¿Cómo se registra y cuantifica oficialmente a la población indígena ?

9.- ¿Cómo se registra y cuantifica oficialmente a la población indígena de México?
 
Los párrafos en negro se refieren a: ” Población ”

La fuente oficial de registro de la población mexicana es, desde 1895, el Censo General de Población y Vivienda, que se elabora decenalmente en los años que terminan en cero (1980, 1990, 2000, etcétera; una excepción fue el censo de 1921). Aunque se ha ensayado la aplicación de diversos criterios, el rasgo que ha permanecido constante durante casi un siglo ha sido el de la calidad de hablante de alguna lengua indígena de la persona censada, es decir, ha prevalecido el criterio lingüístico. Los censos han registrado históricamente a la población hablante de alguna lengua indígena (HLI) mayor de 5 años, aunque la serie que ofrece la mejor base de comparación es la que va de 1930 a 2000. A partir de 1990 se registra también a la población de 0 a 4 años que habita en hogares cuyo jefe(a) o cónyuge habla lengua indígena. El censo del 2000 registró, además, a la población que, no hablando alguna lengua indígena, declaró pertenecer a algún grupo indígena. En consecuencia, el total de población indígena actual es la sumatoria de:

    * la población de 5 años y más hablante de lengua indígena (HLI)

    * la población indígena de 0 a 4 años de edad que habita en hogares cuyo jefe o jefa de familia o su cónyuge es hablante de lengua indígena

    * la población que se autoadscribió como indígena (El INEGI define así la autoadscripción indígena: “Reconocimiento que hace la población de pertenecer a una etnia, con base en sus concepciones.”)

A propósito del uso del término “autoadscripción”, autores como Fernández, García y Ávila han señalado sus reservas por considerar que: “En sentido estricto, el censo no capta la autoadscripción de un grupo indígena, ya que existe una persona (generalmente el jefe del hogar) que declara por todos los demás”. (FERNÁNDEZ et al., 2002: 169) Proponen, en consecuencia, que se emplee la expresión “pertenencia” a un grupo indígena.

Habría que agregar que la respuesta pone en juego elementos de la conciencia social del encuestado, su sentido de lealtad o no al grupo de pertenencia u origen, su valoración de las relaciones de poder, entre otros factores. (RODRÍGUEZ, 12/07/2004).

¿Qué otra forma de cuantificar a la población indígena?

10.- ¿Qué otra forma de cuantificar a la población indígena se emplea en la actualidad?
 
Los párrafos en negro se refieren a: ” Población ”

A partir de la base censal del año 2000 preparada por el INEGI, el Consejo Nacional de Población (CONAPO) y el Instituto Nacional Indigenista (INI) procedieron a estimar la población indígena tomando como unidad básica de la cuantificación a los miembros de los hogares indígenas: consideraron hogares indígenas “a aquellos donde el jefe y/o el cónyuge y/o padre o madre del jefe y/o suegro o suegra del jefe hablan lengua indígena, y también a aquellos que declararon pertenecer a un grupo indígena (…) Cabe aclarar -acotan los autores- que en esta estimación todos los miembros de estos hogares, sean hablantes o no, pertenecientes o no, se consideran indígenas. Así, la estimación de la población indígena para todo el país y aun por entidad federativa se ha realizado tomando en consideración tanto el habla de lengua como la pertenencia indígena”. (SERRANO CARRETO et al., 2002:22).

¿Cómo ha sido el crecimiento de la población indígena mexicana?

11.- ¿Cómo ha sido el crecimiento de la población indígena mexicana con respecto al total de habitantes del país?
 
Los párrafos en negro se refieren a: ” Población ”

Se afirma con frecuencia que, conforme a las cifras proporcionadas por los censos, la población indígena de México ha crecido en términos absolutos y decrecido en términos relativos: es decir, ha aumentado el número total de indígenas, pero ha disminuido el porcentaje histórico de éstos respecto del total de la población del país. Como se muestra en el siguiente cuadro, en 1930 eran 2,451,086, pasando a ser 6,044,547 en el año 2000 (incremento del 145%); pero mientras que en 1930 estas personas censadas constituían el 16% del total de los mexicanos registrados, en 2000 representaron el 7%.

Hay que aclarar, sin embargo, que las cifras anteriores corresponden a los HLI (los hablantes de alguna lengua indígena de 5 años y más), no incluyéndose en este cálculo a los niños de 0 a 4 años que habitaban al momento del censo en hogares cuyo jefe(a) o cónyuge eran HLI, ni aquellos que, con los nuevos criterios censales, pueden ser considerados indígenas aunque ya no sean hablantes de algún idioma nativo. En síntesis, el cuadro ilustra las cifras absolutas de HLI y los porcentajes de estos con respecto al total de habitantes del país.

POBLACIÓN TOTAL,POBLACIÓN MAYOR DE 5 AÑOS Y HABLANTES DE LENGUAS INDÍENAS,PORCENTAJES,1930-2000
Año Pob.Total

Población 5 años y más
Pob.HLl 5 años y más Pob.HLl de 5 años y más
1930 16,552,722 14,042,201 2,251,086 16.0
1940 19,653,552 16,788,660 2,490,909 14.8
1950 25,791,017 21,821,026 2,447,609 11.2
1960 34,923,129 29,146,382 3,030,254 10.4
1970 48,225,238 40,057,748 3,111,415 7.8
1980 66,846,833 57,498,965 5,181,038 9.0
1990 81,249,645 70,562,202 5,282,347 7.5
1995 91,158,290 80,434,190 5,483,555 6.8
2000 97,483,412 84,742,491 6,044,547 7.1
Fuente: Censos depoblación y viviend a1930,1940, 1950, 1960, 1970, 1980, 1990, 2000
y Conteo de Población y Vivienda 1995. (VALDÉS, 2003:20)

Los 12,403,000 indígenas estimados por el CONAPO representaron en el 2000 el 13% del total de la población mexicana (97,483,412). Las series históricas disponibles sólo permiten hacer comparaciones entre los HLI registrados.

¿Cuáles son los asentamientos principales de los indígenas mexicanos?-3036

12.- ¿Cuáles son los asentamientos principales de los indígenas mexicanos en la actualidad?
 
Los párrafos en negro se refieren a: ” Población ”

Como consecuencia de la movilidad histórica y actual de la población indígena mexicana, es posible identificarla hoy en cuatro grandes tipos de asentamientos territoriales:

      1. Regiones rurales tradicionales (Altos de Chiapas, Huastecas, Meseta Purépecha, Mixtecas, Montaña de Guerrero, Sierra Tarahumara, etcétera).
      2. Ciudades grandes y medianas de México (Cancún, Ciudad Juárez, Distrito Federal, Ensenada, Guadalajara, León, Mérida, Tehuacán, etcétera).
      3. Áreas agroindustriales y sus periferias (Zonas hortícolas y frutícolas de Baja California, Chihuahua, Sonora, Sinaloa, etcétera).
      4. Campos y ciudades de los Estados Unidos (Estados de Arizona, California, Florida, Illinois, Nueva Jersey, Nueva York, Nuevo México, Texas, etcétera) y de Canadá.

Dentro del país, la población indígena sigue siendo predominantemente rural, a pesar de los drásticos cambios producidos por la migración, como lo ilustran las siguientes cifras:

    * 65% de los HLI habita en localidades rurales (localidades con menos de 2,500 habitantes)
    *
      19% en zonas semi-urbanas (localidades de más de 2,500 y menos de 15,000 habitantes)
    *
      16% en zonas urbanas (localidades de más de 15,000 habitantes)

¿Qué características presenta la migración indígena?

13.- ¿Qué características presenta la migración indígena?
 
Los párrafos en negro se refieren a: ” Población ”

Es una regla básica de los estudios de población considerar como las tres grandes variables demográficas a la fecundidad, la mortalidad y la migración: sobre un espacio geográfico determinado, el número de población varía de acuerdo al comportamiento de esos tres factores. Cuando se asocian una alta tasa de fecundidad, un descenso de la mortalidad y un número bajo de desplazamientos de población fuera del territorio en cuestión, se producen incrementos sustantivos que -como ocurrió en México durante varias décadas del siglo XX- dan lugar a “explosiones demográficas”: “La población mexicana creció más de siete veces en el siglo XX, al pasar de 13.5 millones en 1900 a 97.5 millones en el año 2000. En ese mismo periodo, la tasa de mortalidad general descendió de 35 a 4.5 muertes anuales por 1,000 habitantes y la tasa de mortalidad infantil de más de 200 decesos por 1,000 nacidos vivos registrados a sólo 26”. (SSa, 2001b:27-28) A la inversa, cuando se verifica una altísima mortalidad, baja fecundidad y escasa migración, se generan “catástrofes demográficas”, como la que tuvo lugar en el naciente territorio de la Nueva España entre 1519 y 1650. (COOK y BORAH, 1989: 215-221). Este peculiar léxico ilustra suficientemente dos fenómenos polares; hasta donde sabemos no se han generado expresiones equivalentes para aludir a la migración, a la que debemos considerar como uno de los rasgos más característicos del movimiento poblacional en el mundo (y, en particular, en México) en el ocaso del siglo XX y los albores del XXI.

En el caso de la población indígena -con “fecundidad en descenso, pero aún relativamente elevada, y alta mortalidad” (FERNÁNDEZ HAM et a., 2002: 173)- dificulta la observación del crecimiento/decrecimiento, y de la migración, el hecho de que las series históricas que admite comparaciones son las que registran a los HLI de 5 años y más, como dijimos en el apartado sobre crecimiento de la población. Es sabido que puede haber aumento sustantivo de población indígena, pero un decreciente número de hablantes de las lenguas originarias.

El incremento de los estudios sobre migración de la población indígena mexicana es claro indicio del impacto de este fenómeno, del cual se dice con razón, que está modificando el perfil de las regiones indígenas (expulsoras), e indianizando el de las zonas receptoras. Como señalamos en el apartado que identifica los principales asentamientos territoriales indígenas en la actualidad, aunque la población indígena sigue siendo mayoritariamente rural (el 65% de los hablantes de lenguas indígenas habita en localidades con menos de 2,500 habitantes), “la migración está alterando en forma significativa la ubicación y las estructuras de edad y sexo de los diversos grupos lingüísticos.

“La migración tiene múltiples causas, tanto estructurales como coyunturales: crecimiento poblacional y presión demográfica sobre la tierra, deterioro ecológico, devastaciones por fenómenos meteorológicos, escasez de empleo y disminución del ingreso, explotación de la fuerza de trabajo; inexistencia o insuficiencia de servicios básicos (electricidad, agua potable, escuelas, centros de salud, etcétera), difícil o nulo acceso al crédito y a nuevas tecnologías, violencia armada y caciquismo, entre otros factores. Lo anterior, aunado a la expectativa de lograr una vida mejor fuera de las regiones de origen, está produciendo cambios en la configuración de las poblaciones.” (ORDPI-INI, 2002:33. También: WARMAN, 2001)

“Los pueblos con mayor migración son purépechas, mayas, zapotecos, mixtecos de Guerrero, Oaxaca y Puebla; mazatecos de Oaxaca, otomíes de Hidalgo, Estado de México, Querétaro, Puebla y Veracruz; nahuas de Guerrero, Hidalgo, Estado de México, Veracruz y San Luis Potosí; chinantecos de Oaxaca, kanjobales de Chiapas, totonacas de Veracruz, mazahuas del Estado de México, choles de Chiapas y mixes de Oaxaca. Para 1995, 85% del total de migrantes indígenas de todo el país pertenecía a los 13 pueblos mencionados. En el caso de los HLI con muy pocos parlantes, la dispersión de su población a causa de la migración impacta directamente en la permanencia de estos pueblos. Es el caso de grupos como los kekchí, quiché, tepehuán, cucapá, chocho, pima, cakchiquel, kiliwa, chichimeca jonaz, mame, cochimí, jacalteco, pápago y lacandón, entre otros.

“Los migrantes indígenas se han asentado en los campos agrícolas de la frontera norte y noroeste, en alrededor de 105 ciudades mexicanas, y en el campo y ciudades de Estados Unidos y Canadá.

“En el transcurso de 1995 casi la décima parte de la población indígena cambió de residencia al interior del país. Diez entidades recibieron en conjunto casi 370 mil migrantes, que representan 84% del total de indígenas que se desplazaron ese año. Éstas son: Distrito Federal (85,937), Estado de México (75,558), Veracruz (69,494), Baja California (28,397), Campeche (21,379), Sinaloa (18,141), Puebla (15,072), Jalisco (14,359), Tamaulipas (12,608) y Tabasco (18,892).

“Las mujeres se han integrado a las corrientes migratorias, lo que supone cambios en diversos aspectos de su vida. Cuando permanecen en las comunidades, ellas asumen las responsabilidades del cónyuge con lo que se incrementa la carga de trabajo que se les ha asignado culturalmente.

“Destacan como polos de atracción grandes ciudades como México y su área conurbada, Guadalajara, Tijuana, Ciudad Juárez, Culiacán, Acapulco y Mérida; ciudades medias como Tehuacán, Cancún, Chetumal, Matamoros, Coatzacoalcos, Ensenada, La Paz y Puerto Vallarta; por último, algunas ciudades pequeñas con fuerte presencia indígena entre las que sobresalen San Cristóbal de las Casas, Juchitán y Tuxtepec.

“El territorio mexicano se ha convertido en una importante zona de tránsito o de residencia de una gran cantidad de indígenas provenientes de Centroamérica, cuya intención original es llegar a Estados Unidos y Canadá.” (ORDPI-INI, 2002:34-35).

En el capítulo denominado “Desarrollo, marginalidad y migración” (RUBIO et al.: 2000: 289-354) del Estado del desarrollo económico y social de los pueblos indígenas de México. Primer informe, los autores elaboraron el siguiente cuadro que resume un conjunto de causas importantes de la emigración indígena:

FACTORES QUE HAN PROPICIADO LA EMIGRACION INDÍGENA
DURANTE LOS ÚLTIMOS 20 AÑOS
Factores
Region o grupos indigenas afectados
ECOLOGICOS

Baja productividad de la tierra

-Oaxaca, la Montaña de Guerrero, región mazahua-otomi y Sierra Tarahumara
-Fenomenos climatologicos: sequias, heladas, huracanes

-Sierra Tarahumara y regiones cercanas a las costas
-Tiempos muertos en el ciclo agricola temporalero del lugar de origen

-Practicamente todas las regiones
-Cambios en la calidad productiva del suelo ocasionados por monocultivos y otras causas de degradación ecológica

-Yucatán, region totonaca de Veracruz, Huastecas, zonas petroleras de Veracruz y Tabasco, y Sierra Norte de Puebla
TENENCIA DE LA TIERRA
-Problemas con el reparto agrario o carencia de propiedad

-Huastecas, Chiapas y zona Huicot
-Ganaderización del territorio

-Huastecas, totonaca de Veracruz y Chiapas
-Venta forzada de la propiedad ejidal y cambios en el uso del suelo con fines desarrollistas (construcción de presas, vias ferroviarias, plantas industriales y carreteras)

-Zonas etroleras de Veracruz, zona nahua, mazahua y otomí del Estado de Mexico, Istmo de Tehuantepec, Sierra Tarahumara, zona nahua de Guerrero y región del Papaloapan
CRISIS EN LOS PRECIOS DE PRODUCTOS AGRICOLAS
-Caida o baja en los precios del cafe, henequen, azucar, tabaco, cacao, naranja, tomate, aguacate y otros

-Chiapas, las Huastecas, region chocho-mixteca-popoluca,Sierra Norte de Puebla, región totonaca de Veracruz, región nahua de Oaxaca y Puebla, region nahua de Veracruz, zona chontal de Tabasco, region Huicot, y Peninsula de Yucatán
-Cancelacion de la demanda de henequen

-Peninsula de Yucatan
-Baja en la demanda de productos de palma ante la irrupcion de plastico o fibras sinteticas -Montaña de Guerrero, Sierra Tarahumara y Oaxaca
-Baja en la demanda de artefactos o insumos producidos en microescala por indígenas: cerámica, palma, frutas regionales, artefactos de madera, dulces regionales, etcétera.
-Practicamente todas las regiones

 

Preguntas por tema

¿Cuántas y cuáles son las regiones indígenas de México? -3034

14.- ¿Cuántas y cuáles son las regiones indígenas de México?
 
Los párrafos en negro se refieren a: ” Población ”

Las poblaciones indígenas que habitaron el territorio del México actual se asentaron históricamente en tres grandes superáreas culturales: Aridamérica, Oasisamérica y Mesoamérica. La línea divisoria entre las dos superáreas principales -Aridamérica y Mesoamérica- se ubica al sur de los sistemas formados por los ríos Lerma y Pánuco. Dentro de estas superáreas se reconocen las diversas regiones indígenas del México actual.

El Estado del desarrollo económico y social de los pueblos indígenas de México. Primer informe define la “región indígena” en estos términos: “Área de agrupación cultural en la que convergen asentamientos de uno o más grupos étnicos, incluida la población mestiza, definida a partir del dominio particular de una relación de acoplamiento o semejanza en la que prevalece la variable étnica y lingüística.” (INSTITUTO NACIONAL INDIGENISTA, 2000a:837). La misma fuente da cuenta de la distinción de las regiones indígenas adoptada por el Instituto Nacional Indigenista, que reconocía 20 de éstas, con una superficie total de 383,541.5 km2, detalladas en el siguiente cuadro:

REGIONES INDÍGENAS DE MÉXICO
Región

Superficie en km2

Mayo-Yaqui

11,114.0
Sierra Tarahumara

48,909.0
Huicot

24,784.0
Meseta Purépecha

6,282.0
Huasteca

14,631.0
Sierra Norte de Puebla

7,844.
Totonaca de Veracruz

2,952.0
Otomí de Hidalgo, Querétaro y Guanajuato

8,092.0
Mazahua-Otomí

4,418.0
Nahuatl, Costas del sur de Michoacán

2,553.0
Meseta Chocho-Mixteca-Popoloca de Puebla

2,022.0
Náhuatl de La Cañada oaxaqueña-poblana

3,358.0
Náhuatl, Jalapa-Martínez de la Torre de Veracruz

1,702.0
Náhuatl, Orizaba-Córdoba de Veracruz

4,737.0
Popoloca-Náhuatl, Los Tuxtlas de Veracruz

4,258.0
Nahuatl-Tlapaneca-Mixteca-Amuzga de Guerrero

17,524.0
Chontal de Tabasco

2,949.0
Chiapas

35,490.0
Península de Yucatán

85,970.0
Oaxaca (Istmo; Sierra Norte; Papaloapan; Costa; Cañada; Mixteca;Sierra Sur; Valles Centrales)

93,952.0
Fuente: INI, 2000a:157-159.

¿Qué son Mesoamérica, Aridamérica y Oasisamérica?

15.- ¿Qué son Mesoamérica, Aridamérica y Oasisamérica?
 
Los párrafos en negro se refieren a: ” Población ”

No existe consenso acerca de cuántas y cuáles son las regiones indígenas de México, y si éstas deben definirse con criterios etnolingüísticos o culturales que armonicen con los datos históricos, geo-ecológicos, económicos o políticos. Una de las pocas coincidencias a este respecto es aquella que reconoce la existencia histórica de tres superáreas culturales a las cuales corresponden importantes porciones del territorio del México actual: Aridamérica, Mesoamérica y Oasisamérica.

“En la antigüedad hubo en dicho territorio tres superáreas culturales. Si bien es cierto que las sociedades que integraban cada una no constituyeron una unidad política, sí formaron dentro de ellas sendos entramados históricos. Las tres superáreas a las cuales nos referimos comprendían, grosso modo, Aridamérica al noroeste y a la Península de Baja California; Oasisamérica al noroeste, y Mesoamérica a la mitad meridional de México. Debemos advertir que todas rebasaban el territorio mexicano: las dos primeras ocupaban buena parte de los Estados Unidos, mientras que la última se extendía a lo largo de Guatemala, Belice, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica.

“Una superárea cultural supone la existencia de grupos humanos ligados por un conjunto complejo y heterogéneo de relaciones. A lo largo de los milenios, éstas se establecen entre sociedades que viven en áreas contiguas; el resultado son tradiciones o historias compartidas. Fundamentalmente, las relaciones se generan a partir de los intercambios constantes de bienes; de los desplazamientos transitorios o permanentes de grupos dentro de la superárea; de los intereses compartidos entre las élites que gobiernan las diferentes entidades políticas; del dominio de unas sociedades sobre otras; de las acciones bélicas, tanto de alianza como de conflicto, etc. Más que como un conjunto de elementos inmutables en el tiempo y en el espacio, las tradiciones que caracterizan una superárea cultural deben concebirse como una particular corriente de concepciones y prácticas en continua evolución multisecular y con notables particularidades regionales. Las sociedades de una misma superárea cultural podían diferir en nivel de desarrollo. Lo importante fue que las relaciones se constituyeron en forma estructural y permanente. En cambio, las meras relaciones comerciales o las simples copias de estilos artísticos entre las tres superáreas no bastaron para integrar a sus pueblos en una misma tradición. Por ejemplo, el intercambio entre Oasisamérica y Mesoamérica, aunque intenso, no uniformó los fundamentos socioculturales de ambas superáreas.” (LÓPEZ AUSTIN y LÓPEZ LUJÁN, 1996:15-17).

¿Cuántas lenguas y dialectos se hablan en la República Mexicana?

16.- ¿Cuántas lenguas y dialectos se hablan en la República Mexicana?
 
Los párrafos en negro se refieren a: ” Población ”

Si contabilizamos las lenguas y dialectos con hablantes de 5 años y más (HLI) registradas en el XII Censo General de Población y Vivienda del año 2000, la cifra total obtenida fue de 85. En los últimos años, y ello debido tanto a las variaciones en los registros censales como a los criterios de clasificación lingüística, se han manejado dos cifras: 56 y 62 para referirse a las lenguas indígenas que se hablan en la República Mexicana. El cuadro siguiente ha sido modificado por nosotros para ofrecer el listado de las lenguas y dialectos indígenas, y el número total de hablantes registrados. Las cifras han sido tomadas del original difundido por el INEGI, que se denomina: POBLACIÓN DE 5 AÑOS Y MÁS QUE HABLA ALGUNA LENGUA INDÍGENA POR SEXO Y TIPO DE LENGUA, Y SU DISTRIBUCIÓN SEGÚN GRUPOS QUINQUENALES DE EDAD. (En realidad, el cuadro no agrupa o distribuye “tipos” de lenguas). Los interesados en la información ampliada pueden encontrarla en los Tabulados Básicos-Lenguas Indígenas del censo del 2000.

POBLACIÓN DE 5 AÑOS Y MAS QUE HABLA ALGUNA LENGUA INDÍGENA POR TIPO DE LENGUA, 2000

Lengua Pobl.
-AGUACATECO 23
-AMUZGO 41 455
-CAKCHIQUEL 210
-COCHIMI 82
-CORA 16 410
-CUCAPÁ 178
-CUICATECO 13 425
-CHATINO 40 722
-CHICHIMECA JONAZ 1 641
-CHINANTECO 129 871
-CHINANTECO DE LALANA 3
-CHINANTECO DE OJITLÁN 3 404
-CHINANTECO DE PETLAPA 1
-CHINANTECO DE USILA 50
-CHINANTECO DE VALLE NACIONAL 45
-CHOCHO 992
-CHOL 161 766
-CHONTAL 957
-CHONTAL DE OAXACA 4 959
-CHONTAL DE TABASCO 38 561
-CHUJ 1 796
-GUARIJÍO 1 671
-HUASTECO 150 257
-HUAVE 14 224
-HUICHOL 30 686
-IXCATECO 351
-IXIL 90
-JACALTECO

529
-KANJOBAL 9 015
-KEKCHÍ 677
-KIKAPÚ 138
-KILIWA 52
-KUMIAI 161
-LACANDÓN 40
-MAME 7 580
-MATLATZINCA 1 302
-MAYA 796 314
-MAYO 35 490
-MAZAHUA< 133 430 -MAZATECO 214 477 -MIXE 18 924 -MIXTECO 437 873 -MIXTECO DE LA COSTA 33 -MIXTECO DE LA MIXTECA ALTA 2 848 -MIXTECO DE LA MIXTECA BAJA 3 708 -MIXTECO DE LA ZONA MAZATECA 17 -MIXTECO DE PUEBLA 19 -MOTOCINTLECO 174 -NÁHUATL 1 448 936 -OCUILTECO 466 -ÓPATA 4 -OTOMÍ 291 722 -PAIPAI 201 -PAME 8 312 -PAPABUCO 5 -PÁPAGO 141 -PIMA 741 -POPOLOCA 16 111 -POPOLUCA 38 477 -POPOLUCA DE LA SIERRA 5 -POPOLUCA DE OLUTA 14 -PURÉPECHA 121 409 -QUICHÉ 246 -SERI 458 -SOLTECO 6 -TACUATE 1 738 -TARAHUMARA 75 545 -TEPEHUA 9 435 -TEPEHUÁN 25 544 -TLAPANECO 99 389 -TOJOLABAL 37 986 -TOTONACA 240 034 -TRIQUI 20 712 -TZELTAL 284 826 -TZOTZIL 297561 -YAQUI 13 317 -ZAPOTECO 421 796 -ZAPOTECO DE CUIXTLA 4 -ZAPOTECO DE IXTLÁN 1 848 -ZAPOTECO DEL ISTMO 644 -ZAPOTECO DEL RINCÓN 19 -ZAPOTECO SUREÑO 25 396 -ZAPOTECO VALLISTA 3 179 -ZAPOTECO VIJANO 1 -ZOQUE 51 464 -OTRAS LENGUAS INDÍGENAS DE MÉXICO 278 -OTRAS LENGUAS INDÍGENAS DE AMÉRICA 411 -NO ESPECIFICADO 89 535 Fuente: INEGI, 2002.

¿Cuáles son los recursos para el desarrollo de que disponen los indigenas?-3031

22.- ¿Cuáles son los recursos para el desarrollo de que disponen los pueblos indígenas?
 
Los párrafos en negro se refieren a: ” Población ”

Usualmente, los diagnósticos de las condiciones de vida de los pueblos indígenas suelen subrayar -con sobrada razón- la situación de marginación que los aqueja y las múltiples causas que generan y perpetúan la pobreza, la vulnerabilidad y el rezago. Cuando se trata de exaltar la riqueza de las comunidades indias se enfatiza la importancia de las culturas, cosmovisión, lenguas, fiestas y tradiciones rituales, la medicina, los diseños y, en general, peculiaridades de su rica y variada artesanía ritual, ornamental o utilitaria. Sin embargo, los recursos usados o potenciales para el desarrollo indígena son mucho más amplios e importantes; forman un todo que abarca por igual los bienes naturales y culturales. Incluso, como lo señalamos antes con una cita de Héctor Díaz-Polanco, la organización comunal misma es el principal patrimonio a considerar. Las grandes luchas reivindicativas de los indígenas fueron -y en gran medida aún lo son- por lograr la restitución o dotación de tierras, con sus animales, plantas, minerales y, sobre todo, agua, con los lugares sagrados y la mitología que contribuyen a delinear la idea misma de lo que es el territorio.

Predomina en amplios sectores del Estado y de la sociedad nacional la opinión (que va conformando planes y programas de ayuda, asistencia y filantropía) de que los indios, marginados y miserables, y ahora nómadas y trashumantes, poco o nada pueden aportar a la nación. Si los indígenas son, como atestiguan los indicadores, extremadamente pobres, entonces el Estadodebe proveer programas de asistencia social, cuando no de beneficencia, para tratar de asegurar su subsistencia. Esta visión de la situación indígena ha sido también el sustento de numerosos programas de los organismos de la cooperación internacional, de las iglesias, de las organizaciones no gubernamentales e, incluso, de diversas fundaciones sostenidas por sectores del empresariado. Se ignora -o se finge ignorar- que, como dice el propio Programa Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas 2001-2006, “en México la explotación de los recursos petroleros es una de las actividades económicas de mayor rentabilidad. El 70% se extrae de yacimientos ubicados en el trópico mexicano. Los más importantes corresponden a los estados de Campeche, Tabasco y Chiapas, en municipios con una fuerte presencia indígena. La riqueza generada ha beneficiado sin duda a la nación mexicana, pero las comunidades indígenas, en su mayoría, han visto afectadas sus tierras de cultivo y sus recursos naturales. La explotación de yacimientos minerales en zonas indígenas es importante: en el estado de Chihuahua, los municipios indígenas de Guazapares y Urique aportan la décima parte de la producción estatal de oro. El municipio indígena de Huajicori, en el estado de Nayarit, aporta el 89% de la producción estatal de plomo, el 97% de cobre y el 68% de oro. Las principales presas hidroeléctricas del país: Belisario Domínguez o La Angostura, Nezahualcóyotl o Malpaso, Manuel Moreno Torres o Chicoasén, Aguamilpa, Presidente Miguel Alemán o Temascal y Presidente Miguel de la Madrid o Cerro de Oro se construyeron en regiones indígenas.” (ORDPI-INI, 2002:22)

La historia del desarrollo petrolero e hidroeléctrico es ilustrativa no sólo por los desplazamientos de grandes contingentes de población indígena a que ha dado lugar, sino por la modalidad jurídica, económica e ideológica que sustenta la expropiación para “obras de beneficio social, modernización y generación de riqueza nacional.” En el último medio siglo los pueblos indígenas han sido objeto de numerosos proyectos de desarrollo bajo un modelo que ha acentuado su inserción asimétrica y marginal en la economía mexicana. Este modelo ha distorsionado los objetivos del desarrollo y ha producido efectos contrarios a los declarados. Así, por ejemplo, en el terreno de las expropiaciones territoriales para obras de infraestructura no se distingue entre las que son de servicio público y beneficio social, de aquellas otras destinadas al usufructo privado. En este sentido, existe una gran diferencia entre la expropiación de terrenos para una escuela, una clínica, un hospital o una carretera cosechera (de beneficios públicos), y la expropiación territorial para una carretera comercial de alta velocidad -de construcción y administración privadas-, para un centro de desarrollo turístico internacional o para un aeropuerto (de beneficios privados directos y, de manera indirecta, públicos por la vía impositiva). Los expropiados reciben un pago en efectivo, por una sola vez, se quedan sin base territorial de sustento y marginados de la infraestructura, que no es para ellos. El acto expropiatorio -si bien legal- resulta autoritario y es vivido por la población local como ilegítimo, lo cual da pie y justificación al enfrentamiento social. (RODRÍGUEZ, 2003c) El impacto verificable -o la perspectiva del impacto- de los llamados megaproyectos de desarrollo constituye un ejemplo ilustrativo del avance sobre los territorios indígenas, la exclusión de su participación en la toma de decisiones, el deterioro sin alternativas de los ecosistemas y la conflictividad social (RODRÍGUEZ, 2003a: 333-351. RODRÍGUEZ, 2003b), como lo ha señalado el Relator Especial de la ONU, Rodolfo Stavenhagen. (STAVENHAGEN, 2003).

Y es que, en efecto, los territorios indígenas constituyen un importante patrimonio que abre perspectivas de desarrollo en diversas áreas:

      Minería no metálica
      Acuacultura y pesca ribereña y de aguas interiores
      Generación de agua
      Forestal
      Bioprospección y biodiversidad
      Turismo
      Diseños
      Generación de energía

además de la producción agrícola, ganadera o artesanal tradicionales.

“En relación con la riqueza vegetal, los ejidos y comunidades agrarias en municipios indígenas tienen en propiedad 60% de la superficie arbolada total de 109.1 millones de hectáreas, principalmente de bosques templados y selvas húmedas y subhúmedas.

“Para la protección y conservación de la biodiversidad, la política ambiental instrumentada por el Estado ha consistido en declarar las zonas de interés como áreas naturales protegidas. En el país se localiza un total de 127 áreas naturales protegidas, 51 de ellas en zonas con fuerte presencia indígena e involucran a 48 municipios.(…) Destacan las reservas de la biosfera Pantanos de Centla, Tabasco; Montes Azules (Selva Lacandona), Chiapas; Sian Ka’an, Quintana Roo; la reserva de la biosfera Sierra del Pinacate y el Gran Desierto de Altar, Sonora (To’ono Ot’tham); la reserva especial de la biosfera Isla Tiburón, Sonora (de los seris); la reserva de la biosfera Alto Golfo de California y Delta del Río Colorado, entre otras. Muchas de las áreas protegidas son sagradas y ceremoniales, con fuerte presencia de zonas arqueológicas que los pueblos indígenas reclaman como suyas.” (ORDPI-INI, 2002: 22-23, 65, 67)

Otro fenómeno que comienza a cobrar relevancia, y que en buena medida había sido ignorado en los estudios económicos, es el de la magnitud y el impacto de las remesas monetarias de los migrantes mexicanos en el exterior. Recientemente, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) informó que este rubro representó para México, en el año 2001, el 40% de la inversión extranjera directa. Datos de la propia Presidencia de la República consignan las cifras de las remesas en 2003 en los 13,400 millones de dólares. Como es sabido, gran parte de los migrantes mexicanos asentados en zonas urbanas o rurales de los Estados Unidos y del Canadá son indígenas, y los recursos enviados dinamizan muchas de las economías regionales.

Buscando mejorar sus condiciones de vida, desarrollando ciertas modalidades productivas (por ejemplo, agricultura orgánica, manejo integral del bosque, ecoturismo, pesca, etcétera) y tratando de insertarse en los mercados internacionales, un número importante de organizaciones indígenas -Unión Zapoteca Chinanteca (Uzachi, Oaxaca), Ejidos zapotecos del Istmo de Tehuantepec (Región de La Ventosa, Oaxaca), Unión de Comunidades Indígenas de la Región Istmo (UCIRI, Oaxaca), Pueblos Mancomunados (Oaxaca), Productores mixes de café (Oaxaca), Asociación Luz de la Montaña (Guerrero), Vainilleros de Papantla (Veracruz), Café La Selva (Chiapas), Empresa Forestal Nuevo San Juan Parangaricutiro (Michoacán) por mencionar sólo a algunas de ellas- marcan un nuevo rumbo en los procesos de desarrollo, apropiación y adaptación tecnológica e informativa, y formas asociativas, cuando menos, buscando la generación de empleos, la puesta en valor de los recursos, el manejo adecuado del medio ambiente y el crecimiento económico. (RODRÍGUEZ y ZOLLA, 2004)

Aunado al potencial mencionado antes, las lenguas indígenas son una importante reserva de conocimientos que sólo en las últimas décadas comienza a ser valorado en términos de los procesos de desarrollo. Las investigaciones etnobotánicas y etnolingüísticas, por ejemplo, muestran que los idiomas nativos concentran una notable cantidad de información sobre la biodiversidad, y que es posible realizar procesos de selección de especies útiles (médicas, maderables, alimenticias, colorantes, insecticidas, etcétera) a partir del gran reservorio de datos y taxonomías presentes en las lenguas.

¿Cuál es la situación del empleo en las regiones indígenas? -3030

23.- ¿Cuál es la situación del empleo en las regiones indígenas?
 
Los párrafos en negro se refieren a: ” Población ”

“La situación negativa del mercado de trabajo y la pobreza en el país no son exclusivas de los indígenas, aunque sí se exacerban entre ellos y están extendidas a lo largo y ancho del país; las causas son múltiples, algunas compartidas entre los indígenas y los no indígenas, como el ser víctimas del rezago del sector agropecuario, el cual fue sacrificado para financiar el proceso de industrialización y ‘la modernidad del país’.

“En las zonas indígenas, la participación de la población masculina es superior a la registrada en el conjunto nacional; en edades extremas también es superior en las zonas indígenas: trabajan desde niños hasta el fin de sus días. La emigración de personas de zonas indígenas en edades adultas afecta negativamente las tasas de participación en su lugar de origen, lo cual es compensado con el trabajo infantil.

“El trabajo infantil no es secundario, debido al número de horas diarias que laboran los niños y las niñas, y a que la mayoría lo hace todo el año. El trabajo en edades tempranas inhibe la asistencia escolar e hipoteca su futuro, ya que en el mercado laboral siempre estarán en desventaja.

“La estructura económica de las zonas indígenas está dominada por la agricultura minifundista, con trabajadores involucrados directamente en la producción con una división del trabajo poco especializada. La preponderancia de la actividad agropecuaria entre los hombres, absorbe tres cuartas partes del total de ocupados y les deja poco tiempo para otras actividades. Entre las mujeres, la agricultura es predominante, pero algo más de la mitad se dedica a las manufacturas, seguidas del comercio; muchas de estas actividades tienen poca posibilidad de desarrollarse para trascender a mercados regionales más amplios. Sin embrago, el potencial de la industria de los textiles, el cuero, el vestido y la alfarería, son campos en los cuales se pueden adoptar medidas de fomento para adquirir insumos de alta calidad, para que su producción llegue a los mercados nacionales internacionales, lo cual es la base para mejorar sus condiciones de trabajo.

“Las condiciones de trabajo de la población indígena son lacerantes, además de los bajísimos ingresos -la mitad de la población gana como máximo un peso por hora trabajada- no cuenta con seguridad social o alguna otra prestación, trabaja en microunidades económicas precarias, sin posibilidades de aumentar su productividad o tener capacidad para negociar mejores términos de intercambio comercial dado el marco jurídico y las políticas económicas existentes.

“De los elementos comunes para todos los pobres, a los indígenas se les suma la marginación basada en criterios étnicos, en una cultura colonialista dominante. Su resistencia para no perder su identidad ha tenido elevados costos; sin embargo, ha dado frutos. El Estado no logró desaparecerlos; por el contrario, su lucha constante ha fructificado en la necesidad de reconocerlos, de aceptarlos como parte de un Estado heterogéneo.” (PEDRERO NIETO, 2002a: 160-161).

El texto anterior sintetiza el análisis del empleo en zonas indígenas llevado a cabo por Mercedes Pedrero Nieto a partir de los datos de la Encuesta Nacional de Empleo (ENE, 1997) y, sobre todo, de la Encuesta Nacional de Empleo en Zonas Indígenas (ENEZI, 1997).[5] La ENEZI abarcó un total de 3,709,579 personas de 10 regiones escogidas por su alta concentración de población indígena, en las que se hablaban 41 lenguas. La información que consignamos a continuación ha sido extraída delas publicaciones respectivas (PEDRERO NIETO, 2002a y 2002b). No nos detendremos demasiado en el tipo de actividades, remitiendo al lector al apartado sobre recursos para el desarrollo de los pueblos indígenas, extendiendo la información sobre aspectos que pocas veces se registran y estudian, como lo es la relación entre trabajo y asistencia escolar.

Como en otras zonas del país, en las regiones indígenas participan en la actividad económica tanto los hombres como las mujeres. La población ocupada que registró la ENEZI (1,485,885) mostró una distribución por sexos en donde los hombres ocupados (1,029,905) duplicaron largamente al de las mujeres ocupadas (455,980), con una distinción que abarca también al tipo de actividades realizadas por unos y otras; el trabajo infantil indígena es más común que en otros contextos nacionales. Por lo demás, la investigación muestra que el trabajo femenino incluye actividades que no se consideran económicas en los estándares internacionales, pero que requieren de la fuerza de trabajo de las mujeres y que sí impactan económicamente, especialmente en el autoconsumo: desgranar y secar semillas, producción avícola, etcétera, o recolectar leña y agua. Al comparar el trabajo de las mujeres con las medias nacionales, la ENEZI mostró una “mayor participación entre las indígenas niñas y las adultas mayores de 50 años”; en cambio, entre los 22 y los 44 años “la participación de las mujeres en zonas indígenas es más baja que la participación de las mujeres urbanas.”

El hecho de que las mujeres indígenas de un amplio espectro de edades tenga una alta participación en el trabajo obedece a múltiples razones: “la compensación ante la emigración masculina; la búsqueda de recursos monetarios complementarios de varios miembros de la familia para integrar el presupuesto familiar; los patrones culturales de algunos grupos indígenas en los cuales las mujeres han tenido tradicionalmente un papel destacado en la economía familiar, o todas estas causas a la vez y otras más.”

Las cifras del trabajo infantil son significativas de la integración temprana y forzosa de los niños: 65% labora 12 meses al año, 22% lo hace de seis a 11 meses; los demás, menos de seis meses; 67% en forma permanente y 31% en forma temporal.

La investigación demuestra que “el mito de grandes temporadas de tiempo muerto en el campo no se registra en la población masculina.”

“La incorporación temprana al trabajo implica tanto aspectos positivos como negativos, todo depende de la forma e intensidad con que se desarrolle. Es casi imposible que una persona que no haya nacido en el campo se dedique a actividades agropecuarias; los conocimientos y valores adquiridos en el seno de la unidad productiva son difíciles de obtener en la escuela. Por el contrario, la transición hacia otros sectores es más fácil. En este sentido, el trabajo infantil en el campo es el semillero, para que sigan existiendo trabajadores agropecuarios; es decir, el trabajo infantil sólo se justifica como estrategia de formación y capacitación. Sin embargo, cuando las tareas implican largas jornadas de trabajo a costa de su asistencia escolar y un fuerte desgaste, no sólo es un problema de justicia social para el menor, significa que su vida la inicia con desventajas que difícilmente podrá superar, justo en un mundo que cada día demanda mayor capacidad de adaptación y aprendizaje ante la diversificación de las actividades económicas y los cambios tecnológicos.” Este fenómeno impacta la asistencia y permanencia en la escuela, y revela la incorporación tardía y la deserción de los niños indígenas. Pese a los avances en materia de escolaridad en el país, “la incorporación de los niños indígenas al sistema educativo es tardía, como lo indica la alta proporción de niños entre seis y 11 años sin escolaridad (35.2por ciento). La proporción sin escolaridad del grupo con edades entre 12 y 14 años es de 7.7 por ciento. Pero, a juzgar por los datos sobre asistencia escolar, no debería ser tan alto el porcentaje de ‘sin instrucción’, pues la mayoría de los menores asiste a la escuela, el 89 por ciento de los que tienen entre seis y 11 años y el 86 por ciento de los de edades comprendidas entre los 12 y los 14 años. Quizás el alto porcentaje del primer grupo sin instrucción se debe a que aún no ha concluido un año de primaria y lo está cursando.

“Si bien la mayoría de los niños y de las niñas asisten a la escuela, no debería quedar uno solo sin hacerlo. Hay diferencias de género y por condición de actividad, esto es, si desempeñan una actividad económica o no lo hacen. Entre los no ocupados, la diferencia sólo es de 1.6 puntos porcentuales a favor de las mujeres; 87.2 por ciento de los niños asiste frente a 88.8 de las niñas. Sin embargo, en el grupo de 12 a 14 años la diferencia se revierte y alcanza los 18 puntos porcentuales a favor de los hombres: 97 de los niños asiste frente a 78.9 de las niñas. Entre los ocupados de seis a 11 años, 14 por ciento de las niñas no asiste frente a 9 por ciento de los niños; entre los 12 y 14 años las diferencias se agudizan: las proporciones correspondientes de quienes no asisten representan 45 por ciento de las mujeres frente a 25 por ciento de los hombres. Esto indica que la subestimación sobre la importancia de la educación de las mujeres prevalece.” (…)

“Las cifras sobre actividad económica de una población son un pálido reflejo de lo que en realidad es el esfuerzo individual y colectivo que realiza para poder sobrevivir y de la gran riqueza del quehacer humano. En particular, entre los pueblos indígenas cobran especial importancia aquellas actividades que les permiten mantener su cohesión cultural. Estas actividades adicionales escapan al registro estadístico empleado en las encuestas masivas que utilizan criterios uniformes y definen sólo una actividad como la principal. Bajo esta perspectiva, si no se hace un esfuerzo específico para captar toda la gama de actividades que puede realizar una persona, es común encontrar que la mayoría de los hombre son sólo agricultores y las mujeres, amas de casa; ello no es faltar a la verdad, es muy probable que lo sean, pero adicionalmente realizan otras actividades tanto o más importantes desde el punto de vista económico y social que los roles antes aludidos. Por ejemplo: parteras, ceramistas, músicos, etcétera.”(…)

“En cuanto al lugar de trabajo, más de 80 por ciento de la población ocupada en las zonas indígenas trabaja en un lugar precario (que comprende la parcela, el propio domicilio o la calle). Sólo 10 por ciento labora en establecimientos formales [administración pública, servicios educativos y de salud]. Si separamos a la población indígena de la no indígena se observa mayor concentración de los indígenas en lugares definidos como precarios. (…) La precariedad de las unidades productivas está directamente ligada a la falta de prestaciones; aunque no es privativo de ellas porque aun en los establecimientos muy formales, incluyendo los del gobierno, se les escamotean las prestaciones básicas a gran número de trabajadores. En las zonas indígenas, 92.7 por ciento de la población ocupada no cuenta con ninguna prestación. El restante 7.2 por ciento de los trabajadores que tiene alguna prestación cuenta con seguridad social combinada con alguna otra como vacaciones pagadas o aguinaldo; al respecto no hay diferencias entre hombres y mujeres.”(…)

“En cuanto a la población ocupada que respondió a la pregunta sobre ingresos obtenidos por su trabajo, se puede observar -a partir de los ingresos mensuales obtenidos expresados en rangos de salarios mínimos- que en el conjunto nacional 16 por ciento no recibe ingresos y que una quinta parte de la población femenina se encuentra en esta situación. En las áreas menos urbanizadas, donde predomina el sector primario, la proporción de quienes no reciben ingresos es más elevada. Llega a ser de 29 por ciento entre las mujeres y de 24 por ciento entre los hombres. En las zonas indígenas la situación es más dramática, pues más de una tercera parte del total de los ocupados (34 por ciento) no recibe ingresos; entre las mujeres sobrepasa la mitad (53 por ciento), en el caso de los hombres comprende una cuarta parte. Por otro lado, 14 por ciento del conjunto de ambos sexos declara haber recibido pago en especie; entre los hombres 19 por ciento y entre las mujeres cerca de 2 por ciento.

“Si consideramos la distribución acumulada para conocer las proporciones de quienes están por debajo de los índices de pobreza tenemos que quienes reciben menos de un salario mínimo, incluyendo a quienes no reciben ingreso alguno, constituyen el 37 por ciento. Como era de esperarse, si se consideran las diferencias entre hombres y mujeres, ellas presentan mayor concentración en esta categoría, llegando a 49 por ciento; sin embargo, los hombres no están en jauja, ya que la proporción de los que reciben menos de un salario mínimo es de 32 por ciento.” (PEDRERO NIETO, 2002a:143-149). Además, nueve de cada 10 trabajadores de las zonas indígenas reciben menos de dos salarios mínimos.

[5] Proyecto realizado por INI-INEGI-PNUD-OIT-SEDESOL-STPS. La investigación de Pedrero Nieto -una de las pocas sobre el tema y, por lo demás, de excelente calidad- fue publicada en Papeles de Población (N° 31) y en Estado del desarrollo económico y social de los pueblos indígenas de México. Segundo informe, INI-PNUD, 2002. La autora alude a datos sobre el trabajo de niños entre 6 y 14 años que formaron parte de un módulo especial de la ENEZI, pero que las autoridades del INEGI, en acuerdo con la STPS, decidieron no publicar, aludiendo a que la muestra no era comparable con la de la ENE (La ENE capta información de población de 12 años y más). La promesa verbal, hecha a las autoridades del INI de que la información sería motivo de una publicación especial, nunca se concretó. (C. Z.)

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