Los primero contactados

En prácticamente todos los legados de los orígenes de los primeros pueblos del planeta, se pueden hallar vestigios de seres inteligentes, superiores, descendidos de los cielos, que contactan directamente con los humanos. Dando inicio con ello, indefectiblemente, a las respectivas creencias religiosas de los pueblos afectados.

En todas las épocas ha habido además personajes singulares que han influido directamente en la marcha de la historia de la humanidad, después de haber sido contactados por entes no humanos.

Puede hablarse de personajes contactados o “elegidos”, como puede también hablarse de pueblos enteros, contactados o elegidos por entidades no humanas.

Ante la imposibilidad de referirme a todos ellos en este artículo, me limitaré a los más importantes personajes que en los tiempos antiguos representan a la élite visible de los contactados.

Los primeros formados

Antes de hablar de los primeros contactados, cabría hablar de los primeros formados, aquellos que fueron puestos por seres superiores sobre la superficie del planeta Tierra, programados para engendrar allí a una nueva raza de seres inteligentes: nosotros.

De ello nos hablan,

las referencias bíblicas a Adán y Eva, en que un ser superior crea a los primeros padres de la especie humana

los relatos del Popol Vuh, el libro sagrado de los quichés, de la gran familia maya, según el cual los poderosos del cielo deciden crear sobre la superficie terrestre a un muñeco de inteligencia restringida -nosotros

el relato conocido por el “Espejo de Izanami”, con el que los japoneses explican el descenso, en tiempos remotos, de una pareja celeste que procrea sobre el planeta Tierra y deja en él a sus hijos varón y hembra para que crezcan y se desarrollen hasta llegar a formar la nación nipona

las pinturas rupestres conocidas por “wandjinas”, que son, en los montes Kimberley australianos, las únicas pinturas no trazadas por mano humana, sino directamente por los dioses que en épocas remotas descendieron para proporcionar alimento a los nativos ¿los “primeros contactados” en sentido estricto? , antes de transformarse en serpientes míticas, ascender al cielo y moverse allí en forma de luces que pueden verse a gran altura ¿los primeros “Objetos Volantes No Identificados” en sentido estricto?

etc…

Los primeros contactadores

Entre los primeros rollos recuperados en 1947 de las cuevas de Qumran, junto al Mar Muerto, nos llama la atención el del Génesis Apocrifon, denominado Manuscrito de Lamech antes de haber sido desenrollado. En él se cuenta cómo Lamech, padre de Noé, vuelto a casa tras larga ausencia, se encuentra con la sorpresa de que su mujer, Bathenosh, había dado a luz a un niño que no acababa de cuadrar en la familia. Su mujer le asegura que el niño no es hijo de ningún extraño ni de ninguno de los “Hijos del Cielo”, como nos lo relata el propio Lamech de acuerdo con el texto del Libro de Enoch:

“Yo he puesto en el mundo a un hijo, diferente a los otros; no es como los hombres, sino que parece un hijo de los mensajeros del cielo.”

Esta comparación que hace Lamech parece indicar que él, o incluso la gente de la época, estaban familiarizados con las características o peculiaridades que presentaban estos “hijos de los mensajeros del cielo”, que por lo tanto habrían efectuado frecuentes visitas a los humanos de la época, que podríamos entonces considerar como de los primeros humanos contactados por seres superiores descendidos de las alturas.

Producto de las primeras contactaciones: los gigantes

En otro pasaje de su legado, Enoch nos habla ya de la unión de los celestes con las hijas de los hombres:

“Y los mensajeros, hijos de los cielos, se dijeron entre ellos: ‘Vamos, escojamos mujeres entre los hijos de los hombres y engendremos hijos.'”

De estas uniones siempre de acuerdo con el Libro de Enoch las hijas de los hombres, que podemos considerar primeras contactadas íntimas, “concibieron y pusieron en el mundo grandes gigantes”. Este relato que queda confirmado por otros pasajes del Génesis , tiene sus similitudes con las narraciones tradicionales de los orígenes de otros muchos pueblos del planeta.

En todos los casos, los varones de estos coitos cósmicos son de origen extraterrestre, mientras que las hembras que dan a luz a los gigantes o “seres diferentes” son humanas, terrestres, contactadas.

El contactado Lot

Bien conocido es el pasaje bíblico que refiere la destrucción de Sodoma y Gomorra, circunstancia que convierte al patriarca Lot en uno de los primeros contactados con nombre conocido. Se conjugan en este pasaje los factores de venganza por parte de los “contactadores” o emisarios descendidos de las alturas, de protección a una familia concreta, de aviso previo del inminente arrasamiento total, de ataque aéreo y hasta de una posible cuenta atrás, ya que Lot y su familia disponen de un plazo muy breve e improrrogable para abandonar la ciudad a fin de salvar sus vidas.

Pero vayamos al texto bíblico:

“Cuando los dos emisarios llegaron por la tarde a Sodoma, Lot estaba sentado a la puerta de la población. En cuanto los vio, se levantó para salir a su encuentro, se prosternó de cara al suelo y dijo: ‘Por favor, señores míos, venid a casa de vuestro siervo para pasar la noche y lavaros los pies..'”

Los dos emisarios en un primer momento se niegan aduciendo que dormirán en la plaza, pero a los ruegos insistentes de Lot aceptan y entran en su casa. Al poco rato los hombres de Sodoma llaman a Lot y le exigen que les entregue a los dos forasteros. Lot se niega a ello, ofreciéndoles a cambio a sus dos hijas, que aún no conocieron varón. Ante el enojo del gentío, intervienen los dos misteriosos emisarios, asiendo a Lot y metiéndolo en casa, al tiempo que,

“hirieron de ceguera a los hombres que habían permanecido fuera de la entrada de la casa, de forma que no pudieron llegar a hallar la entrada.”

Obsérvese que es éste uno de los casos en que el texto bíblico denota que los emisarios o ángeles que proceden de las alturas pueden ser absolutamente semejantes a nosotros, ya que sin más los llaman ‘hombres’

“dijeron a Lot: ‘Vamos a destruir este lugar: grande es el clamor contra sus habitantes en la presencia de Yahveh, y Yahveh nos ha enviado para exterminarlos.'” (…) ”

Al despuntar el alba, y dado que Lot se hacía el remolón, los dos hombres lo tomaron de la mano, así como también a su mujer y a sus dos hijas, y por compasión de Yahveh hacia él, le hicieron salir y lo dejaron fuera de la ciudad.

Mientras lo sacaban, dijeron:

“¡Sálvate, por tu vida! No se te ocurra mirar atrás ni te entretengas en ningún lugar de la llanura. ¡Sálvate en la montaña, no fuera caso de que murieras!” Poco después, “Yahveh hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego que venían de Yahveh desde el cielo. Y destruyó estas ciudades y toda la llanura con todos los habitantes de las ciudades y las plantas de la tierra. La mujer de Lot miró hacia atrás, y se convirtió en una estatua de sal.” (Esta circunstancia hizo apuntar a algunos estudiosos la hipótesis de que se produjo allí una auténtica explosión nuclear.)

“Abraham fue muy de mañana al lugar en que había estado en presencia de Yahveh. Miró hacia Sodoma y Gomorra y toda la llanura, y vio la humareda de la tierra que subía como la humareda de un horno.”

El contactado Moisés

El libro del Éxodo nos ofrece uno de los casos de contacto extraterrestre más decisivos para la marcha de la Humanidad. El contactador, Yahveh, se desplazaba a voluntad en un vehículo aéreo:

“Yahveh iba delante de ellos, de día en una columna de nube para mostrarles el camino, y de noche en una columna de fuego que los iluminaba, para que pudieran caminar día y noche.”

Inmediatamente se hace patente la intervención de Yahveh que por su carácter marcadamente sanguinario jamás puede ser identificable con la noción de Dios en defensa de los hijos de Israel (con la finalidad de que le admiren, teman y estén, por ende, a su servicio), masacrando implacablemente a los egipcios.

Y queda patente el contacto directo de este desconocido vengador celeste con el caudillo de los israelitas, Moisés, al decirle Yahveh:

“Extiende la mano sobre el mar, que las aguas vuelvan sobre los egipcios, sobre sus carros y sobre sus conductores.”

Moisés extendió la mano sobre el mar, y hacia la mañana el mar regresó a su lugar, y las aguas sorprendieron aquí el ensañamiento de Yahveh llega a sus cotas máximas a los egipcios que huían.

El que Moisés fue en el siglo XVI antes de JC un hombre-contacto, queda claramente confirmado en el siguiente pasaje bíblico:

“Yahveh les dijo acto seguido a Moisés, a Aharon y a María: ‘Acudid los tres a la entrada del oráculo’. Y los tres fueron. Entonces Yahveh descendió en la columna de nube, se colocó a la entrada de la tienda y llamó a Aharon y a María. Y los dos salieron.

Y les dijo: ‘Escuchad mis palabras: si entre vosotros dos hubiera un profeta de Yahveh, me mostraría a él en visión, le hablaría en sueños. No sucede así con mi siervo Moisés; él es el hombre de confianza de toda mi casa. Yo le hablo cara a cara, en visión y no en enigmas; él contempla la imagen de Yahveh.”

El libro del Exodo sigue corroborando plenamente este extremo:

“Yahveh dijo a Moisés: ‘Acudiré a reunirme contigo dentro de una nube espesa, para que el pueblo pueda darse cuenta de cuando hablo contigo y crea aún más en ti.'”

Pero Yahveh advierte del peligro que supone aproximarse a su ‘nave’:

“Además, márcale al pueblo un límite alrededor de la montaña y adviérteles: ‘Guardaos de subir a la montaña y de tocar su base. Quien toque la montaña morirá.'”

Y, efectivamente, Yahveh subió a bordo de la nube para desplazarse hasta Moisés:

“Al tercer día, de madrugada, hubo encima de la montaña truenos y rayos y una nube espesa, acompañados de un fuerte resonar de trompeta.”

(…) “La montaña del Sinaí humeaba toda ella, porque Yahveh había bajado sobre ella con fuego.”

(…) “Entonces Yahveh llamó a Moisés a la cumbre de la montaña, y Moisés subió.”

(…) “El pueblo se mantenía lejos, mientras Moisés se acercó a la oscuridad en la cual se hallaba Yahveh.”

Y ya su estancia prolongada dentro de la nube-nave de Yahveh:

“Moisés entonces subió a la montaña. Entonces una nube cubrió la montaña, y la gloria de Yahveh se estableció encima de la montaña del Sinaí. La nube la cubrió durante seis días, y, al séptimo día, Yahveh llamó a Moisés desde el interior de la nube. El aspecto de la gloria de Yahveh era a los ojos de los israelitas como un fuego abrasador en la cima de la montaña. Moisés penetró en medio de la nube y subió a la montaña, y permaneció en la montaña durante cuarenta días y cuarenta noches.”

La primera abducción: el contactado Elías

El profeta Elias nos brinda en el siglo IX antes de JC la primera narración conocida dentro de los textos bíblicos en que el contactado es abducido por un objeto volante no identificado. Pero no hace falta interpretar el texto, sino que una vez más es suficiente con leerlo simplemente tal y como nos lo transmiten las Escrituras:

“Cuando Yahveh quiso hacer subir a Elías al cielo en una turbonada, Elías y Eliseo marcharon hacia Galgala.” De Galgala fueron a Bet-El, de aquí a Jericó, y de allí al Jordán. Tanto en Bet-El como en Jericó, los profetas del lugar le dijeron a Eliseo:

“¿Sabes que hoy Yahveh quiere llevarse a tu señor por los aires, por encima de tu cabeza?”, con lo cual confirmaron que se trataba de un encuentro con abducción previamente anunciada y acordada.

La historia termina así, literalmente, junto a la orilla del río Jordán:

“Mientras iban caminando y hablando, un carro de fuego con caballos de fuego separó al uno del otro, y Elías ascendió al cielo en la turbonada. Al verlo Eliseo, gritó: ‘¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su conductor!’.”

Ya sé que no encaja lo del carro de fuego con caballos de fuego, pero ¿qué otra forma de describir a un “vehículo” volante que transporta a una persona, tenía un testigo que no tenía la más remota idea de lo que era un aparto volante fabricado por alta tecnología por seres inteligentes, si no era comparándolo con lo que él conocía como medio de transporte: un carro tirado por caballos?

Posiblemente de una forma similar abandonara mucho tiempo antes nuestro planeta uno de los personajes más intrigantes que lo pisaron, cual fue el padre de Matusalén, Henoc. Cuenta el texto bíblico:

“Henoc vivía con Dios, y desapareció, porque Dios se lo llevó.”

El contactado Isaías, precursor de Alber Einstein: nueva abducción

No estará de más recordar aquí otro texto bíblico, cual es el escrito apócrifo titulado Visión de Isaías, que relata cómo el profeta Isaías, en el siglo VIII antes de JC, duda de la veracidad de su fe en la grandeza del Todopoderoso, por cuya razón es contactado e invitado a subir al cielo. Al ver allí la majestad del llamado Creador, Isaías se arrepiente de sus dudas.

El emisario que le había conducido al cielo se disponía a acompañarle de regreso a la Tierra.

“¿Por qué tan pronto?” suplicó el profeta .

“No llevo más de dos horas aquí.”

“Dos horas no: treinta y dos años”, rectificó el emisario, advirtiéndole, sin embargo, que estos treinta y dos años no habían transcurrido para él: vuelto a la Tierra tendrá la misma edad que tuvo al partir.

Tenemos aquí un ejemplo de aplicación práctica de la teoría de la relatividad. Pero, ¿cómo la podía conocer el autor del apócrifo, escrito antes del siglo III de nuestra era? La pregunta no es capciosa ni ligera. Poco importa que la Iglesia reconozca la autenticidad o no de este texto apócrifo. Poco importaría incluso en este caso el que Isaías ascendiera realmente a algún punto externo a la atmósfera terrestre o no. Poco importaría para esta pregunta el que efectivamente realizara este asombroso viaje espacial.

Porque lo que realmente es inquietante en este texto y que alguien me lo aclare si puede es cómo un autor que vivió antes del siglo III de nuestra era, era capaz de poner un ejemplo práctico de aplicación de la teoría de la relatividad formulada por Albert Einstein en nuestros días.

El contactado Habacuc y su fugaz viaje aéreo

Relata el texto bíblico del libro del profeta mayor Daniel otro curioso caso de contacto:

“Vivía en Judea el profeta Habacuc, que había preparado un cocido, había untado pan en una cazuela, y salía al campo para llevárselo a los segadores. El emisario del Señor le dijo: ‘Lleva la comida que aquí tienes a Babilonia, a Daniel, dentro de la cisterna de los leones.’ Habacuc respondió: ‘Señor, ¡yo no he visto nunca Babilonia, ni conozco la cisterna!’

El emisario del Señor lo tomó por la coronilla y, asiéndole de los pelos por los aires, lo dejó en Babilonia sobre la cisterna, con la fuerza de su ala. Habacuc gritó: ‘¡Daniel, Daniel, toma la comida que Dios te envía!’ Y Daniel dijo: ‘Has pensado en mí, oh Dios, y no has abandonado a los que te quieren.’ Daniel se levantó y comió. Y el emisario del Señor devolvió inmediatamente a Habacuc a su lugar.”

El contactado Daniel

Ya poco antes los protectores celestes de Daniel le revelaron a éste con pelos y señales las características de los próximos reinados en la zona. Evidenciaban con ello que su intervención podía encauzar los destinos de los países, y esta
situación se ha venido prolongando a lo largo de la historia de la humanidad hasta nuestros días. El profeta Daniel nos describe a sus ‘contactos’ de esta forma tan poco divina y, en cambio, tan tecnológicamente avanzada:

“El día 24 del mes primero, mientras me hallaba a orillas del gran río” se refiere al Tigris “alcé los ojos y vi a un hombre vestido de lino, con el dorso ceñido de oro de Ufaz. Su cuerpo era como el crisólito; la cara, como el fulgor del relámpago; los ojos, como antorchas de fuego; los brazos y las piernas, como el reflejo del bronce pulido; el sonido de sus palabras, como el murmullo de una multitud.” (…)

“Mientras así me hablaba, bajé la cabeza sin decir nada; y como una semejanza de mano de hombre me tocó los labios.” (…)
“Nuevamente la apariencia humana me tocó y me confortó.”

Más adelante, Daniel nos relata que este misterioso personaje humanoide no estaba solo:

“Y yo, Daniel, vi a otros dos que estaban de pie, uno en esta orilla del río y el otro en la otra orilla del río. Y le hablé al hombre vestido de lino que se hallaba por encima del agua del río: ‘¿Hasta cuándo, el fin de las cosas extraordinarias?’ Y oí al hombre vestido de lino que estaba encima del río: ‘Todas estas cosas se acabarán cuando se haya acabado el poder del que oprime al pueblo santo.'”

Insisto: ¿quién es ése, a quien tanto le interesa intervenir en nuestra historia?

El contactado Ezequiel

Tiempo después, en el siglo VI antes de JC, el profeta Ezequiel tuvo un encuentro similar junto al río Quebar, cerca de Babilonia, quedando descrito en su libro uno de los más detallados testimonios de encuentros cercanos con objetos volantes no identificados que podemos encontrar en los tiempos antiguos. No hay espacio aquí para reproducir su extensa descripción, que finaliza con esta indicación de que hubo un “contacto”:

“Y lo ví, y caí sobre mi rostro, y oí la voz de uno que hablaba. Me dijo: ‘Hijo de hombre, levántate, que quiero hablarte.'”

Del relato de Ezequiel se desprende claramente que se trata de la descripción detallada del descenso de un aparato volante que se dirige hasta el lugar en el que se halla el profeta, se detiene allí junto a él, momento en el que uno de sus tripulantes (o acaso el único) se dirige al profeta para entablar una conversación. El estudio más serio y autorizado de cuantos se han efectuado del fenómeno observado y descrito por Ezequiel es indudablemente el que llevó a cabo Josef F. Blumrich, ingeniero jefe responsable de la Oficina de Construcción de Proyectos de la NASA, agencia que le concedió en 1972 la medalla para Servicios Excepcionales.

El resultado de sus investigaciones fue no sólo la afirmación rotunda y categórica de que Ezequiel vio efectivamente una nave espacial, sino la descripción total y compleja de la misma. Afirma que encontró todos los elementos para la rediseñación del aparato, en los textos bíblicos. Tanto es así, que llegó a patentar en los Estados Unidos, para aplicaciones tecnológicas actuales, la especial configuración de la famosa “rueda en rueda” que cita el texto bíblico de Ezequiel.

Maya, contactada para dar a luz a Buda

Por aquellos mismos años, en el siglo VI antes de JC, en tierras situadas mucho más al Este, en las estribaciones inferiores del Himalaya, una mujer debidamente preparada para ello Maya , concibe a un ser que nace sin padre terrestre. La mujer había formulado voto de castidad, habiendo conseguido que su marido, Suddhodana, no la obligara a cumplir los deberes conyugales, al igual que sucedería algo más de medio milenio más tarde con María y José.

Además, al igual que en el caso de ésta, los dioses velaban por Maya y por el precioso embrión que habría de ser el Buda.

Si bien en el caso de Maya el contacto se diluye más en la indefinición, las circunstancias que rodean todo el nacimiento de Buda y que aquí una vez más por razones de espacio no tienen cabida indican con claridad que se trataba de una orquestación muy similar a la que tuvo lugar en Palestina siglos más tarde, como inmediatamente pasaremos a ver.

Dos contactadas de excepción: María y su madre Ana

Las ayudas externas fueron sucediéndose a lo largo de la vida de María. Por ejemplo, leemos en el Evangelio del Pseudo Mateo que cuando María sentía dolores de parto,

“apareció ante los viajeros un hermoso niño que lucía una espléndida vestidura.” (…)

“Y mandó el emisario parar la caballería, porque el tiempo de dar a luz se había echado ya encima. Después mandó a María que bajara de la cabalgadura y se metiera en una cueva subterránea, donde siempre reinó la oscuridad, sin que nunca entrara un rayo de luz, porque el Sol no podía penetrar hasta allí. Mas en el momento mismo en que entró María, el recinto se inundó de resplandores y quedó todo refulgente como si el Sol estuviera allí dentro. Aquella luz divina dejó la cueva como si fuera al mediodía. Y, mientras estuvo allí María, el resplandor no faltó ni de día ni de noche.”

Como puede apreciarse, una cueva debidamente preparada: el emisario les dice que tienen que penetrar precisamente en ella.

Pero retrocedamos a la infancia de la propia madre de Jesús y aún más, a su misma concepción. Resulta que Ana, la madre de María, ya concibió a ésta gracias a la intervención de seres procedentes de fuera de este planeta. Leemos en el
Evangelio del Pseudo Mateo que Joaquín, después de vivir veinte años de matrimonio con Ana, no tuvo de ella hijos ni hijas. Avergonzado, un buen día se marchó lejos, a la montaña, sin siquiera despedirse de Ana.

Hasta que,

“un joven apareció en las montañas en que Joaquín apacentaba sus rebaños, y le dijo: ‘Baja de las montañas y vuelve al lado de tu esposa, a quien encontrarás encinta, porque Dios ha suscitado progenitura en ella, y su posteridad será bendita.” Dicho lo cual, “el emisario se elevó hacia el cielo”.

Nacida de forma tan peculiar María, y destetada al tercer año, Joaquín y Ana la confiaron a la pequeña congregación de vírgenes que pasaban el día y la noche glorificando a Dios. A partir de este momento, María, la futura madre de Jesús, es visitada permanentemente por los mensajeros, que no la pierden de vista y la mantienen en condiciones óptimas para su futura misión:

“Desde entonces en adelante consumía todo el tiempo en oración hasta que se dejaba ver el emisario del Señor, de cuyas manos recibía el alimento.” (…)

“Cada día usaba exclusivamente el alimento que recibía de manos del emisario…” (…)

“A menudo se veía a los emisarios conversar con ella, y obedecerla con el afecto de verdaderos amigos.”

Más adelante, cuando un buen día José regresa junto a María después de haber estado trabajando de carpintero en Capernaum durante meses, y encuentra a su mujer encinta, las doncellas que habían estado haciendo compañía a María aplacan su desesperación:

“Nosotras sabemos que ningún hombre la ha tocado…” (…)

“A diario un emisario conversa con ella, y a diario recibe su alimento de manos de ese emisario.” (…)

“Y, si quieres que te declaremos nuestras sospechas, nadie la ha puesto encinta, sino es el emisario del Señor.”

¿Cabe caso de contacto más directo que el que nos narra este Evangelio del Pseudo Mateo? El resultado de tal contacto es sobradamente conocido.

El contactado Mahoma

Si entre el caso de contacto de Maya, la madre de Buda, y de María, la madre de Jesús, han pasado algo más de quinientos años, vuelven a transcurrir otros tantos entre el contacto vivido por María y el siguiente en importancia. El contactado es en esta ocasión un hombre realmente extraordinario, Muhammad Ibn Abdallah, analfabeto como la inmensa mayoría de los habitantes de La Meca.

Próximo a cumplir los 40 años, este hombre es contactado para ser convertido en el profeta Mahoma. El contacto se produjo una serena noche del 17 de Ramadán del año 609 de la era cristiana, mientras Muhammad estaba entregado a la meditación, aislado en una gruta del Hira, cerca de La Meca, momento en que se le apareció un emisario descendido del cielo que le dijo:

“Yo soy Gabriel, el emisario enviado por Dios para comunicarte que has sido elegido para que le anuncies a la Humanidad su mensaje revelado.”

Salpicado está el mensaje revelado del Corán de ejemplos de mensajeros que descienden de las alturas. Demasiado recadero volante aparece pues también aquí, en el origen de la fe islámica, que en el curso de quince siglos se ha afianzado en el tercer lugar del ranking mundial de las grandes religiones, detrás de los budistas y de la Iglesia católica. 700 millones de personas creen hoy que Al’lah del que sólo tienen noción a través de lo que predicó un humano, Muhammad Ibn Abdallah, en base a lo que le dictó un mensajero volante, Gabriel, se identifica con la esencia de Dios.

Realmente, los Poderosos del Cielo son hábiles psicólogos.

El contactado Jonathan Swift

Otro tipo de contacto es el que nos ofrecen de forma indirecta escritores como por ejemplo Jonathan Swift o Julio Verne.

En sus Viajes de Gulliver, en el capítulo ‘Viaje a Laput’, Jonathan Swift, el singular “cura loco”, deán de San Patricio, en Dublín, da a conocer singulares datos astronómicos correctos, que en su siglo nadie conocía aún. Gulliver, el personaje por cuya boca habla Swift, afirma que dichos datos los obtuvo de unos individuos que tripulaban una isla volante, redonda y resplandeciente, gobernada a voluntad por sus tripulantes recurriendo al magnetismo.

Dichos tripulantes le comunican a Gulliver la existencia, en órbita alrededor de Marte, de dos satélites minúsculos, imposibles de ver a simple vista. Insisto: nadie conocía la existencia de los satélites de Marte en el momento en que se publicaron los Viajes de Gulliver, en el año 1727. Los satélites de Marte, exactamente dos y además pequeños, fueron descubiertos para la ciencia oficial por el astrónomo Asaph Hall en el año 1877, desde el observatorio de Washington.

Ciento cincuenta años después de ser descritos por Jonathan Swift.

El contactado Julio Verne

Otro caso comparable al de Jonathan Swift es el del también novelista Julio Verne. En su obra De la Tierra a la Luna avanza notables coincidencias con los vuelos tripulados que el hombre realizaría cien años más tarde. Veamos algunas:

En la novela de Verne, los viajeros a la Luna, tres, al igual que los tripulantes de las futuras cápsulas Apolo, son lanzados desde la península de Florida, en los Estados Unidos, desde un lugar que dista solamente 200 Km. de Cabo Cañaveral, en la misma Florida. En la novela de Verne, los protagonistas dudan inicialmente si efectuar el lanzamiento desde Florida o desde el litoral meridional de Texas.

Y si la NASA lanza las cápsulas Apolo desde Florida, instaló su mundialmente famosa central de operaciones precisamente en Houston, en el litoral meridional de Texas. La duración del viaje de la Tierra a la Luna es, en la novela, de tres días, exactamente la duración del viaje real efectuado por los astronautas americanos cien años más tarde. De regreso a la Tierra, la cápsula de los tres intrépidos viajeros de la novela cae en el océano Pacífico, en donde un navío estadounidense los rescató. Y la cápsula que efectuó el primer vuelo humano a la Luna, Apolo 8, rescatada igualmente por un navío estadounidense, cayó también en el Pacífico, apenas a dos millas y media de distancia del lugar indicado en la novela de Julio Verne.

Una diana sin discusión, si consideramos que la superficie del océano Pacífico es de 166 millones de Km. cuadrados. Más: el comandante de la cápsula Apolo 8, en una carta enviada al nieto de Julio Verne, en la que califica a éste de “uno de los grandes adelantados de la era del espacio”, escribe:

“Nuestra nave espacial fue lanzada desde Florida, al igual que la de Barbicane, y tenía el mismo peso y la misma longitud que aquélla.”

El primer vuelo humano a la Luna imaginado (?) por Julio Verne partió en diciembre de un año indeterminado de la década de los 60 del siglo pasado.

El primer vuelo humano tripulado a la Luna se realizó cien años más tarde, y efectivamente en el mes de diciembre de un año de la década de los 60: fue el 21 de diciembre de 1968 cuando el el Apolo 8 los primeros tres hombres llegaron a la Luna, la orbitaron y regresaron a la Tierra, amerizando en el Pacífico… Tal vez Julio Verne se acercó excesivamente a la realidad para que todo no fuera más que una coincidencia casual.

Los ejemplos de Jonathan Swift, de Julio Verne y de muchos otros no mostrados aquí nos colocan sobre una pista. ¿De dónde obtuvieron sus datos? Entre las varias posibilidades, no cabe perder de vista ésta: que alguien no perteneciente a nuestra especie humana terrestre nos pudiera inocular determinadas ideas.

Sería una forma de contacto, de manipulación y de encauzamiento tan inadvertida, como grave y posible.

Caudillos contactados

Otro estilo de contacto lo brindan las biografías de distintos líderes de la antigüedad, de los que si bien no se tiene noticia de contactos directos con seres extrahumanos, sí quedan patentes intervenciones inteligentes procedentes de las alturas, por lo general en favor de los respectivos líderes.

Recordemos como ejemplos los casos:

de Aulio Postumio, que vio apoyada en el año 498 antes de JC su batalla contra Tarquino y Octavio Manilio, junto al lago Regilo, por la repentina presencia de dos extraños jinetes de estatura superior a la humana, que se pusieron a la cabeza de las tropas de Aulio Postumio y dieron la vuelta a la batalla, en favor de Postumio

de Alejandro Magno, al que varios escudos volantes en formación triangular propiciaron con su decidida intervención el asalto y toma de Tiro, en el año 322 antes de JC

de César, cuya vida se ve salpicada de apariciones sobrehumanas, entre las que destaca el objeto ígneo que cayó del cielo para precipitarse sobre el campamento de su adversario Pompeyo, en el año 48 antes de JC, para decidir la victoria finalmente a favor de César

de Constantino el Grande, que obtuvo la victoria sobre Majencio y se convirtió al cristianismo, en el año 312, después de hacer acto de presencia sobre sus tropas un enorme objeto volante no identificado en forma de cruz o de espada

de Carlomagno, finalmente, cuyas tropas superaron el asedio a su castillo de Sigisburg, al que les estaban sometiendo los sajones, gracias a la aparición inesperada de dos escudos volantes a baja altura sobre el castillo, que hicieron huir despavoridos a los sajones que, además, se convirtieron al cristianismo por esta aparición celeste

Cabría hablar aún del contenido de las epopeyas del Mahabharata y del Ramayana, de los conocimientos imposibles de los dogones, en Malí, del éxodo de los Aztecas, calcado del de los israelitas, y de tantos otros ejemplos de contactos con fenómenos extrahumanos inteligentes en la antigüedad.

Pero una vez más, la casuística es muchísimo más amplia que el espacio disponible para reflejarla.

Los planes de nuestros gobernantes

Mucha gente se pregunta por qué el virus causante del SIDA no ha podido controlarse aún, ni ser eliminado del organismo humano, al cabo de 12 años de haber sido detectada la enfermedad, en 1981.

Otros se preguntan por qué, si había médicos que indicaron cómo había que curar a los afectados del Síndrome Tóxico de 1981 en España, la Administración dejó morir a más de 700 de sus administrados, y permitió que quedaran afectados más de 60.000 españoles.

Tal vez eche un poco de luz sobre estos enigmas, el saber que existe un plan de eliminación de casi la mitad de la población del planeta, para garantizar la supervivencia de la otra mitad.

El 24 de julio de 1980 el Departamento de Estado norteamericano hacía público el “Informe Global 2000 para el Presidente”, preparado conjuntamente con el Consejo de la Casa Blanca sobre la calidad medioambiental, y cuyo proyecto, dirigido por personajes de la cumbre de la Comisión Trilateral como Zbigniew Brzezinski y Cyrus Vance, se remontaba a los primeros días de la administración trilateral de Jimmy Carter.

La finalidad de este informe era, de hecho, legitimar a posteriori una política perseguida desde hacía tiempo por la Comisión Trilateral, el Consejo de Relaciones Exteriores de New York y otros bloques pensantes del Establishment liberal norteamericano.

Se trata del planteamiento político de un verdadero genocidio a escala planetaria. La proposición esencial de este largo informe es que toda la política norteamericana futura dependa esencialmente de un control de la población. Los temas evocados en el informe, al igual que en numerosos documentos anexos, son las múltiples penurias y crisis que se considera amenazan al mundo en los años venideros: crisis de los recursos del agua, penuria de energía, penuria de materiales estratégicos, y así sucesivamente. Y todas estas crisis, según dicho informe, tienen una causa esencial, fundamental: el crecimiento demográfico.

Si no se toman medidas para frenar este crecimiento, en el año 2000 habrá 2.400 millones de seres humanos “de más”, subrayan los expertos. Dado que este exceso de población es el origen de todos los problemas graves que afronta la humanidad hoy en día, dichos expertos recomiendan que la política norteamericana tanto interior como exterior, tienda hacia este objetivo: a saber, ¡la eliminación de 2.400 millones de seres humanos en los años venideros!

LAS GUERRAS QUE NO SE VEN

Pero, ¿cómo puede eliminarse tamaña masa de seres humanos en una época en que oficialmente se está abogando por la confraternización, y por la supresión del riesgo de confrontación armada entre las grandes potencias —reducidas ya a una sola—, en que parece inevitable la paz mundial y se plantea como harto difícil el exterminio violento de seres humanos a gran escala? Parece claro que había que buscar otras fórmulas para eliminar a la humanidad sobrante. Una de ellas sería la de minar el organismo humano en el marco de un ataque menos vistoso y declarado: había que recurrir a las posibilidades que ofrece la guerra de “baja intensidad”, efecto de la cual podrían muy bien ser determinadas nuevas enfermedades. Por poner un ejemplo, el SIDA.

Oficialmente se dice que el SIDA es de origen desconocido, que su solución está más o menos lejana, y que el tratamiento más efectivo, hoy en día, es el AZT o azidotimidina, una droga altamente tóxica.

Si el Poder quisiera, el SIDA posiblemente ya sería curable. En este sentido ha venido investigando por ejemplo el Instituto Weizmann en Israel, sin ningún tipo de financiación adecuada.

Paralelamente, en Francia, el Dr. Mirko Beljanski desarrollaba sin apoyo oficial alguno otra serie de productos que parecen frenar la progresión del virus causante del SIDA. Años atrás ya le habían expulsado del Instituto Pasteur —en el que había trabajado durante 27 años como jefe de investigación—, porque sus hallazgos relativos a la terapia del cáncer no encajaban en la filosofía sanitaria oficial.

Los intereses de las grandes multinacionales farmacéuticas son muchas veces más determinantes que el objetivo final de la curación de los enfermos.

Pero cabe otro trasfondo en la pandemia del SIDA. No en vano, un informe de los servicios de Inteligencia españoles insinuaba ya en el año 1987 la posibilidad de que el virus del SIDA hubiera sido creado en un laboratorio y que la expansión de la enfermedad podía enmarcarse en el contexto de una guerra de baja intensidad.

Y naturalmente comienzan a tambalearse los pocos resortes de confianza que uno aún tenía en los dirigentes de la comunidad humana. Uno sabía —porque salta a la vista— que la política, la religión, y todo cuanto supone un poder sobre las masas humanas, se mueve prioritariamente por intereses económicos, por pautas de dominio que poco tienen que ver con la satisfacción, la felicidad y el bienestar de los ciudadanos, y mucho por el contrario con la lucha de unos pocos por empuñar cada vez con mayor firmeza las riendas del control total. Pero lo que a uno le eriza los pocos pelos ingenuos que aún le quedaban, es la evidencia de que este juego del que es víctima participa incluso en la ruleta de la Sanidad internacional.

En el año 1981 se descubren dos enfermedades nuevas, desconocidas en el planeta hasta entonces, y cuyos orígenes siguen siendo oficialmente, hasta hoy, sendos misterios. Me refiero naturalmente al Síndrome Tóxico español y al Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), de proporciones planetarias. En la historia de ambos síndromes se ven envueltos dos organismos de proyección mundial: la OMS (Organización Mundial de la Salud) y el CDC (Center for Disease Control = Centro de Control de Enfermedades); y una multinacional de la industria química: Bayer.

En lo que respecta al SIDA, la multinacional alemana reconoció a principios de 1987 que había comercializado un fármaco coagulante que actuó como transmisor del virus de inmunodeficiencia humana (VIH), el virus del SIDA. Un fármaco, el coagulante factor VIII, que se obtiene a partir de un concentrado de plasma sanguíneo, transmitió el virus del SIDA a la mitad de los seis mil hemofílicos de la antigua República Federal de Alemania, creando alarma en todo el mundo. Un elevado número de ellos contrajo la enfermedad, y una parte han muerto.

EL SIDA, ¿PRODUCTO DE LABORATORIO?

En cuanto a la OMS, con sede en Ginebra (Suiza), y al CDC, con sede en Atlanta, en Georgia (Estados Unidos), extracto los siguientes párrafos de un amplio informe redactado por los servicios secretos españoles y reproducido en la publicación restringida de Inteligencia “Pri” en mayo de 1987:

En 1986 se publicaron unas acusaciones muy concretas efectuadas de forma independiente por tres científicos. Estos coincidieron en afirmar el origen artificial del virus del SIDA en los Estados Unidos por un lado, y, por otro, el hecho accidental de su hallazgo.

En resumen, sus acusaciones son las siguientes:

El profesor Jacob Segal, de la universidad de Berlín Oriental, apunta que fue probablemente en los laboratorios militares de Fort Detrick (Maryland) donde tuvo lugar la manipulación genética. El Dr. Segal ha redactado un informe de 30 páginas sobre su convicción del origen artificial del virus, en el que afirma que el retrovirus VIH (virus del SIDA) creado en Fort Detrick, es una combinación del virus MAEDI-VISNA, oriundo de las ovejas, y el virus humano de la leucemia de células T (HTLV-I). Muy probablemente, añade el Dr. Segal, los científicos no eran conscientes de la terrible creación que habían logrado. Al Dr. Segal la teoría del mono verde le resulta divertida e increíble y la considera una cobertura ideada por los propios norteamericanos.

El Dr. John Seale, un especialista londinense en enfermedades venéreas, muy conocido en el tema por haber seguido la enfermedad desde el principio y haber predicho la expansión de la misma, no está de acuerdo con el Dr. Segal sobre el origen militar del virus, aunque sí afirma:

“Estoy totalmente convencido de que el virus del SIDA está fabricado por el hombre, y que es el resultado de haber combinado accidentalmente, en algún centro de investigación sobre el cáncer en los Estados Unidos, el virus MAEDI-VISNA de las ovejas y el virus de la leucemia bovina, muy parecido al HTLV humano.”

Por su parte, el Dr. Robert Strecker, médico californiano que también ha seguido la enfermedad desde sus orígenes, opina asimismo que,

“no existe ningún virus animal conocido que produzca todos los efectos del SIDA. Este (el virus del SIDA) ha sido logrado mediante ingeniería genética a partir de otros virus. Según mi investigación, los dos virus usados para ello son el virus MAEDI-VISNA de las ovejas y el de la leucemia bovina.”

AGUAS TURBIAS EN LA DIRECCION SANITARIA MUNDIAL

Cabe tener en cuenta que en el caso del SIDA, al igual que en los de otras epidemias mundiales de los últimos años, los dos organismos citados —la OMS y el CDC— han tenido un papel predominante, aceptado por los demás países. Sus informes, conclusiones, opiniones y consejos han marcado y dirigido todas las pautas a seguir.

EL CDC

Las autoridades de todos los países han ofrecido a los investigadores del CDC vía libre, tanto en la investigación de campo como en la investigación clínica, así como en todo tipo de recursos humanos y económicos, facilitando las muestras necesarias para que realicen sus investigaciones.

Y comenta al respecto el informe de Inteligencia:

Pese a esta facilidad que los distintos gobiernos ofrecen al CDC, no se acostumbra a exigir como contrapartida ninguna prestación. No es de extrañar, pues, que el CDC posea todo tipo de información sobre el desarrollo y extensión mundial de todo tipo de enfermedades y que la extrapolación de estos datos a un próximo, medio y largo futuro, sea para el CDC algo factible debido a la enorme cantidad de recursos que posee.

Pero conviene señalar que el CDC es un organismo norteamericano, con presupuesto norteamericano y que, muy probablemente, servirá en primer lugar a los intereses de su país y, quizá, en alguna ocasión a los intereses de un determinado sector de su país.

Por otra parte, el tipo de información que maneja el CDC no es una información científica cualquiera, sino que se trata de información epidemiológica, es decir, datos que hablan sobre:

El origen de las enfermedades (infecciosas, ambientales, sociales)

La extensión y progresión de las mismas

Los factores que inciden positiva y negativamente (sociales, económicos, productos químicos, tratamientos)

Esta información puede llegar a ser muy estratégica por su repercusión económica, política y social

Importantes sectores económicos o políticos pueden tener interés en que un posible factor sea enfatizado o silenciado según convenga. Cierto tipo de explicaciones sobre una epidemia pueden hacer reclamar a los ciudadanos una política sanitaria costosa que los políticos no puedan satisfacer.

Es por ello que, dentro del mundo científico sanitario, sean los epidemiólogos y los centros de investigación epidemiológica los que suelen recibir más presiones de todo tipo.

El tratar de controlar e infiltrar estos centros puede ser un objetivo a conseguir por ciertas multinacionales y por otros centros de poder.

Por ello no se considera conveniente tomar las conclusiones del CDC y de otros centros similares, que en muchos casos son simples declaraciones, como dogmas inamovibles por las autoridades sanitarias de los distintos países. En todo caso, las declaraciones de estos centros han de ser analizadas y contrastadas con otras que ofrezcan mayores garantías de objetividad.

En 1981, y durante el primer año, el CDC mantuvo que el SIDA era propio de homosexuales, pese a que ya había afectado a varios drogodependientes. Incluso bautizó la enfermedad como GRID (Gay Related Inmunodeficience), afirmando que esos drogadictos probablemente tenían pautas sexuales anormales.

El hecho de no prestar atención a esos primeros drogadictos y a las hipótesis que varios médicos lanzaron sobre la posible transmisión sanguínea de la enfermedad, fue la causa principal de que no se investigase precozmente esta vía y que no se impusieran medidas preventivas hasta tres años después sobre la sangre contaminada. Ello provocó que el SIDA se haya extendido entre los hemofílicos y transfundidos, no sólo norteamericanos sino también europeos, a través de las exportaciones masivas de plasma norteamericano a Europa, especialmente a España, que depende en un 90% de este plasma extranjero.

Al cabo de dos meses, el CDC tuvo que admitir otras formas de contagio. A partir de entonces afirmó que la enfermedad se transmitía sólo entre los llamados grupos de riesgo: homosexuales, heroinómanos, hemofílicos, transfundidos y haitianos, y que la entrada del virus en la sangre era la única forma de contagio del SIDA.

Los casos cada vez más crecientes de afectados que no pertenecían a estos grupos fueron rechazados por el CDC como casos que “no habían sido cuidadosamente estudiados”. Ello ha podido retrasar, una vez más, el estudio sistemático de otras formas de contagio, con el consiguiente precio de una mayor expansión de la enfermedad.

Dada la influencia que ejerce el CDC en las políticas sanitarias de los países occidentales y la excesiva rigidez que demuestran en la valoración de los factores que inciden en la transmisión del virus, el CDC podría contribuir a retardar la aplicación de una precoz y eficaz prevención por parte de los distintos gobiernos. Y es de destacar que las medidas preventivas son la única arma de que se dispone, hoy día, para luchar contra el SIDA, a falta de una vacuna eficaz y de algún tipo de tratamiento curativo.

LA OMS

En lo que a la OMS respecta, hay que señalar que se le ha delegado un importante papel en la prevención y control del SIDA, especialmente en los países del Tercer Mundo. En este marco, la Oficina Regional de la OMS en África es la que lleva desde hace décadas la iniciativa sanitaria en este continente. Y cito al respecto del referido informe de Inteligencia:

Sin embargo, pese a las campañas sanitarias realizadas en África durante años, no parece que la OMS haya sido capaz de detectar, o al menos informar, de la existencia en África Central de una extraña epidemia, el SIDA, que desde hace unos 15 años está extendiéndose por toda el África Subsahariana. No fue hasta 1983, dos años después de detectar el primer caso en EEUU, que se diagnosticaron los primeros casos en Africa. Estos casos tampoco fueron descubiertos por los servicios de la OMS, sino por un equipo de epidemiólogos belgas y franceses que viajaron a Centroáfrica para averiguar si en esta zona tropical estaba presente el SIDA. En una sola semana descubrieron 35 casos en un solo hospital del Zaire.

El no haber sabido detectar el nacimiento y expansión, durante 15 años, de una epidemia tan grave como la del SIDA es sorprendente.

En octubre de 1985 el Dr. Sergei K. Litvinov, epidemiólogo ruso especialista en enfermedades transmisibles africanas que ostentaba el cargo de secretario adjunto al director general de la OMS en Ginebra, y a cuya dirección estaban las principales divisiones y subdivisiones de la OMS para la vigilancia, control y supuesta prevención de todas las enfermedades transmisibles —incluido el SIDA— declaró a un semanario que,

“todo ha sido un pánico y una exageración proveniente del país originario del SIDA, es decir, EEUU”.

El Dr. F. Assad, que dirige la sección específica de lucha contra el SIDA en la sede central de la OMS en Ginebra, declaró a la Prensa en esa misma época:

“Mi reacción respecto al miedo al SIDA es que ésta es una enfermedad, y que quien no utilice ‘ciertas prácticas’ no la va a contraer. Lo más importante es un buen sistema de información, es decir, abstenerse de ciertas prácticas sexuales y de drogas. ¡Eso es todo! Es de ese tipo de enfermedades que uno va a su encuentro. Es difícil adquirirla. Se tiene que ‘trabajar duro’ para lograrlo. Todo el mundo es libre de especular, pero la gente responsable debería controlarse a sí misma. No deberíamos tener pánico.”

Estas declaraciones realizadas por un responsable de una institución como la OMS, cuya principal función es la información directriz, la educación y prevención estratégica sanitarias, pueden considerarse como irresponsables si se tiene en cuenta que para esa fecha, octubre del 85, ya se tenían datos como los siguientes:

El 20% de casos de SIDA en África afecta a niños

Cada día nace en Nueva York un niño con SIDA

Existía en el mundo occidental al menos un 6% de casos de SIDA de los que no se conocía la posible causa de su contagio

Sirvan estas pinceladas para que el lector comprenda que las opiniones de organismos de prestigio mundial como lo son por ejemplo los citados (OMS y CDC), no responden siempre, necesariamente, a un espíritu de progreso científico transparente.

BERTRAND RUSSELL

Para no perder de vista en ningún momento la posibilidad expuesta sobre el origen y la finalidad de la pandemia del SIDA, así como sobre lo que se estuvo ensayando en España en 1981 —con el triste resultado del Síndrome Tóxico— con vistas a una aplicación masiva en el futuro en esta u otra área del globo, cabe tener bien presente lo que Bertrand Russell dejó escrito en la obra Impacto de la Ciencia en la Sociedad:

“Actualmente la población del mundo se está incrementando en unos 85.000 individuos por día. La guerra, hasta ahora, no ha tenido un gran efecto en este incremento, que ha ido continuando a través de cada una de las guerras mundiales… La guerra, hasta ahora, no ha sido efectiva en este aspecto… Pero tal vez la guerra bacteriológica llegará a ser efectiva. Si una Muerte Negra se extendiera por el planeta, una vez por cada generación, los supervivientes podrían procrear libremente, sin llenar excesivamente el planeta.”

Para valorar debidamente esta reflexión, cabe tener presente que Bertarnd Russell fue un intelectual “orgánico”, que trabajaba para el Departamento de Guerra Psicológica del Foreign Office.

Lo grave es que las elucubraciones de Russell, son hechos trágicos hoy en día. Por si alguien lo duda, volvamos al informe “Global 2000”:

Toda la argumentación en que se basa es una falacia. No hay ninguna correlación entre “recursos naturales” y potencial demográfico, por la sencilla razón de que no existen “recursos naturales” como tales, dado que son la ciencia y la tecnología las que definen los recursos. Si las tecnologías modernas disponibles se empleasen en las regiones atrasadas del mundo, es evidente que generarían los recursos requeridos por la población prevista para el año 2000.

Y ¿cómo llega este informe a unas previsiones tan siniestras? Pues excluyendo precisamente toda difusión de las tecnologías agroindustriales modernas en el tercer mundo, excluyendo toda posibilidad de un verdadero desarrollo económico de estos países, y excluyendo todo desarrollo económico que pudiera darse más allá de su actual estado. Sobre esta intención política, planteada como axioma, se ha levantado el andamio de esas previsiones de superpoblación; es decir, que en el año 2000 una economía mundial fatalmente estancada, e incluso en franco declive, no permitirá vivir a 2.400 millones de seres humanos, que por lo tanto sobrarán.

UN HORRIBLE GENOCIDIO A ESCALA INTERNACIONAL

Así, este informe dirigido al presidente de los Estados Unidos intenta justificar, con gran abundancia documental, la contradicción de que el orden mundial que persigue la Trilateral, pase por un horrible genocidio a escala internacional.

Ya en 1965 se constituyó una comisión especial, llamada “Agenda para el año 2000”, en la que participaron futuros dirigentes de la Comisión Trilateral como Zbigniew Brzezinski y Samuel Huntington. Este grupo publicó un informe que apelaba al control demográfico en el Tercer Mundo. El mismo año, el futuro trilateralista George Bell, entonces subsecretario de Estado para asuntos económicos, nombró a un “responsable demográfico” en el Departamento de Estado, a la cabeza de un equipo encargado de estudiar los medios de reducir la población. Cyrus Vance y Richard Gardner, este último también futuro trilateralista, formaban parte de este equipo, que precedió directamente a la Oficina de Asuntos Demográficos creada en 1967 en el Departamento de Estado.

En 1969, Henry Kissinger tomaba el control del Consejo Nacional de Seguridad y del Departamento de Estado, y bajo su petición el entonces presidente Richard Nixon estableció una Comisión para el Crecimiento Demográfico, cuya dirección fue confiada a Laurence Rockefeller. En un informe de 1972, esta comisión apelaba a un crecimiento demográfico cero, tanto en los Estados Unidos como en el resto del mundo. Paralelamente, la Oficina de Asuntos Demográficos del Departamento de Estado inició en 1970 la publicación de una serie de estudios que anticipaban directamente el Informe Global 2000.

A continuación, Kissinger tomó dos medidas para institucionalizar esta política de planificación del genocidio. En 1975 creó el grupo indicado sobre la política demográfica en el seno del Consejo Nacional de Seguridad y reorganizó el Departamento de Estado añadiéndole un nuevo servicio: el de la Oficina de Océanos y Asuntos Internacionales, Científicos y del Medio Ambiente. Esta oficina tiene la misión de supervisar las transferencias de tecnología al Tercer Mundo. Por iniciativa de Brzezinski y de Vance, el presidente Jimmy Carter encargó a esta oficina la preparación y redacción del Informe Global 2000. Participaron en la elaboración del informe varios bloques pensantes anglo-norteamericanos de la vanguardia del movimiento neomaltusiano —abogados del “pensar lo impensable” para reducir la población del planeta—, como la rama norteamericana del World Wildlife Fund, Draper Fund y Population Crisis Comittee.

LA MANERA MAS EFICAZ: FOMENTAR EL HAMBRE Y LAS ENFERMEDADES

En 1981 el jefe del servicio de América Latina de la Oficina de Asuntos Demográficos del Departamento de Estado, Thomas Ferguson, declaró a la publicación de Inteligencia ‘EIR’ que lo estaba interrogando sobre la política del secretario de Estado Haig respecto a América Central:

“Una vez que la población escapa a todo control, se impone un gobierno autoritario, incluso fascista, para reducirla. Esto interesa solamente a los expertos en reducir la población con fines humanitarios. En El Salvador no hay sitio para tanta gente. Consideren también el Vietnam. Hemos estudiado el asunto. Aquella región estaba también superpoblada y planteaba un problema. Pensamos que la guerra haría descender los índices de crecimiento y nos equivocamos. Para reducir rápidamente y de manera efectiva la población, es necesario que todos los hombres sean movilizados para el combate y que se mate a una gran cantidad de mujeres en edad de procrear. Mientras tengan ustedes un gran número de mujeres en edad de procrear, tendrán un problema.

En El Salvador se mata un pequeño número de hombres y no a las suficientes mujeres para que ello tenga una influencia sobre la población. La manera más rápida de reducir la población es el hambre, como en África, o la enfermedad, como la Peste Negra. Lo que podría suceder en El Salvador es que la guerra desorganizara la distribución de los alimentos. Entonces, la población se debilitaría y habrían enfermedades y escasez. En este momento, podrían ustedes crear una tendencia a la baja rápida de los índices demográficos. De otro modo, la gente se reproduce como animales.”

William Paddock, consejero del Departamento de Estado bajo Kissinger y Vance, declaró por su parte durante un seminario organizado en el mismo año de 1981 por la Georgetown University, y hablando en nombre del Departamento de Estado, que sobre los 4 millones de habitantes con que cuenta El Salvador, 3.5 podrían eliminarse si “la violencia y la guerra civil continuasen, lo cual es la única solución al problema de la superpoblación”.

El año 1981 en que se efectuaban estas declaraciones —cabe recordarlo siquiera a guisa de dato anecdótico— es el mismo año 1981 en que se descubre la existencia del SIDA y en que se desencadena en España el enigmático Síndrome Tóxico.

“El documento Global 2000 es maravilloso”, confiaría todavía William Paddock a la publicación ‘EIR’, “es excelente y ha recibido bastante más publicidad que la mayoría de estudios preparados a petición de la Casa Blanca. Nos hace falta un ‘Global 2000’ para el Estado para empezar a planificar y a adaptarnos a la situación que se avecina. Sería bueno que nadie tuviese ningún hijo más desde ahora hasta el año 2000, pero el gran problema se sitúa más allá.”

El general Draper, presidente del Draper Fund que tomó parte en la elaboración de Global 2000, lanzó en 1971 la propaganda en favor del modelo chino de control demográfico, un control que recurría a la práctica del infanticidio.

“¿Quién va a eliminar el excedente de población en tal o cual país, cuando la presión ejercida por un número demasiado grande de personas y con muy pocos recursos llegue a límites intolerables?”, preguntaba Draper.

Cuando el trilateralista Henry Kissinger era secretario de Estado, inauguró la política llamada de la “carta china” en el marco de los acuerdos secretos establecidos con los chinos, que les garantizaban la hegemonía del Sudeste asiático, empezando por Camboya. Así pues, el Departamento de Estado norteamericano se desentendió del gobierno de Lin Nol y permitió que los Khmers Rojos, fantoches de China, se apoderaran del país. El resultado de ello, que Kissinger conocía con antelación, o debería de haber conocido, fue el genocidio de casi la mitad de la población camboyana, de 7 millones de personas, bajo la supervisión de unos 10.000 consejeros chinos.

No es de extrañar pues que a Cyrus Vance le esté costando tantísimo la pacificación de los territorios de la antigua Yugoslavia. En el fondo, esa pacificación no le conviene en absoluto.

La vida secreta de Jesus

Habiendo sobrevivido a las heridas que le causara la crucifixión, Jesús comenzó una segunda vida en Cachemira, adonde llegó en busca de las diez tribus perdidas de Israel. Allí murió a edad muy avanzada de muerte natural. Está enterrado en la capital de Cachemira, en donde se venera su tumba desde hace casi 1900 años.

¿SENTADO A LA DERECHA DEL PADRE?

Jesús fue crucificado un viernes hacia el mediodía. Antes de caer la noche, ya muerto fue bajado de la cruz y depositado su cadáver en la gruta funeraria de José de Arimatea, cuya entrada fue taponada con una roca. El domingo siguiente, el cuerpo de Jesús había desaparecido inexplicablemente del interior de la gruta. Se había cumplido la profecía bíblica: había resucitado de entre los muertos. Tras una breve estancia en la Tierra, durante la cual sus discípulos entraron en contacto con él, Jesús ascendió al Cielo, donde está sentado a la derecha del Padre.

Esto es dogma de fe para la religión cristiana.

Pero, por otra parte, en el sector Khanyar de la ciudad de Srinagar, capital de Cachemira, está enterrado el cuerpo de Jesús en la cripta conocida por el nombre de “rozabal”.

¿Cómo explicar que Jesús esté sentado en el cielo y que al mismo tiempo yazca muerto en Cachemira? Algo no cuadra, a partir del hecho cierto de la crucifixión.

En tela de juicio están la muerte de Jesús en la cruz, su resurrección, y su ascensión al Cielo.

Porque no hay datos históricos que avalen su muerte en la Cruz. Tampoco nadie presenció la resurrección.

En cambio, hay indicios históricos de un hombre de ideas y filosofías idénticas, que a partir de aquellos años marcha hacia el Este, dejando testimonio de su vida y de sus actos. Un hombre que se encamina hacia Cachemira, se establece en ese país y muere en él. Su tumba se está venerando hoy en día en Srinagar, capital de Cachemira.

Leyendas, tradiciones y textos antiguos nos refieren esta segunda vida de Jesús al Norte de la India. Por esos documentos sabemos que Jesús tuvo hijos en Cachemira, y que de resultas de esta unión con una mujer, un hombre, Basharat Saleem, puede afirmar hoy ser el descendiente vivo de Jesús.

En la misma ciudad en que este descendiente por vía directa de Jesús conserva el árbol genealógico de su familia que, arrancando de Jesús llega íntegro y sin lagunas hasta su misma persona, un destacado arqueólogo, el Profesor Hassnain, director de los Archivos, Bibliotecas y Monumentos del Gobierno de Cachemira, está investigando intensamente las posibilidades para esta hipótesis de una segunda vida de Jesús.

Así, una realidad que es sabida a nivel de investigación y a nivel sectario por unas cuantas personas repartidas por todo el mundo, es sin embargo desconocida para la inmensa mayoría del público, que creo es ya hora de que sea informado de que el pilar sobre el que se asienta el Credo cristiano, Jesús, posiblemente no haya muerto en la cruz, sino que después de vivir una segunda etapa de su vida en tierras lejanas, muriera a edad muy avanzada, de muerte natural. Con ello, y sólo así, habría completado la misión para la que fue enviado a la Tierra, misión que incluía el encontrar y el predicar a las tribus perdidas de Israel, a los hijos de Israel.

Se establecen así puentes lógicos sobre unos vacíos en modo alguno claros, que ofrece el texto bíblico.

Debo señalar que los nombres Yusu, Yusuf, Yusaasaf, Yuz Asaf, Yuz-Asaph, Issa, Issana, Isa, que aparecen en textos, leyendas y recuerdos cachemires, son todos ellos traducciones del nombre de Jesús. Por lo tanto, cuando hablo de Jesús en las páginas que siguen, me puedo estar refiriendo a cualquiera de las traducciones de su nombre en las lenguas cachemir, árabe o urdú. También se refieren al nombre de Jesús prefijos toponímicos tales como Yus-, Ish- o Aish-.

“YO SOY INOCENTE DE ESTA SANGRE”

Antes de entrar en los detalles que me inducen a creer que Jesús no murió en la Cruz, creo conveniente dejar bien sentada la simpatía que Pilato, procurador romano de Judea que se vio forzado a decretar la muerte de Jesús, sentía por éste.

Leemos en el Evangelio de Juan (19,12):

..”Desde este momento Pilato intentó liberarlo (a Jesús); pero los judíos gritaban: ‘si lo dejas ir, no eres amigo del César; todo aquel que se declara rey se declara en contra del César'”.

Y continúa Mateo (27,24):

..”Viendo Pilato que no conseguía nada, sino que el tumulto aún crecía, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo diciendo: yo soy inocente de esta sangre; vosotros mismos.”

Evidentemente, Pilato no deseaba la muerte de Jesús. Pero los judíos declararon a Jesús un rebelde, que deseaba llegar a ser rey. Advirtieron a Pilato que si le dejaba libre sería él el desleal al César. A Pilato, que no se podía jugar su alto cargo, y al que no convenía en modo alguno la enemistad del César, sólo le quedaba la opción de ajusticiar a Jesús de tal forma que, aparentemente muerto, pudiera sin embargo seguir con vida. Así fijó en primer lugar la crucifixión en un viernes, a pocas horas de la puesta del sol, y a punto de caer la noche del gran Sabbath. Especulaba Pilato con que, de acuerdo con las leyes judías, el cuerpo de Jesús no podía permanecer en la cruz después del anochecer. También en el instante preciso, aparece en escena un hombre llamado José, declarado amigo de Pilato y persona notable de la localidad, discípulo secreto de Jesús. Este hombre se lleva el cuerpo de Jesús a un lugar en el que los judíos no tenían nada que buscar.

JESÚS NO MURIÓ EN LA CRUZ

Analicemos desde varios ángulos la real probabilidad de que Jesús no muriera en la cruz.

En primer lugar hay que considerar que Jesús no permaneció muchas horas crucificado. Fue bajado de la cruz en la tarde del mismo día en que le fue dictada y ejecutada la sentencia.

Jesús fue crucificado en un viernes.

El sábado es el Sabbath judío.

Esta circunstancia obligaba a bajar el cuerpo de Jesús antes de la caída de la noche, ya que el dí judío comenzaba con la entrada de la noche, o sea que el sábado comenzaba a contar a partir de la noche del viernes.

Estaba prohibido, según las leyes judías, dejar colgado en la cruz a un ajusticiado durante el día sagrado del Sabbath

Insisto en que Jesús sólo permaneció en la cruz durante algunas horas, porque se podía vivir durante varios días en esta horrible condición. El verdadero objeto de la crucifixión no era la muerte inmediata, sino que era una tortura que se prolongaba a lo largo de 3 ó 4 días. Conviene tener presente que si a un crucificado se le bajaba de la cruz a tiempo y se le trataba cuidadosamente, generalmente se recobraba y sobrevivía.

Considérese ahora que Jesús fue crucificado junto con dos malhechores. Los tres, por lo tanto, están sufriendo un mismo suplicio, como leemos en Lucas (23,40) que un ladrón le dice al otro: “¿Tú tampoco temes a Dios, tú que te hallas en un mismo suplicio?”. Pero resulta que en el momento de bajarlos de la cruz al mismo tiempo que a Jesús, los dos ladrones siguen con vida, por lo cual los soldados romanos les quiebran las piernas para que acaben de morir. Es improbable que Jesús, habiendo sufrido el mismo suplicio, hubiera muerto ya.

Además Pilato, persona que conocía por experiencia lo que tarda una persona en morir en la cruz, se extrañó de que Jesús hubiera muerto ya. Cuando José de Arimatea fue a ver a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús, leemos textualmente en Marco (15,44): “Pilato se extrañó de que hubiera ya muerto”.

También es harto conocido el hecho de que cuando el centurión romano prueba si Jesús está muerto hiriéndole con su lanza en un costado, de la herida fluye agua y sangre. Pero de un cuerpo muerto brotan únicamente algunas gotas de sangre espesa. Llegados a este punto nos interesa recordar que el llamado “sudario de Turín” ha quedado recientemente demostrado ser el auténtico lienzo con el que fuera envuelto el cuerpo de Jesús una vez bajado de la cruz, y que de su análisis se desprende que este cuerpo seguía con vida en aquellos momentos.

JESÚS SALE VIVO DEL SEPULCRO

Una vez bajado Jesús de la cruz, según vimos con vida, se suceden una serie de acontecimientos que indican que se le intentó curar y que salió también con vida de su sepultura. Recuérdense aquí los sentimientos de simpatía de Pilato hacia Jesús.

Observemos en primer lugar que Jesús fue entregado, no a sus enemigos, sino a quienes le eran amigos. Así leemos en el Evangelio de San Juan (19,38-39):

“..Después; José de Arimatea que era discípulo de jesús; pero a escondidas por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de jesús, y Pilato se lo concedió. Fueron pues, y se lo llevaron. Fue también Nicodemo, el que anteriormente había ido a encontrarle de noche, llevando una mezcla de mirra y aloe, unas 100 libras.”

Es curioso observar ahora que Jesús fue llevado a una tumba de José de Arimatea, y que esta tumba no fue rellenada con tierra, como es costumbre entre los judíos, sino que únicamente fue tapada con una gran piedra o roca. Se trataba de una tumba espaciosa en la cual había aire suficiente para respirar. Curioso es también observar que para salir del sepulcro, jesús necesitó apartar la roca que tapaba su entrada. Lo cual indica que de ahí salió un cuerpo físico humano y no un ente espiritual o divino para el que no hubiera sido necesario desplazar la roca. Es más, Jesús-hombre precede a sus discípulos en el camino a Galilea. A partir de la entrega del cuerpo a José de Arimatea leemos todo esto en el Evangelio de Marcos (15, 46-47; 16, 1-7):

“Este (José de Arimatea) compró una sábana, bajó el cuerpo, lo envolvió en la sábana, lo depositó en un sepulcro tallado en la roca e hizo rodar una piedra para tapar la puerta del sepulcro. María Magdalena y María, madre de José, miraban dónde lo ponían. Pasado el sábado, María Magdalena, madre de Jaime, y Salomé compraron perfumes para ir a ungirlo. De buena mañana, el domingo, llegaron al sepulcro a la salida del sol. Y se decían entre ellas: ¿Quién nos separará la piedra de la puerta del sepulcro? miraron, y vieron que habían separado ya la piedra; era realmente muy grande. Entraron entonces en el sepulcro y vieron a un joven sentado a la derecha, vestido con un hábito blanco, y se asustaron. Pero él les dijo: no tengáis miedo. Buscáis a Jesús de Nazareth, el crucificado; ha resucitado, no está aquí; ved el lugar en que le pusieron. Pero id, y decidles a sus discípulos y a Pedro que os precede a Galilea; allá lo veréis tal como os dijo.”

La afirmación de que María Magdalena, María y Salomé entraron en el sepulcro, indica las dimensiones espaciosas de éste.

Por una parte existen indicios claros de que Jesús fue curado de sus heridas por Nicodemo. Este le aplicó un ungüento que curaba las heridas y facilitaba la circulación libre de la sangre en el cuerpo. El ungüento aplicado por Nicodemo a Jesús se conoce por el nombre de Marham-I-Isa (el ungüento de Jesús) o también Marham-I-Rosul (el ugüento del profeta), ungüento citado en numerosos tratados médicos orientales en muchos de los cuales se afirma también que es un ungüento aplicado a las heridas de Jesús cuando fue bajado de la cruz. El más conocido de estos tratados es el famoso Cánon de Avicena.

JESÚS RESUCITADO COME PAN Y PESCADO

Jesús, curado de sus heridas y abandonado el sepulcro, se pone en marcha para huir de sus enemigos, comenzando así una nueva etapa de su vida humana. La misma Biblia nos demostrará cómo la imagen de Jesús vista después de su salida del sepulcro, es la imagen de un cuerpo humano físico, y no la imagen de un ente divino o espiritual.

Salido del sepulcro, Jesús se encuentra primero con María Magdalena y su compañera, que abrazan sus pies —señal de que era un cuerpo físico—, y a las que Jesús encarga que comuniquen a sus discípulos que se trasladen a Galilea donde se reunirán con él.

Luego Jesús será visto por Jaime y por Pablo, como lo leemos en la primera epístola de este último a los corintios (15, 7-8).

Jesús se encuentra esporádicamente con sus amigos, no osando dejarse ver abiertamente en público, por temor a que le reconozcan y prendan los judíos. Si leemos atentamente el Evangelio de Mateo veremos claramente expresado este temor (28, 8):

“Se fueron inmediatamente del sepulcro (se refiere a María y su compañera) con gran temor y gran alegría, y corrieron a anunciarlo a los discípulos”.

Es evidente que las dos mujeres dentro de la alegría de saber que Jesús estaba vivo, albergaban un gran temor de que fuera descubierto. El mismo Jesús se da cuenta de ello e intenta apaciguarlas (10):

“Entonces Jesús les dijo: No tengáis miedo; id y decid a mis hermanos que se vayan a Galilea y allá me verán”.

Luego, Jesús emprende una caminata a pie de unos 100 kilómetros para llegar a Galilea y despistar así a sus posibles perseguidores.

Pero veamos más pruebas de que Jesús seguía en su cuerpo humano terrestre, y que no se había espiritualizado. Leemos así en el Evangelio de Lucas, cuando Jesús se aparece a los apóstoles (24, 37-39):

“Despavoridos y llenos de temor, pensaron que veían a un espíritu, y él les dijo:¿Por qué os asustáis y por qué os vienen al corazón estos pensamientos? Miradme las manos y los pies que soy yo mismo; palpadme y mirad, que un espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo”.

Dos versículos más adelante Jesús de repente muestra tener hambre. Algo absolutamente inconcebible en un ente divino o en un ente espiritual. Así lo leemos (41-43):

“Entonces les dijo: ¿Tenéis aquí algo para comer? Ellos le dieron un trozo de pescado a la brasa; lo tomó y se lo comió delante de ellos”.

Vayamos al Evangelio de Juan. Leemos ahí (20,27) cómo Tomás palpa las heridas de Jesús. Demuestra así que lo que se les apareció era un cuerpo tangible de carne y huesos:

“Después le dijo a Tomás: Acerca el dedo aquí y mira mis manos, y acerca, y acerca la mano y ponla en mi costado, y no seas incrédulo, sino creyente”.

Lo que queda claro es que Jesús tenía que desaparecer de Palestina. Tomó, como hemos visto, los últimos contactos con sus discípulos, contactos esporádicos para no ser descubierto, y emprendió la marcha hacia el Este. Era, al fin y al cabo, un hombre perseguido. Para no ser descubierto, incluso se disfraza durante los últimos días de su estancia en Palestina, como lo demuestra el texto del Evangelio de Marco (16,12):

“Después de esto se apareció en una figura distinta a dos de ellos que caminaban e iban hacia el campo”

Pero, aparte de que ahora se veía forzado a huir, Jesús tenía de todos modos que acabar de cumplir la misión para la que fue enviado. De haber muerto efectivamente en la cruz, Jesús habría fracasado en el cometido que le fue asignado. Quiero decir que Jesús no debía morir sin haber antes buscado y salvado a las tribus perdidas de Israel.

EN BUSCA DE LAS TRIBUS PERDIDAS DE ISRAEL

Evidentemente, Jesús debía ir en busca de estas tribus. Pero, ¿dónde estaban?

Volviendo atrás en el tiempo, recordaremos que Josué dividió la Tierra Santa entre los hijos de Israel, siendo ocupada la mayor parte del Sur de Palestina por las tribus de Judá y Benjamín, mientras las restantes diez tribus se establecieron en el Norte de Palestina. Bajo el rey Saul, las doce tribus volvieron a reunificarse, si bien más tarde, en tiempos del sucesor del rey Salomón, una revolución separará para siempre a diez de las tribus de Israel de la casa de David.

Luego, y como resultado de una incursión asiria, el rey Tiglatpileser se lleva a muchos de los habitantes de las tribus del norte. Comenzó así la cautividad de las diez tribus. Casi todos los supervivientes fueron enviados a cautiverio años más tarde por Sargón, que finaliza victorioso el sitio puesto por los asirios a la capital del reino del Norte israelita, Samaria. De este cautiverio ya no regresarían jamás.

Englobados de esta forma en el imperio persa, los componentes de las diez tribus así perdidas de Israel, fueron desplazándose hacia el Este a medida que los grandes conquistadores persas iban expandiendo sus dominios por tierras del actual Afganistán, Pakistán y Cachemira por el Norte, para detenerse a la ribera del río Indo. Allí se establecieron los supervivientes israelitas, siendo conocidos hasta hoy con el nombre de Bani Israel, o sea “hijos de Israel”.

Estas tierras serían por lo tanto el objetivo inmediato de Jesús: Cachemira.

LA HUÍDA DE JESÚS

Ibn-i-Jarir, en su famoso Tafsir-Ibn-i-Jarir at-Tabri escribe:

“El y su madre, María, tuvieron que emigrar de Palestina y partir hacia un país lejano, pasando de país en país”.

Jesús, según los relatos bíblicos, se había encaminado hacia Emaus, hacia el valle de Josafat, habría pasado a través del Occidente de Judea y habría llegado a Samaria, un país en el que les estaba prohibido entrar a los judíos. Había alcanzado finalmente Nazareth, encaminándose al lago Tiberíades (Juan, 21, 1). De Nazareth partían las grandes caravanas en ruta hacia Damasco.

A tres kilómetros de Damasco existe un lugar que desde entonces y hasta hoy se llama Maqam-I-Isa (el lugar de estancia de Jesús). Jesús debió haber vivido ahí el tiempo suficiente como para convertir en discípulos suyos a Ananias y otros.

Durante su estancia en Damasco Jesús recibió una carta del rey de Nisibis, en la que se le informaba que el mencionado rey había caído en una grave enfermedad y que pedía a Jesús que acudiera para curarle. Jesús envió una contestación diciendo que enviaría a uno de sus discípulos y que él mismo seguiría más tarde, según leemos en la Biblioteca Cristiana Ante-Nicena, Vol. XX (Documentos siríacos, 1). Jesús sabía que algunas de las tribus perdidas de Israel estaban en Nisibis, circunstancia que también mencionó el historiador Josephus. Pero se da cuenta de que es hora de marcharse de Damasco para salvar su vida (Actos, 9, 23).

Muhammad bin Khavendash bin Mahmud, comúnmente llamado Mir Khwand, escribe en su famoso libro Rauzat-us Safa que se ha convertido en un libro persa de historia clásico:

“Jesús y María abandonaron la ciudad y se encaminaron hacia Siria”

Voy a cambiar rápidamente de fuentes para leer en el Sagrado Corán (23, versículo 50):

“E hicimos con el hijo de María y con su madre, un milagro y les refugiamos en una benéfica colina provista de manantiales”.

En la obra Jami-ut-Tawarihk se nos explica que durante estos días María, la madre de Jesús llevaba un bastón en su mano y caminaba a pie. A continuación el autor nos cuenta que Jesús se encaminó hacia el rey de Nasibain (Nisibis) y predicó allí. Desde esta ciudad marchó hacia Mashaq, donde está situada la tumba de Sem, hijo de Noé. Descripción similar podemos hallar en la obra Nasikh-ut-Tawarihk (vol. 1, 28). Ni en el Jami-ut-Tawarihk, ni en el Rauzat-us-Safa, hallamos explicación alguna para la repentina marcha de Jesús de Nisibis. Sin embargo sí la hallamos en la obra de Ibn-i-Jarir, Tafsir-Ibn-i-Jarir-al-Tabri (vol. 3, 197):

“El rey (de Nasibain) era un hombre astuto. El pueblo quería matarlo (a Jesús) y éste huyó”.

En aquella época existían tres ciudades con este nombre. A saber:

una entre Mosul y Siria

la segunda a orillas del Eufrates

la tercera cerca de Jalap, en Siria

En el libro Majma-ul-Buldan publicado en 1207, leemos que la primera de ellas está situada en la ruta de las caravanas de Siria a Mosul y más allá y que está situada a una distancia de seis días de viaje de Mosul. Mosul era un importante centro de comercio. Edessa, conocida ahora por el nombre de Urfa, no está lejos de este lugar. De Urfa a Aleppo hay cuatro días de viaje y Aleppo está situada en lo que siempre ha sido la gran ruta del comercio entre el Océano Indico y el mar Mediterráneo. Ain-ul-Arus está situada a sólo unas cuantas horas de viaje de Aleppo. Así pues, Jesús fue a todos estos lugares para llegar a Aleppo y proseguir su viaje. En Ain-ul-Arus está la tumba de Sem, hijo de Noé, lugar en el que también han sido encontrados vestigios hititas. Así, Jesús visitó la tumba de Sem durante su viaje.

Desde que el pueblo de Nisibis quiso matar a Jesús, y dado que él no podía ir muy lejos en pocos días, viajó de incógnito bajo el nombre de Yuz Asaf, y los libros y tradiciones locales de las regiones que visitó o por las que pasó después de su marcha de Nisibis hablan de él llamándole Yuz Asaf. En la obra Farhang-i-Jahang y en el Anjuman-i-Arae Nasiri leemos que Asaf fue uno de los grandes países no árabes. En el Burhan-i-Qate Asaf es el nombre dado al hijo de Barkhia, que fue uno de los eruditos de Beni Israel.

En el Farhang-i-Anand Raj el nombre Yuz se explica como “procurador o líder”. Ambas palabras son hebreas. Pero ninguna de las obras citadas explica realmente qué significa Yuz Asaf y no le hallamos explicación lógica a la luz de los significados aportados. En el libro Farhanf-i-Asafia se explica de la siguiente forma el significado de Asaf: En tiempos de Hazrat Isa (Jesús) cuando los leprosos fueron curados por él, éstos, habiendo sido admitidos entre la gente sana que estaba libre de enfermedades, fueron llamados Asaf.

Así, la palabra Asaf fue aplicada a los leprosos curados por Jesús. Por lo tanto, Yuz Asaf significa “el procurador o líder de los leprosos curados por Jesús”. ¿Quién podía ser esa persona, sino Jesús mismo? El nombre Asaf, teniendo así un significado especial conocido en aquella época por las pocas personas que rodeaban a Jesús, sirvió para el propósito y le describía con mayor propiedad que cualquier otro nombre que hubiera podido adoptar. Faizi, el poeta de la corte de Akbar, cita a Jesús:

“Aiyki nam-i to: Yuz o Cristo” (O tú cuyo nombre es Yuz y Cristo).

Más tarde volvemos a encontrar a Jesús en el Irán. Allí se sabe de Yuz Asaf que vino de un país situado al Oeste y que predicó aquí y que mucha gente creyó en él. Los recuerdos que se tienen de Yuz Asaf en las tradiciones iraníes, son similares a los que se tienen de Jesús.

Rastros de Jesús se hallan también en el Afganistán: en Angazni, en el Oeste, y en Jalalabad, en el extremo Sudeste del Afganistán, existen dos explanadas que llevan el nombre de Yuz Asaf, ya que aquí había predicado. Uno de los emires del Afganistán nombró uncelador para esta parcela en Jalalabad, e igualmente donó una subvención para su mantenimiento.

Muy cerca ya de la actual frontera entre el Pakistán y Cachemira aunque todavía en el lado paquistaní, volvemos a encontrar datos sobre el paso de Jesús por la localidad de Taxila. Allí estaba Tomás esperando la boda de un hijo de Gad, hermano del rey Gondafras. Así está escrito en el acta Thomae:

..”Tomás, terminadas las ceremonias, abandonó su sitio. El novio apartó la cortina que le separaba de su novia. Vio a Tomás, según supuso, conversando con ella. Entonces le preguntó sorprendido ¿Cómo puedes estar aquí? ¿No te ví salir antes que a nadie? Y el Señor contestó: No soy Judas Tomás, sino su hermano”.

Debo hacer un breve inciso aquí para aclarar que Juan llama también a Tomás por el nombre de Didimo, correspondencia griega del arameo Toma, que significa “mellizo”, a causa del extraordinario parecido físico entre Tomás y Jesús (Juan, 20, 24).

Tomás acompaña a Jesús en su huída de Jerusalén hasta Cachemira. Así, aparece junto a María, madre de Jesús, en el momento en que se supone que debería haber tenido lugar la resurrección (Actos, 1, 13-14), aparece también junto al lago Tiberíades (Juan, 21, 1-2), aparece en Damasco y en Magdonia (Nisibis), y aparece ahora en Taxila, como acabamos de ver. A partir de aquí acompaña a Jesús a Cachemira, en donde se encontraba también en el momento de la muerte de éste. Luego retrocedería hasta Taxila para seguir hacia Kerala en el Sur de la India, siendo muerto y quemado en Milarope, Madras.

la isla secreta

Debajo de la isla de Pohnpei (o Ponape), en el océano Pacífico, se esconde una página secreta de la historia de la Humanidad. Por esta razón, los iniciados de la hermandad de los ‘tsamoro’ le dan a su isla justamente este nombre: “Sobre el secreto”.

Un lugar que le sigue ocultando al extraño gran parte, precisamente, de sus conocimientos secretos.

El único que ha trascendido más allá de sus límites, sigue sin estar resuelto: frente a sus costas se asientan las ruinas de la enigmática ciudad acuática de Nan Madol, construida —nadie sabe cuándo ni por quién— con gigantescos bloques de basalto sobre 91 islotes artificiales. Invadida por la jungla y los manglares, continúa siendo para los nativos una ciudad prohibida, que —de acuerdo con su tradición— acecha con la muerte a quien osa permanecer en ella después de la caída del Sol.

En este enclave de las Carolinas orientales, en la Micronesia, averigüé sobre el terreno cuanto allí se esconde. Acumulando vivencias en la jungla de los montes y en los manglares de las aguas litorales, conviviendo con los transmisores del conocimiento de la isla, he ido recomponiendo el rompecabezas de la desafiante historia de Pohnpei —descubierta por navegantes españoles en el siglo XVI— que mantiene a muerte un solo principio: no revelar jamás todo lo que alberga.

En 1939 había aparecido en la Prensa alemana una curiosa noticia: afirmaba ésta que submarinistas japoneses habían efectuado inmersiones en la isla carolina de Ponape (la antigua Pohnpei) y habían sacado del lecho del mar trozos de platino. Pero no de alguna formación natural recubierta de coral, sino de un tesoro submarino.

Noticias posteriores afirmaban que en la costa oriental de Pohnpei se hallaban diseminadas en una amplia área misteriosas construcciones cubiertas por la jungla: un sistema de canales, muros ciclópeos, ruinas de fortificaciones, ruinas de palacios…

UNA CIUDAD SUMERGIDA

Ya mucho antes de la primera gran guerra —explicaron los nativos— buscadores de perlas y comerciantes japoneses habían efectuado sondeos clandestinos en el fondo del mar. Hasta que los submarinistas regresaron con narraciones fabulosas: allí abajo se habían podido pasear por calles en parte bien conservadas, si bien recubiertas por moluscos, colonias de corales y otros habitantes marinos, amén de algún que otro vestigio de ruinas. Desconcertante había sido, según ellos, la visión de numerosas bóvedas de piedra, columnas y monolitos.

Esta misteriosa ciudad submarina albergaba tesoros concretos, debiéndose hallar en el centro de la misma una especie de panteón de los nobles del lugar, cuyas momias yacían allí. Pero aquí viene lo asombroso: cada una de estas momias estaría encerrada en un sarcófago de platino. Estos son los sarcófagos que —ya en época de la dominación japonesa de la isla, o sea entre las dos guerras mundiales— habrían localizado los submarinistas nipones.

De acuerdo con estos testimonios, habrían ido extrayendo platino del fondo marino hasta el momento en que dos submarinistas ya no volvieron a emerger.

Desaparecieron sin dejar rastro, llevándose consigo su moderno equipo de inmersión y de trabajo: jamás nadie volvió a verlos.

RUMBO AL ENIGMA

Pohnpei se presentaba como un reto fascinante. Pero quedaba una sola duda: ¿se trataba de comentarios fantasiosos de gente ávida de sensacionalismo? Para despejarla, valía la pena estar volando, como lo estábamos haciendo Miquel Amat y yo, en pos del Sol.

“Allí la gente no va”. Que esto no lo hacía nadie, que la gente se iba, pues… a Hawaii o a las Fidji, pero allí no: “Allí se comen a la gente”, me decía un oficial de inmigración en el aeropuerto neoyorquino John F. Kennedy. Mal informado estaba el funcionario yanqui sobre las actuales preferencias culinarias de los pohnpeyanos, pero menos aún sabían en las agencias de viaje de la otra costa americana: “¿Y eso dónde cae? Es la primera vez que lo oigo”, me confiesa un veterano empleado de la ‘Western Airlines’ en Los Angeles. En eso, parecía evidente que el inquisidor de New York había tenido razón: a Pohnpei la gente no iba.

Ya en pleno Pacífico, a mitad de camino entre Los Angeles y Pohnpei, con más de 15.000 km de vuelo a las espaldas desde nuestra partida de Barcelona y con todavía algo más de 4.200 km de sobrevuelo del océano Pacífico por delante, tampoco habían oído hablar nunca de Pohnpei. Ni siquiera el experimentado taxista hawaiiano que nos llevó del aeropuerto de Honolulu a la playa de Waikiki. Únicamente el gerente del restaurante ‘Tahitian Lanai’ en Waikiki supo aportar algo concreto; conocía Pohnpei: que si lo nuestro era el masoquismo, que fuéramos allí.

Pero que el Pacífico ofrecía mil rincones para visitar antes que éste.

EL NOVENO ATERRIZAJE

Al día siguiente nos esperaba por fin nuestro noveno y definitivo aterrizaje desde que partimos de Barcelona. El volante correo del Pacífico nos había llevado de Honolulu al atolón de Johnston, de allí al de Majuro, y de éste a la base de misiles de Kwajalein.

Después de haber estado sobrevolando y aterrizando en atolones que eran superficies desérticas y absolutamente planas que a duras penas rebasaban en algún metro el nivel del mar, el espectáculo que hora y media más tarde se ofreció a nuestros ojos a la izquierda del avión, cuando surgimos por debajo de la capa de nubes, fue realmente impresionante: una lúgubre mole de montañas totalmente cubierta de espesa jungla de un pegajoso color verde oscuro, aparecía envuelta en sus cúspides más elevadas por neblinas y nubarrones blancos, grises, pesados.

Sobrevolamos los arrecifes de coral del extremo norte de la isla, e inmediatamente surgió un poco más a la izquierda el islote sobre el que se extiende el campo de aterrizaje de Pohnpei.

Aterrizaje —huelga decirlo— sin ayudas de tierra: a ojo.

VIGILANTES SOMBRAS NOCTURNAS

Al segundo día nos instalamos en una cabaña de madera con cubierta de hoja de palma, cuyos lados ofrecían amplias franjas abiertas por las que pasaba el aire pero nunca la lluvia, abundante lluvia en esta isla, que cae intermitentemente durante 300 de los 365 días del año. A una temperatura media permanente de 27-28°C, este tipo de alojamiento es el único idóneo para el lugar.

Tuvimos que acostumbrarnos a compartir el interior del habitáculo con lagartos, lagartijas, sapos, caracoles gigantes y la visita diaria de una rata. Pero todo esto quedaba compensado por la magnífica vista tropical que desde nuestra cabaña disfrutábamos sobre la Bahía de la Mala Acogida, como la bautizaron cuando la descubrieron en enero de 1828 unos navegantes rusos, a causa del poco hospitalario carácter de sus moradores.

En la primera noche de estancia en la isla ya tuvimos una clara muestra de que allí nos preguntarían más de lo que nos dirían. Fuimos a dar una vuelta a pie para la primera toma de contacto con el nuevo entorno. La oscuridad, total. Solamente la tenue luz de alguna vela o quinqué en las cabañas cercanas. Sin previo aviso rompió a llover bastante torrencialmente, a lo cual no tardaríamos a acostumbrarnos.

De la oscuridad surgió una figura igual de oscura que nos invitó por señas a seguirla. Nos ofreció cobijo en la cercana cabaña de reunión de los hombres del lugar. Estaba ocupada por unos quince individuos que nos fueron estudiando en silencio, mientras dos de ellos se alternaban en hacernos preguntas concretas sobre nuestra estancia en Pohnpei: qué habíamos venido a hacer aquí, cuándo habíamos llegado, qué lugares pensábamos visitar, y —algo que parecía interesarles especialmente— cuándo volvíamos a abandonar la isla. Intenté ganar tiempo con respuestas evasivas hasta que paró de llover.

Continuamos nuestro solitario deambular de exploración nocturna del terreno, cuando un silencioso movimiento oscuro a mi espalda coincidió con una pregunta:

“¿Me das fuego?”

Volvía a ser el mismo individuo que nos había invitado a la cabaña de los hombres, ahora acompañado de uno de nuestros interrogadores:

“¿A dónde os dirigís por este camino?”

Estaba claro que, al igual que en el Kim de Rudyard Kipling, también la noche de Pohnpei iba a estar llena de ojos…

SUS ANTEPASADOS APLICABAN TECNOLOGÍAS MÁGICAS

Entre aventuras, con tiento y con paciencia, logré conectar con el paso de los días con algunos de los transmisores del conocimiento ancestral de la isla —a la que James Churchward consideraba asentamiento del santuario del supuesto continente hundido de Mu—.

El enigma principal que ofrece son las ruinas de Nan Madol. Con respecto a ellas, la arqueología oficial reconoce abiertamente su desconocimiento absoluto sobre la finalidad de las más impresionantes ruinas del océano Pacífico; es más, de la única ciudad en ruinas que puede visitarse en los 166 millones de km2 de dicho océano.

Pero además de este enigma principal, arqueológico, existe un foco mágico de la isla, oculto en la abrupta espesura de la jungla de Salapwuk, en las alturas montañosas del reino de Kiti, en el suroeste de Pohnpei. Allí y en otros puntos de la isla, la memoria de los pohnpeyanos perpetúa hasta hoy el recuerdo de gigantes, el recuerdo de personas que sabían volar, el recuerdo de una raza que recurría a asombrosos poderes mágicos que permitían el transporte aéreo de grandes bloques de piedra.

El recuerdo claro de la conexión celeste y de la realidad del vuelo posible, en la antigüedad.

ORÍGENES INICIATICOS

Pero vayamos a los orígenes de esta isla absolutamente mágica: Pensile Lawrence, uno de los transmisores vivos de la historia esotérica de Pohnpei, me contó por fin, al cabo de dos interminables semanas de evasivas y de negativas a la ansiada entrevista, esta historia de sus orígenes:

“Nueve parejas —nueve mujeres y nueve hombres— erraban en una canoa por el ancho mar, buscando una tierra nueva en la que establecerse. En esto pensaban cuando se toparon con un pulpo hembra de nombre Letakika. Cuando éste averiguó el motivo de su viaje, les indicó un lugar del océano en el que había una roca que surgía por encima de las olas. Las nueve parejas prosiguieron su camino y hallaron la roca. Sobre ella comenzaron a construir la isla.

Luego, dejaron en ella a una pareja, un hombre y una mujer, mientras que el resto volvieron a marchar. El nombre del hombre que se quedó en la isla no tiene importancia; no tenía nombre. Sí lo tenía el de la mujer: se llamaba Lemuetu. Lemuetu es la primera madre de Pohnpei. Por ello sus habitantes se asientan sobre un matriarcado. En su canoa, las nueve parejas llevaban alimentos para comer y para plantar en la nueva tierra.”

Este escueto y a la vez completo relato iniciático sobre los orígenes de la roca prima de Pohnpei, es un compendio de conocimientos ocultos. Aquí, en el breve espacio de un artículo, no ha lugar para explicaciones más amplias, que sí están recogidas en cambio en mi libro Sobre el secreto (Plaza & Janés Editores, 1985). Apuntaré aquí solamente que el 9 es —para las empresas de la especie humana— el símbolo del nacimiento.

Entre otras, lo refleja así claramente por ejemplo la cábala lingüística de las voces “nueve-nuevo-nave-huevo” (“novem-novum-navis-ovum”), que cobra todo su vigor en el gay saber de los argotiers, en el argot de aquellos que construían la obra en el país del gallo, en la Galia: “neuf-neuf-nef-oeuf”.

En el relato pohnpeyano reaparecen estos mismos elementos: la nave, tripulada por nueve parejas, para construir un país nuevo, lo cual significa un nacimiento, simbolizado por el huevo.

EL VIAJE DE NOÉ

Ahora bien, las características de la nave-canoa, con alimentos y plantas parta sembrar en el país nuevo, el hallazgo de una roca de tierra firme sobre la cual establecer un nuevo núcleo humano, la indicación de la cercanía de la nueva tierra por parte de un animal —aquí es un pulpo—, la equiparan a la nave-arca de Noé que navega igualmente en busca de la nueva tierra.

Y en la misma cábala lingüística de quienes construyen bajo el signo del gallo, Noé es la radical de Noëlle, la natividad, el nacimiento. Con lo que seguimos en la constante 9 indicada en el relato primo de Pohnpei: en 9 ciclos (=meses) se forma (= nace) el ser humano.

Y —como no podía ser menos— exactamente cada 9 meses se reunían en Salapwuk —en cuyas espesuras se conserva la roca original de la isla, aquella que sirvió para su nacimiento—, el principal lugar de culto de Pohnpei, todos los iniciados, para unas celebraciones a las cuales estaba vedada la asistencia a todo extraño.

EN EL SECRETO SANTUARIO DEL PACIFICO

Aventurarse en las espesuras de los montes de Salapwuk, en el reino de Kiti, puede llegar a constituir una de las experiencias más cautivantes en la vida de cualquier persona que busca. Como puede también convertirse en un sendero sin retorno. O ser simplemente una excursión por la jungla. Todo depende de la motivación con que uno emprende la ascensión hasta el núcleo habitado más elevado de Pohnpei. Allí se halla el germen inicial de todo cuanto tiene que ver con los misterios de la isla.

La lenta ascensión a pie a través de la jungla propicia el que solamente llegue hasta Salapwuk aquél a quien los celadores del santuario se lo permiten. Tanto es así, que Miquel y yo fuimos los primeros extranjeros que han llegado a pisar aquellos parajes vírgenes.

En busca del lago de agua dulce en el que, en las alturas de Kiti, crecía la misma hierba que crece abajo en el mar.

LA AVENTURA DE LA BÚSQUEDA

Días antes le había preguntado a Masao —uno de los iniciados de la isla— por el significado del nombre ‘Salapwuk’: “Allí hay una roca. Cuando la veas, sabrás por qué se llama Salapwuk”, me contestó escuetamente, para advertirme a renglón seguido:

“Si logras subir con los contactos adecuados a las montañas, los celadores del lugar te mostrarán algo si creen que eres merecedor de ello; pero jamás te permitirán acceder a las cosas secretas que allí hay.”

Pronto tendría que darle la razón.

Tras el largo ascenso hacia las cabañas de Pernis Washndon —el celador visible (que no máximo) de los selváticos montes de Kiti— la primera condición que éste me impuso fue el mutuo silencio sobre lo que allí hablaríamos, compromiso que por supuesto no voy a romper, por lo cual solamente reflejaré aquí parte de aquello que no atañe al mismo. Después de lo cual comprobaría que los distintos vigías de la jungla montañosa estaban informados de nuestra presencia. Entrada ya la noche, acudieron una serie de hombres, con alguno de los cuales nos habíamos cruzado ya en nuestro camino de ascenso. Pero otros acudieron de zonas aún más altas.

En un momento nos vimos acosados por primero tres, e inmediatamente dos más, en total cinco de aquellos guardianes de Salapwuk que, machete en mano y a dos palmos de nosotros —que estábamos hombro con hombro intentando captar aquella situación —imponían la prudencia por encima de cualquier otra reacción.

Tuvimos el segundo justo para confirmarnos mutuamente que aquello se salía de lo normal y podía derivar en algo feo si dábamos un paso en falso, cuando comenzaron a someterme alternativamente los cinco a un severo interrogatorio acerca del motivo auténtico de nuestra presencia en Salapwuk. Sólo al cabo de un buen rato de esfuerzos por no perder parte del terreno tan pacientemente ganado, logré restarle gravedad a la tensión que evidentemente se había creado.

Miquel y yo nos turnamos para dormir aquella noche tan fascinantemente intrigante como incómoda y al día siguiente nos internamos desarmados en las espesuras de la parte superior de Salapwuk, guiados por lugareños armados, circunstancia que nos impidió adoptar una postura de fuerza cuando se repitió un grave episodio de tensión entre ellos y nosotros. “Un comentario más y os pueden matar aquí mismo”, nos avisó la bonita Carmelida, que nos hacía de intérprete y que la víspera, advertida por Pernis Washndon de que guardara silencio sobre el contenido de nuestra conversación, comentó: “Si estuviera loca, hablaría.”

Los guardianes cumplieron perfectamente su cometido, puesto que regresamos después de un día de caminata a pie descalzo por la jungla, sin haber visto el enclave que yo buscaba. El lugar en el que, en épocas pasadas, cuando se producía alguna sequía anómala, los chamanes invocaban la llegada de la lluvia, que no tardaba en presentarse, después de haber clavado el sacerdote una vara en una abertura del terreno.

Era exactamente la historia que ocho años antes me había contado el superior del santuario de Aishmuqam, en la antigua ruta de los mercaderes que desde el Afganistán se dirigían a la capital de Cachemira, Srinagar.

Guardaban allí el bastón de Musa (Moisés), que solamente se usaba en aquel extremo norteño de la India para invocar la llegada de la lluvia, o el fin de una epidemia, siempre con inmediato resultado positivo.

EL TAPÓN DEL MISTERIO

De cuanto se puede explicar, lo más importante que me traje de las espesuras de Salapwuk fue la explicación de su celador visible, Pernis Washndon, de que estos montes y la isla misma no constituían más —como su propio nombre esotérico (“Sobre el secreto”) indica— que un tapón que esconde, al tiempo que señaliza, el emplazamiento del auténtico misterio que se oculta en sus profundidades.

No tardaría en averiguar que este misterio guardaba estrecha relación con las noticias aparecidas a finales de los años 30 en la Prensa alemana.

De regreso del reino de Kiti pude ya, con lo averiguado en Salapwuk, poner todo mi empeño en averiguar el motivo de la existencia en la isla de una ciudad construida sobre islotes artificiales, aprovechando su arrecife coralífero.

Para ello había que remontarse a la aparición en la isla, en épocas remotas, de una pareja de instructores llegados desde el aire, en una nube, con la finalidad de buscar un emplazamiento idóneo para la construcción de una ciudad-santuario.

Hallaron este emplazamiento en un lugar en el que vieron luces bajo el agua, en el mar. Supieron por ellas que era éste el lugar en el que debían construir una ciudad provocativamente distinta, sobre islotes artificiales, para señalizar la singularidad de aquel lugar.

Porque las luces que vieron les indicaban la existencia, allí, de construcciones artificiales muchísimo más antiguas, sumergidas bajo las aguas litorales de Pohnpei. Allí estaba el inicio del ovillo que conducía al secreto que daba nombre y significado a la isla.

Todo un reto para esoteristas, arqueólogos e historiadores.

LOS GRANDES INICIADOS

El Corán, en la Sura 18, habla de Al Raqim, la tabla que contiene las claves de la iniciación en la cueva. En Pohnpei los Sau Rakim fueron antiguamente los grandes iniciados —ya no queda ninguno hoy en día— que guardaban los secretos y no los compartían con las demás personas. Los mantenían ocultos, ya que de otra forma eran castigados con la muerte.

Cuenta la tradición que conocían todas las antiguas historias de Pohnpei, y que cuando morían comenzaba a llover, a relampaguear y a tronar. Algo similar —se suceden en esta isla las conexiones planetarias— a lo que sucedió con motivo de la crucifixión de Jesús.

LOS TSAMORO, SOCIEDAD SECRETA DE POHNPEI

Por debajo de los Sau Rakim, que eran los máximos iniciados de la isla, existía una sociedad secreta, la sociedad de los tsamoro. Los jefes de tribu se constituían automáticamente en miembros de esta sociedad, mientras que a los demás tsamoro se les exigía una demostración de sus aptitudes en el plazo de un tiempo de prueba de varios años de duración. Esta demostración consistía en el conocimiento de la lengua de la sociedad, que no era la del pueblo. Era por lo tanto un argot, una lengua de los argotiers, por lo tanto de los argo-nautas.

Los tsamoro se reunían una vez al año en un lugar sagrado, rodeado de muros de piedra. El acceso les estaba vedado a los no iniciados, bajo pena de muerte inmediata. Durante sus reuniones secretas, los elegidos bebían sakau y cada uno ofrecía un recipiente de esta bebida sagrada a los seres superiores.

Explicaré enseguida en qué consiste esta bebida.

Valga decir antes aún que el jefe de la hermandad secreta de los tsamoro tenía su sede en estos montes de Salapwuk en cuya jungla me hallaba, y en donde cada nueve meses se reunían todos los iniciados para un encuentro de cuatro días de duración.

UNA VEZ MAS EL CLICHÉ DEL DILUVIO

Averigüé en las oscuras noches de la jungla que existen allí narraciones legendarias que apuntan claramente hacia el recuerdo de una inundación total de la isla, o sea de un diluvio (para ellos obviamente universal).

Literalmente:

“Las inundaciones arrancaron toda la tierra de la isla” — dicen las tradiciones.

Después de haberse retirado nuevamente las aguas, alguien procedió a reconstruir un túmulo de rocas en Salapwuk, en el reino de Kiti. Pernis Washndon (el celador de los misterios de estos montes) me dijo en este contexto que Salapwuk no era más que el tapón que tapaba un secreto que se encerraba debajo del lugar que estábamos pisando.

Y considerando que Salapwuk debe su razón de ser —como ya vimos en el anterior número de “Más Allá”— a la primera piedra, a la piedra angular, obligado es aportar aquí el dato de que en el texto apócrifo Testamento de Salomón, la piedra angular es aquella que se pone encima de la puerta del templo.

EL RITUAL DEL SAKAU

La ceremonia del sakau es celebrada por todos los pohnpeyanos diariamente, al anochecer. Según ellos, es una bebida proporcionada antiguamente por los seres superiores, como vehículo de comunicación con ellos. Tanto es así, que en el escudo o emblema oficial del actual estado de Pohnpei aparecen juntas las ruinas de Nan Madol y un cuenco de coco conteniendo el sakau.

Nosotros tomamos nuestro primer trago en el marco de un festivo agasajo del que nos hizo objeto una familia que ocupaba el pequeño islote de Takaieu, en los arrecifes que rodean a la isla central de Pohnpei.

El ritual ancestral que seguimos para tomar la bebida de la conexión celeste fue el siguiente: en primer lugar, durante el día fuimos recogiendo raíces de sakau (kawa-kawa, cuyo nombre botánico es ‘piper methysticum’). Al anochece, fuimos disponiendo hojas de banana debajo de una gran piedra plana, de hecho una plancha de piedra. La cantidad de hojas de palma depende siempre del mayor o menor rango del personaje principal que asiste a la ceremonia. Inmediatamente después lavamos cuidadosamente con agua las raíces y la plancha de piedra, hasta dejarla completamente limpia.

Mientras esto hacíamos en el interior de la amplia cabaña, en el exterior otros lugareños se encargaron simultáneamente de arrancar largas tiras de corteza de hibisco. Inmediatamente comenzó el ritual de ir machacando con piedras las raíces de sakau, dispuestas sobre la plancha de piedra. Esta plancha —de basalto— tiene un sonido metálico al golpearla con las piedras que sirven para machacar las raíces de sakau, y los oficiantes comenzaron por golpearla para señalar el inicio de la ceremonia en sí.

Cuando las raíces ya estuvieron prácticamente trituradas —en cuyo proceso intervinieron seis oficiantes sentados alredededor de la piedra-base—, se hizo perceptible el ritmo del repiqueteo de las piedras. Este ritmo, aplicado al unísono por todos los que están machacando las raíces, depende a su vez también del rango de la persona principal presente en la ceremonia, siendo el ritmo final idéntico al que se percibe escuchando el tamborcillo de mano de cualquier oficiante en cualquier lamasería del área Himalaya.

Cuando ya estuvo completamente triturada la raíz de sakau, la salpicamos con agua fresca, al igual que las tiras de corteza de hibisco. Inmediatamente nuestros anfitriones pasaron a amasar las raíces trituradas con agua, mientras otros ya habían dispuesto la corteza en un extremo de la piedra de sakau, para irla rellenando con la masa de raíces.

Esta fue envuelta —liada— completamente en la corteza, hasta formar un largo y grueso canuto que luego uno de ellos fue exprimiendo con lentitud y fuerza para que el jugo resultante se escurriera en un cuenco de coco. Nos lo tendieron para iniciar la ingestión, tras lo cual lo fuimos ofreciendo a cada uno de los presentes, como es costumbre entre ellos.

Es un jugo espeso, marrón, amargo y refrescante, que tiene la ventaja de no contener las fibras de la yuca masticada por las mujeres de la tribu, que ingerí con la chicha durante mi convivencia con los jívaros del curso alto del río Santiago, en la selva ecuatoriana.

Lo que ingerimos aquí, en Pohnpei, es una droga adormecedora, la kawaína, cuyos efectos se comienzan a advertir en una insensibilización de los labios y de la punta de la lengua. Es un principio activo modificador del sistema nervioso, que produce la parálisis de las fibras centrípedas. El abuso de su ingesta puede conducir finalmente a una caquexia mortal. De todas formas, esto no se da entre los habitantes de Pohnpei, que saben dosificarse perfectamente su ración diaria de sakau. Precisamente porque no toman el sakau por drogadicción, sino porque constituye para ellos ancestralmente un vehículo de comunicación sagrado. De comunicación con seres superiores.

Vayamos pues a la comunicación celeste de los antiguos habitantes de esta pequeña isla —más pequeña que, por ejemplo, Ibiza—.

PADRE EXTRATERRESTRE Y MADRE TERRESTRE

Comienza la conexión celeste de los antiguos pohnpeyanos con un hombre llamado Kanekin Zapatan, descendido de las alturas, de un lugar desconocido, a Pohnpei, acompañado de un grupo de personas que sabían volar. Kanekin Zapatan se fija en la hija de un jefe nativo. Tenemos así a un hombre descendido del cielo que se casa con una mujer terrestre. Ya conocemos eso de los textos bíblicos.

Urgido para el regreso por sus acompañantes, reclama sus alas y su aditivo capilar —un casco que llevaba— para poder reunirse en las alturas con los suyos.

Le acompaña también su mujer, y literalmente dice la tradición:

“Metió a la mujer en el cabello y alrededor de él ajustó el nudo”.

¿Cabría en aquella remota época mejor concreción para indicar que le puso un casco, imprescindible para levantar el vuelo?

Huye pues con la hija del jefe nativo, que en el trayecto da a luz a un niño distinto, dotado de grandes poderes mágicos. Este niño se llamará Luk, al que dejan en tierra mientras ellos prosiguen su vuelo. Más adelante Luk enciende una hoguera, para ascender en su humo, sobre un tambor, al cielo, imagen ésta que puede equipararse a la del despegue de un cohete portador de una cápsula tripulada. Al reencontrarse con sus padres les recuerda que “me engendrasteis en la Tierra”.

La narración también afirma de él que “sabía andar sobre el mar”. Se suceden los símiles con pasajes bíblicos.

DOMINABAN LA TÉCNICA DEL VUELO

“En aquella época” —me cuenta Masao al pie del camino que conduce hacia Nan Madol— “la raza de los hombres era distinta. Estaban más dotados, ya que eran capaces de transformar la piedra y de efectuar trabajos muy difíciles en la misma, pero esta gente habilidosa ya no existe hoy en Pohnpei. Hoy ya no son como la gente de antes, son distintos, ya que aquéllos poseían poderes mágicos y eran fuertes.”

Un curioso invento lo constituyen los sacos voladores que aparecen en algún que otro relato de los tiempos antiguos de la isla. Se trataba de vehículos volantes de gran movilidad con capacidad para un solo tripulante. Incluso quedan narraciones que refieren combates entre varios de estos sacos voladores.

En relación con este tema, le pregunté a Masao si antiguamente habían existido en la isla hombres voladores.

“¿Hombres volantes? No. No volaban propiamente, sino que penetraban en grandes pájaros, pronunciaban palabras mágicas, el pájaro se alzaba y volaba con ellos dentro. Construyeron pájaros voladores con árboles.”

DOS HERMANOS CON PODERES MÁGICOS

Es hora ya de que me refiera al principal enigma que plantea esta isla: la ciudad muerta de Nan Madol. Para ello hay que remontarse nuevamente a los relatos tradicionales de los nativos. Cuentan éstos que muchísimo tiempo después de la llegada de la primera canoa con las nueve parejas (ver “Más Allá” n°…), hacen aparición en la isla dos hermanos: Olosipe y Olosaupa. Con ellos comienza el enigma de la ciudad de Nan Madol.

El único recuerdo ancestral que los nativos conservan sobre la construcción de dicha ciudad, es el que refiere su origen a la actuación, absolutamente mágica, de estos dos personajes.

Nadie sabe de dónde vinieron; llegaron en una nube y descendieron en Sokehs, en el norte de la isla. Eran constructores, ingenieros, arquitectos extraordinariamente inteligentes y dotados de poderosos recursos mágicos. Pero además sacerdotes e instructores, que sacaron a los pohnpeyanos de su ignorancia y de su primitivismo. Llegaron a Pohnpei para edificar allí un santuario consagrado a un protector de la tierra y del mar: la anguila, desde entonces el animal totémico por excelencia de Pohnpei.

Hay que tener en cuenta que el pohnpeyano no adora a la anguila misma como animal, sino por lo que éste representa: en su cuerpo habita el espíritu, la divinidad. La anguila es así un vehículo de la divinidad. Como lo es la serpiente para los aborígenes australianos y para los pueblos mesoamericanos, entre otros. ¿Y por qué en Pohnpei no aparece la figura de la serpiente, cobrando vigor, en su lugar, la de la anguila? Pues porque es el único animal que el nativo pohnpeyano puede asimilar a la imagen de una serpiente, por la sencilla razón de que en su pequeña isla las serpientes no existen.

Pero volvamos al propósito de Olosipe y Olosaupa: erigirle un santuario a esta anguila sagrada.

Siendo la anguila una serpiente acuática, el santuario debía erigirse en un lugar que fuera a la vez mar y tierra: el arrecife coralífero que rodea a la isla.

EL FEUDO DE LOS REYES DEL SOL

Recorrieron, pues, la costa de la isla desde el promontorio de Sokehs, en el Norte, en busca de un lugar idóneo. Lo hallaron en un lugar llamado Sau Nalan, cuyo significado era el Sol. El santuario debía recibir el nombre de Nanisounsap, que significa “lugar del rey del Sol”. Pensile Lawrence, transmisor ya citado del conocimiento esotérico de Pohnpei, me confesaría:

“Se decidieron por el actual enclave de Nan Madol, puesto que en aquel lugar preciso observaron luces extrañas en el mar.”

De acuerdo también con la versión esotérica, debajo de Nan Madol yace Kanimeiso, la “ciudad de nadie”.

Por ende, cabe comentar aquí que todo el simbolismo de la construcción del santuario apunta hacia el feudo de los reyes del Sol: Nan Tauas, la construcción principal del conjunto, se halla en el vértice oriental (hacia donde sale el Sol) de Nanisounsap (el lugar del rey del Sol), erigido a su vez en el extremo oriental de Sau Nalan (el Sol), que a su vez constituye el flanco oriental, o sea de la salida del Sol, de la isla de Pohnpei.

TRANSPORTE AÉREO

Cuando regresamos de la jungla de Salapwuk, nos instalamos pues en el minúsculo y paradisíaco islote de Joy Island (antiguamente Nahnningi, el “pedazo de tierra pescado del fondo del mar”, o sea un trozo del paraíso, puesto que eso es para los pohnpeyanos el fondo del mar). En el islote sólo vivía Nahzy Susumu.

Con él, con nuestra compañera, guía e intérprete Carmelida Gargina, con los grandes cangrejos cocoteros, dos perros y algunos cerdos, con las rayas y con las crías y algún que otro padre de tiburón y con la desdichada morena que pescó Carmelida a golpe limpio de mi machete para cocerla luego aún medio viva en las brasas de nuestra hoguera, compartimos las inolvidables y solitarias noches de este mágico arrecife coralífero del Pacífico.

¿Mágico?: Absolutamente mágico. De día, íbamos a visitar desde allí las cercanas ruinas de Nan Madol: 91 islotes artificiales construidos sobre el arrecife, a base de la superposición —única en el mundo— de enormes columnas de basalto. Analizamos todas las posibilidades que podían ofrecerse de transportar estas columnas desde la cantera que se hallaba al norte de la isla, hasta el enclave en que habían sido apiladas en Nan Madol. Por tierra, imposible, dado que la espesa jungla que cubría toda la isla, y los intrincados manglares que se extendían a lo largo de la costa, hacían imposible el transporte de estos enormes bloques de piedra.

Cabía la posibilidad de un transporte por mar, a lo largo del arrecife. Miquel Amat, experto navegante, me comentó sin embargo que la única posibilidad habría sido, en época tan lejana, el sujetar cada columna de piedra debajo de una enorme balsa, para evitar que esta zozobrara y se hundiera.

Pero entonces, ¿cómo habrían podido salvar la barrera coralífera con la que habrían topado? El transporte era a todas luces imposible. Excepto para los iniciados, aquellos privilegiados isleños que conocían la historia auténtica de su tierra.

A la luz de la hoguera, en noche de plenilunio, un descendiente de tsamoro me confió que para ellos no es ningún secreto el que Olosipe y Olosaupa, los dos hermanos constructores, estaban dotados de un extraordinario poder mágico:

“Convocaron a todas las piedras para que vinieran por sí solas y formaran las imponentes construcciones. Olosipe y Olosaupa llamaron a las piedras que estaban en Sokehs. Estas oyeron su llamada mágica y acudieron volando junto a los dos hermanos. Por procedimientos mágicos éstos ordenaron a cada uno de los grandes bloques de piedra que ocupara su sitio correspondiente en las construcciones. Tal es la forma en que se construyó Nan Madol.”

Quien se sonría ante mi ingenuidad, recuerde las palabras del jefe hopi White Bear, cuando explica —sin tener ni la más remota idea de lo que cuentan los transmisores del conocimiento en Pohnpei— que exactamente este corte y trasporte de enormes bloques de piedra es lo que los katchinas —seres que dominaban el secreto del vuelo— enseñaron a los antepasados de los indios hopi, hoy asentados en Arizona, y que por su parte afirman proceder del Pacífico.

Es más: vimos que en la relación solar de todo el simbolismo construccional y de emplazamiento del santuario del rey del Sol —Nanisounsap— el edificio principal, Nan Tauas, ocupaba el vértice más oriental, o sea dirigido al Sol naciente.

Pues bien, Tauas significa en lenguaje hopi exactamente esto mismo: Sol.

EL MISTERIO ESTA DEBAJO

Todo esto no son más que los testimonios visibles y averiguables —cuando se pregunta con tiento— de los enigmas que presenta la isla de Pohnpei. Ocultos quedan sus auténticos misterios. O su auténtico misterio. Aquél que está implícito en el propio nombre de Pohnpei: “Sobre el secreto”.

Tuve que desandar la selva monte arriba para que en lo alto del reino de Kiti, en Salapwuk, uno de los principales celadores del secreto me dijera que la isla que estábamos pisando no era más que el tapón puesto encima de un gran secreto que se escondía debajo, razón y origen de la sociedad secreta que allí funcionaba.

Tuve que cruzar luego los manglares y navegar hasta Nahnningi, y por ende explorar las ya devastadas ruinas de la ciudad prohibida de Nan Madol, para ir arrancándoles a algunos nativos iniciados la confesión de que Nan Madol no es más que una señal en forma de desafiante ciudad que indica que frente a su muralla externa, allí donde moran los tiburones, se esconde bajo las aguas otra ciudad de construcción muchísimo más antigua.

Sendas expediciones australiana, norteamericana y japonesa confirman que allí, a nueve metros de profundidad, descubrieron los vértices superiores de diez columnas verticales de 20 metros de altura cada una. Nadie explica lo que ha encontrado agua abajo de estas diez columnas submarinas, de una cultura absolutamente distinta a la de los constructores de Nan Madol: éstos dispusieron la totalidad de los bloques de basalto en forma horizontal, mientras que las mencionadas columnas submarinas se hallan todas en posición vertical.

Pero eso es solamente el principio de lo que allí se esconde. Quedan para el recuerdo más reciente los sarcófagos de platino extraídos de allí entre las dos guerras mundiales por los buzos japoneses. Y para el más remoto, las luces vistas en este punto del mar por los instructores y constructores Olosipe y Olosaupa, que supieron así en dónde debían erigirle un santuario a la anguila sagrada.

El motivo de este artículo ahora, al cabo de siete años de haber visitado la isla, no es otro que el de remozar la memoria y dejar constancia de este misterio para las generaciones futuras, para las que Pohnpei no será más que una diminuta isla en el Pacífico, invadida por el moderno turismo motorizado japonés. Les debía este homenaje a los Sau Rakim de Pohn Pei, que supieron desaparecer sin haber narrado más que una parte de su saber, testimoniando así su pertenencia a la universal comunidad de iniciados.

El buen amigo, periodista, viajero, buscador y aventurero catalán Jorge Juan Sánchez García, que visitó Pohnpei en el mes de octubre de 1990, me comunica que desde mi estancia en la isla murió el celador de Salapwuk, Pernis Washndon, y se suicidó el joven y solitario Nahzy Susumu, que registraba el paso de cualquier extranjero a Nan Madol.

La sociedad secreta de los tsamoro no traiciona sus principios.

La cruz del diablo

En 1986, me interné en solitario en la selva ecuatoriana, en busca de la entrada que —oculta en la espesura amazónica— da acceso a los túneles de los Tayos, que supuestamente albergan el valioso legado de una civilización desconocida.

Desde entonces guardé silencio sobre lo que allí averigüé, por haberlo pactado así con los celadores visibles de aquel mundo subterráneo.

Ahora, al cabo de seis años, me veo obligado a publicar parte de su testimonio, forzado a ello por sendos artículos aparecidos recientemente sobre las cuevas de los Tayos y sobre el túnel de Costa Rica.

image from GoldLibrary Website

Cuando le sorprendo en el comedor del hotel Guayaquil aquel mediodía de finales de marzo de 1986, le fastidio a Janos Moricz el jugo de papaya que se estaba llevando a los labios.

Retornó el vaso a la mesa y me miró como si fuera un ectoplasma:

“¿De dónde sale usted? Ya no creíamos volver a verle…”

Contra su consejo y contra el de sus colaboradores, me había aventurado solo en el Oriente ecuatoriano, en la espesura de la selva amazónica, en busca de una confirmación de cuanto él aseguraba existe en el subsuelo de aquellos parajes vírgenes. Dado que no logré que me acompañara al lugar de su extraordinaria experiencia, decidí ir solo. Intentó disuadirme durante muchos días, para acabar brindándome una cena de despedida para alguien al que no se le va a volver a ver:

“Entrar solo en la selva supone la muerte. De allí no sales si no la conoces bien.”

LA LEY DEL SILENCIO

Ahora que había regresado, y que le demostré hasta dónde había llegado, su actitud cambió por completo: me abrió su pequeño museo junto a la sede de la Empresa Minera Cumbaratza y de la Empresa Minera del Sur, en Guayaquil, me mostró parte de su oro, sus fotografías del interior de los túneles, y me obsequió con un plano de los mismos:

“Es usted el primer extranjero que ha tenido el arrojo de ir solo hasta las cuevas. Otros lo han intentado, pero nunca nadie había ido solo. Ha crecido enormemente mi respeto por usted, por lo que, la próxima vez que venga, le prometo acompañarle a la selva. Solamente le pido a cambio que no publique absolutamente nada de lo que ha visto ni de lo que le he estado explicando.”

No hacía falta que insistiera en ello.

Conozco bien las reglas y sé respetarlas: por ética y por propia seguridad, pues queda mucho camino por recorrer.

UN REGUERO DE INFARTOS

Prácticamente a la misma hora en que estaba yo aterrizando procedente de Bogotá en el aeropuerto Simón Bolívar de Guayaquil, el 22 de febrero de 1986, moría de un infarto en los montes cercanos a Vilcabamba —en donde Moricz estaba concentrando sus más recientes prospecciones mineras— el ingeniero jefe de su equipo de geólogos, el alemán Dr. Stadler, que hacía su primer recorrido de reconocimiento del terreno.

Esta fue mi bienvenida.

Mi llegada coincidió con la del ingeniero Hans Theo Sürth, ayudante de Rommel en el desierto en sus años mozos, y que ahora actuaba en representación del Departamento de Geología y Minería de la misma empresa alemana que había enviado al Dr. Stadler. Al comunicar Sürth la muerte de su compañero a la central alemana, no tardó en recibir un telex de sus jefes que finalizaba con estas palabras: “… y abrid bien los ojos”. No dudé en aplicarme el consejo.

En 1987 telefoneé a Pierre Paolantoni a su casa de Paris. Me interesaba contactarle dado que catorce años antes también él había obtenido información de primera mano de Janos Moricz —que por cierto cambió hace años su nombre original húngaro de Janos por el español Juan—. Quedé con Pierre en que nos veríamos personalmente en la primera ocasión que yo tuviera de viajar a Paris. Cuando meses más tarde se dio esta ocasión, telefoneé previamente para acordar una cita.

Atendió al teléfono su mujer Marie-Thérèse: que no hacía falta que fuera a verlos, dado que al día siguiente de mi primera llamada, Pierre Paolantoni había sido ingresado de urgencia en una clínica por haber sufrido un ataque cardíaco. Precisaba reposos absoluto y no quería ni oír hablar del tema. Durante el invierno de 1991 acudí repetidas veces al domicilio de los Paolantoni en París, pero jamás logré hablar con ellos cara a cara.

Por primera vez desde su salida durante la ocupación rusa, Janos Moricz tenía intención de viajar a Europa, a su Hungría natal, en el verano de 1990. Al no venir, le llamé a Guayaquil:

“Con la guerra que se está fraguando en el Golfo, yo no viajo a Europa ni loco”, me dijo, para añadir: “Y le doy un consejo: lárguese con su familia ahora que aún está a tiempo. Aquí tiene usted casa y comida para el tiempo que haga falta.”

Temía que la guerra del Golfo le matara en Europa. Y las paradojas del destino pueden llegar a ser grotescas, dado que no interpretó bien el mensaje: se quedó en el Ecuador, y exactamente el día antes de que el diabólico presidente Bush anunciara el fin de la guerra del Golfo, Janos Moricz fue hallado muerto de un infarto de miocardio, el 27 de febrero de 1991, en la habitación de un hotel en Guayaquil.

EL HALLAZGO DE MORICZ

Entre la voluminosa documentación que me entregó Juan Moricz cuando regresé de la selva, figura copia de la Escritura notarial de protocolización de la denuncia oficial de su sorprendente hallazgo.

La presentó hace casi 20 años al Ministro de Finanzas, y por su intermedio al Presidente de la República del Ecuador, para dejar constancia de la exactitud de sus afirmaciones.

Extracto de esta Escritura notarial:

“He descubierto, en la región Oriental, provincia de Morona-Santiago, (click imagen derecha) dentro de los límites de la República del Ecuador, objetos preciosos de gran valor cultural e histórico para la humanidad, que consisten en láminas metálicas que elaboradas por el hombre contienen la relación histórica de toda una civilización perdida de la cual el género humano no tiene memoria ni indicio todavía.

Tales objetos se encuentran agrupados dentro de variadas y distintas cuevas, siendo de diversas clases en cada una de ellas. He realizado el descubrimiento de manera enteramente fortuita, en circunstancia en que, en mi calidad de científico, investigaba aspectos folklóricos, etnológicos y lingüísticos de tribus ecuatorianas.

Los objetos por mí descubiertos tienen las características siguientes, las cuales he podido constatar personalmente:

Uno: Objetos de piedra y metal en distintos tamaños, formas y colores.

Dos: Láminas de metal grabadas con signos y escritura ideográfica, verdadera biblioteca metálica que contiene la relación cronológica de la historia de la humanidad, el origen del hombre sobre la Tierra y los conocimientos científicos de una civilización extinguida.”

Lamina metálica encontrada dentro la Cueva de Los Tayos…

(image from ForosKaliman Website)

Más adelante, y siempre dentro de la misma escritura notarial, Moricz no se anda con rodeos ni tapujos cuando se dirige al Presidente de la República:

“Pido a usted se digne nombrar una comisión nacional ecuatoriana de control y de supervisión, a fin de dar a conocer a sus integrantes el lugar exacto en que se encuentran las variadas cuevas y cavernas que contienen los objetos descubiertos.

Dejo constancia de que me reservo el derecho de posteriormente presentar ante quien usted determine, fotografías, películas, e incluso muestras originales que sirvan para ampliar la descripción e identificar claramente la forma, tamaño, disposición y calidad de los objetos por mí descubiertos.

Dejo constancia, además, de que en uso de mi derecho de dominio sobre la parte que me corresponde en el hallazgo en conformidad con la Ley, me reservo el derecho de proceder al señalamiento y ubicación exactos del lugar donde los objetos se encuentran una vez que se haya designado oficialmente la comisión que solicito, y ésta se halle reunida e integrada con los científicos, investigadores y observadores que yo por mi parte designe en salvaguarda de mis derechos.”

COMPROMISO DE SILENCIO

El 23 de julio de 1969 se firmó en Guayaquil un documento que comenzaba así:

“Los abajo firmantes, integrantes de la expedición a las cuevas descubiertas y denunciadas en el Ecuador por el Sr. Juan Moricz, nos comprometemos formalmente a no formular declaración alguna periodística, radiodifundida, televisada u otras de similar naturaleza, ni a publicar fotografía alguna relacionada con la expedición, sus incidencias, los objetos preciosos existentes en el interior de las cavernas, la ubicación geográfica del lugar descubierto, las teorías o hipótesis a que conduce el descubrimiento y en general respecto de todos los pormenores de la expedición.” Etc.

De hecho, yo podía haber publicado un libro sobre mi viaje a los Tayos (“Tayu Wari” en el idioma de los nativos) tan pronto como regresé a Barcelona, en la primavera de 1986. Pero no me parecía ético. Prefería seguir buscando en esta dirección, como en tantas otras, en silencio. Prefería la postura del propio Moricz, cuando le pregunté qué pasaría si él moría antes de poder dar al mundo el mensaje que se había traído del interior de las cuevas:

“No pasaría nada. Entonces no habré sido yo el elegido para dar este mensaje.”

Pero apareció recientemente un artículo sobre los Tayos, firmado por alguien que nunca estuvo cerca de los mismos, ni mucho menos al borde de su entrada. Valga decir aquí de paso que tampoco Erich von Däniken estuvo jamás en la selva que encierra estas cuevas.

Un mes después de este reportaje, apareció un artículo sobre el túnel del “Templo de la Luna”, al que descendí con Juan José Benítez en Costa Rica en octubre de 1985. Honestamente creo que no era momento todavía de publicar nada sobre ninguno de los dos túneles.

En el caso de los Tayos, me obligan a publicar parte de mi propio testimonio, en apoyo de sus mismas afirmaciones.

MANIOBRAS DE DISTRACCIÓN

Como queda dicho, llegué a Guayaquil en febrero de 1986. En la sede de la Empresa Minera Cumbaratza me recibe Zoltan, compañero de fatigas de Moricz, y me comunica que acaba de morir en los montes cercanos a Vilcabamba el geólogo alemán ya citado.

En los días siguientes Janos Moricz, su compañero y compatriota Zoltan y Gerardo Peña, el abogado del grupo, me convierten en su huésped de honor y se empeñan en disuadirme de mi empeño de visitar las cuevas:

“¿De verdad quiere irse a Oriente? Esto siempre es peligroso, e ir solo es un suicidio.”

Pero yo no dejo de hacer mis preparativos para el viaje a la selva. Intento conseguir en Guayaquil, sin éxito, el ansiado suero contra la mordedura de serpientes, que no había podido obtener en Barcelona ni en Madrid. Tampoco aquí. En el mercado negro puedo agenciarme un revólver sin licencia por 80.000.- sucres, unas 80.000.- pesetas.

En algunas ferreterías de la capital del Guayas me ofrecen un rudimentario artefacto de dos balas, sin ninguna precisión, por unas 20.000.- pesetas. Decido que ya veré cómo me defiendo en la selva cuando esté más cerca de ella. Mientras tanto, me compro una hamaca y un poncho de lona para las lluvias.

En vez de ir conmigo a la selva como estaba previsto, Janos Moricz me invita a acompañarle a Vilcabamba —el pequeño valle andino con mayor índice de longevidad de América—, no sin antes darme un consejo:

“Llévese bastantes botellas de aguardiente de caña. No para usted, sino para la mula, por si ésta flaquea en la selva: un trago de aguardiente la levanta de golpe. Además, es lo más seguro: montado en la mula no le morderá ninguna serpiente.”

Me llevo aguardiente y whisky para mí. Viajo al sur del Ecuador, casi a la frontera con el Perú, en un “Trooper” de la Empresa Minera del Sur y en compañía de Zoltan.

“¿Por qué no se olvida de los Tayos? Verá cómo le gustan las minas. Es toda una experiencia. Escriba un libro sobre las minas y sobre el oro. Le daremos toda la información que precise y en Vilcabamba estamos abriendo una nueva prospección. Puede vivir allí como invitado nuestro el tiempo que quiera.”

No sabían con quién estaban hablando.

ÚLTIMOS CONSEJOS Y ADVERTENCIAS

En el camino, me compro en Loja unas botas de agua “Siete vidas” para la selva: con ellas avanzas mejor cuando el piso se transforma en lodazal, y puedes evitar la eventual mordedura de alguna serpiente que estés a punto de pisar por no haberla visto entre la hojarasca. Sirven, siempre y cuando sus colmillos sean lo suficientemente pequeños para no perforar la goma de las botas.

Llegamos al Hotel de Turistas de Vilcabamba, en los Andes, adquirido y transformado por Moricz en laboratorio de Geología, en el preciso instante en que en su cocina dan caza a una serpiente que se había colado en el edificio.

En los dos días siguientes todo son intentos de disuadirme de mi intención de llegar a los Tayos. Dado que no cedo, Moricz me brinda un banquete de despedida en el que se queman los últimos cartuchos: me advierten que nadie había vuelto solo de aquella selva, que las boas van a dar cuenta de mí antes de que me pueda apercibir de ello, que los tigrillos (jaguares) no son ninguna broma, y que las serpientes esperan gozosas mi llegada. La orquestación era la de toda una “última cena”.

Al día siguiente madrugo para emprender con el hijo del cónsul alemán en Guayaquil, Günter Lisken, agregado al ministro de Industria del Ecuador, el largo viaje en jeep hasta Cuenca, la histórica ciudad de los Andes. Media hora antes, Janos Moricz parece compadecerse de mí y me da unos cuantos consejos prácticos: la mejor ruta que puedo tomar, los contactos que debo localizar en el trayecto a la selva, y cómo protegerme de las serpientes: que embadurne de ajo los extremos de mi hamaca, ya que este olor las repele, y deposite algo más lejos potes de leche caliente, cuyo olor en cambio las atrae de forma casi encantada, mágica.

Pero yo ya no me fío de los consejos de quien me ha dejado plantado y ha hecho los imposibles por distraerme de mi objetivo principal. Cambio toda mi estrategia y mi ruta y prescindo de los contactos de Moricz, que averigüé sobre la marcha que no eran en absoluto recomendables.

A partir de ahora todo será improvisado, y me dejo guiar por mi intuición.

ÚLTIMOS APROVISIONAMIENTOS

En Cuenca, ya solo, localizo por fin unas minúsculas bolitas de cloro que se utilizan para el agua de las piscinas. Me llevo una bolsa para purificar con ellas en mis dos cantimploras el agua de los arroyos que beberé. También me compro un machete de grandes dimensiones, única arma que finalmente me llevaré a la selva además de mi cuchillo de supervivencia, que ya traía de Barcelona.

Me informo de cómo llegar a Macas, la última localidad antes de la selva: iré en un autobús que marcha al Oriente, cruzando los Andes hasta rebasar la tercera cordillera y descender hacia la selva: 300 km que se cubren a marcha lenta en 12 horas. Precio: 300.-pts. En Macas hago el último esfuerzo por conseguir un arma de fuego, pero en vano. Necesito el dinero para alquilar una avioneta que me lleve al corazón de la selva.

Tampoco aquí tienen antídoto contra la mordedura de las serpientes. Me cuentan que dos días antes de mi llegada hallaron a una boa roncando junto a la orilla del río, con dos bultos bien visibles en su interior. Más abajo apareció un bote vacío: abrieron la boa y hallaron en su interior a la pareja que ocupaba el bote. Y todavía no me hallaba en la selva virgen.

Pido antídoto contra los ofidios en la rudimentaria enfermería de la misión de Chiguaza, algo apartada de Macas. No tienen, pero sí me da un remedio la hermana encargada de la misma: “Cuando te abras paso por la selva reza un avemaría y nada te pasará”. Un anciano misionero prácticamente ciego tiene mejor consejo:

“Durante toda mi vida he andado por la selva pidiendo que no me tocara a mí, sino al que viniera detrás”.

RUMBO A LA SELVA

Tengo que esperar tres días para obtener permiso de vuelo con la avioneta: falta arreglar una pieza y además acaba de saberse que el general Frank Vargas Pazzos, jefe de la Fuerza Aérea Ecuatoriana, se ha alzado contra el presidente de la República, León Febres Cordero. Se prohíben todos los vuelos en el Ecuador, y el batallón de Selva en cuya pista debe de aterrizar mi avioneta se halla en estado de alerta máxima.

De hecho despegamos de forma clandestina en cuanto se observa el primer claro entre las nubes y las brumas: un rápido contacto por radio para conocer la situación atmosférica en el área de destino permite intentar el vuelo.

Sobre la cordillera selvática del Cutucú tenemos serios problemas de visibilidad y no parece que el pequeño aparato quiera remontar fácilmente las copas de los árboles más elevados:

“Nosotros hace diez años que no tenemos ningún accidente mortal”, me tranquiliza el piloto a mi lado. “Los de las misiones protestantes en cambio se la pegan con frecuencia, dado que salen a volar con el estómago lleno de alcohol para darse valor. Aquí en cuanto ves un claro entre las nubes tienes que despegar y rezar para que no se cubra durante el vuelo, para seguir teniendo visibilidad y llegar a tu destino.”

En la pequeña pista de selva me recibe un sargento a pie de avioneta: debo acompañarle para justificar mi llegada y el motivo de mi estancia en aquél último bastión del ejército ecuatoriano en los lindes de su territorio selvático cercano a la frontera peruana. Allí solamente se iba castigado, o voluntario para subir escalafón en dos años de estancia. El coronel Gordillo me da la bienvenida y me prohíbe hacer fotografías en aquel lugar.

A los pocos minutos, una botella de whisky que saco de mi mochila le hace cambiar de opinión y me pide fotografiarse conmigo en aquel mismo marco. Me facilita máquina de escribir y una canoa con escolta armada para un tramo del río que deberé remontar a partir de allí.

A cambio me pide un informe de todo cuanto observe en mi ruta, dado que ellos mismos desconocen el lugar al que me dirijo. Les queda únicamente una dosis de antídoto contra las serpientes, pero no me la pueden dar porque es para cualquier emergencia que ellos puedan tener. Me internaré en la selva definitivamente sin armas de fuego ni antídoto contra las serpientes.

Aunque sí: me llevo un botellín de keroseno: si te muerden lo tomas y vomitas, pero no te mueres.

También sirve una lavativa de ajo, y los indígenas tienen un remedio eficaz: la curarina, una planta que nada tiene que ver con el veneno del curare, y que es eficaz remedio contra la mordedura de las serpientes.

ME DETIENEN LOS GUARDIANES

Un nuevo peligro lo representarán pronto los torbellinos de las aguas rápidas del río Santiago que estamos remontando. Uno de los dos últimos visitantes de esta zona murió al golpearse contra una roca y caer al agua. Pregunto qué hacer si te ataca una de las boas que acechan en los remansos del río: nada. No tienes tiempo. Si caes al agua te arrastra inmediatamente hacia el fondo te aprisiona el tórax y te devora entero.

El último tramo es a pie, en una caminata ascendente, con una mochila de 22 kg a las espaldas, en que tienes que abrirte paso a machetazos hasta llegar al poblado nunkui del Coangos.

Durante el viaje había ido oyendo silbidos en la selva: con el lenguaje de los pájaros se comunican los jívaros de estos parajes, y a mi llegada ya sabían de dónde y en qué circunstancias venía. Me ofrecieron chicha —raíz de yuca masticada por las mujeres del poblado— y aguardiente de caña.

Al cabo de un rato me comunican que no puedo entrar en ninguna hea (cabaña), ni salir del poblado: soy su prisionero hasta que se aclare quién soy y para qué he venido.

INTERROGATORIO A VIDA O MUERTE

Bien entrada la noche llega por fin un responsable con poder de decisión. Le pregunto qué significa aquella retención y aquella actitud hostil hacia mí, dado que tenía mis papeles en regla, venía desarmado y contaba con un salvoconducto del Gobernador de la zona, que instaba a todos los habitantes de la la misma a prestarme ayuda.

Me contestó que aquel salvoconducto era papel mojado en el territorio de su tribu, y yo estaba en el fondo completamente de acuerdo con él en este extremo.

Y continuó:

“Este es nuestra selva y nuestro territorio, y tu has entrado en él sin nuestro permiso. Si fueras portador de un permiso nuestro, la costumbre de nuestro pueblo nos obligaría a protegerte mientras estés aquí, y nos obligaría a acompañarte hasta que volvieras a salir de nuestra selva con vida, aunque en ello muriera alguno de los nuestros. Pero dado que has entrado en nuestro territorio sin avisarnos de tu llegada, debes saber que si mañana desapareces en estos parajes, si te matamos esta noche, nadie se va a enterar nunca de ello. Nadie conocería tu paradero ni podría venir en tu ayuda. Desaparecerías para siempre.”

Aquella primera noche dormí sin llegar a pegar ojo. Con el machete a mano y el cuchillo escondido en una de mis botas. Si la cosa se ponía fea eran unos 50 individuos, repartidos en 9 cabañas, los que tendría frente a mi. Tampoco ellos se fiaban de mí. Nadie quiso acogerme en su cabaña. Al día siguiente seguí inquiriendo el motivo de aquella desconfianza y de aquella hostil acogida, que para mí no era lógica en una tribu de su estilo: “Es que puedes ser un espía”.

Me acordé de repente de que el Gobernador me había advertido que no me adentrara solo en aquella zona de la selva, dado que los jívaros shuaras estaba en guerra entre sí, entre tribus: unos querían ser ciudadanos ecuatorianos “oficiales” y los otros preferían seguir siendo los hijos de la selva y dueños de su propia libertad e independencia.

Pensaban que yo podía ser un espía que trabajaba para alguno de los bandos contendientes.

HAS VENIDO PARA ESPIAR LAS PIEDRAS

Cuando insistí en que no tenía nada que ver en esta lucha, acabó por confesarme:

“También puedes haber venido para espiar las piedras.” Aquello ya me intrigó muchísimo más. ¿Espiar las piedras? – “Sí, puedes haber venido para espiar las piedras que constituyen la razón de nuestra existencia aquí.” Le dije que sí, que ese era precisamente el motivo de mi viaje.

En los días siguientes fui indagando más y más aspectos de lo que había detrás de estas piedras: averigüé así que la razón de vivir de estos indios —en esta zona concreta— se debía al hecho de que eran los guardianes de lo que se ocultaba debajo de sus pies, en el subsuelo de aquel pedazo de selva: los agujeros que pertenecían a otros seres que ellos desconocían, pero que el legado de sus padres y abuelos afirmaba vivían en aquellas profundidades.

Nunca los habían visto ellos, pero cuando descendían a las cuevas en alguna ocasión veían sombras que huían rápidamente en la penumbra, y que dejaban huellas de pisadas en el lodo. Me fui ganando la confianza de aquellos jívaros distintos hasta lograr que por fin aceptaran tatuarme en el brazo el mismo signo que ellos llevan marcado en el rostro: sería mi salvoconducto para futuras incursiones en su territorio.

El veterano Waharai acabó llenando de humo una gran hoja que tomó de los alrededores, afiló una rama en punta y fue pinchándome con paciencia hasta grabarme aquel signo con humo en la piel. Pero antes, con tiento y paciencia, fui averiguando día a día y noche a noche las historia de las piedras. Me acompañaron además hasta la boca de entrada de Tayu Wari, la gran boca negra en la que anidan los tayos, pájaro sagrado que guarda en la tradición el acceso al mundo subterráneo.

De regreso, hicimos un alto en el río que separa la boca de la cueva del poblado en el que vivía. De repente, me dice uno de ellos:

“La otra entrada que buscas está frente a tí. Mira atentamente. Nunca podrás penetrar en ella, pues la guardan las boas. Dos niños de una misma mujer de nuestra tribu han muerto devorados por las boas, uno cada año, el anterior y éste, mientras jugaban aquí en la orilla del río.”

LO QUE HAY DEBAJO

De acuerdo con los relatos que personalmente me hicieran Janos Moricz y su compañero Zoltan en Guayaquil y en Vilcabamba, y de acuerdo también con los relatos que escuché en la selva de boca de los transmisores de los conocimientos antiguos de su tribu —entre ellos los jívaros shuaras Wamputsar y Kajekai Wajarai Nunkuich, así como Venancio, que me abordó mientras estaba solo en el riachuelo de la selva lavando mi ropa—, relatos que en lo esencial coinciden con los recogidos de boca de Moricz por Salvador Freixedo y por el matrimonio Marie-Thérèse Guinchard y Pierre Paolantoni, el interior de Tayu Wari alberga lo siguiente:

(image from ForosKaliman Website)

Una vez descendida la oscura chimenea de más de 80 metros de profundidad en la que anidan los pájaros sagrados llamados tayos, recorridos los primeros 300 metros de subterráneos y atravesada la gran estancia bautizada por Moricz como “Domo de Nuestra Señora del Guayas”, hay que recorrer dos galerías largas, hasta que se dobla un recodo de 90 grados que forma el mismo pasadizo, y que a renglón seguido conduce a una curva en sentido contrario. De allí se desemboca en una sala circular.

En su centro hay una mesa redonda tallada en piedra, rodeada de siete asientos que son también de piedra. En la pared de roca, detrás de cada asiento, una abertura rectangular.

A partir de aquí hay que penetrar en la abertura que está orientada hacia el Sur. Un pasadizo pequeño, bajo y estrecho, asciende por una pendiente poco pronunciada. Al cabo de una hora larga de lenta ascensión, el túnel vira hacia el Sureste y asciende ahora en una pendiente más acentuada. Poco después, el túnel se estrecha aún más, ahora en descenso, y hay que continuar a gatas.

Al poco rato se percibe una luz, al final de la pendiente. La boca del túnel queda separada del exterior por una potente cascada de agua que la cubre por completo. Una vez cruzada la cascada, se llega a un promontorio, abierto en lo alto sobre la selva virgen, y que da paso a una enorme gruta. Junto a ella, en la pared de la roca que forma un precipicio a plomo sobre la selva virgen que se divisa abajo en el valle, un resbaladizo camino enlosado forma una estrechísima cornisa que conduce hasta otra abertura —esta vez pequeña— en la roca: se trata de una pequeña cavidad de solamente tres metros de profundidad.

En el piso de esta pequeña estancia hay dos losas cuadradas de medio metro de lado cada una. Debajo de ella, una estrecha escalera de piedra, que hay que descender hasta llegar a una galería de piso de tierra. Al final de la misma, una bajada extremadamente peligrosa que desemboca en una nueva gruta que alberga un pequeño lago de unos 40 metros de ancho.

Continúa a partir de aquí una galería horizontal que se extiendo a lo largo de algo más de un kilómetro, para virar luego hacia el Oeste e iniciar una bajada poco pronunciada. Por este camino se llega al cabo de una hora larga de marcha a una nueva gruta, mucho más pequeña que la anterior, y que también posee un pequeño lago interior.

Al retirarse el agua de este lago —fenómeno que se produce en determinadas circunstancias— aparece en su fondo, a unos diez metros de profundidad, una galería lateral. Al cabo de unos metros, una larga escalera ascendente conduce hacia un nuevo pasadizo superior, horizontal, extremadamente estrecho y de algo más de metro y medio de altura, que avanza en espiral. Al final, una escalera descendente muy pronunciada. Un poco más adelante, una nueva cavidad, en cuyo centro se halla una especie de altar. Más allá, un enorme pórtico abre el paso a una galería ancha, que se desanda cómodamente hasta llegar a una suave pendiente que desemboca en una gruta.

En esta gruta, una luz procedente de una especie de lámpara giratoria ilumina numerosos esqueletos humanos totalmente recubiertos de oro. Junto a ellos, ingentes cantidades de joyas de todo tipo. En el centro de la estancia se halla una mesa o pupitre de piedra, sobre el cual se hallan unos libros cuyas hojas son de oro. Sus páginas están cubiertas de jeroglíficos, y contienen la historia de todas las civilizaciones de la Tierra.

Allí moran los habitantes de estas cavernas. Más bajos que nosotros. Se mueven como sombras en la penumbra. Ningún extraño debe tocar nada de lo que allí ve. De lo contrario, nunca más hallará el camino de salida.

NO DES UN PASO EN FALSO

Esta es la historia y existe el lugar. Pero podría ser que no fuera éste el lugar de esta historia. Porque un lugar así, naturalmente, se cubre con habilidad. Si te aventuras tras las huellas que dejo en este reportaje, no hallarás más que un conjunto de cuevas entrelazadas, y unos indios que guardan silencio.

Pocas son en estos momentos las personas que conocen las claves correctoras para llegar a la biblioteca de oro. Este reportaje te muestra la cerradura. Pero si no posees la llave, nunca llegarás a abrir la puerta. Si intentas forzarla, reventarás en el intento.

Lee, escucha, documéntate en otras fuentes, en otros textos, en otros libros. Existen. La llave existe, por fortuna para los auténticos buscadores. Solamente hay que ser sincero consigo mismo, ser honesto, y saber leer cada frase en varios sentidos. De la habilidad y limpieza de propósitos del buscador depende —exclusivamente— el dar con la llave de este legado.

Recuerda siempre que solamente llega aquél que realmente merezca llegar.

La conspiracion de los iluminados

¿Somos los cobayas de un destino planificado?

Tal cabría desprender de una correspondencia que se conserva en la biblioteca del Museo Británico en Londres: se trata de las cartas cruzadas en el siglo pasado entre Albert Pike y Giuseppe Mazzini, dos cualificados miembros de la cúpula masónica y satánica de los Iluminados. En ellas se diseñaron las tres grandes guerras mundiales.

Así, en carta dirigida a Mazzini con fecha del 15 de agosto de 1871 —hace más de un siglo— Pike le comunica que la Primera Guerra Mundial se debía generar para permitir a los Iluminados derrocar el poder de los zares en Rusia, y transformar este país en la fortaleza del comunismo ateo. Las divergencias provocadas por los agentes de los Iluminados entre los imperios británico y alemán —y también la lucha entre el pangermanismo y el paneslavismo— se debían aprovechar para fomentar esta guerra. Una vez concluida, se debía edificar el comunismo y utilizarlo para destruir otros gobiernos y debilitar a las religiones.

La Segunda Guerra Mundial debía fomentarse aprovechando las diferencias entre fascistas y sionistas políticos. La lucha debía iniciarse para destruir el nazismo e incrementar el sionismo político, con tal de permitir el establecimiento del Estado soberano de Israel en Palestina. Durante la Segunda Guerra Mundial se debía edificar una Internacional comunista lo suficientemente robusta como para equipararse a todo el conjunto cristiano. En este punto se la debía de contener y mantener, para el día en que se la necesitase para el cataclismo social final.

El objetivo de estas dos guerras —diseñadas en el siglo pasado— se ha conseguido. Queda por ver la Tercera Guerra Mundial.

¿ESTA YA PLANIFICADA LA TERCERA GUERRA MUNDIAL?

La Tercera Guerra Mundial se debe de fomentar aprovechando las diferencias promovidas por los agentes de los Iluminados entre el sionismo político y los dirigentes del mundo musulmán. La guerra debe de orientarse de forma tal que el Islam y el sionismo político se destruyan mutuamente, mientras que otras naciones se verán obligadas a entrar en la lucha, hasta el punto de agotarse física, mental, espiritual y económicamente.

Albert Pike le escribió a Giuseppe Mazzini el 15 de agosto de 1871 que, al final de la Tercera Guerra Mundial, quienes pretenden la completa dominación mundial provocarán el mayor cataclismo social jamás conocido en el mundo.

UN INVISIBLE GOBIERNO MUNDIAL

Desandemos este sendero. La Comisión Trilateral es una agrupación de personas privadas de las altas finanzas, del mundo de los negocios y de la política, procedentes de Norteamérica, Europa occidental y Japón, que brinda a la élite procedente de la masonería de las distintas orientaciones unas posibilidades de encuentro, con vistas a una colaboración secreta que abarca todo el mundo. El objetivo ideológico de la Comisión Trilateral es el mismo que el del Council for Foreign Relations (Consejo para Relaciones Exteriores), fundado en 1921 por el banquero norteamericano Morgan, y conocido también como «el Gobierno invisible». Lo que es menos conocido de la Trilateral es el hecho de que responde por igual del poder del ocultismo, del poder de la brujería y del poder del supuesto mal, y éstos responden a su vez de las drogas, de la música rock y de la política.

El sector político entronca con los Iluminados, que son altos grados de la masonería. La brujería comprende la magia negra y la blanca. A esta última se suma un determinado número de grupos masónicos. Hay escasamente unas cien organizaciones que pertenecen al mundo de la masonería. Se explica por esta trama secreta de planificación del destino de la humanidad, el que Karl Marx escribiera sus obras londinenses por encargo de Nathan Rothschild (cuyo apellido significa «escudo» o «protector de los rojos»). Los cheques con los que le pagó pueden verse en el Museo Británico. Marx participó en la fundación de la Primera Internacional en 1864.

Se derrumbó porque los anarquistas querían anarquía, y la querían de inmediato. La Segunda y la Tercera Internacional —que en sus transformaciones dieron lugar por un lado a la Internacional Socialista y por el otro al Komintern y al Kominform—, no son otra cosa que la confirmación de los Iluminados, que hicieron con la Revolución francesa y con Napoleón el primer intento de gobierno mundial. Quien hable de casualidades, es que no ha entendido todavía el juego que se llevan con todos nosotros.

OBJETIVO: EL NUEVO ORDEN MUNDIAL

La idea del judío alemán Adam Weishaupt, que fundó la cúpula de los Iluminados el 1 de mayo de 1776, era el camino a través de la anarquía. El que su fundación tuviese lugar el día siguiente de la noche de Walpurgis, y el hecho de que este día fuera consagrado mundialmente festivo —el ‘Día del Trabajo’— aclara todavía más la estrecha relación que existe. El hecho que además el sello de los Iluminados aparezca con la fecha de 1776 en el dólar americano, asombra a aquéllos que no saben que Washington fue tan masón como su rival Jefferson.

Si hablamos del poder efectivo, debemos mencionar a los Rockefeller y —más importantes aún— a los Rothschild. En sucesión ascendente siguen los Bilderberger, un club formado en mayo de 1954 e integrado por los 500 hombres y organizaciones más ricas e influyentes del mundo, que se propone la instauración del «Nuevo Orden Mundial».

Más arriba está el «Consejo de los 33», los 33 más altos masones iniciados del mundo. Por encima de ellos, el «Gran Consejo de los 13», 13 Grandes Druidas, por encima de los cuales aún actúa «El Tribunal» y, finalmente, el inmencionable nombre de grado 72 de los cabalistas, que —dicho sea de paso—también significa «Iluminado». Para los Iluminados Lucifer es Dios, y Jesús es el imitador. De la misma forma que para los cristianos Satanás es el imitador de Jesús.

CUANDO SE APAGUEN LAS LUCES DE NEW YORK

El 1 de agosto de 1972, después del aquelarre, es decir el «sábado de las brujas», Philip von Rothschild anunció ante el «Consejo de los 13» en el Casino Building de San Antonio, la planificación de la historia a partir de 1980. Las indicaciones son muy concretas:

«Cuando veáis apagarse las luces de New York, sabréis que nuestro objetivo se ha conseguido.»

Hay que saber interpretar la frase. Elija cada cual, si es que tiene opción a ello, si es éste u otro su propio objetivo.

La conquista programada

El investigador español Manuel Audije -algo más que oficial de la Armada- sustenta la tesis de que el fenómeno de la conquista de América es inexplicable bajo la consideración de las restringidas posibilidades del invasor español, frente al potencial de los imperios asentados al otro lado del gran mar.

Resultaba incomprensible -argumenta- que imperios como el azteca, de gentes acostumbradas a privaciones y luchas por la subsistencia durante cientos de años, sucumbieran ante el empuje de un puñado de hombres, aunque éstos contasen con aquellos monstruos de cuatro patas que corrían como el viento. Pero es que alguien, desde lo alto, estaba apostando una vez más por la expansión de quienes portaban el signo de la cruz.

La historia de los acontecimientos humanos, de la evolución de la especie humana, está escrita ciertamente sobre papel terrestre, pero la pluma que escribe la sostienen en demasiadas ocasiones manos que no son de hombre.

¿Quién demonios tiene interés en que evolucionemos de tal o cual forma? ¿Y por qué demonios los historiadores académicos cierran sus ojos ante esta realidad? Voy a transcribir a continuación literalmente algunos pasajes extraídos de crónicas escritas referidas a la conquista y colonización del continente americano.

Las crónicas seleccionadas para este artículo (hay bastantes) más, no están escritas por cuatro ignorantes ni desconocidos, sino por cuatro reconocidos cronistas de la historia de España, cuales son Bernal Díaz del Castillo, Pedro de Valdivia, Fray Junípero Serra y Pedro de Cieza de León.

Los hombres que vinieron del cielo

Pero ya antes que ellos, el propio Colón haría alusión al hecho de que los indios americanos parecían familiarizados con la idea de que podían bajar figuras antropomorfas de los cielos hasta la superficie terrestre. Así, leemos en su Diario de a bordo del primer viaje, trascrito por Fray Bartolomé de las Casas, por cierto y cómo no “In Nomine Domini Nostri Jesus Christi”:

“Domingo 14 de octubre de 1492. (…) Otros, cuando veían que yo curaba de ir a tierra, se echaban a la mar y nadando venían, y entendíamos que nos preguntaban si éramos venidos del cielo; y vino uno viejo en el batel dentro, y otros a voces grandes llamaban todos hombres y mujeres: venid a ver los hombres que vinieron del cielo: traedles de comer y de beber.”

“Martes 6 de noviembre de 1492. (…) Dijeron que los habían recibido con gran solemnidad según su costumbre, y todos así hombres como mujeres los venían a ver, y aposentároslos en las mejores casas; los cuales los tocaban y les besaban las manos y los pies, maravillándose y creyendo que venían del cielo.”

La derrota inevitable

Casi 30 años más tarde, Cortés venció a los indios, entre otras razones, por tres para él afortunadas coincidencias (¿o no tanto?) que marcaron el ánimo del indígena con la propia convicción de su derrota inevitable: el emblema de Cortés era la cruz, que para el indio era emblema de Quetzalcóatl, el dios-serpiente portador de plumas que denotaban su facultad de moverse por el aire instructor descendido y regresado a las alturas estelares; los hombres de Cortés eran además de tez blanca y barbudos, como los dioses que referían las leyendas indias, y por ende Hernán Cortés desembarcó en el año 1519, que era el año I Acatl, el año consagrado a Quetzalcóatl.

Por su parte, el cronista de Cortés, Bernal Díaz del Castillo, refiere en su obra Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, en su capítulo CI (Cómo el gran Moctezuma con muchos caciques y principales de la comarca dieron
la obediencia a su majestad, y de otras cosas que sobre ello pasaron):

“Y diré que en la plática que tuvo el Moctezuma con todos los caciques de toda la tierra que había enviado a llamar, que después que les había hecho un parlamento sin estar Cortés ni ninguno de nosotros delante, salvo Orteguilla el paje, dicen que les dijo que mirasen que de muchos años pasados sabían por cierto, por lo que sus antepasados les habían dicho, es así lo tiene señalado en sus libros de cosas de memorias, que de donde sale el Sol habían de venir gentes que habían de señorear estas tierras, y que él tiene entendido, por lo que sus dioses le han dicho, que somos nosotros.”

De esta guisa es fácil conquistar y vencer. Máxime cuando además, coincidiendo con la llegada de estos que venían de donde sale el Sol, se plantan en el aire objetos voladores que confirman que ellos son los anunciados por la tradición de
los antiguos para tomar el relevo del mando de aquella zona del planeta.

OVNIS durante la conquista

Así lo leemos en el capítulo CCXII (De las señales y planetas que hubo en el cielo de la Nueva España antes de que en ella entrásemos, y pronósticos de declaración que los indios mexicanos hicieron, diciendo sobre ellos y de una señal que hubo en el cielo, y otras cosas que son de traer a la memoria) de la misma obra de Bernal Díaz del Castillo:

“Dijeron los indios mexicanos, que poco tiempo había, antes que viniésemos a la Nueva España, que vieron una señal en el cielo que era como verde y colorado y redonda como una rueda de carreta”

El cronista español está empleando exactamente la misma expresión que para dicho fenómeno emplearon el historiador italiano Leone Cobelli para el objeto que sobrevoló en agosto de 1487 la villa de Forli, y el autor chino de la obra Notas sobre el cielo para los objetos que los días 16 y 17 de julio del año Dingchou sobrevolaron las regiones orientales del imperio de los hijos del cielo,

“y junto a la señal vino otra raya y camino de hacia donde sale el Sol y se venía a juntar con la raya colorada; y Moctezuma, gran cacique de México, mandó llamar a sus papas y adivinos, para que mirasen aquella cosa y señal.”

Más adelante, continúa:

“Nosotros nunca las vimos, sino por dicho de mexicanos lo pongo aquí, porque así lo tienen en sus pinturas, las cuales hallamos verdaderas. Lo que yo ví y todos cuantos quisieron ver, en el año veinte y siete” (1527) “estaba una señal del cielo de noche a manera de espada larga, como entre el río Pánuco y la ciudad de Texcoco, y no se mudaba del cielo, a una parte ni a otra, en más de veinte días.”

¿Me quieren explicar los doctores de la ciencia, que tanto gustan de atribuir los avistamientos de OVNIs a fenómenos atmosféricos inusuales y globos-sonda (en el mejor de los casos) a qué tipo de fenómeno atmosférico inusual obedece la
presencia de una forma de espada larga a relativamente baja altura (localizada entre dos puntos geográficos concretos de México) y en posición fija durante más de veinte días?

Porque globos-sonda y chatarra de satélites en el siglo XVI, no
cuela. Y meteoritos en posición fija, menos. Pero no cierren los ojos, porque ahí está el testimonio. Por favor, una respuesta coherente de la comunidad científica académica. Si la tienen, tienen también la obligación de comunicarla.

Y si no la tienen, deberían de poseer la suficiente humildad y rigor científico como para abstenerse de negar aquello que no han investigado. Por ende, quiero recordar que esta misma espada aérea fue lo que ya notificó encima de Jerusalén
y fija durante un período de un año entero el historiador Flavio Josefo, amén de otros casos históricos en que se vieron formas de cruces (=espadas) en el cielo.

Apariciones enigmáticas

Pero continuemos con el testimonio del cronista español Bernal Díaz del Castillo. En le capítulo XCIV (Cómo fue la batalla que dieron los capitanes mexicanos a Juan de Escalante, y cómo le mataron a él y el caballo y a otros seis soldados, y muchos amigos indios totonacas que también allí murieron), relata cómo la aparición de una enigmática figura decide la victoria a favor de los españoles (a quienes los indios llaman teules´):

“Y preguntó Moctezuma que, siendo ellos muchos millares de guerreros, que cómo no vencieron a tan pocos teules. Y respondieron que no aprovechaban nada sus varas y flechas y buen pelear; que no les pudieron hacer retraer, porque una gran tecleciguata de Castilla venía delante de ellos, y que aquella señora ponía a los mexicanos temor, y decía palabras a sus teules que los esforzaba; y el Moctezuma entonces creyó que aquella gran señora que era Santa María y la que le habíamos dicho que era nuestra abogada, que de antes dimos al gran Moctezuma con su precioso Hijo en brazos.”

El caso de la Virgen no es aislado, sino que otra figuras misteriosas y caídas del cielo ayudaron a convencer al indio de que no tenía nada que hacer contra el invasor. Y, ¡asómbrate lector!, vuelve a hacer su aparición aquí en apoyo de la cruzada cristiana aquel blanco caballero que sobre corcel blanco pasaba por San Jorge en la lejana Europa, en los enfrentamientos con los moros.

Así el extremeño Pedro de Valdivia relata lo siguiente en carta dirigida a Carlos I de España y V de Alemania, y refiriéndose a un ataque de los nativos contra su fuerte establecido en lo que hoy es tierra chilena, en el año 1541:

“Y parece nuestro Dios quererse servir de su perpetuación para que sea su culto divino en ella honrado y salga el diablo de donde ha sido venerado tanto tiempo; pues según dicen los indios naturales, que el día que vinieron sobre este nuestro fuerte, al tiempo que los de a caballo arremetieron contra ellos, cayó; en medio de sus escuadrones un hombre viejo en un caballo blanco e les dixo: Huid todos, que os matarán estos cristianos, y que fue tanto el espanto que cobraron, que dieron a huir.”

“Dixeron más: que tres días antes, pasado el río Biubiu para venir sobre nosotros, cayó una cometa entre ellos, un sábado a medio día, y desde el fuerte donde estábamos la vieron muchos cristianos ir para allá con muy mayor resplandor que otras cometas salir, e que caída, salió della una señora muy hermosa, vestida también de blanco, y que les dixo: Serví a los cristianos, y no vais contra ellos, porque son muy valientes y os matarán a todos.´ E como se fue de entre ellos, vino el diablo, su patrón, y los acabdilló, diciéndoles que se juntasen muy gran multitud de gente, y que él vendría con ellos, porque en viendo nosotros tantos juntos, nos caeríamos muertos de miedo.”

Con ligerísimas variaciones en la forma de exposición, se encuentra este mismo relato en la relación de hechos y noticias que Pedro de Valdivia envía a sus apoderados en la Corte. Con gran lucidez dice ahí el cronista, refiriéndose a la nueva tierra:

“Paresce tenerla nuestro Dios de su mano y servirse de nosotros en la conquista y perpetuación della.”

Pero, bueno, doctos de la ciencia, todo esto no son más que tonterías, ganas de tomarle el pelo a Carlos I por parte de quienes se estaban dejando la piel en América. ¿Cómo iban a ver los indios bajar ante sus narices al mismo caballo blanco que a decenas de miles de kilómetros de distancia descendía igualmente entre moros y cristianos? ¡Pero hombre, por favor, no seas iluso! ¿Cómo van a bajar caballos blancos del cielo? ¿No ves que esto es imposible? Pues la historia de España dice que sí, que bajan. Y así les fue a moros y a indios.

Porque alguien a quien no conocemos tuvo la imperiosa necesidad de que la cruz dominara sobre parte del planeta.

La cristianización programada

Y ya que hablamos de la cruz, qué mejor que un fraile en América para seguir explicando cosas que no pueden ser, pero que fueron. Fray Junípero Serra fundó en la sierra de Santa Lucía, a unos cien kilómetros de Monterrey, una de sus
misiones cristianas. Para dicha fundación, los misioneros contaron con una curiosa ayuda: la de una anciana indígena, bautizada más tarde y que recibió el nombre de Agueda, que se presentó a los sorprendidos misioneros pidiéndoles que
le administrasen el sacramento del bautismo.

Preguntada acerca de las razones que la impulsaban a esta decisión, la futura Agueda comenzó a relatar esta fantástica historia:

Cuando ella era aún niña, oyó referir a sus padres que en cierta ocasión habían llegado a aquella tierra dos hombres blancos cuyas vestiduras, por la descripción que de las mismas le habían hecho sus padres, eran similares a las de los religiosos que acababan de llegar. Además, lo que dijeron aquellos dos hombres se parecía a lo que predicaban los nuevos frailes.

Solamente había entre ellos una diferencia: los dos hombre que habían llegado por lo menos cien años antes que Fray Junípero, no lo habían hecho a pie, ni a caballo, sino que llegaron volando: cayeron de arriba, de las alturas. Se establecieron en el poblado y permanecieron allí por algún tiempo. No dando crédito a sus oídos, los frailes recabaron cuanta información pudieron entre los demás componentes de aquel grupo de indígenas. Lo cual les llevó a verificar que aquel suceso permanecía vivo en la memoria de aquel pueblo como parte de su legado histórico.

El establecimiento por parte de los habitantes del poblado de una posible conexión entre los recién llegados misioneros y los dos hombres que según referencias de sus antepasados habían llegado volando, y cuya memoria fue revitalizada gracias al relato de la anciana Agueda, constituyó un factor decisivo para que todos los integrantes de aquella comunidad indígena
solicitaran recibir el bautismo.

Más adelante, Fray Junípero volvería a ser testigo de otro episodio que nos lleva a pensar que hubo una preparación previa del terreno para cuando llegara el momento oportuno. Resulta que el día 6 de agosto de 1772, un reducido grupo
mixto integrado por Fray Pedro Cambón, Fray Angel Somera y diez soldados, bajo las órdenes de Fray Junípero Serra, llegaba al río de los Temblores, después de caminar 40 leguas al norte desde la ciudad de San Diego, en la California septentrional.

Una vez elegido el sitio adecuado para erigir la cruz que presidiese aquel lugar, y en el preciso instante en que se disponían a clavarla en el suelo, un considerable número de indígenas manifestó su presencia profiriendo gritos y amenazas. La situación se estaba poniendo fea para el reducido número de cristianos, cuando uno de los misioneros tuvo una idea que les salvaría la vida.

En esta ocasión, su fe movió montañas (o lo que es lo mismo, redujo a corderos a los fieros nativos). Al fraile se le ocurrió sacar del escaso equipaje que llevaban un cuadro de la Virgen de los Dolores, y exponerlo a la vista del enemigo. El resultado fue absolutamente sorprendente: los gritos y los gestos amenazadores cesaron bruscamente. En silencio, aquel grupo de nativos fue acercándose al sitiado grupo de hombres de armas y cruz.

Uno a uno, los indígenas se inclinaron, en muestra evidente de respeto y sumisión, al tiempo que fueron depositando junto al cuadro todos cuantos objetos de valor adornaban sus cuerpos, amén de sus armas, arcos y flechas que momentos antes empuñaban amenazadoramente. ¿Qué significaba para aquellos indios la visión de esta Virgen? No lo sabemos. Pero todo parece indicar que reaccionaron a un estímulo previamente inducido a la vista de una imagen similar.

El hombre resplandeciente

Ciertamente se prodigaron en tierras americanas las ayudas extrahumanas a quienes portaban el signo de la cruz. Así, también Pedro de Cieza de León escribe en el siglo XVI, en el capítulo CXVII de La crónica del Perú, que el clérigo Marcos Otazo, vecino de Valladolid, le narró la siguiente vivencia:

“Estando yo en este pueblo de Lampaz, un jueves de la Cena vino a mí un muchacho mío que en la iglesia dormía, muy espantado, rogando me levantase y fuese a baptizar a un cacique que en la iglesia estaba hincado de rodillas delante de las imágenes, muy temeroso y espantado; el cual estando la noche pasada, que fue miércoles de Tinieblas, metido en una guaca, que es donde ellos adoran, decía haber visto a un hombre vestido de blanco, el cual le dijo que qué hacía allí con aquella estatua de piedra. Que se fuese luego, y viniese para mí a se volver cristiano.

Y cuando fue de día yo me levanté y recé mis horas, y no creyendo que era así, me llegué a la iglesia para decir misa, y lo hallé de la misma manera, hincado de rodillas. Y como me vio se echó a mis pies rogándome mucho le volviese cristiano, a lo cual le respondí que sí haría, y dije misa, la cual oyeron algunos cristianos que allí estaban; y dicha, lo bapticé, y salió con mucha alegría, dando voces, diciendo que él era cristiano, y no malo, como los indios.” (…)

“Muchos indios se volvieron cristianos por las persuasiones de este nuevo convertido. Contaba que el hombre que vio estando en la guaca o templo del diablo era blanco y muy hermoso, y que sus ropas asimismo eran resplandecientes.”

Se parece sospechosamente a los dos que 16 siglos antes habían entrado descendidos del cielo en el sepulcro previsto para Jesús.

Más ayuda celestial

Finalmente, en el capítulo CXIX de la misma Crónica del Perú, Pedro Cieza de León escribe:

“Cuando en el Cuzco generalmente se levantaron los indios contra los cristianos no había más de ciento y ochenta españoles de a pie y de caballo. Pues estando contra ellos Mango inga, con más de doscientos mil indios de guerra, y durante un año entero, milagro es grande escapar de las manos de los indios; pues algunos de ellos mismos afirman que vían algunas veces, cuando andaban peleando con los españoles, que junto a ellos andaba una figura celestial que en ellos hacía gran daño, y vieron los cristianos que los indios pusieron fuego a la ciudad, el cual ardió por muchas partes, y emprendiendo en la iglesia, que era lo que deseaban los indios ver deshechos, tres veces lo encendieron, y tantas se apagó de suyo, a dicho de muchos que en el mismo Cuzco dello me informaron, siendo en donde el fuego ponían, paja seca sin mezcla alguna.”

La constante de los protectores celestes

Finalmente creo interesante para el objeto de este artículo, añadir aún algunos casos de manifestaciones de seres sobrehumanos en otras latitudes del planeta, referidos por cronistas que no tenían conexión con los indios americanos. Así
por ejemplo, una antigua narración de la isla de Pohnpei en la Micronesia, cuenta lo siguiente, con motivo de haberse enfrentado en combate los habitantes de la región de Palikir con los de Matolenim, en esta minúscula isla del Pacífico:

“En el fragor de la lucha fueron muertos también muchos de los hombres de Palikir. Entonces elevaron oraciones rápidamente a un espíritu llamado Sanoro.

Su oración halló eco en el espíritu. Puesto que cuando sucumbieron en la lucha, el espíritu hizo aparecer rápidamente a una mujer entre los combatientes de Palikir. La mujer era tremendamente grande. Extendió entonces su cabellera y cubrió con ella a la gente de Palikir.

En cuanto los hombres de Matolenim vieron a la mujer que se había alzado entre los de Palikir, los brazos les comenzaron a pesar, y contemplaron extasiados sin poderse mover a la mujer que se encontraba entre la gente de Palikir. Entonces los hombres de Palikir se abalanzaron rápidamente sobre los de Matolenim y los mataron a todos.”

También en Europa

Y si asombrosa es la similitud de esta figura sobrehumana que ayuda a uno de los dos bandos en el otro extremo del Pacífico, con las apariciones sobrehumanas que vimos apostaban por uno de los bandos en las luchas de cristianos contra indios en América, no menos asombrosa es la constatación de que lejos del Pacífico y de América, en plena Europa, el mismo fenómeno también se prodigaba.

Veamos algún ejemplo, si bien insisto en que hay muchísimos más. Vayamos al Mediterráneo, en donde veremos el mismo fenómeno representado por la popular figura de san Jorge, que pertenece al grupo de los santos caballeros y soldados que desde el cielo ayudaron a los creyentes cristianos en sus luchas, en especial cuando combatían a los llamados infieles.

Entre ellos hay que contar con san Miguel y san Magín, que tanto protegieron los intereses de Carlomagno. Los guerreros catalanes, antes de emprender alguna lucha, se encomendaban a san Jorge al igual que los guerreros de Palikir se encomendaron a Sanoro, y obtuvieron gran protección al igual que aquellos, particularmente en ocasiones en que luchaban contra los musulmanes.

Así, cuando los árabes hubieron conquistado la ciudad de Barcelona y ésta hubo quedado arrasada, el conde Borrell II se reorganiza en la cercana población de Manresa. Con muy exiguas fuerzas decide volver sobre Barcelona, para intentar su
reconquista prácticamente imposible. Mas, al llegar, no tardaron en fijarse en un apuesto guerrero que galopaba entre las nubes y que esgrimía un rayo por arma, con el cual sembró la muerte y el terror entre los moros que caían a millares o huían a todo correr. Desaparecido el misterioso caballero, al que nadie conocía, los hombres de Borrell II y Catalunya entera lo tomaron por patrón, y la cruz que lucía en su vestimenta pasó a formar parte del escudo de Barcelona y de muchas otras ciudades y pueblos.

En mis libros Las nubes del engaño y El muñeco humano aporto más intervenciones de este caballero que defiende a cristianos contra moros ayudando a Jaime I el Conquistador en la conquista de Mallorca, y a los alcoyanos en la defensa de su ciudad, amén de otros casos similares, en que determinada aparición celeste o sobrehumana actúa en defensa de determinado bando de la lucha, en distintos lugares y épocas.

Y en la época romana

Finalizaré aquí este breve repertorio con un caso extraído de la historia de Roma, por cuanto también aquí, al igual que en la narración de la isla de Pohnpei, la divinidad implorada acude a la llamada en auxilio del solicitante. El personaje invocado aquí es Cástor.

Efectivamente, en el año 498 antes de JC, el exiliado Tarquino se encaminó sobre Roma, con la intención de aplastarla con aliados de treinta y seis ciudades de la Liga latina conducidos por Octavio Manilio. La batalla se libró junto al lago
Regilo, cerca de la actual Frascati. Cuando al cabo de algunas horas parecía decantarse cierta ventaja en favor de los etruscos, que consiguieron empujar a los romanos, Aulio Postumio, en su desesperación, prometió un templo a Cástor si
éste intercedía en la lucha.

Repentinamente, en una violenta carga contra el enemigo, se colocaron a la cabeza de la caballería dos extraños y apuestos jinetes de una estatura superior a la humana, que de inmediato se pusieron a dirigir la por ende victoriosa carga.

Fueron solamente algunos ejemplos. Los suficientes, creo, para esta conclusión:

dado que los relatos que nos refieren los cronistas de la conquista de América difieren poco o nada, en algunos casos, de otros testimonios similares recogidos en todas las épocas y en muchos lugares del planeta por otros historiadores, creo que cabe poca duda acerca de la observación de que alguien está encauzando desde siempre, sin preguntárnoslo, nuestro destino.

El muñeco humano

Algunos científicos de avance y los legados más antiguos de nuestra historia convergen en una explicación lógica para el origen de la humanidad: una civilización cósmica para nosotros desconocida nos fabricó en un pasado remoto. Más adelante alguien, ya sea el mismo programador original u otro distinto, efectuó una mutación en el ser programado, para encarrilar nuestro desarrollo genético hacia nuestra condición humana actual. Pero, ¿qué hicieron nuestros programadores después de habernos fabricado y posiblemente mutado en un estadio más tardío? ¿Nos abandonaron a nuestra suerte? ¿O, más bien, han venido controlando el desarrollo de nuestra existencia?

Existen suficientes ejemplos que evidencian que en el pasado y también hoy en día alguien más, y por lo menos tecnológicamente, más avanzado, se mantuvo y se mantiene cerca de nosotros, acompañándonos a lo largo de toda nuestra historia.

Pero no solamente se han dedicado a controlarnos, sino que en determinados momentos históricos decisivos para la marcha de la humanidad, han intervenido directamente para encauzarla en uno u otro sentido. En la etapa antigua de nuestra historia, los seres para nosotros desconocidos descendían habitualmente de las alturas para convivir con el ser humano sobre el planeta que habitamos.

Dado que sus actuaciones y su tecnología se escapaban a la comprensión del hombre primitivo, que era incapaz de imitar lo que estos seres desconocidos podían hacer, tales visitantes fueron tomados necesariamente por nuestros antepasados por auténticos dioses, cosa que en cierta forma no deja de ser cierta para nosotros, en el supuesto de que ellos sean nuestros fabricadores.

Sus actuaciones fueron interpretadas naturalmente por el hombre primitivo y medieval como expresiones inequívocas de la divinidad. Pero con el paso del tiempo, la situación ha cambiado: los que fueron dioses hasta hace poco, comienzan a esconder su careta divina para irse diluyendo en el anonimato. ¿Por qué? Porque nuestra propia evolución nos ha conducido a un punto en el que nuestros actuales conocimientos no les permiten ya ser identificados con la imagen de seres divinos. Hoy ya sabemos que lo que ellos hicieron en el pasado, lo pueden hacer otros, le podemos en parte hacer nosotros, simples humanos. Y lo qué aún no podemos hacer hoy lo podemos, extrapolando nuestros conocimientos actuales, alcanzar hipotéticamente en el futuro. Así, el contacto con ellos, en vez de darse en un contexto religioso como se dio en la antigüedad y en el medioevo, se intuye en un futuro a un nivel científico posiblemente.

No estamos solos

Semejante hipótesis debe de fundamentarse naturalmente en una premisa ineludible: que haya efectivamente vida inteligente en el universo, más allá de los límites de nuestro planeta Tierra. Y que estos supuestos seres inteligentes
sean capaces de llegar hasta aquí. ¿Es esto posible? El 11 de septiembre de 1952, Marshall Chadwell, a la sazón director adjunto del departamento de Inteligencia Científica, le escribe en comunicado interior al director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA):

“El problema OVNI excede el nivel de las responsabilidades individuales del departamento de Inteligencia Científica de la CIA, y es de tal importancia que merece la competencia y la acción del Consejo de Seguridad Nacional.”

El 2 de diciembre de aquel mismo año, le vuelve a comunicar a su director que:

“Algo está ocurriendo y debe tener nuestra atención inmediata. Los avistamientos de objetos inexplicados a grandes alturas viajando a altas velocidades en las cercanías de importantes instalaciones defensivas americanas son de tal naturaleza que no pueden ser atribuibles a fenómenos naturales o a vehículos aéreos de tipo conocido.”

La presencia de objetos volantes no identificados y la presencia de seres inteligentes no pertenecientes a nuestra comunidad humana terrestre, se manifiesta como una constante en el curso de nuestra evolución, desde la antigüedad hasta nuestros días. Si bien la ciencia académica se niega a aceptarla como un hecho. Argumenta para ello que el viaje interplanetario preciso para que seres de otra civilización cósmica visitaran efectivamente nuestro planeta es de todo punto imposible.

Pero tal y como afirma el premio Nobel de química Ilya Prigogine, las teorías acaban siempre por ser rebatidas: su verdad es parcial, provisional. No debemos adaptar los hechos a nuestra inteligencia, sino que debemos aspirar a elevar esta inteligencia a un grado en el que pueda entender y asimilar los hechos, aunque en estos momentos aún se le antojen absurdos. También era un absurdo para los hombres del siglo XVIII el hecho o la simple idea de que el hombre viajara algún día hasta la Luna y pegara torpes saltos sobre su superficie, y, sin embargo, ésta es una experiencia superada hoy en día y aceptada por todos: por los hechos consumados, en definitiva.

A lo que debemos aspirar es a lograr comprender algún día la realidad subyacente y el sentido de los fenómenos inexplicados que se han venido produciendo a lo largo de la historia humana y que actualmente se siguen produciendo y prodigando.

Ansias de contacto

Pero así como la mayoría de la comunidad científica no contempla la posibilidad de la presencia de seres extraños en nuestro planeta, sí acepta como probable la existencia de otras civilizaciones en la inmensidad del cosmos. Tanto, que las busca ansiosamente y elabora planes para establecer contacto con las mismas. Los intentos de búsqueda de inteligencias extraterrestres en las profundidades del cosmos, objetivo del programa SETI (Search for Extraterrestrial Intelligence = Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre), y los intentos de comunicación con supuestas inteligencias extraterrestres en el espacio, que conforman el programa CETI (Communication with Extratrrestrial Intelligence = Comunicación con Inteligencias Extraterrestres) siguen un constante curso de perfeccionamiento, lo que pone de manifiesto la voluntad de ciertos sectores de la comunidad científica en entrar en contacto con otros seres inteligentes del universo.

El programa SETI se verá notablemente incentivado a partir de 1992; para conmemorar el 500 aniversario del descubrimiento oficial de América, con una nueva inyección presupuestaria de 100 millones de dólares, aprobada en 1988.

Este dinero cubrirá una etapa de diez años de búsqueda de inteligencias extraterrestres, concretada en la instalación de seis analizadores multicanal del espectro radioeléctrico, tres en Arecibo, en Puerto Rico, y otros tres volantes, que se trasladarán periódicamente del hemisferio norte al sur, en una búsqueda totalmente automatizada. Con este sistema se escudriñarán secuencialmente las 773 estrellas similares al Sol que se encuentran a una distancia inferior a los 80 años-luz, chequeando en cada una de ellas 2.000 millones de canales, mientras que por otra parte se barrerá todo el firmamento visible, en busca de alguna señal extraña que pudiera proceder de una civilización desconocida. El equipo que se empleará para ello es un analizador multicanal de espectros, el MCSA 2.0, que puede sintonizar simultáneamente hasta 10 millones de frecuencias.

En lo que al proyecto CETI respecta, cabe decir que en marzo de 1974, la Junta del Consejo Científico del Área del Problema de Radioastronomía de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética discutió y aprobó un programa de investigación del problema de la comunicación con civilizaciones extraterrestres. El programa fue elaborado por la sección de búsqueda de señales cósmicas de origen artificial del Consejo de Radioastronomía, a partir de las recomendaciones de la Conferencia Nacional Soviética sobre el Problema de la Comunicación con Civilizaciones Extraterrestres que tuvo lugar en el observatorio astrofísico de Byurakan, en Armenia, en mayo de 1964, y la conferencia soviético-norteamericana sobre CETI mantenida en el mismo Byurakan en septiembre de 1971.

El programa proyectado fue expuesto previamente en la VII Conferencia Nacional Soviética sobre Radioastronomía, convocada en Gorki en 1972, para ser aprobado definitivamente por la Academia de Ciencias de la URSS en 1974. En el texto del programa aprobado por los soviéticos destaca la afirmación de que:

“Merece particular atención la posibilidad de que sondas lanzadas por civilizaciones extraterrestres se encuentren actualmente en el Sistema Solar e incluso en órbita alrededor de la Tierra”.

Nos visitan desde siempre

Pero hay otro camino para averiguar si existen y si son capaces de venir a visitarnos. Frente a la totalidad del establishment científico, que apoya la lenta y costosa búsqueda de señales de radio procedentes de seres inteligentes en el universo, cabría proponer una solución mucho más sencilla: intentemos examinar si nuestra Tierra ha sido visitada alguna vez en el pasado, o si está siendo visitada en el presente por seres no terrestres. No debemos perder de vista para ello que, sin necesidad de recurrir a testigos dudosos, a textos equívocos, a grabados de diversa interpretación, los textos que a lo largo de los tiempos han ido reflejando los pasos de la historia de la humanidad, están salpicados de testimonios que ilustran la presencia de objetos volantes que evolucionan de forma inteligente a baja altura, sobre la superficie terrestre.

Tampoco es preciso recurrir al cúmulo de leyendas y textos religiosos que claramente hacen referencia a seres que procedentes del cielo entran en contacto con los habitantes de la Tierra. No. Sólo hace falta releer los textos de historia. Así, Plinio habla de objetos volantes no identificados en el Libro II de su Historia Natural. Cayo Suetonio refiere que el 1 de enero del año 49 a. JC. Julio César se topó con una figura sobrehumana junto al río Rubicón. En el año 312 el pagano Constantino y todo su ejército contemplaron una cruz luminosa en el cielo. Beda, en su Historia Eclesiástica, afirma que en el año 664 se presentó sobre las cabezas de las monjas de un monasterio de Barking, junto al Támesis, una sábana volante luminosa.

Mientras Carlomagno irrumpía en Italia, los sajones sitiaron Sigisburg, hasta que hicieron acto de presencia en el aire dos escudos volantes rojizos, que les hicieron huir precipitadamente y someterse luego a Carlomagno y al cristianismo. El 21 de febrero de 1345 una luz misteriosa procedente de las montañas de Montserrat en Catalunya se desplazó en el aire hasta detenerse encima de la población de Manresa, cuyos habitantes siguen celebrando desde entonces anualmente la “vinguda de la misteriosa llum”.

En un texto que figura en los anales de la Inquisición, el Dr. Eugenio Torralba afirma que efectuaba viajes desplazándose por el aire guiado por una nube de fuego. Bernal Díaz del Castillo, cronista de Hernán Cortés, narra en su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, que en el año 1527 los expedicionarios españoles observaron en el aire sobre sus cabezas una enorme espada larga (comparable a la cruz que vio Constantino) que no se mudaba del cielo durante más de veinte días. Mientras que el historiador catalán Geroni Pujades escribe en su Díari el día 30 de septiembre de 1604 que en la madrugada de aquel día los habitantes del obispado de Urgell asistieron a un combate aéreo a baja altura.

En la publicación “L’Année Scientifique” aparece publicada en el año 1874 la noticia del avistamiento de gran número de cuerpos negros que cruzaban la Luna. En 1885, el astrónomo José A. Bonilla publica un artículo en la revista “L’Astronomie”, en el que explica que los días 12 y 13 de agosto de 1883 contempló desde el observatorio mexicano de Zacatecas, del que era director, el paso de un total de 116 objetos volantes no identificados que en oleadas sucesivas cruzaban por delante del disco solar. Etcétera. La lista se hace interminable.

La historia bien habla de estos fenómenos. Si no los omitiéramos, si explicáramos la historia en su totalidad, sin omisiones ni retoques, asimilaríamos con naturalidad que los fenómenos que evidencian la actuación de una inteligencia distinta de la nuestra, forman parte integrante y continuada de la historia de la humanidad. Sabríamos todos un poco mejor en donde nos encontramos.

Estamos programados

El premio Nobel Francis H.C. Crick, bioquímico inglés, que en 1953 descubrió la estructura del ácido desoxirribonucleico (ADN), adoptó a finales de 1981 una postura sorprendente: afirmó que en sus orígenes nuestra especie fue creada por una supercivilización galáctica.

“Cuando el sistema solar estaba empezando a configurarse -dice- en alguna parte de la galaxia existía una civilización que debía hallarse en el grado de progreso en que nosotros nos encontramos ahora, aproximadamente. Esos seres, bastante parecidos a nosotros, indudablemente, comenzaban a trabajar con la vida.

“Un James Watson y un Crick extraterrestres habían descubierto la estructura del ADN. Otros, explotando sus trabajos, habían empezado a crear microorganismos, del mismo modo que nosotros, hoy, ‘sintetizamos’ las primeras bacterias en probetas.

“Esos seres descubrieron nuestro mundo en formación. Entonces se embarcaron en una experiencia que hoy nos parece imposible, pero que, dentro de unas decenas de años, estaremos nosotros mismos en condiciones de emprender: crear la vida inteligente. No exactamente igual que el Dios de la Biblia, que bajó a la Tierra a fin de modelar un poco de barro para formar a Adán, pero casi. Ellos hicieron que, en ese barro original, se pudiera sembrar una bacteria (u otro microorganismo), programado de tal forma que, al cabo de varías decenas de miles de años, desembocara en nosotros.

“Esos seres sembraron la Tierra igual que nosotros sembraremos quizá mañana un mundo lejano, todas cuyas probabilidades de llevar a la vida a su término más elevado, la inteligencia, estarán determinadas de antemano por nosotros.”

En su libro Lífe itself (La vida misma) Francis H.C. Crick expone todos los argumentos de su tesis.

¿Un simple experimento?

Pero también podríamos ser un simple experimento. Imaginemos que una supercivilización que todavía existe en algún punto de la galaxia , o incluso fuera de ella, decidiera, por ejemplo, hace algunos millones de años, crearnos a plazo. Para ella, el tiempo no cuenta. Cuando criamos un ganado que vive sólo unos cuantos años, o simples bacterias en un tubo de ensayo, ¿pensamos ni por un momento que, para esos microorganismos, nosotros somos prácticamente inmortales?
Crick confiesa que esta última idea es de los soviéticos. En efecto, la tesis de una siembra de la Tierra desde una galaxia cobró forma en el Congreso Internacional de Byurakan, en 1971.

Especialistas como Vsevolod Troitsky, de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética, emitieron allí la teoría de que la Tierra podría ser un campo de experimentación para seres superiores, con los cuales no hay ni que pensar en ponerse en contacto, porque van muy por delante de nosotros.

Entonces, ¡son como dioses!

Vida por doquier

Casi simultáneamente con la publicación de la obra de Crick, el profesor de matemáticas aplicadas y astronomía en el University College de Cardiff, en el País de Gales, y director del Instituto de Estudios Fundamentales de Sri Lanka, Nalin Chandra Wickramasinghe, publicó sendos libros escritos en colaboración con el astrónomo Sir Fred Hoyle, y titulados Space TraveIlers: the Bringers of Life (Viajeros del espacio: los que trajeron la vida) y Evolution from Space (La evolución desde el espacio), respectivamente.

De la lectura de ambos libros, así como de las manifestaciones de otros científicos que investigan la existencia de formas de vida en el universo, se deduce claramente -no sólo como reflexión filosófica o lógica, sino decididamente como resultado de comprobaciones puntuales- que la vida no es una prerrogativa del planeta Tierra que habitamos, sino que sus bases se hallan repartidas por doquier en la vasta inmensidad del universo. De forma que la afirmación del premio Nobel Francis H.C. Crick, descubridor como dije de la estructura del ADN, en el sentido de que una supercivilización galáctica nos creó en un pasado remoto, no carecen de base lógica. Nuestra creación fue, en su opinión -recuerdo-, una fabricación programada.

El muñeco humano

Exactamente de esta fabricación programada a la que aluden algunos científicos de avance, nos hablan también las tradiciones más antiguas del planeta, que quedan perfectamente reflejadas en el legado sagrado de los indios quichés, de la gran familia maya. Cuando el planeta Tierra aún no se había solidificado, y antes de poblarlo por tanto el ser humano, ya estaban ahí los constructores, los fabricadores, los poderosos del cielo.

Con esta afirmación, el Popol-Vuh, el libro del Consejo de los quichés, está en línea con las afirmaciones de Francis H.C. Crick:

“Solamente el agua limitada, solamente la mar tranquila, sola, limitada. Nada existía. Solamente la inmovilidad, el silencio, en las tinieblas, en la noche. Sólo los Constructores, los Formadores, los Dominadores, los Poderosos del Cielo, los Procreadores, los Engendradores, estaban sobre el agua, la luz esparcida.”

Así reza el Popol-Vuh, que además nos cuenta cómo los Dominadores construyeron al ser humano, al hombre, para que éste les adorara y les invocara, ya que sin este detalle de vanidad su creación, su fabricación, no resultaba completa y, más aún, carecía de sentido. Esta necesaria adoración se repite en las tradiciones religiosas más antiguas de numerosas comunidades humanas. ¿Cabe pensar acaso que la energía que emitimos durante semejantes actos de adoración sirve de nutrición a quienes presumiblemente nos diseñaron?

“Es tiempo de concentrarse de nuevo sobre los signos de nuestro hombre formado, como nuestro sostén, nuestro nutridor, nuestro invocador, nuestro conmemorador”, afirma el Popol-Vuh.

Narra este mismo ‘libro del Consejo’ que el primer muñeco formado con tal finalidad no hablaba, por lo cual no los invocaba, motivo por el que fue destruido:

“No tenían ni ingenio ni sabiduría, ningún recuerdo de sus Constructores, de sus Formadores; andaban, caminaban sin objeto. No se acordaban de los Espíritus del Cielo; por eso decayeron. Solamente un ensayo, solamente una tentativa de Humanidad.”

La imperfección de este primer intento de biorrobot provocó su destrucción por medio del agua, del diluvio:

“Entonces fue hinchada la inundación por los Espíritus del Cielo, una gran inundación fue hecha, llegó por encima de las cabezas de aquellos maniquíes.”

Con la mente frenada

Al segundo intento, les salió un hombre tan inteligente y de tan perfecta comprensión, que temieron que supiera y viera demasiado, lo que no les convenía a Los de la Construcción, a los Poderosos del Cielo:

“‘No está bien lo que dicen nuestros construidos, nuestros formados. Lo conocen todo, lo grande, lo pequeño, dijeron. Por lo tanto, celebraron consejo. ‘¿Cómo obraremos ahora para con ellos? ¡Que sus miradas no lleguen sino a poca distancia! ¡Que no vean más que un poco la faz de la Tierra! ¡No está bien lo que dicen! ¿No se llaman solamente Construidos, Formados?

Serán como dioses, si no engendran, si no se propagan, cuando se haga la germinación, cuando exista el alba; solos, no se multiplican. Que eso sea. Solamente deshagamos un poco lo que quisimos que fuesen; no está bien lo que decimos. ¿Se igualarían a aquéllos que los han hecho, a aquéllos cuya ciencia se extiende a lo lejos, a aquéllos que todo lo ven?’, fue dicho por los Espíritus del Cielo, Dominadores, Poderosos del Cielo. Así hablaron cuando rehicieron al ser de su construcción, de su formación.

Entonces fueron petrificados los ojos por los Espíritus del Cielo, lo que los veló como el aliento sobre la faz de un espejo; los ojos se turbaron; no vieron más que lo próximo, esto sólo fue claro. Así fue perdida la Sabiduría y toda la Ciencia de los cuatro hombres, su principio, su comienzo. Así primeramente fueron construidos, fueron formados, nuestros abuelos, nuestros padres.”

De esta forma, para evitar que supiera y que viera demasiado, se corrigió a este segundo prototipo de hombre, para conformar definitivamente a la raza humana actual, previo ajuste de clavijas y recorte de su capacidad de comprensión. Así, no se nos concedió más que una mínima parte del saber. ¿No nos están confirmando las más avanzadas investigaciones de las potencialidades de nuestra mente que solamente estamos usando aproximadamente un 10 % del total de nuestras posibilidades?

O sea, solamente una mínima parte del saber que nos corresponde de acuerdo con nuestro plan de fabricación original. Sorprendentemente, exactamente lo mismo le confirma Gabriel al contactado Mahoma, amén de darle un símil minúsculo que acaso pueda hacer alusión al microorganismo que menciona Francis H.C. Crick, al hacer referencia al origen del ser humano:

“¡Predica en el nombre de tu Señor, el que te ha creado! Ha creado al hombre de un coágulo. ¡Predica! Tu Señor es el Dadivoso que ha enseñado a escribir con el cálamo: ha enseñado al hombre lo que no sabía.”

Pero, aparte de enseñarnos lo que no sabíamos, el Dadivoso también recalca en el mismo Corán algo bastante más grave y que enlaza con el Popol-Vuh mesoamericano:

“No se os ha concedido más que una mínima parte del saber.”

La máquina humana

De acuerdo con todo lo expuesto, puede concluirse -al menos como hipótesis- que una supercivilización cósmica recurrió a la ingeniería genética para dar origen al ser humano: a nosotros. Pero, ¿es posible concebir el organismo humano -aquí no entraremos en la discusión de la parte espiritual, anímica o energética de nuestras personalidades, que ocupa este organismo durante el lapso de tiempo de cada una de nuestras vidas individualizadas- como una fabricación, entendiendo esta fabricación en el sentido más amplio de la palabra, y no como una auténtica ‘creación’, sino como manipulación de los elementos disponibles?

Si echamos una vez más una ojeada a la ciencia de avance, veremos que efectivamente, es posible. Solamente hay que tener presentes los progresos que se están realizando en los campos por ejemplo de la biónica -pronto no habrá prácticamente ningún órgano o parte del cuerpo humano que no pueda reemplazarse por un sofisticado dispositivo de recambio (actualmente se producen en Utah, en los Estados Unidos, más de dos millones de unidades de más de mil recambios para el cuerpo del ser humano- y de los biochips, que permiten construir ordenadores con la misma materia de la que está hecho el cerebro humano.

No debe perderse de vista que nuestro cerebro es una compleja computadora biológica que recibe informaciones a través de los órganos sensoriales de nuestro cuerpo físico, como también los recibe por vía paranormal, sin intervención de estos órganos sensoriales. A base de estas informaciones recibidas y debidamente codificadas, el cerebro elabora planes de actuación y envía las órdenes de reacción precisas para cada situación a los respectivos ‘departamentos’ de nuestro cuerpo. Nuestro cerebro es, así, la computadora que actúa a modo de centro de control de nuestro cuerpo.

Y éste se atiene a unas leyes y normas constantes en cuanto a composición, estructuración, reacciones, posibilidades de acción y vulnerabilidad.

Manipulaciones genéticas

No es por otra parte ningún secreto el hecho de que -sirviéndose de los ácidos nucleicos y de su función como portadores de información- los genetistas están desde hace años investigando la forma de manipular las cadenas de ADN con el objeto de influir en los caracteres hereditarios y así moldear a los seres vivos a su voluntad. Todo ello -que no es posible detallar en este breve espacio, pero que sí lo hago en mi libro El muñeco humano (Ediciones Kaydeda, Madrid)- conduce indefectiblemente a que en un futuro más o menos lejano se pueda diseñar y fabricar un ordenador capaz de copiarse, de reproducirse a sí mismo a su imagen y semejanza. Puesto que no hará otra cosa que atenerse a la constante vital basada en la doble espiral del ADN.

Las posibilidades que se abren en el campo de la biónica y del ordenador biológico, nos llevan a la ineludible reflexión de que, si todo esto lo estamos intuyendo y ensayando nosotros ahora, y lo llevaremos a la práctica en un futuro más o menos lejano, pero no inexistente, es fácil suponer que una civilización cósmica muchísimo más desarrollada tecnológicamente que nosotros, haya logrado en el pasado el modelo más avanzado: el biorobot super automático e independizado, construido o criado a imagen y semejanza de los propios fabricadores. Este modelo somos nosotros mismos.

Las afirmaciones de Francis H.C. Crick y el conocimiento del Popol-Vuh, o sea la ciencia de avance y las más antiguas tradiciones del planeta estarían así en lo cierto: alguien programó nuestra fabricación en algún lejano momento del pasado. Lo más grave de esta situación es que este alguien, precisamente por ser nuestro fabricador, puede seguirnos controlando a voluntad.

A la suya, que no es necesariamente la nuestra.

El invasor anonimo

El 25 de febrero de 1942, 80 días después del ataque japonés a Pearl Harbor, una escuadrilla de 15 a 20 aparatos desconocidos sobrevoló las costas norteamericanas del Pacífico, entre San Diego y San Francisco, en un área en el que se estaban concentrando contingentes de soldados y material bélico estadounidense para su embarque con destino al frente del extremo Oriente.

Toda el área fue inmediatamente alertada, y de acuerdo con el informe de la 37 Brigada de Artillería Antiaérea, entre las 03:12 y las 04:15 horas fueron efectuadas 1430 rondas de disparos antiaéreos en defensa de Los Angeles y contra lo que se suponía eran aparatos japoneses.

El ‘Los Angeles Times’ publicó la fotografía de alguno de estos objetos iluminados por los focos antiaéreos.

LOS FALSOS JAPONESES

Pero lo sorprendente fue que a pesar de su poca velocidad —unas 200 millas (unos 360 km) por hora— y de la poca altura —de 2.700 a 5.500 metros— a que volaban los supuestos aparatos enemigos, “no existe evidencia alguna de que ningún proyectil haya dado en el blanco ni de que ningún aparato haya sido derribado” según reza el informe del Cuartel General del Mando de la Defensa de Alaska, referido a dicho incidente.

En su informe al presidente Roosevelt, el general George C. Marshall verifica la autenticidad de la fotografía publicada en el ‘Los Angeles Times’ y habla por primera vez, en 1942, al referirse a los citados objetos volantes, de “objetos misteriosos”.

Misteriosos, volantes, y no identificados. Acaba de nacer, desde este primer sobrevuelo con implicaciones militares de su propio territorio, el misterio de los objetos volantes no identificados como problema de seguridad y de competencia militar para los Estados Unidos. Fecha: 25 de febrero de 1942.

Exactamente diez años después de este misterioso sobrevuelo de la costa californiana, y cuando ya se estaban vislumbrando las implicaciones sicológicas del fenómeno

—”Transmití hoy al Consejo de Seguridad Nacional una propuesta en la que se concluye que los problemas relacionados con objetos volantes no identificados parecen tener implicaciones tanto para la guerra sicológica como para Inteligencia y Operaciones”—,

le escribió en aquella época y en un memorando interior el director de la CIA, Walter B. Smith, al director de su Gabinete de Estrategia Sicológica, el problema de los objetos volantes no identificados preocupaba muy seriamente a los servicios de Inteligencia norteamericanos, como a continuación veremos.

“El problema OVNI excede el nivel de las responsabilidades individuales del departamento de Inteligencia Científica de la CIA, y es de tal importancia que merece la competencia y la acción del Consejo de Seguridad Nacional”.

Este párrafo figura en un memorando interior de la CIA dirigido al Director de dicha Agencia y firmado por H. Marshall Chadwell, Director Adjunto del departamento de Inteligencia Científica, con fecha 11 de septiembre de 1952.

La CIA fue creada en 1947, y ya de septiembre de dicho año data el primer informe OVNI que recogen sus archivos, de acuerdo con la documentación que he podido recopilar. Se trata de un informe sobre fenómenos luminosos inusuales observados en Tashkent, en el Uzbekistán (URSS). Desde el mismo año de su creación, la agencia de inteligencia americana viene por lo tanto recopilando información sobre el fenómeno OVNI.

Paralelamente, a lo largo de estos holgados 30 años, las fuentes oficiales le han venido repitiendo a la opinión pública que los OVNI no existen, que son fantasías, que hay que borrarlos de la mente porque es ridículo dar crédito a su existencia. Pero por mucho que se le dijera que era ridículo, la gente seguía viendo OVNIS. Así nació —porque las explicaciones no encajaban con la realidad— el mito del archivo de la CIA, ya que para que se le negara a la gente lo que estaba viendo con sus propios ojos, debía de tratarse de algo que estaba recibiendo un tratamiento extremadamente secreto.

Por lo tanto, nadie mejor que la CIA debía estar al corriente de lo que se estaba cociendo. El fenómeno OVNI llegó a ser así un tema que originaba recelo, acusaciones y controversias constantes durante los últimos treinta años. ¿Qué sabe la CIA acerca de los OVNI? ¿Qué nos dice y qué nos está ocultando?.

LA CIA EN EL BANQUILLO

Para despejar estas incógnitas, parte de la comunicación ufo1ógica norteamericana se acogió en los últimos años a la FOIA (Freedom of Information Act = Ley sobre Libertad de Información), para demandar judicialmente a la CIA y a otras agencias de inteligencia y departamentos militares para que sacaran a la luz pública la documentación oficial que sobre el fenómeno OVNI albergan sus archivos. Destacado impulsor de esta iniciativa judicial es el Ground Saucer Watch (GSW), dirigido por William H. Spaulding. Transcribo a continuación íntegra la declaración del portavoz de la CIA ante el tribunal federal ante el que se presentó la demanda.

Dado este paso, me he servido de diversos canales para obtener directamente de las distintas fuentes originales la máxima cantidad posible de copias de documentos que —relacionados siempre con el fenómeno OVNI— alimentan a los archivos oficiales —militares y de inteligencia— americanos. La suma de este material documental puede dividirse en tres grandes grupos primarios:

a) Correspondencia y memorandos procedentes de los archivos de la CIA

b) Informes de avistamientos procedentes de los archivos de la CIA

c) Documentos militares y de inteligencia procedentes de los archivos de otros departamentos oficiales americanos

En cuanto a la evaluación del material obtenido, salta a la vista inmediatamente que una gran cantidad de documentos siguen encerrados en los archivos oficiales. Tanto la CIA como las demás agencias sondeadas, han soltado únicamente una parte de sus archivos. Concretamente la CIA reconoce que ha retenido como clasificados 57 documentos, acogiéndose a las exenciones a que le autoriza la Ley sobre Libertad de Información.

Entre estos 57 documentos pueden perfectamente hallarse aquellos que hacen referencia a los supuestos subterráneos en que, en la base aérea de Wright-Patterson, los americanos tienen supuestamente bajo custodia los restos de algunos OVNI accidentados, así como aquellos otros que se refieren a la hipótesis de que los americanos conservan bajo refrigeración los cuerpos de un número indeterminado de miembros de tripulaciones OVNI, en un emplazamiento secreto de la base aérea de Langley, cerca de Norfolk, en Virginia.

Pero este número suministrado por la CIA de 57 documentos retenidos no puede en modo alguno responder a la verdad. Ya que, a tenor de lo que han entregado, es de 1ógica suponer que han trabajado también, con muchísima mayor razón, con otros incidentes OVNI, de los que sin embargo no hay constancia en estos bloques de documentación dados a publicidad.

Lo que sigue aún encerrado en los archivos de la agencia de inteligencia y en otros departamentos militares y de inteligencia tiene necesariamente que ser muchísimo más que estos 57 documentos que mencionan. Sobre todo se aprecian considerables lagunas, como si hubieran escogido diversos bloques de información de distintas épocas, y repentinamente entre estas épocas aparecen enormes huecos, que en ocasiones pueden suponer varios años seguidos en que no se fecha ni un solo informe sobre OVNI.

Encuentro a faltar muchos informes de incidentes OVNI bien conocidos por todos los ufólogos y que sin embargo no se reflejan en estos archivos, lo que —insisto— carece de toda lógica. Como carece de ella también el que no se mencione una sola línea sobre las circunstancias que acompañaron el derribo en mayo de 1960 del avión-espía americano U-2 sobre territorio soviético. Este caso debería haber aparecido precisamente entre esta documentación porque el piloto del U-2, Francis Gary Powers, trabajaba en aquella época para la Agencia Central de Inteligencia americana y porque su derribo se vio rodeado en el aire de fenómenos no explicados, según él mismo manifestó entonces.

3 MOTIVOS PARA EL SECRETO

De todas formas, estas lagunas y la ausencia de documentos clave las explica el propio Robert E. Owen, consejero y asesor de la Oficina del Consejo General de la CIA, responsable de la revisión de la información del Directorio de Operaciones de la citada agencia, a quien se encargó la revisión de los documentos que debían ser entregados en el marco de la Ley de Libertad de Información. Owen declara claramente que se retienen todos aquellos documentos que,

a) contienen información que debe ser objeto de una protección constante

b) revelan las fuentes y métodos de obtención de información de la CIA

c) revelan datos de la organización, las funciones, los nombres, los cargos oficiales o números del personal empleado

Como es lógico pueden reunir alguna o varias de estas cualidades, cantidades para todos los gustos de documentos archivados por la CIA. Son los documentos que no hemos podido obtener.

Pero aún así, las casi 1.200 hojas de documentación que he podido reunir incluyen informaciones y datos en ocasiones de extraordinario interés para cualquier interesado en el enigma mundial de los OVNI.

Y desde luego se deduce de la documentación revisada que los OVNI merecen la atención especial y continuada de los servicios de inteligencia norteamericanos.

CORRESPONDENCIA Y MEMORANDOS DE LA CIA

Repasando el bloque de correspondencia y memorandos de la CIA, se confirma en él por ejemplo que en abril de 1949 y en el polígono de tiro de White Sands, un comandante de la Marina que seguía el vuelo de un misil por el teodolito, vió de repente dos discos que maniobraban a alta velocidad alrededor del cohete de prueba, y que en el lapso de un mes tuvieron lugar tres de estas observaciones en White Sands. En sus maniobras, estos objetos volantes desconocidos alcanzaban velocidades de hasta 18.000 millas/hora (más de ¡28.000 km/h!), una velocidad, en 1949, absolutamente inalcanzable por el hombre. Y sin embargo eran objetos que maniobraban alrededor del misil.

También nos revelan estos documentos cómo, a partir de 1952, el interés de los servicios de inteligencia americanos se centra no en la averiguación del origen y de la identidad del fenómeno OVNI, sino de la influencia de dicha fenomenología en el público, en el ciudadano estadounidense. Les preocupa el que un elevado número de personas crea en la existencia de platillos, ya que ello conlleva un doble riesgo para su seguridad nacional.

Por una parte, el fenómeno OVNI puede ser empleado desde un enfoque de guerra sicológica. Un país enemigo podría aprovecharse de la continuada aparición de los OVNI para hacer ver que éstos son en realidad inigualables armas secretas suyas. De ahí nacería el impuesto silencio sobre la aparición de OVNI en los cielos de los países del este. Por otra parte, se veía un potencial riesgo en la proliferación de grupos civiles de investigación OVNI.

Dado que éstos lograban rápidamente la asociación de gran número de personas extremadamente fieles al grupo, existía el peligro de que una nación enemiga o un grupo terrorista se sirviera de estos grupos de gente en el momento de intentar una acción ofensiva contra los USA. De ahí nació la estrecha vigilancia —absolutamente confirmada en estos documentos— a que fueron sometidos los grupos privados de investigación OVNI y los ufólogos excesivamente incisivos, por parte de los servicios de inteligencia tanto de la CIA como de la USAF.

En cuanto a la alerta y defensa del territorio estadounidense en el caso de un hipotético ataque aéreo enemigo, se planteaba un nuevo riesgo: si proliferaban y se hacían usuales, normales, familiares estos avistamientos, tanto a simple vista como en las pantallas de radar, podría ocurrir que los mismos actuaran a manera de cortina de humo, que no permitiría discernir entre los que son OVNI y lo que son armas enemigas que han irrumpido en el espacio aéreo norteamericano.

Uno de los puntos críticos que afloran en estos documentos es la necesidad —pero al mismo tiempo imposibilidad— de detectar instantáneamente la naturaleza del objeto volante desconocido que irrumpe en el espacio aéreo americano, para determinar si se trata de un sobrevuelo pacífico o de una acción hostil.

Con lo cual casi me atrevería a concluir que nos hallamos ante una indirecta confirmación oficial del carácter extraterrestre de los OVNI. Ya que si se tratase de sobrevuelos de vehículos de otra potencia terrestre, ya habrían sido abatidos por los dispositivos de defensa, en este caso norteamericanos. El que esto no suceda es una evidencia de que el fenómeno es de naturaleza muy distinta. Ahí están, además, en los memorandos dirigidos al director de la CIA por su asistente científico, las siguientes palabras:

“… algo está ocurriendo y debe tener nuestra acción inmediata. Los detalles de algunos de estos incidentes han sido discutidos por nosotros. El avistamiento de objetos inexplicados a grandes altitudes, viajando a altas velocidades en las cercanías de importantes instalaciones defensivas americanas son de tal naturaleza que no pueden ser atribuibles a fenómenos naturales o vehículos aéreos de tipo conocido”.

Estábamos aún en 1952. Pocos meses después se reuniría el Panel Robertson, convocado por la CIA para el examen del fenómeno OVNI a cargo de cualificados especialistas. Sus conclusiones fueron que el fenómeno no constituía una amenaza física directa a la seguridad nacional, que no existía ningún indicio de que se tratara de artefactos extranjeros capaces de realizar acciones hostiles, y que no existía tampoco evidencia alguna de que el fenómeno indicara la necesidad de una revisión de los conceptos científicos actuales.

PROBLEMA DE SEGURIDAD

Lo que si entrañaba indirectamente el fenómeno era el peligro real que yo apunté más arriba, y que podía inducir a la identificación errónea por parte del personal de defensa de artefactos reales del enemigo, la sobrecarga en los canales de información de emergencia con información “falsa”, y —debido a la susceptibilidad del público— la histeria colectiva y la gran vulnerabilidad respecto a una guerra sicológica por parte del enemigo. Esta es la primitiva causa directa del descrédito del fenómeno por parte oficial, de cara a la opinión pública.

Y podemos concluir que hasta hoy esta situación planteada así hace treinta años, no ha cambiado, sino que se ha agudizado más aún, especialmente en los tiempos más recientes en que parece ser que muchísimos gobiernos —incluso los que menos pintan en el contexto mundial— han decidido ya tapar con el secreto hermético la apasionante investigación OVNI. Por encima de todo, lo que le interesa a la inteligencia y a los militares es la detección del riesgo de un ataque y el aprovechamiento del fenómeno a su favor frente al enemigo.

La investigación científica, el contacto con posibles inteligencias de origen no terrestre, es asunto que se queda en un plano muy secundario.

INFORMES DE AVISTAMIENTOS

Prácticamente todos los informes OVNI que aporta la CIA constituyen información no evaluada, o sea “materia prima” tal y como fue transmitida por los agentes e informadores de la CIA desde distintos países. Los documentos que incluyen la información más evaluada, o sea con las conclusiones a que en cada caso llegaron los consejeros de la CIA, constituyen uno de nuestros próximos objetivos, en lo que a obtención de documentos OVNI que hoy aún siguen estando clasificados, se refiere.

En el primer bloque de estos documentos, que recoge informes directos de avistamientos OVNI, aparecen con marcada preponderancia incidentes acaecidos en la Unión Soviética. Dentro de las hipótesis de origen de los OVNI se barajaba insistentemente en los años de la guerra fría la posibilidad de que fueran armas experimentales rusas, ensayadas bajo las directrices de los científicos alemanes que estaban trabajando desde el final de la guerra en los proyectos soviéticos.

Por esta razón la CIA tenía preponderante interés en reunir información de cualquier nuevo tipo de ingenio volador que pudiera detectarse por aquellas latitudes. Dentro de la absolutamente ilógica irregularidad del material facilitado, destaca aquí por ejemplo el desmesurado interés prestado al avistamiento de un objeto volante no identificado por parte del personal de inteligencia americano durante un viaje en tren de Baku, a orillas del Mar Caspio, hasta Tiflis.

Más adelante aparece un informe sobre objetos voladores desconocidos que sobrevolaron Budapest en formación 4-3-4 y a una velocidad de 12.000 km/h. en 1955. En mayo del año siguiente unidades de radar de la base del Comando de Defensa Aérea de Hungría, captaron —sin siquiera intentar su interceptación debido a que no disponían de armamento para ello— objetos volantes desconocidos que en formación volvieron a sobrevolar Budapest a velocidad extremadamente elevada y a unos 25.000 metros de altura.

Hay que señalar que aparte la numerosa documentación OVNI que sigue alin cerradal en los archivos de la CIA, también en muchos de los informes librados han sido suprimidos numerosos párrafos. Hay documentos en que de 7 u 8 párrafos únicamente se ha dejado sin tachar uno, por ejemplo. Los restantes pueden contener información OVNI aún mantenida como clasificada, o bien información clasificada relativa a otros aspectos de inteligencia que no incluyen información OVNI.

Insistiendo en el absurdo reparto del material librado y del material retenido por los asesores de la CIA, aparece por ejemplo un informe sobre el Congreso Internacional de Medicina Espacial celebrado en 1975 en México, informe que alude a una teoría —allí mencionada— de que los campos electromagnéticos están íntimamente asociados con la superconductividad a temperaturas muy bajas, tales como las reinantes en el espacio relacionando esta teoría con el posible sistema de propulsión de los OVNI.

Constando esta información sobre tal congreso, necesariamente debería constar muchísima más información aún sobre el I Congreso del Fenómeno OVNI, celebrado igualmente en México dos años más tarde. Y sin embargo, ni un solo documento se refiere a dicha reunión. Uno de los últimos documentos —cronológicamente— dentro del bloque de informes directos, refiere el avistamiento de una luz no identificada por parte del piloto del vuelo BEA 831 de Moscú a Londres, el 10 de septiembre de 1976. Al pedir la identificación de la fuente de luz a las autoridades soviéticas, éstas le responden al piloto con una respuesta de identificación negativa, sugiriéndole que no hiciera preguntas.

El segundo bloque de informes de la CIA sobre OVNI evidencia la vigilancia permanente a que nos vemos sometidos los medios de comunicación de todo el mundo por parte de los informadores de la CIA, también en lo que toca al fenómeno OVNI. Destacan entre estos informes los que notifican el avistamiento de OVNI sobre las minas de uranio del Congo Belga en 1952, varios informes de avistamientos sobre la península ibérica, y las oleadas sobre el norte de Africa.

Otro expediente informa sobre los experimentos de construcción de “platillos” realizados en el Canadá, a partir de la experiencia acumulada previamente durante la guerra por los ingenieros alemanes, como ya vimos. También a este respecto, otro informe refiere que en 1952 fue solicitada en la República Federal Alemana la primera patente relativa a un “platillo volante”, por Rudolf Schriever, uno de los antiguos técnicos alemanes que habían trabajado en tales proyectos, quien afirmaba haber perfeccionado un “objeto volante elíptico” tras once años de estudios.

Schriever murió a los pocos meses de haber solicitado dicha patente. Por otra parte, vuelven a aparecer en otro documento las altas velocidades desarrolladas por los objetos volantes no identificados. Esta vez se calcularon en 10.000 km/h, el 9 de enero de 1954, sobre Suecia.

Otro bloque recoge informes internos de la CIA relacionados con la información recibida de sus corresponsales. Vuelve a aparecer aquí insistente y repetida información sobre el incidente registrado junto a la vía férrea Bakú-Tiflis. Más adelante me sorprendió toparme con un memorando fechado el 26 de marzo de 1956 y que recomendaba que la Oficina de Inteligencia Científica de la CIA debía mantenerse al tanto de la próxima oposición de la Tierra con el planeta Marte, porque ello daría lugar a espectaculares informes de OVNI.

Un interesante documento refiere el avistamiento de fenómenos aéreos no identificados que coincidieron con el lanzamiento del primer Viking del programa Vanguard, el 8 de diciembre de 1956. El documento relaciona dicho avistamiento con otro presuntamente descrito con anterioridad —pero que no figura en el bloque librado— y que coincidió con el lanzamiento fallido de un cohete Júpiter. Aparece también entre esta documentación, como caso más conocido, el de Socorro, en Nuevo México. Y como casos no divulgados se reflejan avistamientos de OVNI —en algunas ocasiones en formación— referidos por astrónomos rusos en 1967.

Otro documento menciona los estudios de Vladimir Mekhedov, del Instituto Mixto de Investigación Nuclear, que evidencian que el objeto que hizo explosión en 1908 en el Tunguska siberiana efectuó previamente una maniobra en el aire. Aparece luego una interesante consulta del jefe de la Seguridad Militar de Túnez al informante americano, respecto a la aparición de objetos volantes no identificados en el cielo tunecino en agosto de 1976.

Finalmente, cabe mencionar el extraordinario incidente registrado en la tarde del 19 de septiembre de 1976 en el cielo iraní, al hacer acto de presencia los OVNI, al norte de Teherán. El informe menciona el absurdo intento de ataque de un F-4 Phantom contra un OVNI, que automáticamente deja bloqueado todo el sistema de armamentos del F-4, y anula además los sistemas de comunicación del mismo. Todo vuelve a funcionar a bordo cuando el F-4 decide alejarse del OVNI.

Este documento tiene su importancia porque exactamente lo mismo le sucedió al F-1 Mirage de la base española de Los Llanos de Albacete, cuando en la noche del 11 de noviembre de 1979 salió en misión de interceptación del OVNI que habla provocado el aterrizaje de un reactor de la compañía TAE en el aeropuerto de Manises. Y tiene además su importancia porque muestra la evidencia descarada de cómo, mientras a los testigos civiles que habían notificado el avistamiento de un OVNI se les explica que lo que están viendo en el cielo no es más que una estrella, los responsables de la defensa aérea llegan incluso a decidir el ataque al citado objeto desconocido.

Este es, en definitiva, el resumen de algunos de los documentos OVNI que ha venido archivando la CIA y que —si se saben leer— pueden llegar a decir mucho. ¡Cuánto más no dirán los informes y las evaluaciones sobre el fenómeno OVNI que siguen clasificados en los archivos secretos de los servicios de inteligencia del mundo entero!.

DOCUMENTOS MILITARES Y DE INTELIGENCIA

Obtuve luego un amplio bloque de documentos OVNI procedente de otros archivos hasta hoy secretos, distintos a los de la CIA. Estos documentos proceden de cuatro fuentes principales: la DIA —Agencia de Inteligencia del Departamento de Defensa—, la Inteligencia Aérea, el Departamento de la Fuerza Aérea (USAF) y el Departamento de Estado.

LOS ARCHIVOS DE LA DIA

La Agencia de Inteligencia del Departamento de Defensa proporciona información sobre avistamientos —entre otros— de OVNI en la Antártica en el verano de 1965, observaciones notificadas por la Marina argentina y corroboradas por personal de las bases inglesa y chilena de la isla Decepción. También una relación de 26 casos de avistamientos de OVNI registrados sobre España durante el período comprendido entre septiembre de 1973 y junio de 1974. Siguiendo en la península, aparece luego el informe de avistamiento de un OVNI que el 28 de febrero de 1974 describió tres círculos irregulares muy amplios, que abarcaron la totalidad del norte de Portugal y el territorio español y parte del Océano Atlántico.

A pesar de permanecer durante cerca de una hora visible en las pantallas de radar portuguesas, no fue posible identificar el objeto. Un oficial de la Fuerza Aérea portuguesa relató el acontecimiento al agregado del Aire y de Defensa norteamericano en Lisboa. El comentario de éste incluye la siguiente frase :

“Si es que la observación no fue de origen estadounidense —(se refiere a la posibilidad de que se tratara de un avión espía)— hemos tropezado con algo de suficiente interés y significancia para garantizar la cooperación continua de la Fuerza Aérea portuguesa para determinar el origen de dichos vuelos, si es que volviesen a ocurrir”.

En abril de 1978, finalmente, se suceden extrañas explosiones en el Canadá , que devastaron edificios, cortaron la electricidad, hicieron saltar los interruptores de la luz y dejaron tres misteriosos agujeros quemados en el suelo. Desde un lugar distante, fueron vistas bolas de fuego que cayeron del cielo en aquella zona. En el informe americano se refleja como las autoridades trataron de restar importancia al incidente, siendo la versión oficial del mismo que un rayo cayó sobre un transformador, explotándose éste y transmitiéndose la energía generada por los cables a las casas vecinas.

LOS ARCHIVOS DE LA INTELIGENCIA AÉREA

La Inteligencia Aérea, por su parte, evidencia su interés en el tema al mencionar por ejemplo en un parte informativo fechado el 4 de agosto de 1959, en el que notifica que ha redactado una bibliografía sobre OVNI, basada en fuentes de información del bloque soviético y occidental, entre 1946 y 1959. En lo que al bloque soviético hace referencia, la relación contabiliza 103 entradas. Recordemos en este contexto que exactamente diez años más tarde, Lynn E. Catoe, de la División de Ciencia y Tecnología de la Biblioteca del Congreso, preparó una nueva y exhaustiva bibliografía sobre el tema OVNI por encargo de la Oficina de Investigación Científica de la Fuerza Aérea.

Finaliza la documentación aportada por la Inteligencia Aérea con una serie de avistamientos de OVNI sobre Finlandia, en marzo de 1960. Donde vuelve a aparecer la ausencia de lógica, al no figurar un solo documento sobre OVNI suministrado por la Inteligencia Aérea desde 1960 hasta 1980.

LOS ARCHIVOS DE LA USAF

El material facilitado por el Departamento de la Fuerza Aérea se abre con un documento que muestra la preocupación y el desconcierto de este Departamento y de otras agencias de inteligencia y de investigación, militares y gubernamentales, sobre la frecuencia con que se suceden fenómenos aéreos no explicados sobre la zona de Nuevo México, de 1948 a 1950.

Sigue el texto completo del informe Fitzgerald, recopilado por el UFO Research Comittee de Akron (Ohio), y que constituye un excelente modelo de negligencia pesquisidora por parte de los informadores de la USAF desplazados al lugar del incidente. El caso Fitzgerald constituía en aquel entonces uno de los comprendidos en el 98’1% de total de informes sobre OVNI que la Fuerza Aérea calificaba de “objetos identificados”.

Pero el documento evidencia la arbitrariedad de esta calificación, ya que la investigación efectuada por los representantes de la USAF fue incompleta, superficial y absolutamente parcial y carente de todo rigor. Incluye este bloque de documentos un capítulo del estudio sobre OVNI publicado por la Academia de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos en el volumen II de su Introducción a la Ciencia Espacial. En este libro de estudio se afirma que las visiones OVNI parecen extenderse a lo largo ya de 47.000 años. Se da como ejemplo fiable el caso del sargento Lonnie Zamora en Socorro (Nuevo México). En el mismo capítulo leemos que,

“la teoría más estimulante para nosotros es la de que los OVNI son objetos materiales que están, o bien pilotados, o controlados por control remoto por seres que son de fuera de este planeta. Hay ciertas pruebas que apoyan este punto de vista”.

El capítulo finaliza afirmando que,

“lo que nos sugieren los datos de que disponemos es la existencia de tres, y tal vez cuatro grupos diferentes de extraños (posiblemente en diversos estados de desarrollo)”, que “lo mejor que se puede hacer es mantener una mente abierta y escéptica y no tomar una posición extrema en ninguno de los dos lados de la cuestión”.

Aparecen luego informes y documentos relacionados con el proyecto “Libro Azul” de la Fuerza Aérea y con los estudios realizados por el equipo de la Universidad de Colorado dirigido por el Dr. Edward U. Condon, que llegó a concluir que,

“al tema OVNI se le debe prestar solamente tanta atención como —estrictamente desde un punto de vista de defensa— el Departamento de Defensa lo estime necesario”.

Donde se corrobora una vez más que a nivel gubernamental el enigma OVNI se contempla casi exclusivamente bajo el prisma militar, mientras que se deja de lado su implicación científica, filosófica, histórica o social. Acaso la documentación más interesante de toda la entregada por el Departamento de la Fuerza Aérea y de toda la que no procede de la CIA, sea la larga lista de informes sobre los sobrevuelos de instalaciones del NORAD, el Mando de la Defensa Aérea de los Estados Unidos, por parte de objetos volantes no identificados, en octubre y noviembre de 1975.

Los sobrevuelos se produjeron en las bases aéreas de Malmstrom (Montana), Wurtsmith (Michigan), y sobre la estación de las fuerzas canadienses de Falconbridge (Ontario/Canadá) pero sobre todo causaron revuelo las descaradas evoluciones de los objetos desconocidos en el interior mismo del recinto de la base aérea de Loring (Maine). Las explicaciones oficiales son absolutamente increíbles por infantiles. Hasta consta un documento en que se especula con la posibilidad de que se trate de helicópteros empleados por grupos terroristas para atentar contra las instalaciones de la defensa norteamericana.

Tales chismes llegaron a tomar tierra dentro de la misma base aérea del NORAD —precisamente el sistema de alerta y de defensa aérea de los Estados Unidos— y llegaron a permanecer en una posición fija durante casi 15 minutos cerca del perímetro de la base aérea de Loring.

Los cazas que salieron en su persecución fueron incapaces de alcanzar ni de identificar a los citados objetos. Y sin embargo los documentos insisten en que se trataba de “helicópteros” (!) no identificados. Si un solo helicóptero extraño es capaz de aterrizar en una base aérea a la que se le ha encargado la defensa aérea del suelo patrio americano, sin ser interceptado ni identificado, y si un solo helicóptero extraño puede permitirse el lujo de permanecer en punto fijo cerca de un cuarto de hora sobre esa misma base de defensa sin ser identificado ni abatido, y si un solo helicóptero demuestra ser en su huída más rápido que los cazas que salieron en su persecución, y cuando además todo esto sucedió en pleno territorio continental americano, o sea en el interior mismo de los Estados Unidos, entonces la invasión de la máxima potencia capitalista, tecnológica y militar de este planeta es, realmente, un juego de niños. No, evidentemente, no eran helicópteros.

Ni helicópteros ni ningún otro ingenio pro cedente de otra potencia terrestre. Su entrada en el espacio aéreo estadounidense no fue detectada por el NORAD —que lo detecta absolutamente todo, cuando es de origen terrestre— . Los objetos únicamente fueron advertidos cuando ya se hallaban encima mismo de los enclaves del NORAD. Aún admitiendo como hipótesis —ilógica— que una potencia extranjera lograra hacer llegar hasta allí algún avanzado chisme, lo que es evidente es que allí se habría quedado.

Tal vez, remotamente, podría haber entrado en los USA, pero volver a salir es imposible. Una vez más los objetos que se pasearon a sus anchas sobre las instalaciones de la defensa aérea americana fueron de naturaleza distinta a las que nos son familiares. Y para volver a demostrar de paso el interés de la CIA en los objetos volantes no identificados —por mucho que se descalabre en afirmar que no son santo de su devoción— leemos entre la documentación de los sucesos de octubre de 1975 que,

“la CIA agradeció la información y solicitó que se les informara de cualquier otra actividad adicional de este tipo”.

LOS ARCHIVOS DEL DEPARTAMENTO DE ESTADO

La documentación extraída del Departamento de Estado recoge distintos telegramas y aerogramas que informan sobre incidentes OVNI y que fueron remitidos a Washington por las Embajadas de los Estados Unidos en el extranjero. Destaca el informe de la caída de una esfera de un metal desconocido de 60 cm de diámetro, en Monterrey (México), en febrero de 1967 y los aerogramas remitidos por diversas embajadas informando —evidentemente en respuesta a una consulta general a nivel mundial (presumiblemente instada por el Dr. Condon) que ya de por sí habla del interés que el tema ofrece para el Departamento de Estado— sobre la situación de la investigación OVNI en el país respectivo.

El aerograma remitido desde Madrid en mayo de 1968 comunica que “fuentes oficiales españolas nos informan que no se realizan, actualmente, en España, estudios sobre OVNI”. Aunque solo un año antes, por ejemplo, un avión militar de entrenamiento T-33 se topó con un OVNI encima de Talavera y salieron en su busca dos cazas F-86 Sabre.

Otro telegrama informa del avistamiento de “extrañas máquinas” en el cielo de Argel en marzo de 1975. El documento refleja cómo el portavoz del gobierno argelino pide explicaciones a los americanos por estas manifestaciones insólitas, y cómo no se traga la cavilación del representante americano de que se trataba de un satélite o del posible reflejo de un proyector eléctrico en la capa de nubes. Pero el mismo Kissinger, en su respuesta, fue incapaz de dar una explicación satisfactoria.

Porque la explicación del fenómeno OVNI, aparentemente, no está allí donde se pretende que esté.

Andreas Faber-Kaiser

Andreas Faber-Kaiser

Licenciado en Filosofía y Letras nacido en Barcelona, España, en 1944, fallecido en 1994. Autor especializado en la investigación de aspectos de nuestra historia que los poderes establecidos intentan ocultar, obtuvo en 1972 el Premio Nacional de Astronáutica “Julio Marial”. Fue director y editor de la revista “Mundo Desconocido”, prestigiada en su momento a nivel mundial como una de las tres primeras publicaciones en su género, y galardonada en 1980 con el “Premio Secinter” a la mejor revista especializada.

En verano de 1988 presentó en Catalunya Ràdio el programa “Què volen aquesta gent?” (“¿Qué quiere esta gente?”), ciclo dedicado a la problemática extraterrestre y de los objetos volantes no identificados. Desde su fundación en 1989 y hasta mayo de 1992 fue coordinador internacional de la revista “Más Allá de la Ciencia” —La revista de mayor difusión a nivel mundial en el campo de las paraciencias—, de la que también fue Consejero Editorial, cargo que ocupó igualmente en JC ediciones S.A. De 1988 a 1994 dirigió, realizó y presentó en Catalunya Radio el programa de temática esotérica “Sintonía Alfa” alternado con el programa especial “Arxiu Secret”.

Sus viajes de investigación le llevaron a buena parte de Europa, Asia, América y Oceanía, habiendo representado a España en congresos internacionales celebrados en España, Alemania, Croacia, México y Costa Rica. En agosto de 1992 abrió como primer ponente el Curso Especializado de Extensión Cultural “Grandes enigmas: los OVNIs”, organizado por la Universidad Complutense de Madrid, y que constituyó el primer curso de Ufología celebrado en una universidad española.

Obras:

¿Sacerdotes o cosmonautas? (1971)

Cosmos-Cronología general de la Astronáutica (1972)

Grandes enigmas del Cielo y de la Tierra (1973)

Jesús Vivió y Murió en Cachemira (1976)

OVNIs: el archivo de la CIA – Documentación y memorandos (1980)

OVNIs: el archivo de la CIA – Informes de avistamientos (1980)

OVNIs: archivos americanos – Documentos militares y de inteligencia

La caverna de los tesoros (1984)

Las nubes del engaño [Crónica extrahumana antigua] (1984)

Fuera de control [Crónica extrahumana moderna] (1984)

Sobre el secreto [La isla mágica de Pohnpei y el secreto de Nan Matol] (1985)

Pacto de silencio (1988)

El muñeco humano (1989)

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Compendio de artículos de diferente temática

PROPÓSITO DEL LIBRO

Marzo 1992

La idea de publicar este libro —compendio de artículos de diferente temática— nace de la necesidad de concienciar al lector de una certeza: que el Poder siempre ha escrito, siempre escribe y siempre escribirá la Historia a su absoluta conveniencia. Que el Poder, siempre le mostró, le muestra y le mostrará al individuo la imagen falseada —revestida de un baño de aparente idealidad para el individuo— de los acontecimientos, que conocidos en su auténtica dimensión y parcialidad de quien empuña las riendas de las órganos de decisión, sublevarían a cada individuo hasta tal punto, que ya no ansiaría otra meta más alta que la de sacudirse el yugo de la manipulación a la que le está sometiendo el Poder desde el día mismo en que se decidió su creación. Se daría cuenta cada individuo de que su auténtica liberación reside única y exclusivamente en él mismo, y que solamente alcanzada esta libertad esencial y la plena consciencia de su auténtica condición en todos y cada uno de los individuos que conforman a la especie humana, podrá hablarse de una Humanidad digna de ocupar el puesto que le corresponde en el conjunto del universo.

GRAVE AVISO

Este libro no es un compendio de reflexiones filosóficas. Bien al contrario, aporta una sucesión de hechos que apoyan la tesis de que el hombre está siendo utilizado para fines no siempre confesados, tanto por los poderes visibles; como por otros a los que solamente podemos intuir por deducción lógica de los efectos que sus manejos producen.

Tampoco se trata de un libro catastrofista. Pero si avisa gravemente de que debemos concienciarnos del absoluto valor, individual de cada uno de nosotros, si queremos aspirar a un futuro abierto en el que seamos nosotros mismos nuestros propios y únicos dueños. Porque ahora —y desde nuestro mismo origen— somos esclavos de mil poderes, que nadie se engañe.

Nuestra libertad total solamente es alcanzable si previamente cada individuo alcanza su propia libertad mental. Harto difícil de alcanzar por otra parte, dado que la historia nos muestra que somos claramente vulnerables a la manipulación de nuestra mente. Y si los recursos de la mente humana están despertando como evidentemente lo están haciendo, los menos despiertos van a ser cada vez más manipulables por parte de quienes logren canalizar la energía a su antojo. Que puede ser para bien o para mal. Es, como todo, un arma de doble filo. Para no dejarse arrastrar por la corriente sólo queda un recurso.

Afortunadamente, al alcance de todos y cada uno de nosotros: pensar. Uno puede estar limitado por el medio en el que se ve obligado a moverse, pero lo que uno no puede permitir jamás es que otros decidan por él. Es dejarse dominar de tal forma que su voluntad no sea propia, sino que sea el reflejo de la de otro. Cuidado, que estoy diciendo que a uno le pueden manipular muy sutilmente, mentalmente, sin que él se dé cuenta de esta manipulación. Por ello precisamente se impone la necesidad de que de vez en cuando al menos, uno se tome el tiempo necesario para pensar. Porque si se pone a recapacitar sí tendrá la oportunidad íntima de observar los efectos de su conducta y de juzgar entonces si es que está actuando en contra de su propia y libre voluntad.

Hay que darse cuenta de que, al igual que un médico no nos curará si nosotros no queremos ser curados, tampoco nadie podrá jugar con nuestra voluntad si nosotros no queremos que nos manipulen. La única defensa en contra de esta manipulación es aplicar el raciocinio en vez de la comodidad. Es nadar contra la corriente si es preciso en vez de dejarse llevar cómodamente por la misma. Ninguna secta, ninguna religión, ningún grupo, ningún partido, ningún gobierno, ninguna nación, ningún equipo deportivo, ningún medio informativo, ningún líder, ningún mensaje del más allá debe ser nunca más importante que uno mismo. Porque ello supone indefectiblemente la pérdida de la libertad personal de cada uno. Sólo cuando hayan quedado desmontadas todas las religiones, todos los grupos, todos los sistemas de gobierno, todos los sistemas de dominio, todas las formas de influencia, sólo entonces todos y cada uno de los individuos de la especie humana podrán considerarse intrínsecamente libres. Pero insisto en que el alcance de esta utopía sólo será factible cuando todos y cada uno de esos individuos apliquen la herramienta que para ello les ha dado la naturaleza (por decir alguna cosa) : la facultad de raciocinio, la facultad de pensar.

IMAGINA, CREA Y NO TE PIERDAS

No estoy hablando por llenar cuartillas. El problema no es una ficción para el futuro, el problema es un peligro real hoy. Y discúlpenme aquellos lectores que ya se saben la lección, pero no dejaré de insistir en ella mientras con ella quepa la posibilidad de despertar a alguien de su letargo. Hay que mostrarle a cada uno claramente la dimensión universal de sus propias posibilidades. Pero, ¡cuidado!, que la mente sirve tanto para crear como para anular.

El hilo de Arianna es la energía de un imán que te conduce hacia el conocimiento, pero no olvides que es también el hilo con el que la araña teje su red para atrapar en ella a quien se aventura a volar. Cuidado con las trampas mentales, tendidas por, vampiros de la voluntad y de los sentimientos. Que esos los hubo, los hay y los habrá, y víctimas inconscientemente encantadas de serlo, también. Y estas son las que hay que rescatar. Porque la maravilla de la creación mental no va por ahí.

LA FASCINACIÓN COMO TRAMPA MENTAL

Cuidado que la imaginación puede crear una ilusión que deviene realidad absoluta para quienes la están viviendo. Aunque, de hecho, no exista. Un ejemplo la constituyen los individuos recuperados de áreas sectarias. Desconectadas de estas áreas, eran o son personas con voluntad propia probablemente. Pero dentro del área de fascinación generada por un personaje-lider suficientemente atractivo, uno, psiquiátricamente sano, puede perder su propia voluntad y entregarse a una causa que a lo mejor esencialmente desconoce, pero que se le ha revestido de caramelo y uno pica pensando que está cumpliendo una gran cosa.

Y en este estado de fascinación es capaz de hacer cualquier cosa, y estoy seguro de que alguno de mis lectores habrá experimentado alguna vez este estado de ánimo, que se agudiza cuando participa del juego el factor del magnetismo amoroso. Hay realidades subjetivas que para comprenderlas hay que vivirlas —o, mejor, haberlas vivido— pero que no por ello son menos eficaces y menos activas.

EL JUGUETE DE LOS DIOSES

Por otra parte, no debemos perder de vista que nuestro cerebro no deja de ser una compleja computadora biológica que recibe informaciones a través de los órganos sensoriales de nuestro cuerpo físico, como también los recibe por vía paranormal, sin intervención de estas órganos sensoriales. A base de estas informaciones recibidas y debidamente codificadas, el cerebro elabora planes de actuación y envía las órdenes de reacción precisas para cada situación a los respectivos departamentos de nuestro organismo. Nuestra cerebro es, así, la computadora que actúa a modo de centro de control o puente de mando de nuestro cuerpo. Y éste se atiene a unas leyes y normas constantes en cuanto a su composición, estructuración, reacciones, posibilidades de acción y vulnerabilidad. Es un sistema complejo, sí, pero no perfecto, ni mucho menos. Tiene enormes posibilidades, pero, bien mirado, conforma al mismo tiempo un conjunto extraordinariamente limitado en nuestra comprensión actual del mismo.

Concediendo márgenes de futurología lógicos a lo inexplorado y aún inexplicado, al misterio que aún late en la esencia de nuestro ser, pero recurriendo a esta misma lógica del futuro para extrapolar las evidencias tecnológicas y biológicas de que hoy disponemos, yo me atrevo a concluir que en esencia —en lo que a nuestro organismo físico se refiere, y no entro en esta conclusión en disquisiciones sobre el alma, el espíritu a las energías que puedan invadir este organismo y tomar posesión de él— no somos otra cosa que perfeccionadísimos robots biológicos. Porque estamos irremisiblemente atados a la voluntad de quien quiera jugar con nosotros a su antojo. Somos, acaso, el gran juguete en manos de no sabemos qué niños-dioses.

Porque sin llegan a esos poderes superiores, nosotros mismos ya somos capaces de jugar, con otras personas, con otros robots biológicas idénticos a nosotros mismos. Dejando aparte toda la manipulación paranormal y simplemente sugestiva, o sea la posibilidad de que nuestro cerebro sea influenciado y activado a distancia, convirtiéndonos en meros instrumentos al servicio inconsciente de otras voluntades, también en el plano de la manipulación física estamos comenzando a lograr avances que si en algunos casos son para bien de la humanidad, en otros son decididamente negativos y hasta abominables.

Aplicando electrodos a determinados enclaves del celebro, se logra la anulación a la inversión absoluta de las reacciones del individuo. En palabras del destacado neurofisiólogo José Manuel Rodríguez Delgado, en el futuro podríamos llegar, a

“gobernar, de manera inteligente y razonable la fuente de todas las actividades humanas”.

O sea que el hombre es una máquina gobernable.

El iridólogo que mira el ojo del paciente para por ahí descubrir la enfermedad que alberga el cuerpo del mismo, no hace sino comprobar qué luces se han encendida en el panel de alarma (ojo). O sea que el cuerpo humano es una máquina provista de señalizaciones de alarma que permiten detectar desde el exterior la disyunción o anomalía surgida en su interior.

El acupuntor que estimula la planta del pie del paciente para descubrir en qué punto de la misma siente dolor, no hace otra cosa sino repasar el estado de los fusibles albergados en esta caja (la planta del pie). O sea que la máquina humana está provista de una caja de fusibles que se funden (duelen) cuando se estropea el órgano a que corresponden.

Detalles así hay muchos, pero no me voy a extender aquí en ellos. Aparte de que no todos han sido detectados y, como siempre, el futuro será fascinante.

Piensen tan sólo en lo marionetas que somos, dependientes de los hilos que desde el cosmos manejan nuestra máquina ya desde nuestro nacimiento, desde nuestra concepción misma. Me refiere no a lo que dicen los astrólogos, la ciencia astrológica, sino a la compleja realidad de nuestra dependencia del conjunto del universo, dependencia de la que no hemos vislumbrado e interpretado más que una pequeña parte. También esto nos demuestra que somos robots de alguna forma programados. Y la programación la saben leer incluso en nuestras manos los quiroanalistas. Ahí está grabada, en dos placas (las manos), la programación individualizada para la correspondiente máquina humana.

Algunos especialistas, habiéndose apercibido de la condición de mera máquina oxidable de nuestro cuerpo, se plantean ya la posibilidad de hibernar no los cuerpos, sino únicamente los cerebros de las personas cuyo cuerpo no puede curar hoy en día la ciencia médica. Es exactamente la operación de extraer la computadora (el cerebro) de la máquina averiada para incorporarla a una máquina nueva y que siga así rindiendo como antes. Esto supone acercarse a la inmortalidad. Incluso es posible fabricar duplicados de una persona por medio de la técnica del ‘cloning’. Y si esto haremos o hacemos ya nosotros, ¿cómo no se podrían estar divirtiendo a sus anchas los niños cósmicos? ¿Es que acaso no somos más que eso: los divertidos muñecos superautomáticos de quién sabe qué dulces criaturas de por ahí? Desde luego no lo sabemos, pero que esta posibilidad está ahí, ahí está.

LA HUMANIDAD COBAYA

Pero descendamos del plano cósmico al meramente humano. El drama del enigmático Síndrome Tóxico que en la primavera de 1981 mató a más de 650 españoles y afectó a más de 30.000 con secuelas de mayor, o menor, gravedad, demuestra lo fácil que puede resultar, el envenenar, a todo un sector de población de forma imperceptible, disimulada y —si se hace bien— impune, como en este caso.

Creo oportuno —sin entrar en los detalles de los ensayos ya efectuados de guerra meteorológica y del terrorismo neutrónico— refrescar la memoria con la idea de que también pueden convertirnos, cuando se les antoje, en meros insectos.

“¿No se podría difundir la peste entre los indios? Debemos aprovechar todos los medios a nuestro alcance para exterminar a esta repugnante raza.”

La bombilla de la peste como arma se le encendió al general Jeffrey Amherst en carta que envió en junio de 1763 al coronel Henry Bouquet, que se hallaba a la sazón asediado por los indios en su fuerte de Pitt, durante la sublevación de Pontiac. La luz de esta bombilla fue recibida en el fuerte como una orden de su superior por el mencionado coronel, quien se las apañó para colocar en terreno ocupado por los indios frazadas infectadas con bacilos de la peste. La epidemia subsiguiente diezmó a la población indígena. Aplicando esta fecha, los Estados Unidos llevan un bagaje de 230 años de ensayo y uso del arma biológica.

Haciendo un poco de historia extremadamente resumida:

Los americanos recogieron finalizada la II Guerra Mundial las enseñanzas de los experimentos nipones con el arma bacteriológica.

En julio de 1953 realizaron pruebas secretas sobre el valle del río Moncacy, en Maryland. Un avión de la Marina regó la zona con el producto químico NJZ2266, un sulfuro de zinc cadmio combinado con esporas licopodias, producto deshidratante derivado del cultivo de musgos.

En septiembre del mismo año se efectuaron ensayos semejantes, bajo el nombre de código ‘Sacacorchos’ o ‘Barreno’, en el pueblo de Leesburg, en Virginia, a 48 km al norte de Washington. Simultáneamente, otras 21 pruebas ‘Sacacorchos’ a ‘Barreno’ fueron realizadas en Rosemont, Minnesota.

También se realizaron ensayos de guerra bacteriológico y química en los sistemas de trenes subterráneos de New York, Saint Louis (Missouri), Minneapolis (Minnesota) y Winnipeg (Canadá).

Corea y Vietnam conocieron también la aplicación del arma biológica.

La guerra biológica —difusión permanente de agentes causantes de enfermedades— es apetecida porque es difícil comprobar en ella la participación del hombre.

En la base de Camp Detrick, en Maryland, se efectúan estudios intensivos con bacterias resistentes a los antibióticos. Entre los insectos usados allí como transmisores de virus y bacterias figura un mosquito (aedes aegypti) transmisor de la fiebre amarilla y de la fiebre del dengue.

200 cubanos murieron en 1991 de esta última enfermedad, nunca antes registrada en Cuba.

Los transmisores de la misma son bacilos invisibles, incoloros y carentes de olor, al igual que los de otras tres plagas que afectaron en 1981 a la caña de azúcar, en 1979 al tabaco y en 1971 y 1980 al ganado cubano.

En territorio estadounidense hay almacenadas enormes cantidades de gas neuroplégico que provoca la muerte instantánea, así como de herbicidas y defoliantes análogos a los aplicados en el Extremo Oriente. Las reservas del gas supertóxico BZ podrían exterminar, por si solas a la humanidad entera. Otros depósitos de modernizadas armas químicas y bacteriológicas se instalaron ya hace años en Europa, en especial cerca de Pirmasens, en Alemania. Malasia, Afganistán y El Salvador, por citar unos ejemplos, conocieron también la aplicación de las armas químicas. A partir de 1981 los Estados Unidos reduplicaron sus esfuerzos para lograr el perfeccionamiento y almacenamiento en Europa de las cargas químicas binarias, un gas neurotóxico de dos componentes que aisladamente son inofensivos, pero cuya combinación puede adoptar dos formas:

la llamada GB, de acción inmediata

la VX, de suspensión en la atmósfera.

Ambas producen la muerte en el primer minuto.

Después del encuentra entre Reagan y Gorbachov, que supuso un paso importante en los intentos de desarme nuclear, y durante el cual se habló también de la necesidad de reducción del armamento químico, los norteamericanos comenzaran a llenar el 16 de diciembre de 1987 en las instalaciones de Pine Bluff, en Arkansas, los primeros contenedores con el agente químico tóxico GB-2, a partir, del cual se forma una materia neurotóxica en el momento de su aplicación en combate. En Luisiana, otros contenedores han sido llenados con el segundo componente del agente GB-2. Y a principios de 1988 comenzó la fabricación de una bomba química binaria de aviación provista de componentes de un gas neuropléjico aún más tóxico, el VX-2.

Conviene refrescar la memoria y no olvidar que mientras se estaba acusando a los comunistas de estar regando con lluvias químicas letales (lluvia amarilla) a la población enemiga en el Extremo Oriente, y mientras se acusaba a la Unión Soviética de difundir mycotoxinas u hongos venenosos en Afganistán, Camboya y Laos, al tiempo que activistas alemanes del grupo Rote Armee Fraktion (Fracción del Ejército Rojo) comenzaban a hacer ensayos con bacterias mortales en un refugio de Paris, para futuras aplicaciones de las mismas en acciones terroristas, los científicos al servicio de la Inteligencia norteamericana estaban trabajando intensamente en Fort Detrick y también en Dugway, al sudoeste de Salt Lake City, en Utath, en la evaluación y prueba de perfeccionadas armas bacteriológicas y químicas. Como conviene no perder de vista tampoco —para intentar comprender el posible origen de fenómenos como por ejemplo el de la pandemia del SIDA— lo que dejó escrito Bertrand Russell en su obra Impacto de la ciencia en la sociedad:

“Actualmente la población mundial se está incrementando en unos 50.000 individuos por día. La guerra, hasta ahora, no ha tenido un gran efecto en este incremento, que ha ido continuando a través de cada una de las guerras mundiales (…) La guerra hasta ahora no ha sido efectiva en este aspecto (…) Pero tal vez la guerra bacteriológico llegará a ser efectiva. Si una Muerte Negra se extendiese por el planeta, una vez por cada generación, los supervivientes podrían procrear libremente, sin llenar en exceso el planeta.”

Para valorar debidamente esta Reflexión, debe tenerse en cuenta que Bertrand Russell era un intelectual ‘orgánico’, que trabajaba para el Departamento de Guerra Psicológica del Foreign Office, para mayor gloria y provecho del Imperio Británico.

NUEVAS ARMAS

Cualquiera de los experimentos anteriormente expuestos queda ampliamente rebasado sin embargo con los ensayos del arma étnica. De acuerdo con la documentación a la que he tenido acceso, se está trabajando en la creación de una bioarma dirigida a afectar a las personas de color, al tiempo que quedan indemnes los blancos. Y ya en este contexto, y para que el lector pueda hacerse una idea de lo variopintos que pueden llegar a ser los recursos aplicables a un enfrentamiento, me haré eco de las palabras pronunciadas por el científico norteamericano de origen yugoslavo Andrija Puharich, durante el congreso internacional sobre el desarrollo del hombre celebrado en 1985 en San José de Costa Rica, y que tuve la satisfacción de poder inaugurar. Dijo allí Puharich que estábamos siendo sometidos en nuestros días a una guerra de campos de ondas de baja frecuencia, contra la cual podía el organismo humano desarrollar una protección aplicando la suficiente dosis de voluntad.

Esto fue un flash resumido del panorama americano, pero de ingenuo peca aquél que opine que el bloque hasta hace poco contrario se andaba a la zaga. Mientras tanto alguien, en la trastienda del planeta, sigue frotándose las manos. ¿Hasta cuándo? Hasta que el ciudadano despierte de su conformismo, hasta que la gente abra los ojos y sus mentes, se ponga a pensar, y deje de formar parte de este gran rebaño de siervos que encima van y le sonríen con placidez al tipo que los está pisando. En todos los campos y a todos los niveles de la vida.

COBAYAS DE UN DESTINO PLANIFICADO

Tal se desprende una vez más de una correspondencia que se conserva en la biblioteca del Museo Británico en Londres: se trata de la correspondencia mantenida en el siglo pasado entre Albert Pike y Giuseppe Mazzini, dos cualificados miembros de la cúpula masónica y satánica de los Iluminados. En esta correspondencia se diseñaron las tres grandes guerras mundiales.

Así, en carta dirigida a Mazzini con fecha del 15 de agosto de 1871 —hace más de un siglo— Pike le comunica que la Primera Guerra Mundial se debía generar para permitir a los Iluminados derrocar el poder de los zares en Rusia, y transformar este país en la fortaleza del comunismo ateo. Las divergencias provocadas por los agentes de los Iluminados entre los imperios británico y alemán —y también la lucha entre el pangermanismo y el paneslavismo— se debían aprovechar para fomentar esta guerra. Una vez concluida, se debía edificar el comunismo y utilizarlo para destruir otros gobiernos y debilitar a las religiones.

La Segunda Guerra Mundial debía fomentarse aprovechándose de las diferencias entre fascistas y sionistas políticos. La lucha debía iniciarse para destruir el nazismo e incrementar el sionismo político, con tal de permitir el establecimiento del Estado soberano de Israel en Palestina. Durante la Segunda Guerra Mundial se debía edificar una Internacional comunista lo suficientemente robusta como para equipararse a todo el conjunto cristiano. En este punto se la debía de contener y mantener para el día en que se la necesitase para el cataclismo social final. El objetivo de estas dos guerras —diseñadas en el siglo pasado— se ha conseguido. Queda por ver la Tercera Guerra Mundial.

La Tercera Guerra Mundial se debía de fomentar aprovechándose de las diferencias promovidas por los agentes de los Iluminados entre el sionismo político y los dirigentes del mundo musulmán. La guerra debe de orientarse de forma tal que el Islam y el sionismo político se destruyan mutuamente, mientras que otras naciones se verán obligadas a entrar en la lucha, hasta el punto de agotarse físicamente, mentalmente, espiritualmente y económicamente.

Albert Pike le escribió a Giuseppe Mazzini el 15 de agosto de 1871 que, al final de la Tercera Guerra Mundial, quienes pretenden la completa dominación mundial provocarán el mayor cataclismo social jamás conocido en el mundo.

CUANDO SE APAGUEN LAS LUCES DE NEW YORK

Desandemos este sendero. La Comisión Trilateral es el Consejo Especial del Council of Foreign Relations, y responde por igual del poder del ocultismo, del poder de la brujería y del poder del supuesto mal, y éstos responden a su vez de las drogas, de la música rock y de la política. El sector político se conoce internacionalmente por los Iluminados, que son altos grados de la masonería. En América se les denomina ‘Noriah’. La brujería comprende la magia negra y la blanca. A esta última se suma un determinado número de grupos masónicos. Hay escasamente unas cien organizaciones que pertenecen al mundo de la masonería. Se explica así el que Karl Marx escribiera sus obras londinenses por encargo de Nathan Rothschild (el ‘escudo’ o ‘protector de los rojos).

Los cheques con los que le pagó pueden verse en el Museo Británico. Marx participó en la fundación de la Primera Internacional en 1864. Se derrumbó porque los anarquistas querían anarquía, y la querían de inmediato. La Segunda y la Tercera Internacional —que en sus transformaciones dieron lugar por un lado a la Internacional Socialista y por el otro al Komintern y al Kominform—, no son otra cosa que la confirmación de los Iluminados, que hicieron con la Revolución Francesa y con Napoleón el primer intento de gobierno mundial. Quien hable de casualidades, es que no ha entendido todavía el juego que se llevan con todos nosotros.

La idea del judío alemán Adam Weishaupt, que fundó la cúpula de los Iluminados el 1 de mayo de 1776, era el camino a través de la anarquía. El que su fundación tuviese lugar, el día siguiente de la noche de Walpurgis, y la hecho de que este día fuera consagrado mundialmente festivo —el ‘Día del Trabajo’— aclara todavía más la estrecha relación que existe. El hecho que además el sello de los Iluminados aparezca con la fecha de 1776 en el dólar americano, asombra a aquéllos que no saben que Washington fue tan masón como su rival Jefferson.

Si hablamos del poder efectivo, debemos mencionar a los Rockefeller y —más importantes aún— a los Rothschild.

En sucesión ascendente siguen los Bilderberger, un club formado por los 500 hombres y organizaciones más ricas e influyentes del mundo.

Como organización de primera línea nos encontramos por ejemplo al Vaticano.

Más arriba está el ‘Consejo de los 33’, los 33 más altos masones iniciados del mundo.

Por encima de ellos, el ‘Gran Consejo de los 13’, 13 Grandes Druidas, por encima de los cuales aún actúa ‘El Tribunal’

Finalmente, el inmencionable nombre de grado 72 de los cabalistas, que —dicho sea de paso— también significa ‘Iluminado’.

Para los Iluminados Lucifer es Dios, y Jesús es el imitador.

De la misma forma que para los cristianos Satanás es el imitador de Jesús.

El 1 de agosto de 1972, después del aquelarre, es decir el ‘sábado de las brujas’, Philip von Rothschild anunció ante el ‘Consejo de los 13’ en el Casino Building de San Antonio, la planificación de la historia a partir de 1980. Las indicaciones son muy concretas.

“Cuando veáis apagarse las luces de New York, sabréis que nuestro objetivo se ha conseguido.”

Hay que saber interpretar la frase. Elija cada cual, si es que tiene opción a ello, si es éste u otro su propio objetivo.

LA TRAMPA MENTAL

He mencionado la planificación de las guerras mundiales y anteriormente he aportado botones de muestra de diferentes formas de entender un nuevo tipo de armamento. Y enlazo necesariamente ahora con mi advertencia inicial de este ‘Propósito’ que introduce el libro aquí expuesto. Con los efectos de un tremendo ‘boomerang’, los esfuerzos de todos cuantos nos dedicamos a las ciencias de la mente se pueden trocar —en contra de nuestros ideales— en la más sutil e incontrolable trampa para la especie humana.

Hemos puesto en manos de militares, servicios de inteligencia y políticos las posibilidades insospechadas que ofrece nuestra herramienta más preciada: la mente humana. Militares, servicios de inteligencia y políticos no investigan con la finalidad de una elevación de valores de la especie humana encaminada a la total integración cósmica: militares, servicios de inteligencia y políticos investigan con la finalidad de una aplicación militar, policial y política de los resultados de sus investigaciones. Y, desgraciadamente, ellos tienen posibilidades de investigación aplicada inmensamente mayores que las de cualquier civil. Y si no, ahí van unas botones de muestra de los resultados a que puede conducir su peculiar encauzamiento de las paranormalidades.

Junto a la guerra psicológica cabe contar desde hace ya años con la guerra parapsicológica a psicotrónica, bajo la denominación global de ‘guerra psi’ a ‘psy-war’ como ya la vienen llamando desde hace tiempo americanos y británicos. Y si bien rusos y americanos, debido a sus recursos, son evidentemente los líderes en la carrera de esta nueva arma que relega a segundo plano los efectos de otras más habituales, no son sin embargo los únicos. En efecto, el ejército israelí consideró ya la posibilidad de inutilizar el sistema de guía de las misiles soviéticos utilizados por los países árabes valiéndose de la psicokinesia, y recurrió ya por ejemplo al concurso de destacados síquicos para apoyar la fulgurante operación de rescate del avión israelí retenido años atrás en el aeropuerto ugandés de Entebbe. El ejército alemán cuenta con tres mil hombres que recibieron un intenso entrenamiento ‘psi’. El ejército británico está aplicando estos poderes en Irlanda. Y especialistas del cuerpo expedicionario cubano ensayaron en su día nuevas técnicas parapsicalógicas en Angola.

Por otra parte, las posibilidades que ofrece el amplio espectro parapsicalógico están siendo ensayadas y aplicadas ya por servicios de inteligencia de distintos países. Hay quien no vacilaba en afirmar, incluso, que los recursos de la parapsicología habían sido empleados para ‘suicidar’ a distancia y simultáneamente a los componentes del grupo RAF Baader-Meinhof en la prisión de Stuttgatt/Stammheim.

TÚ ERES TU LIBERTAD

No queda otra alternativa que la de pensar una vez más en la libertad. ¿Es libre el ser humano, o no lo es ? Si no lo es, esa debe ser la meta de la lucha de esta vida: alcanzar en algún momento la libertad absoluta. Aunque tal vez eso no se consiga nunca porque sea irrealizable. De hecho, nada en este universo es intrínsecamente libre. Nadie nos ha preguntado —ni a nosotros, ni a los árboles, ni a los animales, ni a las piedras, ni a los astros, ni a los átomos, ni a la energía, ni al universo mismo— dónde, cuándo, cómo ni en qué forma queremos nacer, queremos vivir, queremos desarrollarnos.

“Caminante, no hay camino; se hace camino al andar.” Sí, esto parece ser cierto. Pero nos marcan de entrada la parcela de terreno en la que nos dejan andar. Y aparte de que no la hemos podido elegir nosotros —y si nos gusta fabuloso y si no, ahí nos las compongamos—, cualquiera que sea esa parcela está plagada de infinidad de elementos y circunstancias —visibles y por lo tanto evitables unas y ocultas y por consiguiente prácticamente inevitables otras— que irán condicionando nuestros pasos en ese camino que hacemos al andar en nuestra engañosa libertad.

La lucha debe concentrarse por ende en aproximarnos lo máximo que nos dejen a la libertad ideal. A zafarnos de la mayor cantidad posible de trampas y de cadenas que la vida nos tiende. Las visibles son las que pueden limitar nuestra libertad física. Son menos graves. Porque en cualquier circunstancia en que nos hallemos, libres o presos, sanos o enfermos, móviles o paralizados, videntes o ciegos, siempre podemos conservar nuestra libertad mental, nuestra intimidad energética que nos pone en contacto inmediato con cualquier punto del universo, por llamarle de alguna forma. Las trampas y cadenas invisibles son las que realmente matan nuestra libertad intima, esencial.

Las cadenas y trampas que quieren adueñarse de nuestra mente y nuestra voluntad. Las formas, los conductos y las plasmaciones de estas cadenas y de estas trampas son numerosas y sutiles. Grave es reconocer que a medida que avanzamos en el conocimiento de las posibilidades de nuestra mente, se van abriendo paralelamente posibilidades de anulación de nuestra voluntad. Quiero ir más lejos aún y advertir de algo más grave: que nadie deje que jueguen con su mente, ni desde aquí, ni desde fuera. Han estado jugando con nosotros durante siglos, durante milenios, pero cuidado, que estamos empezando a sospechar que se ríen de nosotros. Que nadie es dueño de nadie. Que nadie debe ser esclavo de ningún señor, sea este señor un congénere humano o pertenezca a otro plano.

Por esa meta vale la pena luchar con todas nuestras fuerzas, porque si perdemos esa batalla perderemos con ella la única libertad que nos queda. Que cada cual sea dueña —única, pero totalmente— de su mente. Porque la libertad mental es la que más nos permite aproximarnos al ideal de libertad.

NO ES ASÍ

De aquí nace la idea de este libro. De la conveniencia de aportar al lector elementos variados que, en distintas áreas de nuestra historia, pueden tener una lectura bien diferente de la que el Poder nos ha propuesto e impuesto. Sirvan estos pocos ejemplos de aliciente para que, después de leídas, el lector piense con espíritu critico y extrapole esta forma de ver las cosas a otras áreas de su propio interés.

Se trata de varios artículos que dan que pensar. Presentan manipulaciones que ya vengo denunciando desde hace holgados 20 años en doce libros editados, en 77 números publicados de la revista ‘Mundo Desconocido’, en decenas y decenas de programas radiofónicos, en muchísimas entrevistas en radio, prensa y TV, en conferencias y artículos. Sigo insistiendo aquí en la necesidad de aportar documentación que incite a la duda, al raciocinio y por ende a las conclusiones propias de cada lector. Estos quince artículos resumen en cierto modo más de 30 años de estudios, de investigación, de búsqueda y de reflexión. Resultado : las cosas no son como nos dicen. Queda mucho por descubrir no ya en la inmensidad del universo, sino en este planeta y dentro de nosotros mismos.

La necesidad de volver, a publicar —recogidos en un volumen— estos artículos, nace del hecho de que algunos de ellos han sido publicados originalmente de forma incompleta e incluso en alguna medida distorsionada. Pues si bien aparentemente la censura ha desaparecido a nivel oficial, se sigue practicando a nivel de grupos de presión y de medios de comunicación. El mismo medio que te publica es el que en muchas ocasiones ejerce una autocensura. Tal y como aparecen en este volumen, los artículos originales no han sido recortados ni se han cambiado conceptos ni expresiones de su redacción original.

Valga tener en cuenta, para su lectura, que algunas datos que aparecerían como anacrónicos si el artículo se escribiese hoy en día, figuran —precisamente por respetar el original— tal y como fueron escritos en su momento, que puede remontarse hasta a 20 años atrás. Piensa que es importante, para comprender la trayectoria de la obra de un autor y de la labor de un investigador, saber cuándo dijo determinadas cosas públicamente por vez primera.

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