Las Odas de San Salomón

 
  Esta es una modesta versión al español que he realizado tomando como base la traducción inglesa de J. Rendel Harris; que es citada en numerosas ocasiones en http://www.metalog.org.

Considérese el presente documento como una humilde colaboración a la maravillosa obra de difusión a todo el mundo de los evangelios de Tomás, Felipe y Valentín realizada en el sitio antes mencionado .

Oda 1

1 El Amo* está sobre mi cabeza como una corona, y nunca estaré sin Él.
2 Ha trenzado para mí una corona de Verdad, y sus ramas dan brotes en mí.
3 Pues no es como una corona muerta que no puede germinar,porque Tú vives en mi cabeza y has florecido sobre ella,
4 Y Tus frutos están maduros y son perfectos, están llenos de Tu salvación.

Oda 2

Ningún verso de esta Oda ha sido encontrado.

Oda 3

Las primeras palabras de esta Oda han desaparecido.

1…Me puse la Vestidura.
2 Y sus miembros están con Él. y sobre ellos estoy de pie, y Él me ama:
3 Porque no hubiera conocido el Amor del Amo si Él no me amase,
4 ¿ Pues quién es capaz de distinguir su Amor excepto uno que es amado por Él?
5 Yo Amo al Amado, y mi alma le Ama:
6 Y donde está Su descanso ahí estoy Yo también,
7 Y nunca seré un extraño frente al Altísimo Amo pues en su gran misericordia no hay reparos.
8 He sido unido a Él, y el Amante ha encontrado al Amado,
9 Y porque Amo al que es el Hijo llegaré a ser un hijo,
10 Y porque me uní al Inmortal llegaré a ser inmortal,
11 Y aquel que se deleita en el Viviente obtendrá la Vida.
12 He aquí la** Espíritu del Amo, que no miente, y quién enseña a los hijos de los hombres a conocer Sus caminos.
13 Sé sabio, entendedor y permanece despierto y vigilante. Aleluya.

Oda 4

1 Ningún hombre, Oh mi Dios, puede cambiar tu Santuario,
2 Ni tampoco le es posible cambiarlo de lugar, porque no tiene poder sobre él: (el hombre)
3 Porque Tu Santuario lo creaste antes de que hicieras los otros lugares:
4 Y Aquello que es Mayor no puede ser alterado por esos que nacieron después.
5 Tú has entregado tu corazón, Oh Amo, a Tus creyentes: nunca fallarás ni negarás tus frutos,
6 Pues una hora de Tu Fe equivale a días y años.
7 ¿ Quién hay revestido de tu Gracia que pueda ser herido?
8 Porque tu sello es reconocido: y Tus criaturas lo reconocen, Tus huestes celestiales lo poseen, y los arcángeles elegidos están marcados con él.
9 Nos has dado tu comunión, y no es que necesites de nosotros sino que nosotros necesitamos de ti.
10 Destila tu rocío suavemente sobre nosotros, abre Tus abundantes fuentes de las que manan leche y miel:
11 Pues no hay arrepentimiento contigo, nunca te arrepentirías de darnos nada de lo que nos has prometido,
12 Porque el fin se ha Revelado delante de ti, todo lo que das, lo das generosamente,
13 Así que no quitas nada ni lo tomas de vuelta,
14 Porque todas las cosas fueron reveladas ante ti como Dios y ordenadas desde el principio delante de Ti, y Tú, Oh Dios, hiciste todas las cosas.
Aleluya.

Oda 5

1 Daré gracias a Ti, oh Amo, porque te amo,
2 Oh, Altísimo, Tú nunca me desampararas, pues eres mi esperanza:
3 Libremente he recibido de ti la Gracia, y por eso Viviré,
4 Mis perseguidores vendrán y no podrán encontrarme:
5 Una nube de oscuridad caerá sobre sus ojos; y una espesa penumbra los oscurecerá,
6 No tendrán luz para verme, y no podrán atraparme.
7 Sus consejeros estarán a oscuras, y cuánto ellos han malignamente ideado contra mí se volverá contra ellos,
8 Porque ellos han hecho un consejo pero no tuvieron éxito,
9 Pues mi esperanza esta en el Amo y no tendré miedo, y porque el Amo es mi Salvación, no temeré:
10 Él es una guirnalda (de luz) sobre mi cabeza y no seré conmovido; incluso si todo se sacude a mi alrededor yo estaré firme;
11 Y aunque todas las cosas visibles perezcan, yo no moriré, porque el Amo esta conmigo y yo estoy con Él. Aleluya.

Oda 6

1 Así como las manos se mueven sobre el arpa y hacen resonar las cuerdas,
2 Así hace hablar mi cuerpo la Espíritu del Amo, y yo hablo gracias a su Amor,
3 Que hace desaparecer todo lo es extraño y amargo.
4 Así era desde el Principio y será hasta el fin: nada puede ser Su adversario ni levantarse contra Él.
5 El Amo ha multiplicado el Conocimiento de Si mismo, y se afana en que estas cosas sean conocidas, las cuales por su Gracia nos han sido concedidas.
6 Porque Él nos ha dado la alabanza de Su Nombre nuestras Espíritus alaban su Santa Espíritu.
7 Aquello que fue un arroyo ha llegado a ser un río grande y ancho,
8 Que Inundó y disolvió todo a su paso y trajo Aguas al Templo,
9 Y las barreras de los hijos de los hombres no fueron capaces de detenerlas, ni los artificios de aquellos cuya ocupación es contener las Aguas. (de sabiduría)
10 Y (las aguas) se han extendido sobre toda la faz de la tierra, y lo han llenado todo, y a todos los sedientos se les ha dado de beber,
11 Toda sed fue aliviada y extinguida: Desde lo más alto se nos brindó la copa.
12 Benditos son aquellos a quienes se les dió de esa Agua (viva)
13 Calmaron sus labios secos, los desfallecidos fueron levantados,
14 Las almas que estaban a punto de morir fueron salvadas de la muerte:
15 Las ramas caídas fueron enderezadas y levantadas:
16 Fortalecieron su debilidad y la luz llegó a sus ojos:
17 Todos se conocieron en el Amo, y vivieron por las Aguas de la Vida para siempre. Aleluya.

Oda 7

1 Como el ímpetu de la ira se dirige al mal; igualmente el impulso de la alegría lleva hacia lo amable, y atrae sus dulces frutos sin medida.
2 Mi alegría es el Amo y mi impulso es hacia Él, y la ruta es bella,
3 Porque tengo quien me auxilia, el Amo.
4 Él me ha dejado conocerlo por completo, sin reparos, sencillamente, y con bondad se ha despojado de Grandeza.
5 Él se ha vuelto como yo a fin de que yo pudiera recibirlo:
6 Y fue considerado como uno semejante a mí para que así yo pudiera vestirme de Él.
7 Y por eso no temblé cuando lo ví, porque Él fue bondadoso conmigo.
8 Se volvió según mi naturaleza para que yo pudiera aprender de Él, Y tomó una forma semejante a la mía con tal de que no me alejara de Él.
9 El Padre de todo Conocimiento es también la Palabra de Conocimiento,
10 Quien creó toda Sabiduría es más sabio que sus obras.
11 Él me creó cuando todavía yo no sabía qué haría cuando entrara en el ser,
12 Por eso se apiadó de mí, y en su inmensa gracia me concedió pedirle y beneficiarme de su sacrificio,
13 Porque Él permanece incorruptible por todas las generaciones.
14 Él se ha entregado a sí mismo para ser visto por aquellos que son suyos, para que ellos puedan reconocer a Aquel que los Creó, y no imaginaran que venían de ellos mismos.
15 Para alcanzar su Conocimiento Él nos ha señalado un camino, y lo ha extendido y ensanchado para traer a todos Perfección,
16 Y ha puesto en el señales de Su Luz, y yo he caminado en este camino desde el principio y lo haré hasta el fin.
17 Por Él fue forjado, y Él descansaba en el Hijo, y para Su Salvación proveerá de todo,
18 Y el Altísimo será reconocido a través de Sus Santos, para anunciar a los que le hacen canciones la venida del Amo:
19 Para que ellos vayan delante a reunirse con Él, y puedan cantarle con alegría y con el arpa de muchos tonos:
20 Los profetas vendrán antes de Él y serán vistos primero,
21 Ellos alabarán al Amo por Su Amor: porque Él está cerca y es posible de contemplar,
22 Y el odio será arrancado de la tierra, y será ahogado junto con la envidia,
23 Pues la ignorancia ha sido destruida, gracias al Conocimiento del Amo que ha llegado.
24 Aquellos quienes hacen melodías cantarán la Gracia del Amo Altísimo,
25 Y traerán sus voces, y sus corazones serán como el día, y bella como la excelsa belleza del Amo será su cantar,
26 Y nadie ni nada que respire carecerá de conocerle y nadie será privado de voz,
27 Porque Él ha dado una boca a su Creación, para que sus voces se dirijan a Él y lo alaben.
28 Confiesen vosotros Su Poder, y declaren Su Gracia.(que Él les ha otorgado) Aleluya.

Oda 8

1 Abran, abran vuestros corazones a la exaltación del Amo!
2 Y dejen que su Amor se multiplique (y se extienda ) desde el corazón y alcance los labios,
3 Para que den a luz (se manifiesten) vuestros frutos al Amo, frutos vivientes y Santos, para que así puedan hablar con Él despiertos en medio de Su luz.
4 Elévense y párense derechos, Ustedes que alguna vez estuvieron abatidos:
5 Proclamen, ustedes que estaban en silencio, pues ahora vuestras bocas han sido abiertas.
6 Ustedes, que fueron despreciados serán de aquí en adelante alzados, porque vuestra Justicia ha sido exaltada,
7 Ya que la mano derecha del Amo está con ustedes: y Él los auxilia.
8 Pues la paz estaba lista (preparada) para ustedes desde antes que vuestra guerra comenzara.
9 Escuchen la Palabra de la Verdad, y reciban en su ser el conocimiento del Altísimo.
10 Vuestra carne nunca antes ha percibido lo yo les estoy diciendo: ni sus corazones han conocido lo que les estoy mostrando.
11 Mantengan mi secreto, Ustedes quienes son guardados por él,
12 Mantengan mi Fe, Ustedes quienes son protegidos por ella,
13 Entiendan mi conocimiento, Ustedes que me conocen en verdad,
14 Ámenme intensamente, aquellos que me aman,
15 Porque no esconderé mi rostro a aquellos que son míos,
16 Porque los conozco y aún desde antes que entraran en el ser tuve conocimiento de ellos, y en sus rostros puse mi Sello:
17 Yo modelé sus miembros, y mis propios pechos preparé para ellos, para que pudieran beber mi Santa leche y así vivir.
18 En ellos me complazco y nunca me avergonzaré de ellos,
19 Son obra de mis manos y del poder de mis pensamientos:
20 ¿ Quién podrá levantarse contra el fruto de mis manos o quién hay que no se someta ellos?
21 Yo concebí y formé en ellos mente y corazón, y son míos, y por mi propia mano derecha fueron elegidos:
22 Y mi Justicia va delante de ellos y los guía. Nunca serán despojados de (el conocimiento de) mi Nombre, porque reposa siempre en ellos.
23 Pidan, y abundará el Amor del Amo y permanecerán en Él,
24 Y serán los amados elegidos del Amado, los que son guardados en el Viviente:
25 Y serán Salvados por el que estaba salvado,
26 Y serán incorruptibles en todas las generaciones por el nombre de vuestro Padre. Aleluya.

Oda 9

1 Abran vuestros oídos y les hablaré. Denme sus almas que yo también les daré la mía,
2 La Palabra del Amo y sus deleites, los Santos pensamientos que Él ha pensado respecto a Su Mesías.
3 Por cuanto la voluntad del Amo es vuestra Salvación, y Sus pensamientos vida eterna, y vuestro fin la inmortalidad.
4 Enriquézcanse en Dios el Padre, reciban los pensamientos del Altísimo.
5 Sean fuertes y los redimirá su Gracia.
6 Porque Yo les anuncio la Paz, a ustedes sus Santos;
7 Y ninguno de los que me oyen puede caer en guerra, y los que han conocido al Amo no pueden perecer, y aquellos que le reciben no pueden ser avergonzados.
8 Una corona imperecedera es por siempre la Verdad. Benditos son aquellos que la han puesto en sus cabezas:
9 Es una gema invaluable; y han habido grandes guerras por obtenerla.
10 Y la Justicia la ha tomado y la ofrece a vosotros,
11 Vistan la corona de la verdadera Alianza del Amo,
12 Y todos los que la han conquistado estarán inscritos en Su libro,
13 Pues su libro es la victoria que les pertenece. Y ella (la Victoria) los verá en su presencia porque desea que sean salvados. Aleluya.

Oda 10

1 El Amo ha dirigido mi boca con Su Palabra, y ha abierto mi corazón con Su Luz, y ha hecho morar en mí Su Vida inmortal;
2 Y me concedió que yo pudiera pronunciar el fruto de la Paz,
3 Para convertir las almas de aquellos que están anhelantes de venir a Él y para guiar a los cautivos a un buen cautiverio de Libertad;
4 Yo fui fortalecido y hecho poderoso y tomé al mundo en mis manos;
5 Porque fue hecho para mí y para alabanza del Altísimo, de Dios mi Padre.
6,Y los Gentiles fueron reunidos, aquellos que habían sido dispersados en el destierro,
7 Y no fui contaminado por ellos porque los amaba, y ellos me reconocieron en las alturas: y la señal de la luz fue puesta en sus corazones,
8 Y ellos entraron en mi vida y fueron salvados y serán mi pueblo para siempre. Aleluya.

* Siguiendo el ejemplo de Paterson Brown en http://www.metalog.org/ he traducido la palabra “Lord” como “Amo” pues siento que refleja más claramente el sentido de Supremacía y pertenencia que la palabra ” Señor ” que se utiliza normalmente. (volver)

** Paterson Brown explica claramente en http://www.metalog.org/esp_fem.html el porqué es preferible referirse al Espíritu Santo como “La” Espíritu Santa . (volver)

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Oda 11

1 Mi corazón fue rasgado y su flor apareció, y la Gracia brotó de el, y dio a luz fruto agradable al Amo,
2 Porque el Altísimo circuncidó mi corazón con su Santa Espíritu y halló mi cariño hacia Él; y entonces me llenó con Su Amor.
3 Y la abertura que hizo en mi se convirtió en mi Salvación, y pude fluir en Su senda plácidamente por el camino de la Verdad:
4 Desde el principio y hasta el fin yo adquirí Su conocimiento.
5 Fui asentado sobre la roca de la Verdad, donde Él me ha situado,
6 Y las Aguas que hablan tocaron mis labios abundantemente desde la fuente del Amo,
7 Y bebí y me embriagué con el agua viviente que no muere,
8 Y mi embriaguez no fue una embriaguez sin Conocimiento, pero sí me hizo olvidar la fatuidad y me volví al Altísimo mi Dios.
9 Y fui enriquecido generosamente, y dejé de lado la falsedad que se expande sobre la tierra, me despojé de ella y la lancé lejos de mí,
10 Y el Amo me renovó con Su Vestidura, y me poseyó con su Luz, y desde arriba me concedió el reposo incorruptible.
11 Y llegué a ser como la tierra que florece y se regocija en sus frutos,
12 Y el Amo era como el Sol resplandeciendo sobre la faz de la tierra,
13 Él alumbró mis ojos y mi faz recibió el rocío y la placentera fragancia del Amo,
14 Y me llevó a Su Paraíso, donde esta la abundancia de los placeres del Amo,
15 Y entonces adoré al Amo al ver Su Gloria, y dije: Benditos, oh Amo, son aquellos que están plantados en tu tierra y tienen un lugar en Tu Paraíso,
16 Y que pueden tomar los frutos de Tus árboles. Ellos han pasado de las tinieblas a la Luz.
17 ¡Mira! Todos Tus siervos son justos, hacen el bien y se alejaron desde la maldad hasta Tu Bondad, Y han eliminado la amargura que había en sus raíces cuando fueron sembrados en tu tierra;
18 Y todo se hizo semejante a una reliquia de Ti mismo, monumento eterno de tus fieles trabajos.
19 Hay abundante espacio en tu Paraíso, y ningún lugar es improductivo allí dentro,
20 Sino que todo está lleno de frutos, gloria a ti, Oh Dios, y a la delicia del Paraíso eterno. Aleluya.

Oda 12

1 Él me ha llenado mi boca con palabras de Verdad para que yo pueda comunicarlas:
2 Como caudal de aguas fluye la Verdad de mi boca, y mis labios declaran Su fruto.
3 Él ha hecho que su Conocimiento abunde en mi, porque la boca del Amo es la Palabra verdadera y la puerta que conduce a Su Luz.
4 El Altísimo ha estipulado Sus palabras, las cuáles expresan Su propia Belleza; repiten sus alabanzas y son informadoras de Sus consejos; heraldos de sus pensamientos y correctoras de Sus siervos.
5 Porque lo sutil de la Palabra es inexpresable, y como lo que expresa es su rapidez y fuerza.
6 Su rumbo no conoce limites. Nunca falla, pues es siempre certera, no se ve donde desciende ni hacia donde se dirige.
7 Así es su labor y su propósito: es la luz y el amanecer de los pensamientos.
8 Por ella los mundos hablan uno al otro; y en la Palabra estuvieron aquellos que fueron silenciados;
9 De ella vienen el Amor y la Armonía que comunica a los suyos; a los que han sido traspasados por la Palabra;
10 Y así ellos pudieron conocer a quién los creo, porque estuvieron en comunión y la boca del Altísimo les habló, y Su explicación corría por Su cuenta:
11 Porque la morada de la Palabra es el hombre: y su Verdad es Amor.
12 Benditos son los que por medio de ella han entendido todo, y han percibido al Amo en Su Verdad. Aleluya.

Oda 13

1 He aquí! El Amo es nuestro espejo: abre tus ojos y velos en Él: y aprende la manera de tu rostro:
2 Y proclama en adelante alabanzas a Su Espíritu: y limpia la inmundicia (falsedad) de tu rostro: ama su Santidad, y vístete con ella:
3 Y permanecerás sin mancha todo el tiempo delante de Él. Aleluya.

Oda 14

1 Como los ojos de un hijo están en su padre, así están mis ojos, oh Amo, todo el tiempo puestos en Ti.
2 En Ti está mi consuelo y mi deleite.
3 No me quites Tu misericordia, oh Amo, ni me retires Tu bondad.
4 Extiéndeme todo el tiempo Tu diestra: y sé mi guía hasta el fin, según Tu complacencia.
5 Déjame ser de tu agrado ante Ti, por Tu gloria y por Tu Nombre,
6 Presérvame del mal, y permite que Tu humildad, oh Amo, more en mi, con los frutos de Tu Amor.
7 Enséñame los Salmos de Tu Verdad, para que pueda dar a luz frutos en Ti:
8 Abre para mí el arpa de tu Santa Espíritu, para que con todas sus notas pueda alabarte, oh Amo,
9 Conforme a la abundancia de dulces favores que me darás, concédenos pronto nuestras súplicas, Porque Tú eres capaz de velar por todas nuestras necesidades. Aleluya.

Oda 15

1 Como el sol es la alegría de quienes esperan el alba, así me alegra el Amo;
2 Porque Él es mi Sol y Sus rayos me han exaltado, y Su luz ha disipado toda oscuridad (falsedad)de mi rostro.
3 En Él he adquirido ojos y he visto Su Santo día:
4 Y he obtenido oídos y escuchado Su Verdad.
5 Los conceptos de Su Conocimiento han sido míos, y he sido complacido por Él.
6 Dejé el camino errado y tomé el camino hacia Él para recibir Su Salvación sin reparos.
7 Salvación que con generosidad me ha otorgado, y conforme a Su excelsa Belleza me ha formado.
8 Me vestí de incorrupción por medio de Su Nombre, me despojé de corrupción por Su Gracia.
9 La muerte ha sido destruida delante de mi rostro, y “Seol” fue removido de mi vocabulario,
10 Se ha puesto de pie la inmortalidad en la tierra del Amo,
11 Se ha dado a conocer a Sus fieles elegidos, y ha sido otorgada sin restricciones a todos aquellos que creen en Él. Aleluya.
Oda 16
1 Como el trabajo del labrador es la reja del arado: y el trabajo del timonel es guiar la embarcación,
2 Así los Salmos del Amo son mi trabajo, mi arte y alabanzas:
3 Porque Su Amor nutre mi corazón, y hasta mis labios Sus frutos se derraman.
4 Porque mi amado es el Amo, a Él le cantaré:
5 Porque Su Alabanza me hizo fuerte y tengo Fe en Él.
6 Abriré mi boca y Su Espíritu aclamará en mi la gloria del Amo y Su belleza;
el trabajo de Sus manos y la acción de Sus dedos:
7 La abundancia de su misericordia y el poder de Su Palabra.
8 Porque la Palabra del Amo escudriña en todas las cosas, tanto en las invisibles como en las que revelan Sus Pensamientos,
9 Para que los ojos vean Sus trabajos y los oídos escuchen sus pensamientos.
10 Él extendió la tierra y asentó las aguas en el mar,
11 Él midió los cielos, fijó las estrellas y estableció la creación,
12 Y Él descansó de Sus trabajos,
13 Y las cosas creadas siguieron sus cursos e hicieron su trabajo,
14 Sin saber como detenerse o desocuparse, Y Sus huestes celestiales están sujetas a Su Palabra.
15 El lugar secreto del tesoro de la luz es el sol, y el tesoro de la oscuridad es la noche:
16 Y Él hizo el sol para que el día brillara, pero la noche trae oscuridad sobre la faz de la tierra,
17 Y sus sucesiones cuentan la belleza de Dios,
18 Y no hay nada que exista sin el Amo, porque Él existía antes que cualquier otra cosa llegara a existir,
19 Y los mundos fueron hechos mediante su Palabra, y mediante los designios de Su corazón. Gloria y honor a Su nombre. Aleluya.

Oda 17

1 Fui coronado por mi Dios: mi corona es Viviente:
2 Y fui justificado en mi Amo, Él es mi incorruptible salvación.
3 Fui liberado de lo que es falso, y no fui condenado,
4 Las sofocantes ataduras fueron cortadas por Sus manos: y recibí la faz y la forma de una nueva persona. entré en ellas y fui salvado;
5 Los conceptos de la Verdad me guiaron, la seguí y caminé sin deambular.
6 Todos los que me vieron se sorprendieron, y fui considerado por ellos como un desconocido,
7 Pero quien me conoció y trajo es el Altísimo en toda Su Perfección. Él me glorificó con Su bondad, y alzó mis pensamientos a la altura de Su Verdad.
8 Y desde entonces me dio el sendero de Sus preceptos y abrí todas las puertas que estaban cerradas.
9 Rompí en pedazos los barrotes de hierro: mis propios grilletes se fundieron y disolvieron delante de mí, 10 Nada se me cerraba: porque yo era la puerta de todo,
11 Registré todas mis ataduras humanas para soltarlas; Porque no podía permitir ningún lazo humano o atadura:
12 E impartí mi sabiduría sin reparos: y mi oración nacía de mi Amor:
13 Y sembré mis frutos en los corazones y los transformé dentro de mi mismo: y ellos recibieron mi bendición y vivieron;
14 Y fueron congregados ante mí y fueron salvados; porque ellos eran míos como mis propios miembros y yo era su cabeza. Gloria a ti, nuestra cabeza, el Amo Mesías. Aleluya.

Oda 18

1 Mi corazón fue alzado en el Amor del Altísimo y fue engrandecido: Para que yo pudiera alabarlo por Su Nombre.
2 Mis miembros fueron fortalecidos para que no cayeran desde Su fuerza.
3 La enfermedad fue removida desde mi cuerpo, que pudo estar de pie y firme delante del Amo por Su Voluntad, Pues Su reino es Verdadero.
4 ¡Oh Amo! ¡Por el bien de aquellos que carecen de Ti no quites tu Palabra de mi boca!
5 ¡ Y por el bien de sus obras no reprimas en mí Tu perfección!
6 Que la Luz no sea conquistada por la oscuridad, ni que la Verdad sea ahuyentada por el engaño,
7 Tu me has destinado a ganar; nuestra salvación es Tu diestra, y vendrán a ti gentes de todos los lugares.
8 Y Tú resguardarás a cualquiera de las ataduras del mal.
9 Tú eres mi Dios. El engaño y la muerte no están en Tu boca:
10 Porque Tú eres Perfección, y no conoces la falsedad,
11 Ni ella te conoce a Ti.
12 Y no has conocido el error,
13 Ni él te ha conocido a Ti.
14 Y la ignorancia se parece a un hombre ciego; y a la espuma del mar,
15 Y muchos supusieron que el engaño era algo grande;
16 Y entraron en la semejanza de lo falso y se convirtieron en eso, excepto aquellos que Te han comprendido, Conocido y Te han meditado,
17 Esos son los que no han sido corrompidos en sus imágenes, y de tal modo estaban en la mente del Amo.
18 Ellos no hicieron caso a los que caminaban en la senda del error,
19 Sino que les hablaron la Verdad con la inspiración que el Altísimo inspiró dentro de ellos. Alabanza y gran gracia a Su Nombre. Aleluya.

Oda 19

1 Una copa de leche me fue brindada: y bebí en la dulzura de la delicia del Amo.
2 El Hijo es la copa y la leche provino del Padre,
3 Y la Santa Espíritu extrajo la leche: Porque Sus pechos estaban llenos y era necesario para Él que Su leche fuera liberada,
4 Y la Santa Espíritu destapó su seno y mezclo la leche de los dos pechos del Padre y brindó la preparación al mundo sin que el mundo lo supiera,
5 Y quienes la recibieron son los elegidos de Su diestra.
6 La Espíritu abrió la matriz de la Virgen y ella recibió concepción y dio a luz, y la Virgen llegó a ser una Madre con muchas misericordias,
7 Y entró en labor de parto y dio a luz un Hijo, sin incurrir en dolor,
8 Y porque Ella no estaba suficientemente preparada, y no buscó una partera (porque Él la trajo a dar a luz así) Ella por su propia voluntad dio a luz como los humanos,
9 Y lo parió abiertamente, y lo hizo con gran dignidad,
10 Y lo amó en sus pañales y lo cuidó tiernamente, y lo presentó con Majestuosidad. Aleluya.

Oda 20

1 Soy un sacerdote del Amo, para Él hago oficio sacerdotal, y a Él ofrezco el sacrificio de Su Pensamiento.
2 Porque Sus Pensamientos no son como los del mundo ni los de la carne, ni como los de aquellos que sirven carnalmente.
3 El sacrificio del Amo es Justicia, y pureza de labios y corazón.
4 Presenta tu interior intachable ante Él: y que tu corazón no cause violencia a otro corazón ni tu alma a otra alma.
5 Tú no adquieras a un extraño por el precio de unas monedas de plata ni busques despojar a tu vecino,
6 Ni prives a nadie del cubrimiento de su desnudez,
7 Sino que revístete con la gracia del Amo sin restricciones, entra en Su Paraíso y hazte una guirnalda con hojas de sus árboles;
8 Ponla en tu cabeza, alégrate y recuéstate en Su descanso, y la gloria irá delante de ti,
9 Y recibirás de Su bondad y de Su gracia, y florecerás en la verdad por la Alabanza de Su santidad. Gloria y honor a Su Nombre. Aleluya.

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Oda 21

1 Alcé mis brazos al Altísimo, hasta Su gracia, porque quitó de mí las ataduras: fue Él quién me auxilió y me levantó hasta Su gracia y Su Salvación,
2 Y me quité las tinieblas y me vestí con Su luz,
3 Y mi alma adquirió un cuerpo libre de pesares o aflicciones o dolores,
4 Y ayudarme cada vez mas era la intención del Amo, pues Su comunión es incorrupción,
5 Y yo fui exaltado en Su luz; y serví ante Él,
6 Y estuve cerca Suyo alabándolo y confesándolo,
11 Mi corazón se escapó y llegó a mi boca, y ascendió a mis labios, y el regocijo del Amo se multiplicó en mi rostro, igual que Su Alabanza. Aleluya.

Oda 22

1 Él, quien me bajó de lo alto, también me subió desde las regiones inferiores,
2 Y Él, quien junta las cosas que están en medio, es también quien me lanza abajo:
3 Él es quien dispersó a mis enemigos y adversarios desde la antigüedad:
4 Él es quien me dio potestad sobre las ataduras para que pudiera soltarlas,
5 Él derribó al dragón de siete cabezas usando mis manos: y me asentó sobre sus raíces para que pudiera destruir su simiente.
6 Tú estuviste ahí y me ayudaste, y en todos lados tu nombre era un baluarte para mí.
7 Tu diestra destruyó su malvado veneno, y Tu mano allanó el camino para esos que creen en Ti.
8 Tú los elegiste desde los sepulcros y los apartaste de la muerte,
9 Tú tomaste huesos muertos y los cubriste con cuerpos.
10 Ellos estaban inertes, y Tú les diste energía para vivir.
11 Tu camino y tu rostro estaban sin corrupción, pero Tú trajiste el mundo a corrupción (de muerte) para que todo pudiera ser disuelto y entonces renovado,
12 Para que la fundación de todo pudiera ser Tu roca: porque sobre ella construiste tu reino; y llegó a ser el lugar donde moran los Santos. Aleluya.

Oda 23

1 ¡Regocijo de los Santos! ¿ Quiénes lo disfrutarán sino Ellos?
2 ¡Gracia dada a los elegidos! ¿ Quiénes la recibirán excepto aquellos que han creído en ella desde el principio?
3 ¡El Amor de los elegidos! ¿ Quiénes se revestirán de el excepto aquellos que lo han disfrutado desde el principio?
4 Caminen ustedes en el Conocimiento del Altísimo sin resistirse a Su alborozo y a la perfección de su Sabiduría.
5 Su pensamiento vino como una carta, Su voluntad descendió de las alturas, y fue enviada como una flecha desde un arco,
6 Y muchas manos se precipitaron a la carta para apresarla, tomarla y leerla:
7 Pero escapó de sus dedos y ellos se aterraron de eso y del sello que estaba sobre ella.
8 Porque no les fue permitido a ellos soltar su sello: pues el poder que estaba sobre el sello era superior a ellos,
9 Pero otros la vieron y fueron detrás de ella porque podían saber donde descendería, y quién la leería y quién la escucharía.
10 Pero una rueda la recibió y se posó sobre ella.
11 Y se halló en ella una señal del Reino y de su Potestad:
12 Y todo el que trató de detener la rueda fue segado y desechado.
13 Y congregó a la muchedumbre de sus adversarios, y cruzó los ríos sacó de raíz muchos bosques e hizo un ancho sendero.
14 Las cabezas se inclinaron a los pies de hacia quien corría la rueda, y que tenía una señal sobre ella.
15 La carta era de mandato, y abarcaba a todas las regiones;
16 Y fue vista a la cabeza de quién fue revelado como el Hijo de Verdad del Altísimo Padre,
17 Y Él heredó y tomó posesión de todo. Y los pensamientos de muchos fueron reducidos a nada.
18 Y todos los traidores se apresuraron a huir. Y esos quienes enfurecidos la persiguieron fueron extinguidos.
19 La carta era un gran libro, escrito enteramente por el dedo de Dios:
20 Y el Nombre del Padre, el del Hijo y el de la Santa Espíritu estaba en el, para regir para siempre. Aleluya.

Oda 24

1 La paloma revoloteó sobre el Mesías, y cantó sobre Él y se oyó su voz:
2 Y los habitantes se asustaron y los viajeros se perturbaron:
3 Las aves bajaron sus alas y todas las cosas reptantes murieron en sus madrigueras: Y los abismos que habían estado ocultos fueron abiertos, y ellos clamaron al Amo simulando a una mujer pariendo:
4 pero no se les dio alimento porque no era para ellos.
5 Y fueron encerrados en los abismos con el sello del Amo. Y perecieron en los pensamientos de esos que han existido desde tiempos antiguos;
6 Porque eran corruptos desde el principio, y el fin de su corrupción era la vida,
7 Y los que eran imperfectos perecieron: porque no era posible darles una Palabra que pudieran retener:
8 Y el Amo destruyó las imágenes de todos los que no tenían la Verdad consigo.
9 Porque ellos, quienes fueron elevados en sus corazones pero estaban deficientes de Sabiduría fueron rechazados porque la Verdad no estaba en ellos.
10 Pero el Amo reveló Su Camino y derramó Su Gracia: y aquellos que la entendieron, conocen su Santidad. Aleluya.

Oda 25

1 Fui rescatado desde mis ataduras y hacia Ti, mi Dios, Yo corro:
2 porque Tú eres la mano derecha de mi Salvación y quién me auxilia.
3 Tú has sujetado a aquellos que se levantan contra mí,
4 Y ya no los veré más: porque Tu rostro estaba conmigo, y me salvó Tu gracia.
5 Aunque fui despreciado y rechazado a los ojos de muchos: porque estaba ante sus ojos como caudillo,
6 Pero la fuerza y el auxilio vinieron a mí desde Ti mismo.
7 Tú pusiste una lámpara en mi mano derecha y en mi izquierda: en mí no habrá ningún lugar que no brille:
8 Y fui vestido con el cubrimiento de tu Espíritu, y me quitaste mi vestidura de piel,
9 Porque tu mano derecha me levantó y quitó la enfermedad de mí,
10 Y me volví poderoso en la Verdad, y santo por Tu justicia; y todos mis adversarios tuvieron miedo;
11 Y me volví admirable por el nombre del Amo, y fui justificado por Su bondad, y Su descanso es para siempre. Aleluya.

Oda 26

1 Derramaré alabanzas al Amo, porque le pertenezco:
2 Y deseo pronunciar santas canciones porque mi corazón está con Él.
3 Porque su arpa está en mis manos, y las Odas de Su descanso nunca serán silenciadas.
4 Yo clamaré hacia Él con todo mi corazón: lo alabaré y exaltaré con todos mis miembros.
5 Desde el este hasta el oeste está Su alabanza:
6 Y desde el sur hasta el norte está Su confesión:
7 Y desde la cima de las colinas hasta sus extremos se extiende Su perfección.
8 ¿ Quién puede escribir los Salmos del Amo, o quién puede leerlos?
9 ¿ Quién puede instruir su propia alma en la Vida para que pueda ser salvada,
10 O quién puede descansar sobre el Altísimo a fin de que su boca pueda hablar?
11 ¿ Quién es capaz de interpretar las maravillas del Amo?
12 Pues quien pudiera interpretarlo se disolvería para llegar a ser como el interpretado.
13 Es suficiente entonces Conocer y reposar: pues los Odistas están de pie en el descanso
14 Como sobre un río de abundante manantial, que fluye al auxilio de aquellos que le buscan. Aleluya.

Oda 27

1 Extendí mis manos para santificar a mi Amo,
2 Pues la extensión de mis manos es su signo:
3 Y mi expansión es como el árbol recto(o cruz).

Oda 28

1 Como las alas de las palomas sobre sus polluelos; y la boca de los polluelos hacia sus bocas,
2 Así son las alas de la Espíritu sobre mi corazón:
3 Mi corazón es complacido y regocijado: como el bebé que se regocija en el vientre de su madre.
4 Yo creí, y por eso estuve en reposo; pues fiable es aquel en quién he creído:
5 Me ha bendecido generosamente y mi cabeza está con Él: y ni la espada ni la cimitarra me apartarán de Él;
6 Porque estoy preparado para cuando venga la destrucción, y he sido puesto en Sus inmortales alas:
7 Y Él me mostró Su signo y me dio de beber, y desde entonces la Vida es la Espíritu dentro de mí y no puede morir.
8 Aquellos que me vieron se maravillaron, porque fui perseguido, y ellos suponían que había sido devorado, y les parecía que estaba perdido;
9 Y mi opresión se transformó en mi salvación; y recibí desaprobación de ellos,
10 Porque hice el bien a todos los hombres fui odiado,
11 Y se acercaron rodeándome como perros rabiosos, que ignorantemente atacan a sus dueños,
12 Porque sus pensamientos están corrompidos y su entendimiento pervertido.
13 Pero yo estaba trayendo agua en mi mano derecha y la amargura de ellos resistí con mi dulzura:
14 Y no perecí, pues yo no era su hermano ni fue mi nacimiento como el de ellos.
15 Y ellos buscaron mi muerte pero no lo consiguieron: pues yo era más antiguo que sus recuerdos,
16 Y en vano me atacaron y fueron tras de mí sin recompensa,
17 Pues inútilmente buscaban destruir el recuerdo de quién existía desde antes que ellos.
18 Porque los pensamientos del Altísimo no pueden ser anticipados; y Su corazón es superior a toda Sabiduría. Aleluya.

Oda 29

1 El Amo es mi esperanza: en Él no seré confundido.
2 De acuerdo a Su alabanza Él me formó, y de acuerdo a su bondad me dió,
3 Y conforme a Su misericordia me exaltó: y de acuerdo a Su perfecta belleza me puso en lo alto
4 Y me extrajo de las profundidades del Seol, desde las fauces de la muerte me sacó.
5 Tú, Amo, derribaste a mis enemigos y me justificaste por tu gracia.
6 Porque creí en el Mesías, y creí que Él es el Amo;
7 Él me mostró Su señal: y me guió con Su luz, y me dio el cetro de Su poder,
8 Para que yo pudiera dominar las imágenes de las gentes; y humillar la potestad de los poderosos,
9 Y hacer la guerra con Su Palabra, y tomar victoria con Su poder.
10 El Amo derrocó a mi enemigo con Su Palabra: y este llegó a ser como el rastrojo que el viento se lleva;
11 Y yo alabé al Altísimo porque exaltó a Su siervo y al hijo de Su criada. Aleluya.

Oda 30

1 Llénense de las aguas de la fuente viviente del Amo, porque esta abierta a Ustedes,
2 Vengan todos los sedientos y tomen un sorbo; descansen cerca de las fuentes del Amo.
3 Porque su agua es buena y pura y da reposo al alma, y es más dulce que la miel,
4 Los panales de abejas no pueden comparársele,
5 Porque emerge desde los labios del Amo y es nombrada desde Su corazón.
6 Viene sin limites e invisible: y hasta que llega al centro ellos no la perciben:
7 Benditos son los que han bebido y que por eso han encontrado el descanso. Aleluya.

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Oda 31

1 Los abismos fueron disueltos delante del Amo: y la oscuridad destruida ante Su presencia:
2 El error fue desviado y pereció en Su mano: La falsedad no encontró sendero por donde ir, y fue hundida por la Verdad del Amo.
3 Él abrió Su boca y anunció gracia y alegría, y entonó una nueva canción de alabanza a Su Nombre:
4 Alzó Su voz al Altísimo y presentó a los hijos que estaban con Él.
5 Y su rostro fue justificado, pues de esta manera Su Santo Padre se lo había dado.
6 Acérquense, Ustedes que han sido atribulados y reciban dicha, sean dueños de sus almas por Su gracia; y adquieran para ustedes vida inmortal.
7 Ellos me hicieron un deudor cuando fui alzado, cuando ellos me debían: y se repartieron mi botín, aunque nada se les adeudaba.
8 Pero yo resistí y mantuve mi paz y estuve en silencio como si no me perturbaran.
9 Pues permanecí inconmovible como una roca firme que es azotada por las olas y resiste.
10 Y soporté su amargura en favor de la humildad:
11 Para poder así redimir mi gente, y heredarles y que no fueran en vano mis promesas a los padres a quienes les prometí la salvación de su simiente. Aleluya.

Oda 32

1 A los Benditos: que haya alegría en sus corazones, y que la luz de Él more en ellos:
2 Y también las Palabras de la Verdad de quién se originó a Sí Mismo: porque Él es fortalecido por el Santo poder del Altísimo: y permanece inmutable para siempre. Aleluya.

Oda 33

1 Nuevamente fluyó la Gracia y despidió a la corrupción y descendió en Él para hacerla desaparecer;
2 Porque Él destruyó la perdición que tenía delante y a Su orden todo fue demolido,
3 Se puso de pie sobre una elevada colina y pronunció Su Voz desde un extremo al otro de la tierra:
4 Y atrajo a Sí a todos aquellos que le obedecen; y no se manifestó como si fuera una persona de mal.
5 Sino que allí de pie estaba una Virgen perfecta, quien estaba proclamando y llamando y diciendo:
6 ” Regresen, vosotros hijos de hombres, y vengan, vosotras hijas de hombres,
7 Abandonen los caminos de la corrupción y alléguense a mí, y entraré en ustedes, y los haré emerger desde la perdición,
8 Y los haré sabios en los caminos de la verdad, para que no sean destruidos ni perezcan
9 Escúchenme y sean redimidos. Porque la Gracia de Dios estoy anunciando en medio de ustedes, y por medio de mí serán redimidos y llegarán a ser benditos.
10 Yo soy vuestro juez, y aquellos que se vistan de mi no serán dañados, pues poseerán el nuevo mundo que es incorruptible
11 Mis elegidos caminaran en mí, y mis senderos daré a conocer a aquellos que me buscan, y haré que confíen en mi nombre”. Aleluya.

Oda 34

1 Ningún camino es duro cuando hay un corazón sencillo,
2 Ni hay heridas donde los pensamientos son rectos:
3 Ni tampoco hay tormentas en las profundidades de la razón iluminada:
4 Cuando se está rodeado por todos lados de belleza no hay nada que esté dividido.
5 La Semejanza de lo de abajo es lo de arriba; pues todo es de arriba: lo de abajo no es nada más que el engaño de aquellos que carecen de conocimiento.
6 La gracia ha sido revelada para vuestra salvación. Crean, vivan y serán salvados. Aleluya.

Oda35

1 El Amo suavemente destiló Su rocío sobre mí,
2 E hizo que una nube de paz ascendiera encima de mi cabeza, la cuál me protege continuamente;
3 Esto era para mi salvación: pues todo fue sacudido y mis perseguidores estaban aterrados:
4 Y emergió desde ellos humo y juicio; pero yo estaba tranquilo por causa del Amo:
5 Más que un refugio fue Él para mí, y más que un cimiento.
6 Yo era llevado como un niño por su madre, y me dio por leche el rocío del Amo:
7 Y crecí muy grande gracias a Su generosidad, y descansé en Su perfección,
8 Y extendí mis manos en la elevación de mi alma: y fui hecho justo y redimido gracias al Altísimo. Aleluya.

Oda 36

1 Descansé en la Espíritu del Amo, que me llevó a las alturas:
2 Me puso de pie en las alturas del Amo, delante de Su perfección y Su gloria, mientras lo alababa componiendo Sus Odas.
3 La Espíritu me trajo adelante frente al rostro del Amo: y, a pesar de ser un hijo de hombre, fui llamado el Iluminado, el Hijo de Dios:
4 Mientras lo alababa entre sus elegidos que también lo adoraban grande era yo entre los poderosos.
5 De acuerdo a la grandeza del Altísimo, así me formó: con Su renovación me revivió, y me ungió con Su propia Perfección:
6 Y llegué a ser uno de Sus allegados; y mi boca fue abierta como una nube de rocío;
7 Y de mi corazón manó a raudales un diluvio de justicia,
8 Y llegué a Él en paz; y fui establecido por la Espíritu de Su autoridad. Aleluya.

Oda 37

1 Extendí mis manos hacia mi Amo: y hasta el Altísimo elevé mi voz:
2 Y hablé con los labios de mi corazón; y Él me escuchó cuando mi voz le alcanzó:
3 Su respuesta vino a mí y me brindó los frutos de mi trabajo;
4 Y me concedió el descanso por la gracia del Amo. Aleluya.

Oda 38

1 Ascendí a la luz de la Verdad como si fuera dentro de un carruaje:
2 La Verdad me llevó y guío a través de abismos y trampas; y en medio de las rocas y olas me resguardó;
3 Se convirtió en mi refugio de Salvación y me posó en los brazos de la vida inmortal,
4 Marchó conmigo y me hizo descansar, y no me hizo sufrir con un vagabundeo incierto porque era la Verdad.
5 Yo no corría ningún riesgo, porque caminaba con Él,
6 Ni cometí ningún error porque Le obedecía.
7 Porque el error huye de la Verdad y no la conoce, y la Verdad prosigue por el camino correcto,
8 Y lo que nunca antes percibí se hizo evidente para mí: todos esos venenos del engaño, y las plagas de la muerte que ellos piensan que es dulzura:
9 Y ví al destructor y su destrucción, en el momento en que la novia corrompida se engalanaba y vi al novio corruptor;
10 Y le pregunté a la Verdad: ¿ quiénes son estos? Y me dijo: ‘Este es el engañador y la mentira:
11 Ellos imitan al Amado y Su Novia: Y conducen al descarrío y corrompen al mundo entero:
12 E invitan a muchos a su banquete de bodas,
13 Y les dan del vino de su borrachera, y les sustraen así sabiduría y entendimiento, y los dejan sin inteligencia,
14; Y cuando ya están contaminados y sin razón entonces los abandonan; puesto que se han quedado sin corazón ni tampoco lo buscan’.
15 Pero Yo fui hecho sabio para no caer en las manos del embaucador; y me felicité de que la Verdad viniera conmigo,
16 Y fui implantado y viví y fui redimido,
17 Porque mis cimientos fueron arraigados sobre la mano del Amo: Él me puso ahí.
18 Él plantó la raíz, la regó, afirmó y bendijo, y sus frutos son eternos.
19 Y penetró profundamente, brotó y se extendió y estuvo completa y grandiosa,
20 Y el Amo fue glorificado en Su siembra y labranza: por Sus cuidados y la bendición de Sus labios,
21 Por la bella plantación de Su mano derecha: y por el descubrimiento de Su siembra, y por los pensamientos de Su mente. Aleluya.

Oda 39

1 El poder del Amo es como grandes ríos:
2 Que llevan de cabeza a aquellos que Le desprecian y enreda sus caminos:
3 Y destruye sus travesías, y captura sus cuerpos y disuelve sus vidas.
4 Porque son más veloces que el relámpago y más rápidos, pero aquellos que los atraviesan con Fe no son conmovidos;
5 Y aquellos que los transitan sin manchas nada deben temer.
6 Porque en ellos está la señal del Amo, y la señal es un rumbo para aquellos que lo atraviesan en Su nombre.
7 Vístanse entonces con el nombre del Altísimo, conózcanlo y podrán cruzar sin daño, porque los ríos te obedecerán.
8 El Amo los ha atravesado por el poder de Su Palabra; los ha cruzado y recorrido a pie:
9 Y Sus huellas se mantienen firmes sobre el agua, sin ningún problema, pues son tan firmes como un árbol que está verdaderamente levantado.
10 Y las olas se levantan a Su lado, pero las huellas de nuestro Amo Mesías permanecen firmes y no son borradas ni desfiguradas.
11 Un sendero así Él ha señalado para aquellos que lo atraviesan después de Él, para aquellos que se adhieren a la ruta de Su fe y veneran Su nombre. Aleluya.

Oda 40

1 Como la miel emana de los panales de abejas,
2 Y la leche fluye desde la mujer que ama a su niño,
3 Así también fluye mi esperanza hacia Ti, mi Dios.
4 Como el agua que brota de la fuente
5 Así de mi corazón brotan las alabanzas del Amo, mis labios pronuncian alabanzas a Él y mi lengua dice Sus Salmos,
6 Y mi rostro se exalta con Su felicidad y mi Espíritu se regocija en Su Amor y mi alma resplandece en Él:
7 Y al venerarlo confío en Él; y mi redención en Él está asegurada:
8 Y Su herencia es vida inmortal, y aquellos que toman parte en ella son incorruptibles. Aleluya.

Oda 41

1 Todos los niños del Amo lo alabarán, y cosecharán la Verdad de Su fe.
2 Y Sus niños seremos conocidos para Él, por eso cantaremos en Su Amor:
3 Pues vivimos en el Amo por Su gracia: y recibimos vida en Su Mesías:
4 Porque un gran día ha brillado sobre nosotros, y maravilloso es el que nos ha dado de su gloria.
5 Vamos entonces, todos nosotros unidos en el nombre del Amo, y rindámosle honores a Su bondad,
6 Y que nuestros rostros brillen en su luz: y que nuestros corazones mediten en Su Amor noche y día,
7 Seamos exaltados con la alegría del Amo.
8 Todos estarán asombrados al verme, pues soy de otra raza ahora,
9 Pero el Padre de la Verdad se acordó de mí, pues Él me poseía desde el principio:
10 Y por Su generosidad me concibió, y por los pensamientos de Su corazón:
11 Y Su Palabra esta con nosotros a lo largo de todo nuestro camino;
12 El Salvador que hace vivir no rechazará nuestras almas.
13 El es el hombre que fue humillado y exaltado por Su propia justicia,
14 El es el Hijo del Altísimo que apareció en la perfección de Su Padre,
15 Y la luz amaneció desde la Palabra que estaba en Él antes del tiempo,
16 El Mesías es verdaderamente uno; y era conocido desde antes de la fundación del mundo,
17 Y porque Él podría salvar almas para siempre por la Verdad de Su nombre, un nuevo cántico se levanta desde aquellos que Le aman. Aleluya.

Oda 42

1 Extendí mis manos y las acerqué a mi Amo,
2 Porque la extensión de mis manos es Su signo:
3 Mi expansión es el árbol extendido, el cuál estaba levantado en el camino del Justo.
4 Me volví pequeño ante aquellos que no me recibieron, pero siempre estaré con los que me aman.
5 Todos mis perseguidores están muertos; y los que me buscaron después tuvieron esperanza en mí, porque yo estaba vivo:
6 Y ascendí y estoy con ellos, y hablaré por sus bocas.
7 Porque ellos desprecian a quienes los persiguen;
8 Yo levantare sobre ellos el yugo de mi Amor;
9 Como el brazo del novio sobre la novia
10 Así es mi yugo por encima de aquellos que me conocen,
11 Y como la cama preparada en la casa del novio y la novia,
12 Así es mi Amor sobre aquellos que creen en mí.
13 No fui rechazado aunque pareció ser así,
14 No perecí aunque ellos planearon eso contra mí.
15 El Seól me vio y trató de destruírme,
16 Pero la muerte me lanzó fuera y a muchos junto conmigo.
17 Fui hiel y amargura para ella, y descendí al extremo de sus profundidades:
18 Y los pies y las manos tuvo que soltarme, porque no fue capaz de resistir mi rostro:
19 Y entonces hice una congregación de vivientes de entre sus muertos, y hablé con ellos por medio de labios vivientes,
20 Para que mi Palabra no fuera infructuosa,
21 Y esos que habían muerto corrieron hacia mí: y clamaron y dijeron: ‘Hijo de Dios, ten piedad de nosotros, y haz con nosotros de acuerdo a Tu bondad,
22 Sácanos de las ataduras de la oscuridad, y ábrenos la puerta para poder emerger hacia Ti,
23 Porque hemos visto que nuestra muerte no te ha tocado,
24 Déjanos ser redimidos contigo, porque Tú eres nuestro Redentor’.
25 Y atendí sus voces; y mi nombre fue sellado sobre sus cabezas,
26 Porque ellos ahora son libres y son míos para siempre. Aleluya.

Apología de Arístides

Apología
Yo, ¡oh rey !, por providencia de Dios, vine a este mundo y, habiendo contemplado el cielo y la tierra y el mar, el sol y la luna y lo demás, me quedé maravillado de su orden. Pero, viendo que el mundo y todo cuanto en el hay se mueve por necesidad, entendí que el que lo mueve y lo mantiene es más fuerte que lo mantenido. Digo, pues, ser Dios, el mismo que lo ha ordenado todo y lo mantiene fuertemente asido, sin principio y eterno, inmortal y sin necesidades, por encima de todas las pasiones y defectos, de la ira y del olvido y de la ignorancia y de todo lo demás; por El, empero, subsiste todo. No necesita de sacrificio ni de libación ni de nada de cuanto aparece; todos, empero, necesitan de El.

Dichas estas cosas acerca de Dios, tal como yo he alcanzado a hablar sobre El, pasemos también al género humano, para ver quienes de entre los hombres participan de la verdad y quienes del error. Porque para nosotros es evidente, ¡oh rey!, que hay tres géneros de hombres en este mundo: los adoradores de los que entre ustedes llaman dioses, los judíos y los cristianos; y a su vez, los que veneran a muchos dioses se dividen también en tres géneros: los caldeos, los griegos y los egipcios, porque éstos fueron los guías y maestros de las demás naciones en el culto y adoración de los dioses de muchos hombres.

Veamos, pues, quienes de éstos participan de la verdad y quienes del error. Los caldeos, en efecto, por no conocer a Dios, se extraviaron tras los elementos y empezaron a adorar a las criaturas en lugar de Aquel que los había creado. Y haciendo de aquellos ciertas representaciones, los llamaron imágenes del cielo y de la tierra y del sol y de la luna y de los demás elementos o luminares: y, encerrándolos en templos, los adoran, dándoles nombre de dioses, y los guardan con toda seguridad para que no sean robados por ladrones, sin caer en la cuenta que lo que guarda es mayor que lo guardado, y el que hace, mayor que su propia obra. Porque si los dioses de ellos son impotentes para su propia salvación, ¿cómo podrán dar la salvación a otros? Luego, se extraviaron los caldeos, dando culto a imágenes muertas e inútiles.

Y se me ocurre maravillarme, ¡oh rey!, como los llamados entre ellos filósofos no comprendieron en absoluto que también los mismos elementos son corruptibles. Si, pues, los elementos son corruptibles y sometidos por necesidad, ¿cómo son dioses? Y si los elementos no son dioses, ¿cómo lo son las imágenes hechas en honor de aquellos?

Pasemos, pues, ¡oh rey!, a los elementos mismos, para demostrar que no son dioses, sino corruptibles y mudables, sacados de la nada por mandato del Dios verdadero, el que es incorruptible, inmutable e invisible, pero El todo lo ve, y todo lo cambia y transforma como quiere. ¿Qué digo, pues, acerca de los elementos?

Los que creen que la tierra es diosa, se equivocan, pues la vemos injuriada y dominada por los hombres, cavada y ensuciada y que se vuelve inútil. Porque si se la cuece se convierte en muerta, pues de una teja nada nace. Además, si se la riega demasiado, se corrompe lo mismo ella que sus frutos. Es también pisada por los hombres y por los otros animales, se mancha de la sangre de los asesinatos, es cavada y se llena de cadáveres y se convierte en depósito de muertos. Siendo esto así, no es posible que la tierra sea diosa, sino obra de Dios para utilidad de los hombres.

Los que piensan que el agua es Dios, yerran, pues también ella fue echa para utilidad de los hombres y es por ellos dominada; se mancha y se corrompe, y se cambia al hervir y se muda en colores y se congela por el frío. Y es conducida para el lavado de todas las inmundicias. Por eso, imposible que el agua sea Dios, sino obra de Dios.

Los que creen que el fuego es Dios, se equivocan; porque el fuego fue hecho para utilidad de los hombres, y es dominado por ellos, al llevarle de un lugar a otro para conocimiento y asación de toda clase de carnes y hasta para la cremación de los cadáveres. Se corrompe además y de muchos modos al ser apagado por los hombres. Por eso, no es posible que el fuego sea Dios, sino obra de Dios.

Los que creen que el soplo de los vientos es Dios, se equivocan, pues es evidente que est al servicio de otro y que ha sido preparado por Dios en gracia a los hombres para mover las naves y transportar los alimentos y para sus demás necesidades. Además crece y cesa en ordenación de Dios. Por tanto, no es posible pensar que el viento es Dios, sino obra de Dios.

Los que creen que el sol es Dios, se equivocan, pues vemos que se mueve por necesidad y que cambia y que pasa de signo, poniéndose y saliendo, para calentar las plantas y las hierbas en utilidad de los hombres. Vemos también que tiene divisiones con los demás astros, que es mucho menor que el cielo, que sufre eclipses de luz y que no goza de autonomía alguna. Por eso, no es posible pensar que el sol sea Dios, sino obra de Dios.

Los que piensan que la luna es diosa, se equivocan, pues vemos que se mueve por necesidad y que pasa de signo en signo, poniéndose y saliendo para utilidad de los hombres, que es menor que el sol, que crece y mengua y sufre eclipses. Por eso, no es posible pensar que la luna sea diosa, sino obra de Dios.

Los que creen que el hombre es Dios, yerran; pues vemos que es concebido (cd. “movido”) por necesidad y que se alimenta y envejece aun contra su voluntad. Unas veces est alegre, otras triste, y necesita de comida y bebida y vestidos. Vemos además que es iracundo y envidioso y codicioso, que cambia en sus propósitos y tiene mil defectos. Se corrompe también de muchos modos por obra de los elementos y de los animales y de la muerte, que le est impuesta. No es, pues, admisible que el hombre sea Dios, sino obra de Dios.

Se extraviaron, pues, los caldeos en pos de sus concupiscencias, pues adoran a los elementos corruptibles y a las imágenes muertas y no se dan cuenta de que las divinizan.

Vengamos, pues, también a los griegos, para ver si tienen alguna idea sobre Dios. Ahora bien, los griegos, que dicen ser sabios, se mostraron más necios que los caldeos, introduciendo muchedumbre de dioses que nacieron, unos varones, otros hembras, esclavos de todas las pasiones y obradores de toda especie de iniquidades; dioses, de quienes ellos mismos contaron haber sido adúlteros y asesinos, iracundos y envidiosos y rencorosos, parricidas y fratricidas, ladrones y rapaces, cojos y jorobados, y hechiceros y locos. De ellos unos murieron, otros fueron fulminados, otros sirvieron a los hombres como esclavos, otros anduvieron fugitivos, otros se golpearon de dolor y se lamentaron, otros se transformaron en animales.

Por donde se ve, ¡oh rey!, cuán ridículas y necias e impías palabras introdujeron los griegos al dar nombre de dioses a seres tales, que no lo son, lo que hicieron siguiendo sus malos deseos, a fin de que, teniendo a aquellos por abogados de su maldad, pudieran ellos entregarse al adulterio, a la rapiña, al asesinato y a toda clase de vicios. Porque si todo eso lo hicieron los dioses, cómo no habrán de hacerlo también los hombres que les dan culto? Consecuencia, pues, de todas estas obras del error fue que los hombres sufrieron guerras continuas y matanzas y amargas cautividades.

Mas si queremos ir recorriendo con nuestro discurso cada uno de sus dioses, ver s absurdos sin cuento. De este modo, introducen antes que todos un dios Crono, y a este le sacrifican sus propios hijos. Crono tuvo muchos hijos de Rea y, finalmente volviéndose loco, se come a sus propios hijos. Dicen también que Zeus le cortó las partes viriles y las arrojó al mar, de donde se cuenta que nació Afrodita. Atando, pues, Zeus a su propio padre, lo arrojó al Tártaro.

¿Ves el extravío e imprudencia que introducen contra su propio Dios? Conque es admisible que Dios sea atado y mutilado? ¡oh insensatez! Quien, en su sano juicio, puede decir tales cosas?

El segundo introducen a Zeus, de quien dicen que es rey de todos sus dioses y que toma la forma de animales para unirse con mujeres mortales. Y, en efecto, cuentan que se transforma en toro para Europa y Pasfae; en oro para Danae, en cisne para Leda; en sátiro para Antíope, y en rayo para Smele, y que luego de estas le nacieron muchos hijos: Dionisio, Zeto, Anfín, Heracles, Apolo y Artemisa, Perseo, Castor, Helena y Plux, Minos, Radamante, Sarpedón y las siete hijas que llamaron musas. Luego igualmente introducen la fábula de Ganímedes. Sucedió, pues, ¡oh rey!, que los hombres imitaron todo esto y se hicieron adúlteros y pervertidos e, imitando a su dios, cometieron toda clase de actos viciosos. ¿Cómo, pues, es concebible que Dios sea adúltero y pervertido y parricida?

Con este introducen a un cierto Hefesto como Dios, y este, cojo y empujando martillo y tenazas, y haciendo de herrero para ganarse la vida. ¿Es que est necesitado? Cosa inadmisible, que Dios sea cojo y esté necesitado de los hombres.

Luego introducen como Dios a Hermes, que es codicioso y ladrón y avaro y hechicero y estropeado e intérprete de discursos. No se concibe que Dios pueda ser tales cosas.

También introducen como Dios a Asclepio, médico de profesión, y dedicado a preparar medicamentos y a componer emplastos para ganarse el sustento, pues estaba necesitado; luego dicen que fue fulminado por Zeus a causa del hijo del lacedemonio Tindreo y que así murió. Mas si Asclepio, siendo Dios, no pudo, fulminado, ayudarse a sí mismo, ¿cómo ayudar a los otros?

También introducen como Dios a Ares, que es guerrero y envidioso y codicioso de rebaños y de otras cosas, del que cuentan que, cometiendo más tarde un adulterio con Afrodita, fue atado por el niño Eros y por Hefesto. Como, pues, era Dios el que fue codicioso y guerrero y atado y adúltero?

También introducen como Dios a Dionisio, el que celebra las fiestas nocturnas y es maestro en embriaguez, y arrebata las mujeres ajenas y que más tarde fue degollado por los titanes. Si, pues, Dionisio, degollado, no pudo ayudarse a sí mismo, sino que se volvió loco y era borracho, y anduvo fugitivo, ¿cómo puede ser Dios?

También introducen a Heracles, que cuentan haberse embriagado y que se volvió loco y se comió a sus propios hijos, y que, consumido luego por el fuego, así murió. Mas, ¿cómo puede ser Dios un borracho, que mata a sus hijos y es devorado por el fuego? Y ¿cómo podrá socorrer a los otros el que no pudo socorrerse a s mismo?

1. También introducen como Dios a Apolo, que es envidioso y que unas veces empuja el arco y la aljaba, y la cítara y la flauta, y se dedica a la adivinación para los hombres a cambio de paga. ¿Es que est necesitado? Cosa imposible de admitir que Dios esté necesitado y sea envidioso y citaredo.

Luego introducen a Artemisa, hermana suya, cazadora de oficio, que lleva arco y aljaba, y anda errante por los montes, sola con sus perros, para cazar algún ciervo o jabalí. ¿Cómo, pues, puede ser diosa una mujer as, cazadora y errante con sus perros?

También dicen que es diosa Afrodita, que es una adúltera y una vez tuvo por compañero de adulterio a Ares, otra a Anquises, otra a Adonis, cuya muerte lloró, yendo en busca de su amante. y hasta cuentan que bajó al Hades para rescatar a Adonis, de Persfone, la hija de Hades. ¿Has visto, oh rey, insensatez mayor que la de introducir una diosa que es adúltera y se lamenta y llora?

También introducen como Dios a Adonis, cazador de oficio y adúltero, que murió violentamente, herido por un Jabalí, y no pudo ayudarse en su desgracia. ¿Cómo se preocupar , pues, de los hombres el adúltero, cazador y muerto violentamente?

Todo esto y muchas cosa más, más vergonzosas y peores introdujeron los griegos, ¡oh rey!, fantaseando sobre sus dioses cosas que no es lícito ni decirlas ni llevarlas en absoluto a la memoria. De ahí, tomando ocasión los hombres de sus propios dioses, practicaron todo género de iniquidad, de imprudencia e impiedad, mancillando la tierra y el aire con sus horribles acciones.

2. En cuanto a los egipcios, que son más torpes y más necios que los griegos, erraron peor que todas las naciones. Porque no se contentaron con los cultos de los caldeos y de los griegos, sino que introdujeron como dioses aun animales irracionales, tanto de la tierra como de agua, y árboles y plantas; y se mancillaron en toda locura e imprudencia peor que todas las naciones sobre la tierra.

Porque al principio dieron culto a Isis, que tenía por hermano y marido a Osiris, el que fue degollado por su hermano Tifón. Y por esta causa, huyó Isis con su hijo Horus a Biblo de Siria, buscando a Osiris y llorando amargamente hasta que creció Horus y mató a Tifón. Así, pues, ni Isis tuvo fuerza para ayudar a su propio hermano y marido, ni Osiris, degollado por Tifón, pudo protegerse a s mismo, ni el mismo Tifón, fratricida, muerto por Horus y por Isis, halló medio de librarse a sí mismo de la muerte. Y conocidos por tales desgracias fueron tenidos por dioses por los insensatos egipcios, los cuales, no contentos con esto o con los demás cultos de las naciones, introdujeron como dioses hasta los animales irracionales.

Porque unos de ellos adoraron a la oveja, otros al macho cabrío, otros al novillo y al cerdo, otros al cuervo y al gavilán y al buitre y al águila, otros al cocodrilo, otros al gato, al perro y al lobo, y al mono y a la serpiente y al áspid, y otros a la cebolla y al ajo y a las espinas y a las demás criaturas. Y no se dan cuenta los desgraciados que ninguna de esas cosas tiene poder alguno; pues viendo a sus dioses que son comidos por otros hombres y quemados y degollados y que se pudren, no comprendieron que no son dioses.

3. Se extraviaron grandemente, pues, los egipcios, los caldeos y los griegos, introduciendo tales dioses, haciendo imágenes de ellos y divinizando a los ídolos sordos e insensibles.

Y me maravilla como viendo a sus dioses aserrados y devastados con hacha y cortados por artífices, y como por el tiempo se hacen viejos, y como se disuelven y funden, no comprendieron que no había tales dioses. Porque cuando ninguna fuerza poseen para su propia salvación, ¿cómo tendrán providencia de los hombres?

Más sus poetas y filósofos, queriendo con sus poemas y escritos glorificar a sus dioses, no han hecho sino descubrir mejor su vergüenza y ponerla desnuda a la vista de todos. Porque si el cuerpo del hombre, aun siendo compuesto de muchas partes, no desecha ninguno de sus propios miembros, sino que, conservando con todos unidad irrompible, se mantiene acorde consigo mismo, ¿cómo podrá darse en la naturaleza de Dios lucha y discordia tan grande? Porque si la naturaleza de los dioses era una sola, no deba perseguir un dios a otro dios ni degollarle ni dañarle. Y si los dioses se han perseguido unos a otros, y se han degollado, y se han robado y se han fulminado, ya no hay una sola naturaleza, sino pareceres divididos y todos maleficios. De modo que ninguno de ellos es Dios. Luego es patente, ¡oh rey!, que toda la teoría sobre la naturaleza de los dioses es puro extravío.

Y ¿cómo no comprendieron los sabios y eruditos de entre los griegos que, al establecer leyes, sus dioses son condenados por esas leyes? Porque si las leyes son justas, son absolutamente injustos sus dioses que hicieron cosas contra ley, como mutuas muertes, hechiceras, adulterios, robos y uniones contra natura; y si es que todo esto lo hicieron bien, entonces son injustas las leyes, como puestas contra los dioses. Pero no, las leyes son buenas y justas, pues alaban lo bueno y prohiben lo malo, y las obras de los dioses son inicuas. Inicuos son, pues, los dioses de ellos, y reos todos de muerte, e impíos los que introducen dioses semejantes. Porque si las historias que sobre ellos corren son míticas, entonces los dioses no son más que palabras; y si son físicas, ya no son dioses los que tales cosas hicieron y sufrieron; y si son alegóricas, son cuento y nada más.

Queda, pues, ¡oh rey!, demostrando que todos estos cultos de muchos dioses son obras de extravío y de perdición. Porque no se debe llamar dioses a los que son visibles y no ven, sino que hay que adorar como Dios al que es invisible y todo lo ve y todo lo ha fabricado.

4. Vengamos, pues, también, ¡oh rey!, a los judíos, para ver que es lo que éstos también piensan acerca de Dios. Porque éstos, siendo descendientes de Abraham, Isaac y Jacob, vivieron como forasteros en Egipto y de allí los sacó Dios con mano poderosa y brazo excelso por medio de Moisés, legislador de ellos, y por muchos prodigios y señales les dio a conocer su poder; pero mostrándose también ellos desconocidos e ingratos, muchas veces sirvieron a los cultos de las naciones y mataron a los justos y profetas que les fueron enviados. Luego, cuando al Hijo de Dios le plugo venir a la tierra, después de insultarle, le entregaron a Poncio Pilato, gobernador de los romanos, y le condenaron a muerte de cruz, sin respeto alguno a los beneficios que les había hecho y a las incontables maravillas que entre ellos haba obrado; y perecieron por su propia iniquidad. Adoran, en efecto, aun ahora a Dios solo omnipotente, pero no según cabal conocimiento, pues niegan a Cristo, Hijo de Dios; son semejantes a los gentiles, por más que en cierto modo parecen acercarse a la verdad, de la que realmente se alejaron. Esto baste sobre los judíos…

5. Los cristianos, empero, cuentan su origen del Señor Jesucristo, y éste es confesado por su Hijo de Dios Altísimo en el Espíritu Santo, bajado del cielo por la salvación de los hombres. Y engendrado de una virgen santa sin germen ni corrupción, tomó carne y apareció a los hombres, para apartarlos del error de los muchos dioses. Y habiendo cumplido su admirable dispensación, gustó la muerte por medio de la cruz con voluntario designio, según una grande economía, y después de tres días resucitó y subió a los cielos. La gloria de su venida, puedes, ¡oh rey!, conocerla, si lees la que entre ellos se llama santa Escritura Evangélica.

Este tuvo doce discípulos, los cuales, después de su ascensión a los cielos, salieron a las provincias del Imperio y enseñaron la grandeza de Cristo, al modo que uno de ellos recorrió nuestros mismos lugares predicando la doctrina de la verdad. De ahí que los que todavía sirven a la justicia de su predicación, son llamados cristianos. Y éstos son los que más que todas las naciones de la tierra han hallado la verdad, pues conocen al Dios creador y artífice del universo en su Hijo Unigénito y en el Espíritu Santo, y no adoran a otro Dios fuera de éste. Los mandamientos del mismo Señor Jesucristo los tienen grabados en sus corazones y los guardan, esperando la resurrección de los muertos y la vida del siglo por venir. No adulteran, no fornican, no levantan falso testimonio, no codician los bienes ajenos, honran al padre y a la madre, aman a su prójimo y juzgan con justicia. Los que no quieran se les haga a ellos no lo hacen a otros. A los que los agravian, los exhortan y tratan de hacérselos amigos, ponen empeño en hacer bien a sus enemigos, son mansos y modestos… Se contienen de toda unión ilegítima y de toda impureza… No desprecian a la viuda, no contristan al huérfano; el que tiene, le suministra abundantemente al que no tiene. Si ven a un forastero, le acogen bajo su techo y se alegran con él como con un verdadero hermano. Porque no se llaman hermanos según la carne, sino según el alma…

Están dispuestos a dar sus vidas por Cristo, pues guardan con firmeza sus mandamientos, viviendo santa y justamente según se lo ordenó el Señor Dios, dándole gracias en todo momento por toda comida y bebida y por los demás bienes… Este es, pues, verdaderamente el camino al reino eterno, prometido por Cristo en la vida venidera.

Y para que conozcas, ¡oh rey!, que no digo estas cosas por mí propia cuenta, inclínate sobre las Escrituras de los cristianos y hallar s que nada digo fuera de la verdad.

6 Con razón, pues, comprendió tu hijo y fue enseñado a servir al Dios vivo y salvarse en el siglo que est por venir. Porque grandes y maravillosas son las cosas por los cristianos dichas y obradas, pues no hablan palabras de hombres, sino de Dios. Las demás naciones, en cambio, yerran y a sí mismas se engañan, pues andando entre tinieblas chocan unos con otros como borrachos.

7. Hasta aquí, ¡oh rey!, se ha dirigido a ti mí discurso, el que por la verdad ha sido mandado a mi mente. Por eso, cesen ya tus sabios insensatos de hablar contra el Señor; porque les conviene a vosotros venerar al Dios Creador y dar todo a sus palabras incorruptibles, a fin de que, escapando al juicio y a los castigos, sean declarados herederos de la vida imperecedera.

TRADICIÓN DE PILATO

TRADICIÓN DE PILATO
(Paradosis)

I. Llegó a Roma la carta y fue leída al César en presencia de no pocas personas. Y todas quedaron atónitas al oír que, a causa del delito de Pilato, las tinieblas y el terremoto habían afectado a toda la tierra. Y, montando el César en cólera, envió soldados y ordenó que llevaran preso a Pilato.

II. Conducido que fue a Roma y enterado el César de que había llegado, se sentó éste en el templo de los dioses a la cabeza del senado, acompañado de todo el elemento militar y de la multitud que integraba sus fuerzas. Entonces dio órdenes de que avanzara delante de Pilato y quedara de pie. Y a continuación le dijo: «¿Por qué has tenido la osadía de hacer tales cosas, monstruo de impiedad, después de haber visto prodigios como los que hacía aquel hombre? Por atreverte a cometer tal villanía, has acarreado la ruina a todo el universo».

III. Mas Pilato replicó: «¡Oh emperador!, yo no soy culpable de esto; los incitadores y responsables son la turba de los judíos». César dijo: «¿Y quiénes son éstos?» Respondió Pilato: «Herodes, Arquelao, Filipo, Anás, Caifás y toda la turba de los judíos». Repuso César: «¿Y por qué secundaste tú el propósito de aquéllos?» Dijo Pilato: «Su nación es levantisca e insumisa; no se somete a tu imperio». A lo que replicó César: «Nada más entregártelo debiste ponerlo a buen seguro y enviármelo a mí y no dejarte persuadir por ellos a crucificar a un personaje como éste, que era justo y que hacía prodigios tan buenos como hacías constar en tu relación. Pues señales como éstas bien daban a conocer que Jesús era el Cristo, el rey de los judíos».

IV. Y nada más decir esto César, cuando mencionóel nombre de Cristo, toda la caterva de dioses se desplomó y quedó reducida a una especie de polvareda que ocupó el recinto en que estaba sentado el César acompañado del senado. Y todo el pueblo que estaba en presencia del César, quedó todo amedrentado al oír pronunciar el nombre y ante la caída de aquellos dioses, y, sobrecogidos de temor, se fue cada cual a su casa, llenos de admiración por lo ocurrido. Entonces mandó el César que Pilato fuera sometido a una segura vigilancia, de manera que él pudiera conocer la verdad de lo que concernía a Jesús.

V. Al día siguiente se sentó César en el Capitolio juntamente con el senado en pleno y se propuso de nuevo interrogar a Pilato. Dijo, pues, el César: «Di la verdad, monstruo de impiedad, pues, por la acción impía que llevaste a cabo contra Jesús, tu mala conducta ha venido a ponerse aquí de manifiesto por el hecho de que los dioses se hayan desplomado. Dime, pues, ¿quién es aquel crucificado, ya que su nombre ha traído la perdición incluso de todos los dioses?» Pilato respondió: «Efectivamente, lo que de Él se menciona es verdadero; yo mismo, al ver sus obras, llegué a persudirme de que aquel personaje era de mayor categoría que todos los dioses que nosotros veneramos». Preguntó entonces el César: «¿Cómo, pues, tuviste la osadía de hacer aquello contra Él, conociéndole como le conocías? ¿O es que maquinabas algún mal contra mi imperio?» Mas Pilato respondió: «Hice esto por la iniquidad y la sublevación de estos judíos si ley y sin Dios».

VI. Encolerizado entonces el César, se puso a deliberar con todo el senado y su ejército. Y mandó escribir un edicto contra los judíos concebido en estos términos: «A Liciano, gobernador de la provincia oriental, salud. He venido en conocimiento del hecho atrevido e ilegal que ha tenido lugar en nuestros tiempos por parte de los judíos que habitan en Jerusalén y las ciudades circunscritas, hasta el punto de que han obligado a Pilato a crucificar a cierto Dios llamado Jesús, crimen tan horrendo, que por él el universo, entenebrecido, iba a ser arrastrado a la ruina. Haz, pues, ánimo de presentarte a ellos con todoa tu premura, bien pertrechado de fuerzas, y declara la esclavitud por el presente edicto. Sé obediente a la consigna de atacarles y desparramarles por el mundo; redúcelos a servidumbre en todas las naciones y, después de expulsar de toda la Judea hasta la reliquia más insignificante de su raza, haz que no aparezca ni esto siquiera, llenos como están de maldad».

VII. Llegando este edicto al Oriente, Liciano obedeció al tenor terrible de la orden y dio al exterminio a la nación entera de los judíos; y a los que quedaron en Judea les echó a la diáspora de las naciones para ser esclavos, de manera que llegó a conocimiento del César lo que había hecho Liciano contra los judíos en Oriente, y le agradó.

VIII. Y el César se dispuso de nuevo a juzgar a Pilato. Luego mandó a un jefe llamado Albio que le cortara la cabeza, diciendo: «De la misma manera que éste levantó su mano contra aquel hombre justo llamado Cristo, de manera semejante caerá éste también sin remisión».

IX. Mas Pilato, cuando hubo llegado al lugar señalado, se puso a orar en silencio de esta manera: «Señor, no me pierdas en compañía de los perversos hebreos, pues yo no hubiera levantado mi mano contra ti si no hubiera sido por el pueblo de los inicuos judíos, pues se rebelaron contra mí; pero tú sabes que obré sin saber. Así, pues, no me pierdas por este pecado, sino sé benigno conmigo, ¡oh Señor!, y con tu sierva Procla, que está a mi lado en esta hora de mi muerte, a quien te dignaste designar como profetisa de tu futura crucifixión. No condenes también a ésta por mi pecado, sino perdónanos y cuéntanos entre la porción de tus escogidos».

X. Y he aquí que, depués de terminar Pilato su oración, vino una voz del cielo que decía: «Bienaventurado te llamarán las generaciones y patrias de las gentes, porque en tu tiempo se cumplieron todas estas cosas que habían sido dichas por los profetas acerca de mí; y tú has de aparecer como testigo en mi segunda venida, cuando vaya a juzgar a las doce tribus de Israel y a los que no han confesado mi nombre». Y sacudió el prefecto la cabeza de Pilato, y he aquí que un ángel del Señor la recibió. Y al ver Procla, su mujer, al ángel que venía para recibir la cabeza de él, rebosante de alegría, entregó también su espíritu al instante y fue sepultada juntamente con su marido.
 

Fuente: Los Evangelios Apócrifos, por Aurelio De Santos Otero, BAC

CARTA DE PILATO A CÉSAR

CARTA DE PILATO A CÉSAR
Relación de Pilato (Anaphora)

Relación del gobernador Pilato acerca de Nuestro Señor Jesucristo, enviada a César Augusto a Roma

En aquellos días que siguieron a la crucifixión de Nuestro Señor Jesucristo, en tiempo de Poncio Pilato, gobernador de Palestina y de Fenicia, se compusieron en Jerusalén estas memorias que refieren lo que hicieron los judíos contra el Señor. Pilato, pues, juntamente con su correspondencia particular, envió estas memorias al César, residente en Roma, después de escribir así:

«Al excelentísimo, piadosísimo, divinísimo y terriblísimo César Augusto, el gobernador de la provincia oriental, Pilato.

I. Excelencia: La relación que voy a haceros es causa de que me sienta cohibido por el temor y por el temblor. Pues habéis de saber que en esta provincia que gobierno, única entre las ciudades en cuanto al nombre de Jerusalén, el pueblo en masa de los judíos me entregó un hombre llamado Jesús, acusándole de muchos crímenes que no pudieron demostrar con la afluencia de las razones. Había entre ellos una facción enemiga suya porque Jesús les decía que el sábado no era día de descanso ni fiesta de guardar. Él, en efecto, obró muchas curaciones en tal día: devolvió la vista a los ciegos y la facultad de andar a los cojos; resucitó a los muertos; limpió a los leprosos; curó a los paralíticos, incapaces en absoluto de tener impulso corporal ni erección de nervios, sino sólo voz y articulaciones, dándoles fuerzas para andar y correr. Y extirpaba la enfermedad con sola su palabra. Otra nueva acción más portentosa, deconocida entre nuestros dioses: resucitó a un muerto de cuatro días con sólo dirigirle su palabra; y es de notar que el muerto tenía ya la sangre corrompida y estaba putrefacto a causa de los gusanos salidos de su cuerpo y depedía un hedor de perro. Viéndole, pues, yacente como estaba en el sepulcro, le mandó que echara a correr; y él, como si no tuviera lo más mínimo de cadáver, sino más bien como un esposo que sale de la cámara nupcial, así salió del sepulcro, rebosante de perfume.

II. Y a unos extranjeros, endemoniados a todas luces, que tenían su domicilio en los desiertos y comían sus propias carnes, portándose como bestias y reptiles, incluso a ellos les hizo honrados ciudadanos, les volvió cuerdos con su palabra y les preparó para ser sabios, poderosos y gloriosos, comensales de todos los que odiaban los espíritus inmundos y perniciosos que habitaban anteriormente en ellos, a quienes arrojó a lo profundo del mar.

III. Había, además, otro que tenía la mano seca. Mejor dicho, no sólo su mano, sino la mitad entera de su cuerpo estaba petrificada, de manera que no tenía figura de varón ni dilatación de músculos. E incluso a éste le curó con una palabra y le dejó sano.

IV. Y había otra mujer hemorroísa, cuyas articulaciones y venas estaban agotadas por el flujo de sangre, que no llevaba ya consigo ni cuerpo humano siquiera, que se asemejaba a un cadáver y que, finalmente, se había quedado sin voz. Tal era su gravedad, que ningún médico del territorio encontró manera de curarla y ni esperanza siquiera de vida le quedaba. Mas una vez que Jesús pasaba en secreto por allí, tomó fuerzas de la sombra de éste y tocó por detrás la orla de su vestido; inmediatamente sintió que una fuerza henchía su orquedades y, como si jamás hubiera estado enferma, empezó a correr ágilmente camino de su ciudad, Cafarnaúm, estando a punto de igualar la marcha de seis jornadas.

V. Y esto que acabo de relatar con toda circunspección, lo hizo Jesús en día de sábado. Obró, además, otros milagros mayores que éstos, de manera que he llegado a pensar que los portentos suyos son mayores que los que hacen los dioses venerados por nosotros.

VI. Este es, pues, aquel a quien Herodes, y Arquelao, y Filipo, Anás y Caifás, me entregaron en connivencia con todo el pueblo, haciéndome mucha fuerza para que lo juzgara. Y así, aun sin haber encontrado a su cargo causa alguna de delitos o malas acciones, mandé que le crucificaran después de someterle a la flagelación.

VII. Y mientras le crucificaban, sobrevinieron unas tinieblas que cubrieron toda la tierra, quedando obscurecido el sol a mediodía y apareciendo las estrellas, en las que no había resplandor; la luna cesó de brillar, como si estuviera teñida en sangre, y el mundo de los infiernos quedó absorvido; incluso lo que era llamado santuario desapareció, a la caída de éstos, de la vista de los mismos judíos; finalmente, por el eco de los truenos repetidos, se produjo una hendidura en la tierra.

VIII. Y, cuando todavía cundía este pánico, aparecieron algunos muertos que habían resucitado, como atestiguaron los mismos judíos, y dijeron ser Abrahán, Isaac, Jacob, los doce patriarcas, Moisés y Job, las primicias de los muertos, como ellos dicen, que fallecieron hace tres mil quinientos años. Y muchísimos de ellos, a los que yo pude ver también aparecidos corporalmente, se lamentaban a su vez a causa de los judíos: por la prevaricación que estaban cometiendo, por su perdición y por la de su ley.

IX. Duró el miedo del terremoto a partir de la hora sexta del viernes hasta la hora nona. Y, al llegar la tarde del primer día de la semana, se oyó un eco procedente del cielo, mientras éste adquiría un resplandor siete veces más vivo que todos los días. Y a la hora tercia de la noche apareció incluso el sol brillando más que nunca y embelleciendo todo el firmamento. Y de la misma manera que los relámpagos sobrevienen de repente en el invierno, así apareceiron súbitamente unos varones, excelsos por su vestidura y por su gloria, que daban voces semejantes al fragor de un enorme trueno, diciendo: «Jesús, el que fue crucificado acaba de resucitar. Levantaos del abismo los que estáis presos en los subterráneos del infierno». Y la hendidura de la tierra era tal, que parecía no había fondo, sino que dejaba ver los mismos fundamentos de la tierra, entre los gritos de los que estaban en el cielo y paseaban corporalmente en medio de los muertos que acababan de resucitar. Y aquel que dio vida a los muertos y encadenó al infierno decía: «Dad este encargo a mis discípulos: Él va delante de vosotros a Galilea; allí podréis verle».

X. Por toda aquella noche no cesó la luz de brillar. Y muchos de los judíos perecieron absorvidos por la hendidura de la tierra, de manera que al día siguiente no compareció gran parte de los que habían estado en contra de Jesús. Otros veían apariciones de resucitados, a quienes ninguno de nosotros había visto. Y en Jerusalén mismo no quedó ni una sola sinagoga de los judíos, pues todas desapareieron en aquel derrumbamiento.

XI. Así, pues, fuera de mí por aquel pánico y cohibido por un temblor horrible en extremo, he hecho a vuestra excelencia la relación escrita de lo que mis ojos vieron en aquellos momentos. Y, poniendo además en orden lo que hicieron los judíos contra Jesús, lo he remitido a vuestra divinidad, ¡oh Señor!»
 

Fuente: Los Evangelios Apócrifos, por Aurelio De Santos Otero, BAC

SENTENCIA DE PILATO -3403

SENTENCIA DE PILATO
Sentencia dada de Poncio Pilato contra Nuestro Señor Jesu-Christo

«Copia hallada en la Ciudad de Aqüila, del Reyno de Nápoles, de la sentencia dada por Poncio Pilato, Presidente de la Judea en el año 18 [sic] de Tiberio César, Emperador de Roma, contra Jesu-Cristo, Hijo de Dios, y de María Virgen, sentenciándolo á muerte de Cruz en medio de dos Ladrones el día 25 de Marzo; hallada milagrosamente dentro de una hermosísima piedra, en la qual estaban dos cajitas, una de hierro, y dentro de ella otra de finísimo marfil, donde estaba inclusa la infrascripta sentencia en letra Hebrayca en carta pecora del modo siguiente:

El año XVIIIo. [sic] de Tiberio César, emperador Romano, y de todo el Mundo, Monarca invencible, en la Olympiada C.XXI., en la Cliade XXIV., y en la Creación del Mundo, según el numo. y computo de los Hebreos quatro vezes M. C. LXXXVII., y de la propagine del Romano Imperio L. XXIII., de la liveración de la servidumbre de Babilonia M. CC. XI.,: siendo Consules del Pueblo Romano Lucio Pisano y Mauricio Pisarico; Proconsules Lucio Balesna, publico Govern. de la Judea, y Quinto Flavio, so el regimiento y Govierno de Jerusalen, Presidente gratisimo Poncio Pilatos, regente de la baxa Galilea, y Herodes Antipa, Pontifices del Sumo Sacerdocio Annas, Cayfas, Alit Almael el Magr. del Templo, Roboan Ancabel, Franchino Centurion, y Consules Rom.os, y de la Ciudad de Jerusalen Quinto Cornelio Sublima, y Sexto Ponfilio Rufo,; en el mes de Marzo y en el día XXV. de él.

YO Poncio Pilatos, aqui Presidente Romano dentro del Palacio de la Archipresidencia Juzgo, condeno y sentencio á muerte a Jesus llamado de la Pleve Christo Nazareno, y de Patria Galileo, hombre sedicioso de la ley Moysena, contrario al grande Emp.or Tiberio Cesar; y determino, y pronuncio por esta, que su muerte sea en Cruz, y fixado con clavos á usanza de reos, porque aqui congregando, y juntando muchos hombre ricos, y pobres; no ha cesado de mover tumultos por toda la Judea, haciendose hijo de DIos, y Rey de Jerusalen, con amenazarles la ruina de esta Ciudad, y de su Sacro Templo, negando el Tributo al Cesar, y haviendo aun tenido el atrevimiento de entrar con ramos, y triumpho, y con parte de la Pleve dentro de la Ciudad de Jerusalen, y en el Sacro Templo. Y mando á mi primer Centurion Quinto Cornelio lleve publicamente por la Ciudad á Jesus Christo ligado, y azotado, y que sea vestido de purpura, y coronado de algunas espinas, con la propia Cruz en los hombros para que sea exemplo á todos los malhechores: y con él quiero sean llevados dos Ladrones homicidas, y saldrán por la P.ta sagrada, ahora Antoniana, y que lleve á Jesús al publico monte de Justicia llamado Calvario, donde crucificado, y muerto, quede el cuerpo en la Cruz, como espectáculo de todos los malvados; y que sobre la Cruz sea puesto el título en tres lenguas, y que en todsa tres (Hebrea, Griega, Latina) diga JESUS NAZAR. REX JUDAERUM.

Mandamos asi mismo, que ninguno de cualquier estado, ó calidad se atreva temerariamente á impedir la tal Justicia por mi mandada, administrada, y executada con todo rigor según los decretos, y Leyes Romanas, y Hebreas so pena de rebelion al Imperio Romano = Testigos de la nra. Sentencia: por los 12. Tribus de Israel Rabain Daniel, Rabain seg.12, Joannin Bonicar, Barbasu. Sabi Potuculam. Por los Fariseos Bulio, Simeon, Ronol, Rabani, Mondagul, Boncurfosu. Por el Sumo Sacerdocio Rabban, Nidos, Boncasado. Notarios de esta publicacion: por los Hebreos Nitanbarta; por el Juzgado, y Presidente de Roma Lucio Sextilio, Amasio Chlio.

(Copias sacadas del ms. titulado Libro de varias noticias y apuntaciones, que dejó escritas en Latín, Español, Francés e Italiano D. N. Guerra, Obispo de Segovia. Copiadas de su original en M. DCC. LXXXVI)».
 

Fuente: Los Evangelios Apócrifos, por Aurelio De Santos Otero, BAC

EL EVANGELIO DE LA VENGANZA DEL SALVADOR

EL EVANGELIO DE LA VENGANZA DEL SALVADOR
(Vindicta Salvatoris)

El judío Nathan habla al rey Tito de los milagros de Jesús

I 1.En tiempo de Tiberio César, emperador, siendo Herodes tetrarca de Galilea, el Cristo fue entregado a Poncio Pilatos, gobernador de Judea, por los judíos.
2. En aquella época, Tito era  un pequeño rey, que, bajo la dominación de Tiberio, mandaba en el país de Aquitania, y que había puesto su corte en una ciudad de Libia, que se llama Burgidalla.
3. Y Tito tenía una llaga en el rostro, a causa de un cáncer que se le había declarado en la fosa nasal derecha, y presentaba la fisonomía desgarrada hasta el ojo.

4. Y un varón, llamado Nathan, hijo de Naum, oriundo de Judea, y que era ismaelita, iba de país en país, y de mar en mar, y visitaba todas las extremidades de la tierra.
5. Y Nathan fue enviado de Judea hacia el emperador Tiberio, a fin de llevarle el pacto concluido entre los judíos y la ciudad de Roma.
6. Tiberio era un insensato, lleno de fiebres y de úlceras, y con siete géneros de lepra en su cuerpo.

7. Y Nathan quería recalar lo antes posible en Roma. Pero sopló un viento del norte, que impidió su travesía, y que lo condujo al puerto de la ciudad de Libia.
8. Al ver llegar el buque, Tito comprendió que precedía de Judea, y todos quedaron sorprendidos, y dijeron que jamás se había visto a un buque llegar de aquella comarca.

9. Y Tito ordenó a un piloto que fuese cerca del navegante, y que le preguntase quién era. Y él le contestó: Soy Nathan, hijo de Naum, de la raza de los ismaelitas, y estoy sometido, en Judea, a Poncio Pilatos. Y he sido enviiado a Tiberio, emperador de los romanos, para llevarle el pacto hecho con Judea. Pero un gran viento se hizo sentir sobre el mar, y me ha conducido a un país que no conozco.

10. Y Tito dijo: Si puedes encontrar algún remedio, sea un ungüento o una hierba, que haga desaparecer la llaga que tengo en el rostro, como ves, de modo que quede curado, y que recobre mi antigua salud, te daré grandes riquezas.

11. Y Nathan repuso: No sé, ni nunca he sabido hallar eso que me pides. Pero, si hubieses vivido en jerusalén, habrías encontrado a un profeta, elegido de Dios, que tenía por nombre Emmanuel, y que curaba al pueblo de sus pecados. Y fue su primer milagro transformar el agua en vino, en Caná de Galilea. Y con su palabra curaba a los leprosos, devolvía la vista a los ciegos, sanaba a los paralíticos, y expulsaba a los demonios. Y resucitó tres muertos, y salvó a una mujer sorprendida en delito de adulterio, y que los judíos habían condenado a ser lapidada. Y otra mujer, llamada Verónica, padecía de doce años atrás un flujo de sangre, y, habiéndose aproximado a él por su espalda y tocado la franja de su vestidura, fue curada. Y con cinco panes y cinco peces alimentó a cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños, y aun quedaron trozos bastantes para llenar doce canastos. Y todas estas cosas y otras muchas se cumplieron antes de su pasión. Y, después de su resurrección, nosotros lo hemos visto en su forma carnal, como antes estaba.

Curación milagrosa de Tito

II 1.Y Tito preguntó: ¿Cómo es que resucitó de entre los muertos, si estaba muerto también? Y dijo Nathan, contestándole: Él estuvo de cierto muerto, y prendido de la cruz, de la que fue descendido, y durante tres días, permaneció en el sepulcro. Y resucitó luego de entre los muertos, y descendió a los infiernos, y libertó a los patriarcas, a los profetas y a todo el género humano. Y luego se apareció a sus discípulos, y comió con ellos, y ellos lo vieron subir al cielo. Y todo lo que digo es la verdad. Yo lo he visto con mis ojos, y toda la casa de Israel también.
2. Y dijo Tito: Malhaya tú, emperador Tiberio, lleno de úlceras y envuelto en lepra, pues que escándalo tal pasó bajo tu reinado, y pues que has hecho leyes tales en la Judea, en la tierra de la natividad de Nuestro Señor Jesucristo, donde se ha prendido y dado muerte al rey y al soberano de todos los judíos, y no se lo ha dejado venir a nosotros, para curarme de la lepra, y librarme de mi enfermedad. Y, si esos judíos estuvieran ante mí, yo los mataría con mis propias manos, y los haría pender de cruces, pues que han destruido a mi Señor, y mis ojos no han sido dignos de ver su faz.

3. Y, cuando Tito hubo hablado así, la llaga de su rostro desapareció, y se encontró perfectamente curado. Y cuantos enfermos estaban presentes fueron curados al mismo tiempo.
4. Y Tito, con todo el pueblo, exclamó en alta voz: Mi Dios y mi rey, tú, a quien nunca he visto, y que me has curado, dispón que yo vaya por el mar a la tierra donde naciste, a fin de que tome venganza de tus enemigos, y ayude, Señor, a destruirlos y vengar tu muerte, y entrégalos en mis manos.

5. Y, cuando hubo hablado así, se hizo bautizar, para lo cual llamó a Nathan y le dijo: ¿Cómo has visto tú bautizar a los que creen en el Cristo? Ven a mí, y bautízame en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Porque yo creo firmemente, con todo mi corazón y con toda mi alma, en nuestro Señor Jesucristo, porque no hay en el mundo otro que me haya creado, y que me haya curado.
6. Y, cuando hubo dicho esto, envió emisarios a Vespasiano, pidiéndole que viniese a toda prisa con soldados muy valerosos y bien equipados para la guerra.

7. Y Vespasiano, con cinco mil hombres armados, fue a juntarse a Tito. Y, cuando hubieron llegado a la ciudad de Libia, preguntó a Tito: ¿Por qué me has hecho venir? Y Tito contestó: Sabe que Jesús ha venido al mundo, que nació en Judea en un lugar que se llama Bethlehem, y que fue entregado a los judíos, y azotado y crucificado en el Calvario. Y que al tercer día resucitó de entre los muertos, y sus discípulos lo vieron en la misma cama en que había nacido, y se manifestó a ellos, que creyeron en él. Y nosotros queremos ser discípulos suyos. Vamos, y destruyamos a sus enemigos, para que se sepa que nada es comparable a Dios Nuestro Señor sobre la faz de la tierra.

Venganza de Tito y de Vespasiano

III 1.Y, habiendo celebrado consejo, salieron de la ciudad de Libia, que se llama Burgidalla, y entraron en los buques, y llegaron a Jerusalén y atacaron el reino de los judíos, y comenzaron a destruirlo. Y, oyendo los reyes de los judíos las depredaciones que hacían, tuvieron gran pavor y se turbaron extremadamente.
2. Entonces Arquelao se turbó en su discurso, y dijo a su hijo: Hijo mío, recibe mi reino y dirígelo, y aconséjate con los demás reyes que existen en la tierra de Judá, para que podáis escapar de vuestros enemigos.
3. Y cuando hubo hablado así, sacó su espada, e inclinándose hacia abajo, se clavó en el pecho su aguda punta, y murió.

4. Y su hijo se unió a los otros reyes que estaban bajo su jerarquía, y celebraron consejo, y fueron a Jerusalén con los jefes de aquellos que en dicho consejo se hallaban, y allí estuvieron siete años.

5. Y Tito y Vespasiano tomaron el acuerdo de bloquear la ciudad, y lo hicieron. Y, cuando pasaron siete años, el hambre se hizo extremada, y los sitiados, faltos de pan, comenzaron a comer tierra.

6. Y los soldados, que obedecían a cuatro reyes, se reunieron entre sí y dijeron: ¿No hemos de morir? ¿Qué hará Dios por nosotros, y qué nos importa la vida, ya que los romanos han venido a tomar nuestro país, y a destruir nuestra nación? Preferible es que nos matemos unos a otros a que los romanos puedan decir que nos han dado ellos la muerte, y que han logrado plena victoria sobre nosotros.
7. Y sacaron sus espadas, y se hirieron, y así murieron doce mil de aquellos hombres. Y los cadáveres extendieron una gran infección por toda la ciudad.

8. Y los reyes sintieron un espanto de muerte, y no podían soportar el hedor de los cadáveres, ni sepultarlos, ni arrojarlos fuera de la ciudad.
9. Y dijeron: ¿Qué hemos de hacer? Hemos entregado el Cristo a la muerte, y ahora somos entregados a la muerte nosotros. Humillemos nuestras cabezas, y demos a los romanos las llaves de la ciudad, puesto que Dios nos ha entregado a la muerte.
10. Y subieron a las murallas, y dijeron a gran voz a Tito y a Vespasiano: Recibid las llaves de la ciudad, que os son donadas por el Mesías, a quien llaman el Cristo.

11. Y se pusieron en manos de Tito y Vespasiano, diciéndoles: Juzgadnos, pues que nosotros hemos juzgado al Cristo, y lo hemos llevado a la muerte sin motivo ninguno.
12. Y Tito y Vespasiano hicieron lapidar a parte de ellos, y a otros los crucificaron, con los pies hacia arriba y la cabeza hacia abajo, y los hirieron a lanzadas.
13. Y vendieron a otros como esclavos y se repartieron a los demás, haciendo cuatro divisiones, como ellos con las vestiduras del Señor.
14. Y Tito y Vespasiano dijeron: Ellos vendieron a Cristo por treinta dineros de plata, y nosotros venderemos treinta de ellos por un solo denario. Y lo hicieron así, y luego tomaron Jerusalén y todas las tierras de Judea.

15. Y empezaron a buscar la faz de Cristo. Y hallaron a una mujer, llamada Verónica, que la tenía.
16. Y apresaron a Pilatos, y lo pusieron en prisión, encargando a cuatro piquetes de once soldados cada uno que lo guardaran y vigilaran la puerta de su encierro.

17. Y mandaron emisarios a Tiberio, emperador de Roma, pidiéndole que les enviase a Velosiano.
18. Y Tiberio le dijo: Toma cuanto sea preciso para andar por el mar, y baja a Judea, y busca a uno de los discípulos de aquel que se llamaba el Cristo y el Señor, para que venga a mí y, en nombre de su Dios, me cure de la lepra y de las enfermedades, que me afligen cada día más, y de las llagas, que cada día me atormentan más vivamente. Y lleva contra los reyes de los judíos que están sometidos a mi imperio todas tus fuerzas y terribles máquinas de guerra, y condénalos a muerte, ya que ellos han matado a Jesucristo, Nuestro Señor. Y si encuentras un hombre que me pueda curar de mi enfermedad, yo creeré en Cristo, hijo de Dios,  y me haré bautizar en su nombre.
19. Y Velosiano dijo: Señor emperador, si yo encuentro un hombre que pueda ayudarnos, y libertarnos de las enfermedades, ¿qué recompensa le prometeré? Y dijo Tiberio: Yo le donaré la mitad de mi Imperio, y él la tendrá en sus manos.

20. Y Velosiano se puso en camino y, tomando un buque, se dio a la vela, y navegó a través del mar. Y estuvo en el mar un año y siete días, después de cuyo plazo llegó a Jerusalén.
21. Y ordenó que ciertos judíos vinieran a rendirle homenaje, y procuró informarse con ciudado de los actos de Nuestro Señor Jesucristo.

22. Y José de Arimatea y Nicodemo se reunieron allí. Y dijo Nicodemo: Yo lo he visto, y sé que verdaderamente era el Salvador del mundo. Y dijo José: Y yo lo he descendido de la cruz, y lo he puesto en un sepulcro reciente, que había sido tallado en la roca, y los judíos me tuvieron encerrado el día dr Pascua hasta la tarde, y mientras yo estaba preso, la casa fue sostenida por los cuatro rincones, y yo vi al Señor Jesucristo resplandeciendo con una luz como la de las estrellas. Y caí por tierra lleno de terror.
23. Y él me dijo: Mírame, soy Jesús, a quien tú has enterrado en su tumba. Y yo le dije: Muéstrame el sepulcro en que yo te he colocado. Y Jesús, tomando mi mano con la suya derecha, me condujo al lugar en que yo lo había depositado.

24. Y vino la mujer llamada Verónica, y dijo: Yo, entre la multitud, toqué la franja de su vestido, porque padecía desde doce años antes un flujo de sangre, y me curé. Y entonces Volosiano dijo a Pilatos: Impío y cruel, ¿por qué has hecho morir al hijo de Dios?
25. Y Pilatos respondió: Las gentes de la nación y los pontífices Anás y Caifás me lo habían entregado. Y dijo Velosiano: Impío y cruel, mereces la muerte y una pena severa. Y lo hizo entrar de nuevo en la prisión.

26. Y Velosiano preguntó por el rostro o la faz del Salvador. Y cuantos allí estaban dijeron: La mujer que se llama Verónica es la que tiene en su casa la faz del Salvador.
27. Y él ordenó que la condujesen ante sí. Y le preguntó: ¿Tienes la faz del Salvador en tu casa? Y ella lo negó.
28. Y Velosiano ordenó que se le diese tormento hasta que entregase la imagen del Señor. Y, cediendo a la violencia, Verónica dijo: Yo la tengo en un lienzo, y la adoro a diario. Y diciéndole Velosiano: Muéstramela, ella mostró el rostro del Señor.
29. Y viéndola, Velosiano, se posternó en tierra y, con fe sincera y corazón encendido, la tomó, la envolvió en una tela dorada, la cerró en una caja, y la selló con su anillo. E hizo un juramento: Por el Dios vivo y por la salud del César, que no verá su faz nadie hasta que vea yo la de mi señor, Tiberio.

30. Y, cuando hubo hablado así, los jefes de la Judea tomaron a Pilatos para conducirlo a un puerto de mar. Y Velosiano, con el rostro del Señor, y seguido de todos sus discípulos y satélites, se embarcó el mismo día.

31. Y Verónica abandonó, por el amor de Cristo, cuanto poseía, y siguió a Velosiano. Y él le dijo: Mujer, ¿qué buscas, o qué quieres?
32. Y ella contestó: Busco la faz de Nuestro Señor Jesucristo, que me ha iluminado no por mis merecimientos, sino por su piadosa misericordia. Devuélveme la imagen de Nuestro Señor Jesucristo, porque me mata el dolor de no tenerla. Si no me la devuelves, yo no te abandonaré hasta que no vea dónde la has depositado, pues quiero, miserable de mí, servirla todos los días de mi vida. Porque creo que es mi redentor, y que vive en la eternidad.

33. Y Velosiano ordenó que se admitiese a Verónica con él en el buque. Y, desplegando las velas, comenzaron a navegar en el nombre del Señor y avanzaron a través del mar. Y Tito y Vespasiano habían quedado en Judea sometiendo el país a su dominación.
34. Pasado un año, Velosiano llegó la ciudad de Roma. Y orientó su barco hacia el río que llaman el Tíber, y entró en ella. Y despachó un emisario a su señor el emperador Tiberio, para anunciarle su feliz llegada.

Conversión de Tiberio

VI 1.Y Tiberio, oyendo al emisario, fue invadido de extremada alegría, y ordenó que Velosiano se presentara ante él.
2. Y le dijo a Velosiano: ¿Cómo has venido, y qué has visto en el país de Judea, que concierna al Señor Cristo y a sus discípulos? Indícame cómo debo curarme de la lepra, y yo pondré todo mi imperio en tu poder y en el suyo.

3. Y Velosiano dijo: Mi señor y emperador, yo he encontrado en Judea a tus servidores Tito y Vespasiano, temerosos del Señor, y están curados de sus úlceras y dolencias. Y he hallado que, por orden de Tito, todos los príncipes y soberanos de la Judea habían sido crucificados. Anás y Caifás han sido lapidados. Y a Pilatos yo mismo lo he enviado a Damasco, encadenado, y prisionero bajo una buena guardia. Y me he informado de que los detestables judíos hirieron a Jesús con espadas y con palos, y que lo hicieron crucificar, a él, que vino a salvarnos. Y José de Arimatea y Nicodemo vinieron llevando aceite de olivar y mirra, con un peso de cerca de cien libras, para ungir el cuerpo de Jesús, y lo descendieron y lo sepultaron en un sepulcro nuevo. Y al tercer día resucitó de entre los muertos, y se mostró a sus discípulos en la misma envoltura carnal en que había nacido. Y cuarenta días más tarde lo vieron elevarse al cielo. Y Jesús hizo muchos milagros antes de su pasión y después de ella. Cambió el agua en vino, curó leprosos, resucitó muertos, hizo ver a los ciegos y oír a los sordos, sanó paralíticos, expulsó demonios, y devolvió el habla a los mudos. Y resucitó a Lázaro, que llevaba muerto y sepultado cuarenta días, y curó a Verónica, que sufría de doce años antes un flujo de sangre, y que tocó el borde de su vestidura. Y plugo al Señor de los cielos que el Hijo de Dios, que ha sido enviado a este mundo y ha muerto sobre la tierra, enviase a un ángel, y diése órdenes a Tito y a Vespasiano, a quienes yo he conocido aquí mismo, donde está tu trono. Y plugo a Dios Todopoderoso que ellos fuesen a Judea y a Jerusalén, y apresasen a sus altos dignatarios, y los sometiesen a juicio, como ellos habían hecho a Jesús.

4. Y Vespasiano dijo: ¿Qué haremos de los que quedan? Y Tito repuso: Ellos han crucificado a Nuestro Señor sobre un madero verde, y lo han herido con una lanza. Colguémoslos nosotros de un madero seco, e hirámoslos con una lanza. Y así lo hicieron. Pero dijo Vespasiano: ¿Qué haremos con los que quedan aún? Y respondió Tito: Ellos dividieron en cuatro partes la túnica de Nuestro Señor Jesucristo. Apresémoslos nosotros, y dividámoslos en cuatro partes: una para ti, otra para mí, otra para tus soldados y otra para mis hijos. Y lo hicieron así. Y dijo Vespasiano: ¿Qué haremos con los que quedan aún? Y Tito respondió: Los judíos vendieron a Nuestro Señor por treinta monedas de plata. Y lo hicieron de esa guisa.
5. Y prendieron a Pilatos, y me lo entregaron, y yo lo encerré en una prisión en Damasco. Y puse cuatro centuriones para guardarlo. Y envieron comisarios para buscar con gran interés el rostro del Señor, y encontraron una mujer llamada Verónica, que poseía la efigie del Señor.

6. Y el emperador Tiberio dijo a Velosiano: ¿Dónde tienes esa efigie? Y contestó Velosiano: La tengo en un lienzo de tela de oro, envuelta en un manto. Y el emperador Tiberio le dijo: Extiéndela ante mí, para que yo me ponga de hinojos, y la adore en tierra.
7. Y Velosiano desplegó su manto, que envolvía la tela de oro en que iba la imagen del Señor. Y el emperador Tiberio la vio.
8. Y adoró con ferviente corazón la imagen del Señor, y su carne curó, y fue como la de un niño pequeño. Y todos los ciegos, los leprosos, los cojos, los mudos, los sordomudos y cuantos sufrían distintas enfermedades fueron curados y librados de sus males.

9. Y el emperador Tiberio, con la cabeza baja y dobladas las rodillas, exclamó: Feliz el vientre que te ha llevado y el seno que te ha nutrido. Y se dirigió al Señor, con gemidos y lágrimas, diciendo: Dios del cielo y de la tierra, no permitas que yo peque, sino confirma mi alma y mi cuerpo, y llévame a tu reino, que yo pondré siempre toda mi confianza en tu nombre. Líbrame de todos mis males como libraste a los tres jóvenes hebreos de los suyos en un horno ardiente.

10. Y el emperador Tiberio preguntó a Velosiano: ¿Has visto hombres que hayan conocido al Cristo? Y Velosiano repuso: Los he visto. Y Tiberio dijo: ¿Has preguntado cómo se bautiza a los creyentes en Jesús?
11. Y Velosiano le dijo: Señor, tenemos aquí uno de los discípulos del Cristo. Y Tiberio ordenó que Nathan viniese a él. Y Nathan vino, y lo bautizó en el nombre del padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

12. Y, cuando el emperador Tiberio se halló curado de todos sus males, subió a su trono y dijo: Bendito seas, Señor, Dios omnipotente y digno de alabanza, tú, que me has libertado de la muerte, y que me has purificado de todas mis miserias, porque yo he pecado mucho en tu presencia, y no soy digno de ver tu faz. Y así el emperador Tiberio fue instruido plenamente, y creyó con sinceridad en todos los artículos de la fe.
 

Fuente: Los Evangelios Apócrifos, por Edmundo González Blanco

DECLARACIÓN DE JOSÉ DE ARIMATEA

DECLARACIÓN DE JOSÉ DE ARIMATEA
Declaración de José de Arimatea, el que demandó el cuerpo del Señor, que contiene las causas de los dos ladrones

I 1.Yo soy José de Arimatea, el que pidió a Pilato el cuerpo del Señor Jesús para sepultarlo, y que por este motivo se encuentra ahora encadenado y oprimido por los judíos, asesinos y refractarios de Dios, quienes, además, teniendo en su poder la ley, fueron causa de tribulación para el mismo Moisés y, depués de encolerizar al legislador y de no haber reconocido a Dios, crucificaron al Hijo de DIos, cosa que quedó bien de manifiesto a los que conocían la condición del Crucificado. Siete días antes de la pasión de Cristo fueron remitidos al gobernador Pilato desde Jericó dos ladrones, cuyos cargos eran éstos:

2. El primero, llamado Gestas, solía dar muerte de espada a algunos viandantes, mientras que a otros les dejaba desnudos y colgaba a las mujeres de los tobillos cabeza abajo para cortarles depués los pechos; tenía predilección por beber la sangre de los miembros infantiles; nunca conoció a Dios; no obedecía a las leyes y venía ejecutando tales acciones, violento como era, desde el principio de su vida.
El segundo, por su parte, estaba encartado de la siguiente forma. Se llamaba Dimas; era de origen galileo y poseía una posada. Atracaba a los ricos, pero a los pobres les favorecía. Aun siendo ladrón, se parecía a Tobit [Tobías], pues solía dar sepultura a los muertos. Se dedicaba a saquear a la turba de los judíos; robó los libros de la ley en Jerusalén, dejó desnuda a la hija de Caifás, que era a la sazón sacerdotisa del santuario, y substrajo incluso el depósito secreto colocado por Salomón. Tales eran sus fechorías.

3. Fue detenido asimismo Jesús la tarde del día 4 antes de la Pascua. Y no había fiesta para Caifás ni para la turba de los judíos, sino enorme aflicción, a causa del robo que había efectuado el ladrón en el santuario. Y, llamando a Judas Iscariote, se pusieron al habla con él. Es de saber que éste era sobrino de Caifás. No era discípulo sincero de Jesús, sino que había sido dolosamente instigado por toda la turba de los judíos para que le siguiera; y esto, no con el fin de que se dejara convencer por los portentos que Él obraba, ni para que le reconociese, sino para que se lo entregase, con la idea de cogerle alguna mentira. Y por esta gloriosa empresa le daban regalos y un didracma de oro cada día. Y a la sazón hacía ya dos años que se encontraba en compañía de Jesús, como dice uno de los discípulos llamado Juan.

4. Y tres días antes de que fuera detenido Jesús, dijo Judas a los judíos: «¡Ea!, pongamos el pretexto de que no fue el ladrón quien sustrajo los libros de la ley, sino Jesús en persona; yo mismo me comprometo a hacer de acusador». Mientras esto se decía, entró en nuestra compañía Nicodemo, el que tenía a su cargo las llaves del santuario, y se dirigió a todos, diciendo: «No llevéis a efecto tal cosa». Es de saber que Nicodemo era más sincero que todos los judíos juntos. Mas la hija de Caifás, llamada Sara, dijo a voz en grito: «Pues Él ha dicho delante de todos contra este lugar santo: Soy capaz de destruir este templo y de levantarlo en tres días». A lo que respondieron los judíos: «Te damos todos nuestro voto de confianza», pues la tenían como profetisa. Y, una vez celebrado el consejo, fue detenido Jesús.

II 1.Y al día siguiente, que era miércoles, le llevaron a la hora nona al palacio de Caifás. Y Anás y Caifás le dijeron: «Oye, ¿por qué has robado nuestra Ley y has puesto a pública subasta las promesas de Moisés y de los profetas?» Mas Jesús nada respondió. Y, ante toda la asamblea reunida, le dijeron: «¿Por qué pretendes deshacer en un solo momento el santuario que Salomón levantó en cuarenta y seis años?» Y Jesús no respondió nada a esto. Es de saber que el santuario de la sinagoga había sido saqueado por el ladrón.

2. Mas el miércoles, a la caída de la tarde, la turba se disponía a quemar a la hija de Caifás por haberse perdido los libros de la Ley, pues no sabían cómo celebrar la Pascua. Pero ella les dijo: «Esperad, hijos, que daremos muerte a este Jesús y encontraremos la Ley y la santa fiesta se celebrará con toda solemnidad». Entonces Anás y Caifás dieron ocultamente a Judas Iscariote una buena cantidad de oro con este encargo: «Di, según nos anunciaste: Yo sé que la Ley ha sido sustraida por Jesús, para que el delito recaiga sobre él y no sobre esta irreprochable doncella». Y cuando se hubieron puesto de acuerdo sobre el particular, Judas les dijo: «Que no sepa el pueblo que vosotros me habéis dado instrucciones para hacer esto contra Jesús; soltadle más bien a éste, y yo me encargo de convencer al pueblo de que la cosa es así». Y astutamente pusieron en libertad a Jesús.

3. Así, pues, el jueves al amanecer entró Judas en el santuario y dijo a todo el pueblo: «¿Qué queréis darme y yo os enttregaré al que hizo desaparecer la Ley y robó los Profetas?» Respondieron los judíos: «Si nos lo entregas, te daremos treinta monedas de oro». Mas el pueblo no sabía que Judas se refería a Jesús, pues bastantes confesaban que era Hijo de Dios. Judas, pues, se quedó con las treinta monedas de oro.

4. Y, habiendo salido a la hora cuarta y a la hora quinta, encontró a Jesús paseando en el atrio. Y, echándose ya encima la tarde, dijo a los judíos: «Dadme una escolta de soldados armados de espadas y palos y yo lo pondré en vuestras manos». Y le dieron fuerza para prenderle. Y mientras iban caminando, díjoles Judas: «Echad mano a aquel a quien yo besare, pues Él es quien ha robado la Ley y los Profetas». Después se acercó a Jesús y le besó, diciendo: «Salve, Maestro». Era  a la sazón la tarde del jueves. Y, una vez preso, lo pusieron en manos de Caifás y de los pontífices, diciéndoles Judas: «Éste es el que ha hurtado la Ley y los Profetas». Y los judíos sometieron a Jesús a un injusto interrogatorio, diciendo: «¿Por qué has hecho esto?» Mas Él nada respondió.
Entonces Nicodemo y yo, José, viendo la cátedra de la pestilencia, nos separamos de ellos, no estando dispuestos a perecer juntamente con el consejo de los impíos.

III 1.Y, después que aquella noche hicieron otras cosas terribles contra Jesús, la madrugada del viernes fueron a entregárselo al gobernador Pilato para crucificarle; y con este fin acudieron todos. Y el gobernador Pilato, después de interrogarle, mandó que fuera crucificado en compañía de dos ladrones. Y fueron crucificados juntamente con Jesús, a la izquierda Gestas y a la derecha Dimas.

2. Y empezó a gritar el de la izquierda, diciendo a Jesús: «Mira cuántas cosas malas he hecho sobre la tierra, hasta el punto incluso de que, si yo hubiera sabido que tú eras rey, aun contigo hubiera acabado. ¿Por qué te llamas a ti mismo Hijo de Dios, si no puedes socorrerte en caso de necesidad? ¿Cómo, pues, vas a prestar auxilio a otro que te lo pida? Si tú eres el Cristo, baja de la cruz para que pueda creer en ti. Pero, por de pronto, no te considero como hombre, sino como bestia salvaje que está pereciendo juntamente conmigo». Y comenzó a decir muchas otras cosas contra Jesús mientras blasfemaba y hacía rechinar sus dientes contra Él, pues había caído preso el ladrón en el lazo del diablo.

3. Mas el de la derecha, cuyo nombre era Dimas, viendo la gracia divina de Jesús, gritaba de este modo: «Te conozco, ¡oh Jesucristo!, y sé que eres Hijo de Dios; te estoy viendo como Cristo adorado por miríadas de ángeles. Perdóname los pecados que he cometido; no hagas venir contra mí los astros en el momento de mi juicio, o la luna cuando vayas a juzgar toda la tierra, puesto que de noche realicé mis malos propósitos; no muevas el sol, que ahora se está oscureciendo por ti, para que pueda manifestar las maldades de mi corazón; ya sabes que no puedo ofrecerte presente alguno por la remisión de mis pecados. Ya se me echa encima la muerte a causa de mis maldades, pero tú tienes poder para expiarlas; líbrame, Señor universal, de tu terrible juicio; no concedas al enemigo poder para engullirme y hacerse heredero de mi alma, como lo es de la de ese que está colgado a la izquierda; pues estoy viendo cómo el diablo recoge su alma, mientras sus carnes desaparecen. No me ordenes tampoco pasar a la porción de los judíos, pues estoy viendo sumidos en un gran llanto a Moisés y a los profetas, mientras el diablo se ríe a costa suya. Antes, pues, ¡oh Señor!, de que mi alma salga, manda que sean borrados mis pecados, y acuérdate de mí, pecador, en tu reino, cuando vayas a juzgar a las doce tribus sobre el trono grande y alto, pues gran tormento has preparado a tu mundo por tu propia causa».

4. Y, cuando el ladrón terminó de decir estoo, respondióle Jesús: «En verdad, en verdad te digo, Dimas, que hoy mismo vas a estar conmigo en el paraiso. Mas los hijos del reino, los descendientes de Abrahán, de Isaac, de Jacob y de Moisés, serán arrojados fuera a las tinieblas exteriores; allí habrá llanto y crujir de dientes. Mas tú serás el único que habites en el paraíso hasta mi segunda venida, cuando vaya a juzgar a los que no han confesado mi nombre». Y añadió: «Márchate ahora y di a los querubines y a las potestades, que están blandiendo la espada de fuego y guardan el paraíso del que Adán, el primero de los creados, fue arrojado, después de haber vivido allí, por haber prevaricado y no haber guardado mis mandamientos: Ninguno de los primeros verá el paraíso hasta que venga de nuevo a juzgar a vivos y muertos. Habiéndolo escrito así Jesucristo, el Hijo de Dios, el que descendió de las alturas de los cielos, el que salió inseparablemente del seno del Padre invisible y bajó al mundo para encarnarse y ser crucificado para salvar a Adán, a quien formó, para conocimiento de los escuadrones de arcángeles, guardianes del paraíso y ministros de mi Padre. Quiero y mando que penetre dentro el que está siendo crucificado conmigo, y que reciba por mí la remisión de sus pecados, y que entre en el paraíso con cuerpo incorruptible y engalanado, y que habite allí donde nadie jamás puede habitar».
Y he aquí que, cuando hubo dicho esto, Jesús entregó su espíritu. Tenía esto lugar el viernes a la hora de nona. Mientras tanto, las tinieblas cubrían la tierra entera y, habiendo sobrevenido un gran teremoto, se derrumbó el santuario y el pináculo del templo.

IV 1.Entonces yo, José, demandé el cuerpo de Jesús y lo puse en un sepulcro nuevo, sin estrenar. Mas el cadáver del que estaba a la derecha no pudo ser hallado, mientras que el de la izquierda tenía un aspecto parecido al de un dragón.
Y, por el hecho de haber pedido el cuerpo de Jesús para darle sepultura, los judíos, dejándose llevar de un arranque de cólera, me metieron en la cárcel donde solía retenerse a los malhechores. Me ocurría esto a mí la tarde del sábado en que nuestra nación estaba prevaricando. Y mira por cuánto esta misma nación sufrió el sábado tribulaciones terribles.

2. Y precisamente la tarde del primer día de la semana, a la hora quinta, cuando yo me encontraba en la cárcel, vino hacia mí Jesús acompañado del que había sido crucificado a su derecha, a quien había enviado al paraíso. Y había una gran luz en el recinto. De pronto la casa quedó suspensa de sus cuatro ángulos, el espacio interior quedó libre y yo pude salir. Entonces reconocí a Jesús en primer lugar y luego al ladrón, que traía una carta para Jesús. Y, mientras íbamos camino de Galilea, brilló una luz tal, que no podía soportarla la creación; el ladrón, a su vez, exhalaba un gran perfume procedente del paraíso.

3. Luego sentóse Jesús en un lugar y leyó así: «Los querubines y los exaptérigos, que recibimos de tu divinidad la orden de guardar el jardin del paraíso, hacemos saber esto por medio del ladrón que fue crucificado juntamente contigo por disposición tuya: Al ver en éste la señal de los clavos y el resplandor de las letras de tu divinidad, el fuego se extinguió, no pudiendo aguantar la flamígera señal, y nosotros, sobrecogidos por un gran temor, quedamos amedrentados; pues oímos al autor del cielo y de la tierra y de la creación entera que bajaba desde la altura hasta las partes más bajas de la tierra a causa del primero de los creados, Adán. Pues, al ver la cruz inmaculada que fulguraba por medio del ladrón y que hacía reverberar un resplandor siete veces mayor que el del sol, se apoderó de nosotros, presa de la agitación de los infiernos, un gran temblor. Y, haciendo coro con nosotros los ministros del infierno, dijimos a grandes voces: Santo, Santo, Santo es el que impera en las alturas. Y las potestades dejaban escapar este grito: Señor, te has manifestado en el cielo y sobre la tierra, dando la alegría de los siglos, después de haber salvado de la muerte a la misma criatura».

V 1.Mientras iba yo contemplando esto, camino de Galilea, en compañía de Jesús y del ladrón, Aquél se transfiguró, y no era lo mismo que la principio, antes de ser crucificado, sino que era luz por completo. Y los ángeles le servían continuamente, y Jesús mantenía conversación con ellos. Y pasé tres días a su lado, sin que ninguno de sus discípulos le acompañara, sino sólo el ladrón.

2. Mediada la fiesta de los Ázimos, vino su discípulo Juan, y todavía no habíamos visto al ladrón ni sabíamos qué había sido de él. Juan entonces preguntó a Jesús: «¿Quién es éste, pues no me has permitido ser visto por él?». Mas Jesús no le respondió nada. Entonces él se echó a sus pies y le dijo: «Señor, sé que desde el principio me amaste; ¿por qué no me haces ver a aquel hombre?» Díjole Jesús: «¿Por qué vas en busca de lo arcano? ¿eres obtuso de inteligencia? ¿No percibes el perfume del paraíso que ha inundado el lugar? ¿No te das cuenta de quién era? El ladrón colgado de la cruz ha venido a ser heredero del paraíso; en verdad, en verdad te digo que de él sólo es hasta que llegue el gran día». Y Juan dijo: «Hazme digno de verle».

3. Y, mientras Juan estaba aún hablando, apareció de repente el ladrón. Aquél entonces, atónito, cayó al suelo. El ladrón no conservaba la misma figura que tenía antes de venir Juan, sino que era como un rey majestuoso en extremo, engalanado como estaba con la cruz. Y se dejó oír una voz, emitida por una gran muchedumbre, que decía así: «Has llegado al lugar del paraíso que te estaba preparado; nosotros hemos sido designados por el que te envió para servirte hasta que venga el gran día». Y, al producirse esta voz, quedamos invisibles el ladrón y yo. Yo entonces me encontré en mi propia casa y ya no vi a Jesús.

4. Y habiendo sido testigo ocular de estas cosas, las he dejado escritas para que todos crean en Jesucristo crucificado, nuestro Señor, y no sirvan ya a la ley de Moisés, sino que den crédito a los prodigios y portentos obrados por Él, de manera que, creyendo, sean herederos de la vida eterna y podamos encontrarnos todos en el reino de los cielos; porque a Él le conviene gloria, fuerza, alabanza y majestad por los siglos de los siglos. Amén.
 

Fuente: Los Evangelios Apócrifos, por Aurelio De Santos Otero, BAC

CORRESPONDENCIA APÓCRIFA ENTRE JESÚS Y ABGARO, REY DE EDESA

CORRESPONDENCIA APÓCRIFA
ENTRE JESÚS Y ABGARO, REY DE EDESA
Supuesta carta de Abgaro a Jesús
1. Abgaro, rey de Edesa, a Jesús el Salvador, que se ha manifestado en Jerusalén.
2. He oído hablar de las curaciones que has hecho, sin usar hierbas, ni otros remedios ordinarios.
3. Y sé que devuelves la vista a los ciegos, y que haces andar a los cojos, y que limpias la lepra, y que arrojas los demonios inmundos, y que curas las enfermedades más crónicas, y que resucitas a los muertos.
4. Y, oyendo tales cosas, me he persuadido de que tú eres Dios, o Hijo de Dios, y que estás en la tierra con el fin de realizar esas mara villas.
5. Y por eso te escribo, para suplicarte que vengas a mí, y que me cures de la enfermedad que me atormenta.
6. Y he oído decir que los judíos murmuran de ti y que te preparan celadas.
7. Y yo poseo una ciudad que es pequeña, pero honesta, y bastará para los dos.

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Supuesta contestación de Jesús a Abgaro

1. Bienaventurado seas, tú, Abgaro, que crees en mí, sin haberme conocido.
2. Porque de mí está escrito: “Los que lo vean no creerán en él, a fin de que los que no lo vean puedan creer, y ser bienaventurados.”
3. Cuanto al ruego que me haces de ir cerca de ti, es preciso que yo cumpla aquí todas las cosas para las cuales he sido enviado, y que, después de haberlas cumplido, vuelva a Aquel que me envió.
4. Y, cuando haya vuelto a Él, te mandaré a uno de mis discípulos, para que te cure de tu dolencia, y para que comunique a ti y a los tuyos el camino de la bienaventuranza.

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La carta de Jesús según la versión de Luis de Dios

1. Yo, Jesucristo, Hijo de Dios vivo y eterno, a Abgaro, rey de la ciudad de Edesa. La paz sea contigo.
2. Dichoso tú y bienaventurado tu reino de Edesa, pues que, sin nunca verme, has creído en mí.
3. Tú serás siempre dichoso, así como tu pueblo.
4. Y la paz y la caridad se multiplicarán en tu ciudad, y en ella brillará una fe sincera en mí, y la ciencia estará en ella.
5. Yo, Jesucristo, rey del cielo, he venido a la tierra a salvar a Adán y a Eva y a su raza.

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Sentencias que acompañó a Jesús a la carta, según el manuscrito árabe de la biblioteca de Leyden, en que se halla esta versión

1. Yo me someto de mi propio grado a los dolores de la pasión y a la cruz.
2. Yo no soy solamente un hombre, sinó un Dios pefecto y un hombre perfecto.
3. Y he sido elevado hacia los serafines.
4. Y soy eterno, y no hay más Dios que yo.
5. Y me he convertido en el salvador de los hombres, por virtud de mi amor hacia ellos.
6. Y vivo en toda hora, siempre y eternamente.
7. Y el Señor escribió en esta carta de su puño y letra y la envió diciendo:
8. He dispuesto que seas curado de tus dolencias, y que tus pecados te sean remitidos.
9. Y, siempre que lleves contigo esta carta, el poder de los ejércitos enemigos no prevalecerá contra los tuyos.
10. Y tu ciudad será siempre bendita, gracias a ti.
11. Y estas son las siete sentencias y las otras palabras que Nuestro Señor Jesucristo envió a Abgaro, rey de Edesa, tratando de su divinidad y su humanidad, y de cómo es Dios perfecto y hombre perfecto. A él sea por siempre toda alabanza.
 

Fuente: Los Evangelios Apócrifos, por Edmundo González Blanco
Ver también el relato completo de Eusebio, Hist. Ecl. libro 1 cap. XIII

CARTA DE LÉNTULO A OCTAVIO

CARTA DE LÉNTULO A OCTAVIO
(Manuscrito de la Biblioteca de Madrid)

Léntulo a Octavio, salud.

En nuestros tiempos ha aparecido y existe todavía un hombre de gran virtud llamado Jesús Cristo y por las gentes Profeta de la verdad.

Sus discípulos le apellidan Hijo de Dios, el cual resucita a los muertos y sana a los enfermos.

Es de estatura alta, mas sin exceso; gallardo; su rostro venerable inspira amor y temor a los que le miran; sus cabellos son de color de avellana madura y lasos, o sea lisos, casi hasta las orejas, pero desde éstas un poco rizados, de color de cera virgen y muy resplandecientes desde los hombros lisos y sueltos partidos en medio de la cabeza, según la costumbre de los nazarenos.

La frente es llana y muy serena, sin la menor arruga en la cara, agraciada por un agradable sonrosado. En su nariz y boca no hay imperfección alguna.

Tiene la barba poblada, mas no larga, partida igualmente en medio, del mismo color que el cabello, sin vello alguno en lo demás del rostro. Su aspecto es sencillo y grave; los ojos garzos, o sean blancos y azules claros. Es terrible en el reprender, suave y amable en el amonestar, alegre con gravedad.

Jamás se le ha visto reir; pero llorar sí.

La conformación de su cuerpo es sumamente perfecta; sus brazos y manos son muy agradables a la vista. En su conversación es grave, y por último, es el más singular y modesto entre los hijos de los hombres.
 

Fuente: Diario del Plata, Montevideo, Uruguay, Marzo de 1921

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CARTA DE LÉNTULO A OCTAVIO

(Manuscrito de la Biblioteca de los Lazaristas, de Roma)

Publius Lentulus, gobernador de Judea, al César romano:

He sabido ¡oh César! que deseas tener noticias detalladas respecto a ese hombre virtuoso llamado Jesucristo, a quien el pueblo considera como Profeta, y sus discípulos como Hijo de Dios y creador del cielo y de la tierra.

El hecho es que todos los días se oye contar de él cosas maravillosas, sana a los enfermos y resucita a los muertos. Este hombre es de mediana estatura y su fisonomía se halla impregnada a la vez de una dulzura y de una dignidad tales, que quien le mira se siente obligado a amarle y a temerle a un mismo tiempo.

Su cabellera hasta la altura de las orejas es del color de la nuez madura, y desde ahí hasta los hombros, de un color claro y brillante, hallándose dividida en dos partes iguales por una raya, al estilo de los nazarenos. La barba, de un mismo color que la cabellera, es rizada y partida; sus ojos, severos, tienen el brillo de un rayo de sol y nadie puede mirarle de frente.

Cuando reprende inspira temor, pero al poco tiempo las lágrimas asoman a sus pupilas; hasta en sus rigores es afable y bondadoso. Dícese que jamás se le ha visto reir, y en cambio llora con frecuencia. Sus manos son bellas como sus brazos. Todos encuentran su conversación agradable y seductora. Pocas veces se le ve en público, y cuando aparece, se presenta con singular modestia. Su aire es muy distinguido y bellas sus facciones; no es extraño, pues su madre es la mujer más hermosa que se ha visto en este país.

Si quieres conocerle ¡oh César!, según ya me lo han dicho una vez, dímelo y te lo enviaré.

Aun cuando no ha seguido estudios, conoce todas las ciencias. Anda descalzo y lleva la cabeza descubierta. Muchos se ríen al verle desde lejos, pero al acercarse a él se sienten poseídos de respeto y admiración. Los hombres dicen no haber visto jamás un hombre semejante, ni haber oído una doctrina como la suya. Muchos creen que es Dios, otros aseguran que es tu enemigo ¡oh César! Dícese que jamás ha hecho daño a nadie, y que, por el contrario, se esfuerza en hacer feliz a todo el mundo.
 

Fuente: Diario del Plata, Montevideo, Uruguay, Marzo de 1921

EPÍSTOLA A LOS LAODICENSES

EPÍSTOLA A LOS LAODICENSES
1. Pablo, apóstol no de los hombres ni por los hombres, sino por medio de Jesús Cristo, a los hermanos que están en Laodicea.
2. Gracia y paz para ustedes, de Dios Padre y de Nuestro Señor Jesucristo.
3. Agradezco a Cristo en todas mis oraciones, porque ustedes permanecen en Él y perseveran en sus obras, aguardando la promesa en el día del juicio.
4. No se dejen engañar por las palabras vanas de algunos que pervierten la verdad, y que pueden alejarlos del verdadero evangelio que les prediqué.
5. Permita Dios que mis conversos alcancen un conocimiento perfecto de la verdad del evangelio, sean útiles, y realicen obras de salvación para la vida eterna.
6. Ahora se evidencian mis cadenas, las cuales sufro en Cristo, y en las que me regocijo y alegro.
7. Porque sé que esto es para mi salvación eterna, que llegará por las oraciones de ustedes, y por ayuda del Espíritu Santo, ya sea para vida o para muerte;
8. porque para mí, si vivo es para Cristo, y la muerte es regocijo.
9. Y Él les concederá su misericordia para que ustedes tengan el mismo amor y sean una misma mente.
10. Por lo tanto, amados, mantengan lo que han oído en mi presencia, y trabajen en el temor de Dios, y tendrán vida eterna,
11. porque es Dios que opera en ustedes.
12. Y hagan todo lo que deban hacer sin retractarse,
13. y en las demás cosas, amados, regocíjense en Cristo, y tengan cuidado con aquellos que procuran lucros sórdidos.
14. Hagan abiertamente sus peticiones a Dios, y sean firmes en el sentimiento de Cristo,
15. y en lo que es íntegro, verdadero, casto, justo y amable.
16. Guarden en sus corazones lo que oyeron y recibieron, y tendrán la paz.
17. Saludos a todos los hermanos con un beso santo.
18. También los santos les envían saludos.
19. Que la gracia de Nuestro Señor Jesús esté con el espíritu de ustedes.
20. Procuren que esta epístola sea leída a los Colosenses, y lean ustedes la epístola de los Colosenses.
 

Traducido del latín, inglés y portugés, a partir de las siguientes versiones:
http://www.strecorsoc.org/docs/laovulg.html (latín)
http://www.strecorsoc.org/docs/laoengl.html (inglés)
http://wesley.nnu.edu/noncanon/writing/epislao.htm (inglés)
http://www.geocities.com/Athens/Aegean/8990/laodic.htm (portugués)

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