Amma: La oración es un diálogo con el amado

AMMACHI:

La oración es un diálogo con el amado

Pregunta – Madre, en tu ashram ¿qué importancia das a la devoción? Cuando veo las oraciones y los cantos devocionales, parece casi un espectáculo.

Madre – Hijo, digamos que tienes una novia. Si estuvieras hablándole, ¿te parecería un espectáculo? Cuando amas realmente nunca piensas así. A otros sí puede parecerles un espectáculo. Ambas cosas son verdaderas. Para nosotros, esto nunca sería un espectáculo. Nuestras oraciones son expresiones de nuestro vínculo con Dios. En cada momento de nuestras oraciones, solo sentimos éxtasis. Tanto si el amante habla con su amada como si ella habla con su amado, sienten alegría. No sienten ningún descontento.  No se aburren aunque pasen horas hablándose. Nosotros sentimos un gozo similar cuando rezamos.
La oración es un diálogo con el Amado en nuestro interior – nuestro verdadero Ser.
Tú eres ese Ser, el Atman. No estás hecho para ser infeliz en ningún caso. No eres el alma individual. Eres el Ser Supremo. Tu naturaleza es la bienaventuranza. Este es el propósito de la oración. La verdadera oración no es solo palabras vacías.

Hijo, si por devoción entiendes rezar y cantar cantos devocionales, eso vas a encontrarlo en todas las religiones. Los musulmanes rezan postrados hacia la Meca. Los cristianos rezan ante la imagen de Cristo o ante la cruz. Jainistas, budistas e hinduistas también rezan. En todas estas religiones existe la relación maestro-discípulo. Vemos profetas y maestros reverenciados aparecer entre nosotros de vez en cuando. ¿No son éstas distintas formas de devoción? Aquellos que han estudiado las escrituras meditan en los principios del Vedanta y así crecen en la senda espiritual. Su devoción a estos principios es lo que les capacita para progresar. 

Nuestra devoción no busca a un Dios sentado en alguna parte del cielo. Más bien, aprendemos a ver a Dios en todas las cosas. Dios brilla dentro de cada devoto porque éste ve que nada es diferente de Dios.  El propósito de la oración es el de llegar a ser conciente de ese estado. Con nuestras oraciones glorificamos a la Verdad. La mente precisa ser elevada desde el nivel del cuerpo, mente e intelecto al nivel del Ser. Supongamos que en nuestra cocina hay una bombilla de cien watios, pero la bombilla está tan sucia que su luz parece de menos de diez watios. Si quitamos la suciedad, la bombilla recuperará su total brillantez. Del mismo modo, la práctica espiritual permite limpiar nuestras impurezas. Cuando levantemos el velo que cubre nuestra divinidad innata, nos concienciaremos del infinito poder que hay dentro de nosotros. Comprenderemos que no nacimos para sufrir, sino que nuestra auténtica naturaleza es la bienaventuranza. No obstante, no basta con hablar de estas verdades, se necesita la práctica espiritual. Todos tenemos la capacidad innata para nadar, pero solo si nos tiramos al agua y practicamos, aprenderemos a nadar.  La devoción y la oración son medios para despertar la Divinidad dentro de nosotros. 

Hijo, la verdadera devoción es ver a Dios en todos, ser respetuoso con todos. Deberíamos cultivar esa actitud. Deberíamos elevar nuestras mentes para ser capaces de ver al Divino en todas partes. Aquí, en India, no imaginamos a Dios como residente en un cielo. Dios está en todas partes. Nada es más importante en la vida que conocer a Dios. El objetivo de escuchar verdades escritas, contemplándolas y asimilándolas es darse cuenta de la naturaleza del Ser Supremo o Dios. La devoción es un camino espiritual que conduce a la misma meta.

Amma: No estas atado

Amma:

No estás atado

“Había un joven pastor que llevaba sus vacas a los prados cada mañana y las conducía de nuevo al establo por la tarde. Antes de retirarse para dormir, se aseguraba de que todas las vacas estuvieran bien sujetas a sus postes. Una tarde se dio cuenta de que a una de las vacas la faltaba su cuerda. El muchacho estaba en un aprieto. No podía dejar la vaca suelta, ya que probablemente se escaparía y la perdería. Ya era de noche y demasiado tarde para ir a comprar una cuerda. El muchacho se acercó al monje que estaba a cargo del lugar para pedirle consejo. Le dijo el monje: ‘No te preocupes, vuelve con la vaca, haz como si la ataras, asegúrate de que la vaca te vea y eso bastará para que la vaca se quede donde está.’

“El chico volvió al establo e hizo lo que el monje le había dicho. Simuló que ataba la vaca al poste. Cuando volvió a la mañana siguiente vio con asombro que efectivamente la vaca no se había movido durante la noche. El muchacho desató a las vacas como de costumbre y cuando estaba a punto de salir para los prados observó que la vaca que no tenía cuerda seguía echada junto al poste. Trató de unirla al rebaño, pero no consiguió que se moviese. El muchacho, perplejo, volvió a pedir ayuda al monje. Éste le escuchó y le sonrió. ‘Escucha muchacho, ayer hiciste como si la ataras; esta mañana has desatado a todas las vacas menos a ella. No lo has creído necesario  puesto que no está atada, pero la vaca cree que sí lo está. Así que vuelve y haz como que la desataras.’ El muchacho así lo hizo e inmediatamente la vaca se levantó y se unió a la manada.

“Nuestra ignorancia nos hace creer que estamos atados como la vaca, cuando en realidad somos completamente libres. Mientras nos sintamos atados, necesitaremos la ayuda de un Maestro Perfecto que nos muestre el camino y nos diga, ‘no estáis atados, sois el todopoderoso Atman, el Ser. Salid de la ilusión y elevaros a los cielos de la Conciencia Suprema.’ El Maestro hace como si os liberara de la cuerda que os mantiene atados a los objetos y placeres mundanos. Una vez que se disuelve la ilusión os dais cuenta de que siempre estuvisteis en esa Conciencia, que nunca, nunca os extraviasteis de ella.

“La guía y presencia de un Maestro Perfecto es la luz que ilumina vuestra senda. Su presencia os ayuda a ver el muro del ego que os habéis creado. La comprensión de la naturaleza ilusoria de vuestras ataduras las disolverá. La comprensión errónea de vuestras relaciones con la gente, con el mundo y sus objetos, es lo que crea vuestras ataduras.” 

Amma: El amor está aprisionado entre tú y yo

El amor está aprisionado entre tú y yo

  “La expresión común es, ‘te quiero’. Pero sería mejor decir ‘estoy enamorado, soy la encarnación del Amor Puro.’ Suprime el yo y el tú y encontrarás que solo hay amor. Es como si el amor estuviera aprisionado entre el yo y el tú. Suprime el yo y el tú porque son irreales. Son como muros autoimpuestos que no existen. El abismo entre el yo y el tú es el ego. Cuando se suprime el ego la distancia desaparece y el yo y el tú también desaparecen. Se funden en uno y eso es Amor. Vosotros prestáis su realidad al yo y al tú. Retirad vuestro apoyo y desaparecerán. Entonces os daréis cuenta de que no hay ‘te quiero’ sino que ‘yo soy ese amor que lo abraza todo.’

“Hijos, siempre que atraveséis dificultades en la vida, pensad para vosotros: ‘No espero amor alguno de otros, no soy alguien que necesite ser amado. Yo soy el Amor. Soy una fuente inextinguible de amor, siempre daré amor y nada más que amor a quienquiera que se me acerque.’

“La presencia de un Maestro perfecto es la presencia del Amor Divino. El amor divino no puede forzarse, está ahí simplemente a nuestra disposición. Ni siquiera el amor mundano puede ser forzado; ¿qué podemos pues decir del Amor Divino, que está más allá de cualquier limitación?

“Cuando dos personas se enamoran, no hablan de condiciones antes de comenzar a amarse. Si algo así sucediera el amor no sería posible. Cuando dos que se aman se ven, sus corazones desbordan espontáneamente. Están irresistiblemente atraídos uno hacia el otro. No hay en ello  esfuerzo, palabras ni condiciones. El amor surge cuando nada es forzado, cuando estamos plenamente presentes, no hay un  ‘yo y mío’ que bloquee el flujo amoroso. El mínimo uso de fuerza destruye la belleza del amor y así el amor no se produce. 

Amma: Dios y el guru

Amma: Dios y el Guru

Un brahmachary : Amma, ¿quién es más grande, Dios o el gurú?

Amma : En principio, Dios y el gurú son uno. La gracia del gurú es única. Si él lo quiere, puede disipar los efectos de la cólera de Dios. Cuando hayáis realizado a Dios, podréis afirmar que sois uno con El. Pero no es posible afirmar que sois uno con el Maestro. Es el gurú el que inicia al discípulo, dándole el mantra que le llevará a la realización de Dios. Él es quien muestra el camino que conduce al objetivo.        El gurú conservará siempre esta condición especial. Incluso después de haber realizado la verdad, el discípulo debe mostrarse con gran humildad hacia el gurú.

Br.: Amma, ¿cuántas veces tenemos que cantar el mantra que nos das para alcanzar el mantra siddhi -el poder del mantra-?

Amma : Lo que importa no es la cantidad de veces, sino cómo lo haces. Podrás recitarlo millones de veces, pero ¿cómo obtendréis un mínimo beneficio si al mismo tiempo lleváis una vida de total despreocupación, desprovista de shraddha?    La cantidad de veces depende de la extensión del mantra.    Es necesario practicar japa -repetición- con concentración.  Si ésta es perfecta, poco importa d número de repeticiones. Una cantidad de veces relativamente pequeña bastará para obtener el mantra siddhi. Es importante que os concentréis en la forma o el sonido del mantra. Al repetirlo, os podéis concentrar en cada una de las letras del mantra. No siempre conseguiréis una concentración perfecta. Por eso se dice que hay que repetir el mantra decenas de millones de veces. Mientras más lo repetís, mayor será vuestra concentración. Una pregunta corno ésta viene a ser lo mismo que preguntar cuánta agua requiere una planta para dar fruto. Es necesario regarla, pero la cantidad de agua depende de la clase de planta, del clima, terreno, etc. El agua sola no basta. La planta también necesita luz solar, fertilizante, aire y pesticidas.  De igual manera, en el camino de la espiritualidad, el mantra es sólo uno de sus aspectos. También son de gran importancia las buenas acciones, los buenos pensamientos y la compañía de personas virtuosas (satsanga).Cuando existen todas estas condiciones, el beneficio resultante será de acuerdo con la voluntad de Dios.

Br.: ¿Se pueden obtener siddhis -poderes psíquicos- repitiendo un mantra?

Amma : Los siddhis dependen de vuestra concentración.  El japa puede inducir a los siddhis. Pero si se utilizan sin discernimiento, uno puede desviarse del camino que conduce a la meta final. No creáis que podéis vivir vuestra vida de cualquier manera después de haber sido iniciados con un mantra.

Amma os observa.

Imaginad que tomáis el autobús. Si compráis el billete pero no lo tenéis a mano cuando llega el inspector, os hará bajar. No hay clemencia.

Cuando alcanzáis la realización, todos tenéis los siddhis. La realización está más allá de todos los poderes. El mundo entero estará en vuestras manos. Si en lugar de desear la realización, pedís a Dios que os conceda siddhis, sería como hacer grandes esfuerzos para entrar en la corte del rey; para pedirle, cuando finalmente estáis ante él, que os dé grosellas silvestres.

Br.: ¿Cuánto tiempo hace falta para obtener la visión de Dios?

Amma : No podemos predecir cuándo veremos a Dios. Eso depende del deseo del buscador y del esfuerzo que haga. Si tomamos un autobús de segunda, desconocemos la hora de nuestra llegada, porque en su ruta se detiene muchas veces. Pero podemos saber con mayor o menor precisión la hora de llegada de un autobús especial, cuyas paradas son mínimas. De igual forma, si pensamos en Dios sin perder un momento, con total desapego, en poco tiempo llegaremos al objetivo.  Si nuestro sadhana -práctica espiritual- no es muy intenso, es difícil determinar cuándo lo conseguiremos.

Las Escrituras afirman frecuentemente que hace falta menos de un segundo para alcanzar la realización. En otros lugares, declaran que es difícil, incluso dedicándole cien vidas. La intensidad del sadhana y el samskara -semillas simientes- que hemos heredado de existencias anteriores determinan el tiempo que necesitamos para alcanzar el objetivo. El sadhana no consiste en permanecer sentado en alguna parte con los ojos cerrados. Es necesario mantener el objetivo siempre presente en nuestro espíritu y un esfuerzo constante. Por encima de todo, hace falta un corazón puro. Cuando el corazón es puro, es fácil obtener la gracia de Dios.

Br.: Amma, ¿la visión de Dios es lo mismo que la realización?

Amma : Algunas personas tienen visiones durante la meditación, pero existe un estado meditativo que no es ni sueño ni vigilia. Podéis llamarlo estado de ensoñación de la meditación. Suele ser en ese estado en el que se obtiene la visión de diferentes formas divinas. No podemos llamarlo visión de Dios, ni deberíamos apegarnos a ello, sino avanzar en el camino, hasta que Se revele.

**Del Libro : Sabiduría Eterna -Upadeshamritam-

©2000 – Mata Amritanandamayi Mission Trust –

Amma: Enciende la luz de tu mente con la llama de la Fe

AMMACHI:

Enciende la luz de tu mente con la llama de la Fe

El cambio debe iniciarse en el individuo. Cuando alguien cambia a mejor, toda la familia se beneficia y la sociedad prospera. Por tanto, lo primero que deberíamos procurar es intentar hacer el bien. Cuando mejoramos nosotros mismos, esa mejora incide en todos los que nos rodean, por lo que también se producirán cambios positivos en ellos. No podemos cambiar a los demás simplemente aconsejándoles o riñéndolos. Tenemos que ser un ejemplo. Mostrar amabilidad y afecto hacia todos. Solo a través del amor desinteresado podemos transformar a los demás. Es posible que no vemos cambios inmediato, pero no tenemos que perder la esperanza ni abandonar nuestros esfuerzos. Por lo menos, esos esfuerzos nos permitirán evolucionar. 

Si intentamos enderezar la cola de un perro colocándola en un tubo, la cola no se enderezará, pero los músculos de nuestros brazos se harán mucho más fuertes. Ciertamente, cuando hacemos un esfuerzo con el fin de producir un efecto en los demás, mejoramos nosotros mismos. Pero también se producen ciertos cambios en los demás, aunque no resulten evidentes. Al menos, nuestros esfuerzos ayudarán a prevenir el incremento del deterioro social. A través de esos esfuerzos  podemos mantener algún grado de armonía en la sociedad.

Una persona que nade a contracorriente es posible que no adelante ni un centímetro, pero su esfuerzo le permitirá mantenerse y no ser arrastrado por la corriente. Si abandona, se ahogará. De forma similar, es esencial perseverar en nuestros esfuerzos.

Es posible que te preguntes “¿Qué sentido tiene que una persona luche sola en la sociedad, en un mundo lleno de oscuridad?” Cada uno de nosotros tiene una luz, la luz de la mente. Enciende esa luz con la llama de la fe. No te preocupes por cómo cubrir tan gran distancia con esa pequeña luz. Solo da un paso en cada momento. Descubrirás que hay suficiente luz para iluminar cada paso que des a lo largo del camino.

 

Amma: el maestro nunca abandona a sus discipulos

AMMACHI:

El Maestro nunca abandonará al discípulo

Pregunta – Si el deseo de una persona de servir al maestro espiritual es mayor que su deseo de Realización, ¿estará el maestro con esa persona durante todas sus vidas futuras?

Madre – Si ese es el deseo de un discípulo que se ha entregado completamente al maestro, el maestro definitivamente estará con él. Pero el discípulo no debe perder ni un segundo. Debe ser como una varilla de incienso que arde hasta su consumición para dar fragancia a los demás. Cada suspiro de un discípulo estará dedicado al bien del mundo. En cada acción ese discípulo deberá tener la actitud de servicio al maestro. El que se refugia por completo en un maestro espiritual no tiene más vidas por vivir, a menos que esa alma nazca de nuevo porque esa sea la voluntad del maestro.
Pero hay muchas clases de maestros. Están los que instruyen tras estudiar las escrituras y los Puranas. Esos son gurús. Pero hoy en día también son considerados como gurús los que apenas han leído un libro y profesan cualquier cosa. Sin embargo, un Satgurú es diferente. Un Satgurú es alguien que ha alcanzado la verdad mediante austeridades y renuncias y ha experimentado directamente el Estado Supremo descrito en las Escrituras. Exteriormente, tal vez no parezcan especiales con respecto a otros, pero los beneficios que se obtienen de un maestro así no pueden obtenerse de aquellos que pretenden ser satgurús. Aquellos que externamente muestran mucha pompa y esplendor puede que no tengan mucho en su interior. No obtendréis mucho dependiendo de ellos. La diferencia entre ellos y un satgurú es como la diferencia entre una bombilla de diez watios y una bombilla de mil. La mera presencia de un maestro auténtico os llenará de bienaventuranza y debilitará vuestros vasanas o tendencias innatas.
Las enseñanzas de los satgurús no están limitadas a sus palabras. Sus palabras se reflejan en sus acciones. En sus vidas pueden verse las palabras vivientes de las Escrituras. Si estudiáis sus vidas no hay realmente necesidad de estudiar las Escrituras. Los satgurús son totalmente desinteresados. Pueden ser comparados a una imagen de chocolate o caramelo porque de ellos solamente se desprende pura dulzura, sin nada superfluo. Los satgurús han nacido con el único propósito de elevar al mundo. No son individuos; representan un ideal. Solo hay que seguir su senda. Los grandes maestros abren nuestros ojos a la sabiduría y eliminan la oscuridad.

Dios está presente en todo. Pero el Satgurú es el que corrige nuestros errores y nos transporta al mundo divino. Por eso se dice del maestro que es Brahma, Vishnú y Maheshwara. El Satgurú tiene más sentido para el discípulo que Dios. Una vez encontrado un Satgurú, ya no es necesario pensar en la Realización, ni es necesario preocuparse por el renacimiento. Todo lo que se necesita es seguir la senda del maestro. Como un estanque que se ha unido a un río que se funde en el mar, una vez llegados al maestro, habéis alcanzado el lugar donde necesitáis estar. El maestro se cuidará del resto y os llevará a la meta. Todo lo que el discípulo necesita hacer es rendirse de todo corazón a los pies del maestro. El maestro nunca abandonará al discípulo.

 

Amma: ¿Como prueba un maestro a sus discipulos?

AMMACHI:

¿Cómo prueba un Maestro  a los discípulos?

Pregunta – Madre, ¿de qué modo prueba el maestro a sus discípulos?

Madre – No podemos determinar una serie de reglas fijas como hacemos para superar un examen. El maestro conduce al discípulo según los vasanas que éste haya adquirido durante muchas vidas. Incluso en situaciones idénticas, el maestro puede proceder de modo muy diferente hacia discípulos diferentes. Aunque no tenga  ningún sentido para vosotros. Solo el maestro conoce la razón. El maestro decide los pasos a seguir para debilitar los vasanas de un individuo en particular, para guiarle hacia la meta. Hay un factor que ayudará al progreso espiritual del discípulo y es que él o ella se rindan a la decisión del maestro.

Cuando dos discípulos cometen el mismo error, el maestro puede enfadarse con uno y mostrarse muy amoroso con el otro, actuando como si nada hubiese ocurrido. El maestro conoce el nivel de fuerza mental y madurez de cada discípulo. En su ignorancia, los observadores pueden criticar al maestro. Porque solo ven lo que está sucediendo, externamente. Carecen de visión interior para ver los cambios que se van produciendo en los discípulos.
El árbol no brota hasta que la corteza exterior de la semilla se rompe. De igual modo, no podéis conocer la Verdad sin destruir totalmente el ego. El maestro prueba al discípulo de diversos modos para comprobar si han venido al maestro a causa de un brote efímero de entusiasmo o por amor al objetivo espiritual. Estas pruebas pueden compararse a los exámenes sorpresa, sin aviso previo. Es deber del maestro medir cuanta paciencia, renuncia y compasión tiene el discípulo, así como probar su grado de debilidad cuando deben afrontar ciertas situaciones o si poseen fuerza para superarlas. De los discípulos se espera que sean guías del mundo en el futuro. Miles de personas pueden llegar a ellos un día, depositando toda su confianza. Los discípulos deben poseer suficiente fuerza interior, madurez y compasión para merecer esa confianza. Si un discípulo sale al mundo sin estas cualidades y carece de la suficiente pureza interior, sería como la mayor de las traiciones. En ese caso, aquel que debería proteger al mundo podría resultar un enemigo destructor. 

***

Una vez, un maestro dio a su discípulo una roca y le pidió que tallase una imagen. El discípulo, obediente, renunciando a alimentarse y a dormir, se puso manos a la obra a hacer la talla. Cuando terminó, se  la trajo al maestro y la ofreció a sus pies. Se quedó humildemente a un lado con las manos juntas y la cabeza inclinada. El maestro miró la escultura, la tomó en sus manos y la arrojó a lo lejos, rompiéndose en mil pedazos. 
‘¿Es éste el modo de tallar una imagen? -preguntó colérico.
El discípulo miró los pedazos y pensó, ‘no ha pronunciado una palabra amable aunque me he esforzado durante días sin comer ni dormir’. Conociendo sus pensamientos, el maestro le dio otra piedra y le pidió que comenzara de nuevo a tallar otra imagen. 
El discípulo se alejó con la piedra e hizo otra imagen más hermosa que la primera. De nuevo, se acercó al maestro, pensando que esta vez, seguro, estaría complacido. Pero tan pronto como el maestro vio la imagen, su rostro enrojeció. ‘¿Te estás riendo de mí? ¡Esta es peor que la anterior!’ Y de nuevo rompió la imagen.
Miró al discípulo que permanecía de pie, con la cabeza inclinada humildemente.  Esta vez el discípulo no sintió resentimiento alguno hacia el maestro, pero sintió cierta tristeza.
El maestro le entregó otra piedra pidiéndole que la tallase de nuevo. El discípulo esculpió la nueva imagen con mucho cuidado. Era una gran obra de arte, que entregó a los pies del maestro. Pero el maestro la tomó y la hizo añicos mientras reñía severamente al discípulo.  Esta vez no se sintió enfadado ni triste. Pensó, ‘si este es el deseo de mi maestro, que así sea. Todo lo que hace es por mi bien.’ Tal era su actitud de rendición en ese momento.
El maestro aún le dio otra piedra. El discípulo la aceptó con alegría y regresó con otra imagen excepcionalmente bella. El maestro la rompió igualmente. Pero ello no produjo ningún cambio en el ánimo del discípulo. El maestro estaba muy complacido. Puso las manos sobre la cabeza del discípulo y le bendijo.

***

Un observador de las acciones del maestro habría pensado probablemente que era cruel o incluso loco. Solo el maestro y el discípulo que se había rendido a él por completo sabían lo que estaba sucediendo. El maestro hizo pasar al discípulo por numerosas pruebas, para moldearle adecuadamente. Cada vez que el maestro rompía la imagen que le traía , estaba esculpiendo una verdadera imagen en su corazón.  Lo que rompía era su ego. Solo un satgurú puede hacer esto y solo un verdadero discípulo puede saborear la bienaventuranza que ello contiene.

Amma: Inteligencia

AMMACHI:

Inteligencia

P- ¿No nos ha dado Dios este cuerpo y creado los objetos del mundo para que disfrutemos de ellos y vivamos felizmente?

Amma: “Si conducís vuestro coche de cualquier manera, ignorando las reglas, probablemente tendréis un accidente e incluso podéis morir. Hay reglas de conducción para ser cumplidas. De igual modo, Dios no solo ha creado todo, también ha establecido reglas para todo y debemos vivir de acuerdo a esas reglas o llegaremos a sentirlo.
Comed solo lo necesario. Hablad solo cuando sea necesario. Dormid lo necesario. Emplead el resto del tiempo en hacer buenas obras. No perdáis un solo momento de vuestra vida. Intentad que vuestra vida sea beneficiosa para los demás.
Si coméis tanto chocolate como queréis os dolerá el estómago. Demasiado de todo os causará problemas. Tenemos que entender que la felicidad mundana es causa de infelicidad.
Dios nos ha dado inteligencia – la inteligencia para usar el discernimiento -. Deberíamos usar esa inteligencia y actuar en consecuencia. Dios también ha creado el veneno, pero nadie tomaría veneno sin razón alguna. En un caso así no dudamos en usar el discernimiento. De la misma manera debemos pesar cada acto que realicemos.” 

Amma: La felicidad viene del interior

AMMACHI:

La felicidad viene del interior

La búsqueda de la felicidad en el mundo material es la causa del sufrimiento y de la falta de espacio interior. Esto afecta no solo al individuo, también a la sociedad en general. A causa de la búsqueda de la felicidad en las cosas externas, el amor auténtico ha desaparecido de la humanidad. Paz y alegría han desaparecido de la vida familiar. La gente ha perdido su capacidad de amar y servir a los otros con el corazón abierto. Maridos que desean otra mujer, esposas que desean otro hombre. Esto ha ido tan lejos que en su excesivo deseo de placer hay hombres que olvidan que sus propias hijas son sus hijas. Incluso el concepto de relación hermano – hermana se derrumba. Millares de niños son asesinados. La razón de todo este mal en el mundo de hoy se halla en el concepto erróneo de que la felicidad se encuentra en el exterior. 

La gente busca la felicidad en cosas cuya naturaleza esencial no dan la felicidad en absoluto. Van de un objeto a otro. Pensar que podemos alcanzar la felicidad en algo externo, es solo una ilusión de la mente. En realidad  no existe felicidad en ninguna circunstancia externa. La felicidad que ansiamos está dentro de nosotros. Dios nos ha dado un cuerpo, sentidos e inteligencia, justo para que aprendamos esta lección y busquemos la fuente auténtica de la bienaventuranza. Si utilizamos nuestros sentidos indiscriminadamente solo hallaremos sufrimiento en lugar de la felicidad que esperamos.

Para aquellos que solo ansían placeres egoístas y vivir sin contención, el resultado será la ruina. Es natural que deseos y emociones surjan en la mente, pero la contención es necesaria. Es natural tener hambre pero no comemos cualquier cosa comestible que veamos. Si así fuera nos pondríamos enfermos. Del mismo modo, el ansia excesiva de placeres conduce al sufrimiento. Pero la gente no se da cuenta de esto. El placer de los sentidos viene de dentro. La gente corre frenéticamente detrás de la felicidad externa hasta que se derrumban en un estado de sufrimiento y desesperación. Se levantan, corren de nuevo y de nuevo caen. Si vamos solamente en busca de placeres externos no encontraremos paz en la vida. Debemos aprender a mirar hacia dentro pues ahí es donde se encuentra la felicidad auténtica. Pero no encontraremos esa bienaventuranza hasta que evitemos esos saltos externos de la mente, hasta que la aquietemos. En el fondo del océano no hay olas. Igualmente os daréis cuenta de que la mente se calma automáticamente cuando nos sumergimos en sus profundidades. Ahí solo hay bienaventuranza. 

Amma: el corazon es lo mas inportante

AMMACHI:

El corazón es más importante

El intelecto es necesario. La Madre no dice que no lo sea. Pero el intelecto a menudo no sirve para realizar una buena acción. No emerge el intelecto discriminatorio, sino el egoísmo en primera línea.

El corazón y el intelecto no son dos cosas separadas. Cuando se tiene un intelecto discriminatorio, uno se torna de modo natural expansivo. Y de la expansión surge un espíritu de inocencia, humildad y cooperación. La palabra ‘corazón’ es sinónima de expansión. Solo con la mención de la palabra ‘corazón’ sentimos una calma suave. Sin embargo hoy en día la mayoría de la gente solo ve el intelecto corriente, no el discriminatorio. Es decir, lo que ve no es realmente el intelecto, sino el ego. El ego es la causa de todo sufrimiento en esta vida.  A medida que el ego crece, la expansión se contrae y el espíritu de cooperación desaparece. No es posible vivir sin esas cualidades, tanto en la vida espiritual como en la mundana.

Supongamos que se establecen ciertas reglas en la familia: ‘Mi esposa debería vivir así, hablar así, comportarse así, porque ella me pertenece.’ Si insistís en que ella viva de acuerdo con estas reglas, no habrá paz en casa. Suponed que al regreso del trabajo no dirigierais la palabra a vuestra esposa e hijos; que entrarais directamente a vuestro despacho para seguir trabajando, actuando en plan ‘jefe’ como en la oficina. ¿Creéis que estarían contentos? Y si decís que es que sois así, ¿creéis que ellos lo aceptarían? ¿Creéis que habría paz?

Si por el contrario al llegar a casa saludáis afectuosamente a vuestra esposa, dedicáis un tiempo a vuestros hijos – si estáis disponibles en lugar de encerrados en vosotros mismos, todos estarán contentos. Cuando toleramos y olvidamos las faltas y carencias de los otros hay paz y felicidad en la familia. Y cuando perdonáis los defectos  de vuestro cónyuge es por amor hacia esa persona. Incluso si comete errores la seguís amando, estáis dando más importancia al corazón. Estáis sintiendo que vuestros dos corazones laten como uno solo y que deseáis pasar la vida juntos. Esa es la actitud que la Madre llama ‘corazón’.

¿Qué sentido tendría insistir en aplicar esas reglas de comportamiento hacia vuestros hijos? ¿Se someterían ellos a vuestros cambios de humor? ¿No reaccionarían con testarudez? El amor por vuestros hijos os hace tolerantes con sus errores y, cuando es así, senti

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