El gran espejo

De: Alias de MSNº_LUNA_º  (Mensaje original) Enviado: 11/10/2006 15:40
El gran espejo

Había una vez una pequeña gatita llamada Preciosa que perdió a toda su familia cuando sólo tenía un par de semanas.

Creció sola en un gran granero donde había varios grandes gatos viejos y bravucones. Trataban a la pequeña Preciosa como un estorbo y la golpeaban cuando se les acercaba. Preciosa cogió un miedo atroz a esos gatos y les evitaba tanto como podía.

Finalmente, creció y se hizo más fuerte y se mudó a otros graneros y otros lugares. Cazaba suficiente comida para alimentarse y su vida estaba bien excepto por el hecho de que se sentía muy sola. No podía encontrar a nadie con quien jugar o hablar No había muchos gatitos donde ella estaba, y cuando veía alguno estaba protegido por grandes gatos, y Preciosa sentía terror cuando veía un gato grande. Esto significaba que no podía jugar o hablar con ningún gato en absoluto, y los otros animales eran diferentes a ella y no podía hablar su idioma o sentirse cerca de ellos.

Un día estaba explorando un granero que tenía muchos muebles y se encontró con una gran hoja brillante que estaba apoyada sobre una de las paredes del granero. Al acercarse a esta cosa brillante vio un gran gato acercándose a ella, y, como siempre, se asustó mucho y salió corriendo.

Sin embargo, esta vez le pareció diferente -no había olido ni oído a ningún otro gato- así que se acercó a este curioso objeto, y volvió a ver a ese gran gato y a salir corriendo. Esta maniobra se repitió varias veces hasta que Preciosa se fue acercando llena de curiosidad hasta que prácticamente se tocó la nariz con este extraño gato tan grande.

Empezó a silbarle y lo mismo hizo el extraño; cuando paró, también lo hizo el otro. Preciosa estaba allí sentada, completamente desconcertada, hasta que un pequeño gatito blanco y negro se acercó al objeto brillante; y Preciosa vio que había otro gatito que tenía precisamente el mismo aspecto que el primero.

Cualquier cosa que hiciera el gatito, también la hacía el otro gatito, y cualquier cosa que hiciera Preciosa, también la hacía el extraño. De repente Preciosa lo supo: ¡era ella misma! ¡Ese gran gato era Preciosa! Se miró a sí misma y vio lo grande que era y  le vino a la mente la idea de que si ella misma era un gran gato, tal vez había otros grandes gatos en algún otro lugar que podrían jugar y hablar con ella, y si eran malos, ahora era lo suficientemente grande como para cuidarse a sí misma.

Preciosa salió y encontró montones de amigos y nunca más volvió a sentirse sola.

Basta una cebolla

De: Alias de MSNº_LUNA_º  (Mensaje original) Enviado: 09/10/2006 8:05

Basta una cebolla

¿Conocen ustedes la fábula rusa de la cebolla?

Cuentan los viejos cronicones ortodoxos que un día se murió una mujer que no había hecho en toda su vida otra cosa que odiar a cuantos la rodeaban.

Y que su pobre ángel de la guarda estaba consternado porque los demonios, sin esperar siquiera al juicio final, la habían arrojado a un lago de fuego en el que esperaban todas aquellas almas que estaban como predestinadas al infierno. ¿Cómo salvar a su protegida? ¿Qué argumentos presentar en el juicio que inclinasen la balanza hacia la salvación?

El ángel buscaba y rebuscaba en la vida de su protegida y no encontraba nada que llevar a su argumentación. Hasta que, por fin, rebuscando y rebuscando se acordó de que un día había dado una cebolla a un pobre.
Y así se lo dijo a Dios, cuando empezaba el juicio. Y Dios le dijo: “Muy bien, busca esa cebolla, dile que se agarre a ella y, si así sale del lago, será salvada.”

Voló precipitadamente el ángel, tendió a la mujer la vieja cebolla y ella se agarró a la planta con todas sus fuerzas. Y comenzó a salir a flote. Tiraba el ángel con toda delicadeza, no fuera su rabo a romperse. Y la mujer salía, salía.

Pero fue entonces cuando otras almas, que también yacían en el lago, lo vieron.  Y se agarraron a la mujer, a sus faldas, a sus piernas y brazos, y todas las almas salían, salían.

Pero a esta mujer, que nunca había sabido amar, comenzó a entrarle miedo, pensó que la cebolla no resistiría tanto peso y comenzó a patalear para liberarse de aquella carga inoportuna. Y, en sus esfuerzos, la cebolla se rompió. Y la mujer fue condenada.

*****
Sí, basta una cebolla para salvar al mundo entero. Siempre que no la rompamos pataleando para salvarnos nosotros solitos.

******
José Luis Martín Descalzo, del libro Razones para vivir.

Helado para el alma

De: Alias de MSNº_LUNA_º  (Mensaje original) Enviado: 03/10/2006 9:45
HELADO PARA EL ALMA

La semana pasada llevé a mis niños a un restaurante.  Mi hijo de 6 años de edad, preguntó si podía dar las gracias.  Cuando inclinamos nuestras cabezas el dijo:

-“Dios es bueno, Dios es grande. Gracias por los alimento, yo estaria aún más agradecido si Mamá nos diese helado para el postre. Libertad y Justicia para todos. Amén”

Junto con las risas de los clientes que estaban cerca, escuché a una señora comentar:

-“Eso es lo que está mal en este país, los niños hoy en dia no saben como orar, pedir a Dios helado… ¡Nunca había escuchado esto antes!”

Al oír esto, mi hijo empezó a llorar y me preguntó:
-“¿Lo hice mal? ¿Está enojado Dios conmigo?”

Sostuve a mi hijo y le dije que había hecho un estupendo trabajo y Dios seguramente no estaría enojado con él.  Un señor de edad se aproximó a la mesa. Guiñó su ojo a mi hijo y le dijo:

-“Llegué a saber que Dios pensó que aquella fue excelente oración”
-¿En serio?- preguntó mi hijo.
-¡Por supuesto!

Luego en un susurro dramático añadió, indicando a la mujer cuyo comentario habia iniciado aquel asunto:

Como era de esperar, compr+e a mis niños helado al final de la comida.  Mi hijo se quedó mirando fijamente el suyo por un momento y luego hizo algo que nunca olvidaré por el resto de mi vida.  Tomó su helado  y sin decir una sola palabra avanzó hasta ponerlo frente a la señora.

Con una gran sonrisa le dijo:

-“Tómelo, es para usted.  El helado es bueno para el alma y mi alma ya está bien”.

Anonimo

¿Aguila o Gallina?

De: Alias de MSNº_LUNA_º  (Mensaje original) Enviado: 26/09/2006 22:15

¿Aguila o Gallina?

Un guerrero indio se encontró un huevo de águila, el cual recogió del suelo y colocó más tarde en el nido de una gallina. El resultado fue que el aguilucho se crió junto a los polluelos.

Así, creyéndose ella misma gallina, el águila se pasó la vida actuando como éstas. Rascaba la tierra en busca de semillas e insectos con los cuales alimentarse. Cacareaba y cloqueaba. Al volar, batía levemente las alas y agitaba escasamente su plumaje, de modo que apenas se elevaba un metro sobre el suelo. No le parecía anormal; así era como volaban las demás gallinas.

Un día vio que un ave majestuosa planeaba por el cielo despejado.

Volaba sin casi batir sus resplandecientes alas dejándose llevar gallardamente por las corrientes de aire.

-¡Qué hermosa ave! -le dijo a la gallina que se hallaba a su lado. ¿Cuál es su nombre?

-Aguila, la reina de las aves – le contesto ésta. Pero no te hagas ilusiones: nunca serás como ella.

El águila vieja dejó, en efecto, de prestarle atención.

Murió creyendo que era gallina.

Confiar en uno mismo

De: Alias de MSNº_LUNA_º  (Mensaje original) Enviado: 25/09/2006 13:40
Confiar en uno mismo

Confiar en uno mismo, es saberse capaz de afrontar lo que nos depara la vida, saber que nuestro destino está en nuestras manos, y que sueños y proyectos está a nuestro alcance. Confiar en los demás es saber entregarse, dar antes de recibir, defendiendo las propias necesidades y deseos. Confiar es  sentir que podemos disfrutar de la vida…

Cuenta la leyenda… en un valle en Japón los soldados del general Ho, se agrupaban en una colina mientras veían avanzar el ejército enemigo. Eran muchos, más de lo que esperaban les doblaban en número y desde donde estaban, podían ver ondear sus numerosos estandartes y armaduras. Pese a ser grandes guerreros, el temor se apoderó de ellos.

-Jamás podremos vencerlos. Son demasiados -exclaman los soldados-, Es una locura -comentan nerviosos-.

En ése momento el general Ho salió de su tienda de campaña, vestido con su atuendo de samurai, caminó entre sus tropas, y viéndolas inquietas dijo:

-Sé lo que teméis, por eso le preguntaremos a los dioses por el destino de ésta batalla-

Y, acto seguido, elevó sus brazos para mostrar a todos, en la punta de sus dedos, una moneda de oro:

-Si sale cara, ganaremos. Si sale seca, perderemos-gritó al viento

El general Ho, lanzó la moneda al aire y todas las miradas expectantes, la siguieron, hasta que cayó al suelo:

– ¡Cara! -gritaron los soldados

-Tenemos el favor de los dioses, sin dudas ganaremos-se decían unos a los otros.

Así… confiados en el triunfo, se encaminaron a enfrentarse con el ejército enemigo y, aunque eran muy inferiores en número, batallaron con bravura, hasta derrotarlo.

Cuando regresaban exhaustos, pero triunfantes a su campamento, uno de los lugartenientes le comentó al gran general Ho:

-¡Ganamos! Esto demuestra que es imposible influir en los designios de los dioses-

-¿Tú crees?, dijo con ironía Ho, mostrándole, sobre la palma de la mano, la moneda de oro.

La giró  y el soldado pudo ver, que de ambos lados eran iguales

Así, como ejemplifica la leyenda del general Ho, allí, dónde el miedo nos empuja a retroceder, la confianza puede permitirnos enfrentar la situación para dar lo mejor de nosotros…

El regalo prometido

De: Alias de MSNº_LUNA_º  (Mensaje original) Enviado: 20/09/2006 8:33

EL REGALO PROMETIDO

Había una vez un emperador chino cuya hija estaba a punto de celebrar de decimoséptimo cumpleaños. El emperador decidió que en lugar de darle una sorpresa, ella era lo suficientemente mayor para saber qué quería como regalo de cumpleaños. Así que le preguntó a su hija, diciéndole que era su deseo darle cualquier cosa que quisiera.

«Me gustaría que me regalaras la luna», le dijo ella. El emperador se sorprendió mucho, pero como le había prometido lo que quisiera, hizo llamar a su mejor ingeniero y le dijo que su tarea era traerle la luna a su hija. El ingeniero se inquietó mucho, pero formó un grupo de trabajadores para conseguir una torre de bambú que llegara hasta la luna. La estructura llegó hasta el cielo, pero cuanto más alta era, más inestable era, y al final se fue abajo, matando a 50 hombres que estaban trabajando en ella en esos momentos.

El emperador se puso furioso, y le espetó al ingeniero: «No sólo no has conseguido traerle la luna a mi hija, sino que también has matado a 50 de mis hombres en el proceso». Y le mandó a matar.

El científico más destacado del país, que estaba muy afectado por el error del ingeniero, fue llamado entonces por el emperador con la misma petición. Se trataba de un hombre muy inteligente, y decidió utilizar la última tecnología para llevar a cabo la tarea. Construyó un cohete para rodear la luna, y atraerla hasta la tierra con un gran gancho. Al final, lanzó el cohete con algunos de los mejores técnicos que pudo encontrar. Pero cuando despegó, el cohete explotó en mil pedazos, matando a todos sus tripulantes. El emperador se enfadó aún más que antes, e hizo matar al científico.

Entonces acudió frustrado al filósofo y le dio la tarea de traer la luna a su hija. El filósofo pensó detenidamente y le dijo a la hija del emperador:

– He oído que quieres la luna para tu cumpleaños.

– Así es- contestó ella.

– ¿Qué es la luna?- le preguntó el.

Ella contestó gesticulando con las manos:

– Es una gran bola blanca así de grande.

Así que el filósofo encontró una gran bola blanca del tamaño que ella le había indicado y se la dio al emperador para que se la regalara a su hija. Y todos vivieron felices por siempre jamás.

(Cuento de la antigua China)

El salto del conejo

De: Alias de MSNº_LUNA_º  (Mensaje original) Enviado: 13/09/2006 3:26
EL SALTO DE UN CONEJO

Cuenta una antigua leyenda hindú que los dioses visitaron la tierra y cada uno de los animales del bosque se preparó para hacerles una ofrenda; y así la vaca les obsequió un gran cuenco de leche, el lobo un trozo de carne, el oso un panal de miel.

Los dioses realizaban su visita muy complacidos por el esfuerzo que cada animal les ofrecía. Al caer la noche, ya cansados, llegaron a la morada del conejo. Cuán grande fue su sorpresa al observar a este animal, cómodamente esperándolos junto a una hoguera, sin tener a la vista ninguna ofrenda que hubiera preparado para ellos.

Los dioses, un poco molestos, le reclamaron: “¿Acaso no tienes nada para nosotros?”, y sonriendo el conejo, en respuesta, les pidió que se instalaran alrededor y que descansaran, pues les tenía preparada una sorpresa y de¬eaba sinceramente agradarlos; una vez que los dioses tomaron asiento, el conejo inició su discurso:

“Es un honor para mí tenerlos aquí; busqué en todo el bosque algo que fuera digno de ustedes, pero lo que pude hallar se me hizo insignificante para los creadores de todo y se me ocurrió que a estas horas de la noche debían estar hambrientos. Les quiero entregar lo más valioso para mí, mi única ofrenda, en reconocimiento a la belleza de su creación”. Y de un salto se metió a la hoguera para servirles de alimento.

Los dioses quedaron asombrados de su gran generosidad y en premio lo rescataron de las llamas y le dijeron: “De hoy en adelante, conejo, vivirás en la cara luminosa de la luna para que todos aquellos que la observen, recuerden que la principal característica del amor es la entrega total”.

Desde entonces, si usted observa detenidamente la luna llena, identificará a un conejo en posición de saltar, recordándonos con esta imagen que el amor debe ser incondicional.

-¿Cómo podría explicar el amor incondicional?

-El amor, más que enunciativo, debe ser demostrativo.

-¿Qué acciones realiza para mostrar su amor a los que ama?

-¿Qué sería usted capaz de hacer por los seres que ama?

-¿Todos los días se da usted la oportunidad de manifestar su amor a los demás?

El amor incondicional es amar a otro Ser , sin condición alguna.

Desafortunadamente nuestra mezquindad nos lleva a racionalizar el amor: si tú me das, yo te doy; si cumples con ciertas condiciones, yo te amaré; si tú eres atento, yo seré atento; si tú me cuidas, yo te cuido; si tú eres cariñoso, yo seré cariñoso. Y así, vamos reglamentando lo que nuestro corazón siente o debe sentir por otra persona.

Lo invito a que identifique al conejo que aparece en la cara luminosa de la luna y cada vez, que desee recordar qué es el amor, recuerde la generosidad del conejo que ofreció su propia vida para demostrar lo que sentía.

Enseñame a volar

De: Alias de MSNº_LUNA_º  (Mensaje original) Enviado: 11/09/2006 21:22
Enseñame a volar

Había una vez una oruga que vivía en un gran árbol del parque. Cada día la oruga iba mordisqueando las hojas que encontraba en su camino, sin prestar atención a nada más.

Pero un día la oruga se dio cuenta de que había algo lleno de colores volando por encima del árbol. Se quedó deslumbrada con los naranjas y azules luminosos que captaban la luz del sol y cuando esta brillante criatura voló cerca de la oruga, ésta pudo ver que era una hermosa mariposa.

La mariposa parecía flotar en el aire, rozando la rama en la que estaba sentada la oruga.

-¡Oh, mariposa, qué hermosa eres y con qué suavidad vuelas. Por favor, enséñame a volar como tú.

La mariposa se acercó y le sonrió a la oruga:

-Sé paciente, pequeña criatura, algún día, algún día.

Pero la oruga era impaciente y cuando la mariposa volvió a aparecer al día siguiente, aún más luminosa que antes y volando alrededor de las ramas del árbol, la oruga volvió a decirle:

-Por favor, mariposa, enséñame a volar como tú. 

La mariposa le susurró al oído:

-Sé paciente y algún día lo harás.

La oruga estaba tan frustrada que decidió sacarse la idea de la cabeza de una vez por todas y olvidó su deseo de volar.

Entonces un día sucedió algo extraño. Parecía como si el mundo hubiese empezado a dar vueltas, un momento en una dirección y al instante siguiente en la otra dirección. A la oruga empezó a dolerle el estómago, y se sintió muy enferma. Parecía como si todo se hubiera vuelto desdibujado y distante. El mundo seguía girando, a veces rápido y otras veces despacio. La oruga se quedó paralizada y cerró los ojos, pensando que se estaba muriendo.

Después de un rato, y no sabía cuanto había sido, el mundo pareció dejar de moverse y se sintió más ligera y libre. Le pareció que podía volver a moverse, y, al hacerlo, se dio cuenta de que tenía debajo el árbol, y el sol calentaba.

En la distancia pudo oír un ligero murmullo y se sintió atraída por el ruido. Era una pequeña voz que le decía:

-Por favor, enséñame a volar como tú.

-Paciencia, ya lo harás, ya lo harás.

Sólo entonces se dio cuenta de que se había convertido en una hermosa mariposa.

(Anónimo)

Encontrarlo de nuevo

De: Alias de MSNº_LUNA_º  (Mensaje original) Enviado: 24/08/2006 17:39
Encontrarlo de nuevo

Érase una vez un pájaro, adornado con un par de alas perfectas y plumas relucientes, coloridas y maravillosas. En fin, un animal hecho para volar libre e independiente, para alegrar a quien lo observase.

Un día una mujer lo vio y se enamoró de él. Se quedó mirando su vuelo con la boca abierta de admiración, con el corazón latiéndole más de prisa, con los ojos brillantes de emoción. Lo invitó a volar con ella, y los dos viajaron por el cielo en completa armonía. Ella admiraba, veneraba, adoraba al pájaro.

Pero entonces pensó:

-¡Tal vez quiera conocer algunas montañas distantes!.

Y la mujer tuvo miedo. Miedo de no volver a sentir nunca más aquello con otro pájaro. Y sintió envidia, envidia de la capacidad de volar del pájaro.

Y se sintió sola.

Y pensó:

-Voy a poner una trampa. La próxima vez que el pájaro venga, no volverá a marcharse.

El pájaro, que también estaba enamorado, volvió al día siguiente, cayó en la trampa y fue encerrado en la jaula.

Todos los días ella miraba al pájaro. Allí estaba el objeto de su pasión, y se lo enseñaba a sus amigas, que comentaban:

-Eres una persona que lo tiene todo.

Sin embargo, empezó a producirse una extraña transformación: como tenía al pájaro, y ya no tenía que conquistarlo, fue perdiendo el interés.

El pájaro, sin poder volar ni expresar el sentido de su vida, se fue consumiendo, perdiendo el brillo, se puso feo, y ella ya no le prestaba atención, excepto para alimentarlo y limpiar la jaula.

Un buen día, el pájaro murió. Ella se puso muy triste, y no dejaba de pensar en él. Pero no recordaba la jaula, recordaba sólo el día que lo había visto por primera vez, volando contento entre las nubes.

Si profundizase en sí misma, descubriría que aquello que la emocionaba tanto del pájaro era su libertad, la energía de las alas en movimiento, no su cuerpo físico. Sin el pájaro, su vida también perdió sentido, y la muerte vino a llamar a su puerta.

-¿Por qué has venido, -le preguntó la muerte.

-Para que puedas volar de nuevo con él por el cielo –respondió la muerte-. Si lo hubieses dejado partir y volver siempre, lo admirarías y lo amarías todavía más; sin embargo, ahora necesitas de mí para poder encontrarlo de nuevo.

Paulo Coelho

¿Cómo reacciona en los momentos difíciles?

De: Alias de MSNLUNA200620  (Mensaje original) Enviado: 07/08/2006 7:48
¿Cómo reacciona en los momentos difíciles?

El rústico vagón de madera se desplazaba lento bajo el peso del carbón. Jaime Benett, como todos los días y al comenzar su jornada en aquella mina de Virginia, Estados Unidos, cantaba los coros que aprendió desde su niñez y que siempre le llevaron a recordar que había un Dios que estaba en control de todo y de todos. En la distancia se escuchaba el incesante picoteo de los trabajadores rompiendo las entrañas de la tierra, poniendo al descubierto enormes vetas negras. Sin duda—pensó—sería un día esplendoroso, así no viera el sol que avanzaba afuera, perezoso y somnoliento.

A sus 61 años le debía mucho a la vida. Tenía una familia e hijos que habían alegrado su existencia. Un trabajo y muchos anhelos de ver hasta su tercera generación. Quería lo mejor de la existencia, y por esa razón, era el primero en dar pasos en la empinada cuesta hacia la felicidad. Pocos lo veían amargado y, el único día que le vieron preocupado, fue cuando estaba por nacer su hija Audry.

Pero el curso de aquél día cambió. Sorpresivamente. Sin avisar. A la mansalva. La estructura de pilotes que sostenía el socavón, varios metros bajo tierra, cedió. La explosión subterránea lo dejó atrapado junto con once mineros más.

Alguien comenzó a gritar desesperado. “Calma…”, interrumpió conciliador Jaime para, inmediatamente, sugerirles que cubrieran las paredes con plástico. ” Así evitaremos respirar aire viciado y tóxico”, les dijo.

Durante diez horas permanecieron atrapados. Y fue el tiempo que aquél maduro hombre, forjado a golpes de pico y pala, utilizó para describir en detalle lo que iba aconteciendo, salpicando sus relatos con impresiones personales. “Está oscureciendo. Todo se llena de humo. Falta el aire para respirar. Amo a mi esposa y mis hijos. Oh, Dios, vamos a ti, tú nos esperas”. Líneas plasmadas en el papel que pasaron a la historia.

Cuando los rescataron ya era tarde. Sin embargo, las descripciones vívidas que hizo Jaime Benett, ponen en evidencia que hasta último instante cifró sus esperanzas y confianza en el Creador. Sabía que no estaba solo y que, al final del túnel, el amado Señor Jesús estaría esperándole con los brazos abiertos.Confianza… confianza plena…

La verdadera confianza en Dios se evidencia, cuando en los momentos de crisis, depositamos todas nuestras esperanzas en Él, sabiendo que así sea el último momento de nuestra existencia, Aquél que nos creó está en control de todo y de todos.

Jaime Benett guardó la calma. Un rústico minero de 61 años le enseñó al mundo que “confianza en Dios” es mucho más que palabras. Debe hacerse realidad cuando estamos frente a una encrucijada o creemos que la fuerza de las circunstancias presiona tanto nuestras emociones, que amenaza con quebrantarnos.

El apóstol hizo una recomendación para todos aquellos que están sometidos a la angustia o atraviesan un mal momento: “Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él los enaltezca a su debido tiempo. Dejen todas sus preocupaciones a Dios, porque él se interesa por ustedes” (1 Pedro 5:6,7. Versión Popular).

Si confiáramos más en Dios que en nuestras capacidades, el estrés, las depresiones y tantos males de nuestro tiempo, habrían pasado a la historia para dar lugar a nuevos amaneceres de paz y de esperanza…

¿Había pensado en eso?

¿Qué espera para comenzar a confiar en Dios?

1 27 28 29 30 31 70