que es lo que hago

Osho nos cuenta qué es lo que que está haciendo :
1.-No estoy aquí para convencerte de nada. No estoy aquí para darte dogma alguno, ni un credo con el que vivir. Estoy aquí para arrebatarte todos los credos porque solamente entonces podrá la vida suceder en ti. No te voy a dar nada sobre lo que puedas vivir. Simplemente te estoy quitando todos los apoyos, todas las muletas.
2.- Todo mi esfuerzo se centra en empujarte hacia la muerte, en empujarte hacia el abismo de los desconocido, a empujarte hacia la experiencia cero. En la India lo llamamos Samadhi.

3.- No estoy aquí para interpretar el rol del sacerdote; no estoy aquí para interpretar el rol del profeta. De hecho el profeta no es más que el político disfrazado.

4.-A mi gente le digo: primero sé egoísta, completamente egoísta: florece. Logra el florecimiento y la fragancia y luego espárcelos. Entonces compártelos con esa gente desafortunada, que tiene el mismo potencial que tú, pero a quienes la vida no ha dado la oportunidad de ir hacia dentro, para saborear su propia divinidad

5.- Te enseño a ser natural. Y te enseño a aceptar tu naturalidad. Hay algo que sé con seguridad : cuando hayas florecido, compartirás. No hay forma de evitarlo. Cuando la flor se abre no hay modo para ella de retener su fragancia y mantenerla aprisionada. La fragancia escapa. Se extiende en todas las direcciones.

Así que, primero tienes que estar satisfecho, contento. Primero, sé. Después, desde tu ser surgirá una fragancia que se extenderá a muchos. Y no será un servicio, será pura alegría de compartir. Y no hay mayor felicidad que la de compartir tu felicidad.

6.-El hombre madura en el momento en que empieza a amar en vez de necesitar, en que empieza a desbordarse, a compartir, en que empieza a dar. El énfasis es totalmente diferente. Con el amor, el énfasis está en cómo dar, cómo dar más y cómo dar incondicionalmente. Esto es crecimiento, la madurez llegando a ti.

7.- Yo soy, yo soy. Haya discípulos o no, eso carece de importancia. No dependo de ti. Y todo mi esfuerzo aquí es conseguir que también tú no seas dependiente de mí. Estoy aquí para darte libertad. No quiero, de ninguna forma, anularte. Sólo quiero que seas tú mismo. Y el día en que esto suceda, cuando seas independiente de mí, serás capaz de amarme realmente. No antes.

8.- Yo te puedo enseñar meditación y desde ella surgirá una cualidad diferente de amor . Entonces no será tontear. Entonces será sabiduría, no tontería. Entonces no “caes enamorado” (*); te elevas en el amor. Entonces el amor es una cualidad tuya.

9.- Tengo que contar chistes porque estoy asustado; todos sois personas religiosas. Tenéis tendencia a ser serios. Tengo que haceros cosquillas para que algunas veces olvidéis vuestra “religiosidad”, olvidéis todas vuestras filosofías, vuestras teorías y sistemas y pongáis los pies en la tierra. Tengo que devolveros a la tierra una y otra vez; de otro modo tenderéis a ser serios, más y más serios. Y la seriedad es un tumor canceroso.

10.- No es por casualidad que los sacerdotes estén contra mí, que los políticos estén contra mí, que todo lo establecido esté en mi contra. No es por casualidad. Puedo entender su lógica. Estoy tratando de deshacer lo que ellos han ello. Estoy saboteando todo el modelo de esta sociedad de esclavos.

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11.- No te estoy enseñando filosofía. Estoy compartiendo mi Verdad contigo. No me preguntes por definiciones. Si tienes valor, entonces lánzate a la experiencia que se te presenta aquí : lánzate a la meditación, y entonces sabrás.
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12.- Solamente me preocupan los que están dispuestos a cambiar el curso de la conciencia humana. A los demás les ofenderé, les desconcertaré, les irritaré, les daré celos. Eso forma parte de mis métodos. Les estoy haciendo que se muestren tal como son. Si tienen algo de inteligencia, lo comprenderán.
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13.- La gente me pregunta porqué la sociedad está contra mí. La sociedad no está en mi contra: Yo soy anti-social. Pero eso no sirve de nada; yo he de seguir con lo mío. He de compartir lo que me ha sucedido y este mismo compartir es ir contra la sociedad.
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14.- Por lo que a mí concierne, nunca he planeado nada; simplemente he vivido, preguntándome qué es lo que pasará en el momento siguiente.
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15.-No soy una persona muy religiosa, no soy un santo, no tengo nada que ver con la espiritualidad. Todas esas categorias son irrelevantes para mí. No puedes clasificarme, no me puedes encasillar. pero se puede decir una cosa , que todo mi esfuerzo se centra en ayudarte a que liberes esa energía denominada amor-inteligencia. Si liberas el amor-inteligencia, estás curado.
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16.- No tengo trabajo. No hago nada : todos los deseos han desaparecido, todo hacer ha desaparecido. Sólo existo para ti. Si amas, me recibiras dándome una gran bienvenida y serás tremendamente beneficiado. Si odias, me perderás y la responsabilidad será tuya. Ahora depende de ti el elegir. Pero yo no hago nada.

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15.- Por favor, no trates de entenderme desde el intelecto. No soy un intelectual, de hecho soy anti-intelectual. No soy un filósofo, soy muy anti-filosófico. Trata de comprenderme. Escucha en silencio sin charla interior, sin el parloteo interno, sin evaluar. No te estoy diciendo que creas lo que te estoy diciendo. te estoy diciendo que no hay porqué apresusarse en aceptar o rechazar. primeo, al menos, escucha, ¿por qué tanta prisa? Cuando ves una rosa, ¿la acptas o la rechazas? Cuando ves una hermosa puesta de sol, ¿la aceptas o la rechazas? Simplemente la ves, y el mismo ver es un encuentro.

Si lo que estoy diciendo contiene algo de Verdad en esí, será comprendido por tu corazón. pero la mente ha de apartarse. Y entonces, no tendrás necesidad de cambiar tu vida para adecuarte a eso; cambiará por sí misma.

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16.- No estoy aquí para proporcionar respuestas. Estoy aquí para provocar en ti los interrogantes, los interrogantes supremos.

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17.- No estoy aquí para perpetuar el pasado, por eso estoy contra toda erudición. Estoy en favor del aprender, pero aprender quiere decir inocencia, aprender quiere decir apertura, aprender quiere decir receptividad. Aprender quiere decir un enfoque no egoístico hacia la realidad. Aprender sgnifica : “No sé y estoy dispuesto, dispuesto a saber.” La erudición significa : “Ya sé”. La erudición es el mayor engaño que la sociedad crea en las mentes de la gente.

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18.- No estoy haciendo un trabajo serio. No estoy en absoluto trabajando; este es mi gozo de compartir contigo. Lo que hagas con ello es tu problema, no el mío.

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19.- No estoy aquí para ayudarte con tus prejuicios, no estoy aquí para ayudarte con tus tradiciones, con tus condicionamientos. Mi trabajo consiste en demolerte por completo porque solamente cuando hayas sido completamente demolido, nacerá lo nuevo.

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20.- Estoy absolutamente a favor de toda mente escéptica. No creas en nada a menos que lo hayas experimentado. No creas en nada , sigue planteando interrogantes, te lleven el timepo que te lleven

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21.- La gente me ha preguntado, “¿Por qué está el mundo en tu contra?” El mundo no está en mí contra. Yo estoy en contra del mundo porque he elegido la Verdad. Y solamente expresaré aquello que haya sido absolutamente mi experiencia. No aceptaré compromiso alguno, sea cual sea la razón.

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22.- ¿Por qué me contradigo a mí mismo? Aquí no estoy enseñando filosofía. El filósofo ha de ser muy consistente, sin fallos, lógico, racional, sempre dispuesto a discutir y demostrar lo que dice. No soy un filósofo. No te voy a proporcionar ningún dogma consistente del que te puedas colgar. Todo mi esfuerzo se centra en darte una no-mente.

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23.- Soy deliberadamente inconsistente, contradictorio para que tú no puedas convertirme en un cuerpo de doctrina. por eso, si un día empiezas a acumular algo, al día siguiente te lo quito. No te permitiré que acumules nada. Antes o después tendrás que despertar al hecho de que es algo distinto lo que aquí está transpirando.No es que te esté dando un digma para que creas en él, una filosofía para ser vivida. No, para nada. Soy totalmente destructivo, te lo estoy quitando todo

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24.- No importa las tonterías que lleves en la cabeza cuando llegas aquí. Cortaré tu cabeza sin distinciones. Lo que contiene tu cabeza no importa. Lo que me preocupa es el cortar. Soy solamente un leñador.

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25.- No estoy aquí para sustentar tu creencia : he de arrebatarte todas las creencias. No estoy aquí para inspirarte, porque toda inspiración crea esclavitud. Si te inspiras en mí, te convertirás en mi esclavo, te volverás dependiente de mí. No te sirvo de inspiración; simplemente continuo destrozándote, machacándote.

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26.- Mi obra no es como la obra de un pintor. No es que pueda completar el cuadro; es una largo cuadro. Y estaré dando retoques al cuadro hasta mi último aliento. aún así, el cuadro quedará incompleto

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27.- Estoy aquí para seducirte a amar la Vida, para ayudarte a volverte un poco más poético, a ayudarte a morir para lo mundano y lo corriente de modo que lo extraordinario explote en tu vida.

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28.- No soy un profesor y éste no e sun lugar en el que el conocimiento sea importante. Soy solamente una presencia para inspirar en ti eso que tienes dormido, para permitir que te reconozcas a ti mismo.

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29.- No estoy aquí para ayudarte. Puede que tú estés aquí para que te ayuden, pero yo no. Sólo estoy disfrutando con lo mío. estoy haciendo lo mío.

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30.- No estoy aquí para imponerte ninguna religión. Estoy aquí para quirate todo peso, para quitarte toda religión, toda ideología, Solamente quedando un profundo silencio, una serenidad, una profundidad, una altura que alcanza las estrellas.

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31.- No te estoy enseñando un camino, por eso no puedes proclamar que mi camino e sel mejor camino. No es en absoluto un camino. No puedes decir que éste es el único camino porque estoy diciendo que no existe ningún camino. Simplemente estoy tratando de alertarte de eso que sí está aquí. está latiendo en tu corazón, es Dios latiendo en tu corazón. está latiendo en tu ser. cada fivra de tu cuerpo, de tu ser, está viva. Este estar vivo, es Dios.

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32.- No estoy interesado en convertir a nadie a mi ideología. No tengo ninguna. En segundo lugar, creo que el esfuerzo mismo por convertir a alguien es violencia, es interferir en su individualidad, en su singularidad, en su libertad.

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33.- No soy un mesías y no soy un misionero. No estoy aquí para establecer una iglesia o para dar una doctrina al mundo, una nueva religión. No. Mi esfuerzo es totalmente diferente : una nueva consciencia, no una nueva religión; una nueva consciencia, no una nueva doctrina. ¡Ya está bien de doctrinas y ya está bien de religiones! El hombre necesita una nueva consciencia. Y la única forma de aportar consciencia es seguir golpeando desde todos los lados de forma que , lenta, lentamente , trozos de tu mente acaben por desprenderse. La estatua de Buda está escondida en ti. Ahora mismo eres una roca. Si sigo golpeándote, arrancando pedazos de ti, poco a poco, el buda emergerá.

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ser maestro

Tú has dicho que en los corazones de los sannyasins suena la misma melodía que en tú corazón está sonando. ¿Puedes decirnos más sobre este fenómeno? ¿Cómo llevas a un discípulo de la cabeza al corazón? ¿Es que a veces un discípulo está conectado contigo y a veces no? ¿Y, en ese caso, que es lo que hace que un discípulo se aleje de ti, y que es lo que ayuda a que un discípulo regrese?

Es un poco difícil entender. Las cosas del corazón siempre son difíciles entender. Hay unos discípulos que están, durante el día y durante la noche, en profunda armonía conmigo. No hay ningún hueco. De hecho, sólo ellos merecen ser llamados amigos.

Aquí me gustaría contar algo que he estado guardando como un secreto durante mi vida entera:

Una hermosa mañana, Gautam Buddha salió a dar un paseo con su cuidador y discípulo, Ananda. Era otoño; los árboles se estaban quedando desnudos y las hojas cubrían el camino. El viento mecía los árboles, y las hojas hacían hermosos sonidos. Caminando entre esas hojas, Buddha estaba inmensamente contento … con la música de las hojas secas.

Él tomó unas en su mano. Ananda le preguntó, “Bhagwan, yo siempre he estado pensando en hacerte una pregunta, pero es difíicl estar a solas contigo. Tú siempre estás rodeado de personas. Hoy estás solo en este bosque, y yo no puedo resistirme la tentación. Yo quiero preguntarte: ¿Nos has dicho todo, o has guardado algunos secretos? Dijo Buddha : ¿ “Ves las hojas en mi mano? ¿Y ves las hojas del bosque?” Ananda dijo: “Sí, las veo, pero no comprendo que ésta sea la respuesta.” Buddha dijo: “Lo entenderás. Solamente he dicho esto, y he guardado silencio respecto a todas las hojas del bosque.”

Mi situación es simplemente diferente. Yo os he mostrado el bosque entero; sólo me he guardado íntimamente algo , sólo una hoja. Buddha declaró antes de su muerte que él regresaría luego de veinticinco siglos, y que su nombre sería Maitreya. Maitreya quiere decir el amigo.Los Buddhas no regresan; ninguna persona iluminada regresa nunca, es solamente un modo de expresarse…

Lo que él estaba diciendo es de tremenda importancia. No tiene nada que ver con su regreso; él no puede regresar. Lo que él quiso decir era que la antigua relación entre el Maestro y el discípulo sería irrelevante dentro de veinticinco siglos. Esa era su claridad de percepción –él no estaba prediciendo nada– sólo su claridad para ver que las cosas están continuamente cambiando, como han cambiado en el pasado y como seguirán cambiando; que tardarían por lo menos veinticinco siglos para que el Maestro y su relación con el discípulo quedara fuera de lugar.Para entonces el Maestro iluminado sólo será un amigo.

Yo nuca he querido ser Maestro de nadie. Pero las personas quieren a un Maestro, ellos quieren ser discípulos; por eso he interpretado el papel. Ahora debo deciros que muchos de vosotros estáis listos para aceptarme como un amigo. Ésos que están continuamente conectados conmigo, sin ningún descanso, son los únicos amigos reales.

Hay personas que a veces están conectadas conmigo y hay veces en las que no están conectadas conmigo. Tú me preguntas por qué pasa. La razón es, — quizás te sorprenda el saberlo — que a veces ellos están conectados conmigo porque yo estoy conectado con ellos, porque cualquier cosa que yo diga está de acuerdo con ellos. Ellos sienten, “Esto es absolutamente correcto.” Ellos no están conectados conmigo. Al contrario, ellos sienten que están conectados conmigo porque yo estoy cumpliendo algunas de sus ideas, algunas de sus expectativas. Eso es ilusión.

Una vez que tú estás sintonizado conmigo, no puedes dejar de estarlo. Pero si dejas de estarlo, eso significa que yo he dicho algo, que he hecho algo que no está de acuerdo contigo. Tú sigues juzgando. Tú no has abandonado tus juicios. Tu ego todavía está allí.

Todos los días yo daba un paseo con uno de mis profesores. Un día mientras nosotros regresábamos, otro profesor se nos unió en el camino. Él estaba dando un paseo; y nosotros estábamos volviendo. El me conocía pero no conocía a mi profesor. Este era muy nuevo, él se había unido al departamento dos o tres días atrás . Entonces me preguntó, “¿vienes aquí todos los días?” Yo dije, “Sí, vengo todos los días. Y durante tres días mi profesor ha estado viniendo conmigo.” Mi profesor pareció fastidiado. Yo le pregunté , “¿qué es lo que sucede? Pareces enfadado.” Él dijo, “Ciertamente. Tú vienes conmigo, y dices que yo vengo contigo.” Yo dije, “Eso es cierto. ¿Cómo puede venir un profesor con un estudiante? Siempre es el estudiante quién viene con el profesor. Así que perdóneme. Pero estas son simplemente las muestras que usted es un idiota; y a partir de mañana no vendrá más conmigo.”

Las personas son extrañas. Yo estaba allí desde hacía dos años. Él llevaba sólo tres días, pero quiso escuchar que yo estaba yendo con él. Simplemente el ego quiere cumplidos por todas partes. Entonces pasa que cuando tú sientes que yo estoy diciendo algo que cumple sus expectativas, estás conmigo, tu corazón se sintoniza conmigo, tú estás conectado conmigo. No. Por favor perdóname por ser sincero; sólo yo estoy contigo, pronto sucederá algo — yo digo algo, yo hago algo– y tú corazón ya no está sintonizado conmigo.

Así que recuerda una cosa: cuando tú estás conmigo, es un continuum, sin huecos. No importa,lo que yo diga, lo que yo haga, porque tú no me juzgas. Tú me amas como yo soy. Yo no te juzgo. Yo te amo como tú eres. Y si esto cambia, entonces recuerda que estás juzgando, y en lugar de venir conmigo, estás intentando arrastrarme contigo. Y eso no es muy amoroso.

Yo puedo ir contigo, pero tú estás en la oscuridad y tú me llevarás a la oscuridad. Yo no tengo ningún problema en ir contigo. Tú no puedes destruir mi luz; yo puedo destruir tu oscuridad.

Yo no puedo perder nada yendo contigo. Tú tendrás que perder muchas cosas conmigo. Y cuando tú amas a alguien, tú estás listo a perder algo, todo, incluso a ti mismo. En el momento que tú estás listo para perderte, la amistad es completa. Y entonces surge una gran belleza .

Hace exactamente veinticinco siglos de la muerte de Buddha y yo estoy cambiando el nombre de la Fundación para que sea Amigos de Rajneesh Internacional. No es sólo un cambio de nombre. Va a cambiar el mismo sabor de nuestro movimiento . Y tú tienes que estar a la altura de manera que lo yo quiero que este movimiento llegue a ser, sea. Sólo así el sueño será realizado.

No me dejes. ¿estamos?

Osho su vision de la vida

Osho nos habla sobre su visión sobre la vida :
1.-La vida es vivir. No es una cosa, es un proceso. No hay forma de conocer lo que es la vida más que viviendo, estando vivo , fluyendo, discurriendo con ella. Si buscas el significado d ela vida en algún dogma, en una determinada filosofía, en una teología, da por seguro que te perderás lo que es la vida y su significado.
La vida no te está esperando en ninguna parte, te está sucediendo. No se encuentra en el futuro como una meta que has de alcanzar, está aquí y ahora, en este mismo momento, en tu respirar, en la circulación de tu sangre, en el latir de tu corazón. Cualquier cosa que seas es tu vida y si te pones a buscar significados en otra parte, te la perderás.
2.-La vida es inseguridad, A cada momento se dirige hacia una inseguridad mayor. Es un apostar. Uno nunca sabe lo que va a suceder. Y es hermoso que uno nunca lo sepa. Si fuera predecible, no valdría la pena vivir la vida. Si todo fuera como te gustaría que fuese y si todo fuera una certeza, no serías un hombre, serías una máquina. Sólo existen certezas y seguridades para las máquinas.
3.- La vida es un misterio; cuanto más la conoces, más bella es. Llega un momento cuando, de repente, empiezas a vivirla, empiezas a fluir con ella.
4.- La vida no es una tecnología, ni una ciencia. La vida es un arte, …. has de sentirla. Es como el caminar por una cuerda floja.

5.-La mejor forma de perder la vida es tener una cierta actitud ante ella. Las actitudes tienen su origen en la mente, y la vida supera la mente. Las actitudes son nuestras creaciones, son nuestros prejuicios, nuestras invenciones. La vida no es creada por nosotros; al contrario, nosotros somos sólo ondas en el lago de la vida.

¿Qué clase de actitud puede tener una ola con respecto al océano? ¿Qué tipo de actitud puede tener una hoja de hierba hacia la Tierra, la Luna, el Sol o las estrellas? Todas las actitudes son egoístas, todas las actitudes son estúpidas.

La vida no es una filosofía, no es un problema; es un misterio. Tienes que vivirla, no de acuerdo a cierto patrón de conducta, no de acuerdo a un condicionamiento, de acuerdo con lo que te han contado sobre ella. Tienes que empezar de nuevo, desde cero.
6.- Depende de ti. La vida en sí misma es un lienzo en blanco, se convierte en cualquier cosa que tú pintes en él. Puedes pintar infelicidad, puedes pintar felicidad.

Esta libertad es tu gloria.

7.-Mi mensaje es muy simple: Vive la vida tan peligrosamente como te sea posible. Vive la vida totalmente, intensamente, apasionadamente, porque la vida, es el único Dios.

8.- Primero conviértete en un Zorba, en una flor de esta tierra y a través de ella logra la capacidad de llegar a ser un Buda, la flor del otro mundo. El otro mundo no está separado de éste; el otro mundo no está en contra de éste. El otro mundo está escondido en éste. Este es sólo una manifestación del otro y el otro es la parte no manifiesta de éste.

9.-Para mí, el primer fundamento de la vida es meditación. Todo lo demás es secundario.
10.-La vida debe ser una búsqueda. No un deseo, sino una búsqueda; no una ambición de convertirse en esto o en lo otro, el presidente de un país o un primer ministro, sino una búsqueda para descubrir: “¿Quién soy yo?”

11.-La vida deberá ser una continua celebración, un festival de luces durante todo el año. Sólo entonces puedes crecer, puedes florecer. Transforma las cosas pequeñas en celebración.

12.- La vida no es una cárcel, no es un castigo. Es una recompensa y es dada sólo a aquellos que se la han ganado, a aquellos que se la merecen. Ahora tienes el derecho de disfrutar. Sería un pecado si no disfrutas.
Irías en contra de la existencia si no la embelleces, si la dejas simplemente como la encontraste. No, déjala un poco más feliz, más hermosa, más fragante.
13.-¡La vida consiste en explorar, en ir hacia lo desconocido, en alcanzar las estrellas! Sé valiente y sacrifica todo por la vida; nada vale más que ella. No sacrifiques tu vida por pequeñas cosas: dinero, seguridad, estabilidad. Nada de ello tiene valor. Uno tiene que vivir su propia vida tan totalmente como sea posible, entonces, la alegría llega. Solamente entonces es posible una desbordante dicha . Aquellos que quieren vivir realmente tienen que afrontar muchos riesgos. Tienen que adentrarse más y más en lo desconocido. Tienen que aprender una de las lecciones más fundamentales: que no existe hogar, que la vida es un peregrinaje sin principio ni fin. Sí, hay lugares donde puedes descansar, pero son simplemente para pasar la noche y a la mañana siguiente te tienes que ir de nuevo. La vida es un continuo movimiento, nunca llega a ningún final.
14.-Cuanto más profundiza una persona en sí misma, más madura. Cuando ha alcanzado el centro mismo de su ser, alcanza la madurez perfecta. Para mí, “madurez” es otro nombre para “realización”. Has culminado el pleno desarrollo de tu potencial. Lo has actualizado. La semilla, tras un arduo viaje, ha florecido. La madurez conlleva cierta fragancia, aporta una tremenda belleza al individuo. Le aporta inteligencia, la inteligencia más aguda posible. Le convierte en puro amor. Su actividad es amor, su inactividad es amor. Su vida es amor, su muerte es amor. Es tan sólo una flor de amor.

15.- La vida en su totalidad es una gran broma cósmica. No es un fenómeno serio; tómala seriamente y la perderás. Compréndela únicamente a través de la risa. No voy a darte una meta. Solamente puedo proporcionarte una dirección , abierta -rebosando vida- y desconocida -siempre sorprendente, impredecible-. No te voy a dar mapa alguno. Solamente te voy a proporcionar una gran pasión por descubrir cosas. Sí, no se necesita de ningún mapa; se requiere una gran pasión. Luego te dejaré solo. Entonces te moverás por ti mismo. adéntrate en lo inmenso, en el infinito y , poco a poco, aprende a confiar en él. Abandónate en manos de la Vida.
16.- El concepto antiguo del hombre religioso es que él está en contra de la vida. El condena está vida, esta vida corriente; la llama mundana, profana, una ilusión. La censura. Yo estoy tan profundamente enamorado de la Vida que no puedo censurarla. Estoy aquí para incrementar la posibilidad de sentirla.

osho nos habla de la espiritualidad

Osho nos habla de la espiritualidad:

1.- ..De eso es de lo que trata la espiritualidad. Del vivir la muerte intensamente, del vivir la vida con intensidad,del vivir ambos tan apasionadamente que nada quede atrás sin ser vivido, ni incluso la muerte.

2.-La risa es la esencia misma de la religión. La seriedad nunca es religiosa, no puede ser religiosa. La seriedad es del ego, parte de la enfermedad misma. La risa es la ausencia de ego.

Sí, hay una diferencia cuando tú ríes y cuando ríe un hombre religioso. La diferencia es que tú siempre te ríes de otros y el hombre religioso se ríe de sí mismo, o de toda la ridiculez humana.

La religión no puede ser sino una celebración de la vida; y la persona seria se transforma en un inválido: crea barreras. No puede bailar, no puede cantar, no puede celebrar. La dimensión misma de la celebración desaparece de su vida. Se vuelve como el desierto y si eres un desierto puedes seguir pensando y pretendiendo que eres religioso, pero no lo eres.

Puedes ser un sectario, pero no religioso. Puedes ser un cristiano, un hindú, un budista, un jaino, un musulmán, pero no puedes ser religioso. Crees en algo, pero no sabes nada. Crees en teorías. Un hombre demasiado cargado de teorías se vuelve serio. Un hombre que no tiene cargas, que no agobie su ser con teorías, comienza a reírse.

3.-La risa relaja. Y la relajación es espiritual. la risa te devuelve a la tierra, de hacer descender de tus estúpidas ideas sobre el ser-más-santo-que-tú. La risa de lleva a la realidad tal y como es. El mundo es un juego de Dios, una broma cósmica. Y a menos que la comprendas como una broma cósmica nunca serás capaz de comprender el misterio supremo.

Estoy a favor de todas las bromas, estoy a favor de la risa.

Leyenda de los indios araucos

Leyenda de los indios araucos.

A orillas del río orinoco, vivian hace mucho tiempo siete hermosas mariposas bailarinas, que bailaban y bailaban en los pétalos de los lirios y de las amapolas de la selva.
    Cada una de ellas tenía su color: Blanco, Azul, Rojo, Verde, Amarillo, Violeta y Añil.
    Por las tardes se suspendían en una flor o en una hoja y se entregaban al sueño.
      Un día en que las siete hermosas mariposas bailaban y bailaban. La Amarilla al saltar a una rama, se hirió una de sus alas y comenzó a agonizar. Sus amigas la rodearon y al ver que iba a morir se preguntaron. ¿Qué sacrificio podríamos hacer nosotras paraa estar siempre con nuestra amiga?
    Al momento se escuchó una voz que les dijo: ¿Están dispuestas a hacer un sacrificio, aún el de la muerte, por estar siempre con su amiga?  SI respondieron todas.
    Automáticamente se oscureció el cielo. Un rayo penetró en el corazón de la selva. La selva se estremeció y lanzó un grito que fue a perderse en la inmensidad del universo.
   
    Vino la lluvia y un remolino de viento arrastró a las siete mariposas.
      Una hora después brilló el sol y en el cielo apareció el Arco Iris con sus siete colores y en ellos las almas de las siete hermosas mariposas.

      Y ASÍ FUE COMO DIOS HIZO ETERNA LA AMISTAD EN TODA SU BELLEZA.

Recuentos para demian 2

EL REY CICLOTIMICO

Cuando comencé a hablar, me di cuenta de mi aceleramiento.
Estaba eufórico.
A medida que le contaba a Jorge, me daba cuenta de cuántas cosas había hecho durante la semana.
Como otras veces, me sentía un Supermán triunfal, un enamorado de la vida. Le contaba al gordo mis planes para los próximos días.
Tenía tanta fuerza, tanta energía…
El gordo se sonrió alegre y acompañante.
Como siempre, me pareció que ese tipo me acompañaba en mis estados de ánimo, cualesquiera que fueran. Compartir esta alegría con Jorge era una razón más para estar alegre. Todo me salía bien. Seguí planeando cosas. No me alcanzarían dos vidas para hacer lo que estaba dispuesto a empezar.
—¿Te cuento un cuento? –dijo.
Con esfuerzo, reconozco, me callé.

Había una vez un rey muy poderoso que reinaba un país muy lejano. Era un buen rey. Pero el monarca tenía un problema:
era un rey con dos personalidades.
Había días en que se levantaba exultante, eufórico, feliz. Ya desde la mañana, esos días aparecían como
maravillosos. Los jardines de su palacio le parecían más bellos.
Sus sirvientes, por algún extraño fenómeno, eran amables y eficientes esas mañanas.
En el desayuno confirmaba que se fabricaban en su reino las mejores harinas y se cosechaban los mejores frutos.
Esos eran días en que el rey rebajaba los impuestos, repartía riquezas, concedía favores y legislaba por la paz y por el bienestar de los ancianos. Durante esos días, el rey accedía a todos los pedidos de sus súbditos y amigos.
Sin embargo, había también otros días..Eran días negros. Desde la mañana se daba cuenta de que hubiera preferido dormir un rato más. Pero cuando lo notaba ya era tarde y el sueño lo había abandonado.
Por mucho esfuerzo que hacía, no podía comprender por qué sus sirvientes estaban de tan mal humor y ni siquiera lo atendían bien. El sol le molestaba aun más que las lluvias. La comida estaba tibia y el café demasiado frío. La idea de recibir gente en su despacho le aumentaba su dolor de cabeza.
Durante esos días, el rey pensaba en los compromisos contraídos en otros tiempos y se asustaba pensando en cómo cumplirlos. Esos eran los días en que el rey aumentaba los impuestos, incautaba tierras, apresaba opositores…
Temeroso del futuro y del presente, perseguido por los errores del pasado, en esos días legislaba contra su pueblo y su palabra más usada era NO.
Consciente de los problemas que estos cambios de humor le ocasionaban, el rey llamó a todos los sabios, magos y asesores de su reino a una reunión.
—Señores –les dijo— todos ustedes saben acerca de mis variaciones de ánimo. Todos se han beneficiado de mis euforias y han padecido mis enojos. Pero el que más padece soy yo mismo, que cada día estoy deshaciendo lo que hice en otro tiempo, cuando veía las cosas de otra manera.
Necesito de ustedes, señores, que trabajéis juntos para conseguir el remedio, sea brebaje o conjuro que me impida ser tan absurdamente optimista como para no ver los hechos y tan ridículamente pesimista como para oprimir y dañar a los que quiero.
Los sabios aceptaron el reto y durante semanas trabajaron en el problema del rey.
Sin embargo todas las alquimias, todos los hechizos y todas las hierbas no consiguieron encontrar la respuesta al asunto planteado.
Entonces se presentaron ante el rey y le contaron su fracaso.
Esa noche el rey lloró.
A la mañana siguiente, un extraño visitante le pidió audiencia..Era un misterioso hombre de tez oscura y raída túnica que alguna vez había sido blanca.
—Majestad –dijo el hombre con una reverencia—, del lugar de donde vengo se habla de tus males y de tu dolor. He venido a traerte el remedio.
Y bajando la cabeza, acercó al rey una cajita de cuero.
El rey, entre sorprendido y esperanzado, la abrió y buscó dentro de la caja. Lo único que había era un anillo plateado.
—Gracias –dijo el rey entusiasmado— ¿es un anillo mágico?
—Por cierto lo es –respondió el viajero—, pero su magia no actúa sólo por llevarlo en tu dedo…
Todas las mañanas, apenas te levantes, deberás leer la inscripción que tiene el anillo. Y recordar esas palabras cada vez que veas el anillo en tu dedo.
El rey tomó el anillo y leyó en voz alta:
Debes saber que ESTO también pasará.

LAS RANITAS EN LA CREMA

Yo estaba en época de exámenes. Había rendido dos finales y un parcial. Tenía fecha para mi siguiente examen en una semana y la materia era muy larga.
—No voy a llegar –le dije a Jorge—. Es inútil seguir poniendo energía en una causa perdida. Creo que lo mejor es presentarme con lo que sé hasta ahora; así, por lo menos si me bochan no habré desperdiciado esta semana estudiando.
—¿Conoces el cuento de las dos manitas? –preguntó el gordo.

Había una vez dos ranas que cayeron en un recipiente de crema.
Inmediatamente sintieron que se hundían; era imposible nadar o flotar mucho tiempo en esa masa espesa como arenas movedizas. Al principio, las dos patalearon en la crema para llegar al borde del recipiente pero era inútil, sólo conseguían chapotear en el mismo lugar y hundirse. Sintieron que cada vez era más difícil salir a la superficie a respirar.
Una de ellas dijo en voz alta:
—No puedo más. Es imposible salir de aquí, esta materia no es para nadar. Ya que voy a morir, no veo para qué prolongar este dolor. No entiendo qué sentido tiene morir agotada por un esfuerzo estéril.
Y dicho esto, dejó de patalear y se hundió con rapidez siendo literalmente tragada por el espeso líquido blanco.
La otra rana, más persistente o quizás más tozuda, se dijo:
—¡No hay caso! Nada se puede hacer para avanzar en esta cosa. Sin embargo ya que la muerte me llega, prefiero luchar hasta mi último aliento. No quisiera morir un segundo antes de que llegue mi hora.
Y siguió pataleando y chapoteando siempre en el mismo lugar, sin avanzar un centímetro. ¡Horas y horas!.Y de pronto… de tanto patalear y agitar, agitar y patalear… La crema, se transformó en manteca.
La rana sorprendida dio un salto y patinando llegó hasta el borde del pote.
Desde allí, sólo le quedaba ir croando alegremente de regreso a casa.

EL HOMBRE QUE SE CREÍA MUERTO

Recuerdo que me había quedado pensando en el cuento de las dos manitas.
—Es como aquella poesía de Almafuerte –comenté—. No te des por vencido ni aun vencido.
—Puede ser –dijo el gordo— aunque más me parece que en este caso es: “No te des por vencido antes de ser vencido” o si quieres: “No te declares perdedor antes de llegar al tiempo de la evaluación final”. Porque…
Y ya que estaba, me contó otro cuento.
Había un señor muy aprensivo respecto de sus propias enfermedades y sobre todo, muy temeroso del día en que le llegara la muerte.
Un día, entre tantas ideas locas, se le ocurrió que quizás él ya estaba muerto. Entonces le preguntó a su mujer:
—Dime mujer, ¿no estaré muerto yo?
La mujer rió y le dijo que se tocara las manos y los pies.
—Ves, ¡están tibios! Bien, eso quiere decir que estás vivo.
Si estuvieras muerto, tus manos y tus pies estarían helados.
Al hombre le sonó muy razonable la respuesta y se tranquilizó.
Pocas semanas después, el hombre salió bajo la nieve a hachar algunos árboles. Cuando llegó al bosque se sacó los guantes y comenzó a hachar.
Sin pensarlo, se pasó la mano por la frente y notó que sus manos estaban frías. Acordándose de lo que le había dicho su esposa, se quitó los zapatos y las medias y confirmó con horror que sus pies también estaban helados.
En ese momento ya no le quedó ninguna duda, se “dio cuenta” de que estaba muerto.
—No es bueno que un muerto ande por ahí hachando árboles –se dijo. Así que dejó el hacha al lado de su mula y se tendió quieto en el piso helado, las manos en cruz sobre el pecho y los ojos cerrados.
A poco de estar tirado en el piso, una jauría comenzó a acercarse a las alforjas donde estaban las provisiones. Al ver que nada los paraba, destrozaron las alforjas y devoraron todo lo que había de comestible. El hombre pensó:
—Suerte que tienen que estoy muerto que si no, yo mismo los echaba a patadas.
La jauría siguió husmeando y descubrió el burro atado a un árbol. Fácil presa era de los filosos dientes de los perros. El burro chilló y coceó pero el hombre sólo pensó qué lindo sería defenderlo, si no fuera porque él estaba muerto.
En algunos minutos dieron cuenta del burro, sólo unos pocos perros seguían royendo algún hueso.
La jauría, insaciable, siguió rondando el lugar.
No pasó mucho tiempo hasta que uno de los perros olió el olor del hombre. Miró a su alrededor y vio al hachero tirado inmóvil en el piso. Se acercó lentamente (muy lentamente, porque el hombre era muy peligroso y engañador).
En pocos instantes, todos los perros babeando sus fauces rodearon al hombre.
—Ahora me van a comer –pensó—. Si no estuviera muerto, otra sería la historia.
Los perros se acercaron…
…y viendo su inacción se lo comieron.

EL PORTERO DEL PROSTÍBULO

Cursaba la mitad de la carrera y, como muchos, de repente empecé a replantearme mi decisión de estudiar. Llevé el tema a mi terapia. Yo me daba cuenta de que me presionaba y me forzaba para seguir estudiando.
—Ése es el problema –dijo Jorge—. Mientras sigas creyendo que “tienes que” estudiar y recibirte, no hay posibilidades de que lo hagas con placer y mientras no haya por lo menos un poco de placer, algunas partes de tu personalidad te van a jugar malas pasadas.
Jorge repetía hasta aburrir que no creía en el esfuerzo. Decía que nada útil se puede conseguir esforzándose. Sin embargo…
en este caso yo creo que se equivocaba. Por lo menos sería la excepción que confirma la regla.
—Pero Jorge, yo no puedo dejar de estudiar –dije— yo no creo que en el mundo en que me va a tocar vivir, yo pueda ser alguien si no tengo un título. Una carrera de alguna manera es una garantía.
—Puede ser –dijo el gordo— ¿Sabes lo que es el Talmud?
—Sí.
—Hay un cuento en el Talmud, trata sobre un hombre común.
Ese hombre era el portero de un prostíbulo.

No había en aquel pueblo un oficio peor conceptuado y peor pagado que el de portero del prostíbulo… Pero ¿qué otra cosa podría hacer aquel hombre?
De hecho, nunca había aprendido a leer ni a escribir, no tenía ninguna otra actividad ni oficio. En realidad, era su puesto porque su padre había sido el portero de ese prostíbulo y también antes, el padre de su padre.
Durante décadas, el prostíbulo se pasaba de padres a hijos y la portería se pasaba de padres a hijos..Un día, el viejo propietario murió y se hizo cargo del prostíbulo un joven con inquietudes, creativo y emprendedor. El
joven decidió modernizar el negocio.
Modificó las habitaciones y después citó al personal para darle nuevas instrucciones.
Al portero, le dijo:
—A partir de hoy, usted, además de estar en la puerta, me va a preparar una planilla semanal. Allí anotará usted la cantidad de parejas que entran día por día. A una de cada cinco, le preguntará cómo fueron atendidas y qué corregirían del lugar. Y una vez por semana, me presentará esa planilla con los comentarios que usted crea convenientes.
El hombre tembló, nunca le había faltado disposición al trabajo pero…
—Me encantaría satisfacerlo, señor –balbuceó— pero yo…
yo no sé leer ni escribir.
—¡Ah! ¡Cuánto lo siento! Como usted comprenderá, yo no puedo pagar a otra persona para que haga estoy y tampoco puedo esperar hasta que usted aprenda a escribir, por lo tanto…
—Pero señor, usted no me puede despedir, yo trabajé en esto toda mi vida, también mi padre y mi abuelo…
No lo dejó terminar.
—Mire, yo comprendo, pero no puedo hacer nada por usted. Lógicamente le vamos a dar una indemnización, esto es, una cantidad de dinero para que tenga hasta que encuentre otra cosa. Así que, los siento. Que tenga suerte.
Y sin más, se dio vuelta y se fue.
El hombre sintió que el mundo se derrumbaba. Nunca había pensado que podría llegar a encontrarse en esa situación.
Llegó a su casa, por primera vez, desocupado. ¿Qué hacer?
Recordó que a veces en el prostíbulo cuando se rompía una cama o se arruinaba una pata de un ropero, él, con un martillo y clavos se las ingeniaba para hacer un arreglo sencillo y provisorio. Pensó que esta podría ser una ocupación transitoria hasta que alguien le ofreciera un empleo.
Buscó por toda la casa las herramientas que necesitaba, sólo tenía unos clavos oxidados y una tenaza mellada. Tenía que comprar una caja de herramientas completa. Para eso usaría una parte del dinero que había recibido.
En la esquina de su casa se enteró de que en su pueblo no había una ferretería, y que debería viajar dos días en mula para ir al pueblo más cercano a realizar la compra. ¿Qué más da? Pensó, y emprendió la marcha.
A su regreso, traía una hermosa y completa caja de herramientas. No había terminado de quitarse las botas cuando llamaron a la puerta de su casa. Era su vecino.
—Vengo a preguntarle si no tiene un martillo para prestarme.
—Mire, sí, lo acabo de comprar pero lo necesito para trabajar… como me quedé sin empleo…
—Bueno, pero yo se lo devolvería mañana bien temprano.
—Está bien.
A la mañana siguiente, como había prometido, el vecino tocó la puerta.
—Mire, yo todavía necesito el martillo. ¿Por qué no me lo vende?
—No, yo lo necesito para trabajar y además, la ferretería está a dos días de mula.
—Hagamos un trato –dijo el vecino— Yo le pagaré a usted los dos días de ida y los dos días de vuelta, más el precio del martillo, total usted está sin trabajar. ¿Qué le parece?
Realmente, esto le daba un trabajo por cuatro días…
Aceptó.
Volvió a montar su mula.
Al regreso, otro vecino lo esperaba en la puerta de su casa.
—Hola, vecino. ¿Usted le vendió un martillo a nuestro amigo?
—Sí…
—Yo necesito unas herramientas, estoy dispuesto a pagarle sus cuatro días de viaje y una pequeña ganancia por cada herramienta. Usted sabe, no todos podemos disponer de cuatro días para nuestras compras.
El ex –portero abrió su caja de herramientas y su vecino eligió una pinza, un destornillador, un martillo y un cincel. Le pagó y se fue..“…No todos disponemos de cuatro días para hacer compras”, recordaba.
Si esto era cierto, mucha gente podría necesitar que él viajara a traer herramientas.
En el siguiente viaje decidió que arriesgaría un poco del dinero de la indemnización, trayendo más herramientas que las que había vendido. De paso, podría ahorrar algún tiempo en viajes.
La voz empezó a correrse por el barrio y muchos quisieron evitarse el viaje.
Una vez por semana, el ahora corredor de herramientas viajaba y compraba lo que necesitaban sus clientes.
Pronto entendió que si pudiera encontrar un lugar donde almacenar las herramientas, podría ahorrar más viajes y ganar más dinero. Alquiló un galpón.
Luego le hizo una entrada más cómodo y algunas semanas después con una vidriera, el galpón se transformó en la primera ferretería del pueblo.
Todos estaban contentos y compraban en su negocio.
Ya no viajaba, de la ferretería del pueblo vecino le enviaban sus pedidos. Él era un buen cliente.
Con el tiempo, todos los compradores de pueblos pequeños más lejanos preferían comprar en su ferretería y
ganar dos días de marcha.
Un día se le ocurrió que su amigo, el tornero, podría fabricar para él las cabezas de los martillos.
Y luego, ¿por qué no? las tenazas… y las pinzas… y los cinceles. Y luego fueron los clavos y los tornillos…
Para no hacer muy largo el cuento, sucedió que en diez años aquel hombre se transformó con honestidad y trabajo en un millonario fabricante de herramientas. El empresario más poderoso de la región.
Tan poderoso era, que un año para la fecha de comienzo de las clases, decidió donar a su pueblo una escuela. Allí se enseñarían además de lectoescritura, las artes y los oficios más prácticos de la época.
El intendente y el alcalde organizaron una gran fiesta de inauguración de la escuela y una importante cena de agasajo para su fundador..A los postres, el alcalde le entregó las llaves de la ciudad y el intendente lo abrazó y le dijo:
—Es con gran orgullo y gratitud que le pedimos nos conceda el honor de poner su firma en la primera hoja del libro de actas de la nueva escuela.
—El honor sería para mí –dijo el hombre—. Creo que nada me gustaría más que firmar allí, pero yo no sé leer ni escribir. Yo soy analfabeto.
—¿Usted? –dijo el intendente, que no alcanzaba a creerlo
—¿Usted no sabe leer ni escribir? ¿Usted construyó un imperio industrial sin saber leer ni escribir? Estoy asombrado. Me pregunto ¿qué hubiera hecho si hubiera sabido leer y escribir?
—Yo se lo puedo contestar –respondió el hombre con calma—. ¡Si yo hubiera sabido leer y escribir… sería portero del prostíbulo!..

Respuesta

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De: Alias de MSNThe_dark_crow_v301 Enviado: 19/02/2005 2:23
DOS NÚMEROS MENOS

Esa tarde venía con un tema preparado: quería seguir hablando sobre el esfuerzo.
Cuando lo hablamos en el consultorio me pareció bastante razonable; pero a la hora de poner en práctica lo aprendido, me resultaba imposible ser coherente con lo que en teoría sonaba tan deseable.
—Siento que definitivamente no puedo vivir sin hacer, de vez en cuando por lo menos, algunos esfuerzos. Es más, la verdad, me parece imposible que alguien, cualquiera, pueda hacerlo.
—En algo tienes razón –me dijo el gordo—. Yo me he pasado gran parte de mis últimos veinte años intentando ser fiel a mi ideología y no siempre con éxito. Creo que a todos les debe pasar lo mismo. La idea del “no—esfuerzo” es un desafío, una práctica, una disciplina. Y como tal, requiere de entrenamiento.
—Al principio a mí también me parecía imposible –siguió— ¿qué iban a pensar los demás de mí, si no iba a esa reunión?, ¿si no los escuchaba atentamente aunque me importara un bledo lo que tenían que decir?
¿Si no me mostraba agradecido con ese tipo al que yo consideraba una basura?
¿Si contestaba fácilmente que NO a un pedido al que simplemente no tenía ganas de acceder?
¿Si me daba el lujo de trabajar cuatro días por semana renunciando a ganar más dinero?
¿Si transitaba el mundo sin estar bien afeitado?
¿Si me negaba a dejar de fumar hasta que no pudiera hacerlo naturalmente?
Si…
Alguna vez escribí que esta idea del esfuerzo necesario es una creación social que parte de una ideología determinada, de una ideología de hecho bastante severa con la imagen del hombre social. Parece bastante claro que si el hombre es vago, malvado,.egoísta y dejado, entonces, el hombre debe esforzarse para “mejorarse”. Pero, ¿será cierto que el hombre es así?
Yo escuchaba fascinado, no tanto por lo que Jorge me decía, sino por mi propia imagen de lo que sería vivir relajadamente, sin peleas conmigo mismo, tranquilo y sin prisas, sin preguntarme nunca más: “¿Qué m… hago yo aquí?”.
Pero ¿por dónde empezar?
—Primero –siguió Jorge, como si adivinara mis pensamientos— antes que ninguna otra cosa es preciso desactivar una trampa que nos pusieron cuando éramos así de chiquititos. Esta trampa es una idea tan prendida en nosotros, que forma parte de esta cultura explícita e implícitamente:
“Sólo se valora lo que se consigue con esfuerzo.”
Como dirían los americanos, esto es bull—shit (bosta de toro).
Cualquiera puede darse cuenta con su propio sentido de realidad que esto no es cierto, y sin embargo, estructuramos nuestra vida como si fuera una verdad incuestionable.
Hace algunos años “describí” un síndrome clínico que aunque no está registrado en los tratados médicos ni psicológicos, ha sido padecido, o lo es todavía, por todos nosotros. Decidí llamarlo, ya vas a ver por qué: El síndrome del zapato dos números más chico.

El hombre entra en la zapatería, un vendedor amable se le acerca:
—¿En qué lo puedo servir, señor?
—Quisiera un par de zapatos negros como los de la vidriera.
—Cómo no, señor. A ver, a ver… el número que busca…
debe ser… 41, ¿verdad?
—No, quiero un 39, por favor.
—Disculpe, señor, hace veinte años que trabajo en esto y el número suyo debe ser 41, quizás 40, pero… ¿39?
—39 por favor.
—Disculpe, ¿me permite que le mida el pie?
—Mida lo que quiera, pero yo quiero un par de zapatos 39..El vendedor saca de un cajón ese extraño aparato que usan los vendedores de zapatos para medir pies y con satisfacción, proclama:
—¿Vio? Como yo decía: ¡41!
—Dígame ¿quién va a pagar los zapatos usted o yo?
—Usted.
—Bien, entonces ¿me trae un 39?
El vendedor, entre resignado y sorprendido, va a buscar el par de zapatos número 39. En el camino se da cuenta de lo que pasa: los zapatos no son para él, seguramente son para hacer un regalo.
—Señor, aquí los tiene: 39 negros.
—¿Me da un calzador?
—¿Se los va a poner?
—Sí. Claro.
—Son… ¿para usted?
—¡Sí! ¿Me trae el calzador?
El calzador era imprescindible para conseguir hacer entrar ESE pie en ESE zapato. Después de varios intentos y de ridículas posiciones, el cliente consigue meter todo el pie dentro
del zapato. Entre ayes y gruñidos camina algunos pasos, con dificultad, sobre la alfombra.
—Está bien. Los llevo.
El vendedor siente dolor en sus propios pies de sólo imaginar los dedos aplastados dentro del 39.
—¿Se los envuelvo?
—No, gracias. Los llevo puestos.
El cliente sale del negocio y camina, como puede, las tres cuadras que lo separan de su trabajo.
El hombre trabaja de cajero (¡!) en un banco. A las cuatro de la tarde, después de haber pasado más de seis horas parado dentro de esos zapatos, su cara está desencajada, tiene las conjuntivas inyectadas y lágrimas caen copiosamente de sus ojos.
Su compañero, de la caja de al lado, lo ha estado mirando toda la tarde y está preocupado por él:
—¿Qué te pasa? ¿Te sientes mal?
—No. Son los zapatos..—¿Qué pasa con los zapatos?
—Me aprietan.
—¿Qué pasó? ¿Se mojaron?
—No, son dos números más chicos que mi pie…
—¿De quién son?
—Míos.
—No entiendo. ¿No te duelen los pies?
—Me matan, los pies.
—¿Y entonces?
—Te explico –dice, tragando saliva—. Yo no vivo una vida de grandes satisfacciones, en realidad, en los últimos tiempos tengo muy pocos momentos agradables.
—¿Y?
—Yo me mato con estos zapatos. Sufro como un hijo de puta, es verdad… Pero dentro de unas horas, cuando llegue a mi casa y me los saque… ¿Te imaginas el placer?… Qué placer,
loco… ¡Qué placer!

—Parece una locura, ¿verdad? Lo es, Demián, LO ES. Esta es en gran medida nuestra pauta educativa. Yo creo que mi postura es también un extremo. Sin embargo, vale la pena probarla como si fuera un saco, a ver cómo nos queda.
Yo creo que no hay nada verdaderamente valioso que se pueda obtener con el esfuerzo.
…Me fui pensando en su última frase, grosera y contundente:

EL ESFUERZO, PARA LOS CONSTIPADOS.

CARPINTERÍA “EL SIETE”

—Es que además de obtusos hay tipos que no se dejan ayudar – me quejé.
El gordo se acomodó y contó:

Era una pequeña casucha, casi un ranchito en las afueras de la ciudad. Un pequeño taller adelante con unas pocas máquinas y herramientas, dos piezas, una cocina y un rudimentario baño atrás…
Sin embargo, Joaquín no se quejaba, en estos dos años el taller de carpintería “El 7” se había hecho conocer en el pueblo y él ganaba suficiente dinero como para no tener que recurrir a sus magros ahorros.
Esa mañana, como todas, se levantó a las seis y media para ver salir el sol. No obstante, no llegó al lago. En el camino, a unos 200 metros de su casa, casi tropezó con el cuerpo herido y maltrecho de un joven.
Con rapidez, se arrodilló y apoyó su oído contra el pecho del joven… débilmente, allá en el fondo, un corazón luchaba por mantener lo que quedaba de vida en ese cuerpo sucio y hediente a sangre, a mugre y a alcohol.
Joaquín fue a buscar y trajo una carretilla, sobre la que cargó al joven. Al llegar a la casa tendió el cuerpo sobre su cama, cortó las raídas ropas y lo higienizó cuidadosamente con agua, jabón y alcohol.
El muchacho, además de su borrachera había sido golpeado con salvajismo. Tenía heridas cortantes en las manos y la espalda, y su pierna derecha estaba fracturada.
Durante los siguientes dos días, toda la vida de Joaquín se centró en la salud de su obligado huésped: curó y vendó las heridas, entablilló su pierna y alimentó al joven de a pequeñas cucharadas con caldo de pollo..Cuando el joven despertó, Joaquín estaba a su lado mirándolo con ternura y ansiedad.
—¿Cómo estás? –preguntó Joaquín.
—Bien… creo –respondió el joven mientras se miraba su cuerpo aseado y curado —¿quién me curó?
—Yo.
—¿Por qué?
—Porque estabas herido.
—¿Sólo por eso?
—No, también porque necesito un ayudante.
Y ambos rieron con ganas.
Bien comido, bien dormido y sin beber alcohol, Manuel, que así se llamaba el joven, se fortaleció enseguida.
Joaquín intentaba enseñarle el oficio y Manuel intentaba rehuir del trabajo todo lo que podía. Una y otra vez Joaquín inculcaba en aquella cabeza deteriorada por la vida transcurrida, las ventajas del buen trabajo, del buen nombre y de la vida buena. Una y otra vez, Manuel parecía entender y dos horas o dos días después, volvía a quedarse dormido o se olvidaba de cumplir con la tarea que Joaquín le había encomendado.
Pasaron meses. Manuel estaba curado. Joaquín había destinado para Manuel la habitación principal, una participación en el negocio y el primer turno del baño, a cambio de la promesa del joven, de dedicación al trabajo.
Una noche, mientras Joaquín dormía, Manuel decidió que seis meses de abstinencia eran bastante y creyó que una copa en el pueblo no le haría daño. Por si Joaquín se despertaba en la noche, cerró la puerta de su habitación desde adentro y salió por la ventana dejando la vela encendida para dar la impresión de que se encontraba allí.
A la primera copa siguió la segunda, y a esta la tercera, y la cuarta, y otras muchas…
Cantaba con sus compañeros de trago, cuando pasaron los bomberos por la puerta del boliche haciendo sonar la sirena.
Manuel no asoció este hecho con lo ocurrido hasta que de madrugada, tambaleándose hasta su casa, vio la muchedumbre reunida en su cuadra….Sólo alguna pared, las máquinas y unas pocas herramientas se salvaron del incendio. Todo lo demás quedó destruido por el fuego. De Joaquín sólo se encontraron cuatro o cinco huesos chamuscados, que enterraron en el cementerio bajo una lápida donde Manuel hizo escribir:
“LO HARÉ, JOAQUÍN. ¡LO HARÉ!”
Con mucho trabajo, Manuel, reconstruyó la carpintería.
Él era vago, pero hábil y lo que aprendió de Joaquín alcanzó para llevar adelante el negocio.
Siempre sentía que, desde algún lugar, Joaquín lo miraba y alentaba. Manuel lo recordaba en cada logro: su casamiento, el nacimiento de su primer hijo, la compra de su primer auto…
…A quinientos kilómetros de allí Joaquín, vivito y coleando, se preguntaba si era lícito mentir, engañar y prenderle fuego a esa casa tan bonita sólo para salvar a un joven.
Se contestó que sí, y rió de sólo pensar en la policía de pueblo que confunde huesos humanos con huesos de cerdo…
Su nueva carpintería era un poco más modesta que la anterior, pero ya era conocida en el pueblo… se llamaba…
CARPINTERÍA “EL 8”
—A veces, Demián, la vida te hace difícil poder ayudar a un ser querido. No obstante, si hay alguna dificultad que vale la pena enfrentar, es la de estar para otro.
Esto no es un “deber moral” ni nada que se le parezca, esta es una elección de vida que cada uno puede hacer a su tiempo y en la dirección que desee.
Mi experiencia personal vivencial y observatoria me hace creer que el ser humano libre y encontrado consigo mismo es generoso, solidario, amable y capaz de disfrutar por igual del dar y del recibir. Por lo tanto, cada vez que te encuentres con aquellos que viven mirándose al ombligo, no los odies; ya bastante despelote deben tener con ellos mismos. Cada vez que te descubras en actitudes mezquinas, ruines o pequeñas,.aprovecha para preguntarte qué te está pasando. Te garantizo que en algún lugar erraste el rumbo.
Alguna vez, escribí:
Un neurótico no necesita un terapeuta que lo cure ni un papito que lo cuide.
Todo lo que necesita es un maestro que le muestre dónde perdió el camino..

POSESIVIDAD

No sé muy bien subido a qué historias, entré en un camino angustiante e inútil.
Todo empezó con un ataque de celos con mi novia. Ella había preferido encontrarse con sus amigas del colegio y postergar la salida conmigo, que lo contrario. Desde allí empezaron a desfilar por mi cabeza las situaciones de pérdida y el dolor que esto siempre me causaba.
Yo había hablado en terapia de la importancia de vivir las pérdidas como tales, pero ahora estaba francamente fastidiado.
—No entiendo por qué tengo que compartir mi pareja con sus amigas, ni mis amigos con sus parejas. Lo digo así para escucharme esta estupidez y que me ayudes. Cuando algo es Mío, aunque sea troglodítico como dices tú, siento que tengo derecho de cederlo o NO, y por el tiempo que quiera yo. Por eso es Mío.
Jorge dejó la pava y me contó:

Caminaba distraídamente por la calle cuando la vio.
Era una enorme y hermosa montaña de oro.
El sol le daba de lleno y al rozar su superficie reflejaba tornasoles multicolores, que la hacían parecer un personaje galáctico salido de una película de Spielberg.
Se quedó un rato mirándola como hipnotizado.
—¿Tendrá dueño? –pensó.
Miró para todos lados, pero nadie estaba a la vista.
Al fin, se acercó y la tocó.
Estaba tibia.
Pasando los dedos por su superficie, le pareció que su suavidad era la correspondencia táctil perfecta de su
luminosidad y de su belleza.
—La quiero para mí –pensó..Muy suavemente la levantó y comenzó a caminar con ella en brazos, hacia las afueras de la ciudad.
Fascinado, entró lentamente en el bosque y se dirigió al claro.
Allí, bajo el sol de la tarde, la colocó con cuidado en el pasto y se sentó a contemplarla.
—Es la primera vez que tengo algo valioso que es mío.
¡Sólo mío! –pensaron los dos simultáneamente.

—Cuando poseemos algo y nos esclavizamos en dependencia de ese algo, quién tiene a quién, Demi…
¿Quién tiene a quién?.

TORNEO DE CANTO

Me quedé pegado a algunas de las palabras de la sesión anterior.
Salí del consultorio y me resonaban: mezquino, ruin, egoísta, rumbo equivocado… tenía un lío en mi cabeza, indescifrable.
Llegué a sesión con la “clara intención”, como decía Jorge, de seguir sobre el tema.
—Jorge –dije— tú siempre defiendes el egoísmo como la clara expresión de la autoestima, del amor propio bien entendido…
pero la vez pasada hablaste de mezquino, y yo que me contagié de ti esa estúpida costumbre de buscar en el diccionario las palabras que me resuenan, busqué por supuesto, mezquino.
—¿Y?
—Decía: “Avaro, miserable, desgraciado, pobre”. Y ¿qué quieres que te diga? A mí, de repente, me suena todo igual.
—Veamos –dijo el gordo que había agarrado el Diccionario de la Real Academia—. Aquí agrega: “Necesitado, escaso, diminuto” y dice que la palabra es de origen árabe (de miskin = pobre).
—Quizás ahora lo podamos definir mejor –siguió— “Mezquino” debe ser el que carece, o cree que carece, de lo más necesario.
Es el que necesita lo que no tiene para dejar de ser diminuto, es el que se niega a dar porque todo lo quiere para él, es el pobre desgraciado infeliz que no puede ver otros deseos que los suyos.
Jorge hizo un largo silencio buscando en su memoria… y yo me acomodé para escuchar lo que seguía.

Una vez llegó a la selva un búho que había estado en cautiverio, le contaba a todos acerca de las costumbres de los humanos.
Contaba, por ejemplo, que en las ciudades los hombres calificaban a los artistas en competencia, a fin de decidir quiénes eran los mejores en cada disciplina, pintura, dibujo, escultura, canto….La idea de transplantar costumbres humanas prendió con fuerza entre los animales y quizás por ello se organizó de inmediato un concurso de canto, en el cual se anotaron rápidamente casi todos los presentes, desde el jilguero al rinoceronte.
Guiados por el búho, que había aprendido en la ciudad, se decretó que el concurso se definiría por el voto secreto y universal de todos los concursantes, que serían de esta manera su propio “jurado”.
Así fue. Todos los animales incluido el hombre pasaron al estrado y cantaron recibiendo el más o menos intenso aplauso de la audiencia. Luego anotaron su voto en un papelito y lo colocaron doblado en una gran urna que sostenía el búho.
Cuando llegó el momento del recuento, el búho se subió al improvisado escenario y flanqueado por dos ancianos monos, abrió la urna para leer y comenzar el recuento de los votos del “transparente acto eleccionario”, “gala del voto universal y secreto” y “ejemplo de vocación democrática” (como había escuchado decir a los políticos en las ciudades).
Uno de los ancianos sacó el primer voto y el búho, ante la emoción general, gritó:
—¡El primer voto, hermanos, es para nuestro amigo el burro!
Se produjo un silencio, seguido de algunos tímidos aplausos.
—¡Segundo voto: burro!
…¿?…
—¡Tercero… burro!
Los concurrentes comenzaron a mirarse, sorprendidos al principio, acusadoramente después y por último, cuando proseguían apareciendo votos para el burro, cada vez más culposos y avergonzados de sus propios votos.
Todos sabían que no había peor canto que el desastroso rebuzno del equino. Sin embargo, uno tras otro, los votos lo elegían como el mejor de los cantores.
Y así sucedió que, terminado el escrutinio, quedó decidido por “libre elección” del “imparcial” jurado, que el desigual y estridente grito del burro era el ganador:

LA MEJOR VOZ DE LA SELVA Y ALREDEDORES.

El búho explicó después lo sucedido: cada concursante considerándose a sí mismo el indudable vencedor, había dado su voto al menos calificado de los concursantes.
Aquel que no podía representar amenaza alguna a su propia proclamación.
La votación fue casi unánime. Sólo dos votos no fueron para el burro: el del propio burro que nada tenía para perder y votó sinceramente por la calandria y el del hombre que (cuándo no), votó por sí mismo.

—Y bien, Demián, estas son las cosas que hace la mezquindad en nuestra sociedad. Cuando nos sentimos tan necesitados que no hay espacio para otros, cuando nos creemos tan merecedores que no podemos ver más lejos de nuestro ombligo, cuando nos imaginamos tan maravillosos que no concebimos otra posibilidad que no sea poseer lo deseado, entonces muchas veces la vanidad, la miseria, la chatura, la estupidez, nos vuelve mezquinos. No egoístas, Demián, mezquinos… MEZ—QUI—NOS..

¿QUÉ TERAPIA ES ESTA?

Desde hacía tiempo muchos de mis amigos me preguntaban a mí, como le preguntaban a otros, qué tipo de terapia era esta que yo estaba haciendo. Estaban todos tan sorprendidos por algunas cosas que yo contaba sobre el gordo y sobre lo que pasaba en el consultorio, que no podían encuadrar esta forma de trabajar con ningún modelo terapéutico que ellos conocieran (y, para qué negarlo, con ninguno que yo hubiera conocido tampoco).
…Así que aquella tarde, cuando llegué, aprovechando que mis cosas estaban más o menos en calma (“ordenadas cada una en su lugar” como decía el gordo), le pregunté a Jorge qué terapia era esa.
—¿Qué terapia es?… Qué sé yo… ¿Será terapia esto? –me contestó el gordo.
¡Mala suerte!, pensé, el gordo está en esos días herméticos en que es inútil tratar de obtener respuesta a algo… Insistí:
—En serio, quiero saber.
—¿Para qué?
—Para aprender.
—¿Para qué te serviría aprender qué tipo de terapia es esta?
—Ya no puedo zafarme de esto, ¿no? –dije, intuyendo lo que seguía.
—¿Zafarte? ¿Para qué quieres zafarte?
—Mira, me rompe las pelotas no poder preguntarte nada.
Cuando TÚ tienes ganas, te copas explicando y cuando no, es imposible conseguir que contestes una puta pregunta. Carajo, ¡no es justo!
—¿Estás enojado?
—¡Síííí!, estoy enojado.
—¿Y que haces con tu enojo? ¿Qué quieres hacer ahora con la bronca que sientes? ¿Te la vas a llevar puesta?
—No, quiero putear. ¡La puta que lo parió!
—Putea otra vez..—¡La puta que lo parió!
—Otra vez. Otra vez.
—¡LA PUTA QUE LO PARIÓ!
—Sigue. ¿A quién estás puteando? ¡Sigue!
—¡La puta que te parió! Gordo de mierda. ¡La puta que te parió!
El gordo miró en silencio cómo yo recuperaba el aliento y retomaba poco a poco mi perdido ritmo respiratorio.
Recién algunos minutos después, abrió su boca:
—Éste es el tipo de terapia que hacemos, Demi, una terapia al servicio de comprender lo que te está pasando en cada momento. Una terapia destinada a abrir brechas entre tus máscaras, para dejar salir cada vez más al verdadero Demián que eres.
Una terapia, de alguna manera, única e indescriptible, porque está armada sobre las estructuras de dos personas únicas e indescriptibles que somos tú y yo; y que han acordado, por ahora, prestar más atención al proceso de crecimiento de una de ellas: tú.
Una terapia que no cura a nadie, porque reconoce que sólo puede ayudar a algunos a que se curen a sí mismos. Una terapia que no intenta producir ninguna reacción, sino solamente actuar como un catalizador capaz de acelerar un proceso, que se hubiera producido de todas maneras con o sin terapeuta.
Una terapia que (al menos con este terapeuta), se parece cada vez más a un proceso didáctico, y en fin, una terapia que jerarquiza más el sentir que el pensar, más el hacer que el planificar, más el ser que el tener, más el presente que el pasado o el futuro.
—Ése es el punto. El presente. Esa es la diferencia que me parece que hay con mis terapias anteriores: el énfasis que tú pones en la situación actual. Todos los otros terapeutas que conocí o de los que me contaron siempre, están interesados en el pasado, en las razones, en los orígenes del problema; tú no te ocupas mucho de todo eso. Si no sabes dónde empezó el despelote ¿cómo puedes arreglarlo?
—Para hacerla corta, la vamos a tener que hacer larga. A ver si lo puedo explicar: en el universo terapéutico, y hasta donde yo s habitan más de 250 formas de terapia que se corresponden más o menos con otras tantas posturas filosóficas.
Estas escuelas son todas diferentes entre sí, en la ideología, en la forma o en el encuadre, pero apuntan creo, todas a un mismo fin:
Mejorar la calidad de vida del paciente. Quizás en lo que no podamos ponernos de acuerdo es en lo que para cada terapeuta quiere decir “mejorar la calidad de vida”… ¡pero en fin!
Sigamos. Estas 250 escuelas se podrían agrupar en tres grandes líneas de pensamiento, según el acento que cada modelo psicoterapéutico ponga en su exploración de la problemática del paciente:
Escuelas que se focalizan en el pasado.
Escuelas que se focalizan en el futuro.
Escuelas que se focalizan en el presente.
La primera línea, lejos la más poblada, incluye todas aquellas escuelas que parten (o funcionan como si partieran) de la idea de que un neurótico es un tipo que una vez, allá lejos, cuando era chiquito tuvo un problema y paga desde entonces las consecuencias de aquella situación. El trabajo entonces consiste en recuperar todos los recuerdos de la historia pretérita del paciente, hasta encontrar aquellas situaciones que ocasionaron esta neurosis. Como estos recuerdos están, según los analistas, “reprimidos” en el inconsciente, la tarea es hurgar en ese inconsciente buscando los hechos que fueron “ocultados”.
El ejemplo más claro de este modelo es el psicoanálisis ortodoxo.
Para identificar a estas escuelas, yo suelo decir que buscan el “PORQUɔ
Muchos analistas, como yo los veo, creen que con sólo encontrar el motivo de este síntoma, esto es, si el paciente descubre porqué hace lo que hace, si se hace consciente lo inconsciente, entonces todo el mecanismo empezará a funcionar correctamente.
El psicoanálisis –por tomar la más difundidas de estas escuelas— tiene, como casi todas las cosas, ventajas y
desventajas:.La ventaja fundamental es que no existe (o yo no creo que exista) otro modelo terapéutico que brinde un conocimiento más profundo de los propios procesos interiores. Ningún otro modelo es capaz, parece, de llegar al nivel de autoconocimiento al que se podría llegar con las técnicas freudianas.
En cuanto a las desventajas son por lo menos dos. Por un lado, la duración del proceso terapéutico (según me dijo alguna vez un analista, un tercio del tiempo vivido por el paciente cuando comenzó su terapia), demasiado largo, lo cual lo hace fatigoso y antieconómico (no sólo en dinero). Y por otro lado, la dudosa efectividad “terapéutica” del modelo. Personalmente dudo de que el insight alcance verdaderamente para modificar un planteo de vida, una postura enfermiza o el motivo de consulta que trajo al paciente a consulta.
En la otra punta, creo yo, están las escuelas psicoterapéuticas focalizadas en el futuro. Estas líneas, muy en boga en este momento, podría yo sintetizarlas más o menos en lo siguiente:
El verdadero problema es que el consultante equivoca la conducta adecuada a su intención. Por lo tanto, la tarea no consiste en descubrir por qué le pasa lo que le pasa (esto ya se lo da por sentado), ni en saber quién es el individuo que sufre; el punto es cómo conseguir que el paciente llegue a donde él se propone, o consiga lo que desea o enfrente lo que teme para vivir más productiva y positivamente.
Esta línea representada en forma clásica por el conductismo, propone la idea de que sólo se pueden aprender nuevas conductas ejecutándolas, cosa que el paciente difícilmente se atreverá a hacer sin la ayuda, el apoyo y la dirección de una ayuda exterior. Esta ayuda será preferiblemente dada por un profesional que le indicará las conductas, recomendará en forma explícita las actitudes adecuadas y acompañará de hecho al paciente en este proceso de reacondicionamiento saludable.
La pregunta básica de este modelo no es: ¿por qué? Sino “¿CÓMO?”. Esto es, cómo conseguir el objetivo buscado.
Esta escuela tiene también ventajas y desventaja: la primera de las ventajas es la increíble efectividad de la técnica y la segunda, la rapidez del proceso (algunos neoconductistas americanos, hablan hoy de terapias que insumen entre una y cinco consultas). La desventaja más obvia es que para mí el abordaje es superficial; el paciente nunca termina de conocerse ni de descubrir sus propios recursos y queda por lo tanto, ligado a resolver solamente la situación de consulta y en estrecha dependencia de su terapeuta. Lo que no tendría nada
de malo, pero no alcanza para el imprescindible contacto con uno mismo.
La tercera línea es, desde el punto de vista histórico, la más nueva de las tres. Está integrada por todas aquellas escuelas psicoterapéuticas que focalizan su tarea en el presente.
Desde el punto de vista general, partimos de la idea de no investigar el origen de los sufrimientos ni elegir conductas para saltear ese sufrimiento; más bien la tarea se centra en establecer qué está pasando con esta peculiar persona que consulta y para qué está ella en esta situación.
Tú sabes que esta es la línea que yo elijo para trabajar y por ello es obvio que creo que es la mejor. No obstante lo cual, reconozco que también este camino tiene desventajas (… y hasta ventajas):
Comparativamente, no son terapias tan largas como el psicoanálisis ni tan cortas como las neoconductistas; una terapia de este modelo transcurrirá en un lapso de seis meses a dos años. Sin tener la profundidad ortodoxa, generan –a mi criterio— una buena dosis de autoconocimiento y un buen nivel de manejo de los recursos propios.
Por otro lado, si bien es capaz de fertilizar el proceso de mejor contacto con la realidad actual, anida el peligro de promover en los pacientes, aunque sea por un rato, la idea de una filosofía de vida pasatista y liviana, una postura de “vivir el momento” que no tiene nada que ver con el “presente” que estas escuelas plantean, el que por supuesto admite y requiere muchas veces de la experiencia y de los proyectos de vida.
Hay un viejísimo chiste que quizás sirva para ejemplificar estas tres líneas. La situación del chiste es muy burdamente la misma y voy a contarte tres finales diferentes para darme el lujo de burlarme por un ratito de estas tres líneas de pensamiento:

Situación base (común a los tres):.Un tipo tiene encopresis (en buen romance: se caga encima). Consulta a su médico que, luego de exámenes e investigaciones, le recomienda (no habiendo encontrado base orgánica) consultar con un psicoterapeuta.

FINAL ALTERNATIVO UNO
(El terapeuta consultado fue un psicoanalista ortodoxo).
Cinco años después, el tipo se encuentra con un amigo:
—Che, ¿cómo te va con tu terapia?
—¡Bárbaro! –contesta el otro, eufórico.
— ¿Ya no te cagas encima?
— ¡Mira, cagar me sigo cagando, pero ahora ya sé por qué me cago!

FINAL ALTERNATIVO DOS
(El terapeuta consultado fue un conductista)
Cinco días después, el tipo se encuentra con un amigo:
—Che, ¿cómo te va con tu terapia?
—¡Bárbaro! –contesta el otro, eufórico.
— ¿Ya no te cagas encima?
—Mira, cagar me sigo cagando, pero ahora uso bombachitas de goma.

FINAL ALTERNATIVO TRES
(El terapeuta consultado fue un gestáltico)
Cinco meses después, el tipo se encuentra con un amigo:
—Che, ¿cómo te va con tu terapia?
—¡Bárbaro! –contesta el otro, eufórico.
— ¿Ya no te cagas encima?
—¡Mira, cagar me sigo cagando, pero ahora no me importa!

—Pero ese planteo me parece demasiado apocalíptico –quise defender yo.
—Es posible, pero en todo caso este apocalipsis es real. Tan real como que tu sesión terminó.
…¡Hacía mucho que no puteaba tanto a alguien!.

EL TESORO ENTERRADO

La sesión anterior me había dejado inquieto, por no decir preocupado. Este tema de que el pobre señor se seguía cagando encima, sin que importe en manos de qué terapeuta cayera, me obligó a replantearme mi propia decisión de hacer terapia:
Después de todo, yo no quería seguir en terapia ni para llegar a entender por qué, ni para usar bombachitas, ni para que dejara de importarme. Así que, si esto era lo que se podía obtener de esta inversión de tiempo y dinero, había llegado la hora de partir.
—…Entonces, gordo, ya no es un problema de escuelas terapéuticas. Ahora mi planteo es: ¿Para qué c… estoy aquí?
—Lamentablemente, esa respuesta no la tengo yo, esa respuesta la tienes tú.
—Estoy confundido, muy confundido. Hasta la sesión pasada, yo estaba seguro de la utilidad de la psicoterapia; yo era uno de esos tipos que mandaban a un terapeuta a todos sus amigos.
Pero de repente, en la sesión pasada MI PROPIO terapeuta me dice que un tipo que llega cagándose encima, cojeando, deprimido, o loco; se va tan cagado, rengo, triste y delirado como llegó… No entendiendo… Esto es muy confuso…
— Nada sale de oponerse a la confusión, te molesta la situación por el prejuicio de que deberías tenerlo claro, deberías no estar confuso, deberías tener todas las respuestas, deberías…
deberías… Relájate, Demi, como ya te dije, en Gestalt el único “Debería” es: Deberías saber que NO “deberías” nada en absoluto.
—Es verdad, incluso sin “deberías” hay respuestas que necesito y no las tengo.
—¿Te cuento un cuento?
Ese día más que otros, abrí mis oídos. Yo sabía que un relato de Jorge, una parábola y hasta un chiste me habían ayudado antes a encontrar la claridad en la confusión.

Había una vez en la ciudad de Cracovia, un anciano piadoso y solidario que se llamaba Izy. Durante varias noches, Izy soñó que viajaba a Praga y llegaba hasta un puente sobre un río; soñó que a un costado del río y debajo del puente se hallaba un frondoso árbol. Soñó que él mismo cavaba un pozo al lado del árbol y que de ese pozo sacaba un tesoro que le traía bienestar
y tranquilidad para toda su vida.
Al principio Izy no le dio importancia, pero después de repetirse el sueño durante varias semanas, interpretó que era un mensaje y decidió que él no podía desoír esta información que le llegaba de Dios o no se sabía de dónde, mientras dormía.
Así que, fiel a su intuición, cargó su mula para una larga travesía y partió hacia Praga.
Después de seis días de marcha, el anciano llegó a Praga y se dedicó a buscar, en las afueras de la ciudad, el puente sobre el río.
No había muchos ríos, ni muchos puentes. Así que rápidamente encontró el lugar que buscaba. Todo era igual que en su sueño: el río, el puente ya un costado del río, el árbol debajo del cual debía cavar.
Sólo había un detalle que en el sueño no había aparecido: el puente era custodiado día y noche por un soldado de la guardia imperial.
Izy no se animaba a cavar mientras estuviera allí el soldado, así que acampó cerca del puente y esperó. A la segunda noche el soldado empezó a sospechar de ese hombre cerca de SU puente, así que se aproximó para interrogarlo.
El viejo no encontró razón para mentirle. Por eso le contó que venía viajando desde una ciudad muy lejana, porque había soñado que en Praga debajo de un puente como éste, había un tesoro enterrado.
El guardia empezó a reírse a carcajadas:
—Mira que has viajado mucho por una estupidez –le dijo el guardia—. Hace tres años que yo sueño todas las noches que en la ciudad de Cracovia, debajo de la cocina de la casa de un viejo loco, de nombre Izy, hay un tesoro enterrado. Ja… Ja… mira si yo debiera irme a Cracovia para buscar a este Izy y cavar debajo de su cocina… Ja… Ja… Ja….Izy agradeció humildemente al guardia y regresó a su casa.
Al llegar, cavó un pozo debajo de su propia cocina y sacó el tesoro que siempre había estado allí enterrado…

Después del cuento, el gordo hizo un larguísimo silencio, hasta que sonó el timbre del próximo paciente. Jorge se acercó, me abrazó, me besó en la frente y me fui.
Repasé la sesión mentalmente. Al comienzo de la conversación ya el gordo me había dicho lo mismo que después, con el cuento: “la respuesta a tus preguntas no la tengo yo, sino tú”.
Las respuestas las encontraría en mí. No en Jorge, no en los libros, no en la terapia, no en mis amigos… en mí… sólo en mí…
En ningún otro lado… me repetía una y otra vez… en ningún otro lado…
Y entonces me di cuenta: Nadie podía decirme si la terapia “sirve” o no sirve. Solamente yo podía saber si “ME sirve”, y esta respuesta sería válida sólo para mí (y sólo por ahora). Yo había vivido gran parte de mi vida, ahora entendía, buscando a otro para que me dijera qué estaba bien y qué estaba mal. Buscando a otros que me miraran, para poder verme. Buscando afuera lo que en realidad siempre estuvo adentro (debajo de mi propia cocina).
Ahora estaba claro, la terapia es nada más que una herramienta para poder cavar en el lugar correcto y desenterrar el tesoro escondido. El terapeuta no es más que aquel soldado que, a su modo, dice una y otra vez dónde buscar y repite sin cansarse, que es estúpido buscar afuera…
La confusión había cesado y como Izy me sentí afortunado y tranquilo de saber, por fin, que el tesoro está conmigo, que siempre lo estuvo y que es imposible perderlo.

POR UNA JARRA DE VINO

Aquella fue una época en la que cada sesión parecía engancharse con la anterior, como si fueran los eslabones de una cadena. Yo estaba tan contento que casi no podía creer las cosas de las que solo, solito me iba dando cuenta.
Iba aprendiendo a vivir sin darme cuenta, alegre o triste, llorando o a carcajadas pero con la satisfacción de estar más cerca que antes de la paz interior, de la serenidad de espíritu, de la máxima confianza en mis propios recursos, de lo que hoy llamaría ser feliz.
Todo iba bien… pero de repente empecé a pensar que de nada servía esclarecerse, si el resto del mundo seguía viviendo en la ignorancia supina y decidido a permanecer allí. Me encontré montado en la impotencia y me empecé a enojar con ella. Y seguí.
Aun admitiendo que yo pudiera soportar esta sensación de marciano que me dejaba el hecho de sentirme diferente, de nada serviría a los otros que un tipo en el mundo… o diez… o cien tipos tuvieran algunas cosas un poco más claras…
Y ahí me acordé de mi tío Roberto. El también, alguna vez, había comenzado terapia. Le iba bien, por lo que contaba, muy bien. Pero algunos meses después de tratarse, le dijo a su terapeuta:
—Mira, digamos que he recorrido el 10% del camino. Bien, en el transcurso de estos meses y con el 10% del crecimiento, se alejó de mí el 50% de la gente que me frecuentaba. La proyección matemática aproximada dice que con el 30% del camino, 9 de cada 10 de mis amigos habrán huido. La verdad es que yo no creo que valga la pena estar más sano, para estar más solo en el mundo que Robinson Crusoe sin Viernes. Gracias por todo… ¡y Chau!
Así llegué a terapia aquel día. Cuestionaba el hecho terapéutico, pero más cuestionaba la tarea del terapeuta. Esta vez, no la del.gordo (el gordo venía con las acciones en alza), sino la de todos los terapeutas.
—¿Cuánto tiempo lleva formar un terapeuta para que sea idóneo? Mira tú, dejemos el primario y el secundario: seis años de facultad de medicina, cinco años de especialización, tres años de cursos y aprendizaje psicoterapéutico, diez años de terapia personal, no sé cuántos años de terapia didáctica y según me contaste, no menos de diez años de labor profesional para completar tu formación teórica con la experiencia práctica… ¡Uf!, me cansé hasta de contarlo.
— No sé adónde vas, pero agrega que la formación no se termina. La formación continúa y así debe ser eternamente.
—Bueno, con más razón. Y todo eso es para atender durante toda tu vida profesional, a algunos cientos de tipos (…y esto porque trabajas en terapias cortas, si no, debería decir ayudar a una veintena de tipos…). No tiene sentido, gordo, desde el punto de vista social, tu profesión no tiene sentido.
—Algunos de estos “largos años de estudio y preparación”, como dices tú, los dediqué a leer cuentos que otros escribieron o a escuchar relatos que la tradición recogió de la sabiduría popular… y uno de estos cuentos es este, que me parece podría servir para algo ahora:

Había una vez… otro rey. Este era el monarca de un pequeño país: el principado de Uvilandia. Su reino estaba lleno de viñedos y todos sus súbditos se dedicaban a la fabricación de vino. Con la exportación a otros países, las 15.000 familias que habitaban Uvilandia ganaban suficiente dinero como para vivir bastante bien, pagar los
impuestos y darse algunos lujos.
Hacía ya varios años que el rey estudiaba las finanzas del reino. El monarca era justo y comprensivo, y no le gustaba la sensación de meterle la mano en los bolsillos a los habitantes de Uvilandia. Ponía gran énfasis, entonces, en estudiar alguna posibilidad de rebajar los impuestos.
Hasta que un día tuvo la gran idea. El rey decidió abolir los impuestos. Como única contribución para solventar los gastos del estado, el rey pediría a cada uno de sus súbditos que una vez por año, en la época en que se envasaran los vinos, se acercaran a los jardines del palacio con una jarra de un litro del mejor de su cosecha. Lo vaciarían en un gran tonel que se construiría para entonces, para ese fin y en esa fecha.
De la venta de esos 15.000 litros de vino se obtendría el dinero necesario para el presupuesto de la corona, los gastos de salud y de educación del pueblo.
La noticia fue desparramada por el reino en bandos y pegada en carteles en las principales calles de las ciudades. La alegría de la gente fue indescriptible. En todas las casas se alabó al rey y se cantaron canciones en su honor.
En cada taberna se levantaron las copas y se brindó por la salud y la prolongada vida del buen rey.
Y llegó el día de la contribución. Toda esa semana en los barrios y en los mercados, en las plazas y en las iglesias, los habitantes se recordaban y recomendaban unos a otros no faltar a la cita. La conciencia cívica era la justa retribución al gesto del soberano.
Desde temprano, empezaron a llegar de todo el reino las familias enteras de los viñateros con su jarra, en la mano del jefe de familia. Uno por uno subía la larga escalera hasta el tope del enorme tonel real, vaciaba su jarra y bajaba por otra escalera al pie de la cual, el tesorero del reino colocaba en la solapa de cada campesino, un escudo con el sello del rey.
A media tarde, cuando el último de los campesinos vació su jarra, se supo que nadie había faltado. El enorme barril de 15.000 litros estaba lleno. Del primero al último de los súbditos habían pasado a tiempo por los jardines y vaciado sus jarras en el tonel.
El rey estaba orgulloso y satisfecho; y al caer el sol, cuando el pueblo se reunió en la plaza frente al palacio, el monarca salió a su balcón aclamado por su gente. Todos estaban felices. En una hermosa copa de cristal, herencia de sus ancestros, el rey mandó a buscar una muestra del vino recogido. Con la copa en camino, el soberano les habló y les dijo:
—Maravilloso pueblo de Uvilandia: tal como lo imaginé, todos los habitantes del reino han estado hoy en el palacio.
Quiero compartir con ustedes la alegría de la corona, por confirmar que la lealtad del pueblo con su rey, es igual que la lealtad del rey con su pueblo. Y no se me ocurre mejor homenaje que brindar por ustedes con la primera copa de este vino, que será sin dudas un néctar de dioses, la suma de las mejores uvas del mundo, elaboradas por las mejores manos del mundo y regadas con el mayor bien del reino, el amor del pueblo.
Todos lloraban y vivaban al rey.
Uno de los sirvientes acercó la copa al rey y éste la levantó para brindar por el pueblo que aplaudía eufórico… pero la sorpresa detuvo su mano en el aire, el rey notó al levantar el vaso que el líquido era transparente e incoloro; lentamente lo acercó a su nariz, entrenada para oler los mejores vinos, y confirmó que no tenía olor ninguno. Catador como era, llevó la copa a su boca casi automáticamente y bebió un sorbo.
¡El vino no tenía gusto a vino, ni a ninguna otra cosa…!
El rey mandó a buscar una segunda copa del vino del tonel, y luego otra y por último a tomar una muestra desde el borde superior. Pero no hubo caso, todo era igual: inodoro, incoloro e insípido.
Fueron llamados con urgencia los alquimistas del reino para analizar la composición del vino. La conclusión fue
unánime: el tonel estaba lleno de AGUA, purísima agua y cien por cien agua.
Enseguida el monarca mandó reunir a todos los sabios y magos del reino, para que buscaran con urgencia una
explicación para este misterio. ¿Qué conjuro, reacción química o hechizo había sucedido para que esa mezcla de vinos se transformara en agua…?
El más anciano de sus ministros de gobierno se acercó y le dijo al oído:
—¿Milagro? ¿Conjuro? ¿Alquimia? Nada de eso, muchacho, nada de eso. Vuestros súbditos son humanos, majestad, eso es todo.
—No entiendo –dijo el rey.
—Tomemos por caso a Juan. Juan tiene un enorme viñedo que abarca desde el monte hasta el río. Las uvas que cosecha son de las mejores cepas del reino y su vino es el primero en venderse y al mejor precio..Esta mañana, cuando se preparaba con su familia para bajar al pueblo, una idea le pasó por la cabeza… ¿Y si yo pusiera agua en lugar de vino, quién podría notar la diferencia…?
Una sola jarra de agua en 15.000 litros de vino… nadie notaría la diferencia… ¡Nadie!
…Y nadie lo hubiera notado, salvo por un detalle, muchacho, salvo por un detalle:
¡TODOS PENSARON LO MISMO!

SOLOS Y ACOMPAÑADOS

¿Cómo hacía Jorge para calcular el tiempo exacto de la sesión, para que terminara justo en el final de un cuento? ¿Cómo hacía para dejarme colgando de una idea toda la semana?
A veces esto me parecía maravilloso, yo tenía siete largos días para pensar acerca del relato, darle mi propia interpretación y bucear en la utilidad que yo podría obtener de ese cuento.
Otras veces me parecía odiosísimo no poder sacarle el jugo que yo intuía estaba en la historia, pero que yo no conseguía extraer.
También había veces donde me portaba estúpidamente.
Saliendo del consultorio trataba todo el tiempo de descubrir qué me había querido decir el gordo con ese relato… La secuencia posterior era inevitable: yo llegaba a la sesión para “chequear” con Jorge mi “adivinación”, y el gordo como era de prever… se ponía furioso.
—¿Qué mierda te importa lo que yo te quise decir? Lo importante es para qué te sirvió a ti, si es que te sirvió. Esto no es una clase en el colegio y yo no soy el que califica si descubriste o no, lo que quería decir tal o cual cosa. ¡Me cacho!
Lo que yo quise decir con lo que dije ES lo que dije: si hubiera querido decir otra cosa seguramente lo que hubiera dicho sería esa otra cosa.
Cuando haces esto, Demián, el relato sólo te sirve para poner a prueba tu ego, para alimentar tu vanidad. “Je, yo lo descubrí… Je, yo me di cuenta… Je, yo pude encontrar el mensaje del cuento… Je, yo soy un idiota”.
Con la historia del vino convertido en agua, me pasaron un montón de cosas. La primera fue darme cuenta, casi con alivio, que mi planteo estaba equivocado. Que en realidad la tarea terapéutica no terminaba en mí, ni en ningún otro paciente.
Para usar palabras, que mucho después le escuché decir al gordo, cada tipo que crece podría ser un repetidor, un pequeño maestro, el desencadenante de una relación en cadena que en sí misma es capaz de cambiar el mundo.
Y cuando estaba por ahí, apareció mi segundo darme cuenta: cuántas veces yo y otros como yo, no nos animamos a hacer algo pensando que es inútil, que nada se puede hacer, porque ¿quién notaría la diferencia si yo actuara así? (como en el cuento…)
Si yo actuara así… y quizás, aunque fuera uno más se animaría pensando como yo, a sumarse y a actuar así, o quizás más humildemente podría ser que alguien notara la actitud diferente y registrara, entonces que existe otra posibilidad. Si yo actuara así, distinto que todos los días, diferente de los demás, quizás, con el tiempo, todas las cosas cambiarían.
Y me di cuenta, de que esto pasa todos los días:

Que la gente no paga impuestos porque ¿cuál es la diferencia?
Que la gente no es amable porque ¿quién se va a dar cuenta?
Que la gente no es considerada porque nadie quiere ser el único idiota.
Que la gente no se divierte porque es ridículo reírse solo.
Que la gente no empieza a bailar en las fiestas hasta que otros no lo hacen antes.
…Que no somos más estúpidos porque no tenemos tiempo.
Si yo consiguiera ser fiel a mí mismo, fiel de verdad y continuamente, cuánto más amable, cordial, generoso y gentil sería.
De todo esto venía hablando con Jorge en aquella época, y a medida que hablaba y pensaba en esto, aparecía una y otra vez, sin que yo saliera a buscarla, la idea de quedarme solo; solo y señalado por el dedo ridiculizador de los otros…
…o peor aún, sin siquiera ese dedo ridiculizador…
—Hace algunos años –empezó el gordo— escribí un ensayo que empezaba con esta frase:.“El canal de parto y el ataúd, son dos lugares diseñados sólo para un cuerpo…”
Y esto, Demi, quiere señalar –para mí—, que nacemos solos y morimos solos. Esta idea, esta (yo creo) terrible idea, es quizás la más dura de las cosas de las que yo mismo me di cuenta en mi propio proceso de crecimiento.
Pero también descubrí, por suerte, que existen los compañeros de ruta: compañeros para un ratito, compañeros para un tiempito más largo y también existen los amigos, los amores, los hermanos; compañeros para toda la vida.
—Sabes, gordo, me hace acordar de aquello que leí alguna vez sobre la pareja: No camines delante de mí porque podría no seguirte, ni camines detrás de mí, podría perderte. No camines debajo de mí porque podría pisarte, ni ca

recuentos para Demian Jorge Bucay

A mi hija Claudia

Jorge Bucay, médico y psicoterapeuta gestáltico nació en Buenos Aires en 1949 y es autor del best seller “Cartas para Claudia”, una verdadera introducción al campo de la filosofía gestáltica.

En “Recuentos para Demián” nos sumerge en una cuidada antología de cuentos clásicos, mordernos o populares, seleccionados y reescritos por el autor para extraerles todo su contenido terapéutico.

A este “re-contar” se agrega la didáctica guía del autor que con la excusa de la trama, nos lleva de la mano por el camino de saber más sobre nosotros mismos.

El Doctor Bucay trabaja en Buenos Aires repartiendo su tiempo entre su tarea docente, su tarea literaria y su tarea asistencial. La tarea de “ayudador profesional” como a él mismo le gusta definirse.

Un ayudador – dice el autor – es alguien que ha leído un poco más que unos pocos sobre algunos pocos temas… y ha decidido compartirlo.

A las puertas del cielo llegaron un día cinco viajeras.

– ¿Quiénes son ustedes? – les preguntó el guardián del cielo.

– Somos – contestó la primera – La religión…

– La juventud… – dijo la segunda

– La comprensión… – dijo la tercera.

– La inteligencia… – dio la siguiente.

– La sabiduría – dijo la última.

– Identifíquense!! – ordenó el cancerbero.

Y entonces…

La religión se arrodilló y oró.

La juventud se rió y cantó.

La comprensión se sentó y escuchó.

La inteligencia analizó y opinó.

Y la sabiduría… contó un cuento

(tomado de una idea de Anthony de Mello, modificada por el autor)


PRÓLOGO

Hace algunos años escribí, sin darme cuenta, una serie de cartas que dirigía a una supuesta e imaginaria amiga llamada Claudia. Esa serie terminaba con una carta que obviamente era la última.

Algunos amigos que conocían este hobby y algunos pacientes que sobrevaloraban su contenido, hicieron que me decidiera a publicar lo que después se llamaría “CARTAS PARA CLAUDIA”..Sería muy difícil para mí expresar mi gratitud para con todos ellos: amigos y pacientes, a quienes les debo todos los placeres devenidos de las sucesivas ediciones de aquel libro.

Quizás sea por aquellas satisfacciones, quizás sea por vanidad, o quizás –lo dudo— sea porque finalmente haya encontrado algo más para decir… lo cierto es que hoy, cinco años después, vuelvo a sentarme ante una máquina de escribir para tipear esto que aquí empieza: quizás mi segundo libro.

En los últimos años, mi tarea como terapeuta ha ido variando más ostensiblemente que en toda la década anterior. Este viraje sucedió, como casi todas las cosas importantes de mi vida, sin que yo me diera acabada cuenta de lo que estaba sucediendo.

Un día, hablando con una colega con quien controlaba sus pacientes, noté que venían a mi memoria infinitos relatos, fábulas y anécdotas con las cuales yo explicaría a ese paciente a quien no conocía, su actitud de vida.

Me di cuenta de que, a solas con mis pacientes, había recurrido con frecuencia a esta manera de decir lo que deseaba.

Me di cuenta de cómo mis pacientes recordaban más mis relatos que mis interpretaciones, ejercicios, o comentarios.

Recordé el impacto profundo de los relatos del modelo Ericksoniano.

Me di cuenta, en suma, de que estaba utilizando cada vez más una poderosa arma didáctica y por supuesto terapéutica.

Esto que hoy comienzo a escribir es una pequeña antología de relatos antiquísimos algunos y contemporáneos otros, historias tradicionales de todas las culturas, frases y anécdotas más o menos conocidas a las cuales decidí sumar algunos sucesos de mi vida personal y unos pocos cuentos de mi propia inventiva, sumados a –como no podían faltar— algunas humoradas que me han contado y que repito a menudo (demasiado repito y demasiado a menudo), a mis “pacientes” pacientes.

Sólo para que no sea tan fácil leerlos, agregué al principio o final de cada relato (que a partir de ahora voy a llamar indiscriminadamente “cuentos”) uno o dos párrafos, ilustrando el uso que hago de estos cuentos en mi consultorio. No necesito aclarar, creo, que este uso es sólo un ejemplo y que la sabiduría encerrada en estos cuentos excede en mucho la aplicación supuestamente dada en estos relatos..Fue así, en la búsqueda de la manera de mostrar estos cuentos, que inventé a Demián, como alguna vez inventé a Claudia.

En realidad Demián ya estaba inventado. De hecho es mi hijo, el hermano mayor de Claudia. Y digo que lo inventé, porque ese es el nombre que le puse al supuesto paciente que se ve obligado –pobre— a soportar una y otra vez a ese terapeuta que se parece demasiado a mí..


EL ELEFANTE ENCADENADO

—No puedo –le dije— ¡NO PUEDO!

—¿Seguro? –me preguntó el gordo.

—Sí, nada me gustaría más que poder sentarme frente a ella y decirle lo que siento… pero sé que no puedo.

El gordo se sentó a lo Buda en esos horribles sillones azules de consultorio, se sonrió, me miró a los ojos y bajando la voz (cosa que hacía cada vez que quería ser escuchado atentamente), me dijo:

—¿Me permites que te cuente algo?

Y mi silencio fue suficiente respuesta.

Jorge empezó a contar:

Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. También a mí como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante.

Durante la función, la enorme bestia hacía despliegue de peso, tamaño y fuerza descomunal… pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.

Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir.

El misterio es evidente:

¿Qué lo mantiene entonces?

¿Por qué no huye?

Cuando tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre, o a alguna tía por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado—

Hice entonces la pregunta obvia:

—Si está amaestrado ¿por qué lo encadenan?

No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.

Con el tiempo me olvidé del misterio del elefante y la estaca… y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta.

Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta:

El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.

Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca.

Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo no pudo.

La estaca era ciertamente muy fuerte para él.

Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le seguía…

Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.

Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no escapa porque cree –pobre— que NO PUEDE.

Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer.

Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro.

Jamás… jamás… intentó poner a prueba su fuerza otra vez…

—Y así es, Demián. Todos somos un poco como ese elefante del circo: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad.

Vivimos creyendo que un montón de cosas “no podemos” simplemente porque alguna vez, antes, cuando éramos chiquitos, alguna vez, probamos y no pudimos..Hicimos, entonces, lo del elefante: grabamos en nuestro recuerdo:

NO PUEDO… NO PUEDO Y NUNCA PODRÉ

Hemos crecido portando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y nunca más lo volvimos a intentar.

Cuando mucho, de vez en cuando sentimos los grilletes, hacemos sonar las cadenas o miramos de reojo la estaca y confirmamos el estigma:

¡NO PUEDO Y NUNCA PODRÉ!

Jorge hizo una larga pausa; luego se acercó, se sentó en el suelo frente a mí y siguió:

Esto es lo que te pasa, Demián, vives condicionado por el recuerdo de que otro Demián, que ya no es, no pudo.

Tu única manera de saber, es intentar de nuevo poniendo en el intento todo tu corazón…

…TODO TU CORAZON.

FACTOR COMÚN

Cuando llegué por primera vez al consultorio de Jorge, sabía que no iba a ver a un analista convencional. Claudia, que me lo había recomendado, me avisó que “El Gordo” –como ella lo llamaba— era un tipo “un poco especial” (sic).

Yo ya estaba harto de las terapias convencionales, y sobre todo de algunos años aburridos en un diván psicoanalítico. Así que llamé y pedí una hora.

La primera impresión superaba todos los cálculos. Era una calurosa tarde de noviembre; yo había llegado cinco minutos antes y esperaba abajo, en la puerta de su edificio, que fuera la hora exacta.

A las cuatro y media en punto toqué timbre, el portero eléctrico sonó, empujé la puerta y subí al noveno.

Esperé en el pasillo.

Esperé.

¡Y esperé!

Y cuando me cansé de esperar, toqué timbre en la puerta del departamento.

Me abrió la puerta un tipo que a primera vista parecía vestido para irse de picnic: estaba en vaqueros, zapatillas de tenis y una remera de color naranja rabioso.

—Hola –me dijo y su sonrisa me tranquilizó.

—Hola –contesté— soy Demián.

—Sí, claro, ¿qué te pasó que tardaste tanto en llegar arriba? ¿Te perdiste?

—No, no tardé. No quise tocar el timbre para no molestar… Por si estaba atendiendo…

—¿“Para no molestar”?… Así te debe ir a ti… –me devolvió.

Me quedé mudo.

Era la segunda frase que me decía y me estaba diciendo algo que sin lugar a dudas era verdad pero… ¡Qué hijo de puta!….El lugar donde Jorge atendía (no me animaría a llamar a eso “un consultorio”), era tal como Jorge: informal, desarreglado, desprolijo, cálido, colorido, sorprendente y, para qué negarlo, un poco sucio. Nos sentamos en dos sillones frente a frente y mientras yo le contaba algunas cosas, Jorge tomaba mate

(¡tomaba mate durante la sesión!).

Me ofreció uno:

—Bueno –le dije.

—Bueno ¿qué?

—Bueno, el mate…

—No entiendo.

—Que te voy a aceptar un mate.

Jorge me hizo una servil y burlona reverencia y me dijo:

—Gracias, Majestad por “aceptarme” un mate… ¿Por qué no me dices si quieres un mate o no, en lugar de hacerme favores?

Este tipo me iba a volver loco.

—¡Sí! –dije.

Y ahora sí el gordo me dio un mate.

Decidí quedarme un poco más.

Le conté entre mil cosas que algo debía andar mal en mí, porque tenía dificultades en mis relaciones con la gente.

Jorge preguntó cómo sabía yo que el problema era mío.

Le contesté que tenía dificultades en mi casa con mi padre, con mi madre, con mi hermano, con mi pareja… y que por lo tanto, obviamente el problema debía ser yo.

Allí fue cuando por primera vez Jorge me contó “algo”.

Aprendería después, con el tiempo, que al gordo le gustaban las fábulas, las parábolas, los cuentos, las frases inteligentes y las metáforas logradas.

Según él, la única otra manera de comprender un hecho sin vivenciarlo directamente, es teniendo una clara representación interior simbólica del suceso.

—Una fábula, un cuento, o una anécdota –afirmaba Jorge—

puede ser cien veces más recordada que mil explicaciones teóricas, interpretaciones psicoanalíticas o planteos formales.

Ese día, Jorge me dijo que podría haber algo desacompasado en mí, pero agregó que mi deducción era peligrosa, que mi conclusión autoacusadora no estaba apoyada en hechos que la determinaran. Y me relató una de esas historias que él contaba en primera persona y que nunca se sabía si eran parte de su vida o de su fantasía:

Mi abuelo era bastante borrachín.

Lo que más le gustaba tomar era anís turco.

Él tomaba anís y le agregaba agua (para rebajarlo), pero igual se emborrachaba.

Entonces tomaba whisky con agua y se emborrachaba.

Y tomaba vino con agua y se emborrachaba.

Hasta que un día decidió curarse.. ¡Y suspendió… el agua!.

LA TETA O LA LECHE

Jorge no contaba cuentos todas las sesiones, pero por alguna razón tengo muy presente casi todos los relatos que me contó en el año y medio que hice terapia con él. Quizás él estaba en lo cierto y esa era la mejor manera de recorrer un aprendizaje.

Me acuerdo aquel día en que le dije que me sentía muy dependiente de él. Le conté cuánto me molestaba y cómo a la vez no podía prescindir de lo que recibía de él. La suma de admiración y amor que sentía me parecía que me dejaban muy depositado en el hecho terapéutico y demasiado pendiente de la mirada de Jorge.

Tú tienes hambre de saber hambre de crecer hambre de conocer hambre de volar…

Puede ser que hoy yo sea la teta que da la leche que aplaca tu hambre…

Me parece bárbaro que hoy quieras esta teta.

Pero no te olvides: No es la teta lo que te sirve… ¡Es la leche!.

EL LADRILLO BOOMERANG

Aquel día yo venía muy enojado. Estaba fastidioso y todo me molestaba. Mi actitud en el consultorio era quejosa y poco productiva. Detestaba todo lo que hacía y tenía. Pero sobre todo, estaba enojado conmigo. Aquel día sentía que no podía soportar “ser yo mismo”.

—Soy un tonto— dije (o me dije)— Un reverendo imbécil… Creo que me odio.

—Te odia la mitad de la población de este consultorio. La otra mitad te va a contar un cuento.

Había un tipo que andaba por el mundo con un ladrillo en la mano. Había decidido que a cada persona que lo molestara hasta hacerlo rabiar, le tiraría un ladrillazo.

Método un poco troglodita pero que parecía efectivo, ¿no?

Sucedió que se cruzó con un prepotente amigo que le contestó mal. Fiel a su designio, el tipo agarró el ladrillo y se lo tiró.

No recuerdo si le pegó o no. Pero el caso es que después, al ir a buscar el ladrillo, esto le pareció incómodo.

Decidió mejorar el “sistema de autopreservación a ladrillo”, como él lo llamaba:

Le ató al ladrillo un cordel de un metro y salió a la calle.

Esto permitiría que el ladrillo no se alejara demasiado. Pronto comprobó que el nuevo método también tenía sus problemas.

Por un lado, la persona destinataria de su hostilidad debía estar a menos de un metro. Y por otro, que después de arrojarlo, de todas maneras tenía que tomarse el trabajo de recoger el hilo que además, muchas veces se ovillaba y anudaba.

El tipo inventó así el “Sistema Ladrillo III”:

El protagonista era siempre el mismo ladrillo, pero ahora en lugar de un cordel, le ató un resorte..Ahora sí, pensó, el ladrillo podría ser lanzado una y otra vez pero solo, solito regresaría.

Al salir a la calle y recibir la primera agresión, tiró el ladrillo.

Le erró… pero le erró al otro; porque al actuar el resorte, el ladrillo regresó y fue a dar justo en su propia cabeza.

El segundo ladrillazo se lo pegó por medir mal la distancia.

El tercero, por arrojar el ladrillo fuera de tiempo.

El cuarto fue muy particular. En realidad, él mismo había decidido pegarle un ladrillazo a su víctima y a la vez

también había decidido protegerla de su agresión.

Ese chichón fue enorme…

Nunca se supo si a raíz de los golpes o por alguna deformación de su ánimo, nunca llegó a pegarle un ladrillazo a nadie.

Todos sus golpes fueron siempre para él.

—Este mecanismo se llama retroflexión y consiste básicamente en proteger al otro de mi agresividad. Cada vez que lo hago, mi energía agresiva y hostil es detenida antes de que le llegue al otro, por medio de una barrera que yo mismo pongo. Esta barrera no absorbe el impacto, simplemente lo refleja; y toda esa bronca, ese fastidio, esa agresión me vuelve a mí mismo. A veces con conductas reales de autoagresión (daños físicos, comida en exceso, drogas, riesgos inútiles) otras veces con emociones o manifestaciones disimuladas (depresión, culpa, somatización).

Es muy probable que un utópico ser humano “iluminado”, lúcido y sólido jamás se enojara. Sería útil para nosotros no enojarnos. Sin embargo una vez que sentimos la bronca, la ira o el fastidio, el único camino que los resuelve es sacarlos hacia fuera transformados en acción. De lo contrario lo único que conseguimos, antes o después, es enojarnos con nosotros mismos.

Habíamos estado hablando sobre la necesidad de reconocimiento y valoración. Jorge me había explicado la teoría de Maslow sobre las necesidades crecientes.
Todos necesitamos el respeto y la estima del afuera para poder construir nuestra autoestima.
Yo me quejaba por entonces de no recibir la aceptación franca de mis padres, de no ser el compañero elegido de mis amigos, de no poder lograr el reconocimiento en mi trabajo.
—Hay una vieja historia— dijo el gordo, mientras me pasaba la pava para que yo cebara— de un joven que concurrió a un sabio en busca de ayuda. Su problema me hace acordar al tuyo.

—Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?
El maestro, sin mirarlo, le dijo:
—Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después… –y haciendo una pausa agregó— Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.
—E… encantado, maestro –titubeó el joven pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas.
—Bien –asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño de la mano izquierda y dándoselo al muchacho, agregó –toma el caballo que está allí afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete antes y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas..El joven tomó el anillo y partió.
Apenas llegó, empezó a ofrecer al anillo a los mercaderes.
Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo.
Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. En afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro, y rechazó la oferta.
Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado –más de cien personas— y abatido por su fracaso, montó su caballo y regresó.
Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro. Podría entonces habérsela entregado al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda.
Entró en la habitación.
—Maestro –dijo— lo siento, no es posible conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.
—Qué importante lo que dijiste, joven amigo –contestó sonriente el maestro—. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él, para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuánto te da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.
El joven volvió a cabalgar.
El joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y luego le dijo:
—Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.
¡¿58 monedas?! –exclamó el joven.
—Sí –replicó el joyero— Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé… Si la venta es urgente….El joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.
—Siéntate –dijo el maestro después de escucharlo—. Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?
Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano izquierda.

LOS DIOSES DE LA TIERRA

GIBRÁN KHALIL GIBRÁN

LOS DIOSES DE LA TIERRA
(1931)

Revisado por Carlos J.J.

Al llegar la oscuridad de la duodécima era
El silencio absorbió, pleamar de la noche
Las montañas todas.
En ese momento hicieron su aparición sobre las cimas,
Las tres deidades nacidas de la Tierra, Amos y padres de la Vida.

Las corrientes de agua pasaron a sus pies
Y oleadas de niebla
Sobre sus pechos se agolparon
En tanto sus cabezas permanecieron erguidas
Majestuosamente sobre el Mundo.

Y después dialogaron. Retorciéndose sus voces,
Con el retumbar distante del trueno
En el profundo valle.

EL PRIMER DIOS

Hacia el Este el viento encamina su Soplo.
Es mi deseo dirigir hacia el Sur mi rostro,
Pues el Viento trae a mi olfato
El aroma a cosas ya muertas.

EL SEGUNDO DIOS

Es el aroma a cuerpos quemados,
Puro y bueno.
Aspirarlo es mi deseo.

EL PRIMER DIOS

El aroma de la Muerte misma es,
Consumida en su lenta flama,
Que satura el aire.
Perturba y asquea a mis sentidos,
Cual me produce aversión las miasmas
del Abismo.
Es mi deseo, entonces, voltear mi rostro
en dirección al Norte
que no está impregnado de malos olores.

EL SEGUNDO DIOS

Es la fragancia encendida
De la vida insatisfecha.
Es el perfume que aspirar quiero,
Ahora y siempre.
Los dioses viven merced a los holocaustos
Y a los sacrificios.
Mediante sangre pretenden apagar su sed,
Y con espíritus jóvenes apaciguar sus almas;
Dar fuerzas a su fortaleza con los eternos gemidos,
Que las almas que viven en el corazón de la muerte, exhalan.
Están sus tronos erigidos
Sobre las cenizas del tiempo.

EL PRIMER DIOS

Mi espíritu se ha hartado y hastiado
De lo que existe. No moveré un dedo
Para construir otra vez mundo alguno,
Ni para hacer desaparecer mundo alguno de la creación.
No existiría, si morir pudiera,
Pues los milenios hacen sentir su peso,
Sobre mis hombros y
El inagotable sonido de los mares
Agota la fortuna de mi sueño.
¡Ah! si pudiera desprenderme de mi razón original
De ser, me desvanecería, igual que el sol
Muere en su crepúsculo.
Desearía, si pudiera hacerlo,
Desnudar a mi divinidad,
De sus propósitos,
Y en el cosmos exhalar
El soplo de mi mortalidad
Y así terminar de vivir para siempre.
¡Ojalá! me desvanezca y huya
De la memoria temporal.
A estar y existir en el cosmos del Tiempo.

EL TERCER DIOS

¡Oídme, hermanos míos!
¡Oídme hermanos antiguos!
En aquél valle un joven entona una canción,
Canta los arcanos de su espíritu
En el oído de la noche
De oro y ébano es su lira
De plata y oro su voz.

EL SEGUNDO DIOS

No soy tan poco inteligente como para ansiar
No vivir, no ser.
No puedo elegir otro que el más escarpado
De los senderos, para dejarme llevar
Por el camino de las estaciones,
Y fortalecer el poder de los años;
La simiente sembrar y observar su germinación
En el centro de la tierra;
Alimentar a las flores con el empuje
Con que luego podrá resguardar su existencia,
Y después desenterrarla, en el momento de empezar
La Tormenta a reír en la selva,
Y a extraer a los seres humanos de la tiniebla
Enigmática; mas permite que conserven las raíces su
Apego a la Tierra;
Fomentar y sembrar, en él mismo, la sed de la existencia,
Y transformar a la muerte en el copero,
Brindarle el amor que tiene su origen en el dolor,
Amor que se sublima en la añoranza,
Que se multiplica en el Anhelo,
Y que se esfuma en el abrazo primero,
Para ceñir su noche
Con las divinas ensoñaciones de los días
Y en ellos verter
Las revelaciones de las noches sagradas,
Y después lograr que sus noches y días
No se metamorfoseen nunca;
Para lograr de su inventiva,
Un águila vigilante en las cumbres;
Y de sus razonamientos
Tormentas de océanos;
Y después darle una mano lenta
Para los juicios y para los deberes morales,
Y un pie pesado en sus cavilaciones;
Para brindarle felicidad para cantar su melopea
Ante nosotros,
Y tristeza para obligarlo a acudir a nuestro socorro
Y después humillarlo en su orgullo,
En el momento que la Tierra, de hambre,
Grite pidiendo pan;
Para subir su espíritu por sobre el cielo mismo,
Para hacerlo saborear nuestro mañana
Y permitir que su cuerpo se revuelque en el cieno
Y no pueda olvidar, de esa manera, su ayer.
En esa forma conviene a nuestra Majestad
Gobernar al ser humano
Hasta el fin de los Tiempos,
Regulando su hálito,
Que comienza con el grito de su madre,
Y culmina con el llanto
De sus hijos.

EL PRIMER DIOS

Mi corazón se consume por la sed;
Empero no es mi deseo beber la sangre débil
De una estirpe bastarda;
Pues la copa está sucia
Y el vino que contiene, es amargo a mi gusto.
Como tú soy: modelé el barro
Y con él creé seres animados,
Que respiran y jadean;
Luego se escurrieron de entre mis dedos
En las montañas y en las selvas.
Al igual que tú, troqué en luz las tenebrosas
Profundidades, en el Comienzo de la Vida,
Vidas a las que después pude ver reptar
Desde las cavernas y ascender a las elevadas
Cimas de los montes.
Yo, al igual que tú, convoqué a la Primavera,
Para subyugar y fascinar a los jóvenes,
Y le adjudiqué el don de la Belleza,
Para incitarla a evolucionar y producir.
Yo, al igual que tú, dirigí al hombre
De un templo a otro templo,
Y transformé a sus mudos terrores
En algo indestructible, en Fe
Que tiembla a causa nuestra,
Sin que le fuera posible divisarnos ni comprendernos.
Yo, al igual que tú, puse por sobre mi cabeza la Tormenta
Huracanada para que se prosterne delante nuestro;
E hice al suelo sacudirse bajo sus pies
Para implorar y rogar nuestra ayuda.
Yo, al igual que tú, induje al desenfrenado mar,
Que anegó la cuna de su islote,
Hasta que murió gimiendo
E implorando
Todo esto es, y mucho más aún, lo que hice;
Pero todo fue estéril e inútil.
¡Inútil es el despertar!
¡Inútil es el descansar!
Y tres veces es estéril e inútil el soñar

EL TERCER DIOS

¡Hermanos! ¡Augustos hermanos!
En un claro del bosque de mirtos
Hay una doncella que danza
En honor a la luna.
En su cabello han anidado mil estrellas
Como mil gotas de rocío,
Y un millar de alas envuelven sus pies.

EL SEGUNDO DIOS

Hemos sembrado al ser humano,
Y con su esencia hicimos nuestra viña;
Hemos arado el suelo,
En la niebla rosada
De la más temprana aurora.

Hemos cuidado el retoño
De los tiernos sarmientos,
Y vigilado y alimentado
A las hojas más nuevas,
Atravesando los años,
Que no supieron de estaciones.
Hemos cuidado los brotes
De las inclemencias del Tiempo,
Y hemos velado por que las flores crecieran sanas,
Libres de los embates de los espíritus oscuros

Y en este momento en que nuestras viñas
Nos han dado la uva,
Vosotros no la acarrearéis hasta el lagar para colmar vuestras copas.
Vuestras manos son más diestras
Que otras
Para cosechar.
Elevados son los planes
Que esperan apagar vuestra sed
Con el vino.

El hombre es la comida dilecta de los dioses.
La Gloria del hombre empieza
Cuando las bocas divinas devoran
Sus hálitos errabundos.
Todo lo que sea humano
Es absolutamente sin valor,
Si humano sigue siendo.

La pureza de los niños
Y el dulce apasionamiento de la juventud;
El empuje de la virilidad de los hombres,
La madura Sabiduría de los viejos;
La majestad de los monarcas,
La gloria de los guerreros,
El reconocimiento de los poetas,
La bondad de los idealistas,
Y la honorabilidad de los Santos:
Todo esto y todo lo que transporta
En su pliegues,
Es el alimento de los dioses.

Y solamente será pan, sin bendición,
Hasta que los dioses lo lleven a su boca.
Igual que la espiga muda que se convierte en un canto
De amor, en el pico de un ruiseñor,
De igual manera es el hombre, cuando está destinado
A ser alimento divino.

En ese momento su mayor goce será el ser saboreado
Por el dios.

EL PRIMER DIOS

Así es; es cierto que el hombre
Es el alimento de los dioses
Todo cuanto del hombre procede
Será servido en los banquetes
De las deidades eternas.

De embarazo los dolores,
Del parto el sufrimiento
De los niños la gritería
Atraviesa el corazón de los cielos;
El llanto de la mujer que pelea
Por poseer el ideal que ansía,
Para poder verter de su seno
La vida marchita;
Los apasionados suspiros que nacen
Entrecortados de las gargantas de los jóvenes,

Las lágrimas henchidas de sentimiento,
Cuyos tesoros todavía no han sido hallados;
Los rostros de los fuertes varones
Que destilan sudor que abrasa
El árido suelo;
Las aflicciones y la angustia de la vejez
Senil y decrépita;
En el momento que la vida es invitación
Al sepulcro, en contra de la voluntad
De la vida misma.

¡Ved! ¡Este es el hombre!
Un ser engendrado por el hambre,
Para luego ser el alimento
De los voraces dioses;
Es una vid que se arrastra
Abajo de la tierra,
Bajo las plantas de la muerte
Que nunca muere.
Es como un capullo que crece y da flor
Tan sólo en las noches de los malignos fantasmas.
Es como una uva que sólo madura
En los días que brotan las lágrimas
Del horror, de la malignidad
Y de la ignorancia.

Y a pesar de eso, deseáis que yo coma
Y beba.
Me exigís que me acomode
Entre los rostros amortajados,
Y que dé de beber a mi existencia
De la boca petrificada,
Y que acepte la inmortalidad
De manos yermas

EL TERCER DIOS

¡Hermanos! ¡Oh, hermanos terribles!
Los jóvenes cantan en el fondo
Del Valle; pero sus cantares ascienden
A las altas cumbres.
Con esa voz hacen tiritar al bosque
Hendiendo el centro mismo de los cielos,
Disolviendo las ensoñaciones de la tierra.

EL SEGUNDO DIOS

La abeja llena groseramente con el zumbar
Tus oídos.
En tu boca la miel tiene sabor a hiel.
Sería mi deseo el consolarte; pero… ¿de qué manera lograrlo?
Cuando los dioses hablan con los dioses
Solamente el Abismo los oye;
Pues las profundidades que distancian a los dioses
Son inconmensurables y sin fronteras.

El cosmos está callado: no sopla brisa.
Con todo ello quisiera consolarte.
Desearía hacer de tu mundo cubierto de nubarrones
Otro despejado y limpio;
Y sin embargo ser los dos iguales en fortaleza
Y en entendimiento, quisiera darte un consejo franco.

En el momento que la Tierra nació del Caos;
Y nosotros, hijos del Comienzo, nos conocimos
El uno al otro, en la luminosidad alba y pura,
En ese momento modulamos la primera voz, vibrante,
Que le dio vida a las corrientes del agua y del aire.
Después caminamos, el uno junto al otro,
En el techo del planeta joven, inexperto.

Del rumor de nuestros pasos
Surgió el Tiempo -una cuarta divinidad-
Que siguió nuestro mismo sendero,
Oscureciendo con su sombra
Nuestros deseos y meditaciones,
Y no supo mirar sino por la luz de nuestros ojos.

Después llegó la Vida a la Tierra,
Y el espíritu se encarnó en la Vida.
El espíritu era una canción alada
En el Cosmos.
Y así gobernamos, reinando sobre la Vida
y el Espíritu.
Y nadie más que nosotros, nadie pudo entender
La longitud de los años,
Y las templanzas de las ensoñaciones
Nebulosas de las eras;
Hasta que llegó el séptimo siglo,
Entonces en la bajamar de su mediodía
Hicimos venir al mar con el sol;
Y del tálamo de esta santa unión
Creamos al ser humano, que, pese a su endeblez
Y fragilidad, prosigue llevando el signo
De la estirpe de sus padres.

Y por medio del ser humano que transita por la tierra,
A medida que sus ojos van pegados a los astros,
Hemos hallado senderos que llevan a los continentes
Más distantes del orbe.

Y del ser humano -él que es una humilde caña
Crecida en aguas turbias-
Construimos una flauta, en cuyo vacío corazón
Siempre vertemos nuestra voz
Para ser trasladada a los cuatro puntos cardinales
Del Cosmos, callado y silencioso.

Y de las regiones del Norte
Que no tienen al sol,
A los médanos del Sur, por el sol calcinados;
Y desde la región de las flores de Loto
En donde nacen los días,
Puedes ver al hombre, de vacilantes sentimientos,
En nuestra razón y causa hacerse fuerte;

Se dirige mediante el laúd y el puñal,
Difundiendo nuestro capricho,
Propalando nuestra soberanía.
Los lechos de ríos que hollan sus amorosas plantas
Son arroyos que van a la mar
De nuestros ideales.

Acomodados en nuestra altura
Nos adormecemos en nuestras ensoñaciones,
En las horas de sueño del hombre
Excitamos sus días para que deje
La llanura del horizonte inalcanzable,
Y de esa manera buscar su mejoramiento en los montes.

Las manos nuestras conducen y encaminan
Las tormentas que destrozan el Cosmos;
Dirigen al hombre de la tranquilidad estancada
y yerma
A la acción productiva
Y desde ese lugar al Triunfo.
En los ojos nuestros hay visiones llenas de luz que
transforman
El hálito del ser humano en Hoguera;
Y lo encaminan a una soledad elevada y a una
Rebelde Profecía.
Y desde ese lugar al Calvario.

El ser humano ha nacido para ser esclavo;
Su honor y su retribución son dominio de la esclavitud.
En el ser humano exigimos el signo de lo que
Existe en nuestra esencia;
Por intermedio de la vida suya nosotros ansiamos hallar
Nuestro yo perfeccionado.

Si el polvo de la tierra acalla
Y silencia el alma del ser humano,
¿Qué alma podrá hacer repetir
La reverberancia de la Voz nuestra?

Y si la luz de los ojos del ser humano se ha apagado,
Por la tiniebla nocturna,
¿Quién podrá mirar el resplandor de nuestra Gloria?

¿Cuál es el destino que debemos dar al ser humano
Si es el primogénito de nuestra alma
Y fue concebido a nuestra imagen y semejanza?

EL TERCER DIOS

¡Hermanos! ¡Oh hermanos poderosos!
Los pies de la hermosa danzarina
Se emborracharon con el licor de los cantares,
Alarmando a las moléculas reverberantes del éter.
Ella es como una paloma,
Que cierne por sus alas,
Alzándose hacia lo alto.

EL PRIMER DIOS

La alondra que busca a otra alondra,
Pero el águila vuela sobre ella.
La alondra no para nunca para escuchar el cantar.

Tú pretendes proclamar el amor propio,
Y que sea continuado en la duración del ser humano,
De acuerdo con la esclavitud del ser humano.

Pero mi amor propio es ilimitado,
Es inconmensurable. Yo quiero alzarme por sobre lo perecedero
De mí, sobre la Tierra, y tomar para mí un trono
En lo alto. De esa manera abarcaré el Cosmos
Con mis manos y rodearé los mundos

Quiero hacer de la Vía Láctea mi arco,
Y de las centellas mis saetas,
Y con lo infinito pretendo hacerme dueño de lo infinito.
Pero tú no deseas hacer esto,
Aunque fuera tu voluntad el hacerlo.

La relación que existe entre hombre y hombre
Es idéntica a la existente entre dioses y dioses
Y tú deseas atraer a mi espíritu agotado
La remembranza de las escenas,
Que se sucedieron en la noche
En el momento que mi corazón trataba de hallarse a sí mismo
Entre los montes,
Y mis ojos han buscado su imagen
En las aguas serenas.

Pero la Amada de mi pasado,
Murió al nacer,
Y únicamente el silencio es visitante de su vientre,
Y el polvo que el viento arrastra,
Amamanta su seno.

¡Oh pasado mío! ¡Oh mi ayer perecedero!
¡Oh padre de mi divinidad esclavizada!
¿Qué Deidad Omnipotente te encarceló

En tu vuelo, y te obligó a nacer en una celda?
¿Qué Sol agigantado te contagió su calor,
En tu vientre para engendrarme?

No es tuya mi bendición, pero tampoco mi maldición,
Pues igual que has cargado mis hombros
Con la agobiante carga de la vida,
De esa forma yo he cargado los hombros del ser
humano.
Pero he sido más compasivo que tú,
Pues yo, inmortal, hice del ser humano,
Una sombra fugaz; en tanto que tú, el mortal,
Me has creado eterno.

¡Oh mi pasado! ¡Oh mi ayer perecedero!
¿Retornarás con el futuro distante?
Deseo llevarte para que te juzguen.
¿Despertarás con la segunda Alborada
De la vida, para quitar de la tierra
Tu recuerdo atado a la Tierra?

Desearía yo que tu resurrección tuviera lugar,
Junto a la de todos los antiguos cadáveres,
Para que de esa manera se ahogue la tierra,
Con sus frutas amargas,
Y se ensucien todos los océanos
Con la sangre de los que han sido sacrificados en ellos;
Y que la tristeza, con otra más grande,
Acaben con cuanto haya en la tierra
De inservible fertilidad.

EL TERCER DIOS

¡Oh, hermanos míos! ¡Oh hermanos sagrados!
Nuestra joven ha escuchado la seductora canción
En este momento trata de encontrar al cantante.
Ella se siente como la gacela,

En la felicidad de su asombro.
Danza sobre las piedras,
Y a la orilla de los arroyos,
Saltando en todas partes.

¡Qué hermosa es la alegría
Que hace compañía a los deseos idos!
¡Que hermoso es el Ojo
Que es abierto al Final nacido a medias!
¡Qué hermosa es la sonrisa que tiembla,
Cuando goza
De una prometida alegría!

¿Cuál capullo es ése que surgió del espacio?
¿Cuál es esa flama que ha ascendido
Del infierno, llevando a la esencia del silencio
A esta felicidad, y a este miedo de gemidos entrecortados?
¿Cuál es esa ensoñación que hemos tenido en lo alto?
¿Cuál meditación es aquella que hemos mandado
En alas del Viento
Y que despertó a la llanura somnolienta
Haciendo levantar los párpados de la noche?

EL SEGUNDO DIOS

Te fue regalado el santo Telar,
La gracia y el arte de tejer,
Los vestidos.
Tanto la habilidad como el telar,
Serán tu legado
Por toda la Eternidad.

Junto a ellos te será dado
El oscuro hilo y la Luz,
Y tuya será asimismo la púrpura y el oro,
Pero tú tejes de ti mismo
Una vestidura.

Tus manos tejieron del aire viviente
Y del flamígero fuego, el espíritu humano mismo.
Pero ahora quieres cortar el. hilo
Y alejar tus poéticos dedos
En la inservible inmortalidad.

EL PRIMER DIOS

Sí, sí. Retiraré mi mano
Hacia la eternidad, en donde las formas
No se han vaciado todavía.
En la campiña, que hasta este instante
Ha permanecido virgen de huella alguna
Asentaré mis plantas.
¿Qué felicidad puedo hallar en escuchar
Las canciones ya escuchadas por otros,
Y que el recordar del oído,
Colecciona sus cantares,
Antes que la brisa las dé
Al oleaje del viento?

Mi espíritu ansía lo que no puede
Imaginar ni inventar.
No enviaré mi alma
Mas que a la tierra incógnita,
En donde no morará el recuerdo.
No me tientes, te lo ruego,
Con la gloria. No busques para mí
Un consuelo en tus ensoñaciones o en las mías;
Pues todo lo que en mí existe
Y en la tierra, y todo lo que existía
En el Cosmos, no podrá tentar a mi espíritu.

¡Oh, espíritu mío! Tu faz está silenciosa
Y los nocturnos fantasmas
Duermen detrás de tus párpados;
Pero tu callar es horrible.
Asimismo tú lo eres.

EL TERCER DIOS

¡Oh, hermanos míos! ¡Oh, hermanos augustos y solemnes!
La doncella halló al cantante;
Y en este momento goza, observando la cara de su amado.
Ella camina como una tigresa,
Su majestuoso andar la lleva
Entre viñedos y acantilados.
El la observa a través de la canción de su amor.

¡Oh, hermanos míos! ¡Oh hermanos atolondrados!
¿Se encontrará en ese lugar otra sufriente divinidad,
Y que con su dolor ha tejido
Ese vestido púrpura y blanco?

¿Cuál estrella tan fugaz, es ésa
Que huyó enloquecidamente?
¿Quién puede separar el alba del crepúsculo
Aún secretamente?
¿Quién puede posar su mano
Sobre nuestro mundo?

EL PRIMER DIOS

¡Espíritu mío! ¡Espíritu mío!
¡Oh, esfera flamígera que me envuelve
Con su ardor!
¿De qué manera podré encaminar sus pasos
Y hacia qué Cosmos dirigir tus ansias?

¡Espíritu mío, que no hallas compañera!
En tu hambre, te cazas a tí mismo
Con lágrimas tuyas pretendes aplacar tu sed;
Pues la noche no guarda su rocío
En las copas tuyas,
Y el día no te ofrece sus frutas.

¡Espíritu mío! ¡Espíritu mío!
Tú que quieres llevar tu nave a puerto,
Henchida de ansias,
¿De dónde proceden los Vientos para hinchar
Tu velamen?
¿Qué abundante marea llegará a liberar
Tu proa?

Tu ancla lista se encuentra
Y prontas están tus alas
Para levantar vuelo;
Pero el cielo que está sobre tí
Está callado, y el calmo océano,
Se mofa de ti.
Entonces… ¿que esperanza podemos guardar
Los dos: tú y yo?

¿Qué fluctuaciones en los mundos,
Que cambios en los deseos,
Y designios y propósitos
De lo alto te habrán de exigir?
¿Traerá el vientre de la virgen infinita
La simiente de tu Redentor
Ese que es más fuerte aún que tus propios sueños
Y cuya mano será tu salvación
Del cautiverio y la esclavitud?

EL SEGUNDO DIOS

¡Acalla tus inoportunos aullidos
Y los susurros de tu apasionado corazón!
Pues el oído de lo infinito está sordo,
Y sin prestar atención la mirada del cielo.

Somos todo lo que hay atrás
Y sobre este mundo.
Entre nosotros y la infinita Eternidad
No existe nada.
Sólo existen las pasiones nuestras,
Que todavía no han terminado de formarse;
Y nuestros designios que no se han
Completado todavía.

Tú llamas a lo desconocido;
Pero lo desconocido envuelto en la niebla movediza.
Mora en lo más profundo de tu espíritu.
Si, en lo hondo de tu alma,
Reposa por siempre tu Salvador,
Y en su dormir, observa lo que no sabrán observar
Tus ojos abiertos.

Este es el misterio de nuestra vida.
¿Dejarás de recoger tu cosecha,
Para arrojar apuradamente las simientes
En los surcos de tu soñar?
¿Por qué disipas tus nubes
En los áridos campos,
Cuando el rebaño necesita de tu presencia?

Ve lentamente y observa este mundo:
Fíjate en los hijos del amor tuyo aún no destetados.
Tu hogar es la tierra y a la vez tu trono
Y encima de las más elevadas esperanzas
Del hombre, tu mano apresa su destino.
No es tu deseo el soltarlo;

El que pelea por llegar a tu lado
Con su dolor y con su felicidad,
En tanto que tu no desvías la mirada
De la necesidad que ves en sus ojos.

EL PRIMER DIOS

¿Abrazará el Alba a su pecho
El corazón de la noche?
¿Se sentirá preocupado el Océano por los
Cuerpos de los que han muerto en él?
Mi espíritu, como el Alba, se despierta
En mis honduras, serena y desnuda.
Y, al igual que el mar, que no reposa
De esa forma mi espíritu aleja de sí
Toda la hez del hombre
Y de la tierra.
No me encariñaré a todo lo que se encariña
A mí;
Pero yo quiero elevarme hasta llegar
A esa sublime Elevación, de cualquier
Manera que pueda.

EL TERCER DIOS

¡Oh Hermanos míos, ved!
Dos almas parten rumbo a las estrellas.
Se encontraron en el Cosmos para examinarse.
Se observan, calladamente, el uno al otro.

El cantante interrumpió su melopea
Pero su garganta calcinada por el sol,
Se emociona todavía por la canción.
Su compañera, la danzarina,
Detuvo el ritmo en su cuerpo,
Mas no ha sido presa del sueño.

¡Oh hermanos míos!
¡Oh hermanos extraños!
La noche se vuelve más y más oscura,
Y la luna más brillante.
Entre el océano y la selva,
Nos invoca el amor en voz alta,
A reunirnos en su alma.

EL SEGUNDO DIOS

¡Qué fútil es el Vivir!
¡Qué inútil es el despertar
Y el broncearse al rostro del sol!
¡Qué trivial es existir y ser el guardián
De las noches de los que están vivos,
De la misma manera que es el vigilante el Ojo de Orión!

¡Qué vano es enfrentarse
Con los vientos de los cuatro puntos del mundo,
Con la altiva frente ceñida de laureles!
¡Qué banal es curar la maldad De los hombres
Con hálitos, cuyo océano no tiene mareas!

El tejedor de oficio
Ante su telar está sentado,
Tejiendo sin cesar;
El alfarero hace girar su torno
Sin ganas ni preocupación,
Pero nosotros, que nunca dormimos
Y que ningún saber se nos escapa,
Nos hemos librado de la tenebrosidad
De la inseguridad y la duda.
Nosotros nunca dudamos,
Ni ahondamos en el observar
Y en el meditar,
Pues nos hemos alzado
Por encima de los cuestionamientos inquietos.

Vivamos alegres y en paz;
Saquemos de su jaula y libertemos a las aves
De nuestras reflexiones.
Vayamos hacia la mar,
Sin que nos rodeen
Peñascos y acantilados:

Y al llegar a las aguas
Y al confundirnos con el oleaje,
En el fondo del mar,
Cesaremos de meditar y de discutir,
En el destino del futuro,
Eternamente.

EL PRIMER DIOS
¡Ah! ¡De que manera nos causan un dolor inacabable,
Esas profecías que parecen no tener fin!
¡De qué forma aburre esa vigilia
Que encamina el día,
Hasta el atardecer,
Y la noche, encaminándose hacia el Alba!

¡Ah! de esta corriente que nos lleva
A la perenne memoria y al permanente olvido
¡Ah! de esta continua siembra
De las simientes del Destino,
Y de las que únicamente cosechamos
Esperanza.

¡Ah! de esta inmutable elevación del yo,
Desde la polvareda de la tierra
Hasta la niebla, para que, al ansiar
La tierra, vuelva a aposentarse en la tierra,
Y al crecer nuevamente su ansia,
Se eleve buscando la niebla.

¡Ah! de esa medida que jamás varía,
Fuera de la fluctuación de su propio tiempo.
¿Ansiará mi espíritu ser un océano
Cuyas mareas y marejadas se entrecruzan
Inacabables, o u Cosmos en el cual
Las brisas se transformen en tormentas?

Si yo fuese un hombre;
Si yo fuese un ciego aroma,
Hubiese logrado soportar todo esto;
O si fuese yo el Dios Altísimo,
Que llena el vacío del hombre
Y de los dioses
Me hubiera bastado con ser yo mismo.

Mas tú y yo no somos hombres
Ni tampoco somos el Altísimo Supremo que está
Por encima de nosotros.
Somos atardeceres que nunca cesan
De nacer y morir
De aparecer y desaparecer
De un horizonte a otro.

Somos dioses aferrados a los humanos,
Y éstos a nosotros.
Es nuestro destino a soplar en los cuernos;
Pero el alma que sopla, y la melodía
Arrancada de nuestros instrumentos,
No son nuestros;
Provienen del cielo.

Por ese motivo es que deseo la rebeldía,
Quiero sacar todo lo que en mí existe,
Hasta quedarme vacío.

Es mi deseo esconderme del recuerdo
De este silencioso joven,
Que nuestro hermano menor es,
Y que sentado está cerca nuestro,
Mirando hacia aquel valle.
A pesar de desplegar sus labios,
No pronuncia una sola palabra.

EL TERCER DIOS

Yo hablo, hermanos negligentes,
Y únicamente la verdad pronuncio;
Mas vosotros únicamente escucháis vuestras palabras.
Os ruego que veáis a vuestra gloria
Y a la mía en vez de plegar los párpados,
Y voltear los rostros del mío,
Apartando vuestro trono.

¡Oh, señores gobernantes
Que ansiáis posar los pies
Sobre el mundo superior,
Y el mundo inferior!

¡Oh dioses egoístas, cuyo pasado
Está constantemente envidiando vuestro futuro!
¡Oh dioses hastiados por vuestra carga agobiante;
Que saciáis la agresividad de vuestra furia
Con vocablos;
Que castigáis vuestros ojos con centellas!

Vuestra discusión no es otra cosa
Que la voz de un antiguo laúd,
Que los dedos del Todopoderoso
No saben tocar ya sino a medias.
Ese Todopoderoso que utiliza
A las Pléyades por címbalos,
Y a Orión por cítara

Que hasta en este momento,
En que gritáis y tartamudeáis,
Toca y tañe su címbalo y su cítara.
Os pido que oigáis sus cantares.
Ved: un hombre y una mujer:
Una llamarada sobre otra llamarada,
Y que se consumen en el éxtasis amoroso
Y apasionado.

Raíces que se amamantan del seno purpúreo
De la tierra;
Capullos llameantes sobre el pecho altísimo del cielo.
Nosotros somos ese seno purpúreo
Y el cielo inmortal.
Nuestro espíritu es el espíritu de la vida,
Es, vuestro espíritu y el mío;
Pero es que, por esta vez, pasa la noche
En una ardiente garganta,
Sobre el cuerpo de una doncella virginal,
Con un manto de agitado oleaje.

Vuestro poder no cambiará
Las cosas que nos han sido encomendadas.
Vuestros pesares y dolores
Son la encarnación de la avidez;
Pues todo será borrado algún día de la faz de la tierra
Dentro del apasionamiento del hombre
Y el sentimiento amoroso de la Virgen

EL SEGUNDO DIOS

¿Por qué ese enamoramiento entre el hombre
Y la mujer?
Ve de qué manera danza el viento del Norte,
Con sus ligeros pasos,
Y de qué forma el viento del Poniente sopla,
Entonando una canción.

Observa a nuestra santa causa
Sentada, ya, en su trono,
Con la languidez y entrega de un alma,
Que modula su canción a un cuerpo que danza.

EL PRIMER DIOS

No miraré yo el orgullo presuntuoso
De la tierra,
Ni tendré siquiera a sus hijos en cuenta,
En su sufrimiento, que ellos llaman amor.
¿Y qué otra cosa es el amor sino un escondido tambor,
Que dirige una enorme procesión de dulce inseguridad,
A una forma diferente de un lento sufrir?

No quiero yo observar esa fantasía.
¿Qué cosas se ven allí, sino a una mujer
Y un hombre, en la selva que ha brotado
Para cazarlos con sus artimañas,
A inculcarles la negación del yo,
Y el engendramiento de sus hijos
Para nuestro futuro,
Aún no engendrado?

EL TERCER DIOS

¡Ah! del sufrimiento que engendra la sabiduría;
Del espeso velo mediante el cual
Nuestros cuestionamientos e investigaciones,
Cubrieron el rostro de la Tierra;
Del llamado a la guerra que, en cada minuto,
Formulamos a la paciencia de los hombres.

Nosotros dejamos bajo cada roca
Una figura de cera;
Después decimos que es una forma de barro
¡Que en barro acabe!

Con nuestras manos tomamos la blanca llama
Y luego decimos a nuestros espíritus:
Es el aroma de nuestro yo, que retorna
Al lado nuestro;
Y un soplo de nuestros soplos que huyó de nosotros
Y que luego tratamos de hallar en nuestras manos
Y en nuestra boca más aromas.

¡Hermanos míos! ¡Dioses de la tierra!
Aunque estuviéramos en lo más elevado
Del acantilado,
Continuaremos yendo
En dirección a la tierra, por intermedio de los hombres,
Que anhelan las doradas horas
Que se encuentran en el destino de su hermano
El ser humano.

¿Será despojada por nuestra sabiduría la hermosura
De su mirada?
¿Disminuirán nuestros límites su pasión al acallamiento?
¿Las alzarán hasta nuestro propio apasionamiento?
¿Que podrán hacer los ejércitos de vuestras reflexiones
Frente a los poderosos ejércitos del Sentimiento?

Pero aquellos que fueron
Por el amor vencidos,
Y sobre sus cuerpos muertos desfilaron sus carros y naves,
Desde las naves hasta el acantilado,
Y desde el acantilado hasta los mares
Se detienen ahora, y en cualquier momento,
Abrazándose entre sí, con respeto y con sonrojo.

Al reunir los pétalos de los capullos
De su amor,
Huelen el santo aroma de la vida,
En la unión de sus espíritus,
Encuentran a la vida misma,
Retratándose sobre sus ojos
Un rezo que hasta nosotros se eleva.

El sentimiento es una tiniebla que se inclina
Con respeto dentro de una santa
Tienda.
Es un cielo que se transformó en selva.
Es todas las estrellas transformadas
En luciérnagas.

Lo cierto es que somos todo lo que se encuentra atrás
Y sobre este planeta;
Pero el sentimiento se encuentra muy lejos
De poder ser alcanzado por nuestros
Cuestionamientos;
Y demasiado sublime como para llegar hasta él,
Con nuestro cantar.

EL SEGUNDO DIOS

¿Es acaso tu búsqueda un mundo lejano
Y procuras dejar de pensar en las estrellas
En las que has sembrado tu vigor y tu fuerza?
En el cosmos no existe sitio donde no contraigan nupcias
El espíritu con el espíritu
Y en donde la Belleza fuera sacerdote y testigo.

Observa y verás cómo la Belleza está difundida
Ante nuestras plantas;
Mira bien cómo desborda la Belleza
Nuestras manos
Para esconder nuestra boca con humillación.

Lo más distante y lo más cercano,
Y en cualquier parte donde la Belleza se encuentre,
En ese lugar se encontrará todo lo demás

¡Oh, soñador y sublime hermano mío!
Regresa a nosotros
Y abandona esa etapa de oscura melancolía.

Aleja tus huellas del “no-lugar”
Y del “no-tiempo”,
Y ven a vivir entre nosotros,
En esta confiada paz,
Que tus manos a la par de las nuestras
Han construido piedra sobre piedra.

Libérate de los velos
De las palpitaciones de tu corazón.
Conviértete en nuestro compañero
En el Gobierno de este país cálido y joven
Por su verdor majestuoso.

EL PRIMER DIOS

¡Altar eterno!
¿Es cierto que necesitas un dios
Para sacrificar esta noche,
En holocausto tuyo?
Pues aquí estoy: a ofrendarte voy
Mi Amor y mi Sufrimiento.
Allá estará en pie la danzarina
Que fue esculpida en nuestra más antigua
Ansia.

El cantante modulará mis melopeas
En el oleaje marino.
En esa danza y en ese cantar
Fallecerá un dios omnipotente
Muy dentro de mí.
El dios de mi alma
Que mora tras mi pecho
Busca al dios de mi alma
Que tiene sú morada en el Viento.

Y el humano abismo
Que tantas otras veces ha invadido mi paz
Requiere a gritos, al dios
La Belleza que hemos ansiado,
Desde el comienzo,
Asimismo lo llama.
Y en el momento que lo escuchaba, también medía ese llamamiento.
Y en este momento rindo mis armas.

La belleza es un Camino que lleva
Al yo sacrificado por su propia mano,
Y ahora tañe sus cuerdas;
Listo me encuentro a transitar
Ese camino,
Que se aleja hasta una nueva
Aurora.

EL TERCER DIOS

¡Ha vencido el Amor!
Ya fuere, el Amor, blanca pureza,
O verdor esmeralda, a la vera de un claro lago:
Ya fuere la majestad o la estilizada elegancia,
En las altas torres;
O si se hallara en un paraíso frecuentado
Por la gente,

O en un desierto virgen de huella humana,
El amor es nuestra Divinidad,
Y nuestro Maestro
En todos los instantes.

El amor es como una voluptuosa degustación
Y transitorio deleite del cuerpo;
No es las migajas del deseo, caídas
Por la lucha entre el deseo y el yo.
No, y tampoco es el cuerpo en armas
Contra el Alma;
Pues el amor no entiende de rebeldía;
Pero sin embargo deja el sendero de los destinos antiguos,
Para caminar en dirección del bosque santo,
Y allí cantar y danzar
Las melopeas de sus Arcanos
En el oído del Infinito.

El Amor es como una Juventud
Que ha cortado sus cadenas,
En gallarda virilidad,
Que se ha liberado del cansancio
Y dolor de la tierra;
Una femineidad apasionada,
Abrasada por la santa llama,
Iluminada por la luz de un. Cielo
Que es más claro
Que el nuestro.

El Amor es como una risa lejana y distante
En las honduras de nuestra alma;
El Amor es como una irresistible compulsión
Que te conduce hasta el propio despertar.
El Amor es como una nueva Aurora sobre la Tierra:
Es un Día que no llegan a distinguir
Ni mis o os ni tus ojos;
Pero ha legado a los más santos
Templos de ese Día,
Por intermedio de su enorme alma.

¡Hermanos, hermanos míos!
La doncella llega desde el espíritu
De la Aurora, para encontrarse
Con su amado, que desde el Poniente llega.
Habrá boda en todo el valle
Y un día más grandioso
Que toda su historia.

EL SEGUNDO DIOS

Fue así desde la primera mañana,
He dejado en libertad a la tierra llana
Para que fuera a las montañas y valles
Y de esa manera será hasta la marea de la tarde postrera,
El postrer crepúsculo.

Nuestras raíces hicieron reverdecer
Las ramas que en el valle danzan;
Somos los capullos y los perfumes del cantar
Que desborda lo alto.

Lo perenne y lo perecedero
Son dos ríos paralelos que buscan
Continuamente la mar.

En medio de una búsqueda y otra búsqueda
No existe el vacío, sino en el oído.
La Temporalidad educa nuestros oídos
Para mayor seguridad,
Añadiendo aún más a sus ansias.

La voz no se calla en la garganta muerta
Que no duda;
Pero nosotros nos hemos alzado
Por encima de la duda.

El hombre es el hijo más pequeño
De nuestra alma.
El ser humano es una deidad
Que se eleva gravemente
A su propia divinidad.
Entre su sufrimiento y su felicidad
Reposamos, soñando
Nuestras ensoñaciones.

EL PRIMER DIOS

Permite que el cantante module,
Y que la bailarina dance,
Permíteme estar un momento en paz.
Mi espíritu quiere reposar esta noche;
Puede ser que el sueño sea más fuerte que yo.
En mis ensoñaciones construyo un mundo
Mucho más luminoso que éste:
Seres más hermosos que los
Nuestros llegan veladamente
A ocupar mis reflexiones.

EL TERCER DIOS

En este momento me elevo, y me libero
De las fronteras del tiempo y el espacio.
Danzaré en aquella huerta que no ha sido hollada
Por pie de hombre alguno.

Con los míos, se moverán los pies de la danzarina.
Haré música en el centro de ese elevado mundo.
Quizá alguna humana voz se acoplará a mi voz.
Rebasaremos al horizonte distante,
Quizá nos despertaríamos en la aurora
De un mundo lejano.

Mas el Amor perdura, y nunca se olvidarán
Las marcas de sus dedos.
El santo fuego arde,
Y cada chispa que vuela
Es un sol apagado.

Más nos conviniera,
Más aconsejable sería
Para nuestro gobierno
Encontrar un minúsculo escondrijo
En donde poder dormir nuestra
Terráquea divinidad,
Postergando los inconvenientes del Reinado nuestro
Para el día siguiente,
En aras de ese Amor de la endeble humanidad.

el estudiante-1082

Un cuento tibetano habla de un estudiante de meditación que, mientras meditaba en su cuarto, creyó ver una araña descendiendo ante él. Cada día la amenazadora criatura volvía, más y más grande cada vez. El estudiante estaba tan atemorizado que acudió a su maestro para darle cuenta del problema, y le dijo que había pensado tener un cuchillo en su regazo durante la meditación, de forma que así podría matar a la araña cuando apareciese de nuevo. El maestro le aconsejó en contra de este plan y, en cambio, le sugirió llevar un trozo de tiza para, cuando apareciese la araña, marcar una “X” en su abdomen. Luego debería informarle de lo ocurrido.

El estudiante volvió a su meditación. En el momento en que la araña apareció resistió el impulso de atacarla e hizo lo que se le había sugerido. Cuando, más tarde, fue a informar a su maestro, éste le dijo que levantara su camisa y mirara su propio abdomen.

Allí estaba la “X”.

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