Los yanomamis

Los Yanomami y Nosotros
(Pacto de Vida)

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Milton Nascimento / Fernando Brant
Traducción de Cheryl Harleston

Tener que resistir el dolor,
sin comprender por qué el dolor.
Tener que soportar vivir el dolor,
y sin merecer el dolor.
Si ése es mi destino,
¿quién es el verdugo que lo trazó?
¿Quién me contaminó?
¿Quién me dió el dolor?

El hombre no existe para ser sólo animal:
su historia es mucho más que corporal.
Abre tus sentidos para tener libertad
con todo el mundo que es tu igual y solidario,
y pensarás,
amarás,
soñarás,
y sabrás
que la felicidad de la ciudad
no tiene que matar a la selva.

Ahí el dolor nos unirá:
el fin del dolor comienza así.
Es el hijo que no cesa de crecer,
la fruta que va a madurar,
es esa mano, esa paz morena y esa mirada
siempre verde y que reverdece.
Es ese gesto humano,
es esa voz humana,
es ese amor humano
que llega y nos dice que se quedará.
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Los Yanomami habitan en el extremo norte de Brasil, en los estados de Roraima y Amazonas, colindando con Venezuela. Es una región de bosques, cordilleras y estrechas corrientes de agua donde transitan por cientos de veredas que unen a las numerosas poblaciones indias.

Hoy en día su territorio ha sido invadido y contaminado, pero a pesar de ello, los Yanomami continúan cantando y creyendo que mientras ellos estén vivos, el planeta permanecerá vivo.

EL MEDIO FÍSICO Y EL AMBIENTE

La etnia Yanomami ha tenido, ancestralmente,  su hábitat en las zonas boscosas de la  Sierra Parima del sur del actual Estado Amazonas en Venezuela y en parte del vecino Brasil.  El Domingo Sanchez P. Página 5            13/08/2003 área específica reciente de ocupación son las nacientes del río Orinoco, extendiéndose por los ríos Ocamo, Padamo, Mavaca, Manaviche, Bocón, Rahuawe, Orinoquito, del Ejército, Casiquiare y su afluente Siapa.  En esta región existen bosques y algunas pequeñas sabanas en las riberas de los ríos, saltos, montañas y cadenas de montañas como las Sierras de Unturán, Tapirapecó, Curupira,  Anahanahara al Sur y la Sierra Parima al este que sirven de límite entre las Repúblicas de Venezuela y Brasil (Véase el Mapa)
El área ocupada por los Yanomami (hacia 1957) era de aproximadamente  20.000 Km. y está ubicada entre “el ecuador y el paralelo 5° “ (Cocco, L – 1987:179).  En cuanto a la climatología dice el mismo autor: “La estación de sequía es prácticamente nula. Los meses de menor pluviosidad son los de enero, febrero y marzo.  En el bajo (río – N) Ocamo tenemos un promedio de 200 días de lluvia al año (…) el promedio de la temperatura en el bajo Ocamo, es de 27 °C. A medida que nos vamos acercando a la (sierra –N) Parima, territorio antiguo de los Yanoamamos, y ya sobre los 500 metros de altitud, el promedio es de 20 °C ”.  (Cocco, L –  1987-179).

Los datos meteorológicos del área en cuestión son escasos, por ello acudimos a un Resumen Climatológico, elaborado por la Fuerza Aérea de Venezuela para la ciudad de Puerto Ayacucho, actual capital del Estado,  ubicada aproximadamente a unos 400 Km. al noreste de dicha área, para el período 1951-1980, según la siguiente tabla.

Puerto Ayacucho          Tabla 1

Temperatura media

26,8 ° C

Humedad relativa

78 %

Precipitación total

2191 mm

Días de precipitación mayor a 25 mm

26,1

Días de tormenta

1366

Es decir, que el hábitat de la etnia Yanaomami, en el sur del Amazonas venezolano es relativamente cálido, muy húmedo y con lluvias y tormentas intensas.  Y es a este clima al cual se han acostumbrado y adaptado su forma de vivir durante varios siglos.  Por su parte, la etnia Sanema, considerada por los etnólogos como un sub-grupo Yanomami, ocupaba (1972) una extensa zona,  al norte del territorio Yanomami, es decir, Santa Maria de Erevato y los ríos Ocamo, Padamo, cabeceras del Uraricuera, Caura y Ventuari.  Han sido llamados, erróneamente,  por los extranjeros como Xiriana  (Shiriana) y Guaharibo. (Cocco, L – 1987:27-29).

La zona de desarrollo de  su entorno, ofrece cierta seguridad frente a los criollos, y se halla poblada por una vegetación alucinante y una rica fauna, que les había permitido vivir y reproducir-se en paz.  Hacia fines del siglo XX, fueron y siguen siendo los buscadores de oro y diamantes, quienes los han acosado e incluso diezmado, tanto en Brasil como en Venezuela.

LAS FUENTES HISTÓRICAS

Los primeros contactos criollos con los Yanomami, se ubican hacia finales del siglo XVIII.  En efecto, en ocasión de la fijación de los límites territoriales de Venezuela con Brasil, se organizó una expedición en 1758.  Dicha Comisión se encontró con miembros de la etnia, cuando exploraba la Sierra Parima y las fuentes del río Orinoco al sur del actual Estado Amazonas.  A partir de esa época y hasta entrado el siglo XX, los Yanomami conocieron o tuvieron poco contacto con la sociedad criolla.

El interés por la etnia Yanomami se ha ido intensificando en el tiempo. En efecto, han sido visitados con fines de estudio o por exploradores y buscadores del balatá o caucho. En la obra del Padre Luis Cocco (1987), hay una lista de personajes que visitaron la etnia, a saber: Antonio Silva (1927); Rafael Escobar, buscador de balatá) 1930-31; Herbert Spencer Dicker (1931); el Marqués de Wavrin (1935); el Capitán Félix Cardona Puig (1927-1945); Paul Sprick, Rafael E Lezama, Carlos Wendehake, buscadores de balatá y chicle; Juan E Noguera, empresario maderero  (1946); los misioneros Matallana y Armellada (1940). Igualmente las Comisiones de Límites con Brasil a partir de la década de los años 10 del siglo XX.  Todos ellos, habían conocido segmentos de la etnia Yanomami.

Entre los estudios científicos acerca de las etnias Yanomami y Sanemá, hay variados autores,  antropólogos, así como misioneros.  Entre ellos: Bartolomé Tavera Acosta (1906-1907); Otto Zerries (1954-1976);  James Barker (1953-1979) Padre Luis Cocco (1957-1972);Pablo Anduze (1959-1982); Jacques Lizot (1970 –1994); Marcus Colchester (1970-1982) Daniel Barandarian (1975-1997); Luis Jeremías O y Pedro Borges (1984-85)  y oros autores citados en la bibliografía del presente trabajo.

LAS ETNIAS YANOMAMI Y SANEMÁ

La primera referencia que hemos hallado, se debe al misinero James Barker (1979), cuando al refeerirse alos Yanomami dice: “la familia lingüística Yanomamö o Guaica comprende por lo menos cuatro lenguas – la lengua shamatari, la lengua sanöma, la lengua waika central y la lengua ninam.”  (Barker, J – 1979:194).  En un estudio de E. Migliazza (1980), quien ha investigado a los Yanomami, tanto en Brasil como en Venezuela, clasifica a la familia lingüística Yanomama, de la siguiente manera: “Yamam, Yanomam, Yanomami y Sanima, quienes habitan un extenso territorio al sur de Venezuela, y se hallan diseminados en Venezuela y Brasil”. (Migliazza, E – 1980:101-108)  Estudios posteriores confirman este criterio, es decir que los Yanomami forman un conjunto de al menos cuatro grupos, a saber: los propios Yanomami, o Yanomam,  que representan la absoluta mayoría;  los Sanemá; los Xirianas o Shirianá, Shamatari y los  Ninam o Yanam. (Lizot, J  -1988:491-495). Sin embargo, la realidad es otra. El grupo designado como Waika o Guaica, existe dentro de lo que los antropólogos han designado como los Yanomami.  En resumen, la situación actual (2003) según Víctor Maldonado (comunicación personal) es la siguiente:

            1.                  Yanam, Sapé Shiriana ó Xiriana , llamados Kaliana por los Casapare;
2.                  Yanomam o Wiaka
3.                  Yanoama, Sanema (Guajaribo, Sjhirshiana nombres dados por los misioneros)            4.                  Kasapare

Es por ello, que hemos decidido incluir en esta investigación, la información acerca de los Sanemá  pues existe información bibliográfica y es, además,  un grupo considerablemente grande.

El etnógrafo alemán Theodor Koch-Grümberg, en su visita (1910-1913) por el área ocupada parcialmente por los Yanomami, a quien él llama Waika, hace una caracterización que nos parece acertada: “Según toda su apariencia, quisiera considerar a los Shirianá y a los Waika como  a una muy antigua capa de población de estas regiones que, repartida en pequeñas hordas, muchas veces enemistadas entre sí, sin domicilio fijo, verdadero, se pueden encontrar entre las fuentes de los pequeños tributarios hasta el lejano Alto Orinoco al oeste y que antiguamente vivían de la caza, la pesca y la frutas silvestres.” (Koch-Grumberg, Th. – 1981:214).

El autor Edgardo González Niño, quien estuvo por muchos años recorriendo el antiguo Territorio Federal Amazonas, en su obra publicada en 1973, dice al referirse a la “Gran Nación Waica repartida en un inmenso territorio toma diferentes nombres según la región; Waicas los del Orinoco; Guaharibos en el Padamo-Continamo, Shamatari en el Mavaca y fronteras Sur con el Brasil; Shiriana o Shirishiana en el Alto Ventuari.”  (González N, E – 1973).  En la obra  de Bernard Pottier ( 1983)  bajo la familia Macro-Chibcha aparecen mencionadas las etnias Yanomami y  Waica (Pottier, B – 1983: 199, 209). En el estudio de Roberto Lizarralde (1993) menciona  “Waiká V. Yanomama, Waiká es un término peyorativo en Yanomama” y afirma además que “Waika : nombre Pemón para los Akawayo, Inarikó y Patamona”. (Lizarralde, R – 1993:121).  Sin embargo, este mismo autor  cita las referencias de Ernest Migliazza (1983), Curt Numuendajú y Alfred Metraux (1948); Aryon D Rodrigues (1986);  John W H Rowe (1974) y Mary R Key (1979) donde aparecen referencias a los Waika.  Ahora bien, de la lectura y discusión del presente trabajo con el Licenciado Víctor Mendoza F, miembro de la etnia Sanemá, nos ha aclarado la situación, en el sentido que si preguntáramos en el área si hay algún Waika, todos responderán que sí, extrañándose de la ignorancia del encuestador. (Comunicación personal – 2003). 

En cuanto a la autodenominación de los Yanomami, que significa gente o ser humano, en su lengua, ésta ha sido variada en el tiempo, debido a la forma como etnógrafos y antropólogos, amén de los misioneros y exploradores, les han ido nombrando y clasificando.  En todo caso esta lengua es de filiación Yanoman, y es clasificada hasta ahora como independiente.

La etnia Yanomami, es considerada una de las más antiguas de las que habitan Venezuela, a deducir por las investigaciones de la mayoría de los antropólogos.  Fueron cazadores-recolectores pero conocen la agricultura desde tiempos remotos.  Su relativo aislamiento en las selvas del sur del Estado Amazonas, y lo tardío de su descubrimiento por los primeros exploradores, hace de ellos una sociedad de mucho interés para etnólogos y antropólogos. A propósito del nombre Guaharibo, utilizado también por algunos exploradores, el Dr. Anduze (1954) aclara que ni los nombres Shiriana ni Guaharibo, son reconocidos por los propios Yanomami.  (Anduze, P – Tomo I -1998:191).

Los Yanomami,  forman una sociedad igualitaria y no jerárquica, pues quienes tienen autoridad moral, no poseen distintivos y allí funciona el principio de reciprocidad.  Practican la endogamia, es decir, que al morir alguien, queman el cadáver y luego de un tiempo trituran los huesos y en una ceremonia especial, los reparten y consumen mezclados con sopa de plátanos entre los habitantes.  No existe como tal la separación de actividades según el sexo. Sin embargo, el hombre es quien desbroza los conucos, construye la casa familiar, que unida al lado de otras familias, constituye el shabono o casa comunal, donde pueden habitar entre 40 y 120 personas. Utilizan entre sí los nombres relacionados con el parentesco y nunca los nombres cristianos asignados por misioneros o criollos. Luego del contacto con los criollos o näpe, se han ido organizando, como por ejemplo a fines del siglo XX crearon el SUYAO que significa “Shaponos Unidos de los Yanomami del Alto Orinoco” que los representa ante el Consejo Nacional Indígena de Venezuela CONIVE. (Herzog Schröder, G – 1999:34-52).

En los datos sobre la población, hay una referencia en Migliazza (1980) quien afirma y sitúa la población probable de los Yanomami, en conjunto, hacia 1970 en 15.000 personas Migliazza, E – 1980:101).  Según los datos recogidos oficialmente por los Censos Indígenas, son los siguientes: Yanomami en 1982 la cantidad era de 9717 y en 1992 solamente 7069. Los Sanemá 2365 y 2055, respectivamente. (OCEI – 1985 Y 1993).  Este descenso en la población de ambas etnias, puede ser atribuido a varios factores: en primer lugar su constante movilización dentro y fuera del territorio nacional, segundo, a las matanzas que sobre ellos se han efectuado por parte de buscadores de oro y riquezas y por último,  las muertes por infecciones y epidemias de enfermedades transmitidas por los criollos, ante las cuales están prácticamente indefensos.

Los Yanomami han sufrido ataques sanguinarios que han partido de los buscadores de oro y diamantes, tanto en Venezuela como en el vecino Brasil.  Tal es el caso célebre de la matanza del poblado Haximu en 1993.  Además estas invasiones de blancos o criollos, les han traído enfermedades no conocidas por ellos, todo lo cual ha conformado un cuadro de epidemias que sus conocimientos de medicina ancestral no puede combatir con eficiencia.  Debemos añadir que han circulado noticias (1999-2000) que uno de los investigadores más asiduos de  los Yanomami, el antropólogo norteamericano Napoleón Changon, habría sido expulsado de la Sociedad de Antropólogos de Estados Unidos, por un affaire relacionado con el presunto uso de una vacuna que estaba aún en estudio, pero que no podía ponerse a prueba en seres humanos, en dicha nación, y la cual fue aplicada por Changon o su personal, engañando a los Yanomami, causándoles numerosas victimas.

La cultura Yanomami manifestada en su cestería, la cual tiene pocas variedades y la fabrican para uso diario.  Generalmente la adornan con símbolos en forma de líneas sinusoidales o circulares en color negro. Sus arcos y flechas son de gran tamaño, con la particularidad de que las puntas de las flechas son intercambiables, según el tipo de caza se trate.  Sus fiestas están referidas al éxito en la cacería grande, a la cosecha del pijiguao,  a la terminación de la construcción de un nuevo shabono, a  la consumición de cenizas de un difunto o a la llegada de invitados a sus fiestas En cuanto a la cerámica, fabrican ollas de barro de formas muy elementales. Su atuendo corporal incluye, además de la pintura del cuerpo con símbolos en color negro, adornos con plumas blancas los hombres y  de colores las mujeres.  Por otra parte, se perforan los lóbulos de las orejas, ambos sexos, y las mujeres se atraviesan dos pequeños palillos a través de la punta de la nariz y tres alrededor de la boca.

La música de los Yanomami es relativamente simple, basada en escalas tanto pentatónicas como tritónicas, es decir escalas musicales de manufactura muy antigua, distintas a las usadas en la música occidental. Generalmente utilizan, en los cantos shamánicos, imitaciones de animales que intercalan en la medida de las necesidades relacionadas con los textos.  Sus instrumentos son pocos. Un  palo zumbador Imi-tsuwo y una maraca sagrada que usa el shamán, en los actos de curación. De manera que es el canto, personal o colectivo lo que predomina en la música Yanomami. (Aretz, I – 1991:249-260).

En cuanto a la etnia Sanemá, hay pocas diferencias con la música y los instrumentos de los Yanomami

El etnógrafo Edgardo González Niño (1973) conocedor como pocos del territorio del actual Estado Amazonas, escribió al referirse a los Yanomami lo siguiente: “Entre sus costumbres que no son comunes a otras tribus, podremos recordar: la de incinerar a los muertos e ingerir, mezclados con bananas, en sentida y colectiva ceremonia funeraria, la ceniza de los huesos; la de andar todos completamente desnudos; el uso de arcos y flechas de descomunal tamaño con las puntas o dardos intercambiables según las necesidades del momento; usan chinchorros de bejucos o lianas, en lugar de los de hilos tejidos por otros pueblos; el no uso de bebidas fermentadas /…/ el afeite o tonsura tipo capuchino; los pleitos rituales pegando con pesadas macanas sobre el casquete craneal; las pinturas corporales de diseños diferentes a los de otras tribus; las fiestas con baile y cantos al pijiguao o pupuña /…/ la gran churuata o maloca multifamiliar, abierto el techo arriba, con una plaza circular en el centro de la aldea.” (González N, E – 1975). 

Las características generales de la etnia, han sido resumidas por los antropólogos Jeremías y Borges, (1984) como sigue: “Practican la monogamia y la poligania así como la exogamia local; la familia es extendida con residencia patrilocal.  Poseen una división del trabajo por sexo y edad.  No usan vestimenta alguna. La vivienda es comunal de planta elíptica, armazón de madera y techo de palma hasta el suelo con una plaza central.  Estaban hasta hace pocos años poco aculturados. Su agricultura es a base de conucos y en ellos siembran: plátano, caña de azúcar, lechosa y algodón.  Poseen una artesanía basada en la cestería y los collares. Los shamanes utilizan alucinógenos y en las fiestas también algunos de los miembros de la etnia”. (Oberto, L J  & y Pedro Borges –1984-5:26).  Algunos comentarios adicionales  es que a lo largo del tiempo se han instalado misiones católicas de salesianos hacia la década de los 50’s y protestantes, en las décadas de los sesenta y setenta del siglo XX.

En lo referente al aspecto psicológico, como le llama el autor D Barandarian (1965), las etnias Sanemá-Yanoama, considera que el nonoshi es “la esencia o el ente mismo de la persona humana /…/ el nonoshi, como ente espiritual es inmortal /…/ el, bolé o henbolehtwan (literalmente nube) es como una nube de fuego y de calor interior de la persona humana /…/ nunca cesa de trabajar mientras el Sanemá-Yanoama está vivo /…el bolé nunca puede enfermar ni nadie puede robarlo. Siempre está caliente y en llama. Da calor al cuerpo /…/ el soplo de vida es el toholili, el tercer elemento esencial del alma humana /…/ calienta la sangre, la carne y los huesos /…/ la energía vital o la potencia de la vida está constituida por el híkolá (jicolá, jikula,jea – N) o hékora personal y es exclusivo de los varones /…/ etimológicamente se le quiere derivar de la raíz hea o he, que significa  ‘cabeza de arriba’. Entonces equivaldría a lo que existe o está arriba o bien lo que se recoge o se agarra arriba en la parte superior del cosmos ya que la otra raíz koli o kore significa ser y existir o también recoger o agarrar. Su significado lato sería lo que existe o vive arriba en la cima de los cielos o de los montes o también lo que se recoge o se hace venir de aquellas zonas /…/ los híkola o hekora, en efecto, corresponden a las esencias específicas y a los prototipos de los reinos animal, vegetal y mineral. /…/ para los para los Sanemá-Yanoama, cada híkola viene a resultar algo así como el espíritu-energía progenitor de todos los individuos concretos y reales de una misma especie, o mejor dicho, como la fuente-madre de la energía vital o substancial específica de cada especie. /…/ los hombres extraños al pueblo Sanema-Yanoama, es decir, todos los nabé, napué o karawa, tampoco tienen hikola personal dentro de la metafísica propia Sanemá-Yanoama /…/ la representación imaginaria de un hikola es en forma de una esfera o de un esferoide oval, en cuyo centro como en un núcleo atómico, va toda la concentración de la carga vital.” (Barandarián, D – 1965:2-113). 

Esta larga cita, finaliza con los diseños de un microcosmos que corresponde a  todos los híkola (jíkola, jíkula –N), hekura y a su vez, otro microcosmos perteneciente al hikola supremo de Omao.  Por cierto, esta figura de Omao u Omawe, parece pertenecer al ser supremo de la etnia Yanomami.  Lo interesante de este concepto es que “este centro concentrado de carga vital está siempre encerrado dentro de una casa o habitación imaginaria que está señalada por un cuadrado compuesto de cuatro ramas de árbol trabadas que aíslan el centro del resto de la esfera, (según Wilbert – 1963) citado por Barandarián.  En el primer microcosmos, aparece el centro del óvalo, el cuadrado contentivo del  núcleo que corresponde a Omao, rodeado con los híkola de los antepasados. En la parte oriental está el Sol, las nubes (portadoras de las maracas sagradas de los shamanes) y  el relámpago, así como  el mundo acuático donde moran los peces: piraña, bagre y los cangrejos. En el occidente aparecen la Luna, y varios animales terrestres; en la parte superior están varias aves: colibrí, tucán, el águila arpía y en el sur, la tierra los árboles y el mundo subterráneo. 

En cuanto al microcosmos del hikola (jikula)  de Omao, la esfera contiene un cuadrado limitado por ramas de árboles, en cuyo centro está el núcleo de Omao; en la parte superior, los familiares de Omao y su persona;  en el cuadrante nororiental está la figura del Sol, del primer gran shamán nihubuitiliai y su hermano po’sa; abajo la serpiente acuática y otros animales fluviales; en la zona occidental están el camino de las almas, los jikula de dos estrellas shidikalí, shirikali, la Luna, el morrocoy, el pájaro carpintero y el rey blanco de los zamuros. (Barandarián, D – 1965:12-13).  Estos últimos animales son los ayudantes de Omao.  Nos ha parecido interesante detenernos en esta descripción. Ambos microcosmos, según nuestro criterio, reflejan de algún modo las relaciones entre Sol, Luna, y algunas estrellas y los Yanomami.

La etnia Yanomama, pertenece al tronco lingüístico Yanoman, según  Manuel Lizarralde (1993). El alfabeto de la etnia consiste en:

El alfabeto de los Yanomami contiene las vocales a, e, ë, i, i, o,  u. Las consonantes son: b, f, h, k, m, n, r, s, sh, t, th, w, y.

El alfabeto de los Sanema, consiste en las vocales a, e, i, o, u, ö.  Las consonantes son:  j, k, l, m, n, p, s, t, w más la ch, r tj. Así mismo designan como Sanöma töpö kaia, al idioma Sanemá, según el autor Víctor Mendoza (2002:25-27, 145).

Con respecto al origen de los alimentos, informa el padre Cocco (1987) “el primer conocedor de la yuca fue Haya-riwé (espíritu del venado), quien le dio semillas a Rahara-riwé (Espíritu de Rahara, tío de la anaconda), la cual la cultivo ampliamente en su conuco, llamando la atención del mismo Omawë. Rahara-riwë cultivaba tanto la (yuca –N) amarga como la dulce (…) junto a la yuca, el yanomamo cultiva tubérculos como el ocumo, el mapuey, la batata, el liaren y el plátano.  (Cocco, L – 1987:182).

La fiesta principal de los Yanomami el rehahu, es la dedicada a la cosecha del pijiguao [Guilielma gasipäes] una palma de gran altura cuyos frutos, forman parte no solamente de la dieta de la etnia, sino que constituyen motivo para un encuentro entre grupos de la etnia, incluso que viven a distancias considerables. Por cierto que esta palmera, posee unas espinas de gran tamaño y los Yanomami, inventaron un aparato hecho de madera en forma de X que les permite subir a cosechar los frutos del pijiguao, sin peligro de su salud (ver foto  ).  Pues bien, con ese motivo se reúnen todos y ejecutan en su casa comunal una verdadera fiesta que incluye lo que para nosotros hoy, son competencias deportivas, las cuales incluyen desafíos  con la mano abierta, con los puños cerrados, bailes colectivos, etc.

Los Yanomami conocen, siembran y utilizan el tabaco (pee hnahe) de manera cotidiana, colocándose pequeños rollos de las hojas del tabaco, entre el labio inferior. Además utilizan alucinógenos como: el yopo, pararo, yahoana, restringidos principalmente a los shamanes, para lo cual han desarrollado instrumentos no solamente para reducir el yopo a polvo, sino para inhalarlo por la nariz (yokohiro), mediante un tubo terminado en dos, en forma de Y, que permite soplar por un extremo a un miembro de la etnia sobre las fosas nasales del otro.  Informa el padre Cocco, acerca del uso del yopo lo siguiente: “En todo caso los efectos accidentales del yopo son perfectamente justificados por los efectos esenciales: el contacto con el mundo de los hékura, la curación de las enfermedades, la venganza contra los enemigos y la transmisión de los mitos”. (Cocco, L – 1987:315).  Utilizan el curare (mamokori) para la cacería, al untar esa substancia en la punta de sus flechas, dedicadas a este fin utilitario.

Los Yanomami creen en la existencia de espíritus que tiene forma de genios o algo parecido quienes viven en las lagunas de la selva. Los designan como Yawari y los consideran como amistosos.  En este aspecto, mencionaremos que con alguna diferencia de nombre, el concepto de estos espíritus selváticos, es parecido en algunos casos al de los Caribe: Mawari, y al de los Warao: Mawari.

En el área ocupada por los Yanomami, existen algunos petroglifos y cuevas con pinturas rupestres, los cuales no han podido relacionarse, que sepamos, con su mitología o ritos. El papel de los shamanes xapori es parecido al de otras etnias en Venezuela.  Existen de hecho algunas gradaciones entre los shamanes, quienes actúan según sus conocimientos, utilizando un sin número de plantas para curar las enfermedades por ellos conocidas.  Sin embargo, con el aumento del contacto con los criollos, se han visto obligados a usar medicinas patentadas para poder combatir nuevos tipos de enfermedades que no conocían.

Para 1998 la situación general de comercialización con los objetos de la cultura y de las formas de vida  los Yanomami y Sanemá fue resumida por el antropólogo Antonio Pérez de la Universidad de Granada, de la siguiente manera: “La comercialización de los Yanomami ha llegado a las mercancías más variadas: films, videos, estampillas y toda suerte de libros den pretexto Yanomami y, obviando los académicos, me creo en el deber de alertar sobre el irracionalismo incrustado en muchos de ellos.”  (Pérez, A – 1999:29).  Ello al referirse de cómo con el “descubrimiento” por criollos y extranjeros de esta antigua etnia  hacia la década de los sesenta del siglo XX, y tal vez por el hecho de andar desnudos, se convirtieron en una curiosidad digna de hacer grandes y costosos reportajes para mostrar una etnia “primitiva y belicosa” y por supuesto objeto de atención de misioneros para imponerles la racionalidad y la forma de vida occidental, acabando con nomadismo y enseñándoles el valor del comercio, la ropa, las escopetas, los valores de la cultura dominante.