Nosotros los purepechas, la danza de los viejitos

sé Luis Huerta

Nosotros los P’urhépecha somos adictos a las danzas; en la meseta y en la región lacustre, existe una gran riqueza en variedad y antigüedad, así como espectaculares, algunas y de un colorido sin igual; de entre todas las danzas sobre sale una, la más antigua, así como la mas reconocida, tanto local, como nacional e internacionalmente, pues esta danza que es la de los viejitos, le ha dado la vuelta al mundo, en todo el mundo es conocida y admirada así como apreciada.

    Antes de que el ser humano desarrollara un lenguaje, la danza fue una de las formas de comunicación e identificación, tanto para otros grupos o clanes, así como con los Dioses y los elementos de la naturaleza tangibles, pero temibles e inteligibles y danzando ciertos chamanes (brujos), entraban (y entran actualmente) en trance y en comunicación con fuerzas sobre naturales y lograban un objetivo, como sanar a un enfermo, conocer el pasado y el futuro, la danza era exclusividad de quien por naturaleza tenía ciertas dotes, que no tenían otros, pero dada su aceptación y espectacularidad, se fue haciendo popular como popular se hace hoy en día cualquier baile o ritmo.

    La original danza de los viejitos tiene su origen en tiempos inmemorables, en el Sur del Continente Americano, en la región de los andes desde donde se cree, emigraron los p’urhépecha, actualmente los Quechuas y los Aimaráes, danzan para lograr la lluvia y para lograr las cosechas, así como para sanar un enfermo, danzan cuatro chamanes.

    Cuatro son los componentes de la danza de los viejitos, pues cuatro son las estaciones del año, cuatro son los rumbos del Universo, Norte, Sur, Este y Oeste, cuatro son los lados de una casa, cuatro son las extremidades del ser humano y cuatro son los elementos que conforman el cosmos tierra, fuego, aire y agua y cuatro son los colores básicos, negro, rojo, amarillo y azul, que combinados uno con otro nos dan toda la gama de colores que existen, y cuatro son las estrellas de la constelación que guiaban a los marinos en la antigüedad y que, equivalen a los cuatro planetas conocidos como estrellas que se observaban a simple vista, Mercurio, Marte, Júpiter y Saturno (Tam – Hoscua)  y cuatro son los colores del maíz, rojo, azul, blanco y amarillo.

    La danza tiene un origen y sentido completamente ritual y religioso, pues se llevaba a cabo, cada cambio de estación, es decir cada solsticio y cada equinoccio y se ejecutaba en honor del dios viejo tata huriata y siempre eran cuatro los danzantes, originalmente uno de los danzantes era representado por una mascara de niño o joven, pues era la estación naciente, y las otras tres estaciones eran representadas con mascaras de viejos, que correspondían a las otras tres estaciones ya pasadas y si se fijan bien, cuando se ejecutan bien se enlazan los cuatro danzantes, el primero le pone mucha, pero mucha energía a su danza y en contraparte el último de la fila aparenta que ya no puede, que esta dando las últimas y ello corresponde a la estación entrante y a la saliente.

    Sólo los chamanes podían ejecutarla, normalmente eran ancianos, pues la sabiduría llega con la edad, y para derrochar tal energía… pues le entraban  a la coca masticada, en el Sur del Continente;

    En la altiplanicie mexicana, le entraban a los pachacuachari (hongos, alucinógenos colorados), con los cuales entraban en trance y podían danzar hasta cuatro horas y en ese trance podían vislumbrar lo bueno y lo malo que tenía la estación entrante, era una danza sagrada, como las de tantos otros pueblos, pero al llegar los gachupines a estas tierras michoacanas, implantaron a sangre y fuego su religión cristiana, la danza quedo proscrita y sólo se ejecutaba a escondidas de los religiosos y de los gobernantes.

    Sólo los guardianes de la cultura Purhépecha los petámutis (brujos chamanes) que conservaban la sabiduría de generación en generación y en los pueblos más apartados y de difícil acceso, pudieron conservar esta rica tradición y sabiduría, pues además, eran ellos los que sabían el secreto de curar con hierbas y raíces, las enfermedades de la gente más pobre y olvidada de nuestros pueblos.

    También se llevaba a cabo otra danza que era ejecutada, ya no por chamanes o cuetaperis, si no por gente común con un solo chaman que representaba a tata huriata (el sol) una maringuilla (hombre vestido de mujer) que representaba a nana Cuerari (la tierra) y ocho viejitos que representaban a los ocho planetas restantes del sistema solar mercurio, Venus, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón, mas un elemento extra que representaba a un cometa, esta danza era ejecutada imitando los movimientos de estos astros en el universo, cuando se alineaban todos en línea recta, alineación que se da cada 5125 años de la cuenta larga, los ocho danzantes giraban bailando alrededor del sol y de la tierra y el noveno danzante bailaba girando en una vuelta elíptica alrededor de todos ellos, ampliando su área de baile, conforme los otros danzantes se movían y cuando el cometa pasaba  en frente de cada uno de ellos el indiciado incrementaba su ritmo como lumbre, pues eso es lo que hace un cometa cuando pasa cerca de los planetas, como este elemento gastaba mas energía que los otros y se cansaba mas, era reemplazado cada vez que fuera necesario, pues esta danza requiere de mucha energía y es muy cansada para los elementos que bailan y nunca para los que nos deleitamos viéndola; ¿Como la ven P’urhépecha? tenían razón o no los españoles para prohibir estas danzas, pues ellos en el viejo mundo apenas acababan de descubrir que la tierra y los planetas giraban alrededor del sol y nuestros ancestros sabían eso desde tiempos inmemorables.

    Así las cosas, llegó el tiempo que nuestros p’etámutis o chamanes, difícilmente podían encontrarse los cuatro para ejecutar la danza y para preservarla, enseñaron la danza a jóvenes que pudieran aguantar el ritmo y esfuerzo de la misma y aunque inicialmente sólo era acompañada con un teponaxtle (tambor), y una chirimia ( flauta de carrizo o barro ) al perder el sentido místico y ritual, se le fueron agregando músicos e instrumentos, así como danzantes.

      En la meseta y en los pueblos como Patamban, Charapan, Zacan, la danza era ejecutada sólo por purhépecha, con posibilidades económicas y que estuvieran allegados al consejo ciudadano de cada pueblo, que invariablemente estaban ligados al cura del pueblo, pues desde Cortes, hasta la reforma de 1860 y hasta la fecha, los curas tenían un gran peso en todos los pueblos de la meseta, donde la ignorancia y la baja, o nula preparación intelectual de sus gentes, era y es evidente.

      En Patamban, sucedió que en la época de la reforma, los mestizos se apoderaron de la danza y le implementaron unos atavíos distintos, tales como listones de seda china, camisas de la misma, mascaras con rasgos hispanos, y hasta de imágenes sacras, (católicas por supuesto), trajes de charro y camisas vaqueras, todo lo elegante y exótico, tenía cabida en este festejo, que fue ubicado en el calendario religioso en la época del carnaval, así duro todo el siglo pasado esta danza, que dejo de ser ritual y de trance, y se fue incrementando el número de participantes, así como una maringuilla (hombre disfrazado de mujer para bailar en pareja con cada uno de los participantes), y en ocasiones hasta dos maringuillas, las cuales llevan un paso y ritmo distinto del grupo de danzantes, pues ellas marcan un paso muy femenino y recatado.

      Aún así, con todas esas reformas, la danza seguía siendo elitista, pues el ajuar era caro, ya que los calzones de manta labrados, eran costosos, y las camisas de seda más y pagar al grupo musical que les tocaba los sones, era todavía mas caro, ya que se contrataban por lo menos tres días y a veces toda la semana, además de que, como eran unos viejitos muy elegantes, el ultimo día arreglaban la plaza con papel picado, la mandaban barrer, para que estuviera bien limpia y al atardecer del ultimo día, quemaban un torito de luces artificiales y regalaban a todos los niños y principalmente a sus novias, las arrobas (dulces, buñuelitos, panecillos en miniatura, pinole, charamusquitas, garapiñados, etc.), todo esto tenía un costo alto, por eso era elitista, pues sólo los mas riquillos del pueblo podían hacer estos gastos y por lo mismo, se fue incrementado más y más el número de participantes, pues mientras más elementos fueran, más barato les salía,  ya que para entonces se pagaba una música, ya fuera local o traída de Zirahuen, de Quinceo, Huancito o de donde fuera, no importaba el costo, pues es sabido que el p’urhépecha para lo que mas colabora es para las fiestas.

      Era tan prendida y tan bonita la fiesta, que se instituyó como tal, y como en Patamban siempre ha existido la división de barrios (desde Zetacu Tzetzangari), los de arriba y los de abajo, pues la fiesta como ya lo he dicho, era de los mestizos, es decir los de abajo, pues los de arriba, nada contentos hicieron también su organización para danzar y ellos empezaban, cuando terminaban los mestizos o sea los de abajo, y así, esta fiesta duraba dos semanas, de Jueves a Domingo la primera semana de Febrero y también la segunda.

        Pero no contaban con la astucia y desenfado de los auténticos P’urhépecha que vieron como los mestizos les arrebataron su danza y entonces a principio del siglo XX, en la revolución, idearon la forma de divertirse a como diera lugar, pues era su danza y su costumbre, divertirse en carnaval.

        Fue así como de repente y al no tener para comprarse un ajuar, se comenzaron a disfrazar con lo que tenían a la mano, una sabana vieja, un gabán, una  cobijita, o un sombrero todo desecho viejo y mugroso y hasta con sobras de pertrechos militares, y se autonombraron viejos cherekis y al no tener para pagar una música, bailaban unos metros distantes de los viejitos elegantes o elitistas, con las consabidas molestias de los que pagaban la música y estaban mejor organizados, y entonces los charros (danzantes recién incorporados a la danza de los viejos),  les echaban unas carreras fingidas a los viejos cherekis que estaban liderados, por un señor llamado Gregorio Contreras, que a la postre, se quedó con el apodo de chereki que quiere decir mugroso, mal vestido, guandajón, come cuando hay; estos cherequis bailaban de lo más feo, todos en bola, listos a correr, cuando venía el charro, o los charros de los otros viejos a correrlos, lejos de la música, su música.

        Así como lo cuento, se desarrollo esta fiesta, los primeros años de este siglo con una danza de los viejos, ya degenerada y corrupta en manos de los mestizos, pero tenía mucho auge, pues como siempre, la condición humana nos hace ver con buenos ojos, lo que viene de fuera y menospreciar lo nuestro, lo autentico nuestro.

          Finalmente los cherekis, también se organizaron y aunque con muchos trabajos, también contrataron su propia música con base en puras cooperachas y desde un tiempo atrás, juntaban dinero, pero ya no cambiaron ni mejoraron su vestimenta, mas bien cada día la desmejoraban y andaban lo más feo posible, pues era una burla a la danza de los viejos ricos o mestizos, pero entre otras cosas, les traía remembranzas de burla a los gachupines, al usar estos, mascaras con rasgos hispanos.

          Estos cherekis ya organizados, bailaban como todos, en las principales calles del pueblo y en la casa de los encabezados organizadores, y para completar el pago de la música, bailaban enfrente de las tiendas y de los comercios establecidos o ambulantes (el día de plaza), así como en las casas de los riquillos del pueblo y estos agradecidos, les daban unas monedas o un billete para completar el pago de la música; aún vive en Patamban, el señor Heliodoro Herrera ya con 102 años de edad, que fue de los encabezados y organizadores, él recuerda otros nombres que no quiero dejar de nombrar, aunque no son todos, Rudesindo llamado el chavacan, Damián Cristóbal, Benjamín González, Antonio Clemente, Francisco Jaracuaro y el ya mencionado Gregorio Contreras, que se quedo con el apodo de Cheré y su primer maringuilla llamado Pancho chino o Pancho Kuetz, estos viejos cherekis, también aceptaban niños y de esos niños, aún vive Reynaldo Sebastián, quien nos dijo que un tiempo decayó la danza, y ya no se vestían, pero hicieron un segundo esfuerzo, y la revivieron junto con Pascual Morales, Juan Medina, Agustín Mondragón llamado cutiloco y Antonio González Sánchez, este último con sus famosas botas de hule, que solo calzaba para bailar en dicha danza.

        Cuenta Reynaldo (Reino) que aún vive, que eran cinco los responsables, y cada uno de ellos, era responsable de un día, darles de comer a los músicos en su casa, y ahí mismo comenzaban a llegar los cherekis ya ajuarateados, y otros llegaban con su ajuar en el morral, y ahí se cambiaban, pues no querían que la gente supiera su real identidad, así de feo andaban.

          Cuando los cherekis usurpaban la música ajena, Gregorio Contreras (cheré), ideo un estratagema, dada la gran religiosidad de este pueblo, se hizo acompañar de un santito, del cual, él era el propietario llamado San Bruno, es un santito chiquito, le acomodó una mesa, lo vistió bonito con ropa nueva, manteles, flores y demás fantasía y así evitó que lo corretearan con todo y santito.

          El último día, el de las arrobas, los viejos bonitos entregaban sus arrobas ya mencionadas atrás y los cherekis también daban sus arrobas, pero estas contenían unas sorpresas muy desagradables, pues sus regalos eran tales como, caca de borrego bañada en piloncillo, simulando ponteduros, (dulce regional hecho de maíz tostado cubierto de piloncillo )ceniza en lugar de pinole, piñatas llenas de caparis (abejorros), avispas en lugar de dulces, y en lugar de torito con luces pirotécnicas, ellos incendiaban un castillo echo de tabardillo y zacate seco, con esto culminaba la fiesta y la danza, y hasta el próximo año.

            Actualmente esta fiesta, está a punto de desaparecer, sólo el esfuerzo y el entusiasmo de unos cuantos, hace que sobreviva, pues el pueblo, carece de orquesta propia, nuestro gran maestro, tata Daniel Plancarte, está muy enfermo y no tiene el animo de sostener una banda de músicos, banda que en otros tiempos, le dio a el y a Patamban gloria y reconocimiento en la Meseta, pero ocasionalmente se visten y danzan para algunos eventos especiales y sobre todo cuando alguien o alguna institución les paga para que lo hagan actualmente se puede contratarlos (a los cherekis) con el Señor Graciano González Morales (la maringuilla), o con Sabas Morales o con Samuel Cervantes, que son tres de los encabezados de la danza de los cherekis, también otro señor muy animoso es don Gudelio González y algunos de sus hijos principalmente Gerardo.

            Por fortuna otros pueblos de la sierra y de la región lacustre, conservan estas danzas y están mas apegados a las tradicionales y ancestrales, pueblos como Charapan san Felipe de los herreros, Zacan, Tingambato, Sevina y muchos otros, donde es posible ver y disfrutar este espectáculo sin par, la próxima vez que la vean fíjense bien en lo que ven.

            Un p’urhépecha pues.