LA ESTRUCTURA DEL MUNDO SEGÚN LOS MAPUCHES

  LA ESTRUCTURA DEL MUNDO SEGÚN LOS MAPUCHES

Por maestro Don Aukanaw

(en “La ciencia secreta de los mapuches”)

Representación teatral de un ritual mapuche difundido por la Universidad de Chile (foto en página web de dicha universidad)

    Como todos los pueblos, los mapuches crearon una cosmovisión, una imagen de la totalidad de lo real. Así aún hoy, la “gente de la tierra” se relaciona con un universo preñado de sentido y sacralidad. Su interpretación mítica de la existencia nace en sus tierras ancestrales, en los suelos de Patagonia. Aquí un texto de el maestro Don Aukanaw, perteneciente a una obra mayor, “La ciencia secreta de los mapuches”.

   

  LA ESTRUCTURA DEL MUNDO SEGÚN LOS MAPUCHES

Por Maestro Don Aukanaw

    Los mapuche tienen una concepción heroica de la vida y de la inmortalidad, bastante similar a la de los pueblos celtas y germanos. Esta concepción es aristocrática, pues está reservada a los jefes políticos religiosos (soberanos o iniciados).
Así, el destino del alma de los fallecidos es el siguiente:

1°) Los héroes: Los guerreros muertos en combate, los ülmen (aristócratas y jefes), los miembros de la clase sacerdotal (en cualquiera de sus jerarquías), los fulminados por el rayo, etc., ascienden a los cielos y allí moran, manifestándose generalmente en las cimas de las montañas y, especialmente, en los volcanes. Para coadyuvar a tal ascensión se los solía enterrar a los ülmen en lugares sagrados, como lo alto de las montañas (sitios más cercanos al cielo), en los pillan-lelfün (ámbito territorial de Nguillatun) o se cremaban para que el fuego los elevara rápidamente trasmutados en humo.
Desde los cielos estos difuntos, transformados en divinidades menores, idénticas a los héroes griegos o germanos, velan por el bienestar de la raza y particularmente por sus poblados (lof). En los cielos combaten a los héroes españoles y con los soldados argentinos. Los antiguos germanos tenían igual concepto con sus ein heriars, guerreros que vivían en el Walhalla y repetían sus combates terrenos.
Los héroes en mapuche se llaman pillan (que no deben confundirse con el poderoso Wenu Pillan, aspecto kratofánico por excelencia de la Divinidad, que los comanda).

    Los pillan, como toda kratofanía, son ambivalentes. Su ira puede dañar a un mapuche del mismo modo que dañan a los winka (no-mapuche). Castigan a los traidores a la raza y a los conversos al cristianismo lanzando sus flechas mágicas productoras de enfermedades sobre los ganados y sobre los hombres.

    Están siempre presentes en todas las batallas de los mapuche que preservan la religión y la tradición y los ayudan a destruir al enemigo con la colaboración de los ngen, que activan fenómenos geológicos y meteorológicos demoledores para el winka invasor.

    El general Kallfükura es un gran pillan que vela por los suyos. Se dice que dentro de poco ha de venir a reunirse con ellos, lo que lo hace merecedor de atenciones sacras.

2°) Los niños: Los que mueren prematuramente tienen un lugar especial en los inframundos y allí aguardan el momento propicio para completar en este mundo el ciclo vital interrumpido.

3°) Las mujeres de los héroes: Ellas siguen el camino de sus compañeros cuando aceptan una muerte heroica y se inmolan en la tumba de su hombre, mueren en el campo de batalla (cumpliendo funciones de apoyo) o son buscadas por el héroe en los inframundos de donde las saca y las lleva a los cielos.

4°) El común: Los que mueren de viejos o a causa del wekufü. Al igual que los cobardes van a parar a alguno de los inframundos, donde llevan una existencia a la inversa de la terrestre: si robaron, serán robados; si calumniaron, serán calumniados.

5°) Variantes: Algunos héroes que no murieron en el campo de batalla, aunque sí en forma heroica (cargada de fuerza), suelen tomar como morada el lugar donde se transmutaron en héroes, ocupando algún objeto propio de este sitio (una roca, por ejemplo). Estos pillan dispensan ayuda a los transeúntes y castigan a los malintencionados. Su veneración se suele confundir, por ser formalmente análoga, con la tributada a los Ngen. Las apachetas les suelen ser características y son mediadores (werken) con divinidades como la Ñuke Mapu (Madre Tierra).

    Estas cinco tipologías suelen tener algunas variaciones en distintas parcialidades mapuche.

    Los mapuche suelen disentir en el número de pisos o mapu de que consta el Cosmos. La más ortodoxa de las versiones es la de 4 superiores y 4 inferiores. Todas las otras son sólo distintos puntos de vista que no contradicen tal esquema. Los hay que cuentan 3 (1 cielo, la Mapu, 1 inframundo); los que cuentan 5 (4 cielos y la Mapu); los que 6 (los 4 cielos, la Mapu, y el inframundo como una unidad); los que 7 (4 cielos, la Mapu y 3 inframundos); los que 8 (los 4 cielos y 4 infiernos, dejando tácita la Mapu; los que 9 (la totalidad del conjunto). Esta discrepancia de puntos de vista particulares suele ser muy común en todas las tradiciones arcaicas. Dice al respecto Guenón: “es común a todas las doctrinas tradicionales la división en tres mundos, pero adquiere formas diversas. En la India misma no hay dos que coincidan externamente, aunque no se contradigan. Estas formas diversas son resultantes de diferentes puntos de vista”.

El viaje del alma mapuche

    Las almas de los muertos comunes siempre van al Oeste, lugar donde el sol pasa al inframundo a través de una abertura o puerta (konweantü). Es la entrada o puerta del sol. Las almas deben recorrer un camino horizontal hacia el Oeste, y una vez llegadas a esta boca o puerta inician su viaje descendente hacia el inframundo (Figs. 1 y 2).
Cuando el sentido de este fenómeno se perdió, junto con el valor del Sol como psicopompo (conductor de almas), recién entonces se comenzó a atribuir el valor de la entrada occidental a objetos concretos y se ubicó en lugar de ella al mismo inframundo.

    Los mapuche orientales ubican la morada de las almas en la cordillera o del otro lado de la misma; los occidentales en las zonas costeras; los de la costa del Pacífico en islas occidentales (como por ejemplo la isla Mocha); los de la isla Mocha en regiones allende el mar. Esta isla es análoga a aquella de la tradición celta llamada Ouesant.

    La cordillera y sus cumbres son espacios sagrados, moradas donde se manifiestan los pillan. Estos seres involucran en el concepto mapuche a los Wenu Mapu Ülmen y a los Wenu Mapu Kona (ciertos seres celestiales) así como a los héroes. Esta circunstancia, que reviste a la cordillera de un carácter sagrado a la vez que funerario, sirvió para aumentar la perplejidad de los mapuche cisandinos; estos últimos ya habían antes confundido los siguientes elementos entre sí: inframundo-entrada occidental-cordillera. A esa confusión sumarán las valencias exclusivas de la cordillera, fusionando la morada de los héroes (sita en la cordillera, y por lo tanto al Oeste) con el inframundo y la entrada occidental.

    El resultado de este proceso es tener localizados en la cordillera, sita en el Oeste, tanto la morada de los héroes como al inframundo con sus wekufü. Con el tiempo se llegará a confundir los pillan con los wekufü (a lo que ayudará la ambivalencia de ambos seres) o a considerar la cordillera y sus volcanes como lugares infernales, en tanto que, en realidad, son lo contrario. Más aumenta esta confusión entre los mapuche neuquinos o rionegrinos que emigraron hacia la costa del Pacífico, huyendo de la guerra del general Roca, conservando su sistema de valores. Allí precisamente es donde el sistema de referencia cosmológico comenzaría a generar las inconsecuencias que hoy día son detectables. Súmese a todo lo anterior la influencia de los misioneros que endosaban a los pillan la categoría de diablos y se verá reforzada la errónea idea de que el infierno está en la cordillera. Algunos mapuche orientales emigrados al otro lado de la cordillera han desplazado los Andes a la isla Mocha o a algún lugar ignoto allende los mares.

 

    Es importante consignar que para el mapuche cisandino surge un problema que no existe para el transandino: el cruce de la cordillera. El alma del cisandino debe subir a la cima de los volcanes en donde hay tendido un puente peligroso que se debe atravesar, pasado el cual con éxito deberán seguir hasta el Pacífico y de allí hasta la “puerta del sol”, donde el barquero infernal los conducirá a través del primer río de los avernos hasta la tierra firme del primer inframundo.

    Los mapuche transandinos aparentemente no necesitan la ascensión andina, pero en algunos casos se dice que sí (¿resabio de cuando los mapuche vivían al este de la cordillera?). El caer del puente peligroso así como el no pagar el peaje al barquero infernal tienen las mismas consecuencias: transformarse en un alma en pena (alue), y estar en consecuencia a merced de los magos negros (kalku), y de los wekufü malignos (wedakewekufü). Esto suele acontecerles a quienes no se les hicieron las ceremonias fúnebres correspondientes.

OBSERVACIONES

    Es de capital importancia para la comprensión de lo expuesto tener en consideración los siguientes puntos:

1) La concepción del Cosmos como una esfera dividida en planos horizontales es sólo un simbolismo espacial de lo que en realidad es la manifestación del Ser Universal.

2) Los distintos planos son un simbolismo, dentro del espacial, de nivel (una transposición analógica en diferentes niveles) de las múltiples modalidades de aquella manifestación.

3) El Cosmos se manifiesta entre dos polos (no manifiestos) uno esencial y otro substancial, entiéndanse estos dos términos en estricto sentido etimológico. En la India se denominan Purusha y Prakriti, en China Tien y Ti, en el judaísmo Chokmah y Binah, en el cristianismo el Santo Espíritu y la Virgen, etc. Precisamente entre esos dos polos se extenderán los distintos niveles horizontales cuyo número es indefinido, pero en la mayor parte de las tradiciones a los efectos representativos sólo se consideran fundamentalmente tres: dos polares y uno ecuatorial. Las variaciones numéricas asignadas por las diversas culturas responden sólo a puntos de vista diferentes, sin que ello implique una contradicción entre ellas.

4) Vale decir que cada uno de los planos horizontales -denominados mundos, cielos, infiernos, planos, esferas, orbes, círculos, etc., no son otra cosa que el dominio en el que se desarrolla un grado o estado de la Existencia Universal o Manifestación cósmica. En todas las tradiciones los “lugares” simbolizan esencialmente estados.

5) Desde el punto de vista microcósmico la esfera es el ser manifestado y los mundos son cada uno de los múltiples estados de manifestación de ese ser.

6) La Mapu es el mundo o nivel del hombre, es el dominio ocupado por el estado individual humano de la Existencia Universal. Por consiguiente la Mapu engloba no sólo al planeta Tierra sino a otros mundos corpóreos y extracorpóreos, a todo lo que los occidentales modernos consideran la realidad: los espacios siderales, galaxias, planetas, etc., más otros aspectos no-ordinarios. Por eso, si fuese efectiva la posibilidad de vida en otros planetas, aquellos seres que ocupen el mismo grado jerárquico que el Hombre serán necesariamente humanos, pero extraterrenos, concordando plenamente en sus analogías funcionales y sin importar las diferencias morfológicas.

7) Se toma el estado humano de la Existencia Universal, o Mapu, como punto de referencia, siendo los “cielos” los estados superiores a él, en tanto que los inframundos corresponden a los que le son inferiores.

8) En una representación gráfica correcta la distancia entre los indefinidos niveles cósmicos es infinitesimal. Cada uno de los planos horizontales intersecciona perpendicularmente el segmento de la recta axial en cada uno de los puntos que la componen. El grosor de cada mundo deberá ser representado por el espesor de un segmento de recta, es decir, del mismo ancho de un punto geométrico.

9) Los cielos y los inframundos corresponden en su totalidad a la Realidad No Ordinaria y la Mapu abarca toda la Realidad Ordinaria así como aspectos No Ordinarios.
Por eso, pretender hallar la entrada a los inframundos en la Realidad Ordinaria es un disparate (y a pesar de ello muchos lo intentan -en otro orden de cosas- respecto de Agartha, la tierra de los inmortales o, la de los bienaventurados, la Tierra pura de Platón, las montañas Merú y Montsalvat, o el mapuche monte Trengtreng, incluso el Paraíso Terrenal bíblico). Lo que no obsta a que estos lugares, o sus moradores, se manifiesten circunstancial y brevemente en la Realidad Ordinaria, hecho que en lengua mapuche se denomina perimontu o perimol, según el carácter positivo o negativo de tal manifestación.

10) Cada uno de los niveles horizontales es en sí mismo análogo a todo el Cosmos, cada uno es una Imago Mundi o microcosmos; en esos pequeños cosmos hallamos también niveles análogos y correspondientes a los del gran Cosmos, y así sucesivamente.
El conjunto será algo así como esas imágenes catóptricas producidas por la reflexión de un objeto situado entre dos espejos cuyos planos reflectantes se hallan enfrentados, y que lo reproducen indefinidamente. O como esas cajas chinas dentro de las cuales siempre se encuentra otra similar pero más pequeña que, a su vez, contiene otra aún más pequeña, y así sucesivamente.
Por eso debe explicitarse a qué sistema se refiere un término determinado, cosa que pocas veces se hace, y ello engendra no pocas confusiones o da lugar a las contradicciones o incoherencias que encuentran los investigadores donde no las hay.

    Lo más habitual es la confusión que hacen entre el Cosmos y el mundo terrestre, cooperando al desconcierto. Un ejemplo bien claro de es lo siguiente. Los astros y planetas se hallan para el mapuche sitos en el segundo cielo (de arriba abajo). Si esto es tomado literalmente, estos cuerpos celestes se hallarían entonces fuera de la “dimensión” (término que usan, impropiamente, algunos medios de divulgación científica) en que vivimos, es decir, fuera de la materia, del tiempo y del espacio, hecho que la simple observación refutaría. O planteado desde otra perspectiva, “si los astros son parte de la Realidad Ordinaria ¿por qué se los asigna al segundo cielo, que pertenece a la Realidad No Ordinaria?”. Esto es fácil de entender si se tiene en cuenta que los astros, como toda cosa, tienen sus aspectos de realidad Ordinario y No Ordinario. El aspecto material u ordinario lo constituyen los planetas visibles y tiene su ubicación en el microcosmos terrestre ocupando su segundo cielo, en tanto que sus aspectos No Ordinarios ocuparán el segundo cielo del Cosmos propiamente dicho. Esta concepción no es ajena al judeocristianismo, puesto que los siete planetas clásicos tienen por realidad No Ordinaria a los siete Arcángeles. Cada planeta en esa tradición tiene un cuerpo, un alma (anima mundi), un espíritu o inteligencia y un demonio. El Sol que penetra a los inframundos y desempeña funciones como psicopompo es el aspecto No Ordinario del astro visible. El alma de Sol, por ejemplo, se llama antü ñi am. (*)

(*) Fuente: Maestro Don Aukanaw, “La estructura del mundo según los mapuches”, texto perteneciente a “La ciencia secreta de los mapuche”, previamente editado en web www.geocities.com/aukanawel.