MILAREPA La vida de Milarepa. Parte I. Por: Brooke Webb

MILAREPA

La vida de Milarepa. Parte I. Por: Brooke Webb

De todas las historias escritas ninguna se acerca mas a la ficción que la verdadera historia de Milarepa. Esta trae consigo el poder de las condiciones arquetípicas humanas a través del mito, amor, odio, celos, magia trascendencia e iluminación. Nacido con el nombre de “Buenas Noticias” en una familia de campo Milarepa encarnó el poder transformador de Vidas del Camino del Diamante. Utilizando su enfoque para trascender una vida llevada por hábitos inconscientes, Milarepa en ocasiones se lanzó hacia su meta, la iluminación.

Cuando se leen las austeridades por las que paso uno queda sorprendido de que un nivel de disciplina y de autonegación como el suyo pueda ser practicado por tanto tiempo y en continuas condiciones extremas.        El bisabuelo del abuelo de Milarepa fue un poderoso Yogui Nyigma. Su abuelo paterno desperdició los bienes familiares en juegos de dados. Afortunadamente el y su padre lograron amasar una buena fortuna a través de los negocios y la familia adquirió una granja fértil con tres grandes casas en el valle de Kya Ngatsa en Gungthang, Tíbet.

Inspirados por su éxito, relativamente distantes, un tío y una tía paternos se mudaron cerca de la próspera y feliz familia. Fue aquí en el año de 1052, cuando Mila “Buenas Noticias” nació. A la edad de 7 años su gentil padre contrajo una enfermedad de la que claramente se observaba que no iba a recuperarse. Antes de que el padre muriera delegó la propiedad a su hijo una vez que se hiciera mayor. Hasta entonces encomendó el cuidado de su esposa, hijo y joven hija así como de toda su propiedad a su tío y su tía. Este par demostró ser bastante severo con los herederos de estas propiedades privándolos de toda comodidad que no fuera necesaria para la subsistencia mínima.

La madre y sus hijos se volvieron los sirvientes dependientes de los repentinamente prósperos e ingratos familiares. Después de ocho años de humillación, trabajo duro y pobreza, el día de la redención finalmente llegó. Para el quinceavo cumpleaños de Mila su madre organizó una gran fiesta a la que invitó a su tío y su tía, así como a otros familiares y amigos, para llevar a cabo el tan esperado momento de su liberación.

La granja sería legalmente suya de nuevo. Sin embargo el tío y la tía desafiantemente negaron la existencia de deseo alguno de devolver las propiedades del padre de Mila a su hijo. Ellos declararon que ellos mismos habían sido los herederos correctos y legales de los bienes del padre. Fue sólo, según ellos, la bondad de sus corazones lo que aseguró la supervivencia de la desgraciada madre, hijo e hija.

Tíbet en aquel entonces no contaba con recursos judiciales, así que había pocas maneras de resolver el conflicto, excepto por la violencia. El sentido común negaba sus afirmaciones, pero a pesar de eso el tío y la tía mantuvieron el desafío. “Si ustedes son muchos hágannos la guerra, si son pocos, hagan brujería”. Un profundo odio se estableció en el corazón de la madre de Mila. Ella sabiamente envió a su hijo a aprender a leer y escribir con un Lama Nyigma.

Un día, Buenas Noticias llegó de sus lecciones ligeramente borracho y riéndose sin cuidado. Ver a su hijo feliz fue más de lo que esta amargada mujer pudo soportar frente a su cara. Llena de rabia mandó a su hijo a aprender magia negra y matar a sus despreciables familiares. Si fallaba en esto la enloquecida mujer prometió suicidarse enfrente de él. Motivado por el profundo amor por su madre Mila se prometió no volver sin haber adquirido las habilidades y el poder de la magia negra.

Después de un año de estudios con un nuevo maestro, Mila rehusó la petición de su maestro de graduarse con honores, como hicieron sus compañeros. En vez de esto el joven le suplicó a su maestro con lágrimas en los ojos que le enseñará las artes para destruir a sus enemigos. Mila fue enviado a otro maestro, y allí en una montaña, fue enviado a un estricto retiro de dos semanas para trabajar con encantamientos mágicos para invocar a las poderosas entidades del lado oscuro.

De vuelta en Kya Ngatsa, una fiesta de bodas se llevaba a cabo para hijo primogénito del tío. La casa estaba abarrotada de invitados de la familia que disfrutaban de la fiesta. De pronto todo el edificio se derrumbó en un montón de escombros, cubriendo a todos sus habitantes. Misteriosamente algo le causó pánico a los animales que habitaban bajo la casa y en su intento por escapar golpearon y derrumbaron las bases que sostenían la casa. De las treinta personas presentes sólo el tío y la tía se salvaron de la muerte.

La madre de Mila se las arregló, en contra de toda posibilidad, para alardear del cruel evento. Con términos precisos y no carente de orgullo hizo conocer que fue su propio hijo el responsable de la tragedia. Rápidamente un grupo se disponía a asesinar a la peligrosa y vengativa mujer. Sin embargo, previniendo esta situación, ella había enviado una carta a su hijo para que produjera castigos en forma de tormentas. El diluvio resultante virtualmente destruyó la cosecha madura de los granjeros, así como sus posibilidades de sobrevivir en el crudo invierno sin morir de inanición.

Mientras tanto la astuta mujer envió otra carta a su hijo pidiéndole que enviara la muerte a todo el que tomara alguna represalia contra ella. Seguidamente diseminó la carta enviada a su hijo y la amenaza de muerte, así que nadie pretendía desafiar a las deidades que custodiaban a la endemoniada mujer y su vida fue aislada. Como era sabido que toda esa destrucción fue provocada por Mila, fue forzado a mantenerse alejado de su casa. De hecho el joven nunca volvió a ver viva a su madre. Luego de utilizar la magia para la destrucción de los enemigos de la familia la mente de Mila se llenó de intenso remordimiento. El se enfrentó día y noche con el resultado negativo de sus acciones dañinas que inevitablemente estaban llenas de constante culpabilidad.

Su propio maestro, que poseía un fuerte entendimiento de las leyes kármicas, también llegó a la conclusión que uno de los dos tenía que hacer algo para revertir el caos provocado. Luego de la muerte de su rico patrón, el viejo hechicero decidió que el o su estudiante debían ahora aprender las puras y benevolentes enseñanzas del Buda, las cuales ofrecen beneficios definitivos a los seres. De esta manera esperaban que tanto el maestro como su discípulo se liberaran de renacer en los reinos bajos, lugar al cual seguramente llegarían muy pronto. Siendo Mila el más joven fue el elegido para emprender la tarea. Fue enviado a Tsangronsg para estudiar con un nuevo Lama llamado Rongton Lhaga.

Luego de dar las ofrendas obsequiadas por su primer maestro. Mila fue iniciado y empoderado en la práctica de la meditación interna (insight). Sin embargo y a pesar de su fuerte motivación, él empleó su tiempo durmiendo más que tratando de alcanzar algún tipo de nirvana. A través de su propia meditación el Lama Rongton Lhaga fue capaz de observar que el Lama con el cual Mila tenía una conexión kármica especial era un maestro de Lhotrak llamado Marpa, el traductor.

Mila fue enviado a buscar a este lama, el hijo espiritual de un renombrado guru indio, Naropa. Incapaz de contener su excitación ante la expectativa de encontrar a su lama raíz, Mila emprendió el camino inmediatamente. Mientras tanto, en Lotrak, en un sueño, Marpa recibía de Naropa un Dorje lapizlázuli ligeramente empañado y un cuenco dorado de néctar. Las instrucciones vinieron de Naropa, “Limpia el polvo del diamante con el agua de este cuenco, luego colócalo en el tope de la Bandera de la Victoria. Esto agradará a los Budas del pasado y todos los seres sintientes serán felices, llenando así tus aspiraciones y las de todos los demás”.

Marpa limpió el diamante y lo colocó sobre la Bandera de la Victoria. El brillo del diamante iluminó el universo entero. Inmediatamente las seis clases de seres fueron liberados del dolor y fueron llenados de felicidad. Dagmema, la esposa de Marpa, fue donde su marido a contarle un sueño similar, que era aún más impresionante en contenido. Dos mujeres cargaban una estupa de cristal que tenía unas pequeñas impurezas en su superficie. Naropa guiaba a Marpa para bendecir la estupa y colocarla en la cima de una montaña.

Cuando esto fue realizado la luz de la estupa brilló en todas las direcciones con un resplandor como el del sol y la luna. Al mismo tiempo la estupa se replicaba a sí misma en innumerables cimas de montañas. Sin revelarle a su esposa conocimiento alguno sobre el significado del sueño Marpa se dispuso a arar las tierras, cosa que no haría sin suficiente cerveza en el remolque. Muy pronto apareció Buenas Noticias, el aspirante. Luego de examinarlo detalladamente Marpa, sin revelar su identidad, le dio al invitado una jarra de cerveza y lo puso a arar las tierras.

Al tiempo Mila fue invitado por el hijo más joven de Marpa a entrar en la casa. Se quedó muy sorprendido al darse cuenta que el extraño y poderoso hombre que se consiguió la primera vez no era otro sino el Lama mismo, e hizo postraciones frente a él, como era la costumbre. Luego de explicar como había destruido la vida de muchos de sus inocentes parientes, Mila le pidió al Lama sus enseñanzas.

Marpa le ofreció al joven refugio y le dio a elegir entre comida y vestido o las enseñanzas. Mila eligió las enseñanzas y se comprometió a arreglárselas por sí mismo con el resto de las cosas. Su primer acercamiento al humor predominante del Lama vino cuando Mila intentó colocar su libro de magia al lado de los libros sagrados de Marpa. “Llévate ese mugriento libro de aquí, puede contaminar mis objetos sagrados y mi santuario”. El joven novato se dedicó a mendigar a través de valle para pagar su habitación y mantenimiento.

Cuando volvió con el Lama llevaba carne, cerveza, sacos de cebada y una enorme olla de cocina. Marpa mostró lágrimas de emoción y llevó la olla a su cuarto sagrado, y lo lleno con mantequilla derretida. Sin embargo se negaba a darle instrucciones espirituales a Mila, en vez de esto le pidió que enviará tormentas eléctricas a dos comunidades que habían estado robando a sus estudiantes. Mila entonces se apresuró a realizar los conjuros para producir las tormentas, y luego fue solicitado para enviar mas truenos y centellas sobre otros poblados. Luego de eso Marpa siempre se refería a su nuevo estudiante como el “Gran Mago”.

Ahora Mila estaba seguro que recibiría las enseñanzas sobre la iluminación y se las pidió directamente a su lama. Marpa le replicó en un tono irritado: “Ja!, ¿es para recompensar tus múltiples crímenes por lo que yo fui a India a riesgo de mi vida? Dices que deseas esas enseñanzas que son el aliento vivo de las Dakinis y por las cuales, sin escatimar riquezas, ofrecí oro sin medida. Espero que sólo estés bromeando!, Cualquiera podría matarte por esto! Ahora restaura las tierras en Yadrok y sana a los afectados.

Pero nunca vuelvas si no puedes hacer esto.” Buenas Noticias lloró por aquel áspero trato. El lama regresó al siguiente día disculpándose por su rudeza e instó a Mila a construir una inmensa torre para su hijo, Tarma Dode, quien viviría allí. Mila emprendió la tarea con furia y sobre las áridas montañas cerca de la casa de Marpa, una enorme torre redondeada comenzó a tomar forma. Su lama después de varios meses de trabajo le pidió que la estructura debía ser desmantelada completamente y las piedras regresadas al sitio donde habían sido tomadas. Entonces Marpa, usando primero la excusa de borrachera y luego de confusión, le ordenó construir una torre semicircular y luego una triangular.

Esas torres fueron construidas hasta la mitad y entonces el lama cambiaba de opinión. Hasta ahora el lama era bastante desagradable e incluso abusivo con su estudiante, repetidamente lo instaba a irse si no estaba satisfecho. Los años habían pasado y todo lo que Mila tenía para demostrar su devoción era una espalda llena de ampollas. Ahora recibía ordenes de construir una cuarta y aún más grande torre. Para este trabajo Mila le imploró a la esposa del lama para persuadirlo de que las instrucciones esta vez no fueran revertidas.

Luego de que tres de los estudiantes del lama colocaron una inmensa roca en posición Mila comenzó a construir el edificio alrededor de la gigantesca piedra. Y tan seguro como el día sigue a la noche el lama predeciblemente mandó a desmantelar el edificio. La razón era que la piedra angular había sido colocada con ayuda de otros, y las estrictas órdenes de Marpa eran que el Gran Mago debía trabajar solo. En varias ocasiones, largos retiros y empoderamientos tántricos budistas eran dados a los estudiantes de Marpa. Mila, esperando ser iniciado, iba a recibir las bendiciones del lama. Cada vez era rechazado, pateado y lanzado al suelo, hasta que brotaban lágrimas de desesperación por el abuso que indiscriminadamente caía sobre él. Además de las historias de las torres estaba la petición de construir un salón sagrado y un camino cubierto.

Estos fueron construidos hasta que la espalda de Mila se infectó totalmente y tenía llagas y ampollas, debido a la enfermedad fue, forzosamente, llevado a reposo. Marpa sin embargo, presionaba a Mila a retornar al trabajo rápidamente, recordándole los intensos esfuerzos a los que fue sometido Naropa por su propio maestro: Tilopa. La compasiva esposa del lama elaboró un plan para que Mila abandonara el lugar, esperando que esto suavizara a Marpa.

Un día le comentó a su esposo que Mila estaba recogiendo todas sus cosas para marcharse, pero que ella lo había persuadido para quedarse. La respuesta del lama fue buscar a Mila y bofetearlo con toda su fuerza. En ese momento parecía evidente que la agresión hacia su miserable aspirante nunca cesaría. En otra ocasión se llevaría a cabo la iniciación de Korlo Demchog. Una vez más Dagmena llevó a Mila al círculo de iniciados, en esa oportunidad le dio una inmensa turquesa para que la llevara como ofrenda al lama.

Fue tal la ira del lama en esa ocasión que luego de lanzar a Mila al suelo, sus propios estudiantes tuvieron que retener físicamente a su maestro para detener la ola de estruendosas patadas que caían sobre el cuerpo de su estudiante. Al día siguiente el lama fue a donde Mila y le propuso una pregunta: “¿No estas insatisfecho por mi negación a enseñarte?” “tengo confianza en el lama” respondió Mila incapaz de contener las lágrimas que caían como un torrente de sus ojos. “¿Que buscas obtener de mí con esas lágrimas? ¡Lárgate!” gritó el lama. Su miseria era mayor de la que su corazón podía soportar, Mila tomó su libro de magia y sin decir adiós abandonó el hogar de su maestro. Él tomó un trabajo en un valle vecino y constantemente leía acerca de las historias de los grandes maestros budistas. Esas historias lo inspiraban e incrementaban su oposición a tomar una vida ordinaria.

Y decidió definitivamente volver con Marpa, quien al darse cuenta de la desaparición de su discípulo derramó lágrimas de dolor, implorándole fuertemente a las Dakinis que su hijo predestinado regresara. Sin embargo, seguía inflexiblemente rehusándose a dar enseñanzas a Mila hasta que los tres pisos restantes de la torre fueran construidos. Sobrecargado por los maltratos del áspero temperamento del lama y su propensión a la violencia, Mila decidió irse de una vez por todas. Dagmena decidió enviar a Mila en secreto a un estudiante de Marpa llamado Ngokpa.

La gentil mujer, después de emborrachar a su marido con su cerveza favorita, realizó una carta firmada y envió un mala de rubí que había pertenecido a Naropa como ofrendas de Marpa. Era conocido también que Lama Ngokpa tenía unos pocos enemigos y que también deseaba los servicios del gran mago para asegurarse que algunos de ellos recibieran algunas lluvias tibetanas de granizo. Luego de completar la petición del lama, Mila fue enviado a observar los resultados de su trabajo, había dejado a los habitantes del valle en la desgracia. Rebaños enteros de yacían muertos en los campos, así como incontables otras criaturas.

Mila tomó algunos de ellos -pájaros y ratones- y regresó adonde el lama desesperado por su habilidad de no hacer otra cosa más que daño. El lama le aseguró a Mila que ninguna de esas criaturas que habían muerto caerían en los reinos bajos otra vez. Como prueba de esto volvió a la vida a todas las aves y ratones que Mila había traído consigo. Esa demostración ciertamente sirvió para fortalecer la ambición del Gran Mago de tratar de hacerse un Yogui. Mila de nuevo recibió métodos junto con instrucciones y fue enviado a un retiro de meditación. Una vez más, y para la sorpresa del Lama Ngokpa, absolutamente nada ocurría en el camino de la experiencia interna en la mente de Mila. Mientras tanto, Marpa se las había arreglado para terminar la torre y enviar una carta a Ngokpa para asistir a la celebración de cumpleaños de su hijo. Adicionalmente le envió una petición de que “cierto malhechor” fuera devuelto a él. Nada podía persuadir a Mila de volver con el terrible y violento lama. Sin embargo, la esposa de Marpa envió una nota en una carta “ahora el te enseñará”.

Con una mezcla de esperanza y coraje Mila partió hacia Lhotrak. Marpa comenzó la ceremonia, “Abundante excelencia de este precioso linaje, sin mancha debido a la imperfección o deficiencia. Puedan todos ser bendecidos por esa excelencia. La excelencia abunda en el rápido camino  de la transmisión secreta, sin error o decepción. Puedan todos ser bendecidos por esa excelencia.” Antes que los rituales avanzaran muy lejos, Lama Marpa reparó en los hechos sucedidos en el pasado reciente. Su bastón estaba sospechosamente colocado a su lado. Él determinó que Lama Ngokpa no sería castigado y le pidió devolver las joyas de Naropa.

Cuando la atención de Marpa se enfocó en su esposa principal, ella se escapó con su marido de modo de no hacerse el objetivo directo de la ira del lama. En cuanto a Mila, su paranoia encumbró en ese momento y pensando que el solo podía crear dolor y problemas en el mundo decidió suicidarse lanzándose de la torre que el mismo había construido. Fueron sólo las gentiles palabras de Lama Ngokpa que lo previnieron de hacer algo como eso. En ese momento Dagmena fue enviada por el lama a informarle a Mila que era el invitado de honor. Mila se acerco temblorosamente a la ceremonia. Lejos de expresar su disgusto personal todos creían que el lama conservaría a Mila, Marpa ahora reveló la verdadera profundidad de su amor por él, proporcionándole todo elogio posible y asegurándole un completo éxito en su práctica.

El lama continuó, “Mi hijo a finalizado las nueve grandes penalidades, ahora su completa iluminación sin futuros renacimientos puede ahora llevarse a cabo”. Debido a la debilidad de Dagmema, esto no tuvo lugar, y quedará un débil vestigio de mancha con él. Ahora te recibo y te daré mis enseñanzas. Que son tan apreciadas para mí como mi propio corazón. Te dejaré meditar y ser feliz. Marpa le dio a su estudiante refugio budista, el voto del bodisatva y los votos de una persona laica. Le fue dado el nombre de “Mila Vajra, Bandera de la Victoria”, como fue revelado por Naropa en el sueño. Marpa le dio el empoderamiento de Chakrasamvara a Mila y a todos los presentes.

Durante la iniciación Marpa apuntó al cielo. Arriba en el espacio sobre el lugar de reunión, apareció el vívido mandala de la deidad rodeada por budas y dakinis así como de numerosos símbolos auspiciosos. Ambos, el lama y las deidades del mandala le confirieron a Mila el nombre de iniciación, “Pal Zhepa Dorje” (Glorioso Diamante Sonriente). Marpa profetizó que de la tenacidad bajo condiciones extremas de Mila el podía desarrollar estudiantes y maestros con fuertes cualidades de buda y que a través de él sus enseñanzas serán como la luna creciente. Luego de recibir instrucciones detalladas, Mila fue enviado en solitario a una cueva situada en una colinas vecinas para meditar. Aquí, colocó lamparas de mantequilla sobre su cabeza y no se movería hasta que se consumieran por completo.

Sin dejar que su lugar de meditación se enfriara Mila meditó de esta forma día y noche por once meses. Luego de esto Marpa y su esposa lo invitaron a un gran festín, en el que le pidieron explicar sus destellos (insights) a través de la meditación. Mila respondió de la siguiente forma, “entiendo que en este cuerpo yace la escogencia vital entre una enorme ganancia y pérdida, relativa a la felicidad eterna o miseria en el límite entre lo maligno y lo bueno. Entiendo que la fuente de toda felicidad es el lama y por lo tanto el primer paso es completar todas sus instrucciones y mantener un vínculo irrompible con él. Además una afortunada existencia humana es algo difícil de adquirir. Elevando la mente con gran intensidad sobre la impermanencia y la muerte, las consecuencias de las acciones y el dolor del samsara uno desarrolla el anhelo de liberarse. Habiéndose esforzado en descubrir el no egoísmo de la personalidad, uno examina el yo por medio de la lógica, las enseñanzas y analogías, y no encontrando el yo, uno comprende su no-existencia. Cuando la mente se calma en tal razonamiento, los pensamientos discriminativos cesan y la mente alcanza un estado no conceptual. Si uno permanece en ese estado uno a alcanzado la tranquilidad de la mente.

Ese estado de tranquilidad es mantenido por medio de una continua atención y consciencia, sin permitirle estancarse en la pasividad. Intensificado por la fuerza de la consciencia, uno experimenta la consciencia pura sin diferenciación, desnuda, vívida. Esa consciencia pura puede ser considerada como un destello de claridad (insight) básico.” Mila resumió su comprensión: “Primero un estado mental vívido de tranquilidad a energía sostenedora junto con un intelecto analítico son requerimientos indispensables para alcanzar destellos perfectos. Son como los primeros pasos de una escalera. Segundo, todas las meditaciones, con o sin formas, deben comenzar de un profundo amor y compasión. Lo que sea que hagamos debe surgir de una actitud amorosa de beneficiar a otros. Tercero, a través de la perfecta visión, todo el análisis discriminativo se disuelve en un estado no conceptual.

Finalmente, con una clara consciencia del vacío, sinceramente dedicamos el resultado para el beneficio de todos los seres. Yo he entendido que ese es el mejor camino de todos.” Marpa respondió: “Hijo mío, tenía grandes esperanzas, y mis esperanzas se han realizado.” El lama se llenó de gozo. Para Mila era tiempo de ingresar de nuevo a su cueva y posarse en su solitario cojín una vez más. Luego de un largo, largo período de tiempo invertido en profunda meditación, Mila fue visitado por un buda femenino cuyo cuerpo era azul como el cielo y que vestía los ornamentos de huesos de una yoguini.

Ella dijo a Mila, “Hijo mío, ya tienes las enseñanzas del gran sello (Mahamudra), y las instrucciones en las seis doctrinas. Estas te orientan hacia la iluminación suprema a través de la meditación continua. Pero no tienes las enseñanza especiales que se refieren a la transferencia de la consciencia de los cuerpos muertos, que llevan a la budeidad en un momento de meditación. Pídelas, dijo ella y luego desapareció. El yogui, Mila, una vez mas cruzó las paredes de su cueva para consultar a Marpa. Este fue un signo para Marpa que le indicaba que debía partir inmediatamente a India a buscar a Naropa. Cuando Marpa finalmente, después de muchos, muchos meses de búsqueda encontró a su maestro Naropa en Pullahari en el norte de India, le preguntó por las enseñanzas en cuestión. Naropa le preguntó cómo había sido llamada su atención por esa enseñanza. Marpa explicó la historia de su estudiante que fue visitado por la Dakini de la sabiduría.

Naropa exclamó, “que maravilla”, en las oscuras tierras del Tíbet ese discípulo es como el sol naciendo sobre la nieve.” Entonces se postró tres veces hacia el Tíbet en honor al poder supremo de Mila en su meditación. Aún hoy en día los árboles y montañas cercanas a Pullahari se inclinan hacia el Tíbet. Luego del regreso de Marpa al Tíbet con el subsecuente fallecimiento de su hijo y heredero, Tarma Dode, Lama Marpa reunió a sus principales cuatro discípulos, Y les pidió que recordaran sus sueños en una noche especial de modo de esclarecer una predicción acerca del futuro de su linaje. Aún cuando todos los sueños eran positivos, sólo el de Mila era profético. Mila Vajra contó su sueño: “Una montaña majestuosa se eleva hacia el norte con el sol y la luna sobre ella. La luz de esa montaña llena todo el espacio y su base cubre totalmente la tierra. Los ríos descienden desde el pico en las cuatro direcciones cardinales apagando la sed de los seres. Las aguas fluían hacia el mar y millares de flores chispeaban en todas partes. Alrededor de la montaña había cuatro grandes pilares surgiendo de las cuatro direcciones. Uno sostenía en el tope un león, otro un tigre, el tercero una garuda gigante y sobre el cuarto pilar se alzaba un cóndor con sus alas extendidas las cuales abrigaban un pichón.

El nido de ese cóndor estaba colocado en un risco pedregoso. El cielo alrededor del pilar estaba lleno de aves pequeñas. Cada una de esas aves tenían la mirada fija en el espacio abierto.” La esposa principal del Lama preparó un festín ritual y lama Marpa se expresó de manera poética con un canto explicando el significado del sueño. “Señor Buda de las tres épocas, Maestro Naropa, me postro a tus pies.

Todos los discípulos de este lugar, escuchen los increíbles presagios del futuro Conocidos a través del sueño Que yo, su viejo padre, voy a contarles. La tierra del norte es el Tíbet Donde las enseñanzas del Buda serán diseminadas Esa montaña nevada es el viejo traductor Marpa y las enseñanzas Kagyu. El tope de la nieve que tocaba el cielo Es un destello inigualable El sol y la luna girando alrededor del pico son la meditación radiante de  sabiduría y compasión.

La luz llenando el espacio Es la compasión disipando la oscuridad  de la ignorancia. Su base cubriendo la tierra entera es la acción penetrante de las enseñanzas cuando se van revelando Los cuatro ríos siguiendo las cuatro direcciones Son los cuatro aspectos de la iniciación y la instrucción Esos ríos apagando la sed de los seres Es el desarrollo y la liberación de  los buscadores. Todas esas agua fluyendo hacia el mar Es la reunión de la consciencia madre  y la consciencia hija Todas las variadas flores chispeantes Son el gozo del fruto sin mancha.” Marpa explicó como las diferentes criaturas representaban sus cuatro estudiantes principales, Milarepa, Ngokton Chodor, Tshorton Oangne y Meton de Tsangrong.

Sus poderosas cualidades propagarían sus enseñanzas y cada uno de ellos alcanzaría el estado último de liberación e iluminación. El gran lama finalmente expresó el significado del sueño en lo referente a Mila, que en este momento se había convertido en Milarepa. Un “repa” es aquel que alcanza la maestría de la practica yogui del tummo o calor interior, que le permite a un yogui permanecer tibio aún en los glaciares más helados. “El gran pilar levantándose al norte es Milarepa de Gungthang, El cóndor que se levantaba sobre el pilar significa que Mila es como un cóndor, sus alas abiertas son la realización de las instrucciones secretas su nido en la punta significa que su vida será más dura que la roca.

El pichón nacido del cóndor Significa que no tendrá rival Las pequeñas aves llenando el espacio significan la propagación de las enseñanzas Kagyu Sus miradas vueltas hacia las alturas es una despedida del mundo del nacimiento y la muerte Su vuelo hacia la inmensidad del espacio es la llegada hacia el mundo de la liberación El sueño del norte no es maligno Es favorable, Oh discípulos establecidos en este lugar”, Marpa se levantó “El trabajo del anciano ha terminado. Para ustedes, discípulos, su hora ha llegado. Si las palabras de este anciano son proféticas, La perfecta enseñanza, transmitida, Se propagará a lo largo y ancho en el futuro.

Marpa instruyó a sus estudiantes intensamente en todo aspecto de la meditación, específicamente instando a Milarepa a perfeccionar su practica de tummo para prepararse para una vida de meditación en las montañas cubiertas de nieve. Marpa dio a sus estudiantes su más preciosa posesión que mantenía las bendiciones de sus propios maestros.

De esos tesoros le dio a Milarepa las prendas de Naropa y el sombrero de Maitripa. Lo eligió como su sucesor y sostenedor del linaje, Milarepa se mantuvo cerca de él por unos pocos años más para recibir las iniciaciones e instrucciones especiales antes de embarcarse a las montañas a practicar austeridades. Milarepa se estableció en una cueva cercana a meditar en aislamiento total y era alimentado y cuidado amorosamente por Marpa y su esposa de igual forma que un año sigue al siguiente. Un amanecer interior sin igual surgió en la mente de Milarepa en la medida que todos los conceptos del ego se disolvían en la sabiduría del espacio definitivo.

La vida de Milarepa. Parte II.

Por: Brooke Webb

De todas las historias escritas, ninguna se acerca tanto a sonar como ficción que la verdadera historia de Milarepa, que trae consigo las poderosas condiciones humanas arquetípicas empleadas en el mito, amor, odio, magia, celos, trascendencia e iluminación.    Esta es la segunda mitad de la historia de Milarepa. El siguiente párrafo provee una breve sinopsis de la primera parte de la extraordinaria vida de este gran yogui que fue presentada en el número anterior.

Fue para vengarse de las estafas de sus parientes que Milarepa aprendió magia negra y llevó a la muerte a los enemigos de su madre. Luego actuando con intenso remordimiento se decidió buscar un maestro completamente iluminado para revertir las consecuencias kármicas de los daños ocasionados. Bajo la dura tutela de su Lama, Milarepa se fortaleció a través de la humillación y la dificultad constante. Finalmente luego de recibir las bendiciones de Marpa para practicar el Dharma budista, Milarepa aplicó su tenacidad inquebrantable hacia la meditación para lograr la iluminación.

Fue durante un largo período de meditación que Milarepa tuvo un sueño en el cual vio que su amada madre había muerto. El sueño provocó un casi irresistible deseo de ver su tierra natal de nuevo. Atravesando las paredes de la cueva de su retiro Mila fue a ver inmediatamente a Marpa. El Lama, habiendo despertado de su sueño se sorprendió de ver que su estudiante había roto su estricto retiro. Viendo el estado emocional de Mila y el deseo de ver a su familia, le permitió a su hijo pródigo abandonar las montañas del Sur de Lhotrak.

Sin embargo, predijo que ellos, Lama y estudiante, no se reunirían de nuevo en esa vida. Justo en el momento en el que despertó, el sol alumbraba la frente del Lama y su esposa traía comida, Marpa vaticinó que Milarepa haría que las enseñanzas del Buda brillaran como el sol al tiempo que sería alimentado por comida espiritual. Marpa procedió a dar a su estudiante una transmisión iluminada dada originalmente por las dakinis y la cual fue ordenada por Naropa que se transmitiera sólo a Milarepa de entre todos los discípulos del Lama. El Lama prometió que no había guardado una sola enseñanza y alentó a Mila y a las futuras generaciones a no repetir el severo estilo de trato hacia sus estudiantes, el cual fue utilizado hacia Milarepa. Con ese consejo Marpa le cantó a su estudiante: Contemplando la vida de los maestros, Uno observa que aún el deseo por más instrucción es una distracción. Mantén la esencia de las enseñanzas a salvo en tu corazón. Muchas explicaciones sin la esencia son como árboles sin fruto. Aunque todas son conocimiento, no hay una verdad definitiva. Conocerlas todas no es el conocimiento de la verdad definitiva.

Mucha dilucidación no trae beneficio espiritual. Aquello que beneficia el corazón es nuestro tesoro sagrado. Si deseas ser rico concéntrate en esto. El Dharma es el medio hábil para sobreponerse al sufrimiento. Si deseas estar seguro concéntrate en esto. La mente cabalgando sobre la mente es un caballo incansable. Tu propio cuerpo es un santuario y una mansión celestial.

La meditación sin distracción y la acción es la mejor de todas las medicinas. A ti que tienes el impulso hacia la iluminación Te he dado las instrucciones sin esconder nada. Yo, mi instrucción y tu, los tres están colocados en tu mano hijo mío. Puedan prosperar y traer ramas y frutos. Sin que decaigan, se disuelvan o se deterioren. El Lama Marpa finalizó su canción y colocando sus manos en la cabeza de Milarepa dijo: “Hijo, tu partida rompe mi corazón. La impermanencia es la marca de todas las cosas compuestas. No podemos hacer nada al respecto.” Milarepa se quedó unos días mas con Marpa quien continuó dándole intensas instrucciones.

Mostró sobre ellos en el espacio, en formas de luz, muchos de los yidams y otros símbolos auspiciosos. Esas maravillas aparecieron directamente de la maestría completamente iluminada de todos los fenómenos. Marpa realizó esos milagros específicamente para marcar la ocasión de la partida de Milarepa y para transmitirle profundas bendiciones. El Lama le preguntó a Mila, “Hijo, has visto y ¿confías en esas transformaciones?”. “Estoy tan conmovido que no puedo más que confiar. Pienso que debería tratar de ser capaz de hacer cosas similares con la meditación”, respondió Mila con la voz quebrada.

“Bien, si es así, hijo, puedes irte ahora. Ya que he identificado todas las cosas como ilusión, practica acordemente. Toma refugio en las montañas, las nieves o los bosques.” Marpa dio los nombres de todas las montañas sagradas donde Mila debía levantar la bandera de la meditación. “Si meditas servirás a tu lama, mostrarás gratitud a tu padre y madre y realizarás las metas de los seres sintientes.” Con ese consejo Marpa estalló en lágrimas, prometiendo encontrarse con su hijo espiritual en la tierra de las dakinis.

Previniendo un obstáculo para la practica de Milarepa en el futuro, Marpa le dio un pliego sellado, para ser abierto sólo en caso de que grandes problemas surjan. Aquella noche, los dos, lama y estudiante durmieron muy cerca el uno del otro. En la mañana Dagmema entró al cuarto llorando de tristeza ante la inminente partida de Milarepa. El Lama le dijo: “Dagmema, ¿por qué lloras?. ¿Porque Mila ha obtenido las instrucciones de la tradición oral de su lama y porque va a meditar en las montañas? ¿Hay alguna razón para las lágrimas? La verdadera causa para las lágrimas es el pensamiento que todos los seres sintientes que son potenciales Budas aún no están conscientes de esto y mueren en la miseria, y lo que es especialmente una causa para las lágrimas es el pensamiento de que una vez que han alcanzado la condición humana, siguen muriendo sin el Dharma. Y si lloras por esto debes llorar incesantemente.” Esa mañana, acompañado por su adorado lama y esposa por una parte del camino, Milarepa partió hacia Kya Ngatsa y su tierra natal. A su llegada allí, las cosas eran como en su sueño. Su casa había caído en ruinas y la maleza había crecido. Y en el centro de la destrucción yacían los restos del esqueleto de su madre.

Debido al temor de las deidades guardianas de Mila, nadie se había atrevido a realizar una cremación en el lugar. En ese momento de conmoción, Mila estalló en una espontánea canción vajra para liberar su dolor: Aquí en la demoníaca prisión de mi tierra natal Encontré un maestro de la ilusión efímera Cuando había una madre, no había un hijo Ahora que he venido, mi anciana madre ha muerto Nuestro encuentro fue una ilusión Yo, el hijo, practicaré el verdadero Dharma. Voy a meditar en la roca blanca del diente de caballo. Cuando había una casa, no había un maestro. Ahora que el maestro ha llegado, esta en ruinas. Nuestro encuentro fue una ilusión. Yo, el hijo, practicaré el verdadero Dharma.

Voy a meditar en la roca blanca del diente de caballo. La casa, las tierras y campos son un mundo sin verdadero beneficio. Deja a los ignorantes tomarlos Como un ermitaño iré a buscar la liberación. Con ayuda de su antiguo tutor de niño, Mila convirtió los huesos de su madre en figuras budistas y las colocó en una estupa. Estallando en lágrimas Mila pensó en su pérdida: “otros no han conocido tal desgracia. Para aquellos que no piensan en el sufrimiento de la muerte y los reinos bajos, los placeres sensoriales de la vida pueden ser suficientes. Para mi todas las cosas de la vida me llevan a meditar con un completo desinterés por la comida, la ropa o el reconocimiento.” Milarepa, tomando algunas provisiones donadas, fijó su residencia en una cueva en la montaña detrás de su casa. Aquí se embarcó en su carrera como un yogui de montaña solitario con varios meses de intensa meditación.

Eventualmente sus provisiones se terminaron y sintió que estaba incapacitado para mantenerse mucho tiempo. De modo de continuar su meditación decidió mendigar comida a los hombres del pueblo. Y ¿quién estaba allí? La causa de todos los pesares de su familia, su tía. Reconociendo al ingrato sobrino, la tía se ensañó contra su desnutrido pariente con piedras, palos y una lluvia de golpes, casi muerto Mila le rogó misericordia. La tía de alguna manera se conmovió con la petición de su sobrino. Detuvo el ataque y le ofreció algunas provisiones. Inconscientemente Mila se lanzó hacia la tienda de su tía. A pesar de su apariencia de cadáver, fue inmediatamente reconocido por su pariente que también había combatido furiosamente a su familia. Una vez más, a pesar de correr con todas las fuerzas que los músculos de sus piernas le permitían una lluvia de flechas y piedras lo alcanzaron en su espalda. Muchos pobladores se unieron al tío en el ataque a su viejo enemigo. Para salvar su vida, Mila invocó fuertemente a sus deidades guardianas bebedoras de sangre para volverse en contra de sus atacantes. Tal fue el temor provocado por su invocación que aún los más fieros entre los lanzadores de rocas se acercaron a brindarle ofrendas a Mila.

La excepción fue su propio tío. Milarepa también acudió a Zessay, la chica con la cual estaba comprometido en su juventud. Se vio obligado a explicarle que ningún matrimonio tendría lugar. “Yo he abandonado todo y a todos. No esperes de mí que sea un hombre en el sentido ordinario,” dijo. Zessay no podía entender ese tipo de practica espiritual que parecía opuesta a la de los religiosos que ella conocía. Ella le dijo: “nunca he visto a un devoto religioso como tu. Luces aún peor que un mendigo. ¿Que clase de Mahayana es ese que tu estas siguiendo?”. Mila replicó: “aquellos que piensan solo en las metas mundanas se contentan con estudiar algunos libros religiosos. Se regocijan de sus propios éxitos y de las fallas de otros. En nombre de la religión amasan tanta riqueza y fama como pueden.

Toman nombres sagrados y se visten de hábitos amarillos. Yo me he alejado de ellos y siempre lo haré.” Luego de escuchar sobre la intención de Mila de lograr la iluminación a través de las austeridades, Zessay se negó a recibir las propiedades de Mila como un regalo. Sin embargo, luego de su partida su suspicaz tía apareció, la mujer había recibido comentarios que su sobrino ya no necesitaba las tierras ni la casa. Ella vino con una proposición. Ella cultivaría el potencialmente lucrativo campo y a cambio le daría a su sobrino provisiones. Lo cual Mila aceptó gratamente.

Milarepa fue capaz de meditar por dos meses más antes de ser visitado nuevamente por su tía. La conspiradora mujer ahora traía una generosa provisión de comida junto con la petición de que Mila hiciera sus prácticas meditativas en alguna otra parte y que dejara de envenenar el buen nombre del valle con sus espíritus guardianes. Mila aceptó irse, y le pidió a su tía que tomara no sólo el campo sino también la casa, habiendo hecho esto cantó: Todo lo que uno acumula Se vuelve propiedad de nuestros enemigos El precio que mi tía pagó por mi campo es su avaricia Poseer alguna parte de esto me causaría  un renacimiento entre los espíritus hambrientos Las palabras de mi tía son palabras de ira.

Si yo hablara el mismo lenguaje  nos destruiríamos el uno al otro. Tía, toma mi casa y campo. Tómalos y que puedas ser feliz. Es a través de la compasión que nos sobreponemos a los demonios. La calumnia es lanzada al viento, y yo me vuelvo hacia metas más altas O gracioso lama, inmutable en esencia, Bendice a este mendigante, para que pueda completar su vida  en la soledad de las montañas. Milarepa partió la siguiente mañana y se fue a la cueva de la roca blanca del diente de caballo. Reforzando su voto de la meditación incesante, hizo la promesa de no descender a un lugar habitado. Cantó: No descenderé por ropa aunque muera de frío No me involucraré en placeres y distracciones ordinarias, aunque muera de tristeza. No descenderé a buscar medicina  aunque muera enfermo. Trabajaré para convertirme en un Buda.

Es mejor morir que vivir como un ser humano que rompe sus votos  por no esforzarse hacia la autorealización. Oh, océano de las deidades guardianas,  destruyan mi vida instantáneamente con cualquier violación. Invocando a su lama, Milarepa enfrentó a todas las fuerzas distractoras y se enfocó únicamente en la práctica de la meditación. Su cuerpo se debilitaba por la falta de comida nutritiva, Mila invocó a su lama con gran intensidad. En un sueño le aparecieron practicantes femeninas y le mostraron los métodos para unir el cuerpo, habla y mente a través de posturas yóguicas hasta que el gozoso calor del tummo surgiera. Seguidamente, un éxtasis y calor interno comenzó a ascender en su cuerpo. Transcurrió un año entero en meditación virtualmente sin distracciones. Entonces surgió la necesidad de refrescarse a sí mismo abandonando su solitaria residencia.

Mila entonces recalcó su voto y se llenó de coraje a sí mismo con una canción: Noble Milarepa, pueda esta canción ser  un recordatorio y tu ayuda. Tu has cortado con la multitud  y su charla placentera. No permitas pensamientos divagantes, deja la mente estar tranquila. Si los permites, sucumbirás a los  pensamientos insanos. No te distraigas, no te distraigas Esta atento. Si estás distraído, tu devoción  será arrastrada por el viento. No abandones, no abandones, quédate donde estás. Si abandonas tus pies tropezarán contra una piedra. No busques placer, sino contrólate a ti mismo Buscar placer no tiene ningún propósito No duermas, no duermas, medita. Si duermes, los cinco venenos de la corrupción te sobrecogerán. Habiendo fortalecido esa resolución, Milarepa meditó noche y día por tres años más. Cada año consumía un saco de cebada y nada más.

Cuando todo esto se le acabó, Mila encontró que se podía mantener a base de una sopa elaborada de ortigas, que crecían justo en la entrada de su cueva. Desnudo y sin ningún otro tipo de comida, su pelo se volvió gris, su cuerpo era como un esqueleto y la piel se le torno verdosa. Paso otro año. Un día un grupo de cazadores se colocaron alrededor de la cueva y, viendo a Milarepa, pensaron que habían visto a un fantasma. Pidiéndole comida abusaron física y verbalmente del debilitado yogui, levantándolo y lanzándolo al suelo una y otra vez. De entre ellos uno persuadió a los demás de detener esa estupidez. Luego de manera desconocida para Mila, todos excepto el que había intercedido, experimentaron tener sus ojos fuera del cuerpo mientras el líder era asesinado. Otro año de meditación solitaria transcurrió antes de que otro grupo de cazadores se acercaran a la cueva. Una vez más los visitantes huyeron espantados luego de ver la fantasmagórica condición de Milarepa.

Uno de los que huyó, siendo de naturaleza más gentil, le dejó una buena porción de sus provisiones y su practica se fortaleció. Su gozo y claridad se incrementaron como nunca antes. Milarepa comió la carne con prudencia para ahorrar provisiones y eventualmente la carne se volvió comida para las larvas. Mila optó por pensar que ellos habían obtenido su pago y volvió a su dieta de ortigas. Así que transcurrió otro año, y una vez más llegaron cazadores demandando comida. Ese hombre, del pueblo de Mila, de alguna manera lo reconoció por los agujeros en sus dientes.

Mila les preparó un resplandeciente festín de ortiga. Tan desagradable era aquella comida que no pudieron con más de un bocado y se dieron cuenta que se habían encontrado posiblemente con el hombre más miserable y pobre de la tierra. Contrario a su opinión, Milarepa les explicó, “renunciando al mundo y meditando en estas montañas solitarias, estoy tratando de alcanzar la meta en la eternidad. He sacrificado la comida, vestido y el status destruyendo por lo tanto a los enemigos, la pasión y los prejuicios en esta vida.

Ningún hombre ordinario es más valeroso o con más altas aspiraciones que yo. Aunque ustedes han nacido en un país en el cual las enseñanzas del Buda se han diseminado, no tienen la inquietud de escuchar el Dharma. No hay conducta más peligrosa que la de acumular fallas poco a poco y mano a mano, esto llena la profundidad y duración del infierno.” Milarepa les cantó la canción de las cinco felicidades: Estoy feliz con el duro cojín debajo de mí, Estoy feliz con la cobija de algodón que me cubre Estoy feliz con la cuerda de meditación que me mantiene derecho Estoy feliz con este cuerpo fantasmagórico, Ni hambriento, ni saciado.

Estoy feliz con mi mente que ha ganado destellos de sabiduría de la realidad. No soy infeliz, soy feliz. Ahora el sol se oculta. Vuelvan a sus casas. Ya que la vida es muy corta y la muerte ataca sin avisar. Yo que me esfuerzo hacia la Budeidad No tengo tiempo para palabras inútiles Así que déjenme con mi contemplación. Los cazadores partieron. Luego ese hombre, habiéndose aprendido la canción de Mila de memoria, cantó esas palabras durante un festival en Kya Ngatsa, la propia hermana de Milarepa, Peta, ahora una mendigadora errante, escuchó la canción. Comenzó a llorar, “cualquiera que cante esa canción es un Buda.” El hombre se rió mientras le decía que el autor de esos versos era su propio hermano, ahora a punto de morir de hambre.

Pidiendo una jarra de cerveza, Peta se apresuró a buscar a su hermano a quien no había visto en años. Sin embargo habiéndolo encontrado era incapaz de reconocerlo. Sus ojos se habían hundido en su forma esquelética su cabello gris caía en largas y salvajes cascadas alrededor de él, y su piel se había vuelto verde. Fue sólo su voz la que la hizo recordar. Pensando que la desgracia era la responsable del estado de su hermano, ella también concluyó que era la criatura más miserable sobre la tierra.

Mila respondió explicándole que los tres reinos inferiores eran infinitamente más terribles que su propia miseria. Luego de beber la cerveza y comer la comida que traía la hermana, se hizo casi imposible meditar debido a que la sensación de hambre se había incrementado hasta el punto de volverse totalmente envolvente. Viendo esto como el peor de los obstáculos, Milarepa rompió el sello del pergamino de Marpa, este contenía las instrucciones sobre las practicas yóguicas y especialmente el consejo de tomar comida nutritiva.

Siguiendo esto el entendimiento de Mila se incrementó como nunca antes. Ganó profundos destellos de sabiduría en la interdependencia de todas las cosas relacionadas con el samsara y el nirvana. El Samsara existe solo como un punto de vista distorsionado mientras que el nirvana es la perfecta consciencia sin distracciones. La fuente de ambos estados los observó como una consciencia luminosa y vacía en sí misma. Mila entendió que la base de todos los métodos Vajrayana es la transformación de las experiencias sensoriales en logros espirituales.

Redoblando sus esfuerzos, Milarepa meditó en sus yidams y poderes milagrosos comenzaron a manifestarse. Experimentó la capacidad de levitar y cambiar su cuerpo a voluntad. En la noche a través de sueños Mila podía transformarse en diferentes cuerpos espirituales y materiales, visitando los reinos de los Budas para recibir enseñanzas y dar enseñanzas el mismo. Su cuerpo podía ser de llamas flameantes o de chorros de agua. Era capaz hasta de volar a través del espacio y los granjeros en el valle se sorprendían con el espectáculo inspirador de ver a un hombre volando sobre sus cabezas a plena luz del día. Seguidamente, Mila determinó que era el momento de mudarse a otra área antes de que sus recientes travesuras crearan mucha perturbación. Levantando su vasija de cocinar con su estado debilitado se le resbaló y cayó al suelo en piezas rotas. El endurecido residuo de las ortigas se mantenía intacto exactamente en la forma de la vasija.

Mila cantó: En el mismo momento en el que tenía una vasija no tenía una vasija. Ese ejemplo demuestra completamente la ley de  la impermanencia de las cosas. En particular, demuestra la condición humana.

Si es así, yo, el ermitaño Mila, me dedicaré a meditar sin distracciones. La preciosa vasija contiene mi riqueza. Se hace mi maestro en cada momento que se rompe. Esa lección sobre la impermanencia inherente  de las cosas es una gran maravilla. Una vez más aparecieron cazadores y una vez más alimentaron al yogui ermitaño. Luego Milarepa partió hacia una cueva en Kyiphuk donde meditó por unos meses y su experiencia interna se profundizó aún más. Aquí su hermana Peta eventualmente lo bajó de la montaña para intentar que su excéntrico hermano se vistiera y se alimentara adecuadamente. Le llevó ropas con las que insistió que se cubriera. Cuando partió a mendigar provisiones, Mila confeccionó una envoltura para sus dedos y órganos sexuales. Su hermana se ruborizó ante la falta de vergüenza de su hermano. Mila explicó, “soy un realizador que busca el bien esencial de su preciosa vida humana. Sabiendo lo que es la vergüenza me he mantenido fiel a mis votos y preceptos, hermana, tu sólo te ruborizas ante mi desnudez.

” Peta ahora se volvió más y más abierta a la sabiduría de su hermano y recibió de él consejos y prácticas de meditación. Milarepa continuó meditando día y noche. El tío de Mila había muerto y su tía había caído en un estado de terrible remordimiento por su avara y egoísta forma de ser. Comenzó a buscar en todas partes alguna instrucción de cómo conseguir a su sobrino Milarepa, el asceta legendario del Tíbet, eventualmente encontró el tronco que unía la cueva de Mila con un precipicio. Peta reconoció inmediatamente a su tía y removió el tronco pidiéndole a su hermano que despachara al pesado visitante. Luego, en respuesta a las desconsoladas súplicas de su tía por una audiencia Mila dijo: “En principio, he abandonado todo apego a los parientes, y especialmente a mi tía y tío. Primero nos llevaron a la miseria.

Aún luego cuando comencé el camino religioso y fui donde ustedes mendigando, brutalmente me castigaron. Esa es la razón por la que no tengo nada que ver contigo.” La tía confesó su ira y su manera deshonesta y pidió durante horas el perdón de su sobrino, amenazando suicidarse si se negaba.

Eventualmente, en contra del juicio de su hermana, Mila recibió a su tía dándole extensas enseñanzas, y se volvió una realizadora del Dharma que alcanzó la liberación a través de la meditación. Milarepa continuó meditando año tras año en las cuevas especificadas por su lama. Había momentos en los que el invierno era muy frío y la nieve se hacía muy gruesa y nadie podía creer que había un yogui desnudo meditando en tales cuevas, muchos aseguraban que seguramente Milarepa había muerto.

El ermitaño se hizo legendario y empezó a tener valiosos estudiantes, tanto hombres como mujeres, de todas partes del Tíbet. Sus enseñanzas se transmitieron a través de las “dohas”, canciones espontáneas que originaban un despertar puntual en los que escuchaban. El líder entre sus estudiantes era Rechungpa, el más querido y cercano discípulo de Milarepa. Sin embargo estaba el monje Gampopa que eventualmente tomó el trabajo como su sucesor, sostenedor de la transmisión iluminada del linaje de transmisión oral.

Encontrándose un día con algunos de sus discípulos, algunos confesaron sus dudas sobre su propia habilidad para mantenerse en el curso, y estaban seguros que Milarepa, que había realizado tan impresionante poder, era un Buda encarnado, o al menos el renacimiento de un boddhisattva del más alto nivel. El maestro respondió a estos malentendidos: “nunca he escuchado que tipo de encarnación soy. Puede que sea una reencarnación de los tres reinos inferiores, pero si ustedes me ven como un Buda recibirán su bendición.” El maestro continuó: “Todo aquel que de todo corazón confíe en el karma y tema el sufrimiento de los reinos bajos, surgirá en él una gran aspiración por la iluminación. Lo llevará a volverse devoto de un Lama, de la meditación y poseer una profunda sabiduría. Es posible para cualquier hombre perseverar de la manera que yo lo he hecho. Considerar a un hombre con tal perseverancia como un Buda es un sigo de no confiar en el camino corto.

Reflejado en el karma, la miseria del ciclo de las existencias, el valor de un renacimiento humano y la incertidumbre de la hora de la muerte.” Explicó que era el temor a esas cosas, lo que lo había llevado a las montañas. Un día en la región de Drin, Milarepa fue invitado a presidir una boda. Un lama altamente influyente llamado Geshe Tsakpuhwa estaba también presente. El ambicioso geshe hizo una postración hacia el reverenciado ermitaño Milarepa, esperando que se le retornara en gentilezas por parte de sus muchos benefactores.

Tales frivolidades no eran el estilo del maestro. Decidido a desenmascarar al presumido impostor, el celoso geshe pidió a Mila interpretar algunos textos de lógica budista. Mila contestó: “por supuesto que conoces el significado conceptual del texto. El significado espiritual se encuentra al abandonar las reacciones mundanas y el ego personal, a través de la destrucción de falsas percepciones de la realidad y meditando. Aparte de eso, argumentar sobre las palabras es totalmente inútil si uno no practica el Dharma.

Nunca he estudiado lógica y si alguna vez lo hice lo he olvidado ahora.” El maestro rompió en un canto: Habiendo meditado en mi Lama, He olvidado a aquellos que son poderosos e influyentes. Habiendo meditado en las instrucciones de la tradición secreta, he olvidado los libros de dialéctica. Habiendo asimilado la enseñanza en el flujo de mi consciencia. Olvidé involucrarme en polémicas doctrinales. Habiendo vivido en la humildad en cuerpo y mente, he olvidado el desdén y la arrogancia de los grandes Habiéndome involucrado más en lo espiritual que en las letras, olvidé como jugar con las palabras. Como tu eres un maestro, explica la disertación tu mismo. El Geshe, gritando y poniéndose rojo, replicó: “Si yo lo hiciera, tu discurso no iría muy lejos.” Los ayudantes del Geshe, avergonzados por su ruda actitud, se las arreglaron para silenciar al ambicioso lama. El humillado hombre planeando venganza le prometió a su concubina una costosa turquesa por llevar un yogur envenenado a la cueva de Milarepa.

Mila envió a la mujer de vuelta, pidiéndole que volviera luego con la bebida. Luego de recibir la turquesa, la mujer fue enviada por el Geshe de vuelta a la cueva del maestro para llevarle la endemoniada ofrenda. “Así que”, dijo Milarepa luego de recibir el generoso regalo, “te han dado la turquesa por la acción que estás llevando a cabo.” Temblando de temor, la mujer calló al piso y lloró de remordimiento, pidiéndole al maestro que le devolviera la mortal comida. Mila le explicó a la mujer que podía beber la pócima para satisfacer al Geshe y para asegurarse de que ella obtuviera la turquesa. Prometiendo purificar el karma negativo de la mujer, Milarepa tomó el brebaje. El maestro, ahora mejor con los años, llamó a sus estudiantes a lo ancho y largo para reunirlos alrededor de él. Siguiendo una gran fiesta ritual dio continuas enseñanzas a los seguidores laicos, monásticos y yoguis sobre el karma y la naturaleza última de la realidad.

Una cubierta de arcoiris se manifestó en el cielo y muchos practicantes fueron capaces de ver incontables apariciones milagrosas, dentro del espacio mismo. Cayeron flores de diferentes colores y una música y fragancia celestial llenaron la atmósfera. Muchos también vieron el cielo llenarse de dioses que venían a escuchar el discurso del maestro. Si deseas sinceramente evitar el sufrimiento, evita cualquier acción dañina hacia otros seres. Practiquen incesantemente por la purificación, Disuelvan la ignorancia y acumulen mérito. Si lo haces no sólo verás Las amorosas deidades del Dharma que vienen a escuchar, sino que las percibirás dentro de ti mismo El dharmakaya, el más sagrado y alto de todas las deidades.

Si lo ves también verás  la completa verdad del samsara y el nirvana Y te liberarás del karma. Milarepa explicó a la asamblea, que no tenía mucho tiempo y que no los vería mucho tiempo más. Los exhortó a seguir sus enseñanzas y a no desperdiciar el tiempo. El maestro como de costumbre, cantó una canción para suavizar el shock y el dolor en el corazón de sus amados estudiantes: Podamos reunirnos de nuevo en la tierra pura del Buda. Aquellos que me vieron y escucharon, aquellos que recuerden mi historia, aquellos que sólo lo han escuchado junto con mi nombre, Puedan aquellos que emulan mi vida y meditan, aquellos que leen y veneran, aquellos que siguen mi ejemplo en sus vidas, Puedan encontrarme en la tierra pura del Buda. Puedan aquellos que escuchen mi historia, Recibir inconmensurables bendiciones. Puedan todos aquellos que sólo escuchen mi historia alcanzar la liberación Puedan aquellos que meditan en esto alcanzar sus metas. Sus estudiantes le imploraron al maestro extender su vida por medios yoguis.

Él explicó, “Ha llegado mi hora, mi cuerpo terrestre esta siendo transformado en una forma más sutil, disolviéndose en una forma de vacío totalmente despierta. Ordinariamente los hombres experimentan las consecuencias de su karma a través de ciclos de vejez, enfermedad y muerte. Nada puede detener esto. Ni el poder de los reyes, ni las realizaciones de los héroes, ni la belleza de la mujer, ni las riquezas, la naturaleza del samsara es tal que la riqueza que hemos acumulado se dispersa, las casas construidas se destruyen, las uniones se rompen y todo lo que ha nacido debe morir. El mejor remedio es realizar la naturaleza última de las cosas bajo la dirección de un lama realizado. Milarepa pronto comenzó a mostrar los signos de una horrible enfermedad y fue visitado por muchos curanderos, entre los cuales estaba nada más que el orgulloso y repelente geshe.

Probando al maestro hasta el límite, el Geshe tentó a Mila a utilizar sus poderes de yogui para transformar la enfermedad en sí mismo. El hombre estaba completamente convencido de que Milarepa era un impostor posando como yogui salvaje de montaña. Luego de una larga sesión de insistencias por el engreído geshe, Mila aceptó transferir la enfermedad hacia una puerta la cual inmediatamente se destruyó en miles de piezas. Temiendo un truco, el denso escéptico le insistió a Mila una y otra vez que le traspasara a él mismo la enfermedad. Finalmente Mila accedió y le transfirió al sonriente geshe sólo la mitad de su dolor. Repentinamente la sonrisa del orgulloso hombre se transformó en contorsiones de dolor y cayó al piso agonizante. Paralizado y en shock el Geshe estaba a punto de morir cuando el maestro retornó la enfermedad de vuelta a sí mismo.

El hombre se lanzó a los pies del maestro, al mismo tiempo que le ofrecía todas sus propiedades y riquezas y arrepintiéndose por su horrible crimen en contra del gran yogui. Mila rehusó los regalos pero aceptó la disculpa, prometiendo invocar la compasión de su lama para aplacar las consecuencias kármicas de los infiernos que esperaban por las tontas acciones del hombre. El arrepentido Geshe renunció al mundo y se hizo devoto del maestro. Milarepa fue a Chuwar para manifestar la aparición de su muerte. Estudiantes de todas partes simultáneamente experimentaron encontrarse con el maestro y recibir sus bendiciones y consejos. Esto ocurrió en diferentes lugares a través de la región pero exactamente al mismo tiempo.

Sobre el área surgieron signos maravillosos, aparecieron nubes como cinco estupas coloreadas y el incienso y la música permearon la atmósfera en todas partes. Muchos vieron una gran reunión de dakinis congregándose en el espacio sobre Chuwar para darle la bienvenida al maestro. Fue aquí donde el viejo ermitaño e indomable yogui murió en meditación. Luego de su muerte el cuerpo de Milarepa cambió en seis días en una forma radiante y celestial de un niño de ocho años. Sucedió que grupos de sus estudiantes tanto de Chuwar como de Nyanang, muy alejados unos de otros, cada uno tenía un cuerpo para cremar y en ambos lugares surgieron los mismos signos maravillosos. En Chuwar no fue sino hasta que llegó su amado estudiante, Rechungpa, que la pira de cremación comenzó a arder, a pesar de todos los intentos previos por encenderla. Justo antes de la conflagración el maestro fue visto una vez mas apareciendo totalmente vivo y luciendo resplandeciente con gran elegancia. Cantó una última canción a Rechung y la asamblea reunida: Escucha Rechung, querido de mi corazón, En el océano de los tres niveles samsáricos. El cuerpo ilusorio es el gran delincuente, Tratando de llevar a cabo las metas materiales Con poco tiempo para renunciar a los esfuerzos mundanos O Rechung, renuncia a las empresas ordinarias.

En la ciudad del cuerpo ilusorio, La mente ilusoria es el gran delincuente Esclavizada por la sangre y la carne del cuerpo, Con poco tiempo para realizar la realidad ulterior O Rechung, discierne la verdadera naturaleza de la mente En el borde entre la mente y la materia, La consciencia interna es el gran delincuente Expandiéndose dentro del reino de las percepciones condicionadas Con poco tiempo para realizar la naturaleza no creada de la realidad. O Rechung, captura la fortaleza de la vacuidad no nacida. Lama, Yidam y Dakinis, Las tres unidas en uno, invóquenlas! Visión perfecta, contemplación y practica, Las tres unidas en uno, realícenlas! Esta vida, la próxima y la intermedia Las tres unidas en uno, unifíquenlas! Habiendo hablado de esa forma el maestro se disolvió en la vacuidad que todo lo permea. La pira funeraria se transformó una mansión celestial y la llama tomó la forma de un botón de flor de loto de ocho pétalos. Los restos mismos del cuerpo fueron vistos como formas