El camino del cielo alquimico

EL CAMINO DEL CIELO QUIMICO

Muchas personas me acusarán de temeridad y de presunción cuando vean que me atrevo a intentar instruir a tan grandes sabios dentro del arte quimico, enseñandoles cosas que han ignorado hasta el presente, o haciendoles notar aquellas que han entendido mal, precisamente yo, que estoy tan alejado del perfecto conocimiento de este arte. Pero poco me importa el juicio que se haga de mi mientras pueda yo ser útil al común. Si los sabios encuentran aqui alguna cosa que no sea de su agrado, la sinceridad con que la escribo debiera servirme no tanto para atraer su indignación como para servirme de excusa ante ellos.
Y, ciertamente, tanto si el error me ha cegado como a otros tantos como si un trabajo mas certero me ha conducido a la verdad, lo que siempre será seguro es que muchos serán los que en el futuro se retirarán dejando atrás dispendios inútiles por trabajos infructuosos y la pérdida del tiempo que les debe ser tan precioso y querido.
El método que me he propuesto para realizar una Obra tan excelente y bella, es totalmente distinto del que los demás han seguido. En un camino tan resbaladizo, que llevó a tantos hasta el precipicio, tengo por guía al sabio Paracelso y al famoso Basilio Valentin, mil veces más docto e instruido que aquél.
Ya había resuelto disponer los vasos; había empezado la preparación del Mercurio, según la doctrina de Filaleteo, mediante múltiples lociones y trituraciones; había ya disuelto y purgado los metales con vinagres y aguas fuertes, cuando por una fortuna inesperada cayó en mis manos un libro intitulado: El gabinete hermético. Leí este libro con una avidez extraordinaria sin entender nada de él, pero tras comprender que Paracelso jamás consideró las cosas que otros habían confiado a su buena fe*, empecé a examinar con más exactitud la naturaleza de los metales, y a compararla con las experiencias que otros ya habían realizado. Tras lo cual, y ya con el espíritu más despejado, me dí cuenta de que nadie había decidido tomar una vía totalmente distinta, siguiendo la que este adepto había inutilmente recomendado a nuestro Paracelso. Dejando, pues, a un lado, todos los sentimientos adversos, me propuse esta regla certera con la cual logré alcanzar felizmente el fin de mi carrera.

Que la Piedra de los Filósofos debe ser hecha en tres o cuatro días.
Que los dispendios no pueden exceder la suma de tres o cuatro florines.
Y que un solo crisol o vaso de tierra es suficiente.

Y estimo que deben ser rechazadas todas aquellas proposiciones que no concuerden con estos tres aforismos. Provisto de una gran suerte, Basilio Valentín me ha sido de gran ayuda, pues tras representar un crisol en sus primeras claves, ordena que se debe continuar por esa vía y dejar a un lado todos los demás vasos, el fuego de lámpara, el estiercol de caballo, de ceniza, de arena y de llamas, y aplicar su espíritu a los más profundos secretos del arte.
Después de algunas ligeras pruebas, me sentía más lúcido que nunca, y comencé a observar más cosas de las que había esperado: Sí, gracias a un trabajo y a una aplicación de espíritu extraordinarios, he visto cosas que, a mi parecer, jamás nadie ha visto, ni siquiera durmiendo y en sus sueños. Algunas de ellas las he explicado en mi tratado intitulado: Los acontecimientos imprevistos y fortuitos, las cuales repetiré aquí suscintamente, añadiendo además otras muchas, con el fin de dar algunas luces a los curiosos.
He dicho que esta es una obra de tres o cuatro días, pero para hablar con más exactitud debo decir que hay una obra que dura tan sólo tres horas, pues la obra es doble y dividida en dos, como sucede también con aquello que han llamado la Piedra de los Filósofos. Y, en efecto, es un gran error y muy frecuente entre los químicos, decir que la Piedra filosofal no es tal sino cuando ha alcanzado la absoluta perfección, es decir, cuando a partir del fermento de la Luna o del Sol, es preparada por la multiplicación. Pues existe otra (Piedra) que es imperfecta y que Basilio llama Todo en Todo, y de la cual nos ofrece el método en sus diez primeras claves, en la undécima nos da el método para aumentarla y en la duodécima su entera multiplicación. Yo la llamo imperfecta por su comparación con la otra, que es perfectísima, pero, no obstante, es perfecta en sí y de naturaleza perfecta, cosa que pobaré fácilmente por la autoridad de Bernardo el Trevisano y la de otros adeptos que han escrito sobre ella.
Esta primera obra es, pues, llamada la obra de las tres horas, y también de los tres días, pero de tres días filosóficos, como indicaré a continuación.
La segunda obra llega a su término en el espacio de tres o cuatro días naturales; y este inmenso tesoro que es buscado por los hombres avaros con tanto trabajo y dispendio, puede ser adquirido en este poco tiempo, sea al blanco o sea al rojo, pues la diferencia del fermento, o si lo prefieren, la adición del azufre del oro o de la plata en nuestra primera piedra, acaba y perfecciona la segunda.
Para el que observa el tiempo, lo dicho por Paracelso es muy verdadero. Los filósofos, dice, se entienden bien cuando hablan de los tiempos. Todo el mundo se encuentra en este punto extremamente confuso y rodeado de tinieblas. Hagamos un esfuerzo para disiparlas y para descubrir cosas que parecen estar hundidas en abismos impenetrables.
El año de los filósofos no es sino el ciclo solar realizado por el sol filosófico cuando por el zodíaco recorre la tierra.
EL mes filosófico es el de la luna.
La semana el de los siete planetas.
Y el día, el de la luz y las tinieblas.
El mundo es la misma materia.
El zodíaco que contiene los doce signos celestes, representa los doce trabajos del Hércules filosófico, que ya mostré en mi tratado de los acontecimientos imprevistos, estre* el sol; es decir, el ácido, cuyo curso da término al año filosófico mientras la materia se encuenra en fusión en el interior del vaso.
La Luna es el álcali, cuyo curso penetra toda la materia fundida, y uniéndose con su hermano el so, da término al mes sinódico.
La semana nos es explicada por Basilio Valentín en sus seis primeras claves, con la salvedad de que no nos habla del Mercurio que Filaleteo nos muestra como su gobernante, siendo la semana regida por su autoridad*.
La primera clave nos designa a Saturno, al agua y a la tierra; la segunda a Júpiter, al aire y al fuego; la tercera a Marte; la cuarta a la luna; la quinta a Venus; la sexta al sol perfectísimo, y a la unión íntima de los cuatro elementos. Nuestro Rey, nos dice, en su primera clave pasa por seis mansiones diferentes, y yo descanso en la séptima. Así pues, cuando la materia ha fundido lentamente en el vaso por la fuerza de su espíritu, entonces se purga por completo; por ello se convierte en su propio vinagre, del mismo modo que los metales tienen por costumbre formarse en el interior de las minas, pues antes el espíritu mercurial se coagula, se encierra* y se endurece en saturno. Por ello dice nuestro autor en algunas partes: Sólo el saturno fija el mercurio. Cuando el saturno ha sido purgado por otra circulación, se convierte en júpiter, de él se hace marte, a continuación la luna, después Venus y, finalmente, el sol, es decir, la obra perfecta. Según este mismo ciclo se deja ver el día de los filósofos, pues lo que está escrito acerca de la creación del gran mundo, a saber, que las tinieblas estaban sobre la tierra, y que se encuentra extensamente explicado en mi tratado, del que ya hablé más arriba, así como aquel pasaje en el que está dicho: la luz fue hecha en el primer día, exigen que su verdad sea observada mediante alguna experiencia*.
Triturad el antimonio en un mortero filosófico y cribadlo, es decir, fundid el antimonio en un crisol, removiendo y golpeando el crisol*, hasta que el régulo* se deposite en el fondo; y si trabajáis según conviene, vuestro régulo se verá estrellado desde la primera fusión, obteniendo de este modo la luz después de las tinieblas y una luz celeste, y esto si por medio del pequeño comentario que os ofrezco a continuación y que os abrirá el cielo químico, sois capaces de comprender lo que es el cielo, pues este cielo extendido colorea los campos de púrpura y se reconocen en él los astros y el sol.
Pero esto cuando aún falta para la llegada del mediodía, apenas el día comience a asomar, pues nuestro Hércules espera que las tinieblas, en las que él se encuentra como amortajado*, sean disipadas, para regocijarse entonces de la fulgurante luz del mediodía. Por ello los poetas le han llamado su caos, pues es en el antimonio en donode todas las cosas se encuentran primeramente confusas, se separan y se dividen por la sola fusión, de modo tal que podríais creer con facilidad que Ovidio hubiera tomado de esto el sujeto de sus Metamorfosis.
También se ve muy claramente que no es posible usar un vaso de cristal para la preparación de la materia, sino que se debe utilizar un crisol o un vaso de tierra que resisten el fuego; y el fuego debe ser constante*, no como el de lámpara, sino como el que se encuentra unido al mercurio, el cual se perfecciona y alcanza su término por un movimiento constante y continuado; en cuanto a los otros fuegos, conviene interpretarlos de un modo distinto al que acostumbra el vulgo.
Así se debe empezar por comprender qué es la circulación, la sublimación, la trituración, la digestión, y todas las demás operaciones químicas, en qué medida son distintas de las vulgares y con qué facilidad y en qué poco tiempo pueden ser ejecutadas. De este modo podrá entenderse el sentido del enigma de Hermes cuando pide que las cosas superiores sean como las inferiores, y las inferiores como las superiores; también podrá comprenderse qué es lo que el viento lleva en su vientre y qué significa que el sol es su padre y la luna su madre*. Y ya no volveréis a ignorar cuál es esta agua seca que no moja las manos.
Y, en fin, vosotros, seáis quienes seáis, los que aún dudáis de lo que os digo, fundid solamente el antimonio y aplicaos a ver exactamente lo que acontece; y veréis en él todas estas cosas, veréis en él las palomas de Filaleteo, oiréis el canto de los cisnes de Basilio y este mar de los filósofos del que he hablado extensamente en mi tratado de los acontecimientos fortuitos e imprevistos.
Es conveniente que os hable ahora de los dispendios necesarios. Yo, que prefiero el conocimiento de la piedra filosofal, sin espíritu de sacar provecho alguno de ella, a esta misma piedra tingente hasta el infinito*, no pretendo sufrir los reproches secretos de aquellos que me acusarán de aprovecahrme de los trabajos de otros. Y porque ha sido la divina bondad la que me ha formado, me siento dichoso por los escasos bienes de los que dispongo, y percibo aún una dicha mayor y mucho más perfecta* cuando en la entera sinceridad de mi confianza* muestro a los demás como con los dedos*, el camino de enriquecerse.
Haced fundir, como ya os dije antes, el antimonio hasta obtener un régulo* estrellado, sin mezclar en él marte, pues nuestro rey entra solo y sin satélites en la Fuente; entonces tendréis todas las cosas: ya lo he dicho muchas veces, lo tendréis todo y nada.
Para mostraros que marte no debe entrar en la composición del régulo*, he aquí una experiencia que os convencerá de ello. Fundid régulo* de antimonio y de marte, y agregad la mitad de su peso de luna; y cuando todas estas cosas estén bien fundidas, vertedlo todo en agua fuerte, entonces veréis un polvo negro que precipitará en el fondo, como la que Becker encontró en su mina arenosa. Y este polvo, sea cual sea la industria que tengáis entre manos*, y sea cual sea el artificio del que os sirváis, no puede fundirse en oro, porque se trata de marte totalmente puro.
Así pues, aquellos que creen que en la composición del régulo* no interviene más que el espíritu sulfuroso de marte, tropiezan groseramente. Yo he hecho la prueba con oro muy puro: he introducido veinte gramos de oro en una copela; una vez fundidos he agregado poco a poco régulo* de marte, y de todo ello he obtenido treinta gramos de oro, y de este modo mi oro ha sido aumentado en una tercera parte* tras haber resistido la prueba del fuego. Pero he visto que mi oro era frágil a causa de las partes de marte que le fueron unidas; y por un método secreto separé mi oro purísimo obteniéndolo en el mismo peso que al principio.
Pero volviendo al dispendio necesario, ¿acaso es un desembolso excesivo el que supone tomar una libra de antimonio, media libra de tártaro y de sal nitro y hacer fundir todo esto en un crisol y, una vez purgado hasta la aparición de la estrella, añadir una parte de oro o de plata?*
Y si alguno cree que permanece en el error porque no le he mostrado lo poco que falta para lograr la piedra filosofal, y sin lo cual, a decir verdad, todo lo que he dicho es inútil, que piense que jamás se enseñan todas las cosas a la vez y en un mismo tiempo; vendrá un día en el que descubriré el misterio entero, y haré ver que no hay más vía verdadera que la nuestra, ni que se realice con más premura ni con menos coste. Y para dar alguna satisfacción a las prisas que se puedan tener, añadiré una experiencia que facilitará el medio de llevar su espíritu hasta la búsqueda más profunda de este arte.
Haced un régulo* de marte y de oro o plata; tomad una parte del uno y del otro, y poned la de oro sobre una pieza de plata, y la de plata sobre una pieza de cobre; enrojeced estas piezas sobre una teja: el antimonio se exhalará; al instante veréis que vuestra pieza de plata se encuentra teñida y penetrada por un intenso color rojo, y la de cobre teñida y penetrada de color de plata. Y si colocáis sobre una teja una pieza de plata, sobre la que se encuentra el régulo* de oro, colocando un poco por encima otra pieza de plata de manera que cubra a la otra sin tocarla y cuidando que no caiga ceniza sobre ella, la pieza de plata que se encuentra más arriba adquirirá el color del oro por medio del régulo* solar que, en su fusión, se lleva el oro y lo volatiliza. Por este medio se puede obtener un oro potable más* perfecto que el vulgar: esto es lo que puede ser llamado el verdadero oro de los filósofos.
He mostrado a mis amigos dos de estas piezas de plata y de cobre, bellísimas y perfectísimas, y cuando fui a Italia, al pasar por Berlín, las ofrecí como presente al Serenísimo Elector Federico Guillermo, mi soberano Señor, quien mostraba gran curiosidad por las cosas raras*.
Sigo adelante* para decir una cosa no menos notable. Fundí plomo al que añadí una parte de régulo* solar, y vi, no sin admiración, que ese plomo no se reducía en escoria, aunque permaneciese mucho tiempo en el fuego; al contrario, apareció como purgado de sus impurezas y, en cierto modo, cambiado o transmutado.
Este régulo*, bien preparado, contiene, pues, el verdadero oro potable de los filósofos, el cual es ávidamente bebido*, no por hombres como nosotros, sino por el hombre químico, y por los animales; y su mercurio, íntimamente unido al oro y a la plata, dona la amalgama filosófica.
Aún puede observarse otro misterio en la preparación, es la manteca* de antimonio filosófico. La comparación que hace Basilio Valentín en su Carro Triunfal del Antimonio, puede ser con justicia recordada aquí*: dice que la piedra de los filósofos se hace de la misma manera en la que nuestros aldeanos hacen manteca y queso a partir de la leche. Nuestra vaca es el antimonio, cuya leche, que es el régulo*, una vez agitado, da lugar a la manteca, que no es otra cosa que el azufre rojo; y este azufre es una verdadera manteca de antimonio. Por lo que hace al resto, cualquiera puede explicarlo con facilidad.
Pero alguno podría decirme que Basilio Valentín quiere que se tome el vitriolo para hacer la piedra, y no el antimonio. Pero pensad (como pide él mismo) ¿Qué cosa es el vitriolo sino un azufre?, y el antimonio, ¿qué cosa es sino el mercurio?* En la actualidad* se concibe con acierto lo que es el antimonio y el vitriolo de los filósofos, y es éste uno de los secretos más importantes, hasta tal punto que si lo ignoráis, todo vuestro trabajo será inútil. Aún hay otras muchas cosas, pero la entrada es difícil: yo os ayudaré en la medida que me sea posible, y como hizo el sol en la fábula, advertiremos a nuestro Faetón de temer y temblar siempre hasta el final de su carrera, con el fin de gozar un día de los frutos de las Hespérides. Comenzaré por el principio*.
El antimonio purísimo es la primera materia, tan ardientemente deseada y buscada con tanto cuidado por tantas gentes; es decir, que en el antimonio hay cierta humedad aérea, maravillosamente mezclada de calor, del cual ya hablé la principio y muchas veces en algunos pasajes de mio Acontecimientos imprevistos. Esta materia está dispuesta y gobernada por los rayos del sol y de la luna de los filósofos en su mar, y es conjuntada con el calor seco de su tierra.
He aquí lo que produce nuestra materia segunda, nuestro hombre químico, del cual he prometido que explicaría sus enfermedades, así como la devolución de su perfecta salud a través de los remedios que Basilio Valentin me ha indicado en su Carro Triunfal del Antimonio, si Dios me concede ocio suficiente*.
Tenéis ante vosotros el huevo que contiene y encierra el blanco y el amarillo, del que un día debe nacer* un pequeño gallo que mediante su agradable canto despertará por la mañana a los verdaderos amantes de la química.
Creo que son muy pocos los que no han notado que entre los jeroglíficos de los dioses de la antigüedad, el gallo está particularmente consagrado a mercurio. Albricus, en su pequeño Tratado de las Imágenes de los Dioses, dice estas pocas palabras al hablar de Mercurio: Había frente a él un gallo que le estaba especialmente dedicado. El gallo es, pues, el signo y la señal del mercurio, mercurio que los químicos vulgares tienen frecuentemente en su boca pero rara vez entre sus manos, y jamás en la mediación de su espíritu; y sin embargo el mercurio es su Todo: pero mientras busquen ese Todo en el mercurio vulgar, jamás encontrarán nada.
El verdadero y simple mercurio de los filósofos es, pues, aquel del cual he dicho antes que es húmedo, aéreo, cálido, espíritu volátil, el hermafrodita Ovidio, el ácido y el álcali volátil, el mercurio doble unido al azufre y a la sal filosófica, o al ácido y al álcali fijo: aquello que se forma cuando se unen ambos en régulo* siendo rechazadas las heces y las inmundicias. Pero aún no es puro; es necesario que el rey entre en su baño filosófico y se lave; que muera en él; que se vivifique en él; y que una vez revestido de su manto de púrpura, se siente sobre su trono.
Acudid, pues, prestos aquí, vosotros, químicos mercuriales que atormentáis incesantemente mis oídos con vuestras fijaciones y coagulaciones del mercurio vulgar; aprended de esto que os he dicho lo que es el mercurio filosófico, su fijación, su coagulación, su precipitación, su sublimación y su revificación, pero aprended antes qué es lo que los filósofos entienden por morir.
Sin duda habéis visto alguna vez muertos o moribundos; ¿acaso no habéis observado que una vez extinguido el espíritu cálido volátil que tiene por costumbre* penetrar todos los miembros del cuerpo y vivificarlos, la sangre se aglutina y se coagula en el cadáver? Del mismo modo, la muerte, según los filósofos, no es sino la coagulación y fijación de la materia volátil.
Y pues, ¿acaso el régulo* no es volátil? Fijadlo y estará muerto. Pero ¿está un cadáver en estado de entrada en una nueva habitación? ¿Acaso no permanece en su sepulcro en paz y en reposo eternos, según he leído muchas veces en las inscripciones de los viejos? ¿Acaso no permanecen en la tumba hasta el momento de ser resucitados por una potencia divina*? Del mismo modo, nada fijo entra en los otros cuerpos metálicos. Devolved la vida a este cuerpo: es decir, desde el fijo en el que se ha convertido, convertidlo de nuevo en volátil, entonces entrará con facilidad*. Hay, al decir del poeta, un calor y un espíritu vital en el cuerpo que nos abandona con la muerte.
En fin, ¿de qué color son los cuerpos muertos? Según los poetas la muerte es violeta, o más bien negra; y la vida, ¿acaso no es de una blancura como la de la luz? Entonces sabéis que quieren significar los filósofos con ennegrecer y blanquear. ¿Y es que alguien ignora aún lo que es el ornato blanco de los ángeles?, incluso los niños con apenas uso de razón los reconocen al verlos pintados con sus alas. Y si tienen alas, sus espíritus son, pues, volátiles.
Vosotros, los que buscáis con una aplicación extrema vuestros diversos colores en vuestros vasos, venga, alejaos*. Vosotros, los que atormentáis mis oídos con vuestro cuervo negro, estáis tan locos como aquel hombre de la antigüedad que acostumbraba a aplaudir en el teatro, aunque estuviese solo, porque siempre se imaginaba que tenía ante sus ojos algún nuevo espectáculo. Lo mismo hacéis vosotros cuando, vertiendo lágrimas de dicha, imagináis que véis en vuestro vaso a vuestra blanca paloma, a vuestra águila amarilla y a vuestro faisán rojo, venga, alejaos de mí si buscáis la piedra filosofal en una cosa fija, pues ella no penetrará los cuerpos metálicos más de lo que penetraría el cuerpo de un hombre del mundo unas sólidas murallas.
Leemos en la Santa Escritura que el ángel abrió las puertas de la prisión al querer extaer la piedra santa*, pero no le fue necesario abrirlas para entrar en ella. Leemos también que Jesucristo entró en la asamblea de los apóstoles estando las puertas cerradas, pero esto fue después de su gloriosa resurrección. Comprended, pues, a través de estos ejemplos aquello de lo que el razonamiento no ha podido hasta el presente persuadiros. ¿Queréis aún alguna cosa más? ¿Por qué, os pregunto*, envolvéis vuestro polvo en la cera cuando queréis hacer una proyección? ¿Por qué calentáis vuestro mercurio o fundís vuestro plomo antes de añadir vuestro polvo? ¿Por qué sometéis a un buen fuego de supresión* a vuestro crisol mientras el fuego es dulcísimo* en la parte inferior? ¿Por qué, en fin, continuais manteniendo con un fuelle un fuego fuerte durante media hora, si no es afin que vuestra materia volátil penetre prontamente el mercurio o el saturno, y no se evapora antes de la transmutación?
He aquí lo que tengo que deciros acerca de los colores, a fin de que en el futuro abandonéis vuestros trabajos inútiles, y a lo que añadiré una palabra referente al olor.
La tierra es negra, el agua es blanca, el aire, cuanto más cercano está al sol, más se amarillea, el eter es rojo por completo. Del mismo modo la muerte, como ya ha sido dicho, es negra, la vida está llena de luz; cuanto más pura es la luz, más próxima se encuentra de la naturaleza angélica, y los ángeles de puros espíritus de fuego*.
¿Acaso el olor de un cadáver no es enojosa y desagradable al olfato? Así el olor hediondo en casa del filósofo denota la fijación; por el contrario, el olor agradable señala la volatilidad, porque se aproxima a la vida y al calor. Plutarco recuerda en cierto lugar que el olor desprendido por los hábitos de Alejandro el Grande después de realizar algún ejercicio violento, era muy agradable. Así, cuanto más puro y cálido es el aire de un país, más odoríferas son las hierbas que crecen en él. La Arabia feliz nos proporciona certeras pruebas de ello: el arte imita hasta tal punto la naturaleza, que los excrementos más hediondos del cuerpo humano adquieren un agradabilísimo perfume por una simple digestión y con la ayuda de un fuego proporcionado ¿qué es sino la algalia?. En consecuencia, tenemos necesidad del socorro del fuego. Basilio y los demas adeptos tienen muchos tipos de fuego: hay un fuego celeste y hay un fuego terrestre, aquel es el del espíritu volátil, este el del cuerpo fijo; uno es el del Sol superior, el otro es del sol inferior, como afirma Sendivogius y como dice Cicerón, de este género es aquel que se encuentra contenido en el cuerpo de los animales y que es llamado fuego vital y salutífero, que conserva todas las cosas, las nutre, las aumenta, las sostiene y las capacita para el sentimiento: pero lo que admiraréis, sin duda, es que hay un fuego frio del mismo modo que hay un fuego caliente; ese fuego frio es mercurial, volátil y femenino. El fuego cálido es sulfuroso, fijo y macho. Y además de eso, todavía hay otros fuegos, que son los que estan ocultos en la materia, que los quimicos vulgares creen que son externos y en eso se engañan. Basilio discurre a este respecto muy largamente. Tambien hay fuegos externos, entre los que podemos contar el fuego del juicio final, es decir, el fuego de prueba que se opera por medio de Saturno en la copela, por eso Basilio lo llama Juez Soberano, de igual manera que en el cielo es el planeta mas alejado y mas elevado por encima de nuestras cabezas.
Todavía hay el fuego de Etna, o infernal, del que os hablaré en otra parte, por temor de fatigaros con una lectura demasiado extensa, y para refrescaros un poco os voy a ofrecer vinagre, pero del vinagre destilado muy agrio, con el que podréis (cuando os parezca bien) preparar la tintura de coral, es decir, el acido o el azufre fijo, o bien os prepararéis perlas, es decir, el alcali, y beberéis para fortaleceros del vino o espíritu de vino antimonial: si a todo esto preferís la medicina universal, podréis tomarla con el bálsamo filosofico, no hay ningun otro licor alkaest que pueda disolver todas las cosas sin perdida ni disminución de sus fuerzas: es el Alkaest de Paracelso, totalmente espiritual, agua celeste, y nuestra agua fuerte, etc. Hacia el fin del otoño beberemos el nectar y la ambrosía contenidos en el cielo quimico, pero filosoficamente y del que apenas se han ofrecido los primeros fundamentos. Seas quien seas quien leas esto, deseo que te sea provechoso y te digo adios.
Amsterdam, el día que sigue a las Calendas de setiembre del año 1688

ADAN O EL PROCESO EN FORMA DE MISA

ADAN O EL PROCESO EN FORMA DE MISA
Nicolas Melchor Cibenensis

(a Ladislao, rey de Hungría y Bohemia)

INTROITO DE LA MISA:
(Bajo tono, alegrémonos y deberá ser cantada)

El fundamento del arte es la disolución de los cuerpos, que deben disolverse, no en agua de las lluvias, sino en agua mercurial, de la cual nace la verdadera Piedra filosofal.

VERSICULO:
(Entrada del vitriolo y de la sal vítrea, partes iguales, dando testimonio de la disolución):

Gloria al Padre y al Hijo por el Espíritu Santo.

KYRIE:

Fuente de bondad, inspirador del sagrado arte del cual proceden todos los bienes de los fieles, ten piedad de vosotros.

CRISTO:

Santo, Piedra bendita del arte de la ciencia que por la salvación del mundo inspiraste la luz de la ciencia para extirpar a los turcos, ten piedad de nosotros.

KYRIE:

Fuego divino a vuestros corazones para que podamos extender los secretos del arte para tu alabanza, ten piedad de nosotros.

GLORIA IN EXCELSIS:
(bajo tono doble, cántese al dios fuerte)

COLECTA:

Dios dador de toda bondad, principalmente al fin de los tiempos, por sólo tu bondad y sabiduría, a tu siervo N.N. no por sus méritos por tu infalible piedad inspiraste la luz sagrado arte de la Alquimia, te rogamos concédenos que lo que recibió del don de tu majestad le aproveche a la salud de su cuerpo y de su alma, y con el mismo mortifique todos los vicios e infunda la gracia de la virtud, para que emplee fielmente el sagrado arte sólo para la alabanza y gloria de tu nombre y para la propagación de la fe cristiana. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

EPÍSTOLA:

¡Oh profundidad de las riquezas, de la sabiduría y de la ciencia de Dios!

GRADUAL:

¡Levántame Águila y ven austro: cuida a mi huerto y fluirán sus aromas!

VERSÍCULO:

Desciende como la lluvia sobre las hojas de los árboles y como las goteras que destilan sobre la tierra. Aleluya.
¡Oh feliz creador de la tierra, más blanco que la nieve, más dulce que la suavidad, resplandeciente en el fondo de un vaso a modo de bálsamo! ¡Oh medicina salvadora de los hombres, que curas en breve tiempo todos los padecimientos del cuerpo y das término a la vida larga, renuevas la naturaleza humana, pones en fuga la pobreza, distribuyes la riqueza, rechazas la tristeza y conservas la vida sana! ¡oh fuente divina de la cual surge la verdadera agua de la vida para premio de todos tus fieles! ¡Aleluya!

SECUENCIA DEL SANTO EVANGELIO:
(tono bajo, cántese “Ave preclara”)

(La cual quiero que se llame el testamento del arte, porque todo el arte de la Alquimia está oculto bajo palabras misteriosas. Y bienaventurado el que entienda esta secuencia) ¡Salve, oh luz preciosa del cielo, luz radiante del mundo! aquí te unes con la luna, se hace cópula marcial y la conjunción de Mercurio. De estas tres cosas principalmente por el lecho del río, nace aquel gigante fuerte, al que buscan millones mediante el magisterio del arte. Disueltas las tres, no en agua de nube (pues por ella nunca se enmienda nuestra goma) sino convertidas en Agua Mercurial, esta goma nuestra bendita, disuelta por ella misma, ya tienen el nombre de esperma de los filósofos. Ahora mismo se dirige a copular, a desposarse con una esposa virgen, y a impregnarse en el baño mediante la templanza del fuego. Pero la virgen no se impregna de repente, a no ser que se la dé un beso con abrazos reiterados. Entonces es concebido en la matriz, y así se procrea un feto feliz, y esto en el orden de la naturaleza. Entonces en el fondo del vaso aparece Etíope, fuerte, enteramente quemado, descolorido, calci-nado, y completamente muerto, careciendo de vida, ya ruega ser enterrado y ser regado con su humedad y calcinarse suavemente, hasta que de la fortaleza del fuego aparezca blanquísimo. Pero con frecuencia primero toma una bebida, que derramada toda en el aire, cuando ya está lavada por sí mismo en la perseverancia del fuego. Ahora por fin se hace agradable, renacido del propio sudor, y queda limpio del cuerpo antes tenebroso. He aquí la admirable generación del Etíope, o renovación, de aquí vindica para sí un hombre nuevo, por el Lavado de la regeneración, que los filósofos llaman azufre de la naturaleza, y al hijo de aquellos que es la Piedra de los filósofos. Pero está la ceguera de los fatuos que han sido engañados por la ignorancia de la filosofía natural, por la repugnancia del fuego.
¡He aquí que la cosa es una sola, la raíz una, una la esencia, a la que nada extraño se añade, sino que sólo se quita lo superfluo, mediante el magisterio del arte! Sólo sigue ser fortalecido, fermentar por su naturaleza, ser regado con su agua, ser destilado moderadamente después que ha bebido suficiente. Y entonces empieza a reinar y a luchar contra la fuerza del fuego, y quiere subir al cielo, y ser coronado con diadema, después humilla a todos sus enemigos y rebeldes y los somete a su imperio. ¡Este es el tesoro de los tesoros, la suma medicina de los filósofos, el celeste secreto de los antiguos, bienaventurado el que lo encuentre! Quién vio tales cosas, las escribe y las dice abiertamente, y sé que es verdadero su testimonio. Sea Dios bendito por los siglos de los siglos por Nuestro Señor Jesucristo. Amén .
(Dígase el Evangelio de San Mateo y San Lucas 10)
“Te alabo, Señor Dios, padre del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas a los sabios y prudentes de este mundo, y las rebelaste a los pequeños”.

CREDO IN UNUN…
(dígase siempre)

OFERTORIO

La Piedra que rechazaron los constructores, se ha convertido en la piedra angular, esto ha sido hecho por el Señor, y es admirable a nuestros ojos.

SECRETA

Omnipotente Dios, por la saludable víctima que ardientemente inmolamos a tu majestad, rogamos suplicantemente tu clemencia, para que este nuestro artificio para honor de tu nombre y del bendito arte de la Alquimia, se haga siempre dedicado a tu glorioso nombre y consagrado a la saludable reforma de la Iglesia Universal, por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

COMMUNE

A nuestro Rey que viene del fuego iluminado y coronado con diadema, a éste honrad perpetuamente.

COMPLENDA

Recibimos Señor de nuestra salvación, el auxilio a la debilidad, y dando gracias a tu majestad te rogamos que nos aproveche para la salvación del alma y del cuerpo, y sean extirpados los turcos, y sirva para el fortalecimiento de la fe cristiana, por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

ITE MISSA EST, ALLELUIA.

FINAL

la piedra de toque

LA PIEDRA DE TOQUE
O
PRINCIPIOS DE LOS FILOSOFOS

que deben servir de regla para la obra

I
La naturaleza ha dejado algunos seres imperfectos, ya que no ha formado la piedra, sino tan sólo su materia que, en verdad, no puede hacer lo que hace la piedra después de su preparación porque se encuentra impedida por obstáculos accidentales.
II
La sustancia que se busca es la misma cosa que aquella de donde se la debe sacar.
III
Esta identidad es específica, es decir, no existe más que en relación a la especie; no es particular o numérica.
IV
De la unidad sacad el numero ternario y volved el número ternario a la unidad.
V
Toda cosa seca bebe su húmedo.
VI
no hay más agua permanente que aquella que es seca y que se adhiere a los cuerpos, de modo que si esta huye, los cuerpos huyen con ella y esta les sigue si ellos huyen.
VII
quienquiera que ignore el medio de destruir los cuerpos ignora también el medio de producirlos.
VIII
todas las cosas que se resuelven por el calor se coagulan con el frio y reciprocamente.
IX
la Naturaleza se regocija en su naturaleza, la Naturaleza mejora la naturaleza y la lleva a su perfección.
X
es necesario para la conservación del universo, que cada cosa desee y pida la perpetuidad de su especie.
XI
en las producciones fisicas perfectas, los efectos son semejantes y conformes a la causa particular que los produce.
XII
no es posible que se haga ninguna generación sin corrupción y en nuestra obra la corrupción y la generación son imposibles sin el cielo filosofico.
XIII
a menos de intervenir en el orden de la Naturaleza, no engendraréis el oro a menos que previamente no haya sido plata.
XIV
la solución de los cuerpos es la misma cosa que su congelación, si solo se considera el menstruo y el momento de la solución.
XV
si habéis disipado y perdido el verdor del mercurio y el rubor del azufre, habéis perdido el alma de la Piedra.
XVI
en nuestra obra no entra nada extraño; no admite y no recibe nada que venga de otra parte.
XVII
las soluciones filosoficas evitan al cuerpo disuelto sus impurezas naturales, que no pueden ser hechas sensibles por ningun otro camino.
XVIII
todo agente exige una materia preparada; por esta razón un hombre no puede engendrar con una mujer muerta.
XIX
en la obra la hembra disuelve al macho y el macho coagula a la hembra.
XX
el mercurio de los filósofos es su compuesto muy secreto, o su Adán, que lleva y esconde en su cuerpo a Eva su mujer, la cual es invisible; pero cuando llega del blanco, esta se vuelve macho.
XXI
los filósofos han dicho sabiamente que el mercurio encierra todo lo que hace el objeto de la busqueda de los sabios.
XXII
que vuestro calor sea continuo, vaporoso, digerente, circundante y que sea traido a traves de un medio.
XXIII
tened cuidado con el orden en que aparezcan los colores críticos, que el uno no adelante al otro y que cada cual se presente a su vez.
XXIV
estos colores críticos son cuatro: el negro y el blanco, el citrino y el rojo perfecto. Algunos filosófos les han dado el nombre de elementos.
XXV
si el color blanco precede al negro habéis fallado en el régimen del fuego y si el rojo aparece antes del citrino, es un indicio de una sequedad excesiva de la materia.
XXVI
tened el mayor cuidado de que la negrura no aparezca dos veces: cuando los cuervecillos se han ido volando una vez de su nido, no deben entrar más allí.
XXVII
tened también cuidado con que no se rompa la cascara del huevo, que no se agriete, que no deje pasar el aire; sin lo cual no harías nada de bueno.
XXVIII
el fermento no está compuesto más que de su propia pasta; así no mezcareis el blanco con el rojo, ni el rojo con el blanco.
XXIX
si no teñís el mercurio, no teñirá.
XXX
es preciso que los cuerpos o metales inferiores que se quieren transmutar en oro o en plata por la proyección, estén vivos y animados.
XXXI
cuanto más perfectos sean los cuerpos, más recibirán y se cargarán de tintura.
XXXII
si la piedra no ha sido fermentada por lo menos dos veces, no podrá dominar o subyugar el mercurio de los cuerpos y cambiarlo en su naturaleza.
XXXIII
si se emplea demasiada tintura en la proyección, el cuerpo inferior tomará demasiada fijeza y no podrá entrar en fusión; si hay demasiado poca, solo se teñirá debilmente.
XXXIV
nuestra piedra, antes de ser capaz de teñir los metales, expulsa las enfermedades de su género, proporcionadas al grado de perfección que ha adquirido.
XXXV
Cuando ha llegado a una blancura fija y permanente, cura las enfermedades lunares y cuando está roja, las enfermedades solares. Pero esté preparada de una u otra forma, las enfermedades astrales se le resisten, porque están absolutamente sometidas a la fatalidad.
XXXVI
los sabios alejando a los profanos no admitirán más que a los elegidos en sus misterios sagrados; una vez posean este raro presente de la sabiduría divina, darán gracias al Ser Supremo, y se colocarán todos bajo el estandarte de Harpócrates.

Tratado sobre la piebra de la materia

TRATADO SOBRE LA MATERIA
DE LA PIEDRA DE LOS FILÓSOFOS
EN GENERAL

Anónimo

De la materia de la piedra en general

La materia primera y lejana de la piedra es triple, a saber, mercurio, plata y oro, pues toda perfección consiste en estos tres, dado que todo lo que es trino es perfecto. No hay sino una perfección soberana e independiente que es Dios, pero en su unidad encierra la trinidad de personas.
Los espíritus desprendidos por todas las materias son de tres tipos, y en el hombre algunos son buenos, otros malos y otros intermedios, y cabe decir que todas las cosas más perfectas aman la trinidad.
Sus miembros principales son tres, a saber, el corazón, el cerebro y el hígado, a partir de los cuales se expanden por todo el cuerpo las arterias, los nervios y las venas, por los que fluyen los espíritus naturales vitales y animales, que sustentan las facultades naturales vitales y animales.
Y para no alejarnos de nuestro propósito, decir que en el género humano encontraréis tres sexos: el masculino, el femenino y el hermafrodita. Y en nuestra obra, el oro es el macho, la plata, la hembra y el andrógino es el mercurio, debiendo concurrir los tres a una misma obra.
Y si otros aseguran lo contrario, como aquellos que dicen que la materia de la piedra es el tártaro, el vitriolo, el antimonio, el vinagre, la orina, el menstruo, la simiente, las secundinas, la sangre, la celidonia, la lunaria, la salamandra y otras cosas parecidas, o bien es que ignoran el arte o es que se refieren a otra cosa que quizá se parezca en el color, o en la consistencia o en otras cualidades parecidas.
Así pues, todos aquellos que buscan la materia fuera del género metálico y en cuerpos distintos a los metales trabajan inútilmente y en vano. Placería a Dios que éstos hubieran impreso fuertemente en sus espíritus este axioma de los filósofos: lo semejante engendra lo semejante.
¿Acaso alguien ha visto a un buey engendrar un león? ¿Engendra el hombre un árbol, una planta o un metal? Siempre ha sido una norma que el hombre engendre a un hombre, el caballo, un caballo o, lo que es lo mismo, el hombre es engendrado de la semilla del hombre, el caballo de la semilla del caballo, y de la semilla de la ruda es producida la ruda y no la salvia. Lo mismo sucede con el oro, que no podréis producir jamás sino con oro, ni la plata sin plata; y si alguno se aleja de este camino debe saber que perderá su tiempo y su aceite y que empleará en ello todas sus riquezas e invertirá en ello toda su vida. Y dado que son muchos los que emplean muchos años en este trabajo con grandes dispendios, quiero advertirles que se hallan fuera de la verdadera vía, pues no es menester tanto tiempo ni son necesarios tantos gastos, pues lo más costoso en esta obra es el fuego.

Del mercurio de los filósofos

Puesto que lo principal en nuestra obra consiste en saber qué cosa es nuestro hermafrodita, a saber, el mercurio, tener especial cuidado en conocer lo que es el leproso mercurio vulgar, que no es, en absoluto, apropiado para nuestro objeto.
¿Pero dónde queréis pues, -me diréis-, que lo busque y de dónde lo debo tomar? Yo os respondo que se encuentra apresado y atado por muchas cadenas, y sólo el filósofo lo puede rescatar y dejar en libertad. Él lo ve siempre, pues su casa no tiene puertas ni ventanas; pero el vulgo no lo ve ni lo reconoce, aunque se encuentra en todo lugar y está presente en todo momento, lo posee tanto el pobre como el rico, la noche como el día. Todo el mundo lo manipula, lo toca y lo pisa con el pie, y sin embargo lo desconoce, porque, como ha sido dicho, su prisión no tiene puertas ni ventanas.
Mas cierto individuo, tras oír decir que el vulgo lo tocaba, lo pisaba con los pies, lo despreciaba y ensuciaba, se dirigió hacia una montaña de la que había oído decir que estaba habitada por cuatro hombres y dos mujeres que se ocupaban en cavar los minerales, y que cada uno de ellos llevaba en su vientre lo que buscaba. Persuadido de esto, se llegó hasta la montaña y se encontró con el primer personaje, que estaba ocupado en trabajar y cavar la tierra; le miró atentamente y vio a un hombre fuerte y robusto, vestido de soldado, de color rojo, que había vuelto de la guerra y que no sabía de otro oficio para ganarse la vida. Pero éste, al ver al caminante, le habló con rudeza y le preguntó qué era lo que buscaba y qué lo había tornado tan osado como para venir a aquellos lugares donde nadie había estado antes.
El viajero, fuertemente sorprendido al saberse mirado con desdén y ser tratado con unas palabras tan rudas, respondió con gran dulzura: ¡Oh, fortísimo hombre, he oído decir que sois cuatro los hombres, y dos las mujeres, que trabajáis en esta montaña, y que por un gran esfuerzo todos vosotros poseéis la materia de la piedra de los filósofos. Y, puesto que yo ardo de amor por esta bendita piedra, no he tenido ningún temor en venir a este lugar atravesando las aguas, las montañas y los peñascos; ¿acaso no me daréis vos la esperanza de obtener de alguno de vosotros lo que yo busco?
Has oído bien, le respondió aquel fuerte hombre, somos cuatro hombres y dos mujeres y, en efecto, lo poseemos en tanto nosotros somos lo que tú buscas, y es también cierto que podríamos dártelo, pero dudo si sucederá tal cosa, sin embargo puedes obtenerlo más fácilmente de uno que de otro. En lo que respecta a mí no lo obtendrás si no combates valientemente conmigo como un soldado experto, y si no me matas, pues lo que tú buscas lo guardo en el fondo de mi corazón, y es mi alimento y lo que me da la vida; y lo mismo sucede con todos los que estamos en esta montaña.
El viajero le respondió: ¡Oh, fortísimo hombre, vos sois duro y robusto; yo no quiero combatir contra vos pues sería como enfrentar a un pequeño troyano con Aquiles, aún y cuando fuese capaz de hacer todo lo que hizo David contra Goliat.
Te aconsejo – le dijo el robusto hombre – que no toques tampoco a mi concubina y vecina, pues aún es más fuerte en el combate, y si yo soy un león, en verdad ella es una leona. Te aconsejo también que no ataques a nuestro soberano capitán ni a su esposa, pues son el rey y la reina, y poseen una gran pompa y esplendor, cuida pues de no atacarlos, aunque puedas vencerlos. Pero si sigues adelante encontrarás a otros, y si puedes vencerlos llevarás a buen término tus deseos.
El viajero continuó, pues, su camino hasta encontrarse con un hombre muy bello, bien vestido y espléndido, al que habló como al anterior. Este hombre le respondió que nunca le daría una cosa de la que obtenía su alimento y que le daba la vida, y que además si accedía a lo que pedía, no sólo estaba en juego su vida sino también la del rey y la de la reina.
El caminante miró hacia todos los lados para ver si alguien le veía, pues fue presa del deseo de matarle y de extraer de su vientre lo que guardaba con tanto celo. Y tras haberle dicho que de su muerte dependía también la muerte del rey y de la reina, todavía se sentía más dichoso, pues alimentaba la esperanza de matarlos también y extraer de ellos el tesoro que anhelaba.
Al ver pues que no aparecía nadie, atacó al hombre espléndido tomándolo por el cuello, por lo que aquél comenzó a pedirle clemencia prometiéndole que si se la concedía le revelaría cualquier secreto que le pidiese.
Cuando el viajero le soltó, el hombre le dijo: Si continúas adelante te encontrarás con un anciano que posee con más abundancia que yo el tesoro que buscas, y le vencerás fácilmente porque ya es viejo. Es además muy próximo a nuestro rey y a nuestra reina, pues es su portero y el portador de las llaves, por ello, cuando le venzas podrás acercarte fácilmente al rey y a la reina para poder matarlos también.
El viajero prosiguió pues su camino hasta que al fin se encontró con un anciano, hombre de pobre semblante y mal vestido, el más miserable y el más despreciado por todos, por lo que se mostraba triste y melancólico, y a él le dirigió el mismo discurso que a los anteriores. Pero el anciano le respondió: ¡Oh buen hombre, buscáis aquí una cosa que ni los príncipes ni los reyes pueden obtener; es cierto que la podéis encontrar fácilmente en mí, y que vos podéis vencerme con facilidad en el combate, pues soy viejo y débil y no llevo lo que buscáis en el fondo de mi corazón, como el primero que os ha hablado, ni como su concubina. Yo lo guardo en mi vientre, porque mi cuerpo y el de todos los demás extraen de él su alimento.
Sin embargo perderé la vida si me quitáis lo que buscáis. Pero perdonadme la vida, os lo ruego, pues soy viejo, pobre y miserable, y podéis encontrar un tesoro mejor en mi vecino, que es brillante, soberbio y aliado de nuestra reina. Si lo hubieseis vencido habríais obtenido un tesoro más precioso que el que obtendréis de mí, pues yo soy pobre, y no encontraréis jamás cosas bellas y relucientes en casa de los pobres y de los despreciables.
El viajero tuvo piedad del pobre anciano al que podría haber matado fácilmente, creyendo que era mejor arrebatar un tesoro más preciado al vecino del anciano, aunque fuera por la fuerza de las armas si no se lo quería dar voluntariamente.
Sin embargo, cuando el viajero se iba, el anciano comenzó a sonreír, pues poseyendo un tesoro tan precioso había engañado al caminante, el cual, al darse cuenta de ello, se volvió sobre sus pasos y montando en cólera le dijo: ¡Ah, vil anciano!, ¿así que te estás burlando de mí? Ahora comprendo que aparentas ser pobre y que sin embargo posees el mayor tesoro, tal y como tu vecino me había dicho. Paga pues tu burla recibiendo la muerte de mi mano. Así fue muerto el anciano.
Es fácil saber por todo lo que acabamos de decir de donde se debe tomar el mercurio. Sería ahora necesario declarar la manera de hacerlo nacer y salir del vientre corporal en el que está encerrado. Esto lo dan a conocer suficientemente todos los filósofos y es lo que relatan todos los libros químicos acerca de la importunidad (sic). De aquí el dicho común de los filósofos: Haz el mercurio por el mercurio; y es cosa esta en la que, por ser conocida por muchos, no nos vamos a detener más.

De la preparación y purificación del mercurio.

Tomad, pues, vuestro mercurio, y purificadlo bien pasándolo a través de un lienzo plegado tres veces, cosa que haréis varias veces hasta que aparezca puro como el agua límpida y cristalina.
Nosotros rechazamos todas las demás formas de purificar el mercurio, como aquellas que lo purifican mediante el vinagre, la sal, la orina, la cal viva, el vitriolo y otros corrosivos que destruyen la humedad del mercurio en lugar de exaltarla, y que más que ser útiles, estorban.

Del sol, de la luna y de su preparación

La segunda materia de la piedra, que es llamada hembra, es la luna, que conviene tomar tal y como sale de la mina, purísima, que no haya sido empleada para ningún uso y que no haya probado la violencia del fuego, que no haya sido mezclada con ningún cuerpo extraño y que sea fácilmente maleable. En una palabra, que sea la más excelente en su género. Ésta deberá ser reducida a finísimas láminas, aunque otros la reduzcan en cal. Lo que digo de la luna, lo digo también del sol, que conviene tomar del color más encendido que hacer se pueda, pues según sea la semilla que sembréis, tal será cosecha que recojáis.

Comienzo de la obra

Lo primero que conviene señalar aquí es que para hacer la piedra al blanco o bien al rojo, se debe tomar una materia distinta. Sin embargo la manera de operar en la una y en la otra es similar. Así pues, lo que se diga de la operación al blanco, debe también entenderse para la operación al rojo.
En primer lugar es necesario hablar de la putrefacción de la materia, que deberá ser seguida por la resurrección y exaltación, la cual no tendrá lugar si la putrefacción no la ha precedido, pues la corrupción del uno es la generación del otro. La semilla de cualquier hierba lanzada sobre la tierra, se pudre y pierde su forma, después de lo cual, la virtud que estaba escondida en ella, favorecida por el calor celeste, se manifiesta, y la tierra que contiene la semilla putrefacta, al ser humectada por las lluvias y el rocío del cielo, le concede un cuerpo más noble y más perfecto, haciéndole dar frutos en abundancia.
La naturaleza opera de la misma manera en todos los animales; primero se alimentan, después crecen y, finalmente, engendran. Y si esto es cierto en los hombres, en los animales y en las plantas, de lo que no cabe ninguna duda, sería necesario estar ciego para no ver que la misma cosa sucede en los minerales. Vosotros me diréis que la cosa es muy distinta en los animales, ya que para la producción de una animal son necesarias las semillas de dos, a saber, del macho y de la hembra. Yo respondo que lo que hace la unión de las dos semillas, la del macho y la de la hembra, en la producción de un animal, una sola semilla lo hace en los minerales. ¿Y por qué no podría hacerlo? dado que en los vegetales, la semilla que los produce no procede de dos plantas sino de una sola. Pues no conviene pensar que el sexo del macho o de la hembra atribuido a las plantas, a causa de su amor mutuo, contribuye en nada en la producción de sus semejantes. Pero para no dilatar más la cosa, he aquí.

Primera parte de la obra

Tomad doce partes del más puro menstruo de una hembra prostituida y una parte del cuerpo inferior perfectamente lavado, mezcladlo todo junto hasta que toda la materia sea amalgamada en un vaso ovalado y de cuello largo Pero es necesario añadir primero al cuerpo dos o cuatro partes del menstruo, y dejarlo reposar aproximadamente durante quince días, tiempo en el que se realiza la disolución del cuerpo.
Tomad después esta materia y estrujadla para extraer de ella el menstruo, que guardaréis sobre el cuerpo que quedará tras la compresión, añadiréis una o dos partes de nuevo menstruo, y lo dejaréis reposar aún ocho días, después de los cuales procederéis como al principio, reiterando en lo mismo hasta que todo el cuerpo sea llevado a agua.
Todas estas operaciones se harán a fuego lento de cenizas y con el vaso bien cerrado (bouché avec de la carte).

Segunda parte de la obra

Tomad toda el agua de vida y colocadla en un vaso cerrado como el de antes, y con el mismo grado de fuego de cenizas, que es el primer grado de fuego, cada ocho días se formará una piel negra que flotará en la superficie y que es la cabeza del cuervo, la cual mezclaréis con el polvo negro depositado en el fondo del vaso, después de haber tirado por inclinación el agua de vida.
Volveréis a colocar esa agua en el vaso y volveréis a proceder del mismo modo, hasta que ya no se forme más negrura.

Tercera parte de la obra

Tomad toda la cabeza de muerto que habéis amasado y colocadla en el huevo filosófico a fuego de cenizas de encina, y sellad herméticamente su orificio, pero usad una sola pasta en las junturas de las dos partes del huevo a fin de que pueda ser abierto con facilidad.
Durante los primeros ocho días, más o menos, no daréis más de beber a vuestra tierra negra y muerta, porque está aún embriagada de humedad. Después, cuando haya sido desecada y alterada, la abrevaréis con agua de vida en igual peso. Abriendo el vaso a este efecto, mezcladlo bien y, a continuación, lo volvéis a cerrar y lo dejáis reposar, no hasta que sea totalmente desecado, sino sólo hasta la coagulación; continuad después imbibiendo hasta que la materia haya absorbido toda el agua.

Cuarta parte de la obra

Tomad después esta materia y colocadla en un huevo a fuego de segundo grado, dejándola así durante algunos meses hasta que finalmente, después de haber pasado por diversos colores, se vuelva blanca.

Quinta parte de la obra

Una vez la tierra sea blanca, tendrá una potencia apropiada para recibir la semilla, a causa de la fecundidad que ha adquirido por las operaciones precedentes. Tomad pues esta tierra, después de haberla pesado, y divididla en tres partes. Tomad una parte de fermento, cuyo peso sea igual a una de las partes de vuestra materia dividida y cuatro partes del menstruo de la hembra prostituida, y haced una amalgama con el fermento laminado, como antes, y con el menstruo, y haced la disolución a calor lento durante catorce días, hasta que el cuerpo sea reducido a una cal sutil, pues aquí no se busca el agua de vida.
Tomad después el menstruo con la cal del cuerpo y las tres partes de vuestra tierra blanca, y haced con todo esto una amalgama en un mortero de mármol, amalgama que pondréis en un vaso de cristal a fuego de segundo grado durante un mes.
Finalmente, dadle al fuego su tercer grado hasta que la materia se vuelva muy blanca, y su aspecto será como el de una masa grosera y dura como la piedra pómez, pero pesada.
Hasta aquí llega la operación de la piedra al blanco. Para hacer la piedra al rojo se debe operar de la misma manera, pero al final es necesario someterlo a fuego de tercer grado durante más tiempo y de forma más vehemente que para la piedra al blanco.

Sexta parte de la preparación de la piedra para hacer la proyección

Son muchos los que han hecho la piedra desconociendo, sin embargo, la manera de hacer la preparación para hacer la proyección. Y, sin embargo, la piedra hecha y acabada no hace ninguna transmutación si no se hace que tenga ingreso en los cuerpos. Por ello, romped vuestra piedra a trozos, moledla y colocadla en un vaso bien enlutado hasta el cuello para que pueda soportar un gran fuego, como el de cuarto grado, y sometedlo a fuego de carbón tan fuerte que la arena alcance una temperatura tal que al lanzar sobre ella unas gotas de agua se oiga un ruido, y tan fuerte que no sea posible tocar con la mano el cuello del vaso que está sobre la arena a causa de su gran calor.
Mantened vuestro vaso en este grado de fuego hasta que vuestra materia se convierta en un polvo muy sutil y muy ligero, cosa que, de ordinario, ocurre en el espacio de un mes y medio.

Séptima y última parte del aumento y multiplicación de la piedra

Una vez hayáis hecho la piedra, la podéis multiplicar hasta el infinito sin necesidad de volver a hacerla de nuevo.
Una vez tengáis la piedra hecha y acabada por la quinta parte de la operación, tomaréis la mitad de ella para usarla en la preparación necesaria para la proyección, y la otra mitad la guardaréis para multiplicarla.
Pesad pues esta parte, y si pesa tres partes, tomad una parte, pero no del menstruo, sino del agua de vida. Tendréis de este modo cuatro partes que pondréis en un huevo a fuego de segundo grado durante un mes, después del cual pasaréis al tercer grado del fuego hasta el final, como ya hemos enseñado antes en la quinta parte de la operación.

FINAL

Explicacion sobre la tabla esmeraldina

EXPLICACIÓN DE LA
TABLA DE ESMERALDA

Hortulano

PREFACIO
Alabanza, honor y gloria os sean dadas por siempre, ¡Oh, Señor Dios Todopoderoso! Con vuestro querido Hijo Jesucristo, nuestro Salvador, verdadero Dios y único Hombre Perfecto, y con el Santo Espíritu Consolador, Trinidad santa, que es el único Dios. Os doy gracias porque habiendo conocido las cosas pasajeras de éste mundo, enemigo nuestro, me habéis retirado de él por vuestra misericordia, para que yo no fuera pervertido por sus voluptuosidades engañosas. Y como veo a muchos que trabajan en éste arte, no seguir el recto camino, os suplico, mi Señor y mi Dios, que os plazca el que yo pueda desviar del error, por la ciencia que me habéis dado, a todos mis queridos y bienamados, a fin de que, conociendo la verdad, puedan alabar vuestro santo Nombre, que sea eter-namente bendito.
Así pues, yo, Hortulano, -es decir, Jardinero-, llamado así a causa de los jardines marítimos, indigno como soy de ser llamado discípulo de la Filosofía, movido por la amistad que debo a mis amados, he querido poner por escrito la declaración y explicación cierta de las palabras de Hermes, padre de los Filósofos, aunque sean oscuras, y declarar sinceramente toda la práctica de la verdadera obra.
Ciertamente, de nada sirve que los Filósofos quieran esconder la ciencia en sus escritos cuando está operando la doctrina del Espíritu Santo.

CAPITULO I

El arte de Alquimia es
cierto y verdadero

E
l Filósofo dice: Es verdad, refiriéndose a que el arte de Alquimia nos ha sido dado. Sin mentira, dice esto para convencer a quienes dicen que la ciencia es mentirosa, es decir, falsa. Cierto, es decir, experimentado, pues todo lo que ha sido experimentado es muy cierto. Y muy verdadero, pues el muy verdadero Sol es procreado por el arte. Dice muy verdadero en modo superlativo, porque el Sol engendrado por éste arte sobrepasa a todo Sol natural en todas sus propiedades, tanto medicinales como de las otras.

CAPITULO II

La piedra ha de dividirse en dos partes

A
continuación, trata de la operación de la piedra, diciendo que lo que está abajo es como lo que está arriba. Dice esto porque, por el Magisterio, la piedra se divide en dos partes principales: la parte superior, que sube hacia arriba y la parte inferior, que permanece abajo, fija y clara. Y sin embargo, éstas dos partes concuerdan en virtud, por eso dice: y lo que está arriba es como lo que está abajo. Ciertamente, ésta división es necesaria. Para hacer los milagros de una sola cosa, es decir, de la piedra, pues la parte inferior es la tierra, que es la nodriza y el fermento, y la parte superior es el alma, que vivifica toda la piedra y la resucita. Por eso, una vez realizadas la separación y la conjunción, aparecen numerosos milagros en la Obra secreta de la Naturaleza.

CAPITULO III

La piedra posee en sí misma
los cuatro elementos

Y
del mismo modo que todas las cosas han sido y han venido de uno por mediación de uno. Aquí da un ejemplo, al decir que todas las cosas han sido y han venido de uno, es decir, de un globo confuso, o de una masa confusa, por mediación, es decir, por el pensamiento y la creación de uno, o sea, de Dios todopoderoso. Así, todas las cosas han nacido, es decir, han salido, de esta cosa única, es decir, de una masa confusa, por adaptación, es decir, por el único mandato y milagro de Dios. Así, nuestra piedra nace y surge de una masa confusa, que contiene en sí todos los elementos y que ha sido creada por Dios, y por su milagro nuestra piedra sale de allí y nace.

CAPITULO IV

La piedra tiene padre y madre,
que son el Sol y la Luna

D
el mismo modo que vemos a un animal engendrar naturalmente otros animales parecidos a él, así el Sol engendra artificialmente al Sol por virtud de la multiplicación de la piedra, por eso continúa: el Sol es su padre, es decir, el Oro de los Filósofos. Y dado que en todas las generaciones naturales ha de haber un lugar propio para recibir las simientes con cierta conformidad de parecido entre sus partes, así también es preciso que en ésta generación artificial de la piedra, el Sol tenga una materia que sea como una matriz adecuada para recibir su esperma y su tintura. Y esto es la Plata de los Filósofos, por eso continúa diciendo: la Luna es su madre.

CAPITULO V

La conjunción de las partes es la concepción y la generación de la piedra

C
uando ambos se reciben el uno al otro en la conjunción de la piedra, la piedra es engendrada en el seno del viento, y eso es lo que dice después: El viento la ha llevado en su seno. Se sabe que el viento es el aire, y el aire es vida, y la vida es el alma, que, como ya he dicho antes, vivifica toda la piedra. Así pues, es necesario que el viento traiga toda la piedra y la transporte, y que engendre el Magisterio. De ello se infiere que deba recibir el alimento de su nodriza, es decir, de la tierra. Dice el Filósofo: la tierra es su nodriza; Pues al igual que el niño sin el alimento que recibe de su nodriza no crecería jamás, así también nuestra piedra jamás llegaría a existir sin la fermentación de la tierra, y el fermento se llama alimento. De éste modo, por conjunción del padre con la madre se engendra la cosa, es decir, los hijos semejantes a los padres, que, si son sometidos a una larga decocción se harán semejantes a la madre y tendrán el peso del padre.

CAPITULO VI

La piedra es perfecta
si el Alma se fija al cuerpo

D
espués continúa: el padre de todo, el Thelesma de todo el mundo está aquí. Es decir, que en la obra de la piedra hay una vía final. Y notad que el Filósofo llama a la operación el padre de todo, el Thelesma, es decir, de todo el secreto o tesoro de todo el mundo, es decir, de toda la piedra que se haya podido encontrar en éste mundo. Está aquí, como si dijera: aquí te lo muestro. Pues el Filósofo dice: ¿Quieres que te muestre cuando está acabada y perfecta la fuerza de la piedra? será cuando se haya transformado y convertido en su tierra, por eso dice: su fuerza y potencia serán completas, es decir, perfectas y completas, si se convierte y transforma en tierra. Es decir, si el alma de la piedra (de la que antes se ha hecho mención, diciendo que el alma es llamada viento y aire y que en ella está toda la vida y la fuerza de la piedra) se transforma en tierra de la piedra y se fija, de tal manera que toda la sustancia de la piedra esté de tal modo unida a su nodriza, (que es la tierra) que toda la piedra se transforme en fermento, y de igual modo que cuando se hace pan un poco de levadura nutre y fermenta una gran cantidad de masa, cambiando así toda la sustancia de la pasta en fermento, de la misma manera el Filósofo indica que nuestra piedra ha de ser fermentada, de manera que sirva de fermento para su propia multiplicación .

CAPITULO VII

La mondación de la piedra

A
continuación enseña como ha de multiplicarse la piedra. Pero antes hace referencia a la mondación de la piedra y a la separación de sus partes diciendo: separarás la tierra del fuego, lo sutil de lo espeso, suavemente y con gran industria. Suavemente, es decir, poco a poco y sin violencia, antes bien, con espíritu e industria, es decir, por medio del excremento o estercolero filosofal. Separarás, es decir, disolverás, pues la disolución es la separación de las partes. La tierra del fuego, lo sutil de lo espeso, es decir, la suciedad y la inmundicia del fuego, del aire, del agua y de toda la sustancia de la piedra, de modo que permanezca en su totalidad sin mancha alguna.

CAPITULO VIII

La parte no fija de la piedra ha de separar a la parte fija y elevarla

A
sí preparada, la piedra ya puede ser multiplicada. Por eso aquí pone la multiplicación, y habla de la fácil licuefacción o fusión de ésta por aquella virtud que tiene de ser penetrante en los cuerpos duros y blandos, diciendo: Subirá de la tierra al cielo y de nuevo bajará a la tierra. Aquí hay que indicar que, aunque nuestra piedra, durante su primera operación, se divida en cuatro partes que son los cuatro elementos, hay en ella dos partes principales, (como antes se ha dicho): una que sube hacia arriba llamada parte no fija, o volátil, y otra que permanece fija abajo, que se llama tierra o fermento, como ya se ha dicho. Pero hay que tener una gran cantidad de la parte no fija para dársela a la piedra cuando ya esté limpia y sin mancha, y habrá que dársela por medio del Magisterio cuantas veces sean necesarias, hasta que por virtud del Espíritu, al sublimarla y hacerla sutil toda la piedra sea llevada hacia arriba.
De esto habla el Filósofo cuando dice: Sube de la tierra al cielo.

CAPITULO IX

Luego ha de ser fijada la piedra volátil

H
echo todo lo cual, habrá que incerar esta piedra, (así exaltada y elevada o sublimada) con el aceite que ha sido extraído de ella misma durante la primera operación y que es llamado agua de la piedra. Y se la hará retornar a menudo, sublimándola, hasta que por la virtud de la fermentación de la tierra (con la piedra elevada o sublimada) toda la piedra descienda del cielo a la tierra por reiteración, permaneciendo fija y fluida. Y eso es lo que dice el Filósofo: Y bajará de nuevo a la tierra, de este modo recibe la fuerza de las cosas superiores, sublimando, y de las inferiores, descendiendo, es decir, que lo corporal se tornará espiritual durante la sublimación y lo espiritual se tornará corporal durante el descenso, esto es, cuando desciende la materia.

CAPITULO X

De la utilidad del arte y
de la eficacia de la piedra

P
or éste medio tendrás la gloria de todo el mundo, es decir, con esta piedra, así compuesta, tendrás la gloria de todo el mundo y toda oscuridad se alejará de ti. Es decir toda pobreza y enfermedad. Es la fuerza fuerte de toda fuerza, pues no hay comparación entre la fuerza de ésta piedra y las otras fuerzas de este mundo, pues vencerá toda cosa sutil y penetrará toda cosa sólida. Vencerá, es decir, que al vencer y al elevarse, transformará y cambiará el mercurio vivo, congelándolo, por más que sea sutil y blando, y penetrará a los demás metales, que son cuerpos duros, sólidos y firmes.

CAPITULO XI

El Magisterio imita la
creación del Universo

A
continuación el Filósofo da un ejemplo de la composición de su piedra, diciendo: Así fue creado el mundo, es decir, que nuestra piedra se hace igual que como fue creado el mundo, pues las primeras cosas de todo el mundo, y todo lo que en el mundo ha habido, ha sido previamente una masa confusa y un caos sin orden, como ya se ha dicho antes. Y después, por el artificio del soberano Creador, esa masa confusa, después de haber sido admirablemente separada y rectificada, fue dividida en cuatro elementos; y a causa de tal separación se hacen diversas y diferentes cosas. Así, también se pueden hacer diversas y diferentes cosas por la producción y disposición de nuestra obra y por la separación de los elementos de los diversos cuerpos. De ello saldrán admirables adaptaciones, es decir, si separas los elementos se harán las admirables composiciones propias de nuestra obra, en la composición de nuestra piedra, por conjunción de los elementos rectificados. De las que, es decir, de éstas cosas admirables y adecuadas a tal fin, el medio, es decir, el medio de proceder, está aquí.

CAPITULO XII

Declaración enigmática
de la materia de la piedra

P
or eso he sido llamado Hermes Trismegisto, es decir, Mercurio tres veces muy grande. Después de haber mostrado la composición de la piedra, el Filósofo muestra, de modo encubierto, de qué está hecha nuestra piedra, nombrándose a sí mismo. En primer lugar, a fin de que sus discípulos, cuando lleguen a esta ciencia, se acuerden siempre de su nombre. Sin embargo, el con qué se hace la piedra lo trata a continuación, diciendo: porque tengo las tres partes de la Filosofía de todo el mundo, que están, las tres, contenidas en nuestra piedra, es decir, en el Mercurio de los Filósofos.

CAPITULO XIII

Porqué se llama perfecta a la piedra

Esta piedra es llamada perfecta porque tiene en ella la naturaleza de las cosas minerales, vegetales y animales, por eso es llamada triple y también tri-una, es decir, triple y única, que posee en sí cuatro naturalezas, es decir, los cuatro elementos, y tres colores, el negro, el blanco y el rojo; también se la llama Grano de trigo, que si no muere quedará sólo, pero si muere, (como antes se ha dicho hablando de la conjunción) traerá mucho fruto, es decir, cuando las operaciones de las que hemos hablado, se cumplan.
¡Oh, amigo lector! si ya sabes la Operación de la piedra, te he dicho la verdad, y si no la sabes, no te he dicho nada. Lo que he dicho de la Operación del Sol está cumplido y acabado. Es decir, lo que se ha dicho de la operación de la piedra de tres colores y cuatro naturalezas que están en una cosa única, a saber, en el mercurio filosofal, está cumplido y acabado.

FINAL

¿Qué crees que son las culturas y tradiciones indigenas … ? 2-64

INSTRUCCION DE UN PADRE A SU HIJO
ACERCA DEL ARBOL SOLAR

Muy fiel y agradable instrucción, extraída del manuscrito francés de un Filósofo anónimo, en la que un padre declara a su hijo todo lo que es necesario para la composición y preparación de la Gran Piedra de los Sabios. En diez capítulos.

PREFACIO

Objeto de ésta instrucción

Mi querido hijo, después de haberme preguntado con frecuencia, y ya hace mucho tiempo, si había de dejarte por escrito los grandes misterios de la Cábala de los Sabios, y al haber llegado finalmente a una extremada vejez, he decidido dejarte ésta instrucción como prenda última de mi afecto paternal.

En efecto, he estimado que no podía dartetestimonio más claro que el manifestárte, con candidez, sin ninguna parábola y sin oscuros juegos de palabras, toda la práctica de la verdadera preparación de la Piedra de los Sabios, donde se encuentra la mejor y más alta Ciencia de toda la naturaleza entera.

Con objeto de descubrirte una instrucción verdadera de nuestro ingenioso Arte y de aquel lugar donde ocultamos las llaves que cierran los misterios de la Naturaleza, te hablaré solamente de cosas esenciales y directamente relacionadas con nuestro Arte, sin enredar tu espíritu con todo tipo de consideraciones falsas y superfluas o con similitudes y nombres inventados para designar nuestra materia simple ,aunque los Filósofos hagan uso de éstas cosas ya para instruir a los Hijos de la Sabiduría ya para desviar del camino de la verdad a ignorantes y a falsos discípulos.

Sin embargo, yo, en ésta plática, te hablaré clara y abiertamente, no diré más que lo necesario para la preparación de ésta Obra admirable, y sin error ninguno manifestaré la verdadera Ciencia de nuestra única y preciosa materia. Es así que te mostraré la Sal esencial de Sapiencia, o Azufre de los Sabios, y el modo de preparar el Mercurio de los Filósofos, y también la fuente eterna de Agua viva que, para los Hijos de la Ciencia, es un agua de vida celeste y te mostraré mediante qué artificio del Arte ha de ser extraída de su centro, que es la fuente muy profunda de la Naturaleza.

Te daré un conocimiento total y perfecto de la calcinación natural y muy secreta de los Filósofos, que jamás ninguno de ellos dejó por escrito, pues únicamente lo comunicaron al oído de sus Hijos y Discípulos secretos.

Además, en éste discurso te descubriré la oculta imbibición y Loción de los Filósofos, el agua ígnea o fuego acuoso que utilizan para lavar y blanquear nuestra Tierra virgen; te haré ver porqué los Filósofos lavan nuestra preciosa materia en la llama del fuego, con objeto de blanquearla y reavivarla, secreto éste que no han confiado a los libros y que sólo enseñaron a sus amigos Cabalistas. Además añadiré a todo esto el modo y la disposición del verdadero fuego incombustible y perpetuo de los Sabios y antiguos Filósofos. Finalmente te enseñaré a preparar el Aceite de Oro verdadero de los Filósofos en un cuerpo irreductible, sin ninguna cualidad corrosiva; así hacen ellos su preciosa materia penetrante y fluente; éste Aceite de Oro es el gran remedio universal para todas las enfermedades que puedan acaecer al cuerpo humano; en efecto, es el gran Oro Potable de los antiguos Filósofos.

Desde luego, te enseñaré el trabajo manual y la práctica de todas éstas cosas, pues nuestra Obra es fácil de hacery, manifestándola, descubriremos que es un juego de niños, más simple que la laboriosa operación de las mujeres.

Cierto es que éste pequeño Tratado, que no se ocupa de otra cosa sino de Alquimia verdadera y congruente con la Naturaleza, ha sido escrito únicamente para tu instrucción pero, antes de entrar en la antedicha materia, necesitomostrartequé es en realidad la Alquimia, y que diferencia ha de haber entre los alquimistas vulgares y los verdaderos Filósofos.

” En la esfera superior se encuentra
en medio de la fuente
el filón de los Filósofos,
la regla primera ”

HERMES

Sumario de los diez capítulos :

I.De la diferencia que hay entre ésta Obra suprema, tan divina como natural, y el arte vulgar y condenable de los alquimistas.

II.Del plantío del Árbol de Oro

III.De la Tierra Virgen de los Filósofos.

IV.Del Agua de los Sabios, y de cómo irriga al Árbol de los Filósofos.

V.De la diferencia que hay entre el Mercurio de los Sabios y el vulgar de los laboratorios.

VI.De la extracción de la semilla muy preciosa de los metales.

VII.De la calcinación natural.

VIII.De la loción de la Tierra Filosófica.

IX. De la cocción o maduración de las semillas doradas y del Mercurio y del fuego vivificante de los Filósofos.

X. Exhortación sobre el verdadero uso y la excelencia de la Gran Obra de los Filósofos.

CAPITULO I

De lo que es la Alquimia y de la diferencia que hay entre la verdadera y la falsa

Has de saber, hijo mío, que la palabra Alquimia, en lengua árabe, significa Fuego. La Alquimia es una parte muy oculta de la Filosofía natural y la parte más necesaria de la Física, que es la investigación de la Naturaleza; con ella se hace un Arte que no puede compararse a ningún otro, porque enseña a perfeccionar todas las piedras preciosas imperfectas, a conducir los cuerpos humanos afecta- dos por la enfermedad hacia una salud perfecta y a transmutar los metales corporales imperfectos en oro y plata verdaderos. Todo esto se hace con un cierto cuerpo medicinal universal del quetodas las medicinas particulares han recibido alguna cosa y éste cuerpo medicinal se prepara con el trabajo de las manos, mediante un oculto ingenio y un Arte que únicamente conocen los Hijos de la Verdad.

Aprende, hijo mío, que ésta Ciencia es llamada Flor de la Sapiencia, porqueaclara el entendimiento humano,lo aguza y, en fin,lo convence por la experiencia de la verdad. Todavía en nuestros días quedan muchos testimonios por declarar. Esta Ciencia admirable de la Alquimia natural muestra al intelecto humano una vía con la que se puede comprender, demanera viva y por efecto de una profunda investigación, de qué manera penetran todas las cosas en las potencias y virtudes divinas, y cómo subsisten en ellas.

Aunque en mi discurso te hable mucho de Alquimiano me refiero a aquella que se practica vulgarmente en nuestros días. Pongo en claro una gran diferencia entre la que se practica comúnmente y aquella otra que es propia de los Filósofos, distingo entre aquellas operaciones de los alquimistas contemporáneos y aquellas de los Hijos de la Ciencia. Por eso, y a fin de que no te equivoques en un asunto tan grave, te prohibo toda frecuentación con los falsos discípulos del Arte, que dan recetas variadas.

Voy a hablar de los alquimistas vulgares: en efecto, éstos no cesarán de desviarte de la verdadera vía, que yo te muestro, con objeto de seducir y dar ocasión para que te adhieras a sus opiniones falsas y a sus locas imaginaciones. Sabe pues que la diferencia entre los verdaderos Filósofos y los alquimistas vulgares es tan grande como la que hay entre el día y la noche, y esa diferencia se ve bien en esto: que no se ha de tomar más que una sola y única cosa para preparar la Piedra de los Filósofos. Los alquimistas vulgares, por el contrario, pretenden tomar muchas materias distintas con la esperanza de alcanzar así el objeto de sus deseos. Los verdaderos Filósofos realizan su Obra con tiempo, sin gastos y operan en silencio con un solo vaso, un solo horno, y una sola materia, o dos ( que sin embargo son de la misma naturaleza).

Los alquimistas vulgares trabajan con muchos esfuerzos, con grandes gastos,con todo tipo de hornos y de fuegos y con una multitud de materias diferentes; en suma, que siDios Todopoderoso lo creó todo de la nada, los alquimistas vulgares, del todo hacen nada. Los Alquimistas verdaderos, por el contrario, imitando a la Naturaleza, y con una pequeña cantidad de su materia, realizan grandes cosas.

Aún podría decirte muchas más cosas acerca de los alquimistas vulgares, pero esto bastará para demostrarte que habrías de estar completamente privado de sentido si después de estar en posesión de la más alta Ciencia, que te muestro en éste tratado, quisieras seguir el método de aquellos que respecto a ésta sublime Ciencia, están ciegos e ignorantes, o si hablaras de éstas cosas con ellos. Por otra parte, solamente he escrito éste capítulo con la intención de enseñarte en qué consiste la excelencia de la verdadera Alquimia natural.

Con ésta comparación descrita entre el verdadero Filósofo y el alquimista vulgar sólo pretendo hacerte saber que siempre encontrarás la verdadera Ciencia próxima a los verdaderos Filósofos, pero cerca de los alquimistas vulgares solo encontrarásignorancia y tristeza.

Ahora voy a declararte la muy ingeniosa y muy fácil práctica de la Gran Obra de los Filósofos, pero antes de revelarte el misterio de nuestra operación simple y muy secreta, he tomado la resolución de añadir el siguiente capítulo, en el que, como en un cuadro, podré mostrar ante tus ojos el Jardín natural de los Filósofos, donde los verdaderos Hijos de la Ciencia acostumbran a sembrar, plantar y trasplantar el Árbol Solar y Lunar. Con éste ejemplo advertirás que todo el cuidado, el trabajo y la diligencia de los Filósofos tan solo consiste en esto : preparan su Tierra como se debe, y después de haberla trabajado naturalmente y con esmero, como hace el campesino, no hacen sino sembrar ahí su semilla metálica que, a su debido tiempo, produciránaturalmente el Árbol Solar.

CAPITULO II

Cómo hay que sembrar naturalmente el Árbol Solar de los Filósofos, cómo plantarlo y trasplantarlo.

No ignores, hijo mío, que el grano de trigo que se siembra en la tierra ha de estar maduro, puro, sin defecto ni corrupción, que su sal vegetativa, llamada a fructificar, no ha de estar cambiada ni alterada en nada: si un grano así es echado en una tierra fértil, bien adobada y trabajada, necesariamente la tierra lo recogerá, lo abrirá y librará de los lazos de su primera fijación o ligadura, con objeto de poder despertar en él el movimiento de la virtud seminal, y ésto se hace gracias al trabajo e industria de la Naturaleza sobre un campo fértil, abundante en sal nitro, con el favor del aire y de los rayos solares pues, para madurar y perfeccionarse, precisa de la ayuda y cooperación de los cuatro elementos.

Con lo que acabo de decir puedes ves clara- mente porqué el grano de trigo ha de corromperse: esa putrefacción lo reblandece, engrasa, hincha y hace que abandone su envoltura. Con éstas palabras quiero indicar que, por a traves de la putrefacción, el alma, o la vida encerrada en el grano, después de resucitada, se manifestará. En efecto, cuando el alma recupera su libertad, como si volviera a la vida, empieza produciendo una hojita tierna y después un pequeño tallo en el que, seguidamente, se fijará un brote. Crece aumentando poco a poco de tamaño con ayuda del calor aéreo y de la humedad terrestre, llegando hasta la altura conveniente a las espigas, para producir finalmente múltiples granos y paja, a la vez que pequeñas hojas sobre las que aparecen unas flores que antes estaban encerradas en ellas. Cuando los granos están maduros, como a causa del calor, son dotados por la Naturaleza con un color dorado.

Con esto quete digo puedes ver claramente que el grano de trigo echado en tierra, ha muerto, pero aquella alma, primitivamente incluida en él por la Naturaleza, ha tenido que ser liberada, por la putrefacción, para convertirse de nuevo en espiga de trigo por el crecimiento de un tallo que asciende hacia lo alto para tornarse cien veces mejor de lo que era en su savia o húmedo, y en su forma. Y si el grano de trigo no se hubiese corrompido en la tierra, jamás hubiera podido crecer ni llegar a una más alta y mayor virtud de su húmedo.

En relación al nuevo grano de trigo, existen tres orígenes o tres objetos diversos que provienen del espíritu: primeramente, el mismo grano que se pudre en la tierra; a continuación, el tallo que surge de la tierra; en tercer lugar, la espiga que crece a partir del grano sembrado y del tallo; en cuarto lugar, y después de las tres primeras partes ya citadas, el nuevo grano. Estas cuatro cosas tienen cada una un nombre distinto, por más que la cosa, considerada en sí misma, no sea sino una: un pequeño brote de trigo nacido de un solo grano. Las cuatro estaban escondidas previamente en el único grano de trigo y no han sido producidas más que por una sola cosa, a saber, por el trabajo de la Naturaleza sobre una tierra fértil, con el favor del calor aéreo y de los rayos solares, como ya he dicho antes.

Ahora te pido que examines con los ojos del espíritu, en todas sus particularidades, el pequeño brote del grano de trigo, a fin de que seas capaz de plantar el Árbol de los Filósofos de igual manera promoviendo en él la acción de su húmedo radical para que crezca de tal suerte que el oro muy noble y la plata (en cuya naturaleza están infusas y bien dispuestas, todas las virtudes celestes y terrestres de los elementos) sean capaces de crecer y madurar como en una semilla incorruptible.

Pero has de tener mucho cuidado de no separar de su Goma a los citados oro y plata, ni conmateria mineral alguna, ni con agua fuerte, ni con nada parecido.

De igual manera que el grano de trigo, cuando es corrompido por la humedad de la tierra, se pudre y libera de los lazos de su primera fijación, de igual manera, digo, el oro y la plata han de ser separados y liberados de los lazos con que estaban encadenados, como el grano de trigo, a la sal y al azufre. Esto es lo que puede hacer el Filósofo con la Llave de los Sabios, es decir, con la suculenta, fértil y virgen Tierra de los Sapientes,en una palabra.

Mediante el agua viva natural el oro puede ser disuelto, calcinado, preparado y, por sublimación, putrefacción y digestión, cuando ya ha sido separado de todo lo que le es ajeno, ser dispuesto de manera que permanezca en su virtud espermática y pueda ser puesto en vías de regeneración. De éste modo, el alma y el espíritu de nuestro Oro vivo pueden ser extraídos de su propio cuerpo, donde permanecían cautivos y sin ninguna virtud capaz de engendrar la Piedra.

En efecto, nada hay más cierto que esto : en el mundo entero no se puede encontrar nada que pueda ser regenerado sin antes no ha sido destruido por la putrefacción y la muerte, pues la mortificación es la única vía y entrada para acceder, por medio del calor nativo, a una nueva generación .

Por otra parte, la disolución del grano de trigo no se realiza ni en el agua, ni en una tierra arenosa, pedregosa o árida, sino que se hace mediante la humedad visible y templada de la tierra, de tal forma que el grano se hincha y atrae hacia su raíz, gracias a un cierto instinto, la virtud natural de la Sal central terrestre, con objeto de mezclarse de mezclarse a ésta sal, de extraer de ella su alimento y de permanecer y esconderse en ella.

De este modo, cuando el cuerpo del grano atrae hacia si la humedad natural que le penetra, el cuerpo de la semilla se abre y se prepara para una ulterior generación. Nuestra Tierra virgen natural se dispone de una forma que es, a todas luces, semejante y se purifica sin adición de nada extraño. Nosotros también sembramos de ésta forma la semilla metálica del Oro vivo de los Sapientes en nuestro campo así preparado, que es el Mercurio de los Sabios, a fin de producir el Árbol Solar.

Con el siguiente ejemplo te descubriré ésto más claramente, y en pocas palabras te revelaré el secreto de todos los secretos de la Piedra de los Sabios.

En efecto, ten por muy cierto que toda la labor y todo el trabajo del Arte del Misterio oculto de los Sabios consiste únicamente en esto: en saber de qué modo puede ser adquirida naturalmente su Tierra virgen, y cómo habrá que prepararla después del mismo modo que los campesinos cuando cultivan su tierra para que les produzca trigo. Por tanto, considera el trabajo del campesino y cómo lo hace para producir trigo.

Empieza por buscar una buena tierra, después busca una buena simiente, tal como se la suministra la naturaleza, a continuación se ocupa, con esmero, de cultivar su campo. Empieza por limpiar su tierra librándola de las piedras grandes y de los troncos que pudieran dañar la semilla; después, por medio del trabajo reiterado del arado, a lo largo delas diversas épocas del año ,se esfuerza en hacerla más esponjosa para que pueda ser humectada, asperjada, lavada e impregnada con vistas a la fructificación de la virtud celeste, por la lluvia y el rocío, desecada ya de su superflua humedad terrestre. Además le dará calor con estiércol campestre conservando ese calor gracias a la grasa del estiércol esparcido. Después de todo esto, siembra su grano, sin ningún artificio, en su tierra bien cultivada.

Es evidente, pues, que el campesino, para producir su grano, no hace ningún otro trabajo más que cultivar bien su campo y emplear una semilla tal como se lo ha dado la naturaleza. Si los hijos de la Ciencia disponen su trabajo natural de la misma forma, su Obra llegará a buen fin. Y del mismo modo que el precio pagado por el campesino para adquirir una tierra común y vil es su mayor gasto, lo más difícil para el Filósofo es la adquisición de su Tierra con lo que, una vez adquirida, solo quedará el problema de prepararla bien según el método de trabajo de los Sapientes.

Por tanto, al igual que lo campesinos, quitaremos de nuestra tierra toda impureza y superfluidad. A continuación la haremos más espon- josa según el Arte y la Naturaleza, lavándola, regándola y desecándola. Hecho esto, la engrasare- mos con su grasa natural y después de haber recibido el rocío del cielo, que le comunicamos a la manera de los Sabios, estárá tan bien preparada que quedará dispuesta para recibir la semilla metálica de nuestra Piedra, es decir, del Oro vivo de los Sabios que, a su debido tiempo, producirá el Árbol Solar.

He aquí, hijo mío, en pocas palabras, todo el fundamento, la llave y la fuente de la Obra entera de los Filósofos. En suma, nuestro Árbol Solar y Lunar, por medio de nuestra Tierra virgen preparada y sabiamente cultivada, y con nuestro Oro Vivo, (que es la verdadera simiente metálica a sembrar en nuestra tierra esponjosa) alarga tales raíces y crece hasta tal punto que puede ser trasplantado según el modo de los Sabios. Y es ésta una cosa muy cierta y verdadera:el oro producido al estilo de los Sabios y por su ingenioso secreto, adquiere una virtud tal, por la fuerza de su regeneración, que supera en mucho, y sin ninguna comparación posible, al oro que nace de las entrañas de la tierra.

Cabe añadir que la segunda generación es superior a la primera, la tercera a la segunda y la cuarta a la tercera es decir, que la virtud de éste Árbol se multiplica por diez cada vez que se trasplanta y puede alcanzar tal grado de perfección que, con su calor muy penetrante y su mucha pureza, puede hacer de la luna y del mercurio vulgaresalgo totalmente parecido al oro metálico natural.

Por tanto, hijo mío, después de haberte esbo-zado suficientemente la verdadera forma en que siembran, plantan y trasplantan su Árbol Solar de la Sabiduría, te mostraré, en el siguiente capítulo, la materia verdadera de la que se valen los Sabios para hacer su bendita Piedra; en fin, te descubriré, en su orden, todas nuestras operaciones naturales, y al final de éste libro te comunicaré la práctica.

CAPITULO III

Cuales son los signos mediante los cuales podemos conocer la Tierra virgen de los Sabios, que es la materia primera de la Piedra de los Filósofos.

Así como nada hay más cierto que la muerte, ni más incierto que su hora y circunstancias , tampoco nada es más cierto que hay una cierta materia con la que trabajan los Filósofos. Del mismo modo, no existe nada tan ignorado por los químicos ignorantes como esa materia de la que se sirven los Hijos de la Sabiduría para la preparación de la Gran Obra.

Habiéndome comprometido contigo, hijo mío, con mis promesas de mostrarte desnuda y entera- mente la práctica de la Piedra, y de hablarte de ello sencillamente y sin metáforas, empezaré mi instrucción enumerándote las propiedades y signos verdaderos con los que, sin dejar lugar a dudas, podrás reconocer nuestra materia entre todas las cosas del mundo entero. Te descubriré sus señales infalibles, propias y particulares, que a ninguna otra cosa convienen en toda la naturaleza, fuera de nuestra sola y única Tierra virgen.

Has de saber que el sujeto ocosa que conviene tomar para hacer nuestra Medicina universal, es una materia preciosa que no se encuentra sobre la tierra de los vivos. Digo que es un espíritu corporal o un cuerpo espiritual que, ciertamente, es el Nitro de los Sabios y a decir verdad, una tierra grasa, pesada y suculenta, útil y preciosa, común para los inteligentes pero muy escondida a los ignorantes. Esta materia excelente se encuentra por todas partes, envalles, llanos, campos, antros de la tierra ,enmontañas e incluso en tu propia casa. Es el rocío del cielo, la grasa de la tierra y el muy precioso Nitro natural de los Sabios. Es la materia viscosa con la que fue hecho Adán y, en resumen, nuestra materia es una Tierra virgen sobre la que jamás han brillado los rayos del Sol, aunque él sea su padre y la Luna su madre.

Los Filósofos llaman Nodriza de los dioses a nuestra Tierra virgen porque el Sol, la Luna e incluso todos los metales extraen de ella su origen. También se la llama Esposa del Cielo estrellado, porque cada día el Cielo le transmite sus influencias de un modo completo y abundante, por eso es llamadoAlma y Espíritu vivificante de la tierra elemental. En efecto, en ella están contenidas la virtud generatriz y los colores de todas las cosas de la naturaleza entera. Además, nada podría vivir sin nuestra materia. A menudo, los Sabios la llaman su Andrógino y su Hermafrodita, porque consiste en dos naturalezas, es decir, que de ella se extraen el Azufre y el Mercurio, de los cuales el uno es considerado hombre y el otro, mujer. También se la llama Proteo y Camaleón de los Sabios, pues se transforma en todo tipo de formas. Es capaz de tantas formas distintas, es tan mutable, que incluso es alterada por el Sol y por el aire, que la transforman en un abrir y cerrar de ojos, por más que uno y otro cumplansu cometido en la producción de nuestra materia. Esto bastará al Filósofo para conocer nuestra Tierra virgen y discernirla de la tierra vulgar.

A fin de enseñarte a reconocerla bien, sin ningún error, te digo una vez más que nuestra materia no es más que una tierra, pero no aquella sobre la que andamos; más bien es aquella que está suspendida sobre nuestra cabeza y que los Sabios llaman su Tierra virgen foliada, que desde el principio del mundo es tierra y que por lo tanto, jamás fue tierra. Es el elemento que elementa la tierra y le ha dado su origen; en pocas palabras, es la muy noble Tierra de los Sabios. El padre es el Sol y la madre, la Luna. Digo que es una grasa mineral, una noble esencia espiritual y corporal con la que se prepara el verdadero Mercurio de los Sabios. A decir verdad, es el Mercurio común de los Sabios, pero no el mercurio vulgar del vulgo. Es la bendición del cielo que sale de esta Tierra celeste, porque es regada e impregnada con la virtud celeste del cielo estrellado. Esta preciosa materia puede ser buscada y adquirida en las cavernas, en el llano y en las montañas. En efecto se encuentra en cualquier lugar sobre la tierra habitable, pero hay que tomarla antes de que la vea el Sol.

Cuando tengas verdadero conocimiento de ésta materia única, extraerás de ella el Mercurio de los Sabios, la Tierra virgen de los Sapientes, la preciosa Sal de la Naturaleza, el Agua viva perpetua de los Hijos de la Sapiencia, de donde separarás el Oro y el Azufre metálico, para hacer con élun fuego raro, muy secreto e incombustible. Pero lo que te digo es, por lo general, imposible de descubrir y experimentar, por más que sea la Materia verdadera y única de la Piedra de los Sabios, si no es revelada fielmente por un amigo que la conozca.

Lo que tomamos para preparar la Obra filosófica no es sino el pequeño pez Echeneis, desprovisto de sangre y espinas, que está oculto en la región profunda del centro del gran Mar del Mundo. Este pez, que es muy pequeño, es único en su forma, en tantoel mar es grande y vasto, por eso es imposible que lo alcancen aquellos que ignoran en que parte del mundo habita. Puedes creerme enteramente cuando te digo que jamás encontrará la materia de la Piedra de los Sabios quien, -según Teofrasto-, no sea experto en el Arte de atraer la Luna del firmamento y hacerla descender del cielo a la tierra para transformarlaen agua y después en tierra.

Una de éstas cosas, pero, no es tan difícil de hacer como de encontrar. Cuando decimos fielmente algunas palabras al oído de un amigo verdadero, mostramos este oculto secreto de los Sabios, a saber, cómo se puede asir de un modo natural el pequeño pez llamado Rémora, capaz de detener a los orgullosos navíos en su curso por el gran mar Océano ( que es el Espíritu del mundo). Pero quienesno forman parte de los Hijos del Arte, absolutamente ignorantes, no han conocido los preciosos tesoros, ocultados por la Naturaleza en el Agua de vida celeste y preciosa de nuestro Mar.

Pero para transmitirte la clara luz de nuestra materia única, o de nuestra Tierra virgen, y para enseñarte cómo se puede adquirir éste Arte supremo de los Hijos de la Sabiduría, es preciso que te instruya previamente acerca del Imán de los Sabios, que tiene el poder de atraer al pequeño pez Echeneis, o Rémora, del profundo centro de nuestro Mar. Si es asido de modo conforme a la Naturaleza, se transforma primero, y de modo natural, en agua, después en tierra y ésta, preparada como conviene por el ingenioso secreto de los Sabios, tiene el poder de disolver todos los cuerpos fijos para volverlos volátiles, y de purgar a todos aquellos que estén envenenados. Esta práctica está contenida en pocas palabras al final de éste pequeño Libro.

CAPITULO IV

Del Agua Filosófica, absolutamente necesaria para la composición de la Obra de los Sabios.

Dado que ahora ya has encontrado la Ciencia completa de la materia oculta con la que hacen su Piedra los Sabios, y dado que ahora deseas llegar a la perfección de su Obra,habrás de convertir, para empezar, ésta materia en agua por medio de un singular procedimiento secreto y, después de su evaporación natural, transformarla en tierra con un hacer suave, natural y oculto. Cuando hayas hecho esto te convertirás en poseedor de la Tierra de los Sabios, que es Tierra desde el principio del mundo y que, por tanto, jamás fue tierra. Con ésta Tierra los Sabios preparan su Mercurio y su Mercurio doble. Extraen su agua seca de vida, a la que llaman Fuego acuoso y Agua ígnea que, por su propia naturaleza, engulle todos los cuerpos disolviendo radicalmente todas sus partes. Sin embargo, cuando te digo que disuelve los cuerpos, mi intención no es que utilices un cuerpo metálico.

En efecto, el cuerpo no es la materia con que trabajamos, pues los cuerpos, por si mismos, no son penetrantes; quiero decir que los cuerpos no tienen ninguna eficacia ni virtud si no es por los espíritus que contienen, y los mismos espíritus no pueden de ningún modo producir sus efectos, ni cumplir con su cometido, si antes no son liberados y separados de los cuerpos duros en los que están sólidamente detenidos.

De todo esto habrás de concluir, hijo mío, que con lo cuerpos duros no es posible ninguna transmutación,pero si cuando éstos han sido reblan- decidos y se han tornado fluidos. En otras palabras, hay que reducir la humedad hasta que aquello que estaba escondido se haga manifiesto; eso es lo que insinuan los Sabios cuando dicen: lo duro ha de ser reblandecido. Otra cosa no es, sino el cambiar los cuerpos crudos, reblandecerlos en el agua de la Fuente de Juventud hasta que se liberen de su dureza y sequedad, pues el cuerpo seco, como se ha dicho, no tiene ninguna propiedad penetrante y no tiñe más que a si mismo. El cuerpo grueso y espeso, por tanto, no puede teñir porque no puede penetrar, y al no penetrar no produce alteración alguna.

Así, es cierto y seguro que,ni el oro, ni los demás metales no podrán teñir nada mientras no se haya extraído el espíritu que está incluido en ellos y no haya sido sacado del centro de nuestra Tierra Solar Adámica por acción de nuestra Agua blanca; cuando es sacado a la luz, esa agua lo torna espiritual, lo blanquea y lo transforma en un espíritu y alma admirable.

Si sopesas cuidadosamente mis palabras, reconocerás que no tienen otro objeto queenseñarte la meta principal de nuestro Secreto divino, a saber: de qué modo los cuerpos duros y secos, por medio de nuestra Agua viva extraída de la Fuente de los Sabios, han de ser reducidos a sustancia fluida, volátil y espiritual.

¡Oh, hijo mío, que admirable es la Naturaleza,que tiene el poder de transformar los cuerpos en espíritus! y sin embargo, esto no sería posible si, previamente, el espíritu no hubiera sido incorporado y si el cuerpo no se hubiera hecho uno con el espíritu, primero volátil y después hecho fijo y constante.

Digo que el noble Arte de los Sabios es la más admirable cosa que existe, porque puede tornar volátil al oro, cuya naturaleza es muy fija.

Mi única intención esque comprendas bien en tu alma que si los cuerpos no son disueltos por nuestra Agua viva,si no son por ella imbibidos y reblandecidos y de este modo abiertos y despojados de su masa dura para ser reducidos a espíritu puro y sutil, nuestra labor no será sino un inútil engaño. Mientras los cuerpos no hayan sido convertidos en no-cuerpos, es decir, en su primera materia, la regla y la llave de nuestro Arte no será encontrada. Así,la única meta de nuestro Arte es volver fluidos los cuerpos duros y sólidos con objeto de hacer la Tintura. Cierto es que toda tintura teñirá cien mil veces más si está en una sustancia liquida que si está en un cuerpo duro y craso; un ejemplo evidente lo tenemos en el azafrán, la púrpura y el quermes. Por eso te digo una vez más: si los cuerpos no se vuelven finos y sutiles como el agua y el fuego natural, a fin de que puedan elevarse como espíritus, y si no son como el agua, el vapor o la plata viva, la llave de nuestro Arte todavía no ha sido encontrada.

Aquel que tenga la intención de comenzar su trabajo según la Naturaleza, es decir, de operar con Sabiduría en el Trabajo filosófico, comenzará con la solución y destrucción de los cuerpos y con la mutación de la forma metálica. Esta obraconsiste en convertir los cuerpos en no-cuerpos y espíritus fijos y en que la forma, dura y sólida de nuestra Tierra metálica vegetativa y animal, o creciente y viva, e incluso Adámica, sufra la destrucción para recibir una forma y una sustancia húmeda, meliflua y fluente. Solamente por medio de ésta cualidad adquiere el poder y la virtud de penetrar en los demás cuerpos, mezclándose inseparablemente con ellos, cosa ésta que jamás podrían hacer los cuerpos duros de los metales, a causa de su terrestreidad.

Pero para descubrirte más claramente la cosa y desvelar toda la oscuridad de los Sabios, has de imitar a la Naturaleza en todas tus obras, desde el principio al fin, pues con ella los Sabios hacen su Mercurio doble, por el que conducen a su Piedra hacia el fin deseado.

La Naturaleza,digo, les suministra la verdadera materia con la que, a través de ella, trabajan. No son sino sus Ministros y, según las exigencias de la cosa, elevan lo que hay que elevar, transforman, y de nuevo juntan, y sin embargo, todo lo hacen por la Naturaleza, a fin de que ésta pueda operar con más eficacia.

Dado que los Filósofos son los verdaderos imitadores de la Naturaleza deberánoperar, por esta misma razón, igual que ella, pues su Obra no admite nada extraño, operando a través de cosas semejantes, que son lo semejante a la Naturaleza. Naturaleza ama a Naturaleza y se complace en Naturaleza. El Sabio, en la preparación de su Piedra, también ha de estar en una disposición de espíritu tal que tenga por norma el no añadir nada extraño a la naturaleza de la cosa que se ha de disolver. La cosa a disolver ha de ser, en efecto, de la misma naturaleza que el disolvente.

Te ruego consideres la generación de un niño : la sangre menstrual de la mujer ¿ acaso no es, en su principio, de la misma naturaleza y de la misma materia que aquella otra con la que fue formado el niño, aunque parezca muy diferente? Ciertamente, también es necesario que el Agua de vida de nuestra Fuente de Juvencia sea de la naturaleza de la simiente metálica, a fin de que, por efecto de un estrecho parentesco, se unan una a la otra, y que la gran potencia natural de éste amor rechace y rompa los lazos de la prisión donde, estrechamente encadenada, se encuentra ésta preciosa simiente.

Si nuestra Agua seca y viva no fuera de la naturaleza del Azufre y de nuestro Mercurio natural, jamás podría unirse a él en el momento de la conjunción y no tendría ningún poder para sacarlo de la cautividad. Pero nuestra Agua seca metálica le está de tal modo emparentada y es hasta tal punto de su naturaleza, que se le une como si fuera una hermana del Mercurio natural. Ambas tienen el mismo origen y han de salir de una fuente y de una raíz única, de ahí su amor natural y su unión, que provienen de su conformidad de naturalezas; por eso, después de que su unión se haya consumado, le llamamos nuestro Mercurio doble.

Por tanto, presta atención en hacer bien nuestra Agua viva y seca de nuestra fuente, según el modo que te mostraré. En efecto, es el origen de nuestra Obra, es la Llave muy noble de la Obra de los Sabios y el instrumento principal de nuestra Piedra. Es indudable que quien no trabaja para preparar ésta Llave hace que la Obra filosófica resulte infructuosa. Nuestra Agua es el único instrumento, en la naturaleza de las cosas, con el que podemos obtener físicamente la muy noble Semilla de los metales, u Oro vivo de los Filósofos. El Azufre de los Sabios no puede, de ninguna manera, ser extraídosino es a través de su Menstruo natural, apropiado a ésta Semilla metálica preciosa y admirable, y este Menstruo no es otra cosa que nuestra Agua viva y seca.

Por tanto, que tu cuidado consista en preparar bien esta Agua de vida, viviente y celeste, que no moja las manos. Que sea suave, buena y sin acrimonia.

CAPITULO V

De la Plata viva, su naturaleza y propiedad

En el Arte químico la plata viva es la plata viva común: exteriormente y en apariencia, fría y húmeda, pero secretamente, en su interior, caliente y seca. Nótese que éste calor y esta sequedad conte- nidos en ella son una viscosidad y un húmedo muy cálido. Ciertamente es un espíritu corporal y vivo donde están escondidas todas las congelaciones de nuestra Piedra.

El espíritu elemental del mercurio común está sometido a todos los superiores, sin ninguna ex- cepción, es decir, a todo Azufre o simiente metálica de las grandes luminarias. Sin tener forma deter- minada alguna recibe el espíritu de Azufre de cualquier metal igual que la cera sometida a la impresión de un sello. Y al igual que la tierra cuando atrae al agua, se impregna de la virtud del agua a fin de adaptarse a la producción y mutación de las plantas eso mismo sucede con el mercurio común. Al recibir la virtud elemental del Azufre de oro, obtiene la forma del oro. De modo parecido, al recibir la virtud elemental del Azufre de plata, reviste la forma de la plata. Así, se une naturalmente con todos los espíritus superiores de los metales, a veces con uno,a veces con otro, de igual manera que el hombre con la mujer, y no sin una cierta mezcla, que te revelo y confío que ha de realizarse en un lugar secreto.

Para que comprendas mejor y más claramente estas cosas, es decir, de qué modo el Azufre fijo de los Sabios y el mercurio común emprenden su conversión de una naturaleza a otra, te recomiendo sopesar cuidadosamente en tu espíritu que el agua común, aunque naturalmente sea fría y húmeda, no por ellose mezcla menos cuando es cocida con los vegetales adquiriendo con ellos una mezcla y una virtud diferente de su virtud natural, y esto es debido a las cosas que se mezclan con ella. Y por esta mezcla, el agua toma durante cualquier cocción las cualidades y propiedades de aquello con lo que se ha mezclado.

La plata viva común actúa del mismo modo: cuando asume la perfecta naturaleza del Azufre metálico, con el que se cuece naturalmente, recibe otra naturaleza y cualidad, de las que se impregna y reviste. Cuando es cocida con el Azufre de oro se transforma, se congela y se fija ennaturaleza de oro. Si la cueces encobre yestaño, adquirirá sus cualidades y se transformará en su naturaleza. Observará las mismas reglas en relación a los otros metales, pues éstas cosas se realizan según el módulo de la Naturaleza, a la que nada es superior.

Dado que a la Naturaleza le es imposible errar fuera de la vía recta y común, te digo que, si quieres hacer oro y plata a través de la naturaleza, ante todo te es preciso disolver, mezclar y cocer naturalmente su semilla metálica con Mercurio común, pues nuestro Mercurio es su agua metálica, en la que reciben conversión y mutación de una naturaleza a otra; esto ha de ser comprendido del siguiente modo: después de que el Mercurio haya extraído la simiente del oro y de la plata de su interior, entonces es impregnado con su naturaleza, de igual forma que el aguaimpregnada de sustancias vegetales cuando se la ha cocido con ellas.

Del mismo modo que la naturaleza del germen o de la simiente metálica es alterado en nuestra Tierra virginal o Mercurio común, también su color se alterará en él, se esconderá perfectamente en ély se insinuará bajo la forma o figura de nuestro Mercurio común, de manera que no podremos conocerla antes de que sea realizada la congelación.

Pero ten cuidado, hijo mío, de no dejarte engañar por ésta expresión: mercurio común. En efecto, no ignores que hay que establecer una gran diferencia entre el Mercurio común y el del vulgo. Cuando hablamos de la plata viva común o del mercurio común, queremos hablar de nuestro Mercurio común, que da vida a todas las cosas que hay en el mundo. El mercurio o plata viva del vulgo es, por el contrario, aquel que se puede ver en lasperfumerías y farmacias.

Has de saber esto: según la palabra de un gran Filósofo, el Mercurio de los Sabios, aunque común y necesario a todo el mundo, no se encuentra en la tierra y no se muestra en su desnudez porque la Naturaleza lo ha envuelto de un modo admirable, y este Filósofo añade lo siguiente:

“He aquí la diferencia entre nuestra Plata viva y el mercurio vulgar :
1.El mercurio vulgar no disuelve ni al oro ni a la plata y no se mezcla con ellos, de modo quepueden volver a separarse; pero nuestro Mercurio disuelve el oro y la plata y se mezcla con ellos hasta tal punto que no se los puede volver a separar, como sucede con el agua mezclada con agua, que ya no pueden ser distinguidas.
2.Por otra parte, el Mercurio vulgartiene en si un azufre negro muy malo y combustible, pero nuestro Mercurio contiene un Azufre incombustible fijo, muy blanco y muy rojo.
3. El mercurio vulgar es frío y húmedo, pero el nuestro es cálido y húmedo.
4. El mercurio vulgar ennegrece los cuerpos metálicos, pero el nuestro los blanquea y los conduce a una blancura cristalina.
5.Cuando el mercurio vulgar se precipita produce un polvo amarillo y un azufre muy malo, pero nuestra plata viva se transforma, mediante el calor , en un Azufre muy blanco, fijo y fluido.
6.Cuanto más se cuece el mercurio vulgar, más sutil y volátil se hace, pero con el nuestro ocurre lo contrario, pues cuanto más se lo cuece, más espeso y menos fluido se torna.”

Por todos estos detalles dignos de atención, éste Filósofo nos hace ver hasta que punto un mercurio difiere del otro. Pero ahora, pasemos a otra cosa.

Después de haberte demostrado que los Artistas que toman el mercurio vulgar como si fuera Mercurio común aun no están instruídos en el secreto de éste Arte Cabalístico, error éste que los hace vagar tan lejos de la verdadera vía que no pueden alcanzar el fin que se proponen, te enseñaré otra cosa, no menos importante para la preparación de nuestra Piedra que lo ya dicho hasta ahora. He aquí lo que te voy a descubrir: el lugar donde los Sabios esconden con Arte las llaves que pueden abrir los cerrojos de sus secretos ocultos.

En efecto, has de saber que es totalmente imposible hacer de ti un Maestro de la Obra de los Sabios si no tienes conocimiento de nuestro artificio, mediante el cual nuestro Mercurio puede ser espesado, poco a poco y de un modo natural. Según el decir de los Sabios la plata viva no puede tener ninguna facultad de transmutación si ella misma no ha sido transmutada de naturaleza en naturaleza, y después de haber sido transmutada así, es cuando puede, después de su disolución, operar una trans- mutación. Y cuando se la habrá coagulado, solidificado y congelado, entonces tambiénpodrá coagular, solidificar y congelar.

Si endurecemos nuestro Mercurio fijo ylo congelamos es para conducirlo a un estado tal que sea aptopara endurecer, congelar y espesar al mercurio vulgar, pues la verdadera transmutación de los metales se hace con nuestro Mercurio común espesado, congelado y transformado de naturaleza en naturaleza. Y digo que si nuestro Mercurio es endurecido y transmutado por los Sabios es para que adquiera a su vez la virtud de endurecer y transmutar. Cuando haya sido cocido, unido y digerido por la cocción con Azufre o semillas metálicas, por espacio de una hora, haremos la transmutación, pero si previamente no lo hemos congelado, solidificado y transmutado, no podremos, en absoluto, hacer ninguna transmutación.

Aprende, hijo mío, que la parte principal del gran secreto de nuestro Arte es ésta: saber hacer consistente nuestro Mercurio, pues en ese estado es, ciertamente, la Llave que abre y cierra las puertas de la Piedra. Es absolutamente cierto que éste Azufre de los Sabios es el alma, la forma y la semilla metálica de nuestra Piedra. No es menos cierto que nuestro Mercurio común es el cuerpo, la materia y latierra. El Azufre es la hembra e impregnarla de su macho es una cosa fácil de realizar.

El Azufre metálico es una cierta grasa de la Tierra de los Sabios, pero cuando el Mercurio común sea juntado y unido físicamente al Azufre entonces será la Grasa de la Tierra de los Sabios. Entonces la Tierra de los Sabios está adobada y engrasada, presta y dispuesta a traer fruto, es decir,posee potencia y virtud para transmutar.

Es muy cierto que nuestro Mercurio sólo no puede hacer nada por si mismo sin la cooperación de la cosa que le conviene, es decir, si no es unido al Azufre metálico, entonces,efectivamente, sus virtu- des y propiedades son exaltadas y multiplicadas al máximo pues, por el Azufre metálico, nuestro Mercurio es conducido hasta el más alto grado de calor;además, el Azufre lo especifica y le comunica vigor y virtud generativa espermática, cosas que el Mercurio no posee por su propia naturaleza sino que las toma prestadas de la semilla metálica. Antes te he dicho claramente que nuestro Mercurio está absolutamente sometido al Azufre elemental de las luminarias superiores, de las que depende. Está desprovisto de toda forma propia determinada. Se reviste de la forma de cualquier metal cuando es unido, de una manera permanente y natural, con el espíritu elemental del Azufre metálico, como si se tratara de una mujer con su macho.

Por medio de esta unión y amable abrazo deespíritus, nuestro Mercurio de los Sabios concibe de la forma metálica del Sol y de la Luna y es impregnado de ella, del mismo modo que la cera recibe la impresión del sello. Cuando la naturaleza de nuestro Mercurio congelado y espesado haya sido transmutada en forma de Sol y de Luna, entonces transformará a cualquier otro Mercurio y lo tornará semejante a su naturaleza. Pero la práctica que consiste en preparar el Mercurio de los Sabios y la manera de congelarlo y espesarlo, se relata al final de éste libro.

CAPITULO VI

De la composición de la Piedra Filosófica, es decir, que se hace de las puras semillas de los metales, y de la manera de extraer y adquirir físicamente éstas semillas preciosas.

Quiero que sepas, hijo mío, que éste es uno de los secretos más grandes de nuestro Arte, que consiste en ser instruido por la Ciencia de la verdadera Práctica del Oro vivo o del Azufre metálico. Indefectiblemente es cierto que la más grande de estas ciencias consiste en tener un pleno conocimiento de nuestra Tierra virgen, pero también es admirableel conocimiento de nuestra Agua de vida celeste y vivificante. El ingenioso medio de prepararla también es, en este asunto, necesario, pues sus efectos y operaciones supranaturales son admirables y extraordinarios.

Aunque las virtudes y cualidades de nuestra Agua de vida celeste y el rarísimo valor de nuestro Mercurio, que es nuestra Tierra virgen, surgen de una elevada investigación, el Azufre metálico de los Filósofos no es menos excelente, no está menos oculto, ni es menos eficaz, en verdad.

En efecto, si los jardineros buscan y aprecian mucho al rosal es a causa de las flores que nos da a su debido tiempo; por la misma razón si los Sabios otorgan un gran valor a su Tierra virgen únicamente es por sus floresy por el fruto de Oro vivo que dá cuando llega el momento adecuado; y del mismo modo que la tierra sería inútil para el cultivador si no estuviera provista de una buena semilla, igualmente nuestro Mercurio celeste, que es la Tierra virginal de los Sabios, no serviría para nada si no tuviéramos el Oro que ha de ser sembrado en ella.

También aquí se puede hacer la siguiente comparación: el Azufre de los Filósofos se esconde en la Tierra virgen de los Sabios como las piedras preciosas dentro de las piedras en bruto; nuestra Agua viva y seca puede ser comparada al tallador de piedras que las rompe a fin de hacer visible la gema preciosa de la Sabiduría.

Para mostrar bien lo que ocurre con estas dos cosas, se podría decir, con razón, que en la Obra física de los Sabios, nuestra Tierra virgen y nuestra Agua seca son los dos instrumentos y los dos artesanos absolutamente necesarios para la prepara- ción de nuestra bendita Piedra. Sin embargo, no hay duda de que el conocimiento de nuestro Azufre metálico es mucho más difícil de conseguir. Por eso la ingeniosa y física extracción de nuestra Agua viva es el gran secreto de los secretos de los Sabios y aunque la realice el más difícil Arte, es absolutamente necesario saberla, porque sin el Azufre de los Sabios, ciertamente, nada podría alcanzar la perfección en ésta Obra.

Este Azufre metálico de los Sabios es la primera materia de los metales y el Oro vivo de los Hijos de la Sabiduría. Es la verdadera Materia a partir de la que ha de nacer el Árbol solar, es la muy noble Llave que abre y cierra las puertas de nuestra Piedra, también es la forma y alma de la simiente metálica del Sol y la Luna y cuando los Sabios han recogido esta simiente la llaman, habitualmente, su Materia, aquella que han escondido en sus escritos y recubierto con multitud de nombres distintos, cosa que te reco- miendo tu también hagasa fin de no manifestarla claramente, como te mostraré al final de este capitulo.

Para instruirte claramente sobre lo que es el Azufre de los Sabios, que es verdaderamente nuestro Oro vivo y la simiente metálica, te indicaré en pocas palabras como se hace, en las entrañas de la tierra, la generación y procreación del Oro; por esta vía obtendrás el conocimiento del primer principio de la composición del Oro. Asi aumentaré tu luz sobre los primeros principios, a fin de que conozcas las verdaderas raíces o simientes metálicas del Oro, tras lo cual, seguramente, cuando te haya enseñado a extraer éstas semillas metálicas, ya podrás preparar la Piedra de los Filósofos.

Tu ya sabes que todo lo que proviene de la tierra crece y se produce en una tierra fértil poroperación de la humedad y del calor natural. También los metalesse forman de ésta manera y se producen por el Mercurio fecundo, su primera materia, que, asistido por la sequedad y una humedad de creci- miento, es decir, compuesto y unido con la Sal y el Azufre puros, se torna Oro y aumenta el oro porvirtud de la Naturaleza. Por eso el Mercurio de los Sabios es llamado Tierra fértil y suculenta.

En lo que hace referencia a la sustancia sólida y corporal de los metales, es obtenida por la composición y unión de los tres principios físicos que la constituyen. El Azufre regenta los cuerpos, el Mercurio el carácter específico y la Sal es el vínculo o la congelación. El Azufre que entra en la procreación del Oro ha de ser purificado de sus heces e impurezas, que adquiere de su propia naturaleza, de tal modo que sea imposible encontrar un cuerpo metálico mas puro: éste es el verdadero Azufre de los Sabios si puede ser obtenido en tal grado de simple y perfecta pureza. El Mercurio definitivamente preparado y purgado de todo accidente terrestre, será transmutado entonces en cuerpo mercurial, que es el Mercurio de los Sabios, generador del Oro. En cuanto a la Sal de oro, no es sino agua metálica vitriólica, totalmente cristalina y purificada de toda acuosidad cruda, aluminosa y vitriólica.

Con esto puedes ver cuales son los principios verdaderos o primera materia con los que se engendra el oro en las entrañas de la tierra; persuádete pues que a partir de estas raíces metálicas se forma un retoño del que crece el oro, en forma de mina de oro. Si abres los ojos de tu espíritu, verás claramente que te he presentado, con toda claridad, la luz que te permitirá sembrar y plantar físicamente el Árbol solar de los Sabios. Y si es verdad aquel dicho de los Filósofos de que el oro hace oro, como el hombre engendra otro hombre, a partir de este fundamento yo te daré el Conocimiento del secreto oculto de los Hijos de la Sabiduría, te mostraré que el buen Filósofo, con éstos mismos principios: Azufre, Sal y Mercurio, de los que está compuesto el oro, de esa misma materia, de esas puras sustancias, puede extraer, te lo aseguro, la semilla metálica del Oro, de la que extrae y prepara la Piedra de la Sabiduría.Pretendo, en suma, y para concluir, que aquí se encuentra uno de los principales secretos de nuestro Arte: el agua y su primera materia pueden ser reducidos por nuestra Agua de vida viscosa y celeste. Sus partes esenciales, la Sal, el Azufre y el Mercurio, pueden ser producidos separadamente en un cuerpo visible y tangible. En fin, por esta vía, la primera Materia de los Sabios será reducida a la ultima, y ésta ultima en primera materia. Por cierto, quien no comprenda esta oculta operación filosóficatampoco puede hacer una buena preparación. En otras palabras, aquel que no puede separar la sustancia de nuestros mercurios físicos por el Arte Espagírico y verdadero de nuestra Filosofía, y a continuación reunir y recomponer ésta misma materia con peso y medida, sin ninguna impureza, aun no ha encontradoel secreto de nuestro Arte. Por tanto, no has de hacer ningún esfuerzo para hacer la Piedra de los Sabios.

Entonces, cuando, por un trabajo sin compli- cación, habrás extraído y separado nuestro Azufre de nuestra Tierra Adámica preciosa y cuando lo habrás unido de nuevo tal como ya he dicho, según el peso requerido y sin ninguna impureza, entonces ten por seguro que eres poseedor de la verdadera simiente metálica y del Oro vivo de los Sabios, por ese medio único con el que se prepara la Piedra de la Sabiduría.

Cuando este Oro vivo se proyecta sobre un campo fértil y conveniente para recibir esa materia, es decir, en el Mercurio de los Sabios, para allí ser cocido, digerido y conducido a la perfección mediante nuestro Fuego celeste olímpico vivificante, entonces se hace el Elixir o Azufre de los Sabios muy puro, con el que los Hijos de la Sabiduría, por Arte filosófico y bajo el cuidado de la simple Naturaleza, preparan su gran Medicina universal, que cura todos los cuerpos enfermos, purga los que están envene- nados y fija los volátiles.

Como conclusión de éste capítulo, hijo mío, una vez más te inculcaré que el Azufre solar extraído por nosotros de nuestra Tierra Adámica por el procedimiento filosófico, es la más excelente de todas las llaves para abrir y cerrar las puertas de nuestra Piedra; es la simiente metálica desconocida, y sin esta semilla admirable, nuestra Tierra preciosa no puede dar nada a luz.

Dado que el hombre engendra al hombre, pues toda forma produce su forma por su germen o semilla, entonces te es absolutamente necesario poseer las verdaderas raíces del Oro si quieres sembrar y plantar el Árbol de los Sabios, pero si estás desprovisto de ellas no podrás hacer nada que sea digno de elogio, ni sembrar, ni plantar el Árbol de los Sabios, ni llevarlo a que de fruto. La semilla ha de ser prolífica, porque ha de producir, por su virtud, cosas de su misma naturaleza. Has de estar bien seguro de esto:en el Oro es donde has de hacer tu recolección, si has sembrado una semilla solar en nuestra Tierra virginal, o en la plata si has sembrado una semilla lunar.

Puedo certificarte, por experiencia propia, que nuestro Azufre filosófico está compuesto de estas dos sustancias: nuestro Mercurio precioso y las simientes metálicas solares. Entonces, su virtud aumenta, se fortifica y se exalta hasta tal punto que se multiplica mil veces más que cuando estaba absorbido, envuelto y encerrado en la mezcla de una masa confusa.

Has de saber que no puedes llegar en absoluto a ésta Obra universal y admirable de la Piedra de los Sabios si no eres poseedor de la verdadera Práctica que consiste en extraer las semillas verdaderas y puras sustancias seminales del oro y la plata. Esta extracción no se puede hacer más que a través del secreto muy oculto de nuestro Mercurio filosófico. Te enseñaré pronto esta manipulación al final de éste pequeño tratado.

¿Qué crees que son las culturas y tradiciones indigenas y que sabes al respecto… ?-63

TRATADO DEL CIELO TERRESTRE.

Wenceslao Lavinius de Moravia

A la naturaleza la ha creado primeramente un solo espíritu corporal, que es común Y está oculto, y que es un bálsamo precioso de la vida que conserva lo que es puro y bueno, y destruye lo impuro y maligno. Este espíritu es el fin y principio de toda criatura; triple en sustancia, ya que está hecho de sal, azufre y mercurio o agua pura. Desde lo alto, coagula, une y riega todos estos lugares bajos, por medio de un seco untuoso y húmedo. Queda así dispuesto para recibir cualquier forma y figura. Solamente el Arte, y con ayuda de la naturaleza, puede hacerlo visible a nuestros ojos. Oculta en su vientre una fuerza y virtud infinitas, pues es algo que está lleno de las propiedades del Cielo y la Tierra. Es hermafrodita y hace crecer a todas las cosas, mezclándose con ellas, porque lleva en sí encerradas todas las semillas del globo etéreo. Está lleno de un fuego sutil y poderoso, y al descender del cielo imprime e insufla la fuerza sobre los cuerpos de la tierra. Su vientre es poroso y está lleno de ardor. Es el padre de todas las cosas. Este vientre se llena entonces, con otro fuego vaporoso y recibe sin cesar su alimento del humor radical que, en este enorme cuerpo, se reviste del cuerpo del agua mineral, cosa que realiza por la cocción de su fuego cálido. Este agua que puede coagularse y que engendra todas las cosas, se convierte en una tierra pura quien por medio de una fuerte unión, tiene la virtud de los cielos encerrada en sí; y porque en esta misma tierra queda unida con el Cielo. Por eso se le ha dado el bello nombre de Cielo terrestre.
De igual manera que al principio, la naturaleza primera se sirvió de la separación para ordenar la masa que estaba en desorden y confusión. Así, el Arte que ama la perfección, debe imitar a la naturaleza. La naturaleza quita el excremento sustancial, bien con el limo terrestre que convierte en agua o bien por adustión.
El arte emplea la loción y la digestión bien por el agua o por el fuego; separa la basura y la impureza vivificando y limpiando el alma de todo vicio. Aquel que sepa la manera de usar el agua y el fuego, conoce ya el verdadero camino que lo conducirá a los más altos secretos de la naturaleza El agua, ese gran cuerpo, esa primera criatura de Dios. quedó desde un principio llena de espíritu, poseyendo toda clase de formas en simiente, y por medio del movimiento lo anima y vivifica todo. Ella produce todas las cosas a la luz del cielo y la tierra. El agua es la nutricia de todo lo que vive en esos dos lugares. En la tierra es un vapor; en el cielo es propiamente fuego, triple en su sustancia y materia prima, porque de tres proceden y a tres van todas las cosas de la naturaleza. Contiene un bálsamo que tiene por padre al sol y la luna Por medio del aire germina en los lugares bajos y busca los más elevados. La tierra la alimenta en su cálido vientre y es causa de toda perfección.
El gran Dios que da la vida a todo ha dispuesto dos remedios para los espíritus y para los cuerpos, o sea dos cosas que los purifican y limpian y son la causa por la que la corrupción dispone y tiende hacia una nueva vida. Los metales poseen en sí estas dos cosas que son causa de la separación y participan de la tierra y del cielo. Por eso esas dos cosas han bajado del cielo a la tierra y vuelven seguidamente al cielo para que hagan aparecer su fuerza en la tierra. De la misma manera que el sol disipa las nubes e ilumina la tierra; este espíritu así preparado y separado de sus nubes, ilumina todo lo que está oscuro. En este espíritu hay que considerar dos formas, en su sustancia y en su veneno. Su sustancia es doble y conserva todos los cuerpos con una sal amarga. Su veneno que es también doble los consume y destruye.
Estas son las facultades encerradas en el Limbo y el Caos y que tiene los mismos efectos cuando se le saca de la tierra. Pero cuando está preparado, separando lo bueno de lo malo, manifiesta su fuerza y poder sobre lo perfecto y lo imperfecto.
Yo vivo en las montañas y en la llanura. Soy padre antes de ser hijo. He engendrado a mi madre y mi madre y mi padre me han llevado en su seno y me crían sin necesidad de nodriza. Soy hermafrodita y tengo las dos naturalezas. Soy el vencedor de los fuertes y el vencido de los débiles. Nada hay tan bello bajo el cielo ni de tan perfecta figura.
De mí nace un pájaro admirable de cuyos huesos que son mis huesos se hace un nido pequeño, y volando sin alas, resucita al morir. El arte sobrepasa las leyes de la naturaleza y por fin queda transformado en un rey que rebasa infinitamente a los otros en virtud.

FINAL

Ser como ellos… Textos de Eduardo Galeano-62

SEIS TRATADOS HERMÉTICOS

ÍNDICE
Página
Los Siete Capítulos de Hermes 1
Apocalipsis de Hermes 12
Magia Natural, de R. Llull 18
La Práctica, de R. Llull 25
Tratado sobre la Materia 39
El Sueño Verde 45

LOS SIETE CAPÍTULOS Hermes

CAPITULO I

Esto es lo que dice Hermes: Durante el tiempo que he vivido no he cesado de realizar experiencias y siempre he trabajado, sin cansarme.

No poseo éste arte y ésta ciencia sino por la única inspiración de Dios; El es quien la ha querido revelar a su servidor, El es quien ha dado el medio para conocer la verdad a quienes saben usar de su razón y El jamás ha sido la causa de que alguien haya seguido el error o la mentira.

Por mi parte, y si no temiera el día del Juicio y la posibilidad de ser castigado por haber ocultado ésta ciencia, no hubiera dicho nada y nada habría escrito para enseñarla a quienes habrán de venir después de mí, pero he querido dar a los fieles aquello que les debo, y enseñarles lo que el Autor de la fidelidad me ha querido revelar.

Escuchad pues, hijos de los sabios filósofos, nuestros predecesores, pero no de un modo corporal o desconsiderado, la ciencia de los cuatro elementos que son pasibles y que pueden ser alterados y cambiados por sus formas y que están escondidos junto a su acción; porque su acción está escondida en nuestro elixir, y éste no podría actuar si no estuviera compuesto de la muy exacta unión de éstos elementos, y no será perfecto hasta que no haya pasado por todos sus colores, de los que cada uno denota el dominio de un elemento particular.

Sabed, hijos de los Sabios, que hay una división en el agua de los antiguos filósofos, que la divide en otras cuatro cosas. Una es de dos, y tres son de una, y al color de éstas cosas, es decir, al humor que coagula, pertenece la tercera parte, y las otras dos terceras partes son para el agua: Estos son los pesos de los Filósofos.

Tomad una onza y media del humor, y la cuarta parte de la rojez meridional, o del Alma del Sol, que será de una media onza, y tomad la mitad de Oropimente, que son ocho, es decir, tres onzas.

Y sabed que la viña de los Sabios se extrae en tres y que su vino es perfecto al terminar las treinta.

Concebid como se hace la operación: La cocción lo disminuye en cantidad y la tintura lo aumenta en calidad; porque la Luna comienza a decrecer después del decimoquinto día y crece al tercero. Esto será, por tanto, el principio y el fin.

He aquí que os acabo de declarar lo que estaba escondido, pues la obra está con vosotros y en vosotros, de modo que si la encontráis en vosotros mismos, donde está continuamente, también la tendréis siempre y en cualquier parte en que os encontréis, sea en la tierra o en el mar.

Por lo tanto, guardad la plata viva que se produce en los lugares o gabinetes interiores, es decir, en los principios de los metales compuestos de ella, donde está coagulada, pues ésta es la plata viva que se llama tierra que Permanece.

Aquel que no entienda mis palabras, que demande inteligencia a Dios, que de ningún malvado justifica las obras, más no rehusa a ningún hombre de bien la recompensa que le es debida.
Pues yo he descubierto todo lo oculto de ésta ciencia, he revelado un gran secreto y he explicado toda la ciencia a quienes sepan entenderla.

Así pues, vosotros, investigadores de la ciencia, y vosotros, hijos de la Sabiduría, sabed que, cuando el buitre está en la montaña, grita en voz alta:
¡ yo soy el blanco del negro,
y el rojo del blanco,
y el anaranjado del rojo!
Ciertamente, digo la verdad.

Sabed también que el cuervo que vuela sin alas en la negrura de la noche y en la claridad del día, es la cabeza o comienzo del arte. El color lo toma de la amargura que está en su garganta, y la tintura sale de su cuerpo, y de su espalda se extrae un agua verdadera y pura. Por tanto, comprended lo que digo y de éste modo recibid el don de Dios que yo os comunico, pero ocultadlo a todos los imprudentes.

Es una piedra honorable que está encerrada en las cavernas o profundidades de los metales; su color la hace brillante; es un alma, o un espíritu sublime, y un mar abierto.

Yo os la he declarado: dad gracias a Dios porque os ha enseñado ésta ciencia, pues El ama a quienes aprecian sus dones.

Por tanto poned esta piedra, es decir, su materia, en un fuego húmedo, y cocedla. Este fuego aumentará el calor de la humedad y matará la sequedad de la incombustión, hasta que aparezca la raíz, es decir, hasta que el cuerpo sea resuelto en su mercurio. Después de esto, haced surgir la rojez de la materia, y su parte ligera, y continuad haciéndolo hasta que no quede más que una tercera parte.

Hijos de los Sabios, si se ha llamado envidiosos a los Filósofos no es porque hayan querido, jamás, ocultar nada a las gentes de bien ni a quienes viven piadosamente, ni a los legítimos y verdaderos hijos de la ciencia, ni a los sabios, si se les ha llamado así es porque la esconden a los ignorantes, es decir, a quienes no saben lo suficiente como para conocerla, a los viciosos y a quienes viven sin ley ni caridad, por temor de que, por éste medio, los malvados se pudieran volver poderosos y cometieran toda clase de crímenes, de los que, ante Dios, serían responsables los Filósofos pues todos los malvados son indignos de poseer la Sabiduría.

Sabed que a ésta piedra yo la llamo por su nombre: si los filósofos la llaman Mujer de la Magnesia, o Gallina, o Saliva Blanca, o Leche de las Cosas Volátiles, y Ceniza Incombustible, es con el fin de esconderla a los impru- dentes, que no tienen ni sentido, ni ley, ni humanidad. Pero yo la he denominado con un nombre muy conocido al llamarla Piedra de los Sabios. Conservad el mar, el fuego y el volátil del cielo en esta piedra, hasta su aparición.

Y os conjuro a todos, ¡oh, hijos de los Filósofos! en nombre de nuestro Bienhechor, a fin de que se os haga una gracia tan singular como es la de no declarar jamás el nombre de ésta piedra a ningún loco, a ningún ignorante, ni a nadie que sea indigno de tal cosa. Por lo que a mi concierne, puedo decir que nadie me ha dado nada sin que yo se lo haya devuelto enteramente. Jamás le he faltado al respeto que le debo y siempre he hablado honrosamente de él.
Hijo mío, ésta piedra está envuelta de muchos colores que la esconden, pero sólo hay uno que indique su nacimiento y entera perfección; sabed cual es ese color y jamás digáis nada de él.

Con la ayuda de Dios Todopoderoso, esta piedra os librará de todas las enfermedades, por graves que sean, os preservará de toda tristeza y aflicción y de todo cuanto os pueda dañar en cuerpo o en espíritu. Además, os conducirá de las tinieblas a la luz, del desierto al hogar y de la necesidad a la abundancia.

CAPITULO II

Hijo mío, ante todo te advierto que has de temer a Dios, pues El es quien hará que tu operación resulte y quien unirá cada uno de los elementos separados.

Hijo mío, ya que no te considero privado de razón, ni insensato, has de razonar todo lo que se te dirá acerca de nuestra ciencia, recibir mis exhortaciones y meditar sobre las lecciones que yo te impartiré, hasta que las entiendas, como si tú mismo fueras su autor.

Del mismo modo que aquello que naturalmente es cálido no puede volverse frío sin ser alterado, así también, quien usa bien de su razón ha de cerrar la puerta a la ignorancia, por temor de que, al creerse seguro, se equivoque.

Hijo mío, toma el volátil, sumérgelo hasta que se eleve y sepáralo de su herrumbre, que lo mata. Quítala y apártala de él con objeto de que se transforme en viviente, según es tu deseo. Después de esto ya no deberá elevarse en el vaso, sino que deberá retener y fijar visiblemente todo cuanto haya de volátil. Pues, si lo apartas de una segunda aflicción, después de retirarlo de la primera y si durante los días, de los que ya sabes el número, lo gobiernas con destreza será para ti una compañía como la que necesitas, y separándolo, serás su dueño y él te servirá de adorno.

Hijo mío, del rayo de luz separarás la sombra y todo cuanto tenga de impuro, pues sobre él hay nubes que lo esconden e impiden que brille, a causa de que está quemado por la presión y la rojez.

Toma esta rojez que ha sido corrompida por el agua, de igual manera que la ceniza viva contiene el fuego, y si la retiras de modo que la rojez quede limpia y purificada, harás una unión en la que él se calentará y reposará.

Hijo mío, vuelve a poner en el agua, durante los treinta días que ya sabes, el carbón, cuya vida ha sido extinguida.

¡Oh, obra nuestra, que reposas sobre el futuro de éste Oropimente que no tiene ninguna humedad! He aquí que he colmado de alegría los corazones de aquellos que esperan en ti, ¡oh, elixir nuestro! y he alegrado los ojos de los que te estiman, con la esperanza del bien que contienes en ti.

Hijo mío, ten por seguro que el agua está encerrada, primeramente en el aire, y después en la tierra, por eso la has de hacer subir hacia lo alto a través de sus conductos y transformarla con discreción; seguidamente la has de unir a su primer espíritu rojo, que previamente ha sido recogido.

Hijo mío, te digo que el unguento de nuestra tierra es un azufre, Oropimente, Goma, Colcotar, que es azufre, Oropimente e, incluso, diversos azufres y cosas parecidas, a cual más vil, y entre ellas hay diversidad. De ellas proviene el ungüento de la Cola, que son pelos, uñas y azufre. De ahí también viene el Aceite de las Piedras, y el Cerebro, que es el Oropimente. De ahí, a su vez, proviene la Uña de los Gatos, que es Goma, y el unguento de los Blancos, y el unguento de las dos Platas vivas Orientales, que persiguen los azufres y contienen los cuerpos.

Además digo que el azufre tiñe y fija, y que está contenido y encerrado, y que se produce por la unión de las tinturas. Y los ungüentos tiñen y fijan lo que está contenido en los cuerpos, y por éste único medio se realiza la unión de las cosas volátiles con los azufres aluminosos, que retienen y fijan todo cuanto hay de volátil.

Hijo mío, la disposición que buscan los Filósofos es particular de nuestro Huevo, y no se encuentra en el huevo de gallina; sin embargo hay algún parecido entre nuestra divina obra, que es la obra de la Sabiduría, y el huevo de la gallina, debido a que en una y en otro los elementos están unidos y puestos en orden.

Sabe pues, hijo mío, que de éste parecido y de ésta proximidad de naturaleza se puede sacar una gran enseñanza para el conocimiento de nuestra obra; pues en el huevo de gallina hay una sustancia que representa la materia acuosa de la obra, llamada espiritual o espíritu, y hay otra parecida al Oro, que es la tierra de los Filósofos; y en estas dos sustancias se nota de modo visible la unión y el ensamblaje de los cuatro elementos.
El hijo ha preguntado a Hermes: los azufres que convienen a nuestra obra, ¿son celestes o terrestres? y Hermes ha respondido: los hay celestes y los hay terrestres.

El hijo le ha dicho: padre mío, creo que el Cielo es el corazón de las cosas superiores, y que la tierra lo es de las inferiores. A ello, Hermes ha respondido: no dices bien; pues el macho es el cielo de la hembra y la hembra es la tierra del macho.

A continuación, el hijo le preguntó: ¿cual de los dos es más digno de ser el cielo o de ser la tierra? Hermes respondió: tienen necesidad el uno del otro, porque en todos los preceptos no se pide sino mediocridad, como quien dice: el Sabio gobierna a todos los hombres; pues el mediocre es el mejor, dado que cualquier naturaleza se asocia y mejor se une a lo que le es semejante, y nuestra ciencia, que se llama Sabiduría, nos hace ver que sólo se unen las cosas mediocres y templadas.

Dijo entonces el hijo: padre mío, ¿cual de ellos es mediocre? Y Hermes respondió: en cada naturaleza hay tres de dos. El agua es necesaria en primer lugar, después el ungüento o azufre, y las heces o impurezas que permanecen abajo.

El Dragón se encuentra en cada una de estas cosas: las tinieblas son su morada, y la negrura está en ellas, y por esta negrura asciende al aire, y éste aire es el cielo, donde él comienza a aparecer como por su oriente; pero dado que éstas cosas se elevan como un humo y se evaporan no son, por lo tanto, ni permanentes, ni fijas.

Haz salir el humo del agua, quita la negrura del ungüento y expulsa la muerte de las heces y de la impureza; y una vez realizada la disolución por la victoria que las dos materias obtienen una sobre la otra, y uniéndolas de modo que se mantengan juntas, entonces se tornarán vivientes.

Hijo mío, has de saber que el ungüento mediocre, es decir, el fuego, ocupa el medio entre las heces y el agua, porque se las llama ungüento y azufre, y hay una gran afinidad entre el fuego, el aceite y el azufre, pues del mismo modo que el fuego lanza una llama, así mismo hace el azufre.

Sabe, hijo mío, que toda la Sabiduría del mundo está por debajo de la Sabiduría que yo poseo, y todo lo que su arte puede hacer consiste en restituir esos elementos ocultos y encerrados, lo cual es una cosa maravillosa.

Por tanto, aquel que desee ser iniciado en esta Sabiduría oculta que poseemos, ha de rehuir el vicio de la arrogancia, ser piadoso, ser hombre de bien, tener un profundo razonamiento y guardar los secretos que le hayan sido descubiertos.

Además, te advierto hijo mío, que nada sabe y nada avanzará, quien no sepa mortificar, hacer una nueva generación, vivificar los espíritus, purificar, introducir la luz hasta que los elementos se combatan, se coloreen y sean limpiados de sus manchas, como son la negrura y las tinieblas. Pero si sabe lo que acabo de decir, será elevado a una gran dignidad, hasta el punto que los Reyes sentirán veneración por él.

Hijo mío, estamos obligados a guardar éstos secretos y a esconderlos de todos los malvados y de aquellos que no tienen ni la suficiente sabiduría, ni la discreción suficiente como para guardarlos y hacer buen uso de ellos.

Además has de saber que nuestra piedra está hecha de muchas cosas y de muchos colores, que está hecha y compuesta de cuatro elementos unidos, que hemos de separar éstos elementos, desunirlos y ponerlos aparte, como si fueran distintas piezas.

También hemos de mortificar en parte la naturaleza o principios que están en esta piedra; conservar el agua y el fuego que están en ella y que están compuestos de los cuatro elementos y retener o fijar sus aguas por su agua, que no es, sin embargo, agua en cuanto a su forma exterior o aparente, sino un fuego que asciende sobre las aguas conteniéndolas en un vaso que ha de estar entero y sin fisura, para que los espíritus no se escapen y no salgan de los cuerpos. Si son retenidos así, se tornan fijos y tingentes.

¡Oh, bendita forma o apariencia del agua Póntica que disuelve los elementos! Y a fin de que, con ésta alma acuosa poseamos la forma sulfurosa, es decir, a fin de que la composición, que es parecida al agua, se convierta en tierra o azufre, es preciso que la mezclemos con nuestro Vinagre. Pues, cuando por potencia y virtud del agua, se disuelva el compuesto, tendremos entonces la llave o el medio asegurado de restablecerlo y rehacerlo. Entonces la muerte y la negrura los abandonan y la Sabiduría, es decir, la obra de la Sabiduría, empieza a aparecer. Quiero decir que el Artista conocerá con ello que ha conducido bien y sabiamente su operación, y que está en la verdadera vía que han seguido los Filósofos.

CAPITULO III

Has de saber, hijo mío, que los Filósofos hacen lazos, o fuertes ligaduras, para combatir contra el fuego, porque los espíritus desean estar y se complacen en habitar los cuerpos que han sido lavados.

Y cuando los espíritus se unen a ellos, éstos espíritus los vivifican y en ellos permanecen, y los cuerpos retienen estos espíritus sin dejarlos jamás.

Entonces, los elementos que están muertos se transforman en vivientes y tiñen los cuerpos compuestos con tales elementos. Se alteran y cambian y hacen obras admirables y permanentes, como dice el Filósofo.

¡Oh, forma acuosa del agua permanente que creas los elementos con los que está compuesto nuestro Rey y que, con un régimen templado, después de adquirir la tintura y uniéndote a tus hermanos, reposas, porque has llegado a tu fin !

Nuestra piedra muy preciosa, arrojada al estercolero, nos es muy querida aunque considerada en su conjunto sea vil e incluso muy vil; entonces deberemos mortificar y vivificar dos mercurios a la vez, que son el mercurio del Oropimente y el mercurio oriental de la Magnesia. ¡Oh, que gran obrera es la Naturaleza, que crea los principios naturales y retiene lo que éstos principios tienen de mediocre después de separar de ellos las crudezas y groseras impurezas. Esta Naturaleza ha venido con la luz y ha sido producida con la luz, que ha dado nacimiento a una Nube tenebrosa, y ésta Nube es la madre de toda la obra.

Después de haber unido al Rey coronado con nuestra Hija roja, ésta, a través de un régimen de fuego templado que no pueda dañar nada, concebirá un Hijo, que se unirá a ella y permanecerá encima de ella.

Ella nutre al Hijo y gracias a éste pequeño fuego lo torna fijo y permanente, y así, el Hijo vive de nuestro fuego. Y cuando se deje el fuego sobre la hoja de azufre será necesario que el término de los corazones penetre en él, que así sea lavado y que así la suciedad se aleje de él. Entonces se transforma, y cuando sea retirado del fuego, su tintura permanecerá roja como la carne viva.

Nuestro Hijo, que ha nacido Rey, recibirá su tintura del fuego, tras lo cual la muerte, el mar y las tinieblas lo abandonarán, porque se transformará en viviente, se desecará, se convertirá en polvo y tendrá un brillo vivo y resplandeciente.

El Dragón, que guarda las cavidades, huye de los rayos del Sol.

Nuestro Hijo, que estaba muerto, recobrará la vida. Saldrá del fuego siendo Rey y, en su boda y unión, se regocijará. Lo que estaba oculto y escondido aparecerá, manifiesto y evidente y la Leche de la Virgen será blanqueada.

El Hijo, después de recibir la tintura, combatirá contra el fuego y poseerá una tintura que será la más excelente de todas las tinturas, porque tendrá el poder de hacer el bien, comunicando esta tintura a sus hermanos, y poseerá en sí mismo la Filosofía, porque él mismo es su fruto y su obra.

¡Venid, hijos de los Sabios, alegrémonos juntos, manifestemos nuestro gozo con clamores de alegría, porque la muerte está consumada. Nuestro Hijo ya reina, lleva la vestimenta roja y va revestido con su púrpura !

CAPITULO IV

Escuchad, hijos de los Sabios, cómo grita ésta piedra: ¡Defendedme y yo os defenderé. Dadme lo que me pertenece y yo os ayudaré.
Mi Sol y mis rayos están en mi interior, y la Luna, que me es propia y particular, es mi luz, que supera a cualquier otra luz, y mis bienes valen más que cualquier otro bien. A quienes me conocen yo otorgo la alegría, la satisfacción, la gloria, las riquezas y los placeres sólidos; además les doy la perfecta inteligencia de aquello que buscan con tanta solicitud, y les doy, en fin, la posesión de las cosas divinas.

Escuchad, porque voy a descubriros aquella ciencia que los antiguos Filósofos escondieron: es una cosa cuyo nombre está comprendido en siete letras y que sigue a dos Alfa y Eta. El Sol también sigue a la Luna y viene después de ella, pero quiere tener el dominio y ser el dueño de la obra; quiere conservar a Marte y teñir al Hijo del agua Viva, que es Júpiter, y éste es el secreto que escondieron los Filósofos.

Vosotros que me escucháis: comprendedme y de ahora en adelante llevemos a la práctica lo que sabemos. Lo que he escrito os lo declaro después de haberlo investigado cuidadosamente y de haberlo meditado muy sutilmente. Conozco cierta cosa que es única.

Pues ¿quien comprenderá nuestra ciencia? tan solo aquellos que la estudian seriamente, quienes la investigan con gran aplicación empleando toda la fuerza de su espíritu y de su razón para descubrirla.

Ved que de un hombre no puede salir sino un semejante y de un animal nada más que otro animal, y si sucede que dos animales de distintas especies se acoplan nacerá uno que no se parecerá ni a uno ni a otro.

Y ahora Venus dice: Yo engendro la luz y las tinieblas no son de mi naturaleza, y si no fuera porque mi metal es seco, todos los otros cuerpos tendrían necesidad de mí. Porque yo los fundo, yo expulso su herrumbre y extraigo su sustancia, por tanto, nada es mejor, ni merece ser más honrado que mi Hermano y yo cuando estamos unidos.

Pero el Rey, que tiene el dominio de la obra, dice a sus hermanos, que por su transmutación rinden testimonio de ésta verdad:

Yo he sido coronado, yo he sido ornado con la Diadema, llevo el manto real y lleno los corazones de alegría; cuando me encuentro en los brazos y regazo de mi madre y me uno a su sustancia, retengo y sujeto ésta sustancia, fijándola, y con lo que es visible preparo y compongo lo invisible. Entonces, lo que está oculto y escondido se hace manifiesto y aparece, y todo cuanto ocultaron los filósofos de su obra será producido y engendrado de un modo evidente por nosotros dos.

Comprended bien éstas palabras, vosotros que me escucháis, conservadlas cuidadosamente en vuestro corazón, meditadlas atentamente y no busquéis otra cosa.

¿No veis que el hombre, cuyas entrañas son de carne, es engendrado por un principio de la Naturaleza que es de sangre, con el que ha sido hecha la carne? El hombre no podía ser hecho de otro modo, ni formado con otra cosa. Meditad lo que acabo de decir y abandonad todo lo superfluo y extraño.

Por eso el Filósofo ha dicho: Botri está hecho del anaranjado que se extrae del nódulo rojo, no de otra parte, y si podéis hacerlo anaranjado, será un logro de vuestra Sabiduría y un testimonio de la certidumbre de vuestra ciencia. No deseéis ni pretendáis mas que hacer surgir del rojo éste color anaranjado. Ved que no me he servido de un juego de palabras y, si me entendéis, veréis que poco ha faltado para que, sin querer, lo hiciera.

Hijos de los Sabios, quemad el cuerpo del Latón a fuego fuerte y os entregará lo que buscáis. Evitad que lo que huye vuele de lo que no huye, y haced que no lo deje ni se separe de él.
Haced de modo que repose y permanezca sobre el fuego, por muy áspero que éste sea. Y lo que será corrompido por el violento calor del fuego, es Cambar.

Sabed que el Latón es una parte de esta agua permanente, que es su tintura y que aquello que ha producido su negrura se transforma en rojo verdadero.

Juro ante Dios que no he dicho sino la verdad, y que aquellas cosas que destruyen son las mismas que perfeccionan. Por eso nada puede ser enmendado o mejorado si previamente no es corrompido, y ésta corrupción hará aparecer la mejora y la perfección, y una y otra son una señal esencial de la verdad del arte.

CAPITULO V

Hijo mío: lo que nace del Cuervo es el principio de éste arte. He aquí que he oscurecido lo que os he dicho y le he quitado su claridad con un juego de palabras diciendo que lo que está unido está separado y lo que está muy próximo está muy alejado.

Por tanto, asad éstas materias y a continuación cocedlas por espacio de siete, catorce y veintiún días en aquello que proviene del vientre de los caballos. Entonces se hace el Dragón, que se come sus alas y se mortifica a si mismo. Después de esto lo pondréis en un pedazo de tela y al fuego del horno, y tened cuidado de que no escape del vaso.

Y sabed que los tiempos de la tierra están en el agua y que siempre se hace el agua hasta que ponéis la tierra sobre ella. Cuando la tierra esté quemada y reducida a agua, tomad su cerebro y trituradlo con el Vinagre muy Fuerte y la Orina de los Niños, hasta que oscurezca.

Una vez se ha hecho ésta, vuestro Magisterio vive en la putrefacción, las nubes negras que estaban en él antes de que muriera se transformarán y convertirán en su cuerpo y si se rehace según la manera que he descrito, morirá una segunda vez y después recibirá la vida, tal como he dicho.

Por lo demás, nos servimos de espíritus tanto en la vida como en la muerte; pues del mismo modo que muere cuando sus espíritus le son retirados se reaviva cuando le son restituidos y se regocija de ello.
Si podéis llegar hasta aquí os aseguro que tendréis la satisfacción de ver lo que buscáis. Aquí os digo las señales que alegran a quienes las ven y aquello que fija su cuerpo.

Y a pesar de que vuestros predecesores hayan llegado con ésta operación a lo que se proponían hacer, sin embargo están muertos.

Ya os he mostrado el cumplimiento o el fin de la obra, he abierto el Libro a los que saben y he velado a los demás las cosas que a ellos han de estar ocultas y desconocidas; he unido e incorporado entre si aquellas cosas que estaban separadas y que tenían distintas figuras y he unido los espíritus.

Recibid éste don de las manos de Dios.

CAPITULO VI

Estamos obligados a dar gracias a Dios, que da a todos aquellos que son sabios una ciencia tan admirable que nos libera de la miseria y la pobreza, y de que haya encerrado tantas maravillas en la Piedra de los Sabios.

No obstante, aquellos a quienes no hace una gracia tan singular, no tienen menos motivos de agradecimiento por todas las cosas que produce continuamente para su subsistencia y que son otros tantos milagros que realiza incesantemente para todos los hombres. Y si no están contentos con todos estos bienes y aspiran a esta ciencia, deben pedir esta gracia a Dios con continuas y fervientes plegarias para obtener su conocimiento durante su vida.

Por otra parte, y a fin de que no les induzca a error lo que antes he dicho de los ungüentos que extraemos de las uñas, de los pelos, del moho, del tragacanto y de los huesos, les advierto que esas son las palabras que los antiguos Filósofos utilizaron en sus libros en sentido figurado y que no han de tomarse al pie de la letra. Aun nos falta explicar más ampliamente la disposición o preparación del ungüento que contiene en si las tinturas, que coagula y fija las cosas volátiles y que embellece los azufres [ … ]
Es un ungüento oculto y velado del que no parece se haya de hacer ninguna preparación y que permanece en su cuerpo como el fuego en los árboles y en las piedras. Y hay que obtener este ungüento con una industria muy sutil y con un grande artificio, y cuidar que no se queme [ … ]

Y sabed que el cielo está unido a la tierra, por lo que es mediocre, porque el agua, que es lo mediocre, tiene una común figura con el cielo y con la tierra.

El agua es la primera cosa que sale de esta piedra, el oro es la segunda, la tercera es una cosa que es casi oro y mediocre y por lo tanto más noble que el agua y que las impurezas.

El humo, la negrura y la muerte se encuentran en esas tres cosas. Hay que extraer, por tanto el humo que está sobre el agua, separar la negrura del ungüento y expulsar la muerte de las heces. Esto lo haremos por medio de la disolución, y con ello obtendremos una soberana filosofía y el secreto de todos los secretos.

[He dejado en este capítulo dos lagunas señaladas entre corchetes a causa de que en esos lugares falta algo y que la traducción de Joli es más amplia. Dado que en su comienzo (esa traducción) es distinta, añado aquí este capítulo entero tal como lo ha traducido él. Nótese que lo que está en una letra distinta es lo que no está en los ejemplares latinos ni, en consecuencia, en la traducción que yo he realizado.]

CAPITULO VI

Tenéis que dar gracias a Dios, que otorga esta ciencia a todo sabio, que nos libera de toda miseria y pobreza.

Agradecedle todos los dones y milagros que ha puesto en esta naturaleza, y rogadle que mientras vivamos vayamos hacia El. Además, hijo mío, los ungüentos que extraemos de los libros de los autores están escritos de uñas, pelos, latón verde, tragacanto y huesos. Por otra parte es preciso exponer la disposición del ungüento que coagula las naturalezas fugitivas, que adorna los azufres prefiriéndolos a cualquier otro ungüento perfecto. Pues sabemos la esencia de su vaso y lo precioso que es y se llama divino azufre y figura a los otros ungüentos; y es el ungüento oculto y velado, del que no se ve ninguna disposición y habita en su cuerpo como el fuego en los arboles y en las piedras y que se ha de extraer por medio de un arte y un entendimiento sutil, sin ninguna combustión.

Has de saber, hijo mío, que aquel que no conoce la diferencia, no conoce bastante bien los dos azufres; no es que los ungüentos que se subliman de las piedras sean azufre, para hacer la tintura, pero los dos, mezclados con sus cuerpos conforman uno que es perfecto. Y conviene saber que reinan dos azufres, pero huyen y conviene separarlos perfectamente bien y retenerlos en su huida. Y sabed que el cielo se une mediocremente con la tierra y lo mediocre se figura con el cielo y con la tierra, y es el agua. Y la primera es agua que sale de ésta piedra, y el segundo, ciertamente, es el oro, y el tercero, la suciedad; y el mediocre es el oro, que es más noble que la suciedad. Y en esos tres está el humo, la negrura y la muerte. Por tanto, hay que expulsar el humo que está encima del agua, la negrura del ungüento y de las heces, la muerte, y esto se hace por disolución. Y aquí tenemos una gran filosofía y el secreto de los secretos.

Lenguas indígenas latinoamericanas superan discriminación.-61

EPÍSTOLA DEL FUEGO FILOSÓFICO
Jean Pontanus

Yo, Jean Pontanus, he visitado múltiples regiones y reinos, -a fin de conocer verdaderamente qué es la Piedra de los Filósofos-, y después de haber recorrido los confines del mundo sólo he encontrado falsos Filósofos y farsantes. Sin embargo, por un continuo estudio de los libros de los Sabios, aumentándose mis dudas, he encontrado la verdad ; pero aún conociendo la materia he errado doscientas veces antes de poder encontrar la operación práctica de esta verdadera materia.
Primero, empecé mis operaciones por las putrefacciones del Cuerpo de esta materia durante nueve meses y no encontré nada. durante algún tiempo la puse al baño maría y del mismo modo erré.
La mantuve y puse en un fuego de calcinación durante tres meses, y operé mal. Intenté y probé todos los géneros y modos de destilaciones y sublimaciones, según lo que los Filósofos dicen o parecen decir, por ejemplo Geber, Arquelaos y casi todos los demás y tampoco encontré nada.
Por último, intenté alcanzar y perfeccionar el objeto de todo el Arte de Alquimia, de todas las maneras imaginables: por el estiércol, el baño, las cenizas y por otros mil géneros de fuego que los Filósofos mencionan en sus libros; pero no descubrí nada válido.
Por lo cual, durante tres años seguidos estudié los libros de los Filósofos, sobre todo el único Hermes, cuyas breves palabras comprenden todo el magisterio de la Piedra, aunque hable de un modo muy obscuro de las cosas superiores e inferiores, del Cielo y de la Tierra.
Por lo tanto, toda nuestra aplicación y nuestros cuidados sólo deben estar dirigidos hacia el conocimiento de la verdadera práctica, en la primera, segunda y tercera Obra .
No se trata del fuego de baño, de estiércol, de cenizas ni ninguno de los otros fuegos que nos evocan y describen los filósofos en sus libros.
Entonces, ¿cuál es aquél fuego que perfecciona y acaba la Obra entera desde el principio hasta el final? Ciertamente, todos los Filósofos lo han ocultado; pero yo, con movido por un impulso de misericordia, quiero declararlo junto con la completa realización de toda la Obra.
La Piedra de los Filósofos es única y es una, pero oculta y envuelta en la multiplicidad de distintos nombres y antes de que puedas conocerla pasarás muchas fatigas; difícilmente la encontrarás por tu propio ingenio. Es acuosa, aérea, ígnea, terrestre, flemática, colérica, sanguínea y melancólica. Es un azufre y también Plata viva.
Tiene varias superfluidades que, te lo aseguro por el dios viviente, se convierten por medio de nuestro fuego en verdadera y única Esencia. Y quien, -creyéndolo necesario-, separe alguna cosa del objeto, seguro que nada sabe de Filosofía. Ya que lo superfluo, lo sucio, lo inmundo, lo vil, lo fangoso y por lo general toda la substancia del objeto se perfecciona por medio de nuestro fuego en un cuerpo espiritual fijo. Esto, los Sabios nunca lo han revelado, y , como consecuencia, pocas personas llegan a este Arte, pues imaginan que algo sucio y vil debe ser separado.
Ahora debemos manifestar y extraer las propiedades de nuestro fuego; si este conviene a nuestra materia tal como lo he dicho, es decir, si es transmutado junto con la materia. dicho fuego no quema la materia, nada separa de ella, no divide ni aparta las partes puras de las impuras, tal como dicen todos los Filósofos, pero convierte todo el objeto en pureza. No sublima a la manera de Geber, Arnaldo y todos los demás que han hablado de sublimaciones y destilaciones. En poco tiempo se realiza y perfecciona .
Este fuego es mineral, invariable y continuo, no se evapora si no es excitado en exceso; participa del azufre, es tomado y proviene no de la materia sino de otro lugar. Todo lo rompe, disuelve y congela, igualmente congela y calcina; es difícil de encontrar por la industria y por el Arte. dicho fuego es compendio y resumen de toda la Obra, sin tomar ninguna otra cosa o por lo menos poco, este mismo fuego se introduce y es de débil ignición; porque con este pequeño fuego es realizada toda la Obra y juntas son hechas todas las requeridas y debidas sublimaciones.
Los que lean a Geber y todos los demás Filósofos, aunque vivieran cien millones de años, no podrían comprenderlo, pues este fuego sólo se puede descubrir por la única y profunda meditación del pensamiento, después será posible com-prenderlo en los libros, y no de otra manera. Por lo tanto, el error en este Arte es no encontrar este fuego, que convierte la materia en la Piedra de los Filósofos.
Concéntrate, pues, en este fuego, porque si yo lo hubiese encontrado en primer lugar no hubiese errado doscientas veces sobre la propia materia.
A causa de ello, ya no me sorprende que tantas personas no consigan llegar a la realización de la Obra. Yerran, erraron y errarán siempre, en cuanto a que los Filósofos sólo han puesto su propio agente en una sola cosa, que Artefius ha nombrado, pero hablando sólo para sí mismo. Si no fuese porque he leído a Artefius, lo he oído y comprendido nunca hubiese llegado a la realización de la Obra.
He aquí cuál es dicha práctica: se debe tomar la materia con gran diligencia, triturarla físicamente y colocarla en el fuego, es decir, en el horno; pero también hay que conocer el grado y la proporción del fuego. A saber, es preciso que el fuego externo tan sólo excite la materia ; en poco tiempo este fuego, sin manipularlo para nada, ciertamente realizará toda la Obra. Ya que putrifica, corrompe, engendra y perfecciona la obra entera, haciendo aparecer los tres principales colores, el negro, el blanco y el rojo. Y mediante nuestro fuego la medicina se multiplicará, si está conjunta con la materia cruda, no sólo en cantidad sino también en virtud.
Busca, pues, este fuego con todas las fuerzas de tu espíritu y llegarás a la meta que te has propuesto; pues él es quien hace toda la Obra y es la llave de todos los Filósofos, y en sus libros nunca la han revelado. Si piensas muy profundamente en las propiedades de este fuego antes descrito, lo conocerás, pero de otro modo, no.
Así pues, conmovido por un impulso de misericordia he escrito esto, pero para quedar satisfecho debo decir que el fuego no está en absoluto transmutado con la materia como dije antes. He querido decirlo y advertir a los prudentes de estas cosas, para que no gasten inútilmente su dinero y sepan de antemano lo que deben buscar, por este medio llegarán a la verdad del Arte, de otra manera, no. A Dios.

FINAL

Culturas de sudamerica-60

LUMEN LUMINUM

Arnau de Vilanova

DECLARACION CIERTA Y TODA VERDAD DE LAS CUATRO PALABRAS
DE LOS PHILOSOPHOS ANTIGUOS Y DICHOS DE ELLOS
ESCRITAS EN FIGURAS Y ENIMAS ÇELADAS

La primera palabra commun de todos ellos es en la produçion del ar. vi. esto es lo que los philosophos dixeron soluçion que es el fundamento del arte donde dize el philosopho Reensenio silos cuerpos no solvieres en bano trabajas dela qual soluçion tratando, Permenides philosopho enel libro de la turba dize que algunos oyentes piensan ser su cuerpo conel qual es conjunto y son fechos una cosa permanesciente y non puede ser pues siguese que la solucion no es en bibimiento de agua, mas conbersion de cuerpos en agua. Dela qual primera mente fueron criados, conviene a saver en ar. vi.asi como el ielo se convierte em agua liquida dela qual fue primero criado. Cata aqui como por la graçia de dios ya tienes un elemento el qual es agua y la reduçiom del cuerpo es la primera materia.
La segunda palabra es que sea tierra i esto es lo que los philosophos dixeron que de la grosedad del agua sea quebrantada la tierra y asi tienes el otro elemento que es tierra.
La tercera palabra es el alimpiamiento de la tierra del qual alimpiamiento dize el philosopho morieno esta tierra con su agua podreze y se limpia la qual desque fuere limpiada conel ayuda de Dios todo el magisterio sera enderezado. Otrosi el philosopho dize en el libro de la turba aiunta lo secco conlo humido. Lo secco es la tierra lo humido es el agua, cata do tienes la tierra y el agua por si y la tierra enblanqueçida conel agua.
La quarta palabra es el agua que pudieres baporar sublimala enla qual sublimaçion o subimiento se faze esta agua aerea en como primera mente fuese espesada y quajada luego ya tienes la tierra y el agua y el aire y esto es lo que dixo el philosopho en el libro de la turba sabed sublimar lo enblanquecido con fuego asta que dello salga el spiritu que en ello fallaredes el qual es dicho aire humido y la tierra quede calzinada y quajada en el fondo la qual es de natura de fuego. cata ai do tienes en las proposiçiones sobredichas quatro elementos y esta es la tierra calzinada la qual es polvo del qual trata morieno y dize la çeniza que es enel fondo no la menos preçies la qual esta enel mas vajo lugar y es corona de tu corazon y tu cosa permanesçiente. Despues con la sobredicha agua el fermento es aiuntado al qual fermento llaman los filosophos anima y esto porque asi como el cuerpo humano sin anima no bale nada ante es asi como tierra asi el cuerpo no limpio sin fermento no bale cosa alguna sin su anima por que el fermento al cuerpo preparado asi como es dicho conbierte en su natura y no es otro fermento sino sol y luna estas palabras apropriadas porque asi como el sol y la luna se enseñorean en todos los otros planetas asi estos cuerpos se enseñorean en todos los otros y conviertenlos en su naturaleza y por ende son dichos fermento y conviene ser introducidos medianero el cuerpo el qual fermento es su anima, esto es lo que dixo morieno si el cuerpo no limpio no alimpiares y lo enblanqueçieres y el anima no mezclares non enderezaste cosa alguna eneste magisterio pues que asi sea fecho mezclamiento del fermento conel cuerpo alimpiado entonzes el spiritu conellos se mezclara y se aiuntara por que ya son alterados de su natura gruesa y son echos subtiles y esto es lo que dixo escano en el libro de la turba, el spiritu non aiunta conlos cuerpos asta que de sus suciedades perfecta mente sean limpiados y enla ora deste mezclamiento muy muchas marabillas aparesçen por que todos los colores del mundo aparesçen quantos se pueden pensar y el cuerpo inperfecto se colora de coloraçion firme mediante el fermento el qual fermento es anima y el spiritu mediante el anima conel cuerpo se ayunta y se ata de consuno conel yla color del fermento se convierte y se haze una cosa conellos y delas cosas sobredichas aparesce sotil mente a qualquier a catante los philosophos aber dicho verdad ensus palabras escuras. Y dizen que la nuestra piedra es de quatro elementos y a los elementos la compararon y dizen verdad porque despues que es combertida estan enella los quatro elementos y dixeron que la nuestra piedra es de cuerpo y de anima y de spiritu y dixeron verdad porque el cuerpo inperfeto comparan al cuerpo que es enfermo y el agua dixeron spiritu y verdadera mente es spiritu, al fermento dixeron anima porque asi como dicho es al cuerpo inperfecto da vida la qual primera mente no tenia y en mejor forma la torna. Otros philosophos dixeron sialos cuerpos corporeos no convertidos in corporeos y los in corporeos corporeos non fallastes la obra del obrar y dizen verdad porque primera mente el cuerpo se haze agua conviene asaber ar. vi. despues enel mezclamiento del spiritu el agua se haze cuerpo. Otros dixeron convierte las naturas y fallaras lo que quisieres y dixeron verdad porque el magisterio nuestro primera mente facemos delo grueso graçile que es tanto como el cuerpo agua y despues lo humido secco que es tanto como del agua tierra y asi convertimos las naturalezas y facemos delo corporal spiritual y delo spiritual corporal asi como es dicho y facemos alo que esta ençima este ayuso que estanto como al spiritu cuerpo y al cuerpo spi ritu, asi como enel comienzo de nuestra obra conviene asaber en la solucion quelo que esta ençima es como lo que esta aiuso y todo se conbierte en tierra pues demuestrase de las razones dichas desuso que la nuestra piedra es de quatro elementos y es anima cuerpo y spiritu. Y otros dizen que la nuestra piedra se haze de una cosa y con una cosa y dicen verdad çierta mente porque todo nuestro magisterio se haze con la nuestra agua y della porque ella suelve los cuerpos asi como es dicho no por soluçion asi como quieren los ignorantes que se convierta en agua de nuve mas por solucion verdadera de philosophia que se convierta en agua dela qual fueron abinicio esta dicha agua calcina los cuerpos dichos yen tierra los reduze y los transforma en ceniza entralos en blanquezelos y limpialos. cadelas palabras de morieno el qual dize que azogue enel fuego en blanqueze el laton y limpialo y de todo entodo echa dellas sus escuridades y el laton se entiende por cuerpo no limpio y el azogue por Ar. Vi. ylos cuerpos diversos aparejados por la manera suso dicha ayunta por tal mezclamiento que la potencia del fuego ni otra tentaçion no los pueda apartar y del quemamiento del fuego los defiende y el uno dello mete enel otro, sublima los cuerpos mas no por sublimacion bulgar porque entienden los ydiotas creientes queel sublimar sea subir arriba y por ende toman los cuerpos calçinados y mezclanlos conlos spiritus sublimados conviene asaber arsenico y mercurio y sufre y armonio que o facelos por fuego fuerte o sublimanlos porque los cuerpos subiesen conlos spiritus y diçen que entonzes los cuerpos son subtilizados y ansi son escarneçidos porque los fallaron más sucios que eran de ante ( no es nuestro sublimar subir a Riba mas el sublimar delos philosophos es facer dela cosa bana y corrupta otra grande y pura asi como dezimos este hombre es sublimado que estanco como en dinidad puesto y ansi dezimos este cuerpo esta sublimado que estanto como sutilizado y convertido en otra natura donde sublimar tanto es como subtilizar, lo qual todo façe nuestra agua y ansi se entiende nuestra sublimaçion que muchos enesto son engañados y el agua mortifica y bivifica y faze aparezer color negro en la mortificaçion mientra mientrase convierte entierra y despues aparezen muchas colores y bariados antes de la blancura y el mezclamiento del agua y del cuerpo preparado y del fermento infinitos colores aparezen tantos quantos nose pueden pensar y otrosi llaman arambre asi como dixo esmidio enel libro dela turba onde dize sabed todos los que demandais esta sciençia que non se fara ni sera verdadera sino de arambre y infinitos nombres le pusieron porque no fuese sabida delos neçios y de qualquier manera la llamaron mas empero una cosa es çierta de todos y morieno dixo queel facimiento de nuestra obra es semejable enla orden al criamiento del hombre y lo primero es llamado yaçimiento % lo segundo conception y lo tercero enpreñamiento / y lo quarto nacimiento y sigues enel quinto el criamiento / estas palabras te fare entender y sabe que la nuestra esperma es ar. Vi. el qual es ante aiuntado con la tierra del cuerpo imperfecto / la qual tierra es dicha madre porque la tierra es madre de todos los elementos y entonzes es llamado yacimiento y desque la tierra comienza algun poco a retener consigo del ar. Vi. entonçes es dicha conçepçion y entonzes yaze el macho conla embra que estanto como el ar. Vi. -en la tierra esto es lo que los philosophos dixeron que nuestro magisterio no es otro sino macho y embra y la conjunçion dellos, el agua enseñorease conviene a saber el ar. Vi. y la tierra creçe y multiplicase y acreçientase lo qual biene quando la tierra es enblanqueçida y entonzes es llamada enpreñante porque ya la tierra es enprenada- despues el fermento se junta conel cuerpo enfermo preparado asi como es dicho fasta que sean fechos una cosa por color y por acatamiento y entonzes es fecho naçimiento y entonzes es naçida nuestra piedra. Y los philosophos dizen nacido es el nuestro Rei onde dice el philosopho enel libro dela turba onrrad al Vuestro Rei que viene de fuego coronado con corona alimentadlo y alumbradlo fasta que benga a edad perfeta del padre El qual es el sol y la madre la luna Sol entenderas por cuerpo perfecto y la luna por cuerpo inperfeto % siguese enlo postrero el criamiento fasta que sea acrecentada por gran acreçentamiento y criarse a con su leche conviene a saber con su esperma dela qual fue abinicio % pues en bebele su ar. Vi. muchas vezes y muchas vezes hasta que beba lo que le abasta.
Por estas cosas que son dichas puedes entender las palabras escuras de los philosophos y conoçeras todos convenir en una cosa y no ay otro magisterio salvo este que he dicho.

FINAL

1 2 3 4