¿Aguila o Gallina?

De: Alias de MSNº_LUNA_º  (Mensaje original) Enviado: 26/09/2006 22:15

¿Aguila o Gallina?

Un guerrero indio se encontró un huevo de águila, el cual recogió del suelo y colocó más tarde en el nido de una gallina. El resultado fue que el aguilucho se crió junto a los polluelos.

Así, creyéndose ella misma gallina, el águila se pasó la vida actuando como éstas. Rascaba la tierra en busca de semillas e insectos con los cuales alimentarse. Cacareaba y cloqueaba. Al volar, batía levemente las alas y agitaba escasamente su plumaje, de modo que apenas se elevaba un metro sobre el suelo. No le parecía anormal; así era como volaban las demás gallinas.

Un día vio que un ave majestuosa planeaba por el cielo despejado.

Volaba sin casi batir sus resplandecientes alas dejándose llevar gallardamente por las corrientes de aire.

-¡Qué hermosa ave! -le dijo a la gallina que se hallaba a su lado. ¿Cuál es su nombre?

-Aguila, la reina de las aves – le contesto ésta. Pero no te hagas ilusiones: nunca serás como ella.

El águila vieja dejó, en efecto, de prestarle atención.

Murió creyendo que era gallina.

Confiar en uno mismo

De: Alias de MSNº_LUNA_º  (Mensaje original) Enviado: 25/09/2006 13:40
Confiar en uno mismo

Confiar en uno mismo, es saberse capaz de afrontar lo que nos depara la vida, saber que nuestro destino está en nuestras manos, y que sueños y proyectos está a nuestro alcance. Confiar en los demás es saber entregarse, dar antes de recibir, defendiendo las propias necesidades y deseos. Confiar es  sentir que podemos disfrutar de la vida…

Cuenta la leyenda… en un valle en Japón los soldados del general Ho, se agrupaban en una colina mientras veían avanzar el ejército enemigo. Eran muchos, más de lo que esperaban les doblaban en número y desde donde estaban, podían ver ondear sus numerosos estandartes y armaduras. Pese a ser grandes guerreros, el temor se apoderó de ellos.

-Jamás podremos vencerlos. Son demasiados -exclaman los soldados-, Es una locura -comentan nerviosos-.

En ése momento el general Ho salió de su tienda de campaña, vestido con su atuendo de samurai, caminó entre sus tropas, y viéndolas inquietas dijo:

-Sé lo que teméis, por eso le preguntaremos a los dioses por el destino de ésta batalla-

Y, acto seguido, elevó sus brazos para mostrar a todos, en la punta de sus dedos, una moneda de oro:

-Si sale cara, ganaremos. Si sale seca, perderemos-gritó al viento

El general Ho, lanzó la moneda al aire y todas las miradas expectantes, la siguieron, hasta que cayó al suelo:

– ¡Cara! -gritaron los soldados

-Tenemos el favor de los dioses, sin dudas ganaremos-se decían unos a los otros.

Así… confiados en el triunfo, se encaminaron a enfrentarse con el ejército enemigo y, aunque eran muy inferiores en número, batallaron con bravura, hasta derrotarlo.

Cuando regresaban exhaustos, pero triunfantes a su campamento, uno de los lugartenientes le comentó al gran general Ho:

-¡Ganamos! Esto demuestra que es imposible influir en los designios de los dioses-

-¿Tú crees?, dijo con ironía Ho, mostrándole, sobre la palma de la mano, la moneda de oro.

La giró  y el soldado pudo ver, que de ambos lados eran iguales

Así, como ejemplifica la leyenda del general Ho, allí, dónde el miedo nos empuja a retroceder, la confianza puede permitirnos enfrentar la situación para dar lo mejor de nosotros…

El regalo prometido

De: Alias de MSNº_LUNA_º  (Mensaje original) Enviado: 20/09/2006 8:33

EL REGALO PROMETIDO

Había una vez un emperador chino cuya hija estaba a punto de celebrar de decimoséptimo cumpleaños. El emperador decidió que en lugar de darle una sorpresa, ella era lo suficientemente mayor para saber qué quería como regalo de cumpleaños. Así que le preguntó a su hija, diciéndole que era su deseo darle cualquier cosa que quisiera.

«Me gustaría que me regalaras la luna», le dijo ella. El emperador se sorprendió mucho, pero como le había prometido lo que quisiera, hizo llamar a su mejor ingeniero y le dijo que su tarea era traerle la luna a su hija. El ingeniero se inquietó mucho, pero formó un grupo de trabajadores para conseguir una torre de bambú que llegara hasta la luna. La estructura llegó hasta el cielo, pero cuanto más alta era, más inestable era, y al final se fue abajo, matando a 50 hombres que estaban trabajando en ella en esos momentos.

El emperador se puso furioso, y le espetó al ingeniero: «No sólo no has conseguido traerle la luna a mi hija, sino que también has matado a 50 de mis hombres en el proceso». Y le mandó a matar.

El científico más destacado del país, que estaba muy afectado por el error del ingeniero, fue llamado entonces por el emperador con la misma petición. Se trataba de un hombre muy inteligente, y decidió utilizar la última tecnología para llevar a cabo la tarea. Construyó un cohete para rodear la luna, y atraerla hasta la tierra con un gran gancho. Al final, lanzó el cohete con algunos de los mejores técnicos que pudo encontrar. Pero cuando despegó, el cohete explotó en mil pedazos, matando a todos sus tripulantes. El emperador se enfadó aún más que antes, e hizo matar al científico.

Entonces acudió frustrado al filósofo y le dio la tarea de traer la luna a su hija. El filósofo pensó detenidamente y le dijo a la hija del emperador:

– He oído que quieres la luna para tu cumpleaños.

– Así es- contestó ella.

– ¿Qué es la luna?- le preguntó el.

Ella contestó gesticulando con las manos:

– Es una gran bola blanca así de grande.

Así que el filósofo encontró una gran bola blanca del tamaño que ella le había indicado y se la dio al emperador para que se la regalara a su hija. Y todos vivieron felices por siempre jamás.

(Cuento de la antigua China)

El salto del conejo

De: Alias de MSNº_LUNA_º  (Mensaje original) Enviado: 13/09/2006 3:26
EL SALTO DE UN CONEJO

Cuenta una antigua leyenda hindú que los dioses visitaron la tierra y cada uno de los animales del bosque se preparó para hacerles una ofrenda; y así la vaca les obsequió un gran cuenco de leche, el lobo un trozo de carne, el oso un panal de miel.

Los dioses realizaban su visita muy complacidos por el esfuerzo que cada animal les ofrecía. Al caer la noche, ya cansados, llegaron a la morada del conejo. Cuán grande fue su sorpresa al observar a este animal, cómodamente esperándolos junto a una hoguera, sin tener a la vista ninguna ofrenda que hubiera preparado para ellos.

Los dioses, un poco molestos, le reclamaron: “¿Acaso no tienes nada para nosotros?”, y sonriendo el conejo, en respuesta, les pidió que se instalaran alrededor y que descansaran, pues les tenía preparada una sorpresa y de¬eaba sinceramente agradarlos; una vez que los dioses tomaron asiento, el conejo inició su discurso:

“Es un honor para mí tenerlos aquí; busqué en todo el bosque algo que fuera digno de ustedes, pero lo que pude hallar se me hizo insignificante para los creadores de todo y se me ocurrió que a estas horas de la noche debían estar hambrientos. Les quiero entregar lo más valioso para mí, mi única ofrenda, en reconocimiento a la belleza de su creación”. Y de un salto se metió a la hoguera para servirles de alimento.

Los dioses quedaron asombrados de su gran generosidad y en premio lo rescataron de las llamas y le dijeron: “De hoy en adelante, conejo, vivirás en la cara luminosa de la luna para que todos aquellos que la observen, recuerden que la principal característica del amor es la entrega total”.

Desde entonces, si usted observa detenidamente la luna llena, identificará a un conejo en posición de saltar, recordándonos con esta imagen que el amor debe ser incondicional.

-¿Cómo podría explicar el amor incondicional?

-El amor, más que enunciativo, debe ser demostrativo.

-¿Qué acciones realiza para mostrar su amor a los que ama?

-¿Qué sería usted capaz de hacer por los seres que ama?

-¿Todos los días se da usted la oportunidad de manifestar su amor a los demás?

El amor incondicional es amar a otro Ser , sin condición alguna.

Desafortunadamente nuestra mezquindad nos lleva a racionalizar el amor: si tú me das, yo te doy; si cumples con ciertas condiciones, yo te amaré; si tú eres atento, yo seré atento; si tú me cuidas, yo te cuido; si tú eres cariñoso, yo seré cariñoso. Y así, vamos reglamentando lo que nuestro corazón siente o debe sentir por otra persona.

Lo invito a que identifique al conejo que aparece en la cara luminosa de la luna y cada vez, que desee recordar qué es el amor, recuerde la generosidad del conejo que ofreció su propia vida para demostrar lo que sentía.

Enseñame a volar

De: Alias de MSNº_LUNA_º  (Mensaje original) Enviado: 11/09/2006 21:22
Enseñame a volar

Había una vez una oruga que vivía en un gran árbol del parque. Cada día la oruga iba mordisqueando las hojas que encontraba en su camino, sin prestar atención a nada más.

Pero un día la oruga se dio cuenta de que había algo lleno de colores volando por encima del árbol. Se quedó deslumbrada con los naranjas y azules luminosos que captaban la luz del sol y cuando esta brillante criatura voló cerca de la oruga, ésta pudo ver que era una hermosa mariposa.

La mariposa parecía flotar en el aire, rozando la rama en la que estaba sentada la oruga.

-¡Oh, mariposa, qué hermosa eres y con qué suavidad vuelas. Por favor, enséñame a volar como tú.

La mariposa se acercó y le sonrió a la oruga:

-Sé paciente, pequeña criatura, algún día, algún día.

Pero la oruga era impaciente y cuando la mariposa volvió a aparecer al día siguiente, aún más luminosa que antes y volando alrededor de las ramas del árbol, la oruga volvió a decirle:

-Por favor, mariposa, enséñame a volar como tú. 

La mariposa le susurró al oído:

-Sé paciente y algún día lo harás.

La oruga estaba tan frustrada que decidió sacarse la idea de la cabeza de una vez por todas y olvidó su deseo de volar.

Entonces un día sucedió algo extraño. Parecía como si el mundo hubiese empezado a dar vueltas, un momento en una dirección y al instante siguiente en la otra dirección. A la oruga empezó a dolerle el estómago, y se sintió muy enferma. Parecía como si todo se hubiera vuelto desdibujado y distante. El mundo seguía girando, a veces rápido y otras veces despacio. La oruga se quedó paralizada y cerró los ojos, pensando que se estaba muriendo.

Después de un rato, y no sabía cuanto había sido, el mundo pareció dejar de moverse y se sintió más ligera y libre. Le pareció que podía volver a moverse, y, al hacerlo, se dio cuenta de que tenía debajo el árbol, y el sol calentaba.

En la distancia pudo oír un ligero murmullo y se sintió atraída por el ruido. Era una pequeña voz que le decía:

-Por favor, enséñame a volar como tú.

-Paciencia, ya lo harás, ya lo harás.

Sólo entonces se dio cuenta de que se había convertido en una hermosa mariposa.

(Anónimo)

Encontrarlo de nuevo

De: Alias de MSNº_LUNA_º  (Mensaje original) Enviado: 24/08/2006 17:39
Encontrarlo de nuevo

Érase una vez un pájaro, adornado con un par de alas perfectas y plumas relucientes, coloridas y maravillosas. En fin, un animal hecho para volar libre e independiente, para alegrar a quien lo observase.

Un día una mujer lo vio y se enamoró de él. Se quedó mirando su vuelo con la boca abierta de admiración, con el corazón latiéndole más de prisa, con los ojos brillantes de emoción. Lo invitó a volar con ella, y los dos viajaron por el cielo en completa armonía. Ella admiraba, veneraba, adoraba al pájaro.

Pero entonces pensó:

-¡Tal vez quiera conocer algunas montañas distantes!.

Y la mujer tuvo miedo. Miedo de no volver a sentir nunca más aquello con otro pájaro. Y sintió envidia, envidia de la capacidad de volar del pájaro.

Y se sintió sola.

Y pensó:

-Voy a poner una trampa. La próxima vez que el pájaro venga, no volverá a marcharse.

El pájaro, que también estaba enamorado, volvió al día siguiente, cayó en la trampa y fue encerrado en la jaula.

Todos los días ella miraba al pájaro. Allí estaba el objeto de su pasión, y se lo enseñaba a sus amigas, que comentaban:

-Eres una persona que lo tiene todo.

Sin embargo, empezó a producirse una extraña transformación: como tenía al pájaro, y ya no tenía que conquistarlo, fue perdiendo el interés.

El pájaro, sin poder volar ni expresar el sentido de su vida, se fue consumiendo, perdiendo el brillo, se puso feo, y ella ya no le prestaba atención, excepto para alimentarlo y limpiar la jaula.

Un buen día, el pájaro murió. Ella se puso muy triste, y no dejaba de pensar en él. Pero no recordaba la jaula, recordaba sólo el día que lo había visto por primera vez, volando contento entre las nubes.

Si profundizase en sí misma, descubriría que aquello que la emocionaba tanto del pájaro era su libertad, la energía de las alas en movimiento, no su cuerpo físico. Sin el pájaro, su vida también perdió sentido, y la muerte vino a llamar a su puerta.

-¿Por qué has venido, -le preguntó la muerte.

-Para que puedas volar de nuevo con él por el cielo –respondió la muerte-. Si lo hubieses dejado partir y volver siempre, lo admirarías y lo amarías todavía más; sin embargo, ahora necesitas de mí para poder encontrarlo de nuevo.

Paulo Coelho

¿Cómo reacciona en los momentos difíciles?

De: Alias de MSNLUNA200620  (Mensaje original) Enviado: 07/08/2006 7:48
¿Cómo reacciona en los momentos difíciles?

El rústico vagón de madera se desplazaba lento bajo el peso del carbón. Jaime Benett, como todos los días y al comenzar su jornada en aquella mina de Virginia, Estados Unidos, cantaba los coros que aprendió desde su niñez y que siempre le llevaron a recordar que había un Dios que estaba en control de todo y de todos. En la distancia se escuchaba el incesante picoteo de los trabajadores rompiendo las entrañas de la tierra, poniendo al descubierto enormes vetas negras. Sin duda—pensó—sería un día esplendoroso, así no viera el sol que avanzaba afuera, perezoso y somnoliento.

A sus 61 años le debía mucho a la vida. Tenía una familia e hijos que habían alegrado su existencia. Un trabajo y muchos anhelos de ver hasta su tercera generación. Quería lo mejor de la existencia, y por esa razón, era el primero en dar pasos en la empinada cuesta hacia la felicidad. Pocos lo veían amargado y, el único día que le vieron preocupado, fue cuando estaba por nacer su hija Audry.

Pero el curso de aquél día cambió. Sorpresivamente. Sin avisar. A la mansalva. La estructura de pilotes que sostenía el socavón, varios metros bajo tierra, cedió. La explosión subterránea lo dejó atrapado junto con once mineros más.

Alguien comenzó a gritar desesperado. “Calma…”, interrumpió conciliador Jaime para, inmediatamente, sugerirles que cubrieran las paredes con plástico. ” Así evitaremos respirar aire viciado y tóxico”, les dijo.

Durante diez horas permanecieron atrapados. Y fue el tiempo que aquél maduro hombre, forjado a golpes de pico y pala, utilizó para describir en detalle lo que iba aconteciendo, salpicando sus relatos con impresiones personales. “Está oscureciendo. Todo se llena de humo. Falta el aire para respirar. Amo a mi esposa y mis hijos. Oh, Dios, vamos a ti, tú nos esperas”. Líneas plasmadas en el papel que pasaron a la historia.

Cuando los rescataron ya era tarde. Sin embargo, las descripciones vívidas que hizo Jaime Benett, ponen en evidencia que hasta último instante cifró sus esperanzas y confianza en el Creador. Sabía que no estaba solo y que, al final del túnel, el amado Señor Jesús estaría esperándole con los brazos abiertos.Confianza… confianza plena…

La verdadera confianza en Dios se evidencia, cuando en los momentos de crisis, depositamos todas nuestras esperanzas en Él, sabiendo que así sea el último momento de nuestra existencia, Aquél que nos creó está en control de todo y de todos.

Jaime Benett guardó la calma. Un rústico minero de 61 años le enseñó al mundo que “confianza en Dios” es mucho más que palabras. Debe hacerse realidad cuando estamos frente a una encrucijada o creemos que la fuerza de las circunstancias presiona tanto nuestras emociones, que amenaza con quebrantarnos.

El apóstol hizo una recomendación para todos aquellos que están sometidos a la angustia o atraviesan un mal momento: “Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él los enaltezca a su debido tiempo. Dejen todas sus preocupaciones a Dios, porque él se interesa por ustedes” (1 Pedro 5:6,7. Versión Popular).

Si confiáramos más en Dios que en nuestras capacidades, el estrés, las depresiones y tantos males de nuestro tiempo, habrían pasado a la historia para dar lugar a nuevos amaneceres de paz y de esperanza…

¿Había pensado en eso?

¿Qué espera para comenzar a confiar en Dios?

En ti está la fuente de vida

De: Alias de MSNLUNA200620  (Mensaje original) Enviado: 06/08/2006 10:15

  EN TI ESTÁ LA FUENTE DE LA VIDA.

Cuentan que un día, un hombre heredó un vasto territorio,

yermo y seco, formado por interminables dunas de arena.

Con el fin de sacar algún rendimiento de aquel terreno,

decidió buscar agua y así, comenzó a cavar un pozo.

Tras unos días de intensa labor bajo un ardiente sol no manaba

ni una sola gota. Contrariado, decidió probar en otro lugar,

unos cuantos metros más allá; pero el nuevo pozo también estaba seco.

Como era un hombre tenaz siguió intentándolo cavando

un pozo tras otro sin obtener ningún resultado.

Un día, abatido, volvía a su casa tras otra jornada de

infructuoso trabajo cuando, en un cruce de caminos, halló a un

anciano con una gran barba blanca y un cayado con el que se

ayudaba a caminar.

El anciano, al ver el rostro apesadumbrado de nuestro

hombre, se detuvo a su paso y le preguntó:

– ¿Qué te ocurre? ¿Por qué estás tan abatido?

El hombre respondió: – Soy dueño de todo este territorio pero

no me sirve de nada pues no tiene agua.

– ¿Por qué no cavas un pozo?, contestó el anciano.

– ¡Un pozo!…!Pero si llevo ya cuarenta y nueve y no he hallado

ni una gota de agua!, replicó.

El anciano se sentó sobre una roca, apoyado sobre su cayado

y respondió:

– ¡Quizá no has cavado lo suficiente! Elige uno de tus pozos y olvida el resto. Cava en él sin descanso, a todas horas,

todos los días. No  importa que no brote el agua. No desfallezcas.

Sigue cavando y, cuando creas que ya no te quedan fuerzas,

entonces… ¡continúa cavando!.

Tras estas palabras, el anciano prosiguió su camino y se alejó.

Nuestro hombre quedó pensativo y se marchó a su casa

con el firme propósito de hacer lo que le había dicho el anciano.

Así que, al día siguiente, eligió uno de los pozos y comenzó

a cavar donde antes lo había dejado.

Un día, otro día, una semana, otra semana,

– ¡Esto es inútil!, decía. – Estoy trabajando para nada.

Sin embargo seguía cavando. Así pasaron los meses y de

aquel pozo seguía sin brotar una sola gota de agua.

–        ¡Dios mío!; exclamó, – ¡me estoy dejando

las manos en este pozo!.

El hombre se detuvo y lloró amargamente. El anciano volvió

a pasar por allí y encontró de nuevo a nuestro hombre,abatido y sin esperanza.

– ¿Qué te ocurre? ¿Has encontrado ya el agua?, le dijo el anciano.

– No, respondió aquél. – Llevo casi un año ahondando en ese

pozo pero todo mi esfuerzo ha sido en vano.

Este es un terreno árido y seco.

Tras escucharle con atención, el anciano apoyó su mano en el

hombro derecho de aquel hombre mientras le decía:

Si de verdad quieres encontrar agua, sigue cavando ese pozo.

El anciano prosiguió su andadura hasta que se alejó

definitivamente.

Al día siguiente, nuestro hombre volvió de nuevo al pozo y siguió cavando.

El pozo era ya muy profundo. Al poco rato, el agua

comenzó a manar abundantemente del suelo ante los ojos

atónitos del hombre.

Así es la vida. Así somos los seres humanos. Buscamos agua  porque tenemos sed; nuestra alma está sedienta de vida, pero  nos cansamos muy pronto de ahondar en nuestro pozo.

Picoteamos aquí y allá pero no profundizamos lo suficiente.

Perdemos la fe y la esperanza sin saber que, un poco más abajo, está la fuente de la vida.

Se halla en nuestro interior.

Somos nosotros mismos. Tan solo hace falta persistir en la búsqueda y levantarse de nuevo tras una caída. El agua  puede estar muy cerca pero si abandonamos el pozo y comenzamos a buscar el agua en otro lado, quizá nunca la encontremos

Historia de una vida soñada

De: Alias de MSNLUNA200620  (Mensaje original) Enviado: 05/08/2006 9:19
Historia de una vida soñada

                    En un país lejano, vivía una niña pequeña llena de fantasías y sueños esperando que un día se hiciesen realidad. La niña crecía en edad y estatura y con ella también sus sueños. Había escuchado tantas veces a los mayores cuál era su papel en el gran teatro de la vida, que ella presto lo quería desempeñar.

                Desde pequeñita jugaba su personaje, jugaba a la cocinita, con los muñecos a los que iba a bautizar, a la compra, también a lavar. Ese era el papel que le habían designado,

¿Para qué quería aprender más?

Siempre le decían que sola no lo podría realizar, tenía que salir al bosque y cazar, y esperar. La niña aumentaba sus sueños, quince años tendría ya. Soñaba cada noche con un príncipe azul, que le ayudara mágicamente a que sus sueños fueran algún día realidad.

            Cuando menos esperaba, escuchó una voz dulce que pronunció su nombre, se volvió y miró. ¡Ay, madre!, gritó, éste es mi hombre, el príncipe de mis sueños. La niña quedó desde ese instante cautivada de la hermosura de su “príncipe real”. Por fin realizaré mis sueños, se decía la inocente niña, voy hacer realidad el papel del teatro de la vida, el que me han designado para mí.

            Los juegos dejaron de serlo, pronto se vio en una gran cocina toda para ella; ahora guisaba de verdad. Los muñecos tomaron vida y les puso nombre cuando los llevó a bautizar. Lavaba y planchaba, limpiaba y volvía a limpiar. Parecía que era el cuento de nunca acabar.

            Un buen día se cayó cuesta abajo y salió sin querer del castillo de sus fantasías, desde el suelo miró hacía lo alto y vio qué diferente era su papel fuera. Y cuan diferente sus personajes, había creído tanto en sus sueños, que había vivido realmente en ellos. Ahora estaba perdida, como fracasada, también desorientada sin saber cuál era su rol, su papel.

          ¿Dónde está mi príncipe azul? Una vocecita le susurraba, “nunca ha existido tu príncipe, solo en tu imaginación. ¿Qué voy a hacer ahora?. “Intentar vivir con lo que tienes realmente”. ¿Qué es lo que tengo yo?. Muchas ganas de realizarte y llegar a ser la persona en su totalidad que debía haber sido. No sé por dónde empezar. Sí lo sabes, seguía susurrando la vocecita. Estudia y ponte una meta, vive, pues cada día que pasas lamentándote sigues atrapada en el castillo de tus fantasías y es tiempo muerto.

          La misma vida es sabia y te ha empujado fuera de él, para que empieces de nuevo viviendo tu realidad, quizás no te guste tanto como la otra, ésa se te dio hecha, ahora, la tuya propia la has de construir tú. Cada persona es responsable de su vida y de ti depende escribir la historia de una vida soñada, que es la  tuya realmente, no la que esta sociedad o tú misma te impongas, porque ése era el papel que debías desempeñar.  Sé tú misma y elige qué vida es la que quieres de verdad realizar.

¡¡¡  Bendiciones    !!!

Paciencia y esperanza

De: Alias de MSNLUNA200620  (Mensaje original) Enviado: 04/08/2006 7:43
Un pastor tenía dos ovejas y estaba contento porque las dos habían parido y tenían unos hermosos y juguetones cordoritos.

Durante la noche el pastor encerraba sus dos ovejas en un corral que tenía muy cerca de la casa. Así se aseguraba que lobos y zorros no los mataran.

En las horas del día las soltaba para que fueran a pastar por los cerros. Y aquel día los soltó, como siempre y dejó a los corderitos en el corral. Es muy riesgoso soltarlos tan pequeños.

Las dos ovejas cruzaron el río caminando sobre su firme lecho de piedras. Las aguas del río serrano eran poco profundas y ellas lo cruzaban a diario. Pero al poco tiempo se desató un temporal muy fuerte y la lluvia fue repentina y torrencial. Las aguas descendieron de los cerros, se volcaron torrentosas en los pequeños arroyos y llegar turbias al cauce del río y el río se desbordó.

El pastor salió hasta la orilla porque sabía que se acercaba la hora en que sus ovejas regresarían, para amamantar a sus críos y pasar la noche en el corral y vió que sería imposible cualquier intento por cruzar aquel torrente de aguas, sin exponerse a ser arrollado y golpeado contra las piedras.

Una oveja se puso a pastar paciente en la orilla, esperando que las aguas bajaran, la otra se impacientó y comenzó a lamentarse: “Esta agua no descenderá y mis hijitos se morirán de hambre, aquí nos sorprenderá el lobo y nos moriremos”. La compañera trató de calmarlas: “No te impacientes, recuerda que ya vimos muchas crecientes en el río y siempre vimos las aguas descender, no nos pasará nada grave y mañana amamantaremos a nuestros hijos”.

De nada valieron sus reflexiones, la oveja se arrojó al agua. El pastor la miraba impotente desde la orilla opuesta. La pobre oveja avanzó un par de metros, pero las aguas la vencieron y la arrastraron río abajo, el pastor y la compañera vieron como el cuerpo de la desdichada era llevado por la corriente, que lo golpeaba contra todas las rocas salientes.

Al anochecer las aguas ya habían descendido bastante, pastor y oveja se miraban desde las dos orillas, el pastor que conocía bien los pasos menos riesgosos, entró al agua y lenta y cuidadosamente, llegó hasta la otra orilla, ató una cuerda al cuello de su oveja y ambos volvieron a cruzar el río.

Los corderitos balaban en el corral, el pastor hizo que los dos huerfanitos mamaran de la oveja sobreviviente, que se constituyó en su madre adoptiva.

“Sin esperanza es imposible tener paciencia, porque nadie espera lo imposible y la esperanza más hermosa es la que nace en situaciones más desesperantes. La impaciencia, con la que quiere alcanzarlo todo hoy, es la que te hace perder la oportunidad de alcanzarlo mañana”.

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