DECRETO GELASIANO

DECRETO GELASIANO
sobre los libros recibidos y los no recibidos

(Decretum Gelasianum)

Relaciones en la Trinidad

Aquí comienza el Concilio de Roma, bajo el Papa Dámaso, sobre la explicación de la fe.

I. Fue dicho:

1. En primer lugar, debe tratarse acerca de las siete formas del Espíritu que permanecen en Cristo:

El espíritu de la sabiduría: Cristo, el poder y la sabiduría de Dios.
El espíritu del entendimiento: Te daré entendimiento y te instruiré en el camino que deberás seguir.
El espíritu del consejo: Y su nombre es llamado “mensajero de gran consejo”.
El espíritu de las virtudes: conforme a lo anterior, el poder de Dios y la sabiduría de Dios.
El espíritu del conocimiento: Por causa de la eminencia del conocimiento del apóstol de Cristo Jesús.
El espíritu de la verdad: Soy el camino, la vida y la verdad.
El espíritu del temor de Dios: El temor de Dios es el principio de la sabiduría.

2. Pero la dispensación de Cristo es denominada de formas diferentes:

Dios, que es espíritu;
el Verbo, que es Dios;
el Hijo, que es el unigénito del Padre;
el Hombre, que nació de la Virgen;
el Sacerdote, que se ofreció a sí mismo como sacrificio;
el Pastor, que es el protector;
[el alimento del] gusano, que resucitó de entre los muertos;
la montaña, que es fuerte;
el camino, que es recto;
el refugio, por el cual se ingresa en la vida;
el cordero, que fue inmolado;
la roca, que es angular;
el maestro, que trae la vida;
el sol, que es el iluminador;
la verdad, que proviene del Padre;
la vida, de la cual es el creador;
el pan, que es apreciado;
el Samaritano, que es protector y misericordioso;
el Cristo, que es el Ungido;
Jesús, que es el Salvador;
Dios, que proviene de Dios;
el mensajero, que fue enviado;
el novio, que es el mediador;
el vino, cuya propia sangre nos redimió;
el león, que es rey;
la piedra, que es el sostén;
la flor, que fue elegida;
el profeta, que reveló el futuro.

3. En cuanto al Espíritu Santo, no proviene sólo del Padre ni sólo del Hijo, sino del Padre y del Hijo; por eso está escrito: El que se deleita en el mundo, el Espíritu del Padre no está en él; y nuevamente: En cuanto a todo aquel que no tenga el Espíritu de Cristo, no le pertenece. De este modo se entiende que el Espíritu Santo sea nombrado como del Padre y del Hijo, siendo que el propio Hijo dijo en el Evangelio que el Espíritu Santo procede del padre y por mí Él es aceptado y anunciado a ustedes.

Canon de la Biblia

II. También fue dicho:

Ahora debe tratarse sobre las Divinas Escrituras, las que son aceptadas por la Iglesia Católica Universal, y las que deben rechazarse.

1. Comienza el orden del Antiguo Testamento:
  Génesis
Éxodo
Levítico
Números
Deuteronomio
Jesús Navé (Josué)
Jueces
Rut
Reyes
Paralipómenos (Crónicas)
150 Salmos
tres libros de Salomón:
  Proverbios
  Eclesiastés
  Cantar de los Cantares
igualmente, Sabiduría
Eclesiástico un libro
un libro
un libro
un libro
un libro
un libro
un libro
un libro
cuatro libros
dos libros
un libro
un libro
un libro
un libro
un libro
un libro

2. Sigue el orden de los Profetas:
  Isaías
Jeremías, considerado un libro con Cinoth, es decir, sus lamentaciones
Ezequiel
Daniel
Oseas
Amós
Miqueas
Joel
Abdías
Jonás
Nahúm
Habacuc
Sofonías
Hageo
Zacarías
Malaquías un libro
un libro
un libro
un libro
un libro
un libro
un libro
un libro
un libro
un libro
un libro
un libro
un libro
un libro
un libro
un libro

3. Sigue el orden de los (libros) históricos:
  Job
Tobías
Esdras
Ester
Judit
Macabeos un libro
un libro
dos libros
un libro
un libro
dos libros

4. Sigue el orden de las Escrituras del Nuevo Testamento, que la Santa Iglesia Católica Romana acepta y venera:
  cuatro libros de Evangelios:
  según Mateo
  según Marcos
  según Lucas
  según Juan
igualmente, los Hechos de los Apóstoles
las epístolas del Apóstol Pablo, en número de catorce:
  a los Romanos
  a los Corintios
  a los Efesios
  a los Tesalonicenses
  a los Gálatas
  a los Filipenses
  a los Colosenses
  a Timoteo
  a Tito
  a Filemón
  a los Hebreos
igualmente, el Apocalipsis de Juan
igualmente, las epístolas canónicas, en número de siete:
  del Apóstol Pedro
  del Apóstol Santiago
  del Apóstol Juan
  de otro Juan, presbítero
  del Apóstol Judas, el Zelote
un libro
un libro
un libro
un libro
un libro
una epístola
una epístola
una epístola
dos epístolas
una epístola
una epístola
una epístola
dos epístolas
una epístola
una epístola
una epístola
un libro

dos epístolas
una epístola
una epístola
dos epístolas
una epístola

Aquí termina el canon del Nuevo Testamento.

Primado de la Iglesia de Roma

III. También fue dicho:

Aquí comienza el Decreto sobre los libros que deben ser recibidos y los que no deben ser recibidos, que fue escrito por el Papa Gelasio y setenta obispos sumamente eruditos en la sede apostólica de la ciudad de Roma.

1. Después de todas estas escrituras proféticas, evangélicas y apostólicas tratadas anteriormente, sobre las que está fundada la Iglesia Católica por la gracia de Dios, también consideramos necesario decir que, aunque la Iglesia Católica Universal difundida por todo el mundo es la única novia de Cristo, a la Santa Iglesia Romana le fue dado el primer lugar entre las demás Iglesias, no por decisión de ningún concilio, sino que por la voz de nuestro Señor y Salvador obtuvo la primacía en el Evangelio: Tú eres Pedro, dijo, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella, y a ti te daré las llaves del reino de los cielos, y cuanto atares sobre la tierra, será atado también en el cielo, y cuanto desatares sobre la tierra, será desatado también en el cielo.

2. Se sumó también la presencia del bienaventurado Apóstol Pablo, el vaso escogido, que no en oposición como dicen los herejes chismosos, sino al mismo tiempo y en el mismo día, fue coronado con una muerte gloriosa junto con Pedro en la ciudad de Roma, padeciendo bajo el César Nerón; y juntos consagraron para Cristo el Señor a la mencionada Santa Iglesia de Roma y le dieron preferencia con su presencia y triunfos dignos de veneración ante todas las otras ciudades en el mundo entero.

3. Por lo tanto, la primera es la sede del Apóstol Pedro, la Iglesia de Roma, que no tiene mancha, ni arruga, no otros defectos.

Por otra parte, la segunda sede fue concedida para Alejandría, en el nombre del bienaventurado Pedro, por Marcos, su discípulo y consagrado evangelista. Él mismo escribió la Palabra de la Verdad estando en Egipto, [escuchándola] directamente del Apóstol Pedro, y su vida fue consumada gloriosamente en martirio.

La tercera sede fue dada a Antioquía por el bienaventurado y honorable Apóstol Pedro, quien vivió allí antes de venir a Roma, y donde se oyó por primera vez el nombre de una nueva raza: Cristianos.

Escritos que pueden recibirse

IV. Y aunque ningún otro fundamenteo puede establecerse, sino aquel que fue establecido, Cristo Jesús, sin embargo, para edificación, después de los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento enumerados anteriormente de acuerdo al canon, la Santa Iglesia Romana no prohibe recibir los siguientes escritos:

1. El Santo Concilio de Nicea, conformado por 318 obispos y presidido por el emperador Constantino el Grande, en el que fue condenado el hereje Arrio;

el Santo Concilio de Constantinopla, presidido por el emperador Teodosio el Viejo, en el que el hereje Macedonio se libró de su merecida condenación;

el Santo Concilio de Éfeso, en el que Nestorio fue condenado con el consentimiento del bienaventurado Papa Celestino, presidido por Cirilo de Alejandría en el asiento del magistrado, y por Arcadio, el obispo enviado desde Italia.

el Santo Concilio de Calcedonia, presidido por el emperador Marciano, y por Anatolio, obispo de Constantinopla, en el que las herejías Nestoriana y Eutiquiana, juntamente con Dióscoro y sus simpatizantes, fueron condenados.

2. Pero si también hay concilios apoyados hasta ahora por los Santos Padres, de menor autoridad que estos cuatro, decretamos que éstos deben ser matenidos y recibidos. A continuación añadimos las obras de los Santos Padres que son recibidos en la Iglesia Católica:

igualmente, las obras del bienaventurado Cecilio Cipriano, mártir y obispo de Cartago;
igualmente, las obras del bienaventurado obispo Gregorio Nazianceno;
igualmente, las obras del bienaventurado Basilio, obispo de Capadocia;
igualmente, las obras del bienaventurado Juan, obispo de Constantinopla;
igualmente, las obras del bienaventurado Teófilo, obispo de Alejandría;
igualmente, las obras del bienaventurado Cirilo, obispo de Alejandría;
igualmente, las obras del bienaventurado obispo Hilario Pictaviense;
igualmente, las obras del bienaventurado Ambrosio, obispo de Milán;
igualmente, las obras del bienaventurado Agustín, obispo de Hipona;
igualmente, las obras del bienaventurado sacerdote Jerónimo;
igualmente, las obras del bienaventurado Próspero, un hombre sumamente religioso;

3. igualmente, la epístola del bienaventurado Papa León destinada a Flaviano, obispo de Constantinopla; pero si alguna parte de su texto fuera disputada, no siendo aquella que fue recibida por todos desde la antigüedad, sea anatema;

igualmente, las obras y todos los tratados de los padres ortodoxos, que no se desviaron en nada de la [enseñanza] común de la Santa Iglesia Romana, y que nunca se separaron de la fe y adoración, manteniéndose en comunión por la gracia de Dios hasta el último día de sus vidas, decretamos que sean leídos;

igualmente, los decretos y epístolas oficiales que los bienaventudados papas enviaron desde Roma, por consideración a varios padres y en diversas épocas, deben ser mantenidas con reverencia;

4. igualmente, las actas de los Santos Mártires, que recibieron la gloria por sus múltiples torturas y sus maravillos triunfos de persistencia. ¿Qué católico duda que la mayoría de ellos debieron soportar en agonías con todas sus fuerzas, y resistieron por la gracia de Dios y la ayuda de los demás? Pero, de acuerdo a una costumbre antigua, por precaución no se leen en la Santa Iglesia Romana, porque los nombres de quienes las escribieron no son conocidos con propiedad y no es posible separarlos de los no creyentes e idiotas; o porque lo que declaran es de orden inferior a los eventos ocurridos; por ejemplo, las actas de Quiricio y Julita, así como las de Jorge, y los sufrimientos de otros como éstos, que parecen haber sido compuestas por herejes. Por esta razón, tal como se dijo, para no dar pretexto a la burla casual, no son leídas en la Santa Iglesia Romana. Sin embargo, veneramos junto con la mencionada Iglesia a todos los mártires y sus gloriosos sufrimientos, que son más conocidos por Dios que por los hombres, con toda devoción;

igualmente, las vidas de los padres Pablo, Antonio e Hilarión, así como todos los eremitas, que son descritas por el bienaventurado hombre Jerónimo, las recibimos con honor;

igualmente, las actas del bienaventurado Silvestre, obispo del sillón apostólico, que son permitidas aunque se desconozca su autor, ya que sabemos que son leídas por muchos católicos incluso de la ciudad de Roma, y también por el uso antiguo de las generaciones, que es imitado por la iglesia;

igualmente, los escritos sobre el hallazgo de la cruz, y otras novelas sobre el hallazgo de la cabeza de Juan el Bautista, que son romances y algunos de ellos son leídos por católicos; pero cuando éstos llegen a las manos de católicos, debe considerarse primero lo que dijo el Apóstol Pablo: Examinad todas las cosas, reteniendo lo que sea bueno;

igualmente, Rufino, un hombre sumamente religioso, que escribió varios libros sobre las obras eclesiásticas y algunas interpretaciones de las escrituras; con todo, desde que el venerable Jerónimo demostró que hizo uso de ciertas libertades arbitrarias en algunos de esos libros, consideramos como aceptables a aquellos que el bienaventurado Jerónimo, anteriormente citado, consideraba como aceptables; y no sólo los de Rufino, sino también aquellos de cualquiera que sea recordado por su celo por Dios y criticado por la fe en la religión;

igualmente, algunas obras de Orígenes, que el bienaventurado hombre Jerónimo no rechazó, las recibimos para ser leídas, pero decimos que lo restante de su autoría debe rechazarse;

igualmente, la Crónica de Eusebio de Cesarea y los libros de su Historia Eclesiástica, que aunque haya muchas cosas dudosas en el primer libro de su narración y luego haya escrito un libro alabando y disculpando al cismático Orígenes, sin embargo, considerando que en su narración hay cosas destacables y útiles para la instrucción, no diremos a nadie que deban rechazarse;

igualmente, alabamos a Osorio, un hombre sumamente erudito, que nos escribió una historia muy necesaria contra las calumnias de los paganos y de una brevedad maravillosa;

igualmente, la obra pascual del venerable hombre Sedulio, que fue escrita con versos heroicos y merece una alabanza significativa;

igualmente, la increíble y laboriosa obra de Juvencio, que no desdeñamos, sino que nos asombramos por ella.

Lista de apócrifos

V. Los demás escritos que fueron compilados o reconocidos por los herejes o cismáticos, la Iglesia Católica Apostólica Romana no recibe de ninguna manera; de éstos consideramos correcto citar a continuación algunos que han pasado de generación en generación y que son rechazados por los católicos:

Igualmente, lista de libros apócrifos:

en primer lugar, el Concilio de Sirmio, convocado por el César Constancio, hijo de Constantino, y presidido por el Prefecto Tauro, que fue y será  siempre condenado;
  el Itinerario en el nombre del Apóstol Pedro, que es llamado libro nueve de San Clemente apócrifo
los Hechos en el nombre del Apóstol Andrés
los Hechos en el nombre del Apóstol Tomás
los Hechos en el nombre del Apóstol Pedro
los Hechos en el nombre del Apóstol Felipe
el Evangelio en el nombre de Matías
el Evangelio en el nombre de Bernabé
el Evangelio en el nombre de Santiago el menor
el Evangelio en el nombre del Apóstol Pedro
el Evangelio en el nombre de Tomás, usado por los maniqueos
los Evangelios en el nombre de Bartolomé
los Evangelios en el nombre de Andrés
los Evangelios falsificados por Luciano
los Evangelios falsificados por Hesiquio
el libro sobre la infancia del Salvador
el libro sobre la natividad del Salvador y María, o La Partera
el libro que es llamado El Pastor
todos los libros que hizo Leucio, discípulo del diablo
el libro que es llamado La Fundación
el libro que es llamado El Tesoro
el libro de las hijas de Adán Leptogeneseos (Libro de los Jubileos)
el Centón sobre Cristo, puesto en versos de Virgilio
el libro que es llamado Hechos de Tecla y Pablo
el libro que es llamado de Nepote
el libro de Proverbios, escrito por herejes y pre-asignado con el nombre de San Sixto
las Revelaciones que son llamadas de Pablo
las Revelaciones que son llamadas de Tomás
las Revelaciones que son llamada de Esteban
el libro que es llamado Asunción de Santa María
el libro que es llamado Penitencia de Adán apócrifos
apócrifos
apócrifos
apócrifos
apócrifo
apócrifo
apócrifo
apócrifo
apócrifo
apócrifos
apócrifos
apócrifos
apócrifos
apócrifo
apócrifo
apócrifo
apócrifos
apócrifo
apócrifo
apócrifo
apócrifo
apócrifo
apócrifo
apócrifo
apócrifas
apócrifas
apócrifas
apócrifo
apócrifo
el libro sobre Gog, el gigante que luchó contra el dragón después del diluvio, según afirman los herejes apócrifo
el libro que es llamado Testamento de Job
el libro que es llamado Penitencia de Orígenes
el libro que es llamado Penitencia de San Cipriano
el libro que es llamado Penitencia de Jamne y Mambre
el libro que es llamado Suerte de los Apóstoles
el libro que es llamado Alabanza de los Apóstoles
el libro que es llamado Cánones de los Apóstoles apócrifo
apócrifo
apócrifo
apócrifo
apócrifo
apócrifo
apócrifo
el libro El Fisiólogo, escrito por herejes y pre-asignado con el nombre del bienaventurado Ambrosio apócrifo
las Historias de Eusebio Pánfilo
las obras de Tertuliano
las obras de Lactancio, también conocido como Firmiano
las obras de Africano
las obras de Postumiano y Gallo
las obras de Montano, Priscila y Maximila
las obras de Fausto, el maniqueo
las obras de Comodiano
las obras del otro Clemente, de Alejandría
las obras de Tascio Cipriano
las obras de Arnobio
las obras de Ticonio
las obras de Casiano, sacerdote de Galia
las obras de Victorino de Petabio
las obras de Fausto, regente de Galia
las obras de Frumencio el ciego
la Epístola de Jesús a Abgaro
la Epístola de Abgaro a Jesús
la Pasión de Quiricio y Julita
la Pasión de Jorge
los escritos que son llamados Interdicto de Salomón apócrifas
apócrifas
apócrifas
apócrifas
apócrifas
apócrifas
apócrifas
apócrifas
apócrifas
apócrifas
apócrifas
apócrifas
apócrifas
apócrifas
apócrifas
apócrifas
apócrifa
apócrifas
apócrifa
apócrifa
apócrifos
todas las Filacterías que fueron compuestas, no en el nombre de los ángeles como pretenden algunos, sino en el nombre de los mayores demonios apócrifas

Éstos y otros escritos similares, como los de Simón el Mago, Nicolás, Cerinto, Marción, Basílides, Ebion, Pablo de Samosata, Fotino y Bonoso que adolecieron de errores similares, también Montano con sus seguidores obscenos, Apolinaro, Valentino el maniqueo, Fausto Africano, Sabelio, Arrio, Macedonio, Eunomio, Novato, Sabacio, Calisto, Donato, Eustacio, Joviano, Pelagio, Juliano de Eclana, Celestio, Maximiano, Prisciliano de España, Nestorio de Constantinopla, Máximo Cínico, Lampecio, Dióscoro, Eutiques, Pedro y el otro Pedro, uno que desgració a Alejandría y el otro a Antioquía, Acacio de Constantinopla y sus partidarios, y todos los discípulos de la herejía y de los herejes y los cismáticos, cuyos nombres apenas fueron preservados, que enseñaron o escribieron, y no sólo son repudiados por toda la Iglesia Católica Apostólica Romana, sino que deben ser eliminados los autores y sus seguidores, y condenados con con el indisoluble vínculo del anatema eterno.
 

Traducido del latín, inglés y portugés, a partir de las siguientes versiones:
http://www.thelatinlibrary.com/decretum.html (latín)
http://www.tertullian.org/decretum_eng.htm (inglés)
http://www.geocities.com/Athens/Aegean/8990/decrgel0.htm (portugués)

CANON DE MURATORI

CANON DE MURATORI

(Fragmento)

… en éstos, sin embargo, él estaba presente, y así los anotó.

El tercer libro del evangelio: según Lucas.

Después de la ascensión de Cristo, Lucas el médico, el cual Pablo había llevado consigo como experto jurídico, escribió en su propio nombre concordando con la opinión de [Pablo]. Sin embargo, él mismo nunca vio al Señor en la carne y, por lo tanto, según pudo seguir…, empezó a contarlo desde el nacimiento de Juan.

El cuarto evangelio es de Juan, uno de los discípulos.

Cuando sus co-discípulos y obispos le animaron, dijo Juan, “Ayunad junto conmigo durante tres días a partir de hoy, y, lo que nos fuera revelado, contémoslo el uno al otro”. Esta misma noche le fue revelado a Andrés, uno de los apóstoles, que Juan debería escribir todo en nombre propio, y que ellos deberían revisárselo. Por lo tanto, aunque se enseñan comienzos distintos para los varios libros del evangelio, no hace diferencia para la fe de los creyentes, ya que en cada uno de ellos todo ha sido declarado por un solo Espíritu, referente a su natividad, pasión, y resurrección, su asociación con sus discípulos, su doble advenimiento – su primero en humildad, cuando fue despreciado, el cual ya pasó; su segundo en poder real, su vuelta. No es de extrañar, por lo tanto, que Juan presentara de forma tan constante los detalles por separado en sus cartas también, diciendo de sí mismo: “Lo que hemos visto con nuestros ojos y oído con nuestros oídos y hemos tocado con nuestras manos, éstas cosas hemos escrito”. Porque de esta manera pretende ser no sólo un espectador sino uno que escuchó, y también uno que escribía de forma ordenada los hechos maravillosos acerca de nuestro Señor.

Los Hechos de todos los apóstoles han sido escritos en un libro. Dirigiéndose al excelentísimo Teófilo, Lucas incluye una por una las cosas que fueron hechas delante de su propios ojos, lo que él muestra claramente al omitir la pasión de Pedro, y también la salida de Pablo al partir de la Ciudad para España.

En cuanto a las cartas de Pablo, ellas mismas muestran a los que deseen entender desde qué lugar y con cuál fin fueron escritas. En primer lugar [escribió] a los Corintios prohibiendo divisiones y herejías; luego a los Gálatas [prohibiendo] la circuncisión; a los Romanos escribió extensamente acerca del orden de las escrituras y también insistiendo que Cristo fuese el tema central de éstas. Nos es necesario dar un informe bien argumentado de todos éstos ya que el bendito apóstol Pablo mismo, siguiendo el orden de su predecesor Juan, pero sin nombrarle, escribe a siete iglesias en el siguiente orden: primero a los Corintios, segundo a los Efesios, en tercer lugar a los Filipenses, en cuarto lugar a los Colosenses, en quinto lugar a los Gálatas, en sexto lugar a los Tesalonicenses, y en séptimo lugar a los Romanos. Sin embargo, aunque [el mensaje] se repita a los Corinitios y los Tesalonicenses para su reprobación, se reconoce a una iglesia como difundida a través del mundo entero. Porque también Juan, aunque escribe a siete iglesias en el Apocalipsis, sin embargo escribe a todas. Además, [Pablo escribe] una [carta] a Filemón, una a Tito, dos a Timoteo, en amor y afecto; pero han sido santificadas para el honor de la iglesia católica en la regulación de la disciplina eclesiástica.

Se dice que existe otra carta en nombre de Pablo a los Laodicenses, y otra a los Alejandrinos, [ambos] falsificadas según la herejía de Marción, y muchas otras cosas que no pueden ser recibidas en la iglesia católica, ya que no es apropiado que el veneno se mezcle con la miel.

Pero la carta de Judas y las dos superscritas con el nombre de Juan han sido aceptadas en la [iglesia] católica; la Sabiduría también, escrita por los amigos de Salomón en su honor. El Apocalipsis de Juan también recibimos, y el de Pedro, el cual algunos de los nuestros no permiten ser leído en la iglesia. Pero el Pastor fue escrito por Hermas en la ciudad de Roma bastante recientemente, en nuestros propios días, cuando su hermano Pío ocupaba la silla del obispo en la iglesia de la ciudad de Roma; por lo tanto sí puede ser leído, pero no puede ser dado a la gente en la iglesia, ni entre los profetas, ya que su número es completo, ni entre los apóstoles al final de los tiempos.

Pero no recibimos ninguno de los escritos de Arsino o Valentino o Miltiado en absoluto. También han compuesto un libro de salmos para Marción [éstos rechazamos] junto con Basildo [y] el fundador asiático de los Catafrigios.

Traducido del inglés de http://members.aol.com/Judiciary/Muratori.html

EL EVANGELIO DE AMMONIO

EL EVANGELIO DE AMMONIO
(Armonía de los evangelios cnónicos)

Acontecimientos que precedieron y que siguieron al nacimiento de Jesús

I 1. En el principio era el Verbo, por el que fue hecho todo.
2. José desposó a la virgen María, y el arcángel Gabriel se le apareció, y le anunció su próxima preñez, que se produciría por modo sobrenatural.
3. Y José no la conoció, mientras no dio a luz.
4. Y Octavio Augusto mandó hacer un censo de todo el Imperio Romano.
5. Y José era de Bethlehem, la ciudad de David, y fue allí a empadronarse, porque era de la casa de aquel rey.
6. Y, estando allí, la virgen parió al Cristo.
7. Y los ángeles del cielo lo anunciaron por la noche a los pastores que cuidaban de los ganados.
8. Y unos magos de lejanas tierras vinieron a asistir a su nacimiento.
9. Y, pasados los ocho días, el niño fue circuncidado y lo llamaron Jesús.
10. Y una estrella condujo a los magos a Jerusalén.
11. Y comunicaron a Herodes que había nacido el rey de los judíos.
12. Y Herodes juntó consejo de príncipes y escribas para saber dónde nacería y le dijeron que en Bethlehem.
13. Y los magos adoraron a Jesús en aquella villa.
14. Y un justo llamado Simeón y Ana, profetisa, hija de Phanuel, vinieron al templo y predicaban de Jesús.
15. Y Herodes pensó en su ánima matar a todos los niños de la edad de Jesús en Nazareth.
16. Mas un oráculo advirtió a José que huyese a Egipto.
17. Y todos los niños pequeños fueron degollados.
18. Y el niño crecía y se fortalecía en espíritu.
19. Y estuvieron siete años en Egipto, hasta que Herodes murió.
20. Y, cuando José lo supo por aviso del cielo, volvió a Nazareth, su patria.

Infancia de Jesús. Aparición de Juan el Bautista

II 1. Y, cuando Jesús tenía doce años, subieron sus padres a Jerusalén.
2. Y he aquí que lo encontraron en el templo, hablando con los doctores de la Ley de los asuntos de su Padre.
3. Y, habiendo vuelto a su casa, estaba sometido a sus padres.
4. Y he aquí que vino palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, precursor de Cristo, el cual predicaba.
5. Y predicaba el arrepentimiento y la vida austera, y bautizaba.
6. Y los judíos, viéndolo en la verdad, pensaban primero si sería el Cristo.
7. Mas Juan vaticinó del Cristo, porque venía como su mensajero.

Bautismo de Jesús. Muerte de Juan

III 1. Y Jesús llegó de Galilea para ser bautizado en el Jordán.
2. Y, al salir del agua, se oyó una voz del Padre celestial, diciendo: Este es mi Hijo dilecto, en quien me complazco.
3. Y, después de esto, fue llevado al desierto cuarenta días, para ser tentado del diablo.
4. Y Juan dijo de Jesús: Es el cordero de Dios, que quita los delitos del mundo.
5. Y los primeros que siguieron a Jesús fueron Simón Barjona y su hermano Andrés.
6. Mas luego Jesús llamó también a Felipe.
7. Y, estando en unas bodas, trocó el agua en vino.
8. Y, bajando a Jerusalén, arrojó del templo a los mercaderes.
9. Y, habiendo pasado una noche entera Simón Pedro sin pescar nada, por la palabra de Jesús tuvo una pesca copiosa y se llenó de asombro.
10. Y le dijo: Apártate de mí, Señor, que soy pecador.
11. Y los discípulos de Juan fueron a decirle que los de Jesús bautizaban.
12. Y les contestó: A él conviene crecer y a mí menguar.
13. Porque quien del cielo viene es sobre todos.
14. Y Herodes, por cuanto Juan le reprendía un vínculo ilícito, le hizo cortar la cabeza.
15. Y, oyéndolo Jesús, que estaba en Galilea, se fue a los confines de Zabulón y de Nephtalim.
16. Y predicaba la penitencia y el reino de los cielos.

Jesús elige doce discípulos y empieza a hacer milagros

IV 1. Y Jesús hacía milagros y evangelizaba.
2. Según dijo Isaías: El Espíritu Santo es sobre mí, para predicar a los pobres.
3. Y muchos se congregaban y lo seguían.
4. Y entonces eligió doce discípulos.
5. Y, subiendo a un monte, les propuso las diversas fórmulas de las bienaventuranzas.
6. Y dio a los que predicasen su doctrina facultad de curar enfermos y de arrojar demonios.
7. Y solícitamente instruía a la muchedumbre, cuando descendió al campo desde el monte.
8. Y su doctrina era milagrosa e iba en bien de los míseros. Y curaba a los leprosos.
9. Y curó la parálisis del fámulo de un centurión.
10. Y, llegando a las puertas de la ciudad de Nain, resucitó a uno que llevaban a enterrar.
11. Y su fama se extendió por toda la Siria.
12. Y no sólo hacía estos beneficios, sino que también libró a una pecadora de los fariseos, y la absolvió.
13. Y, siguiéndole muchos, les dijo que para seguirlo era preciso renunciar a todos los afectos terrenos.
14. Y que no esperasen fortuna, porque el Hijo del hombre no tenía ni almohada en que reposar su cabeza.
15. Y, pidiéndole uno licencia para, antes de seguirlo, ir a enterrar a su padre, le dijo: Deja que entierren los muertos a sus muertos.
16. Y a otro, que antes de seguirlo quería ir a despedirse de su casa, le dijo que no era buen sembrador quien, puesta ya la mano en el arado, volvía la vista atrás.
17. Y, viniendo al país de los gergesenos, en una barca, hubo gran temporal, mientras él dormía.
18. Y él hizo cesar la tempestad.
19. Y, llegado a puerto, libró a un endemoniado de un tropel de espíritus inmundos, y les permitió alojarse en una manada de puercos.
20. Y, llegando a Cafarnaum, curó a un paralítico, por su mucha fe.
21. Y, viendo al publicano Mateo, lo llamó a las funciones apostólicas.
22. Al pasar para Galilea por Samaria, entabló coloquio con una mujerzuela, que era pecadora.
23. Y ella sabía que vendría el Mesías, que llamaban el Cristo.
24. Y, llegando a Caná de Galilea, vino a él un notable de la ciudad que tenía un hijo moribundo, y fue sano.
25. Y, entrando en la casa de Leví, le reprendieron los fariseos, porque andaba con publicanos.
26. Y dijo Jesús: No necesitan médico los sanos, sino los enfermos.
27. Y le dijeron los fariseos que por qué sus discípulos no ayunaban, y no hacían sacrificios, como los de Juan.
28. Contestó él: ¿Pueden los que están de bodas no comer y beber, mientras esté presente el esposo?
29. No se ha de poner remiendo de paño nuevo en vestido viejo.
30. Ni echar vino nuevo en viejos odres.
31. Mas los fariseos calumniaban al Cristo.
32. Y decían que debía hacer signos. Y él, conociendo su maldad, díjoles:
33. Generación insensata, yo no necesito más signo que el de Jonás.
34. Que tres días estuvo en el vientre de la ballena.
35. Nínive acusará a esta generación, porque ellos se arrepintieron por la predicación de Jonás.
36. Y la reina del Austro os dio ejemplo, cuando vino desde lejos a escuchar la sabiduría de Salomón.
37. Porque, cuantas veces el espíritu inmundo sale del hombre y vuelve, trae otros espíritus y sus últimas cosas son las peores.
38. Y, oyéndolo, una mujer dijo: Bendito el vientre que te llevó y los pechos que te amamantaron.
39. Mas él dijo: Bienaventurados los que sigan la palabra de Dios y la guarden.
40. Y, predicando un día, le dijeron que su madre y hermanos estaban fuera, y que querían verlo.
41. Mas él los reprendió, diciendo que su madre y hermanos eran quienes hicieren la voluntad divina.

Resurrección de la hija de Jairo y expulsión de demonios

V 1. Y, confirmando el Señor sus milagros, resucitó a la hija de Jairo, príncipe de la Sinagoga.
2. Y expulsó muchos demonios y la gente estaba llena de admiración.
3. Y entonces dijeron los fariseos que echaba los demonios en nombre de Beelzebuh.
4. Y él les contestó que quien da buenas cosas tiene buen tesoro, y que quien las da malas mal tesoro tiene.
5. Porque decía: El buen árbol da buenos frutos.
6. Y de toda palabra ociosa que hablen los hombres darán cuenta a Dios en el día del juicio.

Maquinaciones de los enemigos de Jesús

VI 1. Y, entrando Jesús en casa de Marta, andaba ésta ocupada.
2. Mas su hermana María, sentada a los pies de Jesús, oía su palabra.
3. Y, como Marta se quejase de esto, dijo Jesús: Déjala. Ella eligió la parte mejor.
4. Y designó Jesús otros setenta y dos discípulos para que predicasen el Evangelio.
5. Y para que lo precediesen e hiciesen beneficios de salud.
6. Porque los potestó para sanar enfermos y para echar fuera demonios.
7. Y vinieron gozosos los discípulos, diciendo que los demonios les obedecían, en su nombre.
8. Y él contestó: Vi a Satanás como un rayo que caía del cielo.
9. Gracias, Padre benigno, porque has dado a estos emisarios los conocimientos celestes que niegas a los grandes.
10. Mas los fariseos procuraban ver de sorprender al Cristo en alguna cosa.
11. Y un sábado iban por los sembrados, y recogían espigas, y las comían.
12. Y, diciéndole los fariseos que era impío, les puso Jesús el ejemplo de David, que comió los panes de la proposición, porque tenía hambre.
13. Había, pues, un sábado en la sinagoga un hombre que tenía seca la mano derecha.
14. Y él preguntó: ¿Es lícito hacer beneficio en sábado?
15. Y, como lo sanó, dijo: Porque ninguno de vosotros, si una res, en sábado, se le cae al pozo, dejará de sacarla.
16. Y entonces buscaban ocasión de perder a Jesús.
17. Y él fue a un monte a orar, y se pasó la noche en oración.
18. Y después de esto les propuso la parábola del sembrador, que, sembrando, arrojó simiente en tierra, y en piedra y en espinas.
19. Y lo que cayó en buena tierra, fructificó; mas lo que cayó fuera, pereció.
20. Y les dijo del grano de mostaza, que es la simiente más pequeña y el árbol mayor.
21. Y les habló del fermento que la mujer mezcló con harina.
22. Y, diciendo esto a la gente, explicaba a los discípulos las parábolas de los misterios superiores.
23. Les habló, pues, del tesoro escondido en el campo, y del mercader que vendió todas sus perlas para comprar una sola de gran valor.
24. Y en sus palabras les ponderaba la sublimidad del reino de los cielos.
25. Y les enseñó claramente la parábola de la cizaña.

Imprecaciones de Jesús contra los fariseos

VII 1. Y, yendo Jesús a su patria, no pudo enseñar con gusto, por ser esto común a los profetas, que no suelen en su patria ser glorificados.
2.Y por la incredulidad de ellos hizo pocos milagros.
3. Mas el tetrarca Herodes, oyendo la fama de Jesús, creyó que era Juan que había resucitado y deseó verlo.
4. Jesús, por entonces, estando en un sitio desierto con una gran multitud, le dio de comer con sólo cinco panes y dos peces.
5. Y, viéndolo, muchos lo juzgaron digno de ser hecho príncipe.
6. Mas no tenía ambición, y por ello huyó a un monte, y oró toda la noche.
7. Y sus discípulos estaban en el mar, y una tempestad los agitaba.
8. Y en medio de ella, Jesús fue a sus discípulos andando sobre las olas.
9. Mas ellos disputábanle por espectro.
10. Y hablándoles Jesús, Pedro tuvo fe en él, y anduvo sobre el agua, mas, cuando sintió incredulidad, se sumergía.
11. Y el Señor mandó al viento y entró en la nave.
12. Y vinieron a tierra de Genezareth.
13. Y allí acudían los enfermos, y, tocando la orla de su vestidura, quedaban sanos.
14. Empero cuando oyeron que Jesús hablaba de darles su carne y su sangre a modo de pan celestial, muchos huyeron de él.
15. Mas Pedro dijo que lo seguiría, porque sus palabras eran de vida eterna.
16. Y, habiendo llamado un fariseo a comer a Jesús, se escandalizó de verlo comer sin lavarse antes.
17. Mas dijo él: Necios, ¿observáis las tradiciones y la caridad de Dios no observáis?
18. Vosotros diezmáis la menta y los demás productos, mas no sois justos.
19. Hipócritas, que amáis los primeros sitios en las sinagogas y que hacéis culto de las fórmulas externas.
20. Sois como sepulcros blanqueados.
21. Y sustraéis, so pretexto de oblación, los socorros a los valetudinarios, con falsa doctrina.
22. Mas toda planta que mi Padre no plantó será desarraigada.
23. Ya lo profetizó Isaías: Este pueblo me honra con sus labios, mas su corazón está alejado de mí.
24. Nada exterior al hombre lo puede contaminar, mas sí lo interior.
25. Porque el corazón es la oficina de que salen el adulterio, y la fornicación, y el homicidio, y el hurto.
26. Y el dolo, y la impostura, y la impudicia, y la necedad, y la soberbia.
27. Mas todo os será quitado si a vuestros hermanos hacéis limosnas.

El milagro de los panes y los peces. La transliguración

VIII 1. Y Jesús, desde Judea, fue a Tiro y Sidón.
2. Y a una mujer cananea, que llegó con su hija, la cual estaba endemoniada, la atendió por su mucha fe.
3. Y curó ciegos, y cojos, e imbéciles, y valetudinarios.
4. Y el pueblo, con gran admiración, venía a sus pies.
5. Y curó también a un sordomudo.
6. Y viniendo a Decápolis, hizo hablar a los mudos y oír a los sordos.
7. Y, yendo a las Pascuas de Pentecostés, en Jerusalén, había junto a la piscina un hombre que llevaba enfermo cuarenta años.
8. Y, como lo hubiera sanado, dijeron los fariseos: Es sábado
9. Mas dijo Jesús: Yo obro, porque en mí obra mi Padre.
10. Escudriñad las Escrituras en que esperáis vida eterna.
11. Y veréis que atestiguan de mí.
12. Y enviasteis a Juan y dio testimonio de mí.
13. Mas no quiero glorificación, porque sólo a Dios gloria procede.
14. Y, pasando la mar de Galilea, en un lugar solitario dio de comer a cuatro mil hombres con siete panes y unos pocos pescados.
15. Y vino a Dalmanutha.
16. Y aconsejaba huir de la levadura de hipocresía de los fariseos.
17. Fue después a las partes de Cesárea de Filipo.
18. Y dio a Pedro las llaves del reino de los cielos, prometiéndole sobre él fundar su iglesia.
19. Y que las puertas del infierno no prevalecerán contra él.
20. Entonces comenzó a decir que sufriría grandes fatigas, y que sería muerto por resolución de los escribas y de los príncipes de Judea.
21. Y Pedro, oyéndolo hablar de muerte, lo increpó.
22. Mas dijo Jesús: Apártate de mí, Satanás.
23. Porque no sabes lo que es de Dios, sino lo que es de los hombres.
24. Y quien quiera complacerme deje todo humano afecto, y cargue con su cruz, y sígame.
25. ¿De qué valdrá al hombre granjearse el mundo, cuando el Hijo venga con los ángeles en la gloria de su Padre y a cada uno pague según sus obras?
26. Porque en verdad os digo que algunos de los que hay aquí no morirán sin ver al Hijo del hombre venir en toda su gloria.
27. Y, habiendo subido a un monte alto, iban con él Pedro, y Juan, y Jacobo.
28. Y vieron venir una luz deslumbrante, y a Elías y Moisés hablar con Jesús.
29. Y la voz del Padre celeste dijo: He aquí mi Hijo amado, en el que me complazco.
30. Y con esta visión fueron en gran gozo los apóstoles.
31. Y, habiendo presentado un lunático a ellos, no lo pudieron sanar.
32. Mas Jesús vino y lo curé. Y les dijo: No lo curasteis por vuestra incredulidad.
33. Y viniendo a Cafarnaum, les exigieron el tributo.
34. Y Pedro pescó un pez, que tenía dentro un estateco, que son cuatro dracmas. Y fue el primer pez que pescó aquel día.
35. Y por entonces le preguntaron los discípulos quién tendría más honra y más gloria en el reino de los cielos.
36. Y, tomando Jesús a un niño, le puso en medio, y dijo que era preciso, para que fuesen perdonados los pecados, hacerse como niños.
37. Y les contó la parábola de las cien ovejas y de la oveja perdida.
38. Y la de la dracma que se perdió y que se encontró con gran gozo.
39. Y expresó la máxima indulgencia de nuestro Padre con la parábola del hijo pródigo, el cual fue recibido con gozo, y al que le puso su padre un anillo, e hizo en su honor gran festín.
40. Y les dijo que, cuando recibiesen ofensa de su hermano, procurasen benignamente arreglarlo a solas.
41. Y que llevasen, si no conseguían nada, dos árbitros, y si tampoco, que lo llevasen a la asamblea.
42. Y, habiéndole preguntado Pedro si había de perdonar hasta siete veces a su hermano, contestó que no siete, sino setenta veces siete.
43. Porque, si no somos clementes, no lo será con nosotros Dios.
44. Y explicó la parábola del rey que condonóuna deuda a su siervo.
45. Y viendo que el siervo no fue con su consiervo igualmente clemente, le condenó.

Enseñanzas y parábolas de Jesús

IX 1. Terminados estos sermones, pasó Jesús al otro lado del Jordán y enseñaba y curaba a los enfermos.
2. Y queriendo perderlo, preguntaron capciosamente los fariseos qué había de hacerse para repudiar a la mujer.
3. Mas dijo Jesús: Moisés, por la dureza de vuestro corazón, os mandó, para divorciaros, dar carta de repudio.
4. Mas nunca, sino por fornicación, es el repudio lícito.
5. Y, diciéndole algunos que era entonces preferible el celibato, dijo Jesús: Los que puedan castrarse por el reino de los cielos tendrán gracia.
6. Y unas madres le trajeron unos niños para que les impusiese la mano.
7. Y como los apóstoles lo prohibiesen, los reprendió Jesús. Y les dijo que de tales como aquéllos era el reino de los cielos.
8. Entonces le contaron cómo Pilatos había mezclado con sus sacrificios la sangre de unos galileos.
9. Y dijo Jesús: ¿Creéis por ello que son más pecadores que los demás?
l0. ¿Ni que eran más pecadores que los otros los doce que aplastóla torre de Siloé?
11. Y les contó la parábola del padre de familia que quiso cortar la higuera que no daba fruto, a pesar de pedirle el vendimiador que aún no la cortase.
12. Y, enseñando un sábado en la Sinagoga, vino una mujer que hacía dieciocho años tenía demonio y la sanó.
13. Y enojóse el príncipe de la Sinagoga, y le dijo que no hiciese aquello en sábado.
14. Respondió Cristo: Cada uno desata su buey en sábado y lo lleva a beber.
15. Y a esta hija de Abraham, que hacía dieciocho años estaba ligada al demonio, convino librarla hoy de sus ligaduras.
16. Y así avergonzaba a los fariseos.
17. Y le dijeron: Vete, porque Herodes te quiere matar.
18. Mas contestó Jesús, que conoció su perfidia: Id y decid a ese zorro: Hoy y mañana expulso demonios, y hago salud, y al tercer día consumado soy.

HISTORIA ECLESIÁSTICA Eusebio de Cesarea Libro 3

HISTORIA ECLESIÁSTICA
Eusebio de Cesarea

Libro 3

Lugares en los que los apóstoles predicaron a Cristo

I 1. Así, pues, se hallaban los judíos cuando los santos apóstoles de nuestro Salvador y los discípulos fueron esparcidos por toda la tierra. Tomás, según sostiene la tradición, recibió Partia; Andrés, Escitia, y Juan, Asia, y allí vivió hasta morir en Éfeso.

2. Pedro parece que predicó en el Ponto, en Galacia, en Bitinia, en Capadocia y en Asia a los judíos en la dispersión y, finalmente, cuando llegó a Roma, fue crucificado invertido, como él mismo había creído conveniente padecer.

3. ¿Qué diremos de Pablo, el cual, partiendo de Jerusalén y hasta el Ilírico, llevó a término el evangelio de Cristo y al final fue martirizado en Roma durante el reinado de Nerón? Estos detalles los cuenta Orígenes literalmente en el tomo III de sus Comentarios al Génesis.

Quién fue el primero en dirigir la iglesia de Roma

II 1.Lino fue el primero en ser elegido para el episcopado de la iglesia de Roma después del martirio de Pablo y de Pedro. Esto lo recuerda Pablo al escribir a Timoteo desde Roma, en la salutación al final de la espístola.

Acerca de las epístolas de los apóstoles

III 1. Sólo se reconoce una Epístola de Pedro. Ésta la usaban los antiguos ancianos como irrefutable en sus propias obras, pero la que llaman Segunda Epístola no ha sido aceptada como testamentaria. No obstante, ya que muchos la han considerado útil, ha sido respetada junto con las otras Escrituras.

2. Referente a los Hechos que llevan su nombre, al Evangelio llamado con su nombre, a la predicación que dice ser suya y al escrito que llaman Apocalipsis, nos consta que no aparece en absoluto en los escritos apostólicos, porque ningún escritor eclesiástico, antiguo o contemporáneo, se ha servido jamás de testimonios procedentes de ellos.

3. Más adelante en esta historia haré a propósito que, con las sucesiones, se muestren también los escritos eclesiásticos que en cada época utilizaron los libros que se han discutido, cuáles usaron y qué dicen con relación a los libros testamentarios admitidos y acerca de los que no lo son.

4. No obstante, las obras que se llaman de Pedro, de las que sólo una epístola se conoce como auténtica y admitida entre los antiguos ancianos, son las ya mencionadas.

5. Pero las catorce Epístolas son claras y evidentemente de Pablo, aunque no sería justo olvidar que algunos no han aceptado la Epístola a los Hebreos arguyendo que la iglesia de Roma niega que sea de Pablo. En el momento conveniente explicaré lo que comentaron acerca de esta epístola los autores anteriores a nosotros. De ningún modo he recibido entre los discutidos a los Hechos que dicen ser de él.

6. Ya que el mismo apóstol, en su salutación final de la Epístola a los Romanos, hace mención, junto con otros, de Hermas (de quien, según dicen, es el libro del Pastor),es preciso ser consciente de que mientras unos lo rechazan y por su causa no lo incluye entre los aceptados, otros lo han considerado en extremo necesario, muy especialmente para aquellos que necesitan una introducción inicial. Por ello, nos consta que se ha utilizado públicamente en las iglesias y entendemos que ya lo usaron los más antiguos escritores.

7. Todo esto sea suficiente a modo de exposición de las Escrituras de Dios indiscutidas de las que no todos aceptan.

Acerca de la primera sucesión apostólica

IV 1. Ciertamente, que Pablo predicó a los gentiles y estableció los fundamentos de las iglesias, desde Jerusalén avanzando hasta el Ilírico, es evidente por sus propias palabras y por lo que relata Lucas en los Hechos.

2. De lo que dice Pedro en su Epístola (la que ya mencionamos y que es aceptada) que escribe a los hebreos de la dispersión en el Ponto, en Galacia, en Capadocia, en Asia y en Bitinia, se aprecia con plena certidumbre en qué regiones predicó él mismo a Cristo y dio a conocer la Palabra del Nuevo Testamento a los de la circuncisión.

3. Pero no es fácil dar el número y el nombre de los convertidos en hombres esforzados y sinceros que fueron estimados como capacitados para apacentar las iglesias que fundaron los apóstoles, si no es por lo que se recoge de las palabras de Pablo.

4. De hecho hubo muchísimos colaboradores suyos y, como él mismo los llama, compañeros de milicia. A los más de ellos los tiene por dignos de recuerdos indestructibles, incluyendo extensamente su testimonio en su propia Epístola; y, además, también Lucas en los Hechos enumera los discípulos de Pablo, indicando su nombre.

5. Así pues, explica que Timoteo fue el primer escogido para el episcopado de la religión en Éfeso, y que Tito lo fue en las iglesias de Creta.

6. Lucas, procedente de una familia de Antioquía, y siendo médico, acompañó a Pablo la mayor parte del tiempo. No obstante, su contacto con los restantes apóstoles no fue accidental; de ellos asimiló la terapéutica de las almas, de la que nos ha transmitido algunas muestras en los libros divinamente inspirados: en el Evangelio, del cual da testimonio que lo compuso de acuerdo con lo que le entregaron los que desde el principio presenciaron los hechos y se convirtieron en servidores de la Palabra, y a todos ellos dice que siguió atentamente desde el primer momento; y en los Hechos de los Apóstoles, que redactó, ya no siguiendo de oídas, sino con los detalles que recogió con sus propios ojos.

7. Además, se dice que habitualmente Pablo mencionaba este Evangelio como si fuera suyo propio cada vez que escribía: «conforme a mi Evangelio».

8. De los demás seguidores de Pablo, hay testimonios de que Crescente fue enviado por él a las Galias, y Lino, el que menciona que está con él en Roma en la Segunda Epístola a Timoteo, vimos claramente que fue el primero en recibir el episcopado de la iglesia en Roma después de Pedro.

9. Pero Pablo también da testimonio de que Clemente (el cual, a su vez, fue establecido tercer obispo de la iglesia de Roma) fue su colaborador y compañero de combate.

10. A todo esto cabe añadir aquel areopagita llamado Dionisio, del cual Lucas escribió en los Hechos, que fue el primer creyente después del discurso de Pablo a los atenienses en el Areópago. Además, otro antiguo Dionisio, pastor de la región de Corinto, dice que este areopagita fue el primer obispo de Atenas.

11. Ahora bien, ya iremos mencionando a su tiempo todo lo concerniente a la sucesión de los apóstoles según avancemos en el camino. Ahora sigamos el curso de la narración.

Acerca de los últimos tormentos de los judíos después de Cristo

V 1. Tras ostentar Nerón el poder durante trece años, y habiendo tenido lugar los reinados de Galba y de Otón en el espacio de un año y seis meses, Vespasiano, que había sido notable en los ataques a los judíos, fue designado emperador en Judea una vez que se le nombró públicamente como jefe supremo del ejército que le había acompañado a aquel lugar. Inmediatamente salió para Roma y confió la guerra contra los judíos en manos de su hijo Tito.

2. Ahora bien, los judíos, después de la ascensión de nuestro Salvador, culminaron su crimen contra él con la concepción de innumerables maquinaciones contra sus apóstoles. El primero fue Esteban, al cual aniquilaron con piedras; luego Jacobo, hijo de Zebedeo y hermano de Juan, que fue decapitado; y finalmente Jacobo, el que fue escogido en primer lugar para el trono episcopal de Jerusalén, después de la Ascensión de nuestro Salvador, y que murió del modo mencionado. Todos los demás apóstoles fueron amenazados de muerte con innumerables maquinaciones, y fueron expulsados de Judea y se dirigieron a todas las naciones para la enseñanza del mensaje con el poder de Cristo, que les había dicho: «Id, y haced discípulos a todas las naciones».

3. Además de éstos, también el pueblo de la iglesia de Jerusalén recibió el mandato de cambiar de ciudad antes de la guerra y de vivir en otra ciudad de Perea (la que llaman Pella), por un cráculo transmitido por revelación a los notables de aquel lugar. Así pues, habiendo emigrado a ella desde Jerusalén los que creían en Cristo, como si los hombres santos hubiesen dejado enteramente la metrópoli real de los judíos y toda Judea, la justicia de Dios vino sobre los judíos por el ultraje al que sometieron a Cristo y a sus apóstoles, e hizo desaparecer totalmente de entre los hombres aquella generación impía.

4. En los relatos que escribió Josefo se describen con toda exactitud los males que en ese momento sobrevinieron a todo el pueblo judío en todo lugar; cómo principalmente los habitantes de Judea fueron agobiados hasta el extremo de las desgracias; cuántos miles de jóvenes y de mujeres, juntamente con sus niños, cayeron a espada, por hambre y por muchos otros tipos de muerte; cuántos y cuáles ciudades de Judea fueron sitiadas; cuán grandes desgracias, y más que desgracias, presenciaron los que fueron en su huida a Jerusalén, ya que era la metrópoli más fuerte; el desarrolllo de la guerra y lo que tuvo lugar en ella en cada momento; y, finalmente, cómo la abominación desoladora que proclamaron los profetas se asentó en el mismo templo de Dios, en gran manera notable antiguamente; y entonces sufrió todo tipo de destrucción hasta su desaparición final por el fuego.

5. Merece la pena señalar que el mismo autor afinuia que los que, procedentes de toda Judea, se apiñaron en los días de la fiesta de la Pascua, en Jerusalén, como en una prisión, usando sus propias palabras, fueron alrededor de tres millones.

6. Era preciso, pues, en los mismos días en los que habían llevados cabo la Pasión del Cristo de Dios, bienhechor y Salvador de todos, que, como encerrados en una prisión, recibieran el azote que les daba alcance viniendo de la justicia Divina.

7. Así pues, dejando aparte los acontecimientos que les sobrevinieron y cuántas veces fueron entregados a espada o de diversos modos, sólo me ha parecido oportuno mostrar las desgracias originadas por el hombre, a fin de que los que obtengan este escrito vean, parcialmente, cómo les daba alcance al poco tiempo el castigo procedente de Dios por causa de su crimen cometido en contra del Cristo de Dios.

Acerca del hambre que angustió a los judíos

VI 1. Toma, pues, entre tus manos el libro V de de las Guerras de los judíos de Josefo y lee la tragedia que sucedió entonces: «Para los ricos, quedarse significaba la perdición, pues con la excusa de deserción mataban a cualquiera por causa de sus bienes. Con el hambre crecía también la demencia de los rebeldes y cada día ambas se enardecían terriblemente.

2. »El trigo no era visible en lugar alguno, pero ellos se lanzaban dentro de las casas y las registraban. Cuando lo encontraban los maltrataban por haber negado, pero si no lo hallaban, los atormentaban por haberlo escondido con tanta precaución. La evidencia de tener o no tener eran los cuerpos de los desafortunados: los que todavía se mantenían en pie daban la impresión de poseer gran cantidad de alimentos; sin embargo, los que ya estaban consumidos, los dejaban, pues creían que no era lógico matar a los que estaban a punto de morirse de necesidad.

3. »Muchos cambiaban furtivamente sus posesiones por una medida de trigo, los más ricos; o de cebada, los más pobres. Luego, encerrándose en lo más recondito de sus casas, y debido al escozor de la necesidad, algunos comían el grano crudo y otros lo cocían a medida que lo requería la necesidad y el temor. Tampoco se ponía la mesa.

4. »Pues sacando del fuego los alimentos aún crudos, se los tragaban. La comida era miserable ala visión conmovedora; los más fuertes abusando, los más débiles quejándose.

5. »El hambre supera todo sufrimiento, pero nada destruye tanto como el honor, pues aquello que de otro modo se aceptaría como digno de consideración, en esta situación se menosprecia. Las mujeres por ejemplo, quitaban la comida de la boca de sus maridos, los hijos de la de los pobres, y lo más deplorable, las madres de Las de sus niñitos, y a pesar de que los seres más queridos se iban acabando entre sus manos, ningún tropiezo existía para llevar las últimas gotas de vida.

6. »Y aunque comían de este modo, no pasaban desapercibidos y los rebeldes en todo lugar se cansaban sobre estas presas. En el momento que observaban una casa cerrada, era indicio de que los que se hallaban en el interior estaban provistos de alimentos, y en seguida, cargándose las puertas, arremetían hacia dentro, y únicamente les quedaba aferrarse a las gargantas para sacarles el bocado.

7. »Azotaban a los ancianos que retenían los alimentos, y a las mujeres que ocultaban entre sus manos lo que les quedaba, les arrancaban la cabellera. No existía la compasión ni para los ancianos ni para los niños, sino que, alzando a los niños que no soltaban su bocado, los lanzaban contra el suelo. Pero aun eran mas inhumanos con aquellos que anticipaban su llegada y se habían tragado lo que ellos les iban a arrebatar, pues se consideraban agraviados.

8. »Ideaban terribles métodos de tortura para encontrar los alimentos. Cerraban la uretra de los desafortunados con granos de legumbres y les atravesaban el recto con palos afilados. Se sufrían tormentos aterradores para el oído simplemente hasta conseguir la confesión de un solo pan o para revelar un solo puñado de harina.

9. »Pero los torturadores no sufrían el hambre (pues su crueldad sería menor si se encontraban en necesidad), porque practicando su demencia iban procurándose de antemano provisiones para los días que tenían que llegar.

10. »Iban al encuentro de los que durante la noche salían arrastrándose hasta la avanzada romana para reunir legumbres silvestres y hierbas. Y cuando ya creían que habían burlado a los enemigos, entonces les arrebataban lo que llevaban, y por mucho que suplicaran invocando por el sagrado nombre de Dios para que les dieran alguna porción de lo que habían traído, estando en tan grande peligro, ni así se lo daban, y podían contentarse si no parecían además de ser despojados».

11. Además de otros detalles, añade lo siguiente: «A los judíos les truncaron, junto con las salidas, toda esperanza de salvación, y el hambre, descendiendo por cada casa y en cada familia, consumía al pueblo. Las estancias se llenaban de mujeres y de niños de pecho que habían perecido, y los callejones de ancianos muertos.

12. »Los niños y los jóvenes, hinchados como sombras, pasaban por las plazas y caían donde les sobrevenía el dolor. Los enfermos eran incapaces de sepultar a sus familiares, y los que podían se negaban por la gran cantidad de cadáveres y su propio destino dudoso. Muchos, pues, caían sin vida al lado de los que acababan de enterrar, mientras que otros muchos se dirigían a sus sepulcros antes que la necesidad lo prescribiera.

13. »En todas estas desgracias no había canto fúnebre ni lamento. En su lugar, el hambre censuraba al sufrimiento, y los que morían observaban con ojos secos a los que les habían precedido en la muerte. Un profundo silencio y una noche colmada de muerte encerraba la ciudad.

14. »Pero lo más terrible eran los ladrones. Pues, entrando en las casas, a modo de saqueadores de tumbas, despojaban a los cadáveres y, tras retirar las cubiertas de los cuerpos, salían riéndose. También probaban el filo de sus espadas con los cadáveres y, con su prueba del hierro, atravesaron a algunos que, aunque habían caído, estaban vivos.

»No obstante, si alguien les suplicaba que hicieran uso de sus espadas y de su fuerza en él, lo abandonaban al hambre, ignorándole. Y todos los que expiraban fijaban su mirada en el templo dejando vivos a los rebeldes.

15. »Los propios rebeldes primero ordenaban sepultar a los muertos, a cargo del tesoro público, porque no aguantaban el hedor. Pero, posteriormente, cuando ya no se daba abasto, los lanzaban por encima de las murallas a los precipicios. Tito, cuando los vio llenos de cadáveres y el espeso líquido que fluía de los cuerpos en putrefacción, se lamentó, y alzadas sus manos tomó a Dios por testigo de que no era obra suya.»

16. Al cabo de otras cosas acaba diciendo: «No podría retenerme de mencionar lo que me indican mis sentimientos. Es mi opinión que si los romanos se hubieran retardado en su ataque contra los ofensores, una sima hubiera abatido la ciudad, o hubiera sido inundada, o los rayos de Sodoma le hubieran dado alcance, porque esa generación era mucho más impía de lo que fueron los que llevaron estos castigos. De este modo, por causa de la demencia de ellos, todo el pueblo pereció con ellos.»

17. En el libro VI también escribe como sigue: «De los que murieron por el hambre en la ciudad el número era ilimitado, y los sufrimientos que tuvieron lugar, indescriptibles. En toda casa, si en algún lugar se vislumbraba una mera sombra de comida, se entablaba una guerra y llegaban a las manos los que más se querían, con el fin de arrancarse el misersable recurso de vida. La necesidad no tenía confianza ni siquiera en los moribundos.

18. »Los ladrones inspeccionaban también a los que estaban por morirse, por si se diera el caso de que mantenían algún alimento escondido entre los pliegues de su vestido pretendiendo estar muertos. Algunos, boquiabiertos por la falta de alimento, semejantes a perros rabiosos, iban tropezando y, desencajados, arremetían contra las puertas a modo de borrachos y, en su debilidad, penetraban en las mismas casas dos y hasta tres veces en una hora.

19. »Por la indigencia se ponían cualquier cosa en la boca, y si lograban reunir algo indigno, incluso para los animales irracionales más inmundos, se lo llevaban para comérselo. De este modo, al final ya no se retenían ante sus cinturones ni zapatos, y sacando las pieles de sus escudos, las devoraban. Algunos se alimentaban también con pedazos de hierba vieja, mientras que otros, recogiendo fibras de plantas, vendían una ínfima parte por cuatro dracmas áticos.

20. » ¿Y qué diremos de la desvergüenza de la gente desalentada por el hambre? Porque estoy a punto de poner de manifiesto unos actos que no se hallan registrados ni entre los griegos ni entre los bárbaros, escalofriantes para contarlos e increíbles para escucharlos. Por mi parte, para que no considerasen que estoy inventando para el futuro, con mucho gusto ignoraría tal desgracia si no se diera el caso de que dispongo de innumerables testigos contemporáneos. Y, por otro lado, concedería a mi patria un favor estéril si dejara en silencio sus sufrimientos reales.

21. »Así pues, una mujer residente en el otro lado del Jordán, de nombre María, hija de Eleazar, de la aldea de Batezor (que quiere decir «casa de Hisopo»), distinguida por su familia y su riqueza, se refugió en Jerusalén con la restante multitud y con ellos sufría el asedio.

22. »Los tiranos le robaron todas las otras posesiones que ella había aprovisionado y transportado desde Perea hasta la ciudad. El resto de sus bienes y algo de comida que vieron los hombres armados que entraba cada día, se lo fueron quitando. La indignación de aquella mujer era terrible, y a menudo vituperaba y maldecía a los bandidos con el único resultado de excitarlos contra su persona.

23. »Y como fuere que nadie la mataba (exasperados o compadecidos), y fatigada de buscar alimentos para otros, pues de todos modos ya era imposible buscar, oprimiéndole el hambre las entrañas y la médula y más enfurecida que hambrienta, se hizo de la ira y de la necesidad como consejeros, apresuró contra la naturaleza y, agarrando a su hijo de pecho, dijo:

24. »”¡Desventurada criatura! En la guerra, en el hambre y en la revuelta, ¿para quién te cuidaré? Si llegamos a parar vivos en las manos de los romanos, la esclavitud. Pero el hambre llega antes que la esclavitud y los rebeldes son más terribles que ambas opciones. ¡Venga, pues! Sé mi alimento, la maldición de los rebeldes y un mito para el mundo; ¡lo único que faltaba a la desgracia de los judíos!”

25. »Mientras decía esto mató a su hijo. Luego lo asó y se comió una mitad, pero el resto lo ocultó. Al punto acudieron los rebeldes y notaron el hedor del malvado sacrificio, la amenazaron con degollarla inmediatamente sino les indicaba lo que había preparado. Ella, respondiéndoles que para ellos guardaba una bella porción, les descubrió lo que había quedado de su hijo.

26. »Un escalofrío y un gran estupor se apoderó de ellos en aquel mismo momento y se quedaron clavados ante aquella visión. Pero ella les dijo: “Es mi hijo, mi obra. Comed, pues yo también me he alimentado. No seáis más débiles que una mujer ni más compasivos que una madre. Pero si vosotros sois piadosos y no aceptáis mi sacrificio, yo ya comí en vuestro lugar, el resto quede también para mí.”

27. »Después de estos acontecimientos, ellos salieron temblando; fue la única vez que tuvieron miedo y que, de mala gana, dejaron para la madre semejante alimento. Inmediatamente, la ciudad fue llena de repugnancia y cada cual se estremecía cuando se imaginaban como suyo aquel crimen.

28. »Los hambrientos tenían deseo de morirse y celebraban a los que se habían anticipado en la muerte, antes de oír y presenciar tan grandes males.»

HISTORIA ECLESIÁSTICA Libro 2

HISTORIA ECLESIÁSTICA
Eusebio de Cesarea

Libro 2

Hemos compuesto nuestro libro a partir de los de Clemente, Tertuliano, Josefo y Filón.

Prefacio

1. En el primer libro hemos expuesto con breves pruebas todos los detalles necesarios para el prefacio de la Historia Eclesiástica: la divinidad del Verbo Salvador, la antigüedad de las afirmaciones de nuestra enseñanza y cómo la conducta evangélica de los cristianos es la más antigua; y, además, todo cuanto se refiere a la reciente aparición de Cristo, a su ministerio antes de la Pasión y a la elección de los apóstoles.

2. En el presente centraremos nuestra atención en los hechos posteriores a su Ascensión. Algunos los citamos de las divinas Escrituras, pero otros de fuentes exteriores, de documentos que mencionaremos a su debido tiempo.

Sobre la vida de los apóstolesdespués de la ascensión de Cristo

I 1. Así pues, el primero que fue elegido, por suerte para el apostolado, en lugar del traidor Judas, fue Matías, el cual, como ya demostramos, había sido discípulo del Señor. También los apóstoles por la oración y la imposición de manos instituyeron a siete varones acreditados para el ministerio debido al servicio común; se trataba de Esteban y sus compañeros.

Éste fue el primero, después del Señor y casi simultáneamente con la imposición de manos (como si fuera elevado para este mismo servicio), en ser llevado a muerte apedreado por los que mataron al Señor, y de este modo también fue el primero en llevar la corona (a la que se refiere su nombre) de los mártires de Cristo, dignos de la victoria.

2. Luego, estaba también Santiago, al que llamaban hermano del Señor,porque fue llamado hijo de José. Sin embargo, el padre de Cristo era José y con él estaba desposada la Virgen; pero «antes que se juntasen se halló que había concebido del Espíritu Santo», como enseña la Santa Escritura de los Evangelios. Así pues, este Santiago, al que los antiguos pusieron el sobrenombre de Justo por la excelencia de su virtud, se da cuenta que fue el primero en recibir el trono episcopal de la iglesia de Jerusalén.

3. Clemente, en el libro VI de las Hypotyposeis, sostiene lo siguiente: «Dicen que Pedro, Jacobo y Juan, después de la ascensión del Salvador, no consideraron para ellos mismos este honor, aunque eran los más estimados por el Salvador, sino que ordenaron obispo de Jerusalén a Santiago el Justo».

4. En el libro VII de la misma obra, el autor añade lo siguiente acerca de Santiago: «El Señor, después de su ascensión, entregó el conocimiento a Santiago el Justo, a Juan y a Pedro; éstos a su vez lo entregaron a los otros apóstoles y a los setenta; entre ellos se hallaba Bernabé.»

5. En efecto, había dos Santiagos: uno, el Justo, que fue lanzado desde el pináculo del templo y azotado hasta morir con un garrote batanero, y el otro, que fue decapitado. Igualmente Pablo menciona a Santiago el Justo cuando dice por escrito: «Pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo el hermano del Señor».

6. Entonces también fue llevada a cabo la promesa de nuestro Salvador, hecha al rey Osroene. Según esto, Tomás, impulsado por Dios, envió a Tadeo a Edesa como predicador y evangelista de la enseñanza de Cristo al mundo que hemos demostrado hace poco en documentos escritos encontrados allí.

7. Tadeo, tras detenerse en aquel lugar, sana a Abgaro por la palabra de Cristo y deja maravillados a todos los presentes por sus asombrosos milagros. Y cuando los hubo dispuesto convenientemente con sus obras, guardándolos luego hacia la veneración del poder de Cristo, los hizo discípulos de la enseñanza del Salvador. Desde aquel momento hasta nuestros días toda la ciudad de Edesa está consagrada al nombre de Cristo; de este modo dan un singular ejemplo de nuestro Salvador y de sus buenas obras para con ellos.

8. No obstante, sea suficiente lo dicho citando antiguas versiones y vengamos de nuevo a la Divina Escritura. Así pues, con el martirio de Esteban comenzó la primera y gran persecución de la iglesia de Jerusalén por medio de los propios judíos. Entonces todos los discípulos, con la sola excepción de los doce, se esparcieron por Judea y Samaria. Algunos, de acuerdo con la Divina Escritura, cuando llegaron a Fenicia, Chipre y Antioquía, faltándoles todavía coraje para compartir la palabra de la fe con los gentiles, sólo la anunciaban a los judíos.

9. Entonces Pablo todavía «asolaba la iglesia, y entrando casa por casa arrastraba a hombres y mujeres, y los entregaba en la cárcel».

10. No obstante, Felipe, que se hallaba entre los escogidos juntamente con Esteban para el diaconado, siendo también uno de los esparcidos, descendió a Samaria, y, lleno del poder de Dios, fue el primero en anunciar la palabra a los habitantes de aquel lugar, y era tal la divina gracia que actuaba en él, que con sus palabras persuadió a Simón el mago y a una gran multitud.

11. En aquel momento Simón era escuchado por los ilusos de su tiempo debido al poder de su magia, hasta el punto de creerse él mismo que era el gran poder de Dios. Pero entonces también él, maravillándose ante las sorprendentes proezas que Felipe realizaba por el poder de Dios, se introdujo sigilosamente y simuló su fe en Cristo hasta el bautismo.

12. También cabe admirar lo que todavía hoy sobreviene a los que participan en su herejía extremadamente infame. Ellos, de acuerdo con el método de su precursor, se introducen sigilosamente en la Iglesia, a modo de enfermedad pestilencial y sarnosa, y corrompen en sumo grado a los que logran inocular el virus terrible y sin remedio que llevan escondido. Pero la mayoría ya fueron rechazados cuando se les sorprendió en semejante maldad, del mismo modo que lo fue Simón cuando le descubrió Pedro y le hizo pagar el justo castigo.

13. Sin embargo, la predicación de la salvación iba avanzando satisfactoriamente y a diario. Entonces una orden llevó fuera de Etiopía a un funcionario de la reina. (Este país todavía hoy, siguiendo una costumbre ancestral, es gobernado por una mujer.) Éste fue el primer gentil que participó en los misterios de la Palabra de Dios (habiéndosele aparecido Felipe) y las primicias de los creyentes en toda la tierra; además, según sostiene un documento, una vez vuelto a la tierra patria, también fue el primero en anunciar el conocimiento del Dios del Universo y la presencia vivificadora entre los hombres de nuestro Salvador. De este modo se cumplía, gracias a él, la profecía que dice: «Etiopía se apresurará a extender sus manos hacia Dios.»

14. A éstos hay que añadir a Pablo, el instrumento escogido no de hombres ni por hombres. Este fue designado apóstol por la revelación del propio Jesucristo y de Dios el Padre que lo resucitó de los muertos; fue considerado digno de la llamada por una visión y por una voz del cielo durante la revelación.

Cómo se turbó Tiberio cuando Pilato le refirió acerca de Cristo

II 1. La noticia de la maravillosa resurrección de nuestro Salvador y de su ascensión a los cielos era conocida ya por la mayoría. Ahora bien, antiguamente los gobernadores de las naciones tenían la obligación de comunicar al rey todo cuanto ocurría fuera de lo común, a fin de que nada escapara a su conocimiento. Por esta razón Pilato notificó a Tiberio los rumores que corrían por toda Palestina acerca de la resurrección de entre los muertos de nuestro Salvador Jesús.

2. Señaló también otros prodigios suyos y que ya muchos creían: que el era Dios porque, una vez muerto, resucitó de los muertos. Se cuenta que Tiberio lo expuso al Senado, pero éste lo denegó, según parece, porque no había sido sometido a prueba primero (una ley antigua ordenaba que nadie fuese divinizado en Roma sin voto y decreto del Senado). Pero la verdad es que la enseñanza salvadora de la predicación de Dios no precisa confirmación ni aprobación humanas.

3. De este modo, el Senado romano rehusó la notificación presentada acerca de nuestro Salvador. Pero Tiberio mantuvo firmemente su primera intención y nada extraño ideó en contra de las enseñanzas de Cristo.

4. En su Apología por los cristianos, Tertuliano, que conocía con exactitud las leyes romanas, famoso por diversos hechos y muy notable en Roma, redacta estas cosas escribiendo en el idioma de Roma, pero traducido al griego. A continuación cito textualmente sus palabras:

5. «Pero a fin de poder discutir tomando como nuestra base el origen de estas leyes, había una antigua orden según la cual nadie debía ser consagrado como Dios por el rey antes de ser examinado por el Senado. De este modo procedió Marco Emilio con cierto ídolo llamado Alburno. Este hecho también corrobora nuestro mensaje: que entre vosotros se otorga la divinidad por decisión humana. Cuando un Dios es desagradable a los hombres, no llega a ser Dios. Según esto es preciso que el hombre sea fávorable a Dios.

6. Así pues, Tiberio, en tiempos del cual entró en el mundo el nombre de cristianos, en el momento en que le fue anunciada esta doctrina que venía de Palestina —pues allí empezó—, se la comunicó al Senado, mostrándoles que a él le agradaba esta doctrina. No obstante, el Senado la rehusó por no haberla aprobado antes. Pero Tiberio persistió en su decisión anterior y amenazó con la muerte a los acusadores de los cristianos».

La providencia celestial, según su propio plan, puso esto en el pensamiento de Tiberio, para que la palabra del Evangelio, sin obstáculos, recorriera todos los rincones de la tierra.

Cómo la palabra de Cristo recorrió todos los rincones del mundo en breve tiempo

III 1. De este modo la palabra salvadora iluminó de una vez toda la tierra, a manera de un rayo de sol, por un poder y un socorro del cielo. En ese mismo instante, de acuerdo con las Divinas Escrituras: «Por toda la tierra ha salido la voz» de sus evangelistas inspirados y apóstoles, «y hasta los fines de la tierra sus palabras».

2. Así pues, en toda ciudad y aldea, como en una era repleta, se formaban, simultáneamente, iglesias con muchísimos asistentes, aquellos que por sucesión hereditaria y por el extravío original tenían sus almas encadenadas a la antigua epidemia de la superstición idolátrica, y gracias al poder de Cristo, y por medio de la enseñanza y los milagros de sus discípulos, abandonaron los ídolos como si se tratara de amos terribles, habiéndose ya liberado de sus amargas prisiones; además desecharon definitivamente todo politeísmo demoníaco y confesaron la existencia de un solo Dios, el Creador de todas las cosas. A este Dios veneraban con los ritos de la piedad verdadera, siguiendo un culto divino e inteligente: el que nuestro Salvador había engendrado en la vida de los hombres.

3. Así pues, la gracia divina ya se esparcía por todos los pueblos y especialmente en Cesarea de Palestina, donde primero Cornelio con toda su casa recibió la fe en Cristo gracias a una aparición divina y al servicio de Pedro. En Antioquía también recibieron la palabra gran número de griegos, a los cuales habían predicado los que fueron esparcidos en el tiempo de la persecución contra Esteban. Por aquel entonces, cuando la iglesia de Antioquía florecía y aumentaba, hallándose allí muchos profetas de Jerusalén, y juntamente con ellos Bernabé, Pablo y otros muchos hermanos, surgió por primera vez el nombre de «cristiano», brotando de esa iglesia como si se tratara de un manantial vivo y fecundo.

4. También Ágabo se encontraba entre estos profetas y profetizaba de un hambre que había de tener lugar en poco tiempo, y por esto Pablo y Bernabé fueron envialos para cuidarse del servicio de los hermanos.

Cómo, después de Tiberio, Cayo nombró rey de los judíos a Agripa y castigó a Herodes con el destierro perpetuo

IV 1. Tiberio, después de haber reinado unos veintidós años, murió. Cayo le sucedió en el mando e inmediatamente impuso a Agripa la diadema del gobierno de los judíos y le hizo rey sobre las tetrarquías de Felipe y Lisanias, añadiendo poco después la de Herodes (éste era el Herodes del tiempo de la Pasión del Salvador), el cual, juntamente con su mujer, Herodías, fue castigado al destierro perpetuo por la gran cantidad de sus delitos. Josefo también da testimonio de estos detalles.

2. Por entonces Filón cobraba gran fama entre muchos, y era sobresaliente, no sólo entre los nuestros, sino también entre los que disponían de una instrucción pagana.

Y, a pesar de su origen hebreo, en nada fue inferior a los que en Antioquía eran ilustres por su madurez.

3. En su obra se aprecia claramente la extensión y la calidad del trabajo que dedicó a sus estudios divinos patrios; tampoco se puede decir nada acerca de su instrucción filosófica y liberal de los paganos, puesto que, según se cuenta, superaba a todos sus contemporáneos, principalmente en su gran celo por el estudio de Platón y de Pitágoras.

HISTORIA ECLESIÁSTICA Eusebio de Cesarea Libro 1

HISTORIA ECLESIÁSTICA

HISTORIA ECLESIÁSTICA
Eusebio de Cesarea

Libro 1

Fundamento de la promesa

I 1. Me he propuesto redactar las sucesiones de los santos apóstoles desde nuestro Salvador hasta nuestros días; cuántos y cuán grandes fueron los acontecimientos que tuvieron lugar según la historia de la Iglesia y quiénes fueron distinguidos en su gobierno y dirección en las comunidades más notables, incluyendo también aquellos que, en cada generación, fueron embajadores de la Palabra de Dios, ya sea por medio de la escritura o sin ella, y los que, impulsados por el deseo de innovación hasta el error, se han anunciado promotores del falsamente llamado conocimiento, devorando así el rebaño de Cristo como lobos rapaces.

2. Añadiré a todo esto los incidentes que sobrevinieron a todo el pueblo judío desde el momento de su complot contra nuestro Salvador, y también el número; el modo y el tiempo de los paganos que lucharon contra la palabra divina y la grandeza de los que en su tiempo atravesaron, por ella, la prueba de sangre y tortura; señalando además los martirios de nuestro tiempo y el auxilio benigno y favorable para con todos de nuestro Salvador. Daré comienzo a esta obra partiendo de la dispensación de nuestro Salvador y Señor Jesús, el Cristo de Dios.

3. Por lo cual la obra requiere la indulgencia de lectores benévolos para conmigo, pues confieso que presentar la obra perfecta y completa se halla más allá de nuestras fuerzas, ya que hasta el momento presente somos los primeros en entrar en esta labor como intentando seguir un sendero desierto y sin hollar. Así pues, pedimos a Dios su dirección y la ayuda del poder del Señor, pues no hemos logrado encontrar ninguna huella de hombres que nos hayan precedido en este sendero, a no ser por las pequeñas indicaciones que de modos diversos nos han dejado algunos relatos parciales de los tiempos pasados alzando sus voces desde lejos a modo de una antorcha desde lo alto de un punto lejano clamando y exhortándonos, desde una torre, cómo nos es necesario caminar y dirigir la senda de la palabra sin error ni peligro.

4. Nosotros, habiendo recogido de estos testimonios todo lo que consideramos útil para la presente obra, y como si lamiéramos de prados espirituales los dichos apropiados de los antiguos escritores, intentaremos conferirle forma histórica, contentándonos al recobrar, si no todas, por lo menos las más notables de las sucesiones de los apóstoles de nuestro Salvador, las que todavía se recuerdan en la iglesias más insignes.

5. Considero que es absolutamente necesario que trabaje en esta obra, pues no conozco ningún escritor eclesiástico que se haya preocupado en escribir acerca de este tema. Así pues, confío en que se mostrará sumamente beneficiosa para aquellos que tienen empeño en adquirir conocimientos históricos.

6. Ya narré brevemente todas estas cosas en los Cánones Cronológicos que redacté, pero sin embargo he resuelto componer esta obra, mucho más completa.

7. Tal como ya mencioné, empezaré con la dispensación y la divinidad de Cristo, que superan la capacidad humana.

8. Pues quien pretenda redactar los orígenes de la historia eclesiástica será necesario que empiece rigurosamente con la primera dispensación de Cristo mismo (ya que de Él tenemos el honor de recibir el nombre), que es más divino de lo que a muchos parece.

Resumen de los aspectos principales de la preexistencia y de la divinidad de nuestro Salvador y Señor, el Cristo de Dios

II 1.La naturaleza de Cristo es doble: una es como la Cabeza del Cuerpo (por la que le reconocemos Dios); la otra es comparable a los pies (la que tomó forma de hombre con las mismas pasiones que nosotros para nuestra salvación). Por ello nuestra declaración de lo siguiente será completa si tomamos como punto de partida lo principal y lo más prominente de toda su historia. Así también quedará demostrada la antigüedad, juntamente con el carácter divino de los cristianos, ante los que suponen que son recientes y extraños, que no salieron a luz antes de ayer.

2. Ningún tratado sería suficiente para exponer el linaje, la dignidad, la esencia y la naturaleza de Cristo; por esto el Espíritu divino dice en su profecía: «Su generación, ¿quién la contará?» Porque nadie conoció al Padre, sino el Hijo, ni nunca nadie conoció al Hijo debidamente, sino solamente el Padre que lo engendró.

3. ¿Quién, excepto el Padre, hubiera sido capaz de considerar con pureza la luz previa al mundo, la sabiduría inteligente y real antes de los siglos, el Verbo vivo que es Dios y se encuentra desde el principio con el Padre, el primero y único Hijo de Dios, anterior a toda creación y producción de todas las cosas tanto visibles como invisibles, el capitán del ejército espiritual e inmortal del cielo, el ángel consejero, el servidor del Padre en su plan inefable, el hacedor de todas las cosas con el Padre, la causa segunda del universo después del Padre, el verdadero y unigénito hijo de Dios, el Señor, el Dios y el Rey de toda criatura, que ha recibido del Padre la soberanía, la supremacía, la propia divinidad, el poder y el honor? Porque acerca de su divinidad en las Escrituras leemos: «En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por Él fueron hechas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.»

4. También dice esto el gran Moisés, siendo el profeta más antiguo, cuando esboza, por el Espíritu divino, la formación y la ordenación del universo: El creador y hacedor de todas las cosas permitió únicamente al Verbo, divino y primogénito, formar las criaturas inferiores. Y comenta con Él acerca de la creación del hombre: «Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza».

5. Otro profeta refuerza esta afirmación hablando de Dios en sus himnos del modo siguiente: «Porque Él dijo, y fue hecho; Él mandó, y fue creado.»Por un lado presenta al Padre y creador como soberano universal, actuando como espíritu real, y por otro lado, al Verbo divino (el mismo que nos ha sido anunciado) como segundo después de Él, realizando las órdenes del Padre.

6. Y ya desde el principio de la creación del hombre lo reconocieron, al verlo con los ojos puros de su mente, todos los que se dice que destacaron en la justicia y la excelencia de la piedad: los seguidores del gran siervo Moisés. Abraham, el primero antes de él, sus hijos y todos aquellos que posteriormente demostraron ser justos y profetas. Los cuales le rindieron la veneración debida al Hijo de Dios.

7. Asimismo Él, no olvidando en modo alguno la piedad al Padre, vino a ser, para todos los hombres, maestro del conocimiento del Padre. Así pues, se menciona que el Señor Dios fue visto semejante a un hombre común por Abraham, que estaba sentado junto a la encina de Mambre. Pero Abraham, a pesar de verlo con sus ojos como un hombre, echándose inmediatamente a sus pies le adora como a Dios, le suplica como al Señor, y manifiesta que no desconoce su personalidad, ya que menciona sus propias palabras: «El juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?»

8. Por lo tanto, si es contra toda razón que el Ser no engendrado e inmutable de Dios omnipotente se transforme en apariencia de hombre o que burle los ojos de los que le contemplan con una visión semejante a la de un ser engendrado, e incluso que la Escritura presente tales relatos (aparentemente mitológicos), ¿a qué otra persona puede anunciar como Dios y Señor que juzga toda la tierra y lleva a cabo la justicia y además es visto en forma de hombre, si no es voluntad divina que sea llamado la causa primera del universo, sino sólo a su Verbo preexistente? También se habla acerca de Él en los Salmos: «Envió su palabra, y los sanó, y los libró de su ruina.»

9. Moisés con suma claridad lo anuncia Señor, segundo después del Padre, al decir: «Entonces el Señor hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte del Señor».De nuevo, cuando aparece en forma humana a Jacob, la Escritura divina lo proclama Dios, diciéndole: «No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios…»; y entonces «llamó Jacob el nombre de aquel lugar “Visión de Dios ; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma».

10. Y ciertamente tampoco es correcto conjeturar acerca de las apariciones divinas mencionadas, pensando que son ángeles inferiores y servidores de Dios, porque siempre que uno de ellos se aparece a los hombres, la Escritura no lo oculta, sino que los llama ángeles (no Dios ni Señor) como es fácil demostrar con millares de testimonios.

11. También Josué, el sucesor de Moisés, lo llama príncipe de las fuerzas del Señor, habiéndolo visto únicamente en forma y apariencia de hombre; y así lo considera jefe de los ángeles y arcángeles de los cielos y de las potestades superiores, la fuerza y la sabiduría del Padre y quien ha recibido la segunda soberanía y autoridad sobre todas las cosas.

12. Acerca de esto está escrito: «Estando Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos y vio un varón que estaba delante de él, el cual tenía una espada desenvainada en su mano. Y Josué, yendo hacia él, le dijo: ¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos? El respondió: No; mas como Príncipe del ejército del Señor he venido ahora. Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró; y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo? Y el Príncipe del ejército del Señor respondió a Josué: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo».

13. Por estas mismas palabras entenderás que no se trata de otro, sino del mismo que también se dirigió a Moisés, porque la Escritura usa los mismos vocablos: «Viendo el Señor que él iba a ver, lo llamó el Señor de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es.»

14. Además de las pruebas aportadas, que demuestran que en verdad hay un ser vivo y que existe antes del mundo, el cual sirvió al Padre y Dios de todo el universo en la creación de toda criatura, y es llamado Verbo y Sabiduría de Dios, también encontramos a nuestra disposición el ofrlo de la misma Sabiduría, la cual, por medio de Salomón, nos acerca a su misterio: «Yo, la sabiduría, habito en la cordura, y hallo la ciencia de los consejos. Por mf reinan los reyes, y los príncipes determinan justicia. Por mí dominan los príncipes, y todos los gobernadores juzgan la tierra».

15. Y a estas palabras añade: «El Señor me creó como principio de sus caminos para sus obras, me estableció antes de los siglos. En el principio, antes que hiciera la tierra, antes que brotasen las fuentes de las aguas, antes que los montes fuesen formados, antes de los collados, ya había sido yo engendrada. Cuando formaba los cielos, allí estaba yo; cuando afirmaba las fuentes bajo el cielo, con Él estaba yo ordenándolo todo, y era su delicia de día en día, teniendo solaz delante de El en todo tiempo, cuando se regocijaba por su universo terminado».

16. Con estas pocas palabras hemos demostrado que el verbo divino era preexistente y hemos mencionado a quienes se apareció (ya que no se apareció a todos).

17. Pero la razón por la cual no fue anunciado anteriormente a todo hombre del mismo modo que lo es ahora, tal vez quede demostrada con la siguiente explicación: la vida de los hombres en la antigüedad no era capaz de retener la enseñanza de Cristo, lleno de sabiduría y virtud.

18. Pues, efectivamente, el primer hombre, después de su tiempo inicial de vida colmada de bendiciones, se precipitó en este modo de vivir mortal y perecedero, despreocupándose de la instrucción divina, y tomó esta tierra maldita a cambio de la vida regalada con Dios. Y los que vinieron después de él poblaron toda nuestra tierra y demostraron ser en gran manera peores asumiendo una forma de vivir animal e insoportable (exceptuando uno o dos casos excepcionales).

19. Y pasaban la vida como nómadas duros e incultos en un desierto, sin concebir siquiera la idea de ciudades, o constituciones u oficios, ni preocupándose del saber, de las leyes o juicios ni del honor. e incluso desconociendo el mismo nombre de la filosofía. Pervirtieron los razonamientos naturales y toda semilla intelectual y civilizada, propios del alma del hombre, por su exceso de maldad tomada deliberadamente. Además se dieron completamente a todo tipo de impiedad, de manera que tan pronto se pervertían unos a otros, como se mataban practicando incluso el canibalismo. Finalmente alcanzaron el colmo de su desfachatez al pretender luchar contra Dios y contra los gigantes conocidos por todos, y proyectaron, en el extravío de su mente, fortificar la tierra contra el cielo disponiéndose para combatir contra el que está por encima de todas las cosas.

20. Mas Dios, que cuida de todas las cosas, persigue a los que obran de este modo con inundaciones y con fuego consumidor como a un bosque salvaje dispersado por toda la tierra. Por esto también a ellos les oprimió con hambres, pestes y guerras, e incluso fulminándolos desde lo alto, como si tratara una horrible y muy dura enfermedad del alma con los medios de corrección más amargos.

21. Cuando la cumbre de la maldad estaba ya por lanzarse sobre todos, sofocando y oscureciendo el alma de casi todos los hombres a modo de una horrible embriaguez, la Sabiduría de Dios, su primogénito, el Verbo preexistente (movido por su supremo amor para con los hombres), se apareció a los seres inferiores como poder de Dios para su salvación —a uno o dos de los antiguos hombres que amaban a Dios—, ya sea por visiones de ángeles o a través de sí mismo; y lo hizo en forma de hombre, porque sólo de ese modo podía revelarse a ellos.

22. Cuando la semilla de la piedad fue infundida por ellos a muchos hombres y un pueblo entero, de los primeros hebreos, se acercó sobre la tierra a la piedad, Dios, a través del profeta Moisés, les dio unas imágenes y símbolos de un sábado misterioso, y les concedió el poder ver otras visiones espirituales, pero no todo el misterio claramente, ya que muchos seguían en sus antiguas costumbres.

23. Entonces su legislación fue conocida y se extendió como viento fragante divulgándose entre todos los hombres, de manera que los espíritus de ellos y los de la mayoría de los paganos fueron refrenados por legisladores y filósofos de todas partes, hasta el punto en que la crueldad salvaje y animal se convirtió en mansedumbre, y de este modo incluso tenían, entre ellos, paz profunda, amistad y tratos. Fue en esta situación cuando, finalmente, en el principio del Imperio Romano, el mismo maestro de virtudes, el servidor del Padre en todo el bien, el divino y celestial Verbo de Dios se reveló a todos los otros hombres, a todos los pueblos de la tierra, estimándolos listos y aptos para recibir el conocimiento del Padre, y esta revelación la llevó a cabo un hombre en absoluto diferente a nosotros en lo que se refiere a sustancia corporal, que cumplió y sufrió todas las cosas conforme a las profecías, las cuales anunciaban con anterioridad que un hombre y Dios a la vez se hallaría en esta vida, sería autor de obras maravillosas, y sería dado a conocer como maestro de la piedad del Padre para todos los pueblos; además, también proclamaban la maravilla de su nacimiento, su nueva enseñanza, sus admirables obras, la manera en que murió, la resurrección de entre los muertos y, sobre todas estas cosas, su restablecimiento divino en el cielo.

24. El profeta Daniel, comprendiendo por el Espíritu divino el reinado fmal del Verbo, inspirado, describe la visión divina con términos humanos, diciendo: «Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente. Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos.»

25. Y sigue: «Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran: su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido.»

26. Todas estas cosas se refieren claramente a nuestro Salvador, el Verbo divino que desde el principio estaba con Dios, al cual llama Hijo del Hombre por su encarnación.

27. Puesto que ya reuní todas las profecías concernientes a nuestro Salvador Jesucristo en otros comentarios, y habiendo demostrado con mayor exactitud lo que hemos mencionado acerca de Él, nos contentaremos con lo dicho en la presente obra.

EL EVANGELIO ARMENIO DE LA INFANCIA

EL EVANGELIO ARMENIO DE LA INFANCIA

Lo que advino, con motivo de la Santa Virgen María, en la casa de su padre.

Relato de Santiago, hermano del Señor

I 1. En aquel tiempo, un hombre llamado Joaquín salió su casa, llevando consigo sus rebaños y sus pastores, y fue al desierto, donde fijó su tienda. Y, después de haber permanecido allí en oración, durante cuarenta días y cuarenta noches, gimiendo, llorando y no viviendo más que de pan y de agua, se arrodilló, y, en la aflicción de su alma, rogó a Dios en estos términos: Acuérdate de mí, Señor, según tu misericordia y tu justicia, y opera en mí una señal de tu benevolencia, como lo hiciste con nuestro antepasado Abraham, a quien, en los días de su vejez, concediste un vástago de bendición, hijo de la promesa, Isaac, su descendiente único y prenda de consuelo para su raza. Y de esta suerte, con lágrimas y alma afligida, pedía piedad a Dios. Y decía: No me iré de aquí, ni comeré, ni beberé, hasta que el Señor me haya visitado, y haya tenido compasión de su siervo.

2. Y, cuando se acabaron los cuarenta días de ayuno, advino el ángel del Señor, y, colocándose ante Joaquín, le dijo: Joaquín, el Señor ha oído tus plegarias, y ha atendido tus súplicas. He aquí que tu mujer concebirá, y te dará a luz un vástago de bendición. Y su nombre será grande, y todas las razas lo proclamarán bienaventurado. Levántate, toma las ofrendas que has prometido, llévalas al templo santo, y cumple tu voto. Porque yo iré esta noche a prevenir al Gran Sacerdote, para que acepte esas ofrendas. Y, después de hablar así, el arcángel lo abandonó. Y Joaquín se levantó en seguida con júbilo, y partió con sus numerosos ganados y con sus ofrendas.

3. Y el ángel del Señor, apareciendo a Eleazar, el Gran Sacerdote, en una visión semejante, le dijo: He aquí que Joaquín viene hacia ti con ofrendas. Recibe sus dones religiosamente y conforme a la ley, como conviene. Porque el Señor ha escuchado sus ruegos, y ha realizado su demanda. Y el Gran Sacerdote se despertó de su sueño, se levantó, y dio gracias al Altísimo, diciendo: Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque no desdeña a sus servidores que le imploran. Después, el ángel apareció por segunda vez a Ana, y le dijo: He aquí que tu marido llega. Levántate, ve a buscarlo, y recíbelo con alegría. Y Ana se levantó, revistió su atavío nupcial, y fue a buscar a su marido. Y, cuando lo divisó, se prosternó con júbilo ante él, y le echó al cuello los brazos.

4. Y Joaquín dijo: Salud y feliz noticia, Ana, porque el Señor ha tenido piedad de mí, me ha atendido, y ha prometido damos un vástago de bendición. Y Ana dijo a Joaquín: Buena nueva a mi vez te doy, porque también a mí el Señor ha prometido darnos lo que dices. Y, transportada de gozo, añadió: Bendito sea el Señor, Dios de Israel, que no ha desdeñado nuestras súplicas, y que no ha apartado de nosotros su misericordia. Y, al mismo tiempo, Joaquín ordenó que se llamase a sus amigos y vecinos, y les hizo una recepción grandiosa. Comieron, bebieron, se regocijaron, y, después de haber rendido gracias al Señor, volvieron cada uno a su casa. Y glorificaron a Dios en alta voz.

Del nacimiento de la Virgen María, y lo que ocurrió en casa de su padre

II 1. Y Joaquín se levantó muy temprano, llamó a sus pastores, y les dijo: Traedme diez corderos blancos, y esto será la ofrenda para el templo augusto de mi Dios; y doce terneros, y esto será para los sacerdotes, los escribas y los ministros, que son los servidores de la Sinagoga y cien moruecos, y esto será para todo el pueblo de Israel. Y, cuando Joaquín hubo tomado estas ofrendas, las llevó al templo del Señor, y, habiéndose prosternado ante los sacerdotes y ante toda la asamblea, les presentó los dones aportados. Y ellos se regocijaron, y lo felicitaron de que hubiese placido al Señor aceptar de sus manos tan santas ofrendas. Y la multitud de gentes que se encontraban allí, estaban admirados, y decían: Alabado sea el Señor Dios de Israel, que ha realizado los votos de tu corazón. Ve en paz a tu casa, y el Señor será contigo perpetuamente, y te dará un hijo bendito y un vástago santificado, fruto de las entrañas de tu esposa.

2. Y Joaquín, después de haberse prosternado ante los sacerdotes, se levantó, entró en el templo, y, puesto en oración, daba gracias al Señor, y decía: Señor Dios de Israel, puesto que has escuchado a tu servidor, y lo has tratado con amplia medida de misericordia, yo te prometo que el hijo que me concedes, sea del sexo masculino o del femenino, te lo daré, para que esté a tu servicio en este templo, todos los días de su vida. Y, luego que hubo hablado así, Joaquín se incorporó, y marchó gozosamente a su casa.

3. Transcurridos tres meses, el hijo se estremecía en el vientre de su madre. Y Ana, llena de gran júbilo, dijo en un transporte de alegría: Por la vida del Señor, si me es concedido un hijo de bendición del sexo masculino o femenino, lo doy al templo santo, por todos los días de su vida. Y Ana cumplió ciento sesenta días de su embarazo, lo que equivale a seis meses.

4. Y Joaquín partió con presentes, llegó al templo santo, y, ante los sacerdotes, ofreció los sacrificios que había prometido cumplir íntegramente al comienzo del año. Y, al levantar las víctimas sobre el altar de los sacrificios, e inmolarlas, los sacerdotes vieron, mientras la sangre corría, que aquellas víctimas no contenían ninguna mácula, y, llenos de gozo, dieron gracias al Altísimo.

5. Mas Joaquín, después de haber hecho sus ofrendas ordinarias, tomó un cordero, y, haciendo primero su oblación, lo sacrificó después sobre el altar. Y todos vieron por un prodigio inesperado salir de la arteria una especie de leche blanca en lugar de sangre. Ante tan singular espectáculo, los sacerdotes y todo el pueblo quedaron atónitos, sorprendidos y maravillados. Porque jamás se había visto un prodigio semejante al que se verificara en tal sacrificio. Y Eleazar, el Gran Sacerdote, requirió a Joaquín para que dijese en nombre de qué había presentado en ofrenda y en sacrificio aquel cordero sobre el altar.

6. Y Joaquín respondió: Las primeras ofrendas las prometí al Señor, como un voto que debía cumplir. Pero este último cordero lo ofrecí en nombre de mi vástago futuro, y a él lo reservé. Y el Gran Sacerdote dijo: ¿Sabes lo que implica ese signo que el Señor te ha mostrado en nombre de tu vástago futuro? La leche que acaba de salir de esa arteria tiene una significación precisa. Porque lo que nacerá del vientre de su madre, será una hembra, una virgen impecable y santa. Y esta virgen concebirá sin intervención de hombre, y nacerá de ella un hijo varón, que llegará a ser un gran monarca y rey de Israel. Y, al oír estas cosas, todos los que estaban presentes, fueron presa de la mayor admiración. Joaquín se dirigió en silencio a su casa, y contó a su esposa los prodigios que habían ocurrido. Y, dando gracias a su Dios, se regocijaron, y dijeron al Altísimo: Hágase tu voluntad.

7. Y, cuando el embarazo de Ana alcanzó los doscientos diez días, lo que hace siete meses, súbitamente, a la hora séptima, Ana trajo al mundo a su santa hija, durante el día 21 del mes (de …), que es el 8 de septiembre. El primer día preguntó a la partera: ¿Qué he traído al mundo? Y la partera contestó: Has traído al mundo una hija extremadamente bella, graciosa y radiante a la vista, sin tacha ni mancilla alguna. Y Ana exclamó: Bendito sea el Señor Dios de Israel, que ha escuchado las súplicas de sus siervos, que nos ha mostrado su amplia misericordia, y que ha hecho por nosotros grandes cosas, que han inundado de gozo nuestra alma. Ahora mi corazón está sólidamente establecido en el Señor, y mi esperanza ha sido exaltada en Dios mi Salvador.

8. Y, cuando la niña tuvo tres días, Ana ordenó a la partera que la lavase, y la llevase a su dormitorio con respeto. Y, habiéndole la partera presentado a la niña, le dio el pecho, y la nutría con su leche. Y, en una efusión de ternura, le puso por nombre María. De día en día la niña crecía y adelantaba, y la madre, en los transportes de su júbilo, la mecía entre sus brazos. Y así sus padres la alimentaban y la cuidaban. Y, cuando llegó el tiempo de la purificación, por haber cumplido María cuarenta días, sus padres la tomaron con respeto, y, aportando numerosas ofrendas, la condujeron al templo santo, conforme a la regla de su tradición.

9. Y la pequeña María crecía y adelantaba de día en día. Cuando cumplió seis meses, su madre permitió que intentase andar por sí sola. Y la niña avanzó tres pasos por sí sola, y volviendo atrás, se echó en brazos de su madre. Y su madre, levantándola en sus brazos, y haciéndole caricias, exclamó: ¡Oh tú, María, santa madre de las vírgenes, raíz de hermoso crecimiento, rama de un noble trono, de ti se levantará la aurora, el astro precursor de la luz, semejante a la luna más que ninguna estrella, luz del día más brillante que el esplendor del sol, alba del sol del Oriente! Así hablaba Ana, y añadía otras muchas cosas aún. Y, acariciando a su santa hija, decía: Por la vida del Señor, tus pies no pisarán el suelo hasta el día en que te llevemos al templo. Y Ana pidió a Joaquín: Construye a tu hija María un aposento en que habite, hasta el momento en que sea mayor, y la llevemos al templo santo.

10. Y, pasado algún tiempo, los esposos se dijeron entre sí: Conduzcámosla a la casa del Señor, para que viva en su presencia, conforme a nuestro voto. Pero Ana advirtió a Joaquín: Esperemos a que adquiera conciencia de sí misma. Y, en aquellos mismos días, Ana quedó encinta, y trajo al mundo una niña que llamó Parogithä, diciendo: María será del Señor, y Parogithü constituirá nuestras delicias (phurgäiä) en lugar de María.

De la educación de la Virgen María, que tuvo lugar en el templo, durante doce años

III. 1. Y Joaquín dijo a Ana: Se han cumplido los días de la hija que ha nacido en nuestra casa. Manda que se convoque a todas las hijas de los hebreos, vírgenes consagradas a Dios para que cada una tome una lámpara en su mano, y conduzcan a la niña, con santo respeto, al templo del Señor. Y, habiéndola conducido, la colocaron en la tercera grada del tabernáculo. Y el Señor Dios le concedió gracia y sabiduría. Un ángel que descendió del cielo, le servía la mesa, y se veía alimentada por los ángeles del Espíritu Santo. Y, en el tabernáculo, oía incesantemente el lenguaje y el canto de los ángeles.

2. María tenía tres años, cuando sus padres la llevaron al templo, y en él permaneció doce. Al cabo de un año, sus padres murieron. María experimentó viva aflicción por la pérdida de los que le habían dado el ser, y les guardó el duelo oficial de treinta días. Establecida en el templo, fue allí educada, y se perfeccionó a la manera de las mujeres, como las demás hijas de los hebreos que con ella se encontraban, hasta que alcanzó la edad de quince años.

3. En aquel año, murió Eleazar, el Gran Sacerdote. Y los hijos de Israel, siguiendo las reglas del duelo, lloraron por él treinta días. Y, después de todos estos acontecimientos, tuvo lugar una asamblea de los sacerdotes, de los ancianos del pueblo y de otros notables, que resolvieron designar un Gran Sacerdote del templo, consultando la suerte. Y la suerte recayó sobre Zacarías, hijo de Baraquías. Todos los sacerdotes lo impusieron, y lo nombraron soberano ministro y Sumo Pontífice del santo altar. E Isabel, esposa de Zacarías, y Ana, eran parientes, y ambas a dos infecundas. Y, desde el embarazo de Ana y el nacimiento de María hasta el momento en que Zacarías comenzó a ejercer sus funciones de Gran Sacerdote, habían transcurrido catorce años.

4. Y, siendo ya Zacarías el Gran Sacerdote, su esposa continuaba estéril, y sin tener hijos, como Ana. Y, fuera de tiempo, los sacerdotes y todo el pueblo hicieron una reflexión demasiado tardía, y se dijeron los unos a los otros: Es extremadamente enojoso que no hayamos comprendido más pronto lo que hicimos. Porque hemos establecido este Gran Sacerdote, sin advertir el defecto que se oponía a ello, dado que su esposa es infecunda, y no ha concebido fruto de bendición. Y uno de los sacerdotes, llamado Levi, dijo: este me parece justo, y, con vuestro permiso, se lo comunicará. Los otros sacerdotes observaron: Declárale la cosa a él solo y en secreto, y no hables de eso a nadie más. Y el sacerdote, asintiendo, dijo: Conforme. Se lo manifestará a él, y a nadie más que a él.

5. Un día, pues, como hubiese terminado el tiempo de la plegaria, el sacerdote fue secretamente a entrevistar se con Zacarías, y le notificó la conversación que había tenido con sus compañeros. Al oír tal, Zacarías se turbó hasta lo sumo, y dijo entre sí: ¿Qué hará? ¿Qué respuesta he de dar? Porque, en lo tocante a mí, no me remuerde la conciencia el haber hecho mal alguno, y, si me odian sin causa, a pesar de mi inocencia, al Señor únicamente corresponde. examinarlo. Si repudio a mi esposa, sin alegar ningún desaguisado por su parte, cometerá una falta torpe. Y sería muy penoso para mí atribuirme un delito que no he cometido, para que se me destituya, o, sin decir nada, abdicar el pontificado y el servicio del santo altar. ¿Qué, pues, va a ocurrir en esta grave perplejidad que a mi alma atormenta?

6. Y, mientras revolvía en su pensamiento todas estas reflexiones, llegó la hora de la oración ritual, en que debía depositar el incienso ante el Señor. Y, manteniéndose en el templo cerca del santo altar, y llorando frente al tabernáculo, rogaba de esta suerte: Señor, Dios de nuestros padres, Dios de Israel, mírame con misericordia, a mí, tu siervo, que se presenta lleno de confusión delante de tu majestad, y que implora la dulce gracia de tu benevolencia. No desdeñes a tu siervo humilde. Si me juzgas digno de servir tu santo altar, usa a mi respecto de tu tierna bondad hacia los hombres, pues que tú solo eres piadoso y omnipotente. Sea para ti la gloria en todos los siglos. Amén.

7. Así habló Zacarías, mientras se encontraba a la derecha del santo altar, y, prosternado, adoraba al Señor. Y he aquí que un ángel de Dios le apareció, en el tabernáculo, y le dijo: No temas, Zacarías, porque tus plegarias han sido atendidas, y tus súplicas han llegado hasta Dios. He aquí que tu esposa Isabel concebirá y parirá un hijo, y llamaréis su nombre Juan. Mas Zacarías repuso: ¿Cómo puede suceder eso, puesto que yo soy viejo, y mi mujer avanzada en edad? Y el ángel dijo: Por cuanto no me has escuchado, ni creído mis palabras, he aquí que quedarás mudo e incapaz de hablar, hasta que esas cosas advengan. Y, en el mismo instante, Zacarías fue atacado de mutismo en el templo, y, habiéndose arrodillado en silencio frente al santo altar, se golpeó el pecho, y lloró con amargura.

8. Y los sacerdotes y la multitud del pueblo que se encontraba allí, notaron con sorpresa y con asombro que Zacarías se retardaba en el templo. Y, habiéndose introducido cerca de él, los sacerdotes lo encontraron atacado de mutismo. No podía hablar, y no se explicaba más que por gestos. Después, cuando hubo pasado la fiesta de los santos tabernáculos, el 15 del mes de tesrín, que es el 2 de octubre, finaron las primeras solemnidades. El 22 de tesrín, que es el 9 de octubre, Isabel quedó encinta. Y el 16 del mes de tammuz, que es el 5 de junio, tuvo lugar el nacimiento de Juan el Bautista.

De cómo los sacerdotes, siguiendo su uso tradicional, dieron a María en matrimonio a José, para que velase cuidadosamente por la Santa Virgen, y cómo él la tomó bajo su guarda, confiando en el Señor

IV 1. Cuando, transcurridos quince años, terminó la residencia santificada de María en el templo, los sacerdotes deliberaron entre sí, y se preguntaron: ¿Qué haremos de María? Sus padres, que han muerto, nos la confiaron en el templo, como un depósito sagrado. Ahora ha alcanzado, en toda su plenitud, el desarrollo propio de las mujeres. No es posible guardarla más tiempo entre nosotros, porque es preciso evitar que el templo de Dios sea profanado sin noticia nuestra. Y los sacerdotes se repitieron los unos a los otros: ¿Qué nos toca hacer? Y uno de ellos, un sacerdote llamado Behezi, dijo: Hay todavía con ella en el templo muchas otras hijas de los hebreos. Vayamos, por tanto, a interrogar a Zacarías, el Gran Sacerdote, y lo que él juzgue conveniente, lo haremos. Todos contestaron, unánimes: Está bien. Y el sacerdote Behezi se presentó ante Zacarías, y le dijo: Tú eres el Gran Sacerdote, avezado a la guarda del santo altar. Y hay aquí hijas de los hebreos, que se han consagrado a Dios. Entra en el Santo de los Santos, y ruega por la intención suya. Todo lo que el Señor revele, lo haremos según su voluntad.

2. E inmediatamente Zacarías se levantó, y, tomando el racional, entró en el Santo de los Santos, y rogó por aquellas jóvenes. Y, mientras esparcía el incienso ante el Señor, he aquí que un ángel de Dios fue a colocarse cerca del altar del tabernáculo, y le dijo: Sal a la puerta del templo, y ordena que se llame a las once hijas de los hebreos, y, con ellas, trae aquí a María, que es de la raza de Judá y de la familia de David. Ordena también que se llame a todos los celibatarios de la ciudad, y que cada uno aporte una tablilla. Colocarás todas las tablillas en el tabernáculo de la alianza, escribirás el nombre de cada uno sobre su tablilla, harás la plegaria, y cada virgen se casará con el hombre que Dios designe entre ellos. Y el Gran Sacerdote salió del templo, y ordenó que cuantos fuesen celibatarios se n,uniesen en aquel lugar. Y, al conocer esta orden, todos, hasta el último, se reunieron en el lugar indicado, llevando cada uno en la mano su tablilla. Y el viejo José, que también conoció aquella orden, abandonó su azuela de carpintero, y, tomando una tablilla, se apresuró a ir al lugar marcado. Y el Gran Sacerdote le tomó de las manos la tablilla, la aceptó, y, entrando en el templo, hizo la plegaria por aquellos hombres.

3. Era, en efecto, uso constante entre las familias de Israel salidas de la tribu de Judá y de la línea de David, colocar a sus hijas en el templo, donde se las guardaba en la santidad y en la justicia por el espacio de doce años, para allí servir, y esperar el momento de los decretos divinos, o sea, aquel en que el Verbo tomaría carne de una pura e impecable virgen, y, convertido exteriormente en uno de tantos hombres, pisaría la tierra con paso humano. La raza de Israel guardaba esa regla, consignada por escrito y conservada en el templo por la tradición de los antepasados. Y, a menos que no apareciese ningún signo o advertencia del Espíritu Santo, daban a aquellas jóvenes en matrimonio. Así se procedió con aquellas doce vírgenes, que eran de la raza de Judá y de la familia de David, y entre las cuales se encontraba la Virgen María, que tenía preeminencia sobre todas. Se las reunió de común acuerdo, y se las hizo comparecer en el lugar señalado. Y los sacerdotes consultaron la suerte a cuenta de ellas y a intención de los celibatarios, para saber quién de éstos recibiría una como esposa.

4. Y, cuando el Gran Sacerdote devolvió a los celibatarios sus tablillas respectivas, que había sacado del templo, vio que el nombre de cada una de las vírgenes estaba grabado sobre la tablilla de aquel a quien había tocado por mujer. Y, al tomar Zacarías las tablillas, éstas no llevaban ningún signo, excepto los nombres que se hallaban escritos en ellas. Pero, al entregar a José la última, en la cual se encontraba escrito el nombre de María, he aquí que una paloma, que salió de la tablilla, se posó sobre la cabeza del agraciado. Y Zacarías dijo a José: A ti te corresponde la Virgen María. Recíbela, y guárdala como esposa tuya, puesto que te ha caído en suerte por una decisión santa, para que se enlace contigo en matrimonio, como cada una de las otras vírgenes a uno de los celibatarios.

5. Mas José, al oír esto, resistió y repuso: Yo os ruego, sacerdotes y todo el pueblo, reunidos en este templo santo, que no me violentéis en presencia de todos. ¿Cómo haré nada de lo que me decís? Tengo una numerosa familia de hijos y de hijas, y quedaría avergonzado y confuso ante ellos. ¡No me violentéis! Mas los sacerdotes y todo el pueblo le contestaron: Obedece a la voluntad de Dios, y no seas recalcitrante e insumiso, porque no obras según la ley, al oponerte a esa voluntad. Y José dijo: Siendo, como soy, viejo, y estando próximo a la muerte, ¿por qué me obligáis a hacer en mi ancianidad cosas que no convienen a mi edad, ni a mi condición? Y el Gran Sacerdote dijo: Escucha. No tendrás vergüenza ni confusión de ningún lado, sino de todas partes bendición y gloria. Y José dijo: Hablas bien, pero la que me ha tocado es una niña, no una mujer, y, al verlo y comprenderlo, todos los hijos de Israel me pondrán en ridículo. Y el Gran Sacerdote dijo: Sabemos que eres bueno, justo y temeroso de Dios. Esta virgen es huérfana, y se ve privada de sus padres. La hemos tomado en tutela protectora, y en el templo la hemos residenciado, bajo la fe del juramento. Los sacerdotes y todo el pueblo acabamos de atestiguar legalmente que te ha caído en suerte María. Recógela por nuestra voluntad y nuestra bendición, y guárdala con santidad y con respeto, conforme a la ley a la tradición de nuestros antepasados, hasta que te llegue el momento de recibir la corona de gloria, al mismo tiempo que las otras vírgenes y los otros celibatarios.

6. Y José dijo: Tened piedad de los cabellos blancos de mi vejez. No me impongáis la carga, a que no tengo inclinación alguna, de guardarla con cuidado y con circunspección, como conviene. Es una virgen que acaba de llegar a la edad núbil, conforme a la naturaleza de las mujeres. ¿Cómo ha de ser para mí un deber aceptarla en matrimonio, ya que esto constituiría un pecado? Y el Gran Sacerdote dijo: Si no estabas dispuesto a consentir en las consecuencias de este acto, ¿quién te ha obligado a ello? ¿Por qué has venido con los otros celibatarios? Y advierte que, después de haberte presentado con ellos, y de haber tirado a la suerte, según el uso consagrado, has recibido del templo del Señor un signo bendito e indicativo de que Dios te ha concedido a María en matrimonio. Y José dijo: Yo no sabía esto de antemano, y, por mis propias reflexiones, no me era posible conocer el acontecimiento que se preparaba, ni sus resultas. Pero, repito, me hallo a punto de morir, y espero que respetéis los cabellos blancos de mi cabeza y mi vida sin tacha. Y el Gran Sacerdote dijo: Teme al Señor, y no resistas a sus órdenes. Recuerda cómo Dios procedió con Coré, Dathan y Abiron, y cómo la tierra se abrió y los tragó a causa del acto de desobediencia que cometieron. No los imites, si quieres evitar alguna desgracia imprevista, que te advenga de súbito.

7. Cuando José hubo oído estas palabras, se inclinó, se prosternó ante los sacerdotes y ante todo el pueblo, y sacando del templo a María, partió con ella, y la condujo a su casa, en la villa de Nazareth. Al llegar, le advirtió: Hija mía, presta oídos a lo que voy a decirte, y guarda su recuerdo. Yo proveeré a todas tus necesidades materiales, y tú habitarás aquí honestamente. Guárdate a ti misma, y por ti misma vela. No vayas inútilmente a parte alguna, y procura que nadie entre en casa, hasta que llegue el momento en que, Dios mediante, vuelva al lado tuyo. Sea eternamente contigo el Dios de Israel, Dios de nuestros padres. Y, habiendo hablado así, se levantó, y se puso en camino, para ir a ejercer su oficio de carpintero.

8. Y, al cabo de pocos días, sucedió que los sacerdotes se reunieron en consejo, y dijeron: Mandemos hacer, para el templo, un velo que será expuesto en el día de la gran fiesta, ante la congregación de todo el pueblo, y que realzará el esplendor del culto en el santo tabernáculo. Entonces el Gran Sacerdote ordenó que se convocase a las mujeres y a las vírgenes que estaban consagradas a Dios en el templo, y que pertenecían a la tribu de Judá y a la estirpe de David. Y, cuando las once vírgenes hubieron llegado, Zacarías se acordó de que María pertenecía a aquella tribu y a aquella estirpe, y mandó que fuesen a buscarla. Y, cuando María llegó, el Gran Sacerdote dijo: Echad a suertes, para saber quiénes habéis de tejer la muselina y la púrpura, lo encarnado y lo azul, y, echadas las suertes, la púrpura y la escarlata tocaron a María. Y, tomándolas en silencio, regresó y comenzó por hilar la escarlata, ante todo.

Sobre la voz del ángel mensajero, que anunció la impregnación de la Santa Virgen María

V 1. El año 303 de Alejandro, el 31 del mes de adar, el primer día de la semana, a la hora tercera del día, María tomó su cántaro, y fue a la fuente en busca de agua. Y oyó una voz que decía: Regocíjate, Virgen María. Súbitamente, María se turbó, y quedó helada de espanto. Y miró a derecha y a izquierda, y, no viendo a nadie, se preguntó: ¿De dónde ha partido la voz que se ha dirigido a mí? Y, recogiendo su cántaro, marchó precipitadamente a su casa, cuya puerta cerró y encerrojó cuidadosamente. Después, se recogió, silenciosa, en el fondo de la casa. Y, en el estupo de su espíritu, se decía con asombro: ¿Qué saludo es que se me ha hecho? ¿Cuál es el que me conoce, y sabe de antemano quién soy? ¿A quién he visto yo que pueda hablarme en esos términos? Y, pensando en todas esta cosas, se estremecía y temblaba.

2. Y, levantándose, se puso en oración, y dijo: Señor Dios de Israel, Dios de nuestros padres, mírame con misericordia, y condesciende a mi demanda, y a la plegaria di mi corazón. Escucha a tu miserable sierva, que te implora con esperanza y con confianza. No me entregues a las tentaciones del seductor y a las emboscadas del enemigo, y líbrame de los peligros y de la astucia del cazador, porqui espero y confío en que guardarás mi virginidad intacta Señor y Dios mío. Y, luego que hubo hablado así, rindió gracias al Señor, llorando. Y, después de haber permanecido en este estado durante tres horas, tomando la escarlata, se puso a hilar.

3. Y he aquí que el ángel del Señor llegó, y penetró cerca de ella, estando las puertas cerradas. El ser incorpóreo se le presentó bajo la apariencia de un ser corpóreo, y le dijo: Regocíjate, María, sierva inmaculada del Señor Como el ángel se le apareciera de súbito, María sintió pánico, y, en su pavor, era incapaz de responder. Y el ángel dijo: No te espantes, María, bendita entre todas las mujeres. Yo soy el ángel Gabriel, enviado por Dios para comu nicarte que quedarás encinta, y que darás a luz al hijo de Altísimo, el cual será un gran rey, y prevalecerá sobre la tierra toda. María le preguntó: ¿De qué hablas? ¿Qué es lo que expresas? Explícame este enigma. Y el ángel repuso: Lo que te he dicho, lo has oído de mi boca. Recibe la invitación contenida en este mensaje que acabo de hacerte y regocíjate. María dijo: Lo que me manifiestas es de una novedad desconcertante, que me llena de sorpresa y de asombro, pues afirmas que concebirá y pariré al tenor de las demás mujeres. ¿Cómo ha de ocurrirme esto, si yo no conozco varón? Y el ángel dijo: ¡Oh Santa Virgen María, no abrigues sospechas tales, y comprende lo que te revelo! No concebirás de una criatura, ni de un marido, ni de la voluntad de un hombre, sino del poder y de la gracia del Espíritu Santo, que habitará en ti, y que hará de ti lo que le plazca. María dijo: Lo que me anuncias me parece extraordinario y duro de creer. Yo no puedo conformarme, ni resignarme, con las cosas que me dices. Porque los prodigios de que me hablas, me parecen chocantes en principio e inverosímiles de hecho. Al oír tus palabras, mi alma se estremece de miedo, y tiembla. Mi espíritu continúa en la perplejidad, y no sé qué respuesta dar a tus discursos. El ángel preguntó: ¿Por qué te estremeces, y por qué tiembla tu alma?

4. Y María repuso: ¿Cómo podré conceder crédito a tus palabras, si jamás oí a nadie otras parecidas, y ni aun sé lo que pretendes comunicarme? El ángel dijo: Mis discursos son la exacta verdad. No te hablo a la ventura, ni conforme a mis propias ideas, sino que te digo lo que he oído del Señor, y que Dios me ha enviado a notificarte y a exponerte. Y tú tomas mi lenguaje por una falsedad. Teme al Señor, y escúchame. La Virgen repuso: No es que considere tus discursos vanos, sino que estoy poseída de un profundo asombro. Aquel que el firmamento y la tierra no pueden contener, ni envolver su divinidad, y cuya gloria no pueden contemplar todas las falanges celestes de espíritus luminosos y de seres ígneos, ¿podría yo sostenerlo, y soportar su ardor infinito, y abrigarlo en mi carne? ¿Cómo sería yo capaz de llevarlo corporalmente en mi seno, y de tocarlo con mis manos? Tu discurso es inverosímil; la idea, incomprensible, y su realización desconcertante. Se necesita más que toda la clarividencia del espíritu humano para escrutarlo y comprenderlo. ¿Quieres alucinar mi espíritu con un discurso engañador? ¡No será así! El ángel replicó: ¡Oh bienaventurada María, escúchame lo que decirte quiero! ¿Cómo la tienda de Abraham recibió a Dios bajo formas corpóreas, sin que el fuego se le aproximase? ¿Cómo habló Dios a Jacob, después de luchar con él? ¿Cómo Moisés, en el Sinaí, vio a Dios cara a cara, y la hoguera en que se le mostró ardió, sin consumirse? A ti te sucederá igual por otro concepto, y no tienes por qué temer a este propósito. Cree solamente, y oye lo que ahora voy a significarte.

5. María opuso aún: ¿Cómo me sucederá lo que dices? ¿Y cómo conocerá yo en qué día y a qué hora ocurrirá el suceso? Indícamelo. Y el ángel contestó: No hables así de lo que ignoras, y no te niegues a creer lo que no comprendes. Humilla tu oído, y cree todo lo que te revelo. María dijo: No hablo así por incredulidad, ni por desconfianza, pero quiero asegurarme con exactitud, y saber con certeza cómo la cosa me ocurrirá y en qué momento, a fin de que me halle dispuesta y prevenida. El ángel repuso: Su advenimiento puede acaecer a cualquier hora. Al penetrar en tu seno, y habitar en él, purificará y santificará toda la esencia de tu carne, que se convertirá en templo suyo. María dijo: Pero ¿cómo advendrá esto, puesto que, repito, no conozco varón? El ángel dijo: El Espíritu Santo vendrá a ti, y la potencia del Altísimo te cubrirá con su sombra. Y el Verbo divino tomará de ti un cuerpo, y parirás al hijo del Padre celestial, y tu virginidad permanecerá intacta e inviolada. María dijo: ¿Y cómo una mujer, conservando su virginidad, puede tener un hijo, sin la intervención de un hombre?

6. Y el ángel replicó: El caso no será como piensas. Tu maternidad no será efecto de una concupiscente pasión corpórea, ni tu embarazo consecuencia de una relación conyugal, porque tu virginidad permanecerá pura y sin tacha. La entrada del Verbo divino no violará tu vientre, y, cuando salga de él, con su carne, no destruirá tu pureza inmarchita, María exclamó: Tengo miedo de ti, porque me sonsacas con palabras gratas de oír, y que me causan viva sorpresa. ¿Es que quieres convencerme mediante frases engañosas, como sucedió a Eva, nuestra primera madre, a quien el demonio, conversando con ella, persuadió por discursos dulces y agradables, y que fue en seguida entregada a la muerte? El ángel dijo: ¡Oh Santa Virgen María, cuántas veces me he dirigido a ti, y te he dicho la exacta verdad! Y no crees en las órdenes y en el mensaje que te expresa mi boca, ni aun hallándome en tu presencia. De nuevo me dirijo a ti en nombre de Dios, para que tu alma no se espante ante mi vista, ni tu espíritu dude del que me ha enviado. Y no apartes de tu corazón las palabras que de mí ya has oído. No he venido a hablarte por artificio engañoso de ninguna especie, ni por trampa, ni por astucia, sino para preparar en ti el templo y la habitación del Verbo. María dijo: Ante la insistencia de tus discursos, siento sobrecogido mi ánimo, y me preocupa saber qué respuesta he de dar a lo que dices. Y, si no llego a convencerme a mí propia, ¿a quién podré descubrir mi situación, y persuadirlo de que no miento?

7. Y el ángel exclamó: ¡Oh Santa Virgen sin mancilla, no te ocupes de aprensiones vanas! María dijo: No dudo de tus palabras, ni tengo lo que dices por increíble, antes bien, soy dichosa, y me regocijan vivamente tus discursos. Pero mi alma se estremece y tiembla ante el pensamiento de que llevaré a Dios en mi carne, pada darlo a luz como a un hombre, y que mi virginidad continuará inviolable. ¡Oh prodigio! ¡Y qué maravilloso es el hecho de que me hablas! El ángel dijo: Una y otra vez he repetido mi largo discurso, dándote de él mi verídico testimonio, y no me has creído. Y María repuso: Te ruego, oh servidor del Altísimo, que no te enoje mi insistencia en preguntarte. Porque tú conoces la naturaleza humana y su incredulidad en toda materia. He aquí por qué yo quiero informarme fidedignamente, para saber al justo lo que ha de ocurrirme. No quedes, pues, descontento de las frases que he pronunciado. El ángel dijo: Llevas razón, pero ten fe en mí, que he sido enviado por Dios, para hablarte, y para anunciarte la buena nueva.

8. Y María respondió: Sí, creo en tus discursos, sé que es verdad lo que hablas, y acepto tus órdenes. Pero escucha lo que voy a decirte. Hasta el presente, he sido guardada en la santidad y en la justicia, ante los sacerdotes y ante todo el pueblo, después de haber sido legítimamente prometida a José, para ser su esposa. Y él se ha eñcargado de recogerme en su casa, para velar cuidadosamente por mí, hasta el momento que recibamos la corona de bendición, con las otras vírgenes y los otros celibatarios. Y, si vuelve, y me encuentra encinta, ¿qué respuesta le daré? Y, si me pregunta cuál es la causa de mi embarazo, ¿qué contestará a su interrogación? El ángel dijo: ¡Oh bienaventurada María, escucha bien mi palabra, y guarda en tu espíritu lo que voy a decirte! Esto no es obra del hombre, y el fenómeno de que te hablo no provendrá de nadie, y el mismo Señor lo realizará en ti, y él posee el poder de sustraerte a todas las angustias de la prueba. María dijo: Si la cosa es tal como la explicas, y el mismo Señor se digna descender hasta su esclava y su sierva, hágase en mí según tu palabra. Y el ángel la abandonó.

9. No bien la Virgen hubo pronunciado aquella frase de humillación, el Verbo divino penetró en ella por su oreja. Y la naturaleza íntima de su cuerpo animado fue santificada, con todos sus sentidos y con los doce miembros u órganos de sus sentidos, y quedó purificada como el oro en el fuego. Y se convirtió en un templo santo e inmaculado, y en la mansión del Verbo divino. Y, en el mismo momento, comenzó el embarazo. Porque, cuando el ángel llevó la buena nueva a María, era el 15 de nisan, lo que hace el 6 de abril, un miércoles, a la hora tercera del día.

10. Y, al mismo tiempo, un ángel se apresuró a ir al país de los persas, para prevenir a los reyes magos, y para ordenarles que fuesen a adorar al niño recién nacido. Y ellos, después de haber sido guiados por una estrella durante nueve meses, llegaron a su destino en el punto y hora en que la Virgen acababa de ser madre. Porque, en aquella época, el reino de los persas dominaba, por su poder y por sus victorias, sobre todos los reyes que existían en los países de Oriente. Y los reyes de los magos eran tres hermanos: el primero, Melkon, que imperaba sobre los persas; el segundo, Baltasar, que prevalecía sobre los indios; y el tercero, Gaspar, que poseía el país de los árabes. Habiéndose reunido por obediencia al mandato de Dios, se presentaron en Judea en el instante en que María había dado a luz. Y, habiendo apresurado su marcha, se encontraron allí en el tiempo preciso del nacimiento de Jesús.

11. Y, luego que la Virgen recibió el mensaje de su lmpregnación por el Espíritu Santo, vio a los coros angélicos, que cantaban en loor suyo. Y, al verlos, se sintió llena de pánico a una que de gozo. Y, con la faz postrada contra la tierra, se puso a alabar a Dios en hebreo, exclamando: ¡ Oh Señor de mi espíritu y de mi cuerpo, tú tienes el poder de cumplir todas las voluntades de tu amor creador, y tú decides libremente de toda cosa conforme a tu albedrío! Dígnate condescender con las plegarias de tu esclava y de tu sierva. Atiéndeme y libra mí alma, por cuanto eres el Dios mi Salvador, y tu nombre, Señor, ha sido invocado sobre mí cotidianamente. Y, hasta este día, me he guardado en la santidad, en la justicia y en la pureza, ordenada por ti, y he conservado mi virginidad firme e intacta, sin ningún deseo de carnales mancillas. Y, ahora, hágase tu voluntad.

12. Y, habiendo hablado así, María se levantó, y dio gracias al Altísimo. Después de lo cual, pasó una hora. Y, como la Virgen reflexionase, comenzó a llorar, y dijo: ¿Qué prodigio nuevo, y que no se había visto en el nacimiento de ningún hombre, es el que se realiza en mí? ¿No me convertiré en la fábula y en el ludibrio de todos, hombres y mujeres? Heme aquí, pues, en la mayor perplejidad. No sé qué hacer, ni qué respuesta dar a quienquiera se informe de mí. ¿A quién me dirigiré, y cómo justificaré todo esto? ¿Por qué mi madre me ha parido? ¿Por qué mis progenitores me han consagrado a Dios, en la tristeza de su alma, para convertirme en objeto de reproche para mí misma y para ellos? ¿Por qué me han obligado a guardar virginidad en el templo santo? ¿Por qué no he recibido más pronto la sentencia de muerte, que me sacará de este mundo? Y, puesto que permanezco con vida, ¿por qué mis padres no me han dado en matrimonio, sin decir nada, como a las demás hijas de los hebreos? ¿Quién ha visto ni oído nunca cosa semejante? ¿Quién creerá que dé a luz una mujer que no ha conocido varón? ¿A quién, ni en público, ni en secreto, contaré sin reticencia lo que ocurre? ¿Podré persuadir, a fuerza de palabras, ni a casadas, ni a solteras? Si les revelo exactamente lo insólito de mi caso, creerán que me mofo, y, si hablo bajo la fe del juramento, juzgarán que soy perjura. Decir falsedades, me es imposible, y condenarme a mí misma, siendo inocente, es bien duro. Si se me exige un testigo, nadie podrá justificarme. Y, si repito por segunda vez mi declaración, diciendo la verdad, se me condenará a muerte con desprecio. Todos los que oigan mi declaración, prójimos o extraños, dirán: Quiere engañar, con vanos subterfugios, a los insensatos y a los irreflexivos. No sé qué hacer, ni quién me sugerirá una respuesta que dar a todos, con respecto a este asunto; ni cómo diré esto a mi marido, cuyo nombre he recibido por el matrimonio; ni cómo me atrever a tomar la palabra ante los sacerdotes y el pueblo; ni cómo soportará ser entregada, delante de todo el mundo, al apa rato de la justicia humana. Si declaro a las casadas que soy virgen, y que he concebido sin la operación de un horn bre, tomarán mis palabras por una burla, y no me creerán. ¿Cómo podré yo darme cuenta a mf misma de lo que me ha sucedido? Todo aquello de lo que tengo conciencia, es que mi virginidad está a salvo, y que mi embarazo es cierto. Porque el ángel del Señor me ha dicho la verdad, sin mentira alguna. No me ha engaño con vanas habilidades, sino que ha transmitido, exacta y sinceramente, las palabras pronunciadas por el Espíritu Santo. ¿Qué hacer, pues, ahora que me he convértido en objeto de censura y de reprobación entre los hijos de Israel? ¡Oh palabra asombrosa! ¡ Oh obra sorprendente! Oh prodigio terrible y desconcertante! Nadie creerá que yo no haya conocido varón, y que mi embarazo es un ejemplo. Y, si digo seriamente a alguien: Cree que estoy encinta, y que, sin embargo, permanezco virgen, me contestará: Sea. Yo creo que hablas exacta y sinceramente. Pero explicame cómo una virgen puede llegar a ser madre, sin que un hombre haya destruido su virginidad. Y, con estas pocas palabras, me pondrán en ridículo. Bien sé que muchos hablarán perversamente de mí, y que me condenarán a la ligera, a pesar de mi inocencia. Sin embargo, el Señor me salvará de las murmuraciones y de los ultrajes de los hombres.

13. Habiendo dicho estas cosas, María dejó de hablar entre sí. Y, levantándose, abrió la puerta de la casa, para ver si había por allí alguien que prestase oídos a las palabras que pronunciara anteriormente. Como no percibiese ningún ser humano, volvió al interior de la casa, y, tomando la escarlata y la púrpura que había recibido de manos de los sacerdotes, para hacer un velo del templo, se puso a hilarlas. Cuando terminó su obra, fue a llevarla al Gran Sacerdote. Y éste, tomándola de las manos de la Virgen Santa, le dijo: María, hija mía, bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es tu seno virginal. El Señor magnificará tu santo nombre por toda la tierra. Tendrás preeminencia sobre todas las mujeres, y llegarás a ser la madre de las vírgenes. De ti vendrá al mundo su salvación. Así habló Zacarías. María se prosternó ante los sacerdotes y ante todo el pueblo, y, sumamente gozosa, regresó a su casa.

14. Y, cuando tuvo lugar la anunciación del ángel a María, el embarazo de Isabel duraba ya desde su comienzo el 20 de tesrín, lo que hace el 9 de octubre, y de esta fecha al 15 de nisan, es decir, al 6 de abril, habían transcurrido ciento ochenta días, lo que hace seis meses. Entonces comenzó la encarnación del Cristo, por la cual tomó carne en la Virgen Santa. Y un día, ésta, reflexionando, se dijo: Iré a ver a mi prima Isabel, le contaré todo lo ocurrido, y cuanto ella me diga, otro tanto haré. Y envió a José, a Bethlehem, un mensaje concebido en estos términos: Te ruego que me dejes ir a ver a Isabel, mi prima. Y José le permitió ir, y ella salió a escondidas a punto de amanecer y, dirigiéndose hacia las montañas de Judea, llegó a la villa de Judá. Y entró en la morada de Zacarías, y saludó a su parienta.

EL EVANGELIO DE VALENTINO

EL EVANGELIO DE VALENTINO
(Pistis Sophia)

Jesús asciende a los cielos y desciende de ellos para adoctrinar a sus discípulos

I 1. Cuando resucitó de entre los muertos, Jesús pasó once años hablando con sus discípulos.
2. Y les enseñaba hasta los lugares, no solamente de los primeros preceptos, y hasta los lugares del primer misterio, del que está en el interior de los velos, en el interior del primer precepto, que es él mismo el veinticuatro misterio, sino que también las cosas que se hallan más allá, en el segundo lugar del segundo misterio, que está antes que todos los misterios.
3. Y Jesús dijo a sus discípulos: He venido de ese primer misterio, que es el mismo que el último misterio, que es el veinticuatro.
4. Mas los discípulos no comprendían estas cosas, porque ninguno de ellos había penetrado aquel misterio, que, sin embargo, consideraban como la cumbre del universo y como la cabeza de todo lo que existe. Y pensaban que era el fin de todos los fines, porque Jesús les había dicho, con relación a ese misterio, que rodea el primer precepto, y los cinco moldes, y la gran luz, y los cinco asistentes, e igualmente todo el tesoro de la luz.
5. Y Jesús no había anunciado todavía a sus discípulos toda la emanación de todas las regiones del gran invisible, y de los tres triples poderes, y de los veinticuatro invisibles, y de sus regiones, y de sus eones, y de sus rangos, todo según la manera como emanan aquellos que son los mismos que los próbolos del gran invisible, y no les había explicado sus nacimientos, y sus creaciones, y su vivificación, y sus archones, y sus ángeles, y sus arcángeles, y sus decanos, y sus satélites, y todas las moradas de sus esferas.
6. Jesús no había hablado a sus discípulos de toda la emanación de los próbolos del tesoro de la luz, ni tampoco de sus salvadores, según el orden de cada uno de ellos y el modo de su existencia. Ne les había hablado del lugar de los tres amén que están esparcidos en el espacio.
7. Y nos les había dicho de qué lugar brotan los cinco árboles, ni los siete amén, que son los mismos que las siete voces, ni cuál es su región según el modo de la emanación.
8. Y Jesús no había dicho a sus discípulos cuáles son las regiones de los cinco asistentes, ni dónde están, ni les había hablado de los cinco círculos, ni del primer precepto, ni en qué sitio están.
9. Y solamente, hablando con sus discípulos, había revelado la existencia de esos seres, pero no les había explicado su emanación y el rango de su región, y ellos ignoraban que había otras regiones dentro de ese misterio.
l0. Y no había dicho en qué lugar había salido hasta que había entrado en ese misterio en el momento en que fue emanado, sino que sólo les había dicho: Yo he salido de este misterio.
11. Y por eso pensaban ellos respecto a ese misterio que era el fin de todos los fines y la cima del universo. Y Jesús dijo a sus discípulos: Ese misterio envuelve todas las cosas que os he dicho desde el día que he venido hasta el de hoy.
12. Y por eso los discípulos no pensaban que cupiese alguna otra cosa en el interior de ese misterio.
13. Y ocurrió que estando los discípulos en el Monte Olivete dijeron estas palabras, con gran alegría: Nosotros somos más felices que ningún hombre, puesto que el Salvador nos lo ha revelado todo, y habemos toda elevación y toda perfección.
14. Y, mientras hablaban así, Jesús estaba sentado un poco aparte. Y ocurrió que el día quince de la luna del mes de têbêth,día en que había plenilunio, el sol, alzándose en su carrera ordinaria, emitió una luz incomparable.
15. Porque procedía de la luz de las luces, y vino sobre Jesús, y lo rodeó completamente. Y estaba algo alejado de sus discípulos y brillaba de un modo sin igual.
16. Y los discípulos no veían a Jesús, porque los cegaba la luz que lo envolvía.
17. Y sólo veían los haces de luz. Y éstos no eran iguales entre sí, y la luz no era igual, y se dirigía en varios sentidos, de abajo arriba, y el resplandor de esta luz alcanzaba de la tierra a los cielos. Y los discípulos, viendo aquella luz, sintieron gran turbación y gran espanto.
18. Y ocurrió que un gran resplandor luminoso llegó sobre Jesús y lo envolvió lentamente. Y Jesús se elevó en el espacio, y los discípulos lo miraron hasta que subió al cielo, y todos quedaron silenciosos.
19. Y esto pasó al decimoquinto día del mes de têbêth.
20. Y cuando Jesús hubo ascendido al cielo, después de la hora de tercia, todas las fuerzas de los cielos se turbaron y se agitaron entre sí, y todos los eones y todas las regiones, y sus órdenes, y la tierra entera, y sus habitantes fueron estremecidos.
21. Y los discípulos y todos los hombres se amohinaron, y pensaron que era posible que el mundo fuese a ser destruido.
22. Y todas las fuerzas del cielo no cejaban en su agitación y se agitaron entre sí desde la hora de tercia de aquel día hasta la de nona del siguiente. Y los ángeles y arcángeles, y todas las potencias de las regiones superiores entonaban himnos, y todos oían sus cánticos, que duraron hasta la hora nona del otro día.
23. Mas los discípulos estaban reunidos y llenos de terror. Y se espantaban de lo que sucedía, y lloraban, diciendo: ¿Qué ocurrirá? ¿Destruirá el Salvador todas las regiones?
24. Y hablando así vertían lágrimas, y a la hora de nona del día siguiente, los cielos se abrieron y vieron descender a Jesús en medio de un inmenso esplendor.
25. Y este esplendor no era igual, sino que se dividía de muchos modos, y unos brillaban más que otros. Y había tres especies que brillaban de diferente forma, y la segunda estaba sobre la primera, y la tercera era superior a las demás. Y la primera era análoga a la que envolvió a Jesús cuando ascendió al cielo.
26. Y cuando los discípulos vieron tal, quedaron llenos de espanto. Y Jesús, misericordioso y dulce, les habló y dijo: Tranquilizaos y no temáis nada.
27. Y oyendo los discípulos estas palabras, dijeron: Señor, si tú quitas de ti esa luz deslumbrante, podremos seguir aquí. De otro modo, nuestros ojos cegarán y por esa luz nosotros y el mundo entero estamos turbados.
28. Y Jesús hizo desaparecer aquella luz, y los discípulos, tranquilizados, fueron hacia él, y prosternándose unánimemente, lo adoraron, diciendo: Maestro, ¿adónde has ido? ¿A qué te han llamado? ¿Y de dónde proceden todas estas perturbaciones?
29. Y Jesús, todo misericordia, les dijo: Regocijaos, porque, a partir de este momento, yo os hablaré con toda claridad, desde el principio de la verdad hasta su fin, y sin parábola.
30. No os ocultaré nada respecto a las cosas que pertenecen a las regiones superiores, y a las regiones de la verdad. Porque me lo ha autorizado el Inefable, por el primer misterio de los misterios, para que yo os hable desde el principio hasta la consumación, y desde las cosas interiores a las exteriores, y viceversa. Escuchad y os diré todas estas cosas.
31. Ocurrió que, estando yo sentado algo lejos de vosotros en el Monte Olivete, meditaba sobre la misión para la que he sido enviado, que está cumplida, y sobre el último misterio, que es el mismo que el veinticuatro misterio, desde las cosas interiores hasta las exteriores, y en que todavía no me había sido enviado un vestimento. Y estas cosas son en el segundo puesto del primer misterio.
32. Y sucedió que, cuando yo comprendía que el fin del misterio para el que he venido estaba cumplido ya, y que el misterio no me había aún enviado mi veste, reflexionando sobre esto, en el Huerto de los Olivos, cerca de vosotros, el sol se levantó a los lugares en que lo ha colocado el primer misterio que lo ha creado, y, según la orden del primer misterio, mi veste de luz me fue enviada, la cual me había sido dada desde el principio, y yo me puse en el último misterio, que es el veinticuatro misterio, a contar desde los que están en el segundo lugar del primer misterio.
33. Y esta veste yo la he puesto en el último misterio, hasta cumplir el tiempo en que debía empezar a predicar a la humanidad y a revelar todas las cosas desde el principio de la verdad hasta su fin, hablando desde lo interior de lo interior hasta lo exterior de lo exterior.
34. Regocijaos, pues, y sentid gozo, puesto que os ha sido otorgado que os hable desde el principio hasta el fin de la verdad. Y os he elegido desde el principio por el primer misterio.
35. Regocijaos, porque, al descender en el mundo, conduzco desde el comienzo doce fuerzas, que he tomado de los doce salvadores del tesoro de la luz, según el mandato del primer misterio. Y las he arrojado en el seno de vuestras madres y con las que hoy están en nuestro cuerpo.
36. Y estas fuerzas me han sido otorgadas por encima de todo el mundo, porque vosotros debéis salvar al mundo entero, y para ello es preciso que podáis sufrir las amenazas de los señores del mundo, y los peligros del mundo, y sus penas, y sus persecuciones.
37. Os he dicho que la fuerza que está depositada en vosotros la he extraído de los doce salvadores que están en el tesoro de la luz. Y por eso os he dicho desde el principio que vosotros no sois de este mundo, ni yo tampoco lo soy.
38. Y los hombres que son del mundo han tomado las almas de los archones de los eones. Pero la fuerza que está en vosotros viene de mí y pertenece a las regiones superiores. Yo he conducido a los doce salvadores del tesoro de la luz, de los que he tomado una parte de mi fuerza.
39. Y cuando he venido al mundo, he venido entre los angeles de las esferas, semejante a Gabriel, el ángel de los eones, y los archones de los eones no me han conocido, sino que creían que era el ángel Gabriel.
40. Y ocurrió que cuando estuve entre los jefes de los eones, miré desde arriba el mundo de los hombres, según el mandato del primer misterio, y hallé a Isabel, madre de Juan el Bautista, antes que lo hubiese concebido.
41. Y puse en ella la fuerza que había recibido del pequeño Iâo, el bueno, que está en el centro, para que pudiese predicar, antes que yo, y preparar mis caminos, y para que bautizase con el agua de remisión de los pecados.
42. Y en el sitio de un archon destinado a recibirlos, encontré el alma del profeta Elías en la esfera de los eones, y recibí su alma, y la llevé a la Virgen, hija de la luz, y ella la dio a sus herederos, que la llevaron al seno de Isabel.
43. La fuerza de Iâo, aquel que está en el medio, y el alma de Elías, el profeta, han sido unidas en el cuerpo de Juan el Bautista.
44. Y porque dudasteis cuando yo os dije que Juan había declarado ser el Cristo él, vosotros contestasteis que estaba en la Escritura que, si el Cristo venía, Elías vendría con él, y le prepararía los caminos.
45. Mas, al hablarme así, yo os contesté: Elías ha venido, y lo ha preparado todo, como está escrito.
46. Y como vi que no comprendíais que el alma de Elías estaba en Juan el Bautista, os hablé en parábola.

Jesús promete a sus discípulos instruirlos en todos los misterios

II 1. Y Jesús siguió hablando, y dijo: Y según el mandato del primer misterio, miré desde arriba el mundo de los hombres y hallé a María, que es llamada mi madre carnal, y le hablé en figura de Gabriel.
2. Y cuando ella se elevó hacia mí, yo puse en ella la primera fuerza, que he recibido de Barbelón, es decir, el cuerpo que viene de las regiones superiores.
3. Y en el sitio del alma puse en ella la fuerza que he recibido del gran Sabach, el bueno, que está en el hemisferio de la derecha. Y las doce fuerzas de los doce salvadores del tesoro de la luz que yo he recibido de los doce diáconos que están en el centro, y la llevé a la esfera de los archones.
4. Y los decanos de los archones y sus satélites creyeron que eran las almas de los archones, y las llevaron a los satélites, y yo las puse en el cuerpo de vuestras madres.
5. Y cuando se cumplió el tiempo, os parieron, y en vosotros no había nada del alma de los archones.
6. Y cuando Jesús hubo dicho todas estas cosas a sus discípulos en el Monte Olivete, continuó instruyéndolos.
7. Y dijo: Regocijaos y que la alegría descienda sobre vuestra alegría.
8. Porque los tiempos se han cumplido, y yo me vestiré con el ropaje que me ha sido preparado desde el principio, y que he puesto en el último misterio hasta el tiempo de su perfección.
9. Mas su tiempo no se había cumplido, y ya no podía hablaros de la verdad desde su principio hasta su fin, como ha de ser para que el mundo sea salvado por vosotros.
10. Regocijaos, pues, oh dichosos entre todos los hombres, porque habéis de salvar al mundo.
11. Y cuando Jesús hubo concluido de hablar así, dijo: He aquí que recibo mi vestidura, y que toda ciencia me es dada por el primer misterio.
12. Esperad un poco, y yo os revelaré todo misterio y toda pleroma, y nada os ocultaré a partir de hoy.
13. Mas en la perfección, yo os instruiré de toda perfección y de todos los misterios que son en sí mismos el fin de todos los fines y la gnosis de todas las gnosis, que hay en mi vestidura.
14. Y os explicaré todos los misterios, desde el interior de los interiores hasta el exterior de los exteriores.
15. Escuchad, pues, y oíd todas las cosas que me han sucedido.
16. Y ocurrió que cuando el sol se levantó en Oriente, descendió una gran potencia de la luz, y en la que venía mi investidura, que yo he puesto en el veinticuatro misterio, según os he explicado.
17. Y encontré el misterio de mi investidura, escrito en las cinco palabras que pertenecen a las regiones superiores, y que son: Zama, zama, òza ráchama òzai.
18. Y su explicación es ésta: El misterio que está fuera del mundo y que es causa de que el mundo haya sido hecho es toda la agresión y toda la elevación, proyecta todas las emanaciones y está en todas ellas.
19. Y he venido a nos, para que nos nos asociemos contigo, nos enteros estamos contigo. Y nos somos uno e idéntico, y tú eres uno e idéntico.
20. Y éste es el primer misterio hecho desde el principio, y que es inefable ante la emanación. Y todos nosotros somos su nombre.
21. Y nosotros, pues, vivimos enteramente para ti, en el último límite, que es lo mismo que el último misterio desde lo interior.
22. Y te hemos enviado tu investidura, que es tuya desde que en el principio la situaste hasta el último límite, y hasta que su tiempo se cumplió, según disposición del primer misterio.
23. Y habiéndose cumplido el tiempo, te la daré.
24. Ven a nos, para que seamos en ti, para que te revistamos del primer misterio y de toda su gloria, según mandato del que nos ha dado el primer misterio.
25. Porque tú eres nuestro predecesor y has sido hecho antes que nosotros.
26. Reviste tu investidura y ven a nos, que necesitamos de ti.
27. Para que revistamos con ella hasta que el tiempo marcado por el Inefable se haya cumplido.
28. Y el tiempo se ha cumplido ya. Ven, pues, a nos para que te revistamos hasta que cumplas todo el ministerio de la perfección del primer misterio determinado por el Inefable.
29. Ven a nos y deja el mundo. Y recibirás toda tu gloria, que es la gloria del primer misterio.
30. Y, cuando reconocí el misterio de esas palabras en la investidura que Él me había enviado, me revestí de ella, y me convertí en una luz inmensa, y volé a las regiones superiores, y llegué a las puertas del firmamento transformado en claridad incomparable.

Cristo explica a sus discípulos su viaje a través de las distintas esferas

III 1. Y todas las puertas del firmamento se abrieron ante mí.
2. Y subí a la primera esfera, y brillé con una luz inmensísima, cincuenta y nueve veces mayor que aquella con que destellé en el firmamento.
3. Y cuando llegué a las puertas de la primera esfera, todas se abrieron a la vez por sí solas.
4. Y cuando entré en el círculo de las esferas emanando una luz infinita, todos los archones fueron en turbación viendo el esplendor que me pertenecía.
5. Y mirando mi ropaje, vieron el misterio de su nombre, y su turbación aumentó.
6. Y tuvieron gran espanto y dijeron: ¿Qué cambio nos ha producido el señor del firmamento?
7. Y todas sus filas y sus lazos se rompieron.
8. Y cada uno se detuvo en su fila, y me adoraron a mí y a mi investidura, y cantaron himnos del interior de los interiores, con gran temor y desconcierto.
9. Y fui a las puertas de la segunda esfera, que es el Heimarméné y sus puertas se abrieron por sí mismas.
10. Y entré en el ámbito de Heimarméné, rodeado de una luz formidable, y no había ningún género de luz que no fuese en mí.
11. Y la luz era cuarenta y nueve veces más grande allí que en la primera esfera.
12. Y todos los archones de la segunda esfera cayeron, en su turbación, unos sobre otros, llenos de espanto ante la luz que me pertenecía.
13. Y viendo en mi vestidura el misterio de su nombre, quedaron desconcertados, y se preguntaban: ¿Cómo es que el Señor nos ha cambiado, sin saberlo nosotros?
14. Y los lazos de sus lazos, y de sus filas, y de sus cimientos, fueron rotos.
15. Y cada uno se detuvo en su puesto y, prosternándose ante mí y ante mi veste, me adoraron.
16. Y cantaron un himno desde el interior de los interiores, y estaban llenos de temor y de turbación.
17. Y, dejando aquel lugar, subiendo hacia los grandes archones de los eones, llegué a sus velos y a sus puertas, entre una claridad inmensa, y no había especie de luz que no fuese en mí.
18. Y cuando llegué a los doce eones, sus puertas se conmovieron, y sus velos se plegaron por sí mismos, y sus puertas se abrieron a la vez.
19. Y entré entre los eones destellando un resplandor inmenso, en que ningún género de luz faltaba, y este resplandor era cuarenta y nueve veces más grande que en el Heimarméné.
20. Y sus ángeles, y sus eones, y sus arcángeles, y sus archones, y sus dioses, y sus señores, y sus fuerzas, y sus luminarias, y sus antepasados, y sus triples poderes, vieron que yo era luz infinita, al que ninguna especie de luz es ajena.
21. Y se desconcertaron, y un gran pavor los dominó cuando vieron la luz deslumbrante que había en mi.
22. Y su pavor y turbación llegaron hasta las regiones del Gran Maestro de los cielos, y de los tres grandes triples poderes.
23. Y por su gran espanto, el Gran Maestro y los tres grandes triples poderes, corrían de un lado para otro, y no pudieron cerrar sus regiones, a causa del gran temor que experimentaban.
24. Y reunieron todos sus eones, y todas sus esferas, y todos sus súbditos, espantados por el gran resplandor que veían en mí.
25. Porque el mundo no hubiera podido soportar la luz que había en mí entre los eones, y se hubiera disuelto.
26. Y yo brillaba allí con una luz ocho mil setecientas veces mayor que la que fue conmigo cuando yo estaba en el mundo con vosotros.
27. Y cuantos había en el círculo de los doce eones se aturdieron, viendo la luz que me envolvía, y corrían de un lado para otro. Y todas sus regiones, y sus cielos, y sus mundos, se conmovieron, porque no conocían el misterio que se había cumplido.
28. Y Adamas, el gran tirano, y todos los tiranos que están en los eones comenzaron a combatir contra la luz.
29. Y no pudieron ver lo que combatían, porque no veían nada más que una luz muy brillante.
30. Y cuando combatían contra la luz, sucumbieron todos y, cayendo sin fuerza, quedaron sin aliento, como los habitantes de la tierra al morir.
31. Y yo les arrebaté la tercera parte de su fuerza, para que no pudieran persistir en sus malos actos, ni los hombres de la tierra los invocasen en sus misterios revelados por los ángeles pecadores, y que constituyen la magia.
32. Y así, si los hombres los invocasen con fines perversos, no podran ejecutar malas acciones.
33. Y troqué los Heimarménés y las esferas que son sus soberanas. Y las volví durante seis meses a la izquierda y seis meses a la derecha, ejerciendo sus influencias, según el mandato del primer precepto y según el mandato del primer misterio.
34. Y Iâo, el guardián de la luz, las había colocado mirando siempre a la izquierda, y ejerciendo así sus influjos y sus funciones.
35. Y he aquí que cuando yo llegaba a sus regiones, fueron rebeldes y se mostraron hostiles a la luz.
36. Y por eso les quité la tercera parte de su fuerza, para que no pudiesen ejercer sus prácticas malévolas.
37. Y cambié los Heimarménés y las esferas, poniéndolas a la derecha seis meses para ejercer sus influjos, y seis meses a la izquierda.

EVANGELIO DE LA VERDAD

EVANGELIO DE LA VERDAD
Prólogo

16 El Evangelio de la verdad es alegría para quienes han recibido de parte del Padre de la verdad el don de conocerlo por el poder de la Palabra que ha venido desde el Pleroma, la que está en el Pensamiento y el Intelecto del Padre, la que es llamada el Salvador, ya que es el nombre de la obra que debe llevar a cabo para la salvación de quienes eran 17 ignorantes del Padre, pero el evangelio es la manifestación de la esperanza que se descubre por quienes la buscan.

I. SURGIMIENTO DE LA IGNORANCIA

Frustración de la búsqueda y creación ilusoria

Puesto que la Totalidad buscó a Aquel del que habían salido, y la Totalidad estaba dentro de Él, el Incomprensible, el Impensable, que está sobre todo pensamiento, ignorar al Padre produjo angustia y terror. Pero la angustia se tornó densa como una bruma, de manera que nadie podía ver; por este motivo se ha fortalecido el Error; ha trabajado su materia vanamente, puesto que no conocía la verdad. Emprendió una obra disponiendo con esfuerzo y belleza algo semejante a la Verdad. Esto, en realidad, no constituía una humillación para el Incomprensible, el Impensable, puesto que eran nada, la angustia, el olvido y la obra engañosa, en tanto que siendo firme la Verdad es inmutable e inquebrantable y totalmente bella. Por esto, despreciad el Error. De este modo no tenía raíz y estaba en una bruma respecto del Padre, afanado en disponer actividades, olvidos y terrores, para por medio de ellos atraer a los del medio y hacerlos cautivos.

El olvido

El olvido del Error no se manifestó. No es un […] 18 desde el Padre. El olvido no tuvo lugar desde el Padre, aunque tuvo origen por su causa. Pero lo que nace en él es el conocimiento que se manifestó para que el olvido se disipara y el Padre fuese conocido. Ya que el olvido existió a causa de que el Padre no fue conocido, cuando el Padre sea conocido, el olvido a partir de ese momento dejará de existir.

II. EL DESCUBRIMIENTO DEL PADRE

Jesús crucificado y la existencia en el Padre

Éste es el evangelio del que se busca, que se reveló a los que son perfectos por las misericordias del Padre, el misterio oculto, Jesús, el Cristo, por cuyo medio iluminó a los que estaban en la oscuridad a causa del olvido. Los ha iluminado y (les) ha mostrado un camino. El camino, sin embargo, es la verdad que les ha enseñado. Por este motivo el Error se ha irritado contra él, lo ha perseguido, lo ha maltratado y lo redujo a nada. Lo clavó en un madero (y) fue un fruto del conocimiento del Padre. Pero no fue motivo de destrucción porque fuese asimilado, sino que a los que lo asimilan dio motivos para que sean felices por el descubrimiento, pero Él los descubrió en sí mismo y ellos lo descubrieron en ellos, al Incomprensible, al Impensable, al Padre, el Perfecto, que produjo la Totalidad, en el que está la Totalidad y del que la Totalidad necesita. Aunque ha conservado su perfección en sí, la que no ha dado a la Totalidad, el Padre no era celoso. Pues ¿qué celo podría existir entre Él y sus miembros? 19 Porque si el Eón hubiera recibido así su perfección, no podrían llegar […] al Padre, el que conserva en sí su perfección, dándosela como una conversión hacia Él y un conocimiento perfectamente único. Él es el que ha producido la Totalidad, en el que está la Totalidad y del que la Totalidad necesita. Como en el ejemplo de alguien al que otros ignoran, que desea que lo conozcan y lo amen, del mismo modo ¿por qué motivo la Totalidad estaría necesitada a no ser que fuese por el conocimiento del Padre? Él (=Jesús) fue un guía, silenciosamente y en reposo.

El Salvador maestro

Apareció en las escuelas, profirió la Palabra como un maestro. Se le aproximaron los sabios, según propia estimación, para probarle. Pero los confundió, porque eran vanos. Ellos lo odiaron, puesto que no eran sabios verdaderamente. Después de todos éstos se aproximaron a él también los niños, a quienes pertenece el conocimiento del Padre. Fortalecidos, aprendieron los aspectos del rostro del Padre. Conocieron y fueron conocidos; fueron glorificados y han glorificado.

III. PREVISIÓN SALVÍFICA

El libro del viviente y la crucifixión

Se manifestó en su corazón el libro que vive del Viviente, el que está escrito en el Pensamiento y el Intelecto 20 [del] Padre y que antes del establecimiento de la Totalidad estaba en su Incomprensibilidad, el que nadie podía tomar, puesto que está reservado para el que lo tomara para ser inmolado. Ninguno hubiera podido manifestarse de cuantos creyeron en la salvación si no hubiera aparecido ese libro. Por ese motivo el compasivo, el fiel, Jesús, aceptó con paciencia los sufrimientos hasta que tomó este libro, puesto que sabe que su muerte es vida para muchos. Del mismo modo que en un testamento se ocultan antes de abrirse los bienes del dueño de la casa fallecido, así sucede con la Totalidad, que permanece oculta en tanto que el Padre de la Totalidad era invisible, siendo un ser engendrado por sí mismo, del que provienen todos los intervalos. Por este motivo apareció Jesús, revistió aquel libro, fue clavado en un madero, y publicó el edicto del Padre sobre la cruz. ¡Oh sublime enseñanza! Se humilló hasta la muerte, aunque la vida eterna reviste. Después de despojarse de estos harapos perecederos, se revistió de la incorruptibilidad que nadie puede sustraerle. Habiendo penetrado en las regiones vacías de los terrores, atravesó por los que estaban desnudos a causa del olvido, siendo conocimiento y perfección, proclamando lo que hay en el corazón 21 […] […] enseñar a sus discípulos. Pero los discípulos son el Viviente, los que están inscritos en el libro del Viviente. Reciben la enseñanza sobre sí mismos, la reciben del Padre, y se vuelven de nuevo hacia Él.

Previsión paterna y llamada del elegido

Puesto que la perfección de la Totalidad está en el Padre, es necesario para la Totalidad subir hacia Él. Entonces, el que posee el conocimiento adquiere lo que le es propio y lo atrae hacia sí. Porque el que es ignorante está menesteroso y falto de muchas cosas, puesto que le falta lo que lo perfeccionará. Dado que la perfección de la Totalidad está en el Padre, es necesario que la Totalidad ascienda hacia Él y que cada uno adquiera lo que le es propio. Los ha inscrito de antemano, habiéndolos preparado para darla a los que han salido de Él. Aquellos cuyo nombre conoció de antemano han sido llamados finalmente, de modo que el que posee el conocimiento es aquel cuyo nombre ha sido pronunciado por el Padre, pues aquel cuyo nombre no ha sido dicho es ignorante. Efectivamente, ¿cómo podrá oír aquel cuyo nombre no ha sido convocado? Porque el que es ignorante hasta el fin es una obra del olvido y será disuelto con él, de lo contrario ¿cuál es el motivo de que estos desgraciados carezcan 22 de nombre y de que no exista para ellos una llamada?

Respuesta a la llamada y contenido del Libro

De esta manera el que posee el conocimiento es de lo alto. Si es llamado, escucha, responde y se vuelve hacia quien lo llama para ascender hacia Él. Y sabe cómo se llama. Poseyendo el conocimiento hace la voluntad de quien lo ha llamado, quiere complacerle y recibe el reposo. Su nombre propio aparece. El que llegue a poseer el conocimiento de este modo sabe de dónde viene y a dónde va. Sabe como una persona que habiendo estado embriagada ha salido de su embriaguez, ha vuelto a sí misma y ha corregido lo que le es propio. Él (=Jesús) ha desviado a muchos del Error. Les ha precedido hasta sus lugares, de los que se habían alejado cuando aceptaron el error, a causa de la profundidad del que abarca a todos los intervalos, mientras que ninguno existe que lo abarque a Él. Era una gran maravilla que estuvieran en el Padre sin conocerlo y que fuesen capaces de autogenerarse, puesto que no podían comprender ni conocer a Aquel en el que estaban. Porque de este modo su voluntad no había emergido de Él. En efecto, la reveló en consideración a un conocimiento que persuada a todas sus emanaciones. Éste es el conocimiento del libro viviente que reveló a los 23 eones, por fin, como [sus le]tras, revelando cómo no son vocales ni consonantes, para que el que las lea piense en algo vano, sino que son letras de la Verdad que sólo pronuncian los que las conocen. Cada letra es un pen[samiento] completo, porque son letras escritas por la Unidad, habiéndolas escrito el Padre, para que los eones por medio de sus letras conozcan al Padre.

IV. LIBERACIÓN SALVÍFICA

Advenimiento de la Palabra y reintegración del elegido

Su sabiduría contempla a la Palabra, su enseñanza la pronuncia y su conocimiento la ha revelado. Su clemencia es una corona sobre ella. Su alegría está en armonía con ella; su gloria la ha exaltado; su imagen la ha manifestado; su reposo la ha recibido en sí mismo; su amor hizo un cuerpo sobre ella; su fe la ha rodeado. De esta manera la Palabra del Padre surge en la Totalidad, como el fruto 24 [de] su corazón y como impronta de su voluntad. Pero sostiene a la Totalidad eligiéndola y recibe también el aspecto de la Totalidad. Jesús el de infinita dulzura la purifica, le da vuelta hacia el Padre y la Madre. El Padre descubre su seno. Pero su seno es el Espíritu Santo. Descubre su secreto, su secreto es su Hijo, para que por la misericordia del Padre los eones dejen de inquietarse buscando al Padre y descansen en él sabiendo que es el reposo. Después de haber colmado la deficiencia, ha abolido la forma. Su forma es el mundo en el que fue esclavo.

Disolución del mundo y de lo múltiple

Porque la región en donde hay envidia y discordia es deficiente, pero la región en la que hay unidad es perfecta. Puesto que la deficiencia se produjo porque se ignoró al Padre, entonces cuando se conoce al Padre la deficiencia dejará de existir. Como sucede con la ignorancia de una persona, que una vez que conoce se desvanece su ignorancia, como se desvanece la oscuridad cuando aparece 25 la luz, del mismo modo también se desvanece la deficiencia ante la perfección. Así desde ese momento no se manifiesta más la forma, sino que se disolverá en la fusión de la Unidad, porque ahora sus obras yacen dispersas, a la vez que la Unidad dará perfección a los intervalos. En la Unidad cada uno se realizará; en el conocimiento se purificará de la multiplicidad en la Unidad, consumiendo la materia en sí mismo, como una llama, y la oscuridad por la luz y la muerte por la vida. Si estas cosas verdaderamente han sobrevenido a cada uno de nosotros, debemos vigilar sobre todo para que la morada sea santa y esté en silencio para la Unidad.

Parábola de los vasos y juicio de la Palabra

Es lo mismo que en el caso de ciertas personas que han dejado los lugares que tenían vasos en sus puestos que no eran buenos. Si los hubieran roto, tampoco habría sufrido daño el dueño de casa. Sin embargo queda satisfecho, pues en lugar de los vasos deteriorados, los hay llenos, que son de manufactura perfecta. Porque así es el juicio que ha venido de 26 lo alto. Ha juzgado a cada uno, como una espada desenvainada, de doble filo, que corta por ambos lados. Cuando la Palabra apareció, la que está en el corazón de quienes la pronuncian, ella no es sólo un sonido, sino que tomó un cuerpo, una gran turbación sobrevino entre los vasos, porque algunos habían sido vaciados y otros estaban llenos; es decir, algunos habían sido provistos, pero otros derramados, unos purificados, pero otros quebrados.

Perturbación cósmica y derrota del Error

Todas las regiones se agitaron y conmovieron, porque carecían de orden y estabilidad. El Error se desconcertó, ignorando qué hacer; se afligió, lamentándose, y quedó vacilante, porque no sabía nada, después que se le aproximó el conocimiento que es su destrucción y el de todas sus emanaciones, el Error es vano, al no tener nada adentro. La Verdad apareció, todas sus emanaciones la conocieron. Saludaron al Padre verdaderamente con una potencia perfecta que las une con el Padre. Porque cada una ama a la Verdad, puesto que la Verdad es la boca del Padre y su lengua es el Espíritu Santo. El que se une 27 a la verdad se une a la boca del Padre por su lengua, cuando llegue a recibir el Espíritu Santo, puesto que tal es la manifestación del Padre y su revelación a sus eones. Ha revelado lo que de Él estaba oculto y lo ha explicado. Pues ¿quién existe, sino el Padre solamente?

Seres ocultos y descubiertos

Todos los intervalos son sus emanaciones. Han sabido que proceden de Él como hijos provenientes de un hombre perfecto. Sabían que todavía no habían recibido forma y que todavía no habían recibido un nombre, cada uno de los cuales engendra el Padre. En ese momento reciben una forma por su conocimiento, pues aunque estén en Él, no le conocen. Pero el Padre es perfecto, conociendo todo intervalo que está en Él. Si quiere, manifiesta a quien quiere, dándole una forma y dándole un nombre y lo llama y motiva que ellos vengan a la existencia los que antes de venir a la existencia, ignoran a quien los ha formado. No digo, por lo tanto, que no son nada los que todavía no existen, sino que están 28 en Él que querrá que vengan a la existencia cuando quiera, como el tiempo conveniente por venir. Antes de que todas las cosas se manifiesten, sabe lo que producirá. Pero el fruto que todavía no se ha manifestado, nada sabe, ni nada hace. De este modo también cada intervalo que es en el Padre proviene del que es, que lo ha establecido desde lo que no es. Pues el que carece de raíz, tampoco tiene fruto, pero por más que piense interiormente «He comenzado a existir», sin embargo, será destruido por sí mismo. Por este motivo el que no ha existido en absoluto nunca existirá. Entonces ¿qué quiso para pensar de sí mismo? Esto: «He existido como las sombras y los fantasmas de la noche». Cuando la luz ilumina el terror que esa persona ha experimentado, comprende que no es nada.

El estado de pesadilla y el despertar

De este modo eran ignorantes del Padre, al que 29 no veían. Puesto que existía terror, turbación, inestabilidad, vacilación y discordia, eran muchas las ilusiones y las vacuas ficciones que los ocupaban, como si estuvieran sumergidos en el sueño y convivieran con sueños inquietantes. Bien huían a algún lugar, bien se daban vuelta extenuados, después de perseguir a otros, bien daban golpes, bien los recibían, bien caían desde grandes alturas, o bien volaban por el aire, aunque sin poseer alas. A veces (les) sucede como si alguien fuese a matarlos, aunque nadie los persiga, o bien como si ellos mismos mataran a sus vecinos, porque se encontraron manchados con su sangre. Una vez que los que pasan por estas cosas se despiertan, nada ven, aunque estaban en medio de todas estas confusiones, puesto que ellas no existen. Semejante es el modo de los que han rechazado la ignorancia lejos de sí, igual que no tienen en ninguna consideración el sueño, así tampoco consideran sus 30 acciones como algo sólido, sino que las abandonan como un sueño tenido en la noche. El conocimiento del Padre lo aprecian como el amanecer. De esta manera ha actuado cada uno de ellos, como cuando estaban dormidos mientras que eran ignorantes. Y éste es el modo como ha (llegado el conocimiento), como si se despertara. ¡Feliz será el que llegue a darse vuelta y a despertarse! Y bienaventurado es el que ha abierto los ojos del ciego. Y el Espíritu ha corrido tras él, dándose prisa para despertarle. Habiendo tendido la mano al que yacía sobre la tierra, lo afirmó sobre sus pies, pues todavía no se había levantado.

V. INTERVENCIÓN PATERNA

Mediación del Hijo

Les dio los medios de conocerlo, el conocimiento del Padre y la manifestación de su Hijo. Porque cuando lo han visto y lo han oído, les hizo gustarlo y sentirlo y tocar al Hijo bienamado. Cuando apareció, instruyéndoles sobre el Padre, el Incomprensible, cuando les hubo insuflado lo que está en el Pensamiento, cumpliendo su voluntad, cuando muchos hubieron recibido la luz, se dieron vuelta 31 hacia él. Porque los materiales eran extraños y no vieron su semejanza, tampoco lo habían conocido. Pues él vino en una forma carnal, sin encontrar ningún obstáculo a su desplazamiento, puesto que la incorruptibilidad es irresistible. De nuevo, dijo cosas nuevas, hablando sobre lo que está en el corazón del Padre, habiendo proferido la Palabra sin defecto. Una vez que la luz habló por su boca y su voz engendró la Vida, les dio pensamiento e intelecto, la misericordia y la salvación y el espíritu poderoso proveniente de la infinitud y de la dulzura del Padre. Habiendo detenido los castigos y las torturas, puesto que desviaban de su rostro a muchos que estaban en el error y los lazos necesitados de misericordia, ha destruido a ambos con poder y los confundió con el conocimiento.

Parábola de la oveja perdida

Ha llegado a ser un camino para los que iban descarriados y conocimiento para los ignorantes, descubrimiento para los que buscaban y confirmación para los vacilantes e incontaminación para los manchados. Es el pastor 32 que ha dejado las noventa y nueve ovejas que no estaban perdidas y ha ido a buscar a la que estaba extraviada. Se regocijó cuando la encontró, porque noventa y nueve es un número que está en la mano izquierda, que lo contiene. Pero cuando se encuentra el uno, el número entero pasa a la mano derecha. Del mismo modo sucede al que le falta el uno, es decir, la mano derecha completa, que atrae a lo que era deficiente y lo toma del lado de la mano izquierda y lo lleva a la derecha, y de este modo también el número llega a ser una centena. Se trata del signo del que está en su sonido, o sea, del Padre. Incluso en sábado ha trabajado por la oveja que encontró caída en el pozo. Ha reanimado a la oveja subiéndola desde el pozo para que sepáis íntimamente, vosotros, los hijos del conocimiento interior, cuál es el sábado, en el que no es conveniente que la salvación descanse, para que podáis hablar del día de lo alto, que carece de noche, y de la luz que no se oculta, porque es perfecta. Decid, pues, desde el corazón que sois el día perfecto y que en vosotros mora la luz que no desfallece. Hablad de la verdad con los que la buscan y [del] conocimiento a los que han pecado en su error.

VI. DEBERES DEL ELEGIDO

33 Afirmad el pie de los que vacilan y tended vuestra mano a los débiles. Alimentad a quienes tienen hambre y consolad a los que sufren. Levantad a los que quieren levantarse y despertad a los que duermen, porque sois el entendimiento que atrae. Si actuáis así como fuertes, seréis también más fuertes. Prestaos atención a vosotros mismos y no os preocupéis de las otras cosas que habéis apartado de vosotros. No volváis a lo que habéis vomitado para comerlo. No seáis polillas. No seáis gusanos, porque ya lo habéis rechazado. No seáis un lugar para el diablo, porque ya lo habéis destruido. No consolidéis vuestros obstáculos, los que sois vacilantes, aunque seáis como un apoyo (para ellos). Pues al licencioso se lo debe tratar incluso como más nocivo que al justo. Efectivamente el primero actúa como una persona sin ley, pero el último actúa como una persona justa entre los demás. Así pues, vosotros haced la voluntad del Padre, puesto que le pertenecéis.

VII. EL PADRE Y LOS ELEGIDOS

El elegido como fragancia del Padre

Porque el Padre es dulce y lo que hay en su voluntad es bueno. Ha tomado conocimiento de lo que es vuestro para que podáis reposar en Él. Porque por los frutos se toma el conocimiento de las cosas que son suyas, ya que los hijos del Padre 34 son su fragancia, pues existen desde la gracia de su rostro. Por esta razón el Padre ama su fragancia y la manifiesta en toda región, y si la mezcla con la materia, da su fragancia a la luz y en su Silencio la hace superar toda forma (y) todo sonido, pues no son los oídos los que perciben la fragancia, sino que es el hálito que tiene el sentido del olfato y atrae la fragancia hacia sí y se sumerge en la fragancia del Padre, de manera que así lo protege y lo lleva al lugar de donde vino, de la fragancia primera que se ha enfriado como algo en una obra psíquica, semejante al agua fría que se congela sobre la tierra que no es firme y que los que la ven piensan que es tierra, pero después de nuevo se disuelve. Las fragancias, pues, que se han enfriado provienen de la división. Por este motivo vino la fe, disolvió la división y aportó el Pleroma cálido de amor para que el frío no vuelva de nuevo, sino que exista la unidad del pensamiento perfecto.

Perfeccionamiento en el Padre

Ésta es la Palabra del evangelio del descubrimiento del Pleroma, para los que esperan 35 la salvación que viene de lo alto. Mientras que su esperanza, por la que esperan, está en expectativa, ellos cuya imagen es luz, sin ninguna sombra, entonces, en ese momento, el Pleroma sobreviene. La deficiencia material no proviene de la infinitud del Padre, el que viene a dar tiempo para la deficiencia, aunque nadie podría sostener que lo incorruptible pudiera venir de esta manera. Pero la Profundidad del Padre se multiplicó y el pensamiento del Error no existía con él. Es algo que declina, es algo que fácilmente se pone derecho de nuevo con el descubrimiento de Aquel que ha venido hacia él al que recuperará. Porque este retorno es llamado arrepentimiento. Por este motivo la incorruptibilidad ha soplado y ha ido detrás del que ha pecado para que pueda descansar. Porque la clemencia es lo que queda para la luz en la deficiencia, la Palabra del Pleroma. En efecto, el médico va ligero hacia el lugar en donde hay un enfermo, porque ahí está la voluntad que hay en él. El que es deficiente, entonces, no se oculta, porque uno posee lo que al otro le falta. De esta manera el Pleroma que no es deficiente, pero que colma la deficiencia, es lo que 36 Él suministró desde sí mismo para completar lo que le falta, para que así reciba la gracia. Cuando era deficiente, no tenía la gracia. Por esto había deficiencia en el lugar en donde no había gracia. Una vez que aquélla, que estaba disminuida, se recibió, reveló lo que le faltaba, siendo (ahora) Pleroma, es decir, el descubrimiento de la Luz de la Verdad que apareció sobre él porque ésta es inmutable.

Unción del elegido y el paraíso como lugar del reposo

Por esto se habló de Cristo en su medio para los que estaban angustiados pudieran retornar y él pudiera ungirlos con el ungüento. Éste es la misericordia del Padre que tendrá misericordia de ellos. Pero aquellos a los que ha ungido son los perfectos. Porque los vasos llenos son los que habitualmente se untan. Pero cuando la untura de un vaso se disuelve, está vacío y el motivo de su deficiencia es la causa por la que su untura desaparece. Porque en ese momento lo atrae un soplo, algo por el poder de lo que está con él. Pero de aquel que carece de deficiencia ningún sello es levantado, ni nada se derrama, sino que aquello de lo que está falto el Padre perfecto una vez más lo llena. Él es bueno. Conoce a sus simientes, porque es el que las ha sembrado en su paraíso. Pero su paraíso es su lugar de reposo. Éste 37 es la perfección en el pensamiento del Padre, y éstas son las palabras de su reflexión. Cada una de sus palabras es la obra de su voluntad única en la revelación de su Palabra. Mientras estaban todavía en la profundidad de su pensamiento, la Palabra que fue la primera en adelantarse las reveló junto con el Intelecto que profiere la Palabra única en la gracia silenciosa. Ha sido llamado Pensamiento, porque estaba en Él antes de revelarse. Le correspondió, pues, adelantarse la primera cuando la voluntad de Aquel que quiso lo determinó.

La voluntad inescrutable del Padre

Pero la voluntad es que el Padre esté en reposo y complacido. Nada sucede sin la voluntad del Padre, pero su voluntad es inescrutable. Su huella es la Voluntad y nadie puede conocerla ni es posible a nadie escudriñarla para comprenderla. Pero cuando quiere, lo que quiere ahí está, aun cuando el espectáculo no les agrade del modo que sea ante Dios, cuando el Padre quiere. Porque conoce el comienzo de todos y su final. Al final, efectivamente, los interpelará directamente. Pero el fin consiste en conocer al que está oculto, y Éste es el Padre, 38 del que ha salido el principio y hacia el que retornarán los que han salido de Él. Ellos, por otra parte, han aparecido para la gloria y la alegría de su nombre.

VIII. EL NOMBRE DEL PADRE ES EL HIJO

El nombre del Padre, empero, es el Hijo. Es Él el que en el Principio dio un nombre al que ha salido de sí, que era Él mismo y al que engendró como Hijo. Le ha dado su nombre, el que le perteneció; es aquel al que le pertenece todo lo que existe en torno al Padre. Suyo es el nombre; suyo es el Hijo. Es posible para éste verlo. Pero el nombre es invisible porque sólo él es el secreto del Invisible que viene a los oídos que están completamente llenos de él por él. Porque, realmente, el nombre del Padre no es dicho, sino que se revela por medio del Hijo. Entonces y siendo así ¡grande es el nombre! ¿Quién, entonces, podrá pronunciar un nombre para Él, el gran nombre, salvo Él solo al que pertenece el nombre y los hijos del nombre, en los que descansó el nombre del Padre, los que a su vez descansaban en su nombre? Puesto que el Padre es inengendrado, Él solo es el que lo engendró como nombre para sí mismo antes de producir los eones, para que el nombre del Padre estuviese sobre sus cabezas como Señor, el que es el nombre 39 verdadero, firme en su autoridad por la potencia perfecta. Porque el nombre no pertenece a las palabras ni su nombre forma parte de las denominaciones sino que es invisible. Se dio un nombre para sí solo, puesto que Él solo se contempla y solo tiene capacidad para darse un nombre. Porque el que no existe carece de nombre. Pues ¿qué nombre se puede dar al que no existe? Pero El que es, es asimismo con su nombre, y el único que le conoce y el solo que sabe darle un nombre es el Padre. El Hijo es su nombre. Por lo tanto no lo ha ocultado, sino que ha existido y en cuanto es el Hijo, sólo Él dio un nombre. El nombre, por lo tanto, es del Padre, igual que el nombre del Padre es el Hijo. Puesto que ¿en dónde la misericordia encontraría este nombre, si no es junto al Padre? Pero seguro que alguno dirá a su vecino: «¿Quién dará un nombre al que existía antes que él, como si los niños no recibieran un nombre 40 de los que los han engendrado?» Primero, entonces, nos conviene entender acerca de este tema: «¿qué es el nombre?». Éste es el nombre auténtico; por lo tanto no es el nombre que deriva del Padre, puesto que es el nombre propio. No ha recibido, por consiguiente, el nombre en préstamo como los demás, según el modo como cada uno es producido, sino que éste es el nombre propio. No hay ningún otro al que se lo haya dado. Pero él es innominable e indescriptible, hasta el momento en que éste, que es perfecto, sólo lo expresó. Y él es el que tiene el poder para proclamar su nombre y contemplarlo. Por consiguiente, cuando le ha parecido bien que su nombre amado sea su Hijo y le dio el nombre a él, este que salió de la profundidad, expresó sus realidades, sabiendo que el Padre es carente de mal. Por esto también lo ha enviado para que hablase del lugar y de su lugar de reposo desde el que ha venido 41 y glorificase al Pleroma, la grandeza de su nombre y la dulzura del Padre.

IX. EL REPOSO DEL PADRE

Sobre el lugar de donde ha venido cada uno hablará y hacia la región en la que ha recibido su constitución retornará con prisa y abandonará esta región, la región donde se halló recibiendo gusto de aquel lugar, nutriéndose y creciendo. Y su lugar propio de reposo es su Pleroma. De este modo todas las emanaciones del Padre son plenitudes, y la raíz de todas estas emanaciones está en que a todas las hizo crecer en Él mismo. Él les ha asignado sus destinos. Cada una de ellas se ha manifestado, para que por su propio pensamiento […]. Porque el lugar hacia el que extienden su pensamiento, ese lugar, su raíz, es la que las eleva en todas las alturas hacia el Padre. Toman posesión de su cabeza, que es reposo para ellas, y son sostenidas, uniéndosele, de manera que dicen que han participado de su rostro con sus besos. Pero no se manifiestan 42 de esta manera, ya que no fueron elevadas por sí mismas; tampoco han sido privadas de la gloria del Padre ni lo concibieron como pequeño ni duro, ni irascible, sino como carente de mal, imperturbable, dulce, conociendo todos los intervalos antes de que existieran y sin haber tenido necesidad de instruirse. Ésta es la manera de ser de los que poseen (algo) de lo alto de la grandeza inconmensurable, en tanto que esperan al Uno solo y perfecto, que está allí para ellos. Y no descienden al Hades ni hay para ellos celos ni lamento ni muerte, sino que descansan en el que permanece en reposo, sin esforzarse ni dar vueltas en torno a la verdad. Por el contrario, ellos mismos son la verdad y el Padre está en ellos y ellos están en el Padre, siendo perfectos, siendo indivisibles en el verdaderamente bueno, de nada necesitan, sino que permanecen en reposo, refrescados por el Espíritu. Y tendrán en cuenta su raíz. Se interesarán por estas cosas en las que encontrarán su raíz y no sufrirán pérdida para su alma.

Conclusión

Tal es el lugar de los bienaventurados. En cuanto a lo demás, sepan en sus lugares que no me es conveniente, 43 habiendo estado en el lugar de reposo, decir nada más. Pero es en él en el que estaré, y para consagrarme por entero al Padre de la Totalidad y a los verdaderos hermanos, aquellos sobre los que el amor del Padre se derrama y en cuyo medio nada de Él falta. Son ellos los que se manifiestan verdaderamente, puesto que existen en la vida verdadera y eterna, y hablan de la luz que es perfecta y colmada de la simiente del Padre, y que está en su corazón y en el Pleroma, mientras que su Espíritu se recogija en esto y glorifica a Aquel en el que ha existido porque es bueno. Y sus hijos son perfectos y dignos de su nombre, porque Él es el Padre y son hijos de este tipo los que Él ama.
 

Fuente: Textos Gnósticos – Biblioteca Nag Hammadi II, por Antonio Piñero. Editorial Trotta www.trotta.es

Nota: la numeración corresponde a las páginas del manuscrito

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