EL TRIPLE REFUGIO* NYANAPONIKA THERA

EL TRIPLE REFUGIO*

NYANAPONIKA THERA

Traducción por Dr. Alejandro Córdova C.

Mediante la antiquísima, sencilla, y sobre todo, compasiva fórmula de ir por refugio a la Triple Joya, los seguidores de Buddha,1 en todos los países buddhistas, expresan su lealtad a Él y a su doctrina liberadora. El ‘ir por refugio’, como sugiere la expresión, debe ser un acto consciente, y no una simple declaración sobre una creencia hipotética o una costumbre piadosa. Existe el refugio protector, pero debemos ir a él mediante nuestro esfuerzo. Éste no vendrá por sí mismo a nosotros mientras permanecemos esperando.

El Buddha es sólo el maestro que ‘señala el camino’, como tantas veces así lo expresó. Por lo tanto, el ir por refugio como expresión de la fe buddhista (saddhà), es, en primer lugar, un acto consciente de voluntad y decisión dirigido hacia la meta de la liberación. Así que se rechaza la noción de una fe que espera por una ‘gracia salvadora’.

En los comentarios pali hay una declaración extraordinaria sobre lo que se quiere transmitir con la expresión de ‘ir por refugio’. Mediante ésta se incorpora la idea de ‘conocimiento’ y ‘entendimiento’. Esto apunta hacia el segundo aspecto sobre ir por refugio. Éste consiste en verlo como un acto consciente de entendimiento, por lo que es un rechazo de la credulidad ingenua y la fe ciega basada en una autoridad externa.El comentarista hace énfasis en este aspecto al describir el ‘ir por refugio’ como un estado mental que no depende de otras personas (aparapaccaya). El Maestro, en muchas ocasiones, advirtió a sus discípulos que no aceptaran sus enseñanzas basándose solamente en la confianza en Él, sino que las aceptaran luego de la experiencia personal, de la práctica y de la reflexión. Es pertinente recordar el famoso discurso a los Kàlàmas: “No acepten basándose en lo que escuchen, costumbres, historias o la autoridad de las escrituras. No acepten por razonamiento, lógica o investigaciones metódicas, ni por la aceptación de pensamientos especulativos, ni inducidos por la devoción, ni por el pensamiento: ‘Éste es mi maestro'” (Aæguttara Nikàya, 3:65).

El acto de ir por refugio contiene un triple conocimiento. Es un conocimiento que responde a los siguientes interrogantes: ¿Es realmente nuestro mundo tan peligroso e infeliz que requiera que nos refugiemos? ¿Existe, de hecho, ese refugio? ¿Cuál es su naturaleza? Muchos no ven la necesidad de un refugio. Están completamente convencidos de que ‘todo está bien en el mundo’ al sentirse complacidos con ellos mismos, y con los insignificantes y momentáneos estados de felicidad. No quieren, o no son capaces de ver más allá de sus estrechos horizontes. Para ellos, no ha aparecido en el mundo ni Buddha ni ningún otro gran maestro religioso. Pero la mayoría de los seres humanos saben, por amarga experiencia, que la dura y cruel cara del mundo está oculta detrás de una máscara amistosa.

Otros, bastante conscientes de la existencia de sus semejantes, añaden a sus experiencias personales, la observación de esas vidas. Un número aún más pequeño tienen la capacidad de reflexionar con sabiduría tanto lo que experimentan, como lo que observan. Para estos últimos, en particular, ‘cuya visión está menos oscurecida por el polvo’, la vida se presenta como un extenso océano de sufrimiento de indescifrable profundidad en cuya superficie los seres nadan por corto tiempo, o navegan en su frágiles y pequeñas embarcaciones, de las cuales se sienten muy orgullosos. Es cierto que hay temporadas en que las aguas están tranquilas, y en las que es placentero flotar sobre un agradable mar, o nadar extensamente para demostrar o disfrutar de la fortaleza del cuerpo. Pero aquellos con mente y ojos abiertos no se dejan engañar por estos cortos períodos de calma, pues conocen la furia sobrecogedora de un mar tormentoso, las peligrosas corrientes y remolinos, y los demonios y monstruos de sus profundidades. Ellos conocen que, aun en las circunstancias más favorables, el impacto de las fuerzas naturales de la vida agotarán rápidamente la endeble fuerza de los seres humanos.

Los cambios sorprendentes de la vida no dan oportunidad para mantener permanentemente, durante la sucesión de transformaciones, ni siquiera un grado inferior de felicidad, y niveles básicos de moralidad. No hay nada que ganar mediante continuas y nuevas travesías en cualquiera de las regiones del océano infinito y extenso de la vida. Sólo existen las mismas repeticiones sin sentido de altas y bajas, flujo y reflujo de la marea. Cuando se enfrenta a los siempre presentes peligros de la vida, y su esencial monotonía, sólo queda el grito de refugio en el corazón y mente que verdaderamente ha comprendido su condición en el mundo. El refugio es la única gran necesidad de la vida, e ‘ir a él’ el único acto sano exigido por esa realidad.

Pero, reconociendo su necesidad, ¿existe, de hecho, un refugio de los males del mundo? Los buddhistas así lo firman, y comprueban mediante esa afirmación que no son nada pesimistas. Al refugio al que se dirigen es la tríada de Buddha, su doctrina y la orden de los nobles discípulos. Se le conoce como la ‘Triple Joya’, al ser lo más preciado y puro. Pero el hecho de proveer de refugio permanente, y no sólo de protección temporal, puede solamente ser comprobado por uno mismo alcanzando este refugio mediante la propia realización interna.

Siempre y cuando sea conocida y apreciada, la Triple Joya existe objetivamente como un ideal o idea impersonal. Aun en esta forma, sin duda alguna, es una fuente continua y activa de beneficio para el mundo. Sin embargo, sólo se transformará de ideal impersonal a refugio personal en la medida en que se actualice en la mente y se manifieste en la forma de vida. Por lo tanto, no puede ser demostrado a los demás la existencia del carácter de refugio de la Triple Joya. Cada cual deberá encontrar este refugio en sí mismo mediante su propio esfuerzo. En el proceso de ir hacia él, el refugio adquirirá existencia y se desarrollará.

Mediante el esfuerzo, esmero y control

Que el hombre sabio construya una isla para sí

Que no pueda ser abrumada por las inundaciones

Dhammapada, v. 25

Sólo existirá el refugio en tanto conteste y corresponda a algo dentro de nosotros. Por esta razón el Sexto Patriarca Zen dijo:

¡Qué cada uno de nosotros tome refugio en las Tres Joyas dentro de nuestra mente!

Con respecto a tomar refugio en el Buddha, el mismo Maestro dijo poco después de su iluminación:

Serán conquistadores aquellos que como yo

han logrado poner fin a las impurezas

Majjhima Nikàya 26 (Ariyapariyesana Sutta)

El Buddha dijo poco antes de su muerte refiriéndose al segundo refugio en el Dhamma:

¡Sean islas para ustedes mismos, sean sus propios refugios!

¡No tomen otro refugio! Permitan que el Dhamma sea su isla, permitan que el Dhamma sea su refugio! No tomen otro refugio.

Dìgha Nikàya 16 (Mahàparinibbàna Sutta)

Se dice lo siguiente en la literatura de los comentarios refiriéndose a otro pasaje, pero aplicable al que hemos citado:

El Dhamma es llamado ‘ser’ (attà) en el caso del sabio

porque es parte de su existencia, y no es distinto de él.

Åìkà del Mahàsatipaååhàna Sutta

La Saægha, el tercer refugio, es el gran modelo enaltecedor a imitarse, la Orden de los nobles discípulos. Sirve de cimiento a este refugio la capacidad inherente de todo ser en convertirse en uno de los ocho tipos de seres nobles que forman el refugio de la Saægha.2

Ahora nos dirigimos a un tercer aspecto, la naturaleza última del Triple Refugio, el cual consiste en el conocimiento implícito en la toma de refugio. Hemos visto que el refugio puede ser alcanzado sólo si echa raíces concretas que existen como fundamentos en las mentes comunes. Surge como el loto en las aguas de la existencia mundana. Ahí se desarrolla y obtiene sus nutrientes. Pero lo que aún está hundido en el océano mundano y el sufrimiento, no puede ser el último refugio, el lugar de gozo y seguridad. No sólo debe aliviar, sino trascender el mundo del peligro, miedo y enfermedad como el loto que surge sobre la superficie del agua, y se mantiene impoluto. Por lo tanto, el refugio perfecto al cual se refiere la fórmula tradicional tiene una naturaleza supramundana y trascendental -lokuttara.

Así que el primer refugio no es el renunciante Gotama, sino el Buddha como personificación de la Iluminación que transciende el mundo. Se dice sobre el discípulo noble en el Vìmaçsaka Sutta: ‘Él cree en la Iluminación del Excelso’ (Majjhima Nikàya 47). El Dhamma del segundo refugio no nos presenta un cuadro frágil, fragmentado, hasta distorsionado de la doctrina según se refleja en la mente de un sujeto no liberado. Es el camino supramundano y su perfección en Nibbàna. El comentarista hace énfasis en la naturaleza supramundana del segundo refugio al decir que el Dhamma, como objeto de aprendizaje, se incluye en el refugio en tanto en cuanto es una expresión de la perfección del conocimiento que se adquiere en el sendero de la liberación.

La Saægha del tercer refugio no es toda la congregación de monjes con las debilidades de cada uno de sus miembros, y en la cual se comparten las limitaciones inherentes a cualquier institución humana. Es más bien la Orden de los nobles discípulos unidos por los lazos comunes de haber alcanzado los cuatro estados de liberación. En otras palabras, también es de naturaleza supramundana. Es la seguridad de un posible progreso de la mente pura y santificada hacia planos elevados que trascienden lo mundano.

El ir por refugio se convierte en un acto consciente de entendimiento mediante este triple conocimiento acerca de la necesidad, existencia y naturaleza del refugio. Este conocimiento y entendimiento apoya firmemente el aspecto emocional de tomar refugio, el cual consiste de tres partes: confianza, devoción y amor. El conocimiento de la existencia del refugio sirve de base para una firme y justificada confianza, para la tranquilidad que viene de la seguridad interna y la fortaleza del convencimiento. El conocimiento de la necesidad del refugio infunde inquebrantable devoción hacia él. El entendimiento de su sublime naturaleza llena el corazón con amor hacia lo más grande que se pueda pensar. Confianza es firmeza en la fe; devoción es tolerar pacientemente con esfuerzo y servicio leal; y el amor añade el elemento de gozo, afecto y ardor. De acuerdo al sentido de estos tres elementos el ‘ir por refugio’ es también un acto consciente de una fe sabia.

Podemos definir ahora el ‘ir por refugio’ como un acto consciente de la voluntad dirigido hacia la liberación el cual se fundamenta en el conocimiento, y se inspira en la fe. Podemos definirlo en forma breve como un acto consciente de decisión, entendimiento y devoción.  Estos tres aspectos de tomar refugio corresponden a las partes volitivas, racionales y emocionales de la mente humana. Así que se requiere el cultivo de las tres para alcanzar un desarrollo armónico de la personalidad.  La voluntad, el entendimiento y la fe se apoyan el uno en el otro en su tarea común. La voluntad, transformada en acción volitiva, libera a la fe de la aridez y los peligros de la laxitud emocional. Evita que el entendimiento se detenga en la simple valorización teorética, y une con firmeza las energías emocionales e intelectuales para acciones específicas. Por su parte, el entendimiento le da dirección y orden a la voluntad. Le da verdadero sentido a la fe, frenando su exceso. A su vez, la fe evita la dejadez en la voluntad, y es el elemento vigorizante y decisivo del entendimiento.

La presencia de estos tres aspectos es lo que distingue la verdadera fe buddhista. En la forma en que se comprende la fe, en otras religiones del mundo, se tiende a enfatizar los aspectos emocionales a expensas de la voluntad y el entendimiento. En contra de este énfasis desmedido en la fe emocional, el entrenamiento espiritual buddhista se dirige desde su comienzo hacia la plenitud y totalidad, y al desarrollo armónico de las facultades mentales. Por lo tanto, en su verdadero sentido, el acto de ir por refugio sólo se alcanza si al menos se relaciona con un grado mínimo de voluntad y de verdadero entendimiento. Sólo así es que la fe tendrá la cualidad de ‘semilla’ capaz de crecer que el Buddha le atribuyó.

El elemento de voluntad en la semilla de fe crecerá hasta madurar en el deseo irresistible de liberación (muñcitukamyatà-ñàäa), uno de los estados más avanzados de la visión cabal (vipassanà). El aspecto de entendimiento inicial en la verdadera fe crecerá en sabiduría penetrante. Finalmente, la confianza en la fe se transformará en la certeza interna que confiere su realización. El recitar la fórmula de ir por refugio de forma inconsciente sería una manera de degradar esta venerable y antiquísima práctica. La privaría de su verdadera validez y significado. El ‘ir por refugio’ debe ser la expresión de un genuino impulso interno semejante a la urgencia que uno pueda sentir en la vida ordinaria de buscar, sin retraso, refugio en un lugar seguro, al estar consciente de un gran peligro.

Cuando se toma refugio uno siempre debe tener en mente las implicaciones de este acto, según lo hemos explicado. Éste será, a la vez, una práctica beneficiosa en la recta atención plena. Siempre debe preguntarse cómo el acto presente de tomar refugio puede transformarse en términos de voluntad y entendimiento. Cuando vemos nuestra vida como si fuese una casa en llamas, no será suficiente venerar la seguridad y libertad que nos señalan desde afuera, sin tomar ningún paso que, de hecho, nos lleve a ellas. El primer paso hacia la seguridad y libertad será tomar refugio en forma correcta, como un acto consciente de decisión, entendimiento y devoción.

En la literatura de los comentarios se conserva un valioso documento sobre viejas prácticas buddhistas que demuestran la forma consciente y específica en que los antiguos devotos tomaban refugio en la Triple Joya. En el documento se mencionan cuatro formas distintas de tomar refugio. Cada una representada mediante la expresión de una fórmula específica, y vinculada con diferentes grados de compromiso.

Ordenadas en forma ascendente, las cuatro comienzan con postraciones, luego van a la aceptación de la condición de discípulo y de la Triple Joya como guía ideal, y terminan en la entrega total. Todas las fórmulas comienzan con las palabras: ‘A partir de hoy…’ las cuales indican el día en que se inicia un nuevo período en la vida del devoto, y hace énfasis en que es un acto definitivo y personal, el cual puede distinguirse de un ritual de carácter impersonal. Las tres fórmulas inferiores concluyen con las palabras: ‘¡Que así puedas tú conocerme!’, una afirmación ante testigo, mediante la cual se le da la solemnidad y fuerza de un voto.

El principio y el final en estas formas de tomar refugio reflejan las tempranas expresiones de compromiso que se informan en los suttas: ‘¡Yo voy por refugio al Señor Gotama, al Dhamma y a la Orden de los monjes! ¡Que el Señor Gotama me conozca como un discípulo laico ¡He tomado refugio, a partir de hoy, mientras viva!’  Estas fórmulas demuestran claramente que los antiguos devotos, quienes las crearon para su uso, eran muy sensibles al profundo significado de ir por refugio. Concebían este aparente y sencillo acto como un paso trascendental y decisivo para toda la vida, el cual exigía responsabilidades de carácter sagrado. Mediante sus cuatro características, las cuales exigían un decisión personal, aseguraban que el proceso de tomar refugio no degenerara en una rutina, y se adaptase a la intensidad creciente y a la dedicación esmerada. La estructura jerárquica demuestra que los antiguos estaban conscientes de que el ir por refugio sólo se perfeccionaba mediante la total entrega, sin reservas, a la Triple Joya.

En las formas más sencillas del acto, aún se mantenía algo del supuesto ego, pues era un ‘ir por refugio’ con reservas. De todas maneras, estas formas inferiores eran pasos definitivos hacia lo más alto, y debían ser cultivadas en forma consciente. Aquí también, como en todo desarrollo armónico mental, los niveles más altos no excluían a los inferiores, sino que éstos eran asimilados al ámbito más amplio.

Explicaremos las cuatro formas partiendo de las inferiores hasta alcanzar las superiores con el fin de obtener un cuadro más claro de éstas.

I. La primera forma de ir por refugio es la postración (paäipàta), la cual se expresa mediante la fórmula: ‘A partir de hoy sólo ofrezco al Buddha, al Dhamma y a la Saægha respetuosos saludos y servicio fervoroso. ¡Que así puedas tú conocerme!’ La postración es la actitud mental, y la expresión física y verbal reverencial que es resultado del reconocer y valorar algo que es superior a uno. Rompe a través del primero y duro caparazón del orgullo y el contentamiento ignorante que no conoce nada mejor que el propio e insignificante ego. Cuando se enfrentan a algo superior, los animales y los seres humanos no desarrollados, ya sean ‘primitivos’ o ‘civilizados’, reaccionan, generalmente, con desconfianza, miedo, fuga, agresión, resentimiento, hostilidad o persecución. Sólo pueden ver las formas de vida superiores como diferentes y extrañas, y, por lo tanto, desconfiadamente. Es distinción de una mente humana verdaderamente desarrollada enfrentar a lo más alto con respeto, admiración y el deseo de imitar. Por lo tanto, el reconocer y valorar algo superior es la condición que antecede al desarrollo espiritual, y el verdadero respeto que surge, sirve también de base para la educación moral.

Por esta razón, en la relación del ser humano con los más alto, viene primero la verdadera postración a la Triple Joya. La postración, como forma de tomar refugio, es la expresión espontánea de profunda veneración que se siente cuando se adquiere conciencia de la existencia y significado del refugio supremo. Es la reacción emocional de gratitud, devoción, y gozo cuando se siente el peso completo del hecho extraordinario de que existe un refugio del sufrimiento universal. Ésta es la razón mediante la cual en los comentarios esta forma de tomar refugio se ilustra, no mediante un acto rutinario de adoración por devotos confesos, sino mediante la conversión altamente emocional de un anciano brahmán, que profundamente conmovido, se postra ante el Excelso, abrazando y besando sus pies.

La postración representa el aspecto emocional de tomar refugio, siendo éste un acto consciente de fe. Mediante pureza de corazón y humildad, el acto de postrarse en cuerpo, palabra y mente, prepara al discípulo emocionalmente para la entrega total. Es un paso indispensable pero, al ser incompleto en lo que respecta entendimiento y decisión, requiere del apoyo adicional de las siguientes dos etapas.

II. Mientras que la postración se mantiene como una relación distante y unilateral con lo Supremo, los devotos, que aún se encuentran en el umbral del santuario, son conducidos a través de su puerta mediante el próximo paso – la aceptación del discipulado (sissabhàv’ ùpagamana). El discípulo expresa: ‘A partir de hoy soy un discípulo de Buddha, el Dhamma y la Saægha. ¡Que así puedas tú conocerme!’ Mediante esta declaración va por refugio a la suprema sabiduría, abriéndose a su penetrante influencia.

El respeto y la humildad adquiridos anteriormente por la genuina postración le ha ganado al discípulo el derecho de entrar al santuario de la sabiduría. Sólo si se acerca con esa actitud reverencial es que el gurú, el maestro espiritual del Oriente, ofrece sus enseñanzas al ser estas cualidades las primeras indicaciones de que el discípulo está listo para recibirlas.

Si se toma el refugio en el sentido del discipulado, la vida se convierte en una constante actividad de aprendizaje, y adaptación de la mente a los normas establecidas por el Buddha, el Dhamma y la Saægha. El carácter del ser humano sabio es que siempre está dispuesto y deseoso de aprender. El proceso de aprendizaje establece una relación entre maestro, enseñanza y discípulo, al punto que ocurre una parcial y gradual identificación mediante la cual el discípulo puede incorporar la sabiduría del maestro y hacerla suya.

El aceptar el discipulado representa el aspecto racional de tomar refugio, el cual es un acto consciente de entendimiento. Provee razones completas y satisfactorias para el acto de postración, y en esa forma añade a la fortaleza y lealtad de la devoción. Pero los seres humanos no son siempre devotos y discípulos. Queda mucho en la vida que no se puede dominar fácilmente con sólo fe y entendimiento. Se requiere de una firme voluntad, decisión, y vasta habilidad para cambiar el curso de las variadas y rutinarias actividades de la vida en dirección hacia el refugio. Esta tarea de ir gradualmente haciendo del refugio el centro de la vida es la función de la tercera forma de tomar refugio.

III. En el tercer nivel el discípulo acepta la Triple Joya como su guía ideal (tapparàyaäatà) reconociéndolo abiertamente ‘A partir de hoy, el Buddha es mi guía ideal, y así también lo son el Dhamma y la Saægha. ¡Que así puedas tú conocerme!’ Al tomar esta forma de refugio, el discípulo promete someter, paso a paso, todas las actividades importantes de su vida a los ideales que integran la Triple Joya. Promete solemnemente destinar sus energías a la tarea de imprimir el triple sello sagrado sobre su vida personal, y sobre sus circunstancias, hasta el punto en que pueda vencer su resistencia. El Triple Refugio, en su carácter de ideal conductor y elemento determinante de la vida, exige completa dedicación en los asuntos externos. Pero esta dedicación al servicio de la Triple Joya aún no es la forma superior de tomar refugio. Todavía existe en la mente del discípulo la diferencia entre los nobles propósitos y la persona que los trabaja. De esta manera se conserva el engañoso ego. Éste se alegra ante el trabajo exitoso, y se apena cuando fracasa. El trabajo sutilmente se convierte en refugio, en vez de la Triple Joya. Si no se da la identificación completa entre el ego y el trabajo, aquél se mantiene ocultándose en el trabajo, y evade el llamado para la entrega total al verdadero refugio. Es posible el progreso más allá de este paso, sólo si se sirve al ideal conductor en forma altamente desprendida, sin buscar alguna recompensa.

IV. Esta forma desprendida hacia el trabajo será uno de los muchos frutos del último paso: la entrega completa a la Triple Joya (attasanniyyatana). No hay lugar para reservas en esta forma de refugio tomada por las personas mundanas. Sin embargo, en cierto sentido no exige nada, pues si el verdadero entendimiento nos ha dicho anteriormente que nada se puede ganar en el saçsàra, que es el aspecto objetivo del ego, entonces nada puede perderse al someter el ego, que es el aspecto subjetivo del saçsàra. No obstante, aunque esta sumisión del ego es sólo la sumisión de una ilusión, todos sabemos que es un sacrificio muy duro. Pero si de veras queremos librarnos de las ataduras del saçsàra, esta sumisión debe hacerse en un momento u otro, por lo que es mejor hacerla hoy que mañana. El mayor premio se gana sólo mediante la más alta apuesta, mediante el sacrificio del ego ilusorio, el cual ha tomado tanto poder que requiere del mayor esfuerzo para quebrarlo. En la toma de refugio mediante la entrega total, el discípulo sigue modestamente el ejemplo del Excelso, quien en la última gran lucha antes de su Despertar, se dirigió con las siguientes palabras a su antagonista interno personificado en Màra: “¡Es con yerba muñja con lo que estoy armado! ¡Vergonzosa la vida! ¡Prefiero morir en batalla que vivir como un derrotado!” (Sutta Nipàta, v. 440). De yerba muñja era el penacho de los antiguos guerreros indios que entraban a la batalla con el voto de ‘luchar o morir’. También debe ser el símbolo de los guerreros espirituales. Si mantenemos dudas, remordimientos, o reticencias, sólo habrá un débil intento en vez del esfuerzo decisivo necesario para la victoria.

Si alguna vez se ha tomado el solemne paso de ir por refugio mediante la entrega total, el discípulo experimentará en su corazón sensaciones de luz, tranquilidad y ausencia de temor. El ego, al cual se ha renunciado, no puede y no necesita temer por una vida que ha sido entregada, y que sólo se mantiene con el único propósito de alcanzar la más alta realización. Por lo tanto, en los primeros tiempos del Dhamma, aquellos de mentes decididas que incursionaron en el ‘ámbito de la acción espiritual’ mediante el cultivo de la meditación, hasta alcanzar la condición de Arahat, comenzaron su tarea con el voto de renuncia, según se aconseja en el siguiente pasaje del Visuddhimagga (Capítulo II, sec. 123-127):

“Habiéndose acercado a su Amigo Noble (i.e. el maestro de meditación), el meditador debe primero someterse al Buddha, el Excelso, o a su maestro, y luego, colmado por un fuerte deseo y determinación, debe solicitar la práctica meditativa. El rendirse al Buddha debe ser de la siguiente manera: ‘¡Te ofrezco, oh Excelso, mi existencia!’ Porque aquel que no ha renunciado a sí mismo, y vive en lugares solitarios, no podrá mantenerse firme ante los objetos de temor que se le acercarán. Puede que regrese al pueblo y asociándose con laicos incurra en una búsqueda incorrecta, para encontrarse en dificultades. Pero aquel que ha renunciado a su ego, no sentirá miedo, aun ante los objetos de temor que se le acerquen. Solo surgirá en él alegría cuando piensa: ‘¿No te has rendido al Buddha, oh hombre sabio, en aquel día?’

Y nuevamente, al someterse a su maestro, debe decir, ‘¡Reverendo Señor, le ofrezco mi existencia!’ Sin esta renuncia de su ego, éste será desconsolado, terco, no estará dispuesto a aceptar consejos, y actuará por su propia voluntad, sin solicitar permiso de su maestro. El maestro no lo favorecerá con ayuda material o espiritual, y no lo instruirá en los textos difíciles. Al no recibir éstos dos favores, no será virtuoso o regresará a la vida de laico.”

         

Desde luego que esta forma de tomar refugio mediante renuncia aún está muy lejos de la completa cesación del egoísmo o la condición de falsedad, pero es una forma efectiva hacia ese fin. Puede señalar la transición del refugio mundano, al cual aún pertenece; al refugio supramundano, el cual desea alcanzar.

El refugio de la renuncia se ofrece en los textos de los comentarios mediante la siguiente fórmula:

‘A partir de hoy me someto al Buddha, al Dhamma y la Saægha. Me entrego al Excelso, me entrego al Dhamma, me entrego a la Saægha. Les entrego mi vida. Hasta el fin de mi vida tomo refugio en el Buddha. El Buddha es mi refugio, amparo y protección, como también lo son el Dhamma, y la Saægha.’

         

Esta forma de refugio, hasta en su manera externa, es diferente de las tres anteriores al carecer del testimonio: ‘¡Que así puedas tú conocerme!’ De aquí podemos concluir que este, el más solemne de todos los votos, debía ser tomado en lo más recóndito del corazón, según lo requería lo sagrado de la decisión. Aquí, no se requiere la presencia de un testigo, como especie de apoyo moral para mantener el voto, pues tal requisito sólo demostraría lo prematuro en tomar este paso. Toda confesión pública sólo le restaría a la dignidad suprema del voto, y haría su observancia muy difícil, al hacer al discípulo muy consciente de sí, o aun orgulloso. De más está decir que una intencional demostración pública del voto derrotaría su propósito, restituyendo al ego que iba a ser sometido.

La fórmula más larga de sumisión que amplía la corta oración del Visuddhimagga ha sido ofrecida aquí, por primera vez, en un idioma occidental. El original pali parece que también ha producido poco interés en estos tiempos. Si reproducimos esta fórmula aquí, lo hacemos con la esperanza de que será recibida con la solemnidad que merece este valioso documento de antiquísima devoción, santificado mediante los esfuerzos y logros de aquellos que han practicado de acuerdo a él. Añadimos a lo aquí expuesto la más encarecida petición de que no se use livianamente con propósito de devoción común, y que el voto no se tome impulsivamente ante el entusiasmo del momento. Esta solemne promesa no debe hacerse, sino después de haberse puesto a prueba por largo tiempo la propia fuerza y perseverancia, mediante renuncias y obligaciones menores. Debemos cuidarnos de no abaratar y vulgarizar las cosas sublimes del espíritu acercándonos a ellas en forma superficial, hablando en forma descuidada, o tomándolas para luego dejarlas caer de nuestras manos cuando perdemos el interés, o nuestros débiles dedos se cansan. Por lo tanto, si no estamos seguros de nuestra fortaleza, no debemos asumir las serias demandas que exige la renuncia, sino tomar el refugio mediante las formas menores. Pues éstas igualmente demostrarán ser una ayuda poderosa para alcanzar altos logros espirituales. Al hacer uso inteligente de las cuatro formas devocionales del sendero de los antiguos, conservaremos la más popular práctica religiosa del mundo buddhista, el ir por refugio, y evitaremos que se deteriore y haga ineficaz. Deberemos poder convertirlas en una poderosa corriente dadora de vida, la cual nos conducirá algún día a la Isla de la Paz Eterna, Nibbàna, en la cual el refugio y el refugiado se unifican en uno.

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1 En las publicaciones del Fondo Dhamma Dana, incluyendo sus traducciones, se sigue la raíz pali Budha, que significa despertar o iluminar, para Buddha y Buddhismo, en vez de la forma castellanizada Buda y Budismo. De acuerdo a la tradición Theravada el lenguaje pali fue utilizado por Buddha para enseñar su doctrina (Dhamma). (N. del T.)

2 Los ocho tipos de seres nobles (attha-ariya puggala) son aquellos que han alcanzado los cuatro senderos de liberación supramundanos y realizado los cuatro estados correspondientes de perfección o fruición. El ganador de la corriente (Sotàpanna), que ha realizado el primero de los cuatro frutos de liberación, y tiene asegurada la liberación final luego de no más de siete renacimientos. El que regresa una vez (Sakadàgàmi), que ha realizado el segundo de los cuatro frutos de liberación, y alcanzará la liberación final luego de regresar una vez más al mundo de los humanos. El que no regresa (Anàgàmi), que ha realizado el tercero de los cuatro frutos de liberación, y alcanzará la liberación final luego de renacer en un plano superior, sin nunca regresar al plano humano. El liberado (Arahat), que ha realizado el cuarto fruto final de liberación, mediante el cual ha destruido todas las impurezas mentales, y alcanzado la liberación de los ciclos de renacimientos.

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Código: FDD 18

Título: El Triple Refugio

Autor: Nyanaponika Thera

Fecha de publicación: 1986

Editor: Buddhist Publication Society

Dirección del Editor: P.O. Box 61, 54, Sangharaja Mawatha, Kandy Sri Lanka

Original: The Threefold Refuge (Wheel No. 76; ensayo publicado en The Vision of Dhamma)

Traductor: Dr. Alejandro Córdova C.

Revisado por: Ronald Martínez y Virginia Etienne

Fecha: 1997

Fuentes: TimesPali.

Páginas: 9

Reproducción de la traducción española con permiso de la Buddhist Publication Society (1997).

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* Nyanaponika Thera. Traducción al español por Alejandro Córdova. Revisado por Ronald Martínez-Lahoz y Virginia Etienne. Este material puede ser reproducido para uso personal, puede ser distribuido sólo en forma gratuita. ©CMBT 1999. Última revisión lunes, 13 de marzo de 2000. Fondo Dhamma Dana. Este documento requiere la fuente Times Pali.