la viaja diabla (cuento quechua)
Tomado del libro Hijos de la Primavera: vida y palabras de los indios de América; F.C.E., México 1994 pág.87
Coordinador: Federico Navarrete Linares.
Adaptación: Katyna Henríquez.
Ilustrador: María María Acha.
Ocurrió que dos pequeños hermanos, una niña y un varón, fueron enviados por sus padres a buscar leña. Por allí iban los pequeños buscando troncos y ramas para el hogar, contentos iban los pequeños. De pronto distinguieron a lo lejos algo blanco y dijeron: “Allí debe haber harta leña para llevar. Hasta la loma llegaron, pero no era leña, sólo huesos de caballo que parecían leña.
Los pequeños hermanitos, muy juntitos, siguieron el camino buscando leña. De nuevo algo blanco distinguieron pero sólo eran cañas de bambú. Seguían buscando cuando la noche cayó y sintieron frío y mucho miedo. “¿Sabremos volver? ¿preguntó el hermanito?. “¿Cómo llegaremos? ¿Sabremos volver?” Estaban perdidos.
Caminaron hasta que llegaron a una cueva alumbrada. Una viejita salió de la cueva y los saludó: “¿Qué quieren, niños? ¿Qué es lo que quieren?” Los hermanitos le contaron que estaban perdidos, que tenían miedo, mucha hambre y frío. “¡Alójenos, señora, alójenos!” gritaban desesperados.
Eso hizo la viejita y les dio papitas para comer, pero no eran papitas hervidas sino piedras, y les dio carne asada pero era de sapo. Piedras y sapo les dio de comer. Como estaban muy cansados pidieron a la abuela un sitio para dormir. Entonces ella dispuso que el chico dormiría en un rincón, solito, mientras que la niña, que era sonrosada y rolliza, dormiría con ella. Así lo dispuso.
Al día siguiente el niñono encontró a su hermana por ninguna parte, no estaba en la cueva su hermanita. “Se ha ido por agua al pozo” le dijo la vieja”. Anda, toma esta calabaza y trae otro poco de agua. Eso hizo el niño y se fue caminando al pozo. Pero allí no estaba su hermana sólo un sapito que croaba: “Croac, croac, croac”. Eso no es una calabaza, es su cabeza. es la calavera de tu hermana donde llevas el agua. Como su hermanita era sonrosada y rolliza, la vieja se la había comido mientras dormía. “Croac, croac, croac” continuó el sapito.” La vieja es bruja, diablo, duende, se ha comido todita a tu hermana. No vuelvas.
A lo lejos se acercaba la muy bruja. El niño era flaquito, no era sonrosado y rollizo, pero ella tenía más hambre de niño y quería alcanzarlo. “Oye, chiquito. Espera, chiquito” le gritaba mientras él huía asustado. “No era calabaza, era mi hermana, la cabecita de mi hermana”, pensaba muy triste el niño. Cuando llegó a su casa le contó todo a sus padres. “Vamos por tu hermana dijeron los padres. Pero allá no había nada, ni vieja, ni cueva, ni hermanita, ni nada. Y así termina.