MANERAS DE VIVIR

Chamanismo.-

Presente en todo el planeta desde la prehistoria. Es la religión más antigua, que da un sentido concreto a todo lo que ocurre, ya sea en la vigilia cotidiana o en sueños.

Usa el lenguaje analógico propio del arte y de los sueños, ese que está construido por medio de símbolos. Y los símbolos en su sentido, precisamente, más antiguo y profundo, es decir considerados como realidades energéticas mucho más allá de una representación o apariencia. Así por ejemplo el águila sería una manifestación del sol, por tanto el sol mismo. Y a su vez el sol sería una manifestación de la fuente de la vida y su movimiento. No existe, por tanto, en el chamanismo una idolatría sino un animismo simbólico. Todo está vivo y todo es una manifestación, directa o indirecta, del gran Espíritu (como lo llamarían los indios norteamericanos). Todo posee un espíritu, que es lo mismo que decir que todo está animado, incluso lo aparentemente inmóvil como las rocas o las montañas. Y con cada espíritu existe una manera de relacionarse y comunicarse para resolver los problemas de la realidad ordinaria.

Llanuras de color violeta visibles sólo con los ojos vendados, o bajo la máscara, su auténtico aspecto, cruzadas por los hilos luminosos que conforman la red del universo uniendo todo lo existente.

Su visión de la vida abarca la realidad cotidiana y la realidad no ordinaria y sus múltiples relaciones. Su efecto concreto principal sería la curación de males físicos o psíquicos por medio de la comunicación y el viaje con otras dimensiones no ordinarias, con los múltiples espíritus de los diferentes mundos.

Un chamán-chamana es un superviviente de una grave enfermedad, o experiencias extraordinarias que implican una muerte y una resurrección, cuyo efecto han sido una serie de dones y capacidades, que consisten fundamentalmente en la restauración de la salud global de una persona. Limpieza, purificación y restauración que mejora las relaciones entre el paciente consigo mismo y con su entorno, dando sentido a lo que ocurre y buscando y encontrando su significado.

Para ello entran en trance, es decir en realidades no ordinarias por medio de la música (fundamentalmente el ritmo de los tambores), el baile, la meditación, o las plantas sagradas. En el trance los chamanes se sienten salir de su propio cuerpo. Algunos bajo la forma de un animal. Y la transición de una realidad a otra es descrita bien como el pasaje a través de un agujero, de una grieta entre los mundos (como por ejemplo cuanta el Don Juan de Carlos Castaneda, llamando así a los momentos frontera del día: amanecer y atardecer), o de una abertura repentina en el horizonte.

El río de aguas negras y turbulentas marcando la frontera entre mundos. Almas perdidas en sus orillas. Espíritus aleteantes cerniéndose sobre la vida cotidiana para enmarcarla de un lado y fundirla por el otro. Sus susurros en las esquinas, sus vientos disfrazados de masas de aire. Ojos llameantes abriendo horizontes, oscilando en el baile que nace de dentro hacia el punto exterior correspondiente. Cabalgar espirales rutilantes de eterno movimiento, cruzando los niveles de la vida una y otra vez.

Su diferencia con sacerdotes, curanderos, etc. Sería que usa para viajar a otras dimensiones estados alterados de conciencia en los que puede entrar a voluntad. Una actitud activa al contrario de los médiums que serían pasivos y no pueden controlar sus trances a voluntad. Un chamán nunca es poseído por seres ajenos y a los espíritus de los diferentes mundos les trata de igual a igual. Además recuerdan perfectamente sus viajes y acciones en las realidades no ordinarias.

Capas como alas, bastones como caballos, tambores como el latido del corazón del universo marcando el ritmo de 4 a 7 ciclos por segundo, frecuencia del estado theta correspondiente al estado de trance. Chamanes sobrios, de nervios controlados y ojos taladrantes, de humildad sabia y justa sensatez ordinaria, de largos y amplios vuelos que surcan la realidad no ordinaria como flechas de templanza y exactitud. Collares de conchas y campanillas como la estela del susurro animal y la respiración de las montañas.

Los éxtasis místico y sexual (prácticas tántricas) serían variantes semejantes aunque no iguales con el trance chamánico.

La enfermedad, física o psíquica, sería un desequilibrio entre las realidades ordinarias y no ordinarias. Una mala relación con los espíritus del mundo y por tanto es en esa realidad no ordinaria donde hay que encontrar la raíz del mal y su solución. El problema empezaría en el plano espiritual y acabaría manifestándose en el plano físico.

Todo esto implica una fusión con la naturaleza y una gran importancia de los sueños y visiones, como manifestaciones del mundo espiritual plenas de sentido.

Los utensilios y ropa ceremoniales tienen también vida propia y nadie debe usarlos porque sería entrar, de alguna manera, en contacto con otras realidades y espíritus incontrolables para un profano. Aparte de maracas, silbatos o tambores, ropa y las frecuentes cintas o campanillas (auténticas “ramas” intermediarias entre mundos), suelen usar bien máscaras, o bien pinturas corporales. Todos ellos son auténticos vehículos para el viaje entre mundos.

Actualmente el chamanismo sigue vivo y en auge, pues existe un reverdecimiento de las prácticas ancestrales en numerosos pueblos y en occidente hay un interés cada vez mayor por esta visión del mundo y sus prácticas terapéuticas. [ Isabel Gómez]

BIBLIOGRAFÍA:

“El chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis” de Mircea Eliade

“La senda del chamán” de M. Harner

“Chamanismo” de José Mª Poveda