¿Cuál es la diferencia entre “ser consciente” y “ser un testigo”?

¿Cuál es la diferencia entre “ser consciente” y “ser un testigo”?

Pregunta:

¿Cuál es la diferencia entre “ser consciente” y “ser un testigo”?

Osho:

Hay mucha diferencia entre “ser consciente” y “ser un testigo”. Ser un testigo es un acto; tú lo estás haciendo, el ego está ahí. De modo que el fenómeno del ser un testigo está dividido entre el sujeto y el objeto.

Ser un testigo es una relación entre sujeto y objeto. Ser consciente carece por completo de toda subjetividad o objetividad. No hay nadie que esté observando cuando eres consciente; no hay nadie que esté siendo observado. Ser consciente es un acto total, integrado; el sujeto y el objeto no se hallan relacionados en él; se han disuelto. Así que, ser consciente no quiere decir que haya alguien que se dé cuenta, ni quiere decir que haya nada de lo que darse cuenta.

Ser consciente es algo total. Una total subjetividad y una total objetividad, como un solo fenómeno. Mientras, en el ser testigo, existe una dualidad entre sujeto y objeto. Ser consciente no implica ninguna acción; ser un testigo implica un ejecutor. Pero a través del ser un testigo, es posible ser consciente, porque ser un testigo significa que ése es un acto consciente. Es un acto, pero consciente. Puedes hacer algo y ser inconsciente; nuestra actividad corriente es una actividad inconsciente, pero si en ella te vuelves consciente, aparece el ser un testigo. De modo que, desde la normal actividad inconsciente hasta el ser consciente, existe una separación que puede ser salvada siendo un testigo.

Ser un testigo es una técnica, un método, hacia el ser consciente. No es ser consciente, pero, comparado con la actividad corriente, con la actividad inconsciente, es un escalón más elevado. Algo ha cambiado, la actividad se ha vuelto consciente; la inconsciencia ha sido reemplazada por consciencia. Pero hay algo más que aún ha de ser cambiado. Y es esto: la actividad ha de ser reemplazada por la inactividad. Ese será el segundo paso.

Es difícil saltar de la acción corriente, inconsciente, al ser consciente. Es posible, pero difícil, de modo que un paso intermedio es de ayuda. Si uno empieza siendo un testigo de la actividad consciente, entonces el salto se convierte en algo más fácil; el salto hacia ser consciente sin que haya ningún objeto consciente, sin ningún sujeto consciente, sin ninguna actividad consciente en absoluto. Eso no quiere decir que el ser consciente no sea consciencia; es pura consciencia, pero no hay nadie que sea consciente de ello.

Hay todavía una diferencia entre consciencia y ser consciente. Consciencia es una cualidad de tu mente, pero no es la totalidad de tu mente. Tu mente puede ser las dos cosas: consciente e inconsciente, pero cuando tú trasciendes tu mente, deja de haber inconsciencia y deja de haber la correspondiente consciencia. Existe el ser consciente.

Ser consciente significa que toda la mente se ha vuelto consciente. Ahora la vieja mente ya no está allí, pero existe la cualidad de ser consciente. Ser consciente se ha convertido en la totalidad; la mente misma es ahora parte del ser consciente. No podemos pedir que la mente sea consciente; solamente podemos decir a ciencia cierta que la mente es consciencia. Ser consciente significa trascender la mente, de modo que no es la mente la que es consciente. Solamente a través de la trascendencia de la mente, prescindiendo de la mente, se hace posible el ser consciente.

La consciencia es una cualidad de la mente; el ser consciente es trascenderla, es ir más allá de la mente. La mente, como tal, es el medio de la dualidad, por eso la consciencia nunca puede trascender la dualidad. Ella siempre es consciente de algo, y siempre hay alguien el cual es consciente. De modo que la consciencia es una parte de la mente, y la mente como tal, es el origen de toda dualidad, de toda división, tanto si ésta se da entre sujeto y objeto, entre actividad o inactividad, o entre consciencia e inconsciencia. Toda clase de dualidad es mental. Ser consciente es no-dual, de modo que ser consciente se refiere al estado de no-mente.

¿Cuál es entonces la relación entre consciencia y ser un testigo? El ser un testigo es un estado, y la consciencia es un medio hacia el ser testigo. Si empiezas siendo consciente, llegas a ser un testigo. Si empiezas a ser consciente de tus actos, consciente de todo lo que haces a diario, consciente de todo lo que te rodea, entonces empiezas a observar.

El ser un testigo llega como consecuencia de la consciencia. No puedes practicar el ser un testigo; solamente puedes practicar la consciencia. El ser un testigo llega como una consecuencia, como una sombra, como un resultado, como un sub-producto. Cuanto más consciente te vuelves, más penetras en él ser un testigo, más testigo llegas a ser. Así, la consciencia es un método para alcanzar el ser un testigo. Y el segundo paso es que ese ser un testigo se convertirá en el método para alcanzar el ser consciente.

De modo que esos son los tres pasos: consciencia, ser un testigo, ser consciente. Pero nosotros estamos en el escalón más bajo, o sea, en la actividad inconsciente. La actividad inconsciente es el estado de nuestras mentes.

A través de la consciencia puedes llegar a ser un testigo, y a través del ser un testigo puedes llegar a ser consciente y a través del ser consciente puedes llegar al “no alcanzar nada”. Mediante el ser consciente puedes alcanzar todo aquello que ya ha sido alcanzado. Después del ser consciente no hay nada; ser consciente es el final.

Ser consciente es el final del progreso espiritual; el no ser consciente es el comienzo. No ser consciente es un estado de existencia material. De modo que no ser consciente e inconsciencia no son lo mismo. No ser consciente implica materia. La materia no es inconsciencia; es no ser consciente.

La existencia animal es una existencia inconsciente; la existencia humana es un fenómeno mental: noventa y nueve por ciento inconsciente y uno por ciento consciente. Este uno por ciento de consciencia implica que tú eres un uno por ciento consciente de tu noventa y nueve por ciento de inconsciencia. Pero si tú te vuelves consciente de tu propia consciencia, entonces el uno por ciento ira incrementándose, y el noventa y nueve por ciento de inconsciencia, irá decreciendo.

Si llegas a ser cien por cien consciente, te convierte en un testigo, un saksin. Si te conviertes en un saksin, habrás alcanzado el punto de lanzamiento desde donde es posible el salto hacia el ser consciente. En el ser consciente, pierdes al testigo y solamente el acto de observar permanece. El que observa se pierde, pierdes la subjetividad, pierdes la consciencia egocéntrica. Entonces permanece la consciencia sin ego. La circunferencia permanece sin el centro.

Esta circunferencia sin el centro es el ser consciente. El ser consciente es la consciencia sin ningún centro, sin ningún origen, sin ninguna motivación, sin ningún centro del que proceda; una consciencia sin origen. Por esto tú vas desde la existencia que no es consciente—la materia, prakriti—hacia el ser consciente. Puedes llamarlo lo divino, lo sagrado, o como quieras llamarlo. Entre la materia y lo divino, la diferencia es siempre la consciencia.

Meditación: El Arte del Éxtasis, cap 13

¿Qué dice Osho sobre el Yoga?

¿Qué dice Osho sobre el Yoga?

Osho:
Yoga significa unión, la ciencia de la unión, … (y) meditación es el acontecimiento supremo en lo relacionado a la unión con la realidad. La meditación es el dios del yoga, pero el yoga ha caido en manos equivocadas, y no sólo recientemente – durante siglo a estado en las manos equivocadas.
La culpa original debe recaer sobre el fundador, Patanjali. patanjali dividió el Yoga en ocho partes. cada división está perfectamente delimitada Tde forma muy científica, pero él noera consciente de la estupidez humana.. El empezó con el cuerpo, y esa es la forma correcta de empezar. La primera parte del yoga ha der ser fisiológica porque el hombre vive en la circunferencia, en el cuerpo, de modo que la tarea ha de comenzar por ahí, sólo después alcanzará la a mente. Y cuando uno ha trascendido el cuerpo y ha trascendido la mente, entonces el tercero, la meditación, sucede.

de modo que , de acuerdo con Patanjali, la primera parte corresponde al cuerpo. pero el no era consciente de que millones de personas se queadrían entretenidas en esa primera parte. Por eso el Yoga se ha convertido en sinónimo de posturas de yoga : gente sentada cabeza abajo y haciendo toda clase de contorsiones. eso se ha convertido en el sinónimo de Yoga. esto no es el Yoga auténtico; es solamente el prefacio, la introducción y la perosna que cree que la introducción es el libro en sí, es idiota.

Pero Patanjali no avisó a la gente. Si lo hubiera hecho hubiera sido mejor. La gente como Patanjali cree en la inteligencia de los demás, ¡que no existe! Confían. Su confianza es inmensa, ¡su confianza es tan inmensa como lo es la estupidez de la gente! Ellos respetan la inteligencia de la gente. Por eso él no alertó a los demás, pero esa advertencia era absolutamente necesaria. “No os apeguéis a la parte fisiológica”.

Solamente unos pocos solamente muy pocos – si hay cien personas interesadas en el yoga, solamente una se saldrá de este ecallamiento fisiológico , y esa única perosna se encallará en lo fisiológico. Si hay cien personas encalladas en lo psicológico, entonces solamente una saldrá de esto, y solamente cuando sales de la mente empieza el verdadero Yoga.

La parte fisiológica del yoga te otorgará grandes poderes fisiológicos. Te podrá hacer vivir una vida mucho más sana y más larga. Pero ¿qué vas a hacer con una vida más larga? Si eres idiota, en vez de ser un idiota durante setenta años serás un idiota durante doscientos años. No ayudará a nadie; será una calamidad.

Había un hombre llamado nadir Shah, uno de los más sobresalientes asesinos de toda la historia de la Humanidad. Invadió la India al menos ciento ochenta veces. mató a más gente en la India que cualquier otra perosna. Y tenía siempre sus modos propios de tortura. Prendía fuego a la ciudad y la rodeaba de forma que nadie pudiera escaparse. ¡Y disfrutaba con ello! este hombre consultó con un astrólogo porque había oído de su fama. “¿Qué me dices? ¿Qué me aconsejas? ¿Debería vivir el hombre una vida larga, muy larga o debería vivir solamente la media, unos setenta años?”

El astrólogo debió de haber sido un hombre muy sabio. le dijo, “Depende. Si un hombre como tú vive durante mucho tiempo, entonces es malo, es una desgracia. En primer lugar, un hombre como tú no debería haber nacido, y en segundo lugar, si naciera, debería morir de inmediato. Y en tercer lugar, si logra vivir durante cierto tiempo, entonces, cuando antes muera, mejor.”

Nadir Shah se enfadó mucho. Esta era la primera ocasión en que alguien no se había alterado ante su actitud criminal, ese era el primer hombre que le había dicho la verdad tal y como era. nadir Shah le dijo, “Te mataré.” El astrólogo ledijo, “Eso no tiene importancia, puedes matarme, pero he de decir la verdad. la verdad es que si hombres como tú viven, deberían dormir las veinticuatro horas del día y beber tanto como pudieran.”

Nadir Shah se quedó d epiedra pero el hombre era tan auténtico que nadir shah tuvo que dejarlo solo. No pudo ni siquiera reunir el corajesuficiente para matarlo. Se quedó impresionado y recordó una y otra vez, “¡Qué hombre! ¡Casi un dragón! Me hizo temblar por la forma en que me miraba y decía las cosas. Nunca hubiera esperado encontrarme alguien con tanto valor.” No obstante respetó al astrólogo.

El Yoga puede hacer que la gente vivá durante más tiempo, pero ¿qué ganarás? No se le debería de prestar mucha atención a esta parte fisiológica. Sí, un poco va bien para mantenerte en forma, pero solamente un poquito, de lo contrario es una vasta jungla : uno puede perderse en sus sutiliezas, en sus complejidades.

Y la segunda parte es incluso mayor que la fisiológica. Si entras en ella puedes alcanzar muchos poderes psíquicos, serás capaz de leer los pensamientos de la gente, pero ¿para qué? Tú mismo contienes tanta basura que ¿para qué vas a leer la basura de los demás? Uno es torturado por su propia basura y tú vas a leer susu pensamientos, ¡y crees que estás haciendo algo grande!

Lo que si tiene importancia es deshacerse de los pensamientos, no leerlos. Si uno ha de deshacerse de sus propios pensamientos, ¿para qué leer los pensamientos de los demás? ¿Y qué encontrarás? Puedes estar junto a una carretera y ver a un hombre pasar y que está penando en su perro, así que ¿para qué?

ISi atiendes a los pensamientos de los demás, ¿qué encontrarás? Uno piensa en susu vacas, otor piensa en su búfalo, otro en su mujer, otro en la mujer de otro. ¡Y tú piensas lo que ellos están pesnando! Puede que el otro sea un yogui y esté también leyend los pensamientos de algún otro…. ¡y entonces las cosas se complican bastante!

la parte fisiológica es común, la parte psicológica es común. Las dos pueden darte poder, pero el poder no es la meta de la meditación. El poder es política, todo poder es política. y el poder corrompe, todaclase de poder; corrompe total y absolutamente. siempre corrompe.

Por eso te digo que lo esencial, el corazón d etodas as religiones, de todos los yogas, de todos los métodos de búsqueda, es la meditación.Uno debería dejar d elado todo lo no esencial. Puedes emplearlos como escalones, pero no más que eso : como trampolines. No has de preocuparte mucho por ellas.Toda tu preocupación debería estar centrada en un punto, deberías dirigirte como una flecha hacia la meditación, solamente entonces en esta peqeña vida, con el poco tiempo, energía y fuerza disponibles y con tantos problemas a tu alrededor, puedes esperar que la flecha dé en el blanco.

Y cuando conoces algo de meditación – no sobre meditación , sino su mismo sabor – deviene una gran liberación. De repente desaparecen todas las tensiones, todas las ansiedades. Toda angustia desaparece. Aunque quieras encontralas solamente para variar, no las encontrarás. ¡Yo lo he intentado y no he podido! A veces me esfuerzo por decubrir alguna tensión, pero soy incapaz, simplemente no aparecen. Lo he intentado de todas las formas posibles, así y asá, pero siempre he llegado a lo mismo : no están operativas.

Una vez has probado el gusto d ela meditación es imposible que estés en miseria alguna. La dicha se vuelve inevitable, como una ducha natural y sigue cayendo como las flores lloviendo del cielo.

–De una transcripción de discursos de iniciación no publicados.

¿Cuál es el papel de la terapia en la meditación?

¿Cuál es el papel de la terapia en la meditación?

Osho:
Buda nunca necesitó de psicoterapia alguna para sus sanyasins, pero en esos veinticinco siglos lagente ha perdido su inocencia, se han vuelto eruditos. La gente ha perido su conexión con la Existencia. sehandesarraigado.
Soy el primero en emplear la terapia pero mi interés no e sla terapia sino la meditación, igual que ocurrió con Buda o Chuang Tse. Ellos nunca utilizaron terapias porque no exitía la necesidad. la gente sencillamente estaba preparada y podías sembrar los rosales sin limpiar d emaleza el terreno. El terreno ya estaba limpio. En esos veinticinco siglos el hombre se ha cargado tanto de basura, ha nacido tanta maleza en su ser que yo estoy empleando la terapia solamente para limpiar el terreno, para arrancar la maleza, las raíces, de modo que la diferencia entre el hombre antiguo y el moderno desaparezca.
El hombre moderno ha de ser devuelto a la inocencia, a la sencillez, a la naturalidad del hombre antiguo.TEl ha perido todas esas grandes cualidades. El terapeuta ha de ayudarle, pero su trabajo e solamente una preparación. No es la meta. La meta final e sla meditación.

Osho, “The greatest Pilgrimage: From here to here”, cap. 27

El satori: como obtenerlo

El satori: cómo obtenerlo

Pregunta:

¿Qué clase de preparativos son necesarios para experimentar el satori?

Osho:

El satori puede llegar a ser posible para un gran número de personas porque, a veces, no requiere de ninguna preparación; a veces ocurre por casualidad. Se crea la situación, pero inconscientemente. Hay mucha gente que sabe lo qué es. Puede que no lo conozcan como satori, puede que no lo hayan interpretado como satori, pero lo han conocido. Un gran estallido de amor puede crearlo.

Incluso mediante las drogas químicas, es posible el satori. Es posible con la mescalina, con el LSD, con la marihuana, porque a través de un cambio químico, la mente puede expandirse lo suficiente como para que se dé un vislumbre. Después de todo, todos tenemos cuerpos químicos—la mente y el cuerpo son sistemas químicos—de modo que, también mediante la química, es posible ese vislumbre.

A veces un peligro repentino puede penetrar tanto en ti que ese destello se hace posible; a veces un gran shock puede hacerte estar tanto en ese momento, que se hace posible el vislumbre. Y para los que poseen una sensibilidad estética, que poseen un corazón poético, que tienen una actitud sensitiva hacia la realidad—no una actitud intelectual—, el destello es posible.

Para una personalidad intelectual, lógica, racional, el vislumbre es imposible. A veces puede sucederle a una persona intelectual, pero solamente mediante una intensa tensión intelectual; cuando se relaja la tensión. Eso le sucedió a Arquímedes. Estaba en satori cuando salió de su baño a la calle, desnudo, y empezó a gritar, “Eureka, ¡lo he encontrado!” Fue una liberación repentina de la constante tensión que tenía respecto a un problema. El problema fue resuelto, de modo que la tensión que había debido al problema fue completa y repentinamente liberada. Se precipitó a la calle desnudo gritando, “Eureka, ¡lo he encontrado!”

Para alguien intelectual, si un gran problema que ha requerido la totalidad de su mente y le ha conducido al clímax de la tensión intelectual, es resuelto, puede que le lleve a un instante de satori. Para las mentes estéticas es más fácil.

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Pregunta:

¿Quieres decir que incluso la tensión intelectual puede ser un medio para alcanzar el satori?

Osho:

Puede serlo, puede no serlo. Si te vas tensando intelectualmente durante esta discusión y la tensión no es llevada al extremo, se convertirá en un obstáculo. Pero si llegas a estar totalmente tenso y luego, de repente, lo entiendes, esa comprensión puede ser una liberación y el satori puede suceder.

O, si esta discusión no es en absoluto tensa, si simplemente charlamos, totalmente relajados, de modo completamente informal, incluso esta discusión puede ser una experiencia estética. No son sólo las flores las que son estéticas; incluso las palabras pueden serlo. No solamente los árboles son estéticos; los seres humanos también pueden serlo. No solamente es posible el satori cuando observas pasar las nubes; incluso si participas en un diálogo se hace posible. Pero, o se necesita una participación muy relajada o una participación muy tensa. O bien estás relajado desde un principio o bien la relajación te llega debido a que la tensión ha alcanzado un clímax y luego ha sido liberada. Cuando una de las dos cosas sucede, incluso un diálogo, una charla, puede convertirse en la causa del satori. Cualquier cosa puede convertirse en la causa del satori; depende de ti. Nunca depende de nada más. Estás atravesando una calle: un niño se ríe y puede suceder el satori.

Hay un haiku que nos cuenta una historia más o menos así. Un monje está cruzando una calle y una flor muy corriente asoma sobre una pared. Una flor muy común, una flor ordinaria de esas que hay por todas partes. El la mira. Es la primera vez que él realmente la ha mirado, porque es muy corriente, es muy normal. Siempre se ve por ahí, por eso nunca se preocupó de mirarla anteriormente. La mira. El satori sucede.

Nunca contemplamos las flores corrientes. Son tan comunes que te olvidas de ellas. Por eso el monje nunca antes había visto esa flor. Por primera vez en su vida la ha visto y el suceso se convierte en un fenómeno. Este primer encuentro con la flor, con esta flor corriente, se convierte en algo singular. Ahora él se siente apenado por ella. Siempre había estado ahí, esperándole, pero él nunca la había mirado. Siente pena por ella, le pide perdón… y la cosa sucede.

La flor está ahí y el monje está delante de ella bailando. Alguien le pregunta, “¿Qué estás haciendo?”

El le dice, “He visto algo poco común en una flor muy común. La flor estaba esperando desde siempre; nunca la había mirado antes, pero hoy sucedió el encuentro”. La flor ahora ya no es corriente. El monje ha penetrado en ella y la flor ha penetrado en el monje.

Algo corriente, incluso un guijarro, puede ser la causa. Para un niño un guijarro es la causa, pero para nosotros no es la causa porque se ha convertido en algo muy familiar. Cualquier cosa poco corriente, cualquier cosa extra, cualquier cosa que hayas visto por primera vez, puede ser el desencadenante del satori si tú estás asequible. Si estás ahí, si tu presencia está ahí, el fenómeno puede suceder.

El satori le sucede a casi todo el mundo. Puede que no sea interpretado como tal, puede que no hayas sabido que fue un satori, pero sucede. Y este “suceder” es la causa de toda búsqueda espiritual; si no, la búsqueda espiritual no sería posible. ¿Cómo vas a ir en busca de algo de lo que no has tenido ni un solo vislumbre? Primero algo ha de llegarte, algún rayo ha de alcanzarte – un toque, una brisa – algo ha de llegar hasta ti para que se desencadene la indagación.

Una búsqueda espiritual solamente es posible si te ha sucedido algo sin que tú lo sepas. Puede ser con el amor, puede ser con la música, puede ser en la naturaleza, puede ser con la amistad, puede ser con cualquier comunión. Algo te ha sucedido que ha sido una fuente de gozo y que ahora es sólo un recuerdo, una memoria. Puede que ni siquiera sea un recuerdo consciente; puede ser inconsciente. Puede que esté esperando como una semilla en algún lugar en lo profundo de ti. Esta semilla se convertirá en la causa de una indagación y tú continuarás buscando algo que no conoces. ¿Qué es lo que estás buscando? No lo sabes. Pero aún así, en algún lugar, puede que desconocido para ti, alguna experiencia, algún momento maravilloso, se haya convertido en parte de tu mente. Se ha convertido en una semilla y ahora, esa semilla está abriéndose paso a través de ti y tú estás buscando algo que no sabes nombrar, que no sabes explicar.

¿Qué es lo que estás buscando? Si una persona espiritual es sincera y honesta no podrá decir, “Estoy buscando a Dios”, porque no sabe si Dios existe o no existe. Y la palabra “Dios” carece por completo de sentido a menos que lo hayas conocido. De modo que no puedes buscar a Dios o al Moksha – la Liberación—; no puedes. Un buscador sincero tendrá que volver sobre sí mismo. La búsqueda no es de algo en el exterior; es de algo interior. En algún lugar existe algo que ha sido vislumbrado, que se ha convertido en la semilla y que te está empujando, te está aguijoneando hacia algo desconocido.

La búsqueda espiritual no es una atracción desde el exterior; es un empuje interior. Siempre es un empuje. Y si es una atracción, la búsqueda no es sincera, no es auténtica. Entonces no es más que una búsqueda para alguna nueva clase de gratificación, una nueva clase de deseo. La búsqueda espiritual siempre es un empuje hacia algo desde el interior más profundo de ti mismo, algo de lo cual has tenido un vislumbre. No lo has interpretado, no lo has conocido conscientemente. Puede ser un recuerdo de un satori en la infancia que esté profundamente enterrado en el inconsciente. Puede ser un gozoso momento de satori en el vientre de tu madre, una dichosa existencia sin preocupaciones, sin tensiones, en un estado de mente completamente relajado. Puede ser un profundo e inconsciente sentimiento, un sentimiento que no conoces conscientemente, el que te está empujando.

Los psicólogos afirman que todo el concepto de búsqueda espiritual surge de la maravillosa existencia en el vientre de la madre. Es maravillosa, oscura, sin un solo rayo de tensión. Con el primer destello de la luz, empieza a sentirse la tensión, pero la oscuridad es absoluta relajación. No hay preocupaciones, nada que hacer. Ni tan solo has de respirar; tu madre respira por ti. Existes exactamente de la forma que uno entiende que ha de existir cuando se alcanza el Moksha. Todo simplemente “es”, y ser “es” maravilloso. No se ha de hacer nada para alcanzar este estado; tan sólo “ser”.

De modo que puede decirse que hay una profunda e inconsciente semilla en tu interior que ha experimentado una relajación total. Puede que sea alguna experiencia de una dicha extática en la infancia; un satori infantil. Toda la infancia está plena de satoris, pero los has perdido. El Paraíso se ha perdido y Adán es expulsado del Paraíso. Pero el recuerdo está ahí, el desconocido recuerdo que te empuja.

El samadhi es distinto de esto. No has conocido el samadhi, pero mediante el satori aparece la promesa de que algo mayor es posible. El satori se convierte en la promesa que te conducirá hacia el samadhi.

***

Pregunta:

¿Qué he de hacer para alcanzarlo?

Osho:

No has de hacer nada. Solamente una cosa: debes ser consciente, no debes resistirte, no debe haber ninguna resistencia hacia él. Pero hay resistencia; por eso hay sufrimiento. Hay una resistencia inconsciente. Si algo empieza a suceder al brahma randra, solamente implica que la muerte del ego se aproxima. El que exista esa resistencia interna lo hace doloroso. Esta resistencia interna puede adoptar dos formas: o bien dejas de meditar o preguntas que has de hacer para trascenderla, para ir más allá de ella.

No has de hacer nada. Esta pregunta también es una clase de resistencia. Déjalo hacer lo que hace. Tan solo sé consciente y acéptalo totalmente. Quédate con él, déjalo que haga lo que está haciendo y coopera con él.

***

Pregunta:

¿Debo mantenerme como testigo de ello?

Osho:

No seas un testigo, porque ser simplemente testigo de este proceso creará barreras. No seas su testigo. Coopera con él, únete a él. Simplemente coopera con él, entrégate totalmente a él, entrégate a ti mismo a él y dile, “Haz lo que tengas que hacer, lo que sea”. Y sólo sé cooperativo.

No te resistas, ni le prestes atención porque incluso tu atención será una resistencia. Simplemente está con él y déjale hacer lo que tenga que hacer. Tú no puedes saber qué es lo que es necesario hacer y no puedes planear qué es lo que ha de hacerse. Solamente puedes entregarte a él y dejar que haga lo que sea conveniente. El brahma randra posee su propia sabiduría, cada centro posee su propia sabiduría y si le prestamos atención crearemos inconvenientes.

En el instante en que te vuelves consciente de cualquiera de las funciones internas de tu cuerpo creas una alteración porque creas tensión. Todo el trabajo de tu cuerpo, el trabajo interior, es inconsciente. Por ejemplo, una vez que has ingerido la comida has de dejar de prestarle atención, debes dejar que el cuerpo haga lo que crea conveniente. Si prestas atención a tu estómago, le causarás alteraciones; alterarás por completo su funcionamiento y el estómago enfermará.

De este modo, cuando el brahma randra funcione, no le prestes atención, porque tu atención actuará en su contra, tú trabajarás en su contra. Lo encararás y al encararlo, al enfrentarlo, crearás una alteración; entonces todo el proceso será innecesariamente prolongado. Por eso, desde mañana mismo, simplemente está con él, ve con él, sufre con él y déjalo hacer lo que quiera hacer. Debes entregarte por completo, debes darte por completo a él. Esta entrega es akarma, ausencia de actividad. Es más akarma que el interesarte, porque tu atención es karma, acción; es una actividad.

Por eso, mantente con cualquier cosa que esté sucediendo. No es que al estar con ella no seas consciente, sino que no le prestarás atención. Serás consciente de ello y ésa es la diferencia. Estando presente existirá una consciencia, una consciencia difusa. En todo momento sabrás que algo está sucediendo, pero ahora estarás con ello, no habrá contradicción entre tu ser consciente y lo que está sucediendo.

Meditación: El Arte del Éxtasis, cap 15

¿Cuál es la diferencia entre satori y samadhi?

¿Cuál es la diferencia entre satori y samadhi?

Pregunta:

¿Cuál es la diferencia experimental entre satori—en el zen, un vislumbre de la Iluminación—y samadhi, la consciencia cósmica?

Osho:

El samadhi empieza como una ruptura, pero nunca acaba. Una ruptura siempre comienza y acaba, tiene unos límites, un principio y un final, pero el samadhi empieza como una ruptura y entonces dura para siempre. No tiene final. Así que si el suceso llega como una ruptura y no tiene final, es samadhi, pero sí es una ruptura total, con un comienzo y un final, entonces es un satori, y eso es diferente. Si es sólo un vislumbre, sólo una ruptura, y esa ruptura desaparece de nuevo, si es un paréntesis y el paréntesis está completo—atisbas en su interior y regresas; entras en él y regresas—si algo sucede y de nuevo desaparece, es un satori. Es un vislumbre, un vislumbre del samadhi, pero no el samadhi.

“Samadhi” significa el comienzo del saber, sin ningún final.

En la India no tenemos ninguna palabra que corresponda a satori, de modo que, a veces, cuando la ruptura es grande, uno puede confundir el satori con el samadhi. Pero nunca son iguales; es sólo un vislumbre. Has alcanzado lo cósmico y has mirado en su interior, y entonces todo ha desaparecido otra vez. Desde luego, tú no serás el mismo; ahora nunca serás el mismo otra vez. Algo ha penetrado en ti, algo te ha sido añadido; nunca podrás ser el mismo. Pero todavía, eso que te ha cambiado no permanece contigo. Es sólo un recuerdo, sólo memoria. Es sólo un destello.

Si puedes recordarlo, si puedes decir, “He conocido ese instante”, es solamente un vislumbre, porque en el instante en que el samadhi suceda, no estarás allí para recordarlo. Entonces nunca dirás, “Lo he conocido”, porque al conocer, el conocedor se pierde. Solamente con el vislumbre permanece el conocedor.

Así pues, el conocedor puede guardar como un recuerdo este vislumbre. Puede suspirar por él, puede desearlo, puede acariciarlo, puede esforzarse de nuevo por experimentarlo, pero él está todavía ahí. Aquél que ha tenido un vislumbre, aquél que lo ha visto, está ahí. Eso se ha convertido en un recuerdo y ahora ese recuerdo te perseguirá, te acechará, y exigirá una y otra vez que se repita el fenómeno.

En el instante en que el samadhi sucede, tú no estás allí para recordarlo. El samadhi nunca se convierte en parte de la memoria porque el que estaba allí ya no está. Como dicen en zen, “El hombre viejo ha desaparecido y el nuevo ha llegado…” Y esos dos nunca se encuentran, de modo que no existe la posibilidad de recuerdo alguno. Lo viejo se ha ido y lo nuevo ha llegado y no ha habido encuentro entre los dos, porque lo nuevo solamente puede llegar cuando lo viejo se ha ido. Entonces no es un recuerdo, no hay un anhelo hacia él, no nos acecha, no suspiramos por él. Entonces, tal y como eres, estás en paz y no hay nada que desear.

No es que hayas matado el deseo, ¡no! Es una ausencia de deseos en el sentido de que aquél que podía desear ya no existe. No es un estado de no-deseo; es la extinción del deseo, porque aquél que podía desear ya no existe. Entonces no hay deseo alguno, ya no existe el futuro, porque el futuro es creado por nuestros deseos; es una proyección de nuestros deseos.

Si no hay deseos, no hay futuro. Y si no hay futuro, no hay necesidad del pasado porque el pasado es siempre un telón de fondo contra el cual, o mediante el cual, es anhelado el futuro.

Si no hay futuro, si sabes que en este mismo instante vas a morir, no hay necesidad de recordar el pasado. Entonces no hay ni tan sólo necesidad de que recuerdes tu nombre porque el nombre posee un significado solamente si existe un futuro. Puede que lo necesites, pero si no hay futuro, simplemente quema todos tus vínculos con el pasado. No los necesitas; el pasado ha dejado de tener sentido. El pasado solamente tiene sentido si apoya o contradice al futuro.

En el instante en que el samadhi ha sucedido, el futuro se convierte en algo no-existencial. No existe; solamente existe el momento presente. Es el único momento; no existe ni siquiera pasado. El pasado ha desaparecido y el futuro también y una única, momentánea existencia se ha convertido en la totalidad de la Existencia. Estás en ella, pero no como una entidad distinta de ella. No puedes diferenciarte de ella porque solamente te diferencias de ella debido a tu pasado o tu futuro. La única barrera entre tú y el momento presente que está aconteciendo son el pasado y el futuro cristalizados a tu alrededor. De modo que cuando sucede el samadhi no existen ni pasado, ni futuro. No es que tú estés en el presente; es que tú eres el presente, te conviertes en el presente.

El samadhi no es un vislumbre, el samadhi es una muerte. Pero el satori es un vislumbre, no una muerte. Y el satori es posible de muchas maneras. Una experiencia estética puede ser una posible causa para que se dé el satori; la música puede ser una posible causa del satori; el amor puede ser un posible origen del satori. En cualquier momento intenso en que el pasado pierda su importancia, en cualquier instante en el que estés viviendo en el presente – un instante que puede ser o bien de amor, o de música, o sentimiento poético, o de cualquier experiencia estética en la cual el pasado no interfiera, en la cual no haya deseo hacia el futuro—el satori se hace posible. Pero es sólo un destello. Este destello es importante porque a través del satori puedes, por primera vez, sentir lo que significa el samadhi. El primer sabor, o el primer perfume distintivo del samadhi, llega a través del satori.

Así que el satori sirve de ayuda, pero cualquier cosa que sirva de ayuda puede convertirse en un obstáculo si te aferras a ella y la sientes como si lo fuera todo. El satori conlleva una dicha que es capaz de engañarte; posee una dicha propia. Debido a que desconoces el samadhi, aquél es la cosa más grande que alcanzas, y te aferras a él. Pero si te apegas a él, puedes hacer que eso que era una ayuda, eso que era un amigo, se convierta en una barrera y en un enemigo. De modo que uno ha de ser consciente del posible peligro del satori. Si te das cuenta de esto, entonces la experiencia del satori te será de ayuda.

Un único, un momentáneo vislumbre, es algo que nunca puede ser conocido por otros medios. Nadie puede explicarlo; ni las palabras, ni la comunicación pueden darte pistas de ello. El satori es importante, pero es sólo un vislumbre, algo así como un paso adelante, como un único y momentáneo avance hacia la Existencia, hacia el abismo. No has podido ni siquiera darte cuenta de ese momento, no has podido ser consciente de él cuanto ya se te ha cerrado. Como el clic de la cámara; un clic y todo se ha perdido. Entonces surgirá un anhelo; lo arriesgarás todo por ese instante. Pero no lo anheles, no lo desees; déjalo que duerma en el recuerdo. No lo conviertas en un problema; simplemente, olvídalo. Si eres capaz de olvidarlo y no te aferras a él, esos momentos llegarán a ti cada vez más y más; los vislumbres te vendrán más y más.

Una mente exigente llega a cerrarse, y el vislumbre desaparece. Siempre se presenta cuando no eres consciente de él, cuando no lo buscas, cuando estás relajado, cuando no estás ni pensando en eso, cuando ni tan sólo meditas. Incluso si estás meditando, el vislumbre se convierte en algo imposible, pero cuando no estás meditando, cuando estás en un momento en el que te dejas ir – sin hacer nada, ni tan siquiera esperando nada – en ese momento de relajación, el satori sucede.

Empezará a sucederte más y más, pero no pienses en ello, no lo desees. Y nunca lo confundas con el samadhi.

Meditación: El Arte del Éxtasis, cap 15

Por favor dinos algo sobre la relación entre consciencia y energía….

        Por favor dinos algo sobre la relación entre consciencia y energía….

   

Osho:

La física moderna ha hecho uno de los mayores descubrimientos de la historia, y es éste : que la materia es energía, esa es la mayor contribución de Albert Einstein a la Humanidad : E=mc2 , la materia es energía. La matería sólo parecer ser materia .. no existe nada material, no existe nada que sea sólido. Incluso la sólida roca es energía en movimiento, incluso la sólida roca es energía como lo es el rugiente oceano. Las ondas que surgen en la sólida roca no pueden ser istas porque son muy sutiles, pero la roca respira, late, se agita, está viva.

Friedrich Nietzsche ha declarado que ese Dios está muerto. Dios no está muerto–al contrario, lo que ha pasado es que la materia está muerta. Se ha descubierto que la materia no existe en absoluto. Esta visión de la materia trae a la física moderna muy cerca del misticismo, muy cerca. Por primera vez el científico y el místico están trabajando muy cercanos, casi de la mano.

Eddington, uno de los más grandes científicos de esta edad, ha dicho, “Nosotros pensábamos que la materia es  una cosa; ahora ya no es así. La materia es más como un pensamiento que como una cosa.”

La existencia es energía. La ciencia ha descubierto que el observador es energía, el objeto es energía. Desde la antiguedad, por al menos durante cinco mil años, se ha conocido que la otra polaridad–el asunto, el observador, la conciencia–es energía.

Tu cuerpo es energía, tu mente es energía, tu alma es energía. ¿Entonces cual es la diferencia entre estos tres? La diferencia sólo es un ritmo diferente, diferentes longitudes de onda para todos. El cuerpo es denso–energía que  funciona de forma densa, de una manera visible.

La mente es un poco más sutil, pero todavía no demasiado sutil, porque puedes cerrar tus ojos y puedes ver los  ensamientos que se mueven; ellos pueden verse. Ellos no son tan visibles como tu cuerpo; tu cuerpo es visible a todos los demás, es públicamente visible. Tus pensamientos son visibles en privado. Nadie más puede ver tus pensamientos; sólo tú puedes verlos–o las personas que han trabajado muy profundamente  en ver pensamientos. Pero ordinariamente ellos no son visibles a otros.Y la tercera, la última capa dentro de ti, es la  de la  conciencia. Ni siquiera es visible para ti. No puede reducirse en un objeto, permanece en el sujeto.

Si todas estas tres energías funcionan en armonía, estás sano y completo. Si todas estas tres energía no  funcionan en armonía harán que estés mal, enfermo; dejas de ser un todo. Y ser completo es  ser santo.

El esfuerzo que nosotros estamos haciendo aquí es para ayudarte a que tu cuerpo, tu mente, tu consciencia, puedan bailar juntos a un ritmo, en una unión, en una armonía profunda–no en conflicto, en absoluto; en cooperación. El momento en que tu cuerpo, mente y consciencia funcionan juntos, te has vuelto la trinidad, y en esa experiencia está Dios.

Tu pregunta es significativa. Preguntas, “Por favor di algo sobre la relación de conciencia y energía.” No hay ninguna relación entre la conciencia y energía. La conciencia es energía, la más pura energía; la mente no es tan pura, el cuerpo todavía es menos puro. El cuerpo está  demasiado mezclado, y la mente tampoco es totalmente pura.

La conciencia es pura energía total. Pero sólo puedes conocer esta conciencia si haces un cosmos de los tres, y no un caos. Las personas están viviendo en caos: sus cuerpos dicen una cosa, sus cuerpos quieren ir una dirección; sus mentes han olvidado completamente el cuerpo–porque durante siglos te han enseñado que no eres el cuerpo, durante siglos te han dicho que el cuerpo es tu enemigo, que tienes que luchar con él, que tienes que destruirlo, que el cuerpo es pecado.

Debido a todas estas ideas – son tontas y estúpidas, dañinas y venenosas , pero se han estado enseñado durante tan largo    tiempo, que se han vuelto parte de tu mente colectiva; ellas están allí– no experimentas tu cuerpo en un baile rítmico contigo mismo. De ahí mi insistencia en bailar y en la música, porque sólo en el baile sentirás que tu cuerpo, tu mente y tú estáis funcionando juntos. Y la alegría es infinita cuando estas tres eneregías funcionan juntas; la riqueza es grande.

La consciencia es la forma más alta de energía. Y cuando todas estas tres energías funcionan juntas, la cuarta llega. La    cuarta siempre está presente cuando estas tres funcionan juntas. Cuando estas tres funcionan en una unidad orgánica, la cuarta siempre está allí; la cuarta no es nada más que esa unidad orgánica. En el Este, nosotros hemos llamado que la cuarta simplemente es “la cuarta”– turiya; nosotros no le hemos dado ningún nombre. Los tres tienen nombres, el cuarto es anónimo. Conocer la cuarta es conocer a Dios. Permíteme decirlo de esta manera: Dios es cuando tú eres una unidad orgásmica orgánica. Dios no es cuando eres un caos, una desunión, un conflicto. Cuando ereses una casa dividida contra ti mismo, no hay ningún Dios.

Cuando estás tremendamente contento contigo mismo, cuando eres feliz, cuando eres dichoso, cuandoeres agradecido, y todas tus energías están bailando al unísono, cuando eres una orquesta con todas tus energías, Dios es. Ese sentimiento de unidad total es lo que Dios es. Dios no es  un personaje que reside en cierto lugar, Dios es la  experiencia de la tres reunidas en una unidad tal, que la cuarta surge. Y la cuarta es mayor que el total de la suma de las partes. Si diseccionas una pintura, encontrarás la tela y los colores, pero la pintura no es simplemente el total de la suma del lienzo y los colores; es algo más. Este “algo más” se expresa a través de la pintura, colores, el lienzo, el artista, sino que este “algo más” es la belleza. Disecciona una rosa, y encontrarás todos los químicos, todas las cosas de las que está constituida, pero la belleza desaparecerá. No era simplemente la suma de las partes, era algo más.

El todo es más del total de la suma de las partes; se expresa a través de las partes, pero es más. Pero entender que es algo más, es entender a Dios. Dios es “eso” de más, es ese exceso. No es un tema de teología, no puede ser decidido mediante argumentation lógicá. Has de sentir la belleza, tienes que sentir la música, tienes que sentir el baile. Y finalmente tienes que sentir el baile en tu cuerpo, mente y alma. Has de aprender a jugar con estoa tres energías para que todos ellas sean convertidos en una orquesta. Entonces Dios es–no es que ve a Dios, no hay nada que ver; Dios es el veedor supremo, está observando. Aprende a fundir tu cuerpo, mente y alma; descubrirás como puedes  funcionar como una unidad.

  Pasa muchas veces que los corredores….

No pensarás en el correr como una meditación, pero los corredores a veces han sentido una tremenda experiencia de meditación. Se sorprendían, porque ellos no estaban buscándolo– ¿quién piensa que un corredor vaya a experimentar a Dios? –pero ha pasado, y el correr se está volviéndo ahora  un nuevo tipo de meditación cada vez más frecuente.

Puede pasar corriendo. Si has sido alguna vez un corredor, si  has disfrutado corriendo por  la mañana  temprano cuando el aire está fresco y joven y el mundo entero está volviendo del sueño, despertando, y tú estabas corriendo y tu cuerpo estaba funcionando bellamente, y el aire fresco, y el nuevo mundo de nuevo nacido de la oscuridad de la noche, y todo cantando a tu alrededor , y tú estaba sintiéndote tan vivo…. Llega un  momento en que el corredor desaparece; sólo existe el correr. El cuerpo, mente y el alma empiezan a  funcionar juntos; de repente un orgasmo interno es liberado..

Los corredores a veces han llegado accidentalmente a la experiencia del cuarto, turiya, aunque ellos no se dan cuenta porque piensan que era simplemente debido a que estaban corriendo que disfrutaron el momento; que era un día bonito, que el cuerpo se sentía bien y que el mundo era bonito, y era un momento de buen humor. Ellos no tomarán nota de él. Pero si ellos se dan cuental, mi propia observación es que un corredor puede llegar más fácilmente cerca de la  meditación que los demás. Correr pueden ser de inmensa ayuda y nadar puede ser de inmensa ayuda.Todas estas cosas tienen que ser transformadas en  meditaciones.

Abandona ya las viejas ideas de meditaciones, de que el estar simplemente sentado debajo un árbol con una postura de  yoga es meditación. Ésa es una de las maneras, y puede ser conveniente para unas personas pero no puede ser adecuada para todos.

Para un niño pequeño no es ninguna meditación, es tortura. Para un hombre joven que está vivo, vibrante, es represión, no es ninguna meditación.Quizás para un hombre viejo que ha vivido, cuyas energías están decayendo, puede ser meditación. Las personas difieren, hay muchos tipos de las personas. A alguien de un tipo bajo de energía, el sentrase bajo un árbol  en una postura de yoga puede ser la mejor meditación, porque en la postura de yoga el gasto de energía es menor. Cuando la columna está derecha y hace un ángulo del noventa grados con la tierra, tu cuerpo gasta la  menor energía posible. Si estás inclinándote hacia la izquierda o  hacia el frente, entonces tu cuerpo comienza  a gastar más energía, porque la gravitación empieza a tirar de él  hacia abajo y  has de mantener tu posición, has de sostenerte para no se caerte. Esto es gasto. Se encontró que una columna erguida era la adecuada  para realizar el menor  gasto de energía.

Sentarse con las manos juntas en el regazo también es muy muy útil para las personas de baja-energía, porque cuando ambas manos están tocándonos, tu  electricidad  corporal empieza a moverse en un círculo. No sale de tu cuerpo; se vuelve un círculo interno, la energía mueve en tu interior. Has de saber  que siempre se libera energía a través de los dedos, nunca se libera energía de las formas redondeadas. Por ejemplo, tu cabeza no puede soltar energía, la contiene. Se libera energía a través de los dedos, los dedos del pies de los pies y las manos. En una cierta postura de yoga los pies están juntos, para que la  energía se descarge por un pie y entre en el otro pie; una energía se descarga desde una mano y entra en la otra  mano.Tú  sigues absorbiendo tu propia energía, te vuelves un círculo interno de energía. Es muy descansador, es muy relajador.

La postura de yoga es la postura más relajada posible. Estás más relajado incluso que en el sueño, porque cuando estás dormido, tu cuerpo entero es atraído por la gravitación. Cuando estás horizontal estás  relajándote de una manera totalmente diferente. Estás relajándote porque regresas a los días antiguos cuando el  hombre era un animal, horizontal. Estás relajándote porque es regresivo; ayuda que te vuelvas un animal de  nuevo.

Sucede que al estar en una postura horizontal no puedes pensar claramente, se pone difícil el pensar. Pruébalo. Puedes soñar fácilmente pero no puedes pensar fácilmente; para pensar tienes que sentarte. Mientras  más erguido te sientes, mayor es la posibilidad de pensar. El pensamiento llegó después; cuando el hombre se puso vertical entonces el pensamiento llegó. Cuando el hombre funcionaba en horizontal soñaba, pero el pensar no estaba allí.

Pasa que cuando te acuestas comienza a soñar y el pensamiento desaparece. Es una clase de relajación,  porque cuando el pensamiento se detiene; retrocedes. La postura de yoga es una meditación buena para aquéllos que tienen energía baja, para aquéllos que están enfermos, para aquéllos que son viejos, para aquéllos que han vivido la vida entera y ahora están acercándose a la muerte. Miles de monjes budistas han muerto en la postura del loto sentado, porque la manera mejor de recibir muerte es en la postura del loto–porque en la postura del loto estarás totalmente alerta, y debido a que las energías están desapareciendo, ellos van menguando a  cada momento. La muerte está llegando. En una postura del loto puedes mantener la taención hasta el mismo final. Y estar alerta mientras te estás muriendo es uno de las más grandes experiencias, lo supremo en el orgasmo.

Y si estás despierto mientras te estás muriendo, tendrás un tipo totalmente diferente de  nacimiento: nacerás despierto. Uno que muere despierto, nace despierto. Uno que  muere inconsciente, nace inconsciente. Uno que muere estando atento puede escoger el útero correcto para él; él tiene una opción, él se lo ha ganado. El hombre que se muere inconscientemente no tiene ningún derecho a escoger el úero; el útero llega inconscientemente, accidentalmente.

El hombre que  muere absolutamente despierto en esta vida, sólo vendrá una vez más, porque la próxima vez habrá ninguna necesidad de venir. Simplemente le queda un poco el trabajo: la otra vida hará ese trabajo. Para uno que se está muriendo consciente, sólo una cosa queda ahora: él no ha tenido tiempo para convertir su consciencia en compasión. La próxima vez él podrá convertir su conocimiento en compasión. Y a  menos que el conocimiento se vuelve compasión, algo permanece incompleto, algo permanece imperfecto.

                                  Correr puede ser una meditación.

Correr, bailar, nadar, cualquier cosa puede ser una meditación. Mi definición de meditación es: siempre que tu  cuerpo, tu mente y tu alma están funcionando juntos en ritmo, eso es meditación, porque traerá el cuarto. Y si eres consciente de que lo que estás haciendo es una meditación-no para tomar parte en las Olimpiadas, sino haciéndolo como una meditación–entonces es tremendamente bonito.

En la nueva comunidad vamos a introducir todo tipo de meditaciones. Aquéllos que disfrutan nadando, tendrán oportunidades de meditar nadando. Aquéllos que disfrutan corriendo, tendrán su grupo para correr durante kilómteros. Cada uno según su necesidad–sólo entonces este mundo podrá estar lleno de meditación; no de otra manera .

Si proporcionamos un sólo modelo fijo de meditación, entonces sólo será aplicable solamente a unas pocas personas. Ése ha sido uno de los problemas en el pasado: modelos fijos de meditación, no fluidos–fijos, para que en ellos encajaran ciertos tipos y todos los otros quedaran en la oscuridad.

                      Mi esfuerzo es hacer meditación disponible a cada uno y todos.

La meditación debe ser accesible a cualquiera que sea la clase de persona que dese meditar. Si él necesita descansar, entonces el descansar debe ser su meditación. Entonces “sentándose en silencio sin hacer nada, y la primavera viene y la hierba crece por sí mismo”–ésa será su meditación. Nosotros tenemos que encontrar tantas dimensiones en  la
meditación como personas hay en el mundo. Y el modelo no tiene que ser muy rígido, porque no hay dos individuos iguales. El modelo tiene que ser muy el líquido para que pueda encajar con el individuo. En el pasado, la práctica era que el individuo tenía que encajar con el modelo.

Yo traigo una revolución. El individuo no tiene que encajar con el modelo, el modelo tiene que encajar con el individuo. Mi respeto para el individuo es absoluto. No me interesan mucho los medios, estos pueden cambiarse, arreglarse de diferentes maneras.

Es por esto que te encuentras tantas meditaciones aquí. Nosotros no tenemos bastantes oportunidades aquí, sino te sorprenderías al ver  cuántas puertas tiene el templo de Dios. Y también te sorprendería saber que hay sólo una puerta especial para ti y para nadie más. Ése es el amor de Dios hacia ti, tu respeto hacia ti. Serás recibido a través de una puerta especial, no a través de la verja pública; serás recibido como un invitado especial.

Pero el principio básico absoluto es que la meditación tiene que cumplir este requisito: que el cuerpo, mente y consciencia, los tres deben funcionar en unidad. Entonces de repente un día, el cuarto ha llegado: el ser testigo. O si quieres , llámalo Dios; llámalo Dios o nirvana o Tao o cualquier cosa que quieras.

Osho: The Book of Wisdom, Capítulo 23

¿Que es el prana?

¿Qué es el prana?

Pregunta:

¿Qué es el prana y cómo se manifiesta en cada uno de los siete cuerpos?

Osho:

El prana es energía, la energía vital en nosotros, la vida en nosotros. Esta vida se manifiesta a sí misma, por lo que al cuerpo físico concierne, como el aliento entrante y saliente. Son dos extremos opuestos. Los consideramos como uno solo. Decimos, “respiración”, pero la respiración tiene dos extremos: la inspiración y la expiración. Toda energía tiene dos extremos, toda energía existe entre dos polos opuestos. No puede existir de otra forma. Los polos opuestos con su tensión y su armonía, crean la energía; como los polos magnéticos.

Inhalar es realmente lo contrario de exhalar y la espiración es totalmente contraria a la inspiración. En un único instante, la inhalación es como el nacimiento y la exhalación es como la muerte. En un único instante las dos cosas suceden. Cuando inhalas, naces; cuando exhalas, mueres. En un único instante existen el nacimiento y la muerte. Esta polaridad es la energía vital ascendiendo, descendiendo.

En el cuerpo físico, la energía vital adoptará esta manifestación. La energía vital nace y después de setenta años muere. Esa, también es una manifestación mayor del mismo fenómeno: inhalación y exhalación… El día y la noche.

En los siete cuerpos, el físico, el etérico, el astral, el mental, el espiritual, el cósmico, y el nirvánico, existe un correspondiente fenómeno de entrada-salida. Por lo que respecta al cuerpo mental, el pensamiento que llega y el pensamiento que se va es la misma clase de fenómeno que el aliento que entra y el aliento que sale. A cada instante un pensamiento llega a tu mente y un pensamiento se va.

El pensamiento es en sí mismo energía. En el cuerpo mental la energía se manifiesta como la llegada del pensamiento y la desaparición del pensamiento. En el cuerpo físico se manifiesta como la inhalación y la exhalación. Por eso puedes cambiar tus pensamientos con la respiración. Existe una correspondencia.

Si dejas de inhalar, impedirás entrar al pensamiento. Retén tu respiración en tu cuerpo físico y en el cuerpo mental los pensamientos se detendrán. Y, de la misma forma que el cuerpo físico se siente incómodo, tu cuerpo mental se sentirá incómodo. El cuerpo físico querrá inhalar; el cuerpo mental querrá ponerse a pensar.

De la misma forma que el aliento entra en el interior desde el exterior y el aire existe fuera de ti, también un océano de pensamiento existe alrededor de ti. Un pensamiento entra y un pensamiento sale. Así como el aire que tú respiras puede convertirse en el aire que yo respiro en otro momento, tu pensamiento puede convertirse en mi pensamiento. De la misma forma que exhalas, exhalas tus pensamientos. De la misma forma que existe el aire, existe el pensamiento; de la misma forma que el aire puede ser contaminado, también el pensamiento puede ser contaminado; de la misma forma que el aire puede ser impuro, también el pensamiento puede ser impuro.

El respirar en sí, no es prana. “Prana” significa la energía vital que se manifiesta en sí misma entre esas polaridades de entrada y salida. La energía que hace que el aliento entre, es prana; no es el aliento en sí. La energía que hace que el aliento entre, que lo consolida, esa energía que hace que el aliento entre y salga, es prana.

La energía que hace que un pensamiento entre y que un pensamiento se vaya, esa energía también es prana. Este proceso existe en todos los siete cuerpos. Solamente estoy hablando ahora del físico y del mental porque esos dos son los que conocemos; los podemos comprender fácilmente. Pero en cada nivel de nuestro ser, ocurre lo mismo.

Tu segundo cuerpo, el cuerpo etérico, tiene su propio proceso entrante y saliente. Puedes captar este proceso en cada uno de los siete cuerpos, pero lo percibirás solamente como el aliento que entra y el aliento que sale, porque solamente te relacionas con tu cuerpo físico y su prana. Entonces siempre lo mal interpretarás.

Siempre que llegue a ti cualquier sensación procedente de tus otros cuerpos o de su prana, lo interpretarás siempre como el aliento entrante y saliente, porque ésta es la única experiencia que conoces. Solamente has conocido esta manifestación del prana, de la energía vital. Pero en el plano etérico no hay ni respiración ni pensamiento, sino influjo; simplemente, un influjo, entrando y saliendo.

Entras en contacto con alguien sin haberlo conocido previamente. Ni siquiera ha hablado contigo, pero algo de él te llega. O bien le has dejado entrar o lo has expulsado. Hay una sutil influencia: puedes llamarlo amor o puedes llamarlo odio; la atracción o la repulsión.

Cuando eres repelido o atraído, esto es tu segundo cuerpo. Y a cada instante el proceso continúa, nunca se para. Siempre estás dejando entrar influencias y luego expulsándolas. El otro extremo siempre estará ahí. Si has amado a alguien, luego, en un momento determinado, serás repelido. Si has amado a alguien el aliento ha entrado; ahora será expulsado y serás repelido.

De modo que cada momento de amor será seguido por un momento de repulsión. La energía vital existe en polaridades. Nunca existe como un solo polo. ¡No puede! Y siempre que trates de considerarlo así, te esforzarás en pos de lo imposible.

No puedes amar a alguien sin odiarle en algún momento. El odio estará allí porque la fuerza vital no puede existir como un solo polo. Existe como extremos opuestos, de modo que un amigo será un enemigo; y esto continuará. Este entrar y salir sucederá hasta el séptimo cuerpo. Ningún cuerpo puede existir sin este proceso, este entrar y salir. No puede, de la misma forma que el cuerpo físico no puede existir sin inhalar y exhalar.

Por lo que concierne al cuerpo físico, nunca consideramos esos dos aspectos como opuestos, de modo que nuestra vida no resulta afectada. La vida no distingue entre inhalación y exhalación. No hay una distinción moral. No hay nada que elegir; son lo mismo. El fenómeno es natural.

Pero en lo que respecta al segundo cuerpo, el odio debe desaparecer y el amor debe quedar. Entonces has empezado a elegir. Has empezado a elegir y esta elección te causará problemas. Por eso es que el cuerpo físico es, por lo general, más sano que el segundo, que el cuerpo etérico. El cuerpo etérico siempre está en conflicto porque la elección moral lo ha convertido en un infierno. Cuando surge el amor, te sientes bien, pero cuando aparece el odio, te sientes mal. Pero ha de aparecer, de modo que una persona que sepa, una persona que haya conocido los extremos, no se siente descorazonada cuando aparece. Una persona que ha conocido los extremos está tranquila, equilibrada. Sabe qué sucederá; por esto, ni trata de amar cuando no siente amor ni crea odio alguno. Las cosas vienen y van. El no se siente atraído por lo que entra, ni repelido por lo que sale. Es simplemente un testigo. Dice, “Es como el aliento que entra y el aliento que sale”.

El método de meditación budista del Anapanasati Yoga se ocupa de esto. Dice que seas simplemente un testigo de tu inspiración u de tu exhalación. Sé simplemente un testigo y empieza desde el cuerpo físico. Los otros seis cuerpos no se mencionan en el Anapanasati porque llegarán por sí mismos, poco a poco.

Cuanto más familiar llegues a sentirte con esta polaridad, con este morir y vivir simultáneamente, con este nacimiento y muerte simultáneos, más te iras dando cuenta del segundo cuerpo. Respecto al odio, Buda dice entonces que has de tener upeksha. Has de ser indiferente. Tanto si es odio como si es amor, mantente indiferente. Y no te aferres a ninguno, porque si te aferras, ¿qué sucederá con el otro extremo? Estarás incómodo. Aparecerá la enfermedad; no estás en paz.

Buda dice, “La llegada del amado es bienvenida, pero la partida del amado es llorada. El encuentro con el que te repele, es una desgracia, y la marcha del que te repele, es una dicha. Pero si continúas dividiéndote a ti mismo en esos polos, estarás en el infierno, vivirás en un infierno”.

Si simplemente te conviertes en un testigo de esas polaridades, entonces dirás, “Es un fenómeno natural. Es tan natural en lo que concierne al cuerpo—o sea, uno de los siete cuerpos—que el cuerpo existe debido a esto; si no, no podría existir”. Y cuando te haces consciente de esto, trasciendes el cuerpo. Si trasciendes tu primer cuerpo, entonces te haces consciente del segundo. Si trasciendes tu segundo cuerpo, entonces te haces consciente del tercero…

El ser un testigo siempre está más allá de la vida y de la muerte. Inhalar y exhalar son dos cosas y si te conviertes en testigo, entonces no eres ninguna de las dos. Entonces ha aparecido una tercera fuerza. Ahora no eres la manifestación del prana en el cuerpo físico; ahora tú eres el prana, el testigo. Ahora ves que la vida se manifiesta en el nivel físico debido a esta polaridad y si esta polaridad desaparece, el cuerpo físico desaparece; no puede existir. Necesita esa tensión para existir, esa constante tensión de entrar y salir, esta constante tensión de nacimiento y muerte. Existe debido a esto. A cada instante se mueve entre los dos polos; si no, no existiría.

En el segundo cuerpo, amor-odio es la polaridad básica. Se manifiesta de muchas formas. La polaridad fundamental es este gustar-no gustar, y a cada instante lo que te gusta se convierte en lo que te disgusta y lo que te disgusta te convierte que en lo que te gusta. ¡A cada instante! Pero nunca lo ves. Cuando lo que te gusta se convierte en lo que te disgusta, si reprimes tu desagrado y continúas engañándote, diciéndote que siempre te gustan las mismas cosas, tan sólo te estás engañando a ti mismo por partida doble. Y si algo te desagrada, sigue desagradándote, nunca te permites a ti mismo observar los momentos en que te ha gustado. Reprimimos nuestro amor hacia nuestros enemigos y reprimimos nuestro odio hacia nuestros amigos. ¡Lo reprimimos! Solamente permitimos un solo movimiento, solamente un extremo, pero debido a que éste regresa otra vez, estamos en paz. Vuelve de nuevo, por eso estamos tranquilos. Pero es algo discontinuo; nunca es continuo. No puede serlo.

La fuerza vital se manifiesta en sí misma en el segundo cuerpo como gusto y disgusto. Pero es simplemente como el respirar; no hay diferencia. La influencia es aquí el medio; el aire es el medio en el cuerpo físico. El segundo cuerpo vive en una atmósfera de influencias. No es simplemente que alguien entre en contacto contigo y tú empieces a sentir simpatía hacia él. Incluso si nadie entra y tú estás solo en la habitación, tú estarás con el gustar-disgustar, gustar-disgustar. No habrá diferencia. El gustar-disgustar se irán alternando continuamente.

Es a través de esta polaridad que existe el cuerpo etérico; ésta es su respiración. Si te conviertes en su testigo, entonces simplemente reirás. Entonces no habrá amigo ni enemigo. Entonces sabrás que es sencillamente un fenómeno natural.

Si te vuelves consciente y te conviertes en un testigo del segundo cuerpo, del gustar y disgustar, entonces podrás conocer el tercer cuerpo. El tercero es el cuerpo astral. Así como las “influencias” existen en el cuerpo etérico, el cuerpo astral tiene “fuerzas magnéticas”. Su magnetismo es su respiración. En un momento dado te sientes poderoso y al siguiente instante te sientes impotente; en un instante dado eres optimista y al siguiente instante eres pesimista; en un instante dado te sientes confiado y al instante siguiente pierdes toda tu confianza. Es un magnetismo que penetra en ti y un magnetismo que se va de ti. Hay momentos en que puedes desafiar incluso a Dios, y hay momentos en que temes incluso a las sombras.

Cuando la fuerza magnética está en ti, cuando está llegando a ti, te sientes grande. Cuando se ha ido, eres simplemente un don nadie. Y esto cambia hacia atrás y hacia adelante, como el día y la noche; el círculo da vueltas, la rueda da vueltas. Así, incluso una persona como Napoleón tiene sus momentos de impotencia e incluso una persona muy cobarde tiene sus momentos de bravura.

En el judo existe una técnica para determinar cuándo una persona carece de fuerza. Ese es el momento de atacar. Cuando es poderoso, te derrotará, de modo que has de saber el momento en que su poder magnético se le va y entonces atacar, y tú has de incitar a que te ataque cuando tu fuerza magnética está entrando. Este entrar y salir de la fuerza magnética corresponde a tu aliento. Por eso, cuando has de hacer algo complicado, retienes tu respiración. Por ejemplo, si has de levantar una pesada piedra, no puedes alzarla cuando el aliento está siendo expulsado. ¡No puedes hacerlo! Pero cuando el aliento está entrando, o cuando es retenido, puedes hacerlo. Tu respiración se corresponde con lo que está sucediendo en el tercer cuerpo. De modo que cuando el aliento está saliendo, a menos que la persona en cuestión haya sido entrenada para engañarte, es el instante en que su fuerza magnética se le está yendo, éste es el instante de atacar. Y éste es el secreto del judo. Incluso una persona más fuerte que tú puede ser derrotada si conoces el secreto de cuándo se siente él temeroso e inerme. Cuando la fuerza magnética no está en su interior, se sentirá inerme.

El tercer cuerpo vive en una esfera magnética, como el aire. A nuestro alrededor hay fuerzas magnéticas; las inspiras y las exhalas. Pero si te das cuenta de esta fuerza magnética que está entrando y saliendo, entonces ni serás poderoso ni impotente. Trascenderás ambos.

Entonces existe el cuarto cuerpo, el cuerpo mental: pensamientos que entran y pensamientos que salen. Pero esta entrada-salida de pensamientos tiene también su paralelismo. Cuando un pensamiento viene a ti al inspirar, solamente en esos momentos nace un pensamiento original. Cuando exhalas, esos son momentos de impotencia; ningún pensamiento original puede nacer de esos momentos. En los momentos en que algún pensamiento original aparece, la respiración incluso se para. Cuando algún pensamiento original nace, entonces la respiración se detiene. Es simplemente un fenómeno de correspondencia.

Con los pensamientos que se van, no nace nada. Simplemente están muertos. Pero si tú te haces consciente de tus pensamientos entrantes y salientes, entonces puedes conocer el quinto cuerpo.

Hasta el cuarto cuerpo las cosas no son difíciles de entender, porque tenemos alguna experiencia sobre la que basarnos para comprenderlas. Más allá del cuarto las cosas se vuelven muy extrañas, pero aún así, algo puede ser comprendido. Y cuando tú trasciendes el cuarto cuerpo lo comprendes más.

En el quinto cuerpo… ¿cómo decirlo? La atmósfera del quinto cuerpo es la vida, del mismo modo que el pensamiento, el aliento, la fuerza magnética, el amor-odio, son las atmósferas de los cuerpos inferiores.

Para el quinto cuerpo, la vida misma es la atmósfera. Así que en el quinto, la entrada es un momento de vida, y la salida es un momento de muerte. Con el quinto, te vuelves consciente de que la vida no es algo que esté en ti. Entra en ti y se va de ti. La vida misma no está en ti. Simplemente entra y sale como la respiración.

Por eso es que “respiración” y “prana” se han convertido en sinónimos; debido al quinto cuerpo. En el quinto cuerpo, la palabra prana es muy importante. Es la vida la que está entrando y la vida la que está saliendo. Y de ahí el miedo a la muerte que constantemente nos persigue. Eres consciente siempre de que la muerte está cerca, esperando en la esquina. Siempre está ahí, esperando. Este sentimiento de que la muerte siempre que está esperando, este sentimiento de inseguridad, de muerte, de oscuridad, se relaciona con el quinto cuerpo. Es un sentimiento muy oscuro, muy vago, porque no eres completamente consciente de él.

Cuando llegas al quinto cuerpo y te vuelves consciente de él, entonces sabes que la vida y la muerte son, ambos, la respiración del quinto cuerpo; entrando y saliendo. Y cuando te das cuenta de esto, entonces sabes que no puedes morir, porque la muerte no es un fenómeno inherente, como tampoco lo es la vida. Ambos, vida y muerte, son fenómenos exteriores que te ocurren a ti. Tú nunca has estado vivo, nunca has estado muerto; tú eres algo que trasciende por completo a ambos. Pero este sentimiento de trascendencia solamente puede llegar cuando te vuelves consciente de la fuerza vital y de la fuerza mortal en el quinto cuerpo.

Freud ha dicho en alguna parte que él tuvo, en cierta medida, un vislumbre de esto. El no era un adepto al Yoga, sino, lo habría comprendido. El lo llamó “la voluntad de morir”, y dijo que cada hombre, a veces ansia la vida y a veces ansía la muerte. Hay dos voluntades opuestas en los hombres. Una voluntad de vivir y una voluntad de morir. Para la mente occidental esto resultaba completamente absurdo, ¿cómo podían esas voluntades contradictorias existir en una persona? Pero Freud dijo que, debido a que es posible el suicidio, debe de existir una voluntad de morir.

Ningún animal se suicida, porque ningún animal puede llegar a darse cuenta del quinto cuerpo. Los animales no pueden suicidarse porque no pueden volverse conscientes, no pueden saber que están vivos. Para cometer suicidio, es necesaria una cosa: ser conscientes de la vida; y ellos no son conscientes de la vida. Pero también hay otra cosa que es necesaria: para cometer suicidio debes también ser inconsciente de la muerte.

Los animales no pueden suicidarse porque los animales no son conscientes de la vida, pero nosotros podemos suicidarnos porque nosotros somos conscientes de la vida, pero no somos conscientes de la muerte. Si uno se vuelve consciente de la muerte, entonces uno no puede suicidarse. Un Buda no puede suicidarse porque eso es algo innecesario, es una estupidez. El sabe que no puedes realmente matarte a ti mismo; sólo puedes simular que lo haces. El suicidio es simplemente una pose, porque en realidad ni estás vivo ni muerto.

La muerte pertenece al quinto plano, al quinto cuerpo. Es la salida de una determinada energía y la entrada de una determinada energía. Tú eres aquél en el que esto sucede. Si te identificas con lo primero, puedes hacer lo segundo. Si te identificas con el vivir y la vida se vuelve algo imposible, puedes decir, “Me suicidaré”. Esto es el otro aspecto de tu quinto cuerpo afirmándose a sí mismo. No hay ni un solo ser humano que no haya pensado alguna vez en suicidarse… porque la muerte es la otra cara de la vida. Esta otra cara puede convertirse en suicidio o asesinato; puede ser cualquiera de los dos.

Si estás obsesionado con la vida, si estás tan aferrado a ella que suspiras por negar la muerte por completo, entonces eres capaz de matar a otro. Al matar a otro satisfaces tu deseo de muerte: “la voluntad de morir”. Con este truco, la satisfaces, y piensas que ahora no tendrás que morir porque alguien ya ha muerto.

Los que han cometido grandes asesinatos,—Hitler, Mussolini—sienten mucho temor hacia la muerte. Siempre tienen miedo de la muerte, de forma que proyectan esta muerte sobre los demás. La persona que es capaz de matar a alguien siente también que ella es más poderosa que la muerte. El puede matar a otros. De un modo mágico, con una fórmula mágica, él piensa que, debido a que él puede matar, él trasciende la muerte; que una cosa que él puede hacer a los demás, no puede ocurrirle a él. Esto es una proyección de la muerte, pero puede volver de regreso a ti. Si acabas con tantas personas que al final te suicidas, es la proyección que regresa a ti.

En el quinto cuerpo, con la vida y la muerte llegando a ti, con la vida entrando y saliendo, uno no puede estar apegado a nadie. Si estás apegado, no estás aceptando la polaridad totalmente y enfermarás.

Hasta el cuarto cuerpo no era tan difícil, pero concebir la muerte y aceptarla como otro aspecto de la vida, es la acción más difícil. Sentir la vida y la muerte como paralelos, siendo simplemente lo mismo, dos aspectos de una cosa, es lo más difícil. Pero en el quinto, ésta es la polaridad. Esta es la existencia pránica del quinto.

Con el sexto cuerpo, las cosas se vuelven incluso más difíciles, porque el sexto ya no es la vida. Para el sexto cuerpo… ¿qué decir? Después del quinto, el “yo” desaparece, el ego desaparece. Entonces deja de haber ego; te vuelves uno con el Todo. Ahora no hay ninguna “cosa” tuya que entre y salga, porque no existe el ego. Todo se convierte en cósmico, y debido a que se convierte en cósmico, la polaridad adopta la forma de Creación y Destrucción; srishtri y pralaya. Por eso es que se vuelve más difícil con el sexto; la atmósfera es la “fuerza creativa y la fuerza destructiva”. En la mitología hindú se denominan esas fuerzas como Brahma y Shiva.

Brahma es la deidad de la Creación, Vishnú es la deidad del la Conservación, y Shiva es la deidad de la Gran Muerte, de la Destrucción o Disolución, donde todo regresa a su fuente original. El sexto cuerpo existe en esta inmensa esfera de creatividad y destrucción; la fuerza de Brahma y la fuerza de Shiva.

A cada instante la creación llega hasta ti y a cada instante todo se sumerge en la disolución. Por esto cuando un yogui dice, “He contemplado la Creación y he contemplado el Pralaya, el Final; he visto la aparición del mundo y he visto el regreso del mundo al vacío”, está hablando del sexto cuerpo. El ego no está allí; todo aquello que entra y sale eres tú. Tú te vuelves uno con ello.

Una estrella nace; ése es tu nacimiento. Y la estrella está desaareciendo; ésa es tu muerte. Por eso se dice en la mitología hindú que una Creación es una respiración de Brahma, ¡Solamente una respiración! Es la respiración de la fuerza cósmica. Cuando Brahma inhala, la creación aparece; nace una estrella, las estrellas nacen del caos, todo empieza a existir. Y cuando su aliento es exhalado, todo desaparece, todo se extingue: una estrella muere… La Existencia entra en la no-Existencia.

Por eso digo que en el sexto cuerpo es muy difícil. El sexto no es egocéntrico; se convierte en cósmico. Y en el sexto cuerpo se conoce todo sobre la Creación, todo lo que las religiones del mundo nos cuentan. Cuando uno habla de la Creación, está hablando del sexto cuerpo y del conocimiento asociado a él. Y cuando uno habla del gran Diluvio, del final, uno habla del sexto cuerpo.

Con el Diluvio Universal de la mitología judeo-cristiana o babilónica o de la mitología siria, o con el pralaya de los hindúes, aparece la exhalación, ésa del sexto cuerpo. Es una experiencia cósmica, no una individual. Es una experiencia cósmica, ¡Tú no estás allí!

La persona que está en el sexto cuerpo, que ha alcanzado el sexto cuerpo, contemplará todo aquello que está muriendo como si fuera su propia muerte. Un Mahavira no puede matar una hormiga, debido no a algún principio de no-violencia, sino a su propia muerte. Todo aquello que muere es su muerte.

Cuando te vuelves consciente de esto, de la creación y la destrucción, de las cosas entrando en la Existencia a cada instante y de las cosas desapareciendo de la Existencia a cada instante, esa consciencia es el sexto cuerpo. Siempre que algo desaparece de la Existencia, otra cosa está entrando. Un sol está muriendo; otro está naciendo en alguna otra parte. Esta Tierra morirá; otra Tierra vendrá. Nos aferramos incluso en el sexto cuerpo. “La Humanidad no ha de morir”, pero todo aquello que ha nacido ha de morir, incluso la Humanidad ha de morir. Las bombas de hidrógeno se crearán para destruirla. Y en el instante en que creemos bombas de hidrógeno, al instante siguiente crearemos un deseo de ir a otro planeta, porque la bomba implica que la Tierra se acerca a su muerte. Antes de que esta Tierra muera, la vida empezará a evolucionar en algún otro lugar.

El sexto cuerpo es el sentimiento de la Creación y la Destrucción cósmicas. Creación-destrucción… el aliento entrante-el aliento saliente. Por eso se utiliza “La respiración de Brahma”. Brahma es una personalidad del sexto cuerpo; te conviertes en Brahma en el sexto cuerpo. En realidad te vuelves consciente de ambos, de Brahma y de Shiva, de los dos polos. Y Vishnú está más allá de la polaridad. Ellos forman el trimurti, la Trinidad: Brahma, Vishnú, y Mahesh, o Shiva.

Esta Trinidad es la trinidad del “ser testigo”. Si te haces consciente de Brahma y de Shiva, del creador y del destructor, si te vuelves consciente de esos dos, entonces conoces el tercero, Vishnú. Vishnú es tu realidad en el sexto cuerpo. Por eso Vishnú se convierte en el más importante de los tres. Brahma es recordado, pero aunque él es el dios de la creación, es adorado solamente en uno o dos templos. Él debería ser adorado, pero no es realmente adorado.

Shiva es más adorado incluso que Vishnú, porque tememos la muerte. Su adoración nace de nuestro miedo a la muerte. Pero muy pocos adoran a Brahma, al dios de la creación, porque no hay nada que temer; tú ya has sido creado, de modo que Brahma no te preocupa. Por eso no hay un solo gran templo que se le haya dedicado. El es el creador, de modo que todos los templos deberían estar dedicados a él, pero no lo están.

Shiva tiene el mayor número de devotos. Está en todas partes porque muchos templos fueron construidos en honor a él. Simplemente una piedra es suficiente para simbolizarlo; si no, hubiera sido imposible crear tantos ídolos de él. De modo que una simple piedra es suficiente… Pones una piedra en cualquier lugar y Shiva está allí. Debido a que la mente teme tanto a la muerte, no puedes escapar de Shiva; ha de ser adorado, y ha sido adorado.

Pero Vishnú es la divinidad más sustancial. Por eso Rama es una encarnación de Vishnú, Krishna es una encarnación de Vishnú, todos los avataras, las encarnaciones divinas, son una encarnación de Vishnú. E incluso Brahma y Shiva reverencian a Vishnú. Brahma puede ser el Creador, pero él crea para Vishnú; Shiva puede ser el Destructor, pero el destruye para Vishnú. Esos son los dos alientos de Vishnú: el que entra y el que sale. Brahma es el aliento entrante y Shiva es el aliento saliente. Y Vishnú es la realidad en el sexto cuerpo.

En el séptimo cuerpo las cosas son incluso más difíciles. Buda llamó al séptimo cuerpo el nirvana kaya, el cuerpo de la Iluminación, porque la Mente, el Absoluto, reside en el séptimo cuerpo. El séptimo cuerpo es el cuerpo supremo, así que allí no hay ni creación ni destrucción, sino, más bien, ser y no-ser. En el séptimo, la creación siempre es de algo, no es la tuya. La creación será de algo que no eres tú y la destrucción será de algo que no eres tú, mientras que el ser eres tú y el no-ser eres tú. El séptimo cuerpo, ser y no-ser, existencia y no existencia, son los dos alientos. Uno no debería identificarse con ninguno. Todas las religiones han empezado a través de aquellos que han alcanzado el séptimo cuerpo. Y, a lo sumo, el lenguaje puede ser reducido a dos palabras: ser y no ser. Buda habla el lenguaje del no-ser, del aliento saliente, de modo que dice, “La nada es la realidad”, mientras que Shankara habla el lenguaje del ser y dice que el “Brahman es la Realidad Suprema”. Shankara emplea términos positivos porque él elige el aliento entrante y Buda emplea términos negativos porque él elige el aliento saliente. Pero son sólo elecciones en lo que se refiere al lenguaje.

La tercera elección es la realidad, lo que no puede ser expresado. Como máximo podemos decir: el “ser absoluto”, o el “no-ser absoluto”. Es lo más que puede decirse porque el séptimo cuerpo está más allá de esto. El trascenderlo es aún posible. Puedo decir algo sobre esta habitación si salgo afuera. Si trasciendo esta habitación y voy a otra habitación, puedo recordar ésta, puedo decir algo sobre ésta. Pero si yo salgo de esta habitación y caigo en un abismo, entonces no puedo decir nada de esta habitación. Con cada cuerpo, podía expresarse un tercer punto mediante palabras, símbolos, porque el cuerpo que lo trascendía estaba ahí. Podías ir allí y mirar hacia atrás. Pero solamente hasta el séptimo es esto posible. Más allá del séptimo no se puede decir nada, porque el séptimo es el último cuerpo; más allá está la “ausencia de cuerpo”.

Con el séptimo uno ha de elegir “ser” o “no-ser”, o el lenguaje de la negación o el lenguaje de la positividad. Y solamente hay dos elecciones. Una es la elección de Buda; el dice, “Nada queda”. Y la otra es la elección de Shankara; él dice, “Todo es”.

En las siete dimensiones, en los siete cuerpos, por lo que respecta al hombre y por lo que respecta al mundo, la energía vital se manifiesta en esferas multidimensionales. En todas partes, siempre que haya vida, el proceso entrante y saliente estará allí. Siempre que exista vida, el proceso existirá. La vida no puede existir sin esa polaridad.

De modo que prana es energía, energía cósmica, y nuestro primer encuentro con ella es en el cuerpo físico. Se manifiesta primero como respiración, y luego va manifestándose como otras formas de respiración: influencias, magnetismo, pensamientos, vida, creación, ser. Continúa y si uno se vuelve consciente de ello, uno siempre lo trasciende y llega a un tercer punto. En el momento en que alcanzas este tercer punto, trasciendes ese cuerpo y entras en el siguiente cuerpo. Entras en el siguiente cuerpo desde el primero, y así prosigues.

Si sigues trascendiéndolos todos, hasta el séptimo habrá todavía un cuerpo, pero más allá del séptimo está la “ausencia de cuerpo”. Entonces tú te vuelves puro. Entonces no estás dividido; entonces deja de haber polaridades. Entonces se es advaita, no-dos. Entonces hay unidad.

Meditación: El Arte del Éxtasis, cap 17

¿Dependen las meditaciones de Osho de su presencia o pueden ser hechas en cualqu

¿Dependen las meditaciones de Osho de su presencia o pueden ser hechas en cualquier parte?

Osho:

He tratado por todos los medios de que te des cuenta de tu individualidad, de tu libertad, de tu absoluta capacidad de crecer sin ayuda de nadie. Tu crecimiento es algo intrínseco de tu ser. No proviene del exterior, no es una imposición, es tu expresión.

Todas las técnicas de meditación que te he dado no de dependen de mí. Mi presencia o mi ausencia no cambiará nada. Dependen de ti. No es mi presencia sino tu presencia la que es necesaria para que funcionen. No es mi estar aquí sino tu estar aquí, tu estar en el presente, tu estar alerta y consciente el que te va a ayudar.

Osho: Beyond Enlightenment, cap. 11

Deseo Total: El Camino hacia la Ausencia de Deseos

Deseo Total: El Camino hacia la Ausencia de Deseos

Osho:

La muerte es más importante que la vida. La vida representa lo trivial, lo superficial. La muerte, lo más profundo. Por medio de ella uno crece hacia la vida auténtica… mientras que mediante la vida solamente llegas a la muerte, y nada más.

Sea lo que sea lo que digamos o signifiquemos con “vida”, “vida” es solamente un viaje hacia la muerte. Si entiendes la vida como un mero tránsito sin más significado, entonces estás menos interesado en la vida y más en la muerte. Y cuando uno se interesa más por la muerte, es entonces cuando puede ahondar en la vida hasta sus más íntimas profundidades. De otro modo, sólo permanecerá en la superficie.

Pero no estamos interesados en absoluto en la muerte, sino que, más bien, escapamos de los hechos, huimos constantemente de los hechos. La muerte está ahí, y a cada instante estamos muriendo. La muerte no es algo lejano, está aquí y ahora; estamos muriéndonos. Pero mientras morimos sigue nuestro interés por la vida. Este interés por la vida, este exceso de preocupación por la vida, es simplemente un escape; sólo miedo. La muerte está ahí, crece dentro de nosotros, incesantemente.

Alteremos los términos, volvamos nuestra atención a nuestro alrededor. Si nos interesamos en la muerte, la vida empieza entonces a tomar un nuevo significado por primera vez, porque cuando te sientes en paz con la muerte has ganado una vida que no puede morir. Cuando has conocido la muerte, has conocido esa vida que es eterna.

La muerte es la puerta de la vida superficial, la mal llamada vida, la vida trivial. Hay una puerta. Al traspasarla se alcanza otra vida más profunda, eterna, sin muerte. Así, desde esta mal llamada vida, que no es otra cosa que morir, uno debe traspasar la puerta de la muerte. Sólo entonces podrá uno conseguir una vida realmente existencial y activa, sin muerte.

Pero uno debería pasar esa puerta muy conscientemente. Hemos estado muriendo muchas veces y siempre que alguien muere se vuelve inconsciente. Es una actitud defensiva. Temes tanto a la muerte que cuando la muerte te llega, te vuelves inconsciente. Pasas por la puerta estando la mente inconsciente. Entonces naces otra vez y la misma estupidez empieza de nuevo, y otra vez deja de preocuparte la muerte.

El que se interesa más por la muerte que por la vida empieza a atravesar la puerta conscientemente. Eso es lo que quiere decir meditación:atravesar la puerta de la muerte conscientemente. Morir conscientemente es meditación. Pero a la muerte no hay que esperarla. No es necesario, porque siempre está ahí. Se trata de algo, una puerta, que existe dentro de uno; no sucederá en el futuro, no es algo exterior que hayas de alcanzar.

Desde el instante en que aceptas el hecho de morir y empiezas a sentirlo, a vivirlo, a ser consciente de ello, empiezas a abando-narte a través de esa puerta interior. La puerta se abre y a través de la puerta de la muerte empiezas a vislumbrar una vida eterna. Sólo a través de la muerte puede uno vislumbrar la vida eterna, no hay otra puerta. Todo este proceso que es conocido como meditación es simplemente una muerte voluntaria, un dejarse caer hacia el interior, profundamente, hundirse uno en sí mismo, alejarse de la superficie y precipitarse a las profundidades. Naturalmente que las profundidades son oscuras. En el momento en que abandonas la superficie empiezas a sentir que te estás muriendo, porque te has identificado con la superficie de la vida. No es que las olas superficiales sean solamente olas superficiales; te has identifi-cado con ellas; tú eres la superficie. De modo que cuando dejas la superficie, no es solamente que dejes la superficie; te dejas a ti mismo, dejas tu identidad, el pasado, la mente, la memoria. Todo lo que tú eras, has de dejarlo. Por eso la meditación se asemeja a una muerte. Te estás muriendo y solamente si estás dispuesto a morir voluntariamente, a trascenderte a ti mismo, a dejar tu “yo” y trascender la superficie, llegarás a la Realidad, que es eterna.

Así pues, cuando uno está dispuesto a morir, esta misma disposición se convierte en la trascendencia, esta misma disposición es la religiosidad. Cuando decimos que alguien es mundano, nos referimos a que está más interesado en la vida que en la muerte, o más bien, que todo su interés reside en la vida ignorando a la muerte por completo. El hombre mundano es aquél para el cual la muerte llega al final de sus días. Y cuando ésta llega, le halla inconsciente.

El hombre religioso es el que muere a cada instante. Para él la muerte no es el final, sino que es el proceso mismo de la vida. Un hombre religioso es aquél que se preocupa más por la muerte que por la vida porque siente que todo aquello que es conocido como “vida” será arrebatado por la muerte. Está siéndote arrebatado, a cada instante lo estás perdiendo. La vida es simplemente como la arena de un reloj de arena; a cada instante la arena se va escu-rriendo. Y no puedes hacer nada por impedirlo. El proceso es natural. No puedes hacer nada; es irreversible.

El tiempo no puede ser detenido, no puede ser invertido, no puede ser retenido. Es unidimensional. No hay retroceso posible. Yen última instancia, el mismo proceso del tiempo es muerte, porque estás perdiendo ese tiempo, te estás muriendo. Un día toda la arena se habrá escurrido y te encontrarás vacío; simplemente serás una concha vacía sin tiempo disponible. Entonces mueres.

Preocúpate más de la muerte y del tiempo. Está aquí ahora mismo, junto a la esquina; presente a cada momento. Una vez empiezas a buscarlo, te vuelves consciente de él. Está aquí, tan sólo estabas pasándolo por alto. Ni tan sólo pasándolo por alto; te estabas escapando de él. Entra pues en la muerte, salta hacia ella. Esta es la dificultad de la meditación, está es su austeridad: uno ha de saltar dentro de la muerte.

Seguir amando a la vida es algo profundamente enraizado, y estar dispuesto a morir parece, en cierto modo, no natural. Desde luego que la muerte es la cosa más natural, pero parece innatural estar dispuesto a morir.

Así es como la lógica, la dialéctica de la vida, trabaja: si estás dispuesto a morir, está misma disponibilidad te hace no morir. Pero si no estás dispuesto a morir, esta misma indisponibilidad, este excesivo apego y deseo por vivir, te convierte en un ser moribundo.

Cuando nos aferramos a algo, obtenemos su opuesto. Esta es la profunda dialéctica de la Existencia. Lo esperado nunca llega. Lo deseado, nunca es alcanzado. El deseo nunca es satisfecho. Cuanto más deseas, más lejos te vas. En cualquier dimensión, da lo mismo; la ley es la misma. Si pides demasido de algo, simplemente con pedirlo, lo pierdes.

Si alguien pide amor, no tendrá amor, porque el pedir mismo hace de él alguien repugnante, poco digno de amor. El mismo acto de pedir se convierte en la barrera. Nadie podrá amarte si estás pidiendo que te amen. Nadie podrá amarte. Solamente podrás ser amado cuando no lo pidas. El acto mismo de no pedirlo te vuelve bello, te relaja.

Es como cuando cierras el puño y el aire que contenía la mano abierta se te escapa. Con la mano abierta tienes todo el aire, pero cuando cierras el puño, con el mismo cerrar, dejas escapar el aire. Puede que pienses que cuando cierras el puño tienes en tu poder el aire, pero en el instante en que tratas de poseerlo, se te escapa. Con la mano abierta tienes todo el aire y tú eres el amo. Con el puño cerrado, tú eres el que pierde; lo has perdido todo. No hay aire en tu mano.

Y cuanto más cierras el puño, menos aire puede contener. Pero así es como trabaja la mente, éste es el absurdo de la mente: si sientes que no tienes aire, cierras aún más el puño. La lógica dice, “Es mejor que lo cierres. Has perdido ya todo el aire. Lo has perdido porque no lo tenías bien cerrado. No cerraste el puño como debías. Fue un fallo tuyo en cierta manera. Has cerrado mal el puño; por eso el aire se escapó. De modo que ciérralo más, ciérralo más, y con el acto mismo de cerrarlo, lo estás dejando escapar. Pero así es como ocurre.

Si amo a alguien, me vuelvo posesivo. Empiezo a cerrarme. Cuanto más me cierro, más amor se pierde. La mente dice, “Ciérrate aún más” y trata de hacerlo, pero de alguna forma sigue habiendo un escape. Por eso se pierde el amor. Cuanto más me cierro, más lo pierdo. Solamente con una mano abierta se puede poseer el amor; solamente con una mano abierta, sólo con una mente abierta, puede convertirse el amor en un florecimiento. Y así sucede con todo.

Si amas la vida en exceso, te cierras, te conviertes en un cadáver aun estando vivo. De modo que una persona que está llena de apego por la vida, es un cadáver, está ya muerto, es sólo un cuerpo sin vida. Cuanto más siente que es un cadáver, más anhela estar vivo, pero desconoce esa dialéctica. El deseo mismo es venenoso. Una persona que no anhela en absoluto la vida, una persona como Buda—sin deseo por la vida—vive apasionada-mente. Florece en una vitalidad perfecta, total.

El día en que Buda se moría, alguien le dijo, “Te estás muriendo. Te echaremos mucho de menos, durante años y años, durante vidas y vidas”.

Buda le dijo, “Pero hace ya tiempo que morí. Durante cuarenta años no he sido consciente de que estuviera vivo. El día que alcancé el Conocimiento, la Iluminación, morí”.

¡Y estaba tan vivo! Y solamente estuvo vivo tras su “muerte”. El día en que alcanzó la Iluminación interior murió para lo exterior, pero entonces alcanzó la auténtica vida. Entonces se encontró verdaderámente relajado y espontáneo. Entonces dejó de tener miedo; miedo a la muerte.

El miedo a la muerte es el único miedo. Puede tomar cualquier forma, pero ese es el miedo básico. Una vez que estás preparado, una vez que has muerto, deja de haber miedo. Y solamente en una existencia sin miedo puede llegar la vida a su florecimiento total.

Aun entonces la muerte llega. Buda muere. Pero la muerte sólo nos sucede a nosotros, no a él, porque aquél que ha pasado por la puerta de la muerte tiene una continuidad eterna, una continuidad atemporal.

Así pues, no te preocupes en absoluto por la vida; ni incluso por la tuya. Y cuando dejes de interesarte por la vida, entonces ni siquiera serás capaz de desear la muerte, porque desear es vida. Si te interesas por la muerte y la anhelas, estás de nuevo deseando la vida, porque en realidad no puedes desear la muerte. Desear la muerte es imposible: ¿Cómo puede alguien desear la muerte? El desear en sí, significa vida.

De manera que cuando digo “No estés demasiado interesado en la vida”, no quiero decir, “Interésate por la muerte”. Cuando digo, “No has de estar interesado en la vida”, entonces te vuelves consciente de un hecho… de la muerte. Pero no puedes desearla; en realidad, no es un deseo.

Cuando hablo de un puño abierto deberías entender que tienes que tener el puño cerrado, pero no has de abrirlo. Abrirlo no entraña esfuerzo alguno. Con no cerrarlo, se abre. Abrirlo no es un esfuerzo, no es algo positivo que hayas de hacer. De hecho, esforzarse por abrirlo es lo mismo que cerrarlo, pero a la inversa. Probablemente parecerá que lo abres, pero simplemente es la inversa de cerrarlo.

Abrir el puño de verdad, es dejar de cerrarlo, simplemente no cerrarlo. Es un fenómeno negativo. Si no cierras tu puño, entonces está abierto. Ahora, aunque esté cerrado, está abierto. El mantenerlo cerrado interiormente ha desaparecido, de forma que aunque ahora esté cerrado —medio cerrado o lo que sea—, está abierto, porque ha dejado de estar cerrado en tu interior.

De igual modo, una vida sin deseos no equivale a desear lo opuesto. El no-desear no es lo opuesto del desear. Si fuera lo opuesto, entonces tendrías que empezar a desear de nuevo. Más bien, no-desear es la ausencia de todo deseo.

Debes percibir la diferencia. Cuando digo “no-desear”, literal-mente se convierte en lo opuesto. Pero no-desear no es lo opuesto de desear. Es simplemente la ausencia de deseos, no su opuesto. Si lo conviertes en su opuesto, empiezas de nuevo a desear; deseas el no-desear. Y cuando esto ocurre, estás otra vez en el mismo círculo.

Pero esto es lo que sucede. Una persona que se ha sentido frustrada en la vida, empieza a desear la muerte. Esto se convierte de nuevo en un deseo. No está deseando la muerte; está deseando otra cosa que no sea su vida. De modo que incluso una persona que esté llena de apegos por la vida puede suicidarse, pero este suicidio no es un no-desear; realmente es desear otra cosa. Esto es algo muy interesante, uno de los puntos capitales de toda búsqueda. Si te vuelves hacia lo opuesto, entonces, de nuevo, estás en la rueda; otra vez en el círculo vicioso. Y nunca saldrás de él. Pero esto sucede.

Una persona renuncia a la vida, se va al bosque, o busca lo Divino, o va en busca de la Liberación o de lo que sea. Pero, de nuevo, el deseo está ahí. Simplemente ha cambiado de objeto de deseo, no el desear mismo. Ahora el objeto de deseo no es la riqueza; ahora es Dios. El objeto no es este mundo, es el otro mundo. Pero el objeto permanece, el deseo es el mismo, la sed es la misma, y la tensión y la angustia serán las mismas. Todo el proceso será simplemente repetido una y otra vez con un nuevo objeto. Puedes continuar cambiando los objetos de tu deseo durante vidas y vidas, pero continuarás siendo el mismo porque el desear seguirá igual.

Por esto, cuando digo “no-desear”, quiero decir ausencia de deseo; no la futilidad del objeto, sino la futilidad del desear mismo. No es darse cuenta de que este mundo carece de sentido, porque entonces desearás el otro mundo. No es que esta vida sea ahora inútil, de modo que has de desear la muerte, la aniquilación, la extinción, el Nirvana. No; me refiero a la futilidad del desear. El desear mismo desaparece. Ningún objeto es reemplazado, sustituido; el deseo está simplemente ausente. Y esta ausencia, esta misma ausencia, se convierte en la vida eterna.

Pero esto surge; no es debido a tu deseo. Es un producto espontáneo del no-desear; no es una consecuencia. Sucede, pero no puedes convertir esto en tu deseo. Si lo haces, yerrarás.

Cuando la mano está abierta, cuando el puño está abierto, todo el aire está disponible y tú eres su amo. Pero si quieres abrir tu puño para ser el amo del aire, no podrás abrirlo porque el esfuerzo mismo, en un sentido interno, equivaldrá a cerrarlo. Ser el amo del aire no es realmente el resultado de tu esfuerzo, sino más bien, una consecuencia natural del no haber esfuerzo.

Si trato simplemente de no poseerte para que el amor pueda florecer, este “tratar de no poseer” se convertirá en un esfuerzo. Y con esfuerzo solamente se puede poseer; incluso si es un esfuerzo para no poseer, se convertirá en una posesión. Estaré constantemente consciente de que no te poseo. Esencialmente estoy diciendo, “Amame, porque no trato de poseerte”. Entonces me pregunto porqué el amor no llega.

Alguien estuvo aquí. Había estado tratando por todos los medios de meditar durante al menos diez años, pero no había llegado a ninguna parte. Le dije, “Ya te has esforzado lo suficiente de forma sincera, seria. Ahora no hagas ningún esfuerzo. Simplemente siéntate, sin ningún esfuerzo”.

Entonces él me preguntó, “¿Puedo llegar a meditar con este método, sin esforzarme?”

Le dije, “Si aún deseas resultados, entonces seguirá habiendo, en todo momento, un sutil esfuerzo. No estarás simplemente sentado, no podrás estar simplemente sentado si existe algún deseo. El deseo será un sutil movimiento en ti, y el movimiento continuará. Podrás estar sentado como una piedra o como un Buda, pero todavía, en tu interior, la piedra se estará moviendo. El deseo es movimiento”.

No puedes permanecer simplemente sentado si existe un deseo. Puede que parezca, que todo el mundo diga, que estás simplemente sentado, pero no podrás estár simplemente sentado. Solamente puedes sentarte cuando el desear está ausente. “Simplemente sentarse”, no es un nuevo deseo; es sólo una ausencia. Todo desear ha desaparecido.

No te sientes frustrado con la vida debido a los objetos. La gente religiosa sigue diciendo a los demás que las mujeres no son nada, que el mundo no es nada, que el sexo no es nada, que el poder no es nada. Pero todo eso son objetos. Están diciendo aún que en esos objetos no hay nada; no están diciendo que no hay nada en el mismo desear.

Cambias de objetos y entonces puedes crear nuevos objetos de deseo. Incluso la vida eterna puede convertirse en un objetivo; de nuevo se establece el círculo: el hecho de desear. Lo has deseado todo, has deseado demasiado.

Si puedes sentir este hecho de desear, que él desear es fútil, que no tiene sentido, entonces no crearás otros objetos de deseo. Entonces el desear desaparece. Te vuelves consciente de él y desa-parece. Entonces hay una ausencia, y esta ausencia es el silencio porque no existe un desear.

Con el deseo no puedes estar en silencio; el deseo es el auténtico ruido. Incluso aunque no tengas pensamientos—si tienes una mente controlada y puedes dejar de pensar—, un deseo más profundo continuará, porque estás dejando de pensar para lograr algo. Seguirá existiendo un sutil ruido. En algún lugar de tu interior alguien está observando y preguntando si lo que deseas ha sido o no alcanzado. “Los pensamientos se han detenido. ¿Dónde está la divina Realización, donde está Dios, donde está la Iluminación?” Pero si te vuelves consciente de esto, el mismo desear se convertirá en algo fútil.

Todo el truco de la mente consiste en que siempre te vuelves consciente de que algún objeto se ha convertido en algo fútil. Entonces cambias el objeto, y al cambiar el objeto del deseo continúas controlando tu consciencia. Siempre sucede que cuando esta casa no es suficiente, entonces otra casa te atrae; cuando este hombre deja de atraerte, entonces otro hombre te atrae. Esto continúa, y en el instante en que te vuelves consciente de la futilidad de lo que estás deseando, la mente se vuelca en otros objetos. Cuando esto sucede, pierdes esa distancia. Cuando algo se vuelve fútil, inútil, cuando déja de atraerte, permanece distante… Sé consciente de si es el objeto el que se ha vuelto fútil o de si es el desear el que se ha vuelto fútil.

Y si puedes entender la futilidad del desear, de repente, algo desaparece en tu interior. De repente eres transformado a un nuevo nivel de consciencia. Esto es un vacío, una ausencia, algo negativo; ningún nuevo círculo comienza.

En este momento, estás fuera de la rueda del samsara, del mundo. Pero no puedes hacer del estar fuera de la rueda, un objeto de tu deseo. ¿Percibes la diferencia? No puedes hacer del no-desear un objetivo.

Meditación: El Arte del Éxtasis, cap 10

Deseo Total: El Camino hacia la Ausencia de Deseos

Deseo Total: El Camino hacia la Ausencia de Deseos

Osho:

La muerte es más importante que la vida. La vida representa lo trivial, lo superficial. La muerte, lo más profundo. Por medio de ella uno crece hacia la vida auténtica… mientras que mediante la vida solamente llegas a la muerte, y nada más.

Sea lo que sea lo que digamos o signifiquemos con “vida”, “vida” es solamente un viaje hacia la muerte. Si entiendes la vida como un mero tránsito sin más significado, entonces estás menos interesado en la vida y más en la muerte. Y cuando uno se interesa más por la muerte, es entonces cuando puede ahondar en la vida hasta sus más íntimas profundidades. De otro modo, sólo permanecerá en la superficie.

Pero no estamos interesados en absoluto en la muerte, sino que, más bien, escapamos de los hechos, huimos constantemente de los hechos. La muerte está ahí, y a cada instante estamos muriendo. La muerte no es algo lejano, está aquí y ahora; estamos muriéndonos. Pero mientras morimos sigue nuestro interés por la vida. Este interés por la vida, este exceso de preocupación por la vida, es simplemente un escape; sólo miedo. La muerte está ahí, crece dentro de nosotros, incesantemente.

Alteremos los términos, volvamos nuestra atención a nuestro alrededor. Si nos interesamos en la muerte, la vida empieza entonces a tomar un nuevo significado por primera vez, porque cuando te sientes en paz con la muerte has ganado una vida que no puede morir. Cuando has conocido la muerte, has conocido esa vida que es eterna.

La muerte es la puerta de la vida superficial, la mal llamada vida, la vida trivial. Hay una puerta. Al traspasarla se alcanza otra vida más profunda, eterna, sin muerte. Así, desde esta mal llamada vida, que no es otra cosa que morir, uno debe traspasar la puerta de la muerte. Sólo entonces podrá uno conseguir una vida realmente existencial y activa, sin muerte.

Pero uno debería pasar esa puerta muy conscientemente. Hemos estado muriendo muchas veces y siempre que alguien muere se vuelve inconsciente. Es una actitud defensiva. Temes tanto a la muerte que cuando la muerte te llega, te vuelves inconsciente. Pasas por la puerta estando la mente inconsciente. Entonces naces otra vez y la misma estupidez empieza de nuevo, y otra vez deja de preocuparte la muerte.

El que se interesa más por la muerte que por la vida empieza a atravesar la puerta conscientemente. Eso es lo que quiere decir meditación:atravesar la puerta de la muerte conscientemente. Morir conscientemente es meditación. Pero a la muerte no hay que esperarla. No es necesario, porque siempre está ahí. Se trata de algo, una puerta, que existe dentro de uno; no sucederá en el futuro, no es algo exterior que hayas de alcanzar.

Desde el instante en que aceptas el hecho de morir y empiezas a sentirlo, a vivirlo, a ser consciente de ello, empiezas a abando-narte a través de esa puerta interior. La puerta se abre y a través de la puerta de la muerte empiezas a vislumbrar una vida eterna. Sólo a través de la muerte puede uno vislumbrar la vida eterna, no hay otra puerta. Todo este proceso que es conocido como meditación es simplemente una muerte voluntaria, un dejarse caer hacia el interior, profundamente, hundirse uno en sí mismo, alejarse de la superficie y precipitarse a las profundidades. Naturalmente que las profundidades son oscuras. En el momento en que abandonas la superficie empiezas a sentir que te estás muriendo, porque te has identificado con la superficie de la vida. No es que las olas superficiales sean solamente olas superficiales; te has identifi-cado con ellas; tú eres la superficie. De modo que cuando dejas la superficie, no es solamente que dejes la superficie; te dejas a ti mismo, dejas tu identidad, el pasado, la mente, la memoria. Todo lo que tú eras, has de dejarlo. Por eso la meditación se asemeja a una muerte. Te estás muriendo y solamente si estás dispuesto a morir voluntariamente, a trascenderte a ti mismo, a dejar tu “yo” y trascender la superficie, llegarás a la Realidad, que es eterna.

Así pues, cuando uno está dispuesto a morir, esta misma disposición se convierte en la trascendencia, esta misma disposición es la religiosidad. Cuando decimos que alguien es mundano, nos referimos a que está más interesado en la vida que en la muerte, o más bien, que todo su interés reside en la vida ignorando a la muerte por completo. El hombre mundano es aquél para el cual la muerte llega al final de sus días. Y cuando ésta llega, le halla inconsciente.

El hombre religioso es el que muere a cada instante. Para él la muerte no es el final, sino que es el proceso mismo de la vida. Un hombre religioso es aquél que se preocupa más por la muerte que por la vida porque siente que todo aquello que es conocido como “vida” será arrebatado por la muerte. Está siéndote arrebatado, a cada instante lo estás perdiendo. La vida es simplemente como la arena de un reloj de arena; a cada instante la arena se va escu-rriendo. Y no puedes hacer nada por impedirlo. El proceso es natural. No puedes hacer nada; es irreversible.

El tiempo no puede ser detenido, no puede ser invertido, no puede ser retenido. Es unidimensional. No hay retroceso posible. Yen última instancia, el mismo proceso del tiempo es muerte, porque estás perdiendo ese tiempo, te estás muriendo. Un día toda la arena se habrá escurrido y te encontrarás vacío; simplemente serás una concha vacía sin tiempo disponible. Entonces mueres.

Preocúpate más de la muerte y del tiempo. Está aquí ahora mismo, junto a la esquina; presente a cada momento. Una vez empiezas a buscarlo, te vuelves consciente de él. Está aquí, tan sólo estabas pasándolo por alto. Ni tan sólo pasándolo por alto; te estabas escapando de él. Entra pues en la muerte, salta hacia ella. Esta es la dificultad de la meditación, está es su austeridad: uno ha de saltar dentro de la muerte.

Seguir amando a la vida es algo profundamente enraizado, y estar dispuesto a morir parece, en cierto modo, no natural. Desde luego que la muerte es la cosa más natural, pero parece innatural estar dispuesto a morir.

Así es como la lógica, la dialéctica de la vida, trabaja: si estás dispuesto a morir, está misma disponibilidad te hace no morir. Pero si no estás dispuesto a morir, esta misma indisponibilidad, este excesivo apego y deseo por vivir, te convierte en un ser moribundo.

Cuando nos aferramos a algo, obtenemos su opuesto. Esta es la profunda dialéctica de la Existencia. Lo esperado nunca llega. Lo deseado, nunca es alcanzado. El deseo nunca es satisfecho. Cuanto más deseas, más lejos te vas. En cualquier dimensión, da lo mismo; la ley es la misma. Si pides demasido de algo, simplemente con pedirlo, lo pierdes.

Si alguien pide amor, no tendrá amor, porque el pedir mismo hace de él alguien repugnante, poco digno de amor. El mismo acto de pedir se convierte en la barrera. Nadie podrá amarte si estás pidiendo que te amen. Nadie podrá amarte. Solamente podrás ser amado cuando no lo pidas. El acto mismo de no pedirlo te vuelve bello, te relaja.

Es como cuando cierras el puño y el aire que contenía la mano abierta se te escapa. Con la mano abierta tienes todo el aire, pero cuando cierras el puño, con el mismo cerrar, dejas escapar el aire. Puede que pienses que cuando cierras el puño tienes en tu poder el aire, pero en el instante en que tratas de poseerlo, se te escapa. Con la mano abierta tienes todo el aire y tú eres el amo. Con el puño cerrado, tú eres el que pierde; lo has perdido todo. No hay aire en tu mano.

Y cuanto más cierras el puño, menos aire puede contener. Pero así es como trabaja la mente, éste es el absurdo de la mente: si sientes que no tienes aire, cierras aún más el puño. La lógica dice, “Es mejor que lo cierres. Has perdido ya todo el aire. Lo has perdido porque no lo tenías bien cerrado. No cerraste el puño como debías. Fue un fallo tuyo en cierta manera. Has cerrado mal el puño; por eso el aire se escapó. De modo que ciérralo más, ciérralo más, y con el acto mismo de cerrarlo, lo estás dejando escapar. Pero así es como ocurre.

Si amo a alguien, me vuelvo posesivo. Empiezo a cerrarme. Cuanto más me cierro, más amor se pierde. La mente dice, “Ciérrate aún más” y trata de hacerlo, pero de alguna forma sigue habiendo un escape. Por eso se pierde el amor. Cuanto más me cierro, más lo pierdo. Solamente con una mano abierta se puede poseer el amor; solamente con una mano abierta, sólo con una mente abierta, puede convertirse el amor en un florecimiento. Y así sucede con todo.

Si amas la vida en exceso, te cierras, te conviertes en un cadáver aun estando vivo. De modo que una persona que está llena de apego por la vida, es un cadáver, está ya muerto, es sólo un cuerpo sin vida. Cuanto más siente que es un cadáver, más anhela estar vivo, pero desconoce esa dialéctica. El deseo mismo es venenoso. Una persona que no anhela en absoluto la vida, una persona como Buda—sin deseo por la vida—vive apasionada-mente. Florece en una vitalidad perfecta, total.

El día en que Buda se moría, alguien le dijo, “Te estás muriendo. Te echaremos mucho de menos, durante años y años, durante vidas y vidas”.

Buda le dijo, “Pero hace ya tiempo que morí. Durante cuarenta años no he sido consciente de que estuviera vivo. El día que alcancé el Conocimiento, la Iluminación, morí”.

¡Y estaba tan vivo! Y solamente estuvo vivo tras su “muerte”. El día en que alcanzó la Iluminación interior murió para lo exterior, pero entonces alcanzó la auténtica vida. Entonces se encontró verdaderámente relajado y espontáneo. Entonces dejó de tener miedo; miedo a la muerte.

El miedo a la muerte es el único miedo. Puede tomar cualquier forma, pero ese es el miedo básico. Una vez que estás preparado, una vez que has muerto, deja de haber miedo. Y solamente en una existencia sin miedo puede llegar la vida a su florecimiento total.

Aun entonces la muerte llega. Buda muere. Pero la muerte sólo nos sucede a nosotros, no a él, porque aquél que ha pasado por la puerta de la muerte tiene una continuidad eterna, una continuidad atemporal.

Así pues, no te preocupes en absoluto por la vida; ni incluso por la tuya. Y cuando dejes de interesarte por la vida, entonces ni siquiera serás capaz de desear la muerte, porque desear es vida. Si te interesas por la muerte y la anhelas, estás de nuevo deseando la vida, porque en realidad no puedes desear la muerte. Desear la muerte es imposible: ¿Cómo puede alguien desear la muerte? El desear en sí, significa vida.

De manera que cuando digo “No estés demasiado interesado en la vida”, no quiero decir, “Interésate por la muerte”. Cuando digo, “No has de estar interesado en la vida”, entonces te vuelves consciente de un hecho… de la muerte. Pero no puedes desearla; en realidad, no es un deseo.

Cuando hablo de un puño abierto deberías entender que tienes que tener el puño cerrado, pero no has de abrirlo. Abrirlo no entraña esfuerzo alguno. Con no cerrarlo, se abre. Abrirlo no es un esfuerzo, no es algo positivo que hayas de hacer. De hecho, esforzarse por abrirlo es lo mismo que cerrarlo, pero a la inversa. Probablemente parecerá que lo abres, pero simplemente es la inversa de cerrarlo.

Abrir el puño de verdad, es dejar de cerrarlo, simplemente no cerrarlo. Es un fenómeno negativo. Si no cierras tu puño, entonces está abierto. Ahora, aunque esté cerrado, está abierto. El mantenerlo cerrado interiormente ha desaparecido, de forma que aunque ahora esté cerrado —medio cerrado o lo que sea—, está abierto, porque ha dejado de estar cerrado en tu interior.

De igual modo, una vida sin deseos no equivale a desear lo opuesto. El no-desear no es lo opuesto del desear. Si fuera lo opuesto, entonces tendrías que empezar a desear de nuevo. Más bien, no-desear es la ausencia de todo deseo.

Debes percibir la diferencia. Cuando digo “no-desear”, literal-mente se convierte en lo opuesto. Pero no-desear no es lo opuesto de desear. Es simplemente la ausencia de deseos, no su opuesto. Si lo conviertes en su opuesto, empiezas de nuevo a desear; deseas el no-desear. Y cuando esto ocurre, estás otra vez en el mismo círculo.

Pero esto es lo que sucede. Una persona que se ha sentido frustrada en la vida, empieza a desear la muerte. Esto se convierte de nuevo en un deseo. No está deseando la muerte; está deseando otra cosa que no sea su vida. De modo que incluso una persona que esté llena de apegos por la vida puede suicidarse, pero este suicidio no es un no-desear; realmente es desear otra cosa. Esto es algo muy interesante, uno de los puntos capitales de toda búsqueda. Si te vuelves hacia lo opuesto, entonces, de nuevo, estás en la rueda; otra vez en el círculo vicioso. Y nunca saldrás de él. Pero esto sucede.

Una persona renuncia a la vida, se va al bosque, o busca lo Divino, o va en busca de la Liberación o de lo que sea. Pero, de nuevo, el deseo está ahí. Simplemente ha cambiado de objeto de deseo, no el desear mismo. Ahora el objeto de deseo no es la riqueza; ahora es Dios. El objeto no es este mundo, es el otro mundo. Pero el objeto permanece, el deseo es el mismo, la sed es la misma, y la tensión y la angustia serán las mismas. Todo el proceso será simplemente repetido una y otra vez con un nuevo objeto. Puedes continuar cambiando los objetos de tu deseo durante vidas y vidas, pero continuarás siendo el mismo porque el desear seguirá igual.

Por esto, cuando digo “no-desear”, quiero decir ausencia de deseo; no la futilidad del objeto, sino la futilidad del desear mismo. No es darse cuenta de que este mundo carece de sentido, porque entonces desearás el otro mundo. No es que esta vida sea ahora inútil, de modo que has de desear la muerte, la aniquilación, la extinción, el Nirvana. No; me refiero a la futilidad del desear. El desear mismo desaparece. Ningún objeto es reemplazado, sustituido; el deseo está simplemente ausente. Y esta ausencia, esta misma ausencia, se convierte en la vida eterna.

Pero esto surge; no es debido a tu deseo. Es un producto espontáneo del no-desear; no es una consecuencia. Sucede, pero no puedes convertir esto en tu deseo. Si lo haces, yerrarás.

Cuando la mano está abierta, cuando el puño está abierto, todo el aire está disponible y tú eres su amo. Pero si quieres abrir tu puño para ser el amo del aire, no podrás abrirlo porque el esfuerzo mismo, en un sentido interno, equivaldrá a cerrarlo. Ser el amo del aire no es realmente el resultado de tu esfuerzo, sino más bien, una consecuencia natural del no haber esfuerzo.

Si trato simplemente de no poseerte para que el amor pueda florecer, este “tratar de no poseer” se convertirá en un esfuerzo. Y con esfuerzo solamente se puede poseer; incluso si es un esfuerzo para no poseer, se convertirá en una posesión. Estaré constantemente consciente de que no te poseo. Esencialmente estoy diciendo, “Amame, porque no trato de poseerte”. Entonces me pregunto porqué el amor no llega.

Alguien estuvo aquí. Había estado tratando por todos los medios de meditar durante al menos diez años, pero no había llegado a ninguna parte. Le dije, “Ya te has esforzado lo suficiente de forma sincera, seria. Ahora no hagas ningún esfuerzo. Simplemente siéntate, sin ningún esfuerzo”.

Entonces él me preguntó, “¿Puedo llegar a meditar con este método, sin esforzarme?”

Le dije, “Si aún deseas resultados, entonces seguirá habiendo, en todo momento, un sutil esfuerzo. No estarás simplemente sentado, no podrás estar simplemente sentado si existe algún deseo. El deseo será un sutil movimiento en ti, y el movimiento continuará. Podrás estar sentado como una piedra o como un Buda, pero todavía, en tu interior, la piedra se estará moviendo. El deseo es movimiento”.

No puedes permanecer simplemente sentado si existe un deseo. Puede que parezca, que todo el mundo diga, que estás simplemente sentado, pero no podrás estár simplemente sentado. Solamente puedes sentarte cuando el desear está ausente. “Simplemente sentarse”, no es un nuevo deseo; es sólo una ausencia. Todo desear ha desaparecido.

No te sientes frustrado con la vida debido a los objetos. La gente religiosa sigue diciendo a los demás que las mujeres no son nada, que el mundo no es nada, que el sexo no es nada, que el poder no es nada. Pero todo eso son objetos. Están diciendo aún que en esos objetos no hay nada; no están diciendo que no hay nada en el mismo desear.

Cambias de objetos y entonces puedes crear nuevos objetos de deseo. Incluso la vida eterna puede convertirse en un objetivo; de nuevo se establece el círculo: el hecho de desear. Lo has deseado todo, has deseado demasiado.

Si puedes sentir este hecho de desear, que él desear es fútil, que no tiene sentido, entonces no crearás otros objetos de deseo. Entonces el desear desaparece. Te vuelves consciente de él y desa-parece. Entonces hay una ausencia, y esta ausencia es el silencio porque no existe un desear.

Con el deseo no puedes estar en silencio; el deseo es el auténtico ruido. Incluso aunque no tengas pensamientos—si tienes una mente controlada y puedes dejar de pensar—, un deseo más profundo continuará, porque estás dejando de pensar para lograr algo. Seguirá existiendo un sutil ruido. En algún lugar de tu interior alguien está observando y preguntando si lo que deseas ha sido o no alcanzado. “Los pensamientos se han detenido. ¿Dónde está la divina Realización, donde está Dios, donde está la Iluminación?” Pero si te vuelves consciente de esto, el mismo desear se convertirá en algo fútil.

Todo el truco de la mente consiste en que siempre te vuelves consciente de que algún objeto se ha convertido en algo fútil. Entonces cambias el objeto, y al cambiar el objeto del deseo continúas controlando tu consciencia. Siempre sucede que cuando esta casa no es suficiente, entonces otra casa te atrae; cuando este hombre deja de atraerte, entonces otro hombre te atrae. Esto continúa, y en el instante en que te vuelves consciente de la futilidad de lo que estás deseando, la mente se vuelca en otros objetos. Cuando esto sucede, pierdes esa distancia. Cuando algo se vuelve fútil, inútil, cuando déja de atraerte, permanece distante… Sé consciente de si es el objeto el que se ha vuelto fútil o de si es el desear el que se ha vuelto fútil.

Y si puedes entender la futilidad del desear, de repente, algo desaparece en tu interior. De repente eres transformado a un nuevo nivel de consciencia. Esto es un vacío, una ausencia, algo negativo; ningún nuevo círculo comienza.

En este momento, estás fuera de la rueda del samsara, del mundo. Pero no puedes hacer del estar fuera de la rueda, un objeto de tu deseo. ¿Percibes la diferencia? No puedes hacer del no-desear un objetivo.

Meditación: El Arte del Éxtasis, cap 10

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