el arbol de las manzanas

El árbol de manzanas

Este era un enorme árbol de manzanas al cual un niño amaba mucho. Todos los días jugaba a su alrededor, trepaba hasta el tope, comía sus frutos y tomaba la siesta bajo su sombra. El árbol también lo quería mucho.

Pasó el tiempo, el niño creció y no volvió a jugar alrededor del árbol. Un día regresó y escuchó que este le decía con cierta tristeza: ¿vienes conmigo? Pero el muchacho contestó: ya no soy el niño de antes que juega alrededor de los árboles. Ahora quiero tener juguetes, y necesito dinero para cómpralos. Lo siento dijo el árbol. No tengo dinero, pero te sugiero que tomes todas mis manzanas y las vendas; así podrás comprar tus juguetes.

El muchacho tomó las manzanas, obtuvo el dinero y se sintió feliz. También el árbol fue feliz, pero el muchacho no volvió. Tiempo después, cuando regresó, el árbol le preguntó: ¿vienes a jugar conmigo? No tengo tiempo para jugar; debo trabajar para mi familia y necesito una casa para mi esposa e hijos. ¿Puedes ayudarme?  Lo siento repuso el árbol. No tengo una casa, pero puedes cortar mis ramas y construir tu casa.

El hombre cortó todas las ramas del árbol, que se sintió feliz, y no volvió. Cierto día de un cálido verano, regresó. El árbol estaba encantado. ¿Vienes a jugar conmigo? Le pregunto me siento triste, estoy volviéndome viejo. Quiero un bote para navegar y descansar,  ¿puedes dármelo? El árbol le contestó: usa mi tronco para construir uno; así podrás navegar y serás feliz.

El hombre cortó el tronco, construyó su bote y se fue a navegar por el largo tiempo. Regresó después de muchos años y el árbol le digo: lo siento, pero ya no tengo nada que darte, ni siquiera manzanas. El hombre replicó: no tengo dientes para morder ni fuerzas para escalar, ya estoy viejo.

Entones el árbol, llorando, le dijo: realmente no puedo darte nada. Lo único que me queda son mis raíces muertas.

Y el hombre contestó: No necesito mucho ahora, sólo un lugar para reposar. Estoy cansado después de tantos años…

Bueno dijo el árbol, las viejas raíces de un árbol son el mejor lugar para recostarse y  este, alegre y risueño, dejo caer algunas lágrimas.

****Esta es la historia de cada uno de nosotros: el árbol son nuestros padres. De niños, los amamos y jugamos con ellos. Cuando crecemos los dejamos solos; regresamos a ellos cuando los necesitamos, o cuando estamos en un problema. No importa lo que sea, siempre están allí para darnos todo lo que puedan y hacernos felices. Usted puede pensar que el muchacho es cruel con el árbol, pero ¿no es así como tratamos a veces a nuestros padres? 

Por una taza de leche

De: Alias de MSNLUNA200620 (Mensaje original) Enviado: 06/04/2006 12:51
POR UNA TAZA DE LECHE

Un día, un muchacho pobre que vendía mercancías de puerta en puerta para pagar sus estudios universitarios, encontró que solo le quedaba una simple moneda de diez
centavos, y tenía hambre.Decidió que pediría comida en la proxima casa. Sin embargo, sus nervios lo traicionaron cuando una encantadora mujer joven le abrió la
puerta. En lugar de comida pidió un vaso de agua.
Ella pensó que el joven parecía hambiento, así que le trajo un gran
vaso de leche.
El lo bebió despacio, y entonces le preguntó:
-¿Cuánto le debo?-
-No me debes nada- contestó ella. -Mi madre siempre nos ha enseñado a nunca aceptar pago por una caridad-
El le dijo… -Entonces, te lo agradezco de todo corazón…!-
Cuando Howard Kelly se fue de la casa, no solo se sintió más fuerte, si
no que también su fe en Dios y en los hombres era más fuerte. El había estado listo a rendirse y dejar todo.
Años después esa mujer enfermó gravemente.
Los doctores locales estaban confundidos. Finalmente le enviaron a la gran ciudad. Llamaron al Dr. Howard Kelly para consultarle. Cuando este oyó el nombre del pueblo de donde venía la paciente, una extraña luz lleno sus ojos.
Inmediatamente el Dr Kelly subió del vestíbulo del hospital a su
cuarto. Vestido con su bata de doctor entró a verla. La reconoció
enseguida. Regreso al cuarto de observación determinado a hacer lo mejor posible para salvar su vida. Desde ese día el prestó, la mejor atención a este caso.
Después de una larga lucha, ella ganó la batalla..! Estaba totalmente
recuperada..!
Como ya la paciente estaba sana y salva, el Dr Kelly pidió a la oficina
de administración del hospital que le enviaran la factura total de los
gastos para aprobarla.
El la revisó y firmó. Además escribió algo en el borde de la factura y
la envió al cuarto de la paciente.
La cuenta llegó al cuarto de la paciente, pero ella temía abrirla,
porque sabía que le tomaría el resto de su vida para poder pagar todos los gastos.
Finalmente la abrió, y algo llamó su atención: En el borde de la
factura leyó estas palabras…

“Pagado por completo hace Muchos años con un vaso de leche”…

un lugar en el paraiso

Un lugar en el Paraíso

    Hace muchos años, vivía en el nordeste de Brasil un matrimonio muy pobre, cuya única posesión era una gallina. Con mucho esfuerzo, vivían de los huevos que ésta ponía.
    Sucede que, el día de Nochebuena, el animal murió. El marido, que sólo tenía unos pocos centavos, lo que no bastaba para comprar alimentos para la cena de aquella noche, fue a pedir ayuda al párroco de la aldea.
    En lugar de ayudar, el párroco se limitó a comentar:
    -Si Dios cierra una puerta, abre una ventana. Ya que tu dinero no llega para casi nada, ve al mercado y compra lo primero que te ofrezcan. Yo bendigo esa compra, y, como en Nochebuena suceden milagros, algo en tu vida cambiará para siempre.
    Aun sin estar convencido de que aquélla era la mejor solución, el hombre fue al mercado; un comerciante lo vio caminando sin rumbo y le preguntó qué buscaba.
    -No lo sé. Tengo poquísimo dinero, y me ha dicho el padre que compre lo primero que me ofrezcan.
    El comerciante era riquísimo, pero aun así nunca dejaba pasar una oportunidad de lucrarse. Inmediatamente cogió las monedas, garabateó algo en un papel, y se lo entregó al hombre:
    -¡El padre tiene razón! Como siempre he sido un hombre bueno, te estoy vendiendo mi sitio en el Paraíso, en este día de fiesta. ¡Aquí está la escritura!
    El hombre cogió el papel y se alejó, mientras el comerciante se henchía de orgullo por haber cerrado otro excelente negocio. Aquella noche, mientras se preparaba para la cena en su casa llena de sirvientes, le contó la historia a su mujer, creyendo que gracias a su capacidad de pensar rápido, había conseguido hacerse tan rico.
    -¡Qué vergüenza! –dijo la mujer-. ¡Actuar de esa forma el día del nacimiento de Jesús! ¡Ve a casa de ese hombre y trae de nuevo el papel, o no vuelves a poner los pies en esta casa!
    Asustado con la furia de su esposa, el comerciante decidió obedecer. Después de mucho indagar, al fin encontró la casa del hombre. Al entrar, vio al matrimonio sentado a una mesa que no tenía más que aquel papel encima.
    -He venido hasta aquí porque he actuado de forma equivocada –dijo-. Aquí tiene su dinero; devuélvame lo que le vendí.
    -Usted no ha actuado de forma equivocada –replicó el pobre-. Yo he seguido el consejo del padre y sé que tengo algo bendito.
    -No es más que un papel: ¡nadie puede vender su sitio en el paraíso! Si lo desea, le pago el doble de lo que usted me dio por él.
    Pero el pobre no quería venderlo, pues creía en los milagros. Poco a poco, el hombre fue subiendo su oferta, hasta llegar a las diez monedas de oro.
    -No me servirá de nada –dijo el pobre-. Tengo que darle una vida más digna a mi mujer, y para eso hacen falta cien monedas de oro. Ése es el milagro que espero en esta Nochebuena.
    Desesperado, sabiendo que si se retrasaba un poco más, nadie comería en su casa ni asistiría a la Misa del Gallo, el hombre acabó pagando las cien monedas y consiguió recuperar el papel. Para el matrimonio que era tan pobre, el milagro se había hecho. Para el comerciante, lo que su esposa le había pedido se había cumplido. Pero ésta estaba llena de dudas: ¿había sido demasiado dura con su marido?
    Cuando hubo terminado la Misa del Gallo, fue a hablar con el párroco y le contó la historia.
    – Padre, mi marido encontró a un hombre a quien usted le había sugerido que comprara lo primero que le ofrecieran. Intentando ganar un dinero fácil, escribió en un papel que le vendía su sitio en el paraíso. Yo le dije que cenaría en casa si no volvía con el papel, y al final tuvo que pagar cien monedas de oro para recuperarlo. ¿Fui demasiado lejos? ¿Cuesta tanto un sitio en un paraíso?
    -En primer lugar, tu marido ha demostrado generosidad en el día más importante de la vida cristiana. En segundo lugar, él ha sido el instrumento de Dios para que se realizase un milagro. Pero para responder a tu pregunta: cuando vendió su sitio en el cielo por unos pocos centavos, no pedía el precio que vale. Pero cuando decidió volver a comprárselo por cien monedas, sólo para alegrar a la mujer que ama, te puedo garantizar que vale mucho más que eso.

(basada en un cuento hasídico de David Mandel)

cuestion de actitud

Lucas era el tipo de persona que te encantaría odiar.
Siempre estaba de buen humor y siempre tenia algo positivo que decir.

Cuando alguien le preguntaba cómo le iba, él respondía: “si pudiera estar mejor, tendría un gemelo”.

Era un Gerente único porque tenía varias meseras que lo habían seguido de restaurante en restaurante.

La razón por la que las meseras seguían a Lucas era por su actitud.
Él era un motivador natural: Si un empleado tenia un mal día, Lucas estaba ahí para decirle al empleado cómo ver el lado positivo de la situación.

Ver este estilo realmente me causó curiosidad, así que un día fui a buscar a Lucas y le pregunté: No lo entiendo… no es posible ser una persona positiva todo el tiempo ?

¿Cómo lo haces?.

Lucas respondió:
Cada mañana me despierto y me digo a mí mismo, Lucas, tienes dos opciones hoy: “Puedes escoger estar de buen humor o puedes escoger estar De mal humor. Escojo estar de buen humor”.

“Cada vez que sucede algo malo, puedo escoger entre ser una víctima o aprender de ello. Escojo aprender de ello”.

“Cada vez que alguien viene a mí para quejarse, puedo aceptar su queja o puedo señalarle el lado positivo de la vida. Escojo el lado positivo de la vida”.

Si, claro, pero no es tan fácil, protesté. “Sí lo es”, dijo Lucas. “Todo en la vida es acerca de elecciones. Cuando quitas todo lo demás, cada situación es una elección”.

“Tú eliges cómo reaccionas ante cada situación, tú eliges cómo la gente afectará tu estado de ánimo, tú eliges estar de buen humor o mal humor”.

“En resumen, TU ELIGES COMO VIVIR LA VIDA”.
Reflexioné en lo que Lucas me dijo.

Poco tiempo después, dejé la industria restaurantera para iniciar mi propio negocio. Perdimos contacto, pero con frecuencia pensaba en Lucas cuando tenía que hacer una elección en la vida en vez de reaccionar contra ella.

Varios años más tarde, me enteré que Lucas hizo algo que nunca debe hacerse en un negocio de restaurante, dejó la puerta de atrás abierta una mañana y fue asaltado por tres ladrones armados.

Mientras trataba de abrir la caja fuerte, su mano temblando por el nerviosismo, resbaló de la combinación. Los asaltantes sintieron pánico y le dispararon.

Con mucha suerte, Lucas fue encontrado relativamente pronto y llevado de emergencia a una Clínica. Después de ocho horas de cirugía y semanas de terapia intensiva, Lucas fue dado de alta aún con fragmentos de bala en su cuerpo.

Me encontré con Lucas seis meses después del accidente y cuando le pregunté cómo estaba, me respondió: “Si pudiera estar mejor, tendría un gemelo”. Le pregunté qué pasó por su mente en el momento del asalto.
Contestó:
“Lo primero que vino a mi mente fue que debí haber cerrado con llave la puerta de atrás. Cuando estaba tirado en el piso, recordé que tenía dos opciones: Podía elegir vivir o podía elegir morir. Elegí vivir” ¿No sentiste miedo?, le pregunté. Lucas continuó “Los médicos fueron geniales. No dejaban de decirme que iba a estar bien. Pero cuando me llevaron al quirófano y vi las expresiones en las caras de los médicos Y enfermeras, realmente me asusté. Podía leer en sus ojos: Es hombre muerto. Supe entonces que debía tomar una decisión.”.

¿Qué hiciste?, pregunté.
“Bueno, uno de los médicos me preguntó si era alérgico a algo y respirando profundo grité Si, a las balas… mientras reían, les dije: estoy escogiendo vivir, opérenme como si estuviera vivo, no muerto”. Lucas vivió por la maestría de los médicos, pero sobre todo por su asombrosa actitud.

Aprendió que cada día tenemos la elección de vivir plenamente, la ACTITUD, al final, lo es todo.

como templar el acero

COMO TEMPLAR EL ACERO

Se cuenta la historia del herrero que, después de una juventud llena de excesos, decidió entregar su alma a Dios. Durante muchos años trabajó con ahínco, practicó la caridad, pero, a pesar de toda su dedicación, nada perecía andar bien en su vida, muy por el contrario sus problemas y sus deudas se acumulaban día a día.

Una hermosa tarde, un amigo que lo visitaba, y que sentía compasión por su situación difícil, le comentó: “Realmente es muy extraño que justamente después de haber decidido volverte un hombre temeroso de Dios, tu vida haya comenzado a empeorar. No deseo debilitar tu fe, pero a pesar de tus creencias en el mundo espiritual, nada ha mejorado.”

El herrero no respondió enseguida, él ya había pensando en eso muchas veces, sin entender lo que acontecía con su vida, sin embargo, como no deseaba dejar al amigo sin respuesta, comenzó a hablar, y terminó por encontrar la explicación que buscaba.

He aquí lo que dijo el herrero: “En este taller yo recibo el acero aún sin trabajar, y debo transformarlo en espadas. ¿Sabes tú cómo se hace esto? primero, caliento la chapa de acero a un calor infernal, hasta que se pone al rojo vivo, enseguida, sin ninguna piedad, tomo el martillo más pesado y le aplico varios golpes, hasta que la pieza adquiere la forma deseada, luego la sumerjo en un balde de agua fría, y el taller entero se llena con el ruido y el vapor, porque la pieza estalla y grita a causa del violento cambio de temperatura. Tengo que repetir este proceso hasta obtener la espada perfecta, una sola vez no es suficiente. ”

El herrero hizo una larga pausa, y siguió: “A veces, el acero que llega a mis manos no logra soportar este tratamiento. El calor, los martillazos y el agua fría terminan por llenarlo de rajaduras. En ese momento, me doy cuenta de que jamás se transformará en una buena hoja de espada y entonces, simplemente lo dejo en la montaña de fierro viejo que ves a la entrada de mi herrería.”

Hizo otra pausa más, y el herrero terminó: “Sé que Dios me está colocando en el fuego de las aflicciones. Acepto los martillazos que la vida me da, y a veces me siento tan frío e insensible como el agua que hace sufrir al acero.

Pero la única cosa que pienso es: Dios mío, no desistas, hasta que yo consiga tomar la forma que Tú esperas de mí. Inténtalo de la manera que te parezca mejor, por el tiempo que quieras, pero nunca me pongas en la montaña de fierro viejo de las almas.”

Esto tambien pasara

De: Alias de MSNLUNA200620 (Mensaje original) Enviado: 07/04/2006 12:35

ESTO TAMBIÉN PASARÁ

Hubo una vez un rey que dijo a los sabios de la corte: Me estoy fabricando un precioso anillo.

He conseguido uno de los mejores diamantes posibles, y quiero guardar oculto

dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación

total, y que ayude a mis herederos, y a los herederos de mis herederos, para siempre.

Tiene que ser un mensaje pequeño, de manera que quepa debajo del diamante del anillo.

Quienes escucharon eran sabios, grandes eruditos; podrían haber escrito grandes

tratados, pero ¿darle un mensaje de no más de dos o tres palabras que le pudieran ayudar

en momentos de desesperación total? Pensaron, buscaron en sus libros, pero no podían

encontrar nada. El rey tenía un anciano sirviente que también había sido sirviente de su

padre. La madre del rey murió pronto y este sirviente cuidó de él, por tanto, lo trataba

como si fuera de la familia. El rey sentía un inmenso respeto por el anciano, de modo que

también lo consultó, y éste le dijo: No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero

conozco el mensaje. Durante mi larga vida en palacio, me he encontrado con todo tipo de

gente, y en una ocasión me encontré con un místico. Era invitado de tu padre y yo estuve

a su servicio. Cuando se iba, como gesto de agradecimiento, me dio este mensaje. (El

anciano lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo dio al rey). Pero no lo leas, le dijo

mantenlo escondido en el anillo. Ábrelo sólo cuando todo lo demás haya fracasado,

cuando no encuentres salida a la situación. Ese momento no tardó en llegar. El país fue

invadido y el rey perdió el reino. Estaba huyendo en su caballo para salvar la vida y sus

enemigos lo perseguían. Estaba solo y los perseguidores eran numerosos.

Llegó a un lugar donde el camino se acababa, no había salida: enfrente había un precipicio

y un profundo valle; caer por él sería el fin. Y no podía volver porque el enemigo le

cerraba el camino. Ya podía escuchar el trotar de los caballos. No podía seguir hacia

delante y no había ningún otro camino. De repente, se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el

papel y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso: Simplemente decía

“ÉSTO TAMBIÉN PASARÁ”. Mientras leía “esto también pasará” sintió que se cernía sobre

él un gran silencio. Los enemigos que le perseguían debían haberse perdido en el bosque,

o debían haberse equivocado de camino, pero lo cierto es que poco a poco dejó de

escuchar el trote de los caballos. El rey se sentía profundamente agradecido con el

sirviente y con el místico desconocido. Aquellas palabras habían resultado milagrosas.

Dobló el papel, volvió a ponerlo en el anillo, reunió a sus ejércitos y reconquistó el reino. Y

el día que entraba de nuevo victorioso en la capital, hubo una gran celebración con

música, bailes, y él se sentía muy orgulloso de sí mismo. El anciano estaba a su lado en el

carro y le dijo: Este momento también es adecuado, vuelve a mirar el mensaje. ¿Qué

quieres decir? -le preguntó el rey. Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi vuelta, no

estoy desesperado, no me encuentro en una situación sin salida. Escucha -dijo el anciano-.

Este mensaje no es sólo para situaciones desesperadas; también es para situaciones

placenteras. No es sólo para cuando estás derrotado; también es para cuando te sientes

victorioso. No es sólo para cuando eres el último; también es para cuando eres el primero.

El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: “Esto también pasará”, y nuevamente sintió la

misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba

, pero el orgullo, el ego, había desaparecido. El rey pudo terminar de comprender el

mensaje. Se había iluminado. Entonces el anciano le dijo: Recuerda que todo pasa.
Ninguna cosa ni ninguna emoción son permanentes. Como el día y la noche, hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza porque son la naturaleza misma de las cosas.

¡¡¡Bendiciones!!!

la avaricia

La avaricia

    Un domingo, en Nueva York, un extravagante millonario llamó a uno de sus empleados y le dijo: “Sobre esta mesa hay un millón de billetes de banco de un dólar. Si puedes contarlos antes de media noche serán tuyos. Mira, son las seis. Hasta mañana”.

    El empleado permaneció un momento aturdido, con los ojos humedos ante aquel montón de billetes. Después arremetió contra ellos y comenzó a contar uno, dos, diez, ciento… un paquete…dos paquetes. Respira trabajosamente.

    Y allí está con la cabeza baja, con la mirada fija, inmóvil. Las manos únicamente se mueven, van y vienen con la rapidez y regularidad de una máquina.

    Las campanas difunden sus alegres sonidos invitando al pueblo a congregarse al templo, pero no las oye. Y van pasando las horas… Ni de comer se acuerda…cuenta y cuenta.

    El sol se oculta: ¿dónde estarán sus hijos?¿Habrán comido? No tiene tiempo para pensar en ellos: cuenta y cuenta siempre.

    La noche avanza, las calles están silenciosas, desiertas; la casa envuelta en las sombras del misterio; un criado ha encendido una lámpara y ha colocado un vaso de agua. No se ha fijado en eso. Los ojos se cansan, los nervios se encogen, los músculos de la mano se entorpecen, se aproxima la media noche y él cuenta, cuenta siempre.

    El millonario le mira compasivamente; de pronto le agarra las manos gritándole: “¡Basta!, es medianoche”. El reloj desgrana rápidamente los doce sonidos fatales.

    El desgraciado estaba a la mitad de su trabajo. Abre horriblemente los ojos desorbitados y muere. Pobre loco que se dejó seducir por el brillo del oro y dominado por la avaricia, en vez de riqueza, encontró engaño y muerte.

    Pero abundan en el mundo estos locos que sueñan con enriquecerse. Suena la campana de la iglesia, pero no la oyen, no tienen tiempo para las cosas del alma; tienen que ganar dinero. Los hijos, a causa de sus malos ejemplos, llevan una vida poco edificante, no se percatan de ello; no tienen tiempo; deben ganar dinero.

    Dios les invita a su cena con buenas inspiraciones, con avisos, con alguna desgracia; pero no tienen tiempo para aceptar esta invitación. La riqueza es su único bien, su verdadero bien, su eterno bien.

    Pero llega el momento de improviso la medianoche; el demonio les mira con satánica mirada y les grita: “¡Basta!, ha llegado el momento de la muerte”. ¡Pobres insensatos!

las muletas-1121

Las Muletas

Una vez un hombre se lastimó una pierna. Tuvo que caminar con una muleta. Esta muleta le resultaba muy útil, tanto para caminar como para muchas otras cosas.

Enseñó a toda su familia a usar muletas, transformándose pronto en un objeto utilizado en la vida diaria. Era parte de la ambición de todos el llegar a poseer una muleta. Algunas estaban hechas de marfil, otras adornadas con oro.

Se abrieron escuelas para enseñar su uso; fueron creadas cátedras para ocuparse de los aspectos superiores de esta ciencia.

Unas pocas, muy pocas, personas empezaron a caminar sin muletas, Esto era considerado escandaloso, absurdo. Además existían tantos usos para las muletas. Algunos protestaron y fueron castigados.

Trataron de demostrar que una muleta podía ser usada a veces, cuando fuese necesario, o que muchos de los usos que se le daban a las muletas podrían ser suministrados de otras formas. Pocos escucharon.

Para vencer los prejuicios, algunas personas que podían caminar sin ellas comenzaron a actuar de una manera totalmente diferente a la establecida por la sociedad. No obstante, seguían siendo pocos.

Cuando se descubrió que, habiendo usado muletas durante tantas generaciones, pocas personas podían, de hecho, caminar sin ellas, la mayoría «demostró» que eran necesarias.

«Aquí – dijeron – tenemos un hombre. Traten de hacerlo caminar sin muletas. ¿Ven? No puede.»

«Pero nosotros estamos caminando sin muletas», les recordaron los que caminaban normalmente.

«Eso no es cierto, es una mera fantasía de ustedes», dijeron los tullidos, que para entonces también estaban volviéndose ciegos; ciegos porque se rehusaban a ver.

Historia Sufí

la niña y las monedas de oro-1120

La niña y las monedas de oro

LA EXTRAÑA HISTORIA DE UNA NIÑA DESAPARECIDA EN CÓRDOBA

Esta historia es muy conocida en Córdoba, pues existe una antigua casa del centro de las ciudad que se dice está encantada y cuenta que en ella hace mucho tiempo vivía una familia acomodada que tenía una hija pequeña y varias criadas a su servicio.

Una noche mientras la niña dormía escuchó unos ruidos en el pasillo, abrió lentamente la puerta de su cuarto para mirar el pasillo que comunicaba los cuartos, enormemente largo y oscuro, lleno de cuadros y enlosado.

Al final del pasillo la niña vio lo que parecía un niño de su edad levantando una de las losetas y metiendo algo dentro de un hueco en el suelo. La niña no podía creerlo, lo que vió relucir en la mano del muchacho al pasar por la tenue luz que entraba por la ventana eran monedas de oro.

Cuando el niño se fue salió y se dirigió hacia allí; entonces apareció una de las criadas con una vela enorme que también había visto lo que había pasado y quería sacar partido.

Decidieron que no dirían nada a nadie, todas las noches se acercarían y con la ayuda de la luz de la vela levantarían la loseta y sacarían las monedas hasta acabarlas. Todas las noches la niña,que por su tamaño cabía dentro, se metía en el hueco bajo la loseta e iba dando monedas a la criada, quien las iba guardando en un enorme saco. Las noches pasaban y aquel tesoro parecía no acabarse nunca. Cada noche que pasaba la vela iba consumiéndose más y más, pero las monedas seguían saliendo a pares y no querían dejarse ninguna.

Una noche en medio de su labor la vela comenzó a parpadear haciendo amagos de apagarse, la criada le dijo a la niña que saliera del hueco, que ya tenían dinero de sobra. La niña le hizo caso y abandonó el escondrijo, pero en el último momento una moneda cayó del saco al hueco y, en un acto de avaricia y sin pensárselo siquiera, la muchacha se metió de nuevo en el hueco. La criada intentó agarrarla pero no pudo, mientras le gritaba que por favor saliera de allí y dejara la moneda, pero en medio de ese griterío la vela terminó de apagarse. En el momento justo en que el último rayo de luz salió de la vela la loseta se cerró ante los ojos de la criada dejando a la niña dentro.

La criada decidió no decir nada a nadie, los padres dieron a la niña por desaparecida y el tema se fue olvidando con el tiempo. Pero aún en la actualidad dentro de esa casa se siguen oyendo por las noches los gritos de auxilio de la niña que repiten noche tras noche en el pasillo

“Por favor…socorro…sacadme de aquí…”.

Incluso la policía ha acudido multitud de veces ante la llamada de los vecinos que oían voces pidiendo ayuda, pero al llegar al viejo caserón lo único que siempre han encontrado es una vela vieja y consumida puesta justo en el centro de una loseta

……

La humildad-1119

La humildad

En la cima de una montaña se elevaba un monasterio tibetano en el que residían buen número de novicios, monjes y lamas. Uno de los lamas jóvenes había obtenido un gran control psicosomático, conocía las técnicas más poderosas para dominar la respiración, las energías y la mente, y gustaba de llamar la atención de sus compañeros con su fabuloso autodominio. A menudo se jactaba de sus poderes mentales, energéticos y psicosomáticos, y en el colmo del engreimiento no se recataba al declarar que era el más avanzado mental y espiritualmente. Tal era su vanidad, que el joven lama no pudo por menos que retar al más anciano y venerable lama del monasterio a una competición de «tummo». Esta técnica yóguica estriba en elevar notablemente la temperatura del cuerpo mediante la puesta en práctica de sofisticadas técnicas del yoga basadas en el control respiratorio, el dominio sobre la mente y la sagaz manipulación de las energías. También se utilizan elaboradas visualizaciones místicas. Gracias a esta técnica hay yoguis y ascetas que sobreviven a bajísimas temperaturas, pero lo importante es que desarrollando estos métodos hay, asimismo, una transformación anímica de gran alcance.

El joven lama, cegado por la vanidad, no tenía inconveniente en llegar incluso a ridiculizar al anciano lama al que había desafiado para demostrar sus poderes. El anciano lama, que siempre había destacado por su genuina humildad, accedió al insólito reto, entre otras razones porque no quería desairar al joven. La prueba consistiría en secar sábanas elevando la temperatura del cuerpo. Vencería aquel que secase más sábanas húmedas en el tiempo prefijado.

El sol fue apareciendo tímidamente por el horizonte. Al amanecer, novicios, monjes y lamas llevaron a cabo los primeros oficios religiosos del día y la práctica meditacional. El canto del gallo se confundió con las salmodias envolventes de los lamas. Después de la ceremonia, todos partieron hacia el lugar que se había escogido para la competición. El sol había ido lentamente trepando por el cielo, pero era un día frío de invierno, aunque espléndidamente luminoso. Los dos lamas se sentaron erguidos como postes y entraron en profunda meditación. Dio comienzo la competición. ¿Quién secaría más sábanas? Todos estaban expectantes. Se hizo un silencio abismal. Ni siquiera los novicios más jóvenes se atrevían a quebrar el silencio. Pasaron los minutos y se consumió el tiempo dedicado a la prueba. El resultado no dejaba lugar a dudas sobre el vencedor. En tanto el lama anciano había secado una sábana, el arrogante joven lama había secado seis. ¿Os imagináis cuán henchido de orgullo se encontraba el petulante joven? Sin ningún pudor, comenzó a exclamar:

– ¡Qué enorme dominio he conseguido sobre mi mismo! He obtenido logros insuperables. En unos años he obtenido más poder que los lamas más sabios y respetados a lo largo de toda su vida.

Desde luego había demostrado un control psicosomático excepcional. Los más jóvenes estaban entusiasmados. Entonces el lama joven comenzó a ridiculizar al lama anciano sin la menor consideración. Dijo:

– Con la de años que llevas siendo un santurrón, ¿cómo has obtenido tan poco dominio sobre ti? Muy pocos logros son los tuyos. ¿De qué te ha servido seguir tan fielmente la Doctrina?

El venerable anciano no se inmutó. La sonrisa se reflejaba en sus labios y la ecuanimidad en su mirada. Con serenidad inquebrantable, dijo:

– Joven lama, no me extraña en absoluto que hayas vencido, claro que no. Lograrías secar todas las sábanas del mundo con el ego de tu soberbia. Yo no puedo secar ni la cuarta parte de sábanas que tú, desde luego, pero no me dejo dominar por la vanidad, que es uno de los más graves obstáculos en la senda hacia el Nirvana. Ten mucho cuidado, amigo, porque terminarás abrasándote en la hoguera de tu ego.

Todos estallaron en una sonora carcajada. Incluso los más jóvenes perdieron su entusiasmo por ese lama fatuo y que se extraviaba en las apariencias.

¿Cuándo aprenderemos del poder de la humildad frente a la soberbia?

¡¡¡ Bendiciones !!!

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