poco difícil entender. Las cosas del corazón siempre son difíciles entender. Hay unos discípulos que están, durante el día y durante la noche, en profunda armonía conmigo. No hay ningún hueco. De hecho, sólo ellos merecen ser llamados amigos.

Aquí me gustaría contar algo que he estado guardando como un secreto durante mi vida entera:

Una hermosa mañana, Gautam Buddha salió a dar un paseo con su cuidador y discípulo, Ananda. Era otoño; los árboles se estaban quedando desnudos y las hojas cubrían el camino. El viento mecía los árboles, y las hojas hacían hermosos sonidos. Caminando entre esas hojas, Buddha estaba inmensamente contento … con la música de las hojas secas.

Él tomó unas en su mano. Ananda le preguntó, “Bhagwan, yo siempre he estado pensando en hacerte una pregunta, pero es difíicl estar a solas contigo. Tú siempre estás rodeado de personas. Hoy estás solo en este bosque, y yo no puedo resistirme la tentación. Yo quiero preguntarte: ¿Nos has dicho todo, o has guardado algunos secretos? Dijo Buddha : ¿ “Ves las hojas en mi mano? ¿Y ves las hojas del bosque?” Ananda dijo: “Sí, las veo, pero no comprendo que ésta sea la respuesta.” Buddha dijo: “Lo entenderás. Solamente he dicho esto, y he guardado silencio respecto a todas las hojas del bosque.”

Mi situación es simplemente diferente. Yo os he mostrado el bosque entero; sólo me he guardado íntimamente algo , sólo una hoja. Buddha declaró antes de su muerte que él regresaría luego de veinticinco siglos, y que su nombre sería Maitreya. Maitreya quiere decir el amigo.Los Buddhas no regresan; ninguna persona iluminada regresa nunca, es solamente un modo de expresarse…

Lo que él estaba diciendo es de tremenda importancia. No tiene nada que ver con su regreso; él no puede regresar. Lo que él quiso decir era que la antigua relación entre el Maestro y el discípulo sería irrelevante dentro de veinticinco siglos. Esa era su claridad de percepción –él no estaba prediciendo nada– sólo su claridad para ver que las cosas están continuamente cambiando, como han cambiado en el pasado y como seguirán cambiando; que tardarían por lo menos veinticinco siglos para que el Maestro y su relación con el discípulo quedara fuera de lugar.Para entonces el Maestro iluminado sólo será un amigo.

Yo nuca he querido ser Maestro de nadie. Pero las personas quieren a un Maestro, ellos quieren ser discípulos; por eso he interpretado el papel. Ahora debo deciros que muchos de vosotros estáis listos para aceptarme como un amigo. Ésos que están continuamente conectados conmigo, sin ningún descanso, son los únicos amigos reales.

Hay personas que a veces están conectadas conmigo y hay veces en las que no están conectadas conmigo. Tú me preguntas por qué pasa. La razón es, — quizás te sorprenda el saberlo — que a veces ellos están conectados conmigo porque yo estoy conectado con ellos, porque cualquier cosa que yo diga está de acuerdo con ellos. Ellos sienten, “Esto es absolutamente correcto.” Ellos no están conectados conmigo. Al contrario, ellos sienten que están conectados conmigo porque yo estoy cumpliendo algunas de sus ideas, algunas de sus expectativas. Eso es ilusión.

Una vez que tú estás sintonizado conmigo, no puedes dejar de estarlo. Pero si dejas de estarlo, eso significa que yo he dicho algo, que he hecho algo que no está de acuerdo contigo. Tú sigues juzgando. Tú no has abandonado tus juicios. Tu ego todavía está allí.

Todos los días yo daba un paseo con uno de mis profesores. Un día mientras nosotros regresábamos, otro profesor se nos unió en el camino. Él estaba dando un paseo; y nosotros estábamos volviendo. El me conocía pero no conocía a mi profesor. Este era muy nuevo, él se había unido al departamento dos o tres días atrás . Entonces me preguntó, “¿vienes aquí todos los días?” Yo dije, “Sí, vengo todos los días. Y durante tres días mi profesor ha estado viniendo conmigo.” Mi profesor pareció fastidiado. Yo le pregunté , “¿qué es lo que sucede? Pareces enfadado.” Él dijo, “Ciertamente. Tú vienes conmigo, y dices que yo vengo contigo.” Yo dije, “Eso es cierto. ¿Cómo puede venir un profesor con un estudiante? Siempre es el estudiante quién viene con el profesor. Así que perdóneme. Pero estas son simplemente las muestras que usted es un idiota; y a partir de mañana no vendrá más conmigo.”

Las personas son extrañas. Yo estaba allí desde hacía dos años. Él llevaba sólo tres días, pero quiso escuchar que yo estaba yendo con él. Simplemente el ego quiere cumplidos por todas partes. Entonces pasa que cuando tú sientes que yo estoy diciendo algo que cumple sus expectativas, estás conmigo, tu corazón se sintoniza conmigo, tú estás conectado conmigo. No. Por favor perdóname por ser sincero; sólo yo estoy contigo, pronto sucederá algo — yo digo algo, yo hago algo– y tú corazón ya no está sintonizado conmigo.

Así que recuerda una cosa: cuando tú estás conmigo, es un continuum, sin huecos. No importa,lo que yo diga, lo que yo haga, porque tú no me juzgas. Tú me amas como yo soy. Yo no te juzgo. Yo te amo como tú eres. Y si esto cambia, entonces recuerda que estás juzgando, y en lugar de venir conmigo, estás intentando arrastrarme contigo. Y eso no es muy amoroso.

Yo puedo ir contigo, pero tú estás en la oscuridad y tú me llevarás a la oscuridad. Yo no tengo ningún problema en ir contigo. Tú no puedes destruir mi luz; yo puedo destruir tu oscuridad.

Yo no puedo perder nada yendo contigo. Tú tendrás que perder muchas cosas conmigo. Y cuando tú amas a alguien, tú estás listo a perder algo, todo, incluso a ti mismo. En el momento que tú estás listo para perderte, la amistad es completa. Y entonces surge una gran belleza .

Hace exactamente veinticinco siglos de la muerte de Buddha y yo estoy cambiando el nombre de la Fundación para que sea Amigos de Rajneesh Internacional. No es sólo un cambio de nombre. Va a cambiar el mismo sabor de nuestro movimiento . Y tú tienes que estar a la altura de manera que lo yo quiero que este movimiento llegue a ser, sea. Sólo así el sueño será realizado.

No me dejes. ¿estamos?

Osho su vision de la vida

Osho nos habla sobre su visión sobre la vida :
1.-La vida es vivir. No es una cosa, es un proceso. No hay forma de conocer lo que es la vida más que viviendo, estando vivo , fluyendo, discurriendo con ella. Si buscas el significado d ela vida en algún dogma, en una determinada filosofía, en una teología, da por seguro que te perderás lo que es la vida y su significado.
La vida no te está esperando en ninguna parte, te está sucediendo. No se encuentra en el futuro como una meta que has de alcanzar, está aquí y ahora, en este mismo momento, en tu respirar, en la circulación de tu sangre, en el latir de tu corazón. Cualquier cosa que seas es tu vida y si te pones a buscar significados en otra parte, te la perderás.
2.-La vida es inseguridad, A cada momento se dirige hacia una inseguridad mayor. Es un apostar. Uno nunca sabe lo que va a suceder. Y es hermoso que uno nunca lo sepa. Si fuera predecible, no valdría la pena vivir la vida. Si todo fuera como te gustaría que fuese y si todo fuera una certeza, no serías un hombre, serías una máquina. Sólo existen certezas y seguridades para las máquinas.
3.- La vida es un misterio; cuanto más la conoces, más bella es. Llega un momento cuando, de repente, empiezas a vivirla, empiezas a fluir con ella.
4.- La vida no es una tecnología, ni una ciencia. La vida es un arte, …. has de sentirla. Es como el caminar por una cuerda floja.

5.-La mejor forma de perder la vida es tener una cierta actitud ante ella. Las actitudes tienen su origen en la mente, y la vida supera la mente. Las actitudes son nuestras creaciones, son nuestros prejuicios, nuestras invenciones. La vida no es creada por nosotros; al contrario, nosotros somos sólo ondas en el lago de la vida.

¿Qué clase de actitud puede tener una ola con respecto al océano? ¿Qué tipo de actitud puede tener una hoja de hierba hacia la Tierra, la Luna, el Sol o las estrellas? Todas las actitudes son egoístas, todas las actitudes son estúpidas.

La vida no es una filosofía, no es un problema; es un misterio. Tienes que vivirla, no de acuerdo a cierto patrón de conducta, no de acuerdo a un condicionamiento, de acuerdo con lo que te han contado sobre ella. Tienes que empezar de nuevo, desde cero.
6.- Depende de ti. La vida en sí misma es un lienzo en blanco, se convierte en cualquier cosa que tú pintes en él. Puedes pintar infelicidad, puedes pintar felicidad.

Esta libertad es tu gloria.

7.-Mi mensaje es muy simple: Vive la vida tan peligrosamente como te sea posible. Vive la vida totalmente, intensamente, apasionadamente, porque la vida, es el único Dios.

8.- Primero conviértete en un Zorba, en una flor de esta tierra y a través de ella logra la capacidad de llegar a ser un Buda, la flor del otro mundo. El otro mundo no está separado de éste; el otro mundo no está en contra de éste. El otro mundo está escondido en éste. Este es sólo una manifestación del otro y el otro es la parte no manifiesta de éste.

9.-Para mí, el primer fundamento de la vida es meditación. Todo lo demás es secundario.
10.-La vida debe ser una búsqueda. No un deseo, sino una búsqueda; no una ambición de convertirse en esto o en lo otro, el presidente de un país o un primer ministro, sino una búsqueda para descubrir: “¿Quién soy yo?”

11.-La vida deberá ser una continua celebración, un festival de luces durante todo el año. Sólo entonces puedes crecer, puedes florecer. Transforma las cosas pequeñas en celebración.

12.- La vida no es una cárcel, no es un castigo. Es una recompensa y es dada sólo a aquellos que se la han ganado, a aquellos que se la merecen. Ahora tienes el derecho de disfrutar. Sería un pecado si no disfrutas.
Irías en contra de la existencia si no la embelleces, si la dejas simplemente como la encontraste. No, déjala un poco más feliz, más hermosa, más fragante.
13.-¡La vida consiste en explorar, en ir hacia lo desconocido, en alcanzar las estrellas! Sé valiente y sacrifica todo por la vida; nada vale más que ella. No sacrifiques tu vida por pequeñas cosas: dinero, seguridad, estabilidad. Nada de ello tiene valor. Uno tiene que vivir su propia vida tan totalmente como sea posible, entonces, la alegría llega. Solamente entonces es posible una desbordante dicha . Aquellos que quieren vivir realmente tienen que afrontar muchos riesgos. Tienen que adentrarse más y más en lo desconocido. Tienen que aprender una de las lecciones más fundamentales: que no existe hogar, que la vida es un peregrinaje sin principio ni fin. Sí, hay lugares donde puedes descansar, pero son simplemente para pasar la noche y a la mañana siguiente te tienes que ir de nuevo. La vida es un continuo movimiento, nunca llega a ningún final.
14.-Cuanto más profundiza una persona en sí misma, más madura. Cuando ha alcanzado el centro mismo de su ser, alcanza la madurez perfecta. Para mí, “madurez” es otro nombre para “realización”. Has culminado el pleno desarrollo de tu potencial. Lo has actualizado. La semilla, tras un arduo viaje, ha florecido. La madurez conlleva cierta fragancia, aporta una tremenda belleza al individuo. Le aporta inteligencia, la inteligencia más aguda posible. Le convierte en puro amor. Su actividad es amor, su inactividad es amor. Su vida es amor, su muerte es amor. Es tan sólo una flor de amor.

15.- La vida en su totalidad es una gran broma cósmica. No es un fenómeno serio; tómala seriamente y la perderás. Compréndela únicamente a través de la risa. No voy a darte una meta. Solamente puedo proporcionarte una dirección , abierta -rebosando vida- y desconocida -siempre sorprendente, impredecible-. No te voy a dar mapa alguno. Solamente te voy a proporcionar una gran pasión por descubrir cosas. Sí, no se necesita de ningún mapa; se requiere una gran pasión. Luego te dejaré solo. Entonces te moverás por ti mismo. adéntrate en lo inmenso, en el infinito y , poco a poco, aprende a confiar en él. Abandónate en manos de la Vida.
16.- El concepto antiguo del hombre religioso es que él está en contra de la vida. El condena está vida, esta vida corriente; la llama mundana, profana, una ilusión. La censura. Yo estoy tan profundamente enamorado de la Vida que no puedo censurarla. Estoy aquí para incrementar la posibilidad de sentirla.

osho nos habla de la espiritualidad

Osho nos habla de la espiritualidad:

1.- ..De eso es de lo que trata la espiritualidad. Del vivir la muerte intensamente, del vivir la vida con intensidad,del vivir ambos tan apasionadamente que nada quede atrás sin ser vivido, ni incluso la muerte.

2.-La risa es la esencia misma de la religión. La seriedad nunca es religiosa, no puede ser religiosa. La seriedad es del ego, parte de la enfermedad misma. La risa es la ausencia de ego.

Sí, hay una diferencia cuando tú ríes y cuando ríe un hombre religioso. La diferencia es que tú siempre te ríes de otros y el hombre religioso se ríe de sí mismo, o de toda la ridiculez humana.

La religión no puede ser sino una celebración de la vida; y la persona seria se transforma en un inválido: crea barreras. No puede bailar, no puede cantar, no puede celebrar. La dimensión misma de la celebración desaparece de su vida. Se vuelve como el desierto y si eres un desierto puedes seguir pensando y pretendiendo que eres religioso, pero no lo eres.

Puedes ser un sectario, pero no religioso. Puedes ser un cristiano, un hindú, un budista, un jaino, un musulmán, pero no puedes ser religioso. Crees en algo, pero no sabes nada. Crees en teorías. Un hombre demasiado cargado de teorías se vuelve serio. Un hombre que no tiene cargas, que no agobie su ser con teorías, comienza a reírse.

3.-La risa relaja. Y la relajación es espiritual. la risa te devuelve a la tierra, de hacer descender de tus estúpidas ideas sobre el ser-más-santo-que-tú. La risa de lleva a la realidad tal y como es. El mundo es un juego de Dios, una broma cósmica. Y a menos que la comprendas como una broma cósmica nunca serás capaz de comprender el misterio supremo.

Estoy a favor de todas las bromas, estoy a favor de la risa.

osho habla sobre el amor

Osho habla del amor :

1.-El corazón del hombre es un instrumento musical, contiene una música grandiosa. Dormida, pero está allí, esperando el momento apropiado para ser interpretada, expresada, cantada, danzada. Y es a través del amor que el momento llega.

Un hombre sin amor nunca conocerá qué música ha estado llevando dentro de su corazón. Es sólo a través del amor que la música comienza a tomar vida, se despierta y deja de ser un potencial para convertirse en realidad.

2.-Preguntas: “¿Qué es amor?” Es una profunda necesidad de ser uno con el todo, una profunda necesidad de disolver en una unidad el tú y el yo. El amor es así porque estamos separados de nuestra propia fuente. De esa separación surge el deseo de volver al Todo y de unificarse con El. ”

3.-Tu ego se ha convertido en una barrera entre tú y tu tierra: el Todo. El hombre se asfixia, no puede respirar, ha perdido sus raíces. Ya no es alimentado. El amor es un deseo de nutrición; el amor es enraizarse en la existencia .

4.-El amor en uno mismo es valioso: no tiene ningún propósito, no tiene ningún fin.

Tiene una inmensa significación; una gran alegría; un éxtasis en sí mismo, pero estos no son fines. El amor no es un negocio donde importan los propósitos, las metas. Siempre hay una cierta locura en el amor…. El amor no tiene razón alguna. Simplemente puedes decir : “No sé . Todo lo que sé es que amar es experimentar el espacio más hermosos dentro de uno mismo.” Pero eso no es un propósito. Ese espacio no es mental. Ese espacio no puede ser convertido en una comodidad. Este espacie es como un capullo de rosa con una gota de rocío sobre sí brillando como una perla. Y con la primera brisa de la mañana y al sol, el capullo está bailando.

El amor es la danza de tu vida.

5.- Amor es el encuentro, el encuentro orgásmico de la vida y la muerte …. Para alcanzarlo, hay cuatro pasos que deben recordarse.

El primero: estar aquí y ahora, porque el amor sólo es posible en el “aquí-ahora”. No puedes amar en el pasado.

El segundo paso hacia el amor es: aprende a transformar tus venenos en miel…

El tercer paso hacia el amor es compartir tus cosas positivas, compartir tu vida, compartir todo lo que tengas. Todo lo bello que tengas, no lo escondas.

Y la cuarta: sé la nada. Una vez que comienzas a pensar que eres alguien, te estancas. Entonces el amor no fluye. El amor sólo fluye de alguien que no es nadie. El amor mora sólo en la nada.

Cuando estás vacío, hay amor.

Cuando estás lleno de ego, el amor desaparece.

El amor y el ego no pueden converger.

5.-Es muy fácil amar a la gente en lo abstracto, el verdadero problema surge en lo concreto. Y recuérdalo, si no amas a los seres humanos concretos, reales, seres humanos, todo tu amor por los árboles y los pájaros es falso, pura habladuría.

6.-El amor es una flor muy frágil. Tiene que ser protegido, tiene que ser reforzado, tiene que ser regado; sólo entonces se fortalece.

7.-Ama como algo natural, tal y como respiras. Y cuando ames a alguien, no empieces a exigir; si no desde el principio mismo estarás cerrando las puertas. No tengas ninguna expectativa. Si algo aparece en tu camino, siente gratitud. Si nada viene, no es necesario que venga, no lo necesitas, no puedes mantener esa expectativa.

8.- El amor no es un negocio, así que deja de tratarlo como tal. Sino, malograrás tu vida, el amor y todo lo que hay de hermoso en ello, porque todo lo que es bello no es en absoluto negociable. El negocio es la cosa más fea del mundo, un mal necesario. Pero la existencia no sabe acerca de negocios. Los árboles florecen, no es un negocio; las estrellas brillan, no es un negocio y no tienes que pagar por ello y nadie te exige nada. Un pájaro viene y se posa en tu puerta, te canta una canción y no te pide un certificado o algo así. Ha cantado su canción y luego, muy contento se va volando, sin dejar huellas. Así es como el amor crece. Da y no esperes a ver cuánto puedes conseguir.

9.-Conviértete en un individuo, eso es lo primero. Lo segundo: no esperes perfección, no pidas y no exijas. Ama a la gente común. No hay nada de malo en la gente común. La gente común es extraordinaria ¡Cada ser humano es tan único!

Ten respeto por ese ser único.

Tercero: da y da sin ninguna condición, y sabrás qué es el amor. No lo puedo definir. Puedo enseñarte la forma en que crece. Te puedo enseñar cómo plantar un rosal, cómo regarlo, cómo fertilizarlo, cómo protegerlo. Luego un día, inesperadamente, aparece la rosa, y tu casa se llena de fragancia. Así es como ocurre el amor.

10.-La palabra “amor” puede tener dos significados absolutamente diferentes; no sólo diferentes, sino diametralmente opuestos. Un significado, es el amor como relación de pareja; el otro es el amor como un estado del ser.

En el momento en que el amor se vuelve una relación de pareja, se convierte en esclavitud, porque hay expectativas, hay exigencias y hay frustraciones, y un esfuerzo de ambos lados para dominar. Se convierte en una lucha por el poder….

…. el amor como un estado del ser es una palabra totalmente diferente. Significa que tú simplemente amas; no estás estableciendo una relación de pareja. Tu amor es como la fragancia de una flor. No crea una relación; no te pide que seas de una forma determinada, que te comportes de cierta manera, que actúes de cierta forma. No exige nada. Simplemente comparte. Y en este compartir, tampoco existe el deseo de recibir una recompensa. El mismo compartir es la recompensa.

Cuando el amor se convierte para ti en una fragancia, tiene una tremenda belleza y posee algo que está muy por encima de la mal llamada humanidad. Tiene algo de divino.

12.- Quiero que sepas que el amor llega de improviso. No como una consecuencia de algún esfuerzo de tu parte, sino como un regalo de la naturaleza. En ese momento no lo hubieras aceptado si hubieses estado preocupado porque algún día, de pronto, pudiera terminar. Así como viene se va.

Pero no hay necesidad de preocuparse, porque si una flor se ha desvanecido, otras flores llegarán. Las flores siempre seguirán naciendo, pero no te aferres a una flor, de lo contrario, pronto te encontrarás aferrado a una flor muerta. Y esa es la realidad: la gente se aferra a un amor muerto, que alguna vez estuvo vivo.

13.- Si tienes algo, algo que te proporciona alegría, paz, éxtasis, compártelo. Y recuerda que cuando compartes hay un motivo. No te estoy diciendo que por compartir llegarás al cielo. No te estoy dando meta alguna.

Te estoy diciendo, que con sólo compartir estarás tremendamente satisfecho. En el compartir mismo está la satisfacción, no hay ninguna meta; no está orientado hacia ningún fin. Es un fin en sí mismo.

14.-Cuando no tienes amor, le pides al otro que te lo dé. Eres un mendigo. Y el otro te está pidiendo que se lo des a él o a ella. Ahora bien, dos mendigos extendiendo sus manos uno al otro y ambos con la esperanza de que el otro lo tenga… Naturalmente ambos se sienten derrotados y ambos se sienten engañados.

Esta es la paradoja: aquellos que se enamoran no tienen amor, por eso se enamoran. Y porque no tienen amor, no pueden darlo. Y algo más : una persona inmadura sólo se enamora de otra persona inmadura, porque sólo ellas pueden comprender el lenguaje de la otra. Una persona madura ama a una persona madura. Una persona inmadura ama a una persona inmadura.

El problema básico del amor es madurar primero, entonces encontrarás una pareja madura; entonces la gente inmadura no te atraerá para nada. Es sencillamente así.

15.- …cuando dos personas maduras están enamoradas, ocurre una de las más grandes paradojas de la vida, uno de los fenómenos más bellos: están juntos y sin embargo tremendamente solos; están tan unidos que casi son uno. Pero su unión no destruye su individualidad, de hecho, la realza: se vuelven más individuos. Dos personas maduras enamoradas se ayudan mutuamente a ser más libres.

16.- Yo te amo. No puedo evitarlo. No es cuestión de que pueda amarte o no, simplemente te amo. Si no estuvieses aquí, este auditorio estaría lleno de mi amor, no habría ninguna diferencia. Estos árboles todavía recibirían mi amor, estos pájaros lo seguirían recibiendo. E incluso si todos los árboles y los pájaros desaparecieran, eso no haría ninguna diferencia: el amor seguiría fluyendo. El amor es, así que el amor fluye.

17.- Así como la luz rodea a la llama, el amor te rodea. Tú eres amoroso, eres amor.

Entonces tiene eternidad. No está dirigido a nadie. Cualquiera que se acerque beberá de él. Cualquiera que se acerque a ti estará encantado con él, enriquecido por él. Un árbol, una roca, una persona, un animal, no importa. Incluso si estás sentado, solo… Buda, solo, sentado bajo su árbol está irradiando amor. El amor está constantemente lloviendo a su alrededor. Eso es eterno y ése es el verdadero anhelo del corazón.

la alquimia suprema osho

LA ALQUIMIA SUPREMA

(fragmento del libro de Osho)

Osho, ayer noche explicaste la quietud interior desde la dimensión del silencio interior. Explica por favor la quietud interior desde alguna otra dimensión.

La quietud tiene muchas dimensiones…

    * Una es el silencio; es el extremo opuesto al sonido, es la ausencia de sonido.
    *
      La segunda dimensión es la ausencia de movimiento: es el extremo opuesto al movimiento.

La mente es movimiento del mismo modo que la mente es sonido. El sonido viaja y la mente también. La mente está en movimiento constante, nunca permanece quieta. No puedes imaginarte a una mente quieta. No existe una cosa así, porque cuando hay quietud, la mente deja de existir; cuando existe la mente, hay movimiento.

¿Cuál es pues el movimiento de la mente? Con él podemos concebir la segunda dimensión de la quietud: la ausencia de movimiento.

Exteriormente sabemos lo que el movimiento significa:  ir de un lugar a otro, de un sitio a otro.  De A a B. Si estás en A y te vas a  B,  ha tenido lugar un movimiento. Así, exteriormente a la mente, movimiento quiere decir cambiar de lugar en el espacio. Si no hay espacio, no te puedes mover. Necesitas espacio para moverte exteriormente.

El movimiento interno no es en el espacio, sino en el tiempo. Si no hay tiempo no puedes desplazarte interiormente. El tiempo es un espacio interior:  de un segundo pasas a otro segundo, de este día a otro día, de aquí para allá, de ahora a después, en el tiempo. El tiempo es el espacio interno. Analiza tu mente y verás que siempre te estás moviendo desde el pasado al futuro, desde el futuro al pasado.

O bien te vas hacia recuerdos del pasado o te desplazas a deseos en el futuro.  Cuando te vas desde el pasado al futuro o desde el futuro al pasado, solamente entonces empleas el momento presente, pero sólo como un medio. El presente, para la mente, no es nada más que la línea divisoria entre  pasado y futuro. Para la mente el presente no es realmente existencial. Solamente es una línea divisoria desde la que puedes desplazarte al pasado o al futuro.

La mente nunca está en el presente porque es incapaz de ir al presente. Compréndelo: eres incapaz de moverte en el presente. En el presente no existe el tiempo. El presente siempre es un único instante. Nunca estás en dos momentos al mismo tiempo. Solamente vives un instante. No puedes ir de A a B porque solamente existe A. No hay B.

Entiende esa cualidad del tiempo en el presente:  siempre vives un solo instante. Tanto si eres un mendigo como si eres un emperador, da igual. Tu depósito temporal es el mismo, solamente de instante a instante, y no puedes moverte en él. No hay lugar dónde moverse y la mente existe únicamente si hay movimiento.

Por eso la mente nunca emplea el presente, no puede emplearlo. Retrocede al pasado. Allí hay muchos lugares a los que puede ir. Existe un gran depósito de  recuerdos:  todo tu pasado está ahí.

O también puede irse al futuro. Puedes imaginártelo porque el futuro es,  básicamente, tan sólo el pasado proyectado. Has vivido, has experimentado muchas cosas. Las deseas otra vez o deseas evitarlas:  ése es tu futuro. Amaste a alguien:  fue hermoso, puro gozo.

Entonces deseas que se repita por eso proyectas en el futuro tu deseo de que se repita. Estuviste enfermo, sufriste y deseas evitarlo en el futuro por eso proyectas no enfermar de nuevo. De modo que tu futuro es tan sólo un pasado que has proyectado y así puedes moverte en el futuro.

Pero la mente no se encuentra satisfecha con el futuro que pertenece a esta vida. Proyecta cielos, proyecta vidas futuras. No está satisfecha con un pequeño futuro, así que la mente crea tiempo más allá de la muerte. El pasado y el futuro son vastos territorios; puedes moverte con facilidad en ellos. Con el presente no te puedes mover.

La ausencia de movimiento implica estar en el presente. Esa es la segunda dimensión de la quietud. Si puedes permanecer en este instante, tan sólo aquí y ahora, estarás quieto. No puedes estar de ninguna otra forma. No existe ninguna otra posibilidad más que estar quieto.

Vive en el ahora, y el movimiento se detendrá porque la mente se detendrá. No pienses en el pasado y no proyectes en el futuro. Esto que se te está dando es todo lo que tienes. Permanece en ello, conténtate en ello. Este mismo instante es el único tiempo verdaderamente existencial; no hay nada más.

El pasado es solamente una memoria. Está solamente en tu mente, es polvo acumulado, experiencias acumuladas. No hay pasado en la existencia, no hay futuro en la existencia. La existencia es el presente.

Si el hombre no estuviera en esta Tierra no habría ni pasado ni futuro. Las flores florecerían, desde luego, pero en el presente. El Sol saldría, pero en el presente. La Tierra no sabría nada del pasado ni soñaría nada en el futuro. No habría ni pasado ni futuro.

El pasado está en la mente, en la memoria y debido a este recuerdo es proyectado al futuro. Por eso, generalmente dividimos al tiempo en tres partes:  pasado, presente y futuro, pero en realidad el pasado y el futuro no son una parte del tiempo. Son parte de la mente, no partes del tiempo. El tiempo posee una única división, si es que puedes llamarla división,  y es la del presente.

El tiempo es siempre presente. Esas tres divisiones no son divisiones del tiempo. El pasado y el futuro pertenecen a la mente, no al tiempo. Al tiempo solamente le pertenece el presente. Pero entonces es difícil llamarlo presente porque,  lingüísticamente, para nosotros el presente es algo entre el pasado y el futuro. Se refiere al pasado, se refiere al futuro. Si no hubiera pasado ni futuro entonces la palabra «presente» perdería todo significado.

Se dice que Eckhart dijo que no hay tiempo, solamente el eterno «ahora». Existe un «ahora» eterno y un infinito «aquí».  Cuando digo «allí» solamente lo digo en referencia al sitio en que estamos, sino, solamente habría «aquí». Si yo no estuviera aquí, ¿ que lugar sería el «aquí» y qué lugar sería el «allí»?

En referencia a mí mismo, llamó al lugar más cercano «aquí», y al que no está cercano lo llamó «allí». ¿Dónde acaba el «aquí» y dónde comienza el «allí»? No podemos delimitarlo. En realidad todo es  un «aquí», un «aquí» infinito.

Es debido a la mente que dividimos el tiempo. Entonces, todo lo que hemos vivido se convierte en el pasado y todo lo que esperamos vivir se convierte en el futuro y aquello que está transcurriendo se convierte en el presente. Pero no hay mente, solamente hay un  infinito «ahora», un eterno «ahora». «Aquí, ahora», es la realidad. «Allí» y «después» son partes de la mente, no partes de la realidad.

El concebir la quietud desde una segunda dimensión significa hacer un esfuerzo para vivir momento a momento. Entonces estarás en quietud, estarás en silencio. No habrá agitación interior, ni movimiento, ni oscilaciones internas.  Todo se habrá convertido en un remanso de profundo silencio.

¿Por qué esta mente se desplaza al pasado y al futuro? Buda le dio el nombre de tanha a trishna,  el deseo. Buda dice que, debido a que has vivido algo, lo deseas de nuevo. Al desearlo, te vas al futuro. No desees y no habrá futuro. Es difícil, porque cuando la mente experimenta placer, anhela repetirlo y cuando la mente experimenta incomodidad no desea repetirla, desea evitarla. Por esto es natural que se cree el futuro y debido a este futuro nos perdemos el presente.

Me estás escuchando, puedes simplemente escucharme; entonces no tendrás mente.  Será una escucha sin mente. Pero si estás escuchando y tratando de entender al mismo tiempo, te habrás ido al futuro. Si estás pensando en lo que se te está diciendo, te has perdido lo que se te ha dicho:  te has ido al futuro. Y el presente es algo tan sutil y delicado y tan pequeño y tan atómico que puedes perdértelo en un solo instante.  Un simple gesto,  y te lo habrás perdido.

Si estás escuchando, simplemente escucha. No pienses en lo que se te está diciendo, no trates de descubrir el significado, porque no puedes hacer dos cosas en el presente; escuchar es suficiente. Y si estás solamente escuchando, estás en el presente y la misma escucha se convierte en meditación.

Mahavira ha dicho que si eres capaz de escuchar correctamente no necesitas practicar nada más. Siendo sólo un shravak,  uno que escucha adecuadamente, lograrás todo lo que puede ser logrado. Simplemente siendo un shravak, uno que escucha  correctamente, porque simple-mente escuchar no es una simple escucha,  es un gran fenómeno. Y una vez que conoces el secreto, puedes aplicarlo en cualquier situación.  Comer se convertirá en meditación, caminar se convertirá en meditación, dormir será meditación. Cualquier cosa en la que estés en ese momento,  sin irte al futuro, será meditación.

Pero desconocemos toda actividad en la que estamos en el presente. O empezamos a pensar en el pasado o empezamos a pensar en el futuro. Nos perdemos el presente continuamente. Eso implica que la Existencia se nos escapa siempre. Y esto se convierte en un proceso en cadena; luego se convierte en un hábito.

Una noche Mulla Nasrudin caminaba por una calle. La calle estaba solitaria y de repente se dio cuenta de que  unos hombres a caballo, una especie de tropa se dirigía hacia él. Su mente comenzó a trabajar. Pensó que podían ser asaltantes, que podían matarle. O que podían ser soldados del rey y que podían llevárselo para que prestara el servicio militar o cualquier otra cosa. Se asustó y cuando los caballos y el ruido que formaban se le acercaron, se puso a correr y entró en un cementerio y para poder esconderse se tumbó en una fosa abierta.

Al ver a aquel hombre corriendo, los jinetes,  que eran simples viajantes, se dieron cuenta de lo que había sucedido. Corrieron tras Mulla Nasrudin y se acercaron a la tumba en que estaba. El yacía con los ojos cerrados como si estuviera muerto. «¿Qué te sucede? ¿Por qué te has asustado tanto de repente? ¿Qué pasa?»

Entonces Mulla Nasrudin se dio cuenta de que se había asustado a sí mismo sin motivo. Abrió sus ojos y dijo, «Es algo muy complejo, muy complicado. Si insistís en preguntarme porqué estoy aquí,  os lo diré. Estoy aquí por vuestra culpa y vosotros estáis aquí por la mía».

Es un círculo vicioso. Si tienes deseos,  te irás al futuro y esto creará un círculo vicioso. Cuando ese futuro se convierta en el presente, de nuevo te irás al futuro. Hoy pensaré en el mañana; esto se convertirá en un hábito. Y el mañana nunca llega. No puede llegar; es imposible. Cuando llega es de nuevo el hoy y he creado el hábito de irme siempre desde el hoy al mañana. Por eso cuando el mañana llega, llega como el hoy y luego me voy de nuevo al mañana.

¡Es una cadena! Y cuanto más la elabores, más eficiente te volverás en completarla. Y el mañana nunca llega. Lo que llega siempre es el hoy, y con el hoy tú no tienes ninguna relación. Estableces un mecanismo:  debido a que es hoy, te vas. Es un hábito muy fuerte, no solamente de esta vida, sino de muchas otras vidas. Uno tiene que acabar con él, tiene que salir de él.

Hagas lo que hagas recuerda solamente una cosa:  permanece en el presente mientras lo estés haciendo. Es difícil, arduo, y no vas a lograrlo de inmediato. Has de romper un hábito muy arraigado. Va a ser una dura lucha, pero inténtalo. El esfuerzo mismo creará una distancia, y por el mismo esfuerzo vas a saborear, a veces, momentos del presente. Y una vez conozcas el sabor, estás en el camino.

Pero no conoces el sabor del presente. No lo has probado nunca, nunca has vivido en él, ¡nunca!, te lo digo. Y está siempre aquí. Es la  vida misma;  es todo lo que hay en la vida.

Jesús dijo que estamos simplemente muertos, ¡sin vida! Un día pasaba junto a un pescador justo a la salida del sol. El pescador había lanzado sus redes al lago y Jesús puso la mano en su hombro y le dijo,  «¿Vas a desperdiciar toda tu vida pescando? Puedo enseñarte algo mejor para pescar. Te haré un pescador de la vida». El pescador miró a Jesús como si un imán le estuviera atrayendo, luego tiró su red y siguió a Jesús.

Cuando acababan de salir del pueblo uno se les acercó corriendo y le dijo al pescador, «Tu padre ha muerto. Acaba de morir, así que vuelve a casa. ¿A dónde vas?»
El pescador pidió permiso; le dijo a Jesús, «Déjame que vaya a casa. Volveré pronto. Tengo que enterrar a mi difunto padre».
Jesús le dijo, «Deja que los muertos entierren a los muertos. No tienes porqué ir; sígueme. Hay muchos cadáveres en el pueblo. Ellos enterrarán al difunto».

Para Jesús, estamos muertos porque nunca hemos saboreado la vida, nunca hemos saboreado el presente, lo existencial. Vivimos en el muerto pasado y seguimos proyectando este pasado ya muerto en el futuro. Esto es a lo que Shankara denomina maya, ilusión. Shankara ha sido muy mal entendido. Cuando Shankara dice que el mundo entero es una ilusión,  quiere decir que el «mundo del hombre» es una ilusión, no el mundo en sí.

No sabemos nada del mundo. Hemos creado nuestro propio mundo mental. Todo el mundo tiene su propio mundo, este mundo de pasado y de futuro, este mundo de recuerdos y de deseos. Este mundo es falso, ilusorio. Por eso cuando Shankara dice que este mundo es falso, se refiere a «tu mundo»,  no al mundo. Y cuando «tu mundo» deje de existir, conocerás al verdadero mundo. Y Shankara dice que éste es el Brahmán, que ésa es la Verdad, la Verdad absoluta.

Es como si estuviéramos viviendo en un mundo de sueños, cada uno estando rodeado de sus propios sueños, de una nube de sueños. Todo el mundo va envuelto en sus propios sueños. Y debido a esos sueños no podemos ver lo que es verdadero, lo que es real. Lo real está escondido tras nuestros sueños. Esta mente soñadora es la mente inquieta; la mente no soñadora es la mente quieta. Pero los deseos crean sueños. Sueñas por la noche porque deseas durante el día. Si no desearas durante el día no soñarías por las noches.

Un Buda no sueña, porque los sueños son deseos y los deseos son sueños. Cuando surgen durante el día los llamas deseos; cuando aparecen por la noche, los llamas sueños. Pero todo deseo es sueño. ¿Por qué? Porque todo deseo radica en el futuro, el cual no existe. Todo deseo es un deseo futuro que no existe. ¡El futuro no existe!
Y seguimos soñando. Debemos acabar con este soñar. Este soñar es un movimiento,  un movimiento continuo. Estás repleto de sueños,  sueños destruidos, acabados, que son de nuevo recreados. Cada día hemos de tirar los viejos y crear unos nuevos.

En cualquier momento, en cualquier actividad, trata de estar aquí y ahora. El esfuerzo mismo es una barrera, pero se ha de empezar con algo. Al principio tendrás que hacer un esfuerzo. Aun el esfuerzo es una barrera porque el esfuerzo te lanza al futuro. Pero al principio uno ha de esforzarse, luego en un segundo nivel uno ha de hacer un «esfuerzo sin esfuerzo»,  y luego, en el tercer nivel, el esfuerzo desaparece y estás en el presente.

Caminas por la calle:  trata simpleme nte de caminar, no hagas nada más. Parece simple, pero no lo es. Parece que todos lo hacemos, ¡no es así! Cuando caminas, tu mente está haciendo mil cosas más. Acompaña cada paso. Simplemente camina.

Buda ha dicho, «Cuando camines, simplemente camina. Cuando comas, simplemente come. Cuando escuches, simplemente escucha». Permanece por completo en lo que haces, no permitas que tu mente se pierda en otras cosas. Y es una experiencia maravillosa porque,  de repente, el presente irrumpirá. En tu mundo de sueños, el mundo de la realidad penetrará. Y si alcanzas ese destello, aunque sea por un solo instante, te volverás una persona distinta.

Entonces sabrás algo del aquí y ahora que está a tu alrededor y que te estás perdiendo. Te lo estás perdiendo debido solamente a un hábito mecánico y uno no puede hacer otra cosa que tratar de no ser mecánico.

A veces, siendo consciente, suceden los milagros. Estaba leyendo que en Rusia, en los días anteriores a la Revolución, en una pequeña ciudad de provincias se estaba escenificando un drama. Repentina-mente el director se dio cuenta de que faltaba alguien para un papel  que era esencial en el último acto. Se necesitaba a alguien para un papel determinado en el que tenía que tartamudear. El actor no estaba y trataron de buscar a alguien para reemplazarlo.

Entonces alguien sugirió que tal vez sería difícil encontrarlo a tiempo, pero que en el pueblo había un chico que encajaba a la perfección. No necesitaba practicar porque era tartamudo de por sí. Así que trajeron al chico. Muchos doctores habían tratado de curarlo, habían probado con muchas medicinas, pero el tartamudeo continuaba. De modo que se llamó al chico y se le dio el papel. No tenía  necesidad de practicar.
En el instante en que el chico pisó el escenario, intentó tartamudear, pero no pudo. Empezó a hablar como cualquier otro, sin fallos.

Cuanto más lo intentaba, más imposible resultaba. ¿Qué había sucedido? Por primera vez el hábito mecánico del tartamudeo se había hecho añicos al ser consciente de él. En aquel momento lo estaba haciendo con atención total. Trataba de tartamudear. Era consciente y el mal desapareció. Era un hábito mecánico, pero el mismo esfuerzo por hacerlo conscientemente lo había vuelto imposible.

En el instante en que centras tu atención en un hábito mecánico, éste se detiene porque un hábito mecánico se nutre de tu inconsciencia. La fuerza de voluntad no funciona aquí. ¡El ser consciente sí! Y acuérdate de la diferencia:  con la fuerza de voluntad comenzarás a luchar contra el hábito y,  si tratas de luchar contra el hábito, lo has aceptado de hecho. Cuando te digo que lo hagas conscientemente, quiero decir que no has de luchar con él.

Dale pleno soporte, no seas anti-él.
Caminas por la calle:  préstale toda tu atención. Hazte uno con el caminar; sé consciente de lo que estás haciendo. Primero la pierna izquierda, luego la derecha; se mueven. Siente cada instante conscientemente. Permanece en el momento, no le permitas a tu mente el que se centre en otra parte. Si la mente se distrae debido a viejos hábitos, tráela de nuevo. No te sientas frustrado. Si la mente se distrae, no digas, «Es imposible, no puedo hacerlo».

¡No! Haz que tu mente regrese. Inténtalo de nuevo y antes o después empezarás a sentir ciertos instantes,  por muy escasos que sean,  en los que conocerás el sabor del presente. ¡ Qué sabor tiene el presente! Y una vez sientas el presente, estás junto a las puertas de la Existencia. Puedes entrar en Ella.

En esta dimensión, quietud quiere decir que no hay movimiento de la mente en el pasado ni en el futuro. ¡No hay movimiento! Simplemente estás en el presente. Puedes entenderlo desde el intelecto; puedes incluso sentir que es así. Pero el entenderlo intelectualmente no te servirá de nada, más bien será un engaño, puede resultar un engaño. ¡Has de hacerlo! El pensar en ello no te servirá de nada.

Estás tumbado en tu cama a punto de irte a dormir:  percibe este estar tumbado en la cama. Siente la sensación de la cama, la caricia de las sábanas y los sonidos de tu alrededor, el ruido del tráfico o de cualquier cosa que esté sucediendo. ¡Siéntelo! Quédate así, no pienses, solamente siente.

Permanece en el presente, y en este estado de puro sentir, duérmete. Esa noche soñarás menos, tendrás un sueño más profundo. Por la mañana te despertarás más fresco.
Cuando,  por la mañana, te des cuenta de que el sueño se ha acabado, no saltes de la cama. Quédate en ella cinco minutos. De nuevo siente las sábanas, su calidez, su frescura, o la lluvia cayendo sobre el tejado, o el tráfico que ha vuelto a empezar,  o el mundo que está despertando, el ruido, los pájaros cantando.

Siéntelos durante cinco minutos. No te precipites en la actividad diaria. Quédate con la mañana. Si no lo haces se acabará el sueño y te habrás precipitado e ido al futuro.  Has ido al mercado o a la oficina, pero te has sumido en ello, te has ido. Durante cinco minutos permanece aquí. No vayas tan rápido; no hay porqué. Esos cinco minutos serán meditativos. Esos momentos por la mañana y por la noche son los mejores instantes. A esa hora es muy fácil saborear el sentimiento del presente.

El instante de quedarse dormido es un momento muy vulnerable. Sé sensible a todo lo que te rodea. No pienses. ¡Siente! El sentir siempre está en el presente y el pensar nunca está en el presente. Por eso, por la mañana, cuando la mente está fresca después del sueño nocturno y el cuerpo se encuentra relajado y tú no tienes energía para trabajar, siente durante cinco minutos y luego sal de la cama.

Da cada paso con atención plena. Y por la mañana hacerlo es muy fácil. Por la tarde no es tan sencillo; por la noche es aún más difícil.
Ve al baño y dúchate. ¡Siéntelo! Siente el agua de la ducha que cae sobre ti, cada gota cayendo sobre ti. Olvídate de todo lo demás. Quédate bajo la ducha y siente el presente.

Incluso un baño matutino puede convertirse en auténtica meditación. Cuando el agua cae sobre ti estás en profunda comunión con la naturaleza. Sigue así unos cinco minutos y luego trata de seguir con este sentimiento. Estás desayunando o comiendo:  trata de seguirlo. Se hará cada vez más difícil, pero sigue intentándolo. Pronto llegará un momento en el que estarás todo el día en el presente. Y una vez conozcas esto, sabrás lo que es la quietud.

Esta es la segunda dimensión. Existe también una tercera dimensión, y será conveniente saber algo de ella.

    *
      La primera es el silencio en oposición al sonido. Esta es una dimensión: la de la ausencia de sonido.
    *
      La segunda es la de la quietud frente al movimiento:  eso es la ausencia de movimiento.
    *
      Y la tercera es la del no-ser frente al ego:  la ausencia de ego. La tercera es la más profunda.
     

Buda ha dicho, « A menos que dejes de ser, no puedes estar en quietud. Tú eres el problema, tú eres el ruido, tú eres el movimiento. A menos que tú dejes de «ser» completamente, no podrás alcanzar la quietud perfecta. Por esto a Buda se le conoce como anatmawadi,  el que cree en el no-ser.

Seguimos creyendo que «somos», que «yo soy». Este «yo» es algo totalmente falso. Y debido a este «yo», surgen muchos males; debido a este «yo»,  sigues acumulando el pasado; debido a este «yo» sigues pensando en repetir placeres pasados. Todo cuelga de este «yo»:  el pasado, el futuro, los deseos.

Buda llegó a conocer a través de la meditación profunda que somos capaces de abandonar los deseos mundanos, pero que si el «yo» permanece empezamos a desear el moksha, la Liberación Ultima, la libertad de unificarnos con Dios, de ser uno con el Brahmán. Si este «yo» subsiste, los deseos están presentes, sea cual sea su dirección y su objeto.

Buda dice, «Abandona esta existencia centrada en el «yo»» Pero, ¿cómo abandonarla? ¿Quién la abandonará? Si no hay «yo», ¿quién será el que la deje? ¿Quién pensará en abandonarla? Con «abandonar» se quiere significar el ir hacia adentro y descubrirlo, buscarlo, ver dónde está, si es o no es,  porque aquellos que han ido hacia el interior y aquellos que lo han buscado nunca lo han encontrado. Solamente los que nunca han ido hacia adentro, aquellos que nunca lo han buscado, son los que creen en él, en que existe. Nadie nunca ha encontrado que algo semejante al «yo» exista.

Cuando digo «yo soy», el «soy» es la realidad, no el «yo». Cuando vas hacia adentro sientes cierta «sensación de ser», hay un cierto sentimiento existencial. Sabes que allí hay algo, pero que no eres tú. No hay un sentimiento de «yo».  Solamente se siente una difuminada «sensación de ser», se percibe la Existencia sin «yo».

Otro sistema para entrar en la tercera dimensión: siempre que tengas tiempo, siempre, trata de encontrar dónde reside este «yo». No tienes porque ir a un templo. Si vas, de acuerdo, pero no hay porqué ir. Viajas en tren:  cierra tus ojos, trata de descubrir dónde está este «yo». ¿En el cuerpo? ¿En la mente? ¿Dónde está? Muévete con una mente abierta. Descubre dónde está. Sentado en tu coche o tendido en la cama, siempre que dispongas de unos instantes para cerrar tus ojos, ciérralos y pregúntate, «¿Dónde reside este «yo»? ¿Dónde está? ¿Dónde está ese «yo»?

Ramana Maharshi utilizó una meditación. La llamó la meditación del «¿Quién soy yo?». Buda diría que no iba a servir porque cuando pides, «¿Quién soy yo?» has supuesto de antemano que tú «eres». Esa no es la pregunta. Si la pregunta es solamente «¿Quién soy yo?» entonces el «yo soy» se ha establecido anteriormente. Lo has dado por sentado. Ahora estás preguntando solamente «¿Quién soy yo?» No estás pidiendo realmente por el «yo». La meditación budista dice que preguntes, «¿Dónde estoy «yo»?», no «¿Quién soy yo?»

Escudriña todos los rincones, busca con una mente abierta y no te encontrarás en ninguna parte. Te encontrarás con una existencia silenciosa, pero no con el «yo». Y no creas que es algo muy complicado. ¡No lo es! Solamente cerrando los ojos aquí y tratando de descubrir  «¿Dónde estoy?», no lo conseguirás.

Descubrirás muchas otras cosas. Tu corazón empezará a latir, tu respiración se hará presente, encontrarás muchos pensamientos flotando en tu mente. Descubrirás allí muchas cosas, pero no encontrarás ningún «yo», ningún ego.

Buda afirma que el ego es simplemente un concepto colectivo, como «sociedad», como «nación», como «humanidad». No los puedes encontrar en ninguna parte. Estamos sentados aquí.  Podemos llamar a esto, una «clase», pero no podemos encontrarla. Podemos buscarla: encontraremos individuos, pero ninguna clase. No encontraremos ningún grupo, solamente individuos. «Grupo» es solamente un nombre para una colectividad. Podemos denominar bosque a un conjunto de árboles.

No existe tal bosque, solamente árboles, árboles y más árboles. Si entras en él, solamente encontrarás árboles y el bosque desaparecerá. Este «yo» es solamente un nombre colectivo. «Tú» eres un conjunto. La palabra budista es sangha, un conjunto, un colectivo. Tú eres muchas cosas, pero no un «yo». Ve hacia adentro y descúbrelo. Buda dice, «No me creas. Ve hacia adentro y descúbrelo; busca y descúbrelo». Nunca lo encontrarás.

Por eso en esa tercera dimensión solamente hay «ausencia de sensación de ser» o ausencia de ego. Cuando uno descubre que uno no es, uno está en quietud:  la quietud ha sucedido. No puedes estar tenso, no puedes estar inquieto, no puedes estar en un profundo tumulto si no hay ego. El show ha desaparecido.

Pero, ¿qué es lo que solemos hacer? A cada instante hacemos cosas para alimentar ese ego, para fortalecerlo, para darle más energía, para vitalizarlo. A cada momento tratamos de mantenerlo. Es una idea falsa, pero que puede ser mantenida y mantenida. Puedes seguir creyendo en ella y creando situaciones en las que sea más y más fácil creer en ella. Es una creencia, no es una realidad.

Todo el mundo cree en el ego. La gente pregunta, «¿Dónde está Dios? A menos que lo encontremos no podemos creer en El». Estas personas siguen creyendo en sus egos sin tomarse la molestia de buscar si existe algo así. Esto es un milagro:  somos capaces de dudar de Dios, pero no somos capaces de dudar de nosotros mismos. Y a menos que dudemos de nosotros mismos, no podremos entrar en la quietud. Con ese dudar todo resulta hecho añicos.

Un hombre religioso nace cuando pone en duda su ego y duda de sí mismo.  Hemos dado por sentado ese «yo». Nunca preguntamos por él, si existe o no. Y si alguien hace que nos demos cuenta de que no existe, se convierte en un enemigo. Los amigos son los que nos ayudan a volvernos egos más fuertes. Nuestra familia, nuestra nación, nuestra sociedad nos ayudan a estar centrados en nuestros egos. La religión «te» destrona. Te hace bajar de tu pedestal. «Tú» no existes. Y si «tú» no existes, estás en un profundo abismo de quietud,, sin fondo, infinito,  porque este «yo» es el que lo altera todo, este «yo» es el mal, este «yo» es la molestia. Ese es el problema.

Tanka vivía en un pueblo. Uno se le acerca y le pregunta, «¡Ayúdame! ¡Enséñame! ¡Iníciame! ¡Quiero ser libre! ¡Quiero alcanzar  el Moksha!»
Tanka le dice, «No puedo liberarte. Puedo disolver tu «yo», pero no puedo liberarte».
No hay libertad para el «yo». Solamente existe una libertad y ésa es la liberación del «yo». No hay moksha para el «yo», no hay liberación para el «yo». Unicamente existe un «liberarse» y ése es «liberarse del yo», no «liberar al yo».
¿Qué es lo que puedes hacer? Puedes evaluar sin prejuicios. Siempre que dispongas de tiempo cierra tus ojos, ve hacia adentro y descubre dónde estás. Y pronto descubrirás que existes como parte de la infinita Existencia, no como una isla separada. Ningún hombre es una isla. Somos parte de un continente infinito. Este «yo» te da la falsa idea de ser una isla y de ahí surgen todos los problemas. El «yo» es el origen de los problemas. Toda violencia, crimen, guerra, locura,  es creada por este «yo». Nos colgamos de él y así seguimos. Debemos  dejar esta dependencia.
Has de ser desarraigado de tu propio «yo». Nadie aparte de ti puede lograrlo, ni existe práctica yóguica que sirva de ayuda porque si sigues practicando sin buscar este «yo», cualquiera que sea la práctica, solamente servirá para reforzarlo. Si meditas, este «yo» dirá, «Estoy meditando». Si renuncias al mundo, este «yo» dirá,  «He renunciado al mundo». Si te conviertes en un sanyasin, este «yo» dirá, «Me he convertido en un sanyasin; «yo» he logrado esto; «yo» he logrado esto otro». En «este» mundo o en «ese» mundo,  esos esfuerzos seguirán reforzando ese «yo».
Por esto ocurre que una persona que haya estado practicando muy austeramente se convierte en un egoísta de un modo más sutil. Se convierte más en un «yo» en vez de ir formando parte del continente, de tierra firme. Se convierte en un elevadísimo ego. Esto le puede pasar a todo el mundo. De modo que no son solamente las riquezas o el prestigio o las cosas mundanas y las posesiones las que nutren al «yo». El «yo» puede convertir cualquier cosa en su alimento.

Por eso, antes de entrar en el camino espiritual, siempre se ha de recordar el aviso de Buda. El dijo, «Antes de que entres en cualquier camino, descubre primero si existe o no existe ego»

Solamente entonces tu camino se convertirá en espiritual. Sino, cualquiera que sea el camino, al final resultará ser mundano, porque este «yo» lo explotará».
                                                   
Fin del extracto “La Alquimia Suprema”, Vol 2  de Osho

1 3 4 5 6 7 8