la historia negada

Siempre que la historia oficial habla de nuestros pueblos, lo hace
con las palabras del invasor, tal pareciera que les enaltece haber
sido victimas de tan aberrante suceso, se sienten orgullosos al
pensar que llevan en la sangre, rasgos europeos y mas aun españoles,
pero quien va a pagar por las masacres sufridas en Tenochtitlan,
Tlaxcala, Teztcuco, quien será el primero, que pedirá retiren los
nombres de calles, avenidas, ciudades, países, de los culpables de
este genocidio, quien tirara los monumentos de nuestras plazas, de
los asesinos de nuestros ancestros. Nuestra cultura no murió por
decaimiento, ni fue desplazada por el resurgir de otra, nuestra
cultura fue asesinada, asesinada por manos incultas ávidas de oro y
tesoros, incapaces de ver la verdadera riqueza del conocimiento….

En el sitio que fue objeto la gran Tenochtitlan, y enterado cortez,
de que algunos habitantes lograban salir por las noches a buscar
leña, raíces y hiervas para comer, según registra el mismo Gomara,
este asesino idolatra, hizo gran matanza de ellos “como los que mas
eran mujeres y muchachas, los hombres iban casi desarmados” apunta;
así tan bien anota que después de la derrota, los españoles “andando
por la ciudad hallaron montones de cuerpos muertos por las casas,
calles y en el agua, habia muchas cortezas y raíces de árboles
roídas, y los hombres tan flacos y amarillos, que hicieron lastima a
nuestros españoles”…

En el libro 12 de Sahagún, sus informantes lo confirman:
“y todo el pueblo estaba completamente angustiado, padecía hambre,
desfallecía. No bebían agua potable, agua limpia, sino que bebían
agua de salitre. Muchos murieron de desintería, todo lo que comían,
eran lagartijas, golondrinas y hasta la envoltura de las mazorcas,
la grama salitrosa. Andaban masticando semillas de colorín y lirios
acuáticos y el relleno de las paredes, el cuero y piel de venado, lo
asaban, lo requemaban, lo tostaban, lo chamuscaban y lo comían.
También comían algunas hiervas ásperas y aun el barro. No hay nada,
nada comparado como el tormento de estar sitiados. Nos domino
totalmente el hambre, golpeábamos los muros de adobe en nuestra
ansiedad”….. dice un texto tlaltelolca en forma patética”.
Analizando esto, podemos deducir que si hubieran sido antropófagos
nuestros ancestros, no hubieran padecido de hambre en este horrendo
sitio. Una mentira mas del cruel invasor.