Meditaciones-4169

MEDITACIONES

MEDITACIÓN PARA CONCENTRAR LA MENTE Y EMPEZAR A CONOCER SU NATURALEZA INTRÍNSECA

Siéntate con la espalda recta y relaja tu cuerpo. Toma la decisión de mantener la atención sobre el objeto de concentración durante toda la sesión. Visualiza a tu padre a la derecha, tu madre a la izquierda, tu mismo/a y tus enemigos o los que te perturben delante, tus amigos, familiares y los que te apoyen detrás. Todo el resto de los seres alrededor.

1. Elige uno de los siguientes métodos para practicar la atención consciente sobre la respiración.

a. Fíjate en la sensación que se produce en los agujeros de la nariz al entrar y salir el aire de la respiración. Mantén tu atención en esta percepción sutil y observa la total duración de cada inspiración y de cada espiración. o

b. Utiliza el método descrito anteriormente, pero concentrándote en cómo se hincha y deshincha el abdomen con cada inspiración y espiración.

Con cualquier método que elijas, respira de forma normal y pausada. Inevitablemente, aparecerán pensamientos, pero mantén una actitud neutral frente a ellos, sin atraerlos ni rechazarlos. En otras palabras, no reacciones con disgusto, preocupación, excitación o aferramiento ante ningún pensamiento, imagen o sensación que aparezca. Advierte meramente su existencia y vuelve tu atención al objeto de meditación. Aunque tengas que hacerlo cincuenta veces por minuto ¡no te sientas frustrado!

Sé paciente y persistente, tus pensamientos disminuirán. Imagina que tu mente es como un lago claro y en calma, o como un cielo amplio y despejado; las ondas aparecen sobre la superficie del lago y las nubes cruzan el cielo, pero pronto desaparecerán sin alterar su quietud. Los pensamientos vienen y se van, son transitorios, momentáneos. Reconócelos y deja que se vayan, vuelve una y otra vez tu atención a la respiración. Permanece contento con tu estado presente. Acepta cualquier estado mental en que te encuentres y todo lo que pueda surgir en tu mente. Líbrate de la expectación, del aferramiento o de la frustración. No tengas deseos de estar en otra parte, de hacer cualquier otra cosa o incluso de sentirte de otra forma. Permanece satisfecho tal como estás.

Al finalizar tu sesión, dedica la energía positiva creada en tu meditación para el beneficio de todos los seres sin excepción.

LOS BENEFICIOS DE LA MEDITACIÓN CAMINANDO
Venerable U Silananda

Traducción española por Virginia Etienne

En nuestros retiros de meditación, los yoguis practican la atención plena en cuatro diferentes posturas. Practican la meditación cuando caminan, cuando están de pie, cuando están sentados, y cuando están acostados. Deben sostener la atención todo el tiempo en cualquier posición en que se encuentren. La postura primaria para la meditación de la atención plena es sentado con las piernas cruzadas, pero dado que el cuerpo humano no puede tolerar sin cambio esta posición durante muchas horas, alternamos los periodos de meditación sentados con periodos de meditación caminando. Puesto que la meditación caminando es muy importante, quisiera discutir su naturaleza, su importancia, y los beneficios que se derivan de su práctica.

La práctica de la meditación de la atención plena puede ser comparada al agua hirviendo. Si uno quiere hervir agua, pone el agua en una olla, coloca la olla sobre la estufa, y entonces enciende el fuego. Pero si el fuego se apaga, aun por un instante, el agua no hervirá, a pesar de que el fuego sea encendido después nuevamente. Si continuamos encendiendo y apagando el fuego, el agua nunca hervirá. De la misma manera, si hay intervalos entre los momentos de la atención, no podemos ganar el momentum, y así no podemos alcanzar la concentración. Por eso en nuestros retiros se instruye a los yoguis para que practiquen la atención plena todo el tiempo desde que se despiertan, desde el momento que se levantan en la mañana hasta que se duermen en la noche. Por consiguiente, la meditación caminando es integral al continuo desarrollo de la atención plena.

Desafortunadamente, he escuchado a gente que critica la meditación caminando, pretendiendo que de ella no se deriva ningún beneficio o buen resultado. Pero fue el Buddha mismo quien primero enseño la meditación caminando. En el “Gran Discurso sobre los Fundamentos de la Atención”, el Buddha enseñó en dos ocasiones la meditación caminando. En la sección llamada “Posturas”, dijo que un monje sabe “estoy caminando”, cuando esta caminando, sabe “estoy de pie” cuando esta de pie, sabe “estoy sentado” cuando esta sentado, y sabe “estoy acostado” cuando esta acostado. En otra sección llamada “Clara Comprensión”, el Buddha dijo, “un monje aplica la clara comprensión yendo y viniendo.” Clara comprensión significa el correcto entendimiento de lo que uno observa. Para entender correctamente lo que es observado, un yogui debe alcanzar concentración, y para alcanzarla, debe aplicar la atención plena. Por ello, cuando el Buddha dice, “Monjes, apliquen clara comprensión”, debemos entender que no sólo la clara comprensión debe ser aplicada, sino también la atención plena y la concentración. Así, el Buddha estaba instruyendo a los meditadores a aplicar la atención plena, concentración y clara comprensión, mientras caminaban, mientras estaban “yendo y viniendo.” La meditación caminando es por eso una parte importante de este proceso.

A pesar de que no está registrado en este Sutta que el Buddha diera instrucciones detalladas y específicas para la meditación caminando, creemos que el debió haber dado tales instrucciones en algún momento. Estas instrucciones deben haber sido aprendidas por los discípulos del Buddha y transmitidas a través de generaciones sucesivas. Adicionalmente, maestros de los antiguos tiempos debieron haber formulado instrucciones basadas en sus propias prácticas. En el presente, contamos con varias instrucciones detalladas sobre como practicar la meditación caminando.

Hablemos ahora específicamente de la práctica de la meditación caminando. Si usted es un principiante, el maestro lo instruirá para que este solamente atento a una cosa durante la meditación caminando: estar atento al acto de pisar mientras que hace la anotación silenciosa en la mente, “pisando, pisando, pisando” o “izquierdo, derecho, izquierdo, derecho.” Puede caminar a una velocidad mas despacio que lo normal durante esta práctica.

Después de unas horas , o después de un día o dos de meditación, se le puede instruir a que esté atento a dos acontecimientos: (i) subiendo, y (ii) bajando el pie, mientras hace la anotación mental “subiendo, bajando.” Debe tratar de estar atento a dos etapas en la pisada: “subiendo, bajando ; subiendo, bajando.” Después, se le puede instruir que este atento a tres etapas: (i) levantando el pie; (ii) moviendo o desplazando el pie hacia adelante ; y (iii) bajando el pie. Mas tarde, se le puede instruir a que este atento a cuatro etapas en cada paso: (i) levantando el pie ; (ii) desplazándolo hacia adelante ; (iii) bajándolo ; y (iv) tocando o presionando el pie en el suelo. Se le puede instruir que este completamente atento y haga una anotación mental de estas cuatro etapas de los movimientos del pie: “levantando, desplazando, bajando, presionando.”

Al principio los yoguis pueden encontrar difícil hacerlo despacio, pero en la medida que son instruidos para poner una detallada atención a todos los movimientos involucrados, y como en realidad ponen una más y más detallada atención, automáticamente irán más despacio. No tienen que ir más despacio deliberadamente, pero al ir poniendo una más detallada atención, el ir más despacio les llega automáticamente. Cuando conducimos en una autopista, podemos conducir a sesenta o setenta y aun hasta ochenta millas por hora. Al conducir a esa velocidad, no podremos leer cualquier señal en la carretera. Si queremos leer esas señales, es necesario ir más despacio. Nadie tiene que decir “más despacio”, pero el conductor automáticamente bajará la velocidad para poder ver las señales. De la misma manera, si el yogui quiere poner una detallada atención a los movimientos de levantar, desplazar, bajar y presionar el suelo, automáticamente disminuirá la velocidad. Sólo cuando disminuyen pueden verdaderamente atender y ser plena-mente conscientes de estos movimientos.

A pesar de que los yoguis pongan detallada atención y caminen lentamente, pueden no ver todos los movimientos y etapas clara-mente. Las etapas pueden no estar aun bien definidas en la mente, y pueden parecer constituir solamente un movimiento continuo. Cuando la concentración se hace más fuerte, los yoguis observaran más y más claramente en un paso estas diferentes etapas; las cuatro etapas al menos serán más fáciles de distinguir. Los yoguis sabrán en forma distintiva que el movimiento de subir no se mezcla con el desplazamiento hacia adelante, y sabrán que el desplazamiento hacia adelante no se mezcla ni con el movimiento de subir ni con el movimiento de bajar. Entenderán todos los movimientos clara y distintivamente. De cualquier cosa sobre la que estén atentos y conscientes, será bien clara en sus mentes.

Al continuar con la práctica, los yoguis observarán mucho más. Cuando levantan el pie, experimentarán la ligereza del pie. Cuando desplazan hacia adelante el pie, notarán el movimiento de un lugar a otro. Cuando bajan el pie, sentirán la pesadez del pie, porque el pie se hace más y más pesado al descender. Cuando apoyan el pie en el suelo, sentirán el toque del talón en el suelo. Por lo tanto, a lo largo del proceso de observar levantando, desplazando hacia adelante, descendiendo y al apoyar sobre el suelo, los yoguis también percibirán la ligereza de levantar el pie, el movimiento del pie, la pesadez de descender el pie, y luego del tocar del pie, que es la dureza o suavidad del pie en el suelo. Cuando los yoguis perciben estos procesos, están percibiendo los cuatro elementos esenciales (en pali, dhatu). Los cuatro elementos esenciales son: el elemento tierra, el elemento agua, el elemento fuego, y el elemento aire. Al poner detallada atención a estas cuatro etapas de la meditación caminando, los cuatro elementos en su verdadera esencia son percibidos, no solamente como conceptos, sino como procesos reales, como realidades últimas.

Veamos más en detalle las características de los elementos en la meditación caminando. En el primer movimiento, esto es, levantar el pie, los yoguis perciben ligereza, y cuando perciben ligereza, virtualmente perciben el elemento fuego. Un aspecto del elemento fuego es el de hacer las cosas mas ligeras, y cuando las cosas se hacen ligeras, se levantan. En la percepción de la ligereza en el movimiento de subir el pie, los yoguis perciben la esencia del elemento fuego. Pero al subir el pie también hay, aparte de la ligereza, movimiento. Movimiento es uno de los aspectos del elemento aire. Pero ligereza, el elemento fuego, es dominante, así que podemos decir en la etapa de subir el pie que el elemento fuego es primario, y el elemento aire es secundario. Estos dos elementos son percibidos por los yoguis cuando ponen detallada atención al subir el pie.

La siguiente etapa es desplazar el pie hacia delante. Al desplazar el pie hacia delante, el elemento dominante es el elemento aire, porque el movimiento es una de las características primarias del elemento aire. Así, cuando ponen detallada atención al desplazamiento del pie hacia adelante en la meditación caminando, los yoguis virtualmente perciben la esencia del elemento aire.

La siguiente etapa es el movimiento de bajar el pie. Cuando los yoguis bajan el pie, hay una especie de pesadez en el pie. Pesadez es una característica del elemento agua, como es gotear y escurrir. Cuando el líquido es pesado, escurre. Así cuando los yoguis perciben la pesadez del pie, virtualmente perciben el elemento agua.

Al presionar el pie en el suelo, los yoguis percibirán la dureza o suavidad del pie en el suelo. Esto pertenece a la naturaleza del elemento tierra. Al poner detallada atención a la presión del pie contra el suelo, los yoguis virtualmente perciben la naturaleza del elemento tierra.

Así, vemos que en tan sólo un paso, los yoguis pueden percibir muchos procesos. Pueden percibir los cuatro elementos y la naturaleza de los cuatro elementos. Sólo aquellos que practican pueden esperar ver estas cosas.

Al continuar los yoguis practicando la meditación caminando, también esta la mente anotadora, la consciencia del movimiento. Esta el movimiento de subir y también la mente que esta consciente del subir. En el siguiente momento, esta el desplazamiento hacia adelante y también la mente que esta consciente de ese movimiento. Aún más, los yoguis se darán cuenta tanto del movimiento y de la consciencia que surge y cesa en ese momento. En el siguiente momento, esta el movimiento de bajar y así también la consciencia del movimiento, y ambos surgen y cesan en el momento de bajar el pie al suelo. El mismo proceso ocurre con la presión del pie: esta la presión y la consciencia de la presión. De esta manera, los yoguis entienden que a lo largo del movimiento del pie, también están los momentos de consciencia. Los momentos de consciencia son llamados, en pali, nama, mente, y el movimiento del pie es llamado rupa, materia. Así los yoguis percibirán mente y materia surgiendo y cesando en cada momento. En un momento esta el subir del pie y la consciencia del subir, y al siguiente momento esta el desplazamiento hacia adelante y la consciencia del movimiento, y así sucesivamente. Esto puede ser entendido como un par, mente y materia, que surge y cesa a cada momento. Así los yoguis avanzan en la percepción conjunta del acontecer de la mente y materia a cada momento de observación, esto es, si ponen detallada atención.

Otra cosa que los yoguis descubrirán es el papel de la intención afectando cada movimiento. Se darán cuenta que suben el pie porque así lo quieren, desplazan el pie hacia adelante porque así lo quieren, bajan el pie porque así lo quieren, presionan el pie contra el suelo porque así lo quieren. Esto es, se dan cuenta que una intención precede cada movimiento. Después de la intención de subir, el subir ocurre. Llegan a entender la condicionalidad de todos estos acontecimientos-estos movimientos nunca ocurren por ellos mismos, sin condiciones. Estos movimientos no son creados por cualquier divinidad o cualquier autoridad, y estos movimientos nunca suceden sin una causa. Hay una causa o condición para cada movimiento, y esa condición es la intención precedente a cada movimiento. Este es otro descubrimiento que hacen los yoguis cuando ponen detallada atención.

Cuando los yoguis entienden la condicionalidad de todos los movimientos, y que estos movimientos no son creados por ninguna autoridad o ningún dios, entonces entenderán que son creados por la intención. Entenderán que la intención es la condición para que ocurra el movimiento. De este modo la relación de condicionante y condicionado, de causa y efecto, es entendida. En base a este entendimiento, los yoguis pueden eliminar la duda sobre nama y rupa al entender que nama y rupa no surgen sin condiciones. Con el claro entendimiento de la condicionalidad de las cosas, y con la trascendencia de la duda sobre nama y rupa, se dice que un yogui alcanza la etapa de un “sotapanna menor.”

Un sotapanna es un “ganador de la corriente”, una persona que ha alcanzado la primera etapa de la iluminación. Un “sotapanna menor” no es un verdadero ganador de la corriente pero se dice que ha asegurado el renacimiento en un reino feliz de existencia, tal como en el reino de los seres humanos y devas. Esto es, un sotapanna menor no puede renacer en uno de los cuatro estados de desgracia, en uno de los infiernos o reino animal. El estado de sotapanna menor puede ser alcanzado solo practicando la meditación caminando, solo poniendo detallada atención a los movimientos involucrados en un paso. Este es el gran beneficio de practicar la meditación caminando. Esta etapa no es fácil de alcanzar, pero una vez que los yoguis la alcanzan, pueden estar seguros que renacerán en un estado feliz, a menos que, por supuesto, caigan de esa etapa.

Cuando los yoguis comprenden la mente y la materia surgiendo y cesando a cada momento, entonces llegan a comprender la impermanencia de los procesos de subir el pie, y también comprenderán la impermanencia de la consciencia de ese subir. El acontecimiento de cesar después de surgir es una marca o característica por la cual entendemos que algo es impermanente. Si queremos determinar que algo es impermanente o permanente, debemos tratar de ver, a través del poder de la meditación, si esa cosa está o no sujeta al proceso de llegar a ser y luego cesar. Si nuestra meditación es suficientemente poderosa para permitirnos ver el surgir y cesar de los fenómenos, entonces podemos decidir que los fenómenos observados son impermanentes. De esta manera, los yoguis observan que está el movimiento de subir y la consciencia de este movimiento, y luego esa secuencia cesa, dando lugar al movimiento de desplazar hacia adelante y la consciencia de desplazar hacia adelante. Estos movimientos simplemente surgen y cesan, surgen y esan, y este proceso los yoguis pueden comprenderlo por ellos mismos-no tienen que aceptar esto por confiar en cualquier autoridad externa, ni deben creer en el informe de cualquier persona.

Cuando los yoguis comprenden que mente y materia surgen y cesan, entienden que mente y materia son impermanentes. Cuando ven que son impermanentes, en seguida entienden que son insatisfactorios porque los meditadores son siempre oprimidos por el constante surgir y cesar. Después de comprender la impermanencia y la naturaleza insatisfactoria de las cosas, observan que no puede haber dominio sobre estas cosas ; esto es, los yoguis se dan cuenta que no hay “yo” o alma que les pueda ordenar que sean permanentes. Las cosas sólo surgen y cesan de acuerdo a la ley natural. Al comprender esto, los yoguis comprenden la tercera característica de los fenómenos condicionados, la característica de anatta, la característica que las cosas no tienen self o ego. Uno de los significados de anatta es no dominio-significando que nada, ni entidad, ni alma, ni poder, tiene dominio sobre la naturaleza de las cosas. Así, a este momento, los yoguis han comprendido las tres características de todos los fenómenos condicionados: impermanencia, sufrimiento, y la naturaleza de no-self o ego de las cosas-en pali, anicca, dukkha, y anatta.

Los yoguis pueden comprender estas tres características al observar detalladamente el solo subir del pie y la consciencia de subir el pie. Al poner detallada atención a los movimientos, ven las cosas surgiendo y cesando, y en consecuencia ven por ellos mismos la impermanencia, insatisfactoriedad y la naturaleza de no-self de todos los fenómenos condicionados.

Ahora examinemos en mas detalle los movimientos de la meditación caminando. Supongamos que tomamos una película del subir el pie. Supongamos también que subir el pie toma un segundo, y digamos que la cámara puede tomar treinta y seis cuadros por segundo. Después de tomar la película, si viésemos cada cuadro separadamente, nos daríamos cuenta que dentro de lo que pensamos era un movimiento de subir, hay en realidad treinta y seis movimientos. La imagen de cada cuadro es ligeramente diferente de las imágenes en otros cuadros, a pesar de que la diferencia es normalmente tan pequeña que casi no podemos notarla. ¿Pero y si la cámara pudiese tomar mil cuadros por segundo? entonces habría mil movimientos en sólo un movimiento de subir, a pesar de que los movimientos serían casi imposibles de diferenciarse. Si la cámara pudiera tomar un millón de cuadros por segundo-lo cual puede se imposible ahora, pero puede suceder algún día- entonces habría un millón de movimientos en lo que pensamos que era solamente un movimiento.

Nuestro esfuerzo en la meditación caminando es ver nuestros movimientos tan detalladamente como la cámara los ve, cuadro por cuadro. También queremos observar la consciencia y la intención precedentes a cada movimiento. También podemos apreciar el poder de la sabiduría y percepción del Buddha, por los que él realmente vio todos los movimientos. Cuando usamos la palabra “ver” u “observar” para referirnos a nuestra propia situación, significamos que vemos directamente y también por inferencia ; podemos no ser capaces de ver directamente todos los millones de movimientos como lo hizo el Buddha.

Antes de que los yoguis empezaran a practicar la meditación caminando, pudieron haber pensado que un paso es sólo un movimiento. Después de la meditación en ese movimiento, observan al menos que hay cuatro movimientos, y si van más profundamente, entenderán que aun uno de esos cuatro movimientos consiste de millones de minúsculos movimientos. Ven nama y rupa, mente y materia, surgiendo y cesando, como impermanentes. A través de nuestra percepción ordinaria, no somos capaces de ver la impermanencia de las cosas porque la impermanencia esta escondida por la ilusión de continuidad. Pensamos que vemos solamente un movimiento continuo, pero si vemos detalladamente veremos que la ilusión de continuidad puede ser rota. Puede romperse por la directa observación de los fenómenos físicos pedazo por pedazo, segmento por segmento, cómo se originan y desintegran. El valor de la meditación radica en nuestra habilidad para eliminar el manto de la continuidad a fin de descubrir la real naturaleza de la impermanencia. Los yoguis pueden descubrir directamente la naturaleza de la impermanencia a través de su propio esfuerzo.

Después de darse cuenta que las cosas están compuestas de segmentos, que acontecen en pedazos, y después de observar estos segmentos uno a uno, los yoguis se darán cuenta que no hay realmente nada en este mundo a que apegarse, nada que desear. Si vemos que tiene agujeros algo que una vez pensamos era bello, que está decayendo y desintegrándose, perderemos el interés en eso. Por ejemplo, podemos ver una hermosa pintura en un lienzo. Pensamos en la pintura y el lienzo conceptualmente como un todo, una cosa sólida. Pero si ponemos la pintura bajo un poderoso microscopio, veremos que la pintura no es sólida-tiene muchos agujeros y espacios. Después de ver la pintura como compuesta en gran parte de espacios, perderemos el interés en ella y dejaremos de estar apegados a ella. Los físicos modernos saben bien esta idea. Ellos han observado, con poderosos instrumentos, que la materia es sólo una vibración de partículas y energía cambiante constantemente-no hay nada del todo substancial a ella. Al darse cuenta de la impermanencia sin fin, los yoguis entenderán que realmente no hay nada que desear, nada que retener en el entero mundo de los fenómenos.

Ahora podemos entender las razones para practicar la meditación. Practicamos la meditación porque queremos eliminar el apego y avidez por los objetos. Es al comprender las tres características de la existencia-impermanencia, sufrimiento, y naturaleza de no-self de las cosas-que eliminamos la avidez. Queremos eliminar la avidez porque no queremos sufrir. Mientras haya deseo y apego, siempre habrá sufrimiento. Si no queremos sufrir, debemos eliminar el deseo y el apego. Debemos comprender que todas las cosas son únicamente mente y materia surgiendo y cesando, que las cosas son insubstanciales. Una vez que nos demos cuenta de esto, seremos capaces de eliminar el apego a las cosas. Mientras no nos demos cuenta de esto, por mucho que leamos libros o asistamos a conferencias o platiquemos sobre eliminar el apego, no seremos capaces de deshacernos del apego. Es necesario tener la experiencia directa de que todas las cosas condicionadas están marcadas por las tres características.

Por lo tanto debemos poner detallada atención cuando caminamos, así como cuando estamos sentados o acostados. No trato de decir que la meditación caminando por si sola nos de la última comprensión y la habilidad para eliminar enteramente el apego, pero sin embargo es una práctica tan válida como la meditación sentado o cualquier otra clase de meditación vipassana (visión cabal). La meditación caminando es conducente al desarrollo espiritual. Es tan poderosa como la atención plena en la respiración o la atención plena en el ascenso y descenso del abdomen. Es una eficiente herramienta para ayudarnos a eliminar las impurezas mentales. La meditación caminando puede ayudarnos a conseguir la percepción de la naturaleza de las cosas, y debemos practicarla tan diligentemente como practicamos la meditación sentado o cualquier otro tipo de meditación. Por medio de la práctica de la meditación vipassana en todas las posturas, incluyendo la postura caminando, ¡qué usted y todos los yoguis puedan alcanzar la total purificación en esta misma vida!

]  ]  ]

Este material puede ser impreso o copiado para uso personal, puede ser distribuido siempre que sea gratuitamente. ©CMBT 1999. Fondo Dhamma Dana.

Última actualización: miércoles 19 de enero de 2000

Meditación en el Amor-Bondad Universal

Por el Venerable Sona Thera (Birken Forest Monastery)

El Buda enseñó durante su vida que la práctica del amor-bondad es central para obtener felicidad en el aquí y ahora y para obtenerla en el futuro. La práctica del amor-bondad es una práctica intachable. Sus frutos son todos positivos. No hay productos secundarios negativos en esta práctica. El Buda nos legó varios discursos detallados acerca del amor-bondad y de como practicarlo.

La palabra ‘amor-bondad’ es la traducción al español de la palabra ‘mett?’ proveniente la antigua lengua Pali. La palabra ‘mett?’ tiene sus raíces en la palabra ‘amistad.’  De manera que amistad es realmente de lo que hablamos cuando nos referimos al amor-bondad – una profunda y vasta amistad hacia otros seres y hacia nosotros mismos.

Esta cualidad de amistad debe ser generada en la mente, cultivada y practicada a menudo. La gente por lo común siente que tales emociones como el amor-bondad o la amistad profunda son cosas que deben surgir espontáneamente, que no son cosas en las que uno deba ejercitarse, que deben simplemente suceder, o que caen a la mente del cielo. Pero el Buda enfatiza una y otra vez que, — no obstante que este es un estado celestial, una morada sublime, una condición divina de la mente y el corazón – sucede a partir de uno mismo y no hacia uno mismo. Cada uno de nosotros es el fabricante de nuestro propio cielo.

Cuando el Buda dio el discurso sobre el amor-bondad, hizo hincapié – y es interesante notar esto – en que el primer cuarto de la enseñanza es meramente preliminar al amor-bondad, es decir, lo que debe hacerse antes de poder practicar satisfactoriamente el amor-bondad.

Detallando estos aspectos preliminares, nos dice que “Esto es lo que debe hacerse por uno que es hábil en lo bueno y que conoce el camino de la paz.” “Hábil en lo bueno” quiere decir que debemos saber lo que es bueno (hábil) y lo que es malo (inhábil) en lo que concierne a pensamiento, palabra y acción. El “conocer el camino de la paz” es el conocer el Noble Óctuple Camino, el cual explica lo que son los pensamientos, lenguaje y acciones hábiles e inhábiles. Por lo tanto, este conocimiento es requerido para lograr la generación regulada del amor-bondad. Esta es la base sólida para la práctica. Requiere de sabiduría y conocimiento.

El Buda continúa: “Sean capaces y rectos, francos y de lenguaje amable.” “Capaces y rectos” son tipos de virtudes, tipos de actitudes. “Franqueza” es, nuevamente, una cualidad de carácter, una carencia de desvío en nuestra conducta, una carencia de maquinación o premeditación maliciosa, el ser abierto(a) y sin dobleces, pero también “de lenguaje amable.” El lenguaje aquí es verdadero pero benéfico. Así pues, estas cualidades también son – en sí mismas — fundamentos del amor-bondad.

Como base para practicar el amor-bondad — el Buda continúa — uno también debe ser “humilde y sin engreimiento, contento(a) y fácilmente satisfecho(a).” Humildad quiere decir carencia de ego; es un tipo de flexibilidad. La humildad a veces se compara con el pasto, mientras que un árbol rígido es comparado con la rigidez y el engreimiento. Cuando sopla un fuerte viento, el árbol rígido se rompe mientras que el pasto simplemente se dobla y no tiene dificultad, ya que es leve y flexible. De manera que el ego leve, la personalidad flexible, no es alterada por los reportes acerca de la realidad, ya sea acerca de ella o acerca de otros, ya que no se ha investido a sí misma con dimensiones falsas o engrandecidas en forma inapropiada. Estas personas experimentan poco sufrimiento en sus vidas.

El Buda también menciona otros prerrequisitos para la práctica del amor-bondad. Nos dice que uno debe estar “contento y fácilmente satisfecho.” El contento y satisfacción proveen el espacio necesario para la generación de una emoción como lo es el amor-bondad. Si uno está constantemente lleno(a) de ambición y de la tensión que va a la par con la ambición – el impulso de acumular, el impulso de obtener poder – entonces no hay espacio para la naturaleza pacífica y expansiva del amor-bondad. Estos son estados mentales mutuamente excluyentes. El estar descontento y ser exigente se opone a la atmósfera del estado de amor-bondad.

El Buda entonces nos recuerda que aquellos que deseen practicar el amor-bondad deben vivir “sin el excesivo cargo de obligaciones y viviendo en forma frugal.” En la vida de los laicos a veces es difícil no estar sin exceso de obligaciones. En la vida monástica, es ciertamente un ideal el buscar una vida simple en una pequeña choza de meditación, viviendo sin muchas obligaciones. Pero este es un logro al que también el laico debe aspirar.

El Buda nos dice que uno no debe llenar su vida con actividad frenética, pensando que el mero correr de aquí para allá es sabio o provechoso. Más bien, uno debe dedicarse a actividades que son propias, necesarias y de ayuda para nosotros y para los demás, pero sin distraernos continuamente. El cultivo del amor-bondad requiere de una mente sin distracción.

La frugalidad es una de las formas en las que puede permitirse tener más tiempo a su disposición, sin ser descuidado(a) gastando dinero y acumulando cosas. Uno(a) debe ser modesto(a) y  moderado(a), siempre sabiendo lo que es y lo que no es apropiado, distinguiendo lo que es necesario de lo frívolo, con el objeto de que la mente no se encuentre abarrotada con cargas. Entonces uno tiene el tiempo y la oportunidad para cultivar aquello que es duradero y de verdadero valor.

El Buda procede ahora a mencionar otros estados hábiles para generar el amor-bondad: “pacífico(a) y calmado(a), y sabio(a) y hábil.” La paz y la calma mental son también fundamentos para el desarrollo del amor-bondad. Y el reverso también es verdad: el amor-bondad es el fundamento de la paz y la calma. De manera que si desea practicar la meditación de serenidad (samatha bh?vana), a menudo es de mucha ayuda iniciar con la práctica del amor-bondad. Y si desea practicar el amor-bondad, a menudo ayuda el iniciar con meditación de serenidad. Las dos se apoyan mutuamente.

Continúa diciendo, “Uno debe desear que todos los seres se encuentren contentos y seguros, que todos sean felices.” Este es el deseo esencial del amor-bondad o la amistad, que los seres se encuentren contentos, seguros y felices. Cuando emanamos amor-bondad podemos usar frases como: “¡Que todos los seres sean felices, que todos los seres estén en paz, que todos los seres se encuentren libres de peligro, que todos los seres gocen de bienestar!”

A continuación hay una serie de categorías. El Buda se asegura de que incluyamos a todos los seres, sin restricción. Nos dice, “Cualesquiera seres vivientes en existencia, sin omitir a ninguno, ya sean débiles o fuertes, grandes, medianos o pequeños, visibles o invisibles, aquellos viviendo cerca o lejos, los nacidos y por nacer, que todos los seres se encuentren con felicidad.” Más adelante deseamos: “¡Que los seres no se engañen unos a otros, que no se desprecien, que ningún ser — debido al enojo o la mala voluntad – desee hacer daño a otros!” De manera que deseamos que entre todos los seres haya amor-bondad.

El símil final con el cual el Buda completa la imagen que ilustra para el amor-bondad es la hermosa línea, “Así como una madre protege con su propia vida a sus hijo, su hijo único, así con un corazón ilimitado uno debe querer a todos los seres vivientes, irradiando amistad sobre todo el mundo; arriba hacia los cielos, abajo hacia las profundidades, hacia afuera, sin límite, sin la menor mala voluntad.” De manera que tenemos el símil del afecto de una madre hacia su hijo único, en donde protege con su mismísima vida la de su hijo. Esto quiere decir que uno promueve lo positivo y desalienta lo negativo. Uno debe explorar y mantenerse en la naturaleza del amor que una madre tiene por su hijo único.

El Buda entonces describe cómo y cuándo debe de practicarse esto. “Ya sea parados, caminando, sentados o acostados, uno debe mantener esta remembranza.” De manera que la postura no es importante. Es algo que uno hace con la propia mente, ya sea antes de dormir o al despertar, al medio día, durante el trabajo, sentados calladamente en la foresta, en la sala de meditación ya se en grupo o en soledad, uno practica “manteniendo esta remembranza.” Uno debe recordar así esta actitud durante el día.

“Se dice que esta es la morada sublime.” Un cielo aquí y ahora es cultivado y generado mediante la propia mente. Y es mediante la propia mente, y de ninguna otra manera, que uno produce el refinamiento de la conciencia que corresponde al cielo. La meditación en el amor-bondad llena muchas necesidades y deseos en nuestras vidas, pero es nuestra responsabilidad practicarla. No es dependiente en quien nos quiera. Es dependiente en la generación de amor incondicional hacia otros a partir de nosotros mismos.

De manera que en la práctica de meditación uno puede conjurar la imagen y emoción del amor de una madre hacia su hijo único, irradiando hacia el exterior de uno mismo y dirigiendo esa irradiación hacia otros seres. O uno puede iniciar con la irradiación de la emoción sublime hacia sí mismo(a). Es posible iniciar con seres hacia los cuales uno tiene una afección natural, seguido de una lenta irradiación hacia aquellos que se encuentran afectivamente más distantes, e inclusive uno puede irradiar amor-bondad hacia todo el vasto universo habitado por los diversos seres.

Todas estas son sugerencias y técnicas. No existen reglas estrictas para esta práctica. Lo que queremos saber es ¿acaso funciona? y ¿qué es lo que funciona mejor para mí? Imágenes, poemas, y textos de canciones – todas estas cosas pueden funcionar para diferentes personas. Uno debe explorar técnicas propias y encontrar aquellas que funcionan efectivamente. Este es el proceso de la meditación. Uno no puede meditar “de más.” El amor-bondad siempre será algo apropiado para practicar. En este mundo nunca es ni será una desventaja.

El Buda nos provee una lista de once beneficios que surgen de la práctica del amor-bondad. A continuación cerraré estas instrucciones compartiendo con ustedes el discurso completo. Dirigiéndose a sus monjes dijo,

“Oh monjes, existen once beneficios del amor-bondad que surgen de la emancipación del corazón. Si [esta práctica] se repite, se desarrolla, se incrementa, si se hace de ella un hábito, si se hace de ella una base, si se experimenta, practica, y se inicia bien, los siguientes once beneficios son de esperarse:

Se duerme bien;

Se despierta bien;

No se experimentan pesadillas;

Los seres humanos se tornan afectuosos hacia uno;

Los seres no-humanos se tornan afectuosos hacia uno;

Uno es protegido por las deidades;

El fuego, el veneno y las armas no son capaces de dañarnos;

La mente es calmada fácilmente;

Nuestro semblante se torna sereno;

Uno muere sin confusión;

Más allá de esto, si uno fracasa en lograr  Nibbana, uno renace en los cielos de Brahma.”

Es indudable que estos son beneficios verdaderamente deseados en esta y en la vida por venir. Podemos ver que el amor-bondad no es algo que se practica mediante una mera reflexión ocasional, sino que debe ser “repetida, desarrollada,  incrementada, se debe hacer de ella un hábito, se debe hacer de ella una base, se debe experimentar, practicar, e iniciarse bien”, de manera que pueda tener los beneficios mencionados.

Si la práctica es fragmentaria, tendrá resultados parciales solamente. Si es una práctica que profundiza hasta la médula, entonces tendrá un profundo y vasto resultado. Constituye una protección para uno y para los demás, tanto para el cuerpo como para la mente. Es conducente a gran estabilidad y salud mental. Nos permite obtener el máximo disfrute de esta vida y nos predispone a un destino óptimo después de la muerte.

Así pues, los dejo con estas palabras e imágenes del Buda acerca de la práctica del amor-bondad universal o profunda amistad. ¡Que se encuentren bien, contentos y en paz!

Ó Birken Forest Monastery 2002. Este material puede ser reproducido para uso personal exclusivamente. Puede distribuirse en forma gratuita.

MEDITACIÓN PARA CONCENTRAR LA MENTE Y EMPEZAR A CONOCER SU NATURALEZA INTRÍNSECA

Siéntate con la espalda recta y relaja tu cuerpo. Toma la decisión de mantener la atención sobre el objeto de concentración durante toda la sesión. Visualiza a tu padre a la derecha, tu madre a la izquierda, tu mismo/a y tus enemigos o los que te perturben delante, tus amigos, familiares y los que te apoyen detrás. Todo el resto de los seres alrededor.

1. Elige uno de los siguientes métodos para practicar la atención consciente sobre la respiración.

a. Fíjate en la sensación que se produce en los agujeros de la nariz al entrar y salir el aire de la respiración. Mantén tu atención en esta percepción sutil y observa la total duración de cada inspiración y de cada espiración. o

b. Utiliza el método descrito anteriormente, pero concentrándote en cómo se hincha y deshincha el abdomen con cada inspiración y espiración.

Con cualquier método que elijas, respira de forma normal y pausada. Inevitablemente, aparecerán pensamientos, pero mantén una actitud neutral frente a ellos, sin atraerlos ni rechazarlos. En otras palabras, no reacciones con disgusto, preocupación, excitación o aferramiento ante ningún pensamiento, imagen o sensación que aparezca. Advierte meramente su existencia y vuelve tu atención al objeto de meditación. Aunque tengas que hacerlo cincuenta veces por minuto ¡no te sientas frustrado!

Sé paciente y persistente, tus pensamientos disminuirán. Imagina que tu mente es como un lago claro y en calma, o como un cielo amplio y despejado; las ondas aparecen sobre la superficie del lago y las nubes cruzan el cielo, pero pronto desaparecerán sin alterar su quietud. Los pensamientos vienen y se van, son transitorios, momentáneos. Reconócelos y deja que se vayan, vuelve una y otra vez tu atención a la respiración. Permanece contento con tu estado presente. Acepta cualquier estado mental en que te encuentres y todo lo que pueda surgir en tu mente. Líbrate de la expectación, del aferramiento o de la frustración. No tengas deseos de estar en otra parte, de hacer cualquier otra cosa o incluso de sentirte de otra forma. Permanece satisfecho tal como estás.

Al finalizar tu sesión, dedica la energía positiva creada en tu meditación para el beneficio de todos los seres sin excepción.

MEDITACIÓN SOBRE EL SUFRIMIENTO

En el mundo de los sentidos, cuando el sufrimiento comporta mucho dolor y mucha pena, somos conscientes de que sufrimos. Pero el sufrimiento es mucho más sutil de lo que pensamos. En la vida diaria tropezamos con el sufrimiento mil veces al día sin reconocerlo. En el subconsciente aún hay más sufrimiento, del que no nos damos cuenta. Todas las formas de meditar en el sufrimiento tienen el propósito de generar un sentimiento profundo de su amplitud, de cuánto y cómo impregna nuestras vidas y las de los demás, y para apartar no solamente nuestro propio sufrimiento, sino el de todos los demás seres sensibles sin excepción.

Se refiere a todos los niveles de experiencia física o psicológica. Todas las formas de meditar en el SUFRIMIENTO tienen el propósito de generar un sentimiento profundo de su amplitud y de cuánto y cómo impregna nuestras vidas y las de los demás.

LOS BENEFICIOS DE ESTA MEDITACIÓN

Nuestra visión de la vida no es realista. La mayoría de nuestras experiencias placenteras dependen de objetos y situaciones externas cuya naturaleza es efímera. Cuando estas cosas cambian o desaparecen, nos aferramos a ellas sin querer aceptar la realidad de la situación. Queremos que el placer perdure y nos decepciona que no sea así. De este modo, vamos de arriba abajo, del placer al dolor y de la felicidad a la infelicidad, durante toda nuestra vida. La conciencia de esta realidad es un paso hacia la eliminación del SUFRIMIENTO. Dejaremos de esperar que la gente y las cosas nos hagan felices y, en cambio, comprenderemos que es nuestra actitud hacia ellas la que determina la felicidad y la satisfacción. Otro gran beneficio de esta meditación es que nos permite ver que los demás sufren de la misma forma que nosotros y, como resultado, podremos desarrollar la bondad y compasión hacia ellos. El propósito de reconocer el SUFRIMIENTO de nuestra vida desarrolla una fuerte intención de hacer TODO LO NECESARIO para librarnos de él. Todas las experiencias infelices y dolorosas radican en la ignorancia que cree que todo existe inherentemente, en y por sí mismo. Viendo la vacuidad -la ausencia de esta forma de existencia- se corta con toda la confusión y con todos los problemas. Conseguir esa comprensión no es algo sencillo. Se requiere UNA TREMENDA ENERGÍA para concentrar la mente sobre la naturaleza de las cosas, con el fin de abrirse camino en nuestra percepción de ellas y llegar a su pura realidad última. Lo que nos impulsa en este empeño es el deseo de librarnos nosotros mismos y a los demás de todo SUFRIMIENTO.

LA PRÁCTICA

Siéntate confortablemente y relájate. Hay TRES aspectos del SUFRIMIENTO que se deben contemplar. Detente en cada uno de ellos tanto como gustes. No te limites a repasarlos mentalmente. Lleva tus EMOCIONES E INTUICIÓN a la meditación. SIENTE de verdad cada ejemplo de SUFRIMIENTO como si lo estuvieses experimentando ahora.

1. SUFRIMIENTO DEL SUFRIMIENTO

Primero piensa en todos los problemas que tu CUERPO experimenta cotidianamente: dolores y males, frío y calor, hambre y sed, vista defectuosa, dolores de oído, cortes y quemaduras, pesadez, tensión muscular, fatiga… La lista sería interminable. Recuerda esas experiencias y cuán raramente estás libre siquiera de uno de estos SUFRIMIENTOS. Piensa ahora en los SUFRIMIENTOS físicos más severos que has experimentado en el pasado y en la posibilidad de que te ocurran de nuevo; no hay garantía de que no te vayan a suceder. Piensa en el SUFRIMIENTO físico que experimentarás en la vejez. Imagínate con tu cuerpo gastado, arrugado y sin funcionar bien. Finalmente llegará la muerte. Piensa en las diferentes formas en que puedes morir y en el SUFRIMIENTO del cuerpo en ese momento. Contempla el hecho de que, como cualquier otra cosa material, la naturaleza del cuerpo es el cambio, sentir dolor, degenerar y finalmente morir. Por tanto, no es realista ni sabio apegarse a él. Ahora lleva tu mente a observar tu SUFRIMIENTO MENTAL Y EMOCIONAL. Recuerda experiencias pasadas de soledad, depresión, pena, frustración, celos, enfado, temor, confusión, ansiedad… Ve hacia atrás en tu vida y observa como raramente dejaste de experimentar al menos una de estas emociones. Revívelas. Ahora examina tu estado mental actual. ¿Estás ansiosa, deprimida, enfadada, confusa, agitada? Piensa en el SUFRIMIENTO mental que probablemente tendrás en el futuro, cuando las personas queridas mueran o te dejen, cuando tú misma te mueras o cuando ocurran multitud de cosas en tu vida que te hacen SUFRIR en mayor o menor grado. Amplía tus pensamientos hasta incluir las experiencias de los demás. En este preciso instante, todos los seres que existen, debido a que poseen una menta confusa y un cuerpo que se deteriora, están SUFRIENDO alguna forma de dolor físico o mental, desde la menor incomodidad hasta el SUFRIMIENTO más grave. Empieza por la gente que conoces: tus amigos, parientes y vecinos. Algunos están enfermos, otros son viejos, o están deprimidos, ansiosos, insatisfechos, solos… Después piensa en la gente que no conoces y cuyas vidas están marcadas por la guerra, la pobreza, el desempleo, el racismo, la enfermedad o la opresión política. También contempla los SUFRIMIENTOS cotidianos de los animales y otras criaturas: hambre, dolor, frío, falta de libertad, temor a ser sacrificados… Hazte consciente de que todos esos incontables seres vivientes tienen un continuo de conciencia igual que la tuya: todos reaccionamos con gozo ante la bondad y la belleza, con temor ante el dolor y el mal y con enfado ante lo que amenaza nuestra paz y la de los seres queridos. Todos tratamos de ser felices y de evitar problemas, pero mientras no estemos iluminados nos encontraremos con una situación dolorosa tras otra.

    *

      2. EL SUFRIMIENTO DEL CAMBIO

Este nivel más sutil de SUFRIMIENTO se refiere a las experiencias que consideramos como placer. Se consideran SUFRIMIENTO porque no perduran. Cualquier buena experiencia se acaba sin satisfacernos plenamente y, en cambio, nos lleva a desear repetirla, con la esperanza de encontrar la satisfacción que creemos que nos debe proporcionar. Piensa en cualquier experiencia placentera: una buena comida, el sexo, un día en la playa, esquiar, la música, el cine, un bello atardecer. Incluso cuando te sientas cómodamente en un sillón, tarde o temprano necesitarás cambiar de posición, ya que la comodidad se transforma en incomodidad. Si te sientas cerca del fuego en un día frío, será muy agradable al principio, pero pronto necesitarás apartarte porque sentirás demasiado calor. Examina cuidadosamente tu vida y comprueba si esto es verdad o no. Recuerda algunas experiencias buenas. ¿Perduran? ¿Te dejan satisfecha de verdad? Si el placer es verdadero ¿por qué no sientes como tal indefinidamente? ¿Puedes encontrar un ejemplo de felicidad duradera en tu vida o en la de otros? Contempla como todo cambia; como las experiencias, no importa cuán placenteras sean, no perduran, sino que conducen inevitablemente a la insatisfacción, a la irritabilidad, al aburrimiento o a la soledad. Es la propia naturaleza de todas las cosas: cambian y a la larga se acaban. Incluso una relación excelsa tiene sus altibajos y, finalmente, acabará con la muerte. Las personas bellas se hacen viejas y canosas y, finalmente, mueren. El poder no perdura y la fortuna se pierde. Las flores se marchitan, los ocasos se desvanecen y las fiestas se acaban. Concluye esta parte de la meditación decidiendo FIRMEMENTE que no es razonable apegarse a ninguna persona u objeto como medio de conseguir una satisfacción perdurable, y que, en realidad, trae el resultado opuesto.

    *

      3. EL SUFRIMIENTO QUE ABARCA TODO

Éste es incluso más sutil que el SUFRIMIENTO DEL CAMBIO. Se refiere a nuestra propia existencia como seres ordinarios, no iluminados. Al faltarnos el conocimiento intuitivo y directo de la verdadera naturaleza de las cosas, estamos sujetos por ataduras. Por un lado experimentamos en cada momento los efectos de causas previas y, por el otro, estamos creando en cada momento causas para futuros efectos. Este preciso momento de existencia es, a la vez, el efecto del SUFRIMIENTO pasado y la causa del SUFRIMIENTO futuro. El hecho de encontrarnos atrapados en este ciclo, en esta compleja red de problemas, es, en sí mismo, el SUFRIMIENTO QUE ABARCA TODO. Deja que tu mente se empape de esta idea. Genera una fuerte sensación de este dilema que se perpetúa a sí mismo y que es tu existencia. Entonces contempla como hay innumerables seres vivientes que, como tú, están atrapados en este ciclo que parece no tener fin. Pero hay una salida de ese ciclo. Al existir una causa del SUFRIMIENTO (nuestra visión incorrecta de cómo existen las cosas), hay un remedio para poner fin a ese SUFRIMIENTO (el desarrollo de la comprensión correcta de la naturaleza de la realidad que puede acabar con la confusión y el hábito de dejarse llevar por los caprichos del ego.) Mientras tanto, podemos utilizar nuestra vida y energía de una forma positiva, ayudando a los demás con amor y generosidad, y contrarrestando las actitudes negativas cuando surgen en nuestra mente. Conforme vaya creciendo nuestra comprensión de la realidad, también lo hará el desapego por las cosas ordinarias y transitorias, y la maraña de nuestra red de confusión se desenredará gradualmente. Finalmente, esta comprensión se convertirá en una percepción directa e intuitiva de la vacuidad, lo que elimina, de una vez por todas, la propia raíz del SUFRIMIENTO. Reconocer la naturaleza dolorosa e insatisfactoria de la vida es bastante difícil, pero es la única salida. MIENTRAS CONTINUEMOS ESCAPANDO DE LA REALIDAD DEL SUFRIMIENTO Y NO APRENDAMOS A TRATAR HONESTAMENTE CON LOS ASPECTOS BURDOS Y DESCONTROLADOS DE LA MENTE, CONTINUAREMOS DANDO VUELTAS EN LA CONFUSIÓN. La conciencia del SUFRIMIENTO nos da la energía necesaria para penetrar la naturaleza de la realidad. Concluye tu sesión de modo optimista, con determinación de vivir tu vida inteligentemente y de hacer lo que puedas para vencer el SUFRIMIENTO. Dedica todas tus buenas intenciones y energía para que crezca el conocimiento en ti y en los demás.

PRACTICA EN LA VIDA COTIDIANA

Cada día experimentamos multitud de contrariedades. Nuestra reacción habitual es la de librarnos de ellas o esperar que pasen lo más rápido posible. Será muy bueno si, antes de buscar un calmante, encender la TV, buscar en la nevera o llamar a un amigo, dedicamos algunos minutos a EXPERIMENTAR simplemente el dolor. Esto es SUFRIMIENTO. Debido a que habitualmente evitamos afrontar y relacionarnos con el dolor, es difícil investigar honestamente en la meditación la realidad del SUFRIMIENTO. Por tanto, debemos aprender a utilizar nuestras propias experiencias cotidianas cuando ocurren, para profundizar en nuestra comprensión del SUFRIMIENTO. Esto no significa que nos sintamos miserables o tensos. Podemos permanecer conscientes del SUFRIMIENTO y no por ello perder el sentido del humor. Tanto la felicidad como el SUFRIMIENTO son impermanentes, experiencias transitorias. No debemos subrayar una más que otra, sino reconocer la naturaleza cambiante de ambas. Cuando la gente a nuestro alrededor sufra, debemos ser sensibles y compasivos, ayudándoles como mejor podamos. No debemos involucrarnos de tal forma que sus problemas se conviertan en nuestros problemas y nos pongamos tensos y preocupados por ellos. Podremos evitarlo recordando que TANTO LA CAUSA COMO LA SOLUCIÓN DE CUALQUIER PROBLEMA SE ENCUENTRA EN LA MENTE DE LA PERSONA QUE LO SUFRE. DEPENDE DE ELLA O EL BUSCAR LA SALIDA. Mientras seamos cariñosos y amables y hagamos lo que podamos para aliviar su dolor, no debemos sentirnos culpables o incapaces pensando que debemos hacer más. Cuando nos descubramos aferrándonos a una cosa, una situación o una persona en nuestra vida, debemos recordar que la felicidad que experimentamos es transitoria y que no puede acabar de ninguna forma con nuestros problemas. Con los problemas, físicos o mentales, debemos pensar: “Esto es pasajero. En algún momento desaparecerá, pero LOS PROBLEMAS Y EL SUFRIMIENTO ME SEGUIRÁN AQUEJANDO HASTA QUE TRANSFORME MI MENTE Y ELIMINE TODAS LAS CAUSAS DE SUFRIMIENTO.”

MEDITACIÓN SOBRE EL DOLOR CORPORAL

Concéntrate en el área de la sensación que resulta dolorosa. Siente el dolor o la opresión, siguiendo en cada momento los cambios que surjan, notando el color, la intensidad, la temperatura, la frecuencia… Visualiza al cuerpo como un puño que quiere aislar el dolor y no sentirlo. Deja que el puño empiece a abrirse alrededor de la sensación dolorosa. Siente la tensión y la resistencia del cuerpo que intenta cerrarse al dolor. Sigue abriendo el puño. La más mínima resistencia puede resultar dolorosa. Ábrete. Ablándate. Deja que el puño se abra, momento a momento. ¿Por qué agarrar este dolor un minuto más? Visualiza el dolor como una brasa dentro del puño. La carne del puño cerrado se quema con tanto dolor. Ábrelo. Visualiza como la palma se ablanda, como los dedos se aflojan. Dentro del cuerpo el dolor empieza a flotar libre. Nota cualquier miedo que esté asociado con la liberación del dolor. Reconócelo y deja que se vaya por sí solo, sin esforzarte. Deja que la tensión se disuelva. No intentes captar el miedo ni el dolor. No los rechaces. Déjalos estar. Deja que floten libres, sin tensión, suavemente, dentro del cuerpo abierto, blando y sin resistencia. Permanece en este estado de ecuanimidad durante el tiempo que quieras. Al finalizar esta práctica, dedica la energía positiva creada en ella para el beneficio real de todos los seres sin excepción.

MEDITACIÓN SOBRE LA VACUIDAD DE LAS PERSONAS

Primera etapa:

Identificación del objeto de negación La vacuidad es un fenómeno negativo no afirmante que niega la existencia inherente y no afirma ningún otro fenómeno positivo. En la meditación sobre la vacuidad de las personas, intentamos identificar y tener una idea muy clara de una persona que no existe. Por ejemplo, a pesar de que un conejo no tiene cuernos, podemos imaginar cómo sería si los tuviera. Para saber con certeza que el conejo no tiene cuernos, tenemos que determinar con exactitud este componente del que carece. De manera similar, para comprender la vacuidad de una persona, hemos de tener una idea clara de cómo sería una persona que tuviera una existencia inherente. Tener una existencia inherente quiere decir que la existencia no depende de otros factores. El primer paso para comprender la vacuidad de las personas es identificar el objeto de negación: la persona independiente. Comenzamos la meditación pensando: ¿De qué manera estoy percibiendo el yo? ¿Cuál es el yo que aparece en mi mente? Intentamos de esta manera establecer una imagen clara del yo que tiene una existencia inherente. Consideramos el yo que percibimos normalmente -el objeto de nuestro autoaferramiento. A pesar de que no vayamos afirmando que el yo existe de forma inherente, cuando pensamos acerca de nosotros mismos, éste es el yo al que nos referimos. Podemos pensar, “yo estoy haciendo esta meditación,” y preguntarnos: “De qué manera aparece en mi mente el yo que está haciendo esta meditación?” Observaremos que este yo aparece como si fuera algo separado e independiente de nuestro cuerpo y de nuestra mente. No sentimos que mi cuerpo está haciendo esta meditación o mi mente la está haciendo. Parece como si el yo existiese por su propio lado. Este yo independiente, si existiera, sería el yo que tiene una existencia inherente, el yo que tanto estimamos. Cuando analizamos el objeto de negación de la vacuidad, es importante que no lleguemos a conclusiones precipitadas pensando: “Sé que el yo inherentemente existente no existe; por lo tanto, no hace falta que piense en él.” Al contrario, debemos cultivar de manera intencionada un fuerte sentido del yo y establecer de este modo una imagen genérica de él. Acto seguido, hemos de concentrarnos en él pensando: “Éste es el yo que está haciendo esta meditación, el que trabaja y duerme, el que se siente herido o decepcionado. Éste es el yo independiente que tiene una existencia inherente.”

Tan pronto como hayamos establecido una imagen aproximada del yo, debemos concentrarnos en ella en meditación de emplazamiento. La meditación de emplazamiento consiste en encontrar el objeto de meditación y enfocar o emplazar nuestra mente en él. En esta etapa aún no somos capaces de mantener el objeto de manera continua por un determinado espacio de tiempo. Hemos de examinar el objeto con detalle con el ojo de nuestra mente, recordando sus diferentes características. A este proceso analítico se le denomina “la búsqueda del objeto”. Al cabo de un rato ya seremos capaces de establecer una imagen genérica aproximada de ella. Entonces, tomamos esta imagen genérica aproximada como nuestro objeto de concentración e intentamos emplazar nuestra mente en ella sin esforzarnos en hacerla más clara. Es posible que para lograr percibir una imagen genérica clara del yo que tiene una existencia inherente tengamos que hacerlo durante mucho tiempo, pero no importa cuánto tiempo hayamos de dedicarnos a ello, porque este paso es fundamental para poder realizar las restantes etapas de la meditación. Una vez que hayamos comprendido esta explicación, tenemos que contemplar y meditar en el yo para obtener una experiencia sobre su existencia inherente. Vamos a tener muchas oportunidades de observar al yo inherentemente existente tanto durante las sesiones de meditación como durante los descansos, porque no hacemos más que aferrarnos a él de manera continua.

MEDITACIÓN SOBRE LA VACUIDAD II

El propósito de toda enseñanza budista es de conducirnos gradualmente a la realización de la vacuidad de existencia inherente y concreta de todas las cosas y la erradicación total en nuestra mente de esta forma equivocada de ver. La existencia inherente es una cualidad que proyectamos instintivamente en cada persona y en cada cosa que experimentamos. Vemos las cosas como si existieran en y por ellas mismas, poseyendo su propia naturaleza, independientes de sus causas y condiciones y de nuestra mente que las experimenta. Tomemos una mesa como ejemplo. Vemos una mesa que nos parece sólida e independiente y nos preguntamos, ¿Dónde está la mesa? ¿Dónde se localiza su cualidad? ¿En sus patas? ¿En cualquiera de sus partes? ¿En sus átomos? ¿En su conjunto? ¿Cuándo empezó a ser una mesa? ¿Cuántas de sus partes pueden quitarse antes de que deje de ser una mesa? Si lo investigamos cuidadosamente, descubriremos que no podemos “encontrar” la mesa que pensamos que estamos viendo. No obstante, existe una mesa interdependiente, que cambia momento a momento, no inherente. Pero eso no es lo que vemos. Esto es lo esencial del problema. No experimentamos la realidad pura de cada cosa y de cada persona, sino una imagen de ellas exagerada y rellena, proyectada por nuestra mente. Este error caracteriza todas nuestras experiencias mentales. Es totalmente instintivo y es la raíz de todos nuestros problemas. Este desorden mental, siempre presente, empieza con la mala interpretación de nuestra propia entidad. Somos un compuesto de cuerpo (una masa de carne, huesos y piel) y de mente (una corriente de pensamientos, sentimientos y percepciones). Este hecho desnudo, sin adorno, es bastante inquietante. Por una parte de nosotros, el ego, que codicia la seguridad y la inmortalidad. Por un proceso inconsciente y no deliberado el ego inventa un yo permanente, independiente e inherente.

Un comentario

  • Crow

    ÀNÀPÀNASATI: MEDITACIÓN EN LA RESPIRACIÓN*

    VEN. MAHATHERA NAUYANE ARIYADHAMMA

    Traducción por Gloria Ávila

    Homenaje al Bendito, al Arahant y al Totalmente Iluminado

    Ànàpàna-sati, la meditación en la respiración (inhalación y exhalación), es el primer tipo de meditación expuesta por el Buddha en el Mahà Satipaååhàna Sutta, el Gran Discurso de los Fundamentos de la Atención. El Buddha puso especial énfasis a esta meditación, ya que es la puerta de entrada a la iluminación y al Nibbàna; y porque ha sido adoptada por todos los Buddhas del pasado como la base principal de su logro de la Buddheidad. Cuando el Bendito se sentó al pie del Árbol del Bodhi y resolvió no levantarse de ahí hasta que alcanzara la iluminación, tomó el ànàpàna-sati como su objeto de meditación.
    Sobre esta base, alcanzó las cuatro absorciones (jhànas), recordó sus vidas previas, desentrañó la naturaleza del saçsàra, experimentó los sucesivos conocimientos introspectivos y, en el atardecer, mientras temblaban los  100,000 universos, alcanzó la sabiduría ilimitada de un Buddha Totalmente Iluminado.

    Ofrezcamos, entonces, nuestra veneración al Bendito, ese alguien que llegó a ser un Buddha incomparable trascendiendo al mundo a través de esta meditación ànàpàna-sati. Comprendamos completamente este tipo de meditación, con sabiduría tan resplandeciente como el sol y la luna. Y que a través de su poder logremos la bendita paz del Nibbàna.

    EL TEXTO BÁSICO

    Examinemos primero el significado del texto expuesto por el Buddha acerca del ànàpàna-sati. El texto comienza:

    “Aquí, monjes, un monje que se ha ido al bosque, o al pie de un árbol, o a un lugar vacío, se sienta con las piernas cruzadas, sosteniendo erecta su espalda, haciendo emerger la atención plena frente a él.”

    Esto significa que cualquier persona que pertenezca a uno de los cuatro tipos de individuos mencionados en esta enseñanza – es decir, bhikkhu (monje), bhikkhùni (monja), upàsaka (laico), o upàsikà (laica) – deseoso de practicar esta meditación, debe ir ya sea a un bosque, al pie de un árbol apartado, o a una morada solitaria. Ahí deberá sentarse con las piernas cruzadas, manteniendo su cuerpo en posición erecta, fija su atención plena en la punta de su nariz, el lugar de su objeto de meditación.

    Si hace una inhalación prolongada, deberá comprender tal acto con plena atención. Si hace una exhalación prolongada, deberá comprender tal acto con plena atención. Si toma una inhalación corta, deberá comprenderlo con plena atención, si hace una exhalación corta, deberá comprenderlo con plena atención.

    “Inhala experimentando el cuerpo en su totalidad, exhala experimentando el cuerpo en su totalidad”; esto es, con atención bien situada, ve el principio, el medio y el final de las dos fases, la inhalación y la exhalación. Conforme practica la observación de la inhalación y exhalación con atención, se calmarán y tranquilizarán las dos funciones de inhalación y exhalación.

    El Buddha ilustra esto con un símil. Cuando un hábil tornero o su aprendiz trabajan un objeto en su taller, atienden a su labor
    con atención fija: al hacer un giro largo o uno corto, saben que están haciendo un giro largo o uno corto. De la misma manera, si el practicante de meditación inhala largamente lo comprende como tal; y si exhala largamente, lo comprende como tal; si hace una inhalación corta, lo comprende como tal y si su exhalación es corta, lo comprende como tal. Ejercita su atención de tal forma que ve el principio, el medio y el final de estas dos funciones de inhalación y exhalación. Comprende con sabiduría la tranquilización de estos dos aspectos, de la inhalación y la exhalación.

    De esta forma, él comprende las dos funciones de la inhalación y la exhalación en él mismo, y las dos funciones de la inhalación y exhalación en otras personas. También comprende las dos funciones de la inhalación y exhalación en él mismo y en los otros en rápida alternación. Comprende también la causa del surgimiento de la inhalación y la exhalación y la causa de la cesación de la inhalación y la exhalación, y el momento a momento del surgimiento y la cesación de la inhalación y la exhalación.

    Se da cuenta entonces de que su cuerpo, el cual ejercita las dos funciones de inhalación y exhalación, es únicamente un cuerpo, no un ego o “Yo”. Esta atención plena y sabiduría son útiles para desarrollar una mejor y más profunda atención y sabiduría, capacitándolo para descartar las concepciones erróneas de las cosas en términos de “Yo” y “mío”. Entonces, llega a estar capacitado para la vida con sabiduría respecto a este cuerpo y no se aferra a nada en el mundo con avidez, engreimiento o visión errónea. Viviendo sin apego, el meditador recorre el camino hacia Nibbàna a través de la contemplación de la naturaleza del cuerpo.

    Esta es una paráfrasis amplificada del pasaje del Mahà Satipaååhàna Sutta sobre el ànàpàna-sati. Esta meditación ha sido  explicada en dieciséis formas distintas en varios suttas. De estas dieciséis, el primer grupo de cuatro ha sido explicado aquí.
    Pero estas cuatro son los fundamentos de las dieciséis formas en las que puede practicarse el ànàpàna-sati.

    LOS PRELIMINARES DE LA PRÁCTICA

    Ahora debemos investigar las etapas preliminares de la práctica de esta meditación. En primer lugar, el Buddha indicó una  morada apartada para practicar el ànàpàna-sati. En el sutta ha mencionado tres lugares; el bosque, el pie de un árbol, o un lugar vacío. Este puede ser una tranquila cabaña, o un lugar de habitación libre de la presencia de otras personas. Hasta podemos considerar a una sala de meditación como un lugar vacío. Aunque puede haber una gran cantidad de personas en dicho lugar, si cada uno permanece quieto y callado puede considerársele un lugar vacío.

    El Buddha recomendó un lugar así por la razón de que, para practicar el ànàpàna-sati, el silencio es un factor esencial. Un meditador principiante encontrará más fácil desarrollar su concentración mental en la respiración sólo si hay silencio. Aún si uno no pudiera encontrar el silencio completo, se debería elegir un lugar tranquilo en donde se pueda disfrutar de privacidad.

    Luego, el Buddha explicó la posición de sentado. Hay cuatro posturas que pueden adoptarse para la meditación: de pie, sentado, acostado y caminando. De estas la postura más adecuada para la práctica del ànàpàna-sati al principio, es la postura sentada.

    La persona que desee practicar el ànàpàna-sati debe sentarse con las piernas cruzadas. Para los bhikkhus y hombres laicos, el Buddha ha recomendado la posición de piernas cruzadas. Ésta no es una postura fácil para todos, pero puede dominarse gradualmente. La posición media de piernas cruzadas se ha recomendado para bhikkhùnis y mujeres laicas. Esta es la postura de sentado con una pierna doblada. Será muy benéfica si la postura de piernas cruzadas recomendada para bhikkhus y hombres laicos pudiera adoptarse en la posición de “loto” con los pies volteados hacia arriba y descansándolos en los muslos puestos. Si esto es inconveniente, uno puede sentarse con ambos pies recogidos debajo del cuerpo.

    En la práctica del ànàpàna-sati, es imperativo sostener el cuerpo derecho. El torso debe mantenerse erecto, pero no tirante ni rígido. Uno puede cultivar esta meditación adecuadamente sólo si todos los huesos de la espina están alineados en una posición erecta. Por lo tanto, este consejo del Buddha de mantener erecta la parte superior del cuerpo debe ser comprendida y seguida claramente.

    Las manos deben colocarse suavemente en el regazo, el dorso de la mano derecha sobre la palma de la mano izquierda. Los ojos pueden estar cerrados suavemente o semi-cerrados, lo que resulte más cómodo. La cabeza debe sostenerse derecha, inclinada ligeramente en ángulo hacia abajo, la nariz perpendicular al ombligo.

    El siguiente factor es el lugar para fijar la atención. Para cultivar el ànàpàna-sati uno debe estar claramente atento al lugar en el que el aire entra y sale tocando las fosas nasales. Esto se sentirá como un punto debajo de las fosas nasales o sobre el labio superior, en donde se presente el contacto del aire al entrar y salir de las fosas nasales, en el que pueda sentirse con mayor precisión. En ese punto, deberá fijarse la atención, como un centinela que observa una puerta.

    Luego, el Buddha explica la manera en la que deberá cultivarse el ànàpàna-sati. Uno inhala atentamente, exhala atentamente. Desde el nacimiento hasta la muerte, esta función de inhalación y exhalación continúa sin detenerse, sin una pausa, pero porque no reflexionamos conscientemente en ello, ni siquiera nos damos cuenta de la presencia de esta respiración. Si lo hacemos, podemos obtener mucho beneficio por medio de la calma y la introspección. Por lo tanto, el Buddha nos ha aconsejado que estemos atentos a la función de la respiración.

    El practicante de meditación que observa conscientemente la respiración de esta manera, no debe tratar nunca de controlar su respiración o retener su respiración con esfuerzo. Ya que si controla o retiene su respiración con esfuerzo consciente, se fatigará y su concentración mental se verá afectada e interrumpida. La clave de la práctica es fijar la atención de forma natural en el punto en donde se siente que entran y salen las inhalaciones y exhalaciones. Entonces, el meditador tiene que mantener su atención en la sensación de contacto del aire en las fosas nasales, manteniendo la atención tan continua y consistente como sea posible.

    LOS OCHO PASOS

    Para ayudar a que los practicantes desarrollen esta meditación, los comentadores y maestros de meditación han indicado ocho pasos progresivos en la práctica. Estos ocho pasos serán enumerados primero, y luego, explicados en relación con el proceso meditativo real.

    Los nombres de los ocho pasos son: conteo (gaäanà); seguimiento (anubandhana); contacto (phusana); fijación (åhapana); observación (sallakkhaäa); alejamiento (vivaååana), purificación (parisuddhi); y retrospección (paåipassanà). Los ocho cubren el curso completo del desarrollo meditativo hasta alcanzar el estado de Arahat.

    (i) Conteo (gaäanà)

    El conteo se indica para aquellas personas que nunca antes han practicado ànàpàna-sati. No es necesario para quienes han practicado meditación durante un período considerable de tiempo. Sin embargo, como es necesario tener un conocimiento de esto, el conteo debe entenderse de la siguiente manera.

    Cuando un meditador se sienta a meditar, fija su atención en la punta de su nariz y atiende conscientemente a la secuencia de inhalación y exhalación. Nota mientras el aire entra, y nota cuando sale, tocando nuevamente la punta de su nariz o el labio uperior. En este momento empieza a contar estos movimientos.

    Hay cuatro métodos de conteo. El más fácil se explica así: La primera inhalación-exhalación que se siente se cuenta “uno, uno”; la segunda “dos, dos”; la tercera “tres, tres”; la cuarta “cuatro, cuatro”, la quinta “cinco, cinco”, y así hasta la décima inhalación que se cuenta “diez, diez”. Luego vuelve a “uno, uno” y continúa hasta “diez, diez”. Esto se repite una y otra vez del uno al diez.

    En si, el sólo hecho de contar no es la meditación, pero el conteo ha llegado a ser un auxiliar esencial para la meditación. Una persona que no ha practicado meditación antes, al encontrar difícil de entender la naturaleza de su mente, podría pensar que está meditando mientras que su mente corre a troche y moche. El conteo es un método fácil para controlar la mente errante.

    Si una persona fija bien su atención en su meditación, puede mantener correctamente el conteo. Si su mente vuela en todas direcciones, y pierde el conteo, esa persona se confunde y así puede darse cuenta de que su mente ha divagado. Si la mente pierde contacto con el conteo, el meditador debe comenzar nuevamente a contar. De esta manera deberá iniciar nuevamente el conteo desde el principio, aun si se equivoca mil veces.

    Conforme se desarrolla la práctica, puede haber un tiempo en el que la inhalación y la exhalación son más frecuentes y no es posible repetir el mismo número muchas veces. Entonces, el meditador tiene que contar rápidamente “uno”, “dos”, “tres”, etc.
    Cuando cuenta de esta manera puede comprender la diferencia entre la inhalación y exhalación prolongada y la inhalación y exhalación breves.

    (ii) Seguimiento (anubandhana)

    “Seguimiento” significa seguir la respiración con la mente. Cuando la mente ha sido sometida por el conteo y está fija en la inhalación y exhalación, el conteo se detiene y se reemplaza por el seguimiento mental del curso de la respiración. Esto está explicado por el Buddha de la siguiente forma:

    “Cuando el meditador inhala prolongadamente comprende que está inhalando prolongadamente; y cuando está exhalando prolongadamente, comprende que está exhalando prolongadamente.”

    Aquí, uno no toma deliberadamente una inhalación prolongada o una exhalación prolongada. Uno simplemente comprende lo que está ocurriendo en realidad.

    En el siguiente pasaje, el Buddha ha declarado que un meditador se entrena a sí mismo pensando: “Inhalaré experimentando la totalidad del cuerpo, y exhalaré experimentando la totalidad del cuerpo.” Aquí, “la totalidad del cuerpo” significa el ciclo completo de inhalación y exhalación. El meditador debe fijar su atención de tal forma que pueda ver el principio, el medio y el final de cada ciclo de inhalación y exhalación. Es esta la práctica llamada “experimentando la totalidad del cuerpo.”

    El principio, el medio y el final de la respiración deben entenderse correctamente. Es incorrecto considerar la punta de la nariz como el principio de la respiración, el pecho como el centro, y el obligo como el final. Si uno intenta rastrear la respiración desde la nariz a través del pecho hasta el vientre, o seguirla en su salida desde el vientre a través del pecho hasta la nariz, la concentración de uno será interrumpida y la mente se volverá agitada. El principio de la inhalación, entendida adecuadamente, es el inicio de la inhalación, el medio es la continuación de la inhalación y el fin es cuando se ha completado la inhalación. De igual forma, respecto a la exhalación, el inicio es el principio de la exhalación el medio es la continuación de la exhalación y el fin es cuando se ha completado la exhalación. “Experimentar la totalidad del cuerpo” significa estar alerta al ciclo completo de cada inhalación y exhalación, manteniendo la mente fija en el punto alrededor de las fosas nasales o en el labio superior, en donde se siente la entrada y la salida del aire.

    Este trabajo de contemplación de la respiración en el área que circunda las fosas nasales, sin seguir su entrada y salida del cuerpo, se ilustra en los comentarios con los ejemplos del portero y la sierra.

    Así como el portero examina a cada persona que entra y sale de la ciudad sólo mientras pasa a través de la puerta, sin seguirlo hacia adentro o hacia afuera de la ciudad, así el meditador debe estar atento a cada respiración sólo mientras pasa a través de las fosas nasales, sin seguirlo al interior o al exterior del cuerpo.

    Así como un hombre aserrando un tronco mantendrá su atención fija en el punto en donde los dientes de la sierra cortan a través de la madera, sin seguir el movimiento de los dientes hacia adelante y atrás, así el meditador debe contemplar la respiración como va y viene alrededor de las fosas nasales, sin dejar que su atención se distraiga por el paso interior y exterior de la respiración a través del cuerpo.

    Cuando una persona medita seriamente de esta forma, viendo el proceso entero, un gozoso estremecimiento penetra su mente.
    Y ya que la mente no vaga, todo el cuerpo se calma, sintiéndose fresco y confortable.

    (iii) Contacto (phusana) y (iv) Fijación (åhapana)

    Estos dos aspectos de la práctica indican el desarrollo de una concentración más fuerte. Cuando se mantiene la atención plena en la respiración, la respiración en sí llega a ser más y más sutil y tranquila. Como resultado, el cuerpo se calma y cesa la sensación de fatiga. El dolor corporal y el adormecimiento desaparecen, y el cuerpo comienza a sentir un confort estimulante, como su hubiera sido rociado con una brisa fresca y suave.

    En ese momento, debido a la tranquilidad de la mente, la respiración se vuelve cada vez más fina hasta que parece que ha cesado. A veces esta condición se prolonga durante muchos minutos. Esto es cuando la respiración deja de ser “sentida”. En este momento es cuando algunas personas se sienten alarmadas pensando que su respiración ha cesado, pero no es así. La respiración existe, pero en una forma muy delicada y sutil. No importa cuán sutil llegue a ser la respiración, uno debe mantenerse atento todavía al contacto (phusana) del aire en el área de las fosas nasales sin perder noción de ello. La mente se libera entonces de los cinco obstáculos -deseo sensual, enojo, somnolencia, agitación y duda. Como resultado uno se siente calmado y gozoso.

    Ésta es la etapa en que los “signos” o imágenes mentales aparecen anunciando el triunfo de la concentración. Primero viene el signo del aprendizaje (uggaha-nimitta), luego el signo de la contraparte (paåibhàga-nimitta). Para algunos, el signo aparece como una mota de algodón, como una luz eléctrica, una cadena de plata, como neblina o como una rueda. Al Buddha se le apareció como la clara y brillante luz del sol de medio día.

    El signo del aprendizaje es inestable, se mueve aquí y allá, arriba y abajo. Pero el signo de la contraparte que aparece en el punto donde terminan las fosas nasales es fijo, quieto, sin movimiento . En este momento no hay obstáculos, la mente es de lo más activa y extremadamente tranquila. Esta etapa es explicada por el Buddha cuando manifiesta que uno inhala tranquilizando la actividad del cuerpo, uno exhala tranquilizando la actividad del cuerpo.

    El surgimiento del signo de la contraparte y la supresión de los cinco obstáculos marca el logro del acceso a la concentración (upacàra-samàdhi). Posteriormente, conforme se desarrolla la concentración, el meditador logra la completa absorción (appanà-samàdhi), comenzando con la primera jhàna. Con la práctica del ànàpàna-sati pueden lograrse cuatro etapas de absorción es decir, la primera, segunda, tercera y cuarta jhànas. A estas etapas de concentración profunda se les llama “fijación” (åhapana).

    (v) Observación (sallakkhaäa)-(viii) Recapitulación (paåipassanà)

    Una persona que ha alcanzado una jhàna no deberá detenerse ahí, sino continuar hasta desarrollar la meditación de
    introspección (vipassanà). A las etapas de introspección se les llama “observación” (sallakhaäa). Cuando la introspección logra su clímax, el meditador alcanza los senderos supramundanos, comenzando con la etapa de la entrada en la corriente. Debido a que estos senderos alejan los grilletes que lo unen a uno al ciclo de nacimiento y muerte, se les llama “alejamiento” (vivaååana).

    Los senderos son seguidos por su respectivo estado de fruición; esta etapa es llamada de la “purificación” (parisuddhi) ya que uno ha sido limpiado de sus impurezas. De ahí en adelante uno logra la etapa final, el conocimiento de recapitulación, llamado retrospección (paåipassanà) ya que uno ve hacia atrás el propio camino de progresos y logros, en su totalidad. Ésta es una revisión breve de las etapas principales a lo largo del camino al Nibbàna, basado en la meditación de ànàpàna-sati. Ahora examinemos el curso de la práctica en términos de las siete etapas de purificación.

    LAS SIETE ETAPAS DE PURIFICACIÓN

    La persona que ha asumido la práctica comienza estableciéndose a sí misma en un código moral adecuado. Si es un laico, primero establece los cinco preceptos o los diez preceptos. Si es un bhikkhu, comienza su meditación mientras mantiene escrupulosamente el código moral prescrito para él. La observancia ininterrumpida de su código moral respectivo constituye la purificación de la moralidad (sìla-visuddhi).

    Después, él se aplica a su tópico de meditación, y como resultado, los obstáculos llegan a ser subyugados y la mente se fija en la concentración. Esta es la purificación de la mente (citta-visuddhi) – la mente en la que los obstáculos ya han sido superados completamente – e incluye tanto el acceso a la concentración como las cuatro jhànas.

    Cuando el meditador está bien establecido en la concentración, el siguiente paso es volver su atención a la meditación de introspección. Para desarrollar la introspección en base del ànàpàna-sati, el meditador considerará primero que este proceso de inhalar y exhalar es únicamente forma, una serie de eventos corporales -no un “yo” o ego. Los factores mentales que contemplan la respiración son, en cambio, sólo mente, una serie de eventos mentales -no un “yo” o ego. Esta discriminación de mente y materia (nàma-rùpa) es llamada la purificación de la visión (diååhi-visuddhi).

    Aquel que ha llegado a esta etapa comprende el proceso de inhalación y exhalación por medio de las condiciones de surgimiento y cesación de los fenómenos corporales y mentales involucrados en el proceso de la respiración. Este conocimiento, que llega a extenderse a todos los fenómenos corporales y mentales en términos de su surgimiento dependiente, se llama la comprensión de las condiciones. Conforme madura el entendimiento, se desvanecen todas las dudas concebidas por él, en relación al pasado, futuro y presente. Por lo tanto, esta etapa es llamada “purificación mediante la trascendencia de las dudas.”

    Después de haber entendido las relaciones causales de mente y materia, el meditador procede a la meditación de
    introspección, y en su momento surge la sabiduría “viendo el surgir y cesar de las cosas”. Cuando el meditador inhala y exhala, ve los estados corporales y mentales surgiendo y cesando de existir momento a momento. Conforme se vuelve más clara esta sabiduría, la mente se ilumina y surgen la felicidad y la tranquilidad, junto con la fe, el esfuerzo, la atención plena, la sabiduría y la ecuanimidad.

    Cuando aparecen estos factores, él reflexiona en ellos, observando sus tres características de impermanencia, sufrimiento y ausencia de ego. A la sabiduría que distingue entre los resultados regocijantes de la práctica y la tarea de la contemplación sin apego, se le llama “purificación por el conocimiento y la visión del verdadero sendero y del falso sendero” Su mente, purificada así, ve muy claramente el surgimiento y cesación de la mente y la materia.

    Luego ve, con cada inhalación y exhalación, el rompimiento de los fenómenos concomitantes mentales y corporales, los cuales aparecen exactamente como la explosión de las burbujas en una olla con arroz hirviente, o como el rompimiento de las burbujas cuando llueve en un charco de agua, o como el crujir de las semillas de mostaza o ajonjolí cuando se las pone en una sartén al rojo vivo. Esta sabiduría que ve el rompimiento constante e instantáneo de los fenómenos mentales y corporales es llamada “el conocimiento de disolución”. A través de esta sabiduría se adquiere la habilidad de ver cómo todos los factores de la mente y el cuerpo en todas partes del mundo surgen y desaparecen.

    Luego surge en él la sabiduría que ve todos estos fenómenos como un espectáculo temible. Ve que en ninguna de las esferas de existencia, ni siquiera en los planos celestiales, hay un placer o felicidad genuinos, y comprende el infortunio y el peligro.

    Entonces concibe una repugnancia hacia toda la existencia condicionada.

    Emerge en él un urgente deseo de liberarse del mundo y un intenso deseo de liberación. Luego, al considerar los medios para liberarse a sí mismo, surge ahí en él un estado de sabiduría que inmediatamente capta la impermanencia, el sufrimiento y la ausencia de ego, y conduce a niveles sutiles y profundos de introspección.

    Ahora aparece en él la compresión de que los agregados de la mente y el cuerpo que aparecen en todos los sistemas del mundo están afligidos por el sufrimiento, y se da cuenta de que el estado de Nibbàna, que trasciende el mundo, es enormemente pacífico y confortante. Cuando comprende esta situación, su mente alcanza el conocimiento de la ecuanimidad acerca de las formaciones. Éste es el clímax de la meditación de introspección, llamada “purificación por el conocimiento y visión de progreso.”

    Conforme se vuelve inmutable, aumenta su destreza en la meditación, y cuando sus facultades están totalmente maduras entra al proceso cognitivo del sendero de la entrada en la corriente (sotàpatti). Con el sendero de la entrada en la corriente, él realiza Nibbàna y comprende directamente las Cuatro Nobles Verdades. El sendero es seguido por dos o tres momentos del fruto de la entrada en la corriente, por los cuales él disfruta de los frutos de su logro. De ahí en adelante surge ahí el conocimiento de recapitulación, por medio del cual él reflexiona en su progreso y su logro.

    Si uno continúa la meditación con aspiración seria, desarrollará de un modo nuevo las etapas del conocimiento de
    introspección y realiza los tres más elevados senderos y sus frutos: del que retorna una vez más, del que no retorna y del Arahat. Estos logros, junto con la entrada en la corriente, forman la séptima etapa de purificación, purificación por el conocimiento y visión. Con cada uno de estos logros se da cuenta plenamente del significado de las Cuatro Nobles Verdades, que hasta entonces había sido inalcanzado a lo largo de la propia permanencia prolongada en el ciclo de renacimientos. Como resultado, todos las impurezas contenidas en la mente son arrancadas y destruidas, y la mente de uno se vuelve completamente pura y limpia. Entonces, uno realiza el estado de Nibbàna, en el que uno es liberado de todo el sufrimiento de nacer, envejecer y morir, del pesar, de la lamentación, del dolor, de la aflicción y desesperación.

    CONCLUSIÓN

    Nacimientos como los nuestros son raros en el saçsàra. Hemos sido afortunados de encontrar el mensaje del Buddha, de disfrutar la asociación con buenos amigos, de tener la oportunidad de escuchar el Dhamma. Como hemos estado dotados con todos estas bendiciones, si nuestras aspiraciones maduran, podemos alcanzar, en esta vida, el objetivo final del Nibbàna a través de sus etapas graduales de la entrada en la corriente, del que retorna una vez, del que no retorna y del estado de Arahat. Por lo tanto, hagamos que nuestra vida fructifique desarrollando regularmente la meditación del ànàpàna-sati.
    Habiendo recibido las instrucciones adecuadas de cómo practicar este método de meditación, uno deberá purificar la propia virtud moral, observando los preceptos y ofreciendo la propia vida a la Triple Joya.

    Uno deberá elegir un tiempo conveniente para la meditación y practicar con la mayor regularidad, reservando el mismo período de tiempo cada día para la propia práctica. Uno podría comenzar reflexionando brevemente sobre las abundantes virtudes del Buddha, extendiendo la benevolencia hacia todos lo seres, reflexionando en el aspecto repulsivo del cuerpo y considerando la inevitabilidad de la muerte. Luego, haciendo emerger la confianza de que uno está caminando por el sendero hacia el Nibbàna, transitado por todos los iluminados del pasado, deberá progresar en el camino de la meditación y esforzarse con diligente empeño.

    * * * * *

    Código: FDD 006
    Título: ÀNÀPÀNA-SATI: MEDITACIÓN EN LA RESPIRACIÓN
    Autor: Ven. Mahathera Nauyane Ariyadhamma
    Fecha de publicación: 1988
    Editor: Buddhist Publication Society, Sri Lanka
    Dirección del Editor: P.O. Box 61, 54, Sangharaja Mawatha, Kandy Sri Lanka
    Original: Ànàpàna-sati
    Derechos Reservados 1988 por Gunawardana Yogashrama Charitable Trust.
    Originalmente expresada como un sermón bajo el Árbol Bodhi en Kalutara.
    Traducido del cingalés al inglés por el Profesor U.D. Jayasekera.
    Traducido del inglés al español por Gloria Ávila
    Fecha: 1997
    Fuentes: TimesPali
    Páginas: 10
    Reproducción de la traducción española con permiso de la Buddhist Publication Society (1997)

    * * * * *

    * Venerable Mahathera Nauyane Ariyadhamma. Traducción al español por Gloria Ávila. Este material puede ser reproducido para uso personal, puede ser distribuido sólo en forma gratuita. ©CMBT 1999. Última revisión lunes, 13 de marzo de 2000. Fondo Dhamma Dana. Este documento requiere la fuente Times Pali.