HISTORIA CHOLONES E HIBITOS

Hasta antes del ingreso de los misioneros franciscanos al sur de la provincia de Mariscal Cáceres, en el Alto Huallaga y el Alto Huayabamba estaban asentados dos grupos nativos; los hibitos y los cholones. Los primeros habitaban áreas comprendidos entre los ríos Abiseo y el Gelache (afluentes del Huayabamba), formando grupos con vínculos familiares (clanes) que vivían dispersos. Los segundos estaban más al Sur, en las inmediaciones del río Mishollo y Chontayacu (afluentes del Huallaga en las proximidades de Tocache), igualmente dispersos en varios caseríos, pero más gregarios y menos huraños que los hibitos.

Dedicados fundamentalmente a la caza y la pesca, estos grupos se caracterizaban por su gran movilidad espacial. Por esta razón no es posible señalar con mayor precisión la ubicación geográfica de estas etnias, pues cambiaban constantemente sus áreas de poblamiento, según los requerimientos de la caza y pesca.

CHOLONES E HIBITOS

Lo que también los hacía diferentes de los demás grupos nativos de San Martín, es el hecho de poseer lenguas únicas y con alguna similitud a las de las tribus amazónicas.

Desde 1580 los franciscanos avanzaron desde Huánuco hacia el Alto Huallaga, donde establecieron varios pueblos y reducciones. En 1676 ingresaron a Mariscal Cáceres, al sector de los cholones e hibitos, los mismos que fueron reducidos en Jesús de Ochanache durante casi un siglo. Debido a que hablaban diferentes lenguas y poseían culturas exclusivas, estos grupos no lograron integrarse; vivían en constante antagonismo, hecho que determinó que los frailes los trasladen y separen a cuatro pueblos por ellos fundados: los hibitos fueron reubicados en Jesús de Pajatén (a orillas del río Pajatén, próximo a su desembocadura en el Gelache) y Jesús de Monte Sión (más al interior del actual caserío, distrito de Campanilla); los cholones en San Buenaventura del Valle (más al interior del actual caserío) y en Pampa Hermosa (a orillas del río Chontayacu, en las proximidades de Uchiza). Estos últimos dieron origen a la formación de Uchiza, mientras que los hibitos poblaron el pueblo colonial de Pachiza (1789).

Desde fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, se produce un fuerte debilitamiento en la actividad misional de los franciscanos, hecho que se profundiza con el advenimiento de las luchas por la Independencia, al no encontrar en el nuevo Estado Republicano un efectivo apoyo para su labor. Esta situación determinó para que los franciscanos abandonaran no sólo sus centros misionales, sino también el país.
Las reducciones entonces desaparecieron y los hibitos y cholones iniciaron un proceso de dispersión que duró hasta inicios del presente siglo y cuyos últimos rezagos fueron vistos, todavía, en los años 30 para el caso de los hibitos y en la década del 50 para el caso de los cholones.

A diferencia de los motilones del Mayo y otras etnias del Norte de San Martín, los cholones e hibitos, por su naturaleza errática y su cultura hermética, rápidamente se desintegraron, dispersándose en pequeños grupos que se alejarían más al interior de la selva, hacia los llanos amazónicos, de donde primitivamente, al parecer, procedieron.

Por esta razón, su participación en el proceso de poblamiento de Mariscal Cáceres, fue nula y no se dejó sentir. En la actualidad no se les conoce descendientes y sólo quedan algunos vocablos de su habla, como veremos más adelante.

Fuente: Museo Regional Los Pinchudos – Juanjui