La Biblia: ¿Palabra de Dios o de hombres?

Toda religión se basa en mitos de determinada región o pueblo donde se originó, y por eso los llamados libros sagrados deben ser interpretados según el contexto histórico-cultural en el cual fueron elaborados. Así podremos entender porque la Biblia judía (la Tanach o el Antiguo Testamento) tiene sólo 39 libros, la católica 72 y la protestante 66. La ciencia no ha demostrado la veracidad de los relatos bíblicos que dicen que: el mundo se creó en 6 días; hubo un diluvio universal; el sol (o la tierra) se detuvo, etc. Al contrario, la historia de las religiones demuestra que diversos relatos bíblicos ya se encontraban en otras tradiciones: la creación del Génesis en el poema babilónico Enuma Elis, el diluvio de Noé en la epopeya mesopotámica de Gilgamés, algunos milagros de Jesús en el culto egipcio al dios Sobek (que caminaba sobre las aguas y convertía el agua en vino) o en el griego al dios Asclepio (que curaba enfermos y resucitaba muertos), etc.Así que mal haríamos en recurrir a un conjunto de libros producto de una cultura antigua pre científica para explicar el origen del mundo y la aparición de la vida y, peor, para resolver los problemas de la humanidad del siglo xxi.Para los creyentes, seres humanos necesitados de consuelo y esperanza, la Biblia es la palabra revelada y perfecta de Dios. Pero basta leer la Biblia para descubrir sus yerros contrarios a la verdad natural (Génesis 1: 12-16; Levítico 11: 6), cuán humano era el dios hebreo al mostrarlo antropomórfico (Gen. 3: 8; Gen. 18: 1-8; Éxodo 24: 9-11; Ex. 33: 11, 21-23); no todopoderoso (Jueces 1: 19), abusivo e injusto (Números 15: 32-36; Deuteronomio 25: 11; Deut. 21: 18-21; Deut. 22: 13-21; Deut. 22: 23-24, 28-29; Lev. 21: 9; Ex. 31: 14-17), obsceno (Malaquías 2: 3; Nahúm 3: 5-6; Jeremías 13: 25-26; Jer. 25: 27), vengativo (Nah. 1: 2, 6; Ezequiel 5: 7-13, 16-17), masacrador (Isaías 66: 23-24; 2 Reyes 19: 35-36) incluso de mujeres y niños (Oseas 13: 16; Is. 13: 9, 12-16; 49: 26; Is. 14: 20-21), homófobo (Lev. 20: 13), xenófobo (Esdras 9: 1-3, 10-12; 10: 1-3, 5), esclavista (Ex. 21: 2, 7-8; Ex. 21: 4-6; Num. 31: 7, 9-18, 25-36, 40-41), aceptador de sacrificios humanos (Jueces 11: 29-39) e intolerante religioso (Deut. 13: 6-11; Deut. 13: 12-17; Lev. 20: 27; Ex. 22: 18). El Jesús del Nuevo Testamento no se quedará atrás: fomentaba el odio familiar (Lucas 14: 26), era xenófobo (Mateo 15: 21-28), intolerante y amenazador (Mat. 23: 33; Mat. 25: 31-32, 41, 46; Marcos 9: 47-48; Juan 3: 16-18; Jn. 15: 6), así como contradictorio (Mat. 5: 16; 6: 1; Mat. 5: 22; 23: 17).

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